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la historiadora americana Rosalind Krauss afirmó que Eisenstein hace visible la manera en
que una estatua puede condensar en si misma un concepto, una idea de poder. pag 3
La lógica del campo expandido permitió “perturbar” la función tradicional del monumento y
traspasar incluso la misma obra escultórica.pag7
A diferencia del modernismo y del vanguardismo, que habían confinado la escultura en los
espacios más íntimos de los museos y de las galerías, los años 60 convirtieron el espacio
urbano en el principal baricentro de todas las nuevas investigaciones formales sobre
la escultura. pag 7
contestación social. El interés socio-estético que derivó de este tipo de activismo artístico
atacó y descompuso el débil residuo de lo que quedaba del concepto modernista de
escultura.pag8
por eso el arte público: no es que corolario del reconocimiento de los determinantes sociales
que influyen en la realización de una escultura urbana: Los compromisos y las
responsabilidades mutuas entre artistas, ciudadanos y administradores públicos, son parte
determinante de la escultura, una verdadera «plástica social», en el sentido que quiso darle
a esta palabra el artista alemán Joseph Beuys.pag8
Sven Spieker, ha adoptado una metáfora muy sugestiva: El Monumento por Injerto
(Grafted Monument).14 Literalmente un injerto es un método de propagación vegetativa
artificial, mediante la cual los vegetales crecen en circunstancias desfavorables.pag8
subraya una vinculación muy profunda entre los monumentos y las diferentes
organizaciones sociales de los ciudadanos en un espacio urbano bien determinado.pag8
1. Existe una correspondencia muy específica entre una escultura pública y los
habitantes de un espacio urbano. De esta reciprocidad depende la conservación de
la primera.pag8
2. Los aspectos formales y los contenidos ideológicos de una escultura conmemorativa
quedan totalmente subordinados al proceso mediante el cual los ciudadanos la
aceptan y la interpretanpag8
Crimp llegó a descubrir como una escultura pública podía convertirse en un catalizador de
censuras y malestares generales.pag9
la tergiversación –según se lee en Les Levres Neus del 8 de mayo de 1956—es una
operación conceptual en que unos “elementos intrínsecamente significantes”, pueden
adquirir un sentido diferente si son colocados en un nuevo contexto.pag9
generando una conciencia crítica que –en su visión utópica— debía invertir la pasividad
producida por el consumismo tardo capitalista.pag9
la presencia de un monumento ausente— tal como lo planteó Young— inauguró, desde final
de los años 90, un nuevo tipo de debate estético que se centró mucho en los conceptos de
«invisibilidad» y «vacío». Sobre todo un psicólogo francés, Gérard Wajcman, llegó a afirmar
que existen hoymonumentos que, en lugar de colectivizar y reunir un grupo en la pacífica
comunión del recuerdo, pretenden mostrar lo que no es posible ver: El olvido.13
Gerz pretende transferir la memoria más allá del bloque escultórico, restituyéndola a la
colectividad, a los individuos que tienen el deber moral de mantenerse vigiles para
contrarrestar todo tipo de totalitarismo.pag 13
Dicho de otra manera, Gerz lidiaría contra todo monumento que se ofrece a si mismo como
un objeto secularizado.pag 14
hoy día, cuando incluso el espacio público se está utilizando como escenario de ostranenie,
muchos monumentos se están fatalmente transformando en «objetos de ansiedad» no
provocan las mismas reacciones ante el arte sino, más bien, contradicen sus funciones
tradicionales, sustituyéndolas por el desequilibrio, el escándalo y la duda.16
Un artista de origen judío, Shimon Attie, intentó crear sus «objetos de ansiedad» con un
procedimiento de intervención pública basado en las proyecciones, desde el punto de vista técnico
muy similar a lo de Wodiczko. La peculiar concepción de monumento conmemorativo articulada por
Attie, se basa en la proyección temporal de imágenes— recogidas de archivos y, por lo
tanto, provenientes del pasado—sobre superficies arquitectónicas de la ciudad.La primera de sus
intervenciones, The writing in the wall, fue realizada en Berlín entre 1991-93. Attie recopiló una serie
de fotografías antiguas—tomadas en un barrio judío de la ciudad durante la década de 1930—y las
proyectó sobre fachadas de casas y tramos de muros urbanos. La intervención tuvo un efecto
muy curioso e inquietante, puesto que provocó que unas imágenes fantasmales, procedentes del
pasado más remoto y reprimido, regresaran a la vista de todos los que pasaban por el barrio de la
ciudad, invitando a su rememoración.
Efectivamente, estos monumentos son más que objetos luminosos, puesto que incorporan el mismo
espacio que irradian como parte de la “materia” escultórica.16
● críticas
○ Lyotard, por ejemplo, recriminó a muchos artistas contemporáneos de recurrir a
nuevas formulas postmodernas para evocar lo sublime romántico, pero sin apelar ni
a las formas ni a la imaginación.«la analítica de lo sublime», se trasladaría en la
percepción de algo instantáneo, un evento que se agota en el mismo acto y se
consume sin porvenir alguno.16
Puede que en el arte contemporáneo se estén articulando algunas tendencias que convierten la
necesidad de representar lo irrepresentable en el nuevo índice del valor estético.pag17
el principal recurso de este tipo de arte sería el de producir una especie de “extrañamiento
masificado”, “domesticando” lo sublime y propagándolo por el mercado artístico. Entonces, la
evocación del vació y de la ausencia en lugar de contraponer el silencio y la reflexión critica al
siempre más aberrante desarrollo capitalista, apenas lograrían la sublimación de la nada y un fugaz y
malogrado escape del mundo. Puede que el intento de muchos de estos artistas se realmente
apreciable, pero el efecto de la mayoría de sus propuestas parece ser casi siempre
el mismo: Inquietar, trastornar, perturbar, confundir, irritar e incluso aburrir.17
crítica: Susan Sontag ha desacreditado estas fórmulas artísticas que, negando todo placer
estético, acaban con una simplificación final que se reduce literalmente al silencio y a la
renuncia absoluta a la comunicación.17
la metamorfosis del monumento no afecta sólo la cuestión de la representación estética, puesto que
devuelve a la obra su contenido implícito reestableciéndola como sitio de inscripción social, de
producción de sentido, de construcción simbólica en acción.17
Es indudable que hoy día los monumentos estén sujetos a una transformación bastante radical y que,
por esta misma razón, tengamos oportunidades favorables para replantearnos la cuestión de su
legitimidad y de sus nuevas posibles significaciones a partir de su conversión en insólitos objetos
inéditos, formas nuevas que podrían tener repercusiones en diferentes sucesos sociales, e
impulsar—frente al peligro del olvido— a nuevas lecturas, interpretaciones y reapropiaciones de la
memoria histórica colectiva. pag17