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Muerte de Conejo por Vodka

[Novelage]

Santiago de Chile, 2014


Muerte de Conejo por Vodka
John Rodríguez Saavedra

© John Rodríguez Saavedra


1º edición, Ceibo Ediciones julio 2014
Santiago-Chile. Ceibo Ediciones

Teléfono: 2-25020782
www.ceiboproducciones.cl

Cubierta: Connections, Lesley Oldaker


Edición: Dauno Tótoro, Eugenia Prado
Diseño: Eugenia Prado B.

I.S.B.N.: 978-956-9071-70-6
Impreso por Productora ANDROS Ltda. Santiago de Chile, 2014
Quiero dormir a tu lado
y hacerte las compras y cargarte las bolsas
y decirte cuánto me gusta estar con vos
pero me siguen obligando a hacer estupideces
y quiero jugar a las escondidas
y regalarte mi ropa
y decirte cuánto me gustan tus zapatos
y sentarme en el borde de la bañera mientras te das un baño
y hacerte masajes en el cuello
y darte besos en los pies
y llevarte de la mano e irme con vos a cenar …

CRAVE
Sarah Kane
I can see in your eyes that you mean it
I can feel in your arms that its true
And I know i just heard myself say it
But baby im lying to you.
Baby im lying to you.

And all of these years youve been lonely


Knowing not what you should do.
No you are right, Ive been looking as well.
Babe Im not looking for you.
Babe Im not looking for you…

LYING TO YOU
Keaton Henson
A Samuel & Violeta, lamparitas inapagables
1.

David va a las tiendas. Le gusta comprar cosas, pagarlas, satis-


facer necesidades, según él, importantes y urgentes. Un pantalón
negro para una fiesta (3 de marzo), un ramo de flores para alguna
celebración (8 de octubre), una corbata cualquiera para nada (27 de
diciembre).
La más reciente vez fue a comprar un disco de los Rollings Sto-
nes. Se levantó el sábado a la mañana (realmente el gusto de comprar
música los sábados es de Luisa, su prima hermana), hizo algunas
cosas, y decidió (bueno, en realidad ya lo había decidido hace casi
una semana después de hablar con Luisa) ir en la tarde al Andino, a
Towers Records.
Caminó. David vive cerca del Andino. No tenía afán. Los discos
de los Rollings Stones no se iban a acabar porque no eran los pa-
sabocas de la pastelería Holiday. 7:21 p.m. Llegó. Entró al Centro
Comercial, lo recorrió casi todo. Se comió un helado, se sentó por
ahí, y finalmente, pasadas ya las 8 de la noche, se dirigió a la tienda
de música.
Aunque ya sabía lo que iba a comprar, no le disgustó ver otras
ofertas. Black Eyed Peas no estaba mal, ni The Mills, ni Globos de Aire,
y ni siquiera vio con malos ojos pegarse una pasada por la zona de
libros y revistas. No le preocupaba nada, tenía el dinero y tenía las
ganas de sumarle un disco más a la colección que guardaba celosa-
mente en la gaveta del clóset de su cuarto.
Todo marchaba a las mil maravillas. Tomó el disco de la estan-
tería, se dirigió a la caja y lo pagó. La señorita que lo atendió (de su
parte siempre ha preferido que quien lo atienda en la caja sea una

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mujer, aunque no sea señorita), registró el pago, metió el disco en se acabó. Se levantó al otro día, fue a la cocina del apartamento aje-
una bolsa, se lo entregó y David salió satisfecho. Compró lo que no, se sirvió un vaso de agua, se lo tomó, recogió su maleta y salió.
quería, y no veía la hora de estar nuevamente en su casa para disfru-
El celular se le había descargado, y tenía que esperar a llegar a su
tar de la voz prodigiosa de Mick Jagger.
casa para poder cargarlo y llamar a Lili, porque Lili le dio el número
Una vez en casa, se dirigió a su cuarto, abrió la bolsa y se dio de su celular cuando David ya estaba ebrio. Lo importante era que
cuenta de que el disco no era el que había pagado. No era de los Ro- lo tenía, y que sabía que lo tenía.
llings Stones, sino La Guerre de Clément Janequin. Claro, la furia era
Dos horas después, llegó a su casa. Durmió un momento, re-
entendible, y como estaba cerca de Andino, se devolvió caminando,
cobró fuerzas. Se duchó, comió algo, se sentó en la sala y llamó a
ya no como cuando se fue a comprarlo, sino más rápido porque,
Lili. A los cuatro timbres, le contestó. Hablaron bien. Ella hizo dos
aunque los discos de los Rollings Stones no se acaban como los
chistes recordando la fiesta en que se conocieron, dos chistes que a
pasabocas de la pastelería Holiday, las tiendas de discos sí las cierran.
David no le parecieron muy apropiados, pero se los aguantó, e inclu-
Al regresar al Centro Comercial ya no se gastó el tiempo en otras so soportó hasta que le hable de lo mal que está la tía con esa gripe
cosas. Se fue directamente a Tower Records, entró, fue a la caja y le que la tiró a la cama y que no sabía cuándo podrá permitirle volver
hizo el reclamo a la cajera. Ella le ofreció disculpas, y le dijo que no a ser ella. Todo se aguantó David, y hasta tuvo el valor de esperarla
se aceptaban cambios. cuando le dijo dame un segundo que me está entrando otra llamada.

David salió enojado, y se dirigió al Juan Valdez (al de afuera, en David no es muy paciente, pero esperó hasta que volvió a reto-
el primer piso) a tomarse un café. Allí conoció a Lili, una mujer lin- mar el diálogo. Prefirió acelerar las cosas, y antes de que ella se ex-
dísima. Se la presentó Jessi, una amiga suya que casualmente estaba tendiera en un comentario sobre las políticas del presidente Santos,
la cortó, le cambió el tema, y la invitó.
en el lugar, y apenas la vio, quedó deslumbrado.
Increíblemente, Lili aceptó sin muchas condiciones. David son-
De allí salieron para una fiesta al apartamento de Jessi. Durante
rió grueso, como nunca lo había hecho en los últimos tres meses.
la fiesta, bailó un poco con Lili, no mucho, lo suficiente como para
Quedaron en eso, en salir a tomarse algo, pero en un lugar más ínti-
que no lo vaya a creer un angurriento, aunque lo fuera. Y le habló
mo que el apartamento de Jessi. El Bar Simona, digamos, en la zona
también, prudentemente, se portó caballeroso como nunca, aró el rosa de Bogotá. Viernes, 9:30 p.m. Le pareció bien. David concretó
terreno para después poder cultivar algo, para que no se vaya a negar la cita, y colgó el teléfono.
cuando le pidiera que salgan otro día.
Todo lo suyo esa semana giró en torno a ese encuentro. Se
La mujer le correspondió, bailó sin esfuerzo cuando David se lo imaginaba cosas, respiraba mejor que antes, se movía mejor. Al
pidió, atendió a lo que le habla, e incluso se atrevió a sonreírle. llegar a la Universidad, saludaba a todo el mundo, incluyendo a
los celadores a quienes nunca había saludado antes y soportaba las
Ella, por cuestiones de trabajo, decidió salir temprano de la fiesta,
clases sin ningún lío.
pero David se quedó. Continuó disfrutando de la velada hasta que

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Por fin se llegó el viernes. David se puso la mejor pinta, se despi- 2.
dió de sus padres, de sus hermanos y se fue al Bar Simona. La misma
Lili había quedado de separar la mesa, así es que David se acercó a
los hombres de seguridad, y les preguntó. Ellos revisaron la lista,
confirmaron el nombre de ella y el de él, y lo dejaron entrar. Una Vamos a la sala de estar, le dice Sarah a David después de cruzar
mujer muy amable lo ubicó en el lugar, y ahí esperó. dos frases en la puerta de su apartamento, y entran. Y aunque David
no había pensado antes en eso de sala de estar, esta vez le suena raro
Treinta minutos no es tardanza cuando un hombre quiere real- como nunca.
mente ver a una mujer, pero David ya llevaba esperando cuarenta y
cinco minutos y Lili no llegaba. Entonces la llamó. El ruido del lugar Sala de estar. Mesas, cuadros de desconocidos, sillas, libros inser-
no lo dejaba casi escuchar nada. Salió, volvió a llamarla, y fue justo vibles, él y Sarah, y un poco del aguacero de afuera en forma de un
ahí cuando se le cayó todo. color vivísimo que entra por la ventana y que los mata.

Cuando al fin le contestó, le dijo que por una dificultad de últi- La pobre sala de estar, con todo y ellos ahí, no puede asemejarse
ma hora no podía asistir a la cita, pero que en reemplazo de ella, le sino a un mausoleo sin estrenar, y mientras David piensa en eso,
mandaba a su prima Ivonne, que la esperara, que ya iba en camino, Sarah le ofrece un café y él lo acepta.
que también era bonita, que estaba vestida de tal y cual forma, que la
Sala de estar. El corazón de ella hace años que está roto, y el de
disculpara pero que se le salió de las manos, que no era mala leche,
él apenas se rompió hace unos minutos. El corazón de ella está tan
pero que lastimosamente no podía cumplirle.
roto que es muy difícil que pueda volver a usarlo alguna vez, y David
acaba de decidir que el de él se va ya mismo para la basura.
Ahí estaban, sentados el uno frente al otro, sin hablar, con el café
en la mano, mirando a cualquier parte: ella a los cuadros, y David a
las piernas de Sarah que, aunque no están rotas como su corazón,
padecen de una tristeza eterna y muy visible.
¿Podía algo salvarlos del naufragio en el que estaban? No lo su-
pieron. Cuando dos personas buscan estar sin estar, el panorama
solo puede terminar cediendo a la tragedia.
Sala de estar. Malestar común de buscar lugares habitables sin en-
contrarlos. Tarde de un mes recién empezado a punto de hacer des-
aparecer al mes completo. 20 minutos después, David salió. Sarah se
quedó en la puerta mirándolo y David no volvió la vista atrás. La ciu-
dad se lo tragó completo. Cuando David llegó a su casa ya era junio.

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3. Ella y su tío posan disímiles. Él, con su sonrisa de trabajador
de la bolsa, y ella con el perfil de siempre, pulcra, como alzando el
vuelo, con una sonrisa que no podría calzar en ninguna otra boca
del mundo y que casi es la entrada curva al paraíso virgen que David
La tarde cambió de color para David al ver a Sarah en las fotos. necesita para salvarse.
Su festivo había estado lleno de melancolías y de preguntas, como
FOTO 3
todos sus miércoles, y aunque David lo intentó por más de dos ho-
ras, las respuestas no habían aparecido ni en el Heterodoxia de Er- Un semáforo en rojo en la carrera 15 con calle 76. Sarah está
nesto Sabato ni en las dos tazas de café con cigarrillos suaves, sino botando un beso a la cámara mientras la mujer que la acompaña,
en las fotos. fácilmente disminuida (opacada casi hasta la desaparición) con su
chaqueta roja, su blusa blanca y su medalla de la virgen, se desinfla.
David revisó las fotos.
FOTO I
***
Sarah tiene ojos entre cafés y verdes, y un lunar debajo de la
fosa izquierda de su nariz de catálogo que la postula salvadora en 11:00 p.m. Habitación de David.
ese miércoles anfibio. Su cabello liso es el vodka que le falta al jugo
de naranja. Está ahí, y David se bebe su cabello y se traga sus ojos
como un par de anfetaminas. David enciende la televisión. Pura basura. Espn: Del Potro/ Do-
La sonrisa de Sarah jamás es forzada, y al no dejar ver sus dientes dig: 6-4, 4-6, 3-5 mientras un camión pasa botando ramos de flores
es mucho más sonrisa que cualquiera. Está acompañada, pero sola. por la calle frente al parque sin que el conductor se dé cuenta.
Su figura es perfecta para alimentar por años el modus vivendi de David vuelve a las fotos de Sarah, y piensa que después de haber-
David que de por sí es una pura amargura nutrida. la visto en las fotos, para él, ya no se morirá nunca. Vuelve al vodka
y se pone el pijama. Piensa en Sylvia Plath, se la imagina cuando
FOTO 2
joven, e inmediatamente aparece la foto uno de Sarah y siente que
El tío de Sarah parece un trabajador de la bolsa y en Sarah, por se le queda sembrada como un árbol encima de la cama.
la dudas, nuevamente el cabello alumbra como una vela encendida
debajo de un aguacero.
El suéter negro le resalta esa delgadez que parece no estar dise-
ñada para un mundo como este, que parece haberle robado a una
madera fina y que la pone a la altura del último cuervo que David
celebró en octubre cuando se posó en su ventana.

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4. Al segundo sábado, y aunque no era Crave, ni 4.48 Psychosis de
Sarah Kane lo que estaban montando, sino Smoke de Jean Louis Des-
marais, Sarah llegó con el texto aprendido y con las medidas anotadas
en una hoja de papel para pasárselas a la diseñadora de vestuario.
Tarde/Agosto.
Sentada en la sala de su casa, Sarah piensa: si Bogotá no escupe
lo podrido, habrá que escupir a Bogotá, y habrá que asarla para que
cambie ese olor a muerto y se transforme en un bocado. Con un
Sarah se sabe piel, pero la soledad la despega de sí misma, y la
hambre tan frágil como la suya hasta las ciudades se vuelven comes-
tira contra la pared más emblemática de la cuadra. Ella no lo sabe,
tibles. Con un sol pegado a las montañas, como el de ese día, hasta
pero es así. Ella no solloza de forma conocida, y se persigue como si
el azul se vuelve tinta.
fuera un leopardo que se le escapa en un sueño llevándosele los ojos,
las tripas, y todo lo que en ella huele y sabe a tristeza, y que la existe. Sarah se desviste lento y en el espejo está su forma, amargándola,
y la ve. Recuerda la letra hache que ella misma en una crisis cons-
Al agosto infante no se lo puede culpar de nada. Ni al reloj, ni a
ciente de identidad le sumó al nombre que le puso su madre para
las pulseras, ni al teatro en donde Sarah dio tumbos hasta hacerse un
hacerle un homenaje a Sarah Kane. También siente la hache entran-
lugar en una escena.
do a su garganta, atorándola, asfixiándola, pero le gusta.
Dos intentos. Dos sábados seguidos. El primer sábado Pedro la
No tiene por qué ir a donde va, y sin embargo, cruza el puente
había llamado para tomarse un café con ella antes de dirigir el ensa-
peatonal, se deja caer en la asquerosa silla de autobús y mientras
yo de una obra que iban a presentar en el Teatro Bogotá.
avanza piensa en la otra, en esa silla de contacto directo con la muer-
Sarah llegó antes de la hora pactada obligando a Pedro a hacerla te en la que se sienta hace más de diez años, en esa silla de oficina
entrar al escenario en donde estaba preparando la escenografía para que la ata y que la maltrata hasta dejarle la amargura estampada en el
el ensayo. culo todos los días para siempre.
A Sarah no le puedes dar una oportunidad de esas porque te des- En ella todo es para siempre, desde la ilimitada ambición que la
barata y, efectivamente, desbarató, no solo a Pedro, sino al elenco. condujo hasta la cama de Pedro, hasta el helado sobre el piso (que
Hizo que hagan a un lado a una de las actrices y ella se metió. terminó untándosele en los dedos), desde la noche que quiso amar
a David en el hotel España y que no pudo, hasta las mañanas de
Cuando Sarah entró al escenario el primer sábado, Pedro estaba escuchar Pink Floyd tomando té de frutas.
ultimando los detalles para el ensayo. Una sala de época, una fo-
tografía en un portarretratos con marco de madera en una de las
mesas, y las luces. Nada más. Sarah miraba el escenario desde las
sillas para el público, y se le hacía verse actuando, dejando sus tripas
en las tablas con el monólogo de Crave, de Sarah Kane, que se sabía
de memoria.

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5.

Martes
Una muerte solo puede ser poética cuando se la provoca uno
Melody Gardot. Our Love is easy. mismo. Sonaba Pink Floyd. Sonaba Shine On You Crazy Diamond.
Sonaba el sábado y sonaban leves las 7,58 de la noche cuando Sarah
Desayuno ausente y veinte cigarros light en la cabeza, después
consolidó con una pregunta telefónica la idea suya de estar bus-
del tercer paso, ya en la ducha, Sarah se deprime, no quiere arrancar,
cando siempre la poesía por todos lados. Lo brutal de Sarah es que
y se ve obligada a sentarse un momento sobre el piso.
siempre encuentra a la poesía, esté ella en donde esté, escóndase
Sarah no le niega nada a sus tristezas, y por eso les hace caso, las donde se esconda.
respeta. Abre la ducha y mira caer el agua. Mira crecer el vapor del
-¿Supiste que mataron al hijo de un poeta en México en estos
agua caliente. Huele el humo, se traga el humo, la masa informe de
días (28 de marzo), y que a partir de eso prometió no volver a escri-
humo denso.
bir poesía nunca más?, –le preguntó a David.
Mira hacia afuera por el único hueco que le queda: la pequeña
-No, le respondió él, –¿Cómo así?.
ventana. 10 centímetros por diez centímetros. Por ahí, ve un pedazo
de cielo azul, y otro gris, y recuerda algo, y se larga a llorar. -Sí, –le dijo ella.
Desnuda, Sarah llora. Repito: Sarah siempre encuentra la poesía, y esta vez la encontró
muerta a partir de una noticia que, como a David, le traspasó el
Y ahora ya no está sentada, sino que se ha dejado caer sobre el
cuerpo con alma y corazón y todo.
piso completamente, como si solo fuera piel, como si no tuviera
carne, como un globo desinflado. Pero, ¿de quién hablaba Sarah? ¿de qué hijo? ¿de qué poeta? ¿de
qué poeta que quería tanto a su hijo que después de su asesinato no
Sarah no llora por Pedro, que es un hijo de puta, ni por David,
quiso seguir escribiendo un solo verso?
la luz perpetua de sus días más sucios. Si Sarah llora, lo hace por
ella, porque nació, porque todo el tiempo amó así planito, sin saber, Parece que lo mataron los narcos, continuó Sarah, pero revisan-
medio mal y con muy pocas retribuciones. do las noticias, dicen que, o lo mataron los narcos mexicanos, o lo
mató la policía de ese país por haber denunciado unos crímenes, y
Del inconveniente de haber nacido.
además, que no lo mataron de un balazo en la cabeza, que no hubo
Y así como no hay que culpar por nada al agosto infante, tampo- siquiera compasión, sino que lo torturaron, lo asfixiaron, le cagaron
co se puede culpar a Cioran porque Sarah nunca lo leyó. los pulmones.
David se pregunta: ¿Cuántas veces sería el aire la forma precisa,
el pretexto para que Javier Sicilia, el periodista y poeta mexicano, pa-

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dre del difunto, escribiera un poema? ¿O cuántas veces recorriendo David concluye: Si a Juanlo lo mató la policía, también es en-
la autopista Cuernavaca-Acapulco pensaría en convertir ese trayecto tendible, lo que de ninguna manera significa aceptable. La fuerza
en un poema? pública, y no solo en México, sino en todas partes, por esencia, es
antipoética. Y sino que lo diga el policía que hace unos días en Me-
Pero Acapulco, ese lugar paradisíaco del México profundo, se ha dellín le atestó un golpe brutal con su bastón de mando a una mujer
convertido últimamente en el refugio de muchos narcotraficantes indefensa.
que encontraron allí el sitio perfecto para lucir sus extravagancias e
imponer sus leyes. ¿Acaso no se enteró de que pegarle a una mujer, además de ser
un delito, es un acto puramente antipoético?
El hijo de Javier se llamaba Juan Francisco Sicilia Ortega, y en el
último poema, el poeta le dice a su hijo: El mundo ya no es digno de la Asesinos de poesía. Ese es el nuevo invento del narcotráfico y la
palabra, nos la ahogaron adentro, como te asfixiaron, como te desgarraron a ti fuerza pública en Latinoamérica. Masacradores de versos, porque el
los pulmones. Y el dolor no se me aparta, solo tengo al mundo por el silencio de hijo de un poeta también es un verso y tal vez el verso más impor-
los justos. Solo por tu silencio y por mi silencio, Juanelo. tante de su vida.
David piensa: ¿Así es que los narcos ahora, no solo matan y re- Sigue sonando Pink Floyd. Ahora suenan las 8,36 de la noche.
vientan cabezas, corazones, hombres, familias, países, sino que tam- Suena Shine On You Crazy Diamond: Sigue brillando diamante loco, y se
bién asesinan la poesía? Él siempre pensó que el narcotráfico era repite y se repite en la computadora de David, y no puede escucharla
capaz de todo, pero nunca se imaginó que pudiera llegar a tanto. sin pensar en que es un poema que podría dedicarle a Juan Fran-
cisco Sicilia Ortega, el mejor verso de Javier Sicilia: Recuerda: cuando
Y Sarah y David sí que saben de eso, de lo que significa el narco- eras joven brillabas como el sol. Sigue brillando, diamante loco. Ahora hay una
tráfico, y cómo no van a saberlo si viven en Colombia, en este país mirada en tus ojos, como agujeros negros en el cielo. Sigue brillando, diamante
al que el narcotráfico le ha asesinado a sus mejores hombres en los loco. Quedaste atrapado en el fuego cruzado de la niñez y el estrellato llevado
últimos años, en este país en donde los narcos, muchas veces en por la brisa de acero adelante, tú, objetivo de risas lejanas adelante, tú, leyenda,
complicidad con los gobiernos, han sometido al pueblo a los vejá- tú, mártir y ¡brilla!.
menes más horribles y brutales.
David se pregunta: ¿Y cómo se sentirá un hombre-narco o un
policía asesino de poesía? ¿Qué sentirá (si siente alguna cosa), al Silencio. Silencio. Silencio.
llegar a su casa (si tiene realmente casa con familia y jardín y abuela
y perro), al sentarse en la sala después del asesinato, al encender el
televisor y ver en las noticias el informe sobre su trabajo, al servirse
algo de tomar, al asomarse a la ventana y ver al México de Rulfo, Oc-
tavio Paz, José Emilio Pacheco, Gerardo Beltrán, Carlos Monsiváis,
Jaime Sabines, Amado Nervo, solo por nombrar algunos?

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6. –Es de León de Greiff, –le dice ella, y se lo pasa. –¿Te gusta la
poesía? –Un poco, –le responde David y se lo recibe.
Lee el epígrafe. Siempre ha creído que los epígrafes son como la
David se juega la vida. Diariamente se para en la 67 con séptima, ropa interior de las mujeres, anuncios de desastres o bellezas, puntos
con su guitarra. Canta cuando lo dejan, cuando los vendedores de referenciales que avisan maravillas o decepciones.
artículos no se le adelantan. Su guitarra se le ha convertido en su
casa, en su cama, en su frazada, en su alimento. David se enamora del libro y lo quiere para él, pero sabe que para
lograrlo tendrá que soportar la presencia de Marta, y su guitarra ya
David mira con timidez a los que pasan a su lado y los que pasan es una presencia femenina que, aunque lo acompaña siempre, él qui-
a su lado lo miran con asco. siera que no fuera así porque hay momentos en los que la aborrece.
Como no hubo a quién cantarle, camina hacia el sur con su gui- David paga la cuenta y sale con ella, salen juntos porque sí, sin
tarra a cuestas hasta la calle 24. Baja. A media cuadra por la acera haberse puesto de acuerdo. Bajan hasta la carrera 10 y caminan hacia
izquierda mira a una mujer a través de una vidriera. Le atraen sus
el norte. Durante el trayecto Marta le habla de lo que hace, de cosas
rasgos demoníacos, su vestimenta de personaje de película de Berg-
que a David no le interesan.
man. Ella está sentada en la cevichería Las Brisas del Caribe tomán-
dose una gaseosa, sin hablar con el dueño, un costeño robusto que Pronto llegan al lugar en donde la carrera 10 se convierte en sép-
luce orgulloso una camiseta del Junior de Barranquilla, la número 9. tima. David lleva el libro en sus manos y ella se mira los pies como
David hace días que tiene ganas de tomarse una cerveza y decide preguntándoles por qué la llevan por ahí.
entrarse a la cevichería. Le pide una al hincha furibundo del Junior Llegan al Parque Nacional. Aquí es, se dice David y así lo hace.
y enseguida se la trae.
Marta sigue hablándole mientras él busca una banca lo más lejos po-
La mujer ya no está lejos, ahora está en la mesa contigua a la suya sible del ruido escandaloso de la séptima para poder concentrarse en
apoyada los codos en un libro. Es un libro atractivo, más que ella el libro. Lo abre y empieza a leerlo. Marta se sienta a su lado, cruza
misma, un libro de color naranja con una foto mediana que en la la pierna y enciende un cigarrillo.
parte inferior del respaldo deja ver la mitad de un hombre de espal-
das con las manos cruzadas sosteniendo un cigarrillo a medio fumar
incrustado en una pitillera. ***

Al terminarse la cerveza, después de cuatro cigarrillos fumados,


David pide una más. Cuando el dueño se la sirve, ella le mira la gui- Jugarretas de besos y caricias, los jadeos de Marta y los silencios
tarra, el estuche roído, la calcomanía del Che en el diapasón. David de David. Cuarenta cigarrillos y a concretar una metáfora en el Pla-
también la mira, y le sonríe. El libro que ella carga lo atrae mucho y netario. Bogotá es un ring de boxeo que los pone a pelear contra
de vez en cuando le quita la mirada a ella para mirar el libro. Así dura ellos mismos en una contienda pactada a infinitos rounds.
ocho minutos hasta que no aguanta más y le pregunta.

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Marta hace ampliar en una fotocopiadora una página del libro y 7.
vuelven a entrar al Motel. Ella pega la página encima de la cabecera,
justo en el mismo lugar en donde los católicos ponen a su Dios cru-
cificado. Entra al baño y sale lista.
David escribe, porque sí y porque no. Su esencia es esa. Cuando
David va camino a la 67 con séptima. Canta la primera canción no lo hace para alguna revista, lo hace para él. Sarah no aparece por
del día. Unicentro Calle 127. Ahora vive en el barrio La Soledad y ninguna parte y entonces, escribe en su diario.
no sabe en dónde andará Marta, pero no le importa porque él anda
con el libro.
PUERTA I: CIRO GUERRA
Cannes, San Sebastián. Pienso que la ruta (y el punto de llegada),
en principio, no era esa. Lo importante para Ciro Guerra era poder
realizar por fin la película que le venía dando vueltas en la cabeza
desde hacía 14 años. Los recorridos de los juglares trashumantes
por la región Caribe, acordeón a cuestas, configuraron la visión del
cineasta colombiano, además de la deuda impagable de tener que
devolver de alguna manera la generosidad que su tierra había tenido
con él, para dar paso a una de las películas más bien logradas de los
últimos veinte años en el país.
Pero como hacer películas en Colombia no es como sentarse a
verlas, hubo que apostarle a la co-producción. Alemania, Holan-
da, Argentina, la Gobernación del Cesar y la Universidad Nacional,
Alma Mater que debe sentirse orgullosa de los desempeños de su
egresado, tuvieron que juntarse para que el proyecto sea posible.
Juan Pablo Félix, tristemente recordado por haber hecho el cas-
ting para ese mal intento de película que fue María llena eres de gra-
cia, y que, valga recordarlo, sirvió de pretexto para que a la bellísima
y pobre actriz Catalina Sandino Moreno la nominaran a los premios
Óscar de la Academia, fue el encargado del casting de Los viajes del
viento, situación que demuestra que el que persevera alcanza, pero
también que para alcanzar hay que dañar, y dañar mucho.

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Los Viajes del Viento tiene de todo, pero no por eso es aburrida, y comentando las películas colombianas en los medios, no pueden
o densa, o tediosa. El exceso de buenos planos (lentos pero inigua- incluirse sino en los segundos.
lables) no es perjudicial para la salud del público público. La historia
se recrea en la década de los 60, y más exactamente en el año 1968, Trasgredir lo recurrente, eso es lo que hace Ciro Guerra (y ya lo
fecha que determina la avalancha que sepulta a los juglares y saca a había hecho en 2004 cuando nos sorprendió con La Sombra del Ca-
la orilla a otros cantantes de este género musical que inauguran otra minante, su ópera prima rodada en ese formato blanco y negro que
forma de hacer el vallenato y que lo sitúan muy bien en la esfera muy pocos hoy en día se arriesgan a utilizar), respetar la creatividad,
comercial. volverse fuerte a punta de ser él mismo.

La historia es simple, como todas las buenas historias: un juglar La fotografía, más que acertada, es maravillosa. Y el logro no se
se mueve por los pueblos de la Costa Caribe colombiana hacien- puede abonar simplemente a la utilización del formato panorámico
do lo que le gusta y lo que sabe, cantar vallenatos, acompañándose 35 mm que, según los entendidos, es el más adecuado para trabajar
de un acordeón interpretado por él mismo. En el momento menos paisajes, porque además de lo tecnológico, para lograr la fotografía
esperado, toma la decisión de no seguir tocando. Y el colmo: hace que logran en la película Ciro y su Corte, hay que tener ojo, y alma,
un recorrido largo para poder regresarle el acordeón a quien había y necedad, y gran sentido de la estética. Paulo Andrés Pérez, el fotó-
sido y es su maestro. Durante el éxodo, se topa con un joven que se grafo de la película, nos llena los ojos de postales con cada plano, y
le une en la travesía con el afán de aprender a tocar el instrumento. nos hace, de paso, reconocer la ignorancia óptica, cardíaca y olfativa
La fuerza dramática de la película la saca de la lista de las que han que tenemos de la geografía de nuestro país.
pretendido hacer cine institucional en el país llegando al punto de Y digo olfativa porque la película huele. Y es la primera vez que
forzar hasta las narrativas (eso se nota), con tal de gustar, en primera veo una película colombiana que no me pone a oler a pistola recién
instancia, a los empresarios auspiciadores, y en segundo lugar, a un disparada con sangre fresquecita mezclada con perros calientes, ga-
público que de tan poco juicioso las valida como grandes obras de seosa y palomitas de maíz.
arte sin que se lo merezcan.
Los Viajes del Viento es una propuesta cinematográfica poética,
En Los Viajes del Viento, Ciro le apunta a lo que debe apuntar
tan verosímil y natural como un aguacero, y tal vez por eso ha lle-
todo cineasta para sacudirse el terciopelo hipócrita, y que lo lleva,
gado a donde ha llegado. La línea narrativa principal, secundaria y
como a todo artista, a jugársela por un proyecto teniendo claro que
terciaria, conforman un todo fácilmente digerible que no indigesta,
en esos casos casi siempre la meta más segura es el abismo. Estoy
hablando de la honestidad. Y honestidad en las películas colombia- y por el contrario sostiene el argumento que nunca se ve forzado.
nas (y creo que en cualquier clase de películas de cualquier país del La lentitud de algunas secuencias, rasgo que algunos han visto
mundo) significa mantener la idea genérica del guión, dar la pelea y como una falencia, a mí me parece lo contrario. La fortaleza de las
demorarse, 14 años si es el caso, para poder ponerla en las pantallas, imágenes es de tal magnitud que no sería justo impulsarlas a partir
para echarla sin miedo al paredón de los públicos públicos, de los de velocidades innecesarias con el pretexto de imprimirle agilidad al
públicos no públicos, y de los críticos que, como están reseñando todo narrativo. La importancia del trasfondo (el paisaje), es funda-

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mental para el sustento del contexto y sin el cual la narración perde- Lenguaje técnico: esa es la cosa. La parte por el todo aquí no fun-
ría en estética lo que ganaría en ligereza. ciona. Un profesional de la comunicación no puede ver una película
como si fuera un enfermero.
Por otra parte, la riqueza de la lengua de las personas-personajes,
no mostrada en cuerpos y voces de actores profesionales, evita la 1, 2, 3, 4, 5: fade out2. Un escenario modesto, y molesto: el plano
azarosa y muchas veces triste adecuación que generalmente resulta deja ver en el fondo una pantalla pequeña y blanca, y al frente, lo
extravagante cuando los actores no logran construir bien los perso- que me imagino fue una mujer en algún tiempo. En la parte supe-
najes1. rior derecha, una especie de logo del festival de Cine de Lima. La
ex mujer lee una hoja que sostiene con sus dos manos: Luis Ospina
Los Viajes del Viento pone un nivel alto en las películas colom- nació en Cali, Colombia. Estudió cine en California. Es director, cineclubista,
bianas actuales, y se espera que eso sirva para que otros cineastas del cofundador de la revista Ojo al Cine, profesor universitario y crítico para varias
país referencien sus trabajos (y aprendan un poco, de paso) con esta publicaciones. En su filmografía encontramos: la Desazón Suprema: retrato
gran obra de Ciro Guerra que nos pone a soñar con acercarnos al incesante de Fernando Vallejo, los largometrajes Pura Sangre y Soplo de Vida
nivel de producciones de otros países como Argentina, que ganó un (éste último ha estado en algún festival nuestro). Al final de la proyección de Un
Óscar de la Academia con la película El Secreto de sus ojos de Juan tigre de papel tendrá lugar un breve conversatorio con el director al que están
José Campanella. todos cordialmente invitados. Dejo con ustedes a Luis Ospina para que presente
su película. (Aplausos).
Luis Ospina entra en el plano, dice: Muchas gracias por haber venido,
PUERTA II: LUIS OSPINA para mí es un honor volver aquí al Festival de Lima…Esta es una película
¿Qué hace que nos atrape o no una película?, y sin nos atrapa, (Un tigre de papel) que yo hice, como una, digamos como una (lapsus: necedad),
¿qué rasgos específicos son los que nos dejan condenados a repe- necesidad generacional, hace 40 años fue mayo del 68, y hace 60 años fue lo
tirla y repetirla hasta perder la cuenta? Las lecturas desprevenidas que se llama El Bogotazo. El 9 de abril de 1948 asesinaron al líder populista
que normalmente hacemos del cine, es decir, de una composición Jorge Eliécer Gaitán y desde eso Colombia está en una guerra civil. Entonces mi
película responde un poco a…a eso, y a hacer un retrato de mi generación, esa
clasificada como lenguaje audiovisual y que, valga decirlo, no es to-
generación que pensó que podía cambiar el mundo. Tal vez fue la última opor-
talmente audiovisual, pueden resultar escuetas y hasta simples para
tunidad en la que se pensó que se podía cambiar el mundo. Ahora simplemente
otro lector, él sí conocedor del lenguaje cinematográfico, que tiene
nos contentamos con cambiar el planeta. Muchas gracias. (Aplausos).
la capacidad de ver el todo de la narrativa, y de separar en esa narra-
tiva los elementos que la componen. El cine colombiano ha generado en mí experiencias muy particu-
lares, que recuerdo, sobre todo por lo que he podido olvidar. Salvo
casos muy contados, o no he sido capaz de ver una película comple-
ta o si la he visto, no he sido capaz de recordarla ni siquiera durante
tres cuadras al caminar después de salir de la sala de proyección.
1 El recuerdo de lo patético de Unax Ugalde, el actor español intentando adecuar su
acento español al lenguaje paisa al representar a Antonio en la película Rosario Tijeras,
es ejemplo claro de un desastre como ese. 2 http://www.youtube.com/watch?v=f_IviAlbQQ8

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Pero como dije, hay excepciones, y una de ella es Un tigre de Papel, Por otra parte, la comparación de la Historia (esa Historia enci-
el falso documental de Luis Ospina. El cineasta caleño, pertene- clopédica y oficial que nos han obligado a asumir como verdad, y lo
ciente al denominado grupo de Cali, ya tenía una experiencia ante- que es más grave, a aprehender so pena de tildarnos como antipa-
rior con el falso documental. En 1978 codirigió con Carlos Mayolo triotas), con los puntos de vista particulares de los entrevistados, es
Agarrando Pueblo, una película de 28 minutos que narra la travesía en una contraposición que nos presenta otra versión de los hechos, una
busca de la cara de la pobreza por la Cali de la época, menos urbana versión desde la particularidad íntima de los invitados a dar su testi-
que hoy, pero paradisíaca e infernal como siempre. monio que también hace parte de la historia del país y del mundo y
que, además, muy poco se conoce.
Un tigre de papel tiene un eje que lo soporta: Pedro Manrique Fi-
gueroa, un personaje invisible que incita los testimonios de algunos La idea del pretexto como disculpa para construir una narrativa
artistas e intelectuales colombianos y residentes en Colombia como que dé cuenta de esa parte escondida del arte y la política del país,
Carlos Mayolo (†), Jaime Osorio (†) Juan José Vejarano, Arturo Ala- funciona bien aquí toda vez que vuelve a poner en la esfera pública
pe (†), Vicky Hernández, Joe Broderick, Santiago García, Jotamario acontecimientos que deben discutirse siempre para reactualizar los
motivos y las razones de ese desgaste social que cada vez se acentúa
Arbeláez, Umberto Giangrandi, Beatriz González y Lucas Ospina,
de manera más concreta.
entre otros.
Así las cosas, todo testimonio alejado de la postura acomodaticia
Mientras los convocados hablan de Manrique Figueroa, el su-
oficial, más que válido es necesario en tanto que nos presenta otra
puesto padre del collage en Colombia, cada uno va remitiéndonos,
interpretación de la realidad. El lenguaje representa el pensamiento3,
con el pretexto de referenciar su experiencia particular con el invi- y de ahí que el lenguaje cinematográfico, lo haga. Pero así como Ho-
sible artista colombiano, a un hecho histórico. Así, van pasando (re- llywood nace en el Pentágono como una estrategia de comunicación
pasándose), hechos históricos del país y del mundo comprendidos fundamentada en la venta mundial de la idea de victoria de los Es-
entre 1934 y 1981. tados Unidos, cada país (y Colombia no es la excepción4), también
El documental entonces, alcanza un valor en el sentido de que utiliza el cine para mostrar una realidad de acuerdo a unos intereses
prefijados que favorece a los gobiernos y dejan mal parados frente a
recupera esos hechos sucedidos en una época en la que parecía estar
la opinión pública a los sujetos y grupos de sujetos que tienen for-
cerca la transformación del mundo y que, fatalmente, no se logra.
mas distintas de ver el mundo.
En el trabajo de Ospina, puede verse claramente cómo las utopías
(entiéndase aquí la utopía, no como algo inalcanzable o irrealizable,
3 Foucault Michel. LAS PALABRAS Y LAS COSAS. Ed. Silgo XXI. México, 2005.
sino como la concepción que nos presenta el filósofo colombiano Pág. 83.
Darío Botero Uribe, es decir, una utopía alcanzable, que moviliza,
4 Uno de los casos más llamativos en este sentido es el del documental El Baile Rojo,
que no permite que las acciones y los pensamientos se detengan), del antropólogo y documentalista Yesid Campos. En este trabajo Campos muestra, a
se desvanecen y se convierten en un polvo que el viento se lleva sin partir de testimonios de víctimas, el genocidio del parido político Unión Patriótica UP
consideración. por parte del Estado colombiano. La censura por parte de los gobiernos de turno para
esconder esa realidad en la que aparece como responsable de los asesinatos, ha sido
grande.

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PUERTA III: KANETO SINDO5 una mesa rústica. 14,47 minutos: El plano en contrapicado de la
mujer remando (una vez más en su ir y venir eterno de la aldea a la
Formato blanco y negro, belleza extrema. La Isla Desnuda es una
isla llevando agua para regar su cultivo), nos presenta unas nubes
película carente de diálogos, pero sobrada en estética visual y sono-
blancas. La música existe ahí más que en cualquier otro momento,
ra. Desde el comienzo, los movimientos lentos y los planos genera-
se funde con la imagen volviéndose color también y se extiende.
les, avisan una emoción temprana que ningún amante, no solo del
22,12 minutos: Picado de la balsa que se ve blanca a la orilla del lago
cine, sino del arte en general, podría poner en duda.
moviéndose lento, como si no quisiera irse, aun pudiendo hacerlo.
Buen inicio: la expectativa crece, no decae, y eso es mucho, por
29, 56 minutos: La mujer, cansada de subir la loma que la con-
lo menos en el cine. Esa película pudo perfectamente haberse hecho
duce hasta el cultivo, se cae y deja regar el agua de uno de los dos
con fotos, y no quiero decir con esto que los planos secuencia o que
baldes que carga. Su esposo, que está un poco más arriba, baja, le da
los movimientos de cámara sobren, sino que la fotografía de Kiyashi
una cachetada, la tira al suelo, espera a que se levante, y la toma de la
Kuroda es tan pulcra que incluso así, solamente con los fotogramas,
mano como si no hubiera pasado nada.
sería suficiente.
Algunos se han atrevido a decir que el ideal de la poesía es el
7,42 minutos: La mujer danza sobre la balsa mientras su esposo
silencio, pero, a mi modo de ver, nada más errado que eso. Y ca-
la mira. Los remos se convierten en extensiones de sus brazos, y
sos hay que lo confirman. Uno de ellos, y de los más notables en
entonces vuela liviana, como un papel, como una cometa a la que se
la literatura latinoamericana, aunque no el único, es el de la poeta
le rompió la cuerda que la sostiene a quien guía. 11,47 minutos: los
argentina Alejandra Pizarnik, y la Isla desnuda es poesía pura, como
surcos de los sembrados se replican en los oleajes que el viento hace
la de Pizarnik.
sobre el agua del lago-mar que al fondo parece un telón de teatro
sobre el suelo. Los movimientos de los actores al dirigirse a cual-
quier parte son de una pulcritud envidiable. No se les ve el esfuerzo,
PARÉNTESIS:
incluso cuando suben una loma. Ahí está reflejado el Taichi-chuan,
CINE Y POESÍA, KANETO SINDO Y ADEMÁS, PIZARNIK
la técnica oriental de manejo del cuerpo conectado con la mente.
13,20 minutos: Cabras y patos blancos aparecen sin contradecir el La poesía de Alejandra Pizarnik es, ante todo, estallido, empe-
conjunto armónico de la composición del plano mientras la familia, zando por Los trabajos y las noches y Árbol de Diana, hasta llegar a los
sin hablar, hermosamente sin hablar, desayuna reunida alrededor de mismísimos diarios en los que no duda en proponer una desnudez
pública en forma de estallido. Allí, la palabra que le sirve de pre-
5 Cineasta nacido en Hiroshima en 1912. Debutó con el melodrama Historia de la esposa
texto para lograrlo, es decir para sucederlo, termina delatándola. Así,
amada en 1951, y se dio a conocer internacionalmente con Los Hijos de Hiroshima, si entendemos el silencio como la ausencia de sonido, y si además
producción de 1952 en la que hace una profunda reflexión acerca del horror atómico. tenemos en cuenta el eco (forma de sonido duplicado, extensión de
Luego le siguió La isla desnuda del año 1961, una película semidocumental sin apenas
diálogos que retrata con singular belleza la existencia de un grupo de personajes en voces en forma de réplica suntuosa), pues fácilmente entendemos
una aislada población costera del Japón. que lo de Pizarnik, si algo no es, eso es silencio.

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Por el contrario, me parece que la poesía de la argentina es grito, ma), para proponerlas como lenguaje poético escrito, para hacerla y
reacción sonora que nace como rechazo ante los silencios cárceles hacerse existir por medio del verso.
que la aprisionan, que intentan apocarla sin lograrlo, y que además
humaniza su manera de ser notable. Y entiéndase que ese rechazo Y en otro poema llamado Formas (no sé si pájaro o jaula/ mano ase-
no es un rechazo cualquiera, sino uno de vida o muerte, es decir, un sina/ o joven muerta jadeando en la gran garganta oscura/ o silenciosa/ pero
rechazo liberador que le permite salir del encierro al que el mundo tal vez oral/ como una fuente/ tal vez juglar/ o princesa en la torre más alta),
y la vida, con sus rimeros de realidades planas y aburridas, intentan la fuente a la que hace referencia en el poema precede a un oral
subordinarla. condicionado que, contrario al verso literal, es más explícito que si
lo hubiera afirmado o aseverado literalmente.
En este sentido, el cadáver Alejandra (como pienso que se sentía
y que se sintió durante mucho tiempo), se diferencia de cualquier Estos dos ejemplos nos muestran que, además de lo visceral de
otro cadáver por la voz, o lo que es lo mismo, por la posibilidad de la poesía de Alejandra Pizarnik, sus poemas están repletos de figuras
ser un cadáver hablante, no mudo, no reducido a resignarse a la úni- sonoras que desvirtúan la idea de que los trabajos de la autora pue-
ca propuesta de comunicación del último gesto, de por sí, callado. dan relacionarse con el silencio. Es más, la palabra silencio, en los
poemas de Pizarnik, apenas incrustada en uno de sus versos, ya es
Alejandra Pizarnik entonces, es un cadáver con voz que, pese a un grito, un grito que no cesa y que no descansará, aunque la autora
invisibilizar su presencia física (el encierro en ella misma y en sus ya no tenga garganta.
distintos domicilios argentinos y parisienses), desborda una presen-
cia distinta, y tal vez más contundente que la misma imagen pre-
sencial corporal: su poesía, como lo deja notar en su poema Cuarto
solo, es de una sonoridad constante: Si te atreves a sorprender/ la verdad
de esta vieja pared/ y sus fisuras, desgarraduras/ formando rostros, esfinges/
manos, clepsidras/ seguramente vendrá/ una presencia para tu sed/ probable-
mente partirá/ esta ausencia que te bebe.
Aquí, el intimismo de Alejandra simboliza elementos que recu-
bren su encierro (autoencierro), de tal manera que dejan atrás la
denotación (información), y pasan al plano de la connotación (in-
terpretación). Al escribir La verdad de esta vieja pared…, demuestra el
vínculo personal de Alejandra con el entorno físico del cual ella ya
ha desparecido, y la posterior ante-posición a ella misma de la pared,
que es, para el caso del poema, lo que contiene la verdad.
Pero aquí hay algo importante: la pared, ese conglomerado de
materiales, muda en la realidad, le sirve a Alejandra como mediadora
para poder romper el silencio (de las dos, de la pared y de ella mis-

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8. bóxers blancos, ojos hundidos, manos tristes, la indiscutible pérdida
de las primeras características de su figura vivaz, la que tenía cuando
Sarah era otra cosa. Se puso un pantalón, una camiseta, los zapatos,
una chaqueta, bajó las escaleras y salió.
Las últimas noches no habían sido esas dulces inmensidades de
maravillas que antes eran para David. Iban a ser las 10 p.m., y la luna El centro de Bogotá no siempre había estado así de destrozado.
seguía amañada en el cielo. Sus constantes diferencias con Sarah, David solo quería dejarse llevar por su faceta de prófugo y se subor-
desencadenaron el rompimiento temporal de sus relaciones sexua- dinó a la fuerza débil de sus pasos solos. Quería llegar a un sitio en
les. Nunca pudieron ponerse de acuerdo en nada sexualmente. A donde suenen los vientos como una espléndida orquesta sinfónica,
ella le molestaba la luz, y a él le encantaba. Ella no le permitía que se pero aquella vez no había música en el aire. Definitivamente la inele-
lo metiera por detrás, y para él eso era lo máximo. gancia de un hombre sin amor, se perpetúa, pensaba. Y justo en ese
instante, al detenerse obligado por la luz roja de un semáforo, se
Cuando David intentaba acercarle la mano a las nalgas buscando miró, se descubrió como una presencia más entre todas las petulan-
el orificio para ir abriendo un poco el campo, Sarah se frenaba. Sus cias que Bogotá había reunido ese día a esa hora en ese lugar, nada
músculos se tensionaban y se convertía en una piedra. No era capaz distinto a una lámpara pública rota a la que la municipalidad no le ha
de continuar. David se quedaba iniciado, y terminaba encerrándose hecho caso en años.
en el baño, masturbándose pensando en Johana Uribe.
Un Ford 76 azul claro estacionado en un parqueadero le recordó
Se imaginaba a Johana Uribe vestida como la había visto en la a un barco abandonado que miró alguna vez en un documental de
semana de la moda de Bogotá, y luego desvistiéndola, quitándole Discovery, con la diferencia que el auto tenía una calcomanía de Dios
las prendas muy despacio hasta dejarla desnuda. Se la imaginaba te ama descolorida en el vidrio de la ventanilla izquierda.
sonriendo, sonriéndole, y después sentada encima de él, movién-
dose salvajemente, con la espalda frente a su cara. Era suficiente. David pensó por quincuagésima vez en la muerte esa mañana y
La imaginación es una cosa grande, y hay que utilizarla cuando se necesitaba entrar a cualquier antro para no seguirlo haciendo. David
necesitara, es decir, siempre. pensaba fácilmente en la muerte mientras caminaba sin rumbo de-
terminado por ahí, por la ciudad, por Bogotá, por la carrera séptima
David volvió a la habitación. Sarah seguía desnuda, pero igual de hacia el sur desde la calle 19 mientras lloviznaba, mientras se abría
dura, como una roca, acostada, tapada la cabeza con la almohada, y paso entre perros, vendedores de artículos de toda índole, mientras
David no halló cómo decirle que se vaya. sonaba el claxon de un autobús, mientras la niebla se apoderaba de
la atmósfera, mientras metía las manos al bolsillo, mientras pasaba
El dolor inmenso de no tenerla a su lado como él quería, lo hacía
una paloma, mientras buscaba cómo no pensar en la muerte.
odiarla. Era un dolor tremendo que le llegaba hasta la carne. Estaba
enamorado. Era la primera vez que el amor le dolía en la carne. Las manos le sudaban, se le humedecían las huellas dactilares.
Carrera 5ª por la Alianza francesa. Dobló la esquina y bajó por la ca-
Después de que Sarah se fue, David se dirigió al espejo. Él sabía
lle 19. ¿Bar? ¿Café? ¿Funeraria de una vez? Lo que sea. Entró en un
que sin ella se veía insoportable, pero no podía evitarlo, se miraba:
sótano que funcionaba como Café Bar, y una vez adentro, al ver un

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póster de Harold Pinter, pensó: qué mierda sucede con los amores, levantó el libro, y lo abrió frente a su cara. No supo qué más hacer
por qué se terminan, qué cosas se hacen o se dejan de hacer para que para burlarla.
eso suceda, ¿es el amor un medio, un fin o una tortura? Tortura, se
decidió, y se sentó despacio. No podía hacerse el invisible estando ahí con su presencia. Si
ese desgraciado al que espera le hubiera cumplido la cita, ella no me
En la mesa más cercana a la ventana, una mujer desesperada es- estuviera mirando tanto, pensó. Clavó la mirada en la mesa y al ins-
peraba a alguien. Se sentó en la barra. Los malditos libros en la tante, de reojo, miró unos brazos claros, pulcros, revestidos de una
mano le incomodaban. David ama algunos libros, y odia otros. No piel fina y delicada. Aquellas manos estilizadas pusieron con elegan-
le incomodaba el Con el imán de la memoria y otros poemas de Gerardo cia una servilleta encima del vaso de vodka y al lado el vaso de agua.
Beltrán que cargaba, y sobre todo el verso mayor de la página 24:
Mujer que corres/sin permiso/por mis venas/si me ahorco/te detengo. Las Se acomodó en la silla. Su hígado debía estar odiándolo. Bebién-
casas no tenían peso, no se validaban por sí mismas, no fornicaban dose esas mezclas y sin probar bocado. Se tomó el vaso de vodka,
con sus ojos. Esperó. Una mujer parecida a su prima Vicky lo aten- suave. Encendió un cigarrillo, y miró por la ventana: toda la tristeza
dió después de servirle una cerveza a una jovencita gorda que se de Bogotá estaba posada en su vaso y se la bebió a plazos escuchan-
había vestido de delgada. do a Wagner en el MP4.

–¿Qué va a tomar el señor?, –le preguntó. –Vodka, y un vaso de


agua, de la llave, –le respondió. Y se imaginó diciéndole que deseaba
estar solo, que entienda que él no quería... que comprendiera que
había estado días y días intentando alejarse de ciertas cosas que a
nadie más que a él le competían, que en suma no era sino un hom-
bre preso de un cúmulo de recuerdos sucios, que no quería a nadie
cerca, que le lleve el pedido, que lo deje en la mesa, que se largue y
que no lo mire tanto, que piense que está muerto.
–Con gusto, –le dijo ella sonriendo, y se perdió en la oscuridad
mezclada con unas luces rojas y verdes ambientadas por una música
barata y odiosa de acordeón. Abrió otro de los libros y leyó una frase
que lo transportó a los años en los que no lloraba por dentro tan
seguido. Lo cerró.
La mujer que esperaba desesperada a alguien lo miró. David des-
confió, le molestó, sintió como si le estuvieran apuntando con una
escopeta de dos cañones, o de cuatro, mejor, contando con las ga-
fas. Sintió miedo. Esa mirada lo hería certeramente. Bajó la cabeza,

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9. FERNANDO: (Frente al baño de Sarah) ¿Quién es usted? ¡Abra la
puerta!
SARAH: ¡No!
Baños masculinos del edificio de oficinas donde Sarah trabaja. FERNANDO: (Forcejeando) ¡Que abra la puerta le digo!
Sarah entra sigilosamente y al presentir que ya no hay nadie más
en el lugar, se acomoda en uno de los sanitarios, cierra la puerta y
empieza su ceremonial de masturbación. Al rato entra Fernando, se Fernando intenta abrir la puerta por la fuerza y al lograrlo, por
sienta en un baño contiguo al de Sarah, marca un número y empieza fin, mira a Sarah sentada con todo el arsenal de masturbación que
a hablar por celular. incluye revistas de hombres, esencias, consoladores de todos los ta-
FERNANDO: Hola. ¡Qué mierda que uno no pueda opinar sino maños y colores.
en estos lugares! ¡Tener que esconderse para poder ser uno mismo!
SARAH: … FERNANDO: (Enojado) ¿Qué hace?
FERNANDO: ¿Supiste lo de ésta mañana? Pobre Armando. SARAH: ¡No lo ve!
¿No te parece una mierda?
FERNANDO: (Negando con la cabeza) ¡No puedo creerlo!
SARAH: …
SARAH: ¡Pues créalo!
FERNANDO: Un día de estos voy a reventar, y cuando eso su-
FERNANDO: ¡Qué le pasa Sarah!
ceda espero que me apoyes. Esta situación es insoportable.
SARAH: Nada.
SARAH: …
FERNANDO: ¿Nada?
FERNANDO: ¡Es que no puede ser que las cosas sigan así! ¡No
podemos permitirlo! SARAH: Y qué quería, ¿Qué lo haga a las diez de la mañana, en
la recepción, frente a todo el mundo?
SARAH: (Estornuda)
FERNANDO: No, no, pero…
FERNANDO: (Asustado colgando la llamada) ¿Quién está ahí?
SARAH: Pero nada. Soy una mujer sola y necesito hacerlo.
SARAH: Soy yo.
FERNANDO: Bueno, bueno, cálmese… ¿Usted escuchó lo que
FERNANDO: ¿Quién demonios es yo? yo estaba diciendo?
SARAH: Perdone Doctor, pero me fue imposible no escucharlo. SARAH: Todo.

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FERNANDO: ¿Todo? dejarme sola. (Pausa) Se botó al río. ¿Se da cuenta que es lo mismo
aunque parezca diferente?
SARAH: Sí, todo.
FERNANDO: Lo siento Sarah, no lo sabía.
FERNANDO: ¿Y lo supo por mí o ya se lo ha oído a alguien
más? SARAH: Usted lo ha dicho, no lo sabe, pero el hecho de que Us-
ted, Doctor, no lo sepa, no significa que deje de dolerme. Siempre
SARAH: Se lo escuché a Usted, pero ya lo sabía.
habrá cosas que nadie sabe de nadie y sin embargo la vida sigue.
FERNANDO: ¿Y qué le parece? ¿Acaso usted puede imaginarse lo que es quedarse sola a esta edad?
Usted lo tiene todo, pero en el fondo no tiene nada.
SARAH: Normal.
FERNANDO: Bueno pero cálmese, no necesita ser tan…
FERNANDO: ¿Normal?
SARAH: ¿Explícita?
SARAH: ¡Hace tanto que estamos jodidos Doctor! Ahora les ha
dado por controlar hasta el tiempo del almuerzo. Una hora, solo FERNANDO: Sí, explícita.
una hora.
SARAH: ¡Ay Doctor! ¡Ustedes a veces se vuelven tan patéticos!
FERNANDO: Pero eso no es normal Sarah.
FERNANDO: ¡Ah! Y ahora resulta que le parezco patético.
SARAH: Las cosas que se implementan y se repiten durante mu-
SARAH: Ustedes no entienden muchas cosas de la vida.
cho tiempo se vuelven normales, y uno tiene que terminar acostum-
brándose a ellas si quiere seguir trabajando. FERNANDO: ¿Cómo no entienden muchas cosas de la vida? ¿Y
entonces cómo cree que he vivido todos estos años si según usted
FERNANDO: Bueno, pero qué piensa de lo de Armando ¿No
no sé de la vida?
le parece injusto?
SARAH: Usted no entiende nada Doctor, nada de nada ¿Tiene
SARAH: Claro que me parece injusto, pero era lógico que le su-
un cigarrillo?
cediera. Es un buen hombre.
FERNANDO: ¿Fuma?
FERNANDO: O sea que, según usted…
SARAH: Claro, sino cómo cree que voy a pedirle uno. Es que
SARAH: Sí, Doctor.
después de masturbarse no hay nada mejor que un cigarrillo. Es uno
FERNANDO: ¿Hace cuánto trabaja aquí? grandes placeres de las solitarias como yo.

SARAH: Hace ocho años. Mi ex novio también trabajaba aquí, FERNANDO: (Pasándole un cigarrillo) Sarah, perdóneme, pero la
pero le hicieron lo mismo que a Armando: lo despidieron y decidió verdad yo no sabía que Usted…

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SARAH: Relájese Doctor, siéntese un momento y no haga tanto FERNANDO: Ninguna de las dos. No tengo miedo. Lo que
alboroto. Toda esta gente no tiene por qué oír tantas estupideces. pasa es que…
¿Sabe? Lo único que he aprendido en todos estos años es que la
soledad es lo único real en estos tiempos. SARAH: ¿Qué?

FERNANDO: (Incómodo al darse cuenta de que está sentado encima de FERNANDO: Quisiera ir a dormir a un hotel hoy.
un consolador, quitándoselo de debajo de su trasero y poniéndolo con asco lo más
SARAH: ¿Y su casa?
lejos posible de su alcance) Ahora sí que no le entiendo nada.
FERNANDO: (Suspirando) ¡Mi casa! Es lo más parecido a un
SARAH: (Enciende el cigarrillo) Es fácil Doctor. Por ejemplo, yo
infierno, Sarah.
aparentemente me quedé sola hace cuatro años, pero cuando pienso
en eso me doy cuenta de que no fue así, y que siempre estuve sola. SARAH: Cada uno tiene su propio infierno, pero tiene que
FERNANDO: Sigo sin entenderle. aprender a lidiar con él, o por lo menos a tratar de soportarlo.

SARAH: A mí muy pocas cosas me parecen una compañía aho- FERNANDO: Estoy cansado de mi casa. Y es más, estoy casi
ra. Mire, y solo me entero de mi existencia cuando fumo, cuando seguro de que ninguna casa en el mundo es tan triste como la mía.
me asomo a la ventana de mi cuarto los domingos, cuando bebo y SARAH: Las casas son casas Doctor, y nada tienen que ver ellas
cuando me masturbo, y todas esas cosas solo las puedo hacer cuan- en nuestros destinos.
do estoy sola, es decir, cuando tengo tiempo para dedicármelo a mí.
¿Ahora me entiende? FERNANDO: Yo creí que haciéndole la chimenea las cosas iban
a cambiar, pero nada. Y me gasté un platal en eso.
FERNANDO: Bueno, sí, un poco.
SARAH: Ya deje de mortificarse más Doctor.
SARAH: Y Ahora si me disculpa Doctor, y si entendió mediana-
mente lo que le dije, tengo que continuar masturbándome. Recuerde FERNANDO: Pero es que…
que fue usted quien me interrumpió. Necesito estar sola.
SARAH: Pero es que nada. Por lo menos tiene una (Haciéndole
FERNANDO: Sí, perdone. Hasta luego. señas de que le dé otro cigarrillo) ¿Usted se ha puesto a pensar que hay
SARAH: ¡Espere! No le dé miedo. gente que ni siquiera tiene a dónde llegar? ¿Gente que anda por las
calles, familias enteras que diariamente tienen que ganarse la vida
FERNANDO: ¿Y quién le dijo que yo tengo miedo? de la peor forma sin saber cómo van a hacer para comer al día si-
SARAH: Se le nota. Está temblando. guiente?

FERNANDO: Es el frío. Son casi las nueve de la noche. FERNANDO: Mi mujer murió hace cinco años. O bueno, la
mataron. Querían robarle la cartera, ella no la quiso entregar y la
SARAH: Y qué es lo que le da miedo, ¿el frío o la noche? mataron por eso. A plena luz del día la mataron, a las tres de la tarde

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cuando salió del banco de retirar el dinero para hacerle unos arre- 10.
glos a la cocina.
SARAH: Perdone que le diga Doctor, pero tal vez por eso es que
no le gusta su casa. Pero la casa no tiene nada que ver: la casa es la Sarah escribe, porque sí y porque no. Esa es su esencia. Y como
misma que cuando su mujer vivía. (Tomándolo de la cabeza, acariciándo- David no llama hace cuatro semanas, se va a pasar la noche del
lo) La que le hace falta es ella. domingo en el Hotel Lima en el centro de Bogotá y escribe en su
FERNANDO: (Llorando poniendo su cabeza entre las piernas de Sarah) diario.
¿Por qué me tienen que pasar estas cosas a mí, Sarah? ¿Qué hizo ella
de malo?
I
SARAH: Las personas, para morirse, no necesariamente necesi-
tan haber hecho algo malo Doctor, simplemente se mueren, o las 03:12 A.M
matan, como a su esposa.
“Perdono a todos y a todos pido perdón. No chismorreen dema-
FERNANDO: Pero ella… siado”, escribe Pavese antes de suicidarse con somníferos en una de
las habitaciones del hotel Roma, en Turín. ¿Y qué lo llevó a suicidar-
SARAH: Ella, Usted, yo, las familias que andan por ahí, todos so- se? Exactamente no se sabe, pero se intuye algo así como el horror
mos los mismos y tenemos que morirnos algún día. O nos tendrán interno, la incapacidad de acomodarse a un mundo que no le sirve,
que matar algún día. ni para vivir, ni para escribir, que era su posibilidad, su única manera
FERNANDO: (Limpiándose las lágrimas) Hace mucho frío. de hacerlo.

SARAH: Sí, octubre suele comportarse así. Porque el horror, no siempre aparece en formas externas, sino
que también puede estar al interior, en el mundo subjetivo del poeta
FERNANDO: Voy a mi casa. que, a falta de interés en la realidad, configura una propia, a su ma-
nera.
SARAH: Dese un tiempo para Usted, Doctor, viva un poco, aun-
que sea un poco. Tal vez Pavese, inclinándose hacia Eliot, se sintió un hombre
hueco, alguien que ya no tenía con qué llenar sus vacíos y decidió
FERNANDO: Y mañana muy temprano vendré a trabajar. ¡Si
cerrar definitivamente las puertas de su existencia, como los Kurtz,
no tuviera que hacerlo! Pero aún me falta pagar algunas cuotas de la
el de El Corazón en las tinieblas de Joseph Conrad y el coronel de Apo-
casa, y otras del carro, y otras de la matrícula del colegio de los niños.
calipse Now de Francis Ford Coppola, con la diferencia de que éstos
Mañana nos vemos Sarah, gracias.
encontraron el horror afuera.
SARAH: Hasta mañana Doctor. Y por favor, cierre a puerta.

50 51
Y así también, Anne Sexton, una mujer que, tras un tiempo de Un viaje, como en el Libestod de Wagner, y también a algo des-
fallidos intentos por solucionar su enfermedad y de asistir a centros conocido, como el amor, dispuesto a asumir la travesía con el cuer-
médicos psiquiátricos, decide abandonarlos y enfrentarse al mundo po y con el alma. Una manera de zafarse de ese estado de quietud y
con lo que es, con lo que tiene, al punto de terminar también suici- de ese espacio en donde el amor de Christopher definitivamente no
dándose. se encuentra.
Pavese y Sexton se la juegan por enfrentar el horror, y se suicidan.
Prefieren, como decía Erich Fromm, experimentar algo verdadera-
mente suyo, aunque eso verdaderamente suyo los conduzca a dejar III
de ser, es decir, a no ser más en este mundo y a terminar su vida por 03:47 A.M
sus propias manos sin delegar su fin a nadie más que a ellos mismos.
Sylvia Plath también se suicida, con gas. Y en ese acto, lo que
Schopenhauer también los avala al decir que la voluntad es el queda, es el silencio. Quizás en la vida de Sylvia ya existían unos
corazón de las tinieblas, y ellos, Pavese y Sexton, acudieron a esa silencios, una forma de no compartir el sistema lingüístico con mu-
voluntad propia, a su suicidio, para confirmar las tinieblas de sus co- cha gente, y sobre todo, con su esposo Ted Hughes quien durante
razones que, en algún sentido, también son las tinieblas del mundo. mucho tiempo fue el escritor que según muchos era quien merecía
el reconocimiento, dejando de lado a la mujer Sylvia en un segundo
plano.
II
Y esa imposibilidad de compartir el sistema lingüístico, ese silen-
03:21 A.M cio, ese acto de escribir y de pensar que eso escrito no era recibido
de buena manera por los círculos literarios de su país y de su época,
Morir de amor. Eso es, esencialmente, el Libestod de Wagner, y la marcó y la mantuvo oculta durante un tiempo.
en la obra, Isolda muere de amor por Tristán, y en ese instante entra
a una dimensión desconocida, a una dimensión que sobrepasa lo Después, el silencio se fue rompiendo. Sylvia llegaba a más y a
corporal y que la lleva a otras formas de sentir y de entenderse. más personas, de los círculos literarios, y de los otros, y fue rompien-
do su silencio hasta terminar como Pavese quien sentenció: no más
Un caso parecido al de El joven Werther de Goethe, y al de Ro- palabras. Un gesto basta.
meo y Julieta de Shakespeare en donde el amor es el causante de las
muertes, un amor irrealizado que se corta y que termina cortando Sylvia buscó su gesto, su acción más contundente y extraordina-
las vidas de los amantes sobrevivientes. ria. Y no hubo más palabras para Sylvia, y no hubo más palabras de
Sylvia para el mundo. Así, el silencio de Plath, no se transforma en
Y también algo coincidente con lo que sucede en la película Hacia un silencio solo para ella, sino en un silencio universal.
rutas salvajes, en donde Christopher McCandless, en una especie de
acto de amor propio, abandona su modus vivendi lleno de confort O como se le había dicho al abad Arsenio: huye, calla y tente si-
y de tranquilidad para aventarse a rutas y a lugares desconocidos. lencioso. Y Sylvia obedeció. Huyó de Ted, del mundo, de sus hijos y

52 53
de ella misma y se silenció, pero no para siempre porque sus poemas VI
mantienen sus gritos y sus fortísimas letras.
04:16 A.M
O como Céline cuando decía: no se habla cuando uno está buscando el
fondo de las cosas; después de esto no hay nada más que decir. Y el fondo de Bierce define altar como el sitio donde antiguamente el sacerdote
las cosas para Sylvia era su muerte, su manera de quedarse sellada arrancaba, con fines adivinatorios, el intestino de la víctima sacrifi-
en la página con tinta roja para siempre. Y después, ya no hay nada cial y cocinaba su carne para los dioses. En la actualidad, el término
que decir. se usa raramente, salvo para aludir al sacrificio de su tranquilidad y
su libertad que realizan dos tontos de sexo opuesto.
Y notemos que, desde su ironía, apunta a algo muy claro: dice
IV que desde ahí, el sacerdote, cocinaba la carne de la víctima para sus
dioses. En ese sentido, Bierce hace referencia a uno de los símbolos
03:57 A.M de los sacerdotes, esos hombres que sirven de ejemplo de una clase
Lichtemberg: Ya no se queman brujas, pero siempre es posible de personalidad autoritaria.
quemar una carta que dice alguna verdad incómoda. Y en el caso de Wagner, esa intención de convertirse o de ha-
Yo: Cartas brujas/ que revolotean en la noche/ como cuervos berse convertido en una personalidad autoritaria, se entiende por la
malheridos. Cartas que se escriben solas/ atendiendo a los gritos relación que hace de su música con lo religioso. Dice Wagner: “Mi
roncos/ de las voces marginadas. intención no es, sin embargo, seguir la evolución de la música desde
el pasado o prejuzgar su futuro; por el momento me limito a hacer
observar su afinidad con la religión”.
V Y eso se nota en sus obras. Todos esos sentimientos, esos estados
04:02 A.M humanos fundamentales, están presentes en sus obras. Hablo del
amor, de las pasiones, de la esperanza, pero no de cualquier manera,
Noche de domingo y julio enlutado. El vino tembló y el cronó- sino desde una concepción mística, elevada, casi endiosada.
metro de David me marca el tiempo. Tiempo de dolor, de suerte.
Tiempo de piel, luz y momento. El libro de Huidobro quemó como Por otra parte, en el texto de la personalidad autoritaria se hace
fuego el umbral que dio a un infierno lúcido, y el pobre cigarro en- un anuncio sobre sus consecuencias. Dice: “Si la personalidad au-
fermo iluminó el hueso del lecho. Quieto después como un muer- toritaria se fragua en la familia, la escuela y los media pueden hacer
to, el fondo no existió y fui un color. Un color niño en medio del mucho por erradicar esa enfermedad humana que divide el mun-
tumulto. Un poco de mí que ya casi no vive, que muere deforme, do en fuertes, débiles, contrarevolucionarios... y llega a proclamar
lento. el derecho de conquista de las razas `fuertes´, habiendo costado ya
mucha sangre, mucho sudor y muchas lágrimas a la Humanidad”.

54 55
Y aunque es verdad que otros casos de personalidades autorita- los distintos hombres, que al usarlas, las han cargado de significados
rias han devenido sangre y muchas lágrimas a la Humanidad, tam- que no les pertenecen y que las desvirtúan…Si el lenguaje la aparta-
bién las hay que, como en el caso de Wagner, han generado lágrimas, ba del mundo, entonces, el único lugar donde se podía vivir en paz
pero lágrimas de emoción, de estremecimiento. Y esto se da, justa- era el silencio.
mente porque el artista, a mi modo de ver, tiene que ser, en algún Pero ese silencio en donde según la autora, Alejandra podía vivir
sentido, una personalidad autoritaria, una personalidad que se man- en paz, no es, ni mucho menos, una ausencia de lenguaje, sino más
tiene al margen y que se permite propuestas venidas de sí mismo, a bien un constructo nuevo, una alegoría desde la que fundamenta un
veces duras, pesadas, pero todas necesarias. silencio metáfora que le permite construirse.

VII VIII
04:24 A.M 04:31 A.M

Leí a Pizarnik por primera vez hace 20 años. Y cuando terminé ¿Para qué, pues, pedir orden y regularidad a las novelas en épocas
de leer Árbol de Diana, no tuve más opción que permanecer en si- de gran desorden y menesterosidad?, escribe Victoria de Stefano
lencio, y así me mantuve por muchas horas. Tal vez porque me sentí en su ensayo Sobre lo imperfecto en el arte, y propone un interrogante
complacida por encontrar a alguien que podía escribir lo que yo que, más allá de buscar ser resuelto, más bien requiere ser ratificado
como duda.
sentía, que sabía que estaba ahí, pero que en mí era silencio.
En el caso de Arimbato en donde se muestra que la comunidad
En el texto Poesía crítica, lenguaje y silencio, aparece ésta frase: “La
indígena Embera existe y que sus jóvenes se están suicidando, no
poesía es simultáneamente una exigencia extrema y una imposibili- hay nada más que decir. Y la puesta en escena, el cómo se dice, care-
dad. La poesía es también cuestionamiento que se vuelve sobre sí ce de orden, de linealidad, en un intento por resaltar esa ruptura de
misma”. Y yo me atrevería a decir que en Alejandra Pizarnik, exi- la lógica gubernamental que asume a un país desde un escritorio y
gencia extrema e imposibilidad, se mezclan para construir ese len- para el que comunidades como los Embera no están en sus proyec-
guaje visceral que le ayuda a exteriorizar sus demonios internos, y tos de reconocimiento.
que, al hacerlo, expone su fuego y quema a quien la lee para dejarlo
en cenizas, una de las formas más reales del silencio. Y Wagner en El idilio de Sigfrido, también presenta un collage,
una construcción desde la deconstrucción, sin linealidad, sin lógica.
Y en el texto Alejandra Pizarnik y la resistencia al lenguaje, la autora Y allí, en ese collage, nos muestra, no solo una parte musical, sino
menciona que el silencio constituye el lugar idílico, soñado, en que psicológica, un punto de partida en donde la búsqueda del amor lo
se liberaría de la búsqueda infinita, de la eterna cadena ansiosa de lleva a retomar pasajes de otras obras para alcanzar el conocimiento.
sustituciones que describía Lacan, en el que las palabras pueden re- En estos tres ejemplos, la pregunta de Victoria de Stefano vuelve
encontrar su significado perdido a través del paso por la cultura, por a tener sentido. Y es el arte, esa construcción subversiva y al margen,

56 57
la que la complementa y la sustenta, y la que ratifica que la imperfec- barreras del mutismo y poner a hablar desde el poema a todo ese
ción en el arte, antes que ser un punto en contra, es un plus que lo otro nuestro que quiera hacerlo.
hace más y más contundente.
De esta manera, desde ese acto prometeico será posible la poesía
verdadera, la poesía que aparezca como luz dentro del caos organi-
zado de los estados y de los gobiernos.
IX
04:44 A.M
X
Para que la poesía fluya, habrá que preparar los estrados de la
despersonalización. Y esos estrados, conocidos hoy como escuelas, 04:50 A.M
universidades, parques y otros tantos, tendrán que ceder su espacio
para que el poeta, desde las mil y una voces, pueda hacer públicos Tal vez Ambroce Bierce sea uno de los más interesantes pen-
sus gritos. sadores por su sentido crítico que se disfraza de humor, pero que
como el buen humor, no solo causa risa, sino que pone al lector a
En el ensayo Poesía crítica: lenguaje y silencio, dice claramente: “Por reflexionar.
otra parte, la despersonalización es una de las empresas esenciales
de la literatura moderna. Empresa paradójica: La negación de todo Así, las definiciones que plantea en su Diccionario del Diablo, se
estilo se constituye en otro estilo; la ruina del yo da paso a otro yo; convierten en un quiebre del orden, que fundamenta un punto de
solo que lo otro no se resuelve sino, inversamente, en su continua vista bellamente cínico de las cosas.
negación”.
Y si la estructura lineal, formal y escueta de los diccionarios pue-
Y esa despersonalización, ese dejar ser a esos otros que nos ha- de ser considerada arte, Bierce construye un arte distinto, mucho
bitan, es una forma de negar la concepción de la unidad que las más efectivo y mucho más serio.
sociedades han querido implementar a punta de desvirtuar toda
manifestación dubitativa y cambiante del ser humano, es decir, de Basta con revisar la definición de República para darnos cuenta.
desobedecer, citando a Thoreau. Dice de República: “Nación en que, siendo la cosa que gobierna y
la cosa gobernada, una misma, solo hay autoridad consentida para
Heller dice que “el Holocausto está envuelto en cuatro tipos de imponer una obediencia optativa. En una República, el orden se
silencio: el silencio de lo absurdo, el silencio del horror, el silencio funda en la costumbre, cada vez más débil, de obedecer, heredada
de la vergüenza y el silencio de la culpa. Las víctimas del Holocausto de nuestros antepasados que cuando eran realmente gobernados se
murieron en silencio, porque el mundo era culpable de su propio mu- sometían porque no tenían otro remedio. Hay tantas clases de Re-
tismo”, y cita a Adorno quien se atrevió apresuradamente a pronos- públicas como grados entre el despotismo de donde provienen y la
ticar que, después del holocausto, no iba a ser posible escribir poesía. anarquía adonde conducen”.
Pero para escribir poesía sobre el Holocausto, ya sea éste el co- Una forma inteligente de revertir el orden de las definiciones
lombiano, el argentino, el chileno, o el que sea, habrá que saltar las prevalecientes para darle un sentido distinto y más interesante. Una

58
manera de quebrar las linealidades de las que nos habla Victoria de 11.
Stefano y de poner las definiciones al servicio de una interpretación
personalizada como acto de resistencia.

El hombre se diferencia de los animales por la racionalidad. Su


capacidad de raciocinio le permite transformar la naturaleza cons-
cientemente y hacer cultura. Y hasta ahí, las cosas están bien, pero
también hay situaciones en que el planteamiento anterior puede
cambiar.
Digamos entonces que el hombre, ese ser pensante, también
mata, asesina a sus semejantes y de qué manera. La muerte de un
hombre a manos de otro, es cultura, pero no toda manifestación
cultural debe entenderse o verse desde la lupa de lo correcto. De-
pende del contexto. Históricamente, el asesinato de un ser humano
por parte de un par suyo, ha venido evolucionando. Hay formas de
matar que con el tiempo se profesionalizan, y así como hay profe-
sionales académicos de muchos tipos que manejan ciertas técnicas,
también hay asesinos profesionales.
En Colombia, la violencia sexual es utilizada como arma de gue-
rra, y esa violencia, además, es grave, sistemática, generalizada y lle-
na de impunidad. Entre 1996 y 2008 desparecieron 4549 personas
en el país, de las cuales 378 fueron mujeres. La desaparición forzada
en el país no respeta niñas, cuenta Ana María Díaz, abogada de la
Comisión Colombiana de Juristas, en el panel de Perspectiva de Gé-
nero en el marco del II Congreso Mundial de Trabajo Psicosocial en
Desaparición Forzada, Procesos de Exhumación, Justicia y Verdad,
y ni bien acaba de hablar, los rostros de los asistentes empiezan a
cambiar los rasgos que tenían cuando entraron a la sala cuatro de la
Hemeroteca Nacional.
Tzvetan Todorov, el lingüista, filósofo, historiador, crítico y teó-
rico literario búlgaro decía: un muerto es un muerto, cien mil, son una
estadística. Un postulado certero, por eso, si los datos de Colombia

60 61
presentados por Ana María Díaz son desconcertantes, las historias están desparecidas es porque llevaban una doble vida, porque si du-
de vida de las otras mujeres del panel, fueron aberrantes. rante el día trabajaban, por la noche se prostituían. Y no contentos
con eso, se burlan de su situación. Desesperadas, pero sin perder el
Norma Ledesma, la representante de la organización Justicia para ánimo de buscar a sus pequeñas, éstas mujeres logran hablar con el
nuestras hijas, es una mujer lindísima. Su piel, su estatura mediana presidente Vicente Fox, pero lo mismo. Si el gobierno local que co-
y su belleza, hacen pensar en una de las nuestras, de esas bellezas noce los casos no les ofrece ninguna solución, menos el presidente
de cualquier región del país, pero ella es mexicana. México lindo y de la República que no los conoce, o que no quiere conocerlos.
querido. Querido creo que será siempre, pero lo lindo hace años que
está siendo opacado por la violencia del narcotráfico, por esa violen- El equipo argentino de Antropología Forense EAAF, las ayuda,
cia que nosotros vivimos de manera acentuada entre los años 80 y el por la experiencia en encontrar desaparecidos en la dictadura de su
2000, y que ahora se ha tomado a México posicionándolo entre los país. El ADN les permite recuperar los restos de algunas desapa-
países más violentos del mundo. recidas. Pero paralelamente, el gobierno local encuentra los restos
de Minerva, otra de las tantas desaparecidas, y se guarda 2 años los
Al verla sentada en la mesa de ponentes mientras los técnicos ter- restos antes de ser encontrados por autoridades internacionales.
minan de adecuar los equipos para su presentación, nadie se imagina
su tragedia. Se acerca a Claudia Ramírez de la organización Sisma Las alianzas que han logrado en esa lucha con otras organizacio-
Mujer Colombia, la moderadora, y sonríe corto. El auditorio de no nes, han sido fundamentales, y por esa vía han podido hacer conocer
más de 50 personas se gasta el poco tiempo que falta entre mirar a sus casos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
cualquier parte, encender las grabadoras y sentarse cómodamente. En 2009, hicieron otra marcha a la que llamaron Éxodo por la vida de
las mujeres.
Chihuahua, frontera entre México y Estados Unidos. Las desapa-
riciones en esa parte de Latinoamérica empezaron en 1993. Machis- Una gran cantidad de la droga que se produce en Colombia, llega
mo, misoginia, ideología enferma. Paloma, la hija de Norma, de tan primero a Chihuahua, y allí la dejan algunos días antes de ser llevada
solo 16 años, salió una mañana a trabajar a una fábrica y no regresó a los Estados Unidos. Mientras la droga permanece allí, los narcos
más. Cumplía con todas las características para ser desaparecida: lin- también esperan. Se van a los hoteles y se divierten a su manera. Y
da, pequeña, sin ningún vínculo familiar con alguna personalidad de para un narco no hay diversión sin música, sin drogas, y claro, sin
las altas esferas políticas, mujer, niña, futura madre, linda, hermosa, mujeres. Necesitan saciar su hambre de mujeres y mandan a buscar-
hija, bellísima como su madre, y algo más: vulnerable como la ma- las, como sea y en donde sea. Por eso desaparecen las niñas, las mu-
yoría. jeres, por eso las usan, como si fueran objetos, y luego las desechan,
es decir, las matan, y las desaparecen para no dejar evidencias.
En 2003, el informe de Amnistía Internacional sobre Muertes
Intolerables, reconoce los 10 años de desapariciones en esa parte de Las alianzas entre narcos y gobernantes no son nuevas, y noso-
México. México lindo y querido, y también México tumba, ranchera tros, los colombianos, sí que sabemos de eso. Actualmente Norma
y narcocorridos. Las mujeres de la organización se manifiestan pi- Ledesma y los demás integrantes de la organización, asisten a los
diéndole al gobierno local y nacional que busque a las desparecidas, talleres de ayuda psicosocial que conocieron hace 2 años.
pero no hay respuestas. Por el contrario, les dicen que si sus hijas

62 63
El testimonio de la mexicana se mezcla con la proyección de Mohammed Amed, también representante de la Asociación de
fotografías de las marchas de su organización, de la lucha, de las Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis, entra a la cabina
niñas mujeres personas desaparecidas. Al final de la presentación, para servir de traductor. Es un hombre alto, de piel morena y dien-
ha escrito unas frases que las madres de las desaparecidas les han tes pequeños. Nos ponemos los audífonos y nos disponemos a es-
dedicado a sus hijas. Y hay una entre todas que llama mucho la cuchar el testimonio.
atención: tu sangre inocente se vertió en el desierto de Chihuahua. Es pura
poesía. Si Theodor Adorno dijo que después de Auschwich no era Soultana enciende el micrófono, y empieza a hablar. Explica las
posible escribir poesía, Paul Celan y esta frase son la antítesis de su fotos que proyecta y que demuestran el maltrato y las violaciones
planteamiento. Norma no puede contener el llanto al leer las frases, que han sufrido por parte del Ejército y la Policía marroquíes. Son
y ha llorado, con ésta, dos veces. La primera fue cuando presentó la fotos violentas, tan brutales que es difícil verlas más de ocho se-
fotografía de Paloma, su hija, a la que encontró, pero en pedazos, en gundos. La barbarie no es cosa del pasado, también se da ahora en
algún sitio del desierto de Chihuahua, y la segunda cuando terminó algunos países que ni siquiera sabemos que existen.
su intervención. Al final, dijo que aunque los talleres le han servido Según los diccionarios, Sahara Occidental es un antiguo territo-
para hablar públicamente del tema de la desaparición de su hija, aún rio ubicado en el extremo occidental del desierto del Sahara, en las
le es imposible hablarlo con la familia, que entre ellos el tema está orillas del océano Atlántico en África, y uno de los dieciséis terri-
vetado. torios no autónomos bajo supervisión del Comité de Descoloniza-
Nadie puede sostener siquiera la mirada en un sitio fijo. Las mi- ción de las Naciones Unidas que busca eliminar el colonialismo. Su
radas de los asistentes se mueven como buscando respuestas en las proceso de descolonización fue interrumpido en 1976, cuando su
paredes, en el suelo, incluso en la mirada de Norma, pero no hay antigua potencia colonial, España, abandonó el Sahara Occidental
respuestas. Norma habló de su experiencia, de lo que ha sufrido, y en manos de Marruecos y Mauritania, conforme a lo dispuesto en
eso es lo que hay, lo que está pasando. No hay políticas estatales que los Acuerdos de Madrid, ilegales según el derecho internacional. Su
hagan pensar en una solución pronta al problema. Los organismos territorio se encuentra ocupado actualmente casi en su totalidad por
internacionales tratan de hacer lo suyo, pero sin un soporte com- Marruecos, aunque la soberanía marroquí sobre el mismo no es re-
plementario de políticas públicas de los países con altos índices de conocida ni por las Naciones Unidas ni por ningún país del mundo,
desaparición forzada, no se puede hacer mucho. y es rechazada por el grupo independentista Frente Polisario, que
proclamó su independencia en 1976 creando el estado de la Repú-
El panel de Perspectiva de género, continúa. Estoy seguro que blica Árabe Saharaui Democrática (RASD) que hasta el momento
muchos prefieren no estar ahí, pero se quedan. Soultana Khayya, ha sido reconocido por 81 países. La RASD administra la zona del
representante de la Asociación de Familiares de Presos y Desapa- Sahara Occidental no controlada por Marruecos, el cual denomina
recidos Saharauis, está sentada al lado de Visaka Dharmadasa, de la oficialmente al territorio como sus Provincias Meridionales.
asociación de Mujeres Afectadas por la Guerra de Sri Lanka. Tiene
una especie de tela que cubre su cabeza, y en la frente tiene pegada Soultana saluda a las mujeres del mundo, y a continuación nos
una calcomanía de forma horizontal en donde aparecen las fotos de cuenta que desde 1975 la población civil en ese territorio sufre la
algunas personas. desaparición forzada. Ella, personalmente, y su hermana, han sido

64 65
víctimas de los maltratos más atroces e inimaginables, y del someti- había contado un poco de lo que hacía: alguien, antes ser asesinado
miento a todo tipo de vejaciones. En 2007 fue torturada por orga- durante la dictadura, dejó una bicicleta colgada en un árbol, y de eso
nizar una marcha pacífica, atacada en su integridad y en su orgullo se agarró. Tomó la bicicleta como símbolo y empezó a trabajar des-
de mujer. La subieron en una furgoneta de la policía, y empezaron a de ese pretexto. Consiguió aliarse con amigos suyos y empezaron a
golpearla hasta que se le cayó uno de los ojos. llenar de bicicletas pintadas la ciudad de Rosario, y luego hicieron lo
mismo en otros países de Latinoamérica y de Europa.
Después de eso, duró una semana secuestrada, y por una infec-
ción que adquirió a causa de la desatención, fue enviada a un hospi- Saca un Marlboro Light de su chaqueta, lo enciende, y mira las
tal para después ser llevada a un tribunal que la condenó a 8 meses bicicletas que pintó y que pintaron las personas de Soacha a las que
de cárcel. Luego, pudo salir a España, y se recuperó un poco, pero les dictó un taller, y que han sido colgadas en la alambrada que se-
no se quedó allá, y decidió regresar para continuar luchando por su para al resto de la Universidad Nacional de la Hemeroteca. Ese es
pueblo, por los Derechos Humanos de su pueblo, sin importar las su aporte a la construcción de memoria, y se siente orgulloso al ver
estrategias de violencia de la Policía y el Ejército marroquíes que cómo su trabajo ha sido capaz de traspasar fronteras.
además apalea los brazos de los manifestantes para que no les sea
posible levantar banderas, y que han convertido a las escuelas en Al momento llega Libertad Sánchez Gil, la historiadora españo-
resguardos militares. la, representante de la Asociación de Recuperación de la Memoria
Histórica de Mérida y Comarca. Ella también pertenecía al panel de
Hay aplausos, y me sumo a ellos ¿Cómo no aplaudir a una mujer Perspectiva de Género, pero no estuve en su ponencia porque me
de este talante? ¿Cómo dejar las manos quietas frente a una mujer había contado con anterioridad de qué se trataba. Según ella, una de
tan valiente como ella? Yo la miro y la vuelvo a mirar, y me parece las cosas más graves durante la dictadura franquista española, es la
un ángel. Debe ser un ángel, aunque le hayan amputado las alas condena a que se sometió a las mujeres obligándolas a servir a los
muchas veces. victimarios, situación que implicaba la pérdida del carácter de per-
sona natural y jurídica de la mujer que incluía violación, esclavitud
Decido salir del salón. Necesito algo, ver la parte trasera de la sexual y prostitución forzada, entre otras cosas.
Universidad Nacional, que me pegue el viento en la cara para no
creer que esto es un sueño, una pesadilla. Pido un café y me ubico A las mujeres les quitaban la feminidad, me decía mientras se
fuera de la Hemeroteca. Al fondo el cerro de Monserrate está lindo, fumaba un cigarro y se tomaba un café. Mujeres de 8 meses de
como si nada, acompañado por un sol que, aunque no es capaz de embarazo, eran toreadas desnudas en las plazas públicas. Y la iglesia
rodearlo totalmente, lo ilumina acentuando su majestuosidad pre- también contribuyó a que las cosas se den, amparada en el entendi-
ciosa. miento de la mujer bajo parámetros que determinan que ésta debe
cumplir el sagrado cometido de la maternidad, olvidándose de su
Poco a poco empiezan a llegar otras personas al sitio en el que función como educadoras sociales. Y no solo eso. Durante la dic-
estoy. El primero que se me acerca es Fernando Traverso, rosarino tadura, la situación de las mujeres en la prisión de madres lactantes
de Argentina, artista plástico militante durante el período de la dicta- era cruel. La ley definía que, las mujeres que ingresen al penal con
dura de su país. El miércoles pasado cuando me lo presentaron, me niños de pecho, solo tenían el derecho de estar con sus hijos hasta

66 67
que ellos hayan cumplido 3 años. Después de eso, las separaban de 12.
ellos, imponiendo así una pérdida de la infancia muy terrible, pues
muchos de los hijos de las reclusas nunca fueron devueltos a sus
madres.
A Genaro y a mí nos gusta el cine, pero no tanto como las muje-
Al finalizar su ponencia, les pidió a los asistentes que cierren los res que se parecen a las actrices de las películas que nos deslumbran.
ojos para leerles un relato que había escrito inspirada en una historia Las fantasías sexuales de los dos coincidieron siempre: tener sexo
de desaparición forzada. Dijo que fue un ejercicio interesante en el con una actriz de cine, pero como sabíamos que eso no era posible,
sentido de que estuvieron muy receptivos a la propuesta y que le cuando podíamos, juntos o cada uno por su lado, íbamos a los bares
sirvió para demostrar una vez más que esa clase de experimentos de Bogotá a buscar mujeres que en algo se nos parezcan a nuestras
ayuda a quienes no han sido tocados por este flagelo a vincularse un actrices preferidas. Y fue Genaro quien conoció a Sarah. Ella vivía
poco más con las historias. en el 23-10 de la Avenida Caracas frente a la estación de Transmi-
No había uno de los que estábamos en el lugar, que no fumara, lo lenio de la 22. Él me consiguió la cita con ella para aquel lunes a
que demuestra que, el cigarrillo, como la poesía, si no soluciona pro- finales de mayo de 2008 en las primeras horas de la tarde, después de
blemas de este tipo, por lo menos ayuda a soportarlos. Libertad me habérmela descrito como una especie de Diane Lane criolla.
repitió una frase que había dicho en su ponencia: somos, porque ellos Ese lunes en la mañana Genaro me llamó para recordarme la cita
fueron, y estaba claro. Los familiares de las víctimas de desaparición y ya no tuve cómo echarme para atrás. Cancelé los compromisos de
forzada que asistieron al Congreso, lo entendían, y lo entienden. la tarde de ese día, me bañé juiciosamente y al mediodía salí de casa.
Ahora falta que nosotros lo entendamos. El bisabuelo de Libertad
fue desparecido en la dictadura de Francisco Franco en España, y Mientras el bus avanzaba, y a medida que me iba acercando a la
ella es porque su abuelo fue. hora y al lugar de la cita, iba confirmando más mis sospechas del
sitio sin poder evitar que se me pongan los pelos de punta, nervio-
A las 7 menos quince de la noche, uno de los hombres de segu- sismo que traté de disimular durante todo el viaje mirando en la edi-
ridad de la Hemeroteca se me acercó para pedirme que le encienda ción especial de abril del 2005 de una revista Gatopardo, robada en
un cigarrillo. una peluquería cerca de mi casa, una foto de doble página de Uma
–¿Esto es de desaparecidos, don David?, –me preguntó. Thurman vestida de rojo.

–Sí, –le dije, y se quedó mirando los pendones alusivos a la te- Al llegar a la estación me detuve a detallar el edificio de inqui-
mática del Congreso que colgaban por todas partes. Fumó un poco linato en donde Genaro me había dicho que vivía Sarah y, por un
y me miró. momento, pensé seriamente en devolverme, pero pudieron más las
ganas de conocer a la dichosa versión de la Diane Lane colombia-
–Mi mamá se salvó de ser asesinada porque se escondió en un na que cualquier otra cosa, así que salí de la estación y me dirigí al
cafetal, en el Tolima, –me contó–, pero toda mi familia sigue desa- edificio.
parecida.

68 69
Las puertas metálicas color verde claro de la entrada no eran Sarah volvió a cerrar la puerta. Intenté encender un cigarrillo,
ni atractivas ni confiables, duda que me terminó de confirmar un pero antes de lograrlo ella volvió a salir, ésta vez acompañada de un
hombre andrajoso de cabello largo y descuidado, con lentes de sol hombre obeso con cara de carnicero. Guardé el cigarrillo en el bol-
en plena lluvia, que abrió la puerta principal con llaves propias y que, sillo derecho de la chaqueta y miré hacia la ventana como queriendo
presintiendo que yo necesitaba entrar también, la mantuvo abierta hacerme el desentendido.
presionándome con su actitud para que lo haga rápido.
–Entonces la próxima semana nos vemos, –le dijo el hombre a
Entré lleno de miedo. El hombre andrajoso cerró la puerta y Sarah. –Está bien, te espero, –le respondió ella ayudándole a arre-
todo quedó oscuro, y ahí quedé abandonado a mi suerte. La luz de glarse el cuello de la camisa. El hombre me miró con tristeza y luego
la calle entraba tímida por entre los vidrios rotos de las ventanas me sonrió antes de perderse en la oscuridad escaleras abajo.
alumbrando medianamente aquel espacio terrorífico. Tanteando las
escalas con los pies y sosteniéndome de las barandas oxidadas em- –Seguí, seguí, –me dijo, y abrió un poco más la puerta que estaba
pecé a subir despacio hasta llegar al pasillo del segundo piso. Abrién- entreabierta para que yo pudiera pasar. –Perdoná el desorden, –con-
dome paso entre paredes y pisos tristes llegué hasta el fondo, y en tinuó. –¿Qué hora es?, –y cerró la puerta con seguro.
una puerta del lado derecho encontré la señal que Genaro me había El parecido con Diane Lane, yo no se lo veía por ningún lado,
dado: una hoja de papel tamaño carta pegada con cinta, impresa excepto unos destellos rubios que ya empezaban a desaparecer entre
en computador con el nombre de ella. Toqué la puerta dos veces y el negro del color original de su cabello.
esperé.
–Pero sentáte, –y se quitó la bata delante de mí quedando to-
–¿Quién?, –preguntó una voz femenina al otro lado de la puerta. talmente desnuda, solo con las sandalias puestas, como si estuvie-
–Soy yo, el amigo de Genaro, –le dije. ra sola. Yo empecé a retirar una cantidad de objetos y de prendas
para poder sentarme en el único mueble de la habitación. La miré
–¿Quién?, –volvió a preguntarme, con cierto tono de incomodi- disimuladamente, extrañado por el hecho de que a ella no parecía
dad. importarle que la viera así un desconocido. Luego abrió un armario
pequeño forrado con tejido cruzado de nylon y sacó todo lo que ha-
–David, el amigo de Genaro. Él me dijo que me recibirías hoy, a bía: unas medias de lana negra estilo pantalón, una falda verde corta,
ésta hora. una camiseta blanca con amarillo y una chaqueta gris. Puso la ropa
Las piernas me temblaban y el corazón me sonaba como un re- ordenada en una mesa, se soltó el cabello frente a un espejo peque-
doblante de banda militar en pleno desfile, pero no tuve que esperar ño colgado en la pared, recogió de debajo de la cama dos cervezas
mucho. Al momento salió Sarah, cubierta por una bata roja de seda en lata, me pasó una, destapó la suya y se sentó en la cama.
estilo japonés y unas sandalias de cuero café con las correas sueltas. –¿Normalmente bebes entre semana?, –le pregunté.
–Perdón, lo había olvidado, –me dijo. –Dame un minuto. –¿Beber? ¿Te parece que tomarse una cerveza es beber? –Me dijo
ella sonriendo. Luego se levantó, se dirigió a la ventana y, como por

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arte de magia, su rostro cambió de plano y pasó de la tranquilidad –Sí, me parece.
a la nostalgia. Parece que va a llover, me dijo. No me gusta cuando
llueve, me parece que la lluvia hace que la gente se entristezca y ya –Pues a mí no, –me reprochó. Desde que cogieron a los narcos
tenemos muchas tristezas con qué lidiar a diario como para que la y se apoderaron de ella las bandas de delincuencia común eso se
maldita lluvia nos tenga que joder de esta manera. Además así no volvió más mierda de lo que era. Los narcos no eran así, ellos no se
se puede salir y quisiera que vayamos a un sitio especial después de pegaban de guevonadas, pero ahora te pueden matar hasta por ro-
hacerlo. barte un celular ¿No supiste que a una estudiante de Comunicación
de la Autónoma la mataron por eso en estos días? Esa ciudad es, ha
Yo me quedé callado, mirándola sin decir una palabra. sido y será un infierno.
–¿Viste al hombre que salió de aquí hace un momento?, –me –¿Y hace cuánto estás en Bogotá?, –le pregunté.
preguntó.
–Ocho años, me parece. Sí, sí, ocho años y algo, –me respondió
–Sí, claro, –le respondí. ella.
–Es un amigo, Guillermo. Yo nunca pensé que iba a terminar –¿Y vos sos de aquí de Bogotá?, –me preguntó.
acostándome con él, pero hay situaciones en las que es inevitable
hacer ciertas cosas. –Sí, yo soy de aquí de Bogotá.

–¿Situaciones? ¿Cómo cuáles? Sarah volvió a asomarse en la ventana, miró un momento hacia
fuera, la cerró y corrió la cortina. Agarró un bolso de artesanía Wua-
–¿Tenés cigarrillos? yúu que no demoró en ubicar en el desorden de la cama destendida,
sacó de él un condón y me lo pasó.
–Sí, cómo no. Le pasé uno y yo encendí otro.
–Desvestite y ponételo, –me dijo.
–Tienes un lindo cabello, –le dije.
–¿Qué?, –le pregunté sorprendido.
–¿Te parece? No me lo arreglo hace tiempo.
–Y apuráte que tenemos que salir antes de que llueva más duro.
–¿Y eres de acá?, –le pregunté.
Yo no entendía nada, pero hice lo que ella me pidió. Después de
–¿De acá de dónde? verla allí desnuda me fue imposible contenerme. Me tomé lo que me
–De acá, de Bogotá, –insistí. quedaba de la cerveza de un solo bocado. Ella se recostó atravesada
en la cama invitándome con la mirada a acompañarla.
–No, no, yo soy de Cali.
Inmediatamente después, sin cruzar palabra, salimos y tomamos
–Es una bonita ciudad, –le dije. un bus en Transmilenio hasta la estación de Marly. Sarah no dejaba
–¿Te parece? de mirarme de pies a cabeza con una mirada parecida a la del gordo

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con cara de carnicero y yo cada vez entendía menos lo que estaba –Sí, le dije.
sucediendo. Subimos hasta la carrera 13 y Sarah me llevó al sitio
que me había prometido. Unas letras brillantes de color rojo nos –Es un caso parecido al tuyo. Él también tiene una enfermedad
anunciaron Kaffé Kirlibang. Sarah entró adelante y yo subí detrás de terminal y me duele que los dos se vayan a morir tan pronto. Por
ella. El lugar era hermoso. Fuera de las mesas normales de cualquier eso acepté acostarme con él y por eso también acepté acostarme
café-bar, al lado derecho había una especie de grada larga alfom- con vos. No pude negarme, pero tampoco soy una puta. Yo solo me
brada sobre la que habían colocado otras mesas pequeñas y, junto acuesto con quien quiero, sin cobrar. Ni vos ni Guillermo me gus-
a ellas, algunos cojines cuadrados forrados en telas rojas y negras. tan, claro, pero es un caso excepcional. Últimamente he descubierto
En una de las columnas había un cuadro de azules profundos en el que el sexo cuando la muerte nos acosa es lo más ceremonioso y es-
que yo, que no conozco nada de pintura, fácilmente pude notar las pléndido que existe. Y la lluvia me pone triste. Además a Guillermo
piernas en movimiento de una persona de espaldas, caminando. Al la lluvia también lo deprime y es como si la muerte se nos acercara
lado izquierdo había una especie de sala de estar con dos muebles en más cuando está lloviendo. Esto te puede parecer una cosa estúpida,
cuero, uno café y el otro negro, cerca de una lámpara de piso color pero yo lo siento así. Y vos, ¡Quién podría creer que te vas a morir
naranja. Nos sentamos en la grada, Sarah pidió dos cafés y se abrazó dentro de poco! Yo no sé si la muerte sea mala o buena, pero de
a uno de los cojines rojos. todas formas no deja de ser trágica, y dolorosa. Por eso acepté tener
–¿Qué te parece ese cuadro?, –me preguntó apuntándolo con la sexo con Guillermo los lunes y los jueves, dos veces por día, y si
boca. vos querés podríamos cuadrar con vos también dos días a la sema-
na, hasta que te mueras. Estoy ayudándolos a olvidarse aunque sea
–No sé… bonito, –le respondí. momentáneamente de pensar en lo que se les viene. Tal vez creás
que soy una mujer rara, pero no me importa, yo tengo mis razones.
–Es un hombre caminando hacia la penumbra, –me dijo ella. A
mí me encanta. Cuando yo me vaya a morir, lo que más me va a doler es no poder
seguir teniendo sexo, lo demás no me importa ¿Te parecí bonita
Esa mujer me parecía hermosa y nada me importaba el hecho de desnuda? ¿Te ahorré el hecho de hablarme y hablarme tratando de
que no se pareciera a Diane Lane como me había dicho Genaro. Me convencerme de que tengamos sexo? A Guillermo y a vos ya no les
sentía bien al lado de ella. La miraba y recordaba cuando tuvimos queda tiempo para eso. Genaro me habló de vos y yo a Genaro no
sexo. Sus movimientos delicados y sus manos suaves eran las de una le puedo decir que no a lo que me pida después de lo bien que se ha
mujer que nunca pensé encontrar en mi vida tan pronto. Al rato nos portado conmigo. Si estoy haciendo esto es porque los entiendo y
trajeron los cafés y a Sarah le fue imposible contener las lágrimas porque desearía que, si estuviera en su situación, alguien hiciera lo
que inmediatamente limpió con las mangas de su suéter. mismo conmigo.
–¿Te pasa algo?, –le pregunté. Y no creás que no me duele, claro que me duele, porque en el
–Me pasa todo, –me respondió ella. –¿Te acordás lo que te iba a fondo es una manera de morirme yo también con ustedes. Y aunque
contar sobre Guillermo? me veás muy sana, por dentro estoy podrida, y llena de llagas, llena

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de culpas y de manchas negras que no se pueden borrar con nada. Luego, como Guillermo se indispuso, lo acompañamos con Ge-
O tal vez creo que preferiría mejor estar muerta a tener que soportar naro a coger un taxi y regresamos los dos al bar. Esa noche yo estaba
estos días y estas noches mías llenas de oscurantismos y de fangos traspasada el corazón sin querer aceptar que a Guillermo le quede
hondos. (Pausa larga) A mis papás los mataron por culpa mía. tan poco tiempo de vida. Por eso me emborraché hasta la madre. Al
otro día, cuando me desperté, estaba en mi cama vuelta una mierda,
¿Te das cuenta que la belleza física no es garantía de nada? Lo con ganas de morirme y Genaro, al lado, pendiente de mí como un
que querían era violarme a mí, porque cuando niña era más bonita padre cuidando a su hija adolescente deprimida ¿Podés creerlo? Eso
que ahora. Los hijos de puta la hicieron completa, y como mi papá es algo que en esas situaciones muy pocos hombres hacen. Hace dos
y mi mamá intentaron impedirlo, los mataron frente a mí sin impor- días Genaro me llamó para que nos veamos y nos encontramos en
tarles nada. Por eso odio a Cali y especialmente a Jamundí porque este mismo lugar, pero nos sentamos allá, en ese mueble de cuero
fue allí donde las cosas sucedieron. Y odio la lluvia porque cuando café, junto a la lámpara de piso color naranja. Hablamos mucho.
me violaron estaba lloviendo. Como creyeron que yo también ya Nos tomamos una cantidad gigante de cervezas y salimos, cogimos
estaba muerta después de la cantidad de golpes que me dieron mien- un taxi y cuando íbamos a entrar a mi casa, le dio porque lo acompa-
tras me desbarataban, se fueron cagados de la risa. ñe al Doll‘s House, ahí, frente a mi casa, pasando la Caracas.
Luego supimos que nos habían confundido con una familia que Allí nos entramos y seguimos bebiendo hasta que la música nos
no sé en qué puto lío se había metido, pero las cosas ya estaban he- aburrió y volvimos a salir para buscar otro sitio en esa zona. Yo es-
chas y nada pudo remediarlo. Y ya ves, aquí sigo, viva, sin quererlo. taba tan borracha que solo recuerdo imágenes borrosas del Castillo
No quiero que le contés nada de esto a Genaro, él no lo sabe y no Night Club, de la Piscina, de un Centro Cristiano, de la Droguería
tiene por qué enterarse. Yo no quiero ser la causa del sufrimiento de Oslo en la esquina y de un local de venta de celulares. Después
nadie, excepto del mío. ¿No te he contado cómo conocí a Genaro? regresamos a la casa y nos dormimos cansados. Al otro día muy
Fue en el Café Cinema, en Terraza Pasteur, la noche que Guillermo temprano me volvió a hablar de vos pensando que yo lo había olvi-
me dio la noticia de su enfermedad. Después de que me lo contó, dado. Me dijo que si podía hacer con vos lo mismo que con Guiller-
con lágrimas en los ojos me dijo que iba por cigarrillos a las tiendas mo, que tenías una enfermedad terminal de la que no me acuerdo
que están sobre la carrera séptima, pero se demoró un buen tiempo el nombre y yo le recordé que sí, que no había ningún problema.
y, mientras lo esperaba, llegó Genaro. ¿Sabés? A mí me da tristeza que te mueras tan joven ¿Cuántos años
Al verme sola se sentó a mi lado y empezó a hablarme. La verdad tenés? No debés tener más de cuarenta y dos. Por eso te recibí y no
es que yo no recuerdo lo que me decía al principio, yo estaba como en me importó que me veás desnuda y por eso a Guillermo tampoco
un sueño, y cuando desperté, alcancé a escucharle que me parecía a una le importó, porque ya sabía de vos ¿Qué te han dicho los médicos?
actriz gringa que él y un amigo suyo admiraban mucho. No recuerdo ¿Vas a empezar algún tratamiento?
el nombre de la actriz, pero me pareció gracioso y hasta me sentí ha- Yo no supe qué decirle. Pensé en Genaro y empecé a odiarlo
lagada. Después volvió Guillermo y se lo presenté. Hablamos los 3 ¡Cómo iba a ser posible que se invente algo así solo para que yo
casi toda la noche. Allí fue que le conté a Genaro lo que sucedía con pudiera tener sexo! Genaro es un hijo de puta, me dije. Me tomé un
Guillermo, lo que pensaba hacer con él. Entonces me habló de vos. sorbo largo de café, y agarré fuerte la mano de Sarah.

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-Yo no me voy a morir, Sarah, –le dije. Genaro es un hijo de 13.
puta y no sé por qué se inventó todo esto. Yo estoy más sano que
cualquiera, pero me pareces una mujer hermosa y quisiera seguir
viéndote, aunque no te parezcas a Diane Lane.
Mariela usa faldas, por lo general negras, acompañadas de medias
Sarah me miró con rabia, se soltó de mi mano violentamente, y sobrias, y se pone perfume de frutas siempre. Por su parte Verónica,
sin tomarse el resto de café que le quedaba, se paró y se fue. Pedí un
prefiere las blusas de color verde aceituna con escote pronunciado.
trago doble de ron y me fui a una mesa junto a la ventana. Desde ahí
Su anatomía le favorece, pero lucir libremente su busto 36 b no le
la miré perderse entre la multitud que a esa hora se congrega en la
resultaba fácil, sobre todo en Bogotá, con ese clima menopáusico,
carrera 13, esperando que vuelva la mirada hacia mí, pero ella no lo
en el que los cambios del frío al calor se presentan casi cada dos
hizo. Ésta es la décima vez que vengo al Kaffé Kirlibang, después ir
a buscarla al antro ese en donde vive y en el que nadie da razón de cuadras.
ella, y no he podido encontrarla. Desde que Sarah se perdió, este lu- Y así como ellas tenían sus formas de intentar verse sensuales,
gar me parece una mierda, ya no me gusta nada, ni los muebles, ni la Catalina, la mujer con quien David sació gran parte de sus hambres
tal lámpara esa, y menos el podrido cuadro porque, desde que no la sexuales más recientes, tenía algo que las anteriores no: brackets.
he vuelto a ver, ya no me parece un hombre de espaldas caminando
hacia la bruma, sino ella yéndose para no volver jamás. Por su parte Yo sé que puede sonar increíble, pero desde que su odontólogo
Genaro hace unos meses que no vive en Bogotá, y según lo que me le recomendó el tratamiento de ortodoncia y ella lo aceptó, se con-
contó Andrea, está mal, intentando hacerle frente a un cáncer de virtió, para David, en una de las mujeres más atractivas que él haya
pulmón al lado de su familia en Manizales. visto en mucho tiempo. Esos artefactos en los dientes de las mujeres
y que muchos hombres detestan, volvieron a despertar en él una
sensación erótica que creía ya extinguida.
La sorpresa fue grande. Ella no le había contado a David lo de
su tratamiento dental, y él llegó al apartamento de Catalina en la
Macarena un martes en las horas de la tarde. El pretexto era ver la
película Toy Story 3, hablar un poco y tomarse un trago. Raro plan
para un martes, pero así eran, y cuando se conocieron, decidieron
andar juntos justamente porque entendieron que así eran.
Cuando Catalina abrió la puerta, sonrió, y enseguida David se
enteró del asunto. Realmente, no es que los brackets le hayan gusta-
do a David desde el principio, e incluso apenas se dio cuenta hasta
lo sintió como una venganza por aquella noche en que salieron los

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dos con Sarah a la que David terminó llevándose a la cama mientras La clave está en la entonación, en la capacidad de hacerlas pelear
Catalina lo odiaba desde el cuarto de huéspedes de su apartamento tú a tú con la música de fondo, o con ese sonido lindo y repetitivo
en donde se encerró rabiando. Y David lo creía así porque, cuando que nace de los cuerpos desnudos y sudorosos cuando se chocan
Catalina se enojaba, era capaz de cualquier cosa, incluso de violentar como autos desenfrenados en una avenida a oscuras.
su propio cuerpo si era necesario para hacerlo sentir culpable de lo
De las canciones que cantaba Catalina, la que más le gustaba a
que quería hacerlo culpable.
David era Le vent de l’hiver, El viento del invierno, del ruso argen-
La sonrisa le duró como un año ahí, fija en la boca, y David la tino Raphäel Haroche . C’était le temps d’une autre année/ Le temps des
soportó sin muchos líos. Luego se sentaron en la sala, y después de néons allumés/ Le temps des témoins des colombes/ Le temps de la vitesse et de
quince segundos de mirar a David con la boca cerrada, Catalina le l’ombre/ Le temps des lettres jetées au feu/ Le temps où on était heureux. Era
habló, e inmediatamente David mandó a la mierda la idea de que lo la época de otro año/ La época de las luces de neón encendidas/ La
erótico solo puede encontrarse en lo corporal, porque la voz no es época de los testigos de las palomas/ La época de la velocidad y de
corporal, aunque nazca del cuerpo. la sombra/ La época de las cartas tiradas al fuego/ La época en la
que éramos felices.
La voz primera de Catalina felizmente había muerto, dándole
paso a otra mejor, a una voz lindísima, parecida a la de una trabaja- Y lo anterior, pronunciado por Sarah en un casi perfecto francés
dora juiciosa de líneas calientes. Y para aumentar el agrado, David costeño, era la locura. Y fue después de eso que los lugares empe-
se enteró, por un recibo huérfano que reposaba solo en el escritorio zaron a perder importancia sus juegos sexuales con Catalina: la co-
de la sala, que Catalina había retomado las clases de francés en la cina, el baño, las escaleras, el estudio. Ya no le preocupaba tanto el
Alianza, y con eso se le completó la atmósfera. espacio, y cada vez tomaba más fuerza su voz, la pronunciación vital
de las palabras salidas de la boca inocente y pequeñita de Catalina.
Y digo atmósfera porque para David, el acto sexual es una cosa
tan ceremonial como para un católico una misa, y para eso, según No era sino que pronunciara una frase, y David quedaba listo.
su teoría, se necesita crear atmósferas. Y según la misma teoría, las Decía, voy a comprar el pan para el desayuno, y era como si estu-
atmósferas sexuales no solo se construyen agregando elementos al viera recitando un poema de Mallarmé, como si dijera Un cisne de
espacio, ya sea éste un cuarto de motel, la casa de los tíos, la propia otro tiempo se acuerda de que él es, o cuando decía el tráfico de Bogotá
casa, el auto del abuelo o la casa prestada del amigo. Quiero decir es una mierda, se le hacía escucharla diciendo Yo vengo esta noche para
que también en las atmósferas la voz es importante, más allá de lo vencer tu cuerpo.
que se diga alto o se susurre, más allá de lo que se murmure o se gri-
Así duraron cuatro meses y dos días, socorridos por esa voz egó-
te. Las palabras en situaciones como esas, normalmente botadas sin
latra y perfecta, siendo resucitados del abismo al que los amantes
el egoísmo ramplón del pensamiento, si se saben decir, resultan más
caen una vez deciden preferirse. Después vino la ruina, la devolu-
favorables a la atmósfera que unas velas aromatizadas o que todos
ción de los libros y las películas del uno al otro, el crecimiento de las
los aceites especiales juntos.
distancias, la fecundación de la reversa del paraíso.

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Entre planes de fin de semana cada uno por su lado y mudanzas supuraron un olor mediocre a jarabe vencido que inevitablemente
sin sentido, se fueron perdiendo en la basura de la historia. Catalina se impregnó en las de David y que, menos mal, le duró muy poco.
empezó a trabajar de no sé qué en Omnilife, y poco a poco fueron Al subirse a la ruta para regresar a su casa, ya no lo tenía. Sus manos
cambiando sus cosas, y de paso las de David. En la última llamada volvieron a oler a él, y se sintió perfecto. Bajando en dirección a la
que ella le hizo, le pidió que se vean urgente porque, según ella tenía carrera séptima, por la ventanilla del bus, miró pasar la gente, la an-
algo importante que decirle. David le creyó, y agotó la opción, sobre gustia que la gente carga a diario y que se expresa hasta en la forma
todo para que no lo vaya a morder después el remordimiento por que camina. En el bus, dos de las quince mujeres que los acom-
las noches. pañaban, tenían brackets. A David le gustó verlas, pero le hubiera
gustado más escucharlas porque, para él, los brackets solo existen
Tomó un bus y se fue a la Candelaria. La esperó en el Café Pasaje, eróticamente en los dientes de las mujeres cuando ellas hablan.
y ella llegó siete minutos tarde.
Cuando apareció, la sintió fría, detestablemente helada. Intentó
tocarle los pies con los suyos por debajo de la mesa, y cuando lo
sintió pegó un salto parecido al de una mujer virgen cuando siente
una mano masculina cerca de su sexo.
David desistió de volver a amarla, pero también de empezar a
odiarla. No lo creía justo porque en el fondo pensaba que nada de
lo que estaba pasando era totalmente culpa suya, pues en este mun-
do actual tan lleno de bajezas, cualquier promesa de bienestar, ya
sea promulgada por curas, pastores, Walter Risos, Paulos Cohelos o
Cuauhtemoc Sánchez, merece fácilmente venias múltiples.
Aquella tarde Catalina le habló de la limpieza del espíritu a punta
de bebidas, de la importancia de liberar al cuerpo de malezas como
el sexo, de cómo volverse millonario vendiendo productos natura-
les. Le dijo que solo tenía que asistir a unas reuniones los sábados
en las mañanas cerca de Unicentro, que en ellas mostraban, a los
asistentes nuevos, testimonios reales de hombres de buena fe que
habían logrado lo impensable después de empezar a trabajar en esa
empresa.
David terminó de tomarme el café, se despedió de ella y salió.
Mientras caminaba hacia la Jiménez, borró su número del celular y
se dispuso a olvidarla. Cuando se despidieron, las manos de Catalina

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14. Posdata:
Los viernes solo empiezan realmente pocos minutos antes de acabarse. Mar-
garita, la amiga de Sarah, dejó anoche escrita ésta frase en el espejo
Negro: de mi baño en letra palmer, con el rojo frío y duro de su pintalabios
Ēsika antes de empujarse sus últimas 32 píldoras de Nembutal. A
Estamos en la mierda. Estamos en la reputísima, cabrona, loca y esa hora, 11 y 54 p.m., Bogotá estaba cariñosa, linda, pese a la lluvia
mediocre Mierda. Te cuento que ya vendí todo, excepto los libros. Y de diez días que no parecía terminar nunca, que en realidad nunca
como ya sales en 15 días de ese infierno de la cárcel, había pensado terminará del todo.
decirte si querías que hagamos un viaje.
La tía Clemencia, la que te mandó al abismo, murió hace tres Un abrazo,
semanas y no fui ni al entierro. No se lo merecía. Yo te creo a vos David.
porque te conozco desde que éramos niños. Y si tomaste prestados
los 500 mil pesos de su casa cuando vivías con ella fue porque que-
rías montar la obra que te iba a servir, no solo para graduarte, sino
para despegar como artista plástico.
Pero ella, en su locura moralista de camándula y velo negro asu-
mió eso como un robo y te mandó a la cárcel. Pero tranquilízate:
ya está pudriéndose en su cielito azul con sus angelitos que ojalá la
hayan esperado en bandada y le hayan metido sus divinas vergas por
el culo.
Cuando estés afuera renuncio a la revista. Tengo ahorros, la idea
es que nos vayamos a París y que nos emborrachemos en el cemen-
terio de Père-Lachaise. Tal vez ahí podamos por fin tomarnos los
tragos que tanto quisimos y gritemos juntos para que los cuervos
que andan aburridos recorriendo las tumbas se emocionen al escu-
charnos y se eleven como luces de juegos pirotécnicos celebrando
la hazaña.

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15. Pero como no todo siempre funciona como ella quiere, el pasa-
do jueves en la noche, Luisa, su profesora de Literatura, sin mala
intención según la misma Sarah, llegó a la clase cargada de bananos.

La afición de Sarah por el banano no es una cuestión de paladar, En principio Sarah pensó que se trataba de un regalo que algún
sino de oído. Así es, y no hay contradicción en esto ni explosión de estudiante le había hecho a Luisa al entrar a la universidad, o algo
así, hasta que les planteó el ejercicio: cada estudiante debía comerse
neurosis contenida, pues la forma musical que adquieren en ella las
un banano y luego escribir un texto a partir de esa experiencia.
distintas maneras que se usan para referirse a esta fruta, excepto las
más comunes, se le han convertido en una especie de notas musica- Sarah no lo podía creer, estuvo a punto de entrar en shock. De to-
les que juntas son capaces de competir con las mejores composicio- das maneras hay cosas contra las que no se puede pelear, sobre todo
nes de Chopin, Rachmaninov, Mozart o Mendelssohn, y que, está cuando se está dentro de la Academia, así es que, como no podía
segura, son muchísimo más importantes que la fruta misma y/o que negarse, terminó comiéndose el banano, el cambur, el topocho, el
el disfrute de su usual y perverso consumo: la masa entre sólida y guineo, y a cada bocado se sentía peor.
líquida del banano entrando a contra placer en su boca torturada.
Fue una de las experiencias más azarosas y dolorosas de su vida.
Plátano, también le llaman en algunas partes, y hasta aquí ya van
Después de clase, de regreso a casa en el Transmilenio, intentó
dos nombres: plátano y banano, pero faltan muchos. Por algo en de mil formas borrar de la memoria, de su cabeza y de su lengua la
1753 los estudiosos decidieron llamar musa paradisíaca a la planta que maldita experiencia, pero le resultó imposible. Se sentía terrible. Al
produce la fruta gracias a la compleja taxonomía del género, deno- llegar a casa no fue capaz ni siquiera de dormir. Cerraba los ojos y se
minación que hasta ahora se mantiene de acuerdo a las reglas del le venían imágenes de notas musicales entrando por su boca hasta
Código Internacional de Nomenclatura Botánica. atragantarla.
Nombres como cambur, topocho y guineo, entre otros, son los Se levantaba, encendía el televisor y volvía a apagarlo. Quería no
que han logrado que, personalmente, Sarah anteponga lo nominal soñar, y lo hacía. Si Luisa hubiera sabido lo que su dichoso ejercicio
a lo demás (el banano es rico en calorías, carbohidratos, potasio, le causaría a Sarah, no se lo habría propuesto.
vitamina A, vitamina C, etc.), cuando se trata de hablar de su gusto
por la fruta. Todavía hoy siente escalofrío. De solo imaginar que alguna de sus
amigas, dietéticas como son casi todas ellas, la invite a almorzar un
A Sarah no le gusta comer bananos. Le gusta, eso sí, escucharlos, día con sopa y con banano, se le ponen los pelos de punta.
como escucha diariamente en las mañanas a Glenn Gould interpre-
Después de ese terrible suceso, Sarah no ha dejado de sentirse in-
tando magistralmente a Bach en el piano mientras se ducha, o a la
cómoda, tan mal como un saxofonista al que el director de orquesta
media noche cuando los silencios empiezan a engordarse una vez
una mañana cualquiera le dijera que se coma el saxofón.
perdidos los ruidos vagos y viscerales de la ciudad.

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16. Amenazar con bajarse, buena estrategia. Quizás solo así David
pueda mirarla.
En los autobuses los pasajeros siempre suelen mirar a los que se
Sarah se sube al autobús y en la quinta silla de la fila izquierda, bajan. Entonces, se levanta de su puesto y corre con la suerte de que
después de mucho tiempo, vuelve a ver a David. Lo mira despacio. nadie más lo hace, pero empieza a sentir cómo la bombardean las
Vuelve a repetírselo: es hermoso, sobre todo cuando sonríe. Tiene miradas que no le interesan.
unos dientes brillantísimos y blancos. Debe andar por los cuarenta. Mirada uno: la señora que amamanta al bebé. Mirada dos: la
Y ahora Sarah sí lleva puesto el reloj por si a él le da por preguntarle malgeniada estudiante del Colegio Odontológico mientras le hace
la hora. Siempre que se lo encuentra en la ruta espera eso, que al reclamos a su novio por teléfono apretando unas fotocopias con
menos le pregunte la hora. la mano. Mirada tres: el vendedor de lápices. Mirada cuatro: Sarah
Bosteza. Puro nerviosismo. El maldito autobús va como un rayo. misma en el vidrio de la ventana. Mirada cinco: el conductor por el
retrovisor como diciéndole: ¡Oiga imbécil! ¿Se va a bajar o no?
Sarah quisiera que se detenga más seguidamente, que todos los
semáforos estén en rojo. No puede dejar de mirarlo. El pantalón con El orangután del conductor no quiere seguir y Sarah tiene que
la bota justa, las uñas sobrias y el cabello largo, suelto sobre su gran bajarse mientras David sigue en su puesto como si nada, mirando
espalda. Cuando él voltea la cara hacia la derecha, Sarah le descubre hacia los cerros.
un gesto maravilloso que no puede explicar. Ella quisiera sonreírle, Sarah sufre ahí parada como una estatua, agarrada de la varilla
pero no lo hace porque sabe que las sonrisas lanzadas con temor junto a la puerta. No le queda nada más que hacer. David mira al
casi nunca dan en el blanco. Con todo, permanece con la mirada occidente y la azafata de Avianca que está sentada al lado de él des-
abierta. pierta los celos de Sarah. ¡Qué idiotez! Sarah se baja. El orangután
Quisiera que la mire, pero David no lo hace. vuelve a arrancar y ella no deja de mirar a David hasta que pasa otro
autobús y lo borra completamente.
Y la lluvia que no cesa. Hace años que para Sarah la lluvia no cesa
y piensa, consolándose un poco, que en alguna parte David tendrá Sarah se quita el reloj de la mano, lo guarda en la cartera, respira
que bajarse de este aparato. Sarah ya casi está llegando a la Jiménez (cree que respira), y empieza a devolverse por la Caracas hacia el
y debió haberse bajado en la 42. Para ella los demás pasajeros no norte, caminando.
cuentan, son como bolsas de plástico amontonadas en una canasta.
El autobús le parece una canasta. Y como sabe que en esos casos lo
único que queda es intentar llamar la atención como sea, piensa en
levantarse y en demorarse llegando hasta el timbre.

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17. Entre el círculo de familiares y amigos de Matías, David no co-
nocía a nadie. Cuando llegó a la funeraria se encontró con pocos
deudos, pero con mucho chisme. Con pocas flores, pero con mucha
moda. Apenas 3 mujeres con traje de coctel, un perro intruso y el vi-
David llegó mareado. El vodka en ayunas es pesado, y más si se gilante. Las mujeres se habían ubicado en el fondo derecho del salón
ha comido poco en la noche anterior. Un trozo de atún pasado por y el perro daba vueltas olfateando las patas de las demás sillas vacías.
aceite, una copa de vino y pan untado con mostaza. Nada más. Y a
la mañana siguiente, muy temprano, 2 botellas de Absolut, sin parar, A veces no cuesta nada pensar en nada. Basta con llegar a una fu-
para no dejar que la pena se seque, para que se mantenga blanda y neraria y sentarse en un rincón en una silla plástica de color blanco.
no pese más de lo debido. David no estaba pensando en nada, pero imaginaba cosas. No
El asesinato de Matías lo tomó por sorpresa. Conejo, le decía sabía por qué justo en ese instante volvió mentalmente a la cabaña
Matías a David, y al enterarse de la noticia, esa palabra le sonaba y le cerca al bosque en donde pasó las mejores horas con Catalina en la
sonaba, toda su voz se le metía en la cabeza y en el cuerpo y casi no fiesta de Roberto.
lo dejaba pensar ni caminar. David recuerda que Catalina arribó en un Peugeot 206 rojo a la
Un disparo por la espalda en el occipital. Muerte instantánea. Lo fiesta del 31 de octubre de 2005. Recuerda que Catalina llegó tarde y
único que le robaron fue la cédula. Lo demás estaba completo: ropa, se embriagó temprano. Recuerda que las manos le sudaban cuando
zapatos, billetera. Pero nadie vio nada. Medicina Legal solo le dio la acompañó a la cocina a tomar agua, y que su vestido ya estaba
algunos datos. La Policía, investiga, es decir, jamás se sabrá nada de peleándose con su cuerpo.
los asesinos. En el lugar de los hechos aún puede notarse la sangre Piernas largas y firmes. Cigarrillo en mano y palabrotas a la hora
en donde estuvo la cabeza de Matías después del disparo. del sexo. La cocina de la casa de Roberto parecía un Hotel. La ven-
Si uno recorriera Bogotá con tiempo y con paciencia, encontraría tana de la cocina de la casa de Roberto permitía que la calle entrara
más manchas de sangre en el asfalto de sus calles, que flores en las a la cocina. En la alacena de la cocina de la casa de Roberto nunca
tiendas de la calle 63 con avenida Caracas, pensó David. faltaban los condones. Catalina nunca pudo con el sexo con condo-
nes. El sexo con Catalina nunca podía ser solo romántico. El traje de
No más hacía tres noches lo había visto en su propia casa, recién la esposa de Roberto era lo menos romántico que existía.
cortado el pelo, afeitado, con los pantalones aplanchados y la camisa
pulcra. Nada que diera pie a pensar en una muerte tan temprana, y David estaba en la cabaña y miraba al bosque, cerca. Se levantaba
tan violenta. de la mesa y sin decirle a nadie, caminaba hacia la espesura de los
árboles apenas empezada la noche. Atravesaba el potrero grande
Cuando le dieron la noticia, David se cayó, tragó grueso, se fue de dividido en cuatro potreros pequeños. Pasaba la quebrada. Escu-
bruces. Luego, medio zombie pero caminando por su propia cuenta, chaba el agua de la quebrada. Olía la hierba húmeda y sentía cómo
salió para la tienda, se jodió con el vodka más de lo que estaba y salió el rocío traspasaba sus zapatos y le llegaba a los pies causándole un
para la sede Chapinero de la funeraria Gaviria. escalofrío maravilloso.

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Entraba al bosque y caminaba sobre las hojas secas. Entre las –Tiene un lunar precioso, –le dijo David.
hojas secas se movían animales que no veía, pero que estaban con él,
cómplices como nunca, acompañándolo. La luna se podía ver pese –¿Perdón?, –le respondió la señora.
a lo tupido de las copas de los árboles. –Tiene un precioso lunar en el cuello, –insistió.
Los árboles mezclados con la luna daban ganas de llorar y las –Ah, sí, sé a cuál se refiere. Que tenga buena tarde.
lágrimas le salían naturales, sin esfuerzo, como si no hubiera dejado
nunca de llorar. Ella caminó hacia donde estaban las otras dos mujeres. Se levan-
taron, abrieron el cajón en donde descansaba Matías y se quedaron
Estando así, de repente sintió una voz que lo llamaba, pero Da- mirando el cadáver en silencio. Después, ya casi al llegar a la puerta,
vid estaba en el bosque y le costó volver a la funeraria. le hizo a David una señal de despedida con la mano y salió.
–¿Está bien?, –le preguntó una de las mujeres. Al mirar al centro del salón, David se dio cuenta de que había
–Sí, estoy bien, no pasa nada, –le dijo David. más flores. Cuando llegó solo había un ramo a nombre de una em-
presa de construcción para la que Matías había trabajado unos me-
–¡Esas lágrimas! Yo sé que todo esto es triste, pero hay que con- ses. Ahora miraba cuatro. Flores vivísimas ubicadas en forma circu-
fiar en Dios que todo lo puede, –continuó ella. lar, mezcladas, unas blancas y otras rojas.
!Dios! Otra vez Dios, pensó David, como si fuera algo, como si El vigilante leía el periódico en una de las sillas cercanas a la puer-
sirviera para algo. Lo tenían hasta las pelotas con Dios, y esa mujer ta y el perro daba vueltas por entre las flores que se habían caído de
que no conocía se le venía de frente para decirle que confíe en Dios. los ramos.
Él ni siquiera la miró al principio mientras le hablaba, hasta que se
le acercó más y lo abrazó.
Sintió sus brazos tibios y abrió los ojos. Solo pudo verle el cuello:
una cadena de oro, un hilito delgado y amarillo que le caía libremen-
te, y al lado de la cadena, un lunar. El amarillo de la cadena, el negro
de la seda del vestido y el marrón del lunar pequeñito lo sacaron del
todo del bosque y lo pusieron completo en la funeraria.
Quien como David halla el amor en una funeraria, está conde-
nado a amar hasta la muerte. Después de unos segundos, la mujer
aflojó el abrazo y lo miró a la cara. Él la miró también, por protoco-
lo, por cumplir y enseguida volvió a apuntar la mirada hacia el lunar.

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18. Letra palmer y tinta color rojo. Así estaba marcada la tarjeta, y
encabezando el mensaje, su nombre, mal escrito incluso, cambiado
una letra. Su nombre, según consta en la cédula es David, con de al
final, y la máquina lo había escrito sin de, Davi. Estaba claro: era una
La máquina. La ruin máquina de carne verde y olorcito grasoso. puta máquina que ni escribir sabía. Durante casi 72 meses David se
David no vio sino angustia untada como la mermelada en el pan, mantuvo en la incertidumbre. Solo había pistas pequeñas. Señales
angustia pegada, untada en todas partes la vez que se enteró que lo como cagadas de gato, pequeñísimas, y al final, solo supo que tenía
seguía. Y otra vez la máquina estaba ahí, pero no la Underwood 71, 35 años, piel blanca, nariz aguileña, que su grado era sargento, que
porque si al menos hubiera sido esa, la 71, David se habría deleitado
tenía más de 16 muertos encima a nombre del gobierno, y que era
haciéndola sonar tic tac tic tac tic tac hasta matarse, de insomnio, de
cliente fiel los viernes del Doll’s House.
ganas de decir, de escribir, de contar historias. A David se le hace
muy fácil matarse. Basta un sonido simple y ya le dan ganas de mo- En marzo (empezando ese marzo que tuvo a David contra las
rir, de tirar la vida al primer cesto de la basura que esté cerca. Y si cuerdas todo el tiempo), el primer viernes, se fue a buscarlo al Doll’s
es escuchando la canción Nocturno de Miguel Ángel Rivera, mejor. House. Esos ambientes fueron de su agrado en su adolescencia, pero
Cada canción lo mata, cada canto de pájaro, cada ruido suelto de no a estas alturas los detestaba. La calle 22. Con Caracas. Hervidero de
sabe qué. Le gusta matarse a él, pero no que lo mate otro. pus, de infección, de horas veloces, de inyección en el brazo, de pol-
La máquina estaba ahí, huesos incluidos, sentada, mirándolo. Otra vo mágico a buen precio envuelto en bolsitas pequeñas y cuadradas
vez la máquina, se dijo David y pidió una cerveza, sin vaso. Ya los calidad de exportación. Se fue hasta allá. TransMilenio. 8 estaciones,
tiempos en los que se podía fumar libremente en cualquier sitio, se y o.k. Llegó temprano, a las 11:40 p.m. En un lugar de esos, las 11
acabaron. Argumentan salud y bienestar, y otras cuestiones. Por eso con algo, es muy temprano. La rumba allí se alarga y para poder
tuvo que guardar las ganas del cigarro y quedarse solo con la cerveza. durar lo que los clientes necesitan, tiene que empezar tarde, es decir,
La máquina lo miraba. David sabía que lo miraba y no le correspondió tarde temprano.
a ninguna de sus miradas antes de las 11. !Puta máquina de mierda!,
Quien no sabe lo que significa vivir al límite, con ir a esa cuadra
se decía. Puta máquina de carne verde y cerebro cero. Tenía el olor
alborotado, como subido de tono, de volumen. Apenas entró al bar, puede saber cómo es. Las putas no están metidas en vitrinas, sino
reconoció el olor de la máquina. La nariz se le volvió flecos. Olió a la que se paran en las esquinas, o en los garajes de las casonas que
máquina y, sin verla, supo que estaba ahí, que lo estaba esperando. Ha- funcionan como prostíbulos. Niñas, adolescentes, negras, blancas,
cía meses que le había perdido el rastro, y el miedo. Era una máquina bajitas, altas. Allí se encuentra de todo.
cobarde, en el fondo, y sabía que no era capaz de ser ella misma sin David caminó un poco por el sitio y antes del Doll’s House, entró a
un arma para poder cumplir sus amenazas. La amenaza a David se la
una cantina. Siempre estaba pensando en la máquina. Siempre estaba
puso en la barra de otro bar, en agosto, en el revés de una tarjeta del
mirando hacia los lados. Siempre estaba cagado del miedo, pero lo en-
Doll’s House. “O te vas de la ciudad en los próximos días, o tendré que
frentaba. Lo peor de los miedos es no poder o no querer enfrentarlos,
empezar aplicar lo que me enseñaron en la escuela”, decía.
le había dicho alguna vez el psiquiatra novio de su amiga Maggie. Si

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uno no enfrenta los miedos, termina hundiéndose en ellos y de ahí no 19.
se sale nunca, le complementó el psiquiatra la tarde de junio en que
los visitó a Maggie y a él en su apartamento de la Colina Campestre.
Después de 15 cervezas, David salió de la cantina. Desde el en- No he tomado el bus todavía, pero en unos minutos me monto.
cierro no se enteró que había llovido, pero había llovido mucho. Las Quiero quedarme en la lumpanidad un poco más, en la veeduría per
calles de las ciudades con charcos y con putas son el mejor reflejo se, en la pre-existencia. La industria me ofrece perfumes, ¿pueden
de una ciudad triste. Los rojos de las faldas reflejados en el suelo, creerlo? Yo con la tristeza apretada en la mano y la industria ofre-
impregnados en el suelo, le dan a los andenes una categoría solem- ciéndome perfumes. ¡Se fijaron que Monserrate tiene las pestañas
ne. David recordó el cuadro de Jorge Olave en el que aparece un pintadas de negro? No, claro, es entendible.
hombre con un paraguas de colores caminando por las calles de una
ciudad vacía en pleno invierno. Pero esa parte de Bogotá jamás está Ustedes no andan tristes hoy, pero yo sí. Quizás de eso se trate
vacía. Siempre hay alguien hablando, bebiendo, negociando polvos todo. La tristeza cuando llega tiene tanto sabor a la ausencia última
con las muchachas, pasando el rato, exponiendo su vida, viviendo que nos convertimos en retazo, en musgo atado al árbol que no lo
sin límites. necesita. Les digo: quiero quedarme un poco más en la lumpanidad,
sentado frente a la ventana solamente un poco más.
Con 15 cervezas en el haber, el mundo cambia de epitafio. Todo
es leve, suave, como de algodón, y tal vez sea por eso por lo que Pasa Viviana, compañera de ex trabajo, y yo insertado en la tris-
David fue capaz de aventurarse a lo que sea. Es como jugar, como teza, ¿Qué pensará Viviana sin saber? ¿Con qué sueño adelantado se
estar en la casa y reconocerlo todo como algo familiar. Ahí, ya David acostará esta noche? La autopista 26 es un bostezo que no domina
le había perdido el miedo a la máquina. Estaba listo a enfrentarlo y Bogotá, aunque crea lo contrario. Un bostezo largo, como un túnel.
entró al Doll’s House dispuesto a todo. Una herida sin sutura. Un avión estrellado con 80 hombres adentro.
Esta voluntad esquizoide de la mano no suelta a la tristeza, y la
tristeza patalea y grita, pero no. Mi mano, no sé ya si esquizofrénica
o viuda completa, no la suelta. Sudor pesado en la mano apretando
la tristeza.
Ustedes no, lo sé. Ustedes callan de firme con algún pedacito de
sonrisa en donde estén, pero yo hoy no voy a ninguna parte. Quiero
quedarme un poco más en la lumpanidad, en el averno.
Suponiendo que se llame Sarah la chica que cruza el puente pea-
tonal, sufro a las Sarahs. No solo a la que pasa ahora por el puente
peatonal, sino a cualquiera en donde esté aplicándose lo que se apli-
que. Seguramente hay Sarahs miles en este instante en la ducha, y yo

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las sufro, como si fuera el agua que baña sus cuerpos y que pasa por 20.
una cicatriz y se detiene. Mi cicatriz ahora es mi nombre. Me llamo
David, y me dicen Conejo. Mi cicatriz ahora es mi frente. Mi cicatriz
ahora reluce en cualquier poro, en cualquier lunar que me sostiene.
Era marzo, y era frío. Al fin había logrado mantenerme sobria
Ahora entiendo un poco mi temblor. Si estoy sostenido por lu- después de 20 días enteros de incitarme yo misma a la desgracia y al
nares, lo más seguro es la caída. Miro al suelo y se me hace familiar. delirio. Ni siquiera recuerdo haber comido. Creo que no necesitaba
Primo gris del asfalto. Tío charco sobre el gris abuelo asfalto. Cor- comer, como cuando era niña. Necesitaba no levantarme, no oír, no
ten. Corten. Así la escena no se vende. Así la escena no combina con ver, no contestarme las preguntas que me salían por todas partes.
los flashes pútridos que salen de las ventanas de los apartamentos.
Delete. Borrar, en inglés y en español. Volver a empezar la ruina Mi cuerpo desnudo jamás fue una respuesta, pero sí, una pre-
contada como un cuento. gunta. Ese era el asunto, y lo es todavía: resolver preguntas, siempre
tener que resolver preguntas para todo, desde que me acuerdo.
No. Yo quiero seguir un poco más en la lumpanidad, no me sa-
quen de escena. No puedo devolverme. Ya despegué y voy así, y así En el colegio mi cabeza estuvo llena de preguntas, de miles de
me quedo un poco viajando en la lumpanidad, en la ataraxia. Iván preguntas que casi siempre se respondían con fechas y que anotaba
tiene camisa roja. Gonzalo tiene camisa a cuadros. Edwin no aparece en el cuaderno de forro verde.
por ningún lado. Julio, seguramente cuando llegue asomará con una
Las preguntas estaban escritas con tinta roja, y las respuestas,
camisa azul con cuello duro. Y la madera jamás fue tan dura como
cuando no eran fechas, en tinta negra, tachadas, siempre tachadas,
ahora, de color, de quietud, de estar ahí fijándome a la ciudad como
ilegibles. Y Gloomy Sunday, siempre Gloomy Sunday.
a un cartel de una obra de teatro cancelada por falta de público. ¡Qué
cómodamente lúcido es ver a la mano sonreír apretando la tristeza! Yo no sé por qué mi madre la escuchaba tanto si a mi padre y a
¡Qué dulce usar la herida para hacer notar que estoy presente! mí nos parecía una canción tan detestable. No pongas eso ahora, le
decía él mientras se sentaba en la sala a leer el periódico dominical.
Y bueno. Allí los dejo, por ahora. Los grillos sonando anuncian
Y yo, jugando con el desayuno, los miraba a los dos desde la mesa
formas de la soledad irremediable. Los veré pronto cuando esta silla
del comedor.
me expulse, cuando pueda vaciar este estómago lleno de lápices.
Yo, como siempre, imaginando cosas, pensando en el hombre
que pudiera hacerme feliz, en un hombre que no sea como mi padre
para que yo no tenga que ser como mi madre.
Era marzo, y era frío, y me llamo Sarah, y lo recuerdo.
La primera noche que pude ver a mis padres en su habitación
hundidos en el fango de su mal sexo, buscando infructuosamente
razones para volver a amarse, fue terrible.

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¿Qué amor habían construido para tener que comportarse así tan Mi vida a los 20 no estaba llena de historias, sino de flashes, de
cruelmente? imágenes sueltas. En ese conjunto, nada se concretaba. Borroso
todo, y condensado, imposible de quebrar. Las visiones de mí misma
Recuerdo mis preguntas, y recuerdo que jamás hubo respues- eran débiles: un rojo aplastado en un vestido de domingo, el soni-
tas. Yo creía que el amor era otra cosa, y dentro del amor, también do del viento entrando y saliendo por cualquier roto, por cualquier
pensaba que el sexo era otra cosa. Aquella noche habíamos llegado puerta o por cualquier ventana.
de la graduación de mi primo Alberto. Ambos habían estado muy
contentos, cada uno por su lado, gozándose la fiesta. Ni siquiera Las seis de la tarde me encantaban. Esa era la hora maravillosa.
bailaron una pieza juntos en toda la noche. Alistaba todo para que cuando llegara David no hubiera distrac-
ciones. Por fin lo encontré, era increíble. Un hombre como pocos
Cuando salimos a la casa, dentro del auto no hablaron de nada. ahora en estos tiempos.
Yo los veía desde el puesto de atrás y sus rostros eran como los de
dos personas que jamás se hubieran conocido, y lo que es peor, Le perdonaba la barba, por amor, porque cuando uno ama, ama
como si además de eso, se tuvieran miedo, y asco. en serio, o por lo menos yo amé a David muy en serio. Lo demás no
tuve que perdonárselo, estaba perfecto: buen porte, buen genio, un
Una vez en la casa, mi madre se quitó los zapatos elegantes en la poco culto, lo suficiente como para no exagerar en exposiciones de
sala, se aflojó un poco la blusa blanca, se tomó un vaso de agua y se arte conceptual cada dos días, pero tampoco para dejar de comentar
fue a la habitación matrimonial. sobre Arthur Miller o Anais Nin durante algún almuerzo.
Mi padre se quedó como venía, se sirvió un vaso de whisky, se La boda fue muy especial. Nada de carnes rojas y vestido blanco.
lo tomó despacio y entró a la habitación quince minutos después En común acuerdo con David, compramos el negro. Un vestido
detrás de mi madre. Yo entré a buscarlos unos minutos después de muy largo, tanto que tenía que ayudar a subírmelo con las manos
que mi padre entrara a la habitación. para poder caminar cuando lo tenía puesto.
La puerta estaba abierta. No toqué. La abrí despacio, y allí esta- La finca nos la prestó una tía de David, cerca a Guatavita, en un
ba mi madre, desnuda, cubierta con la sábana, y mi padre encima, lugar deliciosamente frío y rotundamente gris, alejada de Bogotá y
moviéndose lento. Ni siquiera hacían ruido. Mi madre tenía la mi- de su mierda de iglesias antiguas, cerca a un bosque sin una pizca de
rada fija apuntando hacia el cielorraso, y mi padre miraba hacia la smog cerca.
ventana.
Fue una ceremonia corta, pero linda. Los sentimientos los tenía
Ni siquiera se veían las caras. Si alguna vez alguien dijo que el apuntados a una misma dirección. Mi proyecto de vida con David
sexo era la única guerra en la que quien busca ganar, pierde, en esa empezaba. Éramos de sueño, muñequitos de cartón, de algodón, de
guerra sexual de mis padres, perdían ambos. plástico, duraderos, y los fuimos durante mucho tiempo.
Era mayo, y era frío, y ya casi no recuerdo nada de ese mes, solo Pero el mucho tiempo depende de la noción que cada uno tenga
que tenía 20. de tiempo. Mucho tiempo, para mí, fueron dos meses. Para algunos

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puede parecer una putada, pero así fue. Dos meses en los que nos Nos acostábamos a las 9, y antes ya habíamos hecho algunas
aplacamos, nos complementamos, nos construimos. cosas. David nunca pudo darlo todo sexualmente sin antes tomarse
por lo menos tres tragos de Vodka.
Fuimos una pareja muy nómada, muy trashumante. En esos dos
meses cambiamos tres veces de apartamento. Éramos como cule- Casi era una regla. La timidez es algo que no se puede vencer
bras que cambian de piel, de cascarón, pero que mantienen el fondo, tan fácil, y menos en situaciones como esa. Yo creí que solo tomaba
la esencia. licor cuando hacíamos el amor, pero no era así: tomaba siempre, y se
las arreglaba para parecer sobrio cuando llegaba a casa. Cuando íba-
Nos amábamos. mos al supermercado David compraba las botellas de Vodka, dos, y
le duraba una semana cada una.
Dos meses son suficientes para amarse toda la vida. David no
había tenido más mujeres antes de casarse conmigo, y yo tampoco Por mi parte yo compraba ropa interior, esa era mi debilidad. Los
había tenido relaciones amorosas con otros hombres. Yo no sé si colores de la ropa interior siempre fueron importantes para mí, y las
eso significó que nos centráramos en nosotros de una manera casi texturas. El algodón me gustaba y me gusta. Es una tela cómoda y
enferma y que no nos ocupáramos de asuntos que nos pudieran no talla nunca.
desviar del camino que nos trazamos cuando decidimos estar juntos.
Una pareja de inexpertos, eso fuimos, y en la falta de experiencia ***
se gestó todo nuestro acierto. No puedo llamarlo de otra forma: fue
un acierto. Pero, a lo que quiero llegar es a contarles por qué ahora,
ocho años después de muerto David, ando como ando, así, vestida Los lunes no son días, son otra cosa, números, un conjunto falso
elegante, de negro, y con la ropa interior en la mano. de pretensiones próximas, una idea vaga, una rueda suelta y oxidada
Cuando apenas pudimos pasar juntos las primeras noches, nues- bajo la lluvia en un taller de mecánica clausurado.
tras relaciones se parecían mucho a las de nuestros amigos: un poco Lo digo gritando, los lunes jamás viví en serio, ni antes con Da-
de desenfreno, algo de animalidad y mucho de timidez. vid, ni ahora que estoy sola. Es más: el día que descubrí los lunes,
los borré de todos los calendarios que tenía, incluido el que promo-
Tres factores peligrosos si no se saben manejar, pero efervescen- cionaba con fotos de corte turístico a mi adorado departamento del
tes si se encausan debidamente. Todas las noches hacíamos el amor, Valle y que mi prima Marcela colgó en la pared del comedor de mi
de domingo a domingo. Por lo menos una vez al día. Los sábados apartamento una de las pocas veces que vino a visitarme.
eran más enérgicos, no sé por qué.
Cero lunes, y cero también existencia.
Era como si en esos días tuviéramos un don que nos permitía ir
más allá de todo movimiento común y corriente. Si los lunes no existen, para mí, ahora, yo soy un lunes, es decir,
un número, un conjunto falso de pretensiones próximas, una idea
vaga, una rueda suelta y oxidada bajo la lluvia en un taller de mecá-

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nica clausurado. la frase en letras rojas. Me dolía el cielo y las nubes en su grosor de
luto.
Clausura, cerrazón, letrero de keep out en la frente y en todo el
cuerpo. Desde que murió David no quiero que nadie me toque, que Cuando las noticias malas van llegando, unos las huele. Cuando
nadie se me acerque con intenciones amorosas o románticas. me senté en la sala a tomarme el primer café de ese día, el aspecto
de la casa era distinto. Especialmente hay un mueble ubicado en la
Ni siquiera soporto el viento cuando me paseo desnuda por la esquina de la sala desde donde se puede ver la totalidad del aparta-
casa mientras no hay nadie más en ella. Pero siempre no hay nadie mento.
más en ella que yo misma, y por eso no soporto al viento tocándo-
me, mordiéndome cuando viene cargado de un frío espeso como Ahí estaba sentada. Ahí me ubiqué sin pensar en nada más que
sucede en las mañanas bogotanas. en tomarme mi café tranquila, y ahí empezó a mostrarse todo como
si se fuera a acabar el mundo. Mi sentido femenino me fue avisando
Verse en el espejo a diario y de cuerpo completo no es solo un de a pocos la tragedia.
ejercicio visual, y a veces es un acto vomitivo. El pasado martes
vomité cuando me vi desnuda en el espejo. Aunque era yo, me odié Primero fue el café. Nunca la taza que usaba para tomarme el
muchísimas veces en un segundo. café se había puesto tan rara. El borde circular tenía una mancha
negra pequeña que no pude remover al lavarla. Al principio no me
La mujer del vecino Alberto, Martha, anda por los 38, y es lindí- importó. Me pareció una mancha cualquiera en una taza cualquiera,
sima. Pero de eso no se trata, yo no podría solucionar este problema una de esas que no se puede remover al primer intento, pero que
diciendo que quisiera ser Martha. La cuestión así sería muy fácil. después de dos lavadas desparece totalmente. Después fue la músi-
Recuerdo el 26 de abril. Yo estaba puesta la ropa interior blanca, ca. Yo estaba segura que el Cd de Gloomy Sunday lo había guardado
solo las bragas. Me había acomodado en el lado derecho de la cama, en un cajón de esos en los que uno guarda lo que no quiere encon-
lugar que no me correspondía, pero que había terminado por inva- trar fácil.
dir después de tanto moverme y moverme, y levantarme y volverme
a acostar en la jornada sexual con David. Después de la última vez que a David le dio por escucharlo, sin
que él se diera cuenta, lo guardé en ese cajón al que nadie, excepto
Yo no sentí cuando él se levantó y salió. Al darme cuenta de su yo cuando estoy triste, tiene acceso.
ausencia, me imaginé que había salido a hacer alguna de sus cosas: o
a comprar el diario o a fumarse un cigarrillo a la tienda de la esquina Es más, ni siquiera sé en dónde guardé la llave de ese cajón, pero
a buscar algo de Vodka. lo raro es que cuando encendí el equipo de audio, empezó a sonar
Gloomy Sunday, y apenas comenzó, quise apagarlo con el control
Me quedé en la cama hasta bien entrada la mañana. No tenía remoto, pero no me fue posible.
ánimo de levantarme. Me dolían las piernas. Me dolía la espalda. Me
dolía la vida. Me dolían las ventanas. Me dolía el país. Me dolían las E incluso me acerqué y quise sacar el Cd manualmente y ni así
palomas. Me dolía la ausencia de David. Me dolía David completo. pude lograrlo. Repito: cuando las noticias malas van llegando, unos
Me dolía el tiempo. Me dolía de mí misma. Me dolía la puerta con las huele. Es un decir. En realidad, uno no las huele, pero las siente.

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El otro dato que me preocupó fue el vestido violeta de Ana, la 21.
esposa de Roberto, el dueño de la tienda de enfrente. Jamás se po-
nía ese vestido para algo que no fuera un velorio, y ese día, después
de tomarme el café, me asomé a la ventana y la vi caminar con ese
vestido puesto. David:

En seguida llamé a Roberto para preguntarle si algún familiar


suyo o de Ana había muerto en esos días, y me dijo que no, que
Yo no sé hasta dónde, flaco. Siempre me medí mal y llegué al
nadie. Después de hablar con Roberto por teléfono, me empecé a
infierno de primera. Parece que para el dolor estoy hecha una diva.
sentir mal.
Ya me ves aquí, con vos, pidiéndote paciencia sin saber hasta dónde
Y fue en ese instante, cuando iba a empezar a recoger los libros puedo llegar en esta suerte de pluma bailando sobre el desierto, so-
que David había dejado regados en la mesa, que empezaron los gri- bre el terreno movedizo de ese desierto que sos vos y que me mata
tos. Juliana, Pedro, Luis, María y Josefina. Yo reconozco bien los de frente, de sed, y de amarillos.
gritos de las personas de la cuadra, y eran ellos. Apenas los escuché,
Todavía no encuentro los límites, pero mientras tanto me muevo
me asomé a la ventana y los miré cargando algo como un bulto.
por tus miedos, y por ese amor lánguido y amargo con el que me
Estaban casi en la puerta del primer piso del apartamento. Descalza
inauguras como piel en las mañanas. Yo no sé, flaco, pero creo que
como estaba, bajé y me lo contaron. Eso que en principio parecía un
deberíamos pensar en serio en acomodarnos en la habitación de
bulto, era David. Su cuerpo estaba amarillo. Yo no lloré. Solo agarré
alquiler que vimos en el aviso de la cigarrería. El afuera anda tan
el cuerpo muerto en las manos e intenté subirlo al apartamento. Es-
negado que en él ya ni siquiera somos nuestros rostros.
taba muy pesado y no pude lograrlo. Me senté en la acera, y lo revisé
completo. Era David, y no era, al mismo tiempo. Es increíble cómo Allí, hundidos, sin fuerza pública y sin esperanzas, tal vez poda-
las personas cambian de vivas a muertas, cómo se vuelven otras, mos salir de esta etiqueta ridícula de fotografía de los 90.
cómo se vuelven extrañas, cómo nos olvidan, cómo nos matan tam-
bién en un instante. Voy por cigarrillos, pero te lo digo de una vez: Sácame del afuera
y libérame en el encierro prodigioso de esa habitación, aunque no
Yo le había advertido siempre de los peligros del exceso de vo- tenga ventanas. Y si todavía te duelen hasta el amor los jardines, ahí
dka, pero nunca me hizo caso. A los 38 minutos llegó la Ambulan- tengo el vestido de flores para lucírtelo siempre.
cia. Se lo llevaron y me empecé a sentir mal. Me dolían las piernas.
Me dolía la espalda. Me dolía la vida. Me dolían las ventanas. Me do-
lía el país. Me dolían las palomas. Me dolía la ausencia de David. Me Sarah.
dolía David completo. Me dolía el tiempo. Me dolía de mí misma.
Me dolía la puerta con la frase en letras rojas. Me dolía el cielo y
las nubes en su grosor de luto.

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22. 23.

Sarah: ¿Cómo íbamos a pensar que fuera tan pronto? Y en este hoy, en
esta noche, con toda la nostalgia puesta y la alegría mezclándose,
roto el espejo ya de nuestros niños hijos y transformados sus rostros
Me tragué tu foto. La sentí bajarme lentamente hasta el estóma- crecidos en sueños reales, hay que celebrar, encendiendo la lámpara
go, quedarse allí tres tardes y devolverse hasta mi boca como un pá- de Dios que nunca falta.
jaro herido. Luego la vomité, pero ya estabas adentro. Ya estabas es-
tampada en las paredes de mis intestinos y contra eso no hay cuerpo Hay que decir también con toda la amplitud que el corazón per-
ni vísceras que puedan. Ahora que te tengo adentro, que no respiro mite, que toda esta belleza junta no hubiera tenido ni fondo ni for-
sino tu piel, afanosamente tu piel hasta el malestar y la pérdida del ma sin la instrucción impartida por los maestros quienes asumieron
sentido, me siento a acariciarte, tocándome. el reto de poner a volar a estos jóvenes cuando apenas empezaban a
mirar las alturas desde la comodidad del nido.
Ahora que te tengo adentro, ya no me puedo mover cómodo en
la tierra. Y en el nido estábamos nosotros, abrigándolos, cuidándolos, y
nos dolió verlos pequeños madrugar, irse alejando de a pocos, de-
La última vez que quise correr, salí volando. jarlos en la ruta, subirse al autobús, saludarnos desde la acera. Era
como si nos partiéramos en dos y una parte nuestra se fuera con
ellos.
David.
Así fue, y así seguirá siendo desde ahora. Y hagamos uso del
presente: ya estos jóvenes se alistan a tomar las decisiones de sus
vidas, y nosotros a seguir amándolos al respetarlas. Sus vidas propias
comienzan a gestarse desde hoy, y el mundo espera inmenso para
acogerlos.
Mil bendiciones para ellos, que todos los valores inculcados en la
familia y en el colegio sean la base para que puedan ser personas de
bien y realizadas porque la realización de nuestros hijos es también,
en algún sentido, la realización nuestra.

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De nuevo va el agradecimiento al colegio, a los docentes por su
generosidad y su sapiencia. Nosotros esperamos ver pronto floreci-
das las semillas que sembramos.

José Manuel Díaz Rocco


Padre de David Díaz Valenzuela
Bogotá/Junio de 1990.

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