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Presentación
En este apartado se analizará la relación entre el plano interventivo
propio de la Psicología Comunitaria y la Psicología, con el interés de, por
una parte, establecer el vínculo que mantiene y ha mantenido este campo
profesional, con las producciones epistemologías y conceptuales
disciplinares, como fundamento de la tesis según la cual la Psicología
Comunitaria en la medida que se nutre directamente desde los desarrollos
de la Psicología o la Psicología Social, debe ser asumida como un campo
técnico de carácter profesional sin autonomía disciplinar.
Primero. Esta autora define que las Prácticas Discursivas serían enun-
ciados o proposiciones constituidas desde dinámicas históricas, en el sen-
tido general de que ellas son idiosincrásicas y siempre están referidas a
una sociedad particular, en la medida que se establecen, adquieren valor,
son elegidas, circulan y hacen parte del intercambio organizativo de la
sociedad, entrelazadas por tanto con las contiendas y luchas que permiten
y/o impiden realizar un deseo o interés, para una colectividad humana
particular y situada epocalmente.
Los objetos no se constituyen “de por sí” como indica Ibañez (1994),
sino que son constituidos a través de la comunicación y se sitúan, por lo
tanto, en la esfera de los signos, los cuales instituyen su significado en la
interacción entre las personas y son necesariamente propios de una colec-
tividad de seres humanos, y surgen en el marco de la intersubjetividad y
por medio de ésta.
Dicho desde Gergen (1996), los términos con los que damos cuenta y
conseguimos la comprensión del mundo y de nosotros mismos no están
dictados por los “objetos”, sino que ellos son productos del intercambio
que se da entre personas, están situados histórica y culturalmente y son el
resultado de la coordinación humana de la acción.
Por tanto, los sujetos son funciones derivadas de los enunciados y, por
tanto, el «yo” es una realidad interindividual, producto de las relaciones
sociales, que siempre son relaciones de poder (Cabruja; 1998; Parker;
1996).
Además, se asume que toda ideología, por más pura que sea, es inter-
ideológica, intertextual, polifónica, contradictoria y ninguna ideología cons-
tituye nunca el único sistema a partir del cual alguien realiza sus interpre-
taciones.
Por tanto, la vía del cambio social implica modificar los factores es-
tructurales y/o actuar sobre los sujetos de manera que ellos adquieran mayor
control sobre su medio ambiente. La principal meta de la intervención
comunitaria es que los individuos logren el control sobre los refuerzos y
las contingencias de la vida cotidiana para que sean autogestores de su
propia transformación y la de su ambiente.
«... (el) objetivo es lograr la autogestión para que los individuos pro-
duzcan y controlen los cambios en su ambiente inmediato. Actuando so-
bre los individuos, como agente de cambio, el psicólogo en la comunidad
debe inducir la toma de conciencia, la identificación de problemas y nece-
sidades, la elección de vías de acción, la toma de decisiones y con ello el
cambio en las relaciones individuo-ambiente, con la transformación de
éste último” (Montero; 1984, página 397).
Ahora bien, en términos más precisos podemos definir que esta lógica
interventora, en la medida que define como objeto y delimita como planos
relevantes en el origen de los problemas, también actúa interventivamente
en los planos simbólicos, relacionales y de acción social.
Acción reflexiva
Se distingue así entre los sistemas abiertos y los cerrados, con relación
a la capacidad de intercambio de energía que mantienen con su medio y se
define a los sistemas abiertos según sus propiedades de Totalidad, Retroa-
limentación y Equifinalidad (Feixas y Villega; 1993).
Así, se considera que para que un acto sea desviado, la sociedad tiene
que rotularlo como tal poniendo en juego el factor de los significados so-
ciales de las conductas, que no son independientes ni de quien las practica
, ni de quienes ejercen el control (Baratta; 1986).
Así, los sistemas psíquicos son sistemas que producen conciencia me-
diante la conciencia, y en esa medida están vinculados autorreferencialmente
a sí mismos, no siendo posible concebir intercambios con el exterior.
Los procesos de evaluación que los individuos hacen del grado de ame-
naza del evento estresante y la evaluación cognitiva que se dirige hacia
los propios recursos de El segundo proceso que interviene es el afronta-
miento, entendido como el proceso a través del cual la persona maneja las
demandas que ha evaluado como estresantes (y hablamos en este caso de
afrontamiento dirigido al problema), o también de las estrategias que utili-
za para manejar las emociones suscitadas por el problema (en este caso,
hablamos del afrontamiento dirigido a la emoción).
Sin embargo hoy se considera que no todos los cambios son estresantes,
sino solamente aquellos que para el individuo son indeseables. Por tanto,
podemos definir los acontecimientos vitales estresantes como aquellos
eventos percibidos como indeseables y que requieren un reajuste impor-
tante en las actividades cotidianas.
Densidad: las redes densas son aquellas en que los sujetos interactúan
frecuentemente.
Por tanto, el impacto del estrés sobre la salud sería menor en presencia
de Apoyo Social. Al igual que ocurría con la hipótesis anterior, ésta tam-
bién ha recibido numerosas pruebas a su favor. Es decir, los principales
tipos de apoyo (emocional, material e informacional), protegen de los efec-
tos patógenos del estrés.
Por tanto, desde esta lógica de trabajo se asume que un individuo que
enfrenta situaciones que exigen cambios en su estrategia de relación habi-
tual, debido a factores provenientes del ambiente o de sus propias caracte-
rísticas psicológicas, y que no tiene condiciones para encararlos (por fac-
tores ambientales o psicológicos), desarrolla respuestas desadaptativas y
automantenidas.
Los esfuerzos para aliviar los problemas personales y promocionar la
salud deben partir por la modificación y mejora de las situaciones y con-
textos del entorno y de los repertorios conductuales humanos.
El rol del profesional involucra esfuerzos para ajustar los recursos del
entorno social a las necesidades psicosociales de la persona. Estas inter-
venciones pueden incluir, iniciativas para generar cambios en la estructu-
ra o composición del entorno social, cambios en la conducta individual o
las actitudes, o cambios en la calidad y frecuencia en la interacción entre
la persona y uno o más miembros de su entorno social. Conlleva tres acti-
vidades fundamentales: a) la creación de las condiciones que conduzcan a
la expresión del apoyo necesitado, b) determinar si ese apoyo tiene lugar,
y c) la evaluación de su impacto.