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COSTUMBRES DE MEXICO

Cada país exhibe preciosos detalles tradicionales que lo distingue. En México


nuestras costumbres son la suma de tradiciones religiosas, místicas y una amplia
cosmovisión.

Lo sagrado en México se despliega en múltiples dimensiones. Lo espiritual, lo


religioso y lo divino permean los actos cotidianos de una forma muy
especial. Además, se trenzan tradiciones diversas para articular el panorama
amplísimo de nuestra cosmovisión.
Casi todas nuestras costumbres, especialmente las más arraigadas, responden al
reconocimiento de un simbolismo que no se revela a primera vista. Y hasta los que
no practican religión alguna, rinden culto a las preciosas costumbres mexicanas,
sin cuestionarlas, porque su ejercicio es un bálsamo que reconforta la identidad
personal, a través de la conexión con lo comunitario y su imaginario.
Desde la estrecha y simpática relación que los mexicanos tienen con la muerte,
hasta los extraños rituales para traer fortuna en el año nuevo, en México hay
costumbres que sorprenden hasta a algunos mexicanos.

ALIMENTAR A LOS MUERTOS, PORQUE SIGUEN AQUÍ

La ofrenda a los muertos que se pone anualmente en las casas mexicanas,


combina simbología mexicana con prehispánica. Cada uno de sus elementos
responde a un significado especial. Los platos de comida son elementos
protagónicos. Es una de nuestras más fuertes costumbres, la de alimentar a los
muertos. Se cree que ellos reciben la esencia de esos alimentos y la materia, nos
la comemos los vivos. Mientras que unos optan por colocar en la ofrenda los
alimentos y dulces favoritos de sus muertos queridos, nunca falta el tradicional pan
de muerto o los moles con pollo y arroz.
PARA TODO MAL, REMEDIOS CASEROS

Los mexicanos tenemos la mala fama de auto medicarnos. Y la fama no viene sin
justificación. Es posible que confiemos con mucha soltura en nuestro saber
medicinal. Y esto tiene un trasfondo interesante y es que preferimos los remedios
caseros a las visitas al médico. Los tés de hierbas y flores nos sirven para curar
desde simples resfriados, hasta tremendas infecciones. Y no hay quien ponga en
duda los calditos, los baños calientes, “las sobadas” de alcohol, las “purgas”,
masajes y otros remedios caseros; estos nos han mantenido sanos por siglos. 
A los tamales berrinchudos, les toca patada
Pocas costumbres tan curiosas, como el ritual que rodea la preparación de los
tamales. Variedades de tamales hay tantas como de tacos. Es uno de los
alimentos más importantes de nuestra gastronomía y en cada región del país se
les hace justicia de forma especial. Y a pesar de ser tan comunes y
cotidianamente encontrados, los tamales no son fáciles de preparar. La masa
rellena y envuelta totomoxtle (hoja seca de maíz) se coloca en una vaporera, que
se cierra y, en un acto de fé, se deja sin tocar por espacio de una hora y veinte
minutos, aproximadamente.
No se pueden revisar los tamales en el transcurso, así que las cosas podrían salir
mal y no te das cuenta hasta el final. La masa de los tamales se puede cortar y
hacerse grumosa. Por eso, al meterlos a la olla el tamalero o tamalera les echa
una bendición. A continuación, al tapar la vaporera, se le amarran un par de tiras
de totomoxtle a las orejas (agarraderas), para que esta no escuche los chismes
que se cuentan en la cocina. Se recomienda nunca cocinar tamales enojado,
porque a los tamales los afecta y “hacen berrinche” y no terminan de cocerse.
Cuando las cosas salen mal, el tamalero o tamalera tienen que darle una regañiza
a los tamales. Algunos les gritan groserías, otros le dan patadas o golpes a la olla.
Por eso algunas vaporeras están golpeadas o “pachacateadas”.
No pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino

Las piñatas son una de nuestras costumbres más bonitas. Originalmente se


rompen en las posadas y tienen forma de estrella con siete picos. Cada pico
representa a un pecado capital y uno se venda, porque lucha con ciega fé.
Cuando la rompes, obtienes la recompensa merecida. Ahora las piñatas son
sinónimo de fiesta y las rompemos también en cumpleaños y otras celebraciones.
Algunas representan a personajes queridos y otras, siguiendo con la tradición de
romper lo negativo, representan a personajes despreciados.
La buena fortuna no es pura suerte
A estos rituales algunos les llaman superstición, pero para muchos mexicanos el
destino está en la palma de la mano. Se trata de cumplir con las costumbres, para
asegurar que el año nuevo esté repleto de bondades. Algunas de estas prácticas
tienen orígenes en otros países, pero más de un mexicano las sigue el pie de la
letra.
Para asegurar la abundancia, se deben esparcir lentejas en la puerta de la casa.
Llevar una moneda oculta en el zapato, durante la celebración del año nuevo,
promete que no faltará el dinero. Otros, barren de la casa hacia la calle,
ahuyentando las cosas negativas. Una variante es arrojar agua, que representa la
tristeza.  
Lo único obligatorio, es disfrutar del agradecimiento
El tequio solía ser el trabajo forzado que los españoles imponían a los
indígenas como tributo, pero ahora así le llamamos en México a las faenas
colectivas. El tequio ahora es la preciosa costumbre de apoyar a un miembro de la
comunidad en labores físicas, como limpiar un terreno, recoger escombro de una
construcción o elote en una milpa. Así, recupera su función prehispánica, cuando
de se le llamaba “tequiutl” a esa labor colaborativa que tenía que ver con un acto
que podría ser considerado de participación ciudadana y que definitivamente
reforzaba lo comunitario. El tequio se cumple a condición de que, cuando uno lo
necesite, todos los demás miembros de una comunidad apoyen en sus propias
labores. Al finalizar, se sirve comida y bebidas para todos, tal vez tacos de guisado
y refrescos, en agradecimiento a los que atienden al tequio.

Frases mexicanas que lo dicen todo

Hay frases que no importa qué tan buen español hables, si no le has agarrado la
onda a la comunicación mexicana, simplemente no te acaban de quedar de
quedar claras o, de plano ni entiendes. Y es que a veces decimos cosas para
resultar contundentes y sin dar más rodeos, terminar una conversación.
El clásico “Pos sí” (con sus variantes, “pues sí” y “pus sí”), deja en claro que uno
queda de acuerdo, aunque no esté necesariamente conforme, ya sea con su
interlocutor o con las circunstancias presentes.
Parecido es el “ni modo” o “ni pedo”, que resuelven obligándolo a uno a poner
manos a la obra, frente a un contexto lejos de ideal.

Y claro, no olvidemos el “por ahí”, que, cuando se usa como respuesta al “¿dónde
estabas?” o  al “¿dónde está tal o cual cosa?”, significa: no sé, o, en su debido
caso “qué te importa”. Pásame el deste o la desta, expresa con mucha claridad
que se necesita aquella cosa que evidentemente sirve para resolver un problema
del momento. Si no sabes qué es “el deste o la desta”, pus ni modo.

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