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“Padre y Señor mío”

Sermón de la Solemnidad de San José

Este año se cumplen 150 aniversario en que el santo Varón, fue proclamado como
protector de la Iglesia universal, “El Papa Pío IX, atendiendo a las innumerables
peticiones que recibió de los fieles católicos del mundo entero, y, sobre todo, al ruego
de los obispos reunidos en el concilio Vaticano I, declaró y constituyó a San José como
Patrono Universal de la Iglesia, el un 8 de diciembre de 1870.” Por el decreto1
“Quemadmodum Deus”.
El mismo decreto afirma, “Y puesto que en estos tiempos tristísimos la misma
Iglesia es atacada por doquier por sus enemigos y se ve oprimida por tan graves
calamidades que parece que los impíos hacen prevalecer sobre ella las puertas del
infierno…” y más adelante dice: “Nuestro Santísimo Papa Pío IX, conmovido por la
luctuosa situación de estos tiempos…” pone a toda la Iglesia bajo la poderosa
protección de San José.
Los tiempos no han cambia tanto que digamos, es más, parece que el influjo de
satanás, sobre el mundo ha ido en crecimiento. La Iniquidad a llegado a niveles tan
osados de quitarle la vida a los inocentes en el mismo vientre materno, pecado este
“que clama al cielo”, la misma santa Iglesia a sido desprestigiada por escándalos de sus
ministros; y ahora, esta pandemia del Coronavirus (COVID 19).
Solo nos queda mirar al cielo, y clamar a nuestro Protector, san José intercede
por nosotros; protector de la santa Iglesia ven a auxiliarnos; patrono de la buena
muerte, ayuda a bien morir a los enfermos de esta pandemia; terror de los demonios,
espanta los malos espíritus que atentan contra la vida; custodio de las vírgenes,
fortalece a tus hijas; protector de los sacerdotes, fortalece sus deseos de santidad.
Debemos clamar al cielo en estos tiempos de incertidumbre. Clamar al cielo
con el titulo de hijos de san José, por que verdaderamente somos sus hijos, somos
propiedad de san José, le pertenecemos del mismo modo que le pertenecemos a
María, y si, somos hijos de María santísima lo somos de igual modo de san José.
Y esto se da de un modo real, por la unión matrimonial que hubo y hay entre el
santo patriarca y la santísima virgen María; por ley natural, los bienes que pertenecen
a la sociedad matrimonial, pertenecen en cierta manera, tanto al esposo como a la
esposa. Por esa “comunidad universal de bienes” que debe existir en la sociedad
matrimonial. “el matrimonio exige una plena comunidad de vida en todo orden de
cosas, en tanto que se está ante un proyecto de vida en común, en donde no debería
existir lo tuyo y lo mío pues se trata de dos personas que unen sus vidas para compartir
todo, lo bueno y lo malo, y piensan que la existencia de patrimonios separados puede
introducir un elemento de desavenencia y por qué no de confrontación 2”

1 http://www.traditio-op.org/santos/San%20Jose/Quemadmodum%20Deus,%20Pio%20IX.pdf
2 Régimen de la comunidad universal de bienes y deudas: La sociedad conyugal se convierte en el titular único de un solo
patrimonio. No existen patrimonios de los cónyuges, pues el patrimonio del hombre y la mujer antes de casados, y por lo tanto
independientes hasta el momento de contraer matrimonio, se fusionan a raíz de este en uno solo, no importando la causa o la
“Padre y Señor mío”

Ahora bien, fue verdadero y legitimo el matrimonio existente entre José y


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María , con las obligaciones y deberes que todo matrimonio de su época exigía; por
otro lado, no podemos pensar que hubo división de bienes entre los santos esposos,
donde todo era común, y donde reinaba la más alta caridad. Lo que es de María es de
José, y lo que es de José es de María.
Esta unida de bienes es un gran beneficio para nosotros, que nos atrae grandes
gracias del cielo.
Por el voto de esclavitud a María, somos también esclavos de san José, por
nuestra consagración de hijos de María, somos también Hijos de san José. ¡Que dicha
la nuestra!
Por eso santa Teresa de Ávila, lo llamaba con el título de “Padre y Señor mío 4”;
ella vislumbraba esa pertenecía a san José por ser una de las hijas de la Virgen del
monte carmelo;
Se cuenta que en la vida de san Juan de la Cruz este hecho:
“En Andalucía, donde vivió más tiempo, tenemos otros hechos o
episodios. El siguiente lo cuenta el P. Juan Evangelista, que fue testigo de
él, el confidente mas duradero y fiel de San Juan de la Cruz. Este estaba de
Prior en el convento de los Mártires de Granada. Era el confesor de las
carmelitas descalzas de la ciudad y en una ocasión en que no podía ir él,
mandó a dos religiosos a que le suplieran: eL P. Juan Evangelista y el P.
Padre de la Encarnación. Al volver de las monjas se les hace encontradizo
un hombre de aspecto venerable y traje negro. Se coloca en medio de os
dos y les pregunta de donde vienen. De las monjas descalzas, responde el
P. Pedro. Muy bien hacen vuestras reverencias, replica el hombre
misterioso, de acudirlas. ¿Qué es la causa que en su Orden tienen tanta
devoción a San José?. Nuestra Madre Santa Teresa le era muy devota,
porque le había ayudado mucho en sus fundaciones y le había alcanzado
del Señor muchas cosas y por esta causa las casas que ha fundado las ha
intitulado de San José. Y hay otro favor, mírenme a la cara y tengan
mucha devoción a este Santo que no le pedirán cosa que no la alcancen
de él. Y desapareció el personaje misterioso.

época en que los bienes fueron adquiridos o contraídas las deudas. En este régimen todos los bienes, tanto los llevados al
matrimonio como los adquiridos por ambos durante la vigencia del matrimonio, tienen el carácter de comunes, responden por las
deudas contraídas tanto por el marido como por la mujer, y los bienes existentes al término del régimen después de cubierto el
pasivo, se dividen por igual entre los dos cónyuges. Este régimen halla su fundamento en la idea de que la comunidad de vida que
entraña el matrimonio no puede ser circunscrita a la esfera afectiva o moral, sino que debe abarcar la totalidad de los cónyuges.
Se señala que la existencia de patrimonios separados implica intereses independientes y aun eventualmente opuestos, lo que
daría lugar a un resquebrajamiento de esta unidad de vida, resultando en cuanto a los intereses económicos, que cada cónyuge
fuera un extraño para el otro. Refieren que el matrimonio exige una plena comunidad de vida en todo orden de cosas, en tanto
que se está ante un proyecto de vida en común, en donde no debería existir lo tuyo y lo mío pues se trata de dos personas que
unen sus vidas para compartir todo, lo bueno y lo malo, y piensan que la existencia de patrimonios separados puede introducir un
elemento de desavenencia y por qué no de confrontación.
3 Prueba de esto lo tenemos en los santos evangelios:
4 Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de
otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo
hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido (V 6,6).
“Padre y Señor mío”

Cuando llegan la convento cuentan al Prior lo que les ha pasado. San Juan
de la Cruz no muestra extrañeza alguna y les dice: “¡Callen, que no lo
conocieron! Sepan que era San José. Habíanse de arrodillar al Santo. Y no
se les apareció por ellos, sino por mí, que no le era tan devoto como
debiera, pero lo seré de aquí en adelante”.

Nosotros, que apelamos tanto a su intercesión, y que lo importunamos, no


esperemos que nos aparezca, rindámosle el honor que se merece a tan buen Padre;
¿Cuántas gracias en el orden espiritual el santo patriarca nos concede?; ¿cuántos
bienes en el orden temporal y material recibimos por su intercesión? acudamos a él
con el titulo de hijos, no nos avergoncemos de llamarlo Padre, pues él tiene una
delicadeza de Padre para con cada uno de nosotros.
San José protector de la Iglesia intercede por nosotros.

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