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Solemnidad de San José

Hoy festejamos la solemnidad de San José:

“Aquel maravilloso varón, vigoroso y obediente como la centella que parte la


nube;
mira el secreto y lo custodia con celo semejante al de sesenta valientes armados
, con sus espadas en vela por causa de los temores nocturnos. 1”
Así en un pesebre, comienza la tarea más grande que un hombre pudo llevar
sobre la tierra.

San José, tuvo la misión de ser custodio de la sagrada familia, misión que ahora,
nosotros sacerdotes debemos continuar, haciendo como dice el padre Petit de
Murat: en una hermosa idea:

“Todo sacerdote es la continuación de san José en cuanto que al sacerdote se


le ha en comendado el cuidado de una Virgen: la Iglesia, y de un Niño: la
Eucaristía2".

San José no fue sacerdote, ni de la antigua ley, ni de la nueva, pues vivió con
alma sacerdotal, es decir:

Vivió sacrificándose diariamente, sin sentirse victima.

San José está vinculado al sacerdocio de la nueva alianza de una forma directa y
estrecha. Ya sea porque de manos de san José, nuestro Señor aprendió los ritos
de la pascua, los cuales el usaría luego para instituir, el santo sacrificio de la
Misa, que diariamente celebramos. O Porque con su trabajo y fatigas alimento
el cuerpo que dio como alimento en la última cena y que luego entrego en la
cruz.

Dice san Juan Pablo II, en la exhortación apostólica “REDEMTORIS CUSTOS”, el


número 16 :“Por eso en el sacrificio eucarístico la iglesia venera ante todo la
memoria de la gloriosa siempre virgen María, pero también la del
bienaventurado José, porque “ alimento a aquel que los fieles comerían como
pan de vida eterna.3”

Por eso Quiero destacar de él solo unas virtudes, o aspectos de su vida que nos
pueden ayudar; una referente a el trato con la sagrada Eucaristía, ya que
debemos custodiar a ese niño, que todos los días traemos al altar, …
1
P. Petit de Murat O.P. ; Meditaciones de Navidad; Ediciones del Archivo de Pascual Viejobueno,
2015.
2
P. Petit de Murat O.P; Conversaciones con el Evangelio
3
San Juan Pablo II, Custodio del Redentor
Es claro que nadie, después de la virgen María, trato con mayor intimida a Jesús
que san José en los largos años de vida familiar. Y se puede afirmar que ningún
padre a amado tanto a su hijo, como José amó a Jesús: damos 6 motivos, para
afirmar esta verdad:

•A mayor conocimiento mayor amor, y José conoció perfectamente a Cristo en


su condición humana, luego tubo que amarle con un amor inefable.

•La hermosura del hijo enardece al amor del padre, custodiaba día y noche al
más hermoso hijo de los hombres. Ergo tuvo que amarlo con un amor
extraordinario.

•La esperanza que el hijo llegue a ser un gran hombre, aumenta también el
amor del padre; José sabia que Cristo era Dios verdadero, y que, según las
promesas del ángel, sería el salvador del mundo. Luego le amo con un amor
ardientísimo.

•El patriarca Abraham fue figura de San José e Isaac lo fue de Cristo, dice la
escritura que Abraham amó a Isaac con un amor extraordinario; otro tanto tiene
que haber sido el de José por Jesús.

•David amó a Salomón porque lo consideraba sucesor suyo y figura de Cristo.


Luego mucho mas debió amar san José a Cristo, en el que veía grandezas
superiores a la de Salomón.

•El que San José sirviese siempre a Cristo y a su madre santísima con total
fidelidad, no rehuyendo las fatigas y los trabajos, prueba la grandeza de su
alma. “el amor obra grandes cosas ”, dice san Gregorio, cuando es verdadero; y
cuanto mayor cosas obre, mayor debe ser el amor, y nadie tiene mayor amor
que aquel que da su vida por alguno. Ahora bien, todas estas cosas las hizo el
santo patriarca por Jesucristo.

Y así como afirmamos este amor y trato delicadísimo de José para con Jesús, se
debería decir de nosotros un tanto igual, ya que todos los días el Señor reposa
en nuestras manos, en una frágil hostia al cual debemos custodiar.

Pidamos a san José, que nos de el espíritu de fe y amor que él tubo para con
Jesús. Ya que la misión del sacerdote es, ante todo, dar testimonio de la
divinidad de Cristo, y esto ha de realizarlo con todo su ser, haciendo sensible a
las almas la bondad y la misericordia sin limite del Corazón amantísimo de
Jesús. Por que la fe y el amor son el fundamento de la vida interior, del espíritu
reparador y del celo por las almas”,
Si no hay una gran devoción a la Eucaristía (dice el P. Buela) no hay manera de
aprender lo que es la caridad cristiana, ni el peso incalculable de la eternidad, ni
la audacia y generosidad requeridas para la aventura misionera. 4

Pidamos que nos de un corazón puro, libre de todo apego humano.

Quería terminar con una oración que encontré, la cual puede recitar el
sacerdote antes de celebrar la santa misa.

“Oh Dios, que nos diste el sacerdocio real, concédenos, te suplicamos que así
como el bienaventurado José mereció tratar reverentemente con sus manos y
llevar a tu unigénito Hijo, nacido de la virgen María, del mismo modo te dignes
que nosotros sirvamos a tu santo altar con pureza de corazón y con inocencia
de vida, para que hoy recibamos dignamente el sagrado cuerpo y la sagrada
sangre de tu Hijo y merezcamos alcanzar el premio eterno de la vida inmortal.”
Amén5

4
Sacerdote para Siempre
5
Bonifacio Llamera; Teologia de San José

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