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AGUASCALIENTES

Mitos y leyendas

- La llorona -

Cuenta mi papá, Ramón García, que cuando él era un niño de diez años, un día mi abuela le pidió que fuera a
buscar un tercio de leña para el fogón de la cocina.

Faltaba poco para el mediodía. Mi papá fue hasta el arroyo y empezó a recoger la leña. De pronto, sin que se
hubiera escuchado algún ruido, estaba frente a él una señora con un vestido blanco muy largo; su cabello era tan
oscuro como si llevara un velo negro sobre la cabeza.

Mi papá se quedó viéndola con sorpresa; esperaba que ella le hablara, pero la mujer se quedó callada e inmóvil. Entonces, él la miró de arriba
hacia abajo y cuando llegó a la parte donde deberían estar los pies se estremeció de terror, porque se dio cuenta de que la mujer no pisaba el
suelo, sino flotaba sobre él.

En ese momento la mujer gritó angustiada:

-¡Ay, mis hijos! ¡Ay, mis hijos !

Imagínense el susto de mi papá. Aventó la leña y corrió sin voltear hacia atrás hasta que llegó a su casa. Al verlo, mi abuela le preguntó que
dónde estaba la leña, pero él tenía tanto miedo que no podía hablar. Cuando ella lo miró, notó la palidez que le cubría el rostro y, preocupada,
quiso saber qué le había ocurrido.

Mi papá seguía sin hablar. Fue hasta un rato después que comenzó a llorar y pudo contarle a mi abuela lo sucedido. Ella se quedó pensando
un rato, luego le explicó que esa mujer era la Llorona y que siempre se aparecía donde corría agua, pues buscaba a sus hijos que mató y echó
al mar.

Por ese crimen su alma llevaba muchos años en pena, y así seguiría por toda la eternidad.

Ahora mi papá nos cuenta lo que le pasó sin miedo, porque ya no es el niño de entonces, pero reconoce que fue la peor experiencia de su
infancia.

BAJA CALIFORNIA

El Volcán Mágico
Al norte del Valle de San Quintín ubicado en el estado de Baja California, cuentan los antiguos pobladores del lugar que
en tiempos muy remotos existía un toro que era diferente a otros por su bravura, el color dorado de sus cuernos y su
rojizo pelaje.Este toro vivía en paz, hasta que un día unos cazadores lo empezaron a perseguir para lograr una cuantiosa
recompensa que ofrecían por matarlo.El toro al sentirse acechado por los cazadores huyó para no ser atrapado
metiéndose a un gran agujero de tal forma que no pudieron matarlo los cazadores.Con el paso de los años a ese lugar conocido como el
agujero de San Quintín fue tomando forma de un cerro que semejaba la forma de un toro. Un día los lugareños escucharon un gran estruendo
parecido al bramido de un toro. El anciano más viejo del pueblo les recordó aquella creencia de que el toro se vengaría, la mayoría de los
habitantes se burlaron de tal recordatorio. Sólo algunos oyentes se preocuparon pensando en que hacer para salir bien librados de tal
venganza por lo que cada año iban a rezar para que el toro no se vengara de ellos.Una noche tremendamente obscura se escuchó de nuevo
aquel estruendoso ruido que recordaba el bramido de un toro furioso, los lugareños salieron de sus casas despavoridos. Quedando impávidos
al ver como salía fuego de aquel que creían que era un cerro.La furia del volcán alcanzó a la mayoría de los incrédulos habitantes dejándolos
sepultados junto con sus pertenencias, logrando salvarse aquellos ancianos y lugareños que nunca dudaron de la veracidad de las antiguas
creencias.

BAJA CALIFORNIA SUR


Mitos
- El burro del otro mundo -
Cuando yo era joven, vivía en un pueblo muy pequeño; apenas unas cuantas casas escondidas entre los montecillos. En
ese tiempo no teníamos luz eléctrica y en las noches caía por completo la oscuridad, así que la gente prefería encerrarse a
dormir temprano. Yo tenía tres amigos muy traviesos; me acuerdo de que nos reuníamos en las tardes y a alguno de
nosotros siempre se le ocurría una broma para burlarse de los demás. Por eso, a veces nos disfrazábamos de fantasmas y otras imitábamos a
la Llorona en plena madrugada. Claro que nuestros juegos asustaban mucho a la gente del pueblo. Todo el día siguiente se oía hablar de
aparecidos y nadie quería salir de su casa después del anochecer. En una ocasión, mis amigos y yo nos quedamos platicando hasta la
madrugada.
Habíamos caminado al bosque para que nadie nos oyera. Aunque las nubes ocultaban la luna y las estrellas, y nos rodeaba la oscuridad,
ninguno sentía miedo. Por el contrario, estábamos muy divertidos inventando una nueva travesura. De pronto, se escucharon fuertes balidos,
parecidos a los de un chivo. Todos nos quedamos en silencio. El sonido venía de lo alto de un cerro y se acercaba a nosotros. Volteamos a
vernos sin saber qué hacer; en eso, sentimos escalofrío al oír unos aullidos horribles. Yo me asusté mucho, pero fingí que no tenía miedo. Lo
más calmado que pude, le sugerí a mis amigos que cada quien regresara a su casa, porque ya era muy tarde. Ellos también aparentaban estar
tranquilos y aceptaron mi idea, pero en cuanto avanzamos unos pasos, se paró frente a nosotros un burro que salió de la nada. El animal nos
veía fijamente y golpeaba la tierra con uno de sus cascos delanteros.
Quise continuar mi camino, pero el burro se interpuso. Entonces, uno de los muchachos dijo que si montábamos al animal llegaríamos más
pronto a nuestras casas. A pesar de que parecía buena idea, ninguno de los cuatro daba el primer paso. Por fin me decidí y monté al burro,
después lo hicieron los demás. En ese momento, el burro echó a correr rapidísimo hacia el estanque del manantial, que tenía más de dos
metros de profundidad. Estábamos asustados porque no sabíamos nadar, pero no pudimos detener la carrera del animal; en cuanto llegó al
estanque dio un gran salto y poco antes de que cayéramos al agua, desapareció. Casi nos ahogamos; yo sentía que me hundía cada vez más,
hasta que logré detenerme de las ramas de un árbol que colgaban cerca del agua. Salí como pude, gracias a eso ayudé a los otros a hacerlo.
Tardamos un rato en serenarnos, luego cada quien corrió a esconderse a su casa. A partir de ese día, no volvimos a salir de noche.

CAMPECHE
Mitos
- Los aluxes y Dzibalche -
Dicen que, en tiempos inmemoriales, los aluxes fueron creados para cuidar las milpas y los montes, aunque
ahora corren sobre ellos muy distintas historias.
Algunas los relacionan con los hmenes y con la desaparición de los niños. Pero vamos por partes.
Se cree que, en realidad, fueron creados por personas "muy antiguas", de las que nada se sabe, y que ellas los
hicieron mezclando k´at (barro cocido) con la sangre de un animal inteligente, fuerte y audaz.
Otros afirman que son muy ágiles, pues dicen que su cuerpo está conformado con partes de diversos animales del bosque, y que sus piernas
fueron hechas de los ciervos más rápidos que se hayan encontrado.
Cuentan, además, que cuando un alux quedaba terminado, parecía un muñeco de baja estatura; sus creadores lo llevaban entonces hasta el
interior de los bosques y de las milpas y lo ponían bajo un árbol. Hasta allí se le llevaban ofrendas de han li cool (comida del monte) y de
agua fría.
Al cabo del tiempo, el muñeco desaparecía misteriosamente y, precisamente al desaparecer, el alux cobraba verdadera vida.
No se conocen muy bien sus relaciones con Dzitbalché, aunque cuentan que hace muchísimo tiempo llegaron de Potochán unas personas que
hablaban el maya y el lacandón, y que se establecieron en un sitio denominado Xmay Keken (Pezuña de Cochino), cerca del barrio de San
Mateo.
Quizás por falta de agua, dejaron ese lugar para irse a Noh-Cah (Pueblo Grande), que es ahora el barrio de San Feliciano. Y así estuvieron de
sitio en sitio hasta llegar a Dzitbalché, ciudad que tomó su nombre de un árbol de balché, que por cierto, era el único en ese lugar, y del cual
se extraía una substancia que los hmenes convertían en vino, fermentándolo con miel de abeja.
Pero hablemos de los hmenes y de su extraña relación con los aluxes.
Los hmenes son sacerdotes que conocen mucho del pueblo, de sus costumbres y de la vida. Saben hablar maya en forma extraordinaria y más
rápido que cualquier persona. Participan en los ritos del han-li cool y asientan agua fría para los aluxes. También curan a quienes padecen de
males extraños.
Pero... ¿De quiénes han aprendido todas estas cosas los hmenes?

CHIAPAS
Mitos

- Las abejas-

No era sábado, no era domingo. Era un día que los calendarios no recogieron. Ya todo estaba hecho. Las aves,
los peces, los animales, el hombre, las rosas, todo estaba hecho. Pero faltaba algo: faltaba la abeja. Los hombres
tenían la sal, pero no el azúcar, y Dios quiso hacer a las abejas para que trabajaran la miel, que fue el azúcar de
los primitivos.
Juntó arcilla de las márgenes de los ríos, y un poquito de sal y un poquito de polen; cargado de estos menesteres, se acercó a la orilla del mar,
que en todo ha de estar presente.
Trabajaba el artífice. Salida de sus manos la pareja de cada especie, era expuesta al sol para secarse y, seca, la brisa la levantaba y la perdía
en el azul de la mañana.
Pero el diablo no duerme, trabajaba tanto como Dios. Fue acercándose a la orilla del mar para interrumpir en lo que pudiera la obra del
Creador. Estaban sobre la arena que de tan blanca parecía polvo de perlas, la abeja y el abejón, y el diablo los partió por la mitad. Viendo
aquello, Dios tomó las dos partes, las afiló y, anudándolas, las lanzó con su soplo hacia la lumbre del mediodía.
Por eso las abejas tienen el talle delgado y de todos los insectos son aquellos en quienes el ruido de las alas es más sonoro y musical. Es que
el soplo del Señor persiste en sus alas. Y, volando en torno de las flores, resplandecen.
CHIUAHUA
leyendas
- Los ojos de las brujas -
Hace tiempo se celebró una gran boda en un rancho. La fiesta duró varios días, en los que la gente comió y bebió a
más no poder. La pareja era bastante joven; la novia, además de ser bonita, sabía cocinar bien y el novio era guapo y
trabajador.
Después de la fiesta, el joven marido quiso cenar. La muchacha preparó una rica comida y le sirvió, pero ella no la
probó. Así pasaron varios días sin que la mujer comiera nada.
El hombre, ya preocupado, le preguntó:
-Oye, ¿tú por qué no comes? ¿Acaso no te gusta lo que traigo para que prepares la comida?
-Sí, sí me gusta, pero yo quiero comer lo mismo que mi mamá.
-¿Y qué come ella?
La muchacha se quedó callada. Días después, el esposo decidió llevarla a la casa de su suegra porque la veía pálida y desmejorada. Fue a
recogerla una semana más tarde y se asombró al notarla repuesta y chapeada.
Sin embargo, al regresar a su casa ocurrió lo mismo: la joven no quiso comer y el marido tuvo que dejarla ir con su mamá.
Así pasaron más de seis meses y el muchacho no lograba que su mujer comiera con él ni tampoco podía averiguar qué comía en casa de su
madre. Ya estaba muy intrigado, por eso en una ocasión fue a dejarla, se despidió de ella y le hizo creer que se iba, pero al poco rato regresó
a casa de la suegra para espiarla. Sin hacer ruido se subió al techo de la casa; allí había un pequeño tragaluz por donde era posible observar a
las mujeres.
Cuando se hizo de noche, la madre dijo:
-Ahora sí, hija, vamos a comer.
La joven se puso muy contenta; el marido creyó que iban a preparar algún guiso, pero se llevó una sorpresa al ver lo que hicieron las
mujeres. Primero, se sacaron los ojos con las manos, luego tomaron unos ojos de gato que tenían en un cajón y se los pusieron en lugar de los
suyos. De inmediato la madre se convirtió en un enorme guajolote y después lo hizo la hija. Ambas salieron de la casa como si fueran bolas
de fuego.

COAHUILA
mitos
La Zona del Silencio se encuentran principalmente en el municipio de Jiménez, y es parte del desierto Chihuahuense
en su región conocida como el Bolsón de Mapimí, la cual destaca por presentar flora y fauna muy peculiares, de las
que han sido estudiadas varias especies endémicas con adaptaciones muy especiales. Debido a estas particularidades la
Zona del Silencio ha sido construida reserva de la biosfera. Como toda esta zona fue mar hace mas de 100 millones de
años, abundan los fósiles de origen marino.

Esta es otra de las regiones rodeadas de mitos y leyendas que se originaron a partir de 1970, cuando fue descubierto el
fenómeno ya mencionado. Desde entonces se dice que aparecen ovnis y se ven fantasmas y que es otro "Triangulo de
las Bermudas" , pero lo cierto es que es una región maravillosa donde se pueden disfrutar del desierto a plenitud. Uno de los mitos que
existen sobre esta parte es que hat muchos meteoritos y como ahí abundan los nódulos de hemarita, que se originaron junto con la caliza de la
región hace muchos millones de años, la gente suele confundirlos con ellos.

COLIMA
Mitos
- El imperio encantado de Ixtlahuacan -
Un día muy soleado, un joven fue a pastorear a sus chivas. Como a las once de la mañana se le ocurrió subir a una loma para vigilar desde la
altura a sus animales. Desde allí arriba se podía observar el pueblo de Ixtlahuacán y el joven se distrajo. "¿Dónde está mi casa?", pensó".
"Ah, es esa azul".
En eso estaba cuando oyó un ruido. Volteó a su derecha. Era una muchacha muy bonita, de ojos azules y pelo rubio, tan bonita que daba la
impresión de ser una reina. Mudo de asombro, el joven no pudo moverse. Entonces la muchacha habló, con voz que parecía una mezcla del
canto de una sirena con el silbido de una serpiente.
-No tengas miedo -dijo ella-.
No te voy a hacer nada, sólo quiero que me ayudes.
-¿Cómo puedo hacerlo? -contestó el joven.
-De manera muy sencilla. Mira, yo soy la reina del imperio de Ixtlahuacán, pero mi imperio ha sido encantado. El encanto se rompe si me
llevas sobre tus hombros hasta la puerta de la iglesia. Si haces eso, tú serás mi esposo y el rey del imperio.
El joven se puso a pensa un rato y finalmente aceptó.
-¡Qué bueno! -exclamó la muchacha -, pero antes debo advertirte una cosa: no debes voltear a verme en todo el camino, hasta llegar a la
puerta de la iglesia. No prestes atención a nada de lo que te diga la gente. El joven subió a la muchacha sobre sus hombros y tomó el camino
que llevaba al pueblo. Al llegar a las primeras casas, las personas que se cruzaban con él se alejaban y se quedaban viéndolo con cara de
susto.
-¿A dónde vas con esa víbora enredada en el pescuezo? -le gritó un niño.
El joven pensó que se trataba de una broma y siguió su camino. Sin embargo, otras personas le dijeron lo mismo más adelante. El joven
empezó a sentir miedo y curiosidad, sobre todo curiosidad. Cuando le faltaban pocos metros para llegar a la iglesia no pudo resistir la
tentación y volteó a ver. Vio una víbora gigantesca que lanzó silbidos agudos mientras sacaba la lengua amenazadoramente. Con un rápido
movimiento, el joven la desprendió de su cuello y la arrojó lo más lejos que pudo. Al caer, el animal desapareció.
Es por eso que el imperio de Ixtlahuacán no se desencantó.
DISTRITO FEDERAL
Mitos
- El agua -
Los aztecas veneraron a Tláloc porque creían que enviaba la lluvia fecundadora, las tempestades, los rayos, los relámpagos
y las inundaciones devastadoras. En su honor realizaban sacrificios y hacían ofrendas.
El gran Templo Mayor de Tenochtitlan fue dedicado a Huitzilopochtli, dios de la guerra, y a Tláloc con poéticas palabras:
"Señor de lo verde, de lo fresco y de los temporales, que haces brotar las semillas que son como piedras preciosas: que se
alegren y regocijen también los animales como las plantas, y que las aves de preciosas plumas vuelen y canten y chupen el
néctar de las flores".

DURANGO

Leyendas
la niña del hospital general

Esta historia inicia cuando se encontraba internada una niña enferma, la cual estaba al cuidado de su madre, ya tenía varios
días y era conocida por el personal de enfermería. En ocasiones en que tuvo que salir la señora unos momentos al baño
donde se demoró un poco, comentaba una de las enfermeras, que le hablaba a su mamá la niña.
Y fue precisamente en aquellos instantes cuando pierde la vida aquella niña, muriendo musitando las palabras “mamá”,
llegando la madre hasta instantes después. Pasaron algunos meses y se empezó a manifestar una pequeña niña por los
pasillos del hospital, que según las enfermeras que la conocieron no era otra que aquella que murió llamando a su mamá. Había algunas
personas que la veían materializada y otras que la percibían de repente, pero todas coincidían en que era esa niña.
Luego ingresa a prestar sus servicios la novel enfermera, la que sin saberlo ella tiene el don de la videncia. Y fue en ocasiones en que ella
prestaba sus servicios en el cuarto piso del hospital general, cuando vio a una pequeña niña jugando con una pelota en los pasillos de dicho
piso, entonces ella se le acercó y le dijo:”oiga niña, qué anda haciendo fuera de su área”, contentándole la niña que buscaba a una enfermera
de la cual le dio el nombre, “me dijo que ella me iba a llevar con mi mamá”
Contestándole ella que sí pero que se fuera para su área, “allá le va a llevar a su mamá”. Así quedó cuando de rato ella vio a la enfermera que
le decía la niña, ésta le contó todo a la novel enfermera, y ella le dijo que la niña esa había muerto, contándole toda la historia, la que la dejo
mucho muy impresionada. No todas las personas tienen la facultad de ver, así como estas personas. Pero si en aquel instante alguna persona
anda con frecuencia mental, la puede ver o escuchar en cualquier momento, sin proponérselo, claro, como los avistamientos estos que han
sido espontáneos.
El edificio donde se encuentra actualmente la escuela de psicología de la Universidad Juárez, es una construcción nueva, opero con mucha
historia y actualmente según el decir de algunas personas, es un lugar donde se ven, se sienten y se oyen ruidos, pero no por esto le vamos a
llamar casa embrujada, sino un lugar con muchas manifestaciones, lo que han sentido más son: apagan las luces, derriban libros, abren llaves
de agua.
Todo lo anterior es debido en gran parte a tanta persona que murió en aquel lugar, quedando muchos de ellos atrapados en espíritu en aquel
lugar, por tanto sufrimiento que se genera en esos lugares.
Hay que recordar que en dicho lugar estuvo el IMSS y después el Hospital. Imagine usted cuantas personas murieron en sufrimiento y de
repente.

ESTADO DE MEXICO
Mitos
- El pie gigante -
Cuentan que hace mucho tiempo, antes de que fuera fundada la gran Tenochtitlan, pasó por un lugar llamado Santo
Desierto el batallón que iba siguiendo al águila, como les había indicado su dios. Al frente de ellos venía un capitán a
quien sus compañeros llamaban Gigante.
Del Santo Desierto brincó el gigante a otro cerro llamado de las Tres Marías, aproximadamente a tres kilómetros.
Descansó y volvió a pegar otro brinco, como de un kilómetro, a otro cerro. Y ¿qué creen que pasó? Pues que al brincar el
gigante dejó marcado su pie sobre una piedra y, por eso, el lugar recibe el nombre de Pie Gigante.
El águila siguió su rumbo y se fue a parar a un lugar llamado Atlatlahuaca; nada más que la espantaron y ya no se quedó
allí, sino que vino hasta donde estaba el islote en donde se fundó Tenochtitlan.

GUANAJUATO
leyendas
- El incendio -
Siempre he trabajado en mi camioneta. Llevo y traigo materiales adonde me llamen. Una vez me encargaron
unas láminas de asbesto, las tenía que traer al poblado de Tuzales, para los techos de unas casas.
Venía yo en la camioneta por el camino, muy en paz, cuando me hicieron la parada unos hombres chiquitos.
Apenas me detuve, que corren para el monte, yo no quería seguirlos pero me llamaban, como que me atraían
y me fui siguiéndolos entre los árboles.
De pronto pensé que aquellos hombrecitos no eran de verdad, no -me dije- éstos son chaneques. Me quité la camisa y me la puse al revés,
porque si uno se voltea la camisa, los chaneques no se acercan. Y así sucedió, se fueron, me regresé para la carretera y cuando llegué a la
camioneta: ¡Ah su...! ¡Las láminas de asbesto estaban ardiendo!, era un incendio grandísimo, no supe qué hacer, me quedé mirando. ¿Adónde
iba a ir?
GUERRERO
Mitos
- La bruja triste -
Cuentan en el rancho El Centro, que hace tiempo se aparecían brujas convertidas en animales, quienes esperaban que
alguien pasara por los caminos para chuparle la sangre.
Por esa razón nadie salía después del atardecer. Sólo había un señor que no creía en eso; vivía en la orilla del rancho con
su nieto de tres años que lo acompañaba a todas partes. Era frecuente que los dos se quedaran varios días en el cerro para
cuidar el ganado. Allá se instalaban junto a un árbol y al caer la oscuridad dormían sin preocuparse por brujas ni
aparecidos.
En una de aquellas ocasiones llegaron al monte cuando empezaba a caer la noche, y al poco rato el niño se durmió. Luego
de cobijarlo, el señor fue a buscar leña. Ya se había alejado bastante cuando oyó un fuerte grito de mujer que provenía del lugar donde estaba
su nieto, así que regresó corriendo por él.
En el árbol más cercano al niño había una lechuza de ojos muy brillantes y apariencia terrible. Al verla, el señor le lanzó una piedra para
asustarla, pero en lugar de hacerlo, el animal se aproximó al pequeño. Entonces el hombre abrazó a su nieto y empezó a rezar viendo a la
lechuza a los ojos. De pronto, ésta se quedó quieta y cayó del árbol.
El hombre continuó la oración y el animal se revolcó en el suelo hasta convertirse en una muchacha que vivía en el rancho.
-Por favor, no le cuente a nadie mi secreto -suplicó la bruja.
-Sólo si me prometes no acercarte a nosotros -dijo el señor.
Aunque el hombre nunca reveló el nombre de la muchacha, sí le platicó a los vecinos que había visto a una bruja y que era una mujer que
todos conocían.
Desde entonces, en ese árbol se escuchan tristes lamentos de mujer; dicen que es la bruja que llora porque hay alguien que conoce su secreto.

HIDALGO
Mitos
- Dios del fuego -
Este era un señor llamado Domingo, en español, y Domingutzi en lengua náhuatl. Había nacido en San Pedro
Huazalingo. Todas las mañanas le gustaba ir a sentarse junto a la lumbre. Sus cuñados lo fastidiaban mucho porque nada
más estaba jugando con la lumbre y no quería ir a trabajar con ellos al campo.
Un día, sus cuñados se decidieron a obligarlo a trabajar y lo regañaron mucho, pero él no respondía. Así pasaron los días.
Un día, el señor Domingutzi se dijo:
-Ahora les voy a demostrar a mis cuñados que para mí no es necesario trabajar mucho para hacer una milpa grande. Sin
cansarme y sin el sacrificio de estar trabaja y trabaja, yo voy a echarle fuego a ese rastrojo, y ya verán como yo puedo
hacer mucho más que ellos.
Se fue a la milpa. Tan sólo hacía una brecha en el rastrojo, le prendía fuego y en unos minutos todo se quemaba. En cambio los cuñados, por
más que hacían, no podían prenderle fuego a su rastrojo ya desyerbado. Entonces dijeron:
-¿Por qué nuestro rastrojo no prende, si ya está bien seco, y el de Domingo arde con tan sólo una brecha que le hace? ¿Cómo le hará? ¿Acaso
es una persona milagrosa? Y fueron a buscarlo.
-Oye, Domingutzi, nuestro rastrojo no prende por más que hacemos y el tuyo sí. Ven a prender fuego a nuestro rastrojo. Domingo contestó:
-No, porque yo soy un flojo que nomás está sentado cerca de la lumbre.
Los cuñados le rogaron y le rogaron hasta que lo convencieron. Fue al rastrojo de sus cuñados y, apenas se paraba en la orilla de la yerba
seca, empezaba a quemarse como si fuera agua que baja por la ladera.
Entonces, sus cuñados y muchas otras personas, se admiraron al ver cómo Domingutzi no necesitaba esfuerzos para hacer fuego con
cualquier cosa.
Todos pensaron que él no era común y corriente, sino que hacía milagros y que era el Dios del Fuego.
Desde ese día, el señor Domingutzi se fue a vivir a un cerro llamado Xilotzingo, donde se quedó y no volvió a ver ni a sus padres ni a la
demás gente.

JALISCO
leyendas
- Los tres hombres -
Un día, Teófilo, Faustino y Pantaleón iban a caballo rumbo a un pueblo de Jalisco. Tenían que atravesar la sierra para
llegar y estaban aburridos porque a nadie se le ocurría una historia que hiciera más entretenido el camino. En eso, vieron
a lo lejos a un viejito que caminaba frente a ellos.
-Vamos a alcanzar a aquel señor, así platicamos con él y no se nos hace tan largo el viaje -propuso Teófilo.
Les faltaban unos cuantos metros para alcanzar al anciano, cuando vieron que volteó hacia un lado del camino y
exclamó:
-¡Ay, Señor, allí está la muerte!
Intrigados, los hombres se acercaron a ver qué había visto el viejito y se quedaron con la boca abierta al darse cuenta de que al lado del
camino había un gran tesoro.
-¡Ah, qué viejito! ¿Pues no que era la muerte? Miren nada más como brilla el oro -dijo Pantaleón.
Pero así como resplandecía el oro, también brillaba la codicia en la mente de los tres hombres y cada uno pensó quedarse con todo el tesoro.
Por ello, Teófilo sugirió:
-Oye, Faustino, ¿por qué no regresas al pueblo y traes unos costales para cargar el dinero?
-También tráenos algo para cenar -pidió Pantaleón. Faustino aceptó el encargo, porque le dio una idea para deshacerse de los otros.
-Voy a prepararles una cena muy especial -pensaba en el camino.
Mientras tanto, Teófilo y Pantaleón se ponían de acuerdo para acabar con Faustino:
-Cuando regrese le haremos creer que estamos enojados con él y lo mataremos -propuso Pantaleón.
Faustino llegó a su casa e hizo la cena, luego le vació un frasco entero de veneno y se fue de regreso con sus compañeros. Iba feliz pensando
que disfrutaría el dinero él solo, pero al poco rato se le acabó el gusto. Apenas se acercó al lugar donde estaban los otros, ellos sacaron sus
pistolas y lo mataron.
Después, ya con toda calma, Teófilo le dijo a Pantaleón:
-Ahora sí, vamos a cenar; luego nos llevamos el tesoro y regresamos ricos a la casa.
Claro que cada uno pensaba eliminar al otro en el camino, pero no tuvieron tiempo. En cuanto acabaron de cenar, murieron envenenados.
Finalmente, el viejito tenía razón, en verdad había visto a la muerte.

MICHOACAN
Mitos
- Día de muertos -
Me llamo Pedro, soy un niño purépecha y vivo en San Isidro, que es una pequeña localidad de Michoacán. Aquí hace
mucho frío y hay muchos cerros llenos de árboles; yo creo que por eso todas las casas son de madera. En mi
comunidad tenemos varias fiestas durante el año; cada una la celebramos de manera especial. Entre las más
importantes está la de Día de Muertos. En el mes de octubre, las mariposas Monarca nos avisan que ya van a venir las
almas de los muertos y que tenemos que preparar para recibirlas. A estas mariposas las llamamos "ánimas" y las
cuidamos mucho; son de color naranja con negro y empiezan a llegar por miles a nuestros bosques en vísperas de la
fiesta de muertos.
El 22 de octubre, cuando todavía faltan diez días para las fiestas, empezamos los preparativos. Muy temprano, antes
de que amanezca, se echan cohetes anunciando la llegada de los niños y las niñas que aún no han cumplido un año de
muertos y que nosotros llamamos angelitos. También adornamos las puertas con flores amarillas para darles la bienvenida.
Ese mismo día preparamos para ellos una canasta, muy bonita y con comida para que se les quite el hambre y se sientan a gusto. Le ponemos
muchos cohetes que a los niños nos gustan, como galletas, dulces, panes, refrescos y frutas silvestres. También flores y una velita de cera
para darles luz. Esta canasta se queda en la casa y el primero de noviembre se lleva al panteón.
Las personas que tengan un pariente con menos de un año de haber muerto, deben hacerle una cruz de madera durante estos días. Para esto se
utiliza el yarhin, que es el mero corazón del pino. Esta madera es muy fuerte y dura mucho. La cruz tiene que ser grande y muy bien
trabajada con hacha, machete y otras herramientas.
Otra cosa que hacemos es armar y decorar las coronas para los difuntos. Se hacen de madera y zacate; luego se adornan con muchas flores y
papeles de colores. Cada año, mi mamá prepara una corona que le ponemos a mi abuelito; a mí me gusta ayudarle para que quede muy
bonita. El pan de ánimas es muy importante para estas celebraciones.
El panadero de la comunidad tiene que empezar a hacerlo desde una semana antes para poder tener todo el que se necesita. Estos panes son
pequeños y salados; los hay de varias formas: redondos, triangulares y cuadrados, con pequeños adornos.

MORELOS
Mitos
- La noche de las estrellas -
Hace mucho tiempo, en un pueblo que no está cerca, ni lejos, sino mucho más allá, vivía un señor al que no le gustaba
la noche.
Durante el día, a la luz del sol, el señor disfrutaba tejiendo sus cestas, cuidando sus animales y regando su huerto. A
veces, mientras descansaba, se ponía a cantar. Pero cuando el sol se ocultaba detrás de la montaña, el señor al que no
le gustaba la noche se entristecía. Todo a su alrededor se iba poniendo gris, oscuro y negro.
-Otra vez la noche, ¡fastidio con la noche!
El señor guardaba sus animales, recogía las cestas, encendía la lámpara y se encerraba en su casa. A veces, se
asomaba por la ventana, pero no había nada que ver en la noche negra. Entonces, apagaba la lámpara y se acostaba a
dormir. Una tarde, cuando el sol ya desaparecía, el señor decidió subir a la montaña. La noche venía tapando el cielo
azul. El señor escaló hasta la punta del cerro más alto y desde allí gritó:
-Mira, noche. Párate. Y la noche paró un momento.
-¿Qué pasa? -preguntó con una voz suave y ronca.
-Noche, tú no me gustas. Cuando tú llegas, se va la luz y se van los colores. Sólo queda la oscuridad.
-Tienes razón -respondió la noche.
Así es. -Dime, ¿a dónde te llevas la luz?
-Bueno, la luz se esconde detrás de mí. No puedo hacer nada. Lo siento. Y la noche terminó de estirarse y tapó de negro todas las cosas.
El señor bajó de la montaña y se acostó a dormir. Pero no pudo dormir. Recordaba su conversación con la noche. Al día siguiente trabajó
muy poco pensando y pensando en las palabras de la noche. Y esa tarde, cuando la luz volvió a desaparecer, dijo:
-Ya sé lo que tengo que hacer.
Subió una vez más a la montaña. La noche era un inmenso toldo negro que lo cubría todo. Cuando llegó hasta la punta del cerro más alto, el
señor se empinó, alzó su mano y hundió su dedo en el cielo negro. Un agujerito se abrió y brilló un puntito de luz.
El señor al que no le gustaba la noche se puso contentísimo. Abrió agujeritos por todas partes y en todas las partes brillaron puntitos de luz.
Maravillado, apretó la mano, y de un golpe metió el puño. Asomó una luz grande y redonda como una toronja. La luz que se escapaba por los
agujeros de la noche bajó por la montaña, y un brillo tenue y plateado iluminó los campos, las casas, la iglesia y la plaza.
NAYARIT
Mitos
- ¿Sábes quienes son los huicholes? -
Los huicholes son parte del pueblo mexicano. Viven actualmente en el norte de Jalisco y parte de Nayarit, Zacatecas y
Durango, en la parte alta de la sierra que atraviesa estos estados; viven bastante aislados.
Conservan hasta ahora costumbres muy antiguas, de las que están muy orgullosos.
Los huicholes construyen sus casas con lodo, piedra y carrizo, con techos de paja y pisos de tierra aplanada. Y casi
siempre los hacen con uno o dos cuartos y un patio. Los hombres visten pantalón y camisa de manta blanca con
algunos bordados, faja y sombrero. Y las mujeres, falda amplia, blusa de percal, un paliacate sobre la cabeza y, en
ocasiones, quechquémitl, que es un pequeño jorongo triangular.
Los huicholes cultivan maíz, frijol y calabaza. También crian vacas y ovejas. Además, se dedican a la artesanía, la
cual está muy relacionada con sus creencias.
Los huicholes siempre quieren las cosas de la naturaleza como se quiere a un familiar cercano. Dicen que sus "abuelos" son el sol y el fuego.
Sus "abuelas", la fertilidad, la luna y la tierra. Sus "tías", la lluvia y las tormentas, y sus "hermanos mayores", el maíz y el peyote. Por eso, en
sus bordados y en otros trabajos artesanales representan el sol, el fuego, la luna, la tierra, las lluvias.

NUEVO LEON
leyendas
EL BARRIO ANTIGUO

En el Barrio Antiguo, según cuentan las crónicas y las voces heredadas de generación en generación, se vivió siempre
en armonía absoluta. Las familias avecindadas en ese espacio urbano eran como una sola, tanto en los sucesos alegres
como en aquellos marcados por el dolor.

La religiosidad caracterizaba al pueblo de aquellos días: era obligada la asistencia a misa diaria de cinco o a las que
tenían lugar a lo largo del día en Catedral; desde luego, no se podía faltar al rosario ni a la hora santa que durante
muchos años el padre Jardón-fundador de la Congregación Mariana- celebró exclusivamente para los señores. Andrés
Jardón, su hermano, recitaba el rosario en los velorios de los vecinos y les acompañaba hasta el panteón para rezarlo
ante el sepulcro.

También se asistía a misa o a otros actos piadosos en, la capilla del Colegio de San José, los vecinos en el ala que daba a Abasolo y las
alumnas internas en la nave que miraba hacia el patio.

Por muchas décadas vivieron en el Barrio Antiguo, además del padre Jardón -a quien la gente veía pasar rodeado de niños y haciendo flotar
su enorme capa negra-, el canónigo Juan Treviño, mejor conocido como "el padre Juanito", y el padre Juan José Hinojosa, a quien no pocos
vieron en levitación no sólo al celebrar los oficios, sino también cuando caminaba por la calle con su semblante de asceta.

Algunos sucesos tenían tinte violento, como el del oficial que exigió a la familia Castillón desalojar su casa en 24 horas, para hospedar en
ella a Carranza, sin conocimiento de éste. Otros eran de carácter chusco, como el de la muchacha que concertó con su novio la fuga y acordó
llevar un manto verde para identificarse. Su abuela, única persona con quien vivía, iría a misa de cinco, y esa sería la hora oportuna para
escapar. Pero la abuela tomó el manto de la nieta, que fingía dormir. El enamorado galán, al identificar el manto, la tomó en sus brazos y la
subió en su caballo, pero en el-primer farol encendido se dio cuenta de la confusión. Cuentan que la abuela iba eufórica en brazos del jinete.

La leyenda se ha enseñoreado también en el Barrio. Ruidos, pasos y sombras se oyen y se ven en los antiguos caserones. Huesos enterrados
en el tronco del nogal; túneles secretos de la catedral al colegio; mujeres emparedadas en los gruesos muros; coronas de imágenes que al
frotarlas hacen realidad los deseos; pianos que tocan solos; o algún caballero endeudado que a punto del suicidio encuentra en la puerta norte
de la catedral a un obispo que le entrega la suma de dinero para que salve el compromiso.

OAXACA

Mitos

- Benito constructor -

Al sureste de esta población de Santa María Cuquila, hay un cerro llamado Cerro del Tigre. Hace muchísimo
tiempo, ese cerro era una selva donde vivían el águila de dos picos, el gavilán, el pájaro azul, el gaviluchi, el pájaro
carpintero, el tecolote, el chugón, el zopilote, el tigre, el león, el coyote, el zorro, el cola pinta, el tlacuache, el
conejo, la liebre y el gato montés.

Al pie de esta gran selva pasaba un camino de herradura por donde viajaban los arrieros llevando sus bultos y, encima, sus canastos. Si los
arrieros no sabían, o se descuidaban al pasar por la selva, el águila de dos picos se trepaba en los canastos y se llevaba las cosas que tenían
dentro: sal, chile, carne seca, maíz, café, coco. Todo desaparecía.
Bueno, pues hace aproximadamente ocho siglos, vivía en ese cerro un cacique de nombre Benito, con su hermana María. El señor Benito era
albañil de oficio y su hermana, cocinera. Vivían allí a gusto porque había muchos animales.

El hermano y la hermana tenían el poder de llamar a las piedras y canteras de distintos tamaños, y ellas venían solas y se arrimaban para la
construcción del cerro que el señor Benito quería hacer llegar al cielo.

El albañil se apuraba mucho en su trabajo y, de tanto en tanto, bajaba a comer. Resultó que un día no encontró a su hermana que siempre le
servía la comida. Tomó la cuchara y la metió en la olla. Después lamió la cuchara y, en ese momento, volaron dos pedazos de cerro. La mitad
cayó hacia San Martín Huamelulpan, entre Tlaxiaco y Yucuda. Esta distancia es de treinta kilómetros con las mismas piedras, los mismos
matorrales y las mismas tierras. La otra mitad del cerro se encuentra en San Domingo de las Nieves, como a 55 kilómetros al norte de esta
comunidad, y tiene las mismas piedras, los mismos matorrales y las mismas tierras.

El señor Benito se fue rumbo a Tlaxiaco y, allí donde descansaba, iba poniéndole nombre a esa parte del cerro. En su primer descanso, dejó
la huella de su asentadera sobre una roca; como le dio sed, picó tres veces el suelo con su bastón y brotó agua. Dijo: -Aquí te bautizo Pozo de
la Cruz.

Caminó cuatro kilómetros y llegó a una ciénega. Quiso descansar y no pudo porque olía a ayoquea. Dijo: -Te dejo por nombre Ciénega
Ayoqueosa.

Caminó otro kilómetro y llegó a una lomita. Se sentó a descansar y dijo:

-Te llamaré por mi nombre Loma la Cruz de San Benito.

Siguió caminando. Iba a entrar en una cabaña cuando oyó música, cohetes y voces. Eran personas que venían a alcanzarlo porque sólo él
faltaba de dar su opinión sobre cómo se construía la iglesia de Tlaxiaco. Al oír la bulla de la gente, el señor Benito desvió su camino, porque
le dio vergüenza estar vestido con un capisayo tejido con fibra de coco.

Cuando la gente se regresó, él ya estaba en el lugar donde muchos caciques estaban haciendo la cimentación de la iglesia. Pero los cimentos
no amacizaban porque en ese lugar brotaba agua. Entonces, el señor Benito, señaló con su bastoncito por dónde iba el agua y ya pudieron
seguir trabajando.

Luego escogió el señor Benito cuatro caciques nobles y colocó uno en cada esquina del templo y les dijo:

-Aquí lo detienen hasta que amacice.

Los demás albañiles echaban piedra y mezcla, de modo que los cuatro se quedaron para siempre allí. Así fue terminada la iglesia de
Tlaxiaco.

Mientras, la señora María se fue por otro camino y ella también iba poniendo nombre a los lugares por donde pasaba. En un cerro dejó su
tenate y le puso de nombre Cerro del Tenate.

Enseguida brincó a un cerrito que llamó Cerro del Brinco. Se fue caminando y llegó a un pocito de agua. Dijo: -No te voy a bautizar, te
quedas sin Nombre.

Luego llegó al pie de una cueva y allí dejó su zoyate. Nombró al lugar del Cerro del Zoyate. Caminó más o menos quinientos metros y quiso
volar, pero no pudo. El cerro se llamó No Pudo Volar.

Siguió caminando y llegó la señora María adonde nacía mucho agua.

Empezó a cantar:

-Me voy, me voy, pero tendré que regresar. Tendré que estar, que estar al tanto en la cocina, cocina. Tanto cocina el pobre como el rico. No
debo faltar porque por mi culpa mi hermano echó a perder su trabajo, el trabajo del que íbamos a vivir a medio cielo, y nuestras aves y
carnívoros nos iban a cuidar.

Así cantó y se metió al agua que corría hasta la costa. Se dice que doña María regresará algún día de ese lugar que se llama Río Cantante.

En la punta del Cerro del Tigre -que tiene unos seiscientos metros de altura- hay una casita enterrada con dos ventanas de pura piedra. A
quinientos metros, hay otras dos casas y ruinas con matorrales, algunos sembradíos y una gran figura de piedra como de tres metros y medio,
de una sola pieza. ¿Será la del señor Benito, constructor de cerros?
QUERETARO

LEYENDA

LA CARAMBADA

Durante la segunda mitad del siglo xix, cuenta la leyenda, una mujer vestida de hombre y fiera como un león, conocida
como “La Carambada”, asaltaba en los caminos de Querétaro, para luego entregar el botín a los pobres. También se cuenta
que dicha mujer mató a don Benito Juárez dándole a beber la “veintiunilla”, té de esa hierba que hacía su mortal efecto al cabo de veintiún
días

mito

PRIMERO MUERTO QUE ESCLAVO

Existe en la delegación de la villa de Bernal un cerro al que por su figura se le dio el título de “La media Luna”.

De regular altura y grandes y elevados acantilados; no presenta su capa exterior grandes bosques ni adornos naturales, pero como todo
nuestro suelo, tiene hermosas leyendas tradicionales que se descienden de padres a hijos, hasta encontrar a alguien que se ocupe de
trasladarlas al papel.

En el archivo donde constan los títulos y fundación del pueblo, se ve un hermoso rasgo de valor y patriotismo de una familia chichimeca, que
debe perpetuarse para estimulo de las generaciones venideras.

Se acercaban los conquistadores procedentes de este pueblo de Querétaro, en donde en donde estaba de asiento el caudillo Conin con su
ejército conquistador.

Un jefe de familia chichimeca oyó decir a sus congéneres que los conquistadores venían sometiendo a todos los de su rasa a la corona de
Castilla de grado o por fuerza; y antes de perder su libertad y atar su consorte y su pequeño hijo a la cadena de la esclavitud, optó por perder
la vida. Así, pues, oyendo el estruendo de los conquistadores que se acercaban, tomó a su compañera y a su hijo, fuese al teocalli y frente a
sus dioses de pie, ofrendó a su mujer y a su hijo justamente con unas palanganas de mastranto coronadas de cempasúchiles, a tiempo que la
compañera de rodillas exhala tristes alaridos, ofrendando oloroso incienso y haciendo signos con el sahumador en dirección a sus dioses.

Se acercaban los hombres barbudos acaudillados por Conin y el indio héroe de mi leyenda, haciendo una reverencia de cuerpo ante aquellas
deidades de tosco granito, dice a su compañera, tomando de la mano a su hijo: “Bahá, bahá; néxti, néxti” vamonos, vamonos, corre, presto.

Y con el semblante descompuesto por la tribulación de su espíritu, su larga cabellera descompuesta, la macana en su diestra y su hijo a la
siniestra, se dirige al más alto acantilado del cerro cercano de La Media Luna, no sin dirigir a los conquistadores que le seguían, una mirada
terrible y desafiadora.

Llegó al bordo del pináculo, seguido de cerca por sus perseguidores y levantando en alto los brazos ofrece a sus dioses aquel sacrificio, toma
la compañera de la cintura y arrojándola al espacio exclama: -“Bahá dada”-

Anda con dios-, incontinrnti toma a su hijo de igual manera y lo arroja al espacio, no sin derramar dos gruesas lágrimas que van también a
confundirse en el espacio.

Aun no se oye el estruendo de la primera víctima al caer al fondo del barranco, cuando se ve ya en el espacio el pequeño cuerpo del hijo que
le sigue.

Unos cuantos metros distancian a los conquistadores de nuestro héroe cuando éste, dando una última mirada de lejos al jacal que abrigó su
primer amor y otra de rabia hacia los que pretendían privarlo de su libertad, se arrojó al espacio al tiempo que dos fuertes choques macabros,
seguido uno dl otro, dejáronse escuchar, repetidos por el eco de los elevados acantilados... eran producidos por el choque de su esposa y su
hijo que habían llevado ala vanguardia el sacrificio... al llegar los conquistadores le seguían, al borde del precipicio, dejóse oír el último y
más acentuado estruendo en el fondo del barranco, producido por el cuerpo de nuestro héroe al chocar con una grande y escarpada peña.

Por un buen espacio de tiempo permanecieron los conquistadores contemplando aquel cuadro desolador que dejó en su mente para siempre
grabada esta sentencia filosófica-patriota: “Primero Muerto que Esclavo”.
QUINTANA ROO

Mitos

- El castigo de Leubio y Flor -

Cierta vez, Luha, el dios del agua, se paseaba por las sierras viendo la obra de la Madre Naturaleza, cuando se encontró con su hijo, Leubio,
que estaba llorando al pie de un cerro.

Muy apenado, el dios le preguntó:

-¿Qué te pasa?, ¿qué te han hecho? Dime si puedo ayudarte a calmar tu pena.

-Perdóname, padre, pero me he enamorado de una bella princesa del castillo de los mortales y me quiero casar, pero sé que mi madre y tú me
negarán este derecho.

-¿Cómo puede ser? -preguntó Luha-, ¿un hijo mío y una mortal?

Y sin decir más, el dios se marchó triste y pensativo, pues, en realidad, deseaba permitirle a su hijo que se casara con quien él quisiera, pero
pensó que si daba su consentimiento, la tristeza mataría a su esposa, la madre de Leubio.

Caminó largo rato hasta donde estaba descansando la diosa Arcoiris, y le contó todo lo que su hijo le había dicho.

Su esposa se llenó de rabia y contestó:

-¿Cómo puede mi hijo amar a una mortal? No lo permitiré y, de hoy en adelante, haré todo lo que pueda para separarlo de ella.

-Yo buscaré otra forma de complacerlo que no sea la de casarse con esa mujer -medió el dios.

Todavía estaban hablando, cuando llegó Leubio.

-¿Qué están discutiendo? -preguntó el joven.

Su madre le reclamó todo lo que había oído de boca de Luha. Leubio le contestó:

-Madre, me niegas el derecho de ser feliz. Pero queda un camino para acabar con esto. Si no quieres darme la libertad, ¿por qué no me
destruyes? Porque si continúo vivo, te juro, madre querida, que te voy a desobedecer, aunque me duela el alma.

La madre no contestó.

Pasó el tiempo y Leubio seguía visitando a su amada.

Un día, resolvió terminar con la espera y decidió casarse.

Entonces fue y le dijo a Luha y a Arcoiris:

-Pienso casarme y deseo, de todo corazón, no causarles ningún daño por mi desobediencia, pero ya que ustedes se negaron a oírme, estoy
dispuesto a seguir mi voluntad.

-¡Maldito seas, hijo mío! -exclamó Arcoiris-. Me has desobedecido, pero en la misma desobediencia llevarás el castigo. Nunca serás feliz y
jamás te pertenecerá aquélla que tanto anhelas. Te lo juro. Ahora vete, que no quiero mirar jamás tu despreciable figura.

Triste y lloroso, Leubio se marchó lejos de sus padres.

Mientras tanto, Arcoiris bajó hasta los mortales y fue a casa de una bruja, muy conocida por su maldad.

-Tengo un trabajo para ti y te pagaré mucho dinero si lo haces bien.

-Usted dirá -contestó la bruja.

-Quiero que separes a dos seres que se aman, pero de forma que estén juntos y divididos a la vez, de modo que jamás en la vida lleguen a
unirse.
-Muy bien -respondió la bruja- dalo por hecho. No te arrepentirás de haberme consultado.

Al momento, la brujo hizo que Leubio y Flor perdieran su forma humana, y se convirtieran en dos inmensas lagunas divididas por una franja
de tierra firme.

Como quiso Arcoiris, jamás perteneció a Leubio la mujer a la que tanto amaba.

Y, aún hoy, se recuerda en Dos Lagunas la desobediencia de Leubio.

SAN LUIS POTOSI

leyendas

-El tapanco -

Muy cerca del rancho donde yo me crié, vivía un señor que era hermano de mi padre; un día se murió y la familia se fue,
dejando la casa abandonada. Agarraron sus cosas y se fueron, pero olvidaron un costal de panela en el tapanco, porque
antes se acostumbraba comprarla por costales y guardarla en un tapanco.

Yo estaba pollón, tendría unos ocho años y cuando no tenía qué hacer iba a robarme la panela, me subía al tapanco,
abría el costal y comía hasta que me hartaba de dulce, ni miedo, ni nada me daba, pero un día que me empiezan a caer
piedritas.

-¡Ya me agarraron! -pensé- y que me bajo a la carrera. Pero nada, no había nadie, entonces que cojo una de las piedras, estaba redondita y
mojada, era piedra de río, -¿y ora? -me pregunté-, porque el río estaba lejos. Mi padre me dijo que habían sido los duendes del agua, que
habían olido el dulce y querían comérselo.

Ya no volví al tapanco, dejé que se comieran toda la panela, al fin que yo ya tenía dulce hasta el paladar.

SINALOA

Mitos

- La creación de la tierra y el agua -

Al principio todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio. Todo inmóvil, callado y vacía la extensión del cielo.
No había todavía un solo hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas,
ni bosques. Sólo el cielo existía.

No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaba el mar en calma y el cielo en toda su extensión.

Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos. Y el nacimiento de la vida y la creación del hombre. Se dispuso
así en las tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llamaba Huracán.

-¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire! ¡Que surja la tierra y que se afirme! ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en
la tierra! ¡No habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana, el hombre formado! -Así dijeron
los dioses.

Luego la tierra fue creada por ellos.

-¡Tierra! -dijeron, y al instante fue hecha.

Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron del agua las montañas, y al instante crecieron.
Solamente por un prodigio, sólo por arte mágico se realizó la formación de las montañas y los valles, y al instante brotaron juntos los
cipresales y pinares en la superficie.

Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de agua, los arroyos se fueron corriendo libremente entre
los cerros y las aguas quedaron separadas cuando aparecieron las altas montañas. Así fue la creación de la tierra cuando el cielo estaba en
suspenso y la tierra se hallaba sumergida dentro del agua.
SONORA
LA MINA ENCANTADA

Una leyenda, de la que se habla ya desde 1850 en una obra del historiador José I. Velazco, menciona que entre
Guaymas y Hermosillo, en la sierra de La Palma “...se habla de una mina de la que se dice ser muy rica en oro y que se
llama Tarasca...”

El Chapo Coyote, por allá de 1954, platicaba que: “cuando nosotros estábamos alzados íbamos a una mina cada tanto
tiempo para sacar oro y comprar armas y parque. A unos nos tocaba vigilar arriba de los cerros y otros bajaban para
sacarlo”. Asimismo, indicó que la mina estaba situada en un “cañón muy fragoso” por el rumbo de La Pintada. “Ve al
aguaje de La Pintada y fíjate muy bien en las ramas. Vas a ver algunas que están trozadas aunque hayan vuelto a
brotar. Es que nosotros teníamos una vereda donde bajábamos al agua. Síguela hasta llegar a lo más alto de la sierra. Volteas al otro lado
y sigues caminando tratando de mirar un cañón hondo. Ya metido en el terreno lo tienes que encontrar. Cuando así sea lo sigues, tienes
que caminar rumbo al sur como si fueras para Guaymas. Vete fijando arriba y donde veas dos relices juntos párate y fíjate abajo. Tienes
que ver una piedra muy grande. Dale vuelta y vas a ver, buscando, la boca de una mina. No creas que es fácil porque el cañón es muy
enredoso pero, si haces lo que te digo, vas a dar con ella”.

TABASCO

Mitos

- Cuca -

Nadie recuerda la fecha en que Cuca llegó al rancho montada en una mula. Lo único que se cuenta es que
aquel día no paró de llover y el río creció como nunca hasta desbordarse, inundando varias casas.

Poco después de su llegada, Cuca construyó un jacal junto al río y pronto se hizo famosa porque sus
remedios curaban todas las enfermedades, además de predecir el futuro y preparar polvos para prevenir maleficios o atraer amores. Todo
mundo la trataba con respeto por el miedo que le tenían pues esa mujer conocía también otro tipo de hechicería, y a quienes no la
consultaban o le negaban un favor, les pasaban cosas muy raras: se les agriaban los frijoles, la leche se cortaba o enfermaban y no se
aliviaban hasta que acudían a verla.

Meses después de su llegada, mucha gente se alejó de la hechicera por temor. Y fue cuando Cuca tomó su mula y dejó el rancho. Al
principio todos se alegraron, pero unos días después regresó acompañada por una muchacha y un niño que presentó como sus sobrinos.

A partir de ese momento las gallinas y el ganado dejaron de estar seguros, parecía que había llegado una plaga de coyotes.

Cada vez con mayor frecuencia desaparecían becerros y terneras, lo que obligó a los rancheros a hacer guardias nocturnas para vigilar el
ganado.

Pasaron varias noches sin que se encontraran rastros de algún animal, hasta que una noche de luna llena, Simón, uno de los rancheros,
disparó sobre un enorme coyote. No lo pudo matar, pero una bala se enterró en una de las patas traseras del animal.

Al día siguiente Cuca tomó sus cosas y abandonó el rancho junto con sus sobrinos. Todos los habitantes del lugar se reunieron para
comentar su partida, pues antes de irse muy enojada había dicho que se iba y no regresaría, pues en ese lugar no se podía estar seguro,
que esa mañana cuando fue al río a lavar, una bala perdida la hirió en una pierna.

Por la tarde, cuando llegó Simón y les contó cómo le había disparado a un coyote, nadie dijo nada pero todos pensaron en Cuca; ahora
cuando alguien habla de ella la llaman Cuca Coyota.

TAMAULIPAS

EL BAILE DE LAS BRUJAS

La Villa de Güémez es un pequeño pueblo del estado de Tamaulipas. En ese lugar, como en muchos otros pueblos, a los
habitantes les gusta mucho hablar de cuentos de aparecidos y, aunque algunos parezcan cosa de fantasía exagerada, la
gente no se cansa de escucharlos. Siempre van surgiendo nuevos cuentos, cada vez más interesantes. En Güémez de lo
que más se habla, sin duda, es sobre las "bolas de lumbre".
Cuentan los campesinos que, cuando iban por las noches a los potreros, de repente salían unas bolas de lumbre en el
camino. Otras veces, mientras estaban regando, las bolas salían en montón por arriba de los maizales y, después de dar varias vueltas en el
aire, se marchaban.
Las personas más ancianas decían que las bolas eran brujas que salían por las noches a pasearse juntas. Algunas aseguraban que rezando las
doce verdades, al mismo tiempo que se hacía un nudo en una cuerda por cada rezo, las brujas bajaban. Cuando se conseguía lo anterior, las
brujas se convertían en diferentes animales para ahuyentar a la persona que las bajó. Si al cabo de cierto tiempo la persona no se marchaba se
perdía el hechizo y la bruja tomaba su aspecto humano, quedando entonces a merced de quien la hubiera bajado.

TLAXCALA

Mitos

- Los nahuales -

Un día por la tarde, mi tío Luis me contó historias de nahuales, que son personas que se convierten en animales, como
cochinos, burros, gallinas, para poderse llevar otros animales.

Me contó que un día iba un señor por el camino a dejar su leña cuando se encontró un burro que iba cargando un cochino, y le dijo a su
compañero:

-Mira, mano, ese burrito me lo voy a llevar.

Pero cuando se acercaron al animal, vieron que no tenía cola y que el cochino no estaba amarrado sino atravesado nada más. El señor le dio
tres latigazos y el burro empezó a hablar:

-No, ya no me pegues. Si dejas de pegarme, no te haré nada.

-¡Ah, entonces eres un nahual! -dijo el señor-. Bueno, está bien.

Y el nahual contestó:

-Los espero al rato, cuando regresen de dejar la leña.

Los señores volvieron con el nahual, quien les dio de comer carnitas y chicharrón. A cada quien le regaló una pierna de marrano, con la que
se fueron muy contentos a su casa.

También me contó mi tío que, una noche, iba pasando un abuelo frente a una casa que le quedaba de paso a la suya, cuando vio salir un perro
como de metro treinta de altura. Del susto se le pararon los pelos de punta.

Se quedó tan asustado por el perrote que ya no se pudo mover y se quedó engarrotado un largo rato. Cuando se tranquilizó, se fue a su casa y
le contó a su familia todo lo sucedido.

Al día siguiente, salió de madrugada al trabajo, porque era obrero. De regreso, vio de nuevo al perro, que iba arriando un burro cargado de
costales de maíz, era tanto que hasta el burro se doblaba. El abuelo quedó tan sorprendido que no podía creer lo que veía. Pasaron los días sin
novedad. Todo estaba tranquilo.

Como el abuelo estaba temeroso de volver a encontrarse con el perrote, siempre traía un fierro para defenderse. Al tercer día, regresó como
siempre de su trabajo y ¡que se va encontrando al perro en su casa! Para colmo, estaba llevándose a su burro cargado de maíz. Sin pensarlo
mucho, le metió al perro una tunda y el perro habló:

-¡Ya no me pegues!

De un machetazo tiró al abuelo, quien al día siguiente se enteró de que el perro era el nahual de su compadre, y se dijo:

-Mi compadre es un nahual y le metí una tunda, sin saber que era mi compadre.

El abuelo aquel duró mucho tiempo enfermo hasta que murió.

VERACRUZ

Mitos

- Leyenda del maíz -


La historia que vas a leer habla del maíz y nos recuerda que es necesario el trabajo de los hombres para cultivarlo.

Nos la contó en Chalma, Veracruz, un abuelo que tiene más de ochenta años andando entre milpas.

Dicen que antes, hace muchísimos años, los cazadores tenían que pedirle permiso a su jefe para matar cualquier animal.

También se dice que una vez, unos hombres fueron a cazar al campo y se encontraron con unas aves que ellos nunca habían visto, ni los
toltecas las habían visto, ni los chichimecas, ni los zapotecas, ni los aztecas, ni los mayas.

Eran unas aves completamente desconocidas. Antes de intentar flecharlas, fueron a ver al jefe.

-Señor -le dijeron-, acabamos de ver una aves muy raras que no son de aquí. ¿Las matamos?

-No, déjenlas -dijo el jefe. Yo quiero conocerlas.

Y se fue a conocer aquellas aves.

Entonces dijo:
-Esas aves vienen del paraíso, de un lugar grande, y nos traen alguna semilla.

Las aves estaban paradas, quietas. Pero de repente empezaron a vomitar. Vomitaron el maicito, el prieto y el amarillo. Luego los hombres
cogieron aquella semilla y la sembraron con mucho cuidado, porque "un grano no se siembra cuatro veces". A la primera tiene que crecer
bonito.

Cuando las matas empezaron a florecer y a dar elotes, los hombres se pusieron muy contentos. Pero después comenzaron a marchitarse, a
secarse, y ellos no sabían qué hacer. Entonces las abonaron y las cuidaron para ver si volvían a espigar. Y nada.

Total, que se secaron las cañas y las matas cayeron al suelo, y los hombres casi lloraban porque no sabían qué significaba aquello.

Entonces agarraron una mazorca, la pelaron y vieron los granos, igualitos a los que ellos habían sembrado.

Y desde entonces, los hombres tuvieron el maíz.

YUCATAN

Mitos

- El conejo risueño -

En una casita de paja vivían un anciano y su esposa. Eran muy pobres y lo único que tenían era un conejo y un joven jaguar. Cuando se les
acabó a los viejitos el último grano de maíz, decidieron comerse al conejo y pusieron a calentar el agua en que iban a cocinarlo.
Al ver aquello el jaguar le dijo al conejito:

-Ahora sí: no te vas a escapar. Los viejitos te van a comer y me darán una parte.
-No amigo jaguar -respondió el conejo-. Lo que los viejitos hacen es calentar el agua para el chocolate del desayuno.
-Tú me engañas, calientan el agua para cocinarte.
-No, de ninguna manera. Es más, si quieres te lo demuestro: entra en mi jaula y verás que a ti te dan primero el chocolate.

El jaguar, confiado, entró en la jaula, el conejo la cerró y se escapó. Pasó un rato y el jaguar se cansó de esperar a que los ancianos le llevaran
su chocolate. Entonces se dio cuenta de que el conejo lo había engañado, rompió la jaula y salió tras él.
Andando, andando, lo encontró dentro de una cueva de esas que por aquí se llaman sahkaberas (cueva donde se extrae tierra blanca). Muy
enojado le enseñó los dientes mientras decía:

-¡Te atrapé conejo! Te voy a comer. -¿Qué te pasa amigo mío? ¿De qué me estás hablando? Yo no te conozco, hace mucho tiempo que vivo
aquí. Ahora discúlpame porque estoy ocupado, ¿no ves que mi casa se está cayendo? -Ah, ¿entonces no eres tú el que me engañó?
-¡Claro que no! Pero, por favor, ayúdame: apóyate en esta pared mientras yo voy por un tronco para sostenerla y no se caiga, no la sueltes
porque te puede aplastar.

Entonces el jaguar se paró sobre sus patas traseras y se puso a detener la pared.
Pasó un gran rato y el jaguar estaba ya cansado. Cuando vio que no se caía, se dio cuenta del nuevo engaño y más furioso salió tras el conejo
ladino.
Lo encontró esta vez colgándose de un bejuco elástico que le hacía subir y bajar. Tan divertido estaba el conejo recordando las malas jugadas
que le había hecho al jaguar, que no se fijó cuando éste, pegando un gran salto, estiró con todas sus fuerzas el bejuco y lo soltó de golpe. El
conejo subió y subió por los aires agarrándose la barriga de la pura risa y así llegó hasta la Luna. Por eso ahora, en las noches en que la luna
está redonda y colorada, se puede ver al conejo doblado sobre su panza todavía riéndose.

ZACATECAS

LA COCHINA DE VALENCIA

Por ahí de los años veinte en lo que se llamaba el rancho Valencia, más allá del ejido La Cruz, vivía Don Feliciano
Méndez, honrado campesino de escasos recursos, como muchos, por aquellos años y por esos rumbos. Cuando su
esposa falleció, a los días de haber parido su quinta hija, se dijo que de tuberculosis, el señor se encontró en el apuro de
criar a la recién nacida además de todas las otras tareas que el rancho demandaba. Un compadre de él le había dicho
alguna vez que la leche de marrana era muy buena para los niños y justo unos días antes la marrana acababa de parir.
Así que para la recién nacida seguramente no iba a haber la suerte de disfrutar del pecho y calor de una madre, cosa
única e incomparable, pero sí, había manera de sobrevivir, con suerte y con agallas. Todas las mañanas antes de salir
para el monte a tallar lechuguilla, Don Feliciano acostaba la marrana en el piso y le lavaba las chiches para que amamantara a su hija, luego
le encargaba a la hija mayor a que pusiera a su hermanita a que tomara todo lo que pudiera y lo mismo hacía de regreso, al atardecer. Durante
el día y la noche le complementaban con leche de chiva. Total, la niña sobrevivió y se llamo Susana y cuando tuvo edad para poder llevarse
las chivas al monte como a los seis o siete años eso era lo que hacía durante todo el día como la mayoría de los niños de rancho, ir al monte
con las chivas... ahora, la particularidad fue que esta niña era conocida en los alrededores (zopilotes, chivas y coyotes, y alguno que otro
ranchero) por llevarse al monte también a la marrana. Sus hermanas le hacían burla y el papá no estaba del todo convencido, pero la niña
hacía caso omiso de esos detalles y siguió llevándose la marrana al monte. Decían las hermanas quienes alguna vez la acompañaban, que
cuando encontraban una nopalera en su camino, Susana siempre se detenía a cortar una cuantas tunas para ellas; luego cortaba y pelaba dos
para la marrana.
Pero se vino la Semana Santa y unos hacendados de la Sierra de San Carlos vinieron a ver a Don Feliciano para comprarle la marrana, a que
se la descuartizara y que se la hiciera chicharrón para la fiesta del domingo.
Don Feliciano ya sabía lo que se venía con su hija, pero sobrevivir en el rancho es difícil y cuando caen unos centavitos hay que
aprovecharlos porque no es muy seguido, aún más en aquellos años.
Ese día no fue al monte Don Feliciano y a la hora que la niña salía con las chivas le dijo de manera muy firme que no se llevara la marrana.
Más al rato, cuando su hija ya había salido cargó la marrana en la carreta y se fue para el rancho de un compadre a que le ayudaran.
Al regreso del monte la niña llevaba las dos tunas consigo para dárselas a la marrana, pero cuando la fue a buscar al no encontrarla en su
corral, fue luego a preguntar a las hermanas, pero se encontró con un silencio elusivo y ojos esquivos. Al no ver la marrana ni la carreta supo
por qué su padre ese día no la dejó llevar a la marrana. La vida en el rancho es muy dura así que los que se crían en el rancho se espantan
menos de las situaciones duras de la vida digamos, en general no se andan con sentimentalismos, están acostumbrados a tener menos y así
sufren menos quizás, o lo aparentan, cuando se les quita algo, sin embargo el dolor de la pérdida de algo querido es un sentimiento humano
universal que casi siempre desemboca en llanto y en tristeza aquí y en China, ayer hoy y mañana.
La niña se fue a su cama, la suya y de sus hermanas, a llorar en silencio, porque por aquí no se acostumbra ser muy ruidosos, se escondió
debajo de la almohada conociendo en lo oscuro de sus ojos cerrados los primero piquetes de unas espinas invisibles en el corazón.
Cuando Don Feliciano regresó del rancho del compadre, encontró a la hija hecha bolita en una esquinita de la cama, la miró un segundo y
luego le dijo de la manera más suave posible: - Aquí te dejo eso que dejo la marrana para ti, guárdalas bien porque puede que tengan valor –
y apoyó las dos monedas que se había encontrado en las tripas del animal.
Cuando yo escuché esta historia tuve curiosidad de conocer ese lugar y preguntando cómo hacer para encontrar el rancho Valencia, me
dijeron que ya no existía, pero que una hija de Doña Susana habitaba por La Vivienda , pasando San Felipe rumbo a Zacatecas.
La fui a ver, se llamaba Esmeralda y también me recibió con frijoles y tortillas riquísimas, porque han de saber que en el rancho estas cosas
tan sencillas, no se por qué pero agarran un sabor de lo más exquisito, son misterios...
Inesperadamente me encontré con la sorpresa de que Doña Susana iba a ir a visitar a su hija en aquellos días, llevada por su otra hija así que
esperé, quemando leña por las noches en el monte y buscando la sombra en el día, de cualquier manera gozando del rostro del desierto
potosino, y a la hora del hambre aprovechando de la generosidad sin par de la gente de los ranchos, quienes siempre le sirven de comer al
visitante antes de servirse para si mismos.
Doña Susana, cuando la conocí, tenía casi ochenta años. Me platicó de las dos monedas, dijo que eran monedas de 8 reales de 1811, acuñadas
en el mero Real de Catorce, y que por suerte ella las había guardado con mucho cuidado y una vez cuando ya jovencita había ido a
Monterrey y en una tienda de monedas se las habían cotizado en un muy buen dinero, pero que las guardó hasta el momento de casarse, de
hecho con lo que consiguió de su venta se pagaron los gastos de las fiesta. Luego le pregunté sobre lo de la marrana, que pensaba ella de lo
de las monedas y lo demás y me dijo – Es que yo la quería mucho, y ella también me quería por eso me dejó las monedas, inclusive decían
unos rancheros que por donde yo llevaba a pastar a las chivas andaba el fantasma de la marrana y que por la noches de Viernes Santo se veía
una lumbre muy grande por esos rumbos, y que por ahí estaba la relación y que el fantasma de la marrana le apuntaba para donde se
encontraba. Mi cuñado cada año decía que iba a ir en Viernes Santo a traerla con sus primos pero empezaban con un trago bajo el mezquite
para darse valor y terminaban tirados de borrachos bajo el pirul, y cada año así.
Saliendo de la casita de adobe, ya para regresar, el aire del desierto era cristalino y deslumbrante como siempre, miré hacia el cielo, azul
intenso, sólo había una nube ahí a lo lejos, la miré, luego la miré otra vez, tenía forma de cochino.

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