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de La Macarena
Los incendios que arrasaron casi 400 hectáreas en la Macarena la semana
pasada escandalizaron al país. El ministro de Ambiente explicó que se trataba
de una retaliación y el de Defensa dijo que la responsable era la disidencia, en
respuesta a los operativos militares de la ‘Campaña Artemisa’ contra la
deforestación. Apagado el incendio, queda claro que en este Parque Natural
-que hace parte del gran santuario ambiental del país- hay un problema muy
grave que va más allá de las disidencias.
La chispa
Según el Ideam, esta Área perdió 13 mil hectáreas de bosque sólo en 2018. Es
la zona del país que más árboles ha perdido, según un estudio del Programa
de Monitoreo de la Amazonía Andina, MAAP.
El parque más afectado es Tinigua, que según datos del MAAP, cuadruplicó su
deforestación entre 2017 a 2018, cuando perdió 12 mil hectáreas.
También tomó medidas que muestran que la deforestación tiene que ver con
la omisión de varias autoridades: le ordenó al Instituto Colombiano
Agroprecuario, ICA, y a la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegan,
que suspendieran los sellos al ganado y los bonos de comercio dentro de los
parques; a los alcaldes de San Vicente del Caguán, Caquetá, y de La
Macarena y Uribe, Meta, que no emitieran certificaciones de colonos sin
autorizar la permanencia temporal de estas personas para frenar la llegada de
nuevos colonizadores; y al Banco Agrario que no aprobara más créditos a
personas que quieran hacer proyectos agropecuarios dentro de los parques.
Esas medidas, con las que la Fiscalía pretende cerrar el cerco comercial de
ganado, no cayeron bien en las comunidades.
Los de arriba
Las otras cuatro personas que capturó la Fiscalía eran dueños de ganado y son
ejemplos de cómo es que se van apropiando de tierras.
A esos cuatro les dieron detención domiciliaria y les imputaron cargos por
invasión de áreas de especial importancia ecológica, aprovechamiento ilícito de
recursos naturales e incendio para despejar terreno y habilitarlo para meter
ganado.
Pero en realidad este operativo iba tras la pista de 35 ganaderos que, según
investigaciones de la entidad, han comercializado más de 200 cabezas de
ganado dentro de Parques. Ese es el número más bajito, pero hay casos de
ganaderos con mucho más ganado. En la Fiscalía sospechan que alguien filtró
el operativo porque cuando llegaron, sólo agarraron a esos cuatro
Entre los 35 hay un ganadero que, según supo La Silla, tiene 3.500 cabezas de
ganado allí.
También hay 6 en los que la hipótesis más fuerte que tiene la Fiscalía es que
se venden el ganado entre ellos. Y que lo que hacen es talar para meter vacas;
luego le venden la tierra a otro y este otro tala y mete vacas, y así, con el
objetivo de degradar el estatus ambiental de la tierra, que está en zona
protegida, e irla legalizando.
Ese eslabón es el que más puede comenzar a explicar qué está pasando en la
región y lo que hasta ahora tiene la Fiscalía ya muestra lo oscuro que podría
llegar a ser.
Actualmente están investigando a 120 personas, incluidas las 35, por delitos
asociados a la deforestación en la Amazonía.
Cruzando datos, encontraron que hay cinco “objetivos de alto valor” (incluido el
ganadero de las 3.500 cabezas de ganado) porque les identificaron el año
pasado operaciones sospechosas: consignaciones de plata, con personas que
están asociadas con narcotráfico, lavado de activos, paramilitares y procesos
de extinción de dominio.
En toda esa red que opera no sólo dentro de Parques, sino que se extiende a
otras zonas en Meta, Guaviare y Caquetá, Duarte juega un papel clave.
El control social
Otra fuente que lo sabe de primera mano y trabaja en una organización que le
hace seguimiento a ese tema en terreno, nos contó que la disidencia “cada vez
está pidiendo más plata” e incluso que “quieren carnetizar a presidentes de
juntas en algunas veredas en La Macarena y San José del Guaviare”.
Según la fuente, desde finales del año pasado, circuló un panfleto en esa zona
en la que orientaban a los campesinos a que se tenían que carnetizar a través
de los presidentes de juntas. “Algunos presidentes se negaron”, nos dijo.
Otro presidente de junta, que no citamos por no exponerlo, nos dijo que el
discurso de la disidencia en las reuniones que convocan es que “si quieren
seguir viviendo dentro de los parques, nos tienen a nosotros (la disidencia)
porque el Gobierno los quiere sacar”.
Ese mismo control social está haciendo que los guardabosques, que antes no
eran vistos como una amenaza para la comunidad, ahora lo sean.
“Sobre todo en Sabanas del Yarí, por los lados del Parque La Macarena, las
comunidades ni hablan con los guardabosques porque están obligados a no
tener relación con ellos. Los esquivan”, nos dijo una fuente que está en terreno
y que no citamos por su seguridad. “Cuando estaban los acuerdos de paz, las
comunidades andaban con Parques de arriba para abajo, pero ya desde que
entró la disidencia nos dijeron que les prohibieron la relación”.
A todo eso se suma que, según nos confirmó una alta fuente del Ejército en la
zona, la red de apoyo de la disidencia, que son personas no armadas y que les
ayudan haciendo trabajo clandestino, es incluso más grande que los hombres
en armas, al menos en esa jurisdicción, que comprende los departamentos de
Meta, Guaviare y Vaupés.
Según esa fuente, hay tres disidencias coordinadas por Duarte que suman 252
hombres en armas y 420 de apoyo.
A través de esta red de apoyo, las disidencias de Duarte les protegen los
negocios ilegales de tierras y ganado a los terratenientes y se lucran a la vez
de este negocio en el que también entran, según Fiscalía, paramilitares y
narcos.
Carlos Castaño Uribe, ex-director de Parques Nacionales y quien ha sido uno
de los defensores principales del Parque Chiribiquete, nos dijo que “hay una
relación estrecha entre la disidencia y colonos, quienes se benefician
mutuamente. Las disidencias le cobran impuestos a los colonos y al tiempo
protegen su propiedad sobre la tierra”.
Los colonos
Colonos en los parques existen, por lo menos, hace 70 años, y no todos están
deforestando.
En La Silla hablamos con un viejo colono que tiene su finca desde los años
ochentas en la zona. Cuando llegó, esa tierra estaba bajo la dirección de Efrén,
excomandante de las Farc, y su política de control social era implacable. “En la
época de Efrén, ladrón que se denunciaba, Efrén lo mandaba a matar”, dijo.
“En esa época uno llegaba a un terreno y lo fundaba, tumbaba palo y hacía una
trocha con la cual fijaba los linderos de la finca. Luego, si alguien más llegaba,
uno le decía desde donde podía empezar a fundar para que no se metiera con
el terreno de uno”, dijo.
Dice que la disidencia de Duarte le cobra una cuota de 10 mil pesos por cabeza
de ganado, en un cobro que se hace una vez al año. “Nos llega una boleta
donde nos citan a un día y hora específica para que vayamos a pagar la cuota.
Uno se ve, normalmente en Yarumales, con un intermediario encargado del
recaudo en la región que recibe la plata”, dice.
“La gente acepta pagar porque cuidan la región de los ladrones, pero esta
guerrilla ha sido muy blanda y les ha perdonado la vida. Antes eso no pasaba”,
agrega.
Las disidencias también cobran un porcentaje por la venta del predio, un 9 por
ciento del valor de las fincas, según una fuente que se mueve en terreno.
Diego Trujillo, delegado de asuntos ambientales de la Procuraduría, nos explicó
que, si bien los colonos en los parques no son nuevos, ni todos están en el plan
de tumbar, el proceso de paz motivó la llegada de nuevos colonos a tierras que
estaban vedadas por el conflicto, entre ellas, los parques naturales.
“Nadie puede meter la mano en el fuego y decir quienes son esos colonos,
pero se ve que ha llegado mucha mano de obra que no es de esta zona y que
es la que mueve la deforestación”, dice Castaño.
A todo esto se suma que La Macarena es uno de los municipios en los que
más tierra reportaron las Farc.
“Muchas disidencias tienen fincas que en el momento en que las Farc salieron,
nadie reclamó y se dio como tácito que si la disidencia se quedaba, esas fincas
eran de ellos”, nos dijo el viejo colono que entrevistamos.
Así que más que un problema que se explica sólo por la coca, este es un
fenómeno de acaparamiento en el que además de la disidencia, el sector
ganadero, que ha sido una base electoral clave para el uribismo y para el
presidente Iván Duque, tiene mucho que ver.
Por todo lo anterior, así los incendios de hace una semana ya estén apagados,
la chispa que los prendió sigue encendida.
Gobierno Duque
Posconflicto
Medio Ambiente
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Esta vez el desempleo fue de 13 %, superior al 12,8 % registrado enero del 2019.
Es la cifra más alta desde 2011, sin embargo, el Presidente celebró las cifras.
Duque cayó en la trampa que tendió el Dane y se quedó con la cifra de trece
ciudades en las que hubo una pequeña disminución del desempleo que el
departamento de estadística destacó en las presentaciones, eso lo llevó a
protagonizar el raro episodio en el que mientras los medios registraban un
nuevo aumento del desempleo el Presidente celebraba la buena noticia.
La gente que había visto la mala noticia, la del aumento del desempleo, quedó,
entonces, desconcertada. Cualquier registro periodístico decía lo contrario de lo
que decía el Presidente, a quien sus asesores lo habían puesto a decir lo
contrario de lo que ocurre en la realidad con lo que, no solo no engaña a nadie,
como imagino fue la intención de quien le dio la versión equivocada, sino que
aumenta la percepción de que está desconectado y que ve un país distinto al
real.
En este caso en particular, lo grave es que el Dane, que por cumplir la tarea que
cumple debería presentar la información en forma plana, sin interpretaciones
tendenciosas, lo convirtieron también en un instrumento de propaganda oficial
y entonces presenta las cifras en forma amañada, el comunicado de prensa
destaca un resultado que no es el importante y trata de producir un efecto que
no logra y que, en cambio, desprestigia las estadísticas oficiales.
No sé cuál de las hipótesis es peor, pero me voy a quedar con la de que al
Presidente lo engañan y que como en tantas historias de los que rodean a quien
ejerce el poder le hacen ver una realidad distinta a la que padecen los
ciudadanos. Con esta idea, podemos confiar en que en algún momento, alguien
le diga al Presidente que está repitiendo mentiras.