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La chispa que prende los incendios

de La Macarena

Por Juanita Vélez | Camilo Andrés Garzón01 de Marzo de 2020





Los incendios que arrasaron casi 400 hectáreas en la Macarena la semana
pasada escandalizaron al país. El ministro de Ambiente explicó que se trataba
de una retaliación y el de Defensa dijo que la responsable era la disidencia, en
respuesta a los operativos militares de la ‘Campaña Artemisa’ contra la
deforestación. Apagado el incendio, queda claro que en este Parque Natural
-que hace parte del gran santuario ambiental del país- hay un problema muy
grave que va más allá de las disidencias.

Lo que hay es un fenómeno sin control de acaparamiento de tierras por parte


de grandes terratenientes y ganaderos,  algunos de ellos con presuntas
conexiones con el bajo mundo, que incentivan la deforestación a gran escala.

La chispa

Los incendios que todos vimos ocurrieron en el Parque de la Macarena, que


pertenece al Área de Manejo Especial de La Macarena (también están los
parques Tinigua, Picachos y Sumapaz). 

Según el Ideam, esta Área perdió 13 mil hectáreas de bosque sólo en 2018. Es
la zona del país que más árboles ha perdido, según un estudio del Programa
de Monitoreo de la Amazonía Andina, MAAP.

El parque más afectado es Tinigua, que según datos del MAAP, cuadruplicó su
deforestación entre 2017 a 2018, cuando perdió 12 mil hectáreas.

Fue precisamente en Tinigua, Picachos y La Macarena, donde justo en la


misma semana de los incendios, la Fiscalía, con acompañamiento de Fuerza
Pública, hizo varios operativos para dar con taladores y determinadores de la
deforestación. 

En estos operativos capturaron a 20 personas que, según dijo la Fiscalía en un


comunicado, “habrían invadido la zona de reserva y, en cinco años, acabaron
con algo más de 1.800 hectáreas de selva para desarrollar actividades
agropecuarias”. 

De los 20 capturados,16 eran campesinos que no son dueños de vacas ni de


tierras y que según la Fiscalía, los encontraron talando en flagrancia. Les
imputaron cargos por invasión en áreas de especial importancia ecológica.
Pero los soltaron con la condición de que no volvieran a la zona de parques, ni
salieran del país. Sin embargo, los campesinos en la región niegan que hayan
sido capturados en flagrancia y dicen que entre los capturados había niños,
algo que no pudimos confirmar con Fiscalía. 

Que capturaran en su mayoría a estos campesinos y no a los grandes


terratenientes, es algo que ya ha venido pasando en los operativos de
Artemisa, como ocurrió con el primero en Guaviare, en el que capturaron a diez
personas y luego las soltaron con la condición de que no volvieran; lo grave es
que cada uno de estos operativos en los que dan más con los pequeños que
con los grandes, moviliza a las comunidades contra el Estado. 

Y este caso no fue la excepción.

Las cosas escalaron porque, durante las judicializaciones de las capturas, la


Fiscalía le pidió a unos jueces de garantías de Florencia y Cartagena del
Chairá en Caquetá, que prohibieran el ingreso, la movilización y la
comercialización de ganado dentro de las parques. 

También tomó medidas que muestran que la deforestación tiene que ver con
la omisión de varias autoridades: le ordenó al Instituto Colombiano
Agroprecuario, ICA, y a la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegan,
que suspendieran los sellos al ganado y los bonos de comercio dentro de los
parques; a los alcaldes de San Vicente del Caguán, Caquetá, y de La
Macarena y Uribe, Meta, que no emitieran certificaciones de colonos sin
autorizar la permanencia temporal de estas personas para frenar la llegada de
nuevos colonizadores; y al Banco Agrario que no aprobara más créditos a
personas que quieran hacer proyectos agropecuarios dentro de los parques. 

Esas medidas, con las que la Fiscalía pretende cerrar el cerco comercial de
ganado, no cayeron bien en las comunidades. 

Tampoco recibieron el aplauso del gobernador Arnulfo Gasca, ganadero de


hace años de Caquetá, que salió a decir que “nos van a llevar a la quiebra si
cada vez nos restringen más la actividad ganadera”. 

Si bien esta zona ha sido tradicionalmente ganadera, desde que se firmó el


Acuerdo de Paz, la zona, ya sin el control de la guerrilla de las Farc se volvió
asequible y eso ha disparado el ganado en la región. 

Sólo La Macarena pasó de tener 44.871 vacas en 2016, año de la firma del


Acuerdo de Paz, a 148.249 en 2018, según cifras de Rodrigo Botero, quien
dirigió la oficina territorial de Parques Nacionales en la Amazonía durante diez
años y es una de las personas que mejor conoce la región. Números igual de
dramáticos se ven en municipios como San Vicente del Caguán (pasó de
612.573 vacas en 2016 a 831.586 en 2018) o San José del Guaviare (saltó de
131.911 vacas en el año de la firma del Acuerdo a 181.796 en 2018). 

Ante el ultimátum de la Fiscalía, según nos confirmó la Defensoría, llegaron


más de dos mil campesinos a las veredas El Tapir y El Rubí de La Macarena
durante la semana pasada. 

Un audio, que una fuente confiable que lleva años trabajando en el


territorio entregó a La Silla Vacía, indicaría que la disidencia de Gentil Duarte
dio la ‘orientación’ de recoger gente de las veredas y llevarlas al sitio para que
evitaran que se llevaran el ganado.

No pudimos comprobar cuántos de ellos llegaron allí obligados, pero


estas personas taponaron el paso y retuvieron a dos soldados durante varios
días como rehenes para negociar. 

Los campesinos le pedían a cambio al Gobierno cumplir un pliego de 14


peticiones, que incluían puntos como que liberaran a los campesinos
capturados, el cese de los operativos, no tener bases militares en la zona y que
les aprueben una ley que regule la presencia de campesinos en estas zonas
protegidas. 

La Defensoría llegó a mediar a la zona y logró que finalmente los campesinos


soltaran a los soldados, pero por ahora no han llegado a un acuerdo con el
gobierno. 

Los de arriba

Las otras cuatro personas que capturó la Fiscalía eran dueños de ganado y son
ejemplos de cómo es que se van apropiando de tierras. 

Aunque la ley no prohíbe la compraventa de tierras en Parques porque si hay


justo título pueden enajenarse al derecho de dominio, entre los colonos firman
carta-ventas de baldíos indebidamente ocupados, las cuales validan con las
juntas de acción comunal de las veredas, y posteriormente autentican en
notarías. 

A esos cuatro les dieron detención domiciliaria y les imputaron cargos por
invasión de áreas de especial importancia ecológica, aprovechamiento ilícito de
recursos naturales e incendio para despejar terreno y habilitarlo para meter
ganado. 

Pero en realidad este operativo iba tras la pista de 35 ganaderos que, según
investigaciones de la entidad, han comercializado más de 200 cabezas de
ganado dentro de Parques.  Ese es el número más bajito, pero hay casos de
ganaderos con mucho más ganado. En la Fiscalía sospechan que alguien filtró
el operativo porque cuando llegaron, sólo agarraron a esos cuatro

Entre los 35 hay un ganadero que, según supo La Silla, tiene 3.500 cabezas de
ganado allí.

También hay 6 en los que la hipótesis más fuerte que tiene la Fiscalía es que
se venden el ganado entre ellos. Y que lo que hacen es talar para meter vacas;
luego le venden la tierra a otro y este otro tala y mete vacas, y así, con el
objetivo de degradar el estatus ambiental de la tierra, que está en zona
protegida, e irla legalizando. 
Ese eslabón es el que más puede comenzar a explicar qué está pasando en la
región y lo que hasta ahora tiene la Fiscalía ya muestra lo oscuro que podría
llegar a ser. 

Actualmente están investigando a 120 personas, incluidas las 35, por delitos
asociados a la deforestación en la Amazonía. 

Cruzando datos, encontraron que hay cinco “objetivos de alto valor” (incluido el
ganadero de las 3.500 cabezas de ganado) porque les identificaron el año
pasado operaciones sospechosas: consignaciones de plata, con personas que
están asociadas con narcotráfico, lavado de activos, paramilitares y procesos
de extinción de dominio. 

En toda esa red que opera no sólo dentro de Parques, sino que se extiende a
otras zonas en Meta, Guaviare y Caquetá, Duarte juega un papel clave.

El control social

Como hemos contado en La Silla, la disidencia de Gentil Duarte está


intentando ganarse el apoyo de la gente, con el discurso de ser el “verdadero
Ejército del pueblo” con las juntas de acción comunal en algunos municipios en
Guaviare y Meta.

“Hoy las disidencias ejercen una vigilancia en la zona que se ve reflejada en su


control de la pesca, en los castigos que ponen por el robo de ganado y otros
tipos de robos, pero han dejado sin regular la tala de árboles”, nos contó Delio
Franco, expresidente de una junta de acción comunal de La Macarena.   

Otra fuente que lo sabe de primera mano y trabaja en una organización que le
hace seguimiento a ese tema en terreno, nos contó que la disidencia “cada vez
está pidiendo más plata” e incluso que “quieren carnetizar a presidentes de
juntas en algunas veredas en La Macarena y San José del Guaviare”.

Según la fuente, desde finales del año pasado, circuló un panfleto en esa zona
en la que orientaban a los campesinos a que se tenían que carnetizar a través
de los presidentes de juntas. “Algunos presidentes se negaron”, nos dijo. 

Otro presidente de junta, que no citamos por no exponerlo, nos dijo que el
discurso de la disidencia en las reuniones que convocan es que “si quieren
seguir viviendo dentro de los parques, nos tienen a nosotros (la disidencia)
porque el Gobierno los quiere sacar”.

Ese mismo control social está haciendo que los guardabosques, que antes no
eran vistos como una amenaza para la comunidad, ahora lo sean. 

“Sobre todo en Sabanas del Yarí, por los lados del Parque La Macarena, las
comunidades ni hablan con los guardabosques porque están obligados a no
tener relación con ellos. Los esquivan”, nos dijo una fuente que está en terreno
y que no citamos por su seguridad. “Cuando estaban los acuerdos de paz, las
comunidades andaban con Parques de arriba para abajo, pero ya desde que
entró la disidencia nos dijeron que les prohibieron la relación”.

Fuera de cortarles el vínculo con la comunidad, varios funcionarios de Parques


fueron amenazados a principios de febrero por la disidencia, quienes les dieron
el ultimatum de que tenían que salir antes del 24 del mes pasado de los
parques La Macarena, Tinigua, Picachos y Sumapaz. Según una fuente que lo
sabe de primera mano, esas amenazas se extienden al resto de parques del
país donde la disidencia tiene presencia, como por ejemplo el Chiribiquete. 

Los guardabosques ya se fueron. Sin ellos, casi diez millones de hectáreas


quedan desprotegidas. Hectáreas que son el corazón de un santuario verde
que conecta los corredores ecológicos de la Orinoquía, la Amazonía y los
Andes.

A todo eso se suma que, según nos confirmó una alta fuente del Ejército en la
zona, la red de apoyo de la disidencia, que son personas no armadas y que les
ayudan haciendo trabajo clandestino, es incluso más grande que los hombres
en armas, al menos en esa jurisdicción, que comprende los departamentos de
Meta, Guaviare y Vaupés. 

Según esa fuente, hay tres disidencias coordinadas por Duarte que suman 252
hombres en armas y 420 de apoyo.

Su control social es cada vez mayor.

A través de esta red de apoyo, las disidencias de Duarte les protegen los
negocios ilegales de tierras y ganado a los terratenientes y se lucran a la vez
de este negocio en el que también entran, según Fiscalía, paramilitares y
narcos.
Carlos Castaño Uribe, ex-director de Parques Nacionales y quien ha sido uno
de los defensores principales del Parque Chiribiquete, nos dijo que “hay una
relación estrecha entre la disidencia y colonos, quienes se benefician
mutuamente. Las disidencias le cobran impuestos a los colonos y al tiempo
protegen su propiedad sobre la tierra”. 

Los colonos

Colonos en los parques existen, por lo menos, hace 70 años, y no todos están
deforestando. 

En La Silla hablamos con un viejo colono que tiene su finca desde los años
ochentas en la zona. Cuando llegó, esa tierra estaba bajo la dirección de Efrén,
excomandante de las Farc, y su política de control social era implacable. “En la
época de Efrén, ladrón que se denunciaba, Efrén lo mandaba a matar”, dijo. 

“En esa época uno llegaba a un terreno y lo fundaba, tumbaba palo y hacía una
trocha con la cual fijaba los linderos de la finca. Luego, si alguien más llegaba,
uno le decía desde donde podía empezar a fundar para que no se metiera con
el terreno de uno”, dijo.

La propiedad sobre su finca la formalizó ante la junta de la vereda, donde, con


ayuda de concejales, le dieron un papel con un sello que decía de dónde a
dónde iba su tierra. “Con ese papel, ya podía uno vender la finca a través de
cartaventas, que también eran firmadas por la junta”, aseguró.     

Dice que la disidencia de Duarte le cobra una cuota de 10 mil pesos por cabeza
de ganado, en un cobro que se hace una vez al año. “Nos llega una boleta
donde nos citan a un día y hora específica para que vayamos a pagar la cuota.
Uno se ve, normalmente en Yarumales, con un intermediario encargado del
recaudo en la región que recibe la plata”, dice. 

“La gente acepta pagar porque cuidan la región de los ladrones, pero esta
guerrilla ha sido muy blanda y les ha perdonado la vida. Antes eso no pasaba”,
agrega.      

Las disidencias también cobran un porcentaje por la venta del predio, un 9 por
ciento del valor de las fincas, según una fuente que se mueve en terreno. 
Diego Trujillo, delegado de asuntos ambientales de la Procuraduría, nos explicó
que, si bien los colonos en los parques no son nuevos, ni todos están en el plan
de tumbar, el proceso de paz motivó la llegada de nuevos colonos a tierras que
estaban vedadas por el conflicto, entre ellas, los parques naturales. 

Son tierras que, además de vedadas, no tienen un catastro actualizado y “esa


ambigüedad sobre la tenencia de la tierra es el contexto perfecto para que
lleguen personas con el objetivo de degradar la categoría de protección
ambiental de la que gozan estos territorios y así poderlos titular posteriormente
y convertirlos en propiedad privada”, dice Trujillo. 

Según dijo a La Silla Alejandra Botero, consejera para la Gestión y el


Cumplimiento en Presidencia, el Gobierno tiene como prioridad este año hacer
los primeros barridos prediales del catastro en nueve municipios, empezando
por La Macarena. 

Mientras lo hacen, muchos colonos nuevos se están aprovechando de esa


incertidumbre sobre la tierra. 

“Nadie puede meter la mano en el fuego y decir quienes son esos colonos,
pero se ve que ha llegado mucha mano de obra que no es de esta zona y que
es la que mueve la deforestación”, dice Castaño. 

A todo esto se suma que La Macarena es uno de los municipios en los que
más tierra reportaron las Farc. 

En concreto, como lo dice está alerta temprana de la Defensoría, casi el 40 por


ciento de las fincas -134- reportadas por Farc están en ese municipio. 

La Sociedad de Activos Especiales, SAE, que es la encargada de recibir estos


bienes, nos dijo que Farc sólo ha entregado ocho fincas en todo el país. Así
que en terreno dan por hecho que esas tierras son de la disidencia. 

“Muchas disidencias tienen fincas que en el momento en que las Farc salieron,
nadie reclamó y se dio como tácito que si la disidencia se quedaba, esas fincas
eran de ellos”, nos dijo el viejo colono que entrevistamos. 

"Duarte pone a la gente a pelearse la defensa de esas tierras y ese ganado.


Podría decirse que los campesinos están quedando en un conflicto entre sus
propios y legítimos intereses respecto de los de Duarte, no sólo por sus tierras
y ganado, sino por los socios que representa", nos dijo una fuente que lo sabe
de primera mano y lleva años en terreno. 

Eso es clave porque parte de la estrategia de la disidencia con la deforestación


es seguir expandiendo los terrenos que ya tiene y utilizar los Parques para
seguir ampliando carreteras clandestinas que les sirvan para conectar sus
corredores estratégicos. 

Corredores que, como  mostramos en La Silla,  están abriendo por el Parque


Chiribiquete, al pie de La Macarena y que se adentra por todo el parque hasta
Cartagena del Chairá. Por esa trocha clandestina la Fiscalía ya emitió orden de
captura contra Gentil Duarte, convirtiéndose en la primera contra un disidente
por un delito ambiental. 

Así que más que un problema que se explica sólo por la coca, este es un
fenómeno de acaparamiento en el que además de la disidencia, el sector
ganadero, que ha sido una base electoral clave para el uribismo y para el
presidente Iván Duque, tiene mucho que ver. 

Por todo lo anterior, así los incendios de hace una semana ya estén apagados,
la chispa que los prendió sigue encendida.  

 Gobierno Duque

 Posconflicto

 Medio Ambiente

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El Dane publicó las cifras de desempleo correspondientes al primer mes del


2020, lo hizo destacando una cifra parcial para esconder la verdaderamente
importante, la que se ha repetido mes a mes desde que Duque está en la
Presidencia: que el desempleo volvió a subir y esta vez en un porcentaje
importante.

Esta vez el desempleo fue de 13 %, superior al 12,8 % registrado enero del 2019.
Es la cifra más alta desde 2011, sin embargo, el Presidente celebró las cifras.

Duque cayó en la trampa que tendió el Dane y se quedó con la cifra de trece
ciudades en las que hubo una pequeña disminución del desempleo que el
departamento de estadística destacó en las presentaciones, eso lo llevó a
protagonizar el raro episodio en el que mientras los medios registraban un
nuevo aumento del desempleo el Presidente celebraba la buena noticia.

“Hay una buena noticia para los colombianos: el Departamento Administrativo


Nacional de Estadística (Dane) dio a conocer hoy cifras de empleo, y hemos
visto que en las 13 principales ciudades del país, en el mes de enero,
registramos la menor tasa de desempleo en un mes de enero de los últimos 5
años”, dijo el mandatario en declaraciones a la prensa, al momento de resaltar
que “esa es una noticia que muestra que se está activando esa recuperación
del mercado laboral”.

La gente que había visto la mala noticia, la del aumento del desempleo, quedó,
entonces, desconcertada. Cualquier registro periodístico decía lo contrario de lo
que decía el Presidente, a quien sus asesores lo habían puesto a decir lo
contrario de lo que ocurre en la realidad con lo que, no solo no engaña a nadie,
como imagino fue la intención de quien le dio la versión equivocada, sino que
aumenta la percepción de que está desconectado y que ve un país distinto al
real.

Ya algo parecido había pasado y en forma más ruidosa con la respuesta al


informe del comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos,
quien había llamado la atención, entre otros, por el asesinato de líderes sociales
y de excombatientes, las masacres, así como por abusos policiales en las
movilizaciones de Noviembre. El Presidente descalificó el trabajo y negó el
hecho, cuyas cifras coinciden con las oficiales.

Que hubo un deterioro en la situación de derechos humano en 2019 es un


hecho innegable y, sin embargo, Duque parece desconocerlo, lo cual es aún
más grave porque indica que no están haciendo nada para tratar de corregir la
situación, así como ya el Ministro de Hacienda había dicho que en el Gobierno
no entendían porqué crecía el desempleo. Ahora es peor porque el Presidente
cree que está disminuyendo cuando en realidad está en niveles históricos por lo
altos.

La versión que dio los corresponsales extranjeros de las afirmaciones


presidenciales en la reunión que tuvieron con el Jefe del Estado y que fue
analizada en detalle por La Silla, mostró que el Presidente ve una cosa distinta
de lo que ve la gente, lo cual además se reafirmó el jueves en la tarde que se
publicó la encuesta de la firma Gallup que mide la favorabilidad presidencial y el
nivel de apoyo ciudadano a algunas de las políticas públicas. El Gobierno se
rajó en prácticamente todo.

Lo preocupante es saber si el Presidente sabe de la estrategia de


comunicaciones del Gobierno y es solo entonces un eslabón de la cadena de
comunicaciones que no resulta fiable para los ciudadanos o si, por el contrario,
es una víctima de sus asesores que le ocultan información y, como pareciera
que ocurrió ayer, le entregan incluso la versión sesgada de la noticia, él confía
en que es la información correcta, la celebra y después la defiende con
vehemencia.

Si fuera lo segundo sería importante que alguien le dijera al Presidente que su


política económica está fracasando en materia de empleo, que no es cierto que
se esté quebrando la tendencia, que el dato es más preocupante de lo que
parece porque además hay menos gente buscando empleo, o bien porque
desistieron o porque la estadística tiene alguna falla, que el impacto de los
venezolanos es comprobadamente marginal, tanto que donde más
venezolanos hay es donde mejores cifras se registran.

Pero, en realidad, parece que es lo primero: el Presidente sabe cuál es la


realidad, pero cree que puede confundir a la ciudadanía con información falsa o
sesgada, sin embargo, la estrategia no ha producido el efecto buscado porque
ayer la información fue que el desempleo había crecido y no como quería el
gobierno que los medios dijeran que había bajado.

En este caso en particular, lo grave es que el Dane, que por cumplir la tarea que
cumple debería presentar la información en forma plana, sin interpretaciones
tendenciosas, lo convirtieron también en un instrumento de propaganda oficial
y entonces presenta las cifras en forma amañada, el comunicado de prensa
destaca un resultado que no es el importante y trata de producir un efecto que
no logra y que, en cambio, desprestigia las estadísticas oficiales.
No sé cuál de las hipótesis es peor, pero me voy a quedar con la de que al
Presidente lo engañan y que como en tantas historias de los que rodean a quien
ejerce el poder le hacen ver una realidad distinta a la que padecen los
ciudadanos. Con esta idea, podemos confiar en que en algún momento, alguien
le diga al Presidente que está repitiendo mentiras.

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