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Maria Teresa Andruetto Mr Hacia una literatura sin adjetivos ReMi eta tLe) en eed comunicarte Leer aoa ate} Cures rs ve Die arco te Pec) infantil y juvenil argentina, Set VME ge lt Cele eesS Pte tee rear) eT MCU Juvenil/Cérdoba), secretaria Pra ee are CC preter ery thd Reker tare gcc ey La Lectura/Universidad IN Ftereyir Rel eee Peay et: salad planes de lectura municipales, provinciales y Peeren ee ctl ts capacitacién a docentes en eat Ru Cet Preseli Fest Ce Reon Pree ree eh ea) Mtr Bact cere ejercié la docencia en los Pika rsh Accel Lalo eel ee CE a ec Peer Co Pere ies else eae LC} Pee erm a eae gee ee Tae ee Laer Clear a vampiro, Benjamino, Trenes, Pere Ce deer) asi, El pats de Juan, Algunas cuestiones en torno al canon 1, Catia, vara, norma, regla, precepto, modelo, prototipo, son las acepciones de canon que nos da el diccionario. Debiera entonces partir de que la idea de canon como norma, precepto 0 prototipo no me gusta. Que me gusta mucho més que la literatura sea un remo- lino, siempre desacomodiindose:., porque como ha dicho Lotman— es siempre dialéctica la relacién entre lo canonizado y lo no cano- nizado en una cultura y ese movimiento permanente, hace que los que estin fuera tiendan a ocupar el centro y pugnen por insertar sus modelos desplazando a otros que estin dentro, porque no existe centro sin periferia y “Io literario” en cada caso, tiempo y lugar, pre~ isa de Jo “no literario” para definirse. De modo que todo canon necesita de la amenaza exterior —la amenaza de lo ne canénico= y Me es de ese exterior no canonizado de donde provienen las reservas de {a literatura que vendrd. 2, Presente/Pasado. Un canon cs una lectura del presente hacia el pasado, para decidir qué ensefiar, qué antologar, como hacer para que ciertos libros permanezcan vivos y sean leidos por las genera- ciones que nos siguen. Lectura de lectores que nos arrogamos la } una grieta que no nos permite olvidarlos. No sc tral SS Facultad de dirgit las lecturas de los demas, Retom jy que ciertos libras permanezcan vives, y enseguida salta oe Ping porque lo canonizado se fija, endurece, tiende a cop? monumente, o sea que en lo que respecta a la lectura coi irreverente (que es cl concepto de lectura que me interes), un mos decir que tiende a moriz. E/ Quijote converti sae Pedi celebraciones, del que hablaba Borges, 0 en un libro que ne} ta ser leido porque ya lo han leido por nosotros las. gene, neces precedentes, como dice Ratil Dorra, Tationgy ‘Hacia una literatura’sin adjetivos 3, Cada lector construye su canan. Horacio Gonzales habla del ld pinchazo, Barthes habla de punctum. Se esté refitiendo a feta 4s, pero podria estar hablando de libros. Dice: *No soy yo queen a buscarlo, esl quien sale de Ia escema como una flecha y viene punzarme. En latin existe una palabra para designar esta herida, este pinchazo,esta marea...(..) ..a ese elemento que viene a pert bar... lo lamaré punctum", dice, “pues punctum es pinchaen, agujerite, pequena mancha, pequefio corte, y también casualidad’, Cada (buen) lector construye su canon, mis alld de lo que canoni- cen Is academia, la escuela o el mercado. "La gloria de un port depende de la excitacién 0 de la apatia de las generaciones de hombres anénimos que la ponen a prueba, en la soledad de bibliotecas (...) Yo, que me he resignado a poner en dudla la indef- nida perduracin de Voltaire o de Shakespeare, creo (esta tarde de uno de los ditimos dias de 1965) en la de Schopenhauer y en fx ée Berkeley. Clisico no es un libro que necesariamente posce tes ° cuales méritos, es un libro que las generaciones de los hombres urgidas por diversas razones, len con previo fervor y con und m= teriosa lealtad”, dice Borges. ren en n0sott* ta exnctamen® n tana fe gu N° 4. Fervor/Lealtad. Sucede, con algunos libros: aby de los mejores libros, sino de aquellos que nos dispat™ que, como el amor, como ef amado, no flecha a todes por! , ad Miairta Teresa Andruetto atesoramos el libro. mejor escrito sino aquél que, poseedor de un punctum que lo aloja en nuestra memoria, sigue preguntindonos acerca de nosotros mismos. Como el coleccionista que distingue una pieza unica entre tantas y la retiene para si, cada lector arma su canon personal. Libros coma diademas excavadas en Ia lectura, dice Horacio Gonzalez, 5. Canon y docencia, El intento de canonizar (seleecionar, fijar, detener y preservar) va unido a la docencia. Se trata de la discusién acerea de qué ensefiar; ¢qué libros son los més representativos, los que vale la pena que lean las nuevas generaciones? Plantearse el problema del canon es entonces también —y particularmente en la Ly preguntarse acerca de cémo seleccionar las lecturas de los pro- gramas escolares. 6. Memoria/Olvido. Centro/periferia, alto/bajo, interior/exte- rior, estabilidad/cambio, tradicién/vanguardia, previsibilidad/im- ' previsibilidad, estén en el corazén de estas cuestiones en torno al canon. Especialmente quisiera detenerme en la dupla memoria/olvido: la seleccién de unos textos y el olvido de otros. Asi, lo que es seleccionado, perdura ~perdura porque es valioso, por- que perdura adquiere valor y lo que es mas longevo puede consi- derarse de mayor calidad, con lo cual (y esa idea st me gusta) lo canonizado estaria en las antipodas de la busqueda de la novedad (que es muy diferente a la biisqueda de lo nuevo), me refiero a la novedad novedosa y cfimera que reclama el mercado. 7. Vara para hacer mediciones. El canon ~qué lee, qué debiera leer una generacién- es también un instrumento de control social. Retomo uno de sus sentidos: vara para hacer mediciones, as( es el canon que aparece en los suplementos culturales de los peri masivos bajo el titulo de Las /ibras mas vendides, o en notas literarias que responden a operaciones editoriales de publicidad solapada, icos. ‘Hacia una literatura sin adjetivos Canon efimero que dirige las ventas y preparan con fervor los expe. cialistas en mercadotecnia, 8. Canon de autores/Canon de textos. En Ja actualidad, los céno- nes de autores han sido sustituides por los cinones de obras. La Literatura Infantil, sin embargo, en un procedimiento. que apenas hace unos afios ha comenzado a resquebrajarse, ha ido a la cola de s¢ concepto porque ha canonizado mucho mas que textos, a auro- res, Se trata de un modo de canonizacién mis-peligroso, que puede convertir aun autoren marca registrada,arrimando de un modo indiscriminado hacia Ja totalidad de su. obra —ineluidos muchas veces textos sensiblemente menotes, o una repetici6n infinita de ¢{ mismos— grandes volimenes de compras. Canon como proposicién de-un tinico ideal de escritura, cuando el rasgo propio, particular y diverso, el desvio, para decirlo con palabras del poeta Nestor Per longher, ¢s lo verdaderamente interesante ‘en el proceso. creativo. ‘Tanto tiempo buscando el trazo personal, para que después quieran que pinte como tados, me decia hace poco el ilustrador Jorge Cue~ llo. Asi ha venido sucedienda en la Ly argentina: proliferacién de escrituras “a la manera de" ciertos autores ya consagrados... pléyades de_escritores repitiendo sus procedimicntos hasta el punto de no poder distinguir un libro de otro-y pléyades de seguidores repitien- do hasta el cansancio, temas, modismos, recursos de escrituras que ya han obtenido un lugar y cuyas ventas estén garantizadas. 9. La Literatura Infantil no ha sido considerada por la academia. La queja de los autores, acerea de que la Literatura Infantil no ha sido considerada por la academia, e8 constante, la venimos tepitien~ do desde los primeros aftos ochcnta, pero gno cs acaso ¢l olvido de la academia lo que ha favorecido la proliferacién de eseti~ tores y escrituras de dudosa calidad que se venden en cantidades que un exeritar que publica en ef cirguita adultos no podria sonst? Olvido de ta academia. Incxistencia de la eritiea. Nulo riesgo edito- lal y li escuela como mercado cautivo, Esas son las cuatro patas que ” Maria Teresa Andructto: sostiene por la posibilidad interna de forzar los propios limites, de explorar los linderos de la experiencia, los propios arrabales, 12. Tradicién/Vanguardia. ‘Todo escritor se coloca en algin punto entre la tradicién y la vanguardia, pero dénde debe buscar la tradi- cién o la vanguardia un escritor que eseribe ‘para nifios", zen la trax dicidn literaria universal?, jen la tradicién universal de Ja literatura destinada a los nifios2, gen la tradicién lireraria argentina?, gen la lite- ratura argentina para nifios?, gen qué tradicién debe/quiere/puede inscribirse una escritora argentina de hoy que entre sus libros ha escrito algunos destinados a jévenes lectores? 13. Literatura/Infantil, :Qué esta primero? iE} sustantivo o el ambiguo adjetivo? {De qué padres aprender? Atin cuando leo con siderable cantidad de libros destinados @ nifios y jévenes, incluso mucho material inédito en mi reciente funcién de directora de una colecci6n de libros para jévenes, desde aquellos tiempos hasta hoy, se ha construido en miy ha permanecido, la idea de que hay que bus car a los padres en el campo de la Fiteratura, sin adjetivos, 14. La literatura infantil/Los comienzos. Empecé a trabajar en la Literatura Infantil en un tiempo que era al mismo tiempo el de final de la dictadura, el del inicio de mi maternidad y el de Ia fundacién de CEDILY, institucién que contribui a formar y que a su vez me formé; un tiempo fines de 1983/comienzos de 1984~ que los investigadores han empezado a considerar coma los afios de cons- titucién del campo. En ese marco de fervor democritico naciente, fundamos —durante el filo de los afios 83/84—un centro de Ly, en busea de un espacio mas especificamente literario en relacién a este tipo de libros, un espacio que se opusiera a posturas mas conserva doras-y utilitarias, Lo que buscdbamos revisar, cuando no combatir, era los fines didicticos, los textos funcionales, la escolarizacién de los textos destinados a los chicos. Venfamos de hacer estudios lite~ rarios, casi todas egresadas de la carrera de Letras, y queriamos 13 Hacia una literatura sin adjetivos plantarnos lisa y lanamente en Ia literatura. Si hay un, adjeting yo le hubiera dado entonces a la Lj, ademas de “didictica”( ‘te que usdbamos para repudiar todo lo que no nos gustaba) ese ag. Ks vo hubiera sido “marginal” ella ta Literatura Infantil y Juve por entonees algo que estaba en los mirgenes de la literatury ls orillas del mundo editorial yt como nosottos la eaten’ estaba fuera de la escuela y lejos de todas las estrategias de ventas Estaba en los margenes y nosotros queriamos levarla al centrn. aj centro de la escuela, por sobre todo. Al centro de la escuela conver. tida -lo deciamos con orgulle~ en verdadera literatura, Nuestras innumerables charlas, jornadas, cursos, seminarios y encuentros de aquellos aflos comenzaban y terminaban casi invariablemente con la frase “porque la Literatura Infantil también es literatura”. 15. Terratenientes/Inquilinos. No pertenecer de un modo exelusj- vo a este campo, compartir este hacer escritural con otros (la narra tiva o la poesia para adultos, como es mi caso) tiene a la hora de la difusién sus desventajas. Ya se sabe: todo campo reclama pertenen- cia, demanda fidelidad. Sin embargo, a la hora de elegir novelas, libros de cuentos o de poemas para la coleccidn destinada a jovenes lectores que dirijo, lo mds interesante proviene casi siempre de escritores que no escriben exclusivamente para nifios o jévenes. Es que.a. mi me gustaria un campo de Lij que no tuviera terratenicn- tes, sino inquilinos, visitantes y viajeros, gente que lisa y llamamen- te = en cuya escritura asoma a veces alsin escrito. que puede por lectores nifios 0 jévenes. Como ha pasado con Clarice Lispector, lonesco, Saramago, Bradbury, Colasanti, Dino Buzzati° Calvino... un campo de florcitas a la manera de aquellas que plont? Danicl Divinsky alguna vez. Me parece que en uneampe de ¢5% caracteristicas podriamos decir con facilidad. porque ta Hiteratrt infantil tambien es literatura, Y seria cierto. indo 16, ¢Al centro de qué? En aquellos afios nuestro mundo ¢! ae de todos‘era tanto mas bipolar que el de hoy y entonees ef 4 Maria Teresa Andruetto Ilo saber de qué lado se estaba y contra quiénes disparibamos nues- tros dardos. Ciertos autores de aque! tiempo (ninguno de ellos ha perdurado), ciertas colecciones y editoriales (hoy todas desapareci~ das), ciertos espacios de formacian, no eran para nosotros recomen- dables. Mas atin, en muchos casos eran de un modo franco nuestros enemigos, pues tras los libros de escaso o nulo valor literario que escribian, editaban o difundian, se atrincheraban posturas ideolégi- cas que repudiabamos. Teniamos muy en claro que habia que difun- dir a otros autores y a otros libros, y que habia que fundar otras editoriales y revistas y, por sobre todo, que habia que construir otra calidad de mediadores, Todo (o casi todo) estaba por hacerse y teni- amos para recomendar @ unos pocos escritores, cada uno de ellos con uno, dos, no muchos mas, libros publicados. Lo que a nuestro juicio era por entonces recomendable y, casi sin excepciones, lo que perduré de los afios ochenta hasta nuestros dias, lo hemos canoni- zado nosotros (me refiero al conjunto de instituciones, publicacio- nes, congresos y cditoriales que surgicron entonces) en nuestros cursos, scminarios, campafias de lectura, revistas, reconocimientos publicos y resefias. Empezamos por tender un puente entre aquel ayer apocaliptico y este hoy integrado pero lucgo, en aquel futuro que es hoy nuestro presente, a veces, muchas veces, no supimos dis- tinguir -entre los innumerables libros editados que llegaron mis tarde— aquellos libros que podian revelarnos algo sobre nosotros mismos... de otros que eran puro papel iniitil, letra impresa incapaz de decir nada. 17. Utilitarismo, mercado y otras yerbas. Debernos sitwar ese naci- miento del campo, nuestra insercién en ese campo y el fervor mili- tante de entonces en el contexto social: fin de la dictacura, ilusionado renacer de la democracia, primavera alfonsinista. Estaba- mos construyendo algo nuevo y paralelamente estaba el mundo. No éramos un hongo solo en medio del campo, habitibames un con- texto que reclamaba esos nacimientos y escuchdbamos a una Escue- la que estaba pidiendo otra cosa. Desde ese lugar minibamos hacia 15 Hacia una literatura sin adjetives atras ciertos modelos, la escasisima tradicion de la literatura infan- til que nos precedia: Javier Villafaiic, Maria Elena Walsh, Syria Poletti, Maria Granata, José S. Tallon, Laura Devetach, Nelly Canepari, Edith Vera, Jorge W, Abalos... algunos con apenas un libro publicado © incluso con copias mecanografiadas circulando por fuera de todo mercado— conformaban para nosotros el pequerio universo modelo de este campo literario naciente, incipiente, en los primeros ochenta. Fucron afios de militancia por ¢l libro, por la le~ ‘tura, por la literatura, afes fuertemente cargades de voluntarismo, sentido militante y grandes ideales. En ese arremeter nuestro de entonces hacia el centro de Jo instituido para generar un nuevo canon —en el que aparecicron en escena Graciela Montes, Graciela Cabal, Gustavo Roldin, Ema Wolf, Ricardo Marifio... entre otras— Yo que sumado a los nombres anteriores podria considerarse como el canon fundante dos cuestiones asomaban como grandes desafi- os a resolver en el futuro, dos cuestiones- debemos también decir- gue ain estan pendientes. Una de ellas tiene que ver con el acecho de nuevas formas de un utilitarismo que no ha cesado, apetencias didacticas no ligadas ya alos buenos modales sino a lo que se-podria llamar nobles ideales, cuestiones como Ja funcién social de los tex- tos, la educacién en valores, la preocupacién por lo que entonces lla- mabamos “temas tabi”, cuestiones que persisten hoy de muchas maneras, groseramente explicitas o de modos-mas sutiles, tal como Jo refieren Jas reflexiones hechas por Marcela Carranza y Cecilia Bajour en Jmaginaria o las de Claudia Lopez en La Mancha, asi como las permanentes reflexiones de Graciela Montes acerca de los mandatos y corrales de la zona literaria que nos ocupa. La otra cues~ tién, mas mediata, imprevisible por aquellos afios, tiene que ver con la creacin de lectores y la promocién de la escuela como la gran campradora de libros, lo que devino en la explosiva aparicién del mercado y sus estrategias de venta: canonizacién de autores mas que de textos, aceptacién de libros “sobre tablas" sin decantacién critica, (ris) venta de lo que se vende mis, considerando las cifras de ven ts como tinica muestra de calidad bajo Ia idea de que adebe ser 16 Maria Teresa Andructto bueno si a los chicos les gusta (lo que se Ppromociona con obsceno merchandising....)» y algo mas que aparecié junto a todo eso: la banalizacion de la figura del escritor contratado para ir a las escuelas con el objeto de llevar a cabo una suerte de “animacion de si mismo” que, si en un comienzo tenia el buen propésito de Provocar un encuentro con los lectores, a menudo termina convir- tiéndose en una accién que en lugar de Hamar la atencién sobre el libro, lo reemplaza. 18. Una mesa de muchas patas. En fin, que un campo debe soste- ” nerse por varias puntas: los estudios académicos, la rigurosidad del | aparato critico, la formacién lectora de docentes, bibliotecarios y otros mediadores, la ética estética de los creadores, la capacidad de riesgo de los editores. Me parece que buena parte de lo que ha suce— dido en términos de gran circulacién de tantos libros pobrisimos en la Ly de nuestro pais, tuvo que ver con la por lo menos hasta hace unos afios~ escasa o nula existencia de espacios de investigacién y critica y con el corrimiento de un modo de lectura alerta en las legiones de mediadores, formadores, maestros, bibliotecarios, coor- dinadores de‘talleres y téenicos de programas y campafias de lectu- ra, lo que dejé a los grandes grupos editoriales el campo bastante libre en eso que podriamos amar éa conguista de la escuela, 19. Lectura alerta y flechazo. Lectura alerta, me digo. Alerta al pin- chazo del que habla Horacio Gonzalez o al punctwm de Barthes, a eso que se produce cuando no lo esperamos, cuando olvidados de los destinatarios para los que podria llegar a ser apropiado leerlo, olvidados de su posible utilidad en clase ¢ ignorantes de su eficacia para ensefiar tales o cuales cosas, olvidados también de lo que esti- bamos buscando en él, ¢l libro que tenemos en las manos nos hiere, deja escapar una flecha que nos punza y nos perturba. Libro que cuando nos llega es pequefia mancha, agujerito y también casuali- dad, alegria de haber sido flechados, ignoranda el después, el sin

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