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Catálogo de cotidiáfonos.

IDIÓFONOS
El sonido se produce al actuar sobre el propio cuerpo del instrumento y viene determinado
por las características del material empleado en su construcción. Cualquier objeto sólido
puede convertirse en un idiófono. Podemos buscar a nuestro alrededor y experimentar
con las diferentes cosas que encontremos. Tenemos la posibilidad de crear una batería
de idiófonos poniendo a nuestro alcance todos los instrumentos que hayamos encontrado.
Hemos de tener en cuenta la importancia del modo en que sujetemos el instrumento, ya
que hemos de permitir su vibración. No hay normas fijas, pero obtendremos buenos
resultados evitando que la mayor parte posible de la superficie del objeto sonoro esté
contacto con nuestras manos o con el soporte elegido. Podemos utilizar cuerdas para
colgar algunos idiófonos. Es importante saber también que el volumen de la parte vibrante
del instrumento determina la altura del sonido que produce. En dos idiófonos del mismo
material, el de mayor volumen producirá un sonido más grave.

IDIÓFONOS PERCUTIDOS ENTRECHOCADOS


Suelen constar de dos elementos similares que producen el sonido al ser golpeados entre
sí. Tenemos ejemplos como los platillos, las claves, los crótalos o las castañuelas. Aquí el
truco está en encontrar o elaborar dos objetos prácticamente iguales y golpear uno contra
otro; pueden ser botellas de cristal, tapas de cazuelas, tubos metálicos, piedras, etc.
Podemos construir unas claves con dos trozos de similares dimensiones (15-25 x 3-4 cm.)
de un palo bien seco. En la cultura popular existen algunos ejemplos de idiófonos
entrechocados construidos con materiales reutilizados. Uno de los más conocidos son las
cucharas; consistente en precisamente dos cucharas, de metal o de madera, que
colocadas adecuadamente en una mano permiten la interpretación de estructuras
rítmicas. Una técnica de ejecución similar requiere las tejoletas: dos trozos planos de
madera o de cerámica (teja) idénticos, de dimensiones similares a las de las cucharas.
Tomando como referencia unas castañuelas, con dos conchas de molusco de tamaño
similar a aquéllas y un par de trozos de cuerda, podemos elaborar un instrumento tan
evidente como efectivo.

IDIÓFONOS PERCUTIDOS GOLPEADOS


Ya hemos dicho que percutir es golpear; pero en este apartado nos referimos a los
idiófonos que son atacados con baquetas o con las manos (o pies, o cabeza, o...) del
ejecutante ¿Ejemplos? Muchos: caja china, triángulo, xilófono, cajón flamenco, etc. Como
baquetas pueden utilizarse lapiceros, agujas de tricotar, varas de madera (guías de
jardinería, brochetas...), etc. Si deseamos reforzar el ataque podemos construir un macillo
pegando o ensartando en uno de los extremos una bolita (remate de barras de
decoración, canica de madera, cuenta...); si lo que queremos es atenuarlo, recurriremos a
baquetas blandas, de las que hablaremos en el apartado de membranófonos. Podemos
construir un carillón de botellas, suspendiéndolas con cuerdas de un bastidor. Para
modificar el tono de cada una de ellas basta con variar la cantidad de líquido de su
interior. Las cajas de cartón ofrecen muchas posibilidades, y especialmente con baquetas
blandas; también las macetas de cerámica ¿Por qué no fabricar un cajón flamenco a partir
de un viejo bafle? Grandes clásicos como el almirez o el mortero vienen con baqueta
incorporada. No deben menospreciarse las herencias en forma de ornamentales
cacharritos de bronce.

IDIÓFONOS PERCUTIDOS SACUDIDOS
Aquí no hay que mover la mitad exacta del idiófono o una baqueta; hay que poner en
movimiento todo el instrumento. Maracas, panderetas, cascabeles o palos de lluvia son
algunos ejemplos. Las maracas, recipientes cerrados llenos de cosas, son instrumento
iniciático en esto de construir artilugios sonoros a partir de la basura. Quien más quien
menos ha llenado de piedrecillas, de legumbres, de arroz o de perdigones una botella, un
bote, una caja o un jarrón, y se ha pensado que estaba inventando algo. No hay más
secreto que experimentar hasta dar con los materiales que produzcan el sonido deseado;
aunque sin olvidar que la cantidad, en el contenido, es también importante. Podemos
construir sonajas utilizando chapas de botellines. Las machacaremos hasta dejarlas
planas y haremos un agujero en el medio del círculo resultante. Podemos después
clavarlas, por parejas, en diferentes soportes. Hemos de tener en cuenta que el clavo que
las sujete ha de permitir su movimiento, pero evitando que se desprendan. Otro posible
instrumento resultaría de unir varias cuerdas finas (20-30 cm.),en cada uno de los cuales
habremos fijado previamente varias conchas de almeja.

IDIÓFONOS PERCUTIDOS RASPADOS


Todo un clásico como la botella de anís pertenece a este grupo de instrumentos, como
también el güiro o el arrabel. El sonido se produce al raspar con un objeto sobre la
superficie irregular del idiófono. Ni que decir tiene que toda botella que presente relieves
de similares características a los de la de anís puede sustituirla. Una tabla de lavar puede
dar mucho juego. Podemos construir pseudogüiros practicando muescas con una lima en
un trozo de tubo de PVC, del utilizado para canalones. Para rasparlo la baqueta ideal
sería una aguja de ganchillo. Las encuadernaciones de muchos libros de tapa dura
presentan pequeñas irregularidades. Si pasamos rápidamente una uña o una púa
(podemos consultar, en el apartado de cordófonos, cómo hacer plectros) nos
sorprenderemos de las muchas posibilidades de tan sencillo instrumento. La huesera,
como su propio nombre indica, consiste en unos cuantos huesos puestos en paralelo y
unidos con cuerdas. Colgado del cuello del ejecutante, éste utiliza una mano para
mantener en tensión el artilugio, mientras que con la otra pasa rápidamente una
castañuela u otro objeto similar por la colección ósea. Existen variantes en las que los
huesos son sustituidos por cañas.

IDIÓFONOS NO PERCUTIDOS
Curiosos instrumentos éstos. La vibración del objeto sonoro no es producida mediante un
golpe en el mismo, sino mediante técnicas, digamos, más delicadas. Algunos materiales
que nos pueden resultar provechosos son:
- Botellas, vasos y copas de cristal.
- Cajas de madera, metal o cartón duro.
- Reglas de plástico y madera.
- Horquillas del cabello.
- Varillas de paraguas.
- Láminas finas de metal y madera.
- Latas.
- Tablas finas de madera.
- Viejas cajas de música mecánicas y restos de armónicas.

IDIÓFONOS NO PERCUTIDOS PUNTEADOS


El sonido se produce al hacer vibrar una fina lámina, por lo general metálica, sujeta a un
soporte por un extremo, punteándola con los dedos, como en el caso de la sanza o la
guimbarda, o con algún objeto. Si destripamos una vieja caja de música o una armónica y
conseguimos salvar sus sistemas de lengüetas lo entenderemos perfectamente. Una
regla de plástico apretada con la mano por un extremo contra una mesa y puede producir
diferentes sonidos dependiendo de la longitud del segmento que dejemos al aire. Estos
instrumentos requieren de sistemas de resonancia. En el caso de la guimbarda es la
propia boca, en la sanza media calabaza; nosotros podemos recurrir a latas o cajas de
materiales rígidos. Como lengüetas podemos utilizar láminas metálicas, de plástico duro o
de madera. Podemos construir láminas con horquillas o machacando con un martillo
trozos de varillas de paraguas. Si nos fijamos como objetivo la elaboración de una sanza,
una buena opción es recurrir a lengüetas de horquillas, y una lata, a la que pegaremos
una tapa de madera fina, como caja de resonancia. Para unir las lengüetas a la caja
podemos servirnos de dos puentes creados a partir de un par de grandes clavos ¿Dudas?
Primero vamos a intentarlo.

IDIÓFONOS NO PERCUTIDOS FROTADOS


La vibración del indiófono es inducida mediante la frotación. Pocos son los ejemplos de
este tipo de instrumentos. El más conocido es la armónica de cristal, consistente en varias
copas afinadas. A pesar de que pueda resultar extraño, compositores como Mozart o
Gluck crearon obras para tan singular idiófono. Posteriormente, Benjamín Franklin
basándose en la armónica de cristal, sustituyendo las copas por discos de cristal y
añadiendo un sistema mecánico que hacía girar a estos, desarrolló la conocida como
armónica de Franklin. Se dice que las vibraciones que producía este instrumento
producían graves daños a los intérpretes, por lo que cayó en desuso, llegando a estar
prohibida. Con un poco de tino podemos hacer sonar una copa de cristal, frotando el
borde de su boca con el dedo ligeramente humedecido. Es importante en este menester
la paciencia, ya que muy posiblemente nos pasaremos un buen rato repasando el círculo
que constituye la frontera superior del receptáculo antes de obtener resultados. Cuanto
más fino sea el cristal más fácil nos resultará. Una vez conseguido el primer sonido,
podemos experimentar juntando varias copas. Si las copas son iguales un líquido puede
ayudarnos a variar la afinación de cada una de ellas.
AERÓFONOS
El sonido de estos instrumentos es debido a la acción del aire sobre un bisel, una
lengüeta o sobre los propios labios, como en el caso de los aerófonos de soplo directo.
Una vez más hay que reseñar la importancia del tamaño de los objeto sonoros. Así, en
líneas generales, un tubo al que se aplica un mecanismo emisor sonará más agudo
cuanto más pequeño sea. Este principio se utiliza en la mayoría de los aerófonos para
conseguir producir diferentes alturas; bien mediante la utilización de tubos o receptáculos
de distintas longitudes o capacidades, como por ejemplo los xicus (flautas de pan) o las
flautas de afilador; o bien falseando sus dimensiones, practicando agujeros, caso de los
albogues, la dulzaina o la flauta de pico, o mediante sistemas deslizantes, como la flauta
de émbolo. Para construir aerófonos el elemento que más utilizaremos serán los tubos.
Pueden sernos útiles tubos de diferentes tamaños y materiales (tubos de PVC, metal,
madera o plástico, cañas, pajitas de hostelería, tubos de ensayo, manguera de riego,
etc.). Otros objetos, como pelotas de ping-pong, botellas, tapones grandes, vasos de
plástico... pueden convertirse en receptáculos. Para la elaboración de sistemas de
producción de sonido pueden venirnos bien tapones de corcho, palos y trozos de madera,
tubos de rotulador, globos, envases de plástico fino, pajitas, antenas de aparatos de radio,
cable de antena de TV, etc.

AERÓFONOS DE SOPLO DIRECTO


El sonido viene motivado por la vibración de los labios. Trompeta, trombón o tuba son
algunos de los instrumentos que utilizan este sistema. En la cultura popular se ha
recurrido muchas veces a aerófonos de soplo directo más como instrumentos de
comunicación que propiamente musicales. Bígaros y cuernos en los que, tras su vaciado,
se practicaba un agujero en la parte más estecha, servían para intercambiar mensajes
codificados entre lugares relativamente lejanos. Podemos practicar la técnica de soplo
directo con tubos de diferentes materiales o con conos elaborados con cartón o cartulina a
los que recortaremos el pico. La sección de las boquillas de estos aerófonos no suele ser
cilíndrica, sino que es más ancha por la parte en la que se colocan los labios, para facilitar
que éstos se mantengan en tensión. Para simular esto podemos hacer que el trozo de
tubo que utilicemos como boquilla sea ligeramente más ancho que el que utilicemos para
el resto del instrumento. El didgeridoo es un instrumento de este tipo. Se diferencia de los
demás aerófonos de soplo directo en que los labios entran completamente en vibración y
no sólo una pequeña parte de ellos como en otros. Construir un didgeridoo es tan fácil
como encontrar un tubo adecuado (canutos de rollos de papel continuo, envases de
mapas o láminas, etc.).

AERÓFONOS DE BISEL
Hacemos que el aire se ponga en vibración dirigiéndolo hacia el borde de un tubo o la
abertura de un receptáculo. Las diferentes flautas (traveseras, de pico, de émbolo, xicus,
etc.) funcionan así. El mecanismo es idéntico al que hace sonar una botella soplada.
Podemos experimentar con varias botellas iguales con diferentes cantidades de agua en
su interior. Si sustituimos las botellas por tubos de ensayo y unimos éstos tendremos una
singular flauta de pan. La construcción de embocaduras de bisel es sencilla, pero requiere
de algo de práctica. Lo mejor es que, partiendo de la observación de una flauta dulce,
experimentemos con trozos de manguera o de tubo de plástico y tapones de corcho.
Respecto a los agujeros conviene saber que, al servir para crear el efecto de acortamiento
del tubo, cuanta mayor distancia haya entre unos y otros mayor será la separación tonal
entre las notas emitidas al destaparlos. De igual modo un agujero más grande producirá
un efecto de acortamiento superior al de uno pequeño. Si nosotros queremos construir
una flauta travesera y evitar el laborioso adiestramiento de la colocación de los labios,
podemos hacer lo siguiente. Una travesera es un tubo tapado por un lado. A pocos
centímetros de ese extremo se haya la embocadura, consistente en un agujero. Soplando
por un tubo más fino, sobre el bisel, buscaremos la posición para que la flauta suene y
una vez hallada fijaremos el tubo de algún modo (masilla, pegamento térmico...). Después
haremos los agujeros.

AERÓFONOS DE LENGÜETA
Una emisión de aire produce la vibración de una o dos lengüetas. Muchos hemos hecho
vibrar una hierba o un trocito de papel de celofán sujetándolo entre las manos y soplando
fuertemente, o hemos conseguido que un globo sonase al soltar el aire tensando su
embocadura. Estos son dos ejemplos de mecanismos de lengüeta. En la construcción de
estos instrumentos se aplican los mismos principios relativos a los agujeros que
explicamos en el punto dedicado a los aerófonos de bisel. Una consideración que hemos
de tener en cuenta es que es recomendable, especialmente en los aerófonos de doble
lengüeta, utilizar tubos de sección pequeña o bien que se vayan ensanchando
paulatinamente a medida que se alejan de la boquilla. Podemos servirnos de la parte de
arriba de botellas de plástico para construir pabellones amplificadores que situaremos al
final del tubo. Aunque, como veremos más adelante, hay excepciones, en la mayoría de
estos instrumentos la lengüeta es un dispositivo ajeno al cuerpo del instrumento. Como
curiosidades cabe señalar que hay instrumentos, como la mayoría de las gaitas, que
combinan lengüetas simples y dobles. Otros utilizan sistemas de lengüetas combinados
con biseles, como el órgano ¿Instrumentos de lengüeta en los que no haga falta soplar?
El acordeón, el armonio, el órgano o la uilleann pipe (gaita irlandesa) ¿Y un instrumento
de viento sin tubos? El acordeón, el armonio o la armónica.

AERÓFONOS DE LENGÜETA SIMPLE


Los clarinetes, saxofones, armónicas o acordeones utilizan lengüetas simples. El sistema
más sencillo para construir estas lengüetas parte de seleccionar un tubo fino, por ejemplo
el de un rotulador, que cortaremos hasta dejarlo de una longitud aproximada de cinco
centímetros. Taparemos uno de sus extremos, para lo que nos vendrá bien el pegamento
térmico. Rebajaremos con una lima hasta conseguir una ranura de unos tres centímetros
de largo por medio de ancho, situada a un centímetro de cada extremo del tubo. Hemos
de procurar que en la parte más cercana al lado tapado el rebaje sea oblicuo, mientras
que en la otra ha de dar lugar a un escalón. Recortaremos una lámina de plástico fino, de
un vaso desechable o de un tarro de yogur, de longitud igual y de anchura sensiblemente
superior a la del rebaje, procurando que uno de sus extremos tenga una ligera curvatura.
Colocamos esta lengüeta sobre la ranura, haciendo coincidir la parte curva con el rebaje
oblicuo. Sin que se nos mueva, fijamos con varias vueltas de hilo la parte recta de la
lámina al tubo. Hemos de ser generosos con el hilo, ya que además de unir ambos
componentes servirá para impedir que se escape el aire por la junta. Este bobinado puede
ser de una anchura superior al centímetro y ha de extenderse a ambos lados de la junta.
Si todo ha ido bien la lengüeta estará terminada.

AERÓFONOS DE LENGÜETA DOBLE


Podemos poner como ejemplos el oboe o el fagot. Si cogemos una pajita de hostelería y
aplanamos uno de sus extremos (menos de un centímetro), pasando, por ejemplo,
repetidamente la parte de atrás de un lapicero obtendremos una lengüeta doble. Si en esa
misma pajita, con mucho cuidado hacemos los agujeros adecuados ya tendremos un
curioso instrumento de este tipo. Para construir lengüetas dobles más sofisticadas
necesitaremos dos pequeños tozos de plástico fino, por ejemplo, de tarro de yogurt, un
tubo de muy pequeña sección (antena de aparato de radio, barra de tinta de bolígrafo
vacía...) e hilo. Cortaremos dos trapecios de plástico de aproximadamente dos
centímetros de altura, medio de base menor y uno de base mayor, dando a esta última
una forma levemente redondeada. Tomamos un trozo del tubo de unos dos centímetros y
le introducimos entre los dos trapecios enfrentados, por la parte de la base menor y
dejando unas tres cuartas partes al aire. Procurando que no se nos mueva ninguno de los
tres componentes, les fijamos entre sí con las vueltas de hilo suficientes para que, por una
parte, queden firmemente sujetos, y, por otra, dando la presión adecuada, se unan ambas
lengüetas en toda su superficie vibrante. El bobinado deberá ascender aproximadamente
hasta la altura a la que llega el tubo.

CORDÓFONOS
Si hacemos vibrar una cuerda tensa obtendremos un sonido. Este es el principio que rige
a todos los cordófonos. Lo fundamental, por tanto, en estos instrumentos son las cuerdas.
Podemos servirnos de diferentes tipos de cuerdas dependiendo de las sonoridades que
queramos, el tipo de cordófono que deseemos construir y los materiales de que
dispongamos. Si tocamos algún cordófono, o conocemos a alguien que lo haga,
podremos conseguir sin dificultades cuerdas viejas o rotas. Si no es así, o si queremos
experimentar con otras posibilidades, podemos servirnos de gomas elásticas, hilo de
nylon de diferentes calibres, distintos tipos de alambre (muy recomendable el conocido
como “de cuerda de piano”) , hilo de cable de frenos de bicicleta, y en definitiva cualquier
cuerda, cable o hilo capaz de soportar la tensión necesaria para que su vibración
produzca un sonido audible. Es importante saber que el tono producido por una cuerda
viene determinado por la velocidad a la que ésta vibra. Las variaciones de longitud y
tensión, así como el material utilizado para la elaboración de la cuerda, serán factores
determinantes de la velocidad de vibración y los principales medios para conseguir sacar
diferentes notas de un mismo instrumento.
CORDÓFONOS SIMPLES
En estos instrumentos a cada una de las cuerdas se la asigna una altura y solamente
puede emitir ese tono. Para entendernos, un cordófono que tenga ocho cuerdas,
solamente dispondrá de ocho notas. Tanto cordófonos simples como compuestos,
requieren por lo general de un sistema que permita amplificar el sonido producido por la
vibración de la cuerda. El sistema más utilizado es la caja de resonancia; consistente,
precisamente, en una caja a la que se transmite la vibración para que multiplique su
sonido. Podemos utilizar como caja de resonancia cualquier envase o recipiente cerrado
capaz de soportar la presión ejercida por las cuerdas tensas (cajas de diferentes
materiales, latas, botellas de plástico, etc.). Los llamados puentes son los elementos que
ponen en contacto la cuerda con la caja de resonancia (nos servirán lapiceros y
bolígrafos, recortes de madera, etc.). También son prácticamente imprescindibles
mecanismos que permitan afinar cada una de las cuerdas. Afinar no es más que variar la
tensión de la cuerda para conseguir de ella el tono deseado. La tecnología más utilizada
para esta labor es la basada en clavijas. Podemos construir nuestras clavijas a partir de
bolillos, hembrillas roscadas, redondillos de madera, tornillos, etc.

CORDÓFONOS SIMPLES PUNTEADOS


Inducimos la vibración a la cuerda mediante la pulsación con los dedos, las uñas o con
una púa o plectro. El ejemplo más significativo quizá sea el arpa. Podemos construir
fácilmente púas utilizando trozos de plástico recortados de diferentes objetos, si bien
nosotros sentimos una incomprensible debilidad por los botes de suavizante textil. Las
púas suelen tener forma triangular, redondeada en los ángulos, y pueden presentar
diferentes grados de flexibilidad. Podríamos construir muy fácilmente un cordófono de
este tipo utilizando una caja de cartón, unas gomas elásticas y dos lapiceros o bolígrafos.
La caja de cartón haría las veces de caja de resonancia. Alrededor de ella colocaríamos
las gomas, tantas como queramos, pero todas en paralelo. Tendremos que elegir unas
gomas que nos permitan abarcar el perímetro la caja, y que a la vez queden lo
suficientemente tensas. Como puentes utilizaremos los lápices, que colocaremos, lo más
separados entre sí que podamos, debajo de las cuerdas y en perpendicular a éstas,
poniéndolas en contacto con la caja. Este instrumento no requerirá de mecanismos de
afinación, pero si queremos podemos recurrir a un rudimentario sistema de puentes
móviles para ajustar levemente el tono de cada cuerda. Si utilizamos gomas de diferentes
perímetros y grosores conseguiremos sin dificultades diferencias tonales entre unas
cuerdas y otras.

CORDÓFONO SIMPLE FROTADO


En este tipo de instrumentos la vibración se produce como efecto de frotar la cuerda, para
lo cual se suele utilizar un arco o una rueda. Pocos ejemplos de cordófonos de este tipo
encontramos. Quizás los más significativos sean el monocordio o una variación de éste
denominada trompa marina. Sin embargo sí podemos hablar de cordófonos frotados
mixtos, como la zanfona, en el que junto a las cuerdas cantoras, que actúan como en un
cordófono compuesto, están los bordones, que se comportan como si de un cordófono
simple se tratara, produciendo una sola nota. Al construir un cordófono frotado hemos de
tener muy en cuenta las cuerdas que debemos utilizar, ya que no todas son adecuadas
para este tipo de instrumentos. Las cuerdas metálicas o de entorchado metálico dan buen
resultado, así como las formadas por haces de hilo de nylon fino (imitando, por así decirlo,
las de crines de caballo de algunos instrumentos populares). En el apartado cordófonos
compuestos frotados hablaremos del arco, pero aquí diremos que las cerdas de éste
pueden ser de hilo de nylon fino, o bien de un solo hilo grueso de este mismo material.
Cualquiera de las dos posibilidades nos dará buenos resultados, siempre y cuando no
olvidemos aplicar resina en la cuerda del arco, una vez terminado éste. Podemos utilizar
resinas sintéticas (de venta en droguerías) o bien naturales, que encontraremos en cortes
y muñones de pinos y otras coníferas.

CORDÓFONO SIMPLE PERCUTIDO


Al golpear las cuerdas éstas producen el sonido. El piano es un ejemplo. Un sistema
mecánico hace que unos macillos percutan sobre las cuerdas a pulsar las teclas. Hay
otros instrumentos, como algunos salterios, en los que el sistema es manual. Es
necesario en estos cordófonos el tipo de cuerdas utilizadas, ya que éstas han de estar
muy tensas, y, por ejemplo, las gomas elásticas no darían buen resultado. Como
baquetas pueden utilizarse varas de materiales sólidos (lapiceros, clavos grandes,
bolígrafos, palos, etc.) o diferentes tipos de macillos, como una aguja de tricotar, o los
construidos a partir de las explicaciones dadas en el apartado de idiófonos percutidos
golpeados. Podemos fabricar un salterio a partir de una caja de madera (por ejemplo, de
puros), en cuya tapa haríamos uno o varios agujeros. En cada uno de los laterales cortos
atornillaremos alineada una fila de hembrillas, como clavijas. Anudaremos las cuerdas
metálicas, que irán de una hembrilla a su par del lado opuesto, cruzando
longitudinalmente la tapa de la caja. Entre las hembrillas y la caja hemos de poner los
puentes, que pueden ser lapiceros, trozos de madera, tubos de plástico o metal, etc. Para
percutir pueden sernos útiles un par de tornillos barraqueros.

CORDÓFONO COMPUESTO
En estos cordófonos cada una de las cuerdas puede emitir sonidos de diferente altura.
Esto se consigue acortando la longitud de la cuerda que entra en vibración ¿Cómo?
Apretando dicha cuerda en un lugar determinado contra una superficie, logrando así que
se produzca el mismo efecto que si se desplazara el puente hasta ese lugar. Algunos
elementos son comunes con los cordófonos simples, como los sistemas de afinación, las
cajas de resonancia, o las cuerdas, por lo que podremos utilizar los materiales
recomendados para aquellos; pero presentan algunas características diferentes. El mástil
es la pieza sobre la que se pisan las cuerdas para conseguir el efecto de acortamiento.
Un palo o un trozo largo de madera de las más diversas procedencias pueden servirnos
como mástil. Hemos de tener en cuenta que será importante el modo en que fijemos el
mástil a la caja de resonancia, ya que la tensión de las cuerdas actuará en la junta de
ambos componentes. Para evitarnos problemas podemos atravesar la caja con el mástil.
En este caso tendremos que recurrir a puentes que no apoyen directamente sobre el lugar
por el que pasa el mástil. Para esto podemos construir puentes de tres piezas: dos iguales
que pondremos en contacto con la caja y otra, que apoyada en las dos anteriores, las una
y recoja la vibración de las cuerdas.

CORDÓFONO COMPUESTO PUNTEADO


El sistema de producción del sonido es el mismo que en sus homónimos simples. El
ejemplo más significativo de este tipo de instrumentos quizá sea la guitarra. Podemos
construir un cordófono compuesto simple utilizando una caja metálica o un bidón de
plástico que atravesaremos con un larguero de madera, procurando que este quede a ras
de la cara nos vaya a servir como tapa armónica. Dejaremos que el larguero sobresalga
un poco, lo suficiente para sujetar las cuerdas con unos tornillos, por un lado. Lo que
sobresalga por el otro lado será el mástil, así que debemos procurar que el larguero tenga
unas dimensiones adecuadas. Al final del mástil colocaremos las hembrillas que nos
servirán de clavijas. Como puente de caja utilizaremos dos sacapuntas apoyados a los
lados del lugar por donde pasa el mástil, y un lapicero sobre ellos. Pondremos un trozo de
alambre dúctil apretando las cuerdas contra el mástil haciendo las veces de segundo
puente. En este instrumento vamos a poner trastes, que son los falsos puentes en los que
se apoya la cuerda cuando la pisamos. Para esto pueden servirnos clavos, a los que
recortaremos la cabeza, trozos de alambre de hierro dulce, hilo de cobre no muy fino,
bastones de plástico o madera (brochetas, bastoncillos...), bridas de sujeción, etc. Para
saber dónde hemos de ponerlos, colocaremos una cuerda e iremos probando y
marcando, para después pegar todos. Para terminar, basta con poner las cuerdas.

CORDÓFONO COMPUESTO FROTADO


El violín o el rabel son claros ejemplos de este grupo de instrumentos, que en nada se
diferencian, en lo que concierne al modo de hacerlos sonar, de los cordófonos simples
frotados. El proceso de construcción de uno de estos cordófonos es prácticamente
idéntico al de un punteado compuesto, por lo que nos centraremos en la elaboración de
los arcos. Elegido el cordaje, siguiendo las instrucciones dadas en el apartado de
cordófonos simples frotados, podemos optar entre diferentes posibilidades de soporte:
autotensable, de tensión manual o con sistema de tensión. El primer tipo constaría de una
vara flexible (madera, plástico, metal...) a la que fijaríamos la cuerda en sus extremos,
mediante nudos, clavos o tornillos, haciendo que la tensión de ésta curve el soporte. Los
arcos de tensión manual serían similares a los anteriores, pero con la cuerda destensada
y montada sobre una vara rígida. Para tensar el arco introducimos los dedos entre la
cuerda y el soporte. Si queremos un arco con sistema de tensión, partiremos del modelo
anterior y sustituiremos los dedos por un pequeño taco de madera, o bien utilizaremos
alguna de las diferentes posibilidades de clavijas que hemos mencionado en el apartado
de cordófonos simples para fijar la cuerda a uno o los dos extremos del soporte.

CORDÓFONO COMPUESTO PERCUTIDO


Tomaremos como ejemplos el birimbao y el dulcimer, aunque sin olvidar que, como este
último puede ser indistintamente percutido o punteado, hay algunos cordófonos
considerados punteados a lo que se aplican técnicas percusivas. Algunos intérpretes de
guitarra y bajo eléctrico recurren a dos procedimientos denominados tap y slap, basados
en el golpeo de la cuerda para obtener de ella sonoridades diferentes de las habituales de
estos cordófonos. Existe un artilugio denominado slide, o en castellano dedal, que suele
utilizarse, principalmente en géneros como el blues, para tocar la guitarra. Consiste en un
cilindro de metal o de vidrio, en el que se introduce un dedo, que actúa como falso puente
al apoyarlo sobre las cuerdas, no siendo necesaria apretar éstas contra el mástil y
permitiendo de esta manera la ejecución de alturas intertonales y de glissandos. Nosotros
utilizaremos como dedal un mechero de plástico, tipo bic, gastado. Para no liarnos mucho
construiremos un instrumento similar al explicado en el apartado de cordófonos percutidos
simples, y utilizando como baqueta, por ejemplo, un lapicero golpearemos en las cuerdas
con una mano, mientras que con otra deslizaremos el encendedor a lo largo de ellas. De
este modo, y sin ningún esfuerzo, hemos convertido un cordófono simple en uno
compuesto.

MEMBRANÓFONOS
La vibración de una membrana flexible y tensa es lo que produce el sonido. Los
membranófonos más habituales son los percutidos. Para tocarlos se usan las manos o
baquetas. Podemos utilizar baquetas duras, blandas o escobillas. Para construir unas
baquetas duras bastaría con tomar un bastón de madera cilíndrico (10-35 x 1-3 cm. en
función del uso) y cantear bien todos los bordes para evitar que las posibles
irregularidades dañen el parche (membrana). Podemos hacer un rebaje a 1 o 2 cm. de
uno de los extremos, a lo largo de todo el perímetro, para definir el área de ataque.
También podemos usar baquetas como las descritas en el apartado de idiófonos
percutidos golpeados. Para hacernos de unas baquetas blandas recurriremos a un bastón
de madera similar al recomendado para las duras. Envolveremos uno de sus extremos en
algodón y lo recubriremos con un trozo de tela que fijaremos a la madera con varias
vueltas de cinta adhesiva. Hemos de procurar que esta labor dé como resultado una
esfera lo más perfecta posible y que tenga la consistencia adecuada. las escobillas son
una especie de pinceles en los que la longitud del mango y las cerdas es similar (de 20 a
30 cm. en total). Como cerdas pueden servirnos hilos rígidos de plástico o nylon (por
ejemplo las cerdas de una escoba de exteriores) y como mango un tubo (1-2 cm. de
sección). Haremos un haz con las cerdas y lo encintaremos por el mismo extremo que
introduciremos en el tubo, procurando que quede bien ajustado.

MEMBRANÓFONOS PERCUTIDOS
Los elementos principales de un membranófono percutido son la membrana y el bastidor
sobre el que se coloca ésta. Puede incluir también un sistema para tensar el parche.
Tradicionalmente las membranas han sido de piel sobada. Si conseguimos algo de este
material (restos de parches rotos, sobrantes de corte, etc.) hemos de saber que para
trabajarlo debemos introducirlo en agua y dejarlo que se empape. Adquirirá así una
elasticidad que nos facilitará su manipulación. Podemos recurrir a membranas de otros
materiales: algunos plásticos flexibles como el utilizado en los invernaderos o para la
elaboración de sacos, goma de globos, caucho de cámaras de neumáticos, latex de
guantes quirúrgicos, incluso diferentes papeles tipo papiro, como el usado para tulipas de
lámparas, o algunas telas. Para construir los bastidores nos pueden ser útilies diferentes
tipos de envases, teniendo siempre en cuenta que han de ser lo suficientemente duros
como para que no se deformen con la presión ejercida por la membrana y que la abertura
en la que pongamos el parche sea circular, aunque existan ejemplos de instrumentos con
otras formas, como es el caso de los panderos cuadrados. Pueden servirnos también, por
ejemplo, tubos de gran sección o macetas. Cuerdas, alambres, cables, aros de diferentes
tipos... pueden ser materia prima para los mecanismos de tensión.

MEMBRANÓFONOS PERCUTIDOS ABIERTOS


Incluimos aquí a aquellos instrumentos en los que la membrana está tensada sobre un
bastidor abierto por los dos lados. Pueden tener un solo parche, como el pandero o la
darbouka, o dos, uno a cada lado del bastidor, caso del tambor. Si en una incursión rural
podemos conseguir un viejo cedazo y un buen trozo de piel sobada, nos bastarán unos
clavos de tapicero, o unas chinchetas, para hacernos un hermoso pandero. Si
disponemos de un tubo de PVC de canalón (8-15 cm.) podemos intentar lo siguiente.
Cortamos cuatro finos anillos (0,5-1 cm.) del tubo. Hacemos un corte longitudinal en el
sobrante y otro paralelo a menos de un centímetro. Si ahora apretamos el tubo
conseguiremos un cilindro de diámetro levemente inferior al original, que debe de ser
suficiente para que entre con una pequeña holgura en cualquiera de los anillos.
Disponemos así de un bastidor y de cuatro aros. Necesitaremos además dos parches,
que pueden ser de plástico, y cuerda. Con estos elementos y fijándonos en un tambor de
tensores de cuerda, podemos intentar algo ¿verdad? Más fácil hubiera sido, desde luego,
utilizar como membranas un par de globos. Bastaría con cortarles la embocadura y tensar
los sobrantes sobre cada una de las aberturas del tubo. Con esto sería suficiente, pero
para asegurarlo podríamos encintar las membranas por los laterales del bastidor. Otra
posibilidad es probar con una sola membrana.

MEMBRANÓFONOS PERCUTIDOS CERRADOS


El objeto sobre el que se coloca el parche está cerrado por la parte inferior, de tal manera
que la única membrana hace la función de tapa de un contenedor. El ejemplo mas
conocido quizá sea el timbal (sinfónico), aunque encontremos diferentes instrumentos de
construcción popular de similares características. Podemos utilizar los mismos materiales
para los parches que en los membranófonos abiertos. En el momento en que necesitemos
recurrir a un sistema de tensión habremos de tener en cuenta que necesitaremos fijarlo al
cuerpo del instrumento de algún modo (tuercas y tornillos, ensartado, etc.) por lo que es
importante que el bastidor sea lo suficientemente duro para aguantar la presión. Podemos
construir un sencillo y curioso membranófono cerrado utilizando un globo, que llenaremos
de arroz, lentejas, alubias... y después inflaremos y cerraremos. Tendremos una especie
de maraca, pero el sonido se producirá por la vibración de la membrana, por lo que no
estaremos ante un idiófono. Si queremos seguir utilizando globos, pueden servirnos como
parches para colocar sobre dos recipientes cerrados (vasos, flaneras, etc.) de diferentes
tamaños, que después de unidos con cinta adhesiva dan lugar a unos singulares
bongoes.

MEMBRANÓFONOS NO PERCUTIDOS
La vibración de la membrana se produce como consecuencia de procedimientos
diferentes al golpeo. Dependiendo del tipo de instrumento que queramos construir
necesitaremos de materiales bien diferentes. Si hablamos de los frotados, como
membranas podemos utilizar globos, piel sobada, guantes quirúrgicos, diferentes plásticos
duros, algunos papeles... Para los bastidores resultarán útiles recipientes de diferentes
materiales (vasos, cuencos, barriles, botes, latas), así como tubos de gran sección;
considerando siempre que la parte sobre la que vamos a colocar el parche ha de ser
circular, y que han de presentar la consistencia suficiente para soportar sin deformarse
excesivamente la presión de la membrana tensa. Los sistemas de tensión y sujeción se
construirán a partir de cuerdas, cables, alambre, gomas, cinta adhesiva, etc. En el caso
de los membranófonos soplados necesitaremos de un soporte sobre el que colocar la
membrana, que puede estar construido a partir de tubos (manguera de riego, caña,
canutillos de cartón, tuberías finas, conducción de cableado, etc.). Por su parte, la para la
membrana es válido el papel de fumar, los plásticos sonoros (celofán, bolsas de
supermercados) e incluso algunas hojas secas o piel de cebolla. Necesitaremos gomas,
hilo o cuerda para fijar la membrana al soporte.

MEMBRANÓFONOS NO PERCUTIDOS FROTADOS


La navideña zambomba es quizá el ejemplo más significativo de este grupo de
instrumentos. Una caña fuertemente sujeta a la membrana es frotada produciendo la
vibración del parche. Con un trozo piel sobada, una caña, una maceta de barro y algo de
cuerda de bala podemos construirnos una zambomba; pero quizás nos resulte más
interesante sustituir estos elementos por otros más frecuentes en nuestro entorno. Así,
tomaremos un globo, un lapicero, una botella grande de agua y una goma. Hacemos dos
cortes en la botella de tal modo que nos quede un cilindro. También cortamos la boquilla
del globo para utilizar el resto. Sujetamos firmemente el lapicero con la goma, dando
varias vueltas, en el centro de lo que nos queda del globo. Damos la vuelta a la
membrana, de tal manera que nos quede una especie de pincel que colocaremos bien
tenso sobre una de las bocas abiertas en la botella. Nos humedecemos la mano y ala: a
darle a la zambomba. Con un hilo, una goma, un folio, un trozo de lapicero y un envase de
los que utilizan los restaurantes chinos para servir su comida a domicilio podemos intentar
lo siguiente. Hacemos un agujero muy pequeño en el centro del folio, pasamos por ahí el
hilo y atamos con él el lapicero. Tensamos lo más que podamos el papel sobre el evase
dejando el agujero con el hilo colgando (el lapicero estará en el interior) y lo sujetamos
con la goma. Con los dedos mojados frotamos el hilo.

MEMBRANÓFONOS NO PERCUTIDOS SOPLADOS


Siendo sinceros, el único membranófono soplado que conocemos es el mirlitón; aunque
para subsanar la mala imagen que puede dar esta falta de conocimientos quizá valga
decir que lo que sí sabemos es un montón de nombres que se pueden dar a este
instrumento o a sus múltiples variantes: kazoo, turuta, yenca, carambitano... El
mecanismo productor de sonido se basa en que el aire producido por una emisión de voz
realizada cerca de una membrana, hace vibrar a ésta distorsionando el sonido de la voz.
Tarareemos una canción con los labios pegados a un peine y poniendo un papel de fumar
al otro lado para entenderlo. Si somos algo más sofisticados podemos tomar un tubo de
plástico hecho a partir de un rotulador permanente, de los gruesos, y practicarle justo en
medio un agujero de un diámetro sensiblemente inferior al del propio tubo. En uno de los
extremos colocaremos la membrana (papel de fumar, un recorte de bolsa de
supermercado...) y la sujetaremos con un hilo o con una goma, procurando que quede
tensa. Si emitimos un sonido por el agujero del centro obtendremos sorprendentes
resultados.
Bibliografía:
Vertedero Sonoro. Extraída de
http://www.degeneradores.com/archivosvertedero/paginas/menu.htm el día 19 de agosto
de 2019

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