A los pies del Maestro… Mc 2, 1-12
Jesús, luego de recorrer algunos pueblos de la región de
Galilea, vuelve a Cafarnaúm, de donde salió porque la gente lo
buscaba (Mc 1, 37) y entonces prefirió ir a los pueblos veci-
nos, con el corazón centrado en la voluntad de su Padre. Ya
no llega como un desconocido, pues a donde llegó la gente se
reunió al punto que ni siquiera junto a la puerta hay sitio para
ubicarse y escuchar su Palabra.
Mientras Jesús predica, algo sucede afuera del recinto.
Hay un paralítico y es muy probable que su gran deseo es
acercarse Jesús para ser curado. Pero su deseo no es suficien-
te, porque por más que quiera, sus extremidades están desac-
tivadas. En 2,3 dice que el paralítico era llevado entre cuatro
personas.
Podemos intuir que si su deseo no era suficiente, si lo
era su fe. El deseo comprendido como el anhelo de lo que qui-
siera que sucediera, no era suficiente. Es la actitud de fe, de
confianza, de determinación, lo que debió impactar a los que
lo llevaron, y juntos superaron lo que para otros era imposi-
ble: romper el techo y descolgar el paralítico. Qué importa si
las extremidades estaban desactivadas, la fe activó que otros
fueran sus piernas y lo pudieran acercar a ese momento único
en su vida para dar un paso más en su proyecto de vida.
Luego del encuentro con Jesús, aquel paralítico no con-
templa salir por donde ingresó, ahora ve la puerta, recoge sus
pertenencias (su historia) y sale por sus propios medios, por-
que la vida continúa, ahora con la gran experiencia del valor
de la fe y no simplemente de desear.
Comparto la mirada de este pasaje del evangelio de Mar-
cos, con el fin de iluminar nuestra vida. Desde nuestra disci-
plina de oración, es comprender que estamos asumiendo la
actitud del paralítico de ir más allá del deseo (que no es algo
negativo) para asumir con fe (determinación) los propósitos
que Dios deposita en nuestro corazón. Esta fe, hará que aún
frente a lo que carecemos, nada nos detenga, porque Dios tie-
ne ya un plan preparado. Es nuestra decisión, si quedarnos
contemplando las imposibilidades de la vida o centrar la mira-
da y actuar desde nuestras posibilidades de respuesta frente a
la vida.
Grupo de Meditación Cristiana
Todos los viernes
5:00 pm a 6:00 pm (Grupo 1) - 7:15 pm a 8:15 pm (Grupo 2)
“La meditación es tan importante porque es la con-
ciencia pura de Jesús que quema nuestro ego. Su gloria es
el poder de la humanidad plenamente realizada, y el com-
prometernos en una relación con esta humanidad nos posi-
bilita actuar más allá de los confines de nuestras autolimita-
das percepciones. La gloria es lo que quema lo pecamino-
so.
El camino cristiano se centra en Cristo, antes que en
las ilusiones de nuestra prisión egocéntrica. No tenemos
que concentrarnos en nuestras ilusiones o tendencias pe-
caminosas, sino, simplemente –y esto no significa fácilmen-
te-, permitir que la gloria de Cristo las disipe, denunciándo-
las como la simulación que son. La gloria disipa cualquier
cosa que no sea gloriosa.
De esto se trata la oración cristiana. No es el autore-
chazo o la humildad engañosa. Ni tampoco la dependencia
egocéntrica o el temor a un Dios paternalista. Ni tampoco
es el juego psicológico de nuestra propia mente. La oración
es transformación en gloria. Es vivir en armonía con el mis-
terio de Dios en lo profundo del ser. Y el arraigarse en la
realidad, se la conoce como arraigada en el gozo y en el
amor. La oración es absolutamente realista y es el compo-
nente indispensable de un realismo saludable. La única
realidad es Dios, que es amor, y el poder y la gloria de este
amor se encuentran en nuestro corazón (si los buscamos).
Esta búsqueda es nuestra peregrinación ”
Main, John. Silencio y quietud para cada día del año . Paul Harris (Editor).
Buenos Aires: Editorial Bonum, 2013, 98.
Lugar: Capilla del Santísimo
(al lado del despacho parroquial San Juan Eudes)
Carrera 73 # 83-00 Minuto de Dios - Bogotá / Tel: 2246379 – 4370830
Parroquia San Juan Eudes Minuto de Dios
 A los pies del Maestro… Mc 2, 1-12
Jesús, luego de recorrer algunos pueblos de la región de
Galilea, vuelve a Cafarnaúm, de donde salió porque la gente lo
buscaba (Mc 1, 37) y entonces prefirió ir a los pueblos veci-
nos, con el corazón centrado en la voluntad de su Padre. Ya
no llega como un desconocido, pues a donde llegó la gente se
reunió al punto que ni siquiera junto a la puerta hay sitio para
ubicarse y escuchar su Palabra.
Mientras Jesús predica, algo sucede afuera del recinto.
Hay un paralítico y es muy probable que su gran deseo es
acercarse Jesús para ser curado. Pero su deseo no es suficien-
te, porque por más que quiera, sus extremidades están desac-
tivadas. En 2,3 dice que el paralítico era llevado entre cuatro
personas.
Podemos intuir que si su deseo no era suficiente, si lo
era su fe. El deseo comprendido como el anhelo de lo que qui-
siera que sucediera, no era suficiente. Es la actitud de fe, de
confianza, de determinación, lo que debió impactar a los que
lo llevaron, y juntos superaron lo que para otros era imposi-
ble: romper el techo y descolgar el paralítico. Qué importa si
las extremidades estaban desactivadas, la fe activó que otros
fueran sus piernas y lo pudieran acercar a ese momento único
en su vida para dar un paso más en su proyecto de vida.
Luego del encuentro con Jesús, aquel paralítico no con-
templa salir por donde ingresó, ahora ve la puerta, recoge sus
pertenencias (su historia) y sale por sus propios medios, por-
que la vida continúa, ahora con la gran experiencia del valor
de la fe y no simplemente de desear.
Comparto la mirada de este pasaje del evangelio de Mar-
cos, con el fin de iluminar nuestra vida. Desde nuestra disci-
plina de oración, es comprender que estamos asumiendo la
actitud del paralítico de ir más allá del deseo (que no es algo
negativo) para asumir con fe (determinación) los propósitos
que Dios deposita en nuestro corazón. Esta fe, hará que aún
frente a lo que carecemos, nada nos detenga, porque Dios tie-
ne ya un plan preparado. Es nuestra decisión, si quedarnos
contemplando las imposibilidades de la vida o centrar la mira-
da y actuar desde nuestras posibilidades de respuesta frente a
la vida.
Grupo de Meditación Cristiana
Todos los viernes
5:00 pm a 6:00 pm (Grupo 1) - 7:15 pm a 8:15 pm (Grupo 2)
“La meditación es tan importante porque es la con-
ciencia pura de Jesús que quema nuestro ego. Su gloria es
el poder de la humanidad plenamente realizada, y el com-
prometernos en una relación con esta humanidad nos posi-
bilita actuar más allá de los confines de nuestras autolimita-
das percepciones. La gloria es lo que quema lo pecamino-
so.
El camino cristiano se centra en Cristo, antes que en
las ilusiones de nuestra prisión egocéntrica. No tenemos
que concentrarnos en nuestras ilusiones o tendencias pe-
caminosas, sino, simplemente –y esto no significa fácilmen-
te-, permitir que la gloria de Cristo las disipe, denunciándo-
las como la simulación que son. La gloria disipa cualquier
cosa que no sea gloriosa.
De esto se trata la oración cristiana. No es el autore-
chazo o la humildad engañosa. Ni tampoco la dependencia
egocéntrica o el temor a un Dios paternalista. Ni tampoco
es el juego psicológico de nuestra propia mente. La oración
es transformación en gloria. Es vivir en armonía con el mis-
terio de Dios en lo profundo del ser. Y el arraigarse en la
realidad, se la conoce como arraigada en el gozo y en el
amor. La oración es absolutamente realista y es el compo-
nente indispensable de un realismo saludable. La única
realidad es Dios, que es amor, y el poder y la gloria de este
amor se encuentran en nuestro corazón (si los buscamos).
Esta búsqueda es nuestra peregrinación ”
Main, John. Silencio y quietud para cada día del año . Paul Harris (Editor).
Buenos Aires: Editorial Bonum, 2013, 98.
Lugar: Capilla del Santísimo
(al lado del despacho parroquial San Juan Eudes)
Carrera 73 # 83-00 Minuto de Dios - Bogotá / Tel: 2246379 – 4370830
Parroquia San Juan Eudes Minuto de Dios