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Así, los bienes y dineros del Estado son nuestros bienes y dineros. El Estado no
genera riqueza. La gasta. Bien, si el gasto se dirige a proveer justicia y seguridad y
bienes y servicios con calidad y cobertura, mal si se derrocha, se despilfarra, se
gasta inadecuadamente o de forma ineficiente, o se va por los desagües hediondos
de la corrupción. En realidad quienes generamos riqueza somos los ciudadanos,
con nuestro esfuerzo y trabajo, y somos nosotros quienes transferimos nuestra
riqueza al Estado, por vía de impuestos. Entender que los bienes y dineros del
Estado son nuestros, son los que hemos transferido al Estado al pagar impuestos,
es fundamental. Las personas tendemos por naturaleza a cuidar mejor lo que es
propio. La “apropiación” mental de los recursos del Estado, el sentirlos como
propios, es fundamental en la lucha contra la corrupción. Cuando roban al Estado
nos roban a nosotros, nos meten la mano en nuestro bolsillo.
Por otro lado, hay que recuperar la enseñanza de los valores, de la ética, tanto en
las escuelas como en las universidades. En este punto la responsabilidad básica es
de la familia, pero la escuela cumple un papel complementario fundamental.
Cívica, historia, urbanidad, las reglas mínimas de convivencia.
Sin embargo hay que decir que las reformas tendrán validez, servirán y se podrán
aplicar, siempre y cuando se recuperen los valores éticos y valores morales que
necesita toda sociedad para comportarse de manera civilizada y respetuosa de los
derechos y deberes que se deben observar tener como referente para vivir en paz y
construir un tejido social basado en la tolerancia, la solidaridad y el interés general
como lo plantea el artículo primero de nuestra constitución.
Los valores éticos, como los antivalores de la corrupción, son rasgos de carácter, o modos
de ser que se manifiestan en el hogar, en el trabajo y en la vida social. La familia es el
crisol más importante en la formación del carácter. Los valores, como los antivalores, se
aprenden en los primeros años de la vida, tomando principalmente como modelo el
ejemplo personal de los padres. El niño practica más lo que ve que aquello que le dicen
que haga. Si los padres son honestos, trabajadores y educados, el niño desarrolla esos
valores. Si los padres son deshonestos, perezosos y violentos, el niño tiende a reproducir
ese modelo de antivalores.