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Universidad de Guadalajara

Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades


División de Estudios Históricos y Humanos
Departamento de Filosofía
Licenciatura en Filosofía

Sobre el fenómeno y el noúmeno.

Trabajo que presenta:


Samuel Josué Cervantes Martínez

Seminario sobre Kant


Prof. Paulo César Pardo Durán
Guadalajara, Jalisco. Diciembre de 2017
§1. El problema a plantear
La Crítica de la razón pura1 es la obra más importante de la filosofía de la Ilustración
(y, en opinión de una mayoría, de toda la historia del pensamiento filosófico). Dentro
de esa voluminosa obra los grandes problemas, ya no sólo de la Antigüedad, sino
también de la Modernidad, son tratados con una gran severidad analítica. Su autor,
Immanuel Kant, no sólo fue un gran lector de filosofía; también fue uno de los
eruditos que estaban atentos a la mayoría de los avances científicos de la época.
Tanto así que su obra tiene una gran deuda a la física newtoniana, en particular los
Principios matemáticos de la filosofía natural.
No obstante, en este breve análisis prosaico nos volcaremos a, quizá, el
problema medular de la obra toda. Este problema es tan importante en la estructura
del contenido de la Crpu que la filosofía posterior, el Idealismo Alemán, lo tiene como
el centro de sus meditaciones. Gente como Jacobi, Beck, Fichte, Schelling, Hegel se
vieron afectados por la lectura que Reinhold hizo de esta problemática de la obra
kantiana. El tópico a tratar aquí es, pues, el del fenómeno y la cosa-en-sí (o el
noúmeno, como siempre lo refiere Kant). ¿Qué hace que este problema se vuelva
medular no solo para la Crpu, sino también para la historia del pensamiento posterior
a Kant?
Quizás la pregunta se vuelva una petición de principio al afirmar de una vez
que con Kant la distinción entre fenómeno y noúmeno marca los límites del conocer,
los límites a los que la razón humana puede llegar a conocer. No obstante, nos
desmarcaremos de caer en esta petición de principio, demostrando cómo la
observación del filósofo de Königsberg en realidad es de una originalidad plena y
cómo, además, logra delimitar uno de los problemas que tanto en vilo habían tenido
a la filosofía griega y al modernismo –particularmente, a los racionalistas
dogmáticos. Así pues, la dualidad fenómeno-noúmeno marca la pauta para
comprender muchos de los problemas que nos vemos legados a seguir. No
obstante, para aprehender esa pauta, es necesario dilucidar cómo plantea Kant esta
división que marca los límites de la razón humana y lo que puede llegar a conocer.
§2. Entre fenómeno y noúmeno. Capítulo III de la Lógica Trascendental.
1
De aquí en adelante, Crpu. Nosotros utilizaremos la traducción de Manuel García Morente
(México: Colofón, 2017).

2
La Estética Trascendental y la Analítica Trascendental son las dos primeras partes
de la gran Crpu. En ellas, la primera trata sobre los principios sintéticos a priori de la
sensibilidad (dados en la forma de intuición pura de espacio y tiempo); la segunda
sobre los principios del entendimiento (que son la deducción de las categorías). No
obstante, cabe aclarar cómo se aplican los principios del entendimiento a los objetos
del mundo fenoménico: «Nuestras representaciones todas son referidas a algún
objeto por el entendimiento, y dado que los fenómenos no son más que
representaciones, el entendimiento las relaciona en alguna cosa tomada como objeto
de la intuición […]»2. Quiere decir esto que el entendimiento no puede pensar un
fenómeno representado sin referirlo a la intuición de la sensibilidad. Y, dado que
Kant establece ya en la Estética trascendental los fenómenos como manifestación de
las cosas hacia nosotros y en la Analítica trascendental el objeto de experiencia, la
distinción entre esto fenoménico y lo en sí tiene que responderse como respuesta al
trabajo de la filosofía crítica. Por eso, «fenómeno, como manifestación de la cosa
para nosotros, dice en relación a un en sí del fenómeno […] apellidado el
noúmeno»3. Así, pues, está puesto en la mesa el problema más importante de la
Crítica.
El problema sin embargo no era claro anteriormente para Kant. Ya en un
pasaje suprimido de la Segunda Edición de la Crpu, la distinción entre fenómeno y
noúmeno radica en que el primero es pensado en la unidad de las categorías,
mientras que el segundo es el objeto del entendimiento dotado de una intuición
intelectual. En este pasaje el lenguaje que emplea Kant no es preciso. Y también
deja ver que, aunque para el pasaje en la Segunda Edición el lenguaje es más
preciso, hay algunos puntos que no pueden verse todavía resueltos con plenitud. Así
Kant ya hacía notar el problema de que podamos pensar objetos a partir de una
intuición intelectual, pues iría más lejos de lo que el entendimiento puede conocer.
La pregunta planteada posteriormente, ¿qué podemos conocer?, está respondida de
manera evidente en la Crpu: solamente se pueden conocer los objetos que se me
representan en la intuición sensible, en la sensibilidad. Dicho de otro modo: lo único

2
Immanuel Kant, Crítica de la razón pura (México: Colofón, 2017), 325.
3
Eusebi Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, vol. I (Barcelona: Herder,
1993), 147.

3
que puedo conocer son los fenómenos. Lo que esté más allá de la sensibilidad está
lejos de nuestro conocer. Y lo deja muy claro Kant en el capítulo III de la Lógica
Trascendental, al hacer el uso de una metáfora bastante particular:
«El mundo de la verdad […] rodeado de un tormentoso océano, es un vasto
imperio de la ilusión, donde grandes nubes, enormes bancos de hielo que
salen al paso del marino que pretende descubrir sus misterios, atraen
constantemente la curiosidad y las ilusiones de hallar una verdad y despertar
de un sueño pesado, al que por desgracia no han de poner fin. Antes de
internarnos en este mar inmenso y explorarlo en su inmensidad, debemos
dirigir nuestra vista sobre ese mundo insondable que nos proponemos
abandonar, y observar si por ventura podremos conocer lo que guarda, o si,
por el contrario, tendremos que conformarnos con el simple propósito de la
investigación, por no hallar base sobre la que fundar el edificio de nuestras
aspiraciones, y apenas efectuada nuestra búsqueda, sostener nuestras
afirmaciones y mantenerlas frente a las acometidas de nuestros enemigos.4»

Ese «vasto océano» es el terreno de lo en sí, de lo que se llama el noúmeno.


Ahora bien, se pregunta uno: ¿Qué relación puede haber entre lo fenoménico y lo
nouménico? La respuesta a esta distinción ya está implícita en la relación entre el
fenómeno-noúmeno. Escribe Kant al final del capítulo:
«Se llaman fenómenos las imágenes sensibles en tanto son pensadas a título
de objetos según la unidad de las categorías, más, si yo admito cosas que no
sean más que objetos del entendimiento, y que, por consiguiente, puedan ser
dados como tales a una intuición sensible (por tanto, coram intuiti intellectualli)
es necesario llamaras a estas cosas noúmenos (intelligibillia).5»

De esta distinción de lo fenoménico y lo nouménico se desprenden dos


sentidos del uso del concepto noúmeno: uno, el positivo; el otro, el negativo. El
primero es el noúmeno como resultado de la ya mencionada intuición intelectual; es
decir, el objeto intuido intelectualmente. El segundo, «la cosa como es en sí,
abstrayendo de nuestro modo de intuirla, la cosa como puede ser pensada sin

4
Kant, Crítica de la razón pura, 319.
5
Kant, Crítica de la razón pura, 324.

4
relación alguna con nuestra manera de intuir» 6. Ese es el límite de la razón humana y
su lado cognoscitivo. Solamente podemos hacernos noción del noúmeno en el
sentido negativo. Nuestra facultad es imposible de ir más allá de lo que realmente se
puede dar en la experiencia, y más aún, en pensar a partir del entendimiento objetos
que no se puedan referir a fenómenos de la experiencia. Por eso:
«[…] la dependencia del entendimiento respecto de la sensibilidad lleva
consigo para el conocimiento dos importantes restricciones: por una parte, su
fenomenicidad, la relatividad de su objeto al modo de conocer del sujeto
humano; por otra, su empiricidad, la incapacidad de ir más allá de la
sensibilidad y, por lo mismo, del campo de la experiencia posible.»7

Se hace patente, entonces, que el concepto necesita de la intuición, y la


intuición debe preceder al concepto. Por eso «anticipa la forma de una experiencia
posible en general», pues a priori el intelecto reconoce esto 8. Diría Kant en la tercera
parte, la Dialéctica Trascendental, que de pensar el concepto no se sigue su realidad
efectiva.

§ 3. A manera de corolario al fenómeno-noúmeno.


Sin el supuesto del noúmeno la tarea de la filosofía trascendental de Kant se
derrumbaría. El uso del noúmeno es solamente conceptual, y sirve para demostrar
su nula cognoscitividad. «Es un hecho que Kant no ha dudado jamás de la
necesidad en que estamos de afirmar la cosa en sí. Ahora bien, ella introduce en su
pensamiento una antinomia de difícil solución» 9. A este nivel, pues, se deja ver que
el noúmeno, o cosa en sí, no es una deducción como resultado de los análisis de la
Estética Trascendental y la Analítica Trascendental, sino que es un presupuesto para
poder dar rienda a la afirmación de que la razón humana tiene límites.
El análisis del conocimiento kantiano parte del hecho fundamental de la
posibilidad de la experiencia en el sujeto hacia una experiencia de hecho. El punto

6
Giovanni Reale y Darío Antiseri, Historia del pensamiento filosófico y científico, vol. II
(Barcelona: Herder, 2016), 749.
7
Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, vol. I, 150.
8
Reale y Antiseri, Historia del pensamiento filosófico y científico, vol. II, Ibid.
9
Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, vol. I, Ibid.

5
clave de esto es comprender que sí hay una experiencia, pues sin ella no habría
conocimiento alguno de lo que nos es dado. Por eso, todo conocimiento debe partir
de la experiencia misma y remitirse a ella. El noúmeno sirve, por tanto, como el
concepto límite del entendimiento. «Es, pues, el concepto de noúmeno, simplemente
un concepto limitado, cuyo fin es restringir las pretensiones de la sensibilidad y que
es de uso negativo.
Hartmann señala el legado de estos problemas presentados:
«[…] lo que reúne estrechamente en un grupo unitario a los pensadores del
idealismo alemán, no obstante su profunda diferencia y aun sus conscientes
oposiciones y diferendos, es, en primer lugar, la común situación del
problema. Para todos ellos el punto de partida es la filosofía kantiana, cuya
riqueza inagotable en los planteamientos de los problemas siempre suscita
renovados intentos de solución.10»

El problema de la cosa en sí no sólo es acuñado por la filosofía del idealismo.


También otras filosofías del siglo pasado se han visto afectadas por esta distinción
de la cosa en sí, como lo es la fenomenología husserliana o la ontología
heideggeriana. En el problema del noúmeno la solución planteada por Kant no se
agota ahí. «El noúmeno o cosa en sí es la condición de inteligibilidad del fenómeno.
[…] poner el fenómeno significa por el mismo título poner la cosa en sí» 11; toda
representación del fenómeno siempre lleva implícito el noúmeno. «Desde el
momento en que Kant concibe la cosa en sí, no sólo como un no-fenómeno, sino
como algo que de alguna manera afecta a nuestros sentidos, su concepto deja de
ser meramente negativo.»12 Finalmente, la idea de noúmeno deja el sentido negativo
y su estado de concepto límite para darse como realidad efectiva. Mas ahí se
encuentra el problema de esa idea: ¿Cómo volverse realidad efectiva si, en efecto, el
noúmeno es incognoscible?

10
Nicolai Hartmann, La filosofía del Idealismo Alemán, vol. I (Buenos Aires: Sudamericana,
1960), 11-2.
11
Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, vol. I, 155.
12
Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, Ibid.

6
Trabajos citados
Colomer, Eusebi. El pensamiento alemán de Kant a Heidegger. Vol. I. Barcelona:
Herder, 1993.

Hartmann, Nicolai. La filosofía del Idealismo Alemán. Vol. I. México: Sudamericana,


1960.

Kant, Immanuel. Crítica de la razón pura. México: Colofón, 2017.

Reale, Giovanni, y Darío Antiseri. Historia del pensamiento filosófico y científico. Vol.
II. Barcelona: Herder, 2016.

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