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La Estética Trascendental y la Analítica Trascendental son las dos primeras partes
de la gran Crpu. En ellas, la primera trata sobre los principios sintéticos a priori de la
sensibilidad (dados en la forma de intuición pura de espacio y tiempo); la segunda
sobre los principios del entendimiento (que son la deducción de las categorías). No
obstante, cabe aclarar cómo se aplican los principios del entendimiento a los objetos
del mundo fenoménico: «Nuestras representaciones todas son referidas a algún
objeto por el entendimiento, y dado que los fenómenos no son más que
representaciones, el entendimiento las relaciona en alguna cosa tomada como objeto
de la intuición […]»2. Quiere decir esto que el entendimiento no puede pensar un
fenómeno representado sin referirlo a la intuición de la sensibilidad. Y, dado que
Kant establece ya en la Estética trascendental los fenómenos como manifestación de
las cosas hacia nosotros y en la Analítica trascendental el objeto de experiencia, la
distinción entre esto fenoménico y lo en sí tiene que responderse como respuesta al
trabajo de la filosofía crítica. Por eso, «fenómeno, como manifestación de la cosa
para nosotros, dice en relación a un en sí del fenómeno […] apellidado el
noúmeno»3. Así, pues, está puesto en la mesa el problema más importante de la
Crítica.
El problema sin embargo no era claro anteriormente para Kant. Ya en un
pasaje suprimido de la Segunda Edición de la Crpu, la distinción entre fenómeno y
noúmeno radica en que el primero es pensado en la unidad de las categorías,
mientras que el segundo es el objeto del entendimiento dotado de una intuición
intelectual. En este pasaje el lenguaje que emplea Kant no es preciso. Y también
deja ver que, aunque para el pasaje en la Segunda Edición el lenguaje es más
preciso, hay algunos puntos que no pueden verse todavía resueltos con plenitud. Así
Kant ya hacía notar el problema de que podamos pensar objetos a partir de una
intuición intelectual, pues iría más lejos de lo que el entendimiento puede conocer.
La pregunta planteada posteriormente, ¿qué podemos conocer?, está respondida de
manera evidente en la Crpu: solamente se pueden conocer los objetos que se me
representan en la intuición sensible, en la sensibilidad. Dicho de otro modo: lo único
2
Immanuel Kant, Crítica de la razón pura (México: Colofón, 2017), 325.
3
Eusebi Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, vol. I (Barcelona: Herder,
1993), 147.
3
que puedo conocer son los fenómenos. Lo que esté más allá de la sensibilidad está
lejos de nuestro conocer. Y lo deja muy claro Kant en el capítulo III de la Lógica
Trascendental, al hacer el uso de una metáfora bastante particular:
«El mundo de la verdad […] rodeado de un tormentoso océano, es un vasto
imperio de la ilusión, donde grandes nubes, enormes bancos de hielo que
salen al paso del marino que pretende descubrir sus misterios, atraen
constantemente la curiosidad y las ilusiones de hallar una verdad y despertar
de un sueño pesado, al que por desgracia no han de poner fin. Antes de
internarnos en este mar inmenso y explorarlo en su inmensidad, debemos
dirigir nuestra vista sobre ese mundo insondable que nos proponemos
abandonar, y observar si por ventura podremos conocer lo que guarda, o si,
por el contrario, tendremos que conformarnos con el simple propósito de la
investigación, por no hallar base sobre la que fundar el edificio de nuestras
aspiraciones, y apenas efectuada nuestra búsqueda, sostener nuestras
afirmaciones y mantenerlas frente a las acometidas de nuestros enemigos.4»
4
Kant, Crítica de la razón pura, 319.
5
Kant, Crítica de la razón pura, 324.
4
relación alguna con nuestra manera de intuir» 6. Ese es el límite de la razón humana y
su lado cognoscitivo. Solamente podemos hacernos noción del noúmeno en el
sentido negativo. Nuestra facultad es imposible de ir más allá de lo que realmente se
puede dar en la experiencia, y más aún, en pensar a partir del entendimiento objetos
que no se puedan referir a fenómenos de la experiencia. Por eso:
«[…] la dependencia del entendimiento respecto de la sensibilidad lleva
consigo para el conocimiento dos importantes restricciones: por una parte, su
fenomenicidad, la relatividad de su objeto al modo de conocer del sujeto
humano; por otra, su empiricidad, la incapacidad de ir más allá de la
sensibilidad y, por lo mismo, del campo de la experiencia posible.»7
6
Giovanni Reale y Darío Antiseri, Historia del pensamiento filosófico y científico, vol. II
(Barcelona: Herder, 2016), 749.
7
Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, vol. I, 150.
8
Reale y Antiseri, Historia del pensamiento filosófico y científico, vol. II, Ibid.
9
Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, vol. I, Ibid.
5
clave de esto es comprender que sí hay una experiencia, pues sin ella no habría
conocimiento alguno de lo que nos es dado. Por eso, todo conocimiento debe partir
de la experiencia misma y remitirse a ella. El noúmeno sirve, por tanto, como el
concepto límite del entendimiento. «Es, pues, el concepto de noúmeno, simplemente
un concepto limitado, cuyo fin es restringir las pretensiones de la sensibilidad y que
es de uso negativo.
Hartmann señala el legado de estos problemas presentados:
«[…] lo que reúne estrechamente en un grupo unitario a los pensadores del
idealismo alemán, no obstante su profunda diferencia y aun sus conscientes
oposiciones y diferendos, es, en primer lugar, la común situación del
problema. Para todos ellos el punto de partida es la filosofía kantiana, cuya
riqueza inagotable en los planteamientos de los problemas siempre suscita
renovados intentos de solución.10»
10
Nicolai Hartmann, La filosofía del Idealismo Alemán, vol. I (Buenos Aires: Sudamericana,
1960), 11-2.
11
Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, vol. I, 155.
12
Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, Ibid.
6
Trabajos citados
Colomer, Eusebi. El pensamiento alemán de Kant a Heidegger. Vol. I. Barcelona:
Herder, 1993.
Reale, Giovanni, y Darío Antiseri. Historia del pensamiento filosófico y científico. Vol.
II. Barcelona: Herder, 2016.