Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
daños de la huerta (…). Todas las y rotundos, los pájaros cantan, las
mañanas cuando el sol se ha alzado un montañas se perfilan resaltantes en
poco sobre las lejanas montañas azules, el ambiente luminoso, el agua corre
en este cielo de azul diáfano, van los ni- con grato murmurio por los azarbes
ños a la escuela. Juan Luis Vives, expa- …» [1].
triado en Brujas, la ciudad nebulosa y
callada, ha puesto en sus Diálogos esta Salvando las distancias —la cronoló-
dulce añoranza de los primeros años: esta gica y la geográfica— que separan a este
salida de casa para ir a la escuela, en las artículo de Azorín de la imagen siguien-
mañanas risueñas de Levante, haciendo te, es como si aquél expresara con pala-
múltiples estadas para ver a dos perros bras lo que ésta denota icónica-mente.
que riñen, o unos chicos que juegan a la La imagen es una pintura de William
taba, o el pregonero que redobla su tam- Mulready que se halla en la Tate Gallery
305
Jaume TRILLA BERNET
La historia que narra este cuadro es incluir estos globos verbales propios de
la «bienvenida» que recibe por parte del los cómics seguro que de la boca del maes-
maestro un niño que llega tarde a la es- tro saldría uno con una frase, recrimina-
cuela. Vemos al chico entrando atemori- toria y sarcástica, como aquella o como
zado en el aula, mirando sólo de reojo al esta otra: «Bienvenido Sr. … estábamos
profesor como si no se atreviese a enca- todos muy impacientes y preocupados
rarlo directamente. El maestro, desde el aguardando su llegada»).
centro de la pintura, le dedica una osten-
sible reverencia mientras parece que le El aula —si así se la puede llamar—
esté diciendo algo así como: «Por fin el es un local pobre y destartalado, como en
Sr. … se ha dignado a venir a clase» (Si muchas de las escuelas del siglo XIX —y
los cuadros pudieran realmente hablar o anteriores y aun posteriores—, según nos
306
Los alrededores de la escuela
muestra buena parte de la representa- una levantina de finales del mismo siglo.
ción iconográfica disponible [3]. La clase Y ambas se refieren también a una si-
es también un espacio bastante sombrío; tuación (el trayecto hacia la escuela) que
su oscuridad sólo queda atenuada por la forma parte del objeto de este artículo: la
figura del chico que llega tarde y que es escuela como lugar y sus alrededores.
como si su cuerpo y su ropa todavía con-
servaran algo de la claridad exterior, y La escuela como lugar puede tratarse
por la luz que irradia el misterioso per- desde dos perspectivas distintas: la que
sonaje juvenil, medio andrógino y se centra en el estudio del espacio inte-
angelicalmente vestido de blanco, que pa- rior de la institución [4], y la que preten-
recería directamente surgido del paisaje de estudiar las relaciones entre ella y el
—luminoso, idílico y como de cuento de espacio exterior (o medio, entorno, terri-
hadas— que se nos muestra a través del torio …) [5]. En el presente artículo va-
ventanal del fondo de la tela. Es posible mos a adoptar esta segunda perspectiva.
que esta gran ventana no esté en el cua- Y concretamente, como avanzábamos, nos
dro sólo, como recurso pictórico, para in- vamos a referir a la relación entre la es-
troducir una potente fuente de luz, ni cuela y sus alrededores. En el contexto
tampoco para significar la interrelación de este trabajo entenderemos como tales
que pudiera existir entre lo dentro y lo a aquel espacio exterior a la institución
de fuera (que desde el interior pueda ver- pero vinculado a vivencias de los niños
se el exterior, y viceversa). Probablemen- directamente relacionadas con su rol de
te, lo que quiere expresar el artista es escolares. Puede incluir, por ejemplo, el
justamente lo contrario de esto último; trayecto de ir y volver de la escuela, los
es decir, el contraste que existe entre el lugares donde se quedan un rato a jugar
interior y el exterior; entre el recinto es- con los compañeros, donde se reúnen
colar, pequeño y oscuro, y la naturaleza cuando, ya mayorcitos, les permiten sa-
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
espléndida y luminosa, que decía Azorín; lir del centro durante el recreo, donde
entre las paredes adustas que alojan una van cuando hacen novillos o también di-
tarea escolar cautiva, previsible y ruti- versas formas de explotar pedagógica-
revista española de pedagogía
307
Jaume TRILLA BERNET
dores. Nuestro interés al tratar sobre todo durante el cual ni se ostenta el rol aban-
ello no es tanto el de realizar, digamos, donado ni aun el nuevo. Pues bien, en
una tarea etnográfica para describir qué esta suerte de cotidiano cambio de rol de
ocurre en este espacio, cuanto reflexio- hijo a escolar y viceversa se dan también
nar sobre la significatividad de aquellos estos ritos. Y aparecen de forma tanto
aspectos en relación a diversas maneras más acusada cuanto más cerradas sean
de concebir lo que es y debe ser la escue- las dos instituciones básicas de la infan-
la. Y, en este sentido, ya se verá como en cia (familia y la escuela) y mayor separa-
estas dos partes, en realidad, se descri- ción real y simbólica exista entre ellas.
ben respectivamente sendos modelos pe- Ponerse el uniforme (cuando lo hay), des-
dagógicos de escuela por lo que se refiere pedirse con un beso de la madre que le
a la relación entre ella y sus alrededores: entrega el bocadillo para el recreo, y lue-
un modelo que convierte en dicotómicos, go, ya en la escuela, dar la mano a la
308
Los alrededores de la escuela
309
Jaume TRILLA BERNET
311
Jaume TRILLA BERNET
escuela —después llamada tradicional por rre dentro. Es como aquello que decían
los renovadores— monótona, aburrida, los sistémicos y cibernéticos de que cono-
cerrada, autoritaria, memorística, puni- ciendo el in-put y el out-put podía conje-
tiva, cuartelaria… se iba de mala gana. turarse el funcionamiento de la «caja
Una tradición por lo visto bien antigua negra». De la caja cerrada y negra (o qui-
pues ya Shakespeare la menciona en una zá, más exactamente, gris) que, por lo
de sus obras: «… el escolar lloricón, con visto, era para muchos de sus usuarios
su mochila y su reluciente cara de auro- aquella escuela.
ra, que, como un caracol, se arrastra de
mala gana a la escuela» [14]. Una escue- Una escuela que, en palabras de
la de la que, en cambio, se salía como se Azaña, consistía en una «suspensión tem-
sale de un cautiverio —por usar la pala- poral de la vida propia» [16], porque la
bra que utilizaba Azorín en la cita del vida propia era lo que estaba justamente
comienzo—. Aunque en este caso será antes de entrar y después de salir, fuera
Pérez Galdós quien escriba la crónica: de la escuela, en sus alrededores. Algo
muy parecido es lo que Thomas Bernhard
«A las cuatro de la tarde, la chi- cuenta en una de sus novelas medio
quillería de la escuela pública de la autobiográficas cuando dice que la calle
plazuela del limón salió atropellada- que le llevaba a la escuela le alejaba de
mente de la clase, con algazara de mil
sí mismo:
demonios. Ningún himno a la liber-
tad, entre los muchos que se hayan
«…en el camino por la
compuesto en las diferentes naciones,
Reichenhaller Strasse tenía que pen-
es tan hermoso como el que entonan
sar siempre que me alejaba de mí, que
los oprimidos de la enseñanza elemen-
salía de mí y me alejaba de mí, siem-
tal al soltar el grillete de la disciplina
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
por fin abandonó definitivamente la es- 1.2. Llegar tarde, hacer novillos,
cuela, meditaba: desertar
Si ir y volver es, como decíamos, un
«Sólo ahora, en esos días de mi momento de autonomía, es también una
nuevo entorno, tenía yo otra vez acce- oportunidad para la transgresión. La
so directo, inmediatamente directo a transgresión que consiste precisamente
los hombres, ese acceso inmediato, di- en alargar lo más posible aquel momen-
recto a los hombres no me era posible
to, en quebrantar los límites horarios es-
ya desde hacía años; mi mente prime-
tablecidos o simplemente en ignorarlos.
ro y luego también mi ánimo se ha-
bían asfixiado casi bajo el manto
En relación a todo ello, la infracción
mortal del colegio y las coacciones de
menor será la de llegar tarde, lo cual no
su enseñanza, y todo lo que estaba
significa, por supuesto, que la puntuali-
fuera del colegio y sus coacciones no
dad no haya de ser objeto de una aten-
lo había percibido durante años más
ción muy estricta o, cuando sea el caso,
que de forma imprecisa, a través de
de una rigurosa sanción: ya en un texto
la niebla de lo que se enseñaba. Aho-
sumerio de hace más de cuatro mil años
ra veía otra vez a los hombres y tenía
se ponía en boca de un escolar: «He de
contacto inmediato con ellos. Había
llegar puntual, si no mi maestro me pe-
existido durante años en medio de li-
gará» [19]. Es la expresión atemorizada
bros y escritos y entre mentes que no
del colegial que llegaba tarde de la pin-
eran otra cosa que libros y escritos,
tura del principio del artículo, o lo que
en medio del olor enrarecido de una
sugiere la frase de Walter Benjamin
Historia mohosa y desecada, continua-
rememorando sus años colegiales: «El re-
mente como si yo mismo fuera ya His-
loj del patio del colegio parecía estar he-
toria. Ahora existía en el presente, en
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
medio de todos sus olores y grados de rido por mi culpa. Daba las ‘demasiado-
tarde’» [20].
dureza» [18]. revista española de pedagogía
La escuela que, como espacio de edu- Cuando no es por causa de fuerza ma-
cación que se pretende, debiera ser lugar yor, se llega tarde por mor de haberse
privilegiado de conocimiento (de uno mis- entretenido por unos alrededores que
mo, de la realidad y del lugar de uno cambian de fisonomía con los horarios lec-
mismo en ella), se resuelve a veces, como tivos, como se muestra en una narración
en las citas anteriores, en todo lo contra- que tiene como protagonista a un perso-
rio: en el lugar que le aleja a uno de si naje infantil:
mismo, de los demás y de las cosas de
verdad. Por eso —y por otras cosas— al- «Bastian había dejado de correr.
gunos de los niños y adolescentes que Ahora andaba despacio y, al final de
asistían y asisten a estas escuelas se de- la calle, vio el edificio del colegio (…)
moran en sus alrededores, hacen campa- La calle le pareció vacía, aunque ha-
na o desertan definitivamente de ella. bía personas aquí y allá. Pero a quien
313
Jaume TRILLA BERNET
a casa avisando que el día tal o cual las bocas, las manos y las frentes, bus-
no había ido; pero mi madre me dis- cando donde sombrearse de frescura,
culpaba siempre, y como veía que me de amoroso descanso. (…) Hasta la luz
revista española de pedagogía
iba poniendo robusto y fuerte, hacía caía como una memoria de la luz y
la vista gorda». nuestros juegos infantiles, durante las
rabonas escolares, también sonaban a
«Los domingos y los días de labor perdidos en aquella arboleda» [23].
que faltábamos a clase solíamos ir al
arenal, nos quitábamos las botas y las Como se ve, en aquella escuela, tan
medias y andábamos con los pies des- aborrecida según el verso de Antonio Ma-
calzos». chado, siempre encontramos la misma
dialéctica entre lo de dentro y lo de fue-
«Recogíamos conchas, trozos de es- ra: aquello, cerrado, oscuro y gris; y esto,
puma de mar, mangos de cuchillo y vivo y luminoso. En una de las más me-
piedrecitas negras, amarillas, rosadas, morables películas de tema educativo de
pulidas y brillantes …» [22]. la historia del cine, Los cuatrocientos gol-
314
Los alrededores de la escuela
pes (1959) de François Truffaut, los novi- de una misma moneda. Algunas ve-
llos que hace su adolescente protagonis- ces es el escenario privilegiado de la
ta, Antoine Doinel, tienen también una libertad y la felicidad, mientras que
especial presencia y significación (descu- otras es el refugio de la marginalidad
brimiento fortuito del adulterio de su ma- y la desolación» [24].
dre, por ejemplo), y constituyen una
muestra muy expresiva de aquella dia- Hacer novillos, en lenguaje técnico-dis-
léctica interior/exterior, escuela/ciudad, ciplinario, eran las «faltas de asiduidad»;
que en el modelo pedagógico que esta- actualmente, cuando estas faltas aumen-
mos viendo se plantea siempre en térmi- tan su frecuencia y se cronifican se con-
nos dicotómicos y antagónicos: vierten en «absentismo», el cual culmina,
según metáfora cuartelaria, en «deserción
«La alternancia entre las escenas escolar». Como está dicho en otro sitio,
interiores y las exteriores puntúa el no deja de ser curiosa esta evolución
ritmo de Los cuatrocientos golpes. Las terminológica: primero es una travesura,
escenas interiores se desarrollan, después se convierte en falta y finalmen-
fundamentalmente, en cuatro espacios te recibe el nombre de un delito [25]. En
distintos: el apartamento, la escuela, cualquier caso, es cierto que el absentis-
la prisión y el centro de observación. mo y la deserción son hoy un problema
Los ambientes cerrados tienen como serio, sobretodo en relación a determina-
denominador común la sordidez. (…) dos colectivos o sectores sociales. Y, por
Son espacios cerrados, gobernados por tanto, un problema que cuenta con estu-
las leyes de los adultos, en los que dios y expertos. En tales estudios sobre
reina una autoridad sin amor. Los es- absentismo se suele investigar sobre casi
pacios interiores muestran a un niño todo (las causas que lo producen, los fac-
pasivo, a menudo silencioso, de mira- tores y condiciones escolares, familiares,
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
da ansiosa y, a veces, perpleja. (…) sociales, culturales… a él asociadas, las
consecuencias del mismo…), pero sor-
«En las escenas exteriores, Paris prende que, sin embargo, se dedique po-
revista española de pedagogía
aparece como una ciudad llena de quísima atención a lo que hacen los chicos
vida, en permanente agitación y mo- y chicas cuando practican el absentismo.
vimiento. En contacto con el exterior, Digamos que importa mucho lo que de-
Antoine se impregna de una actitud jan de hacer (la escolaridad de la que
vital que le aporta la energía necesa- prescinden) y muy poco, en cambio, a lo
ria para tomar iniciativas importan- que se dedican en lugar de asistir a cla-
tes. En cierta forma, parece como si se; eso que, en general, sucede precisa-
la ciudad le permitiese soportar me- mente en el ámbito de que es objeto este
jor la presión escolar y familiar que le trabajo: los alrededores de la escuela. Sea
toca llevar a cuestas. (…) Antoine como sea, a menudo en los motivos adu-
aprovecha estos espacios de libertad cidos por los absentistas encontramos ex-
como si de una tregua se tratase. (…) presada de nuevo la dicotomía que
La ciudad representa la cara y la cruz inevitablemente está apareciendo a cada
315
Jaume TRILLA BERNET
a robar. Como se apuntaba en otro sitio, modo que ésta, como agua en el agua,
a quienes les sobra calle les falta escue- acabara confundiéndose con el medio y,
la; y a quienes les sobra escuela les falta por tanto, desapareciendo del todo.
revista española de pedagogía
316
Los alrededores de la escuela
percibidos y vividos los alrededores de la res, abre las puertas no sólo para que
escuela cuando ésta tiende a cerrarse so- pueda entrar lo de fuera sino también
bre sí misma, a olvidarlos y a ponerse de para que lo de dentro salga, entre otras
espaldas a ellos. Ahora veremos ejemplos cosas, en busca de la «vida» y de las co-
contrarios. Ejemplos de una escuela que sas «de verdad».
tratará de hacer lo inverso; esto es, abrir-
se a sus alrededores y aprovecharlos Freinet, por citar de nuevo a este ge-
educativamente lo más posible. nial y práctico pedagogo francés que tan
bien entendió que la escuela debía arrai-
Eso lo han hecho y lo siguen haciendo garse a su entorno, explicaba que la pri-
diversas pedagogías de dos maneras com- mera innovación que introdujo en su
plementarias: facilitando que los alrede- manera de dar clases, la cual generaría
dores penetren en la escuela; y la necesidad de ir incorporando después
promoviendo que ésta se proyecte en ellos. otros muchos métodos, técnicas e instru-
Según el primero, abrirse significará de- mentos que acabarían configurando toda
jar que estos alrededores, la vida que en una nueva pedagogía escolar, fue preci-
ellos bulle y sus mil recursos potencial- samente algo tan sencillo como ir con la
mente productivos para la educación, pue- clase de paseo por los alrededores:
dan entrar en la escuela. Este sentido
del abrirse (de fuera a dentro) se mate- «La clase-paseo fue para mí el me-
rializará en muchas formas y mediante
dio de salvación. En vez de dormitar
expedientes muy distintos. El «texto li-
frente a un texto de lectura, después
bre» de Freinet ya es, por ejemplo, una
de la clase de mediodía salíamos al
técnica que facilita que las vivencias ex-
campo que bordeaba la aldea. Nos de-
ternas y los intereses vitales de los niños
teníamos, al atravesar las calles, para
penetren en la escuela y se conviertan
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
admirar al herrero, al carpintero o al
en uno de los móviles del trabajo escolar.
tejedor cuyos gestos metódicos y se-
O la demanda —tan recurrente como
inexplicablemente aun no satisfecha de guros nos daban deseos de imitarlos.
revista española de pedagogía
escolares con una directísima implicación los realizados en el marco de las propues-
de (y en) el entorno. El primero consistió tas de Francesco Tonucci en torno a la
en la realización de un film sobre la vida «Ciudad de los Niños» [36].
del pueblo (Laxfield, en Suffolk, Inglate-
rra) por parte de un grupo-clase formado La idea de la Ciudad de los Niños del
por niños de ocho años: pedagogo italiano es un abierto y ambi-
cioso proyecto para facilitar y promover
«El film fue un logro notable. Mos- la participación de los niños en la mejora
traba un extraordinario nivel de des- de su ciudad. No se trata de un proyecto
treza y sensibilidad para tratarse de específica o exclusivamente escolar, pero
niños de 8 años de edad. En muchos en muchas de las propuestas concretas
aspectos tenía el sello del talento ar- que contiene la escuela juega un papel
tístico. Pero, sobre todo, y esto es lo destacado. En realidad, la mayoría de las
318
Los alrededores de la escuela
seguridad viaria para aumentar el nú- artículo con la imagen o sensación, de-
mero de escolares que puedan ir sin acom- masiado idealista, bucólica o ingenua, de
pañamiento adulto a la escuela. que es posible o fácil el logro de una es-
cuela perfectamente integrada en su me-
— La multa de los niños. Multa que
dio y de una simbiosis óptima entre
ponen los niños a coches mal estaciona-
ambos. A plantear ciertos límites es a lo
dos que impiden o dificultan la movili-
que, a modo de colofón, dedicaremos el
dad de los peatones. Es una sanción
siguiente capítulo.
simbólica, pero con efectos sensibilizado-
res y, a veces, reales, ya que compromete
al Ayuntamiento a realizar determina- 3. Los alrededores hostiles y la
das intervenciones efectivas para evitar permeabilidad crítica
tales infracciones. Ya hemos visto que los alrededores de
319
Jaume TRILLA BERNET
algunas escuelas son y/o se presentan ces de criminalidad del barrio de estas
como idílicos; en otras ocasiones son nor- escuelas y trataba de demostrar algo que,
males y corrientes. Pero también es ver- por otro lado, resulta muy obvio; esto es,
dad que en ciertos casos, son francamente que existe una correspondencia entre la
hostiles. En muchos barrios y suburbios peligrosidad en las escuelas y la peligro-
los centros educativos se encuentran en- sidad en los barrios donde están enclava-
clavados en entornos de marginación, vio- das [39].
lencia, miseria, criminalidad, insalubri-
dad… Entornos que, de una forma u otra, Diseñar la relación deseable que la
inevitablemente tendrán su reflejo en el escuela ha de establecer con sus alrede-
interior de la escuela. Una encuesta rea- dores, no puede hacerse en abstracto. Su-
lizada hace años a maestros y estudian- pone plantearse previamente de qué
tes de entre 12 y 14 años en tres escuelas alrededores estamos hablando. Porque no
de un barrio de Chicago con alta crimi- es lo mismo encontrarse —como le ocu-
nalidad arrojaba, por ejemplo, estos re- rría a Freinet— al herrero, al carpintero
sultados: [38] el 8% de los estudiantes o al tejedor, u observar los olivos y las
denunciaban haber sido amenazados con flores del naranjo, que salir de la escuela
una pistola o un cuchillo durante aquel y toparse con un barrio inhóspito, sucio y
año escolar; cerca de una tercera parte violento; nada tiene que ver «abrir la es-
(31,7%) reconocía llevar navaja en la es- cuela a la vida» con permitir que en ella
cuela; casi tres cuartas partes (72,5%) penetren armas y drogas. La función
afirmaban haberse peleado a puñetazos intencionalmente educativa de la escue-
con otro estudiante al menos una vez du- la exige que en su relación con el medio
rante el curso; el 19% evitaban el camino lleve a cabo una tarea de selección, de
más corto para ir a la escuela para no criba: arraigarse pero críticamente, inte-
grarse y abrirse a según qué si y a según
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
321
Jaume TRILLA BERNET
de la Universidad de Salamanca); HAROUTINIAN- [20] BENJAMIN, W. (1982) Infancia en Berlín hacia 1900,
GORDON, S. (eds.) (1989) From Socrates to Software. p. 34, Madrid, E. Alfaguara.
The Teacher as Text and the Text as Teacher (Chicago,
University of Chicago Press); TRILLA, J. (1994) Peda- [21] ENDE, M. (1983) La historia interminable, p. 14 (Ma-
gogías narrativas, pp. 107-128, en LARROSA, J. (ed.), drid, Ed. Alfaguara).
Trayectos, escrituras, metamorfosis. (La idea de for-
[22] BAROJA, P., (1978) Las inquietudes de Shanti Andía
mación en la novela) (Barcelona, P. P. U.); VIÑAO, A.
(Madrid, Espasa-Calpe).
(2000) Autobiografías, memorias y diarios como fuen-
te histórico-educativa: tipología y usos, pp. 169-204, [23] Discurso de Rafael Alberti en el acto de su Investidura
en RUIZ BERRIO, J. (ed.), La cultura escolar escolar como Doctor Honoris Causa de la Universidad Com-
de Europa. Tendencias históricas emergentes (Madrid, plutense de Madrid, el día 1 de junio de 1993 (ABC,
Biblioteca Nueva); BURKE, P. (2001) Visto y no visto. 2/6/1993, p. 77).
El uso de la imagen como documento histórico (Bar-
celona, Crítica); DEPAEPE, M.; HENKENS, B. (2000) [24] GISPERT, E. (1998) Estudio crítico, pp. 75-76, en
The Challenge of the Visual in the History of Education François Truffaut. Los cuatrocientos golpes (Barcelo-
(Leuven, Katholieke Universiteit Leuven). na, Ed. Paidós).
[7] LEACH, E. (1978) Cultura y comunicación, pp. 107 y [25] TRILLA, J. (1998) Aprender, lo que se dice apren-
ss., (Madrid, Ed. Siglo XXI). der…, p. 75, (Barcelona, Ed. Octaedro).
[8] BLASCO IBÁÑEZ, V. (1977) La barraca (Barcelona, [26] GARCÍA, A.; MORENO, X. (2003) El absentismo y la
Plaza y Janés, La primera edición es de 1898). institución escolar, pp. 59-60, en Cuadernos de Peda-
gogía, 327.
[9] JACOBS, J. (1973) Muerte y vida de las grandes ciu-
dades, pp. 87-89 (Barcelona, Ed. Península). [27] TRILLA, J. (1999) La ciudad educadora: génesis, usos,
significados y propuestas, pp. 85-120, en AA. VV.: As
[10] MOLES, A. (1978) Sociodinámica de la cultura, p. 31, cidades e os rostros da exclusão (Porto, Universidade
(Buenos Aires, Ed. Paidós). Portucalense).
[11] SCOTT BROWN, D.; VENTURI, R. (1979) Aprendiendo [28] Entendemos por elaborar la experiencia directa: orga-
de todas las cosas, p. 55 (Barcelona, Ed. Tusquets). nizar el conocimiento disperso y desestructurado ob-
tenido a partir del contacto directo con el entorno;
[12] DOISNEAU, R., CAVANNA (1989) Les doigts pleins
conceptualizar (las experiencias directas son riquísi-
d’encre (Paris, Éditions Hoëbeke).
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
[14] SHAKESPERARE, W. (1974) A vuestro gusto, p. 1027, preculturales) en el marco de las referencias previas
en Obras completas, Vol. I (Barcelona, Ed. Vergara. de que dispone el individuo; dar profundidad a las
La edición original se ha datado entre 1599-1600). adquisiciones informalmente adquiridas, las cuales a
menudo se sitúan en unos notables niveles de superfi-
[15] PÉREZ GALDÓS, B. (1978) Miau (Madrid, Guadarrama. cialidad; comprender la génesis de los contenidos de
La primera edición es de 1888). las experiencias directas, ya que éstas, por su propia
naturaleza, se encuentran muy ancladas en el presen-
[16] AZAÑA, M. (1981) El jardín de los frailes (Madrid,
te, en lo inmediato; valorar (elaborar la experiencia
Alianza Ed.).
cultural directa significa también someterla a la posi-
[17] BERNHARD, T. (1984) El sótano, p. 24 (Barcelona, bilidad de crítica racional); seleccionar (el alud de in-
Ed. Anagrama). formación accesible es tal que sin criterios de selección
resulta del todo punto intratable e inútil; en este senti-
[18] Ibidem, p. 14. do también a la escuela y a los profesores les corres-
ponde ayudar a los alumnos a ir construyendo criterios
[19] BOWEN, J. (1976) Historia de la educación occiden- de pertinencia mediante los que puedan ir orientándo-
tal. Tomo I. El mundo antiguo, p. 38 (Barcelona, Ed. se, según sus necesidades y deseos, en el magma
Herder). actual del conocimiento).
322
Los alrededores de la escuela
[29] C. FREINET (1978) Técnicas Freinet de la escuela interior de la escuela, sino también que, a pesar de
moderna, p. 14 (México, Siglo XXI). Bastante antes todo, la violencia o la inseguridad dentro es menor
que Freinet, L. Tolstoi, hablando sobre su escuela de que la de fuera. Dicho de otra manera, que a pesar
Yasnaia Poliana ya se había percatado de algo seme- de las deplorables condiciones en las que se trabaja
jante; es decir, de cómo los escenarios condicionan en estas escuelas, ellas ofrecen seguramente una rea-
las conductas: «Fuera de la escuela, en plena libertad, lidad mejor que la sus alrededores.
al aire libre, se establecen entre los alumnos y el
maestro relaciones nuevas, en las que reinan la ma-
yor franqueza de conducta, la confianza más grande,
las misma relaciones que nos parece deben ser como Resumen:
el ideal al que debe tender la escuela.» TOLSTOI, L.
(1978) La escuela de Yasnaia Poliana, p. 46 (Barcelo- Los alrededores de la escuela
na, Olañeta Ed.). Este trabajo trata sobre lo que en él
[30] WOODS, P. (1997) Experiencias críticas en la ense- se denomina los alrededores de la escue-
ñanza y el aprendizaje (Barcelona, Ed. Paidós). la. Esto es, aquel espacio exterior a la
institución escolar pero vinculado a vi-
[31] Ibidem, p. 18.
vencias de los niños directamente rela-
[32] Ibidem, pp. 69, 71, 72. cionadas con su rol de escolares. La
[33] «La aventura de Chippindale: aprendizaje real en la intención del mismo no es tanto descri-
construcción», Ibidem, pp. 103-139. bir etnográficamente qué ocurre en tales
alrededores, cuanto partir de ello para
[34] El proyecto, no obstante, estaba plenamente
contextualizado en la realidad. reflexionar sobre su significatividad en
relación a diversas formas de concebir lo
[35] Por ejemplo, Hart, R. (1997) Children’s Participation:
the theory and practice of involving young citizens in
que es lo que debe ser la escuela. El artí-
community development and environmental care. culo se compone de dos partes, precedi-
(London, Earthscan-Unicef). das de un apartado introductorio y
[36] TONUCCI. F. (1997) La ciudad de los niños, pp. 125 y
seguidas de una suerte de epílogo. En la
ss. (Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez); primera parte, los alrededores de la es-
323
Jaume TRILLA BERNET
324