Sunteți pe pagina 1din 20

Los alrededores de la escuela

Los alrededores de la escuela

por Jaume TRILLA BERNET


Universidad de Barcelona

Introducción bor, indolentes, despacio, muy despacio;


Comenzaremos con dos ilustraciones, gozando con delicia de estos momentos
una literaria y otra pictórica, que aluden de libertad plena, retardando todo lo po-
muy directamente al tema de este traba- sible el doloroso e inexorable cautiverio.
jo. La primera consiste en unos párrafos (…)
de un artículo primerizo de Azorín en los
que, relatando el camino para ir a la es- «Ya estamos en la escuela: se hace
cuela, describía sus alrededores y el con- un rumor alegre y ruidoso. Y de pron-
traste entre la vida que se desarrollaba to, todos callamos: es que el maestro
en ellos y el «cautiverio» que representa- ha aparecido en la puerta. Y comien-

año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324


ba el colegio: «Era … ¿dónde era? Era un za el doloroso tormento. (…) Fuera, la
pueblecito levantino; la escuela se levan- naturaleza vive espléndida: los árbo-
taba a una banda del poblado, en los ale- les son bellos con sus follajes tupidos
revista española de pedagogía

daños de la huerta (…). Todas las y rotundos, los pájaros cantan, las
mañanas cuando el sol se ha alzado un montañas se perfilan resaltantes en
poco sobre las lejanas montañas azules, el ambiente luminoso, el agua corre
en este cielo de azul diáfano, van los ni- con grato murmurio por los azarbes
ños a la escuela. Juan Luis Vives, expa- …» [1].
triado en Brujas, la ciudad nebulosa y
callada, ha puesto en sus Diálogos esta Salvando las distancias —la cronoló-
dulce añoranza de los primeros años: esta gica y la geográfica— que separan a este
salida de casa para ir a la escuela, en las artículo de Azorín de la imagen siguien-
mañanas risueñas de Levante, haciendo te, es como si aquél expresara con pala-
múltiples estadas para ver a dos perros bras lo que ésta denota icónica-mente.
que riñen, o unos chicos que juegan a la La imagen es una pintura de William
taba, o el pregonero que redobla su tam- Mulready que se halla en la Tate Gallery

305
Jaume TRILLA BERNET

de Londres. Es un cuadro, artísticamen- escuela y sus alrededores. La obra se ti-


te estimable pero pedagógi-camente aun tula «The last in» (1834-5) y forma parte
más interesante, que tiene como motivo de una corriente pictórica de la Inglate-
principal algo muy relacionado con el rra victoriana que una crítica de arte ha
tema que vamos a desarrollar aquí: la denominado «pintura narrativa» [2].
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324

William Mulready, The Last In, 1834-5, Tate Gallery, Londres


revista española de pedagogía

La historia que narra este cuadro es incluir estos globos verbales propios de
la «bienvenida» que recibe por parte del los cómics seguro que de la boca del maes-
maestro un niño que llega tarde a la es- tro saldría uno con una frase, recrimina-
cuela. Vemos al chico entrando atemori- toria y sarcástica, como aquella o como
zado en el aula, mirando sólo de reojo al esta otra: «Bienvenido Sr. … estábamos
profesor como si no se atreviese a enca- todos muy impacientes y preocupados
rarlo directamente. El maestro, desde el aguardando su llegada»).
centro de la pintura, le dedica una osten-
sible reverencia mientras parece que le El aula —si así se la puede llamar—
esté diciendo algo así como: «Por fin el es un local pobre y destartalado, como en
Sr. … se ha dignado a venir a clase» (Si muchas de las escuelas del siglo XIX —y
los cuadros pudieran realmente hablar o anteriores y aun posteriores—, según nos
306
Los alrededores de la escuela

muestra buena parte de la representa- una levantina de finales del mismo siglo.
ción iconográfica disponible [3]. La clase Y ambas se refieren también a una si-
es también un espacio bastante sombrío; tuación (el trayecto hacia la escuela) que
su oscuridad sólo queda atenuada por la forma parte del objeto de este artículo: la
figura del chico que llega tarde y que es escuela como lugar y sus alrededores.
como si su cuerpo y su ropa todavía con-
servaran algo de la claridad exterior, y La escuela como lugar puede tratarse
por la luz que irradia el misterioso per- desde dos perspectivas distintas: la que
sonaje juvenil, medio andrógino y se centra en el estudio del espacio inte-
angelicalmente vestido de blanco, que pa- rior de la institución [4], y la que preten-
recería directamente surgido del paisaje de estudiar las relaciones entre ella y el
—luminoso, idílico y como de cuento de espacio exterior (o medio, entorno, terri-
hadas— que se nos muestra a través del torio …) [5]. En el presente artículo va-
ventanal del fondo de la tela. Es posible mos a adoptar esta segunda perspectiva.
que esta gran ventana no esté en el cua- Y concretamente, como avanzábamos, nos
dro sólo, como recurso pictórico, para in- vamos a referir a la relación entre la es-
troducir una potente fuente de luz, ni cuela y sus alrededores. En el contexto
tampoco para significar la interrelación de este trabajo entenderemos como tales
que pudiera existir entre lo dentro y lo a aquel espacio exterior a la institución
de fuera (que desde el interior pueda ver- pero vinculado a vivencias de los niños
se el exterior, y viceversa). Probablemen- directamente relacionadas con su rol de
te, lo que quiere expresar el artista es escolares. Puede incluir, por ejemplo, el
justamente lo contrario de esto último; trayecto de ir y volver de la escuela, los
es decir, el contraste que existe entre el lugares donde se quedan un rato a jugar
interior y el exterior; entre el recinto es- con los compañeros, donde se reúnen
colar, pequeño y oscuro, y la naturaleza cuando, ya mayorcitos, les permiten sa-
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
espléndida y luminosa, que decía Azorín; lir del centro durante el recreo, donde
entre las paredes adustas que alojan una van cuando hacen novillos o también di-
tarea escolar cautiva, previsible y ruti- versas formas de explotar pedagógica-
revista española de pedagogía

naria, y el territorio de aventura del niño mente el entorno y de incidir en él desde


que llega tarde porque se habrá entrete- la escuela.
nido por el camino jugando con los ami-
gos (probablemente los dos chicos que en Los alrededores de la escuela consti-
el cuadro se perfilan detrás de la puerta tuyen, por tanto, un ámbito físico pero
y que todavía no se atreven a entrar, qui- de dimensiones, límites y significaciones
zá aguardando a ver que le ocurre al pro- variables y, en último término, inevita-
tagonista). blemente subjetivos. Digamos que los al-
rededores de la escuela crecen con la
La pintura de Mulready y las pala- edad; o más exactamente con la autono-
bras de Azorín nos muestran, respectiva- mía que la escuela y la familia ceden a
mente, cómo podían ser una escuela rural los escolares o la que ellos mismos con-
inglesa de la primera mitad del XIX y quistan y, a veces subrepticiamente, se

307
Jaume TRILLA BERNET

toman por su cuenta. También es cierto cuando no antagónicos, ambos espacios;


que, como veremos, para algunos escola- y otro modelo que trata de permea-
res tales alrededores es como si no exis- bilizarlos y convertirlos en simbióticos.
tieran. Esos niños que el transporte El artículo se cierra con unas considera-
escolar captura cerca de casa y los deja ciones que tratan de matizar la
dentro de la escuela o justo en su puerta: radicalidad con que podría optarse por el
para ellos los alrededores de la escuela segundo modelo.
son el bus escolar y el campo de visión
que alcanzan a través de la ventanilla. 1. Espacios dicotómicos y
También, para determinadas escuelas sus antagónicos
alrededores no tienen significación algu-
na o, si acaso la tienen, es de signo nega-
1.1. Ir y volver, entrar y salir
tivo: la institución se concibe como una En los alrededores de la escuela, cuan-
isla, como un reducto que, por diversas do pueden hacer solos —sin transporte
razones, deberá escindirse en lo posible escolar, parientes o «canguros»— el ca-
de su entorno. mino que va de casa a la escuela y vice-
versa, los niños son niños y casi nada
En este trabajo nos referiremos a los más. Antes de salir de casa son hijos y
alrededores de la escuela en dos partes. una vez dentro de la escuela se convier-
En la primera, reflexionaremos tales al- ten en escolares; pero entremedio es como
rededores como un espacio para la auto- si estuvieran en tierra de nadie. En los
nomía y también —o por tanto— como cambios de rol o de estatus social (de jo-
un espacio para la trasgresión. Ahí va- ven a adulto, de soltero a casado, de vivo
mos a utilizar fundamentalmente fuen- a muerto…) los antropólogos descubren
tes literarias e iconográficas del tipo de tres tipos de rituales: los de separación
las que ya hemos introducido más arriba (cuando se deja el estatus previo), los de
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324

[6]. En la segunda parte veremos diver- incorporación (cuando se adquiere el nue-


sas formas de acción pedagógica que la vo) y los de marginación, que se dan en
escuela ha practicado sobre sus alrede- un periodo de «intemporalidad social» [7]
revista española de pedagogía

dores. Nuestro interés al tratar sobre todo durante el cual ni se ostenta el rol aban-
ello no es tanto el de realizar, digamos, donado ni aun el nuevo. Pues bien, en
una tarea etnográfica para describir qué esta suerte de cotidiano cambio de rol de
ocurre en este espacio, cuanto reflexio- hijo a escolar y viceversa se dan también
nar sobre la significatividad de aquellos estos ritos. Y aparecen de forma tanto
aspectos en relación a diversas maneras más acusada cuanto más cerradas sean
de concebir lo que es y debe ser la escue- las dos instituciones básicas de la infan-
la. Y, en este sentido, ya se verá como en cia (familia y la escuela) y mayor separa-
estas dos partes, en realidad, se descri- ción real y simbólica exista entre ellas.
ben respectivamente sendos modelos pe- Ponerse el uniforme (cuando lo hay), des-
dagógicos de escuela por lo que se refiere pedirse con un beso de la madre que le
a la relación entre ella y sus alrededores: entrega el bocadillo para el recreo, y lue-
un modelo que convierte en dicotómicos, go, ya en la escuela, dar la mano a la

308
Los alrededores de la escuela

señorita, ponerse la bata, rezar la ora- trella de caminos y sendas, y allí


ción (si es el caso) o antaño formar para deshacíase la formación en pequeños
izar la bandera, escuchar el himno… son grupos, alejándose hacia distintos pun-
algunos de los rituales, respectivamente, tos de la vega.
de separación y de incorporación que se
reproducen o reproducían cada día lec- — ¡Ojo, señores míos, que yo les
tivo. vigilo! —gritaba don Joaquín como úl-
tima advertencia—. Cuidado con ro-
Pero el momento que ahora nos inte- bar fruta, hacer pedreas o saltar
resa es el del medio, esos intervalos que acequias. Yo tengo un pájaro que todo
suponen los recorridos de ida y vuelta me lo comunica; y si mañana sé algo
—cuando se realizan sin acompañamien- malo, andará la caña suelta como un
to adulto— que se convierten en espacios demonio» [8].
de autonomía, de socialización (horizon-
tal e intergeneracional), de experiencia Pero salvo este pájaro panóptico, los
directa del medio, de aventura y tam- escolares que van y vienen de la escuela
bién de travesura. sólo se encuentran, si acaso, bajo la pro-
tección difusa, ocasional y a veces con-
Son períodos en los que, efectivamen- flictiva de la ciudadanía adulta que
te, los niños gozan de una independencia fortuitamente comparte la calle con los
peculiar: ya no están bajo el control di- niños que van a la escuela. Una protec-
recto de la familia ni todavía bajo la cus- ción difusa, pero que en las sociedades
todia de la escuela. Aunque también es sanas suele ser responsable y eficaz.
cierto que la institución a veces se las Como ya explicó Jane Jacobs en una obra
apaña para intentar extender su vigilan- clásica del urbanismo en la que reivindi-
cia más allá de sus lindes. Como el maes- caba, hace ya bastantes años, las aceras

año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324


tro de La barraca de Blasco Ibáñez que de las calles como espacios privilegiados
pretendía implantar una suerte de pája- para el juego, la socialización y la educa-
ro panóptico en la conciencia de los cole- ción informal:
giales:
revista española de pedagogía

«En la vida real, los niños sólo pue-


«Formaban los muchachos por pa- den aprender los principios fundamen-
rejas, cogidos de la mano (…) y salían tales de la vida en común en una
de la barraca, besando antes la dies- ciudad si tienen a su disposición un
tra escamosa de don Joaquín y repi- mínimo de adultos circulando fortui-
tiendo todos de corrido al pasar junto tamente por las aceras de una calle.
a él: El principio más elemental es, sin
duda, el siguiente: todo el mundo ha
— ¡Usted lo pase bien! ¡Hasta ma- de aceptar un canon de responsabili-
ñana si Dios quiere! dad pública mínima y recíproca, aún
en el caso de que nada les una o rela-
Acompañábales el maestro hasta la cione. Esta lección no se aprende con
plazoleta del molino, que era una es- sólo decirla. Se aprende únicamente

309
Jaume TRILLA BERNET

de la experiencia, al comprobar que en otro pequeño clásico de la arquitectu-


otras personas, con las cuales no nos ra. [11].
une un particular vínculo, amistad o
responsabilidad formal, aceptan y Ir solos a la escuela significa también
practican para con uno mismo un mí- tener que asumir la responsabilidad del
nimo de responsabilidad pública. tiempo y de la propia seguridad. La mano
Cuando el sr. Lacey, el cerrajero, amo- de papá o de la canguro o el bus escolar
nesta seriamente a uno de mis hijos protegen directamente y, por tanto, no
por haber correteado por la calzada y es necesario ni conocer las normas de cir-
luego informa de la transgresión a mi culación ni las fuentes posibles de riesgo.
esposo cuando éste pasa frente a la Y, en este sentido, no deja de ser cierta
cerrajería, mi hijo aprende algo más la aparente paradoja de que la
que una lección pública de seguridad hiperprotección genera indefensión: los
y obediencia. Indirectamente, apren- niños más vulnerables son siempre los
de también que el Sr. Lacey, con quien más custodiados. Crecer, hacerse mayor,
sólo nos unen unos vínculos de rela- comporta inevitablemente unas dosis ra-
ción de calle, se siente en cierto modo zonables de riesgo que deben asumir am-
responsable de él» [9]. bas partes: los niños y los educadores. Y
porque ir y volver solos implica la asun-
Ir y volver es también un espacio de ción de la responsabilidad sobre el pro-
socialización horizontal, pues los niños pio cuidado, se convierte también en
que pueden ir «solos» a la escuela casi tiempo para medirse a si mismo en rela-
nunca van solos. Enseguida encuentran ción al medio, a los iguales y a los mayo-
a compañeros para compartir un trayec- res. Es así espacio de aventura cuando
to que se convierte, además, en una fuen- no de travesura, como reflejó tan
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324

te caudalosa y diversa de experiencia expresivamente Robert Doisneau en sus


directa del medio. Ir con iguales y sin fotografías [12].
acompañamiento adulto significa relacio-
revista española de pedagogía

narse directamente, sin mediadores, con


todo lo que, real y simbólicamente, con-
tiene el entorno: modelos y contramodelos
de ciudadanía, escaparates de los comer-
cios, la hemeroteca cada día renovada del
quiosco de prensa, los graffitis de las pa-
redes, las vallas publicitarias…, la cultu-
ra en mosaico según el concepto de A.
Moles [10], y mensajes tan prosaicos como
las señales de tráfico o tan profundos
como el misterio de la Ascención de la
Virgen en el pórtico de una iglesia, que
decían unos arquitectos norteamericanos
310
Los alrededores de la escuela

año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324


revista española de pedagogía

Fotografías de Robert Doisneau (1912-1994)

Estamos igualando ir a la escuela y psicológicamente. La alegría y la tris-


volver de ella, pero no son lo mismo. Aun- teza rara vez se muestran tan pronto
que el recorrido sea igual —sólo que in- en la nariz, ubicada apenas a tres pul-
verso— no se viven de la misma manera gadas del alma, como en los pies. To-
porque entremedio ha habido la escuela. dos los días puedo notar esto desde
Lichtenberg decía que por los pies podría mi ventana; por los pies de los estu-
distinguir si los escolares iban o volvían: diantes distingo si van o vienen del
colegio» [13].
«La cabeza y los pies, tan separa-
dos físicamente, tan cercanos moral y La tradición establecía que a aquella

311
Jaume TRILLA BERNET

escuela —después llamada tradicional por rre dentro. Es como aquello que decían
los renovadores— monótona, aburrida, los sistémicos y cibernéticos de que cono-
cerrada, autoritaria, memorística, puni- ciendo el in-put y el out-put podía conje-
tiva, cuartelaria… se iba de mala gana. turarse el funcionamiento de la «caja
Una tradición por lo visto bien antigua negra». De la caja cerrada y negra (o qui-
pues ya Shakespeare la menciona en una zá, más exactamente, gris) que, por lo
de sus obras: «… el escolar lloricón, con visto, era para muchos de sus usuarios
su mochila y su reluciente cara de auro- aquella escuela.
ra, que, como un caracol, se arrastra de
mala gana a la escuela» [14]. Una escue- Una escuela que, en palabras de
la de la que, en cambio, se salía como se Azaña, consistía en una «suspensión tem-
sale de un cautiverio —por usar la pala- poral de la vida propia» [16], porque la
bra que utilizaba Azorín en la cita del vida propia era lo que estaba justamente
comienzo—. Aunque en este caso será antes de entrar y después de salir, fuera
Pérez Galdós quien escriba la crónica: de la escuela, en sus alrededores. Algo
muy parecido es lo que Thomas Bernhard
«A las cuatro de la tarde, la chi- cuenta en una de sus novelas medio
quillería de la escuela pública de la autobiográficas cuando dice que la calle
plazuela del limón salió atropellada- que le llevaba a la escuela le alejaba de
mente de la clase, con algazara de mil
sí mismo:
demonios. Ningún himno a la liber-
tad, entre los muchos que se hayan
«…en el camino por la
compuesto en las diferentes naciones,
Reichenhaller Strasse tenía que pen-
es tan hermoso como el que entonan
sar siempre que me alejaba de mí, que
los oprimidos de la enseñanza elemen-
salía de mí y me alejaba de mí, siem-
tal al soltar el grillete de la disciplina
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324

pre sólo a donde no quería ir en abso-


escolar y echarse a la calle piando y
luto, me habían obligado a ese camino
saltando. La furia insana con que se
lanzan a los más arriesgados ejerci- mis educadores, mis administradores,
revista española de pedagogía

cios de volatinería, los estropicios que los administradores de mi patrimonio


suelen causar a algún pacífico tran- que administraban mi patrimonio, mi
seúnte, el delirio de la autonomía in- patrimonio intelectual y mi patrimo-
dividual que a veces acaba en nio físico, y lo administraban siempre
porrazos, lágrimas y cardenales, pa- sólo mal, y que habían buscado y pres-
recen bosquejo de los triunfos revolu- crito para mí ese camino horrible y
cionarios que en edad menos dichosa mortal» [17].
han de celebrar los hombres» [15].
A ese personaje de Bernhard —y qui-
Es verdad que reparar en la manera zá al propio Bernhard cuando adolescen-
de ir y en la forma de volver de la escue- te— el camino de la escuela, no sólo le
la, de entrar y salir, sirve de indicio, casi alejaba de si mismo sino también de los
de prueba, para saber qué es lo que ocu- demás hombres y de la realidad. Cuando
312
Los alrededores de la escuela

por fin abandonó definitivamente la es- 1.2. Llegar tarde, hacer novillos,
cuela, meditaba: desertar
Si ir y volver es, como decíamos, un
«Sólo ahora, en esos días de mi momento de autonomía, es también una
nuevo entorno, tenía yo otra vez acce- oportunidad para la transgresión. La
so directo, inmediatamente directo a transgresión que consiste precisamente
los hombres, ese acceso inmediato, di- en alargar lo más posible aquel momen-
recto a los hombres no me era posible
to, en quebrantar los límites horarios es-
ya desde hacía años; mi mente prime-
tablecidos o simplemente en ignorarlos.
ro y luego también mi ánimo se ha-
bían asfixiado casi bajo el manto
En relación a todo ello, la infracción
mortal del colegio y las coacciones de
menor será la de llegar tarde, lo cual no
su enseñanza, y todo lo que estaba
significa, por supuesto, que la puntuali-
fuera del colegio y sus coacciones no
dad no haya de ser objeto de una aten-
lo había percibido durante años más
ción muy estricta o, cuando sea el caso,
que de forma imprecisa, a través de
de una rigurosa sanción: ya en un texto
la niebla de lo que se enseñaba. Aho-
sumerio de hace más de cuatro mil años
ra veía otra vez a los hombres y tenía
se ponía en boca de un escolar: «He de
contacto inmediato con ellos. Había
llegar puntual, si no mi maestro me pe-
existido durante años en medio de li-
gará» [19]. Es la expresión atemorizada
bros y escritos y entre mentes que no
del colegial que llegaba tarde de la pin-
eran otra cosa que libros y escritos,
tura del principio del artículo, o lo que
en medio del olor enrarecido de una
sugiere la frase de Walter Benjamin
Historia mohosa y desecada, continua-
rememorando sus años colegiales: «El re-
mente como si yo mismo fuera ya His-
loj del patio del colegio parecía estar he-
toria. Ahora existía en el presente, en
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
medio de todos sus olores y grados de rido por mi culpa. Daba las ‘demasiado-
tarde’» [20].
dureza» [18]. revista española de pedagogía

La escuela que, como espacio de edu- Cuando no es por causa de fuerza ma-
cación que se pretende, debiera ser lugar yor, se llega tarde por mor de haberse
privilegiado de conocimiento (de uno mis- entretenido por unos alrededores que
mo, de la realidad y del lugar de uno cambian de fisonomía con los horarios lec-
mismo en ella), se resuelve a veces, como tivos, como se muestra en una narración
en las citas anteriores, en todo lo contra- que tiene como protagonista a un perso-
rio: en el lugar que le aleja a uno de si naje infantil:
mismo, de los demás y de las cosas de
verdad. Por eso —y por otras cosas— al- «Bastian había dejado de correr.
gunos de los niños y adolescentes que Ahora andaba despacio y, al final de
asistían y asisten a estas escuelas se de- la calle, vio el edificio del colegio (…)
moran en sus alrededores, hacen campa- La calle le pareció vacía, aunque ha-
na o desertan definitivamente de ella. bía personas aquí y allá. Pero a quien

313
Jaume TRILLA BERNET

llega tarde al colegio, el mundo que lo Y Rafael Alberti, en su investidura


rodea le parece siempre muerto» [21]. como Honoris Causa de la Complutense
madrileña, rememoraba sin arrepenti-
Por lo que les espera cuando dentro y miento alguno y entre lo más luminoso
también para descubrir esos alrededores de su vida a sus propias rabonas:
que se ven (y son) diferentes en horas de
clase, es por lo que algunos se deciden a «Tengo que reconocer que nunca
cometer una falta mayor que la de la me arrepentí de aquellas escapadas
impuntualidad: hacer campana, novillos escolares hacia mis playas y mis bos-
o rabonas. Shanti Andía, el personaje de ques marinos, auténticos inspiradores
Pío Baroja, hacía novillos incluso con la de mi creación literaria. Ellos son los
complicidad o la vista gorda de su madre recuerdos más luminosos de mi vida,
al reparar en los beneficios salutíferos los que cada día tengo más frescos y
que, según parece, le reportaban: cercanos en mi corazón, los que lleva-
ré despiertos para siempre cuando mis
ojos duerman definitivamente, tal
«En este punto de la independen-
como ya escribí en mi Arboleda perdi-
cia infantil se va ganando terreno ve-
da».
lozmente, y yo fui avanzando en mi
camino con tal rapidez, que llegué en
«Todo era allí como un recuerdo:
poco tiempo a gozar de completa li- los pájaros rondando alrededor de ár-
bertad». boles ya idos, furiosos por cantar so-
bre ramas pretéritas; el viento
«Muchas veces dejaba de ir a la trajinando de una retama a otra, pi-
escuela con Zelayeta y Recalde. Don diendo largamente copas verdes y al-
Hilario, el maestro mandaba recados tas que agitar para sentirse sonoro;
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324

a casa avisando que el día tal o cual las bocas, las manos y las frentes, bus-
no había ido; pero mi madre me dis- cando donde sombrearse de frescura,
culpaba siempre, y como veía que me de amoroso descanso. (…) Hasta la luz
revista española de pedagogía

iba poniendo robusto y fuerte, hacía caía como una memoria de la luz y
la vista gorda». nuestros juegos infantiles, durante las
rabonas escolares, también sonaban a
«Los domingos y los días de labor perdidos en aquella arboleda» [23].
que faltábamos a clase solíamos ir al
arenal, nos quitábamos las botas y las Como se ve, en aquella escuela, tan
medias y andábamos con los pies des- aborrecida según el verso de Antonio Ma-
calzos». chado, siempre encontramos la misma
dialéctica entre lo de dentro y lo de fue-
«Recogíamos conchas, trozos de es- ra: aquello, cerrado, oscuro y gris; y esto,
puma de mar, mangos de cuchillo y vivo y luminoso. En una de las más me-
piedrecitas negras, amarillas, rosadas, morables películas de tema educativo de
pulidas y brillantes …» [22]. la historia del cine, Los cuatrocientos gol-

314
Los alrededores de la escuela

pes (1959) de François Truffaut, los novi- de una misma moneda. Algunas ve-
llos que hace su adolescente protagonis- ces es el escenario privilegiado de la
ta, Antoine Doinel, tienen también una libertad y la felicidad, mientras que
especial presencia y significación (descu- otras es el refugio de la marginalidad
brimiento fortuito del adulterio de su ma- y la desolación» [24].
dre, por ejemplo), y constituyen una
muestra muy expresiva de aquella dia- Hacer novillos, en lenguaje técnico-dis-
léctica interior/exterior, escuela/ciudad, ciplinario, eran las «faltas de asiduidad»;
que en el modelo pedagógico que esta- actualmente, cuando estas faltas aumen-
mos viendo se plantea siempre en térmi- tan su frecuencia y se cronifican se con-
nos dicotómicos y antagónicos: vierten en «absentismo», el cual culmina,
según metáfora cuartelaria, en «deserción
«La alternancia entre las escenas escolar». Como está dicho en otro sitio,
interiores y las exteriores puntúa el no deja de ser curiosa esta evolución
ritmo de Los cuatrocientos golpes. Las terminológica: primero es una travesura,
escenas interiores se desarrollan, después se convierte en falta y finalmen-
fundamentalmente, en cuatro espacios te recibe el nombre de un delito [25]. En
distintos: el apartamento, la escuela, cualquier caso, es cierto que el absentis-
la prisión y el centro de observación. mo y la deserción son hoy un problema
Los ambientes cerrados tienen como serio, sobretodo en relación a determina-
denominador común la sordidez. (…) dos colectivos o sectores sociales. Y, por
Son espacios cerrados, gobernados por tanto, un problema que cuenta con estu-
las leyes de los adultos, en los que dios y expertos. En tales estudios sobre
reina una autoridad sin amor. Los es- absentismo se suele investigar sobre casi
pacios interiores muestran a un niño todo (las causas que lo producen, los fac-
pasivo, a menudo silencioso, de mira- tores y condiciones escolares, familiares,
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
da ansiosa y, a veces, perpleja. (…) sociales, culturales… a él asociadas, las
consecuencias del mismo…), pero sor-
«En las escenas exteriores, Paris prende que, sin embargo, se dedique po-
revista española de pedagogía

aparece como una ciudad llena de quísima atención a lo que hacen los chicos
vida, en permanente agitación y mo- y chicas cuando practican el absentismo.
vimiento. En contacto con el exterior, Digamos que importa mucho lo que de-
Antoine se impregna de una actitud jan de hacer (la escolaridad de la que
vital que le aporta la energía necesa- prescinden) y muy poco, en cambio, a lo
ria para tomar iniciativas importan- que se dedican en lugar de asistir a cla-
tes. En cierta forma, parece como si se; eso que, en general, sucede precisa-
la ciudad le permitiese soportar me- mente en el ámbito de que es objeto este
jor la presión escolar y familiar que le trabajo: los alrededores de la escuela. Sea
toca llevar a cuestas. (…) Antoine como sea, a menudo en los motivos adu-
aprovecha estos espacios de libertad cidos por los absentistas encontramos ex-
como si de una tregua se tratase. (…) presada de nuevo la dicotomía que
La ciudad representa la cara y la cruz inevitablemente está apareciendo a cada

315
Jaume TRILLA BERNET

momento: la vida es lo de fuera y lo de 2. Espacios porosos y simbióticos


dentro nada tiene que ver con ella. Así Algunas pedagogías llevan tiempo per-
se expresaba, por ejemplo, un absentista catándose de la inconveniencia de esta
habitual: dicotomía tan marcada entre la escuela
y la «realidad» (o la «vida», el medio, el
«Si hay otros como yo es porque
entorno o, como decimos aquí, los alrede-
los profesores no se explican bien ni
dores). La Escuela Nueva europea, John
nos comprenden, hablan de cosas que
Dewey y sus numerosos seguidores en
no tienen nada que ver con la vida, y
América, y luego Celestin Freinet y sus
no les importa. Ellos van a lo suyo,
continuadores ortodoxos o heterodoxos
como si en los libros estuviese las so-
(Pedagogía Institucional francesa o Mo-
lución de todos los problemas. (…) No
pueden culparme por haber quedado vimiento de Cooperación Educativa en
por ahí, a hablar de nuestras cosas y Italia), y las propuestas sobre educación
a distraernos, aunque alguna vez nos incidental de Paul Goodman o las llama-
pilló la policía local y nos llevó a clase das «escuelas sin paredes» que aparecie-
a la fuerza» [26]. ron en los años setenta del siglo pasado,
o más recientemente las llamadas comu-
A los absentistas pescados in fraganti nidades de aprendizaje, pasando por la
se les saca de la calle para devolverles a pedagogía freireriana…, todo ello son
la escuela. Luego, por acumulación de fal- ejemplos coincidentes en la voluntad de
tas se les sanciona y a veces se les expul- romper el aislamiento de la escuela. In-
sa; o sea, se les manda de nuevo a la cluso podría interpretarse que las pro-
calle: se les castiga con la calle por estar puestas desescolarizadoras de Iván Illich
en la calle. El motivo y la sanción coinci- y otros fueron intentos de difuminar ra-
den; es como si al ladrón se le castigara dicalmente los límites de la escuela de
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324

a robar. Como se apuntaba en otro sitio, modo que ésta, como agua en el agua,
a quienes les sobra calle les falta escue- acabara confundiéndose con el medio y,
la; y a quienes les sobra escuela les falta por tanto, desapareciendo del todo.
revista española de pedagogía

calle [27]. No es fácil encontrar la dialéc-


tica precisa entre la experiencia directa Pero en cualquier caso, en este traba-
que proporciona el territorio (la calle, la jo no pretendemos desarrollar un punto
realidad, la vida… los alrededores de la de vista general sobre cómo las diferen-
escuela), y la elaboración esta experien- tes pedagogías se han posicionado en la
cia [28] que es, entre otras cosas, lo que relación escuela-medio. Se trata, como ya
deben proporcionar la escuela y las otras hemos indicado, de centrarnos en eso que
instituciones educativas. Seguidamente hemos llamado «los alrededores» de la es-
veremos algunos intentos de desarrollar cuela y ver cómo diferentes pedagogías
aquella dialéctica; intentos para proce- los han considerado y han intervenido
sar pedagógicamente los alrededores de (aunque en ocasiones haya sido por omi-
la escuela y de vincularlos al trabajo que sión) sobre ellos. En el capítulo anterior
en ella se realiza. veíamos ejemplos de cómo eran (y son)

316
Los alrededores de la escuela

percibidos y vividos los alrededores de la res, abre las puertas no sólo para que
escuela cuando ésta tiende a cerrarse so- pueda entrar lo de fuera sino también
bre sí misma, a olvidarlos y a ponerse de para que lo de dentro salga, entre otras
espaldas a ellos. Ahora veremos ejemplos cosas, en busca de la «vida» y de las co-
contrarios. Ejemplos de una escuela que sas «de verdad».
tratará de hacer lo inverso; esto es, abrir-
se a sus alrededores y aprovecharlos Freinet, por citar de nuevo a este ge-
educativamente lo más posible. nial y práctico pedagogo francés que tan
bien entendió que la escuela debía arrai-
Eso lo han hecho y lo siguen haciendo garse a su entorno, explicaba que la pri-
diversas pedagogías de dos maneras com- mera innovación que introdujo en su
plementarias: facilitando que los alrede- manera de dar clases, la cual generaría
dores penetren en la escuela; y la necesidad de ir incorporando después
promoviendo que ésta se proyecte en ellos. otros muchos métodos, técnicas e instru-
Según el primero, abrirse significará de- mentos que acabarían configurando toda
jar que estos alrededores, la vida que en una nueva pedagogía escolar, fue preci-
ellos bulle y sus mil recursos potencial- samente algo tan sencillo como ir con la
mente productivos para la educación, pue- clase de paseo por los alrededores:
dan entrar en la escuela. Este sentido
del abrirse (de fuera a dentro) se mate- «La clase-paseo fue para mí el me-
rializará en muchas formas y mediante
dio de salvación. En vez de dormitar
expedientes muy distintos. El «texto li-
frente a un texto de lectura, después
bre» de Freinet ya es, por ejemplo, una
de la clase de mediodía salíamos al
técnica que facilita que las vivencias ex-
campo que bordeaba la aldea. Nos de-
ternas y los intereses vitales de los niños
teníamos, al atravesar las calles, para
penetren en la escuela y se conviertan
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
admirar al herrero, al carpintero o al
en uno de los móviles del trabajo escolar.
tejedor cuyos gestos metódicos y se-
O la demanda —tan recurrente como
inexplicablemente aun no satisfecha de guros nos daban deseos de imitarlos.
revista española de pedagogía

forma suficiente— de que los equipa- (…) No examinábamos ya escolar-


mientos escolares puedan ser de uso co- mente a nuestro alrededor la flor o el
munitario fuera de los horarios y insecto, la piedra o el río. Lo sentía-
calendarios lectivos; o la participación de mos con todo nuestro ser, no sólo ob-
los padres de los alumnos y la colabora- jetivamente sino con toda nuestra
ción voluntaria y desinteresada de otros natural sensibilidad. Y recogíamos
miembros y entidades de la comunidad nuestras riquezas: fósiles, flores de
en la escuela, son otros ejemplos de esta nogal, arcilla o un pájaro muerto. Era
forma de abrirse. normal que en esta nueva atmósfera,
en este clima no escolar, accediéra-
Pero en la que queremos extendernos mos espontáneamente a formas de re-
más es en la otra. La que consiste en que laciones que ya no eran las demasiado
la escuela va en busca de sus alrededo- convencionales de la escuela» [29].
317
Jaume TRILLA BERNET

Esta voluntad de presencia de la es- que más impresionó a la gente, el film


cuela en sus alrededores tomará, como capto el espíritu de la vida de la po-
decíamos, formas muy diversas. Unas tan blación (…). También sorprendió a los
sencillas como esta de la clase-paseo y habitantes de Laxfield, no sólo por las
otras más elaboradas y complejas como, habilidades de los niños sino también
por ejemplo, algunas de las que han pro- por la cantidad de información que
puesto o explicado Peter Woods o contenía. (…) Los alumnos se sorpren-
Francesco Tonucci. dieron de los descubrimientos que hi-
cieron sobre el pueblo. Averiguaron
El primero, en su libro Experiencias muchas cosas sobre la naturaleza de
críticas en la enseñanza y el aprendizaje, la vida social de Laxfield, y sobre como
[30] analiza una serie de actividades es- estaba estructurada. (…) También
colares de una cierta complejidad que tu- aprendieron mucho de la historia del
vieron para los sujetos que participaron pueblo» [32].
en ellas (profesores, alumnos y otros
miembros de la comunidad) una signifi- La otra experiencia crítica directamen-
cación educativa considerable. Se trata te vinculada al entorno que analiza
de experiencias que Woods denomina crí- Woods en su libro consistió en un proyec-
ticas en el sentido de que, en cierto modo, to de diseño de un edificio público me-
suponen un antes y un después en el pro- diante la colaboración de arquitectos,
ceso educativo de los sujetos: «promue- urbanistas, escolares y profesores [33].
ven la educación y el desarrollo del niño En este caso se trató de un proyecto hi-
por caminos inusualmente acelerados. potético ya que no iba a realizarse, [34]
(…) Algunos niños dan un gran salto ha- sin embargo, ha habido otras experien-
cia adelante, descubren cosas nuevas cias similares en las que la colaboración
acerca de sí mismos, sufren cambios ra- de niños con arquitectos y urbanistas ha
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324

dicales» [31]. Significativamente, dos de tenido lugar en proyectos de diseño de


las cuatro experiencias críticas narradas espacios públicos que sí han llegado a
y analizadas por Woods fueron proyectos construirse. Entre otros, [35] algunos de
revista española de pedagogía

escolares con una directísima implicación los realizados en el marco de las propues-
de (y en) el entorno. El primero consistió tas de Francesco Tonucci en torno a la
en la realización de un film sobre la vida «Ciudad de los Niños» [36].
del pueblo (Laxfield, en Suffolk, Inglate-
rra) por parte de un grupo-clase formado La idea de la Ciudad de los Niños del
por niños de ocho años: pedagogo italiano es un abierto y ambi-
cioso proyecto para facilitar y promover
«El film fue un logro notable. Mos- la participación de los niños en la mejora
traba un extraordinario nivel de des- de su ciudad. No se trata de un proyecto
treza y sensibilidad para tratarse de específica o exclusivamente escolar, pero
niños de 8 años de edad. En muchos en muchas de las propuestas concretas
aspectos tenía el sello del talento ar- que contiene la escuela juega un papel
tístico. Pero, sobre todo, y esto es lo destacado. En realidad, la mayoría de las

318
Los alrededores de la escuela

actividades de la Ciudad de los Niños — El libro del pueblo. Actividad si-


—tanto las originalmente propuestas por milar a la antes descrita de realizar una
Tonucci como otras que, con la misma película sobre el pueblo, sólo que en este
filosofía, se han ido ideando y realizando caso se trata de elaborar una obra im-
en ciudades y pueblos que han puesto en presa.
marcha el proyecto— [37] tienen como
objeto el territorio. Además de la propues- — Actividades intergeneracionales.
ta ya citada de los «niños arquitectos», Personas mayores que explican a los es-
otros ejemplos de realizaciones en esta colares la ciudad, los juegos, las formas
línea pueden ser: de vida de cuando ellos eran niños.

— Los pequeños guías. Escolares pre- — Participación de los escolares en


parados para hacer de guías turísticos campañas cívicas, organización de fies-
ocasionales para enseñar su ciudad a vi- tas populares, actividades culturales de
sitantes infantiles o adultos. ¿Hay una la comunidad, proyectos de cooperación…
manera mejor —más activa, contextua-
lizada y con sentido— de aprender a co- Todo ello son sólo algunos de los mu-
nocer —historia, arte, sociología, chos y diversos ejemplos concretos que
urbanismo…— y amar el lugar donde uno seguramente podrían ponerse de una con-
vive? cepción pedagógica que, a diferencia de
la que hemos visto ilustrada en la prime-
— Apadrinar un espacio o monumen- ra parte del artículo, no dicotomiza la
to. Escuelas o clases que se comprome- escuela de su entorno. Por supuesto que
ten a conocer, cuidar, mantener… un entre aquella escuela a la que a sus usua-
monumento o un lugar de especial signi- rios les resultaba tan penoso entrar, y
ficación del pueblo o del barrio.
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
esta otra que se abre a sus alrededores
para que ambos, la escuela y el medio, se
— A la escuela vamos solos. Actuacio- fertilicen mutuamente, la elección no tie-
nes sensibilizadoras, urbanísticas y de ne color. Pero no quisiéramos acabar el
revista española de pedagogía

seguridad viaria para aumentar el nú- artículo con la imagen o sensación, de-
mero de escolares que puedan ir sin acom- masiado idealista, bucólica o ingenua, de
pañamiento adulto a la escuela. que es posible o fácil el logro de una es-
cuela perfectamente integrada en su me-
— La multa de los niños. Multa que
dio y de una simbiosis óptima entre
ponen los niños a coches mal estaciona-
ambos. A plantear ciertos límites es a lo
dos que impiden o dificultan la movili-
que, a modo de colofón, dedicaremos el
dad de los peatones. Es una sanción
siguiente capítulo.
simbólica, pero con efectos sensibilizado-
res y, a veces, reales, ya que compromete
al Ayuntamiento a realizar determina- 3. Los alrededores hostiles y la
das intervenciones efectivas para evitar permeabilidad crítica
tales infracciones. Ya hemos visto que los alrededores de

319
Jaume TRILLA BERNET

algunas escuelas son y/o se presentan ces de criminalidad del barrio de estas
como idílicos; en otras ocasiones son nor- escuelas y trataba de demostrar algo que,
males y corrientes. Pero también es ver- por otro lado, resulta muy obvio; esto es,
dad que en ciertos casos, son francamente que existe una correspondencia entre la
hostiles. En muchos barrios y suburbios peligrosidad en las escuelas y la peligro-
los centros educativos se encuentran en- sidad en los barrios donde están enclava-
clavados en entornos de marginación, vio- das [39].
lencia, miseria, criminalidad, insalubri-
dad… Entornos que, de una forma u otra, Diseñar la relación deseable que la
inevitablemente tendrán su reflejo en el escuela ha de establecer con sus alrede-
interior de la escuela. Una encuesta rea- dores, no puede hacerse en abstracto. Su-
lizada hace años a maestros y estudian- pone plantearse previamente de qué
tes de entre 12 y 14 años en tres escuelas alrededores estamos hablando. Porque no
de un barrio de Chicago con alta crimi- es lo mismo encontrarse —como le ocu-
nalidad arrojaba, por ejemplo, estos re- rría a Freinet— al herrero, al carpintero
sultados: [38] el 8% de los estudiantes o al tejedor, u observar los olivos y las
denunciaban haber sido amenazados con flores del naranjo, que salir de la escuela
una pistola o un cuchillo durante aquel y toparse con un barrio inhóspito, sucio y
año escolar; cerca de una tercera parte violento; nada tiene que ver «abrir la es-
(31,7%) reconocía llevar navaja en la es- cuela a la vida» con permitir que en ella
cuela; casi tres cuartas partes (72,5%) penetren armas y drogas. La función
afirmaban haberse peleado a puñetazos intencionalmente educativa de la escue-
con otro estudiante al menos una vez du- la exige que en su relación con el medio
rante el curso; el 19% evitaban el camino lleve a cabo una tarea de selección, de
más corto para ir a la escuela para no criba: arraigarse pero críticamente, inte-
grarse y abrirse a según qué si y a según
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324

ser agredidos; el 20% de los escolares evi-


taba el aparcamiento de la escuela por la qué no. Porque la escuela más arraigada
al medio más degradado tendrá todas las
misma razón; el mismo porcentaje temía
posibilidades de convertirse en la escue-
revista española de pedagogía

por su seguridad personal en los alrede-


la también más degradada.
dores de la escuela; casi la mitad de los
profesores reconocían que vacilaban en Los miembros del gremio educativo
el momento de enfrentarse a la mala con- siempre nos quejamos de que los valores
ducta de los estudiantes por temor hacia que se intentan transmitir y vivenciar
su seguridad personal; sólo el 38% de los en la escuela entran en contradicción con
profesores afirmaban sentirse muy segu- los valores que los alumnos reciben y vi-
ros en sus clases; y también solamente ven fuera de ella (en la familia, en los
un 5% de ellos afirmaban lo mismo res- medios de comunicación, en el barrio…).
pecto a la zona de aparcamiento y un Y a menudo resulta que esta influencia
2,5% respecto a los alrededores de la es- externa es más poderosa que la de la es-
cuela. El artículo del que hemos tomado cuela. Pues bien, en esa contradicción que
estos datos los relacionaba con los índi- es totalmente cierta, radica precisamen-
320
Los alrededores de la escuela

te el sentido y la responsabilidad forma- Notas


tiva de la institución escolar. [1] AZORÍN (1972) Artículos olvidados de J. Martínez Ruiz
(1894-1904), p. …… (Madrid, Narcea).
Es precisamente en la posibilidad de [2] THOMAS, J. (2000) Victorian Narrative Paintings
desmarcarse parcialmente de los valores (London, Tate Gallery Pub.).
o contravalores dominantes en el medio [3] Véase cualquier obra ilustrada sobre historia de la
donde reside la educatividad ética y cívi- educación o de la infancia para corroborar lo dicho.
ca de la escuela. Si afirmamos que la es- Por ejemplo: BORRAS, J. M. (dtor.) (1996) Historia de
cuela puede y debe desarrollar un papel la infancia en la España contemporánea (1834-1936)
(Madrid, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Fun-
—compartido, pero remarcable— en la dación Germán Sánchez Ruipérez); KEVILL-DAVIES, S.
formación en valores y en la educación (1991) Yesterday’s Children. (Suffolk, Antique
de la ciudadanía, estamos afirmando a Collectors’ Club); MANACORDA, M. A. (1992) Storia
illustrata dell’educazione (Firenze, Giunti).
la vez la capacidad que tiene la escuela
de hacer una cierta criba de valores, de [4] Por ejemplo: AA.VV. (1999) Espacios educativos (Ma-
posicionarse frente a ciertos contravalores drid, Ed. Paraninfo); ESCOLANO, A. (2000) Tiempos y
espacios para la escuela. Ensayos históricos (Madrid,
de su entorno social. Para limitarse trans- Biblioteca Nueva); TRILLA, J. (1985) Ensayos sobre la
mitir los valores que, para bien o para escuela (Barcelona, Ed. Laertes); TRILLA, J. (2002) La
mal, imperan en el medio la acción de la aborrecida escuela (Barcelona, Ed. Laertes); VIÑAO,
A. (1993-1994) Del espacio escolar y la escuela como
escuela sería innecesaria. Lo que está
lugar: propuestas y cuestiones, pp. 18-25, Historia de
bien presente y arraigado en el medio, la Educación, 12-13 (este número doble de la revista
por así decirlo, se reproduce solo, se trans- citada está monográficamente dedicado al tema del
mite informalmente y sin necesidad de espacio escolar).
escuelas. La escuela está para enseñar lo [5] Por ejemplo: ALFIERI, F. (1995) Crear cultura dentro y
que no puede aprenderse directamente. fuera de la escuela: algunos modelos posibles, pp.
Es por eso que una escuela que fuese un 172-187, en AA.VV., Volver a pensar la educación
(Madrid, Ed. Morata); FRABBONI, F. (1990), La inte-
reflejo exacto y fidedigno de su entorno
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
gración escuela-territorio, pp. 147-156, en AA.VV., La
sería una escuela perfectamente prescin- ciudad educativa, (Barcelona, Ayuntamiento de de Bar-
dible. Por decirlo de otra manera, la es- celona); SUREDA, J.; TRILLA, J. (1993) Education in
Urban Settings. The educating City, International Bureau
cuela tiene el deber de ser, al menos, un
revista española de pedagogía

of Education Bulletin, Ginebra, nos. 266/267, 67 th


poco mejor que sus alrededores. year; TRILLA, J. (1995) La escuela y el medio. Una
reconsideración sobre el contorno de la institución
Dirección del autor: Jaume Trilla Bernet. Departamento escolar, pp. 217-231, AA.VV., Volver a pensar la edu-
de Teoría e Historia de la Educación, Universidad de cación (Madrid, Ed. Morata); TRILLA, J. (2000), La
Barcelona, Paseo de la Vall d’Hebró, 171, 08035 Bar- cultura y sus mediaciones pedagógicas, pp. 125-144,
celona, jtrilla@ub.edu. en GARCIA GARRIDO, J. L. (dtor.), La sociedad educa-
dora (Madrid, Fundación Independiente, 2000).
Fecha de recepción de la versión definitiva de este artícu-
lo: 20.V.2004. [6] Sobre el uso de este tipo de fuentes: BARONE, T. E.
(1988) «Curriculum Platforms and Literature», pp. 140-
165, en BEYER, L. E.; APPLE, M.W. (eds.): The
curriculum. Problems, Politics and Possibilities (Albany,
State University of New York Press); CIEZA, J. A. (1989)
Mentalidad social y modelos educativos. La imagen
de la infancia, la familia y la escuela a través de los
textos literarios (1900-1930) (Salamanca, Ediciones

321
Jaume TRILLA BERNET

de la Universidad de Salamanca); HAROUTINIAN- [20] BENJAMIN, W. (1982) Infancia en Berlín hacia 1900,
GORDON, S. (eds.) (1989) From Socrates to Software. p. 34, Madrid, E. Alfaguara.
The Teacher as Text and the Text as Teacher (Chicago,
University of Chicago Press); TRILLA, J. (1994) Peda- [21] ENDE, M. (1983) La historia interminable, p. 14 (Ma-
gogías narrativas, pp. 107-128, en LARROSA, J. (ed.), drid, Ed. Alfaguara).
Trayectos, escrituras, metamorfosis. (La idea de for-
[22] BAROJA, P., (1978) Las inquietudes de Shanti Andía
mación en la novela) (Barcelona, P. P. U.); VIÑAO, A.
(Madrid, Espasa-Calpe).
(2000) Autobiografías, memorias y diarios como fuen-
te histórico-educativa: tipología y usos, pp. 169-204, [23] Discurso de Rafael Alberti en el acto de su Investidura
en RUIZ BERRIO, J. (ed.), La cultura escolar escolar como Doctor Honoris Causa de la Universidad Com-
de Europa. Tendencias históricas emergentes (Madrid, plutense de Madrid, el día 1 de junio de 1993 (ABC,
Biblioteca Nueva); BURKE, P. (2001) Visto y no visto. 2/6/1993, p. 77).
El uso de la imagen como documento histórico (Bar-
celona, Crítica); DEPAEPE, M.; HENKENS, B. (2000) [24] GISPERT, E. (1998) Estudio crítico, pp. 75-76, en
The Challenge of the Visual in the History of Education François Truffaut. Los cuatrocientos golpes (Barcelo-
(Leuven, Katholieke Universiteit Leuven). na, Ed. Paidós).

[7] LEACH, E. (1978) Cultura y comunicación, pp. 107 y [25] TRILLA, J. (1998) Aprender, lo que se dice apren-
ss., (Madrid, Ed. Siglo XXI). der…, p. 75, (Barcelona, Ed. Octaedro).

[8] BLASCO IBÁÑEZ, V. (1977) La barraca (Barcelona, [26] GARCÍA, A.; MORENO, X. (2003) El absentismo y la
Plaza y Janés, La primera edición es de 1898). institución escolar, pp. 59-60, en Cuadernos de Peda-
gogía, 327.
[9] JACOBS, J. (1973) Muerte y vida de las grandes ciu-
dades, pp. 87-89 (Barcelona, Ed. Península). [27] TRILLA, J. (1999) La ciudad educadora: génesis, usos,
significados y propuestas, pp. 85-120, en AA. VV.: As
[10] MOLES, A. (1978) Sociodinámica de la cultura, p. 31, cidades e os rostros da exclusão (Porto, Universidade
(Buenos Aires, Ed. Paidós). Portucalense).
[11] SCOTT BROWN, D.; VENTURI, R. (1979) Aprendiendo [28] Entendemos por elaborar la experiencia directa: orga-
de todas las cosas, p. 55 (Barcelona, Ed. Tusquets). nizar el conocimiento disperso y desestructurado ob-
tenido a partir del contacto directo con el entorno;
[12] DOISNEAU, R., CAVANNA (1989) Les doigts pleins
conceptualizar (las experiencias directas son riquísi-
d’encre (Paris, Éditions Hoëbeke).
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324

mas en sensaciones, emociones, impresiones, pero


[13] LICHTENMBERG, G. C. (1989) Aforismos, pp. 116- para hacerse cargo de la realidad y poder expresarla
117 (México, F.C.E.). también es necesario conceptualizar, categorizar); in-
tegrar aquellos nuevos elementos culturales (o
revista española de pedagogía

[14] SHAKESPERARE, W. (1974) A vuestro gusto, p. 1027, preculturales) en el marco de las referencias previas
en Obras completas, Vol. I (Barcelona, Ed. Vergara. de que dispone el individuo; dar profundidad a las
La edición original se ha datado entre 1599-1600). adquisiciones informalmente adquiridas, las cuales a
menudo se sitúan en unos notables niveles de superfi-
[15] PÉREZ GALDÓS, B. (1978) Miau (Madrid, Guadarrama. cialidad; comprender la génesis de los contenidos de
La primera edición es de 1888). las experiencias directas, ya que éstas, por su propia
naturaleza, se encuentran muy ancladas en el presen-
[16] AZAÑA, M. (1981) El jardín de los frailes (Madrid,
te, en lo inmediato; valorar (elaborar la experiencia
Alianza Ed.).
cultural directa significa también someterla a la posi-
[17] BERNHARD, T. (1984) El sótano, p. 24 (Barcelona, bilidad de crítica racional); seleccionar (el alud de in-
Ed. Anagrama). formación accesible es tal que sin criterios de selección
resulta del todo punto intratable e inútil; en este senti-
[18] Ibidem, p. 14. do también a la escuela y a los profesores les corres-
ponde ayudar a los alumnos a ir construyendo criterios
[19] BOWEN, J. (1976) Historia de la educación occiden- de pertinencia mediante los que puedan ir orientándo-
tal. Tomo I. El mundo antiguo, p. 38 (Barcelona, Ed. se, según sus necesidades y deseos, en el magma
Herder). actual del conocimiento).

322
Los alrededores de la escuela

[29] C. FREINET (1978) Técnicas Freinet de la escuela interior de la escuela, sino también que, a pesar de
moderna, p. 14 (México, Siglo XXI). Bastante antes todo, la violencia o la inseguridad dentro es menor
que Freinet, L. Tolstoi, hablando sobre su escuela de que la de fuera. Dicho de otra manera, que a pesar
Yasnaia Poliana ya se había percatado de algo seme- de las deplorables condiciones en las que se trabaja
jante; es decir, de cómo los escenarios condicionan en estas escuelas, ellas ofrecen seguramente una rea-
las conductas: «Fuera de la escuela, en plena libertad, lidad mejor que la sus alrededores.
al aire libre, se establecen entre los alumnos y el
maestro relaciones nuevas, en las que reinan la ma-
yor franqueza de conducta, la confianza más grande,
las misma relaciones que nos parece deben ser como Resumen:
el ideal al que debe tender la escuela.» TOLSTOI, L.
(1978) La escuela de Yasnaia Poliana, p. 46 (Barcelo- Los alrededores de la escuela
na, Olañeta Ed.). Este trabajo trata sobre lo que en él
[30] WOODS, P. (1997) Experiencias críticas en la ense- se denomina los alrededores de la escue-
ñanza y el aprendizaje (Barcelona, Ed. Paidós). la. Esto es, aquel espacio exterior a la
institución escolar pero vinculado a vi-
[31] Ibidem, p. 18.
vencias de los niños directamente rela-
[32] Ibidem, pp. 69, 71, 72. cionadas con su rol de escolares. La
[33] «La aventura de Chippindale: aprendizaje real en la intención del mismo no es tanto descri-
construcción», Ibidem, pp. 103-139. bir etnográficamente qué ocurre en tales
alrededores, cuanto partir de ello para
[34] El proyecto, no obstante, estaba plenamente
contextualizado en la realidad. reflexionar sobre su significatividad en
relación a diversas formas de concebir lo
[35] Por ejemplo, Hart, R. (1997) Children’s Participation:
the theory and practice of involving young citizens in
que es lo que debe ser la escuela. El artí-
community development and environmental care. culo se compone de dos partes, precedi-
(London, Earthscan-Unicef). das de un apartado introductorio y
[36] TONUCCI. F. (1997) La ciudad de los niños, pp. 125 y
seguidas de una suerte de epílogo. En la
ss. (Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez); primera parte, los alrededores de la es-

año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324


TONUCCI. F. (2002) Cuando los niños dicen ¡Basta!, cuela se consideran como un espacio pe-
pp. 177 y ss. (Madrid, Fundación Germán Sánchez
Ruipérez); RISSOTO, A. (1997) Da bambino ho fatto
culiar de autonomía y también, por tanto,
un parco (Pisa, Cooperative Pisane Riuniti). para la trasgresión. En la segunda parte
se presentan diversas formas de acción
revista española de pedagogía

[37] Por ejemplo, las experiencias referenciadas en las


obras da la nota anterior. O también las realizadas a
pedagógica que la escuela ha practicado
partir de 1998 en ocho municipios de la provincia de sobre sus alrededores.
Barcelona (Cardedeu, Granollers, Navarcles, El Prat
de Llobregat, Rubí, Sant Feliu de Llobregat, Súria, y
Descriptores: Espacio escolar, entorno
Viladecans), coordinadas a partir de un proyecto de la
Diputación de Barcelona (TRILLA, J. Ciudad, educa- escolar, novillos, absentismo escolar, de-
ción y participación, en preparación (Barcelona, Ed. serción escolar, ciudad de los niños.
Ariel)).

[38] MENACKER, J.; WELDON, W.; HURWITZ, E. (1990) Summary:


Community influences on school crime and violence,
pp. 68-80, Urban Education, 25. The surroundings of the school
This paper deals with the
[39] De todos modos, si reparamos bien en aquellos resul-
tados podemos interpretar, no sólo que, como resulta surroundings of the school, which are
indiscutible, la violencia exterior se proyecta en el described as the outside space of the

323
Jaume TRILLA BERNET

school institution but closely related to


the children’s experiences due to their
role of schoolchildren. Its aim is not the
ethnographic description of what happens
in those surroundings, but to take those
events into account in order to reflect on
their importance in relation to the
different conceptions of what schools are
and must be. The paper has two different
parts, preceded by an introduction and
followed by an epilogue. At the first part,
the surroundings of the school are
considered as peculiar spaces of
autonomy and for transgression. At the
second part, different pedagogical actions
schools have carried out on their
surroundings are discussed.

Key Words: school space, school


environment, playing truant, school
absenteeism, school desertion, city of
children.
año LXII, n.º 228, mayo-agosto 2004, 305-324
revista española de pedagogía

324

S-ar putea să vă placă și