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DEBATE

Republicanismo, socialismo y fraternidad

EL TERRITORIO DE LA POLÍTICA

Antonio García Santesmases

¿Qué fue de Toni Doménech? I) Narrar una historia


Confieso que llevaba años preguntán-
dome que había sido de Toni Domé- Dejaré para el final las consecuencias de la
nech. No lograba compaginar al autor de obra de Doménech a la hora de formular
aquellos artículos sobre el movimiento la necesidad de hacer filosofía política de
comunista de los años setenta en la re- una manera distinta a la habitual y pasaré
vista Materiales, y sobre el movimiento a dar cuenta de la historia que Doménech
pacifista a principio de los ochenta en con pasión y agudeza nos narra. Es una
Mientras Tanto con el traductor de historia que a toda persona de izquierda
Rawls, y no digamos de Pettit.' Por cier- debería de interesar y que a todo filosofo
to, el libro de Toni sale cuando sigue político debería de concernir pero que,
arreciando el debate en España acerca de dada la situación en la que nos encon-
las virtudes del profesor australiano. tramos, puede no recibir la atención que
¡Cuánto mejor sería que nuestros políti- merece. Doménech cita con profusión a
cos de izquierda leyeran este libro de
Marx, a Engels, a Lenin, a Trotsky, a
Doménech y no las elucubraciones del
Gramsci, a Bebel, a Kautsky, a Rosa Lu-
autor de Republicanismo^
xembrugo o a J. Jaures. Cita a los clásicos
El eclipse de la fraternidad propicia de la historia del socialismo pero esa histo-
una relectura republicana de la historia so- ria es hoy tan desconocida en los medios
cialista y una relectura socialista de la his- académicos que uno no puede sino pre-
toria del republicanismo. Estamos igual- guntarse cuántos de nuestros docentes y de
mente ante un alegato contra las formas nuestros alumnos en las facultades de filo-
habituales de hacer filosofía política. Esta-
sofía conocen estos clásicos. Perry Ander-
mos y —esto es para mí lo más importan-
son no era muy optimista en este sentido
te— ante una propuesta para pensar la po-
cuando daba cuenta de los años transcurri-
lítica, para penetrar en el auténtico territo-
rio de la política, una propuesta que creo dos desde la aparición de la New Left Re-
es imprescindible para entender los con- view y decía: «Todo el horizonte de refe-
flictos que nos acechan en el siglo que es- rencia en el que se formó la generación de
tamos comenzando. la década de 1960 ha sido barrido del
mapa: los hitos del socialismo reformista y
revolucionario por igual. A la mayoría de
los estudiantes, la lista de nombres de Be-

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bel, Bernstein, Luxemburg, Kautsky, Jau- ta que le hacía no valorar con suficiente
rés, Lukács, Lenin, Trotsky, Gramsci, les rigor las dificultades del poder político
resulta hoy tan remota como una lista de postrevolucionario.
obispos arrianos. Cómo retener hilos de En mi libro Marxismo y Estado^ me he
significado entre el siglo pasado y éste referido a este punto al hablar del «Silen-
será uno de los cometidos más delicados y cio de Carios Marx» y al considerar que
difíciles que debería arrostrar toda revista en esta ausencia de una teoría política en
que se tome en serio el término «izquier- Marx está una de las causas para entender
da».' Cualquier lector de El eclipse de la la dificultad con la que se encontraron los
fraternidad observará que todos los auto- revolucionarios bolcheviques para afrontar
res que Perry Anderson cita aparecen en la los problemas posteriores a la revolución.
obra de Doménech. Para él no son obispos Todo el debate que suscitó Bobbio en los
arrianos, son momentos esenciales de una años setenta acerca de si existía una teoría
tradición sin la cual no se puede pensar la marxista del Estado, y si había una alter-
política en la actualidad. nativa a la democracia representativa, me
Somos pocos los que tenemos ese inte- parece decisivo a la hora de comprender
rés y por ello saltan en seguida todas las las decisiones que se toman en vida de Le-
alarmas; es lo que creo me ha ocurrido a nin, entre las cuales no es la menor la de-
mí; he tenido la sensación, al leer y dis- cisión de disolver la asamblea constituyen-
frutar con esta obra, que al ponerme a es- te, la de prohibir la existencia de partidos
cribir este comentario corro un peligro. políticos de oposición, la de reprimir la
Las consideraciones críticas que voy a rea- oposición obrera o la de impedir la exis-
lizar pueden ser entendidas como una que- tencia de tendencias en el seno del partido
rella entre teólogos, como una querella en bolchevique. No me parece por ello con-
las que nos lanzamos unos a otros la lec- vincente esta continuidad entre Marx y la
tura que cada uno hacemos de nuestros tradición republicana, y todavía menos la
clásicos y la interpretación que cada uno conexión entre estos planteamientos repu-
hacemos de nuestra historia, corriendo el blicanos y las tesis de Lenin.
peligro de ser vistos por los demás como Sí me parece, sin embargo, extraordi-
miembros de una tradición ininteligible. nariamente penetrante el análisis que Toni
No hay, sin embargo, más remedio que Doménech establece de la socialdemocra-
coger el toro por los cuernos aunque a al- cia clásica. Todas las referencias al obre-
gunos no les interese la corrida. En su li- rismo, a la incapacidad de establecer una
bro Doménech establece una conexión política de alianzas con los sectores repu-
entre el pensamiento de Marx y de Engels blicanos, toda la dificultad a la hora de
y la tradición republicana que creo no res- ofrecer un programa concreto a las reivin-
ponde totalmente a la realidad. Es conoci- dicaciones de la clase media y de los sec-
da la diatriba acerca de cómo había que tores campesinos, todas las referencias a
entender la dictadura del proletariado en los sectores excluidos del mundo de la
el pensamiento de Marx. Si hacemos caso clase obrera organizada, me parecen muy
al Lenin de El Estado y la revolución, en ajustados históricamente y de un tremen-
Marx se abona la tesis de la paulatina di- do interés a la hora de afrontar los proble-
solución del poder político, de la extin- mas actuales.
ción del Estado. Esta tesis no es suficien- Si pensamos en un mundo como el ac-
temente subrayada en esta obra." Yo creo tual, donde se habla del fin del modelo
que Marx tenía un optimismo extincionis- socialdemócrata, de la crisis irreversible

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del Estado del Bienestar, de la puesta en bliografía que Doménech utiliza es sólida
cuestión del modelo social europeo y de (Brenan, Malefakis, algunas reflexiones
la dificultad para mantener la vigencia del de Maurín, el testimonio de Barea) pero
pacto republicano al leer la obra de Do- faltan muchas y decisivas cosas para en-
mench, uno se encuentra con páginas que tender los debates de aquellos años.
remiten no al pasado sino al presente más Cuando uno piensa la política puede ha-
inmediato. Pensemos, por ejemplo, en las cerlo como analista o estando abocado a
tesis sociológicas acerca del fin de la cla- jugar un papel de protagonismo. Es esa la
se obrera, del peligro de perder el apoyo razón por lo que tengo algún conocimien-
de las clases medias para los proyectos de to de causa para pensar que el asunto fue
izquierda, del avance de las fuerzas neo- más complejo de lo que Doménech afir-
fascistas y del miedo provocado ante el ma. Toni pone encima de la mesa temas
fenómeno de la inmigración, que se pre- que no se pueden soslayar: hasta 1910 el
sentan en muchas ocasiones como un fe- socialismo español no tiene ninguna re-
nómeno nuevo. presentación parlamentaria; Pablo Iglesias
Si volvemos la vista atrás y recordamos no obtiene su escaño hasta esa techa
todo lo que Toni cuenta acerca de los años cuando el partido había sido fundado en
veinte, de la crisis de los años treinta, del 1879; la crítica al obrerismo estricto, inca-
acceso de Hitler al poder, de las experien- paz de abrirse a otros sectores sociales, y
cias de Aleinania, de Italia y de Austria los el recuerdo de la discrepancia de Jaime
hilos de los que hablaba P. Anderson van Vera son pertinentes. Lo es también el re-
apareciendo. Es cierto que la historia nun- chazo a la postura tomada por el Psoe en
ca se repite y a uno le gustaría que Domé- los años veinte ante la dictadura de Primo
nech continuara su relato y, al modo como de Rivera; pero donde encuentro mayores
han hecho Hobbsbawn o Birbaum'' siguie- dificultades es en la incapacidad para en-
ra narrando lo que ocurrió durante la se- tender lo que ocurrió en el socialismo es-
gunda guerra mundial, el consenso que da pañol en los años treinta.
luz al Estado del Bienestar, y la crisis pos- Es aquí donde me permito hacer un in-
terior a los años setenta y lo que ha ocurri- ciso personal. Cuando se fundó la Izquier-
do tras la caída de los regímenes imperan- da Socialista actual en el año 1979 no ha-
tes en los países del Este.'' bía agrupación del Psoe donde no surgiera
El pensamiento de Doménech brilla el recuerdo de aquella Izquierda Socialista
con gran agudeza cuando inuestra la im- de los años treinta. Todo lo que cuenta
portancia de la personalidad de Jaures y Doménech salía en los debates: la huelga
la incapacidad de la socialdemocracia insurrecional fallida en octubre del 34; la
clásica para entender lo que se estaba relación con el partido comunista antes y
ventilando más allá del caso Dreyfuss. después del Frente Popular; la unificación
Son muy penetrantes las páginas donde de las juventudes socialistas y comunistas;
diferencia las posiciones de Bernstein de el abandono que sufrió el gobierno repu-
las de Jaures, producto entre otras cosas blicano por parte de las democracias fran-
de las diferencias entre las democracias cesa y británica; y finalmente, tras la de-
parlamentarias y las monarquías pura- rrota, la ignominia del pacto entre Hitler
mente constitucionales. y Stalin, el famoso pacto Molotov-Von
No encuentro, sin embargo, la misma Ribentrop.
penetración a la hora de hablar de los Las vivencias de aquellos hombres les
avatares del socialismo español. La bi- hacían considerar que había que tener

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mucho cuidado con las divisiones internas clase obrera hegemonizar el demos y
dentro del partido y que había que preve- conseguir que los distintos sectores so-
nir cualquier radicalismo en el futuro. Los ciales fuesen capaces de sentirse arras-
militantes veteranos eran habitualmente trados por esa hegemonía y representa-
los más moderados. Y la pregunta obvia dos en ese proyecto. El problema para
era qué tenía que ver la actual izquierda Araquistain era que él había visto lo que
socialista con aquella izquierda socialista ocurrió en Alemania y había seguido los
de los años treinta. La preocupación de acontecimientos de Austria. Por eso
aquellos militantes me hizo estudiar con cuando habla de La utopía de Manuel
cierto detenimiento aquella querella. Azaña no puede entender el odio de las
Desde nuestro mundo nos parece que derechas contra Manuel Azaña, o dicho
efectivamente la política de Prieto inten- de otra manera, lo entiende bien porque
tando sostener a todo costa la alianza con comprende la especificidad del caso es-
los republicanos de izquierda era la más pañol, pero la interrogante que aparece
sensata. Nos parece igualmente excesiva en sus escritos afecta a todo el socialis-
la cautela de Besteiro a toda política que mo europeo y se ciñe a la gran pregunta:
trascendiera la defensa de los intereses es- ¿cómo sostener una república parlamen-
trictamente obreros y nos parece que la taria en el siglo de los extremos?'-'
radicalización de Caballero acabó en un En el socialismo español de los años
fiasco. Pero esto lo decimos desde un hoy treinta (pienso, por ejemplo, en Fernan-
donde nos parece plausible La utopía de do de los Ríos) sí existían los que habían
Manuel Azaña. tematizado la conexión entre socialismo
Pero en aquellos tiempos el socialismo y republicanismo, los que habían estu-
español tenía que lidiar con un anarquis- diado Teoría del Estado, los que cono-
mo antipolítico que no veía diferencias en- cían bien el pensamiento de Hermán He-
tre república y monarquía; con las expe- ller y los avatares de la República de
riencias de Alemania y de Austria y con el Weimar, y los que vivían la necesidad
peligro para la república que representaba de conciliar los valores laicos y las rei-
el proyecto de Gil Robles. Creo que el de- vindicaciones obreras.
bate en aquellos años fue mucho más in- ¿Obrerismo estricto? Sólo hasta cierto
tenso de lo que aparece en el capítulo que punto, dado el influjo de la Institución libre
Doménech le dedica. Luis Araquistain des- de Enseñanza, dada la presencia de una plé-
arrolló un pensamiento mucho más com- yade de catedráticos en el mundo socialista
plejo del que aparece en el libro. Si uno (Negrín y Jiménez de Asua, Besteiro y De
lee los debates entre Arquistain y Besteiro los Ríos o de grandes escritores como Ara-
con motivo del ingreso de este último en quistain o Zugazagoitia). No podemos olvi-
la academia de Ciencias Morales y recuer- dar que el secretario del Psoe en el exilio,
da las polémicas a las que se asomó Ara- Rodofo Llopis, procedía del sector cabal le-
quistain en la revista Leviatán, se encuen- rista del partido pero, a la vez, venía del
tra con una evolución de gran interés que mundo educativo. El problema tremendo
explica mucho de lo que ocurrió."
del Psoe fue la enorme debilidad dentro de
El Psoe de los años treinta estaba pn la burguesía española de las posiciones de
una situación imposible porque tenía que Azaña y el carácter antipolítico del anar-
sostener a Azaña y competir con los quismo español. Todo esto lo explican muy
anarquistas. Tenía que ser obrero y repu- bien en sus Memorias Juan Simeón Vidarte
blicano. Ojalá fuera tan sencillo para la y Julián Zugazagoitia.'"

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Tampoco me convencen mucho las pá- que no capta bien el debate del socialis-
ginas dedicadas a Largo Caballero. Fue mo español en los años treinta, pero todo
Caballero el que logró movilizar a los sin- esto es secundario de cara a lo principal.
dicatos en defensa de la república y el que Lo principal no es cómo interpretamos a
tuvo que sufrir las consecuencias de la los clásicos ni cómo damos cuenta de la
política estalinista en España. Estudios re- historia del socialismo; lo principal es
cientes sobre su personalidad pueden ayu- ser conscientes de la necesidad de que
dar a situar más acertadamente su figura." alguien ponga encima de la mesa esa
¿Por qué, sin embargo, mitificamos historia. Coincido plenamente con Do-
hoy a Azaña? Creo que porque no esta- ménech es en que no es posible hacer
mos abocados como aquellos dirigentes a Filosofía política sin tener en cuenta la
tomar decisiones dramáticas. Queda lejos perspectiva histórica, sin entender que
el dramatismo de aquellos años y, sin em- no podemos hablar de Estado, soberanía,
bargo, al leer a Azaña nos damos cuenta autodeterminación, tolerancia, laicismo,
de cuánto perdió España con la derrota de sociedad civil o ciudadanía sin tener en
la república. Nos damos cuenta de la pre- cuenta las enormes diferencias entre
cisión de su pensamiento y nos damos unas y otras tradiciones.
cuenta de que ha sido el gran ignorado en Pero no estamos sólo ante una cuestión
la transición política española. Todos los teórica. Tampoco podremos evitar que el
esfuerzos por alcanzar el consenso consti- pacto republicano salte por los aires sin
tucional tuvieron un precio. Aquellos so- tener en cuenta la lección de los años
fismas acerca de que lo importante no era treinta: también allí había exclusión social
elegir entre Monarquía o República sino y existía el temor de las clases medias y
optar entre dictadura o democracia, nos rebrotaba el antisemitismo y también al-
llevaron a una pérdida completa de la me- gunos pretendían monopolizar el senti-
moria histórica. Hoy se ha llegado todavía miento nacional. Frente a estos peligros
más lejos al pretender la derecha rescribir que acechan hoy en el horizonte (pense-
la historia y presentar la restauración de mos en el debate en Francia) sólo aunan-
1876 como un régimen realmente demo-
do los valores republicanos y los valores
crático y la república como un experi-
socialistas es posible evitar que el eclipse
mento semitotalitario.'^
de la fraternidad sea total.
Tres últimas consideraciones para ter-
II) Pensar la política minar. Doménech capta muy bien la re-
levancia de los mitos en la vida política
Si queremos mantener viva la tradición y la necesidad de no abandonar e legado
de la república laica son imprescindibles republicano. Capta con acierto el peligro
libros como el de T. Doménech. No ten- del encapsulamiento obrerista que ace-
drá futuro el laicismo sin recordar las difi- chó a la socialdemocracia clásica, pero
cultades que tuvo la tradición republicana hoy no estamos ante el partido burocráti-
para asentarse en Europa, sin comprender co de masas que acompañaba al trabaja-
las diferencias entre la tradición europea y dor de la cuna hasta la tumba, sino en
la norteamericana y sin conocer las difi- presencia de partidos que atrapan los vo-
cultades de la tradición socialista a lo lar- tos de todos los sectores y no transmiten
go de su historia. ninguna identidad precisa. Aquella iden-
Pienso que Doménech no acierta al in- tidad era estrecha pero la actual es vapo-
terpretar el pensamiento de Marx y creo rosa. Por último, aquella socialdemocra-

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cia no pudo evitar la guerra del 14, pero vistas que Doménech ha concedido con
si comparamos aquella organización de motivo de la aparición de su libro me
los partidos obreros con la situación ac- atrevería a pedir al autor que continúe la
tual, es para echarse a temblar, como se- tarea, que siga reconstruyendo los hilos,
ñala Doménech en su conversación con que logre aunar la tradición socialista y
Carlos Suárez. la republicana. En fin que —una vez que
Viendo la fecundidad de esta obra y se ha decidido a volver a casa— no ceje
las reflexiones que aparecen en las entre- en el empeño.

NOTAS

1. Es lástima que muchos de aquellos trabajos no mara, Barcelona, 1980. Recoge los artículos de Ara-
fueran recogidos en un libro. Por citar dos publica- quistain en la revi.sta Leviatún en los años treinta. En
ciones que peniiiten hacerse una idea de su pensa- esta recopilación aparecen sus artículos sobre Bes-
iniento propondría la lectura de su artículo «Sobre teiro, Azaña, Ortega y toda su reflexión acerca de la
Manuel Sacristán», en el numero de homenaje de la nueva etapa del socialismo europeo tras el triunfo de
revista Micnlnis Timto (núni. 30/31) y la entrevista Hitler en Alemana. Paul Pre.ston publicó una antolo-
en el libro Acerca de Manuel Sacristán de Salvador gía de la revista Leviatún, Leviatán (Aiuología), Edi-
L/ópez Amal y Pere de la Fuente, Ediciones Destino, ciones Turner, Madrid, 1976. Del propio Preston es
Barcelona, 1996. interesante el libro La destrucción de la democracia
2. Con motivo de su vi.sita a España para asi.stir a en España, Ediciones Turner, 1978.
vaiios actos académicos de julio del 2004 Pettit ha 9. L. Araquistain, La utopía de Manuel Araña.
.sido objeto de totla clase de entrcvi.stas en los .suple- Dice Araquistain: «Difícil será encontraren la histo-
iTientos culturales de los grandes inedios (por ejemplo ria política de ningún país y de ninguna época un
en el diario La Vani>iuinlia del 4 de agosto 2004), hombre público tan zaherido y vituperado como
suplementos que hasta ahora no se han ocupado en la Manuel Azaña en el nuestro. Si no le conociéramos
misitia diitiensión del libro de Doménech. y tuviéramos que juzgarte por los dicterios e incul-
3. P. Anderson, «Renovaciones», New Left Re- paciones que cierta prensa le dirige a diario, como
view (Madrid), nueva etapa, núm. 1 (2000). Me he obedeciendo a una consigna concertada, pensaría-
referido a la visión de Anderson del tiempo transcu- mos que muchos y graves crímenes ha debido co-
nido entre la aparición de la primera época de la meter este monstrtio para que así se le califique y
New Left y el momento actual en mi trabajo «Cinco condene» (p. 24.S).
funciones para los intelectuales de izquierda» en el Ese odio viene porque las derechas no soportan la
libro colectivo L/i.\ intelectuales y la política. Funda- utopía de Azaña: «La Utopía consiste en haber creí-
ción Pablo Iglesias, Madrid, 2003. do que en España era posible una república que,
4. Doménech ,se refiere al tema .sobre todo en las inantenicndo la propiedad privada, diese entrada
páginas 130/140, al hablar de la conexión entre el pennanente o regular al proletariado. Y nadie creyó
antiestatismo do Marx y su raíz republicana, y en las esto con más fuerza y lo defendió con más lealtad
páginas anteriores al hablar de la tradición republi- que Azaña entre los republicanos» [p. 2.52].
cana de la democracia .social al constituir la Primera Al final del artículo afinna Araqui.stain; «Salvo
Internacional (124/130). diferencias de opinión sobre el Estado y la lucha de
?i. A.G. Santesmases, Marxismo y Estado, CEC, clases la utopía de Azaña fue también la de muchos
Madrid, 1986. socialistas españoles y extranjeros. Se esperaba po-
6. E. Hob.sbawm, Historia del s¡i>lo veinte y der ir realizando la revolución social por vías consti-
Aílos interesantes, ambos en Crítica, Barcelona, tucionales. Ésa fue la quimera de una gran parte del
1995 y 2(X)3. N. Birbaum, Después del progreso, socialisino internacional durante medio siglo. Pero
Tusquets, Marid, 2003. .somos ya muchos los que nos hemos curado de esa
7. «Reivindicación de la fraternidad», entrevista ilusión democrática y legalista» (p. 260).
con T. Doinénech por Savador López Amal en El 10. J. Simeón Vidarte, Todos fuimos culpables.
Viejo Topo, enero 2004 y Carios A. Suárez, «Entre- Grijalbo, Barcelona, 1978; y J. Zugazagoitia, Gue-
vista con A. Doinénech». rra y vici.iitudes de los españoles. Crítica, Barcelo-
8. L. Araquistain Marxismo y socialismo, Fonta- na, 1976. En la entrevista que aparece en el libro

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sobre Sacristán afiniia Doinénech; «¿Dónde están tres años de la República, pero sin entrar muy a fon-
los James, los Mehring, los Grainscl españoles? No do en el tema y inás bien con piiopósito de vulgari-
hay nada parecido en el anarquismo y en el socialis- zación. En suma de verdaderamente original nada»
mo español del cainbio de siglo. Es verdad que la (L. Araqui.stain, El pensamicnttf español c<mtcm¡iit-
clase obrera y la plebe española han demostrado una ráneo, Losada, Buenos Aires, 1962).
combatividad y un anojo extraordinarios. Pero la Así como los hay excesivamente indulgentes con-
educación de sus intelectuales, cuando no precaria, sigo mimos, en el caso de Araqui.stain nos encontra-
fue, como es harto sabido, inás liberal que socialista mos con el fenómeno contrario. La revista tuvo una
en el .sentido europeo comente de estos ténninos» gran calidad teóiica, pero en el «Siglo de los extre-
(«Acerca de Manuel .Sacristán», p. 455). inos» este esfuerzo de reflexión no fue suficiente,
En esta misma convei'saeión Doménech recuerda sin embargo, para evitar la tragedia y la derrota.
las palabras de Araquistain: «El socialista Luís Ara- Para conocer la evolución del pen.samiento de Ara-
quistain lo expresó hace ya muchos años con certera quistain en el exilio es imprescindible el libro de J.F.
cmeldad: en España los que quieren no saben y los Fuentes, Aniquixmin (1939/1959), Biblioteca Nueva,
que saben no quieren» (p. 456). Coino es sabido, el Madrid, 2002.
Araqui.stain del exilio vive con gran amargura tanto 11. P. de Silva, «Francisco Largo Caballero» en
el abandono de las democracias europeas como el el libro Cara v cruz (con Femando Suánjz), Edicio-
papel de la Rusia de Stalin en la gueiTa civil españo- nes B, 2004.
la, lo que le lleva a una abjuración de todo el proce- 12. Sobre la personalidad de Azaña es de gran
so de radicalización de los años treinta. En esa épo- interés el trabajo de Femando Moran en el libro
ca reniega de totla la producción teórica de la revista Manuel Azuña. Cara y cruz, (con Juan Velarde),
Levialán y afimia: «Algunos amigos y yo marxisti- Ediciones B, 2003, especialmente el epígrafe «Un
zaTiios un poco en la revista LevUmm durante dos o llu.strado en una época revolucionaria».

FRATERNIDAD Y SOCIALISMO

Jaime Pastor
UNED

El trabajo que nos presenta Antoni Domé- vindicación de la idea original de demo-
nech en esta obra está dedicado, como él cracia como «el fantasma espectral de la
inismo adelanta en el prólogo, a proponer irrupción de los pobres libres en el esce-
«una revisión republicana de la tradición nario político», para fusionarla luego con
socialista». El resultado de ese esfuerzo, el programa democrático-fraternal jacobi-
es una aportación original que debería no y su asunción posterior por el socialis-
contribuir a reanimar un debate ideológi- mo, las revoluciones de 1848, 1871, 1917
co y político todavía bastante pobre y y la UHP asturiana de 1934. Como nos ha
condicionado por iniradas inuy «ortodo- ocurrido otras veces con De la ética a la
xas» respecto del pasado. política y otros trabajos del mismo autor,
Su tesis de que habría que «entender la la lectura de esta obra está llena de refle-
tradición socialista como terca continua- xiones y llamadas de atención sobre tex-
dora de la pretensión democrático-frater- tos y acontecimientos que, aun siendo ar-
nal de civilizar el entero ámbito de la vida chiconocidos en muchos casos, se nos
social», se apoya en un largo recorrido presentan con una mirada distinta y suge-
liistórico-ideológico que parte de la rei- rente, asociada al hilo argumental de todo

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