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SEMINARIO MAYOR «CRISTO SACERDOTE»

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DATOS INFORMATIVOS
Nombre: Christian Masaquiza Asignatura: Cristología y Soteriología
Año Académico: 2019 - 2020 Curso: I teología

1. El testimonio bíblico sobre Jesús


1.1. El Salvador esperado.
 Los relatos del Gn. en torno al pecado y la promesa ofrecida por Dios frente a
esta realidad del hombre.
Los relatos del génesis, narran los acontecimientos que están relacionados de forma
directa con la historia de la salvación, en donde se destaca de manera primordial la
creación del hombre como imagen y semejanza de Dios, el pecado y la promesa de
redención. Se presenta entonces que Dios creó al hombre a su imagen y lo puso
como señor de todo lo creado, poniendo así en mucho énfasis en su dignidad, con la
cual se ubica en un nivel superior al resto de las criaturas. Esta dignidad que Dios le
concede al hombre, implica que este sea elevado a ser hijo de Dios, porque participa
de su imagen y semejanza1.

Por otra parte dentro de estos relatos se encuentra la caída del hombre en el pecado,
por faltar al mandato de Dios, el cual el hombre debía cumplir como fruto de
comunión y así obtener por su esfuerza el don de la gracia. Este mandato no solo era
el de no comer del árbol del conocimiento, sino el «respetar los límites que el
hombre tiene frente a Dios, límites que le vienen impuestos por su condición de
criatura»2. Sin embargo esta desobediencia, hizo que en el hombre se presente varias
consecuencias, que incluso seria la causa de su muerte. Pero esto no significa que
Dios haya abandonado al hombre, sino que dio paso a una promesa de redención, la
cual no será alcanzada por el simple esfuerzo del hombre sino que se presenta la
figura de una salvador y redentor, para que de esta manera «el hombre se pueda
revestir de Cristo, dejando atrás el recuerdo de que Adán ha sido infiel a su misión y
siguiendo ahora los pasos de Jesús»3, con quien esta salvación no solo será la
remisión del pecado, sino la recuperación de la gracia y la conversión del corazón
humano al amor de Dios4.

En conclusión toda narración es una preparación para la espera del Salvador, la cual
hará perfecta y definitiva con la encarnación del Hijo de Dios, y establezca su casa
en medio de nosotros.

1
Cfr. F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, EUNSA, Pamplona, 2010, p. 55-57.
2
G. L. MULLER, Dogmática teoría y práctica de la teología, Herder, p. 131.
3
O. CULLMANN, Cristología del Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca, 1998, p. 240.
4
Cfr. F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, p. 58-62.
 La Alianza y la espera del Mesías.
En el Antiguo Testamento se usa muy frecuentemente el término berith, es decir
alianza. La cual se trata de un pacto, sellado con un sacrifico que se hace entre Dios y
los hombres. En la narración de génesis se mira como tras el pecado, Dios mismo tomó
la iniciativa, y estableció una alianza con los hombres, se puede ver como no dejó solo a
Adán luego de su desobediencia, luego con Noé tras el diluvio, y especialmente se ve la
alianza y la promesa de Dios con Abraham y su descendencia, la cual se renueva con
Isaac y con su hijo Jacob, y finalmente la alianza alcanza su expresión más completa
con Moisés. Por tanto «es a partir de la experiencia de la alianza, y mediante
retrospección, cuando el misterio de la creación divina entra en la conciencia de Israel,
pues desde el inicio es misterio de salvación, es decir, punto de partida del diálogo de
salvación entre Yahveh y su pueblo» 5. Es aquí donde Dios mediante el decálogo y otras
disposiciones indica el camino hacia la vida y a la comunión con Él. Esta ley es un don
dado por Dios y que es llevada a su plenitud por el Espíritu Santo que caracteriza la
nueva Alianza6. Es en este sentido entonces que «en la alianza se abre al hombre un
espacio vital, en el que el hombre no sólo es el receptor de la bondad divina, sino
también puede ser libre aliado de Dios»7. Por otra parte se encuentra le profeta Natán,
que representa a otro momento importante de la Alianza. En la cual se realiza el anuncio
del Mesías venido de la descendencia de David. Este anuncio de la Encarnación se
refiere a la relación de Dios con los hombres de modo semejante a como los hombres se
relacionan entre sí. En consecuencia esta alianza es figura profética de la Encarnación
redentora, ya que en Cristo se realiza la más perfecta y definitiva Alianza entre Dios y el
hombre8.

 Las principales profecías mesiánicas


Dentro de las principales profesáis mesiánicas, se presenta la línea de los textos que
anuncian al Salvador describiéndolo como Rey descendiente de David. Esto se puede
ver en la «genealogía de Jesús, la cual tiene la evidente intensión de probar que
pertenece a la dinastía de David»9. En este caso se presenta que en Jesús se cumplen
todas estas promesas mesiánicas, las cuales se han venido presentando tanto en el
protoevangelio, la vocación de Abraham, la bendición de Jacob y la profecía de Balaán.
La elección de David se da aquí como un punto culminante en el interior de la historia
del pueblo elegido y su fidelidad al Dios de la Alianza10.
Por otra parte se presenta al profeta Daniel, quien anuncia la venida escatológica de
Dios sobre la tierra al fin de los tiempos, para esturar su reino universal. Aparece aquí el
término Hijo del hombre, nombre utilizado por el mismo Jesús para referirse a sí
mismo, superando así la condición humana y restaurando el reino mesiánico en su fase
definitiva y escatológica. «La expectación del Hijo del hombre se mezcló con la del

5
J. DUPUIS, Introducción a la Cristología, EVD, Pamplona, 1994, p. 253.
6
Cfr. F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, p. 63-64.
7
W. KASPER, Jesús, el Cristo, Sígueme, Salamanca, 1978, p. 264.
8
Cfr. F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, p. 64.
9
J. A. SAYÉS, Señor y Cristo, Curso de Cristología, Palabra, Madrid, 2005, p. 66.
10
F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, p. 67.
Mesías. El Mesías es una figura terrenal. Desciende del linaje de David» 11. De ahí la
misión histórica del Hijo del hombre se identifica a la de Siervo de Yahvé, que con su
pasión realiza la salvación y el perdón de los pecados.
Isaías presenta en sus poemas al siervo de Yahvé, en quien se describe la misión
redentora del Mesías. «Se trata del siervo de Yahvé que sufre sustitutoriamente por los
muchos»12. Este siervo de Yahvé, es presentado como elegido por Dios y objeto de su
complacencia, aquel que se identifica con el pueblo y que además sufrirá persecución y
oposición para finalmente ofrecer su vida por la redención de todos los hombres.
Finalmente se tiene a un Mesías salvador, rey y sacerdote, de quien no se podrá comprar
su reinado con el de la tierra, puesto que es un reinado universal y salvador que recibe
una alabanza eterna. El Mesías es sacerdote en cuanto sucesor de David, se trata de un
mesianismo sacerdotal y regio que, en la vida terrena de Jesús, se realiza mediante la
humildad y los sufrimientos del Siervo. Por ello lo que se predica es que Jesús de
Nazaret es el Cristo, el ungido que espera Israel13.
En conclusión podemos conocer quién es Jesús a través de sus genealogías, las cuales se
presentan en los Evangelios sinópticos. Éstas presentan a Cristo como el Mesías que
había sido anunciado por los profetas, al que estábamos esperando desde el destierro
causado por el pecado original. En definitiva, Aquél que iba a pisar la cabeza de la
serpiente14.

1.2. La venida de Cristo en la Plenitud de los tiempos.


 El Evangelio como buena noticia de salvación.
El evangelio tiene un gran significado, es la buena noticia, la cual está centrada
netamente en la confesión de que Jesús de Nazaret es el Cristo e Hijo de Dios. Esta
buena noticia esta direccionada ente todo en el amor de Dios con su pueblo, puesto
que en primer lugar es esa alegría del anuncio de la encarnación de su Hijo, y en
segundo la redención alcanzada por medio de Él. Con este gran amor de Dios, se
restituye al hombre su dignidad de hijo de Dios, la cual le fue arrebatada por casa
del pecado. Es así que la buena nueva es el mismo Cristo, el Mesías, el Hijo de
Dios, el Salvador15.

 Las afirmaciones de Jesús sobre su condición de Mesías y Salvador.


El nombre de Jesucristo, hace referencia a la afirmación Jesús es el Cristo. El
mesianismo de Cristo se presenta en varias ocasiones, y una de las afirmaciones más
precisas es la confesión de Pedro, “Tú eres el Mesías” dando un lugar central al
mesianismo de Jesús. Por tanto, «ya antes de pascua hubo una profesión de los
discípulos respecto de Jesús como Cristo, es decir, como Mesías»16. Por tal motivo la

11
J. GNILKA, Jesús de Nazaret, Mensaje e Historia, Herder, Barcelona, 1993, p. 308.
12
W. KASPER, Jesús, el Cristo, p. 264.
13
Cfr. F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, p. 70-72.
14
A. RAMOS, Jesucristo y la salvación del hombre, FASTA, Buenos Aires, 2007, p. 24.
15
Cfr. F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, p. 74.
16
W. KASPER, Jesús, el Cristo, p. 122.
importancia del título de Cristo, es directamente el hablar de Nuestro Señor. Por ello
no es extraño que se considere a la cristología como aquella reflexión en torno a la
afirmación Jesús es el Cristo.
Esta afirmación no cumple las expectativas del pueblo, puesto que esperaban a un
Mesías que sea luchador, político y glorioso, aquel que los liberara de todos sus
enemigos. Pero es claro el hecho de que Jesús presentó una figura de Mesías
paciente y que su misión es salvar al pueblo mediante su muerte. «Jesús, se mostró
reacio a aplicarse a sí mismo títulos mesiánicos y se mantuvo alejado del
mesianismo davídico identificándose preferentemente con el Siervo paciente de
Dios»17. Esto fue causa de muchas decepciones incluso de sus mismos discípulos.

Sin embargo a pesar de todo ello la condición de Mesías en Jesús no pasaba por
desapercibida, pues en varias ocasiones el aceptaba este título como también el de
Hijo de David y como Rey, por ejemplo en la confesión de Pedro ante los
discípulos del Bautista, en el templo tras leer el pasaje del profeta Isaías, al pasar
junto al ciego de nacimiento y con la mujer cananea y por último en el dialogo con
Pilato, que incluso mando poner sobre la cruz la frase “Jesús Nazareno, Rey de los
judíos”18.

 El testimonio apostólico
Fueron los apóstoles los primeros en reconocer a Jesús como el Mesías, de a partir
de ahí esta afirmación es parte fundamental de la confesión de fe de la Iglesia. El
mesianismo de Jesús es mencionado por varias ocasiones por parte de sus
discípulos, como la confesión de Pedro “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”, de
igual manera con Andrés al llamar a Simón “Hemos encontrado al Mesías”, son
estos algunos de los testimonios de los discípulos acerca del mesianismo de Jesús.
Por eso se puede mencionar que el primer dato seguro es que el movimiento
cristiano que apela a Jesús de Nazaret, está de acuerdo en reconocerlo como, El
Mesías19.
1.3. Jesucristo perfecto hombre
 La realidad de Jesús y su documentación histórica
Como cristianos creyentes en Jesucristo, por nuestra fe sabemos que Cristo existió
realmente y además que murió y resucito. Por tal motivo nuestra fe en Cristo no es
solo una creencia en un ser mítico, sino en la fe en una Persona, que se encarnó por
obra y gracia de Espíritu Santo, se hizo hombre, padeció, murió, fue sepultado y
resucitó. Por otra parte la existencia de Jesús no se queda solamente en la fe, sino
que también es un hecho probado por la ciencia histórica, especialmente analizando
el Nuevo Testamento cuyo valor histórico está fuera de duda, pues se presenta en los
evangelios los testimonios de verdaderos testigos sobre la vida de Jesús de Nazaret.
En fin, «la fe es algo que se juega, no en el ámbito de la historia (pasada y, por
tanto, inexistente), sino en el ámbito de la propia existencia» 20. Por ello muchos
investigadores precisan que los evangelios por su carácter testimonial, son
17
J. DUPUIS, Introducción a la Cristología, p. 103.
18
Cfr. F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, p. 74-77.
19
Cfr. Ibíd, p. 77 -78.
20
J. R. BUSTO, Cristología para empezar, Sal Terrae, Bilbao, 1991, p. 29.
contrarios al mito, por lo tanto tiene en el trasfondo auténticos hechos históricos.
«Los evangelios testifican su fe en forma de historia, explicando ésta a la luz de su
fe»21. Aunque no todos los testimonios sobre Jesús son cristianos, existen también
escritos y testimonios que demuestran la existencia de Jesús. Tácito por ejemplo
habla de la época de Nerón, donde menciona que los cristianos tienen su nombre por
Cristo. Suetonio escribió que el emperador Claudio expulso a los judíos por los
tumultos por instigación de Cristo. De igual manera en el siglo XIX, muchos
trataban de negar la existencia de Cristo mediante diversas teorías que presentaban a
cristo como un personaje mítico que no existió realmente22.

 La humanidad de Jesús en los acontecimientos de la concepción y su


nacimiento.
La concepción y nacimiento de Jesús es el comienzo visible de la misión del Hijo de
Dios. De tal manera lo expresan los relatos del evangelio de Mateo, en la
anunciación y concepción de Jesús, dando así cumplimiento a la profecía de Isaías.
Indicando que la concepción de Jesús tuvo lugar de forma milagrosa, de la sola
Madre Virgen, sin Recurso de varón. «María ha concebido y dado a luz al Hijo
eterno de Dios sin la cooperación sexual de un varón (sine virili semine), en virtud
de la acción del Espíritu»23. Por su parte el Papa León I afirma que, Jesús fue
concebido verdaderamente del Espíritu Santo, en las entrañas de la Virgen Madre,
que lo dio a luz permaneciendo intacta su virginidad. «A esta afirmación de la
virginidad antes del parto (virginitas ante partum) se le añade la doctrina de la
virginidad en el parto (virginitas in partu) y de una vida virginal también después
del parto (virginitas post partum)»24. Por tanto la virginidad es el privilegio de Santa
María. Por otra parte la iglesia afirma la virginidad en la generación de Cristo,
indicando que María es verdaderamente la Madre de Dios, la theotokos. En fin el
modo milagroso de la concepción de la humanidad de Cristo no resta nada ni a la
verdad de su naturaleza humana ni a la verdad de la maternidad de Santa María25.

 Jesús perteneciente a la descendencia de Adán

Hay pues una línea directa, línea de profecía, que conduce de Adán a Jesús, de
manera que Jesús aparezca como su encarnación perfecta 26. Podemos conocer quién
es Jesús a través de sus genealogías, las cuales se presentan en los Evangelios
sinópticos. Éstas presentan a Cristo como el Mesías que había sido anunciado por
los profetas, al que estábamos esperando desde el destierro causado por el pecado
original. Nos encontramos con dos genealogías, ambas ponen de manifiesto la
naturaleza humana de Cristo a través de su ascendencia; pero se distinguen en
función de cuál es la ascendencia valedera en cada caso. Por su nacimiento, es
verdadero fruto de aquel Pueblo elegido y, por lo tanto, es descendiente de Abrahán;
21
W. KASPER, Jesús, el Cristo, p. 70.
22
Cfr. F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, p. 81-83.
23
G. L. MULLER, Dogmática teoría y práctica de la teología, p. 483.
24
Ibíd.
25
Cfr. F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, p. 87-89.
26
O. CULLMANN, Cristología del Nuevo Testamento, p. 93.
además, viene a salvar al género humano por ser descendiente de Adán, por último,
es el Mesías por ser descendiente de David. Del pueblo de Israel, Jesús sacó la
naturaleza de la carne, y así, ambas genealogías muestran el cumplimiento de las
promesas del Antiguo Testamento en la persona de Cristo27.

1.4. Jesucristo perfecto Dios.


 La fe de la Iglesia en la divinidad de Cristo
La iglesia ha venido profesando su fe a través de la historia, iniciando con la
confesión de Pedro, y que aun en la actualidad la Iglesia no ha cesado de proclamar.
La iglesia entonces profesa su en Jesucristo, nacido de María Virgen, y que tiene sus
dos naturalezas human y divina, es decir que es verdaderamente hombre y verdadero
Dios.
«La iglesia basa su fe no en la especulación privada, sino en la tradición común y
pública, pero en· tiende esta tradición no como letra muerta, sino como tradición
viviente, que se desarrolla en la discusión con nuevas cuestiones» 28. Esta profesión
de fe se ha venido dando a pesar de que muchos negaban o malentendían la
divinidad de Cristo. Ya que muchos decían que era un hombre como todos tras el
encandilo de su muerte en cruz, dejando un lado su divinidad. Otros mencionaban la
doctrina dela adopcionismo, afirmando que Dios es una sola persona y que Jesús es
el hombre en el cual habitaba la fuerza de Dios, pero que no era su Hijo. De la
misma forma se refieren en cuanto a la concepción de la Virgen María. Otro
planteamiento fue el pensar que Jesús era un hombre quien alcanzó su divinidad tras
su muerte. Otros afirmaban que el Cristo de la fe no habría existido nunca, y que
solo es fruto del sentido religioso de los primeros cristianos.
Ante todos estos criterios erróneos, la Iglesia no ha dejado de reafirmar la verdad de
Jesús como Hijo de Dios, pues en sus distintos concilios ha presentado su oposición
a las diferentes doctrinas erróneas planteadas y ha profesado las verdades de fe que
todos conocemos ahora. Pues reafirmaron la fe de la Iglesia en la divinidad de
Jesucristo, afirmaron que Santa María es verdaderamente Madre de Dios, enseña la
divinidad del verbo e insiste en la trascendencia divina de Jesús. En fin el misterio
de Jesucristo consistiría en que el dios que se revela estaría sumamente presente en
la persona humana de Jesucristo29.

 La divinidad de Jesús en los sinópticos


El los evangelios sinópticos se mira como Jesús va manifestando su divinidad de
forma progresiva, dando a conoces que está indisolublemente ligada a la conciencia
de filiación que Él tiene con el Padre. Por lo tanto esta divinidad se constituye en el
título de Hijo de Dios, y en general las atribuciones de la filiación divina a Cristo.
Por otra parte la conciencia religiosa de Jesús parece manifestar que Él no es un
hombre preconstituido a su elección de Hijo, sino que todo su ser concreto está
ligado indisolublemente a su relación con el Padre. «Incluso la idea del Hijo de

27
Cfr. A. RAMOS, Jesucristo y la salvación del hombre, p. 24.
28
W. KASPER, Jesús, el Cristo, p. 209.
29
Cfr. F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, p. 100-103.
hombre nos ha conducido a la divinidad de Jesús, pues en ella Jesús se presenta
como única y verdadera imagen de Dios»30. Pues procede en todo del Padre y por
ende existe entre ellos una estrecha relación de familiaridad. En fin en los
evangelios sinópticos, Jesús se refiere a sí mismo como el Hijo que conoce al Padre
y que es superior a sus ciervos, e incluso superior a los ángeles31.

 La divinidad de Jesús en San Pablo


Las cartas de San Pablo, también hacen mención a la divinidad de Jesús, se
menciona especialmente en la carta a los Filipenses, donde se presenta un himno en
que se resume todo el misterio de Cristo. En este sentido el apóstol describe que en
Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad. Es decir desde su
encarnación hasta su divinización después de la resurrección32.
En sus escritos, San Pablo se refiere a la divinidad de Jesús utilizando el termino
Señor, ya que tiene reservado para el Padre el nombre de Dios. «La divinidad de
Cristo está implícita en el título Kyrios. Pues bien, Pablo emplea con frecuencia el
título Kyrios, lo que nos hace suponer que ha querido expresar la divinidad de Cristo
mediante ese título o en línea con ese título»33.

 Cristo, Verbo e Hijo de Dios en San Juan


San Juan presenta desde el inicio de su evangelio la divinidad de Jesús mostrándolo
como el Verbo de Dios. Este Verbo o Palabra de Dios, es Dios. Por otra parte
también los denomina como el Logos, es decir la Palabra de Dios. Por ello nos
encontramos ahora en una distinción entre el Padre y el Logos, a quien más adelante
se lo llamará también Hijo de Dios, Hijo del Padre, el Unigénito del Padre. En
consecuencia el Hijo Unigénito de Dios es aquel que ha sido contemplado y palpado
por los discípulos de Jesús, es además aquel de quien hablaba el Bautista, la luz del
mundo, que la fuente de vida. En fin en las palabras de Cristo recogidas en el
evangelio de San Juan, se hace patente la estrecha unión entre lo que Cristo es y lo
que Cristo hace34.

30
O. CULLMANN, Cristología del Nuevo Testamento, p. 391.
31
Cfr. F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, p. 107-109.
32
Cfr. Ibíd, p. 109.
33
O. CULLMANN, Cristología del Nuevo Testamento, p. 398.
34
Cfr. F. OCÁRIZ, El misterio de Jesucristo, p. 110.

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