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La representación social de la escuela está cambiando, por eso, es importante resaltar que
ahora constituye un escenario complejo y diverso donde se viven procesos que implican
elementos sociales, culturales y comunicativos propios de los sujetos en consonancia con
sus estadios de desarrollo. Se requiere por lo tanto hacer un llamado urgente al sector
educativo para abordar lo sociofectivo como un rasgo de lo humano que puede potenciar el
aprendizaje, la comunicación y la convivencia pacífica.
El enfoque de desarrollo humano planteado por Max- Neef, señala que las necesidades no
deben concebirse como carencias, pues esto restringe su comprensión a lo puramente
fisiológico y deja de lado su valor intrínseco sintetizado en la motivación y movilización de
las personas generadas e impulsadas por el deseo de satisfacer sus necesidades. Enfoque
que invita a la reflexión sobre las necesidades educativas de los niños, niñas y jóvenes a
partir de la comprensión de los factores genéticos, psicológicos y culturales, vinculados al
desarrollo humano integral, lo que supone según interpretación de Chablot, superar el
panorama incompleto de los procesos de aprendizaje y sus dificultades asociadas,
reducido al ámbito del desarrollo cognitivo, y exige para la labor docente el abordaje, de
forma integrada, de los ámbitos del desarrollo cognitivo, físico-creativo y sociafectivo.
Papalia, Diane; Olds, Sally; Feldman, Ruth. Desarrollo Humano 10ª Ed. Sao Paulo:
Editorial MacGraw-Hill, 2010
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A lo anterior se agrega el mérito del docente como actor clave en la transformación e
innovación de la escuela, punto que invita a trascender el supuesto de que es solo un
funcionario cumplidor de normas y a descubrir en él al ser humano detrás de la función,
aquel, que como todos, experimenta afecto, emociones y sentimientos.
En un mundo complejo y sistémico las miradas lineales de la realidad son insuficientes, por
eso es esencial que los maestros aprendan y desaprendan, a través de un ejercicio
dialéctico, a percibir y comprender lo fundamental, en lo simple, en las múltiples lecturas de
su cotidianidad (p.21).
La encuesta ECECA 2011 identifica al menos seis factores de carácter individual que
tienen incidencia en la convivencia de los colegios oficiales y privados de Bogotá: las
situaciones de rechazo entre estudiantes, las ofensas y golpes, el vandalismo contra
compañeros e instalaciones del colegio, la pertenencia a pandillas, el consumo de alcohol,
drogas y la discriminación en materia de diversidad sexual.
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La escuela es un escenario posible para resignificar el afecto y en una sociedad con vacíos
de significados es urgente formar en afectividad, empezar a construir juntos, sentidos de
existencia, recuperar el valor de la vida y aprender a ser sensibles a lo humano.
La socioafectividad debe ser entendida como el proceso mediante el cual los niños, niñas,
jóvenes y adultos adquieren el conocimiento, las actitudes y las habilidades necesarias
para reconocer y controlar su propias emociones, así como para demostrar afecto y
preocupación por los demás, con el fin de establecer relaciones positivas, tomar decisiones
responsables y manejar situaciones difíciles. Este proceso debe ser abordado
principalmente en tres componentes: el primero relacionado con las habilidades que
permiten el desarrollo emocional; el segundo referido al proceso de desarrollo moral, que
va desde la regulación externa o heteronómica, hasta la interna o autonómica; y el tercero
referente al desarrollo social, en el que se da la comprensión de los otros. En su orden:
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simétrica con el otro y, de ésta forma, se pueda configurar una relación social de
cooperación y equidad (p.25).
La creatividad para buscar soluciones. Habilidad que tienen los seres humanos
para proponer diversas estrategias o alternativas frente a alguna situación y para
generar oportunidades que quizás previamente no fueron contempladas.
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La familia el escenario en que los estudiantes interiorizan el sistema normativo y es allí en
donde deben recibir protección, cuidados, afecto y orientación, todo ello por medio de las
primeras relaciones que establece el niño con las figuras significativas primarias, Stack,
citado por Kernberg (2007), plantea que las relaciones internalizadas gratificantes facilitan
el crecimiento emocional del hijo y su relación adecuada con el mundo externo, mientras
que las relaciones insatisfactorias internalizadas caracterizadas por la ansiedad y la
frustración de las necesidades, llevan a establecer un sentido del sí mismo inadecuado.
Winnicott (1965) plantea que las funciones principales de la familia son: proteger al hijo de
los traumas, facilitar sus procesos madurativos y el desarrollo de una adecuada
personalidad. Dichas funciones están orientadas a la capacidad que tiene los padres de
vincularse afectivamente con sus hijos respondiendo de forma empática a sus necesidades
y así tener la capacidad de comprender las manifestaciones emocionales y gestuales de
sus hijos, garantizarles una adecuada educación y la promoción de aprendizajes y tener la
capacidad de buscar los recursos o apoyos sociales en caso de necesitarlos.
Según Quintero ( 2004), la familia responde básicamente a dos funciones: por un lado a la
protección psicosocial de sus miembros propiciando un desarrollo integral de cada uno, y
por otro lado, la inserción del individuo en la cultura.
Es por eso que el ambiente familiar facilita u obstaculiza el desarrollo de habilidades en los
niños referente a las formas de relacionarse y vincularse con los otros, de esta forma si se
presentan relaciones familiares basadas en la confianza y empatía lo más seguro es que
se propicien en los niños formas adecuadas de relaciones y capacidad de dar y recibir de
los demás. Estos niños serán capaces de situarse críticamente frente a la violencia y
decidir no hacer parte de ella, no presentar conductas abusivas y agresivas hacia los
demás. El adecuado funcionamiento familiar es un factor protector del desarrollo, en tanto
que la disfunción familiar es un factor predisponente de la aparición de dificultades
psicosociales (Hernández, 1997). Velásquez (2007) define a la familia como la plataforma
de las identificaciones del niño el cual requiere de afecto para su posterior desarrollo
emocional. Del mismo modo, Bandura (1982), citado por Velásquez (2007), plantea que los
niños aprenden por imitación los actos de sus progenitores y de las personas
afectivamente significativas.
Es importante resaltar que las conductas que se repiten con más frecuencia en el hogar se
reflejan en los niños, niñas y jóvenes cuando interactúan en el colegio, pero es a partir de
esto que los docentes pueden determinar si han adquirido los aprendizajes sociales
esenciales: normas de cortesía, principios de vida, valores como el respeto y hábitos
relacionados con el orden, la disciplina, la responsabilidad, pues cuando no los han
adquirido los estudiantes presentan ansiedad, inseguridad, egocentrismo, falta de
compañerismo y tendencia a la frustración, lo que dificulta en gran medida el trabajo
escolar, debido a que en estos casos el colegio tiene que asumir los procesos de
formación que debían iniciarse en casa. Por lo mismo, vale recalcar que es en el seno
familiar donde el niño necesita experimentar las primeras formas de interrelación, ganar
seguridad emocional, percibir los comportamientos sociales, recibir los aprendizajes
básicos, aprender autocontrol y todo lo relacionado con emociones, afecto, disciplina,
normas y valores.
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es protagonista en el desarrollo de problemáticas o soluciones, las cuales se ven reflejadas
en los estudiantes por medio de sus comportamientos.