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Elaborado por:

1- Oscar Adrián Castilla Noriega

HACIA UNA PRÁCTICA RESIGNIFICADA: DE UN SIMPLE MOVIMIENTO


NATURAL A LA ACCIÓN.
Para dar respuesta a la pregunta ¿En qué mundo estamos educando?, debemos
situarnos bajo la pregunta ¿estamos educando actualmente bajo el principio de
que la educación es una acción (tal como lo dice Carlos Culles), o es un simple
movimiento natural?, entendido dicho movimiento natural, como algo rutinario: me
levanto, me preparo para ir a la escuela, atiendo a los estudiantes, y espero mi
sueldo. Si es así entonces el acto educativo se estará entendiendo como un ciclo
de repetición y nada de producción del saber, por el contrario si se está
entendiendo como una acción, es decir, como algo que es inherente al ser
humano con capacidad de pensar, reflexionar y replantear, Bajo estos
parámetros, se entenderá la educación como un acto de libertad, justicia
(libertad - igualdad), entonces la educación es una esfera de la justicia, es un
mundo donde concurren experiencia del carácter educativo: maestro – estudiante /
estudiante – maestro.
De acuerdo a lo anterior, el acto educativo visto bajo el procesos de desafío ético
constituye entonces, a la ética como una crítica de la razón de educar de ahí
que los maestros deben ser virtuosos, prudentes lo que Culles llama estigma del
justo medio la educación justa exige: poner en juego el principio de la justicia
(libertad – igualdad), la educación es una esfera de la justicia porque tienen sus
propias reglas.
Después de esta introducción, se puede dar respuesta a la pregunta planteada al
inicio del relato, estamos educando en un mundo contrario a lo que debe ser el
estado de la educación, pues educamos en un mundo de afanes. En un mundo
de imposición, de cumplimiento, de estandarizaciones, donde hay que responder
al lineamiento para gozar de recursos, educamos en un mundo sin sentimiento,
donde el otro no nos interesa, donde no existe el justo medio, donde los principios
de justicia: libertad e igualdad no son la moda, no son importante, no llena las
expectativas de nuestros chicos.
Lo anterior, es la radiografía de muchas instituciones públicas y privadas una más
que otra, pero con una cartografía muy similar con el mismo problema pero con
diferente nombre.
Quiero entrar en detalle de mi labor como maestro en el colegio Nuestra Señora
de las Mercedes, Sincelejo Sucre; es un colegio de mucho prestigio así es
reconocido han pasado hijos de ganadero, políticos, empresario, profesores y
personas asalariadas que dicen querer darle a sus hijos una buena educación, me
cuestionaría si como institución se está educando bajo la idea del justo medio, de
una educación justa, bajo los principios de libertad – e igualdad, ya que, en este
año se ha aumentado el número de fraudes de los estudiantes, con tal de sacar
buenas notas, cabe preguntarse si esto sucede por una nota ¿harán lo mismo en
esferas de la sociedad cuando sean alcaldes, senadores, ministros, presidente? y
cabe la pregunta ¿cómo estamos formando? ¿Qué estamos formando y para
qué? Será que por cumplir con un sistema educativo viciado por las
estandarizaciones, el índice de calidad, estamos más preocupados por dar
resultado al sistema convirtiendo la educación en una acción natural (monótona) y
no se le está dando a la educación el estatus de acción, que permita la idea de
que la educación es una acción.
Quiero seguir ahondando en este relato desde mí vivir como maestro, tengo este
año la experiencia de acompañar a estudiantes de noveno grado, chicos con
edades entre 13 y 15 años, con experiencias bastantes atrevidas: ya toman,
cigarrillos electrónicos, fiestas; en fin una vida social activa (más que la de su
maestro), la mayorías de estos chicos tienen una calidad de vida con
comodidades, tal vez, diría yo, lo tienen todo, pero les falta algo que el dinero no
puede comprar “ Estar acompañado por sus padres, tener una familia de tiempo
completo, una familia de encuentro, no una familia de satisfacción de coas
materiales”. Traigo está a colación porque me parece relevante, pues cuando uno
se adentra al dialogo con los estudiantes, los escucha y utiliza un lenguaje
asertivo, permite adentrarse en el dolor, y empezar a observar las necesidades
que aquejan a sus estudiantes, muchas veces nos debemos cuestionar por qué
este estudiante es así, por que llama tanto la atención; son precisamente estas
manifestaciones, la que nos debe convertir en maestros llenos de ofrenda y de
acción para educar.
A manera de conclusión la escuela es el punto de encuentro de divergencias
sociales, políticas, emocionales, religiosa; y el maestro debe ser mediar esa
variedad de pensamiento en esa aula de clase que algunas veces se convierte en
jungla, que si no estamos preparado nos pude consumir y perder. Pero depende
de ese amor, de esa ofrenda que tengamos para con nuestros estudiantes que
se puede lograr la transformación de ellos y de las sociedades emergentes.

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