HACIA UNA PRÁCTICA RESIGNIFICADA: DE UN SIMPLE MOVIMIENTO
NATURAL A LA ACCIÓN. Para dar respuesta a la pregunta ¿En qué mundo estamos educando?, debemos situarnos bajo la pregunta ¿estamos educando actualmente bajo el principio de que la educación es una acción (tal como lo dice Carlos Culles), o es un simple movimiento natural?, entendido dicho movimiento natural, como algo rutinario: me levanto, me preparo para ir a la escuela, atiendo a los estudiantes, y espero mi sueldo. Si es así entonces el acto educativo se estará entendiendo como un ciclo de repetición y nada de producción del saber, por el contrario si se está entendiendo como una acción, es decir, como algo que es inherente al ser humano con capacidad de pensar, reflexionar y replantear, Bajo estos parámetros, se entenderá la educación como un acto de libertad, justicia (libertad - igualdad), entonces la educación es una esfera de la justicia, es un mundo donde concurren experiencia del carácter educativo: maestro – estudiante / estudiante – maestro. De acuerdo a lo anterior, el acto educativo visto bajo el procesos de desafío ético constituye entonces, a la ética como una crítica de la razón de educar de ahí que los maestros deben ser virtuosos, prudentes lo que Culles llama estigma del justo medio la educación justa exige: poner en juego el principio de la justicia (libertad – igualdad), la educación es una esfera de la justicia porque tienen sus propias reglas. Después de esta introducción, se puede dar respuesta a la pregunta planteada al inicio del relato, estamos educando en un mundo contrario a lo que debe ser el estado de la educación, pues educamos en un mundo de afanes. En un mundo de imposición, de cumplimiento, de estandarizaciones, donde hay que responder al lineamiento para gozar de recursos, educamos en un mundo sin sentimiento, donde el otro no nos interesa, donde no existe el justo medio, donde los principios de justicia: libertad e igualdad no son la moda, no son importante, no llena las expectativas de nuestros chicos. Lo anterior, es la radiografía de muchas instituciones públicas y privadas una más que otra, pero con una cartografía muy similar con el mismo problema pero con diferente nombre. Quiero entrar en detalle de mi labor como maestro en el colegio Nuestra Señora de las Mercedes, Sincelejo Sucre; es un colegio de mucho prestigio así es reconocido han pasado hijos de ganadero, políticos, empresario, profesores y personas asalariadas que dicen querer darle a sus hijos una buena educación, me cuestionaría si como institución se está educando bajo la idea del justo medio, de una educación justa, bajo los principios de libertad – e igualdad, ya que, en este año se ha aumentado el número de fraudes de los estudiantes, con tal de sacar buenas notas, cabe preguntarse si esto sucede por una nota ¿harán lo mismo en esferas de la sociedad cuando sean alcaldes, senadores, ministros, presidente? y cabe la pregunta ¿cómo estamos formando? ¿Qué estamos formando y para qué? Será que por cumplir con un sistema educativo viciado por las estandarizaciones, el índice de calidad, estamos más preocupados por dar resultado al sistema convirtiendo la educación en una acción natural (monótona) y no se le está dando a la educación el estatus de acción, que permita la idea de que la educación es una acción. Quiero seguir ahondando en este relato desde mí vivir como maestro, tengo este año la experiencia de acompañar a estudiantes de noveno grado, chicos con edades entre 13 y 15 años, con experiencias bastantes atrevidas: ya toman, cigarrillos electrónicos, fiestas; en fin una vida social activa (más que la de su maestro), la mayorías de estos chicos tienen una calidad de vida con comodidades, tal vez, diría yo, lo tienen todo, pero les falta algo que el dinero no puede comprar “ Estar acompañado por sus padres, tener una familia de tiempo completo, una familia de encuentro, no una familia de satisfacción de coas materiales”. Traigo está a colación porque me parece relevante, pues cuando uno se adentra al dialogo con los estudiantes, los escucha y utiliza un lenguaje asertivo, permite adentrarse en el dolor, y empezar a observar las necesidades que aquejan a sus estudiantes, muchas veces nos debemos cuestionar por qué este estudiante es así, por que llama tanto la atención; son precisamente estas manifestaciones, la que nos debe convertir en maestros llenos de ofrenda y de acción para educar. A manera de conclusión la escuela es el punto de encuentro de divergencias sociales, políticas, emocionales, religiosa; y el maestro debe ser mediar esa variedad de pensamiento en esa aula de clase que algunas veces se convierte en jungla, que si no estamos preparado nos pude consumir y perder. Pero depende de ese amor, de esa ofrenda que tengamos para con nuestros estudiantes que se puede lograr la transformación de ellos y de las sociedades emergentes.