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1. LA IDEA
Todo proyecto de creación de una nueva empresa nace en torno a una idea. Una idea más o menos
precisa, más cuantificada o más intuitiva. Una idea bien sea de un producto o un servicio nuevo, o
de una forma nueva de elaborar un producto o de brindar un servicio. Para crear una empresa no es
necesario ser un inventor. La mayoría de las ideas de las que surgen nuevos negocios no parten
directamente de grandes descubrimientos técnicos sino de la observación atenta de los cambios y de
las nuevas necesidades que se producen en la economía y en la sociedad que nos rodea.
Un estudiante de arquitectura español realiza un viaje a los Estados Unidos y observa que en los
campus universitarios todos los estudiantes norteamericanos utilizan mochilas "urbanas" para llevar
sus libros. De vuelta a España, observa que la introducción de estas mochilas en el país es muy
reducida, está concentrada en unas pocas marcas y su diseño es bastante deficiente. Decide diseñar
un nuevo tipo de mochila, resistente y con colores y dibujos nuevos y vivos. Antes de un año
consigue una implantación seria en el mercado y empieza a exportar al extranjero.
De hecho, las fuentes de donde pueden obtenerse buenas ideas sobre oportunidades de negocio son
muy diversas y suelen hallarse más cerca de nosotros de lo que suele pensarse.
Se pueden encontrar muchas formas de desarrollar una nueva idea para un producto o servicio. Sin
embargo a la mayoría de las personas se le hace difícil crear nuevos conceptos. Algunas de las
formas posibles se detallan a continuación:
Oportunidades de Negocios
Una oportunidad de negocio viable ocurre cuando un producto o servicio se puede vender en
suficiente volumen para cubrir todos los costos y generar el beneficio deseado. Una nueva
oportunidad de negocio ocurre cuando:
Veamos, como ejemplo, una clasificación sobre fuentes de ideas para nuevos negocios de un autor
americano con larga experiencia: Arthur Kuriloff
Arthur H. Kuriloff y John M. Hemphill ponen el acento en que las oportunidades se hallan a
menudo cerca del propio emprendedor. Para estos autores las principales fuentes de ideas para
nuevos negocios son las siguientes:
De la idea a la oportunidad
En el mundo emprendedor es habitual escuchar la afirmación “esta idea no representa una verdadera
oportunidad”. Sin embargo, el concepto de oportunidad de negocios es amplio y no siempre
resulta claro qué significa.
Una oportunidad es, en definitiva, un espacio, un “nicho” vacante para introducir un nuevo
producto, servicio o tecnología en un mercado. El desafío consiste en definir qué características
tiene ese espacio y si su dimensión es suficiente para permitir la viabilidad de una empresa.
Los mercados pueden ser escenarios muy grandes, con millones de pesos en juego, y es imposible
pensarlos en forma abstracta. Para identificar un espacio de mercado es necesario observarlo
con detenimiento y analizarlo desde dos ópticas: la de los competidores y la de los
consumidores.
Los competidores son quienes actualmente se reparten ese mercado. Cada uno de ellos ha ganado su
propio espacio (participación), ofreciendo un producto.
Tomemos, por ejemplo, el mercado del té en saquitos, en el que compiten marcas como Mccormick
o Lipton con sus direfentes productos.
Cada producto, a su vez, tiene características específicas a través de las cuales se diferencia de
otros. Estas características constituyen ventajas competitivas. Siguiendo con el ejemplo propuesto,
el té puede diferenciarse por su precio, por su calidad, por el empaquetado, o por la trayectoria y
tradición de la empresa que lo elabora o lo pone a la venta.
Esa diferencia es percibida por los consumidores (posicionamiento), y por eso eligen un producto u
otro.
El primer desafío consiste en analizar las características de los competidores para determinar sus
fortalezas y debilidades, e identificar cuál podría ser la propuesta diferenciada del producto que se
planea ofrecer (es decir, las ventajas competitivas propias del nuevo producto) para ganar una
posición en el mercado.
Es importante establecer ventajas competitivas que sean sustentables en el tiempo, es decir, que
puedan protegerse (por ejemplo, a través de patentes) o sean difíciles de copiar. En el caso del té,
los productores de té en saquitos ofrecen propuestas de lo más variadas, con distintos sabores y
envases, y que van desde algunas muy estandarizadas y masivas hasta otras más sofisticadas y
exclusivas
Los consumidores eligen los productos disponibles en un mercado sobre la base de sus propias
necesidades. No todos prefieren los mismos productos, y esto se debe a que existen distintos grupos
de consumidores, con perfiles y necesidades diferenciadas.
Por eso es necesario segmentar a los consumidores, es decir, dividir el conjunto total en distintos
grupos a partir de determinadas características comunes, que pueden referirse a su ubicación
geográfica, su nivel socioeconómico o educativo, sus actitudes, sus preferencias y gustos, etc. Esto
implica que cada segmento tiene necesidades específicas, distintas a las de otros segmentos, y que
las satisfacen a través de ciertos productos, y no de otros. Por ello, el segundo desafío consiste en
identificar el segmento al cual podría interesarle la propuesta de valor del nuevo producto. Este
segmento particular se denomina clientes-objetivo, o target en inglés.
En el caso del té, un segmento puede preferir un té de menor precio y otro segmento uno más
exclusivo.
Una vez que se ha identificado el segmento objetivo, el tercer desafío consiste en integrar los dos
enfoques anteriores y verificar que la propuesta de valor del nuevo producto sea apropiada para los
clientes-objetivo.
En este punto, es clave el papel que tienen las características distintivas del producto. Si las
ventajas competitivas mencionadas no tienen relación con las necesidades que el producto cubre y
no brindan un mayor beneficio a los clientes-objetivo (ya sea funcional, emocional o experiencial),
éstos no tendrán el incentivo necesario para modificar los hábitos de compra actuales.
Los saquitos de té, por ejemplo, tradicionalmente han sido cuadrados. Desde que los adoptaron los
productores británicos, en 1951, nadie había pensado en cambiarles la forma. Sin embargo, en 1985,
Lyons Tetley, uno de los productores principales de té en saquitos de Inglaterra, comenzó a
investigar cómo reaccionarían los consumidores de té si los saquitos fueran redondos. Tetley
encargó la investigación de mercado a una firma llamada Mass Observation. Los estudios mostraron
que todos los grupos de consumidores preferirían considerablemente los saquitos redondos si
estuvieran disponibles en el mercado. Después de una campaña agresiva de marketing en el sur de
Inglaterra, Tetley comenzó a vender, en 1990, sus saquitos de té redondos en todo el país. La
participación (market share) de Tetley en el mercado de té en Inglaterra creció del 15% al 20%.
Analizar la magnitud de una oportunidad es un factor clave para decidir si conviene o no generar
un emprendimiento a partir de ella. Esta magnitud dependerá, entre otros factores, de la dimensión
total del mercado, de quiénes son los competidores, de la dimensión del segmento-objetivo, del
alcance potencial (participación estimada) que tendrá la propuesta de valor en este segmento de
acuerdo al posicionamiento diferenciado que obtenga, y de las variables económicas del negocio (el
margen por unidad vendida, por ejemplo).