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¿Qué papel tuvo la intuición del médico en este caso y cómo se explica?

En este caso, la intuición juega un papel muy importante porque, de haber sido
ignorada, el tratamiento y sufrimiento de Edgar y sus papás habría sido mayor al
retardar el diagnóstico de Linfoma de Burkitt. Me parece que la intuición también tiene
que ver con la manera en que se dirigió el médico a María Luisa, pues actuó conforme a
sus experiencias pasadas y conocimientos clínicos, obteniendo un mejor resultado al
momento de reconfortarla por la pérdida de Edgar.

¿Por qué se presentó la incertidumbre?


Porque, a pesar de que Edgar se encontraba dentro de los percentiles de
normalidad para su edad, había ciertos datos que no encajaban en el cuadro de un niño
completamente sano. Los distintos episodios de fiebre, la disminución del apetito, la
poca respuesta a tratamientos pasados y, obviamente, la tumoración en el cuello
conformaban un cuadro atípico que despertó una inquietud en el médico, él sabía que
algo estaba mal, pero no sabía con exactitud qué. Lo que sí sabía era que tenía que
intervenir lo más rápido posible para confirmar o descartar sus posibles diagnósticos.

¿Qué procesos empáticos identificas en el relato y qué piensas al respecto?


El primero, quizá no tan evidente, fue enviarlo directamente a un hospital de
tercer nivel, porque sabía que si lo mandaba a un segundo nivel el diagnóstico se podía
retrasar aún más. En lo personal me parece que esta acción es empática porque te
pones en los zapatos de tus pacientes y sabes que si estuvieras en una situación similar
querrías los mejor y lo más rápido para diagnosticar y tratar una posible enfermedad.
El segundo, quitarse la bata para revisarlo. Puede parecer una acción
insignificante, pero para Edgar, que ya había desarrollado una fobia a las personas con
bata, significaba que el médico se ponía en iguales condiciones que él y de cierto modo,
así, no le iba a hacer daño, como sucedía en sus sesiones de quimioterapia. Además, es
mejor para el médico porque el paciente está menos nervioso y es posible explorarlo con
mayor facilidad.
El tercero, reconfortar a María Luisa después de la pérdida de Edgar. Me parece
que fue lo mejor que se podía hacer en ese momento. Ofrecer el apoyo para la paciente y
brindarle unas palabras de ánimo, además de ayudarla a dejar de sentir culpabilidad
por los pensamientos y sentimientos que había tenido anteriormente. Fue maravilloso
cómo el médico cambia la perspectiva de la mamá al comentarle que debe recordar que
tiene otras dos personitas que la necesitan y comentarle que el estará al pendiente para
identificar cualquier anormalidad y actuar a tiempo.
¿Qué emociones y/o sentimientos de evoca este caso?
Bastantes. Primero admiración por la fortaleza de los papás al reaccionar de la
mejor manera hacia el diagnóstico de Edgar y su espíritu inquebrantable al no rendirse
con el tratamiento de su hijo y también del mismo Edgar, que ponía todo de su parte
para recuperarse. Creo que es algo que debemos aprender y aplicar en nuestra vida
diaria, en cualquier situación adversa que se nos presente. También me provocó tristeza
porque me encanta el área pediátrica y cuando leo un caso así es imposible no sentir un
poco de tristeza, pero lo tomo como motivación para seguir día a día y ayudar a aquellos
que más lo necesitan. También me invita a aprender a que no debemos ser tan duros y
que algunas veces unas simples palabras o acciones sencillas causan un alivio abismal
en nuestros pacientes, haciéndolos sentir mejor física y emocionalmente que, a su vez,
fortalecen la relación médico-paciente.

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