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DEL ECONOMISTA
por
DANIEL R. FUSFELD
3 3 0.
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£j - 2
93
LA ÉPOCA DEL ECONOMISTA
Primera edición en inglés, 1966
Tercera edición en inglés, 1977
Primera edición en español, 1970
Segunda edición en español,
de la tercera en inglés, 1978
Traducción de
E d u a r d o L. S u á r e z
Título original:
The Age of the Economist
© 1966, 1972, 1977, Scott, Foresman and Company,
Glenview, 111.
D.R. © 1978 F o n d o d e C u l t u r a E c o n ó m ic a
Av. de la Universidad, 975; México 12, D. F.
ISBN 968-16-0117-3
Impreso en México
PREFACIO
En e s t e pequeño volumen repasamos la historia
de la ciencia económica desde los días de Adam
Smith y algunos de sus predecesores hasta los des
arrollos de los tiempos modernos, incluidas las cri
sis de los años setenta. Este libro ha sido escrito para
todas las personas que quieran familiarizarse con
los antecedentes de la ciencia económica moderna
pero carezcan del conocimiento inicial de los as
pectos más complejos del tema. Debe resultar útil
para el profano interesado y para el escolar que
estudia los principios de la economía, la historia
o una introducción a las ciencias sociales.
Esta edición tiene los mismos objetivos básicos
que la primera. A través del desarrollo histórico
de la ciencia económica podemos entender cómo
funcionaron las mentes de los grandes economis
tas, cómo los grandes temas de que se ocuparon sur
gieron de los esfuerzos por entender los problemas
y las cuestiones de su tiempo, las filosofías sociales
encontradas, los conflictos económicos y sociales, y
una estructura económica cambiante. La discipli
na que emergió nos ayuda a entender mejor una
economía intrincada y dinámica. Las ideas y los
eventos que influyeron sobre los grandes econo
mistas de los últimos 200 años operan todavía.
Mediante el examen de la interacción de estas fuer
zas y de los eventos e ideas actuales, podemos
empezar a entender lo que están diciendo los eco
nomistas de hoy y por qué lo dicen. Una explora
ción del pasado nos ayuda a entender el presente.
7
8 PREFACIO
Esta tercera edición cubre en forma ampliada
algunas de las discusiones anteriores y añade sec
ciones nuevas en ciertos capítulos seleccionados.
Estas expansiones y adiciones incluyen: “La Eco
nomía Clásica Hoy” (en el capítulo iv); material
nuevo sobre la metodología neoclásica y el método
científico (en el capítulo v n ); una discusión más a
fondo de las ideas de Veblen (en el capítulo vm );
y la “Planeadón en las Economías de Empresa
Privada” (en el capítulo ix ). Se ha agregado un
capítulo enteramente nuevo que se ocupa de los
desarrollos y crisis económicos recientes y actuales:
el desempleo y la inflación; el crecimiento del
comercio internacional y la interdependencia de los
países; el poder de la corporación multinacional;
el militarismo; el crecimiento económico y las es-
caceses de materias primas; etcétera.
Como en las ediciones anteriores, este libro hace
hincapié en una progresión de las ideas dinámicas
y en una narrativa histórica. Las ideas se desarrollan
desde las formulaciones más simples hasta las más
complejas, de modo que en el último capítulo po
demos ocuparnos de algunas de las cuestiones más
difíciles que preocupan a los economistas de hoy.
En el proceso, introducimos al lector a casi todos
los fundamentos importantes de la ciencia econó
mica moderna.
Por último, al concentrarse en el marco concep
tual más amplio de las ideas económicas, este libro
trata de mostrar cómo una disciplina se relaciona
con las grandes cuestiones que preocuparon a la
gente de todas partes: el orden frente a la libertad,
la riqueza y la pobreza, el privilegio y la igualdad,
el bienestar humano, los valores materiales y mo
PREFACIO 9
rales, y otras. Es fácil que nos enredemos en lo
intrincado de la ciencia económica hasta el punto
de perder de vista estas cuestiones más importantes.
Aquí las colocamos en el primer plano del escenario,
porque la ciencia económica ha sido siempre un
instrumento que nos permite lograr un mejor en
tendimiento de los grandes problemas que han
preocupado a la humanidad.
D a n ie l R . F u sf e l d
,
Ann Arbor Michigan
14 INTRODUCCIÓN
mundo secular las relaciones existentes entre los
hombres, entre el individuo y la naturaleza, entre
el individuo y la sociedad. Sus teorías a menudo
esotéricas y muy complejas se tradujeron a un len
guaje popular entendido por millones de personas
y en políticas económicas adoptadas por los países.
Aunque su base solía encontrarse en la atmósfera
relativamente aislada de la universidad, en años
recientes algunos economistas distinguidos fungie
ron como primeros ministros en Inglaterrra, Fran
cia, Alemania e Italia, y como Secretario General
de las Naciones Unidas. Resultaría difícil encontrar
otra disciplina que ejerza tanta influencia como
ésta sobre el mundo moderno.
No siempre ha ocurrido así. Hace apenas dos
cientos años no había economistas conocidos como
tales, y la teoría económica era una rama de la
filosofía moral. La economía apenas existía tal
como ahora la conocemos, y lo que existía se lla
maba “economía política” para indicar que for-
mlaba parte de la política nacional más que de
cualquiera otra cosa y que se ocupaba de cuestio
nes tales como los impuestos, la deuda pública y
el comercio exterior.
Hasta hace muy poco tiempo, la economía era
la única ciencia social con un cuerpo de teoría
generalmente aceptado, cuya validez aceptaban tam
bién casi todos los practicantes. Es cierto que
había muchas diferencias de opinión entre los
economistas, quienes a veces bromeaban sobre la
obtención de cinco opiniones diferentes de cuatro
economistas o sobre el viejo profesor que año tras año
formulaba las mismas preguntas en sus exámenes
pero cambiaba las respuestas. También había mu
INTRODUCCIÓN 15
chas disputas entre los economistas, pero no en lo
tocante a los principios fundamentales de la ciencia.
Los desacuerdos surgen sobre las aplicaciones, sobre
las políticas económicas que debieran adoptarse en
ciertas circunstancias, sobre juicios acerca de la
importancia de diversos factores en situaciones par
ticulares.
Había una gran excepción a esta regla: los mar
xistas, quienes consideraban la economía occidental
como una mera justificación ideológica de un siste
ma de explotación, creían que su propio análisis
del capitalismo era el correcto, y exponían las fallas
que en última instancia destruirían el sistema capi
talista. Su desprecio por la economía occidental
era reciprocado por la actitud de los economistas
ortodoxos hacia el marxismo: consideraban tan
errada esa doctrina que ni siquiera se molestaban
en leer a Marx.
Sin embargo, ahora se encuentran en peligro los
principios aceptados de la economía ortodoxa. Las
cuestiones y los problemas para los que proveían
respuestas —el modo de funcionamiento de una
economía de mercado, la forma en que pueda
mantenerse la prosperidad— han cedido su lugar
a nuevos problemas y cuestiones para los que no
se dispone de soluciones fáciles. El crecimiento de
las grandes empresas, del gobierno gigantesco y de
los grandes sindicatos lleva al primer plano el po
der económico como un determinante de los even
tos económicos. El crecimiento y la riqueza econó
micos crean problemas de escasez de recursos na
turales, contaminación y energía. Una población
mundial que crece a ritmo acelerado parece ser un
problema particularmente irresoluble. Los límites al
16 INTRODUCCIÓN
crecimiento inherentes a un ambiente natural finito
sugieren la necesidad de crear nuevas instituciones
económicas a medida que pasamos de un pensa
miento orientado hacia el crecimiento a otro orien
tado hacia sus límites. Las grandes disparidades
del ingreso y la riqueza existentes dentro de los
países y entre ellos crean conflictos políticos e ideo
lógicos sobre la distribución de los beneficios eco
nómicos. El propio capitalismo afronta el reto del
socialismo. Y en este momento, cuando las respues
tas convencionales de la economía ortodoxa no
parecen aplicarse bien a problemas nuevos, los des
arrollos de la teoría pura en las fronteras del
conocimiento económico arrojan dudas sobre las
concepciones fundamentales del propio análisis eco
nómico. Un mundo cambiante plantea problemas
cambiantes a una disciplina cambiante. La ciencia
económica del futuro se forjará en la fragua de
los eventos de hoy. Además, las respuestas de los
economistas ortodoxos a los retos de sus críticos
ideológicos tendrán importancia fundamental para
moldear nuestras futuras instituciones económicas.
Este procedimiento no es sorprendente, dado que
la economía es una ciencia social y los debates
ideológicos han sido siempre importantes para su
desarrollo. Esto plantea una gran paradoja: algu
nos de los adelantos científicos más importantes
logrados en la ciencia económica derivaron de los
debates políticos sobre la política social. En este
sentido la economía —como todas las demás cien
cias sociales— difiere radicalmente de las ciencias
físicas y biológicas, que crecieron paso a paso del
examen de los hechos y las pruebas experimentales
hasta la teoría, y de la teoría a nuevos experi
INTRODUCCIÓN 17
mentos y teorías más generales. Tanto las ciencias
sociales como las físicas se desarrollaron mediante
grandes esquemas de integración, o “sistemas”, que
trataban de explicar grandes porciones interrela-
cionadas de una disciplina. En las ciencias físicas,
los grandes diseños surgieron sobre todo de un or
denamiento de los hechos y las pruebas; en la cien
cia económica, esa fuente de teoría científica se
complementó con grandes debates políticos y filo
sóficos. Los sistemas ideológicos, cada uno de ellos
con sus apoyos empíricos, sus supuestos, y su cuerpo
de teoría, originaron mucho de lo que hay de va
lioso en la ciencia económica.
Las ideas desarrolladas por Adam Smith en el
siglo xvm integraron uno de tales sistemas, y la
teoría de los mercados desarrollada por Smith
y sus seguidores representó el primer gran cuerpo
de principios generalmente aceptados en la ciencia
económica moderna. Este sistema “clásico” y su
ideología de laissez-faire fue refutado por Marx
y otros a mediados del siglo xix pero se rehizo
durante el último cuarto del siglo en una nue
va ortodoxia que prevaleció hasta los años trein
ta, cuando John Maynard Keynes construyó casi
por sí solo la teoría moderna del ingreso nacional
y justificó una política de intervención guberna
mental en los asuntos económicos. Entre estos dos
desarrollos mencionados en último término, una
diversidad de autores echaron los cimientos de las
políticas de bienestar de la actualidad al criticar
la sociedad y las teorías económicas de su tiempo.
A lo largo de estos debates surgieron ideas útiles
para apoyar o atacar el orden existente, su distri
bución del ingreso y la riqueza, y su estructura de
18 INTRODUCCIÓN
poder. Pero los argumentos condujeron a avances
importantes en nuestro entendimiento de las com
plejidades de la vida económica y a nuevas gene
ralizaciones significativas sobre la forma en que
funcionan las instituciones económicas.
Así pues, uno de los grandes temas del avance
de la ciencia económica fue la interacción de la
ideología y la ciencia. Sin ideología, la ciencia no
podría haber evolucionado. Y debido a que la econo
mía científica se forjó en el fuego del debate ideo
lógico, siempre suscitará emociones, por "puros”
que traten de mantenerse sus voceros.
Un segundo gran tema es la relación entre las
teorías económicas y los problemas prácticos. La
gente de todo el mundo ha buscado prosperidad
y justicia, libertad y orden, el mejoramiento in
dividual y el bien social. La búsqueda de estas
metas contradictorias en ocasiones, involucró siem
pre elecciones, y la elección es el tema básico de
la ciencia económica. Una de las máximas de
la ciencia económica es que entre mayor sea el ex
cedente económico serán más numerosos los cursos
de acción alternativos y más fácil la obtención de
una multiplicidad de metas. A medida que la so
ciedad logró un control más eficaz de una naturale
za recalcitrante, los posibles medios de organización
y utilización de los recursos económicos se volvieron
más numerosos, y la política pública hacia los
asuntos económicos se volvió más importante. Con
el control viene la elección, y la elección engendra
la política económica. La necesidad de decisiones
de política económica trajo consigo al economista,
para que analizara y asesorara y desarrollara una
base científica para las elecciones.
INTRODUCCIÓN 19
L a r e l ig ió n y l a v id a e c o n ó m ic a
Los MERCANTILISTAS
Los mercantilistas fueron los primeros en tomar
el campo. A estos autores les interesaban los esta
dos nacionales desarrollados durante los siglos xvi
y x v ii. Se enfrentaron a dos problemas distintos
pero relacionados, uno interno y el otro externo.
El problema interno era el de la unidad. Había
necesidad de crear el poder nacional a partir del
localismo de la Edad Media. Esto significaba para
la economía un sistema unificado de acuñación y
monetario, un sistema nacional de pesas y medidas,
la eliminación de alcabalas internas en caminos y
ríos, y un sistema nacional de impuestos y aran
celes. Estas instituciones, que hoy damos por scn-
33
34 LOS PRIMEROS TIEMPOS
tadas, se forjaron lentamente por gobernantes na
cionales contra la oposición de señores feudales
que trataban de conservar el mayor control posible
sobre la economía de sus regiones. La construc
ción de una economía nacional se fundaba en el
creciente poder político de los monarcas frente a los
grandes nobles.
En esta lucha, los monarcas encontraron aliados
naturales en varios lugares. Los más importantes
fueron los crecientes intereses comerciales de los
pueblos y las ciudades. Los comerciantes se bene
ficiaban con la ampliación del comercio permiti
da por una economía unificada donde se redujeran
las barreras locales al comercio. A su vez los co
merciantes aumentaban el poder de los monarcas
ayudando a financiar los ejércitos necesarios para
subyugar a la nobleza. Los intereses de monarcas
y comerciantes coincidían además por cuanto am
bos se beneficiaban de un mayor comercio exte
rior. Los comerciantes ganaban beneficios del co
mercio con las tierras recién descubiertas en Asia y
el Nuevo Mundo. En la medida en que los comer
ciantes de un país dominaran el comercio con otra
área, los beneficios fluirían a su país y los fabri
cantes nacionales se verían estimulados por el mer
cado de exportación. El Estado ganaba ingresos
arancelarios derivados de un comercio exterior
abundante, ingresos derivados de la venta de mo
nopolios comerciales, del desarrollo de industrias
y personal militares estratégicos —construcción de
barcos y dotaciones para los barcos, marineros y
capitales—, y del crecimiento económico general
que proveía una base económica firme para el po
derío nacional. Así pues, una de las metas básicas
de la política nacional fue el desarrollo del comer
LOS PRIMEROS TIEMPOS 35
ció y el incremento del poder en los asuntos in
ternacionales.
Un segundo grupo aliado con los monarcas se
componía de pequeños terratenientes, quienes con
templaban el Estado como un contrapeso a los po
deres de los señores feudales. Este grupo se inte
resaba más en la agricultura comercial que en la
guerra, los torneos y el poderío familiar, y deseaba
que el Estado mantuviese el orden y promoviese
los mercados crecientes benéficos para el grupo.
Sus integrantes sabían que al aumentar el poder del
Estado frente al de los grandes señores, aumenta
rían también su propia riqueza y poder en los
asuntos locales.
Surgieron otros dos grupos de la economía de
mercado y de los estados nacionales en expansión.
Uno fue el de la profesión legal, cuyos miembros
eran requeridos para la interpretación y definición
de las relaciones económicas muy complicadas sur
gidas de la asociación libre y el contrato privado
en el ambiente del mercado. Las antiguas relacio
nes legales, ya familiares, estaban siendo rempla
zadas por otras nuevas, y se necesitaban abogados
para su sistematización. El segundo grupo aglu
tinaba a los administradores públicos y los corte
sanos. Estos dos grupos tenían gran importancia
estratégica a pesar de su número reducido. Una
superestructura de “cuello blanco”, aliada a los
negocios y el gobierno, y dependiente de ellos, apo
yaba las políticas destinadas a fortalecer la unidad
y el poder.
De las alianzas políticas y económicas entre la
corona, los comerciantes, los pequeños terratenientes
y los profesionales, surgieron políticas económicas
destinadas a unificar la nación bajo un solo go
36 LOS PRIMEROS TIEMPOS
bernante fuerte, a desarrollar su fuerza militar y
naval, y a aumentar su riqueza mediante la pro
ducción interna y el comercio exterior. Estas po
líticas y las teorías en que se basaban han llegado
a ser conocidas con el nombre de mercantilismo.
Fue el primer cuerpo sistemático del pensamiento
económico moderno.
Una de las presentaciones más claras de la polí
tica mercantilista se debió a Phillip von Homick
(1638-1712), un funcionario público autriaco que
escribía para un país atrasado constantemente ame
nazado por los turcos. Hornick escribió en 1684
un volumen muy leído, con el título de Austria
Over AU, If She Only Will, donde se enumeraban
“nueve reglas principales de la economía nacional”:
Inspeccionar el suelo del país con el mayor cuidado
y no dejar sin considerar las posibilidades agrícolas
de cada rincón o pedazo de tierra . . . T odos los bienes
encontrados en un país, que no puedan usarse en su
estado natural, deben trabajarse dentro del país . . .
debe prestarse atención a la población, que sea tan
grande como el país pueda soportar . .. una vez que
el oro y la plata se encuentren en el país, no deberán
salir de él por ninguna circunstancia . . . los habitan
tes deben hacer todos los esfuerzos posibles por arre
glárselas con sus productos internos . . . [los bienes
extranjeros] no deben obtenerse a cambio de oro o
plata, sino a cambio de otros productos nacionales . ..
y deben importarse en forma no terminada y trabajarse
dentro del país . . . deben buscarse día y noche opor
tunidades para la venta de los bienes superfluos del
país a los extranjeros en forma manufacturada . . . no
deberá permitirse por ningún motivo la importación
de bienes cuya oferta interna sea suficiente y de ca
lidad adecuada.
LOS PRIMEROS TIEMPOS 37
Todos los estados de Europa adoptaron en gra
dos variables estas políticas básicas de nacionalismo,
autosuficiencia y poderío nacional. La manufactura
recibió el estímulo de los subsidios, los privilegios
especiales, las patentes y los monopolios. Se estimu
ló el comercio exterior mediante la adquisición
de colonias y los esfuerzos tendientes a mantener
bajos los salarios y el comercio regulado mediante
aranceles, leyes de navegación y restricciones a las
importaciones. Se alentó a la agricultura mediante
una diversidad de políticas: en Inglaterra se gra
varon las importaciones de alimentos para alejar la
competencia extranjera, mientras que en Francia
se gravaron las exportaciones de productos agríco
las para mantener la producción nacional dentro
del país. Se promovieron en particular las indus
trias de municiones: rifles, pólvora, barcos, y abas
tecimientos para los barcos.
En Inglaterra, donde el comercio exterior se
convirtió rápidamente en la base del incremento
de la riqueza y el poderío nacional, se hizo mucho
hincapié en la expansión de la oferta monetaria
como estímulo al crecimiento económico. En esa
época de mercados limitados y poder de compra
inadecuado, una de las barreras del crecimiento
económico era la falta de efectivo en manos de los
consumidores y de crédito disponible para los ne
gocios. Los gobernantes también pedían prestado
a menudo, de modo que se beneficiarían igual
mente con la existencia de efectivo y de crédito y
con bajas tasas de interés. La banca moderna esta
ba apenas en su infancia, y la disponibilidad de
dinero y de crédito dependía en gran medida del
efectivo existente, lo que significaba monedas de
oro y plata. En consecuencia, resultaba inevitable
38 LOS PRIMEROS TIEMPOS
que la política monetaria fuese una preocupación
principal de los economistas mercantilistas. Bási
camente estaban a favor de lo que nosotros lla
maríamos una política de “dinero fácil”, dinero
abundante para estimular el comercio y mantener
bajas las tasas de interés. Por otra parte, debían man
tener bajo control las presiones inflacionarias por
dos razones: 1) Los precios crecientes creaban difi
cultades para los trabajadores y los pobres, porque
los salarios tendían a marchar detrás de los aumentos
de precios, y de aquí se seguiría la intranquilidad
política; 2) Los precios crecientes reducirían la
demanda externa de manufacturas nacionales y en
última instancia se traducirían en peores condicio
nes económicas dentro del país.
Así pues, las políticas económicas internas e in
ternacionales se entrelazaron estrechamente, y los
mercantilistas ingleses advirtieron pronto que la
economía mundial era una red de interconexiones.
La dura experiencia y el análisis cuidadoso les
enseñaron que si la oferta monetaria y el poder
de compra nacionales aumentaran más de prisa que
la oferta de bienes disponibles para la venta, au
mentarían los precios internos, subirían las impor
taciones y bajarían las exportaciones. La disminu
ción de las exportaciones y el aumento de las im
portaciones generarían entonces una exportación
de oro y plata para compensar la balanza comercial
“desfavorable”. Esto reduciría a su vez la oferta
monetaria interna y la economía nacional langui
decería. Estas relaciones se entendieron en poco
tiempo, y un lema cardinal de los mercantilistas
era el estímulo a una balanza comercial “favora
ble”. Si las exportaciones superan a las impor
taciones —sostenían los mercantilistas—, entra
LOS FRIMEROS TIEMPOS 39
rían oro y plata al país, habría una abundancia
de dinero, se estimularía el crecimiento económico
y crecería la riqueza nacional.
No debe suponerse que el mercantilismo haya
sido el mismo en todas partes. Había grandes di
ferencias entre los países. En Francia, por ejemplo,
donde eran muy importantes los productos lujosos
tales como sedas y linos, tapicerías, muebles y vino,
se hacía hincapié en la estrecha regulación de la
calidad de los productos. Bajo la dirección de Jean
Baptiste Colbert (1619-1683), ministro de finan
zas durante más de veinte años bajo el reinado
de Luis XIV, se crearon gremios nacionales para
regular las industrias principales. Sólo podrían ope
rar los artesanos que fuesen miembros del gremio,
y quedaban sujetos a las regulaciones de la orga
nización nacional. El poder real, apoyado por in
gresos sostenidos derivados del impuesto a la sal,
tenía fuerza suficiente para imponer efectivamente
las regulaciones, y los gremios conservaron su po
der hasta el momento de la Revolución Francesa,
a fines del siglo xvin.
En Inglaterra, en cambio, la regulación de la in
dustria nacional no tuvo éxito debido a que el
gobierno, siempre escaso de dinero, nunca tuvo
fuerza suficiente para administrar con eficacia las
regulaciones. El mercantilismo inglés se orientaba
sobre todo a la expansión del comercio exterior
y el estímulo a las manufacturas. Un resultado de
esta situación fue la desintegración de los gremios
medievales, sobre todo cuando se desarrolló la pro
ducción de textiles en las áreas rurales, y los proce
sos industriales estaban mucho más libres de res
tricciones que los de Francia. Cuando se inició la
Revolución Industrial, a fines del siglo xvni, esta
40 LOS PRIMEROS TIEMPOS
ausencia de gremios dio a la industria inglesa
una gran delantera sobre la francesa y la de otros
países continentales que habían seguido el ejemplo
francés.
Tampoco dentro de los países hubo siempre
acuerdo acerca de las políticas. Era tan grande en
Inglaterra la oposición a las concesiones guberna
mentales de monopolios a individuos y compañías,
que en 1601 la propia reina Isabel hubo de aparecer
ante el Parlamento para apaciguar las objeciones
y prometer reformas. Dos años más tarde, en el
famoso “Caso de los Monopolios”, los tribunales
decidieron en un dictamen señero que aún las
concesiones de monopolios hechas por la Corona
estaban sujetas a las prohibiciones del derecho co
mún contra las restricciones al comercio. En 1624,
el Parlamento prohibió finalmente las concesiones
gubernamentales de monopolios, completando así
los cimientos legales en que se fundan las leyes
antimonopólicas norteamericanas.
Los mercantilistas reconocieron que la riqueza
se producía por el esfuerzo humano en general,
pero estimaban que tal riqueza no se materializa
ría si no se estimulaba al comercio interior y ex
terior, si el intercambio de bienes no permitía que
los productores obtuviesen un beneficio. Por esta
razón hacían hincapié en el crecimiento del co
mercio interior y exterior como clave del incremento
de la riqueza nacional, y en la expansión de la oferta
monetaria como clave del incremento del comercio
exterior. A la pregunta: ¿“Cuál es la fuente de la
riqueza de las naciones?”, los mercantilistas dieron
la primera respuesta: “El comercio.”
En muchos sentidos tenían razón en las circuns
tancias de su época. En los siglos xvi y xvn, las
LOS PRIMEROS TIEMPOS
naciones más poderosas de Europa eran aquellas
que habían desarrollado en mayor medida su co
mercio internacional. El comercio parecía estimu
lar las manufacturas y la agricultura, y crear la
prosperidad, la riqueza y el poder de todo el país*
Las doctrinas mercantilistas tenían una validez de
sentido común derivada de lo que la gente veía
acontecer a su alrededor.
O p o s ic ió n a l m e r c a n t il is m o
LOS FISIÓCRATAS
La v id a f il o s ó f ic a
El in d iv id u a l is m o e n l a vida in g l e sa
El s is t e m a d e l a l ib e r t a d n a t u r a l d e S m it h
DOS RESERVAS
E l c r e c i m i e n t o e c o n ó m ic o
Adam Smith no le interesaban primordial-
Qte estas cuestiones de la justicia de la distri-
:ión del ingreso, que no se convirtieron en tó-
ds importantes para los economistas sino des-
s del surgimiento del socialismo. Smith se inte-
ba mucho más por el crecimiento económico y
vanee de la sociedad a niveles más altos, lo que
bién explicó en términos de las motivaciones
lanas inherentes en la psicología del individuo,
nodo que eran inevitables y naturales en una
idad libre.
gún Smith, el “progreso de la opulencia” es el
Itado directo de tres factores: división del tra-
, ampliación de los mercados y acumulación
rapital. A medida que la productividad aumen-
Dr el efecto de estos factores, “una abundancia
ral se difunde por todos los niveles diversos
i sociedad”.
especialización en la producción y la división
rabajo se basan en una “propensión a permu-
intercambiar una cosa por otra” que según
i es inherentemente humana. Sólo los huma-
nuestran esta propensión: “nadie vio jamás
írro haciendo un intercambio justo y delibera-
: un hueso por otro con otro perro”. Además,
isma inclinación psicológica que lleva a los
res a comerciar, y por ende origina la espe-
ición, los vuelve dependientes unos de otros;
jendra así el complejo tejido social de la eco-
l de mercado. Sin embargo, ésta es una con-
>n obsoleta: el economista moderno sostiene
)s hombres se especializan en la producción
ADAM SMITH 75
L a a p o r t a c ió n d e S m ith
El análisis de la economía de mercado hecho por
Smith hacía hincapié en que el individualismo se
traducía en orden, no en caos. Aunque cada per
sona compite con todas las demás por la riqueza
y el beneficio, su misma competencia desata fuer
zas del mercado que conducen a un incremento
ordenado de la riqueza del país. El deseo de la pros
peridad, aunado a una tendencia natural hacia el
comercio y el intercambio, conduce a la especiali
zación, la inversión de capital, y el crecimiento
económico estable. La economía libre sirve al in
dividuo, cuyos deseos y necesidades se satisfacen por
la tendencia natural de los productores a fabricar
y vender lo que deseen los consumidores. Por lo
tanto, se maximiza el bienestar de la comunidad.
El dilema moral de escritores anteriores se resol
vía con el análisis de Smith, porque ya no había
conflicto entre los beneficios individuales y sociales.
Toda la estructura descansaba en el juego libre,
competitivo, del egoísmo individual. Smith mos
traba que las motivaciones alabadas por Mande-
ville medio siglo antes constituían la fuente del
crecimiento económico, el orden social y el bienes
tar general. El camino hacia la hermandad —por
lo menos en los asuntos económicos— pasa por el
egoísmo competitivo. Adam Smith proveía así a
los filósofos sociales y a los moralistas de respuestas
a los problemas que habían quedado sin solución
durante un siglo.
Además, Smith dotaba a los economistas futuros
del marco analítico de la ciencia de la economía.
Su visión de un equilibrio de mercado competí-
78 ADAM SMITH
tivo que sigue una ruta de crecimiento hacia la
riqueza y la abundancia definía los problemas que
la ciencia de la economía ha afrontado desde en
tonces. Su formulación de las soluciones —el mer
cado autocontrolado y el proceso de la acumula
ción de capital— fue el punto de partida de un
complejo sistema teórico que los economistas pos
teriores han precisado con lujo de detalles. La
contribución puramente científica de Smith ha
sido enorme y, en su estructura básica, su marco
sigue siendo el corazón de la economía científica.
Se advierte sin dificultad por qué La riqueza
de las naciones es uno de los grandes libros de la
civilización Occidental. Por una parte es una polé
mica escrita para su propia época y dirigida en
contra de las prácticas y políticas de gobierno en
tonces existentes. Por la otra, es un tratado filo
sófico que se ocupa de problemas fundamentales del
orden y el caos en la sociedad humana. Por último,
es un tratado científico que analiza los principios
de acuerdo con los cuales funciona el sistema eco
nómico. Los tres tópicos están tan estrechamente
ligados que ningún aspecto del argumento se man
tiene por sí solo, sino que cada uno de ellos apoya
a los demás. El libro es una amalgama fascinante
de ideología, filosofía y análisis científico.
IV. LA ECONOMÍA CLÁSICA
A d a m S m ith fundó una "escuela” de economía.
Particularmente fuertes en Inglaterra, los seguidores
de Smith dominaron el campo en Europa y los
Estados Unidos durante casi un siglo. Represen
taron el enfoque ortodoxo a los problemas y la po
lítica económicos hasta el último cuarto del si
glo xix y estaban unidos por su aceptación del
liberalismo de Smith y de su sistema de la libertad
natural. Su sistema analítico se fundaba en el
equilibrio descubierto por Smith de la oferta y
la demanda en mercados competitivos, y en ge
neral estaban a favor de la libertad de acción para
la empresa y de fuertes limitaciones para el go
bierno. Eran intemacionalistas y defendían el li
bre comercio y el libre movimiento del capital.
“Economía clásica” es el nombre que suele darse
a este estilo de pensamiento.
Además de Smith, cuatro economistas hicieron
contribuciones importantes al sistema clásico. Fue
ron ellos Thomas R. Malthus, David Ricardo, Je-
remy Bentham y Jean Baptiste Say. Estos autores
trataron de analizar la economía en términos de
unos cuantos principios básicos, ya que trabajaron
sobre todo durante el turbulento primer cuarto del
siglo xix, cuando la economía mundial bullía con
los cambios generados por la guerra, la revolución,
el cambio económico, el crecimiento demográfico,
las tecnologías nuevas y las revueltas políticas. Al
obrar así, convirtieron la economía en la primera
“ciencia” social.
79
80 LA ECONOMÍA CLÁSICA
I n g l a t e r r a a n t e l a R e v o l u c ió n F r a n c e sa
R ic a r d o y e l c r e c im ie n t o e c o n ó m ic o
L a e c o n o m ía i n t e r n a c i o n a l
Una de las ventajas de la economía ricardiana
era su aplicabilidad a la economía internacional.
Por primera vez, un análisis de la economía nacio
nal basado en los elementos fundamentales ele la
tierra, la mano de obra y el capital podía apli
94 LA ECONOMÍA CLASICA
carse con rigor a las relaciones económicas inter
nacionales. Esto representaba un gran paso hacia
el desarrollo de la economía como una ciencia.
Una de las metas de toda empresa científica es
la construcción de generalizaciones cada vez más
amplias que incluyan un cuerpo de fenómenos cada
vez más grande. La ciencia avanza eliminando los
detalles y construyendo leyes generales, y la eco
nomía ricardiana lograba esto reduciendo todos los
fenómenos económicos a relaciones fundamentales
entre los factores productivos.
La integración de la economía internacional en
el modelo ricardiano se hizo en dos formas. Pri
mero, Ricardo demostró que la especialización y
la división del trabajo en el plano internacional
eran benéficas para todos los países, y que las
políticas restrictivas del comercio destinadas a pro
teger a los productores nacionales perjudicarían
al país que las impusiera. El libre comercio era
el camino hacia el bienestar internacional y na
cional. El argumento en favor de esta posición, in
corporado en la famosa ley de la ventaja compa
rativa, es complejo, pero Ricardo pudo demos
trar su validez. Demostró que mientras le cueste
menos a Inglaterra la producción de telas que la
de trigo, en comparación con los costos de otros
países, le convendrá a Inglaterra transferir sus
recursos a la manufactura de telas, exportar telas,
e importar trigo de otros países.
Por ejemplo, supongamos que un trabajador in
glés debe emplear un día de trabajo para produ
cir un metro de tela y dos días de trabajo para
producir un kilo de trigo; entonces el trigo costa
rá el doble que la tela en términos de esfuerzo.
Supongamos también que un trabajador francés
LA ECONOMÍA CLASICA 95
debe emplear un día de trabajo para producir cada
uno de estos bienes. En este caso, Inglaterra de
berá producir telas (un día de trabajo), expor
tarlas a Francia, cambiarlas por trigo en relación
de uno a uno, e importar el trigo a Inglaterra. En
esta forma, los ingleses obtendrán, por un día de
trabajo, el trigo que de otro modo deberían pro
ducir con dos días de trabajo. Los franceses tam
bién se beneficiarían. Ellos podrían producir tri
go, enviarlo a Inglaterra y cambiar un kilo de
trigo por dos metros de tela, y enviar la tela a
Francia. También recibirían productos que valen
dos días de esfuerzos por el trabajo efectivo de un
solo día. Ambas partes se beneficiarían de esta es-
pecialización y este libre intercambio.
Pero el proceso no terminaba allí. La exporta
ción de telas inglesas a Francia haría bajar su
precio de venta, y el aumento de la producción in
terna elevaría los costos de producción. Lo mismo
ocurriría con el trigo francés. A medida que ocu
rren estos cambios de precios, el creciente comer
cio de importación-exportación entre los dos paí
ses establecería un equilibrio de precios y comer
cio. Inglaterra produciría y exportaría muchas te
las, pero su producción de trigo sería pequeña y
la mayor parte de su trigo sería importada. Lo
contrario ocurriría en Francia. Los dos bienes se
venderían por precios equivalentes en ambos paí
ses, porque en caso contrario ocurrirían nuevos
cambios en la producción, el comercio, los pre
cios y los costos. En esta forma se establecería un
equilibrio internacional donde se optimizaría el
patrón mundial de la producción.
Este análisis del equilibrio económico interna
cional se complementó con un segundo enfoque,
96 LA ECONOMÍA CLASICA
ahora en el campo del desarrollo económico. En
la sección anterior de este capítulo describimos la
teoría ricardiana de la economía estacionaria, don
de el rendimiento del capital era tan bajo que
sólo ocurría la reposición del equipo de capital
gastado. Sin embargo, al bajar el rendimiento del
capital en un país, los inversionistas que tratan de
maximizar sus beneficios buscarán rendimientos
mayores invirtiendo en países extranjeros menos
desarrollados. Las exportaciones de capital de las
economías maduras fluirán rápidamente hacia los
países de nuevo desarrollo, que a su vez alcanza
rán niveles más altos de producción y riqueza. Por
supuesto, deberán ofrecer estabilidad política y
protección a la propiedad privada, pero fuera de
ese requisito el economista clásico podía prever un
mundo que avanzaría gradualmente hacia la opu
lencia.
En esta forma, Ricardo y sus seguidores aplica
ban los conceptos de Adam Smith de un creci
miento ordenado y un equilibrio del mercado al
sistema económico internacional. Sólo la rivali
dad nacional, con sus aranceles, restricciones co
merciales y guerras podía interferir con el pro
ceso de desarrollo. Resulta quizá irónico que la
parte de su teoría considerada más importante
por Ricardo —la teoría del crecimiento económi
co— haya sido descartada en gran medida por los
economistas modernos, aunque conservan su in
terés en la acumulación de capital. En cambio,
la teoría del equilibrio económico internacional,
que sólo era una parte secundaria del análisis ori
ginal, sigue constituyendo una parte integrante
de la economía moderna, casi en su forma ori
ginal.
LA ECONOMÍA CLASICA 97
L a L e y d e lo s M ercado s de S a y
L a e c o n o m ía c l á s i c a a c t u a l
Los grandes temas de la economía clásica son
tan importantes ahora como lo fueron en tiempos
de Ricardo. Por supuesto, la economía ha cambia
do desde la Revolución Industrial hasta el maduro
capitalismo industrial. Pero las interrelaciones exis
tentes entre los recursos, los hombres y el capital,
siguen siendo fundamentales para los problemas
del bienestar humano. A medida que la población
del mundo se acelera hacia los diez mil millones
de habitantes y más, la trampa de la población mal
tusiana asume una importancia crucial. Los países
industriales avanzados pudieron romper la cone
xión existente entre la producción y la población:
el aumento de la producción no desata el creci
LA ECONOMIA CL4SICA 111
miento demográfico que impide el aumento del
ingreso por persona. Pero muchos países menos
desarrollados descubren que sus poblaciones cre
cientes devoran literalmente las ganancias de la
expansión económica y miles de millones de per
sonas permanecen sumidas en la pobreza.
El problema maltusiano se complica en los países
menos desarrollados por una estructura social que
hace pasar gran parte de la ganancia del creci
miento económico a las manos de grandes terra
tenientes, corporaciones internacionales, y empresas
urbanas. El crecimiento demográfico mantiene
bajos los salarios en las ciudades crecientes del
tercer mundo y crea un desempleo enorme en las
áreas rurales y urbanas. La modei'nización trae
consigo el crecimiento demográfico y extremos de
pobreza y riqueza que exigen una corrección.
Mientras tanto, en los países avanzados, los pro
cesos de acumulación de capital y cambio tecnoló
gico siguen produciendo mayor riqueza y niveles
de vida más elevados: el cuarto de siglo transcu
rrido desde la terminación de la segunda Guerra
Mundial contempló los incrementos más grandes
y sostenidos del bienestar material en la historia
de la civilización occidental. Este crecimiento im
pone también gran presión sobre el ambiente natu
ral a través de la contaminación y del uso creciente
de recursos no renovables. Para fines de los años
sesenta, quedó en claro que el ritmo rápido de
crecimiento no podría continuar indefinidamente
sin grandes cambios en la tecnología de la produc
ción, y que los cambios tecnológicos necesarios no
podrían llegar con rapidez suficiente para sostener
el ritmo del crecimiento. Una pérdida de dinamismo
112 LA ECONOMÍA CLASICA
resultaba inevitable, y en efecto se produjo en los
años setenta.
Estos sucesos de la economía misma volvieron
a dar prominencia a las relaciones fundamentales
existentes entre la población, la acumulación de
capital, la tecnología y el crecimiento económico
que constituyeron el interés central de la economía
clásica. La política económica se interesa cada vez
más en tales cuestiones y, como veremos en el
capítulo x ii, los economistas están volviendo a
ellas y a un renovado interés por los economistas
clásicos. El pronóstico de Ricardo de un final del
crecimiento y la llegada de un "estado estable”
tiene una importancia moderna.
V. EL SOCIALISMO Y KARL MARX
E l s o c ia l is m o moderno surgió como una respuesta
a la era industrial, como lo había hecho la eco
nomía clásica, y así como los economistas clásicos
desarrollaron una ideología para el nuevo orden,
los socialistas desarrollaron una crítica de tal orden.
Algunos socialistas eran idealistas poco prácticos,
soñadores; algunos eran críticos tenaces de la so
ciedad existente y otros revolucionarios, pero to
dos se unían en sus críticas a la nueva sociedad
industrial y en su creencia en la propiedad común,
antes que privada, de los medios de producción.
Los socialistas tenían una visión diferente de la
naturaleza de la sociedad que los economistas clá
sicos, pues sostenían que el tejido social es un
todo orgánico compuesto de clases, no de individuos
independientes como sus elementos esenciales. Des
tacaban el elemento cooperativo de la naturaleza
humana, antes que la motivación materialista de
la búsqueda del beneficio del capitalismo privado,
y defendían el igualitarismo en lugar de la desigual
distribución del ingreso prevaleciente. Los socia
listas podían señalar a menudo las condiciones
económicas existentes —los defectos reales del capi
talismo industrial en apoyo de sus argumentos.
E l s o c ia l is m o y e l c l im a d e o p in ió n
Los acontecimientos económicos y políticos del
medio siglo transcurrido entre 1775 y 1825 pro
veen un marco para comprender el surgimiento
113
114 EL SOCIALISMO Y MARX
del socialismo moderno. Primordialmente impor
tante fue la Revolución Industrial, que permitió
incrementos considerables de los niveles de vida
y oportunidades para la adquisición de gran ri
queza por la nueva clase media. Era claro que las
razones del crecimiento económico eran la indus
trialización, la inversión de capital y la mayor pro
ductividad, y que toda ampliación de las oportuni
dades del mercado permitía nuevos avances.
Sin embargo, para el socialista, el industrialismo
tenía una cara diferente. Los trabajadores de las
nuevas fábricas recibían salarios bajos: aunque
el salario fabril era suficientemente elevado para
extraer mano de obra del campo, el desempleo exis
tente en las áreas rurales significaba que los traba
jadores estaban dispuestos a aceptar salarios muy
bajos. La jornada laboral era prolongada, se em
pleaba a mujeres y niños en gran número y a me
nudo en trabajos arduos y peligrosos, la disciplina
fabril era a menudo dura y rigurosa, y en algunas
áreas las tiendas propiedad de las compañías se
beneficiaban de los derechos exclusivos de venta
entre los empleados. Sobre todo en las industrias
textil y carbonífera, la competencia mantenía ba
jos los precios de venta, y las empresas competían
entre sí reduciendo al máximo los costos de la mano
de obra. Estas deficiencias eran particularmente
evidentes en la primera mitad del siglo xix en In
glaterra, donde principió la Revolución Industrial.
Las' realidades de la vida industrial crearon con
trastes agudos entre la riqueza creciente de los
nuevos industriales y banqueros y la pobreza de
quienes carecían de propiedad, que formaban la
fuerza de trabajo en las fábricas de las ciudades
de barrios miserables. Durante los “hambrientos
EL SOCIALISMO Y MARX 115
años cuarenta” en Inglaterra, Benjamín Disraeli
escribió acerca de “las dos naciones” —los ricos y
los pobres—, mientras que Charles Dickens exami
naba los Hará Times y el público leía el patético
poema de Thomas Hood acerca de la costurera,
Song of the Shirt.
Siempre había habido pobreza, y ricos y pobres
habían coexistido durante largo tiempo. Muchos
hombres habían debido siempre arrebatar una sub
sistencia miserable a una naturaleza recalcitrante.
Pero la industrialización prometía la abundancia.
Por primera vez parecía que sería posible producir
todo lo que los hombres pudieran desear y que
podría resolverse la gran lucha por la existencia.
Pero los grises miserables barrios de Manchester y
la campiña negra de las minas de carbón contaban
otra historia. La promesa y la realidad eran enor
memente diferentes.
En la política prevalecía una diferencia similar
entre los ideales y la realidad. Los revolucionarios
franceses de 1789 habían proclamado “libertad,
igualdad, fraternidad”, y con ese lema los franceses
habían derrocado los privilegios del antiguo orden
y marchado por Europa para barrer los últimos
vestigios del feudalismo y la aristocracia. Las nue
vas creencias en la libertad y la democracia pa
recían estar creando un orden político de demo-
crecia plena, así como la Revolución Industrial
parecía señalar un fin a la pobreza.
Pero la derrota de Napoleón trajo consigo la
reacción y la represión, así como el restablecimien
to del antiguo sistema de posiciones y privilegios.
Aun donde existía el gobierno parlamentario, como
en Inglaterra y Francia, la participación quedaba
limitada a quienes tuvieran propiedades, de modo
116 EL SOCIALISMO Y MARX
que los trabajadores quedaban excluidos del voto.
Aparentemente, la democracia estaba muy bien
para la clase media pero se volvía peligrosa si se
extendía a los trabajadores.
Muchos pensaban que la Revolución Industrial
y la Revolución Francesa constituían el medio para
la realización de algunos de los ideales de todos
los tiempos de la civilización occidental: la abun
dancia, el fin del agotamiento, y el triunfo de
la hermandad y la igualdad. Pero en la oscuridad
de la reacción posnapoleónica todo esto fue trai
cionado, y las depresiones de la posguerra parecían
producir pobrezas y carencias mayores que antes,
ya que el trabajador desempleado no tenía siquiera
un pequeño pedazo de tierra donde cultivar ali
mentos. Para los primeros socialistas resultaba evi
dente que la propiedad privada de los medios de
producción era la fuente de los males de la so
ciedad. La propiedad de las máquinas, fábricas, y
otros recursos de capital permitía que el propietario
obtuviese grandes remuneraciones, que descansara
y recogiera los beneficios mientras otros trabaja
ban. Al mismo tiempo, su posición económica le
daba poder político. A los ojos del socialista, cin
cuenta años de revolución social habían dado ri
queza y poder a unos cuantos propietarios del ca
pital y no a la gran masa de la gente común. La
sociedad en conjunto había sido traicionada en
beneficio de unos cuantos, en opinión de los crí
ticos.
R o b e r t O w e n , u t o p is t a
K a r l M a r x , e l r e v o l u c io n a r io
L a v is ió n m a r x is t a
El análisis de Marx del desarrollo capitalista
se basaba en el supuesto de que én el desarrollo
de la sociedad humana funcionan de continuo dos
glandes fuerzas: una es la lucha de los hombres
contra la naturaleza para obtener la subsistencia
y la comodidad. El desarrollo de la tecnología y el
perfeccionamiento de los métodos de producción
constituyen uno de los resultados de esa lucha, y
en sus primeras etapas el capitalismo representó
un gran paso hacia la abundancia. La producción
fabril y la tecnología de la máquina aumentaron
grandemente el control humano de la naturaleza,
y el carácter competitivo del capitalismo obligaba a
las empresas a reinvertir de continuo sus benefi
cios en nuevos y mejores métodos de producción.
EL SOCIALISMO Y MARX 133
La falla del capitalismo residía en su incapacidad
para continuar este proceso y en los derrumbes o
crisis periódicos que ocurrían.
En opinión de Marx, la lucha por la existencia
llevaba a la segunda gran fuerza productora del
cambio económico y social: .la lucha de unos hom
bres contra otros. Los seres humanos constituyen
un tipo de recurso productivo, y el control sobre
ellos es una de las formas en que unos pocos pue
den aumentar su riqueza y bienestar. Por lo tanto,
sostenía Marx, la lucha por la existencia conduce
inevitablemente a la explotación de unos por otros.
Las primeras manifestaciones de este principio fue
ron la familia patriarcal, la economía de tiempos
antiguos basada en los esclavos, y el feudalismo.
Este último, a su vez, se convirtió en el sistema asa
lariado del capitalismo. Cada uno de estos esta
dios sociales representaba una victoria en la bata
lla contra la naturaleza y marcaba un incremento
de la libertad humana -d e algunos hombres, no
de todos—, y cada uno de ellos se volvía posible
por los adelantos de la tecnología y la organización
social de la producción.
En última instancia, sostenía Marx, la econo
mía podría lograr una abundancia generalizada
y producir suficiente para todos, y en este punto
de la historia humana todos los hombres podrían
ser completamente libres, en lo político y lo eco
nómico. El capitalismo no podía alcanzar esta meta
porque impedía el desarrollo pleno de la tecnología
moderna, se traducía en la cesación periódica de
la acumulación de capital, y creaba las condiciones
de la revolución social. Pero el socialismo sí po
día alcanzar la meta porque eliminaba la explo
tación y las distinciones de clases y porque destruía
134 EL SOCIALISMO Y MARX
los obstáculos que impedían el avance de la pro
ducción.
f Marx concluía que una economía de abundan
cia sólo era posible en una sociedad sin clases.
Cuando llegara la economía de la abundancia, ya
no habría ninguna necesidad de diferencias socia
les o económicas, y la explotación habría termi
nado mucho tiempo atrás^/La distribución del in
greso se basaría en la máxima: “de cada quien de
acuerdo con sus capacidades, a cada quien de acuer
do con sus necesidades”. En este punto terminarían
las dos grandes luchas de la humanidad —el hom
bre contra la naturaleza y el hombre contra el
hom bre-. Éste era el lado positivo del marxismo,
su visión de un mundo de abundancia, igualdad
y libertad.
¿ T e n ía r a zó n M a r x ?
La u t ilid a d m a r g in a l y e l b ie n e s t a r in d iv id u a l
A principios del decenio de 1870, tres econom is
tas diferentes, ignorantes de las ideas de los demás,
desarrollaron una nueva teoría del valor en sus
titución de la antigua teoría del valor trabajo.
Un inglés, un francés y un austríaco, escribieron
en idiom as diferentes, pero sus teorías eran no
tablemente similares, lo que constituye otro ejem
plo de ese fenóm eno observado a m enudo en el
159
160 LA ECONOMÍA NEOCLASICA
desarrollo de la ciencia: el descubrimiento inde
pendiente y simultáneo de un principio nuevo.
En el lapso de diez años, las nuevas ideas habían
invadido triunfantes la profesión económica y eran
aclamadas como un gran descubrimiento por todos,
menos unos cuantos tercos que se aferraban obsti
nadamente al antiguo sistema clásico. Para au
mentar la coincidencia, el descubrimiento llegó po
cos años después de la publicación del ataque de
Marx al capitalismo, donde sustentaba la teoría del
valor trabajo su teoría de la explotación.
Más tarde se descubrió que las nuevas ideas no
eran tan nuevas después de todo. Los principios
básicos de la utilidad marginal habían sido ex
puestos por un matemático italiano un siglo y
medio antes, y durante los cincuenta años ante
riores habían sido publicados por un ingeniero ale
mán, un experto en servicios públicos francés, y
varios economistas ingleses poco conocidos. Hasta
Aristóteles había empleado la idea en su tratado
de ética, y los teólogos católicos habían discutido
conceptos relacionados en los siglos xvi y xvn.
Todos estos escritos habían pasado desapercibidos
hasta que Marx atacó el sistema de empresa pri
vada. Cuando esto ocurrió, la teoría del valor tra
bajo debió ser abandonada, y los economistas de
bieron prestar atención seria a los problemas de
la distribución del ingreso y los ciclos económicos.
Nacía un nuevo enfoque de la ciencia económica.
El nuevo principio era sencillo: el valor de un
producto o servicio no se debe al trabajo incor
porado en él sino a la utilidad de la última unidad
comprada. Tal, en esencia, era el famoso principio
de la utilidad marginal.
LA ECONOMÍA NEOCLASICA 161
Karl Menger (1840-1921), el codescubridor aus
tríaco, enunció mejor el principio básico. Señaló
que el consumidor racional, enfrentado a un gran
número de opciones para el gasto de su ingreso,
tratará de maximizar su satisfacción. Esto se lo
grará cuando el consumidor distribuya su gasto de
tal modo que el último (marginal) peso gastado
en un bien le dé una satisfacción —o bienestar, o
utilidad— no mayor ni menor que el último peso
gastado en cualquiera otra cosa. Si es posible cam
biar un peso de gasto de un bien a otro y aumentar
así la satisfacción total obtenida, el consumidor
racional lo hará, hasta que se iguale la utilidad
"en el margen”. Así se determina la demanda de
cualquier bien ejercida por cualquier consumidor.
Menger presentaba al consumidor como una perso
na que pondera de continuo las ventajas relativas
de cada curso de acción y escoge siempre el que
le dé el mayor incremento de bienestar.
William Stanley Jevons (1835-1882), el codescu
bridor inglés, subrayó otro aspecto del principio
mostrando que la utilidad en el margen dismi
nuye: entre más tengamos de un bien, menos sa
tisfacción obtendremos del consumo de otra unidad
y menos estaremos dispuestos a pagar por ella.
Esto significa que los bienes abundantes serán ba
ratos porque una unidad adicional no vale mucho
para el comprador, aunque el bien mismo sea esen
cial para la vida, como el agua o el pan. En cambio,
los bienes escasos serán caros porque no tenemos
mucho de ellos y una unidad más producirá mu
cha satisfacción al comprador, como ocurre con los
diamantes o los abrigos de visón.
León Walras (1837-1910), el francés que publicó
el mismo principio en los inicios del decenio de
162 LA ECONOMIA NEOCLASICA
1870, tenía otro énfasis. Explicó cómo está ligado
a las decisiones de gasto del consumidor todo el
sistema económico, incluida la producción de equi
po de capital y de materias primas. La economía
es una red sin solución de continuidad de relacio
nes intrincadas entre los precios y las cantidades
compradas donde todo cambio de la asignación de
gastos del consumidor se deja sentir por todo el sis
tema en ajustes minúsculos de la producción y
los precios. Sobre todo en una economía compe
titiva, todo el sistema se ajusta automáticamente
para equilibrar la producción con la demanda.
Esta teoría del valor observaba detrás de la de
manda de un bien para analizar los factores en
que se basaba, mientras que la antigua teoría del
valor trabajo se había concentrado en el lado de
la oferta del mercado y había encontrado que el
valor y el precio se basaban en los costos de pro
ducción, que en última instancia se reducían al tra
bajo. Correspondería a un economista inglés, el
gran Alfred Marshall (1842-1924), conciliar estos
dos enfoques e insistir en que el precio del mer
cado —es decir, el valor económico— se determina
por la oferta y la demanda, que se influyen recí
procamente en una forma muy similar a la descrita
por Adam Smith para la operación de los merca
dos competitivos. Marshall demostró que a largo
plazo los precios de los mercados competitivos ten
derán hacia los costos de producción más bajos
a que se proveerán las cantidades deseadas por los
consumidores. Pero aunque Marshall introdujo de
nuevo los costos de producción en el análisis, él
y la mayoría de los economistas aceptaron el en
foque más amplio de Menger y Walras: el patrón
básico de la producción está determinado por la
LA ECONOMIA NEOCLASICA 163
miríada de decisiones independientes de millones
de consumidores individuales.
Una de las conclusiones más importantes obte
nidas de esta línea de pensamiento fue que un
sistema de mercados libres tiende a maximizar
el bienestar individual. Puesto que se supone que
los consumidores tratan de maximizar sus satisfac
ciones, y dado que la producción está determinada
por los deseos de los consumidores, se sigue que
el resultado será la maximización del bienestar.
El análisis demostraba además que los costos de
producción eran impulsados hacia el nivel más bajo
posible por las fuerzas de la competencia. En cier
to sentido, toda la economía es una máquina de
maximización de placer donde la diferencia entre
beneficios de los consumidores y costos de produc
ción se lleva al más alto nivel posible, suponiendo
que la economía pueda operar sin restricciones.
Estas ideas alejaban todo el enfoque de la cien
cia económica de la gran cuestión de las clases
sociales y sus intereses económicos, subrayada por
Ricardo y Marx, y centraba la teoría económica
en el individuo. Los principios de la distribución
del ingreso, en los que Ricardo había basado su
análisis del progreso del industrialismo y en los
que Marx había hecho descansar su teoría del de
rrumbe del capitalismo, fueron remplazados por
el consumidor individual como el determinante
principal de la actividad económica y el progreso
económico. Todo el sistema económico se repre
sentó alrededor de los consumidores individuales
y sus necesidades.
La economía se transformó en una ciencia com
patible con la filosofía social desarrollada por Her-
bert Spencer y William Graham Sumner, y por
164 LA ECONOMÍA NEOCLASICA
supuesto esa filosofía reflejaba el individualism o
irrestricto que estaba reform ando la faz del mundo.
Los economistas y sus teorías m uy abstractas for
m aban parte del m ism o desarrollo social e inte
lectual que produjo las teorías legales de Stephen
Field y el folklore del individuo que se forjaba a
sí mismo.
J u st ic ia e c o n ó m ic a : l a d is t r ib u c ió n del ingreso
El m é to d o c ie n tífic o
E l N uevo T rato
Jo h n M aynard K eynes
C l im a d e o p in ió n a m e d ia d o s d e l o s a ñ o s t r e in t a
E l s ig n if ic a d o d e l a e c o n o m ía k e y n e s ia n a
L a p l a n if ic a c ió n e n l a U n ió n S o v ié t ic a
La t e o r ía d e l a p l a n if ic a c ió n
G r a n e m p r e s a , g r a n sin d ic a t o , g r a n g o b ie r n o
La s ín te s is p o sk e y n e sia jv a
L a d is e n s ió n c o n s e r v a d o r a
Las políticas monetarias y fiscales intervencio
nistas de la síntesis poskeynesiana le valieron el
ataque de un grupo de economistas neoclásicos con
servadores que reafirmaron las virtudes de la eco
nomía competitiva de empresa privada. Había dos
corrientes en esta reafirmación, una antigua y otra
nueva.
La corriente antigua fue la economía neoclásica
austríaca de Menger y sus seguidores, reformulada
por un grupo de académicos europeos educados en
esa tradición. Uno de los miembros de este grupo era
Friedrich von Hayek (nacido en 1899), de la Uni
versidad de Chicago, cuyo ataque a la planifica
ción socialista ya hemos mencionado. Otro era
Ludwig von Mises (1881-1973), de la Universidad
de Nueva York, quien defendía vigorosamente el
mercado libre como el único antídoto seguro con
tra el poder político centralizado y la única forma
284 LA ECONOMÍA MIXTA
de asegurar la supervivencia del individualismo.
Su homólogo europeo es Wilhelm Rópke (nacido
en 1899), del Instituto de Estudios Internacionales
de Ginebra, Suiza. Todos estos hombres condena
ron por igual el surgimiento del socialismo moder
no, el intervencionismo keynesiano de los reforma
dores modernos, y las medidas de beneficencia
adoptadas por los gobiernos contemporáneos. El tér
mino más adecuado para describirlos es el de liber
tarios, la libertad individual por encima de todo.
Para ellos, cualquier clase de intervención guber
namental es una amenaza a la libertad individual.
La corriente nueva del disentimiento conservador
adquirió prominencia en los años sesenta. Tiene
su sede en la Universidad de Chicago, y su chef
d’école en Milton Friedman (nacido en 1912). Fried-
man es un vigoroso defensor de las virtudes de una
economía competitiva de libre empresa, pero al
contrario de los libertarios destaca la necesidad de
que el gobierno cree un marco donde el mercado
libre pueda funcionar con mayor eficacia. Al asu
mir esta posición, sigue la tradición de Henry C.
Simons (1899-1946), profesor de Friedman en la
Universidad de Chicago.
Simons no escribió mucho —la obra de su vida
es un grupo de ensayos que apenas integran un
volumen modesto— pero ejerció gran influencia.
Un solo ensayo, A Positive Program for Laissez
Paire, estableció un programa de reforma para ha
cer que la empresa privada competitiva volviera
a la vida y conservara su vitalidad, tal como Si
mons contemplaba la situación en 1934:
... eliminar todas las formas de poder monopólico
en el mercado, incluir la fragmentación de grandes
LA ECONOMÍA MIXTA 285
corporaciones oligopólicas y la aplicación de las leyes
antimonopólicas a los sindicatos. Podría utilizarse
una ley federal de incorporación para limitar el ta
maño de las empresas, y cuando la tecnología requiera
empresas gigantescas por razones del bajo costo de
producción, el gobierno federal deberá poseerlas y ope
rarlas.
... promover la estabilidad económica mediante la
reforma del sistema monetario y el establecimiento
de reglas constantes para la política monetaria.
... reformar el sistema tributario y promover la
igualdad a través del impuesto al ingreso.
... abolir todos los aranceles.
... limitar el desperdicio restringiendo la publicidad
y otras prácticas mercantiles dispendiosas.
El programa de Simons se orientaba contra la pre
servación artificial de los privilegios y las restric
ciones del mercado, al mismo tiempo que estaba
a favor de la competencia y el individualismo. No
olvidaba la inestabilidad, la desigualdad y el gasto
dispendioso, sino que buscaba medidas para redu
cirlos o eliminarlos.
Un contemporáneo de Simons en la Universidad
de Chicago, írank H. Knight (1885-1972) —ambos
se convirtieron en profesores de dicha universidad
en 1927—, ayudó también en forma importante a
la formulación de la economía neoclásica conser
vadora en los Estados Unidos. Knight fue el teórico
que equilibraba el énfasis de Simons en la polí
tica económica. La economía neoclásica había sido
atacada en los años veinte por los defensores de
una distribución más igualitaria del ingreso y de
una mayor intervención del gobierno en la econo
mía. Knight se dedicó primordialmente a dar res
puesta a tales ataques mediante una definición
286 LA ECONOMIA MIXTA
más cuidadosa de los términos y un análisis más
preciso. El resultado fue una presentación mejor
de la teoría del mercado libre basada en el in
dividuo económico como actor principal. Knight
reconoció que la teoría no estaba completa y en
ocasiones no correspondía a la realidad, pero sos
tuvo que era útil. Esta posición metodológica cons
tituyó un pilar de la “escuela” de Chicago y del
enfoque desarrollado más tarde por Friedman.
Milton Friedman es hoy el representante más
importante de la filosofía liberal clásica que se re
monta a la economía de Adam Smith. Sostiene que
los beneficios derivados de una política de laissez fai
te son mucho más deseables que los obtenidos de las
políticas intervencionistas que modifican la opera
ción de los mercados libres para resolver algunos
problemas inmediatos. Veamos las leyes del salario
mínimo, por ejemplo. Destinadas a beneficiar a
los trabajadores de salarios bajos mediante el in
cremento de sus ingresos, Friedman sostiene que
tienen el efecto contrario. Al volver demasiado cos
tosa para los patrones la contratación de tales traba
jadores, las leyes aumentan el desempleo y em
peoran la posición económica de todos los que se
encuentran en el escalón más bajo de la pirámide
económica. Toda una serie de ejemplos semejantes
aparece en el muy popular libro de Friedman Ca-
pitalism and Freedom (1962), la raíz de cuyo ar
gumento es que las medidas rectrictivas del mer
cado libre generan pérdidas antes que ganancias,
mientras que la libertad económica se traduce en
mayor bienestar a largo plazo.
El ejemplo más importante de la intervención
gubernamental en la economía de hoy es la pla
nificación macroeconómica de la síntesis poskeyne-
LA ECONOMÍA MIXTA 287
siana. Las críticas más vigorosas de Friedman se
dirigen contra el uso de la política fiscal para es
tabilizar la economía, y su defensa más fuerte apo
ya la política monetaria, pero de un tipo especial
basado en las propuestas de política económica
de Simons.
Friedman sostiene que resulta muy difícil com
pensar con el gasto público o las modificaciones
tributarias las fluctuaciones del sector privado. No
sólo resulta difícil el pronóstico del movimiento
del ciclo económico, sino que, como dice Friedman:
Es probable que exista una demora entre la necesidad
de acción y el reconocimiento de tal necesidad por
el gobierno; otra demora entre ese reconocimiento y
la acción misma; y una demora más entre la acción
y sus efectos.
El resultado es que “la acción correctora puede
convertirse a su vez en otro error”, porque se im
parta un estímulo cuando el gasto debiera ser fre
nado, o a la inversa.
Friedman cree que el sistema monetario tiene
un efecto sobre la actividad económica mucho más
importante que el de la política fiscal. Para apoyar
su posición revivió y revitalizó la teoría cuanti
tativa del dinero —la idea de que la cantidad de
dinero determina el nivel general de precios—, de
mostrando que el sistema monetario afecta el nivel
de la demanda agregada en una gran diversidad
de formas sutiles. Los poskeynesianos nunca han
negado la importancia de las políticas monetarias;
por el contrario, trataron de usarlas como uno de los
dos pilares de la política macroeconómica en coor
dinación con la política fiscal. Pero aun sobre este
288 LA ECONOMIA MIXTA
punto se aleja Friedman de los poskeynesianos. No
le agrada el uso activo de la política monetaria.
No quiere dinero fácil para la promoción del em
pleo pleno ni dinero difícil para impedir la in
flación. Sostiene que los efectos a largo plazo de
cada una de estas medidas pueden ser contrarios
a los efectos buscados a corto plazo. Quiere una
política monetaria neutral orientada hacia las ne
cesidades del crecimiento a largo plazo. Friedman
prescribe un aumento gradual y uniforme de la
oferta monetaria, a un porcentaje anual fijo, para
ayudar a la expansión económica y el crecimiento.
¿Pero qué decir de los ciclos económicos y las
depresiones? ¿No dejarán las políticas de Friedman
a la economía completamente a merced de otra
depresión severa? Friedman sostiene que no ocu
rrirá tal cosa, y para demostrarlo analizó en com
pañía de Anna Schwartz la historia monetaria de
los Estados Unidos donde se observa que el sistema
monetario ha sido siempre la causa principal de
la inestabilidad del empleo y la producción. Estos
hallazgos se publicaron en A Monetary History of
the United States (1963). Una gran parte de este
libro se dedica a la demostración de la forma en
que las políticas monetarias del Sistema de la Re
serva Federal ayudaron primero a crear la Gran
Depresión de los años treinta y luego la empeora
ron en gran medida. La implicación es clara: esta
bilicemos el sistema monetario y la estabilidad eco
nómica vendrá por sí sola.
Friedman y sus seguidores, llamados “moneta-
ristas” por la importancia que imputan a los factores
monetarios, sostienen también que el gasto guberna
mental destinado a impedir las recesiones es una cau
sa importante de la inflación. Los valores públicos
LA ECONOMÍA MIXTA 289
vendidos para financiar un déficit representan más
deuda en la economía, añadida a la deuda privada
y pública generada por una economía de pleno
empleo. Una vez que la economía regresa a un
nivel de actividad de pleno empleo, sostienen los
monetaristas, debe aumentarse la oferta monetaria
para soportar la deuda adicional. Con una oferta
monetaria mayor, el nivel de precios se verá for
zado a subir a medida que se aproxima el pleno
empleo. Así pues, un déficit creado por la recesión
se “monetiza” por acción de las autoridades mo
netarias a medida que la economía avanza hacia
el pleno empleo, y los precios suben. Las recesiones
pueden evitarse, pero sólo a costa de la inflación.
El ataque a las políticas poskeynesianas desatado
por Friedman y la escuela de Chicago rompió el
dominio casi total de la macroeconomía keynesiana
en la formulación de la política económica guber
namental. Demostró que el dinero es importante.
Gran parte del trabajo de los monetaristas se está
integrando ya al cuerpo mayor de la teoría econó
mica. Pero subsiste un área de profundo desacuer
do, centrada en las diferencias fundamentales entre
el activista liberal que defiende una acción guber
namental vigorosa para la solución de los proble
mas de la sociedad y el liberal del laissez faire para
quien tal camino constituye un error. Este último
desea que el gobierno sólo establezca y mantenga un
marco donde pueda funcionar con eficacia el mer
cado libre. El liberal del laissez faire se apega al
enfoque neoclásico y no acepta la macroeconomía
keynesiana.
290 LA ECONOMÍA MIXTA
J o h n K e n n e t h G a l b r a it h : c r ític o l ib e r a l
La e c o n o m ía r a d i c a l
P r o b l e m a s d el c r e c im ie n t o e c o n ó m ic o
L a e c o n o m ía i n t e r n a c i o n a l
En la economía internacional surgen problemas
igualmente perturbadores. El crecimiento económi
co observado después de la segunda Guerra Mun
dial incluyó un gran incremento del comercio in
ternacional. Las reducciones de los aranceles y las
barreras comerciales ayudaron a este desarrollo,
y el sistema financiero internacional creado por
los Acuerdos de Bretton Woods de 1945 proveyó
31? LA CRISIS CONTEMPORÁNEA
una base financiera estable para el comercio y
la inversión internacionales. Parecía haber lle
gado una nueva época de prosperidad mundial
basada en los beneficios de la especificación y
el comercio, hasta que empezaron a aparecer fi
suras en los años sesenta.
El desarrollo de un sistema bancario mundial en
gran medida independiente de los sistemas y con
troles bancarios de cualquier país creaba un pro
blema nuevo. Este sistema llamado “Eurobanco”
se ocupa de préstamos, depósitos e inversiones en
una gran diversidad de monedas nacionales. Aun
que los bancos participantes tienen su sede en paí
ses individuales como los Estados Unidos, Japón, o
Alemania, sus transacciones con otras monedas es
capan en gran medida al control de las autoridades
monetarias. Por ejemplo, si un banco suizo presta
liras italianas a un armador griego para el finan-
ciamiento de compras de maquinaria alemana, el
préstamo no cae bajo la autoridad o la regulación
de las autoridades monetarias de ninguno de esos
países y no está sujeto a sus políticas monetarias.
El sistema monetario mundial tiene ahora una parte
importante que en gran medida está libre de todos
los controles, excepto los establecidos por los ad
ministradores privados de los propios bancos inter
nacionales. Hay en la economía mundial una gran
capacidad potencial de expansión monetaria exce
siva y de inestabilidad que no existía hace veinti
cinco años.
El primer episodio de la expansión excesiva, con
consecuencias muy graves, se produjo a fines de los
años sesentas y principios de los setentas. Alimenta
das en gran medida por dólares provenientes de los
déficit de balanza de pagos de los Estados Unidos
LA CRISIS CONTEMPORANEA 313
(es decir, se gastaba en el exterior una cantidad
mayor que la obtenida de las exportaciones), las
reservas del sistema de Eurobanco aumentaron rá
pidamente. Esto condujo a una gran expansión de
los préstamos bancarios y a una duplicación de la
oferta monetaria europea en el breve lapso de cinco
años. Esta expansión monetaria incontrolada con
tribuyó significativamente a la inflación de 1968-
1973, ya que ocurría en lo más álgido del gasto
militar norteamericano para la guerra de Vietnam.
Los precios del petróleo aumentaron en 1973-1974
e intensificaron la presión inflacionaria. La absor
ción de cualquiera de estos fenómenos por las es
tructuras mundiales de precios habría resultado di
fícil; en conjunto, produjeron uno de los peores
episodios de inflación mundial de los últimos dos
cientos años.
Por supuesto, a la inflación siguió la depresión.
Los precios aumentaron más de prisa que los in
gresos y el poder real de compra bajó, generando una
declinación de la producción y un aumento del
desempleo. Pero debido a que los precios crecientes
siempre tardan algún tiempo para afectar toda la
estructura de precios, continuaron aumentando
aun durante el peor desempleo de mediados de los
años setenta. En algunos sentidos, el desempleo y
la inflación simultáneos del período podían en
tenderse sin dificultad en los términos tradicionales.
Pero había una diferencia importante: tanto la
inflación como la depresión tenían alcances mun
diales, por encima de las fronteras nacionales. Las
políticas destinadas a corregir la inflación, toma
das por gobiernos singulares en países individua
les, tenían escaso efecto sobre una inflación cuya
fuente y cuyos alcances eran internacionales.
314 LA CRISIS CONTEMPORANEA
Así pues, para mediados de los años setenta el
sistema financiero y monetario internacional había
introducido en la economía mundial una fuente de
inestabilidad nueva y todavía no controlada. La
expansión y la contracción erráticas de la oferta
monetaria mundial eran ahora una posibilidad,
por la falta de control de la política monetaria.
Las dificultades económicas de un país podían trans
mitirse rápidamente a otros países, mediante trans
ferencias rápidas de capital por la vía del sistema
de Eurobanco y por un sistema de tasas de cambio
flotantes entre las monedas nacionales. Los bancos
centrales de los principales países industriales, como
el Sistema de la Reserva Federal en los Estados
Unidos, se encontraron con una influencia consi
derablemente reducida sobre todos los eventos eco
nómicos.
Otros problemas más fundamentales surgieron
en la economía internacional a medida que la in
dustrialización se difundía en las áreas menos des
arrolladas. Se movilizó el capital desde los paí
ses avanzados, y también desde el interior de los
países subdesarrollados, para promover la indus
tria, la minería y la agricultura comercial; las
corporaciones internacionales y los programas de
ayuda gubernamentales mostraban el camino. Hay
ahora un gran debate entre los economistas y entre
los habitantes de los países subdesarrollados acer
ca de si los efectos de este desarrollo son del
todo deseables, y todavía no disponemos de todos
los datos pertinentes. Uno de sus resultados ha
sido sin duda el de los mayores ingresos y mejores
niveles de vida para muchas personas. Pero los
beneficios han sido desiguales. En la mayoría de
los países subdesarrollados ha surgido un nú
LA CRISIS CONTEMPORANEA 315
mero relativamente pequeño de hombres muy ricos,
al lado de masas de hombres muy pobres. Este
desarrollo desigual genera inestabilidad política,
la que a menudo se combate con represión cuando
se producen disturbios. El desarrollo económico
de esta clase es incompatible con la democracia en
muchas partes del mundo.
La modernización produce también altas tasas
de crecimiento demográfico. Las medidas moder
nas de salud pública y los programas de salubridad
han hecho bajar las tasas de mortalidad mientras
las tasas de natalidad siguen siendo elevadas. La
población excedente resultante hace bajar los sa
larios, lo que atrae la inversión de capital de empre
sas multinacionales. La expansión económica atrae
más población excedente de las áreas rurales que
pasa a vivir en barrios urbanos miserables, donde
la pobreza mantiene elevadas las tasas de natalidad
y añade presión descendente a los salarios, mien
tras propietarios y administradores se hacen ricos.
Mientras tanto, en el campo, las familias campe
sinas reaccionan ante la pérdida de población por
la migración a las ciudades como siempre lo han
hecho: procreando más hijos. Se establece un círcu
lo vicioso de la modernización, que puede perpe
tuarse en forma indefinida. Este patrón se observa
en gran parte de América Latina y Asia, pero en
menor medida en África, dada su estructura social
tribal más bien que campesina. Pero en todo el
mundo subdesarrollado, los problemas del des
arrollo desigual empeoran por la producción de
exportaciones agrícolas como el azúcar o el cacao
en lugar de los alimentos básicos para el consumo
interno. Es posible que el desarrollo económico y
la modernización estén intensificando las presio
316 LA CRISIS CONTEMPORANEA
nes demográficas y la pobreza en lugar de miti
garlas.
La población mundial sigue aumentando con
rapidez. Hace apenas doscientos años no llegaba
a mil millones de habitantes, pero en 1975 ya lle
gaba a cuatro mil millones, y si no se controla
podrá llegar a más de diez mil millones de ha
bitantes quizá en cincuenta años. Pero el control
existirá. El hambre, la enfermedad, y quizá la gue
rra, nivelarán la población. Algunos expertos de
mógrafos de las Naciones Unidas prevén ahora
una población mundial de seis mil a siete mil mi
llones de habitantes para mediados del siglo pró
ximo. A ese nivel, y con la producción de alimentos
previsible, más de la mitad de la población del
mundo apenas podrá subsistir. Toda reducción
del abasto de alimentos debido a las sequías, podrá
desencadenar la inanición masiva y quizá terribles
perturbaciones políticas. Hemos entrado a una épo
ca donde la relación existente entre alimentos y po
blación constituye una gran preocupación.
Una de las razones de la preocupación es la
distribución desigual del control sobre los recursos.
Los países relativamente ricos, con su población
relativamente estable y sus niveles de vida cre
cientes, usan la mayor parte de los recursos del
mundo. También poseen la mayor parte de la ri
queza del mundo y el control de la mayor parte
del capital del mundo. Los países subdesarrolla
dos tienen niveles de vida mucho más bajos y
consumen menos por persona, pero sus poblaciones
crecen rápidamente./ Aun si llegaran a controlar
el crecimiento de su población en los próximos
cincuenta años, es probable que nunca alcancen
los niveles de consumo por persona de los países
LA CRISIS CONTEMPORANEA 317
ricos. Simplemente no hay recursos suficientes en
el mundo para que ello ocurra, por lo menos con
los patrones actuales de consumo y uso de re
cursos.
Estos problemas pasaron a primer plano a fines
de los años sesenta y principios de los setenta. El
crecimiento económico mundial parecía estar ge
nerando una trampa maltusiana, por lo menos en
algunas partes del mundo subdesarrollado, al mis
mo tiempo que las privaba de una porción con
siderable de sus recursos. Ya no podrían sos
tener los economistas que la canalización de una
parte de los dividendos del crecimiento, de los
países avanzados hacia las regiones subdesarro-
lladas, aseguraría el crecimiento autosostenido y
el mejoramiento de los niveles de vida del Tercer
Mundo.
El c o n f l i c t o i d e o l ó g i c o y e l g a s t o m i l i t a r
El gasto militar en gran escala contribuyó tam
bién a los problemas de la economía mundial. La
división del mundo en un bloque capitalista y
otro comunista, encabezados por los Estados Unidos
y la Unión Soviética respectivamente, generó una
rivalidad militar, política y económica. La política
norteamericana de contención trataba de aislar de
la influencia comunista la mayor porción posible
del mundo, y tuvo el efecto de mantener abiertas
las áreas no comunistas a la expansión del co
mercio y la inversión. En esta forma, la política
de contención ayudó a promover la gran era de
prosperidad mundial que siguió a la segunda Gue
rra Mundial.
318 I.A CRISIS CONTEMPORANEA
La contención y la rivalidad política y económica
generaron grandes gastos militares norteamericanos
y soviéticos, junto con el desarrollo de las armas
nucleares, los proyectiles teledirigidos y el equipo
electrónico de apoyo. El nuevo arsenal contribuyó
en gran medida a los cambios tecnológicos que
ayudaron a promover la inversión y la mayor pro
ductividad en todos los países industriales, y los
grandes gastos militares ayudaron a soportar los al
tos niveles de demanda agregada que generaron
prosperidad y crecimiento económico durante los
años cincuenta y sesenta. En estos sentidos, el gasto
militar constituyó un apoyo positivo de las econo
mías industriales. Pero en la URSS los grandes
gastos militares impedían los incrementos de la
producción de bienes de consumo, y la incapacidad
del gobierno soviético para acrecentar adecua
damente los niveles de vida contribuyó sin duda a
la continuación del autoritarismo político, lo que
intensifica la rivalidad internacional y el anta
gonismo con los Estados Unidos.
Pero el gasto m ilitar tiene dos caras, aun en
una economía de empresa privada: las armas se
usan para la destrucción, no para el beneficio hu
mano; y las armas modernas se vuelven obsoletas
con rapidez. En lugar de utilizar mano de obra
y recursos naturales para producir bienes de con
sumo o de capital que incrementen la producción
en el futuro, la producción de armas es siempre un
desperdicio. Podrá considerarse políticamente ne
cesaria, pero no aumenta directamente el bienestar
económico. Es por esto que los economistas de
todos los credos políticos prefieren la paz a la gue
rra: los recursos empleados en la producción de
LA CRISIS CONTEMPORANEA 319
cañones significan menos recursos disponibles para
la fabricación de mantequilla o arados.
Además, el dinero gastado en armas se convierte
en poder de compra para los consumidores, pero
las armas no entran al mercado para absorber
poder de compra. Si la producción de armas au
menta cuando la economía se encuentra en el uso
pleno de su capacidad de producción o cerca de
él, el resultado es la inflación: el poder de compra
aumenta, pero la cantidad de bienes disponibles
para la venta se reduce por la desviación de la
capacidad de producción de los bienes civiles a
los militares.1
La guerra de Vietnam tuvo efectos inflacionarios
particularmente fuertes. El gobierno norteamerica
no trató de financiar la guerra sin aumentar con
siderablemente los impuestos,, para que una gue
rra impopular no se volviese más impopular toda
vía. Los precios aumentaron por la desviación de la
producción hacia usos militares, los grandes dé
ficit presupuestaos, y el aumento de la oferta mo
netaria. La inflación, aunada a los grandes gastos
militares en el exterior, generó déficit enormes
en la balanza de pagos de los Estados Unidos a
principios de los años setenta. A su vez, estos
déficit derramaron grandes cantidades de dólares de
los Estados Unidos a los mercados monetarios del
mundo, con tres resultados: la gran expansión
de los préstamos del Eurobanco ya mencionados,
i Ni siquiera un aumento de los impuestos basta para
eliminar estas presiones inflacionarias. Las recaudaciones
tributarias se gastan de inmediato, regresando el poder de
compra a los consumidores, mientras que la desviación de
la producción hacia fines militares continúa.
320 LA CRISIS CONTEMPORANEA
que aumentó la inflación mundial; la devaluación
del dólar, que promovió mayor inflación dentro
de los Estados Unidos, y el derrumbe del sistema
de tasas de cambio estables de Bretton Woods.
Terminaba una época con la derrota militar, una
política exterior desacreditada, y el desastre eco
nómico por todo el territorio.
T res t e o r ía s p e r t u r b a d o r a s
L a c o n t r o v e r s ia d e l o s d o s C a m b r id g e s
Llegamos ahora a uno de los aspectos difíciles
de la teoría económica contemporánea: la contro
versia sobre el capital de los “dos Cambridges”,
llamada así porque los principales adversarios están
relacionados con las universidades de Cambridge,
Inglaterra y Cambridge, Estados Unidos. Todavía
irresuelta, la controversia se refiere a problemas teó
ricos muy intrincados del capital y el crecimiento
económico en los niveles más altos de la teoría
pura, pero las cuestiones son fundamentales para
toda la estructura del pensamiento económico.
Éste es el problema: en la microeconomía neo
clásica, el análisis del lado del consumidor en el
mercado es relativamente simple: se presume que
los consumidores maximizan la utilidad derivada
de los bienes que compran. La utilidad, como quiera
que se defina, es la característica común aportada
por todos los bienes, lo que los hace comparables
entre sí independientemente de sus demás carac
terísticas. La teoría de la producción no es tan
sencilla. Se supone que los productores minimizan
sus costos de producción. Pero los costos son sólo
precios, y estos precios dependen a su vez de los
LA CRISIS CONTEMPORÁNEA 329
costos de alguien más; no hay ningún elemento
como la utilidad que provea una base o una medi
ción común. El argumento es potencialmente circu
lar, sobre todo en lo tocante a los insumos de ca
pital. El capital —cosas como las máquinas o los
edificios de las fábricas utilizadas en la producción
de bienes finales— obtiene su valor del beneficio
que gana, lo que depende de los precios del pro
ducto final. Pero esos precios dependen de los
costos, uno de los cuales es el valor del capital.
El economista se encuentra en la posición infor
tunada de definir y valuar el capital en términos
de sí mismo, lo que constituye un argumento clási
camente circular. Además, si el capital no puede
definirse adecuadamente en unidades mensurables
en forma independiente, ¿cómo podemos demostrar
que gana un rendimiento igual a su contribución
a la producción? Los únicos caminos para salir de
esta dificultad consisten en considerar el capital
sólo como un producto intermedio, colocado entre
el trabajo y el producto final, o en encontrar algún
procedimiento para definir y medir el capital in
dependientemente del valor del producto final,
algo que no se ha hecho todavía. Estos fueron al
gunos de los problemas planteados por Joan Ro-
binson, de Cambridge, Inglaterra, en un artículo
aparecido en 1953: “The Production Function and
the Theory of Capital”, el ensayo que inició el
debate.
Todo esto puede parecer muy alejado de la
realidad, pero no lo está. La productividad del
capital es un elemento fundamental en la ideolo
gía del capitalismo y en las teorías neoclásicas de
la producción y la distribución del ingreso. Por
que si sólo el trabajo es productivo y el capital
330 LA CRISIS CONTEMPORANEA
es sólo un producto intermedio, no hay una res
puesta fácil a Marx y los socialistas, cuya afirma
ción de que el trabajo es explotado bajo el capi
talismo resultaría verosímil. Al suscitar dudas acer
ca de las teorías neoclásicas aceptadas de la distri
bución del ingreso y la producción, Joan Robinson
revivió el debate acerca de la conveniencia del
capitalismo que la teoría económica neoclásica pa
recía haber terminado.
Otros dos sucesos teóricos contribuyeron a la
controversia. Piero Sraffa, un economista italiano,
en Cambridge, Inglaterra, desde fines de los años
veinte, publicó un volumen breve y muy abstracto,
Production of Commodities by Means of Commodi-
ties (1963), donde los bienes de capital son en efecto
productos intermedios, el tiempo de trabajo es el
insumo básico, y se elimina la circularidad del razo
namiento. Sin embargo, en el modelo de Sraffa la
distribución del ingreso se determina fuera de la es
fera de la producción —quizá por\la lucha de clases,
algo que no aclara Sraffa—y no es un resultado de la
producción como en el modelo neoclásico. La sepa
ración hecha por Sraffa de la teoría de la producción
y la teoría de la distribución del ingreso es un aban
dono importante del concepto neoclásico del equili
brio general. Los economistas empezaron a advertir
también que la teoría de la producción de Sraffa es
similar a otras dos desarrolladas antes por Wassily
W. Leontief (1941) y John von Neumann (1945).
Fuera del grupo de Cambridge, Inglaterra, había
otros economistas insatisfechos con la teoría neo
clásica de la producción y la distribución.
Mientras tanto, algunos teóricos poskeynesianos
se venían ocupando del desarrollo de un análisis
del crecimiento económico, para mostrar la forma
LA CRISIS CONTEMPORANEA 331
como el equilibrio de mercado de empleo pleno
podía progresar con regularidad a través del tiem
po por una ruta de crecimiento equilibrado. En
este análisis, la fuerza de trabajo, el capital y la
producción tenderían a crecer a la misma tasa,
mientras el cambio tecnológico y la mayor produc
tividad mejoraban los niveles de vida. Gran parte
de este trabajo se realizó en Cambridge, Estados
Unidos, y se convirtió en objeto del ataque del
grupo de Cambridge, Inglaterra.
La teoría del crecimiento de Cambridge, Esta
dos Unidos, contenía el supuesto de que los bienes
de capital son libremente sustituibles entre sí y
con otros factores de la producción tales como la
mano de obra. Ese supuesto era necesario también
para la teoría de la distribución del ingreso —re
cordemos la teoría de la productividad marginal
explicada en el capítulo vn— que formaba parte
del equilibrio económico que avanza a través del
tiempo en la teoría del crecimiento equilibrado de
Cambridge, Estados Unidos. El grupo de Cambrid
ge, Inglaterra, concentró su ataque en este supuesto
aparentemente inocente de la flexibilidad y susti-
tuibilidad del capital.
Joan Robinson había mencionado brevemente,
al final de su artículo de 1953 y casi como de paso,
un fenómeno “curioso” observado por un colega
de Cambridge: bajo ciertas circunstancias un au
mento de las tasas de interés puede hacer que los
productores sustituyan mano de obra por capital,
contra la doctrina neoclásica aceptada de que un
costo mayor del capital hará que las empresas usen
menos capital y más mano de obra. Este fenómeno,
que se llamó “recambio,”, resultaba incompatible
con la sustitución regular y flexible de mano de
332 LA CRISIS CONTEMPORANEA
obra por capital necesaria para llegar al equilibrio
neoclásico de la producción, su distribución del
ingreso, y un patrón regular de crecimiento equi
librado.
¿Qué es el “recambio”? Veamos un ejemplo uti
lizado por Pául Samuelson, de Cambridge, Esta
dos Unidos, en un artículo publicado en 1966 don
de acepta la corrección de la posición de Cambrid
ge, Inglaterra, sobre esta cuestión. Consideremos
la producción de vino, que utiliza grandes canti
dades de mano de obra en relación con el capital
en el primer año, cuando se produce el vino fresco;
pero a medida que el vino se guarda para su añe-
j amiento, se requieren grandes cantidades de capital
y muy poca mano de obra. Postulemos ahora un au
mento de la tasa de interés. Los productores con
servan el vino durante menos tiempo porque el
costo de tal conservación ha aumentado, y el pro
ceso de producción en conjunto se vuelve más
intensivo en mano de obra. Hasta aquí, funciona
el modelo neoclásico. Pero continuemos aumen
tando la tasa de interés. El costo de conservación
del vino hasta su añej amiento se vuelve ahora tan
grande que los productores cambian a métodos
de producción nuevos que utilizan más capital y
menos mano de obra en las etapas iniciales para
que el vino se añeje más de prisa. Al “cambio”
inicial hacia un patrón de producción más inten
sivo en mano de obra sigue un “recambio” hacia
otro patrón más intensivo en capital, en ambos
casos debido a la elevación de las tasas de interés.
Es claro que si el recambio es un fenómeno gene
ral y no sólo un caso especial, no se encontrará
la sustituibilidad regular necesaria en la teoría
neoclásica y el análisis actual de la producción,
LA CRISIS CONTEMPORANEA 333
la distribución del ingreso y el crecimiento equi
librado se encuentra en problemas.
Así es como se encuentra en esencia el debate,
sin resolución, sin reformulación, y con ambos ban
dos observándose con ira académica. El grupo de
Cambridge, Inglaterra, ha elaborado un análisis
del crecimiento económico compatible con la teoría
de la producción de Sraffa, encabezado por el ita
liano Luigi Pasinetti (1963), pero estas ideas son
anatema para los economistas de Cambridge, Es
tados Unidos. Sólo una minoría de economistas
profesionales apoya las ideas de Cambridge, In
glaterra. Pero el grupo de Cambridge, Estados Uni
dos, no ha podido reparar las grandes brechas que
ahora se sabe existen en la lógica fundamental
de la microeconomía neoclásica.
L a e c o n o m ía d e l f u t u r o
La ciencia económica está entrando a una nueva
era: un cambio dramático de dirección y orienta
ción está en el aire. El antiguo sistema de pensa
miento basado en la macroeconomía keynesiana y la
microeconomía neoclásica —lo que hemos llamado
la síntesis poskeynesiana— ya no cuenta con el
respeto y la autoridad que se le otorgaban hace
apenas un decenio, y ya no provee guías adecua
das para la política pública. Tendrá que aparecer
una reformulación para llenar el vacío en la teo
ría y la política económicas.
El derrumbe de la síntesis poskeynesiana no fue
provocado primordialmente por defectos de su
lógica interna. Se produjo porque el mundo del
que la teoría formaba parte llegó a una crisis. A
334 LA CRISIS CONTEMPORANEA
medida que las instituciones y los modos de pensa
miento de ese mundo cambian y se adaptan, la
ciencia económica también cambiará y se adaptará.
Los problemas macroeconómicos creados por el
crecimiento económico sostenido, la acumulación
de capital y el cambio tecnológico, y por una eco
nomía mundial cambiante —problemas surgidos
de la segunda Guerra Mundial—, son muy diferentes
de los problemas de una economía estancada y de
primida que originaron la macroeconomía keyne
siana. La teoría y la política económicas adecua
das para los problemas de una demanda agregada
insuficiente se volvieron crecientemente inadecua
das para los problemas estructurales que se desarro
llaron en los años sesenta y setenta.
Al nivel microeconómico, el surgimiento de la
gran empresa, el gran sindicato y el gran gobierno
cambió el ambiente donde ocurrían los ajustes del
mercado. La negociación colectiva, las nuevas rigi
deces de los mercados de trabajo, y los programas
nacionales de impuestos y gastos pueden ser más
importantes que las fuerzas del mercado en la de
terminación de la distribución del ingreso. El con
trol de los mercados por grandes corporaciones es
ahora una influencia importante sobre el patrón
de la producción, y el efecto de la publicidad so
bre la demanda del consumidor también es im
portante. El hecho de no tomar debidamente en
cuenta estas fuerzas ha colocado en una posición
cada vez menos realista al modelo ortodoxo del
intercambio en el mercado y el ajuste hacia el
equilibrio.
Sin embargo, una reformulación descansará sin
duda en gran medida en los aspectos de la ciencia
económica firmemente arraigados en la realidad.
LA CRISIS CONTEMPORANEA 335
Toda reformulación recurrirá sin duda a gran parte
de la sabiduría y los conceptos fundamentales des
arrollados ya en una ciencia que tiene más de dos
cientos años de existencia. Pero estos conceptos son
sólo bloques de construcción. Solían formar parte
de una estructura general, y esta estructura se está
demoliendo ahora. La síntesis poskeynesiana, com
binó una teoría de la determinación del nivel de
la producción y el ingreso con una teoría integrada
del consumo, la producción y la distribución del
ingreso. Esta teoría general ha sido superada, ex
cepto quizá como artefacto histórico, y sólo algunos
de los bloques originales han permanecido intactos.
Una reformulación colocará sin duda los bloques
en un patrón diferente, y reconstruirá por lo menos
en parte los dañados, pero en este momento no
podemos formular pronósticos acerca del patrón
que surgirá.
Sin embargo, es posible que puedan discernirse
algunas direcciones generales. Debemos esperar,
primero, una atención mucho mayor a la cambiante
estructura institucional dentro de la cual se des
arrolla la actividad económica. Una de las lec
ciones del último cuarto de siglo es que la estruc
tura económica cambia y evoluciona; esto afecta
a su vez cómo funciona la economía. El análisis de
este patrón del cambio institucional, que caracterizó
por ejemplo el trabajo de Marx, Veblen y Gal-
braith, parece requerir ya un mayor hincapié.
Segundo, el antiguo hincapié de la teoría y la
política económicas sobre las condiciones econó
micas nacionales y las políticas nacionales resulta
ahora obsoleto. Los nuevos mercados monetarios
internacionales y las empresas multinacionales, el
crecimiento del comercio mundial,7 la expansión
x
336 LA CRISIS CONTEMPORÁNEA
del transporte y las comunicaciones internacionales,
el surgimiento del Tercer Mundo como una fuerza
independiente, y las rivalidades de las ideologías
contrarias, sugieren que el análisis teórico de los
problemas macroeconómicos y microeconómicos ten
drá un alcance más general e internacional. La in-
ternacionalización de la economía significa interna-
cionalización de la teoría y la política económicas
que traten de explicar y controlar ese mundo.
Tercero, la ciencia económica del futuro hará
sin duda mayor hincapié en la economía política
—el análisis del poder económico, sus fuentes, lí
mites y usos. Las relaciones existentes entre la gran
empresa, el gran sindicato y el gran gobierno, in
volucran la adquisición y el uso del poder econó
mico en la lucha por ventajas y ganancias. Gran
parte del resultado de esta lucha depende de cuá
les grupos puedan usar su fuerza económica para
ganar y conservar el poder político: “dinero para
obtener el poder, poder para proteger el dinero”
es de nuevo un tema central, gracias a la natura
leza cambiante 'de la economía misma. Estos as
pectos de la economía política incluyen también
el antiguo conflicto entre ricos y pobres, dentro
de la estructura de las clases sociales y en la eco
nomía internacional. Los economistas tendrán que
ocuparse otra vez de las relaciones entre el conflicto
(el regreso a Marx) y la armonía (Adam Smith),
en un marco de ideas e instituciones cambiantes
(Veblen y G albraith).
Por último es probable que la teoría económica
del futuro deba alejarse de la certeza y la determi
nación y aceptar un mundo caracterizado por la
duda y el azar. La primera etapa de la aplicación
de la lógica matemática al análisis económico está
LA CRISIS CONTEMPORÁNEA 337
terminando. En esa etapa se contemplaba un mun
do de relaciones estables dentro de límites cono
cidos, como la visión del mundo de la antigua fí
sica newtoniana, donde surgía de las fuerzas na
turales un equilibrio determinado. Pero la física
moderna y gran parte de la filosofía del siglo xx
han virado hacia una visión del mundo sin límites
claros y donde el azar y la incertidumbre son ele
mentos básicos. En ciertos sentidos, la ciencia eco
nómica está aceptando también esa visión. Además,
es posible que la creencia en el progreso social
por conducto de la razón haya sido una de las
víctimas del siglo xx. Resulta difícil sostener esa
filosofía frente a una serie de guerras destructo
ras, de la depresión y la inflación, los campos de
exterminio, las hambrunas, y otros horrores seme
jantes. Una teoría económica como la síntesis pos
keynesiana, según la cual la acción individual y la
política pública racionales pueden conducir por
siempre arriba y adelante, debe resultar sin duda
tan difícil de aceptar por un Cándido * moderno
como resultaba difícil para un Cándido de otras
épocas aceptar la idea de que “todo es para bien,
en éste, el mejor de todos los mundos posibles”.
Las antiguas certidumbres y seguridades se han ido,
y el desarrollo de la ciencia económica reflejará
estos cambios de perspectivas, basados ellos mismos
en los acontecimientos del mundo moderno. -