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TOMO CXCIV
HISTORIA
DEL
IMPERIO ROMANO
DESDE EL AÑO 350 AL 378 DE LA ERA CRISTIANA
• AMMIANO MARCELINO
VERTIDA AL CASTELLANO POR
TOMO II
•
MADRID
LIBRERÍA DE LA VIUDA DE HERNANDO Y C.A
calle del Arenal, núm. 11.
1896
Imprenta de la Viuda de Hernando y C. a , Ferraz, 1
LIBRO XXIV
TOMO II. 3
LIBRO XXV
SUMARIO
SUMARIO
SUMARIO
(1) Esta terrible palabra no es, sin embargo, otra cosa que
la aplicación literal de una disposición de la ley do las Doce
Tablas. Aulo G-elio dice: «Si se adjudicaba el deudor á muchos
acreedores, la ley les permitía cortarle en pedazos si querían y
repartírselo.» Creerás que retrocedo ante los términos de la ley,
pues los cito: después de tres días de mercado, se les despeda-
zará, y si se corta demasiado ó se corta poco, no habrá fraude.»
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(1) Londres.
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SUMARIO
gado
n robar sin perdonar nada, y solamente por espí-
ritu de rapiña, cuando, por orden del Emperador, les
envolvieron tropas y les destruyeron hasta el último,
no perdonando ni á los niños en lactancia, por temor
de que algún día siguiesen los ejemplos de sus padres,
y arrasaron sus casas, todas construidas suntuosamen-
te á expensas de los desgraciados á quienes habían des-
pojado. Y dicho esto, volvamos á nuestro objeto.
El ínclito Teodosio, después de permanecer algún
tiempo en Augusta, llamada por los antiguos Lundi-
nium (Londres), partió animado de nuevo vigor, al
frente de un cuerpo escogido. Su presencia robustecía
en todas partes nuestra vacilante fortuna en Bretaña.
Sabía aprovechar siempre las ventajas del terreno, ade-
lantarse á los bárbaros ó sorprenderlos; y dando cons-
tantemente ejemplo, mostrábase intrépido soldado y
hábil capitán. En todas partes derrotó ó dispersó á los
bárbaros, cuya insolencia, aumentada con la impuni-
dad, amenazó momentáneamente la dominación roma-
na; y muy pronto reedificó ó reparó las plazas y los
fuertes construidos en otro tiempo para asegurar la
tranquilidad de la isla; pero que, por efecto de multi-
plicados asaltos, no se encontraban ya en estado de
contribuir á ella.
Por este tiempo se tramaba contra Teodosio una
conspiración cuya explosión habría sido funesta, de no
haber conseguido ahogarla en su origen. Un tal Valen-
tín, nacido en la Pannonia Valeriana, cuñado del cruel
Maximino, y más adelante prefecto del pretorio, habla
sido desterrado á Bretaña por un crimen grave. Aque-
lla bestia dañina, á quien era insoportable el ocio del
destierro, procuraba promover una sublevación contra
la autoridad de Teodosio, á quien, con razón, conside-
raba como el único obstáculo para sus desastrosos pro-
yectos. Al principio obró con cierta circunspección; y
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•
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más sagrados, hizo asesinar á su confiado huesped, en
el momento que se retiraba después de la comida.
Inmediatamente se extendió entre los quados la noti-
cia de aquella infame celada, exasperándoles tanto
como á las naciones vecinas. Común dolor reunió á
aquellos pueblos, y sus devastadoras bandas, cruzando
en seguida el Danubio, cayeron de improviso sobre la
población agrícola de la otra orilla, ocupada entonces
en la recolección; mataron á muchos habitantes y se
llevaron á los demás con muchos ganados de todas cla-
ses. Poco faltó para que hubiese que deplorar una des-
gracia irreparable y una grande afrenta para el ho-
nor romano. La hija del emperador Constancio, des-
posada con Graciano y á la que llevaban á su esposo,
estuvo á punto de que la arrebatasen en la posada pú-
blica de Pistrense, donde estaba comiendo. Pero por fa-
vor de la Providencia, Messala, corrector de la provin-
cia, que estaba presente, la hizo montar en su carro, y
recorrió con ella á toda brida la distancia de veintiséis
millas que les separaba de Sirmio. Este feliz encuentro
salvó á la joven princesa de un cautiverio que se habría
convertido en calamidad pública, en el caso de que los
bárbaros no hubieran aceptado rescate.
Los sármatas y los quados, rematados bandidos y la-
drones, extendieron más y más sus estragos, arreba-
tando en tanto hombres, mujeres y ganados, en tanto
incendiando las mieses, degollando sin piedad á los ha-
bitantes sorprendidos y gozando con salvaje alegría en
las ruinas y estragos que causaban. Propagándose el
terror, llegó á Sirmio , donde residía [entonces Probo
en calidad de prefecto del pretorio, hombre que no es-
taba acostumbrado á emociones de este género; repre-
sentándose el peligro con los colores más sombríos, sin
atreverse á levantar los ojos en su turbación, y sin sa-
ber qué partido tomar, ocurriósele procurarse buenos
Tomo II. 14
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SUMARIO
AMMIANO MARCELINO
SUMARIO
POR
VERSIÓN ESPAÑOLA
DE
F. NORBERTO CASTILLA
NOTICIA BIOGRÁFICA DE JORNANDES
CAPÍTULO I
(1) Hoy Ceylán, que los antiguos creían mucho más grande
que en realidad os.
HISTORIA DE LOS GODOS 303
Seanzia (1), de la que tendremos que hablar, con el
auxilio del Señor, porque del seno de esta isla salió
como un enjambre de abejas para hacer irrupción en
la tierra de Europa, la nación cuyo origen tanto deseas
conocer. Cómo y por qué sucedió esto, lo explicaremos
si el Señor nos asiste.
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VIII
CAPÍTULO IX
•n••nnn•n•
CAPÍTULO X
CAPÍTULO XI
CAPÍTULO XII
CAPÍTULO XIII
CAPÍTULO XIV
CAPÍTULO XV
CAPÍTULO XVI
Estado floreciente del pueblo godo 'á orillas del Ponto Euxino.—
Los godos, aliados de los romauos, llegan á ser sus
gos.—A las órdenes de Ostrogota devastan la Mesia y la
Thracia.—Sitio de Marcianópolis.—Por qué motivo fuá fun-
dada esta población.
CAPÍTULO XVIII
CAPÍTULO XIX
CAPÍTULO XX
CAPÍTULO XXI
CAPÍTULO XXII
CAPÍTULO XXIII
CAPÍTULO XXIV
CAPÍTULO XXV
CAPÍTULO XXVI
Hambre entre los visigodos.—Rigor con que les tratan los ro-
manos.—Irritados los visigodos devastan las provincias sep-
tentrionales del Imperio. Acude Valente contra ellos. Es de-
rrotado. Su muerte.
CAPÍTULO XXVII
CAPÍTULO XXVIII
CAPITULO XXIX
CAPÍTULO XXX.
CAPÍTULO XVII
CAPÍTULO XXXI
CAPÍTULO XXXII
CAPÍTULO XXXIII
CAPÍTULO XXXIV
CAPÍTULO XXXV
CAPÍTULO XXXVI
CAPÍTULO XXXVII
CAPÍTULO XXXVIII
CAPÍTULO XXXIX
CAPÍTULO XL
CAPÍTULO XLI
CAPÍTULO XLII
CAPÍTULO XLIII
CAPÍTULO XLIV
CAPÍTULO XLV
TOMO II. 25
386
CAPÍTULO XLVI
CAPÍTULO XLVII
CAPÍTULO XLVIII
CAPÍTULO XLIX
CAPÍTULO L
CAPÍTULO LI
CAPÍTULO LII
CAPÍTULO LIII
•nn•nn•nn
CAPÍTULO LIV
CAPÍTULO LV
CAPÍTULO LVI
CAPÍTULO L VII
CAPÍTULO LVIII
CAPÍTULO LIX
CAPÍTULO LX
n•nnn•.•la.,
Págs.
LIBRO XXIV.—Juliano entra con su ejército en Asiría y
prende fuego al fuerte de Anatho, cerca del Eufrates,
que se le rindió.—Deja á un lado algunas otras plazas y
quema las abandonadas: Pirisabora, que se rinde, es in-
cendiada.—Promete cien denarios de recompensa á cada
soldado, recibiendo todos con desdén tan pobre dona-
tivo.—Con noble y enérgico lenguaje les trae á la ra-
zón.—Los romanos sitían la ciudad de Moagarnalca y la
destruyen.—Toman é incendían otra plaza ' bien defen-
dida por su posición v fortificaciones.—Después de un
combate en que destrozó Juliano dos mil quinientos Per-
sas sin perder más que sesenta de los suyos, arenga á
sus soldados y les distribuye numerosas coronas.—Re-
nuncia á sitiar á Ctesifonte: manda imprudentemente
incendiar su flota y cesa de seguir la orilla del río.—
Viendo que no puede construir puente ni contar con la
reunión del resto de sus fuerzas, se decide á retirarse
por la Corduena 5
LIBRO XXV.—Los Persas atacan al ejército romano en
marcha y son vigorosamanto rechazados.—Faltan á los
romanos pan y forrajes.—Asústase el Emperador por los
prodigios.—Estrechado por los Persas, Juliano no revis-
te la. coraza y se lanza imprudentemnnte en la pelea.—
Hiérele una lanza.—Llevado á su tienda. exhorta á los
presentes y muere después de haber bebido agua fría.—
Cualidades y defectos de Juliano.— Su retrato.—E 1 ección
tumultuosa de Joviano, primicerio de los guardias.—
Apresúranse los romanos á abandonar la Persia, y , en su
precipitada retirada, son inquietados por los Persas y Sa-
rracenos, á los que rechazan causándoles grandes per-
didas.— Tratado ignominioso. pero necesario con Sapor.—
Impulsado Joviano por la escasez y murmuraciones del
ejército, compra la paz con la entrega de cinco provincias
y las ciudades de Nisiba y Singara.—Los romanos repa-
san el Tigris, después de resistir largo tiempo y he-
roicamente los horrores del hambre, entran en Mesopota-
mia.—Joviano arregla corno puede los asuntos de la Iliria
y las Galias.—El noble persa Bineses recibe de Joviano
416 ÍNDICE
Págs.
Págs.
los godos, que contra él habían enviado socorros á Proco-
pio. Paz que la termína.—Con el consentimiento del ejér-
cito, Valentiniano confiere á su hijo Graciano el título de
Augusto, y, habiéndole revestido la púrpura, dirio-e lo b
una exhortación y lo recomienda á los soldados.—Irasci-
bilidad, carácter rudo y crueldades de Valentiniano.-
Los pictos, attacotos y escoceses causan estragos en la
Bretaña, después de matar á los romanos un duque y un
conde. El conde Teodoro los derrota y les arrebata e•I. bo-
tín. Estragos ejercidos por tribus m 'oras en África. Va-
lente reprime el bandolerismo de los isaurios. Prefectura
de PreteXtato.—Valentiniano pasa el Rhin, y, después
de un combate mortífero para los dos bandos, derrota á
los alemanes que se habían situado en una montaña ele-
vada y los dispersa.—Carácter de Probo, su elevado na-
cimiento, riquezas y dignidades.—Guerra entre los per-
sas y los romanos por la posesión de la Armenia y de la
Iberia 103
LIBRO XXVIII. —Considerable número de senadores y mu-
jeres patricias son acusados y condenados á muerte por
magia, envenenamiento y adulterio. —El empeoacior Va-
lentiniano guarnece con fortificaciones y castillos toda
la orilla del Rhin por el lado de las Galias. Los alemanes
matan algunos soldados romanos empleados en una obra
de éstas.—Los bandidos Marathocipra, en Siria, exter-
minados por orden de Valente y arrasado su pueblo.-
Teodoro restaura las ciudades saqueadas por los bárbaros
en Bretaña, repara las fortificaciones de esta isla y re-
constituye la provincia, á la que da el nombre de Valen-
tia.-01rbrio y Ampelio son prefectos de Roma sucesi-
vamente. Vicios del Senado y del pueblo romano.—Los
sajones en la Galia.—Los romanos aprovechan una tre-
gua para sorprenderles y exterminarles. Valentiniano
compromete á los borgoñones, con la falsa promesa de
obrar de acuerdo, á lanzarse sobre el territorio alemán.
Conocen el engaño y regresan á su país, después de ma-
tar á los prisioneros.—Desastres causados por los austu-
rianos en la provincia de Trípoli y en las ciudades de
Leptis y GEa, quedando impunes á• consecuencia de los
fraudulentos manejos del conde Romano, que engaña
al Emperador 136
LIBRO XXIX.—Secretas pretensiones del notario Teodosio
al Imperio.-,-Acusado en Antioquía ante Valente del cri-
men de lesa majestad, es condenado á muerte con sus
numerosos partidarios.—Múltiples ejecuciones en Orien-
te por maleficios y otros crímenes verdaderos ó supues-
tos.—Rasgos de crueldad y de salvaje barbarie de Va-
lentiniano en Occidente.--Pasa el Rhin por un puente de
Tomo II. 27
448 ÍNDICE
Págs.
Págs.