Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Introducción: Gabriela Mistral, insigne poetiza Chilena, laureada con el premio nobel de la literatura, al
referirse a la biblia dijo: “La Biblia es para mí el Libro. No veo como alguien puede vivir sin ella”. ¿Por qué
"el Libro"? Porque ciertamente, la Biblia posee características que lo hacen el Libro por antonomasia, por
excelencia y la obra cumbre de la literatura universal. La Biblia es una obra única en su género. Contiene
características externas que la vuelven un libro extraordinario, y cualidades que no tienen explicación natural
y que la convierten en un libro de carácter sobrenatural.
Otra cualidad sobrenatural de la biblia, lo son sus poderosas enseñanzas. 2 Timoteo 3:16
Manifestada en los temas que trata. Estas enseñanzas se pueden agrupar bajo cuatro tópicos principales:
Dios, el hombre, Jesucristo y la salvación. Con respecto a Dios y contrario a otras religiones y sectas; la
Biblia nos describe a Dios como un ser único, eterno, todopoderoso, sabio, santo y misericordioso, creador
de todo lo que existe y redentor del hombre (Deuteronomio 6:4) Con respecto al hombre. Solo la Biblia da
una respuesta satisfactoria y consecuente a todos los interrogantes de la vida. Tan sólo ella revela el sublime
origen del hombre, creado a la imagen y semejanza de Dios. Asimismo revela la razón de sus sufrimientos y
miserias actuales: su caída. Sin embargo, le muestra también al hombre su restauración y glorioso destino
futuro (2 Corintios 5:19) Con respecto a Jesús. ÉL es la figura cumbre de la historia universal, Jesús se
destaca como el personaje más extraordinario de todos los tiempos. "¡Jamás hombre alguno ha hablado como
este hombre!" fue el comentario de quienes lo escucharon (Mateo 8:27). Nadie más nació́, vivió́ y murió́
como ÉL. Entre los fundadores de las diversas religiones del mundo, solo Jesús resucito de entre los muertos.
Con respecto a la Salvación. Solo la Biblia muestra que la salvación se alcanza solamente por la gracia de
Dios y la fe en Jesucristo (Efesios 2:8)