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El director de la comisión admite fallas en planes de reforestación y reglas de operación
Periódico La Jornada
Martes 9 de febrero de 2010, p. 35
El director de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), Juan Manuel Torres Rojo,
reconoce fallas en ese organismo. Del Pro Árbol –principal programa ambiental en los
primeros dos años del actual gobierno federal– asegura que se daban recursos a quien lo
pidiera, y la reforestación tenía poca planeación.
La caída de la producción forestal tiene que ver con el mercado y la situación económica,
más que con la estrategia de producción, pero sí hay “deterioro del tejido social (en
comunidades de zonas boscosas) y se recurre a actividades ilícitas. Si no tratamos de crear
una actividad rentable seguirá pasando eso y habrá más deterioro en esas zonas”.
Torres Rojo fue designado al frente de la Conafor el 12 de septiembre de 2009, seis meses
después de la salida de José Cibrián. Especialista en bosques, egresado de la Universidad
Autónoma Chapingo, antes de llegar a ese organismo fue director de la División de
Economía del Centro de Investigación y Docencia Económicas.
Recuerda que entre 2000 y 2003 –primeros años de la Conafor– “era impresionante la
cantidad de inventarios que había, tanto de trocería como de madera. Después hubo una
cadena hacia atrás: cerraron empresas que resultaron ser incosteables y bajó la demanda del
producto, sobre todo en el norte del país”. Detalla que en el caso de Oaxaca y Chiapas el
nivel máximo de producción se logró entre 2001 y 2002, pero después ejidos y
comunidades empezaron a tener un segundo periodo de renovación de programas de
manejo y se redujo la explotación de los bosques.
Torres Rojo acepta que entre las fallas de la comisión –desconcentrada de la Secretará de
Medio Ambiente– estaban las reglas de operación, que eran complicadas y tenían 42
formatos. Pero hubo presión de organizaciones e industrias para que se modificaran, y se
han simplificado. También “había fallas estratégicas al asignar recursos en áreas como
sanidad e incendios, ya que se canalizaban fondos cuando el beneficiario pedía el
programa, pero ahora es más dirigido”.
Respecto de Pro Árbol indica: “estaba muy disperso. Se daba dinero a quien lo pedía, no se
identificaba dónde había impacto, salía caro y era muy complicado. Ahora, para cada
acción se definen áreas de focalización y estrategias para concentrar los esfuerzos”.
Menciona que ya no se buscarán romper récord Guinness y habrá más planeación, lo cual
empezará desde la producción de semillas y transporte de plantas adecuadas a cada región.
La meta, enfatiza, es cubrir 400 mil hectáreas, igual que el año pasado, aunque debido a la
sequía se plantaron 327 mil hectáreas.
Puntualiza que del presupuesto de este año, estimado en alrededor de 5 mil millones de
pesos, “en términos gruesos una tercera parte se va a reforestación, 25 por ciento a
plantaciones forestales comerciales y el resto a producción. De este último porcentaje se
destinan fondos a los programas Desarrollo Forestal y Desarrollo Forestal Comunitario.
Recuerda que la Conafor empezó con 200 millones de pesos, y llegó a 6 mil millones. “La
estructura administrativa no estaba equipada para manejar ese presupuesto ni programas.”
El corporativismo, que impulsaron pasadas administraciones con la formación de
asociaciones de silvicultores que obtenían más puntos para acceder a programas, ya se
modificó y no aparece esa condición en las reglas de operación.