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REVISTA Ñ

Debate
Giorgio Agamben y el
nuevo estado de
excepción gracias al
coronavirus
Al iniciarse la pandemia, tres grandes filósofos
discutieron la lucha contra el virus: Agamben la
criticó, le replicaron Roberto Esposito y Jean-Luc
Nancy. Michel Foucault ya había diferenciado los
modelos de lucha contra la lepra (el del campo de
concentración) y la peste (exclusión de la
comunidad).

Agamben se pregunta: ¿qué es una sociedad que no tiene otro valor que el de
la sobrevivencia?”. Archivo Giorgio Agamben

Edgardo Castro

27/03/2020 - 18:00
 Clarín.com 
 Revista Ñ 
 Ideas

A propósito de la pandemia del Covid-19 y de las


medidas adoptadas en Italia para combatirla, Giorgio
Agamben ha retomado algunos de los conceptos y
tesis de su serie Homo sacer. En particular, el de vida
desnuda (esa vida desprotegida y, por ello, expuesta a
la muerte) y la tesis según la cual, en Occidente, se
gobierna en términos de excepción.

El 26 de febrero, calificaba como “frenéticas,


irracionales y totalmente inmotivadas” las
medidas que han “provocado un verdadero y propio
estado de excepción”. Y continuaba, “podría decirse
que, una vez agotado el terrorismo como causa de
procedimientos de excepción, la invención de una
epidemia puede ofrecer el pretexto ideal para
ampliarlos más allá de cualquier límite”. Y el 17 de
marzo sostuvo que nuestra sociedad no cree en nada
más que en esa vida biológica desnuda; disponiéndose
a dejar de lado, para no perderla, la amistad, los
afectos, las convicciones… Entonces, se
preguntaba: “¿qué es una sociedad que no tiene
otro valor que el de la sobrevivencia?”.
Militares peruanos controlan el desplazamiento de personas en las calles en
Lima. Foto: EFE/ Paolo Aguilar

Procediendo de este modo, como señalamos, Agamben


proyecta los conceptos de Homo sacer sobre las
actuales medidas de aislamiento y, como sucede en
algunos países, de estado de sitio. En particular, los del
primer volumen: El poder soberano y la vida desnuda,
donde hace un análisis jurídico-filosófico de los campos
nazis de concentración y exterminio, a los que
considera como el paradigma de la política moderna.

Como era de esperar, esas expresiones suscitaron


indignación, tergiversaciones y la intervención de los
pensadores Roberto Esposito y Jean-Luc Nancy. El
primero, sostuvo que el análisis de los campos no
resulta aplicable a la actual situación, que, más que
orientarse hacia un fortalecimiento de las instituciones
estatales, nos conduce a su debilitamiento. Nancy, por
su parte, señala que, en esta situación, las estructuras
estatales no parecen ser las protagonistas de lo que
denomina una excepción viral, sino, más bien, estar
atrapadas en ella.

El filósofo francés Jean Luc Nancy en Modena, Italia, luego del Festival
Filosofía de septiembre 2016. Foto: Cézaro Luca.

En este contexto y a fin de arrojar cierta luz sobre la


cuestión, nos parece pertinente deshacer un camino en
el que, con demasiada frecuencia y con no suficiente
atención a sus escritos, las posiciones de Agamben
y Michel Foucault acerca de esa relación constitutiva
de la política moderna con la vida biológica, la
biopolítica, que hoy aparece en primer plano a nivel
planetario, han sido superpuestas y hasta identificadas.

A partir del siglo XVIII, sostiene Foucault, la gestión de


la vida biológica de la población se convierte en tarea
de la política, para encuadrarla y controlarla
administrativamente, evaluarla según determinadas
normas de salud y analizarla en términos estadísticos.
Surge así no solo una biopolítica, también
una biohistoria, es decir, la posibilidad de que el ser
humano intervenga sobre su propia especie biológica.
La formación de una medicina social ha sido uno de los
ejes centrales de este proceso.

La policía chilena revisa vehículos antes del toque de queda en Santiago


(Chile). EFE/Alberto Valdés
Es un tópico habitual pensar nuestra Modernidad en
relación con la individualidad, las libertades personales
y el estado de derecho. El modelo jurídico ha
desempeñado aquí una función paradigmática:
derechos individuales, incorporación de las libertades
de las personas en los textos constitucionales,
limitación del ejercicio legítimo del poder estatal. Todo
esto forma parte de nuestra Modernidad; pero es,
finalmente, solo una de las caras de la moneda.
Tomando como referencia el desarrollo de la medicina
social, los análisis foucaultianos han explorado su
contracara, donde emergen con no menor importancia
las nociones de población, seguridad y riesgo. Surge de
este modo una imagen de nuestra Modernidad mucho
más compleja, donde no se trata de cambiar un término
por otro (el individuo por la población, la libertad por la
seguridad, el estado de derecho por el riesgo), sino de
comprender que ninguno de estos puede ser pensado
independientemente. Con su noción de dispositivos de
seguridad, Foucault ha buscado emprender esta tarea.
En este contexto, las formas modernas de la
racionalidad política, que, para él –sin que este sea el
lugar para explicar las razones– coinciden con el
desarrollo del liberalismo y del neoliberalismo, pueden
resumirse en una formulación de nacimiento de la
biopolítica que, a la luz de las actuales circunstancias,
resuena con una tonalidad al mismo tiempo efectiva y
agobiante: “Puede decirse, después de todo, que la
consigna del liberalismo es: ‘vivir peligrosamente’.
‘Vivir peligrosamente’, esto es, que los individuos se
vean siempre en una situación de peligro o, mejor,
estén condicionados a experimentar su situación, su
vida, su presente, su futuro, como portadores de
peligro”.
Foucault llegó a estas conclusiones a partir de la
contraposición entre lo que denomina el modelo “lepra”
(más cercano al de los campos de concentración) y
el modelo “peste” (el de la exclusión fuera de la
ciudad y la comunidad). Comporta una descalificación
biológica, jurídica, política y frecuentemente moral. En
el modelo peste también hay encierro, pero se
configura de otro modo: no es la exclusión, sino la
inclusión en un espacio urbano reticulado y el control
minucioso del espacio de circulación. El paso de uno a
otro corresponde, históricamente, al proceso de
invención de las tecnologías de poder de la política
moderna.
Riesgo y seguridad van, en todo caso, de la mano.
Uno de los ejemplos privilegiados es, sin dudas, el de
los variados seguros con los que, tanto por parte del
Estado como de los privados, se busca hacer frente a
los riesgos previsibles, es decir, cuyos costos y
beneficios pueden ser estadísticamente calculables. La
lista puede ser muy amplia: contra accidentes
automovilísticos o en el trabajo, de salud, de
desempleo, de vejez, contra incendios, etcétera.
Desde cierto punto de vista, las circunstancias actuales
no dejan de encuadrarse, al menos conceptualmente,
en lo que Foucault llamaba el modelo peste, en su
concepción de la biopolítica y de los dispositivos que
buscan arbitrar la relación entre seguridad y libertad.
Pero también es cierto que estas mismas circunstancias
ponen en juego nuevos desafíos y nos muestran las
falencias y límites de esos mecanismos securitarios que
hasta ahora, bien o mal, han funcionado. ¿Qué ocurre
cuando los costos y beneficios del riesgo que se
enfrenta, no son solo económicos, apenas pueden
vislumbrarse ni calcularse por anticipado?
Las apreciaciones que emergen en primera instancia
(incertidumbre, psicosis, paranoia) son más parte del
problema que de la solución. No sería arriesgado
sostener que la relación entre el Estado y la sociedad
deberá redefinirse para cada Estado y para cada
sociedad en particular. Habrá, inevitablemente, que
pensar la cuarentena. Sin pretender ser exhaustivos ni
buscar instaurar ningún tipo de magisterio, a nuestro
criterio resulta inevitable una serie de desplazamientos
(no sustituciones de una cosa por otra): del
protagonismo del pueblo al de la población, del partido
al Estado (con mayúsculas más que justificadas) y
de la libertad a la responsabilidad. En cada caso, la
existencia del primer término requiere la existencia y el
énfasis que se ponga en los segundos. Toda una
retórica política, que finalmente no es sólo retórica,
está a punto de ser reformulada.

Edgardo Castro es investigador del Conicet.


En versión online:
https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/giorgio-
agamben-nuevo-excepcion-gracias-
coronavirus_0_PudxE2ilo.html

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