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EL ÁRBOL DE CANDELA: FANTÁSTICO

Autores: Taiel Llanqueleo, Nicolás López y Francisco Saluzzi

En Taganga, un pequeño y lejano pueblo que ya no existe, un loco sembró un fósforo encendido
en el jardín de su casa. Era su último fósforo porque, aburrido de contemplar chorros de humo,
decidió dejar de fumar. El loco, que era un gran tipo, delgado y gracioso, cabello de alfileres y nariz
fina, usaba camisas de colores y pantalones de estrellas.
Inventaba globos y cometas, famosos en Taganga y sus alrededores, y estaba loco. A veces
amanecía como perro,ladraba hasta que le cogía la noche y perseguía a los niños hasta rasgarles
los calzones. De noche quería morder la luna. Otras veces se sentía gato, recorría los tejados y se
bebía la leche en las cocinas del vecindario. Otras veces se creía jirafa y lucía bufandas de papel.
Cuando le daba por volverse guacamaya era peor. A piedra o con agua caliente lo espantaban.
Pero casi siempre lo toleraban porque, aparte de las cometas y los globos, inventaba otras
bellezas: de pronto tapizaba de flores todas las calles del pueblo o escribía frases curiosas que
repartía en hojas rosadas o soplaba pompas de jabón toda una tarde en el parque. Como loco que
se respete, era poeta y soñador.
Si el loco desaparecía por mucho tiempo, lo extrañaban y se preguntaban unos a otros dónde
estaría, qué estaría haciendo y con quién.

Como era de esperarse, la gente se burló de la última locura del loco. Lo vieron sembrar el fósforo
encendido en el jardín de su casa y se fueron a dormir. Sólo a un loco se le podía ocurrir sembrar
un fósforo. Soñaron con estrellas de colores y madrugaron a ver el jardín. El loco estaba cantando.
Sacudió los hombros, hizo una cometa de zanahoria y la echó a volar.

La gente se reía. El loco hizo un globo en forma de conejo, con orejas y todo, que se tragó la
cometa en el aire. La gente lloraba de risa. El globo se comió una nube y engordó, se comió otra y
se
alejó sobre el mar. La gente se toteaba de risa. Pero al poco tiempo nació, y con rapidez creció, un
árbol de candela. El árbol era como un sol de colores inquietos, como una confusión de lenguas
rojas, naranjas y azules que se perseguían sin descanso desde la tierra del jardín hasta el cielo. Las
flores se fueron corriendo a otro jardín porque el calor se les hizo insoportable y así el árbol fue el
amo y señor indiscutible.
El loco, loco de la dicha, se puso la camisa más bonita y se peinó, salió a caminar por el pueblo con
los bolsillos llenos de margaritas. El loco más feliz del mundo y la sonrisa de oreja a oreja. El más
vanidoso. Se hizo tomar un retrato sobre un caballito de madera para acordarse de su día feliz.
Debajo de la cama, en el baúl de una tía difunta, el loco conservaba un grueso álbum de días
felices, que le gustaban más que la mermelada.

A la gente, en cambio, no le gustó el invento del árbol de candela porque los niños metían la mano
y se quemaban, y entre todos decidieron apagarlo. Qué loco más peligroso, sólo a él se le podía
ocurrir tal barbaridad. Llevaron y llevaron baldes de agua, pero el árbol no se apagó, antes creció
otro poco.
El árbol se sacudía como un bailarín. Como que se reía. Como que se burlaba de toda esa gente
que sudaba. Furiosos, los habitantes de Taganga llamaron a los bomberos de una ciudad cercana, y
muy importante porque tenía cuerpo de bomberos con carro rojo, mangueras de todos los colores
y como treinta hombres traga fuegos. Llegaron con mucho escándalo y atropellaron al árbol hora
tras hora con sus chorros de agua. Se formó una humareda tremenda y el árbol se apagó. La gente
tosía y se secaba las lágrimas, extraviada en el humo. Los bomberos se fueron satisfechos.
Fue una noche oscura y fría, llena de toses y lágrimas. Entonces reconocieron que el árbol
iluminaba las noches como la más grande de las estrellas.
Los viejos lamentaron demasiado tarde no haberse acercado al árbol para encender los tabacos.
Las mujeres maldijeron a los fósforos que perdían la cabeza sin dar llama. Fue una noche triste. El
loco lloraba en su sillón. Cogía las lágrimas entre los dedos y se las tragaba.

Al amanecer, en el jardín del loco, del humo poco a poco brotó el árbol de candela, al principio
como un hilo y luego con entusiasmo, y la gente brincó de alegría.
En la tarde llovió pero el árbol ya tenía fuerzas para enfrentar la lluvia. La gente paseaba hasta la
medianoche, iluminada y abrigada por el árbol. Alguien se acercó con timidez a encender
el cigarro. Y luego otro y otro. Los viejos brincaron como cabras con el tabaco encendido. Una
mujer trajo la ropa mojada. Otro se frotó las manos.

El árbol algo tenía del loco porque cambiaba de forma: a veces era un perro, a veces un gato, a
veces una jirafa. El pueblo se llenó de globos y cometas. Los niños y los viejos, y luego las mujeres,
bailaron alrededor del loco. Arrebatadas, las muchachas lo llenaron de besos, le trajeron camisas
de flores y pantalones de pepitas. Como era justo y generoso, el loco le devolvió a la más
bonita treinta y tres besos, contados con exactitud. Alguien le ofreció un sillón muy fino pero el
loco dijo que en el suyo estaba bien. Se hizo tomar tres retratos. De pronto, del árbol brotaron
pájaros. Bellísimos pájaros de fuego. La gente se asustó al principio, pero luego disfrutó el
espectáculo: pájaros de fuego en el corazón de la noche. Por la mañana, los pájaros encendieron el
fuego en las cocinas

AMARILLO: INICIO
AZUL: NUDO
VERDE: DESENLACE

El tema principal: en Taganga crecía un árbol de candela

idea principal: el loco sembró un fosforo, y primero los habitantes apagaron y cuando volvió a
crecer se alegraron pues les ayudaba a ver en la oscuridad de la noche

3 secundarias:

 El árbol algo tenía del loco porque cambiaba de forma: a veces era un perro, a veces un
gato, a veces una jirafa. El pueblo se llenó de globos y cometas
 Los viejos lamentaron demasiado tarde no haberse acercado al árbol para encender los
tabacos. Las mujeres maldijeron a los fósforos que perdían la cabeza sin dar llama.
 A la gente, en cambio, no le gustó el invento del árbol de candela porque los niños metían
la mano y se quemaban, y entre todos decidieron apagarlo.

principal o principales y secundarios: el loco, las personas del pueblo, los bomberos

el tipo de narrador: es un narrador en tercera persona, y es un narrador omnisciente pues lo sabe


todo

el tiempo: pasado

el espacio: pueblo de Taganga


LOS TRES COSMONAUTAS: CIENCIA FICCIÓN
Había una vez una Tierra. Y al mismo tiempo, un planeta llamado Marte. Estaban muy
lejos el uno del otro, en medio del cielo, y a su alrededor había millones de planetas y
galaxias. La gente de la Tierra quería ir a Marte y a los otros planetas: ¡pero estaban tan
lejos! Sin embargo, no cesaron en su empeño. Primero lanzaron satélites que dieron la
vuelta a la Tierra durante dos años y luego volvieron. Luego lanzaron cohetes que dieron
la vuelta a la Tierra unas cuantas veces, pero en lugar de regresar, terminaron escapando
de la atracción de la gravedad y se dirigieron al espacio. Después de varios años
merodeando por el espacio, volvían a la Tierra… Pero había un problema. Al mando de
estos cohetes iban perros |Pero los perros no podían hablar, y en la radio de la estación
espacial solo se podía oír «guau guau» así que nadie entendía lo que habían visto y lo
lejos que habían llegado. Por fin encontraron hombres valientes que querían ser
cosmonautas. Los cosmonautas tenían este nombre porque iban a explorar el cosmos,
que es el espacio infinito con los planetas, las galaxias y todo lo que les rodea. os
cosmonautas se fueron y no sabían si volverían o no.
Querían conquistar las estrellas para que un día todos pudieran viajar de un planeta a
otro, porque la Tierra se había vuelto demasiado estrecha y la población mundial crecían
cada día. En una hermosa mañana, tres cohetes de tres puntos diferentes dejaron la
Tierra. En el primero fue un americano, que silbó alegremente una pegadiza canción
country mientras se alejaba. En el segundo había un ruso que cantaba con voz grave una
comparsa tradicional. En el tercero, un chino, que cantó una hermosa canción ancestral.
Cada uno quería ser el primero en llegar a Marte, para demostrar que era el más valiente.
Como los tres eran valientes, llegaron a Marte casi al mismo tiempo. Bajaron de sus
naves con casco y traje espacial… Y descubrieron un paisaje maravilloso y perturbador: el
terreno estaba surcado por largos canales llenos de agua verde esmeralda. Había
extraños árboles azules con pájaros nunca antes vistos, con plumas de colores muy
extraños. Allí en el horizonte había montañas rojas que emitían extraños destellos. Los
cosmonautas miraban el paisaje, se miraban unos a otros, y se mantenían separados,
cada uno desconfiando de los demás. Entonces llegó la noche. Había un extraño silencio
alrededor, y la tierra brillaba en el cielo como si fuera una estrella lejana. Los
cosmonautas se sintieron tristes y perdidos en la oscuridad. Pero inmediatamente
entendieron que estaban sintiendo lo mismo. Sonreían por primera vez desde que habían
pisado el extraño planeta. Al rato encendían juntos un hermoso fuego y cada uno cantaba
canciones de su país. Y hacía mucho frío… De repente, un marciano salió de entre un
grupo de árboles. ¡Su aspecto era terrible! Era de un color verde viscoso, hacía daño a los
ojos de lo que brillaba, tenía dos antenas en el lugar de las orejas, un tronco y seis
brazos. Los miró y dijo: ¡Grrr! En su lengua quería decir: «Hola seres extraños ¿os habéis
perdido?» Pero los terrícolas no le entendieron y pensaron que era un rugido de guerra.
Era tan diferente de ellos que no podían entenderlo.
Los tres sintieron inmediatamente miedo por si les atacaba… Ante ese monstruo, sus
pequeñas diferencias desaparecieron. ¿Qué importaba si hablaban otro idioma?
Comprendieron que eran los tres seres humanos. El otro no. Era demasiado diferente, y
los terrícolas pensaban que aquello que no entienden era malo. Por eso decidieron
reducirlo a polvo atómico con sus rayos espaciales… Cuando los tres cosmonautas se
habían armado de valor y estaban apuntando al monstruoso alien… Algo extraño sucedió.
De entra las sombras, apareció un hermoso pájaro de muchos y brillantes colores, volaba
con dificultad porque parecía tener algo viscoso enredado entre sus alas. Se movía
haciendo gestos de dolor y su cara reflejaba el agotamiento de tratar de luchar contra
aquella situación. Cuando revoloteaba sobre las cabezas de los cosmonautas, el pájaro
cayó agotado contra el suelo, haciendo un estrepitoso ruido. Justo quedo entre medias del
marciano y los cosmonautas. Rápidamente, el alienígena se movió con pasos torpes
hacia el animal, los tres cosmonautas, asustados, agarraron fuerte sus rayos láser,
pensando que el alíen iba a devorar aquel pobre pajarillo. Para cuando se dieron cuenta,
el alienígena estaba emitiendo unos extraños ruidos guturales que, con tan solo observar
detenidamente, los tres cosmonautas entendieron que se trataba de un llanto. Y los
terrícolas de repente se dieron cuenta de que el marciano lloraba a su manera, igual que
los humanos. Luego lo vieron inclinarse hacia el pájaro y sostenerlo en sus seis brazos,
tratando de calentarlo. Y así los cosmonautas entendieron una valiosa lección:
«Pensamos que este monstruo era diferente de nosotros, y después de todo también
ama, sufre o ríe» Por eso se acercaron al marciano y le extendieron las manos. Y él, que
tenía seis, les dio la mano a los tres a la vez, mientras que con sus manos libres hizo
gestos de saludo.

El tema principal: el viaje a martes de tres cosmonautas


idea principal: los tres cosmonautas aprendieron que no es importantes ser de cualquier
país si no el ser seres humanos y velar por su seguridad, y entender que cualquiera
especie extraterrestre que tengan vida también tiene sentimientos
3 secundarias:

 Primero lanzaron satélites que dieron la vuelta a la Tierra durante dos años y luego
volvieron. Luego lanzaron cohetes que dieron la vuelta a la Tierra unas cuantas veces,
pero en lugar de regresar, terminaron escapando de la atracción de la gravedad y se
dirigieron al espacio
 Los cosmonautas se sintieron tristes y perdidos en la oscuridad. Pero inmediatamente
entendieron que estaban sintiendo lo mismo. Sonreían por primera vez desde que
habían pisado el extraño planeta.
 Para cuando se dieron cuenta, el alienígena estaba emitiendo unos extraños ruidos
guturales que, con tan solo observar detenidamente, los tres cosmonautas
entendieron que se trataba de un llanto.
principal o principales y secundarios: los tres cosmonautas, el extraterrestre y el ave
el tipo de narrador: es un narrador en tercera persona, y es un narrador omnisciente
pues lo sabe todo
el tiempo: pasado
el espacio: el planeta marte
EL LADRÓN DE ABRAZOS: POLICIAL
Autor: Eva María Rodriguez
Había una vez un ladrón tan extraño que lo único que quería era un abrazo. Por eso le
llamaban el ladrón de abrazos. Pero como robar abrazos no es delito, este curioso ladrón
seguía haciendo de las suyas. El ladrón de abrazos salía a la calle todos los días,
dispuesto a meterse en medio de cualquiera pareja de personas que estuvieran
abrazándose. Pero resultaba tan molesto que la gente procuraba no tocarse en público,
por si acaso. Esto no gustaba al ladrón de abrazos, así que tenía que buscar una
solución. Lo que hacía el ladrón de abrazos cuando no conseguía meterse en ninguno era
atracar un establecimiento lleno de gente. Le daba igual que fuera un banco, un
supermercado o un hospital. El ladrón de abrazos entraba en el sitio elegido con una
porra y decía: - ¡Esto es un atraco! ¡Abran sus brazos si no quieren llevarse un buen
porrazo! Y la gente abría los brazos. Y el ladrón de abrazos iba uno por uno buscando un
achuchón hasta que oída las sirenas y salía corriendo, feliz y contento de haber
encontrado tantos abrazos en un ratito. Un día el jefe de policía decidió que ya era hora
de parar esa ola de atracos absurdos. Pero no podía detener al ladrón de abrazos, así
que pensó en una solución. El jefe de policía reunió a un grupo de voluntarios y les contó
su plan. A todos los pareció bien y pasaron a la acción. El jefe de policía colocó un puesto
en la calle con un enorme cartel que decía: ‘Abrazos Gratis’. Un voluntario se ponía a dar
abrazos a otros muchos voluntarios para llamar la atención del ladrón de abrazos. Cuando
el ladrón de abrazos vio a aquello fue corriendo, feliz de poder abrazar a alguien sin
molestar. -Si quieres puedes sustituirme cuando quieras -le dijo el voluntario que le dio el
abrazo. -¡Sí, sí, por favor! Y así fue como el ladrón de abrazos dejó molestar a la gente de
la ciudad que, agradecida, pasaba por el puesto de abrazos gratis para que el ladrón
estuviera entretenido y feliz.
El tema principal: el ladrón que solo robaba abrazos
idea principal: es una persona que solo le gusta robar abrazos y cuando no hay nadie
cerca para robar el abrazo no le importa meterse en un banco o supermercado
3 secundarias:

 El ladrón de abrazos salía a la calle todos los días, dispuesto a meterse en medio de
cualquiera pareja de personas que estuvieran abrazándose
 Le daba igual que fuera un banco, un supermercado o un hospital. El ladrón de
abrazos entraba en el sitio elegido con una porra y decía: - ¡Esto es un atraco! ¡Abran
sus brazos si no quieren llevarse un buen porrazo!
 El jefe de policía colocó un puesto en la calle con un enorme cartel que decía:
‘Abrazos Gratis’.

principal o principales y secundarios: el ladrón y los policías y voluntarios


el tipo de narrador: es un narrador en tercera persona, y es un narrador omnisciente
pues lo sabe todo
el tiempo: presente
el espacio: la calle y el banco

LA LLORONA: TERROR
Cuenta la leyenda que, durante la guerra civil, siendo presidente de Colombia José
Ignacio de Márquez, con motivo de las pretensiones del presidente Ecuatoriano Juan José
Flores, de quitarle a nuestra patria, los territorios que hoy forman los departamentos de
Nariño, Cauca y Valle del cauca; se estableció en la Villa de las Palmas o Purificación, un
Comando General, donde se concentraban gentes de distintas partes del país. Uno de
sus capitanes, de conducta poco recomendable y que encontraba en la guerra una
aventura divertida para desahogar su pasado lamentable de asaltos y crímenes, se instaló
con su esposa en esta villa; estuvo allí varios días, pero su vida era la guerra, así que
alisto sus armas, organizó viaje y abandonó a su mujer para seguir en la lucha. Su afligida
y abandonada mujer se dedicó a la modistería para no morir de hambre mientras su
marido volvía y terminaba la guerra.
Al correr del tiempo las gentes hicieron circular la noticia de la muerte del capitán y la
pobre señora guardó luto riguroso por un año, hasta que se le presentó un soldado que
formaba parte del batallón de reclutas que venían de la capital hacia el sur, pero que, por
circunstancias especiales, debía demorar en aquella localidad algunas semanas.
La viuda convencida de las aseveraciones sobre la muerte de su marido, creyó encontrar
en aquel nuevo amor un consuelo para su pena, aceptó al joven e intimó con él. Los días
de locura pasional pasaron veloces y nuevamente la costurera quedó saboreando el
abandono, la soledad, la pobreza y sorbiéndose las lágrimas por la ausencia de su
amado. Aquella aventura dejó huellas imborrables en la atribulada mujer, porque a los
pocos días sintió palpitar en sus entrañas el fruto de su amor. El tiempo transcurría sin
tener noticias de su amado. La añoranza se tornaba tierna al comprobar que se cumplían
las nueve lunas de su gestación. Un batallón de combatientes regresaba del sur el mismo
día que la costurera daba a luz un niño flacuchento y pálido. Aquel cuartucho silencioso y
pobre se alegró con el llanto del pequeñín. Al atardecer de aquel mismo día, llegó
corriendo a su casa una vecina amiga, a informarle que su esposo el capitán, no había
muerto, porque sin temor a equivocarse, lo acababa de ver entre el cuerpo de tropa que
arribaba al campamento.
En tan importuno momento, esa noticia era como para desfallecer, no por el caso que
pocas horas antes había soportado, como por el agotamiento físico en que se encontraba.
Miles de pensamientos fluían a su mente inquieta. Se levantó decidida de su cama. Se
colocó un ropón deshilachado, sobre sus hombros, cogió al recién nacido, lo abrigó bien,
le agarró fuertemente contra su pecho creyendo que se lo arrebatarían y sin cerrar la
puerta abandonó la choza, corriendo con dificultad. Se encaminó por el sendero oscuro
bordeado de arbustos y protegida por el manto negro de la noche. Gruesas gotas de lluvia
empezaron a caer, seguía corriendo, los nubarrones eran más densos, la tempestad se
desato con más furia. La luz de los relámpagos le iluminaba el camino. La naturaleza
sacudía con estertores de muerte. Los arroyos crecieron, se desbordaron. Al terminar la
vereda encontró el primer riachuelo, pero ya la mujer no veía. Penetró a la corriente
impetuosa que la arrolló rápidamente. Las aguas bramaron. En sus estrepitosos rugidos
parecía percibirse el lamento de una mujer llamando a su hijo. Pasó la tormenta y solo
quedaba en el aire frio, el canto agorero de un ave que anunciaba la desgracia. Después
de tan terrible situación, de las profundidades del río, emerge su ánima angustiada, que
no renuncia a rescatar del río al hijo que ha perdido. Dedica las noches a buscar en
charcos profundos, lagunas, quebradas y cañadas, donde se oye su chapaleo y los
desgarradores quejidos llenos de dolor llamando a su hijo, ¡Ayyyyyyy Miiiiiiiii Hijooooooo!
El tema principal: el llanto de una madre al perder a sus hijos
idea principal: la mujer al pensar que había perdido a su primer marido formo un lazo
amoroso con otra persona y de este amo se dejó un hijo, pero al pasar los días se entero
que su primer esposo estaba vivo y por el miedo a que le quitaran a su hijo se fue de su
casa recién de tener a su hijo y en un riachuelo se ahogo el bebe
3 secundarias:

 Su afligida y abandonada mujer se dedicó a la modistería para no morir de hambre


mientras su marido volvía y terminaba la guerra. Al correr del tiempo las gentes
hicieron circular la noticia de la muerte del capitán y la pobre señora guardó luto
riguroso por un año
 La viuda convencida de las aseveraciones sobre la muerte de su marido, creyó
encontrar en aquel nuevo amor un consuelo para su pena, aceptó al joven e intimó
con él.
 La luz de los relámpagos le iluminaba el camino. La naturaleza sacudía con estertores
de muerte. Los arroyos crecieron, se desbordaron. Al terminar la vereda encontró el
primer riachuelo, pero ya la mujer no veía. Penetró a la corriente impetuosa que la
arrolló rápidamente. Las aguas bramaron. En sus estrepitosos rugidos parecía
percibirse el lamento de una mujer llamando a su hijo

principal o principales y secundarios: el capitán, la llorona, el hijo, el soldado y la


vecina
el tipo de narrador: es un narrador en tercera persona, y es un narrador omnisciente
pues lo sabe todo
el tiempo: pasado
el espacio: la choza donde vivía

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