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Actividades fitosanitarias, cómo contaminan, cómo llegan al ser humano y

que se puede hacer.

Las actividades fitosanitarias están directamente ligadas a la producción de


alimentos; los productos fitosanitarios (agroquímicos) son sustancias que protegen
a las plantas, pueden ser orgánicos o químicos y su función es impedir el daño
que las plagas puedan causar a los cultivos. Dependiendo del tipo de plaga, se
usa diferente tipo de producto fitosanitario, como lo son acaricidas, fungicidas,
insecticidas y herbicidas.

En la antigüedad, ya se hacía uso de este tipo de técnicas, para combatir las


plagas y enfermedades de las plantas, Homero (1000 a.C.) citaba al azufre como
preventivo y los romanos usaban extractos de plantas. En 1815 se extendió el uso
de los productos inorgánicos como el arsénico, cobre, plomo, calcio, etc. Con el
tiempo se fueron desarrollando productos con propiedades fungicidas con
elementos como el cobre y mercurio y se comenzaron a utilizar cianuro y ácido
clorhídrico y sales de zinc. En los años 50 se dieron los avances más significativos
en la industria de plaguicidas sintéticos como lo son el tiocianato de alquilo,
cloranil, entre otros.

El aumento de la población mundial en los últimos años ha provocado que la


producción agrícola vaya en aumento. El incremento en la agricultura provoca un
aumento del uso de sustancias químicas para luchar contra plagas y
enfermedades. Pero el mal uso e implantación de las sustancias químicas, junto
con la falta de normas que regulen su uso, han originado una alteración en el
medio ambiente, afectando el aire, agua y suelo, y en la salud humana al consumir
alimentos con dichas sustancias químicas.

La contaminación en el aire se da, al tener una pérdida del producto químico en el


momento de su aplicación por volatilización, sumando que las condiciones de
aplicación no sean las adecuadas, por ejemplo, el viento o temperatura elevada,
haciendo que la difusión a la atmosfera sea mayor. Este tipo de contaminación
afecta al hombre y a los animales.

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El suelo reacciona a la introducción de sustancias extraña. Los microorganismos
que hay en el suelo reacciona al exceso de sustancias químicas, perjudicando la
regeneración del mismo y ha reducido las capas de hongos y mohos en el suelo,
haciendo que la función de estos microorganismos (descomposición de la materia
orgánica) se vea afectada.

La duración de los fitosanitario en el suelo depende del pH, temperatura, materia


orgánica y minerales que hay en él. Los daños que ocasión al suelo pueden
provocar que se vuelva infértil.

El uso de estas sustancias en las aguas superficiales se debe a la aplicación de


plaguicidas en pantanos, a los efluentes de fábricas de plaguicidas u otras
industrias, a los productos fitosanitarios arrastrados por el agua de lluvia, entre
otros factores. La contaminación en aguas subterráneas se produce por la
evacuación de los productos químicos en pozos. La contaminación de estos
productos en las aguas provoca que la población de invertebrados acuáticos se
vea afectada, siendo ellos el alimento de muchas aves y peces. En los humanos
llega a ser perjudicial ya que, al llegar a las aguas subterráneas, de ahí se extrae
el agua que se usa para consumo humano y llegan a provocar serios problemas
de salud.

Al ser sustancias químicas, las usadas en este tipo de actividades, tiene un grado
de toxicidad, provocando daños perjudiciales a la salud. El problema de estas
sustancias está en su degradación, provocando nuevas sustancias o
transformándose en metabolitos, provocando que tengan diferentes propiedades
del producto original. Al ser productos que difícilmente se degradan
completamente, se llegan a acumular en el tejido animal y vegetal y entran en el
circo biológico. Los efectos de estas sustancias comúnmente se reflejan a largo
plazo, entre 20 y 30 años, al llegar a acumularse en los organismos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado estos productos


químicos según los efectos potenciales que tiene en la salud en:

Cancerígenos (Provocan cáncer)

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Neurotóxicos (Dañan el cerebro)
Teratógenos (Dañan al feto)

El producto químico puede tener diferentes efectos, dependiendo de la dosis y de


la manera de exposición (ingesta, inhalación o inyección).

La OMS ha llamado este proceso de clasificación como “identificación de peligros”,


siendo el primer paso en la “evaluación de riesgos”. Para el caso de los
cancerígenos, la OMS ha designado al Centro Internacional de Investigaciones
sobre el Cáncer (CIIC) para la clasificación de las sustancias dependiendo del tipo
de cáncer que provocan. Esta clasificación conlleva a la evaluación de riesgos
provenientes de los productos fitosanitarios, y la OMS juntos con la Organización
de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), establecen el
nivel de ingesta seguro de los alimentos. Con estos datos, los gobiernos
establecen los límites máximos de plaguicidas en los alimentos para la ingesta
diaria sin perjudicar a la salud.

La toxicidad de estos productos químicos se clasifica de la siguiente manera:

Toxicidad aguda: los efectos que tiene la sustancia en la salud después de


la absorción de una dosis única o varias en un periodo menor a 24 hrs.
Toxicidad crónica: los efectos que tiene la sustancia en la salud después
de la absorción de dosis pequeñas a lo largo de un periodo.

El efecto que tienen estos productos químicos sobre la salud de las personas y
animales depende de diversos factores:

Propiedades físico-químicas del producto


 Dosis
 Formulación
 Mezclas
 Solubilidad
 Volatilidad
 Presentación

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 Olor y color
Condiciones climáticas
 Temperatura
 Estabilidad atmosférica
Características fisiológicas del individuo
 Sexo
 Edad
 Especie
 Dieta
 Estado fisiológico
 Estado patológico

Las personas que se encuentran expuestas a los riesgos de las sustancias


químicas es general, pero aun así se divide en dos grupos:

Población laboral: son todas personas que influyen en el proceso de


formulación, transporte, almacenamiento y aplicación de las sustancias
químicas.
Población no laboral: el reto de la población, que corre el riego de ingerir
en cualquier momento, productos que contengan dichas sustancias
químicas.

Es un hecho que, en la actualidad, la agricultura depende de los insecticidas


químicos para el control de las plagas. China es el principal consumidor de estos
productos químicos, seguido por Argentina y México. El uso de estos productos
químicos para el control de plagas no está solucionando este problema, ya que no
garantiza su eficiencia. Hay estudios que indican que sólo el 30% de los productos
fitosanitarios tienen efecto en el control de plagas, ya que gran parte de ellos se
pierden en la volatilización, escorrentías o lixiviación.

También se sabe que las plagas han logrado contrarrestar el efecto de los
pesticidas que hay en el mercado actualmente, haciendo que sean nula su eficacia

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y teniendo que usar productos más fuertes químicamente y que generan un mayor
impacto ambiental y en la salud de los seres vivos.

La FAO ha admitido que se tiene que trabajar para que, en un futuro, los
productos fitosanitarios se conviertan en el último recurso en el uso de la
agricultura. Actualmente, empresas como Bayer están desarrollando alternativas a
los pesticidas químicos con el glifosato; aparte de sus productos químicos, venden
pesticidas biológicos e impulsan en el desarrollo de métodos de cultivo ecológicos
por medio de la llamada “agricultura digital” (mediciones y recopilación de datos,
para en un futuro identificar parásitos y enfermedades con precisión, así como el
tiempo más favorable para el abono y el uso de pesticidas sostenibles.

Otra de las alternativas ecológicas que se están usando actualmente es el método


de las plantas de distracciones, que se cultivan parta atraer a los insectos y
alejarlos de la cosecha, como es el caso de los cultivos de algodón.

La Fundación Alemana de Medioambiente (DBU) financia un proyecto que, con la


ayuda de un rayo láser, se pretende reconocer con precisión las hierbas
problemáticas y eliminarlas selectivamente.

El científico Dietrich Stephan, del Instituto Julius Kühn, investigan el uso de


hongos para combatir a los parásitos, y un método biológico basado en
microorganismos para combatir la plaga de langostas.

Hoy en día el enfoque está en reducir el uso de pesticidas en el control de plagas,


adaptando los métodos usados actualmente en la agricultura como ya se
mencionó anteriormente, y en el desarrollo de semillas genéticamente modificadas
para ser resistentes a las plagas específicas.

Falta un largo camino por recorrer para cambiar los métodos usados desde
tiempos remotos, y más en un mundo dónde la lucha económica es el tema más
importante, sin importar el impacto a los ecosistemas y provocando afectaciones
de gran magnitud en el planeta. Hay personas trabajando buscando nuevas
alternativas, donde lo sustentable y sostenible vayan de la mano, pero mientras

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las grandes industrias no quieran aportar en pro del ambiente y de los seres vivos
y sigan anteponiendo sus intereses comerciales por encima de todo, no se podrá
ver un cambio significativo en las actividades fitosanitarias, y si los mismos
agricultores sigan teniendo sus reservas a los nuevos métodos estudiados, no se
podrá lograr un gran avance.

El gran inconveniente que hay hoy en día contra los años anteriores, es que no
nos queda mucho tiempo para lograr el punto de inflexión ecológica, y lograr así la
restauración del equilibrio ecológico, estamos a nada de lograr el desequilibrio
ecológico y no poder dar marcha atrás a lo que por siglos hemos causado.

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