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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

Asignatura:

Procesos Cognitivos.

Tema:

Trabajo final

Facilitador/a:

Teofilo A. Peralta

Presentado por:

Laura M. Durán

Matrícula:

18-02247

Santiago de Los Caballeros

Marzo 2020
Introducción:

El aprendizaje es un proceso activo resultado de la experiencia que conlleva


cambios en el cerebro. Cuanto más trabajamos un contenido, mejor permanece en
la memoria, que es la capacidad de adquirir y almacenar información muy variada.

Nuestra identidad personal viene determinada por lo que aprendemos y lo que


recordamos, por lo que la memoria constituye un recurso fundamental del ser
humano que nos hace inteligentes y nos permite compartir y transmitir la cultura.
La memoria es una pieza fundamental para el buen aprendizaje de las personas, y
también para los niños. 
Papel de la memoria en el aprendizaje.

La memoria se puede clasificar, atendiendo a cómo se almacena y recuerda la


información, en explícita o implícita. El estudio de pacientes a los que se
extirparon determinadas áreas cerebrales, permitió iniciar la investigación
moderna sobre la memoria.

Brenda Milner, al analizar el caso de un paciente al que se le extirpó la superficie


interna del lóbulo temporal para frenar los ataques de epilepsia, identificó el papel
que desempeñan el hipocampo y la zona medial del lóbulo temporal en la memoria
explícita y aportó las primeras pruebas acerca del almacenamiento de la memoria
implícita1.

La memoria explícita hace referencia  al almacenamiento de información de


hechos generales (memoria semántica) y sucesos determinados de nuestra vida
(memoria episódica). Son recuerdos conscientes que pueden describirse con
palabras y es a este tipo de memoria al que suele referirse la gente cuando habla
de memoria.

Ejemplo: Para poder resolver un problema matemático complejo se requiere


memoria explícita porque necesitamos mayor flexibilidad y aprendizaje relacional.

La memoria implícita hace referencia a los recuerdos inconscientes y adopta la


forma de hábitos, estrategias perceptivas o motoras y condicionamiento asociativo
o no. Se expresa de forma automática y es difícil de verbalizar.

Ejemplo: Para poder aprender un idioma extranjero requerimos memorias


implícitas pues el aprendizaje se da mediante hábitos.

Siguiendo con el caso estudiado por Milner, se observó que la memoria de corto
plazo o temporal del paciente estaba intacta pudiendo, por ejemplo, conversar con
normalidad.

La memoria a corto plazo nos permite almacenar una cantidad limitada de


información durante un breve periodo de tiempo. Asimismo, la memoria de largo
plazo o permanente, que nos permite almacenar mucha información durante un
tiempo indefinido, también era excelente en el paciente (en el caso de
acontecimientos anteriores a la intervención) pues era capaz de recordar sucesos
de la infancia.

Sin embargo, era incapaz de transferir la información almacenada en la memoria


de corto plazo a la memoria de largo plazo, ya que olvidaba lo ocurrido pocos
minutos antes. El paciente experimentó grandes mejoras en tareas que requerían
el aprendizaje de destrezas motoras o perceptivas, como aprender a dibujar. El
que pudiera aprender y recordar alguna cosa a largo plazo implicaba que tenía un
tipo de memoria que no dependía del lóbulo temporal ni del hipocampo: la
memoria implícita.

La memoria implícita se almacena en regiones profundas del cerebro como el


cerebelo, la amígdala y el cuerpo estriado.

MEMORIA DE TRABAJO

La memoria de trabajo es una forma de memoria de corto plazo que permite


retener pequeñas cantidades de información  durante breves periodos de tiempo
mientras realizamos actividades como leer, conversar o pensar.

Interviene entre la percepción y la fijación final de memorias explícitas, posibilita


guardar y manipular información en tiempo real y nos permite resolver problemas
inmediatos. Podríamos decir que la memoria de trabajo es el lugar en el que se da
la consciencia y la reflexión, donde combinamos ideas y las podemos transformar
en novedosas y creativas.

El problema reside en que para que la información se almacene en la memoria de


largo plazo debe estar cierto tiempo en la memoria de trabajo y sabemos que su
espacio es limitado. Una buena receta para luchar contra el olvido es la práctica
continua. Además, la forma como reflexionamos sobre la experiencia, y la atención
que prestamos a la misma, determinan si la información será retenida o no.

Ejemplo: el docente puede mostrar a su alumnado una determinada reacción


química, explicar el fenómeno científico asociado al proceso y, al día siguiente, el
alumno sólo recuerda un gran desprendimiento de calor en el vaso de precipitados
al reaccionar unos compuestos.

Las modernas  técnicas de visualización cerebral muestran que la corteza


prefrontal está muy activada al funcionar la memoria de trabajo. Sabemos que
esta parte anterior de la corteza frontal está vinculada con la planificación y la
toma de decisiones, en definitiva, con las llamadas funciones ejecutivas. Y no
debemos olvidar que su desarrollo continúa hasta entrada la adolescencia.

En un estudio realizado por Erk et al. (2002)4, utilizando la técnica de la


resonancia magnética funcional, se investigó cómo afecta el contexto emocional al
proceso de memorización. Se presentó a los participantes una fotografía que
generaba emociones positivas, negativas o neutras y, a continuación, palabras
que debían memorizar. El resultado fue que las palabras mejor recordadas eran
las asociadas al contexto emocional positivo

PECADOS DE LA MEMORIA EN EL AULA

Daniel Schacter, uno de los investigadores punteros sobre el funcionamiento de la


memoria, en su obra fundamental sobre los errores memorísticos5, identifica siete
“pecados” o defectos de funcionamiento de la memoria que se producen con
frecuencia en la vida cotidiana.

Como el propio autor sugiere, más que defectos asociados al propio diseño de la
memoria, hay que entenderlos como adaptaciones producidas por la selección
natural que permiten que la memoria sea un sistema fiable, aunque en ocasiones
puede fallar. ¿Se imaginan qué ocurriría si registráramos completamente todos los
episodios vividos? Pobres alumnos…

A continuación, resumimos los siete pecados de la memoria identificados por


Schacter, añadiendo un ejemplo escolar típico:

1. Transitoriedad: Olvido producido por el paso del tiempo.


Ejemplo: “Pensaba que recordaba la explicación del profesor de la semana
pasada sobre el experimento realizado, pero he olvidado parte del material
utilizado”.

2. Distractibilidad: Olvido por falta de atención en lo que hemos de recordar.

Ejemplo: “No sé donde he dejado el libro de matemáticas”.

3. Bloqueo: Supone una frustrada búsqueda de información que nos consta que
sabemos (tener algo “en la punta de la lengua”).

Ejemplo: “Me he quedado en blanco en la primera pregunta del examen y he


recordado la respuesta cuando ya lo había entregado”.

4. Atribución errónea: Se asigna un recuerdo a una fuente equivocada.

Ejemplo: “Creía que la Crítica de la razón pura era una obra de Hume”.

5. Sugestibilidad: Alude a la tendencia a incorporar  información engañosa de


fuentes externas.

Ejemplo: “El profesor me pidió que relatara la historia relativa al día que me perdí
en una excursión cuando era pequeño. Al llegar a casa expliqué los detalles
comentados en clase. Sin embargo, mi madre me dijo que yo no era el alumno
que se perdió sino mi amigo íntimo”.

6. Propensión: Cómo influyen nuestras tendencias en los recuerdos que


almacenamos.

Ejemplo: “Para resolver el problema hay que igualar la ecuación a cero porque
siempre igualamos a cero las ecuaciones”.

7. Persistencia: Conlleva el recuerdo de cosas que nos gustaría olvidar.

Ejemplo: “No puedo olvidar aquel profesor que se burlaba de mí delante de los
compañeros”.

IMPLICACIONES PEDAGÓGICAS

Cómo aprender
Comentábamos anteriormente que el aprendizaje puede ser explícito o implícito.
En el primer caso, somos conscientes de lo que aprendemos y en el segundo no.
En la práctica conviene utilizar ambas estrategias para optimizar el aprendizaje.
Los docentes sabemos que a menudo se hacen explícitos conocimientos
implícitos.

Ejemplo: El niño aprende a leer y, posteriormente, se le enseña una serie de


reglas gramaticales explícitas en las que se basa la escritura.

Cómo mejorar la memoria de trabajo

En un apartado anterior comentábamos las limitaciones de la memoria de trabajo y


la dificultad de almacenar la información en la memoria de largo plazo. En la
práctica, podemos mejorar la memoria de trabajo agrupando la información para
que ocupe menos espacio o mejorando su eficiencia.

En el primer caso, se requiere el conocimiento de hechos y datos debido a que la


adquisición de cultura facilita la reflexión y cuando reflexionamos sobre algo es
más fácil retener la información. En el segundo caso, necesitamos automatizar los
procesos que utilizamos para llevar información a la memoria de trabajo. La
práctica continuada aumenta la duración del recuerdo y permite progresar.

Ejemplo: La práctica del cálculo aritmético de los niños les permite mejorar en la
resolución de problemas que requieren lo anterior.

Hemos de asumir que olvidamos la mayor parte de lo que aprendemos. Basta


pensar en la gran cantidad de contenidos que estudiamos en la etapa escolar y la
rapidez con que hemos olvidado muchos de los mismos. ¿Puede explicar con
claridad a sus hijos un licenciado en historia del arte el significado de voltaje? La
gran mayoría de ellos tendría dificultades.

¿Aprender “de memoria”?

El aprendizaje no puede basarse en la memorización de una serie de reglas


aburridas que desvirtúen la comprensión global y que no muestren un sentido ni
una relación con otros contenidos. Según Manfred Spitzer, “a diferencia de nuestro
saber hacer (en sentido de capacidad y dominio), nuestro saber (en sentido de
conocimiento) es muy modesto”7, por lo que los niños necesitan ejemplos
adecuados que permitan llegar a las reglas.

El propio Spitzer pone como ejemplo el de la competencia lingüística, que no está


presente en nosotros en forma de lenguaje (como saber), sino que consiste en la
capacidad de hablar correctamente (el saber hacer). Es imprescindible que en el
proceso de aprendizaje haya reflexión y comprensión pero, para ello, se necesitan
los conocimientos previos o el soporte cultural sobre el que se asiente el
aprendizaje posterior. Resulta perjudicial obligar al aprendizaje de memoria
cuando es posible otra forma de aprendizaje, aunque es indudable que los
alumnos han de conocer determinadas informaciones de memoria.

Ejemplo: El niño que no haya aprendido de memoria la tabla de multiplicar


seguramente tendrá dificultades en la resolución de problemas aritméticos.

No obstante, no es lo mismo memorizar literalmente que integrar nuestra memoria


en la resolución de problemas cotidianos, no sólo académicos.

La optimización del aprendizaje requiere entrenamiento, es decir, la repetición


apropiada que permita la automatización y consolidación de hábitos adecuados.
Cuando la información es significativa se facilita el proceso. Y no olvidemos que la
atención, la motivación y la implicación emocional nos permiten memorizar y
aprender mejor. El docente desempeña un protagonismo principal en la facilitación
de estos factores.

La Asociación Educar explica que no puede entenderse memoria sin atención. El


primer paso para retener estos contenidos es poner en ellos los sentidos en
aquello que se está aprendiendo. Tanto en clase como en casa, el niño deberá
estar pendiente del temario. De forma activa, el estudiante debe concentrarse en
estas actividades y evitar fijarse en estímulos exteriores, por lo que si estos se
eliminan mejor.

En este punto, hay que distinguir entre las distintas fases del proceso de


memorización de contenidos:
- Almacenamiento sensorial. Mecanismo que permite retener información sensorial
no procesada durante un tiempo mínimo.

- Memoria de corto plazo u operativa. Captación de información por segundos o


minutos que permite retener. Un ejemplo es la retención de por un número de
teléfono hasta marcarlo nuevo.

- Memoria a medio plazo. Se aplica en circunstancias transitorias en las que se


requiere retener por horas un recuerdo. Un ejemplo es recordar dónde se colocó el
abrigo tras quitárselo

- Memoria de largo plazo. Paso más importante ya que es en el que se consolidan


los recuerdos y pasan de la memoria de corto plazo a la de largo plazo, donde
quedan guardados de manera permanente para poder ser utilizados en el futuro.

Teniendo en cuenta estos tipos de memoria, queda claro que lo ideal es trabajar
en la memoria a largo plazo para que los estudiantes sean capaces de recordar el
temario una vez que se enfrentan a sus exámenes. Por ello hay que recordar que
el primer paso es trabajar por una buena atención en los estudiantes para que
puedan pasar del almacenamiento sensorial a la retención a largo plazo.

No hay que olvidar la importancia que tiene para el estudiante comprender aquello


que se está estudiando. Este es un paso muy importante para trabajar en la
memoria a largo plazo. Por mucho que se atienda, si el niño no entiende el
temario, simplemente trabajará a medio plazo, en el momento del examen soltará
aquello que retuvo y no habrá aprendido realmente.

Para conseguirlo nada mejor que trabajar en la comprensión lectora para


poder identificar lo más importante del texto y poder utilizarlo a largo plazo. Para
conseguirlo, estas son algunas claves:

- Leer habitualmente. Acostumbrarse a leer es una buena técnica para poder


adaptar la vista a estas funciones e identificar palabras.

- Tener un diccionario a mano. Para comprender lo que se está leyendo hay que
saber qué significan las palabras, un diccionario es un gran aliado en esta misión.
- Trabajar esquematizando. ¿La lectura es demasiado grande? Las ideas
principales pueden simplificarse a través de un esquema que ayude a memorizar
el concepto del temario que se esté aprendiendo.

La naturaleza del material

Factores ambientales, aunque no siempre se considera importante, son


importantes para el proceso de memorización. Temperatura, humedad, ruido,
afecto, clima socio-emocional, etc., son sólo algunos factores ambientales.
Dependiendo de estas características, el proceso de codificación puede ser
estimulado o inhibido.

Factores subjetivos pueden incluir elementos tales como estado de aprendiz de


descanso, fatiga, salud o enfermedad. Motivación, intereses y disposición son
fundamentales para el proceso de codificación, que es ¿por qué, como
diseñadores instruccionales, pasamos mucho tiempo definir “¿Qué es él para mí?”

Almacenar es el segundo proceso que hace posible preservar la información


codificada. Como en la codificación, el almacenamiento es un proceso activo y
selectivo. Como la información es almacenada, permanentemente se esta
transformado, reorganizado y constantemente añadiendo nuevos enlaces incluso
si el sujeto es o  no consciente del proceso.

La teoría de la especificidad de codificación desarrollado por Endel Tulving añade


otro componente para el proceso de recuperación. Esta teoría explica que la
memoria utiliza la información de la huella de memoria y del ambiente en el que se
recupera. Básicamente, la memoria es mejor cuando los entornos de la
codificación y recuperación son similares. La memoria y el olvido van de la mano.
Es útil tener en cuenta que olvidar tiene diferentes causas y diferentes ritmos en
diferentes edades y que la forma más efectiva para combatir el olvido es la
repetición. Para ser verdaderamente eficaz, debes considerar la repetición
teniendo en cuenta los siguientes criterios:
 Alcanzar una cantidad óptima de repetición. Aunque no es intuitiva, olvidar
se asocia con ambos debajo de repetir y repetir.
 Espacio de la repetición
 El número y la duración de pausas dependen del volumen y la complejidad
del material
 Usar la repetición adecuada “fórmulas”

Conclusión:

La memoria no es más que una representación mental de una


experiencia y la capacidad de poder evocarla cuando se desee o necesite. La
literatura sobre la temática asume que se trata, esencialmente, de un proceso
donde intervienen cambios físicos y biológicos en nuestro cerebro. Cambios que
pueden ser permanentes y que pueden ser activados, evocados o rememorados
por decisión del sujeto. 

Aprender es un proceso que realiza el organismo a base de vivir experiencias, las


cuales modifican su conducta. Un aprendizaje nuevo conlleva una conducta
novedosa. Así, cuando una experiencia nueva se asoma a nuestro cerebro por
medio de los órganos sensoriales, éste lo primero que hace es intentar
relacionarla con un conocimiento que ya posee.

Para comenzar a aprender nuestro cerebro utiliza la memoria, es


decir, rememora aquellas experiencias similares que tiene ancladas en su corteza,
activando todo el mecanismo fisiológico y químico necesario para “visualizar
mentalmente” ese recuerdo. La emoción es la energía para aprender. Abre las
puertas de lo que es aprender y memorizar. 

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