Sunteți pe pagina 1din 175

ÍNDICE

• Presentación
• Notas Introductorias
• Prólogo
• IDEAS PARA UNA GEOGRAFÍA DE LAS PLANTAS: Parte 1, Parte2,
Parte3.
• CUADRO DE LA NATURALEZA DE LOS PAÍSES TROPICALES:
• Parte 1
• Parte 2
• Parte 3
• Parte 4
• Parte 5
• Parte 6
• Parte 7
• Parte 8
• Parte 9
• Parte 10
• Parte 11
• Parte 12
• Parte 13
• ANEXOS:
• NOTAS DE CALDAS SOBRE LAS "IDEAS PARA UNA GEOGRAFÍA DE
LAS PLANTAS" DE HUMBOLDT
• MEMORIAS DE CALDAS SOBRE LA NIVELACIÓN DE LAS PLANTAS
QUE SE CULTIVAN EN LA VECINDAD DEL ECUADOR
• OBSERVACIONES Y NOTAS (UNO)
• OBSERVACIONES Y NOTAS (DOS)
• LA FILOSOFÍA DE ALEJANDRO DE HUMBOLDT

1

Presentación
"Ideas para una Geografía de las Plantas más un cuadro de la naturaleza de los
países tropicales" conocida también como la "tercera dimensión de la flora", es
uno de los aportes más valiosos del sabio alemán Alejandro von Humboldt, puesto
que en ella sienta las bases para el desarrollo de una ciencia nueva: la
biogeografía. El alcance de su contenido y el estilo claro y sencillo en que está
escrita la han colocado como obra clásica en Ciencias Naturales y por su validez
en el momento actual es de obligada consulta para los naturalistas y los
historiadores de la ciencia de habla castellana. Por estas razones y por ser "la más
colombiana de la bibliografía Humboldtiana", es que el Jardín Botánico publica hoy
su texto total en español.

Sabio de formación excepcional fue Humboldt, bœo de la Europa culta de los


siglos XVIII y XIX, discípulo de Willdenow y sus amigos los científicos más
eminentes: Laplace, Gay-Lussac, Saussure, Volta, Lavoisier, Ritter, Schelling y
entre otros, el genial filósofo y poeta Goethe, de quien dice le dio nuevos órganos
para percibir el cosmos; y como se hallaba en plena madurez intelectual, sus
consejos constituyeron estímulo para el ávido viajero que quizá no alcanzaba a
presentir que sería el descubridor científico y estético del Nuevo Mundo.

En efecto, emprendió el célebre viaje con su fiel amigo y compañero el botánico


francés Aimé Bonpland, quien tuvo bajo su responsabilidad la difícil tarea de
determinación de las plantas.

Salieron de La Coruña en junio 5 de 1799 en el "Pizarro" y en julio, aproximándose


a costas americanas, satisfizo uno de sus anhelos: navegar el Caribe viendo
suspendida en el cielo la cruz del Sur: el 16 de ese mes llegaron a Cumaná en
cuyas playas colectó la primera planta americana: la Avicennia tomentosa. Realizó
su fantástico viaje al Orinoco; vio los raudales de Atures y Maipures y encontró en
el Brazo Casiquiare la unión de las dos grandes cuencas fluviales: Orinoco-
Amazonas. Regresado a Cumaná, enrumbó hacia la Habana en diciembre de
1800 y enderezó su proa al Nuevo Reino, llegando en mano de 1801 a Cartagena
-nuestra ciudad amurallada-. Allí Humboldt trabó amistad con el arquitecto
Domingo Esquiaqui, Gobernador de la plaza y encargado de realizar sus planos;
pero constituyó su mayor sorpresa el encuentro con la Expedición de Fidalgo,
nombrado por la Corona para levantar el mapa hidráulico del puerto y su litoral. Se
detuvo pocos días para ver desde el Cerro de la Popa el majestuoso espectáculo
de la bahía de Calamarí y observar a lo lejos la silueta de la Sierra Nevada de
Santa Marta, como emergiendo del mar; descansó en Turbaco, que lo acogió con
su clima tan benévolo; visitó los curiosos volcanes de lodo y con Bonpland y don
Luis de Rieux prosiguió a Arjona y de ahí a Mahates y por el Dique al Magdalena
para llegar a Mompós, donde 5 días después con remeros negros inició el largo
viaje de mes y medio para subir a Honda. Esta calurosa, larga y fatigante travesía

2

acuática rodeada de la espesa selva, la aprovechó para colmar de datos sus
diarios y también para trazar el curso de nuestro padre-río. Llegado a Honda fue a
Mariquita e inició el ascenso por la vía Guaduas-Villeta-Sasaíma-Facatativá-
Fontibón, para arribar a Santa Fe en julio de 1801, cuyo paisaje y ambiente frío lo
compensaron de las bochornosas semanas vividas en el río. Había gran
expectativa en la capital por el arribo del sabio: Mutis le ofreció gran recibimiento y
lo alojó en habitación cercana a la Casa de la Botánica, lo cual era muy justo
porque Humboldt había modificado sus planes de viajar por la vía de Panamá a
Guayaquil a encontrarse con el Capitán francés Baudin y hacer parte de su
expedición alrededor del mundo, sólo por conocer a Mutis e informarse de las
actividades de la Expedición Botánica. Grande fue la sorpresa del ilustre viajero al
encontrarse con el venerable sabio español al frente de una empresa de tal
magnitud científica; las láminas -de las cuales obsequió más de cien- dibujadas
con exquisito arte y fidelidad, las consideró como "la colección iconográfica de
plantas más importante del mundo" y los trabajos que realizaban sus discípulos
que no sólo comprendían botánica sino zoología, astronomía y mineralogía como
la simiente de la ciencia neogranadina.

Con centro en Santa Fe, Humboldt se desplazó por la altiplanicie hacia Zipaquirá,
Laguna de Guatavita, Salto de Tequendama, Soacha, los cerros de Monserrate y
Guadalupe, localidades que estudió, fijó sus puntos astronómicos y se dedicó a
planear su gran viaje a Quito. En compañía de Bonpland salió por la vía de
Fusagasugá y atravesando los calientes planes del Tolima llegó a Ibagué y se
enfrentó a los tramos más difíciles pasando la actual Cajamarca, unas veces en
mula y otras a pie, porque rehusó el servicio de los cargueros indígenas. Atravesó
la Cordillera Central por el camino real construido y trajinado por los indios, lleno
de baches, precipicios y peligros, avanzando por los tupidos y bellísimos bosques
del Quindio donde se deslumbró con los estípites blancos y los follajes de la
Ceroxylon quindiuense (palma de cera) que parecía "un bosque sobre el bosque";
temiendo que perecieran las recuas de mulas y bueyes que llevaban sus
instrumentos y colecciones, llegó el cansado viajero a la límpida quebrada de
Boquía y Salento y continuó en dirección a Cartago y de ahí divisó nuestra.

Cordillera Occidental; tres días más tarde siguió a Cali, Popayán, Pasto, donde lo
esperaba en Nariño la nueva sorpresa de los altos Andes que calificó como el
"tibet americano". Dejó nuestro territorio y entró al Ecuador, donde lo recibió
ansioso en Ibarra nuestro sabio Caldas, quien ya había hecho muy serios trabajos
"sobre la nivelación de las plantas que crecen en la vecindad del Ecuador" y que le
aportó numerosos datos, así como el sabio alemán lo enriqueció con más
informaciones. De ahí Humboldt, Caldas y Bonpland siguieron a Quito, donde el
primero permaneció varios meses hospedado cómodamente en la mansión del
marqués de Selvalegre, don Pío Montúfar. Continuó su viaje a Lima y a varias
localidades peruanas, ansioso de conocer los restos del imperio incaico; llegó al
Callao donde se embarcó para Guayaquil. Ya en el puerto ecuatoriano, a orillas
del Guayas se dedicó a dibujar y describir el imponente perfil que dedicó a Mutis
3

con estas palabras: "al sabio patriarca de los botánicos" y que le envió por
intermedio del marqués de Selvalegre y de Caldas. Trabajó intensamente, porque
ordenó, evaluó y sistematizó los datos que le permitieron entrar en una nueva
dimensión de las ciencias naturales: la biogeografía, que consignaría más tarde en
esta grandiosa obra.

Estos maravillosos recorridos para captar la "armonía de la naturaleza", le


plantearon los interrogantes de qué leyes rigen el orden y distribución de los seres
vivos en el planeta. Para conseguirlo y convertirse en el más importante
explorador del mundo montano tropical, ya vimos cómo se sometió a las
incomodidades de la época: viajó a lomo de mulas por los ásperos y tortuosos
caminos virreinales; soportó "las nubes desesperantes de mosquitos", se alojó en
las casas de los misioneros, también en rancherías y conucos de los indios;
compartió la mesa con ellos; navegó en sus frágiles y primitivas piraguas; los llevó
como sus remeros y muchas veces durmió a orillas de los esteros, con sus bogas
negros por quienes sentía fraternidad humana, ya que consideraba la esclavitud
como "el mayor de todos los males"

Su infatigable actividad coleccionando, midiendo, observando, dibujando


describiendo le permiten "tender hacía la física de la atmósfera, buscando la
distribución geográfica de las plantas sobre la tierra, con arreglo a la disancia al
Ecuador y a la elevación vertical de la localidad" Porque trató de unir ambos
dominios, el físico-químico y el biológico, interpretando la naturaleza "como un
todo, movido y animado por fuerzas interiores, naturales". Pero la radical novedad
en la obra de Humboldt, afirma Carl Troll, y a la que debe gran parte de su valor
"reside en la clarividencia fisiognómica, en su talento ocular y en la visualización
gráfica de los conocimientos adquiridos".

Esta obra se centra y sintetiza en el corte vertical o sea la tridimensionalidad que


realiza Humboldt de los sistemas montañosos de los continentes americano y
europeo, los cuales confronta básicamente en aspectos geográficos, climáticos y
botánicos con una emocionada descripción de la flora tropical que va desde las
ardientes llanuras de baja altitud, ascendiendo los Andes, hasta alcanzar en la
cumbre de la cordillera el manto blanco de los nevados.

La importancia de la figura y la obra del autor de Cosmos, en Colombia, se resume


en las palabras del doctor E. Pérez-Arbeláez al afirmar que el viaje del sabio por la
América equinoccial "se ha convertido en el Corpus Cientificum de las ciencias
naturales y que todo estudio serio debe iniciarse con esta obra", El mismo doctor
Pérez-Arbeláez, que tanto estudió y valorizó la Expedición Botánica y sus figuras
cenitales, Mutis y Caldas, comprendió que Humboldt más universal, le había dado
ámbito internacional a nuestra ciencia confinada en los Andes. Pero fue en este
siglo cuando el naturalista colombiano los situó en su verdadera dimensión
histórica.

4

La traducción de los textos la ha realizado con fidelidad, técnica y casi devoción el
profesor Ernesto Gubl, quien como un gran conocedor de nuestra geografía y
traductor de obras importantes del alemán, dedicó mucho tiempo a su versión tan
compleja en las notas. El perfil fue reproducido con habilidad y exactitud por el
estudiante de biología y dibujante David Rivera Ospina; los originales fueron
revisados primero por el biólogo César Escallón Estupiñán y por quien escribe
estas notas, y todos los textos y pruebas de imprenta los corrigió con esmero el
biólogo Gustavo Morales Lizcano. Garantía excepcional es que haya sido editado
en la Litografía Arco con la intervención del doctor José Raúl García, bajo los ojos
vigilantes del doctor Carlos Arturo Torres Acevedo. Agradecimiento muy especial
debo rendir al señor Alcalde Mayor de Bogotá, doctor Hisnardo Ardila Díaz, quien
logró el presupuesto para editarla, y a los miembros de la Junta Directiva del
Jardín que acogieron con entusiasmo la iniciativa.

TERESA ARANGO BUENO

Directora Jardín Botánico

5

Notas Introductorias
La presente obra de A. von Humboldt -una de las primeras que publicó a su
regreso del viaje por la América Tropical- indica la importancia que le dio a ella. La
titula "Ideas para una geografía de las plantas".

El acento está en la primera palabra del título: IDEAS. La recolección y ordenación


de los objetos es secundaria, en primer lugar está el pensar sobre el causalismo
de los fenómenos y las consecuencias de éstos.

No obstante que el trabajo se refiere a países de habla castellana, pocas veces ha


sido traducido y publicado en español y sólo una vez fue complementado con el
indispensable "Cuadro de la Naturaleza de los países tropicales" en copia fiel y
6

tamaño natural, (1) . La primera traducción la hizo Jorge Tadeo Lozano y fue
publicada en el No. 16 del "Semanario del Nuevo Reino de Granada" con fecha 23
de abril de 1809 por Francisco José de Caldas como editor de esta revista, que
fue por cierto la primera revista geográfica en Colombia.

Es célebre especialmente el famoso "prefacio" que dedicó Caldas a esta obra de


Humboldt y que utilizamos aquí también como tal en la presente traducción. Lo
mismo que incluimos en ella las notas y observaciones que hizo Caldas a la obra
de Humboldt, publicadas como complemento de la traducción de Jorge Tadeo
Lozano en el "Semanario".

Esta traducción se basa en un primer bosquejo que envió Humboldt desde


Guayaquil en 1803 a Mutis, acompañado también de un primer intento de la
iconografía de la naturaleza de los países tropicales en colores (2).

En una carta de Caldas a Mutis, desde Quito y con fecha de abril 21 de 1803, dice
entre otras cosas ".... El señor Barón de Humboldt, que partió ha dos meses de
Guayaquil, remitió a manos del señor Marqués de Selva Alegre un cañón de lata,
que contenía unas memorias sobre la Geografía de las plantas. Esto no sé por
qué motivo lo retuvo en su poder mucho tiempo, y no me la entregó para su
remisión por mi mano, según la voluntad del mismo Barón. Yo la he detenido
quince días para tomar una copia y ha venido ahora acompañada de una frívola
mía, casi en el mismo género, que espero la reciba usted con bondad... el más
reconocido de sus discípulos que besa su mano

Francisco José de Caldas"

Esta "frívola" reprodujo Eduardo Posada en su recopilación de las "Obras de


Caldas" bajo el título de "Memoria sobre la nivelación de las plantas que se
cultivan en la vecindad del Ecuador", en el tomo IX de la "Biblioteca de Historia
Nacional", pág. 85-95 en el año de 1912 en Bogotá, y que incluimos como anexo a
esta publicación.

La traducción de Jorge Tadeo Lozano de la obra de Humboldt en mención,


publicada en el "Semanario" de Caldas en 1809, ha sido la más conocida y
reproducida.

Pero existe otra traducción bastante diferente de aquella que hizo Jorge Tadeo
Lozano. Sobre la existencia de esta segunda me informó el doctor Eduardo del
Hierro, un historiador inquieto, el mismo quien fue el alma de la traducción de la
obra de Schumacher (3) con ocasión del segundo centenario de la Real
Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada y quien me suministró una
copia de una traducción hecha, orientada y dirigida por el coronel J. Acosta en
París en 1849 como parte de una reedición del "Semanario de la Nueva Granada"
y con el cuadro original de la Geografía de las Plantas del Barón de Humboldt.

7

El librero editor de la "Librería Castellana" en París, el señor Alaserre escribe a
manera de prólogo una "Advertencia del Lector" para esta reedición del
"Semanario", así: "Aquella obra literaria, de la que sólo se imprimieron pocos
ejemplares y que por lo mismo es hoy rarísima, ha añadido algunos otros escritos
inéditos de Caldas, que es ciertamente el más ilustre de sus contemporáneos en
la Nueva Granada, y el sabio cuyo nombre se ha citado más a menudo en todos
los libros de botánica y de historia natural relativos a América".

El mismo señor coronel Acosta, que me ha procurado el Semanario y los


manuscritos inéditos de Caldas, ha examinado también revisto y purgado de
muchos errores e incorrecciones el texto antiguo impreso y ha añadido algunas
notas y aclaraciones, que van firmadas con la inicial de su apellido. Consultando
este sujeto al señor barón de Humboldt sobre la Geografía de las plantas la cual
aparece traducida en el Semanario por Don J. Tadeo Lozano, advirtió aquel sabio
que su obra había sido totalmente modificada y mejorada posteriormente, y que
valdría más hacer una nueva traducción, de la que se encargó también el mismo
señor Acosta, conservando solamente las primeras páginas de las publicadas en
el Semanario.

La Geografía de las Plantas y el Cuadro físico de las regiones equinocciales,


portada magnífica de las obras del más célebre de los viajeros modernos, que
comprende los resultados principales que de su viaje a América sacaron las
ciencias, no habían sido hasta hoy publicados completamente en castellano y creo
que hago un servicio positivo imprimiéndolos en este idioma. Mas, como las
ciencias no se detienen en su marcha progresiva, algunos de estos resultados han
sido modificados y reformados y otros confirmados por las investigaciones de un
viajero más moderno, Mr. J. B. Boussingault".

También el coronel Acosta hizo sus observaciones tanto sobre el trabajo de


Humboldt, como suyas, en cuanto a la distribución de la vegetación de la Nueva
Granada que anexamos a la presente publicación para complementar la visión
histórica sobre este tema en Colombia.

A su vez esta reedición parisiense del "Semanario" de 1849 sirvió para una
reedición de ésta por parte del Ministerio de Educación de Colombia en el año de
1942 en Bogotá, pero sin la "Advertencia del Lector" francés y sin el "cuadro
original de la Geografía de las Plantas". Este último lo redibujó para la presente
edición David Rivera, un aventajado estudiante de biología de la Universidad
Nacional con cariño y comprensión.

En el año de 1942 la "Biblioteca Venezolana de Cultura", colección "viajes y


naturaleza" publicó en cinco tomos "Viajes a las Regiones Equinocciales del
Nuevo Mundo", en donde hace referencia especialmente en el primer tomo a la
obra aquí mencionada.

8

En el año de 1955 el Instituto Panamericano de Geografía e Historia en México,
publicó una reedición en facsímil del "Essai sur la geographie des plantes" Puede
que existan otras publicaciones y traducciones de la obra aquí en América, pero
que son desconocidas por nosotros.

En la Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y


Naturales, Vol. VIII No. 29 de 1950, se publicaron también sin el anexo del Cuadro
de la Naturaleza de los Países Tropicales, y sin el prólogo del mismo Humboldt,
los capítulos tomados de la nueva edición del Semanario de la Nueva Granada
publicado en París en 1849. La revista argumenta la publicación así:
"Consideramos de grande importancia esta nueva publicación dentro de nuestra
Revista, por cuanto el tema vuelve a tomar importancia con los estudios que
actualmente se adelantan en el país sobre su clima y la distribución geográfica de
las plantas y animales". Desde entonces el problema de la protección de la
naturaleza se ha agudizado gravemente, y es deber no olvidar las obras clásicas
sobre la naturaleza de Colombia. La presente traducción se basa en la edición
alemana publicada en 1807 (4) y que fue vertida a este idioma por el mismo
Humboldt quien había escrito la versión original en francés y publicada en París en
1805.

Y en cuanto a la comprensión de la importancia de la obra para el mundo


universitario moderno tropical andino americano como visión histórica y guía
futurista, la Directora del Jardín Botánico de Bogotá, doña Teresa Arango Bueno,
hizo posible la publicación de esta nueva traducción completa; más la inclusión en
la misma de un ensayo de A. Meyer Habich sobre "La Filosofía de Alejandro von
Humboldt" (5); ya que la esencia de las "Ideas para una Geografía de las
Plantas..." de Humboldt, está precisamente en la inquietud espiritual del porqué y
para qué, a lo cual responde la filosofía de la naturaleza, pero no el objeto natural
en sí. Este sólo es materia cruda, es empirismo, según el mismo Humboldt y sólo
a través del pensar se produce la idea, se convierten los hechos empíricos en
ciencia que responde al porqué y para qué. Son las ideas que mueven el mundo.
Y aquí está el valor, aún hoy en día y siempre, de este trabajo, que desde hace
mucho tiempo está superado en su aspecto empírico-técnico, pero no así en sus
ideas.

En esta traducción se respetó la escritura de los nombres propios tal como los
escribió Humboldt, aun cuando los aplicó de diferentes formas: Pico de Tenerife o
Teneriffa; Gotthard o Sn Gothard, Teide o Teyde, Guatimala, Huyaquil
(Guayaquil). De igual manera se respetaron otros términos como p.e. geognóstico,
cuyo reemplazo por geológico solo alteraría el estilo propio de Humboldt. Nombres
supuestamente poco conocidos en Colombia, como Pisang, se explican con una
nota de pie. Por ende este hombre es demasiado humano y generoso para
detenerse en bagatelas de sentido común.

Ernesto Guhl

9

PREFACION DE F. J. DE CALDAS
a la traducción de la Geografía de las Plantas
aparecido en el
Semanario en 1.809
Es preciso no confundir esta obra sabia con ese montón de escritos que inundan
la república de las letras, que no contienen sino ideas comunes y trilladas, escritos
miserables que perecen en el momento mismo de su nacimiento y que no dejan
tras de sí sino el oprobio de sus autores. La "Geografía de las Plantas", obra
original, llena de observaciones importantes, de miras vastas y filosóficas, en un
estilo digno de la majestad de su objeto es un cuadro grandioso de los Andes
equinocciales. Las plantas, los animales, los meteoros, la agricultura de los
pueblos del Ecuador, el hombre mismo, se presentan nivelados a los ojos del
filósofo. Ocho escalas puestas a los lados del inmenso Chimborazo, contienen
todas las producciones de la naturaleza y del cultivo, con todos los fenómenos que
presenta la atmósfera y el cielo bajo de la línea. Sobre un corte vertical de esta
famosa montaña y de todo el continente meridional de la América, están
señalados el término de la nieve permanente, la región de la arena y de la
esterilidad la esfera de los musgos, de las gramas, de los arbustos, de los árboles
y de las selvas colosales. Cada planta, cada ser organizado, ocupa aquí el lugar
que le señaló la naturaleza. ¡Cuántos objetos reunidos en un espacio tan corto!
¡Cuántas ideas, cuántos conocimientos se amontonan en este cuadro
verdaderamente filosófico!

Su autor, para darle más realce y contraste, ha puesto al lado del Chimborazo la
cima inflamada de Cotopaxi la del Pico de Teyde, del Mont-perdú, del Mont-Blanc,
el pico de Orizaba, la del Etna y del Vesubio. Estos dos volcanes tan celebrados y
tan famosos en la antigüedad, tan estudiados por los sabios del último siglo y tan
temidos de los pueblos que tienen la desgracia de existir en su vecindad,
aparecen aquí como unos pigmeos despreciables al lado de nuestras montañas.
Las ciudades principales del Virreinato (Santa Fe, Quito, Popayán, Cuenca, Loja,
Jaen), las minas de plata de Hualgayoc en el Perú, las de Europa, la nieve
perpetua a 51º de latitud, la sal gema y los huesos fósiles de la llanura de Bogotá,
las conchas petrificadas, el límite de la vegetación en Nueva España etc., adornan
los contornos de este corte de la América del Sur.

La quina, este bello producto de los Andes, más precioso que el oro y que la plata
que abrigan sus entrañas, y como ha dicho uno de nuestros compatriotas más
ilustrado (6) , este árbol de la vida, ha merecido al autor atenciones particulares.
Señalando a cada planta un punto sobre el perfil del Chimborazo, la quina ocupa
una zona de 1200 toesas de altura perpendicular. A 1500 toesas tira una línea

10

paralela al horizonte que constituye al termino superior y a las 300 toesas otra que
hace el inferior del género cinchona. De una sola ojeada conoce el observador los
lugares que producen estos árboles y aquellos de que se hallan desterrados.

Esta obra nos toca muy de cerca, son nuestras producciones, somos nosotros
mismos los objetos de que trata. Merece, pues, un lugar distinguido en nuestro
Semanario, y que nuestros compatriotas la tengan en su lengua propia. El autor la
escribió en francés, en la ciudad de Guayaquil, y la consagró al ilustre patriarca de
los botánicos D. José Celestino Mutis. Este sabio mantuvo el original inédito hasta
su muerte y ahora se publica en una traducción fiel y conforme al manuscrito del
autor.

El barón de Humboldt, rodeado de una vegetación abundante, de todos los


animales que pueblan nuestros bosques llevando su atención hacia los fósiles, a
la forma y dirección de nuestras montañas, a los ríos, a los valles, a los meteoros,
a la temperatura, a la geografía, a la astronomía, en una palabra a cuanto le
presentaba el cielo y la tierra, pasando con la rapidez que exigía su largo viaje, es
preciso que se hayan escapado a su penetración muchos objetos, y que haya
incurrido en algunas equivocaciones. Nosotros que hemos viajado dentro del
virreinato, por orden y a expensas de la Real Expedición Botánica de Santa Fé y
de D. José Ignacio Pombo (7), que hemos visitado muchos lugares que nos son
comunes con Humboldt, en una palabra, que hemos seguido de cerca los pasos
de este viajero ilustre, con los mismos objetos y con la "Geografía de las Plantas"
en la mano, parece que nos hallamos autorizados (8) para advertir al público lo
que hemos notado sobre esta producción interesante del mártir voluntario del
galvanismo. No es prurito de escribir, no es la necia vanidad de exagerar los
descuidos de los hombres grandes la que nos obliga a poner algunas notas. El
amor a la verdad, el deseo de ilustrar algunos puntos de física y de historia natural
de nuestros países son los motivos que nos mueven. Respetando las luces los
vastos conocimientos y los grandes talentos de este viajero extraordinario, más
respetarnos la verdad.

FRANCISCO JOSE DE CALDAS

11

_______

(1) F. j. de Caldas, Semanario de la Nueva Granada, miscelánea de Ciencias,


Literatura, Artes e Industria. Publicada por una sociedad de patriotas granadinos
bajo la dirección de Francisco José de Caldas. Nueva edición: Corregida,
aumentada con varios opúsculos inéditos de F. J. de Caldas. Anotada y adornada
con su retrato y con el cuadro original de la Geografía de las plantas del Barón de
Humboldt, París Librería Castellana, 2, Calle Saint-Germain Des-Pries, Lasserve
Editor - 1849.

(2) Historia del Arte Colombiano Salvat Editores Colombiana, S. A. Bogotá 1983.
Reproduce en el Vol 1, pág. 16 el original de este croquis, se conserva en el
Museo Nacional de Bogotá.

XIII

(3) H. A. Schumacher "Südamerikanische Studien, Drei Lebens und Culturbilder:


Mutis, Caldas, Codazzi 1760-1860" "Berlín 1884. En estas biografías,
12

especialmente la de Caldas, el autor se refiere frecuentemente a las relaciones
entre Caldas y Humboldt.

(4) Al. von Humboldt und A. Bonpland "Geographie der Pflanzen. Nebst einem
Naturgemalde der Tropenlander, auf Beobachtungen und Messungen gegründet,
welche vom ioten Grade nordlicher bis zum ioten Grade südlicher Breite, in den
Jahren 1799,1800, 1801,1802 und 1803 angestellt worden sind, von Al. Von
Humboldt und A. Bonpland. Bearbeitet und Herausgegeben von dem Erstern. Mit
einer kupfertafel. tübingen, bey F. G. Cotta, París, Bey F. Schoell. 1807

(5) Adolf Meyer Abrich: "La Filosofía de Alejandro de Humboldt" en "Humboldt"


revista para el mundo ibérico. Año 1. No. 4, übersee Verlag, Hamburgo 1960, pág.
56-64.

(6) D. José Ignacio Pombo, del comercio de Cartagena, y hoy prior de este
consulado, en un manuscrito intitulado: Noticias varias sobre las quinas oficinales,
sus especies, virtudes, usos, comercio, acopios, su extracto y descripción
botánica. Esta obra, llena de erudición y de gusto, abraza cuanto se puede desear
sobre los plantíos, acopios, envases y comercio de esta preciosa corteza. El autor
la ha sabido embellecer con reflexiones y con hechos que siempre se leerán con
gusto y con aprovechamiento. ¡Ojalá vea la luz pública cuanto antes! ¡Ojalá se
estudie y profundice por nuestros compatriotas!

(7) Este ciudadano patriota y desinteresado apoyó con todas sus fuerzas mi viaje
a la provincia de Quito. Libros, instrumentos, recomendaciones, dinero, todo
cuanto podía esperar un hijo de un padre generoso, recibí yo de su mano. No se
crea que solicité, ni que pedí estos bienes. Sin conocerme, sin haberme escrito
jamás, me llenó de beneficios. Con el placer más completo de mi corazón le pago
este tributo de mi reconocimiento.

(8) Tanto más cuanto ha muchos años que reunimos materiales y observaciones
para una obra intitulada Fitografía del Ecuador, trabajando sobre un plan más
vasto y tal vez más útil al comercio, a la agricultura y a la medicina vegetal. Como
a Humboldt, la quina ha llamado toda nuestra atención. Bajando y subiendo los
Andes en todos sentidos, desde los 40º30' lat. S., hasta 5º25' lat. N., hemos
podido fijar irrevocablemente los términos, no sólo del género cinchona como lo ha
hecho el autor de esta obra, sino también los de todas las especies que lo
constituyen. Las plantas que cultivamos, las que sirven en las artes y para
restablecer nuestra salud, son las que nos han merecido la preferencia. Humboldt
se limita a las alturas, y nosotros, después de establecer los términos precisos a
que está reducida cada especie bajo del Ecuador, nos atrevemos a señalar la
latitud hasta donde extiende su existencia, y por decirlo así, a fijar los trópicos de
todas las plantas que hemos sujetado a nuestro examen. Establecemos principios
y leyes generales sobre la geografía de la vegetación y creernos haber hecho dar
un paso a esta ciencia, que por confesión de Humboldt, se halla todavía en la

13

cuna. A pesar de los esfuerzos que hemos hecho para perfeccionar nuestra
Fitografía, aún nos restan que verificar muchas observaciones y un viaje a los
Andes del Quindio. Si las circunstancias si mi fortuna me lo permiten, si llego a
completar mis conocimientos en este ramo importante de la botánica, los
presentaré al público como un testimonio de amor que profeso a mi país y a mis
conciudadanos.

14

Prólogo
Después de larga ausencia de Europa durante cinco años y de haber permanecido
en países, muchos de los cuales jamás fueron visitados por naturalistas tal vez
este sea motivo suficiente para que me hubiera apresurado a hacer conocer una
corta descripción de mi viaje. Me hubiera podido sentir lisonjeado de que este afán
estuviera acorde con los deseos del público, del cual una gran parte expresó tan
vivo interés por mi estado personal y el desarrollo de mis trabajos.

Pero pensé que era más importante para la ciencia dar primero una visión general
de los resultados principales sobre los fenómenos observados por mí, que hablar
de mí mismo y de las dificultades que tuve que vencer en aquellas regiones
lejanas del mundo. Este cuadro de la naturaleza es la obra que me atrevo a
presentar en el momento actual a los físicos y cuyos detalles serán más
desarrollados en mis trabajos posteriores.

En este cuadro de la naturaleza presento todos los fenómenos que ofrece la


superficie de nuestro planeta y la cubierta de aire que la envuelve. Los naturalistas
que conocen el actual estado de nuestro saber empírico, especialmente aquel de
la meteorología, no se van a asombrar al ver tratados en tan pocas páginas tantos
objetos. Si hubiera podido dedicar mas tiempo a su elaboración, con seguridad la
obra hubiera resultado aun más corta; ya que mis conceptos sólo pretenden
presentar hechos concretos con base en cifras exactas.

Desde mi más temprana juventud he acumulado ideas para una obra de esta
índole. El primer bosquejo para una geografía de las plantas lo presenté a mi
amigo Georg Forster cuyo nombre nunca lo puedo mencionar sin el más profundo
sentimiento de gratitud. Luego del estudio de diferentes aspectos de las ciencias
físico - matemáticas, me ofreció la posibilidad de ampliar mis ideas primarias al
respecto. Pero ante todo, a él le debo el haber podido realizar mis viajes a los
países tropicales que me suministraron los materiales para este trabajo. Escribí la
mayor parte de estas páginas al pie del Chimborazo, mirando los objetos que iba a
describir, rodeados de una naturaleza poderosa, pero benévola, no obstante sus
diferencias internas. He pensado en dejar el título Ideas para una geografía de las
plantas; cualquiera otro título menos modesto, hubiera destacado aún más mis
deficiencias en éste mi primer ensayo, y así hubiera sido la benevolencia del
público menos valiosa.

Fiel a las costumbres de la investigación empírica en el campo de las ciencias


naturales a la cual he dedicado mi vida hasta hoy, procedo también en esta obra a
presentar en forma ordenada los variados fenómenos, uno al lado del otro, en vez
de explicar, profundizando en la naturaleza de las cosas y sus interrelaciones
internas. Esta confesión que marca mi punto de vista bajo el cual espero que sea
comentada, al mismo tiempo indica la probabilidad de que alguna vez será posible

15

presentar un cuadro de la naturaleza de un modo diferente a la vez más amplio y
de un nivel más de tipo filosófico-natural.

Esta posibilidad de la cual yo mismo tenía mis dudas antes de mi regreso a


Europa; es decir, una reducción de todos los fenómenos de la naturaleza, de toda
su actividad, de todas sus creaciones serian motivo de discusiones de nunca
acabar, en cuanto a las fuerzas básicas opuestas de la materia. Y creada como
ensayo arraigado y atrevido por Schelling, uno de los pensadores más profundos
de nuestro siglo. No del todo ignorante del espíritu de su sistema estoy lejos de la
opinión de que el estudio filosófico de la naturaleza, pueda hacer daño a la
investigación empírica, y de que empíricos y filósofos naturales se tengan que
rechazar para siempre como polos opuestos. Pocos son los físicos que han
protestado más que yo por las deficiencias de las teorías conocidas, y sus
expresiones gráficas, y pocos son también los que expresaron su incredulidad
referente a las diferencias específicas de los llamados elementos básicos
(Ensayos sobre las fibras irritadas de los músculos y nervios, T. I, pág. 376 y 422;
Tomo II, pág. 34, 40). Entonces quien más que yo podría participar con
satisfacción y alegría íntima en un sistema el cual socavando la atomística y
distanciándose de la concepción unilateral, también utilizada antaño por mí, de
que toda diferencia

de la materia se basa en la mera diferencia de las dimensiones espaciales y de su


densidad, y que está lejos de la luminosidad sobre los organismos; del calor del
magnetismo y de la electricidad, fenómenos tan poco accesibles a las ciencias
naturales hasta entonces, pero que permiten divulgar estos fenómenos.

El cuadro de la naturaleza, el cual estoy suministrando aquí, se basa en


observaciones que he realizado en parte solo y en parte en compañía del señor
Bonpland. Unidos por los lazos de una amistad íntima de muchos años,
compartiendo las dificultades a las cuales está uno expuesto en países de escasa
cultura y bajo la influencia de climas malignos, hemos resuelto que todos los
trabajos deban considerarse como fruto de nuestra expedición y que, lleven los
nombres de nosotros dos.

Durante la redacción de esta obra en París, necesitaba con frecuencia el consejo


de hombres excelentes, con los cuáles, por fortuna, estuve siempre en estrecha
comunicación. El señor Laplace, cuyo nombre no necesita elogios míos, me otorgó
su más cálida colaboración desde mi regreso de Filadelfia, para elaborar mis
observaciones en los trópicos. Ilustrando sobre lo que nos rodea con base en la
abundancia de sus conocimientos y de la fuerza de su ingenio, se ha convertido el
trato de él para mi, en una influencia tan benéfica como vital, lo mismo para todos
los demás hombres jóvenes, a los cuales sacrifica con gusto sus escasos ratos de
ocio.

16

Las obligaciones de amistad me impulsan a ser no menos agradecido con el señor
Biot, miembro de la primera cinc del Instituto Nacional. El, quien une la sagacidad
del físico con la fuerza del matemático, me ha sido muy útil en la elaboración de
mis observaciones viajeras. Así, él mismo calculó las tablas para la Refracción
Horizontal y la disminución de la luz.

Varios hechos sobre la distribución de los árboles frutales, los tomé del excelente
escrito del señor Sickler. Los señores Decandolle y Ramond me suministraron
observaciones interesantes sobre el estado de las plantas en las montaña suiza y
en los Pirineos. Otras informaciones las debo a los escritos clásicos de mi amigo
de muchos años y maestro Willdenow. Además no parecía inútil tener una visión
retrospectiva de la zona templada y hacer una comparación en cuanto a la
distribución entre las planta de Europa y las de Suramérica.

El señor Delambre completó mi tabla de las altura de las montañas con otras
medida propia de él, huta ahora desconocidas. Una parte de las mías las calculó
el señor Prony, con base en la fórmula barométrica de Laplace. Con grande
amabilidad este mismo señor realizó los cálculos de más de 400 mediciones.

En la actualidad me ocupo en la elaboración del tomo que va a contener mis


observaciones astronómicas; una parte de las mismas ya se entregó a la oficina
de longitudes de París para su examen. Seria precipitado publicarlas antes de
terminar el tomo astronómico de la obra, los mapas geográficos que he dibujado, o
también la descripción del viaje mismo; ya que la ubicación y altura de un lugar
tiene sobre casi todos los fenómenos físicos y psíquicos, una influencia más o
menos grande.

Me siento lisonjeado especialmente en cuanto a mis cálculos de longitudes que


tuve oportunidad de realizar durante la penosa navegación sobre el Orinoco, el
Casiquiare y el Río Negro, y que van a ser especialmente interesantes para
ayudar a personas que conocen el deficiente estado de la geografía en el interior
de Suramérica. No obstante, la exacta descripción del Casiquiare que hizo el
Padre Caulin, geógrafos del presente sin embargo expresan nuevamente sus más
grandes dudas sobre las características de la comunicación del Orinoco con el río
Amazonas. Pero como yo mismo trabajé en estas regiones con instrumental
astronómico espero que no me vayan a juzgar con amargura (1),cuando no
encuentren en la naturaleza el curso de los ríos y montañas, tal como lo indica el
Mapa de la Cruz; porque éste es el destino más común del forastero; el de
provocar desagrado cuando contradice los conceptos tradicionales. Una vez
terminada la publicación de mis observaciones astronómicas, como también de las
mediciones barométricas y geodésicas, se pueden presentar mis demás trabajos
en forma continua y rápida al público. Y solamente después de la elaboración del
material existente, me voy a ocupar en una nueva expedición, cuyo plan tengo
esbozado, y de la cual espero, va a suministrar gran claridad sobre los fenómenos
magnéticos y meteorológicos más importantes.

17

No puedo hacer públicos los primeros resultados de mi viaje a los países
tropicales, sin aprovechar esta oportunidad para expresar al gobierno español, el
tributo de mi más profundo y respetuoso agradecimiento, por haber tratado mi
expedición durante cinco años con tan especiales consideraciones y protección.
Pude trabajar con una libertad que antes jamás se había concedido a una persona
particular en una nación noble, en la cual se han conservado unas características
propias bajo el empuje de los acontecimientos; no he conocido en aquellas
regiones lejanas casi ningún otro obstáculo que aquellos con los cuales se
enfrenta la naturaleza a los hombres.

De manera que el recuerdo de mi permanencia en el nuevo continente, siempre


estará acompañado con los más vivos agradecimientos por el trato tan cariñoso
que he recibido yo, de los habitantes de todas las clases sociales en las colonias
españolas en ambos hemisferios, como también en el Estado Libre de
Norteamérica.

Roma, en el mes de julio de 1805

Al. von Humboldt

_______

(1) Geographie moderne de Pinkerton, traduite par Walkenaer, Tomo VI, pág. 174-
177

18

Ideas para una geografía de las plantas

Las investigaciones de los naturalistas por lo general se limitan a objetos que por
lo común abarcan sólo una muy pequeña parte de la botánica; se ocupan casi
exclusivamente en la búsqueda de nuevas especies, con las descripciones de las
formas externas de las mismas, y con sus características, según las cuales la
semejanza permite unirlas en clases o familias.

Estos estudios fisionómicos de las criaturas orgánicas son sin duda el fundamento
más importante de todas las descripciones de la naturaleza. Sin esta base ni
siquiera podrían prosperar aquellas partes de la botánica que tienen una influencia
directa más o menos grande sobre el bienestar de la humanidad, como la
investigación sobre las fuerzas curativas de las plantas, de su cultivo y sus usos
técnicos. Tan deseable como es que muchos botánicos se dediquen
exclusivamente a estos estudios tan amplios, tanto más cuanto que esta
concatenación de las formas sea susceptible de un tratamiento filosófico: no es sin
embargo menos importante al elaborar la geografía de las plantas, una disciplina
de la cual apenas existe el nombre, y que sin embargo contiene los más
interesantes materiales para la historia de nuestro planeta.

Ella -la geografía de las plantas- las observa según la proporción de su


distribución en los diferentes climas. Casi ilimitada, tal como el objeto que
investiga, descubre ante nuestros ojos el infinito manto vegetal, el cual tejido más
denso o abierto, ha puesto la naturaleza, fuente de toda la vida, sobre el desnudo
planeta. Ella sigue a la vegetación desde las alturas escasas en aire donde están
los glaciares perpetuos hasta las profundidades del mar o al interior de las rocas,
donde habitan en cuevas subterráneas las criptógamas, que todavía son tan
desconocidas como los gusanos que ellas alimentan.

El borde superior de este manto vegetal se encuentra al igual como el de la nieve


perpetua, más alto o más bajo, de acuerdo con la latitud del lugar o de la
inclinación de los rayos solares calientes. Pero el límite interior de la vegetación
nos es totalmente desconocido, ya que observaciones exactas sobre las plantas
subterráneas en ambos hemisferios, nos enseñan que el interior de la tierra está
con vida en todas partes, donde gérmenes orgánicos, encontraron espacio para su
desarrollo, y un líquido con oxígeno, para su alimentación. Aquellos riscos
pendientes y congelados que se alzan muy por encima de las capas de nubes,
están cubiertos por musgos y líquenes. Parecidos a estos son las criptógamas que
extienden una vez en multicolor y otra vez inmaculadamente blancas, su textura
blanda y fibrosa sobre las paredes de estalactitas en las cuevas subterráneas y
sobre la madera húmeda de los socavones en las minas. Así se acercan al
parecer los límites periféricos de la vegetación, y producen formas cuyas
estructuras simples son poco estudiadas por los fisiólogos.

19

Pero la geografía de las plantas no solamente ordena éstas según la diferencia de
los climas y altura de las montañas, donde se encuentran observa a éstas no
únicamente según la cambiante presión atmosférica, de la temperatura, de la
humedad ambiental y de la tensión eléctrica bajo los cuales se desarrollan; ella, la
geografía de las plantas, distingue entre las innumerables plantas del planeta, lo
mismo que entre los animales, dos clases (1), las cuales en sus relaciones (es
decir en sus formas de vida) se encuentran en lugares muy opuestos.

Algunas crecen solitarias y dispersas. Así en la zona templada en Europa,


Solanum dulcamara, Lychnis dioica, Polygonum bistorta, Anthericum liliago,
Crataegus aria, Weissia paludosa, Polytrichum piliferum, Fucus saccharinus,
Clavaria pistillaris y Agaricus procerus; y así bajo los círculos tropicales en el
nuevo continente, Theophrasta americana, Lysianthus longifolius, Hevea, la
mayoría de las especies Cinchona, Vallea stipularis, Anacardium caracoli, Quassia
simaruba, Spondias mombin, Manettia reclinata, y Gentiana aphylla.

Otras plantas, unidas socialmente como las hormigas y las abejas cubren
extensas regiones donde excluyen todas las demás plantas diferentes a ellas. A
éstas pertenecen el brezo (Erica vulgaris), la fresa (Fragaria vesca), Vaccinium
myrtillus, Polygonum aviculare, Cyperus fuscus, Aira canescens, Pinus sylvestris,
Sesuvium portulacastrum, Rhizophora mangle, Croton argenteum, Convolvulus
brasiliensis, Brathys juniperina, Escallonia myrtilloides, Bromelia karatas,
Sphagnum palustre, Polytrichum commune, Fucus natans, Sphaeria digitata,
Lichen baematomma, Cladonia paschalis y Thaelaephora hirsuta.

No obstante que enumeré entre estas plantas sociables algunas suramericanas,


sinembargo su presencia en el conjunto es menos frecuente en los países
tropicales que en la zona templada, donde su abundancia produce una visión de la
vegetación más monótona y menos pintoresca (2).

Desde las orillas del Orinoco hasta las del río Amazonas y las del Ucayali, en una
llanura de más de 300 millas, está cubierta por un denso bosque ininterrumpido. Si
no fuera por el obstáculo separador de los ríos, entonces los micos, que son casi
los únicos habitantes de estas soledades podrían pasar sin tocar la tierra, del
hemisferio Norte al hemisferio Sur, lanzándose de una rama a la otra del inmenso
bosque. Pero estas interminables selvas no ofrecen al ojo del explorador la visión
cansona de las plantas sociables. Cada parte está adornada con formas distintas.
Aquí están estrechamente agrupadas las Psychotria, Mimosas con hojas
parecidas de la Haya, y Melastoma siempre en flor, allá las ramas altas ocultan las
Cesalpinias, árboles de la higuera envueltos por la vainilla, especies de Lecythis, y
las Heveas abundantes en leche (3). Ninguna planta ejerce aquí un dominio
desplazante sobre las demás.

Muy distintas son las plantas en las tierras tropicales que limitan con Nuevo-
México y Louisiana. Entre las latitudes 17º y 22º Norte hay una altiplanicie de 2000

20

metros (6000 pies) sobre el nivel del mar, (los nativos la llaman a esta
tierra Anahuac), densamente cubierta por robles y una especie de abetos,
parecido al Pinus strobus, Arboles de ámbar (4) , Arbutus madronno y otras
plantas sociables cubren los valles amables de Xalapa en la vertiente oriental de la
cordillera mexicana. Tanto el suelo, clima, plantas y formas, y en conjunto toda la
fisionomía de la región adquiere aquí un carácter que parece pertenecer a la zona
templada, y el cual en las mismas latitudes dentro de los círculos tropicales y en la
misma altura de las montañas no se observa en la América del Sur. La causa de
este raro fenómeno quizás está principalmente en la figura del nuevo continente,
que crece desproporcionadamente de anchura hacía el Polo Norte, lo cual,
provoca que el clima de Anahuac se torne más frío de lo que debería estar de
acuerdo con su ubicación y altura. Así es como plantas del Canadá se trasladaron
lentamente hacía el Sur; y ahora se observan cerca del círculo del Trópico de
Cáncer, y en las faldas de los volcanes activos de México, los mismos abetos que
son característicos de las fuentes de Gila y Missury.

En Europa la gran catástrofe del crecimiento de las aguas continentales que


provocaron primero la apertura de los Dardanelos y más tarde la ruptura de las
columnas de Hércules, para excavar el ancho valle del mar Mediterráneo, ha sido
adversa al paso de las plantas africanas. Solamente unas pocas plantas que se
encuentran en Nápoles, en Sicilia y en el sur de Francia llegaron aquí como tal vez
los micos de Gibraltar, antes de estas rupturas. El frío en los pasos de las
montañas pireneicas demuestra que las plantas vinieron directamente del Sur de
la tierra de los bereberes y no desde el Suroeste a través de España. Durante los
siguientes milenios de años, el mar Mediterráneo, separador de los países, pero
para la navegación y el tráfico, y cultura intelectual de la especie humana tan
importante, hizo imposible la inmigración de plantas, y por lo mismo contrasta la
vegetación de la Europa del Sur con aquella del bajo Egipto y de las costas del
Atlántico del Norte. No es así la distribución de las plantas entre el Canadá y el
mismo istmo mexicano. Aquí ambos países parecen haber intercambiado
mutuamente sus plantas, y las lomas que limitan el valle del Tenochtitlan están
cubiertas casi con los mismos árboles que aquellas que crecen sobre el paralelo
de 45º latitud algo al norte de la Cordillera de las Grullas y el Salar de Tipanogoa.
Si unos artistas visitaran esta parte de la región tropical americana para estudiar el
carácter de la vegetación, buscarían sin éxito el esplendor y la grande variedad de
las plantas equinocciales. Encontrarían sobre el paralelo de los bosques de las
Indias Occidentales robles y abetos, así como cipreses de dos fibras, bosques que
ofrecen la monotonía cansona de las plantas sociales del Canadá Asia del Norte y
Europa.

Sería un trabajo interesante el indicar en mapas botánicos especiales las regiones


de la tierra que ocupan estas integraciones sociales de plantas uniformes. Ellas se
presentarían en largas fajas, que ocasionando esterilidad, desplazan toda cultura y
ora aparecen como landa, ora como llanuras herbáceas infinitas (estepas,
sabanas), ora como selvas impenetrables, ofreciendo a las comunicaciones de la

21

especie humana, obstáculos casi mas grandes que las montañas y el mar. Así
empieza la tierra de las landas con esta agrupación de la Erica vulgaris, Erica
tetralix de los Lichen icmadophila y Lichen haematomma (líquenes), desde la
punta septentrional de Jutlandia, que se extiende a través de Holstein y
Lueneburg (5), hasta más allá del paralelo 52º. Desde allá se orienta hacia el
occidente, y alcanza a través de las llanuras graníticas de Munster y Breda, las
costas del océano inglés. Desde hace muchos siglos dominan estas plantas en los
países nórdicos. La industria de los habitantes luchando contra este dominio
absoluto de estas plantas, poco es el espacio que les han ganado. Pero estos
campos agrícolas recién arados, esta conquista de la diligente aplicación, las
únicas benéficas para la humanidad forman islas de un verde fresco en las
landas y yermas. Recuerdan ellos a aquellos oasis que guardan en sí el germen
de la vida vegetal en los muertos desiertos de las arenas de Libia.

Un musgo, Sphagnum palustre, igualmente típico en los trópicos como en los


climas templados ocupaba antaño una considerable parte de Alemania. Los
frecuentes pantanos de turba en las regiones bálticas y de Alemania Occidental,
atestiguan la gran expansión que tuvo antaño aquella planta sociable: los
pantanos más recientes deben su origen a dos criptógamas de pantano,
el Sphagnum y Minium serpillifolium, mientras que la turba de las formaciones más
antiguas se formó de las acumulaciones de ulvas marítimas (6) y especies de
fucus con contenido de sal y por lo mismo descansa frecuentemente sobre un
lecho de pequeñas conchas marítimas. Debido a la destrucción de los bosques,
los pueblos agrícolas disminuyeron la humedad del clima. Poco a poco los
pantanos se secaron y el sphagnum que hizo inservibles a los nómadas de la
vieja Germania grandes regiones de ella, fue desplazado por plantas útiles para el
hombre,

No obstante que el fenómeno de que las plantas sociables pertenecen casi


exclusivamente a la zona templada, también los países tropicales suministran
algunos ejemplos: el largo dorso de la cadena de los Andes en una altura de 3000
m.s.m. (casi 9300 pies), está cubierto de modo uniforme por el Chite (Brathys
juniperina) de flores amarillas, Chitimani (Brathys ovata), Jarava, una especie
herbácea emparentada con el Papporophorum, la Escallonia con hojas de forma
de mirto, varias especies de hierbas molinia y de la Tourrettia cuya médula
nutritiva la disputa, por necesidad, el indio al oso. En las ardientes llanuras entre el
Chinchipe y el río Amazonas crecen las sociables Croton con las hoja plateadas,
más Godoya y las Bougainvillea cubierta con coloridas brácteas. En las sabanas
del bajo Orinoco crecen Kyllingia, y allá donde brota un manantial, la palma
moriche de tipo abanico y frutos de colar purpúreo y de forma cónica. De la misma
manera encontramos en el virreinato de la Nueva Granada, entre Turbaco y
Mahates, sobre el río Magdalena, y sobre la vertiente occidental de los Andes -
nevados del Quindio-, bosques ininterrumpidos de junco de bambú y Heliconias
con hojas de formas de plátano. Pero estos grupos de plantas sociables siempre

22

ocupan extensiones menores y también son menos frecuentes entre los círculos
tropicales que en la zona templada y fría de la parte septentrional de la tierra.

Para opinar sobre la antigua continuidad entre continentes cercanos, se basa el


geognosta en la parecida estructura de las costas, de los estratos y ubicación de
los tipos de cordilleras, de las mismas razas humanas y de animales que las
habitan, y de los mares costaneros poco profundos. La geografía de las plantas
puede suministrar materiales no menos útiles para esta clase de investigaciones.
Eh observa las plantas que tiene Asia-oriental en común con la California y
México. Ella sugiere la probabilidad de que América del Sur y Africa se separaron
antes del desarrollo de gérmenes orgánicos sobre la superficie terrestre y de que
ambos continentes con sus costas orientales y occidentales estuvieran unidos en
dirección hacia el Polo Norte; guiado por ella -la geografía de las plantas- se
puede penetrar en la oscuridad que envuelve el pasado de nuestro planeta para
determinar si después de las caóticas mareas de agua, las partes secas de la
corteza terrestre estaban en muchos lugares y a un mismo tiempo cubiertas de
diferentes especies de plantas, o de lo contrario (según los mitos muy antiguos de
muchos pueblos) todos los gérmenes vegetales se desarrollaron en una sola
región, desde donde, por caminos difíciles de determinar, y afrontando diferentes
climas, se han expandido en toda las direcciones sobre el globo.

La geografía de las plantas investiga si se pueden encontrar entre las


innumerables planta de la tierra, y si se puede detectar entre ellas ciertas formas
primaria, y si se puede considerar o no las diferencias específicas como
consecuencia de la degeneración o cambio, como desviación

de un prototipo. Resuelve ella, o no, el problema tan discutido de si existen plantas


que pertenecen a todos los climas, todas las alturas y a toda las regiones de la
tierra?

_______

(1) Ya mencioné esta diferencia y llamé la atención sobre otros aspectos de la


geografía de las plantas en mi flora Fribergensis (1703).

(2) Nota del traductor: Ciertamente Humboldt no alcanzó a conocer


detalladamente todas las regiones fitogeográficas de los trópicos, y por los
páramos pasó demasiado rápido e impresionado por el tiempo reinante, por haber
podido observar el predominio de unas pocas plantas en grandes cantidades,
produciendo una fisionomía paisajista uniforme, pero nada monótona y muy
variable durante el ciclo diurno de luz, y muy pintoresca también.

(3) Caucho, por absorción del oxígeno atmosférico, expulsado en leche.

(4) N. de T. Liquidambar styracflua.

23

(5) Casi hasta los 52071'

(6) N. de J. Ulva lactuca.

Si me atrevo a sacar conclusiones generales de lo que he visto en pequeñas


partes de ambos hemisferios, entonces puedo suponer, que alguna planta
criptógamas son las únicas, que produce la naturaleza en todas
partes (7). Dicranum scoparium, Polytrichum commune, Verrucaria
sanguinea y Verrucaria limitata Scopoli, crecen en todas las latitudes, tanto en
Europa como bajo la línea equinoccial, sobre el lomo de altas cordilleras como en
la orilla del mar, en todas partes, pues, donde encuentran sombra y humedad.

En la orilla del río Magdalena, entre Honda y la Aegyptiaca, en una llanura donde
el termómetro marca sin interrupción 25º a 28º, encontramos al pie de
la Ochroma (8) y del Macrocemum de hojas grandes, también mantos de musgos,
tan estrechamente tejidos y de un verde tan fresco, tal como se observan en los
bosques de Suecia y de Alemania del Norte. Si otros viajeros aseguran que los
musgos y otras Criptógamas por lo general son escasos en la zona cálida,
entonces la causa de esta afirmación consiste en que ellos no han penetrado lo
suficiente al interior de estas selvas, sino que únicamente visitaron costas secas o
islas cultivadas. De los líquenes inclusive se encuentran muchos de una misma
especie en todas las latitudes de las zonas Norte y Sur. Parecen casi
independientes de la influencia del clima, como también del tipo de cordillera sobre
las cuales crecen, y de las cuales casi ninguna pertenece exclusivamente a una
sola parte de la tierra.

Entre las plantas fanerogámicas no conozco ninguna cuyos órganos sean


suficientemente flexibles para adaptarse a todas las zonas y a todas las alturas de
un lugar. Equivocadamente se adjudicaron estas características de flexibilidad a
tres plantas, a la Alsine media, a la Fragaria vesca, y al Solanum nigrum, pero esta
flexibilidad sólo al hombre le es dada, y a algunos animales domésticos que lo
rodean. Así no más, las, fresas de Pensilvania y del Canadá ya son diferentes, a
las de las huertas europeas. De esta última creíamos nosotros -Bonpland y yo-
haber encontrado algunas plantas en Suramérica cuando cruzamos a pie la
cordillera nevada del Quindio desde el valle del río Magdalena hasta el valle del río
Cauca. La indolente naturaleza de esta parte de la cadena de los Andes, la
soledad de aquellos bosques de palma de cera, el olor del styrax y de las
Passifloras arbóreas más la falta de cultura en las tierras adyacentes, parecen
excluir la posibilidad de que los pájaros o quizá la mano del hombre hubiera
casualmente regado estas semillas (9). ¿Pero fue en verdad la -Fragaria vesca- la
que encontramos? La flor, si la hubiéramos visto, no nos mostraría diferencias
entre la Fragaria andina y europea, ya que como tantas otras especies de este
género, se diferencian entre si por variedades muy pequeñas. Varias plantas
alemanas y suecas que se creía haber visto sobre riscos graníticos en la Tierra del
Fuego, Islas de los Estados y sobre las costas del Estrecho de Magallanes,

24

resultaron una vez examinadas sus características por Decandolle,
Willdenow (10) y Desfontaines, como especies análogas, pero diferentes de las
europeas.

Me es permitido afirmar con optimismo que durante los cuatro años en que
herboricé en la América del Sur en ambos hemisferios, jamás vi una planta
silvestre de origen europeo en el nuevo continente. De muchas plantas, por
ejemplo Alsine media, Solanum nigrum, Sonchus oleraceus, Apium
graveolens y Portulacd oleracea, únicamente se puede afirmar que estas plantas,
como los pueblos de la raza caucasiana, están dispersos sobre considerables
extensiones de las regiones septentrionales de la tierra. Si ellas también existen
en los países meridionales, donde hasta la fecha no se han encontrado, es una
pregunta que tampoco hoy se puede contestar. Hasta el presente los naturalistas
han penetrado tan poco en el interior de los continentes africanos, suramericanos
y neo-holandeses, que poco es lo que podemos lisonjeamos de conocer
completamente la flora de estos países, mientras que en Europa se descubren
todavía diariamente, plantas parecidas y hierbas aún no descritas, y en la tan
visitada Pensilvania hasta árboles (11), desconocidos o apenas descubiertos, de
manera que es aconsejable abstenerse en este punto de todos los reclamos
apodícticos, ya que de lo contrario el botánico caería en el mismo mal de muchos
geognostas, que construyen todo el cuerpo terrestre con base en el modelo de la
loma (12) más cercana.

Para poder hablar definitivamente sobre el gran problema de las migraciones de


los vegetales, la geografía de las plantas penetra al interior de la tierra para
consultar allí los testigos monumentales del pasado, como madera petrificada,
huellas de plantas, estratos de turba, carbón mineral, otros estratos sedimentarios
y antiguos aluviones; los cuales fueron la tumba de la vegetación primaria de
nuestro planeta. Sorprendida encuentra ella frutas del sur de la India, troncos de
palma, helechos arbóreos, hojas de banano y el bambú de los países tropicales
enterrados en estratos del frío norte de la tierra. Ella, la geografía de las plantas,
investiga si estas plantas de los climas cálidos como también los colmillos de los
elefantes y esqueletos de tapires, cocodrilos y didelfos que recientemente
encontramos en Europa, fueron arrastrados por la fuerza de las corrientes marinas
durante el tiempo de la inundación general de la tierra, desde las zonas
ecuatoriales, y depositadas en las zonas templadas, o si alguna vez estos climas
nórdicos de hoy produjeron antaño en sus tierras estas mismas plantas de
plátanos, y elefantes, cocodrilos y bambusas arbóreas en otros climas (13).

La tranquilidad y el orden en los cuales se descubren aquellos productos,


frecuentemente estratificado en un orden familiar, parecen ser opuestos a la tesis
primera, y por razones astronómicas a la segunda. Pero quizás son posibles
grandes cambios climáticos sin violentos cambios en la posición del eje terrestre, y
sin buscar explicaciones en otras perturbaciones, las cuales parecen poco
probables dada la situación actual de la astronomía física.

25

Si todos los fenómenos geognósticos comprueban que la corteza de nuestro
planeta no fue hasta tardíamente compacta, y si se puede deducir con base en la
naturaleza y ubicación de los tipos distintos de cordilleras, que la formación y el
endurecimiento de las rocas no se realizaron a un mismo tiempo sobre toda la
superficie de la tierra; entonces se comprende cómo durante el cambio de la
materia del estado líquido al compacto y cómo durante el endurecimiento y la
colocación de las cordilleras alrededor de un núcleo común, fue liberada una
inmensa cantidad de materia de calor, y cómo esta liberación local, por lo menos
durante algún tiempo, pudo elevar la temperatura de algunas regiones,
independientemente de la altura del sol. ¿Pero un aumento temporal de
temperatura tendría la duración necesaria que requeriría la naturaleza para crear
los fenómenos explicados?

Los cambios en la intensidad de la fuerza de la luz de algunas estrellas que se han


observado durante varios siglos, favorecen la hipótesis de que el sol, que
constituye el epicentro de nuestro sistema, también puede estar sujeto a
modificaciones similares de tiempo en tiempo. ¿Habría sido posible que una
intensidad aumentada de los rayos solares hubiera antaño distribuido calor tropical
sobre los países cercanos al Polo Norte?

Aquellos cambios que transforman las regiones tropicales en desiertos y hacen


vivible la Laponia para las plantas tropicales, elefantes y cocodrilos, ¿son
periódicos o son ellos los efectos de las perturbaciones pasajeras en nuestro
sistema planetario?

Todas estas investigaciones conectan la geografía de las plantas con la


geognosia. Regar luz sobre la más antigua historia de la Tierra ofrece a la fantasía
del hombre un amplio campo todavía aún desconocido.

Las plantas tan parecidas a los animales en cuanto a la sensibilidad de los


órganos, y de las fuerzas provocadoras de la naturaleza sin embargo se
distinguen considerablemente de los animales por la época de sus migraciones.
Ellos los animales, poco móviles en su temprana juventud, sólo abandonan su
tierra de origen cuando se han vuelto adultos; éstas, enraizadas en el suelo
después de su desarrollo, empiezan su viaje todavía en el grano de semilla,
parecido como al huevo, y es despachada por medio de corona de plumas, fuelle
del aire, arranque de alas y cadenas elásticas (Elater o Catenula de la
Morchantina) por el aire y el agua. Los vientos del otoño las corrientes marinas y
las aves favorecen estas migraciones; pero su influencia por más grande que sea
desaparece frente a la influencia que ejerce el hombre en cuanto a la distribución
de las plantas sobre la superficie terrestre.

Cuando el nómada, desplazado por la manada que la sigue llevado hasta el brazo
del mar, o que fuera obligado por otros obstáculos naturales insalvables a terminar
por fin su vida errante, entonces empezarla en seguida a concentrar alrededor de

26

si algunas plantas y animales que le fueran útiles para su alimentación y
vestimenta. Estas son las primeras huellas de la agricultura. Entre los pueblos
nórdicos se realiza lentamente este paso desde el estado de cacería hacia el
cultivo de las plantas; más temprano se efectúa este proceso del asentamiento
entre los pueblos del trópico. En este mundo selvático rico en nos, entre el Orinoco
y el Marañón, la abundante vegetación dificulta al salvaje el alimentarse
exclusivamente de la cacería. La profundidad de los ríos y la fuerza de su corriente
más las inundaciones lo sanguinario del cocodrilo la y la culebra de
tigre (Boa) determinan que la pesca sea tan difícil como peligrosa. La naturaleza
obliga aquí al hombre al cultivo de las plantas; obligado por la necesidad reúne
unos vástagos de plátano, Carica papaya, Jatropha y Arum alimenticios, alrededor
de su rancho. Este campo agrícola, si es permitido llamar así la reunión de
algunas plantas, reemplaza al indio, por muchos meses, lo que le niegan la caza y
la pesca y los árboles frutales silvestres de la selva. Así modifican el clima y el
suelo, más que su origen, la ubicación y las costumbres de los salvajes. Ellos
determinan la diferencia entre los pueblos pastores de los beduinos y los pelayos
en los bosques de robles de la Grecia Antigua, así como con los cazadores
nómadas sobre el Mississipi.

Algunas plantas que son objeto de las horti y agricultura acompañaron a las
especies humanas migratorias desde los siglos más lejanos de una región a otra
de la tierra. Así siguió en Europa la vida los griegos, los cereales a los romanos el
algodón a los árabes. En el nuevo continente los Tultecos, viniendo de países
nórdicos desconocidos y aprovechando para la invasión la corriente Gila,
expandieron el maíz sobre México y las regiones meridionales. La papa y la
quinoa se encuentran en todas partes donde los habitantes de la montaña del
viejo "Kondinamarca (14) habían pasado. De las migraciones de estas plantas
comestibles no cabe duda, pero su primera y verdadera patria sigue siendo un
enigma, lo mismo que la patria de las diferentes razas humanas, que ya
encontramos en las más lejanas épocas sobre toda la tierra, las cuales cantan los
mitos más antiguos de los pueblos. Al sur y oriente del mar Caspio, sobre las
orillas del Oxus, y en los valles de Curdistan cuyas montañas están cubiertas por
las nieves perpetuas se encuentran abundantes arbustos de limones, granadas y
árboles de peras y cerezas.

Todas las frutas que adornan nuestros jardines, allá parecen desarrollarse
silvestres. Yo digo parecen, ya que si esta fue su patria primaria, o aquí fueron
alguna vez cultivadas y luego tomaron nuevamente el estado primitivo, queda más
que dudoso, ya que en esta región, desde tiempos antiquísimos, reina la cultura
de la especie humana, y por lo mismo también la horticultura.

Pero por lo menos la historia nos enseña que aquellas campiñas fértiles entre el
Eufrates y el Hindú, entre el Mar Caspio y el Golfo Pérsico suministraron a Europa
los más valiosos productos vegetales.

27

Persia nos suministró el árbol de la nuez y los melocotones; Armenia (el naikia de
hoy) los albaricoques; Asia Menor el árbol de la cereza dulce y la castaña; Siria
nos regaló el higuero, la granada y los árboles de olivo y morera. En los tiempos
de Catón, los romanos no conocieron ni cerezas dulces, ni melocotones, ni árboles
de morera. Pero Hesíodo y Homero ya mencionaron el olivo, que se cultivó en
Grecia y en las islas del Mar Egeo. Bajo Tarquino el antiguo no existió ni un solo
palo de estas plantas, ni en Italia ni en España y tampoco en Africa. Bajo el
consulado de Apio Claudio el aceite era todavía muy caro en Roma; pero en los
tiempos de Plinio, el olivo ya era cultivado en Francia y España.

La vid que cultivamos ahora, parece que era extraña en Europa. Ella crece
silvestre en las costas del Mar Caspio, en Armenia y Karamama. Desde el Asia se
pasó a Grecia y desde allí a Sicilia. Los Foceaos llevaron la vid a Francia
meridional, y los romanos la cultivaron en las orillas de los ríos Rhin y Danubio.
También las especies de Vitis que se encuentran silvestres en Nuevo México y
Canadá y los cuales dieron el nombre de Vinland a la parte de América
descubierta por los Vikingos, son diferentes, específicamente, de la especie Vitis
vinífera, hoy extendida a Pensilvania México, Perú y Chile.

Un árbol de cereza, cargado de frutas maduras, adornó el triunfo de Luciolo. Fue


entonces cuando por primera vez los habitantes de Italia conocieron este producto
asiático, traído por el dictador desde el Ponto donde tuvo una victoria sobre
Mitrídates. Y ya un siglo más tarde la cereza era común en Francia, Inglaterra y
Alemania (15).

Así cambia el hombre de acuerdo con sus deseos la distribución natural de las
plantas, y reúne alrededor de él los productos de los climas más lejanos. En las
Indias Orientales y Occidentales, en las plantaciones de los europeos, ofrece un
espacio estrecho a un mismo tiempo el café del Yemen, la caña de azúcar de la
China el índigo de Africa y muchas otras plantas que pertenecen a ambos
hemisferios. Una visión que es todavía más interesante cuando despierta en la
fantasía del observador los recuerdos de una cadena de maravillosos
acontecimientos que ha realizado el género humano a través de mares y tierras
por todas las regiones de la tierra.

_______

(7) También el señor Schwarz encontró musgos europeos Fumaria hygrometrica,


Dicranum glaucum y Bryum serpillifolium en las montañas azules de Jamaica
cuyas alturas llegan a dos mil doscientos dieciséis metros (11 38 Toesas).

(8) N.deT.Balso.

(9) Por recomendación de Mutis fueron traídas desde España, semillas de fresas
de la Nueva Granada en la segunda mitad del siglo XVIII.

28

(10) Véase la parte excelentemente desarrollada. Historia de las plantas, en la
obra de Willdenow: Conocimientos básicos de las hierbas (Grundr. der
Kraeuterkund) 1802, pág. 504.

(11) Den Olnussbaum, Pyrolaria, Michaux.

(12) El Brocken, el Montmartre, el Vesubio, el Penk de Derbyshire, el Saleve y


Heinberg.

(13) Véase la inteligente disertación de Steffen en la Revista para física


especulativa de Schelling.

(14) Das Kônigrcich Neu-Granada.

(15) Algunos botánicos sostienen que la pequeña variedad de Prunus avium existe
silvestre en Alemania. De las ciruelas y peras los romanos trajeron desde Siria
solamente las más grandes y bonitas.

Aun cuando la incansable y activa diligencia de los pueblos agrícolas ha logrado


arrancar un número de plantas útiles de su tierra de origen y las ha obligado a
habitar todos los climas y todas las alturas de las montañas, no obstante de la
larga servidumbre su forma no ha cambiado. La papa, que se cultiva en Chile en
3500 metros de altura (casi 11000 pies) lleva las mismas flores que aquella que se
ha transplantado a las llanuras de Siberia. La cebada que alimentó los caballos de
Atridas, era sin duda la misma que hoy en día todavía estamos cosechando. Al
parecer todas las plantas y animales que habitan actualmente la superficie de la
tierra durante muchos milenios no han cambiado sus formas características. El Ibis
el cual se encuentra entre las numerosas culebras e insectos en las catacumbas
egipcias y cuya edad es probablemente mayor que la de las mismas pirámides,
aquel ibis es idéntico al que está pescando en la actualidad en las orillas
pantanosas del río Nilo (16). Estas coincidencias, esta identidad de las formas,
comprueban que los esqueletos de animales gigantescos y también las
maravillosas formas de las plantas que tiene encerrada la tierra en su interior, no
se deben considerar como degeneraciones las especies actualmente existentes,
sino que más bien permiten suponer un estado de nuestro planeta que era
diferente al actual orden de las cosas, y también demasiado antiguo para que
aparezcan en los mitos del género humano, surgido tal vez mucho mas tarde para
que pudieran ocuparse de éstos.

Como la agricultura determina el dominio de plantas extrañas e inmigradas sobre


las autóctonas estas últimas van siendo poco a poco concentradas sobre un
espacio estrecho. Así que la cultura hace uniforme la visión del mundo europeo y
esta uniformidad está opuesta a los deseos del pintor paisajista, como también del
botánico que investiga en el campo. Por fortuna para ambos este mal aparente se
limita a solo una pequeña parte de la zona templada en la cual la densidad de

29

población y la formación moral del hombre han aumentado más. En el mundo
tropical la fuerza humana es demasiado débil, para poder vencer a la vegetación,
la cual cubre ante nuestros ojos el suelo, y nada deja sin cubrir, menos el océano
y los ríos.

La tierra del origen primario de aquellas plantas que al parecer acompañan al


género humano desde su más temprana infancia, está enterrada en la oscuridad
del pasado lo mismo que la patria de los animales domésticos. Nosotros no
sabemos de dónde vinieron aquellas especies de hierbas en cuyas semillas ricas
en harinas, se basa principalmente la alimentación de todos los pueblos
caucásicos y mongólicos. Nosotros no conocemos la tierra de origen de los
cereales, del trigo, de la cebada, de la avena y del centeno. Esta última especie
herbácea parece que ni siquiera fue cultivada todavía por los romanos.
Ciertamente buscan antiguos mitos griegos el origen del trigo en las llanuras de
Enna en Sicilia, y viajeros aseguran haber visto crecer silvestre la cebada en el
norte de Asia sobre la orilla del río Samara (17) que desemboca en el Volga, el
espelta en Persia (18) cerca de Hamadan y el centeno sobre Creta; pero estos
hechos necesitan una investigación exacta ya que es muy fácil confundir las
plantas autóctonas con las foráneas que lograron huir del cuidado y dominio del
hombre y recobraron así su antigua libertad en los bosques. También las plantas
que constituyen la base de la riqueza de todos los habitantes de la zona cálida,
plátano, árboles de melón, palma de coco, jatropha y maíz no se han encontrado
creciendo jamás en ninguna parte en un estado primario. Ciertamente observé
varios troncos de plátano en las selvas sobre el Casiquiare y Tuaminí lejos de las
habitaciones humanas, pero sin embargo se las llevó quizás hacia allá el salvaje
de estas regiones, que es desconfiado, serio y de mentalidad oscura, quien busca
lugares aislados para desarrollar sus cultivos, de acuerdo con costumbres
infantiles. Los abandona y los cambia por otros lugares y de los troncos de plátano
abandonados y vueltos al estado primitivo, lo mismo los árboles de melón (19) que
parecen así de pronto como productos del suelo y que sobre él se entremezclan
con las plantas del lugar. De la misma manera nunca he podido saber dónde, en el
continente nuevo crece la papa en estado silvestre; ya que esta planta benéfica
cuyo cultivo es la base de la existencia para la población de las tierras estériles del
Norte de Europa, no se ha encontrado en estado natural y no cultivado, ni en
Norteamérica, ni tampoco en la cadena de los Andes de la Nueva Granada, de
Quito Perú, Chile y Chiquitos; no obstante que los españoles dieron a varias
altiplanicies de la cordillera el nombre engañoso de Páramo de las Papas.

Por medio de investigaciones de esta clase y otras semejantes, la geografía de las


plantas aclara así el origen de la agricultura, cuyos objetivos son tan diferentes
como el origen de los pueblos, su dedicación al trabajo y el clima bajo el cual
viven. Es también parte de esta disciplina la observación sobre la influencia que
ejercen la alimentación mas o menos excitante sobre la energía del carácter;
además observaciones sobre extensos viajes marítimos y guerras por medio de
los cuales naciones lejanas tratan de adueñarse o extender y divulgar productos

30

vegetales. De este modo las plantas interfieren en la historia moral y política del
hombre; si ciertamente la historia de los objetos naturales sólo se puede
considerar como una descripción de la naturaleza no es menos cierto según la
definición de un pensador profundo (20) los mismos cambios de la naturaleza
adquieren un carácter legítimamente histórico, si ejercen influencia sobre los
acontecimientos humanos.

Todos estos aspectos de por sí ya son suficientes para describir las amplias
dimensiones de esta disciplina, la cual denominamos con el no muy acertado
nombre de Geografía de las plantas. Pero el hombre, que tiene sentido para la
belleza de la naturaleza, se alegra al encontrar en ella también la solución de
tantos problemas morales y estéticos. ¿Cuál fue la influencia que tuvo la
distribución de las plantas sobre la superficie terrestre, y la distribución de la
misma sobre la fantasía y el sentido artístico de los pueblos? ¿En qué consiste el
carácter de la vegetación de este o aquel país? ¿Qué es lo que modifica el
ambiente alegre o severo que provoca el mundo vegetal en el observador? Estas
observaciones son tanto más interesantes ya que están relacionadas con aquellos
medios misteriosos, que provocan el efecto de la pintura paisajista y hasta en
parte el efecto de la misma poesía. Vista la naturaleza en lo grande, la mirada
sobre cuerpos y lugares permite un goce que es básicamente diferente de aquel
que produce la disección de un cuerpo orgánico y el estudio de su admirable
estructura. Aquí incita lo individual, el afán de aprender, allá la influencia del
conjunto sobre la fantasía. ¿Cuán diferente son los sentimientos que despierta el
verde fresco de las praderas y aquel de las sombras oscuras de los abetos?
¿Cuán diferentes son los bosques de las zonas templadas y aquellos de los
países tropicales, en los cuales los esbeltos troncos de las palmas tienen formas
semejantes a una arcada de columnas muy por encima de las hymeneas con su
denso follaje? ÀY la diferencia de los sentimientos que se experimentan en la
naturaleza son causados por el tamaño del conjunto, de la belleza absoluta, o por
el contraste, en las agrupaciones de las formas de las Plantas? ¿En qué consiste
la preferencia artística-pintoresca de la vegetación de los trópicos? ¿Cuáles
diferencias fisionómicas se observan entre plantas africanas y aquellas de la
América del Sur? ¿entre las plantas de los Alpes y de las Cordilleras Andinas y
aquellas de los Pirineos o de las Cordilleras de Habesh?

Entre la cantidad casi innumerable de vegetales que cubren la superficie de la


Tierra, se reconocen observándola con debida atención, algunas formas básicas,
a las cuales se pueden atribuir probablemente todas las demás y las cuales
forman igualmente tantas familias o grupos. Yo me limito aquí a indicar las
características de las mismas cuyo estudio debe ser especialmente importante
para el pintor paisajista.

1) Formas de las Bananas: Plantas scitamineas, Musa, Heliconia Strelitzia. Un


tronco carnudo, alto y de tipo herbáceo foliar hasta crespo, formado de delicadas
laminillas de color blanco plateadas, hasta matizadas de negro. Hojas anchas,

31

brillosas como seda y rayadas transversalmente del tipo de liliáceas, de las cuales
las más jóvenes de un verde amarillento son enrolladas y crecen verticalmente
mientras que las más viejas, destrozadas por el viento, cuelgan como la corona de
las palmas, con las puntas hacia abajo; los frutos de color amarillo oro están
concentrados en racimos como las uvas.

2) Formas de las palmas: Un tronco alto, no ramificado anillado y hacia el centro


frecuentemente engrosado y espinoso, sobre el cual se levanta majestuosamente
una corona compuesta de hojas pinnadas o en forma de abanico. Al final del
tronco por lo general un cáliz de dos partes del cual sale la panícula.

3) Formas de los helechos arbóreos: Parecidas a las palmas, pero el tronco es


menos alto y esbelto, de color casi negro y agrietado, con hojas delicadas y
oblicuamente dirigidas, de color verde claro, en el borde con entalladuras, casi del
tipo de las hojas de col. No tiene cáliz.

4) Formas de Aloe: Agave, Aloe, Yucca, algunas euforbiáceas, Pourretia hojas


duras de un verde azulejo, lisas y terminadas en puntas agudas. Flores altas,
tallos, que surgen del centro y a veces se subdividen en forma de candelabro,
algunas especies desarrollan la corona radial sobre ramas desnudas en forma
culebresca.

5) Formas de Poto (21): Arum Pothos, Dracontium, hojas grandes y brillantes


frecuentemente de forma aguda de flecha y perforada; tallos generalmente largos,
trepadores, color verde claro y flores gruesas y alargadas. La inflorescencia
arranca de la vaina blancuzca.

6) Forma de las coníferas. Todas las Folia acerosa, Pinus, Taxus, Cupressus,
algunas protéaceas y aun la banksia (22), especies de ericáceas y las mimosas no
pinnadas (por una monstruosidad genérica?) neo-holandesas limitan con las dos
formas de los pinos. La corona de pronto piramidal como en el caso de la larix o
ciprés; de pronto extendiéndose en forma de paraguas como el Pinus pinea.

7) Forma de las Orquídeas: Epidendrum Serapias, Orchis. Con hojas simples


carnudas y de color verde claro con flores, multicolores y de maravillosas formas;
frecuentemente parasiticas, son el mayor adorno de la vegetación en los trópicos.

8) Forma de las Mimosas: Mimosa, Gleditschia, Tamarindus Porlieria. Todas con


hojas finamente pinnadas a través de las cuales penetra agradablemente el azul
del cielo. Con copas muy amplias, pero frecuentemente aplastadas como los
paraguas.

9) Forma de Malvas: Sterculia, Hibiscus, Ochroma, Cavanillesia (Flor Per). Arboles


de tronco grueso con hojas grandes generalmente flojas (foliís lobatis) y
maravillosos árboles de columnas (Columniferae de Linne).

32

10) Forma de bejuco: Lianas, Vitis, Paullinia, Clematis. Mui’sia. Son plantas con
troncos leñosos quebrados y frecuentemente con hojas compuestas. Las flores
predominantemente en forma de racimos y panícula.

11) Forma de Lilias: Pancratium, Fritillaria, Iris. Son plantas sin troncos, con hojas
largas, simples, de verde claro suavemente rayadas, frecuentemente rectas,
verticales, de forma de sable y de doble línea, con delicadas y vistosas flores,
envainadas unas (Spathaceae de Linne), otras libres (Coronariae de Linne).

12) Forma de Cactus: La Cerei. De varios lados y bordes carnosos, carente de


follaje, frecuentemente espinoso, creciendo en parte como columna y en parte
ramificado como candelabro con flores de vistosos colores que brotan de la masa
aparentemente sin vida.

13) Forma de Casuarina. Casuarina, Equisetum. Plantas sin follaje, de estructura


externa simple, con tallos blandos, delgados, ramificados, rayados a lo largo.

14) Forma de hierba y junco.

15) Forma de musgos

16) Formas de líquenes de hojas

17) Forma de los hongos.

Los grupos fisionómicos se diferencian muchas veces de aquellos que los


botánicos establecen en sus llamados sistemas naturales.

Estos determinan exclusivamente las grandes dimensiones, mientras que aquéllos


determinan el carácter de la vegetación y consecuentemente la impresión que
produce la visión de las plantas y su agrupación en la mente del observador.

La clasificación botánica propiamente dicha se basa por el contrario en las más


pequeñas, pero más importantes partes de la fecundación, que por lo general no
llaman la atención al observador común. Sin duda sería una excelente tarea, digna
de un culto artista la de estudiar y presentar fielmente la fisonomía de aquellos
grupos de plantas, que no encuentran expresión ni en los idiomas más ricos, pero
no a través de libros o invernaderos, sino en la naturaleza misma, en su propia
patria. Altísimas palmas que agitan sus poderosas hojas fibrosas sobre un
matorral de plantas de heliconia y plátano; troncos de cactus que se levantan en
forma de movimiento de culebra, rodeados de plantas de liliáceas en flor' un
helecho arbóreo rodeado por robles mexicanos: ¡qué clase de objetos tan
pintorescos para el pincel de un artista con sentimiento!

33

El carácter típico de la vegetación de una zona se basa en la belleza de las formas
individuales, o el contraste, que resulta de la agrupación natural de la misma en la
dimensión de sus masas orgánicas y de la intensidad de su color verde. Muchas
figuras y por cierto las más hermosas son aquellas de las palmas, las plantas de
los bananos y aquellas de los helechos arbóreos y gramíneas, que faltan del todo
en las regiones nórdicas de la Tierra. Otras, por ejemplo del follaje pinnados, son
aquí muy escasas y menos delicadas. El número de las plantas arbóreas es
menor, su copa menos alta y de escaso follaje, raramente adornadas con grandes
y espléndidas flores, como sucede en los países tropicales. Sólo en estos países
la naturaleza creadora se deleitó al reunir las formas de todas las plantas. Aun las
coníferas, que a primera vista aparecen ausentes no solamente se encuentran
sobre el alto dorso de los Andes, sino en los mismos valles más cálidos de Xalapa,
y aquí y allá (23) en la cercanía de Loja.

Bajo la línea equinoccial por lo general la fisionomía de la vegetación tiene más


altura, majestad y variedad, que en la zona templada. El brillo de la cera allá es
más bonito, el tejido del parénquima más abierto y nuevo y a la vez jugoso;
árboles colosales lucen allá permanentemente con flores más grandes, olorosas y
multicolores mientras que donde nosotros hay pequeños arbustos, troncos viejos
carbonizados por la luz, están cubiertos con el follaje fresco de las Paullinias con
potos y orquídeas cuya flor muchas veces copia la figura (24) del colibrí al cual
ofrece su miel.

Pero en contraste, los trópicos carecen casi totalmente del color verde tan suave
de las amplias praderas y campos. Sus habitantes no conocen el sentimiento de
bienestar que se experimenta en la primavera con el despertar y rápido desarrollo
de la vida vegetal. La naturaleza tan previsiva ha dado a cada región sus propias
ventajas. La fibra vegetal, una vez tejida más densamente, otra vez más abierta,
vasos amplios y brotando la savia o tempranamente estrechados endureciéndose
y convirtiéndose en una masa arbórea; mayor o menor intensidad del color, según
el proceso de oxidación, el cual incita los rayos de luz; estas y otras situaciones
similares determinan el carácter local de la vegetación en cada región.

La gran altura a la cual se eleva la superficie terrestre por encima de las regiones
de las nubes bajo la línea equinoccial, permite a los habitantes de esta tierra el
singular espectáculo, de que estén rodeados además de bananos y palmas,
también por formas vegetales, que se crea muchas veces y que sólo pertenecen a
los climas europeos y del norte de Asia. Los ardientes valles de las cordilleras de
los Andes están adornados con heliconia y mimosas de hojas finamente pinnadas.
Más arriba crecen helechos arbóreos y la planta cuya corteza contiene el
medicamento benéfico contra la fiebre. En esta región de clima tan suave
la Cinchona va más arriba y se desarrollan también los robles, abetos, Cipreses
berberis, arbustos de moras, alisos y una cantidad de plantas a las cuales
solemos; aplicar una fisonomía nórdica. Así pues el habitante de los trópicos goza
de la visión de todas las formas vegetales. La tierra le revela en su conjunto de

34

una vez todas sus tan variables creaciones, lo mismo que el firmamento estrellado
no le oculta nada de polo a polo, ninguno de sus brillantes mundos.

Los pueblos de Europa no pueden gozar de esta ventaja. Muchas plantas le serán
desconocidas para siempre. Las plantas enfermizas, que nuestro lujo o también el
deseo del saber las encierra en invernaderos, sólo nos recuerdan lo que nos está
vedado: nos ofrecen un cuadro desfigurado e incompleto de la magnificencia de la
vegetación de los trópicos. Pero en la riqueza de la cultura y del idioma y en la
fantasía de los poetas y artistas encuentran los europeos una compensación
satisfactoria, El milagro de las artes imitadoras los lleva a las regiones más lejanas
de la tierra. Aquellos cuyos sentimientos son sensibles para estos milagros y
cuyos espíritus sean suficientemente cultos, para comprender la naturaleza en
todas sus manifestaciones, aquél se crea, ciertamente, aún en la región más
monótona, su propio mundo interior; él se adueña de lo que el atrevimiento del
naturalista, atravesando mares y aires, descubre sobre los picos glaciares o en las
cuevas del interior de la tierra. Aquí hemos llegado al punto donde las culturas de
los pueblos y la ciencia, sin duda influyen sobre la felicidad individual. Gracias a
ella vivimos a un mismo tiempo tanto en el siglo pasado como en el presente.
Concentrando alrededor de nosotros lo que ha producido el ingenio del hombre en
la tierra más lejana del planeta, podemos estar al mismo tiempo cercanos a todos.
Ciertamente el conocimiento del juego interno y misterioso de las fuerzas de la
naturaleza, nos permite en muchos casos el atrevimiento de sacar conclusiones
para el futuro y de determinar de antemano la repetición de grandes
acontecimientos. Así nos produce el conocimiento y visión del organismo del
mundo, un goce espiritual, una libertad interior que aun bajo los golpes del destino
no puede ser destruida por ninguna fuerza exterior.

_______

(16) Ambos se encuentran en el Museo de Historia Natural en París, expuestos el


uno al lado del otro.

(17) En el Kaptsachak asiático en la región de Orenburg

(18) O escauda, una variedad de trigo. Sobre una montaña, a cuatro días de
camino desde Hamadan, encontró Michaux el spelt silvestre. El supone
que Triticurn hybernum y Triticum aestivum en Persia también se encontrarían
alguna vez en estado silvestre.

(19) Me refiero a Carica papaya; ya que creo que he visto con frecuencia en su
estado natural a Carica posoposa.

(20) Schelling "Sistemas del Idealismo trascendental", pág. 413.

35

(21) Esta denominación -no así la forma biológica- a la cual se refiere el autor,
está en la actualidad fuera de uso. Pothos = su raíz es latina: Potus bebida. Hace
referencia a plantas que necesitan abundantes cantidades de agua. Ejemplo: los
anturios (Aráceas - familia del anturio y de las hojas del corazón), véase: E. Pérez
Arbeláez. Plantas Utiles de Colombia pág. 192. N. T.

(22) N. de T. Proteaceae.

(23) Abetos, Ciprés y Juniperus son tres géneros que se encuentran en cantidades
en la zona tropical septentrional, p.e. en la Nueva España; mientras que en la
zona meridional, tropical, en la zona de la Cordillera igualmente fría son muy raros.
En la alta cordillera de Andes de Santa Fe, Popayán y Quito no encontré otra
conífera que unos troncos de la especie Cupressus, en los bosques del Quindio y
cerca de Loja.

(24) Los indios toman con frecuencia de esta figura parecida al pájaro de
la Epidendera los nombres específicos.

36

CUADRO DE LA NATURALEZA DE LOS PAISES
TROPICALES
Según observaciones y mediciones que se realizaron entre los 10º de latitud norte
y 10º de latitud sur durante los años de 1799 hasta 1803.

Cuando se asciende del nivel del mar a las cumbres de las altas cordilleras,
cambia poco a poco la fisonomía de la superficie y los fenómenos físicos del
círculo atmosférico. La vegetación de la llanura se pierde bajo las plantas alpinas
de variada formación. A los árboles altos de los bosques siguen arbustos bajos
con ramas torcidas; a éstos siguen hierbas olorosas, cuya superficie suavemente
lanuda está ocupada por tubos de succión articulada. Más arriba, en alturas con
escaso aire, crecen en sociedad los pajonales y luego con las praderas o
pajonales monótonos, linda la región de las plantas criptógamas. Especies de
líquenes están enterradas aquí solitariamente bajo la nieve perpetua, e indican el
límite superior de las creaciones orgánicas. Con esta visión del manto vegetal
cambian también las formas de los animales. Distintos son los que viven en los
altos y umbrosos bosques de las llanuras bajas, otros en las llanuras herbáceas
de los Alpes, a las cuales perpetuamente riega la nieve que se derrite, abundante
en oxígeno (1).

Aún la roca la masa no orgánica del cuerpo terrestre cambia su naturaleza,


mientras más se eleva por encima de la superficie del mar.

Frecuentemente se encuentran las tardías formaciones que cubren el granito sólo


hasta cierta altura, y la cumbre está compuesta de la misma roca primaria, sobre
la cual al parecer descansan todas las demás especies de cordilleras; por lo
menos, hasta la profundidad que han alcanzado a penetrar los hombres hasta el
presente. Frecuentemente, aún sobre el mismo alto dorso de la cordillera, está el
granito escondido bajo nuevas formaciones. En rocas elevadas cuatro mil metros
sobre el actual nivel del mar (2053 toesas), se encierra un mundo de conchas
pelágicas y corales petrificados. Cúpulas basálticas perlita, obsidiana y rocas
porfíricas pizarrosas de formas grotescas, se encuentran aquí y allá dispersas
sobre la cumbre de la Cordillera. Su existencia presenta a la geognóstica
problemas difíciles para resolver. Pero no solamente las plantas, los animales y
las rocas; aún el mismo circulo atmosférico, la mezcla de líquidos en estado
gaseoso que envuelven la tierra y cuyo límite superior nos es desconocido, aún
esta misma envoltura atmosférica, ofrece diferencias llamativas, según y como se
vaya uno alejando de las llanuras bajas. El calor y la presión disminuyen mientras
que la sequía y la tensión eléctrica aumentan. El color azul del cielo se torna más
profundo y oscuro mientras más se gana en altura. La altura del lugar de ubicación
modifica a un mismo tiempo la disminución del peso, el grado de calor del agua
hirviendo, la intensidad de los rayos solares y su refracción. Aun tan
inmensamente pequeña comparada con el diámetro de la tierra, como es la

37

dimensión cortísima al alejarnos del epicentro del esferoide sin embargo esta
distancia ya es suficiente para transportamos al ambiente de una nueva creación y
hacemos experimentar diferencias mayores en los productos naturales y en el
clima, de lo que pudiera ofrecernos un cambio considerable entre latitudes
geográficas.

Estas diferencias son ciertamente propias de todas las zonas donde la naturaleza
ha formado altas cadenas montañosas; sin embargo están menos destacadas en
las regiones templadas, que bajo el Ecuador donde el lomo de las cordilleras se
eleva de cinco hasta seis mil metros (2565 hasta 3078 toesas) sobre la superficie
del océano y donde cada altura tiene su propia e inmodificable temperatura.
Ciertamente se encuentran en la cercanía del Polo Norte montañas cuya altura
puede ser poco menor que la de los colosos montañosos del reino de Quito, y
cuya existencia parece a primera vista desfavorable a la creencia de que la
rotación de nuestro planeta tuvo influencia en la concentración de las masas
montañosas en los trópicos. El monte Elias sobre la costa Nortste de Norte
América sobre 60º21' latitud norte se eleva a una altura de 5441 metros (2792
toesas), el Pico de Buen Tiempo -Mount Fairweather- 4663 m. alcanza allá la
misma altura de 4448 metros (2504 toesas). En nuestras latitudes medias sobre
450 el Mont-Blanc tiene 4750 metros (2440 toesas) y yo creo que se debe
considerar como el pico más alto del viejo continente, hasta cuando no sean
medidas las montañas de Pue-Koachim (2) (quiere decir la tierra nevada
septentrional, Tibet) y las cordilleras nor-occidentales de la China, las cuales,
según los mitos, son más altas que el Chimborazo.

Pero sobre los 45º y 47º, latitud norte en la zona templada, baja el límite inferior de
la nieve perpetua, que al mismo tiempo es también casi el límite de toda la vida
orgánica, hasta los 2530 metros (1300 toesas). Para poder desarrollar aquí la
naturaleza, la abundan da de las diferentes formas de los animales y de las
plantas y la diversidad de los fenómenos meteorológicos, le queda en nuestras
regiones templadas sobre las vertientes de las montañas apenas la mitad del
espacio, que ofrecen los trópicos, en donde en las cordilleras la vegetación
apenas desaparece a una altura de 4790 metros (2460 toesas). En las cordilleras
de las regiones nórdicas, durante el verano la dirección oblicua de los rayos
solares, más la desigual duración del día (3) hace subir de tal manera la
temperatura del círculo atmosférico, que la diferencia del calor en la llanura y en la
altura de 1500 metros (750 toesas) frecuentemente es insensible: por lo mismo se
encuentran muchas plantas que crecen al pie de nuestros Alpes también sobre las
cumbres de los mismos; las noches frías del otoño no destruyen su organización.
A la misma disminución de temperatura también estarían expuestas estas plantas
unos meses más tarde en la llanura baja. Algunas plantas de montaña de los
Pirineos y de la Cordillera Nevada del Sur de España (Sierra Nevada de Granada)
inmigran hasta muy abajo en los valles de esta. Allá encuentran su calor, el cual
también hubieran experimentado aun por tiempo más corto, en lugares más altos.

38

Pero bajo los círculos tropicales en contraste, en una altura vertical de 4800
metros (2400 toesas) sobre sus vastas tierras montañosas, que se extienden
desde la aglomeración de plátanos en la llanura a nivel del mar hasta la nieve
perpetua, siguen los diferentes climas como estratos el uno sobre el otro. En
cualquier altura el calor del aire sólo experimenta cambios sin ninguna
importancia. El peso de la atmósfera, su carga eléctrica, su humedad, todo está
sujeto a cambios regulares y periódicos, cuyas leyes no modificables son más
fáciles de descubrir,

ya que todos estos fenómenos no son tan complicados y son menos ocultos en
sus perturbaciones. De esta situación se deduce que en los trópicos, cada altura
tiene sus propias condiciones y que estas condiciones determinan una tan gran
variedad de formas orgánicas, donde en los Andes peruanos, por ejemplo, una
vertiente de 1000 metros ofrece una mayor variedad de productos naturales, que
una superficie cuatro veces más grande en la zona templada.

Yo me atreví a bosquejar un cuadro físico de los países equinocciales. He


intentado ordenar todos los fenómenos que abarca la superficie terrestre y del
círculo atmosférico desde las costas del océano Pacífico hasta las cumbres de la
Cordillera.

Este mismo cuadro abarca: Vegetación; Animales; Situación geognóstica;


Agricultura; Calor del aire; Límite de la nieve perpetua; Tensión eléctrica de la
atmósfera; Disminución de la gravitación; Densidad del aire; Intensidad del color
azul del cielo; Debilitamiento de la luz a su paso por los estratos del aire Quiebra o
refracción de los rayos sobre el horizonte y el grado de calor de la ebullición del
agua en las diferentes alturas sobre el nivel del mar.

Para poder comparar los fenómenos de los países tropicales con aquellos de la
zona templada, se deben tomar en cuenta todavía otras situaciones, como por
ejemplo:

Altura de las montañas en diferentes regiones del mundo, más las distancias bajo
las cuales serían visibles sin la quiebra terrestre de los rayos (refracción).

Este cuadro de la naturaleza abarca, pues, todos los fenómenos de los cuales me
he ocupado durante mi expedición durante cinco años en los países tropicales.
Contiene los resultados principales de mis trabajos, los cuales voy a desarrollar
más detalladamente en los tomos que publicaré más adelante. Una descripción de
la naturaleza así de esta manera, de los climas ardientes, no me parece
solamente interesante en sí, para el físico empírico, sino que me estoy lisonjeando
al pensar que podría volverse especialmente instructiva y fértil por las ideas que
podría despertar en los espíritus de aquellos que tuvieran sentido para las ciencias
naturales generales y que busquen las interrelaciones de las fuerzas. En el gran
entrelazamiento de causas y consecuencias, nunca se debe analizar ningún

39

frusterio aisladamente. El equilibrio, que reina dentro de las perturbaciones de los
elementos aparentemente opuestos entre sí, éste equilibrio es el resultado del
juego libre de las fuerzas dinámicas; y una visión completa del objeto final de
todos los estudios físicos, sólo puede lograrse no descuidando ninguna fuerza,
ninguna creación de formas, y así preparando un campo amplio y promisorio para
la filosofía de la naturaleza.

Si tengo la esperanza por un lado de que mi cuadro de la naturaleza pueda


despertar ideas no sospechadas en aquellos que no temen el esfuerzo de estudiar
la ordenación de muchos hechos; creo también por otro lado, que mi ensayo sería
capaz de activar la fuerza de la imaginación y suministrar a ésta un goce que
resulta de la observación de una naturaleza tan maravillosamente grande, muchas
veces espantosa, pero siempre benévola. Esta abundancia de las formas
orgánicas, distribuidas por familias sobre la áspera vertiente de la cordillera, este
paso del vigoroso crecimiento de los bosques de las palmas y de las heliconias,
rebosantes de la savia vital, hacia la vegetación escasa de los pajonales siempre
cubiertos por las nevadas; estas formas de animales y plantas determinados en
cada altura de las montañas por el clima y la presión atmosférica; este manto
brillante de la nieve el cual fija al organismo fronteras no franqueables, pero este
límite está opuesto bajo el Ecuador unos 2200 metros (1100 toesas) más arriba
que en la zona templada; el fuego subterráneo alimentado por fuerzas y materias
desconocidas, de pronto irrumpe en pequeñas llamas como en el Vesubio; de
pronto en volcanes cinco veces más altos como en la cumbre cónica del Cotopaxi;
aquellas conchas marinas que admira el habitante de las montañas muchos miles
de metros por encima del nivel del mar y las cuales le recuerdan las catástrofes
del mundo antiguo, y por fin aquellas solitarias regiones atmosféricas hacia las
cuales induce al aeronauta (4) el valor atrevido y el noble deseo del saber; todos
estos objetos que están reunidos en el "Cuadro de la naturaleza", sin duda son
capaces de ocupar en forma múltiple la fantasía y formar en ella nuevos conceptos
y conclusiones. Visto de este modo, podría provocar a un mismo tiempo una
descripción de la naturaleza de los trópicos, el deseo del saber y la fuerza de la

imaginación, e incitar, aun aquellas para el estudio de la física, a los cuales hasta
entonces había sido cerrado este manantial del rico goce intelectual.

En cuanto estoy desarrollando estas ideas no hablo tanto del trabajo que ofrezco
en esta obra, sino más bien de las probabilidades del desarrollo que veo posible
para un cuadro de la naturaleza de los países equinocciales. El presente ensayo
necesita de la benevolencia del público, y esto mucho más si se consideran las
ocupaciones heterogénicas bajo las cuales fue elaborado. Si los nuevos ensayos,
para los cuales me estoy preparando y que requieren ambiente y tranquilidad,
pueden realizarse, entonces espero poder dar a este "cuadro de la naturaleza"
una mayor integridad; ya que los mapas botánicos van a tener el destino de las
llamadas geográficas y acercándose a la perfección lentamente, con base en el
aumento del número de observaciones y mediciones exactas.

40

El primer bosquejo de este trabajo lo desarrollé sobre la costa del mar del sur, en
el puerto de Guayaquil en el mes de febrero de 1803, cuando regresé de Lima,
preparando mi navegación hacia Acapulco. En seguida envié una copia de este
bosquejo al señor Mutis en Santa Fe de Bogotá. Este excelente botánico con el
cual he vivido en las relaciones más amistosas, hubiera sido capaz, más que
cualquier otra persona, de corregir mis observaciones y ampliarlas con las suyas
propias. Durante 40 años ha viajado este científico por el reino de la Nueva
Granada, examinando las plantas tropicales en todas las alturas, en las secas y
arenosas llanuras de Cartagena, sobre las bellas orillas del río Magdalena, así
como sobre las lomas de Turbaco donde la Gustavia augusta, la Nectandra
sanguinea y los troncos enormes del Anacardium caracolí, forman una densa
espesura. Durante muchos años vivió el señor Mutis en las altas llanuras de la
Cordillera de Pamplona y Mariquita, otros, al pie de la vertiente oriental de la
Cordillera Central, cerca de la pequeña ciudad de Ibagué, un lugar que también a
mí me es inolvidable por su aire suave, abundante vegetación y por las
pintorescas vertientes de las montañas. Ningún otro botánico tuvo más
oportunidades de hacer importantes observaciones sobre la geografía de las
plantas, ya que durante la recolección de éstas siempre efectuó mediciones
altimétricas y que ha escalado muchas veces las altas cumbres de las cordilleras;
cumbres sobre las cuales la Escallonia myrtilloides, Wintera granatensk, y la
siempre floreciente Befaria, la rosa de los alpes del mundo tropical, cubre la roca
desnuda.

También el señor Haenke, quien acompañó al desgraciado Alessandro Malaspina


en su navegación, debe tener muchos materiales para un trabajo como el mío.
Durante diez años ya, recorre con afán incansable la cordillera andina de
Cochabamba, un ramal, que une las cordilleras de Potosí con las montañas del
Brasil. Observaciones no menos importantes para la geografía de las plantas
recolectaron seguramente los señores Sesse y Mociño, los cuales acaban de
regresar a Europa desde la Nueva España, cargados con tesoros vegetales. Ellos
trabajaron en su país donde la vegetación se eleva de las costas ardientes de
Vera-Cruz y Yucatán hasta la nieve perpetua de los volcanes, el Sitialtepeti (pico
de Orizaba) y al Popocatepeti. Pero desgraciadamente mi estadía en México y en
los Estados Libres de América del Norte, me impidieron entrar en contacto con
estos sabios botánicos y aprovechar sus consejos en la elaboración del cuadro de
la naturaleza.

_______

(1) Sur I'analyse et l'air atmosphérique, par Hurnboldt et Gay Lussac, p. 34. E aire
que se desarrolla hirviendo el agua obtenida de la nieve, es más rico en oxígeno
que el aire atmosférico, pero no que el aire del agua lluvia y de los nos.

(2) Relación del viaje por Galetas, Sutil y Mexicana en el año 1 792 para reconocer
el Estrecho de Fuca (por Don Dionisio Galeano y Don Cayetano Valdés) pág. 122.

41

(3) N. de J. Sol sobre el horizonte.

(4) El ensayo del señor Gay-Lussac en septiembre de 1804.

El dibujo el cual yo mismo bosquejé en Guayaquil, fue continuado en París por un


gran artista, el señor Schoenberger. Para dar a este trabajo aquella perfección
indispensable para ser grabado en cobre, dio el señor Turpin los últimos toques.
Pero un cuadro que está sujeto a las escalas laterales que lleva en su mareo, para
apreciar el perfil que representa, no puede lograr de por sí una gran expresión
artística-pintoresca; porque todo lo que exige exactitud geométrica es contrario a
este efecto. Se pensaba que la vegetación sólo debería aparecer como masa y
por lo mismo, como en los planos militares, apenas indicada. Pero sin embargo he
creído que no podría permitir destacar en la llanura (al mismo tiempo como primer
plano), la espesura de los plátanos con sus hojas suaves y los troncos altos de las
palmas más concretamente. Se ve luego cómo los plantíos de plátano y las
palmas de abanico se pierden lentamente entre árboles de follaje pequeño; éstos
a su vez en un rastrojo más pequeño todavía y el rastrojo por fin se pierde en los
pajonales. Las hierbas llegan hasta donde la no compacta cubierta del suelo, cada
vez más delgada, se extiende sobre las cumbres. Los musgos distribuidos en
formas de islas sobre las rocas pendientes, líquenes de hojarasca y Psorias
multicolores determinan en forma tenue el manto superior de la vegetación.
Seguramente hubiera sido de mejor gusto para el conjunto del cuadro, sí no se
hubiera escrito ningún número, ni ninguna observación alrededor de los contornos
de los Andes. Pero en esta presentación geográfica se pretendía presentar a un
mismo tiempo dos condiciones, frecuentemente excluyentes entre sí: exactitud y
efecto pintoresco. Hasta dónde lo hemos logrado, lo resolverá el público.

El cuadro de la naturaleza de los países tropicales abarca todos los fenómenos


físicos, que ofrece la superficie de la tierra y el círculo atmosférico desde 100 de
latitud norte hasta 100 latitud sur. Las formas de las plantas y de los animales, y
en especial los fenómenos meteorológicos adquieren en la parte del Nuevo Mundo
desde el paralelo 10 hasta la latitud de 230, un carácter en nada parecido al de la
región ecuatorial, de manera que no hubiera sido correcto extender a éste hasta
los círculos tropicales. Según las mediciones que he hecho en el reino de la Nueva
España, el límite inferior de la nieve sobre los 190 de latitud norte se encuentra
todavía por debajo de los 4600 metros (2360 toesas), lo que quiere decir que la
nieve perpetua empieza allá sólo 200 metros (104 toesas) más bajo que sobre el
Ecuador. Pero en contraste, la cercanía de la zona templada, la corrientes en la
regiones atmosféricas altas, la influencia que ejerce en cada hemisferio el polo
más cercano, sobre la desviación de los vientos alisios y otras causas que
dependen de la configuración de los continentes, dan a los países ubicados entre
los paralelos de 20º y 25º de latitud, un clima y un carácter a la vegetación que mi
no se sospechaba en los trópicos. En la tierra Anahuac (en la actual Nueva
España) crecen abetos (Pinus) hasta los 3934 metros (2019 toesas) sobre el nivel
del mar; y apena 650 metros por debajo del limite inferior de la nieve (332 toesas);

42

todavía encontré troncos de un diámetro de nueve decímetros (3 pies), mientras
que más al sur bajo 5º y 6º latitud, los árboles grandes apenas crecen sobre las
montañas hasta los 3500 metros (1795 toesas).

En la isla de Cuba baja el termómetro a veces durante el invierno hasta el punto


del hielo (5) sobre la costa. Durante varios días se sostiene en 7 grados, mientras
que en la costa de Veracruz y Santo Domingo, con una latitud menos meridional,
nuca baja de los 17 grados. En la Nueva España hay nieve en la calles de la
ciudad capital, México; en el reino de Michoadn cayó nieve, lo mismo en
Valladolid, no obstante que ambas ciudades sólo se encuentran a 2284 metros
(1174 toesa) y 1870 metros (959 toesas) sobre el nivel del mar. Entre el Ecuador y
los 40 latitud, en contrate, nunca se ha visto nevar por debajo de los 4000
metros (2052 toesas). Toda estas diferencia muestran hasta la saciedad que
un cuadro de la naturaleza de los países cercanos al Ecuador, no puede abarcar a
u mismo tiempo toda le zona tórrida.

Mi cuadro de la naturaleza representa un perfil vertical sobre una superficie que


está orientada por sobre el dorso de la cadena de los Andes desde el oriente hacia
el Occidente. Se distingue en el dibujo hacia el Occidente de la costa del mar del
sur, un océano que en esta región con razón merece el nombre del pacifico o
tranquilo; ya que desde los 12º latitud sur hasta los 5º latitud norte, pero no por
fuera de esta zona, su superficie no es alterada por temporales. Entre la orilla del
mar y la alta cordillera se encuentra el valle curioso de Cuntisuyu (6) (la parte
occidental del reino del Perú), el cual se extiende largamente del sur al norte, pero
escasamente tiene un ancho de hasta 30 millas marinas. Este valle longitudinal,
mejor dicho llanura costanera, desde los 4º50' latitud sur en dirección hacia Quito
o Chinchasuyu, está ocupado por una vigorosa vegetación; pero más al sur de
aquel paralelo se encuentra un desierto arenoso, triste y yermo. Desde las lomas
de Amotape hasta cerca de Coquimbo, los habitantes de esta estepa no conocen
ni la lluvia ni los truenos, mientras que al otro lado de aquellas montañas hacia el
norte, caen durante muchos meses las aguas ruidosamente del oscuro firmamento
bajo explosiones eléctricas en forma de aguacero.

Yo hice pasar el perfil de la cordillera de los Andes a su cumbre más alta, el


Chimborazo que está ubicado sobre 1º27' latitud sur y 0º17' al occidente del
meridiano de Quito. La altura de este coloso fue medida tres veces en el año de
1741 por astrónomos franceses y españoles (7) y en el año de 1802 por mí
mismo. Estas medidas son en parte geodésicas y en parte barométricas; ya que
mientras más grandes deben resultar los ángulos de altura un tanto más alta tiene
que ser la llanura, sobre la cual se mide la línea básica entre las señales de
ubicación. Como probablemente se usaron para el cálculo de estas alturas
considerables, muy diferentes fórmulas barométricas y de refracción; entonces no
debe sorprenderse que las alturas dadas al Chimborazo resulten con tan grandes
diferencias. La Condamine la determina en 6274 metros (3220 toesas). Don Jorge
Juan, un profundo geodesta y pensador español le da 6586 metros (3380 toesas).

43

Seguramente las causas de esta diferencia no están en la medición geodésica
sino en la determinación barométrica de la altura sobre el nivel del mar, en la cual
está ubicada la línea básica para la medición. Las llanuras más cercanas al
Chimborazo están a una altura de 2900 metros (1488 toesas). Si se calcula la
altura de esta región según la fórmula barométrica de Bourguer, entonces resulta
ésta con 130 a 140 metros (67-72 toesas) menos, que calculándola según la
fórmula de la corrección de la temperatura de Le Laplace y Shuckburg. La altura
para el Chimborazo que dan La Condamine y Don Jorge Juan se apoya
seguramente con base en la altura de la ciudad de Quito; la cual el primero
determina en 2845 metros (1460 toesas) y el segundo en 2955 metros (1517
toesa). La fórmula de Laplace da a esta dudad una altura de 2935 metros (1506
toesas). A este resultado, producto de las alturas del barómetro, dad- por el propio
Condamine, no se puede enfrentar la llamada operación geodésica de Bourguer
de cerca de Niguas (8) ya que ésta, como vamos a explicar en otro lugar, se basa
en datos muy pocos seguros. Si así altura de Quito fue dada por la Condamine,
probablemente en 86 metros (46 toesas) por debajo de la verdadera, cual no sería
la otra modificación que ha debido sufrir la medición del Chimborazo por la
referencia de una señal a la otra, y la refracción de los rayos considerados
demasiado fuertes. Ya que los cálculos de La Condamine y Don Jorge Juan, en
cuanto a la altura de Caraburú, sólo se diferencian en 80 metros (41 toesas) y en
aquella de Quito, por 110 metros (57 toesas), pero en la altura del Chimborazo se
distancia en 310 metros (160 toesa), lo cual quiere decir en 1/21 del total (9) no
obstante que ambos astrónomos trabajaron con instrumentos de casi igual calidad.

Durante mi permanencia en la nueva dudad de Riobamba determiné la cumbre


más alta del Chimborazo por medio de una medida de triangudación en la llanura
de piedra pómez de Tapia y suponiendo una refracción de 1/14 en 3640 metros
(1867 toesas) sobre dicha llanura. Ahora bien, mi observación barométrica de
Tapia, calculada mediante la fórmula de Laplace por el señor Gouilly, da para ésta
una altura de 2896 metros (1485 toesas) sobre el nivel del mar. Según esta altura
la total del Chimborazo sería de 6536 metros (3354 toesas). Pero si se aplica la
nueva fórmula de refracción de Laplace a mis ángulos de altura, entonces
encuentro una altura para el Chimborazo de 6544 metros (3357 toesas), un
resultado que está entre los datos más antiguos, y que se acercan más la
medición del astrónomo Don Jorge Juan (10).la longitud de la línea básica, medida
por mí, es de 1702 metros (875 toesas), la naturaleza de los ángulos y la cualidad
de mi sextante Ramsden, me hacen suponer que mis cálculos de la altura del
Chimborazo no se diferencian mucho de la verdad.

La cumbre de esta cordillera colosal tiene, no obstante la diferencia de la roca,


algún parecido con la fisonomía del Mont-Blanc. Constituye un gran segmento de
esfera; una forma que en el perfil adjunto y debido a la escasa distancia no se ha
podido expresar. Un cuadro de paisaje que está destinado para mi descripción del
viaje, lo va a representar artísticamente en su verdadera figura.

44

Detrás del Chimborazo se levanta en el dibujo una montaña volcánica de forma
cónica y de 5752 metros (2952 toesas), el Cotopaxi (más el Tungurahua y el
Sangay), actualmente el más devastador de todas las montañas de Quito que
brotan fuego por sus cráteres. Es casi cinco veces más alto que el Vesubio, una
loma que apenas alcanza 1197 metros (615 toesas). Sin embargo, el Cotopaxi
tampoco es el volcán más alto de nuestro planeta: ya que queda en altura atrás al
Antisana, cuya cumbre, gruesamente cubierta de hielo, se eleva a 5832 metros
(2993 toesas) sobre el nivel del mar, y que tiene varios pequeños cráteres, de los
cuales vi echando humo a algunos en marzo de 1802. En verdad el Cotopaxi es
más distante del Chimborazo de lo que aparece dibujado en el perfil; si en el
mismo perfil se hubieran dado las verdaderas distancias horizontales, indicando
(como lo hace mi atlas geognóstico) las desigualdades del suelo, fielmente, de una
determinada región, entonces hubiera debido representarse en vez del Cotopaxi el
volcán Carihuairazo, cercano al Chimborazo. Pero además de que éste, en la
espantosa noche del 19 de julio de 1698 casi se derrumbó dentro de sí mismo, y
que en los escombros de su antiguo tamaño poco interés ofrece, me inclinaron
además otras razones para dar la preferencia al Cotopaxi. El Cotopaxi fue el
volcán cuyos truenos estruendosos y subterráneos percibí casi cada minuto en el
Puerto de Guayaquil, mientras estaba trabajando en el proyecto de mi cuadro de
la naturaleza de los trópicos. Sin considerar que el cráter (11) del Cotopaxi estaba
42 millas marinas distante de nosotros, oímos su estruendoso ruido (los bramidos
del Cotopaxi como dicen los habitantes) como los truenos de un pesado cañón. En
el año de 1744 se oyó el mismo a una distancia de 220 millas marinas, hasta en
Honda y Mompós sobre el río Magdalena. Si el Vesubio tuviera la misma
intensidad del fuego volcánico o comunicaciones subterráneas semejantes,
entonces y con base en la analogía, se debería sentir un estruendoso ruido hasta
Praga o Dijon.

La altura que alcanza en el perfil el humo del Cotopaxi en la atmósfera; no se


dibujó al azar, sino que se basa en mediciones exactas. La obra de La Condamine
que es difícil superarla en su exactitud, encontró que la llama en el año de 1738 se
elevó más de 900 metros (casi 2800 pies) por encima del borde superior del
cráter. Durante la explosión, el Cotopaxi arrojó, como todos los volcanes del reino
de Quito, una inmensa cantidad de agua dulce cargada frecuentemente con
hidrógeno sulfuroso y letten (arcilla magra) compenetrado de carbono y
peces (12), que casi no fueron desfigurados por el calor y que pertenecen al
género Pimelodes.

Quizá no es necesario mencionar que la proyección de las cordilleras sólo está


sujeta a una escala de altura vertical y que la misma escala no puede ser válida
para las distancias horizontales. Las más altas montañas de la tierra son tan
insignificantes comparándolas con los valores de las distancias, que el
Chimborazo por ejemplo, en un plano, en la escala del atlas más grande, que
representaría una distancia de doscientas millas, sin embargo no alcanzaría una
altura ni siquiera de 4 milímetros (2 líneas), utilizando la misma es caía para las

45

ordenadas y abscisas. Si por el otro lado se quisiera proyectar, según la escala de
altura vertical de mi perfil, y digo no toda la América del Sur sino sólo la estrecha
faja de tierra entre el mar del sur y la vertiente occidental de la Cordillera, entonces
sería casi 40 veces más largo que el formato de esta obra. De manera que si se
quiere presentar una parte considerable de la superficie de la tierra en perfiles,
para aclarar la construcción de las cordilleras, entonces se debe abandonar la idea
de dar a las dimensiones de altura y distancia una misma escala, circunstancia
que tiene sin embargo la desventaja de que con la forzosa reducción de las
latitudes las vertientes de las cordilleras resultarían demasiado pendientes. Pero
de una desfiguración tan absurda en apariencia de los contornos, no se puede
aplicar ni a los perfiles de los distintos países, como tampoco a la geográfica
proyección de Mercator, ya que en esta clase de trabajos se trata de la exacta
aplicación de reglas fijas, y no del parecido artístico estético.

En otro lugar de mi ensayo doy alguna pasigrafía geognóstica y también en mi


atlas físico voy a tener la oportunidad de explicar más detalladamente la
naturaleza de los perfiles.

El dibujo muestra la vertiente oriental de la cordillera, algo más suave que la


vertiente occidental. Esta diferencia existe en aquella parte a través de la cual yo
tracé el perfil. Sin embargo, estoy por creer que no toda la Cordillera de los Andes
muestra en todas partes su vertiente occidental más pendiente, tal como suponen
Buffon y otros destacados físicos. Aquellos que conocen el país saben que uno no
se puede permitir el juzgar a la poco conocida y visitada vertiente occidental, y
cuán fácil es confundir algunas ramas cordilleranas y otras montañosas con el alto
lomo de la cordillera, que divide ilimitadas llanuras selváticas y abundantes en
ríos, como el Beni, Puruz y Ucayali, de la estrecha faja costanera. Cruzando la
cordillera -una vez desde el occidente hacia el oriente- desde el helado páramo de
Guamaní, donde se observan en 3300 metros de altura (1704 toesas) ruinas de un
palacio incaico, parecidas a la construcción ciclópea, hacia abajo contra los ríos
Chinchipe y Amazonas; y la otra vez desde el oriente hacia el occidente desde
Jaen de Bracamorros vía Micuipampa contra el mar del sur, -he observado
claramente que debajo de los paralelos 3º y 6º latitud sur, la vertiente oriental de
los Andes es menos suave que la vertiente occidental. El señor Haenke, un
observador exacto y agudo, aseguró lo dicho (13) en cuanto a los valles fértiles de
Chiquitos y Cochabamba. En el reino de la Nueva Granada, no lejos de la ciudad
capital Santa Fe de Bogotá, la vertiente de la Cordillera es tan pendiente, que
ningún indio ha podido llegar desde las montañas de Chingaza a las llanuras
herbáceas del Casanare.

La abertura abismática que indico en mi perfil sobre la vertiente oriental de la


cadena de los Andes, hace recordar al observar a aquellos estrechos y
horripilantes valles, que seguramente deben su origen a terremotos y explosiones
volcánicas. Algunos de éstos están tan profundamente excavados que colocados
dentro de ellos, el Vesubio, la Schneekoppe (14), y el Puy -de- Dóme, no llegarían

46

con sus cumbres al borde superior de las vertientes. El valle de Chota, conocido
ampliamente por su espantoso calor, no lejos de la ciudad de Quito, tiene una
profundidad de 1566 metros (4824 pies); el valle del río Cutacú en el Perú, más de
1400 metros (4200 pies), sin considerar aquí que la suela de estos valles se
encuentra todavía a un número parecido de pies por encima del nivel del mar. La
anchura de estos valles frecuentemente no pasa de los 800 metros (411 toesas), y
para el geognosta ofrecen la visión de inmensos filones huecos. En Europa, uno
de los valles más profundos es sin duda aquel de Ordesa sobre el Mont Perdu en
los Pirineos, el cual, según Ramond tiene una profundidad media de 896 metros
(459 toesas).

Sobre el final oriental de mi perfil está indicada la costa del océano Atlántico. Para
indicar qué tan larga tenía que ser esta parte del dibujo, se presenta la llanura
inmensa que limitan los ríos Amazonas y Guainía (Río Negro), en forma
interrumpida.

_______

(5) Donde no se Indica expresamente lo contrario se determina en este escrito el


calor conforme al termómetro de mercurio de centésimos (Réaumur). Bajo millas
entiendo millas marítimas, veinte sobre un grado, cada una de 5555 metros (2850
toesas).

(6) Idéntico con el país occidental en la división política de los países de los Incas.
Garcilasso; Comentarios reales T I, p. 47.

(7) Sobre un mapa del Depósito hidrográfico de Madrid se le ha dado al


Chimborazo la cifra de 7496 varas. Como esta cifra coincide exactamente con las
3217 toesas de Bouguer, entonces pienso que la expedición de Malaspina no ha
medido el Chimborazo, 1 toesa = 23.316 varas

(8) Bruguer, Figure de la terre, pág. 166.

(9) En las medidas mas recientes de Mechain y Delambre se encuentran inclusive


diferencias aún más fuertes con las mediciones antiguas: Puy-Marie, según
Cassini, 1048 Toesas; según Delambre, 968 toesas. Pic du Midi, según Mechain,
1470 toesas; según Vidal, 1506 toesas: Mont-BIanc, según Deluc 2391 toesas;
según Pictet, 2426 toesas; según Saussure, 2450 toesas.

(10) Viaje a la América Merid. pag. 98 (Ed. Franc.) T. II, pag. 114.

(11) El cráter de Cotopaxi lo encontré de unos 930 metros de diámetro (478


toesas); el del Rucupichincha (igual al Pichincha-Padre el viejo, en contraste de
Guagua o del Pichincha joven) 1463 metros (751 toesas). El Vesubio tuvo en el
año de 1801 una anchura en su cráter de cerca de 606 metros /312 Toesas).

47

(12) Pimelodes cycIopurn. Véase el primer cuadro de mis observaciones de
zoología y anatomía comparativa.

(13) En un manuscrito (estadística de Cochabamba), que me facilitó el sabio


monje Cisneros en Lima.

Hasta aquí lo que he tratado de expresar en el dibujo de los fenómenos


geognósticos. Dentro del mismo lo he desarrollado hasta donde el espacio de un
solo pliego de papel lo permite, las plantas tropicales en sus mayores detalles.
Este trabajo se basa en observaciones propias; ya que mí compañero de viaje
Bonpland y yo, hemos coleccionado 6200 diferentes especies de plantas
equinocciales, durante los cinco años de nuestra expedición por Suramérica,
México y la Isla de Cuba. Como al mismo tiempo hemos realizado mediciones
astronómicas, geodésicas y barométricas, estamos en condiciones, con base en
nuestros diarios de viaje, de poder indicar casi para cada planta recolectada la
latitud máxima y mínima de la altura del lugar sobre el nivel del mar, temperatura
del aire y las condiciones del suelo y características de las rocas que afloran en la
cercanía.

Con la brújula en la mano indiqué detalladamente según los datos de nuestros


manuscritos, sobre el perfil de Suramérica, las plantas a las cuales la naturaleza
da determinados límites de altura. Cada nombre se ubicó de acuerdo con la escala
en metros y toesas, adjunta a la altura correspondiente. Si una planta ocupa sobre
la vertiente de la cordillera una zona ancha, ésta se indicó muchas veces por
haberse escrito oblicuamente el nombre de la misma a través del espacio que
ocupa. Cuando casi todas las especies conocidas de un género crecen en la
misma altura, entonces nos hemos limitado a indicar el mero nombre genérico. Así
se encuentran bajo el Ecuador las escallonias Wintera, Befaria, y Brathys, sólo en
las grandes alturas de las cadenas de los Andes, mientras que los
caobas (Switenia), ebanos (Caesalpinia), Bombax y especialmente Cocolloba,
Avicenia y Mangle (Rhizophora), solamente crecen en las llanuras bajas y sobre
la orilla del mar. La estrechez del espacio del cual disponía, solamente me
permitió indicar algunas pocas especies. Sí este ensayo despierta un interés
suficientemente grande, podría entonces suministrar cartas botánicas especiales,
para las cuales ya se han recolectado todos los materiales. En el perfil adjunto era
imposible indicar más de 150 especies de Melastoma, 86 de Molinia, 88
de Eupatorium; 40 lobelias, 52 calceolarias y más de 400 especies de hierbas, las
cuales hemos observado en las regiones tropicales e indicando sus alturas
respectivas. A veces he repetido el nombre de un mismo género para indicar así
que algunas especies del mismo crecen en 500 metros (265 toesas) y otras en
3000 metros (1539 toesas). Como además estamos apenas a unos pocos meses
de nuestro regreso a Europa, no me he atrevido a agregarle un gran número de
nuevos géneros, los cuales vamos prontamente a determinar después de nuestro
regreso, pero sobre cuyas denominaciones no hemos resuelto nada todavía.
Unicamente indiqué unos pocos los cuales aparecen en los cuadernos uno y dos

48

de nuestro Plantae aequinoctiales, y actualmente están siendo grabados
como Cusparia febrifuga (el árbol benévolo que suministra el cortex
angosturae: un nuevo género, foliis ternatis et alternis), la Matisia cordata y la
Palma de cera (Ceroxylon andicola) sobre la cual Bonpland acaba de presentar al
Instituto Nacional una disertación propia.

Para presentar la distribución de las plantas, sobre la superficie terrestre bajo un


punto de vista general, he subdividido mi mapa botánico en regiones, de las
cuales cada una abarca las formas vegetales de análogas características de
determinadas alturas. Los nombres de estas regiones están indicados con letras
más grandes, como los nombres de las provincias en los mapas geográficos.

Cuando se moviliza uno del interior de la tierra o mejor dicho de la profundidad de


sus cuevas hacia las cumbres nevadas de los Andes, se topa primero con
la Región de las plantas subterráneas. En el borde inferior de este perfil se
nombran algunas de estas plantas Criptógamas, cuya estructura maravillosa
estudió primeramente Scopoli, y las cuales traté en una obra (15) de mi temprana
juventud. Específicamente distintas de las criptógamas que crecen por encima de
la superficie de la tierra, parecen ser como también un gran número de las
primeras, independientes de la latitud y del clima. Envueltas en una noche
profunda, ajenas a la llamada del rayo solar, exhalando nitrógeno y aires
inflamables se extiende su tejido esponjoso sobre la roca húmeda de las cuevas
subterráneas y sobre la madera de la vieja cobertura de las minas. En las minas
de la Nueva Granada y México y también en el hemisferio sur, en las minas de
Hualgayoc en el Perú descubrí las mismas especies de líquenes y
esponjas (Boletus ceratophora, Lichen verticillatus, Boletus botrytes, Gimnoderma
sinuata, Byssus speciosa), las cuales he observado en las minas de Inglaterra,
Alemania e Italia. En la misma profundidad de estas Criptógamas subterráneas,
vegetan en el oscuro fondo marino especies de Fucus y Ulva, que se cuelgan
frecuentemente sobre la plomada de medición, y cuyo verde fresco constituye una
incógnita para el físico. Una vez abandonemos las innumerables plantas
subterráneas, nos encontramos de golpe trasladados a una zona, en la cual la
naturaleza desarrolla las figuras más maravillosas y las reúne en bellas
agrupaciones. Aquí está la Región de las Palmas y de los Plátanos (16) que se
extiende desde el nivel del mar y subiendo hasta los 1000 metros (514 toesas) en
la cordillera. Aquí predominan casi exclusivamente Musa, Heliconia, Alpina, las
liliáceas del mejor olor y la aglomeración de palmas esbeltas. El árbol del bálsamo
de Tolú, hymenaea, la Cecropia con hojas de escudo, Theophrasta, Plumeria,
Musaenda y la Cuspare o Quina de Carony vegetan aquí en todo su vigor. La
orilla arenosa esta aquí cubierta por Allionia, Conocarpus, Convolvulus littoralis,
Convolvulus brasiliensis, Talinum, Avicennía, Cactus peireskia y Sesuvium
portulacastrum, que crecen aquí bajo los ardientes rayos del sol. En las orillas de
los ríos trepa la Aristolochia cordiflora, cuya flor llega a tener frecuentemente un
diámetro de 43 centímetros (16 pulgadas).

49

Algunas plantas de esta región se desvían curiosamente aunque solamente en
apariencia, de las leyes generales de la distribución geográfica de las plantas. A
las palmas suramericanas les es imposible por falta de calor, lo mismo que a
aquellas del viejo continente, trepar más allá de los 1000 metros (514 toesas)
sobre las vertientes de la cordillera. Un solo árbol de palma en la cadena de los
Andes ofrece el milagroso fenómeno, distante de todas las demás especies de su
familia y aparece apenas en la altura de la Scheindeck y del paso de Gothard (en
Suiza), y que se desarrolla vigorosamente casi hasta la doble altura de la
Schneeckoppe (1603 m).

La visión de una tal Palma de los Alpes en las montañas nevadas del Quindio
sobre la latitud de 4º32' norte, nos sorprendió vivamente. Su tronco,
frecuentemente de más de 50 metros de altura y adornado de anillos negros, brilla
de pura cera que la cubre, la cual el señor Vauquelin analizó químicamente entre
otros productos de nuestra expedición. Esta palma de cera (Ceroxylon andicola) la
hemos observado entre robles y árboles de nuez, en los Andes del Quindio y
Tolima, a una altura de 1800 hasta 3000 metros (entre 900 y 1500 toesas).

En la descripción española del viaje de navegación del Almirante Córdoba se dice


que se ha visto una palma en los angostos pasos en el Estrecho de Magallanes
bajo la latitud de 53º sur (es decir con un clima que no es mucho más suave que
aquel del Norte de Alemania). Esta infamación que me confirmó en La Habana un
participante en esta expedición, es tanto mis sorprendente, cuanto parece también
imposible para ojos no botánicos, confundir una palma con cualquier otro árbol, a
menos que sea un alto helecho arbóreo, pero cuya existencia en un clima frío no
seria un encuentro menos sorprendente, En Europa crece el Chamaerops y la
palma de dátiles importada, no más allá de 43º40' latitud.

Plantas de banano (plantae sitamineae) y las hasta hoy conocidas heliconias no


crecen más allá de 400 m. a 500 metros (cerca de 1400 pies) de altura sobre las
vertientes de las cordilleras. Por lo mismo nos sorprendimos cuando encontramos
en la silla o el cerro de Avila de Caracas, cerca de Caravaleda, 2150 metros o
6600 pies por encima del mar, una mata de plátano con más de 4 metros (12 pies)
de altura, formando un matorral tan denso que les costó mucho esfuerzo a
nuestros indios abrirnos paso con el hacha. No encontramos esta mata en flor,
pero a juzgar por sus hábitos, parece ser una nueva especie de Heliconia que
soporta este frio de la montaña y que da la rara visión de una mata de banano
rodeada por plantas de los Alpes.

Sesuvium portulacastrum cubre las costas marinas de Cumaná, como también la


fría altiplanicie de Perote en el reino de Nueva España ubicada a 2340 metros
(1200 toesas) sobre el nivel del mar, y cubierta por el afloramiento de carbonatos y
de sal común. las palmas de las estepas salobres (17)parecen, como también las
plantas acuáticas, menos sensibles en cuanto al clima y a la presión barométrica.

50

Inmediatamente por encima de la región de las plantas de las palmas y plátanos
se encuentra la región de los Helechos arbóreos. Esta parte de la tierra es al
mismo tiempo también la Región de la corteza contra la fiebre, sólo con la
diferencia de que las Polypodiáceas arbóreas, fieles al clima templado, se limitan a
la zona entre los 400 y los 1600 metros (1200 y 4800 pies) y rara vez trepan a
mayores alturas sobre las vertientes de las cordilleras. En contraste con ellas,
varias especies de la quina cubren los Andes hasta los 2900 metros (1487 toesas)
de altura. La corteza contra la fiebre de color anaranjado y amarillo (Cinchona
lanceifolia y Cinchona cordifolia de Mutis), no teme el frío de la montaña, de
manera que se encuentra en alturas semejantes a la del Watsmann en el Tvrol o
del Canigou cerca de Perpignan. El termómetro baja aquí casi al punto del hielo.
Mientras que las especies de Cinchonas que soportan mejor el clima cálido y por
lo mismo bajan más hacía la profundidad de los valles, son la Quina
roja (Cinchona oblongifolia), la de la florescencia desigual (Chinchona
dessimiliflora) y la maravillosa cinchona longiflora. De esta última he visto altos
troncos en valles con una altura de apenas 740 metros (379 toesas) sobre el nivel
del mar. La afamada corteza contra la fiebre de Loja que es específicamente
diferente de la Cinchona lanceifolia y casi no descrita, en las hojas es una especie
parecida a la Cinchona glandulifera de la flora peruana y crece entre los 1900 y
2500 metros (1000 y 1300 toesas) de altura. Hasta la fecha sólo se ha descubierto
entre las latitudes de 3º50' y 5º14' de latitud sur; quiere decir en la provincia de
Loja y únicamente entre los ríos de montaña Zamora y Cachiyacu; más en la
provincia Jaen de Bracamorros, alrededor del pequeño poblado indio de Sagique,
y en la parte norte del Perú alrededor de Huancabamba; mientras que la Quina
roja amarilla y blanca (Cinchona ovalifolia) se encuentra en las partes más
opuestas de la cordillera Andina. La corteza contra la fiebre de Loja (Cascarilla
fina), la cual determinamos en el segundo cuaderno de nuestras plantae
aequinoctiales bajo el nombre de Cinchona condaminea para no producir un
nuevo mal entendimiento por la denominación Cinchona officinalis (18), crece
sobre gneis y esquistos micaceos sobre suelos rocosos y húmedos.

Durante siglos, perseguida por los cascarilleros, se ha vuelto escasísima aún en


los mismos bosques de Quina de Caxanuma y Uritusingo hasta tal grado que sólo
se observan unos pocos troncos durante un día de viaje. Actualmente y por orden
del gobierno, sólo se nimban anualmente pocos arboles de esta especie (quizás
unos 900 apenas), mientras que antes del año 1799 se destruyeron durante un
año más de veinticinco mil árboles.

Varios viajeros aseguraron haber visto árboles de quina en las llanuras más frías
de la Cordillera (Páramos), cerca a la nieve perpetua a casi 4600 metros (2358
toesas) de altura. Pero probablemente la falta de conocimientos les hizo confundir
algunas especies de Weinmannias de hojas grandes, o de la Wintera
granadensis, con el género cinchona, porque aquellas plantas, debido a un
contenido de tanino, igualmente fueron utilizadas como remedio contra la fiebre
con éxito en las colonias españolas. Nosotros no hemos encontrado ningún

51

verdadero árbol contra la fiebre a menos de 700 metros (359 toesas) y sobre el
nivel del mar y ninguno más alto que de 2900 metros (1487 toesas); ya que varias
plantas de las llanuras a nivel del mar, como por ejemplo la corteza contra la fiebre
de las islas Filipinas, las cuales determinó nuestro amigo Cavanilles, hoy
desaparecido. La Quina del Mar del Sur (19) de Forster, como también la de la isla
de Cuba; el allá recientemente descubierto árbol en valle de Guinea, rico en
aguas, fueron considerados como Cinchonas y seguramente pertenecen a un
género cercano, pero diferente. Productos químicos similares son frecuentemente
producidos por plantas, que eran muy diferentes en su estructura externa. Así el
caucho se obtiene de la savia del Ficus de Hevea, de la Cecropia, de
la Castilloa, varias euphorbias, y una Lobelia arbórea. El alcanfor está contenido
en plantas que ni siquiera pertenecen a una misma familia. En Asia se encuentra
en un Laurus. En la América del Sur lo encontró Haenke cerca de Ayopaya, en las
tierras fértiles de Cochabamba en un arbusto didinámico. El fruto de la Myrica
cerífica da la misma cera como aquel que exhala el tronco de las palmas de cera
(Ceroxylon andicola). De la misma manera parece que el principio antifebrífugo de
la Quina, semejante al tanino y al ácido de Galbula, se encuentra en muy
diferentes familias de las plantas. El angostura, árbol de Cuspa (20) de la llanura
de Carony y Upatu (aquella hermosa planta de las hojas alargadas que suministra
el Cortex angosturae o sea la corteza de guayanesa contra la fiebre), no
pertenecen al género Cinchona. Tampoco le pertenece la Cuspa o Quina de
Cumaná, cuya flor no hemos podido conseguir, pero ella tiene hojas alternas (folia
alterna), y ningún indicio de hojas atrás (Stipulae). Sin embargo fácilmente podría
un químico confundir la infusión de la Cuspa con la corteza amarilla contra la
fiebre de Santa Fe (China cordifolia, Mutis). Lejos, al occidente de Popayán y
cerca de Atacames sobre la costa del mar del sur, crece un árbol cuya corteza
tiene muchas características de la Cinchona y Wintera, pero seguramente no
pertenece a ninguno de los géneros. La corteza contra la fiebre de Cayenne
suministra la Coutarea, del género Aublet, (21) a la cual pertenece la Portlandia
hexandra (22). Los órganos de todas estas plantas crecen en los valles más
ardientes y casi a la altura del nivel del mar, forman productos, los cuales en sus
componentes químicos, son análogos a aquellos que producen las especies
Cinchona sobre las vertientes frías y poco acogedoras a 2800 metros (1437
toesas) de altura.

El elaborar la descripción de mi viaje a los países tropicales de América, pienso


incluir un mapa botánico especial sobre el género Cinchona. Este mapa indicará
todos los lugares donde se encuentra esta planta tan benéfica en ambos
hemisferios; se observará en él cómo las especies de Cinchona a través de 700
millas desde los 200 latitud sur hasta los 110 latitud norte, están distribuidos en
grupos sobre la cadena de los Andes. Toda la vertiente oriental de esta cadena, al
sur de Huanuco, cerca de las minas de Tipuani en los alrededores de
Apollobamba y Yuracarees está cubierta por un continuo bosque de Quina, que
Haenke lo observó hasta Santa Cruz de la Sierra. Parece que la Cinchona no se
extendió más hacia el oriente, ya que en las montañas brasileras no se han
52

descubierto todavía, no obstante que éstas, como lo hemos dicho arriba, estén
conectadas con los Andes, a través del ramal cordillerano de Chiquitos. Desde la
altiplanicie de La Paz se extiende el bosque de la Quina hacia al norte a través de
las provincias Guailas y Guamalies hasta Huancabamba y Loja. Un brazo de este
bosque se extiende hacia el oriente, a través de la provincia de Jaen, donde las
lomas de las orillas del afamado estrecho (pongo) de Manseritsche del río
Marañón están coronadas con troncos de Cinchona. De los amenos valles en los
alrededores de Loja, el jardín de las cordilleras andinas se extiende la corteza
contra la fiebre a través del reino de Quito hasta la cuenca y Alausi. La vertiente
occidental del Chimborazo está abundantemente cubierta por ella; pero sobre los
altiplanos del Riobamba y Quito, como aquel de la provincia de Pasto, hasta
Almaguer (en este Tíbet de la zona sur) parece que este delicioso producto falta
del todo. ¿Es de suponer quizás que los terremotos y las grandes catástrofes
volcánicas que sufren desde hace miles de años estos altiplanos fríos, hayan
disminuido el número de formas de plantas? ¿Podría haber sucedido que durante
el cambio total de extensos sectores de tierra hubieran desaparecido muchas
especies? Por lo menos creemos haber observado que en los altiplanos de Pasto
y Quito la vegetación es menos variada, que en otras regiones que tienen una
altura sobre el nivel del mar parecida y un clima menos agradable. Al norte de
Almaguer, en la provincia de Popayán, se encuentran de golpe nuevamente las
dos vertientes de las cadenas de los Andes adornadas con matorrales de Quina;
casi ininterrumpidamente se extienden por las montañas nevadas del Quindio y
Tolima, a través de la llanura alta, (La Vega) de Supía y sobre las vertientes
fértiles alrededor de Mariquita, Guaduas y Pamplona, hasta las montañas
cercanas a la Costa de Santa Marta y Mérida, donde brotan manantiales ardientes
de azufre por debajo de la nieve perpetua.

_______

(15) Florae Fribergensis Espécimen, plantas cryptogámicas praesertim


subterráneas racensens, 1790.

(16) Humboldt usó la palabra Pisang, que es malayo = plátano scitamíneas.

(17) N. de T. SaIares.

(18) La Cinchona officinalis de Linne es una mezcla de tres especies de


la Cascarilla fina de Loja, la cual dibujó La Condamine, aun algo incompleta, y de
la Cinchona lanceifolia y Cinchona cordifolia, las cuales envió el señor Mutis en
diferentes épocas a Upsala. Cinchona macrocarpa Vahl, es la Cinchona
ovalifolia de Mutis, que varía con seis hasta siete filamentos y a la cual
probablemente Linneo nunca vio. La Cinchona lanceifolia Mut.; la
verdadera Calisaya de Santa Fe, la llama Ruíz Cinchona angustifolia y la
reprodujo muy bien bajo este nombre en el suplemento a la Quinología 1801, pág.
21. Con esta especie es sinónimo la Cinchona nítida Flor. Peruv., la cual Ruiz

53

denominó también Cinchona officinalis como también (según Zea) Cinchona
lanceolata Flor. Per. o Cinchona glabra Ruiz. La Cinchona ovata Flor. Per, es
la Cinchona cordifolia Mut. y Cinchona longiflora Mut. es idéntica con Cinchona
grandiflora Flor. Per. La Cinchona dissimiliflora tiene stamina exserta, Folia
oblonga cordate y Corollae limbum tubo longiorem. La Cinchona angustifolia de
Swartz no se debe confundir con Cinchona angustifolia Ruiz.

(19) China philippica, Cav. 7 conv. IV, t. 329.China Corymbífera. Forst Acta Upsa.
Nov. III, p. 176.

(20) N. de T. Cusparia trifoliata

(21) Ventenat, Tableau du Régne végetal, II, p. 578.

(22) N. de T. Rubiaceae.

La silla de Caracas (la silla de Avila), y el altiplano de la provincia de Nueva


Andalucía, por ejemplo los alrededores del convento de los Capuchinos de Caripa,
la cordillera de arenisca de Tumiriquiri y la cuchilla de Guanaguana, tienen todos
una altura entre 1300 metros y 2500 metros (700 hasta 1300 toesas) sobre el nivel
del mar. Disfrutan estas tierras el agradable clima medio, en el cual uno nunca
está expuesto al frío ni al calor y en el que se desarrolla mejor la Cinchona. En el
reino de la Nueva España se encuentran de igual manera vertientes cordilleranas,
cuya altura sobre el nivel del mar y otras condiciones físicas, corresponden
exactamente a aquellas de la provincia de Loja y parecidos a los demás países
ricos en Quina. Pero sin embargo no se han encontrado hasta la fecha especies
Cinchona, ni en la provincia de Nueva Andalucía (Cumaná), ni tampoco en
México. Quizás la causa de este raro fenómeno está en la escasa altura de las
lomas, que lindan con las altas cordilleras de Guamoco y Santa Marta. Aquí la
cadena de los Andes termina abruptamente; es más, desaparece casi del todo
entre el poco conocido todavía Golfo de Cupica y el delta del río Atrato. El Istmo
de Panamá tiene una altura inferior a la mínima hasta donde crece la Cinchona;
quizá encontró esta tan benéfica planta el clima excesivamente cálido para ella, en
los países vecinos; ¿un obstáculo insalvable para su expansión hacia el norte? Tal
vez estarían adornadas con bosque de quina las cordilleras de Caracas y Paria y
también las de México, si el dorso de los Andes continuara con la misma altura
desde las montañas glaciares de Santa Marta hacia el oriente y desde el Nevado
del Tolima y Herveo hacia el norte; las razones las dan las ciencias naturales

¿Pero es ésta misma factum indiscutible? Hay que descartar toda esperanza de
que en el futuro se pueda encontrar en la espesura de la selva de Xalappa, al
oriente de la dudad de México, la Quina. ¿En los alrededores de Xalappa donde a
cada paso el clima suave, la humedad del aire, el suelo rocoso, los helechos
arbóreos, las siempre florecientes y altas melastomatáceas, y muchas otras
plantas, sociables, que crecen igualmente en la Nueva Granada y en el Perú,

54

conjuntamente con la Cinchona y que parecen anunciar al Botánico este
descubrimiento? A la costa oriente de la América del Sur, la naturaleza le dio la
Coutarea; al reino de la Nueva España, la Portlandia antifebril, la cual va a
determinar Sesse; y a los Estados Libres de Norteamérica, el Pinknea (1) del
género Michaux (Mussaenda bracteolata de Bartram), los cuales son análogos en
muchas partes de la flor a aquella de la Cinchona.

En la región de la corteza de fiebre de clima suave en la América del Sur, crecen


algunas liliáceas como por ejemplo: Cypura y Sisyrinchium, árboles melastomas
con grandes y maravillosas flores moradas, la Bocconia en forma de arbusto;
Alstromerias multicolores y passifloras arbóreas de tronco alto y grueso como
nuestros robles de la Alemania septentrional Aquí se levanta el brillante
Macrocnemum, el maravillosamente floreciente Wotschi (2) (Cucullaria), la
Lysianthus amarilla y el árbol de los indios de la montaña, la Uva camarona (la
Thibaudia de Pavón); un género que está cercano al Vaccinium y Ceratostema
Debajo de la sombra de los balsámicos árboles de Styraz, cubren aquí los musgos
siempre verdes Kaehlreutera, Weissia, Dicranum y Tetraphys el suelo húmedo por
la frecuente niebla Los cauces de agua sobre las inclinadas pendientes de esta
zona montañosa, esconden aquí nuevas especies aún no descritas. Arum
Dorstenias, Gunnera, Oxalis.

A la altura de 1700 metros (872 toesas) se encuentra Porlieria hygrométrica, el


arbusto anunciador del tiempo que fue primeramente determinado por Ruiz y
Pavón; luego Citrosma de hojas y flores de olor aromático; Hypericum báccatum y
cayanense y numerosas especies de Eroteum y symplocos. Más arriba de los
2200 metros (1128 toesas) no he encontrado ninguna mimosa cuya hoja se encoja
cuando se toca. Parece que el frío de la montaña fija a aquel género vegetal este
límite de altura para su sensibilidad. A partir de los 2600 metros de altura (1332
toesas) y especialmente desde los 3000 metros en adelante (1539 toesas) las
Acaena dichondra, Nierembergia, Hydrocotile, Nerteria y Alchemilla forman una
densa pradera.

En estas regiones al mismo tiempo también la de la Weinmannia, de los robles y


de la Spermacocce, la Barnadesia y el Berberis andino, forman matorrales aquí,
de cercas vivas alrededor de los cultivos de la papa y de la quinoa.

Las escarlatinas mutisias trepan aquí sobre los troncos de la Vallea stipularis. En
las regiones ecuatoriales los robles no se encuentran por debajo de los 1700
metros (872 toesas) de altura; pero sobre los 17 y 22 grados de latitud norte en el
reino de la Nueva España, he visto los robles bajando hasta los 800 metros (410
toesas) de altura. Son los robles los que suministran a los habitantes de los
trópicos una pálida imagen del despertar de la naturaleza, cuando se acerca el
retorno anual de la primavera; ya que ellos pierden debido a la sequía, todo el
follaje a un mismo tiempo y el fresco verde de los nuevos brotes contrasta
agradablemente al principio de la época de lluvias, con las flores multicoloras del

55

Epidendrum, cuyas raíces abrazan estrechamente las oscuras y rizadas ramas de
los robles.

Un árbol de estructura rara es el Cheiranthostemon, de la familia de las malvas


sobre el cual el señor Cervantes publicó en México una monografía especial y que
se encuentra igualmente a la misma altura de los robles; hasta la fecha no se ha
descubierto aún este árbol en los países cercanos a la línea ecuatorial. Durante
mucho tiempo se tenía la creencia de que en el mundo conocido existía un solo
individuo de esta planta, un muy viejo árbol de las Manitas Macpalxochiquahuitl,
que crece cerca de la ciudad Toluca (3) a 2617 metros (1345 toesas) sobre el nivel
del mar en una roca porfírica. Sin duda, en compañía con el Boabab en
Senegambia, el árbol de dragón de Teneriffa, y las mimosas gigantes en los valles
de Aragua (4), el Cheiranthostemon de Toluca, es uno de los más viejos
habitantes de nuestra tierra; lo mismo que aquéllos se rejuvenece todavía
anualmente en flor y fruto, recientemente se descubrieron en el reino de
Guatemala varios individuos de este género; y como el árbol de Toluca se
encuentra prácticamente en los muros defensivos de la ciudad antigua, es de
suponer que fue sembrado; ya que los jardines de Iztapalapan cuyos restos
todavía había visto Hernández, atestiguan que los Aztecas (que tienen la fama de
bárbaros) tuvieron sentido para el cultivo de plantas raras.

Bajo la línea equinoccial es raro encontrar a una altura superior a 2700 metros
(1383 toesas) sobre el nivel del mar árboles altos es decir aquellos cuyos troncos
alcanzan 15 a 20 metros (45 a 60 pies). Ya a la altura de la ciudad de Quito, los
árboles empiezan a enfermarse y su crecimiento ya no es comparable con aquel
que se logró en los valles más templados de la tierra de clima medio entre los
1200 y los 1800 metros de altura (615 y 923 toesas) sobre el nivel del mar; por lo
mismo más frecuentes son aquí las plantas en forma de arbustos. Menciono aquí
de esta región, la Barnadesia, la Duranta Ellsii y Duranta mutisii; ya que estas tres
plantas y el Barberis caracterizan la vegetación de los rudos altiplanos de las
cordilleras de Pasto y Quito, como también la Polymnia (árbol loco) de tronco
hueco y el árbol Datura de color agradable y embriagador que caracteriza
especialmente la vegetación de Santa Fe de Bogotá. En la región de la
Barnadesia crecen la Castilleja integrifolia, Castilleja fissifolia, Columella, el
maravilloso Embothryum emarginatum y una Clusia, cuya flor solo tiene cuatro
estambres. El suelo está aquí adornado con gran número de Calceolarias, cuyas
hojas de un subido color amarillo contrastan agradablemente con el verde fresco
de las praderas con musgos. Desde Chile hacia el norte la naturaleza adjudicó a
estas Calceolarias un espacio que se extiende, pero no más allá de 1º40' de latitud
norte. Los señores Ruiz Pavón y Haenke, que penetraron más que yo en la zona
meridional, pueden determinar alguna vez hasta donde avanzó este género de
plantas en la dirección del Polo Sur.

56

Todavía más alta sobre el lomo de la cadena de los Andes, entre 2800 y 3300
metros (1437 y 1693 toesas) sobre el nivel del mar, está ubicada la Región de la
Wintera granadensis y de la Escallonia.

Estas regiones inhospitalarias (las cuales llamaron los españoles, los páramos,
porque allá permanentemente reina el frío-húmedo) están cubiertas por arbustos
espesos. El bajo tronco de estos arbustos se extiende en numerosas ramas
nudosas y medio carbonizadas por el oxígeno de la atmósfera y llevan una
pequeña copa con hojas pequeñas pero siempre verdes brillantes y semejantes al
cuero. Algunos troncos de la corteza contra la fiebre de color anaranjado
(Cinchona lanceifolia); algunas Rhexia y otras Melastomatáceas con flores
moradas oscuras, casi púrpuras, se pierden en estas soledades. Alstonia, cuyas
hojas producen un te (5) de sabor dulce pero muy saludable; la Escallonia tubar y
algunas especies Andrómeda dan sombra aquí a una especie de menor altura
como Lobeliáceas, Basaltáceas y siempre floreciente Swertia quadricornis.

Casi todas las plantas arbóreas también aquellas con un tronco corto, no suben
más allá de los 3500 metros (1796 toesas) de altura. Solamente sobre el volcán
Pichincha, en un valle estrecho que baja del lomo de los ladrillos encontramos
todavía a una altura de 4100 metros (2103 toesas) sobre el nivel del mar, un grupo
raro de Syngenesas arbóreas, cuyo tronco alcanza hasta cerca de 8 metros (más
de 22 pies). Las cercanas paredes de un basalto porfírico suavizan el frío de esta
región.

Con la región de la Escallonia limita hacia arriba aquella de las hierbas alpinas,
que se extiende desde los 3300 hasta 4100 metros sobre el nivel del mar (1693
hasta 2103 toesas). Aquí crecen asociadas las genciana y Stachelina y la típica
Espeletia frailexon, la cual en la altiplanicie de Bogotá (6) baja hasta 2678 metros
(1375 toesas), y cuyas hojas semejantes a espesa lana son usadas por los indios,
cuando les sorprende la noche en estas heladas alturas, como nido para dormir y
resistir el frío. En esta altura y a veces cubierta durante días por la caída de la
nieve cubren el suelo rocoso Lobelia nana, Sida pichinchensis, Ranunculus
gusmani, Ribes frigidum, Gentiana quitensis y otras hierbas alpinas las cuales
vamos a determinar en los próximos cuadernos de nuestras Plantae
aequinoctiales. Entre los vegetales de tipo de arbustos son los Molinia aquellos
que hemos visto a mayor altura sobre el volcán de Puracé cerca de Popayán y
sobre el Antisana.

Las hierbas alpinas son desplazadas en las alturas entre los 4100 metros y 4600
metros (2103 y 2358 toesas) por las gramíneas (7).

Las especies Jarava, Stipa y otras muchas nuevas de Panicum, Avena, Agrostis y
Dactylis cubren asociadas el suelo y esta pradera; desde lejos, brilla como un
encendido tapete amarillo, que se denomina en todo el país con el nombre de
Pajonal. La nieve descansa frecuentemente durante semanas en estas alturas y

57

entonces las llamas, impulsadas por el hambre, bajan a la región de las hierbas
alpinas.

Sobre la línea equinoccial y a una altura de 4600 metros (2358 toesas) sobre el
nivel del mar, no se encuentra ya ninguna planta de fanerógamas. Desde este
límite hasta la nieve perpetua, sólo vegetan esporádicamente plantas criptógamas
en la superficie meteorizada de las rocas desnudas. Algunas de ellas al parecer,
se esconden hasta por debajo del hielo perpetuo, ya que cerca de la cumbre del
Chimborazo, a una altura de 5554 metros (2850 toesas) sobre el nivel del mar
encontré vegetando todavía sobre el borde filudo de una roca saliente, dos
líquenes, Umbilicaria pustulata y Verrucaria geographica. Así pues la vida está
extendida a través de todos los espacios de la Creación. Pero estas plantas
solitarias eran también los últimos seres orgánicos fijados sobre el suelo que
habíamos encontrado en estas alturas glaciales.

Hasta aquí se ha explicado la distribución de las plantas, que nos ofrece el cuadro
de la naturaleza de los países tropicales. Pero antes de ocuparnos de los
fenómenos del círculo atmosférico, o de la creación animal, trataremos de lograr
una visión comparativa de la vegetación de nuestra parte nórdica del mundo.

Aquí cuando hubiera deseado presentar la vegetación en un bosquejo semejante


al que yo me atreví a hacer con la vegetación de la región tropical. La aplicación y
diligencia incansable de los botánicos cuanto material no ha recogido ya. Y cuanto
más no está preparado ya en los escritos clásicos de un Jacquin, Schreber, Pallas,
Wulfen, Willdenow, Ehrhart, Weber, Link, Host y muchos otros. Los afamados
naturalistas que han excursionado por los Alpes Suizos, las montañas de Tyrol, de
Salzburgo y la Steyermark hubieran podido proyectar exactos mapas de
vegetación, sí hubieran combinado su observación botánica con mediciones de
altura, mucho mejor desde luego de los que se pudieron hacer de la cadena de los
Andes menos fácilmente penetrable y menos visitada también. Pero tal vez no hay
nadie mejor capacitado para trabajar exitosamente la geografía de las plantas
alpinas de Europa como el señor Ramond, quien durante tantos años ha escalado
los picos más altos de los Pirineos y quien combina la capacidad de unir los
conocimientos geognósticos, botánicos y matemáticos con las observaciones
filosóficas sobre la naturaleza.

_______

(1) Pinknea pubescens; en la excelente obra de 5. Persoons "Synopsis plantarum,


I,p. 197.

(2) El Vochy de Aublet es el género Cucullaria en el sistema de las plantas de


Willdenow y de la Carola en la Flora Bogotensis. El señor Mutis diferencia tres
especies de este género. Me permito copiar las siguientes características de un
manuscrito: 1 - Carola augusta Fol. ovatis acuminatis (la especie de Aublet); 2-

58

Carola gumífera. Fol. obovatis verticillato-ternis. 3- Carola grandiflora. Fol.
verticillatis oblongis.

(3) El Tolocan viejo, la capital de la provincia de los Matlanaisos, al occidente de


México.

(4) El llamado samán de Gueire al occidente de la ciudad de Caracas.

(5) El Te de Bogotá.

(6) He encontrado el Frailexon en los alrededores de la capilla de Nuestra señora


de Egypto. Se trata de una rara excepción: ya que su límite inferior es, en cercanía
de la línea ecuatorial, de 3900 metros (2000 toesas) sobre el nivel del mar.

(7) La Condamine, Voyage á l'Equateur, pág. 48.

En las páginas anteriores yo he desarrollado las causas por las cuales sobre la
latitud de 45º, la distribución de las plantas no puede ser ni tan constante ni tan
variada como lo es bajo la línea ecuatorial. El monte Etna las montañas de Haikia
(Armenia), y el pico de Tenerife comprueban suficientemente que mientras más se
avanza hacia el sur más cortante es la separación de las diferentes formas de las
plantas en las distintas zonas de las montañas. Sin embargo, también en nuestras
partes septentrionales de las latitudes medias, es esta separación lo
suficientemente destacada para poderla presentar en un cuadro especial. En el
centro del mismo se podría indicar la altura 4775 metros (2450 toesas) hacia la
cual se eleva en el Mont-Blanc la gran cadena montañosa europea. La vertiente
de esta cordillera hacía el mar del norte tenía que representarse suave y más
pendiente en la vertiente meridional hacia el mar Mediterráneo. Aquí recuerdan los
Chamaeropos, palmas de dátiles y muchas plantas del Atlas, las cuales había
separado un valle de rocas calizas, antaño seco y luego, desde la inundación
samocrática ocupado por agua marina, separando a Europa del norte del Africa.
En este cuadro de la naturaleza de la zona templada, la nieve perpetua bajaría
hasta una altura donde bajo la línea ecuatorial la palma de cera la corteza contra
la fiebre y otros altos árboles, todavía tienen una fuerza vegetal pujante. De
manera que en Europa la zona entre las regiones costaneras y el límite inferior de
la nieve perpetua, apenas tiene la mitad de la anchura de la que tiene la zona
equivalente en los trópicos; mientras que la capa de nieve que cubre las
cordilleras más altas de Europa (el Mont-Blanc y el Mont-Rose), tiene una anchura
mayor de 600 metros (307 toesas) que aquella que envuelve la cumbre del
Chimborazo. Sobre las rocas desnudas y pendientes que emergen por encima de
la nieve en alturas superiores a 3100 metros (1590 toesas) sobre el nivel del mar,
crecen en las montañas que rodean al Montblanc, Androsace chamaejasma,
Jacq.; Silene acualis Saussure la encontró a 3468 metros (1780 toesas), pero a la
vez baja hasta 1500 metros (769 toesas) en la llanura. Saxifraga androsacea,
Condamine alpina, Arabis caerulea, jacq. y Draba hirta, Villars, (Draba stellata,

59

Willd). Hasta estas alturas heladas emigran poco a poco desde la llanura hacia
arriba Myosotis perennis y Androsace carnea, cuyo tallo se torna cada vez más
bajo. Esta última por fin es única y ocupa toda la vertiente de la cordillera entre los
1000 y los 3100 metros de altura (513 y 1590 toesas). En los Pirineos las cumbres
entre los 2400 y 3400 metros de altura (1230 y 1744 toesas) están cubiertas con
Cerastiun lanatum, Lamarck, Saxifraga groenlandica, Aretia alpina y Artemisia
rupestris El Cerastium lanatum no se encuentra de ninguna manera por debajo de
los 2600 metros (1332 toesas).

Entre los 2500 y 3100 metros (1281 y 1590 toesas) se encuentran entre el acarreo
de piedras que limitan la nieve perpetua en los Alpes Suizos, grupos aislados de
Saxifraga biflora (Alionii), Saxifraga oppositifolia, Achillea nana, Achillea atrata,
Artemisia glacialis, Gentiana nivalis, Ranunculus alpestris, Ranunculus glacialis y
Juncus trifidus.

Algo más abajo entre los 3000 y los 1500 metros de altura (1539 y 769 toesas) se
observa en los Pirineos Potentilla, lupinoides Willd; Silene acualis, Sibbaldia
procumbens, Carex curvula y Carex nigra Allion; Sempervivum montanum y
Sempervivum arachnoideum, Arnica scorpioides Androsace villosa y Androsace
carnea. En los Alpes Suizos entre 2300 y 2700 metros (1179 y 1338 toesas), allá
donde la nieve perpetua y el alto glaciar no limitan con la roca desnuda, sino con
tierra fértil cubiertas de praderas y regadas con agua de nieve, allá florecen:

Agrostis alpina, Saxifraga aspera, Saxifraga bryoides, Soldanella alpina, Viola


biflora, Primula farinosa, Primula viscosa, Alchemilla pentaphylla Salix reticulata
Salix retusa y Salix berbacea, las cuales trepan sobre las montañas a alturas
mayores que cualquier otro arbusto. Hasta la Tussilago farfara y Scatice armeria
trepan desde la llanura hasta las alturas de 2600 metros (1332 toesas) sobre el
nivel del mar. En los Pirineos crecen en estas mismas regiones de aire enrarecido
Scutellaria alpina, Senecio persicifolius, Ranunculus alpestris, Ranunculus
parnassifolius, Galium pyrenaicum y Aretia vitaliana. Por debajo del límite inferior
de la nieve perpetua, entre los 1300 y los 2500 metros (769 y 1281 toesas) se
encuentran en los Alpes: Eriophorum scheuchzeri, Eriophorum alpinum, Gentiana
purpura, Gentiana grandiflora, Saxifraga stellaris, Azalea pro cumbens, Tussilago
alpina, Veronica alpina, Poa alpina, Pinus cembra, Pinus larix; sobre la vertiente
septentrional de los Pirineos se encuentran: Passerina geminiflora, Passerina
nivalis Merendera bulbocodium (8), Crocus multidus, Fritillaria meleagris y
Anthemis montana. A una altura más baja se presentan en los alrededores del
Montperdu y en otras cordilleras limítrofes españolas las Genista lusitanica,
Ranunculus gouani, Narcissus bicolor, Rubus saxatilis y otra gran cantidad de
maravillosas Gentianas. La rosa de los Alpes, Rhododendrum ferrugineum (9)
prefiere en Savoya y en Suiza una altura entre los 1500 y 2500 metros (769 y
1281 toesas) sobre el nivel del mar. Sin embargo el señor Candolle, al cual debo
la mayor parte de las presentes observaciones sobre las alturas de las plantas
alpinas de Suiza, las encontró en un profundo abismo del Creux-du-vent, en la
60

cadena jurásica de los Alpes, a escasos 970 metros de altura (497 toesas). En los
Alpes bávaros y del Tyrol la rosa de los Alpes aparece entre los 800 y 1000 metros
o sea entre 410 y 513 toesas de altura. Según las observaciones del conde
Sternberg, la Rhododendrum chamaecitus se acerca menos a la llanura que el
Rhododendrum ferrugineum y Rhododendrum hirsutum. Las dos últimas crecen
tanto sobre rocas ígneas (uranfanglichem). como también sobre Caliza de Floez,
ya que se encontraron en el Sette communi y sobre la montaña Sumano el cual
tiene 1277 metros (656 toesas de altura).

La Linnea borealis, trepadora que en los alrededores de Berlín, en Suecia, en


Pensilvania y en Nutka-Sund sobre la costa Nor-oeste de Norteamérica crece a la
altura del mar, aparecen en las vertientes montañosas de los Alpes suizos apenas
en alturas de 500 a 700 metros (162 a 227 toesas) sobre el nivel del océano. Este
arbusto similar a un abedul se descubrió en Wallis a la orilla de una quebrada
torrentosa de la Téte-noire y cerca de Ginebra (Según Saussure) sobre el Voirons,
Gouan afirma que existe también en Francia, en los alrededores de Espinouse en
la región de Montpellier.

Bajo la línea equinoccial los árboles que. crecen aquí a una altura de 3500 metros
(1795 toesas) apenas, tienen troncos de 5 a 6 metros (15 pies) de altura.
Unicamente en el reino de la Nueva España se encuentra la rara excepción de
que sobre 200 latitud norte crece una especie de abeto, emparentado
estrechamente con el Pinus strobus, que trepa sobre las vertientes de las
cordilleras hasta 3900 metros (2000 toesas) y algunas especies de robles hasta
los 3100 metros de altura (1590 toesas). Para aquellas personas que desconocen
los raros fenómenos de la Geografía de las Plantas y las influencias locales del
clima mexicano, les parece imposible que existan montañas cubiertas hasta sus
cumbres con abetos altos y que sobrepasan en la altura al Etna y el mismo pico de
Teneriffa. El señor Ramond observó en los Pirineos que los árboles que mas
avanzan hacia las cumbres cubiertas de hielo son el común Pinus sylvestris y
Pinus mugho. Ambas especies ocupan una zona entre 200 y 2400 metros (1026 y
1230 toesas) de altura. La Abies taxifolia y Taxus communis aparecen en los
Pirineos sólo por encima de los 1400 metros (718 toesas) sobre el nivel del mar.
Ellos trepan en las cordilleras hasta los 2000 metros (1026 toesas) de altura. La
Haya (Fagus sylvatica) crece entre los 600 y 1800 metros (307 y 925 toesas) de
altura. Pero nuestro roble de piedra (Quercus robur), que cubre las llanuras al pie
de los Pirineos, a duras penas sube hasta los 1600 metros (821 toesas) de altura.
Así que este roble trepa 400 metros (205 toesas) menos alta que el Taxus y 800
metros (410 toesas) por debajo de la altura que alcanza el abeto Mugho. Así que
aún en las mismas grandes cordilleras europeas cada especie arbórea tiene su
zona determinada.

El señor Ramond me ha suministrado muy interesantes informaciones sobre las


alturas mínimas y máximas entre las cuales se encuentran las plantas de un
mismo género. Pienso que presto a los físicos un servicio importante, si incluyo
61

aquí algunas de estas mediciones, realizadas con excelentes instrumentos. Escojo
como muestras los géneros Gentiana, Daphne, Primula, Ranunculus, Saxifraga y
Erica. En relación con ellos se observó sobre las vertientes de los Pirineos lo
siguiente:

Entre la Saxifraga de los Alpes de Tyrol se observa pues esta regularidad en


cuanto a la altuira de su lugar de ubicación. El conde de Sternberg, quien estudió
estas montañas y del cual esperamos para pronto una descripción interesante del
Mont-Baldo, anota que Saxifraga cotyledon y Saxifraga aizoon se encuentran
apenas a 350 metros (178 toesas) sobre el nivel del mar en el valle romántico del
Eisack, entre Brixen y Botzen. Uno los puede seguir hasta la cumbre de la Grappa
cerca a Bassano a 1684 metros (865 toesas) de altura. Así que ocupan aquí una
zona más ancha en los Pirineos. Saxifraga caesia, Saxifraga aspera y Saxifraga
androsacea, aparecen apenas a una altura media de 700 metros (359 toesas) en
los Alpes de Baviera y del Tyrol. A continuación de ellos y en dirección hacia las
cumbres siguen: Saxifraga autumnalis Saxifraga muscosa, Saxifraga moschata y
Saxifraga petraea. Las Saxifragas que crecen a mayor altura, según el mismo
observador, son Saxifragas burseriana y Saxifraga bryoides Ambas cubren aun la
áspera cumbre del Mont-Baldo lombardino en 2200 metros (1143 toesas) de
altura.

Pero para poder elaborar una geografía de las plantas completa, tendríase que
prospectar no solamente un cuadro de la natuturaleza de los Países polares, otros
para la Zona templada entre los paralelos de 40 y 50º de latitud y luego para las
Regiones ecuatoriales; también habría que suministrar diferentes mapas botánicos
para los hemisferios Norte y Sur para el viejo y el nuevo continente. Las plantas de
Chiloe y Buenos Aires se distinguen específicamente de aquellas de Grecia y
España. Los países tropicales de Africa y los de las latitudes templadas de Asia se
caracterizan por una vegetación que poco y nada tienen en común con la del Sur y
Norte América, Magadascar, cuyas altas montañas graníticas confundió
Commerson con picos nevados, y sobre cuyas costas herborizó hace poco todavía
el señor Du Petit-Thours, la montaña de Adam en Selan (Ceylán), y el Ophiro en
Sumatra, el cual, según la observación de Marsden, sobrepasa la altura de 3946
metros (2027 toesas), podrían suministrar al botánico que mide las alturas
importantes, materiales sobre la distribución de las plantas en las zonas
montañosas del viejo continente:

El señor Barton de Filadelfia, quien trabaja sin cesar la zoología, la botánica y la


lingüística india, también se ocupa de la geografía de las plantas en el nuevo
continente. El disertó en el año de 1800 ante la sociedad filosófica de Pensilvania
sobre este tópico, conferencia aún no publicada, pero llena de las más importantes
investigaciones. En ella afirma que el número de las plantas autóctonas que tienen
en común América del Norte y la parte septentrional de Europa, es mucho menor
de lo que se suponía hasta entonces, porque ni siquiera Sonchus oleraceus es
autóctono en el primero de los continentes. Según Barton la Mitchella repens, es la
62

planta que ocupa el espacio mayor en los estados libres de América del Norte. Ella
se encuentra desde 28º hasta 69º de latitud norte. También Arbutus uva ursi se
extiende desde Nueva Yersey hasta los 72º, donde lo observó Heame todavía. En
contraste con ellas, Gordonia francklinii y la maravillosamente sensitiva Dionaea
muscipula se limitan al espacio más pequeño. Las confluencias del Ohio con el
Mississipi y las orillas de este último están cubiertas por maravillosos álamos,
Populus deltoides Marshal, y Salix nigra. El señor Astrónomo Elliot (11) observó
que los últimos se encuentran cada vez más escasos en dirección sur a partir de
31º de latitud. Pero aquí en el bajo Mississipi empiezan a aparecer la Tillandsia
usneoides cubriendo cupressus disticha, Laurus borbonia, Acer negundo,
Magnolia grandiflora, Juglans pacan, o illinoinensis (el hermoso Juglans con fruta
parecida al avellano, Juglans rubra Gaertner) y Melegra macrosperma Persoon
(Arundo gigantea, Barton), un junco de 36 hasta 40 pies de altura, que forma entre
los 30º40' y 32º 21' de latitud norte, un rastrojo denso e impenetrable. Muy, pero
muy importante para una Geografía de las Plantas es la observación del señor
Barton en el sentido de que estas mismas especies se extienden más hacia el
norte al occidente de la cadena montañosa Alleghany, que en las regiones
orientales y atlánticas, es decir en la estrecha faja entre el océano oriental y la
cordillera.

En todas partes de los Estados Libres de Norteamérica las regiones occidentales


de las mismas tienen un clima más suave que aquellas del oriente. El algodón se
cultiva con ventaja en Tennesee, pero no soporta el clima de la misma latitud en
CaroIina del Norte. La costa oriental de la bahía de Hudson es yerma y carente de
plantas, mientras que la costa occidental del continente está adornada con
vegetales. aun en la distribución de los animales observa el señor Barton
situaciones similares. La culebra cascabel (Crotalus horridus) se encuentra al
oriente de las montañas de Alleghani sólo hasta los 44º de latitud pero al
occidente de las mismas avanza huta los 47º de latitud norte. Sí los estados libres

63

de Norteamérica carecen de cordilleras que se elevan a más de 2000 metros
sobre el nivel del mar (ya que las White Mountains de Nuevo Hampshire que no
penetran en la región de la nieve perpetua, no pueden tener la altura de 3235
metros sobre el nivel del mar, o sea 1600 toesas, como afirman Cutjer y Belknap),
ostentan sin embargo una gran cantidad de vegetales, así por ejemplo Pensilvinia,
Carolina y Virginia tienen casi dos veces tantas especies de robles, como existen
árboles autóctonos de tronco alto en Europa. Sobre la misma latitud en
Norteamérica la vegetación es mucho más variable y pintoresca que en nuestro
continente. Las Gledicias, árboles tulipanes y magnolias, forman un contraste
pintoresco con el verde oscuro de la Thuya y de los abetos. La naturaleza se
apresuró aquí a adornar la tierra de la libertad con sus más hermosas formas
vegetales.
________

(8) Desfontaines encontró esta planta también sobre el Atlas.

(9) Ramond Mémoire sur la vegetation des montagnes, in Annales du Muséum


d'hist. nat. vol. 4, p. 396.

(10) Un naturalista sagaz e incansable, el conde Sternberg, observa que Primula


marginata, primula viscosa y Primula farinosa se encuentran en los Alpes del Tyrol
casi nunca por debajo de los 800 metros (410 toesas) de altura. Unicamente la
última (una curiosa excepción) crece cerca de Regensburg sobre lomas de escasa
altura.

(11) Travels to the Missisipi pág. 286

64

Hasta aquí sobre la parte de mi cuadro de la naturaleza que se refiere a la
distribución de las plantas, ahora me ocupo de las situaciones físicas del mismo,
ya que este trabajo está destinado a abarcar todo lo que se debe considerar como
no modificable por causa de la altura sobre el nivel del finar de un lugar. Las 14
escalas que enmarcan el cuadro contienen ciertamente el resultado de todo aquel
que las ciencias Naturales en Su estado actual pueden ofrecer en cifras. Aquellas
que se refieren a la temperatura del aire, a la tensión eléctrica, al estado
higrométrico de la atmósfera y su contenido de oxígeno; al color azul del cielo, a la
situación geognóstica, a la cultura del suelo y los hábitat de los animales se basan
en mi propia experiencia. Yo puedo sentirme lisonjeado de que aun para el filósofo
de la naturaleza, quien ve toda la variedad de ella en la acción elemental de una
sola materia, y quien ve el origen del organismo mundial en la lucha (12) de las
fuerzas antagónicas, tiene que ser útil una ordenación de los hechos tal como yo
los hice. El empírico cuenta y mide lo que ofrecen los fenómenos a la vista; tarea
de la filosofía de la naturaleza es de abarcar todo lo común y explicar los principios
de su origen

El calor de la atmósfera
Aquella escala en el cuadro de la naturaleza dedicada al aire indica la temperatura
más alta y más baja que se observa en los trópicos con intervalo de 500 en 500
metros de altura (250 toesas). Un grande número de observaciones propias,
frecuentemente hechas de hora en hora, se han utilizado para determinar la
temperatura; un promedio que resultó naturalmente con base en todas las
observaciones pero de ninguna manera sólo en los datos extremos.
Conscientemente se descuidaron las situaciones locales, especialmente aquellas
que se encuentran en el límite norte del círculo del trópico de cáncer.

Así por ejemplo se puede leer, en mi dibujo, que en las costas, a la misma altura
sobre el nivel del mar, el termómetro en centígrados no baja de los 18º.5, no
obstante que en la capital de la isla de Cuba, en La Habana y algo más al oriente
en Matanza, se ha visto frecuentemente apenas en + 1º,4. Pero este frío invernal,
tan especialmente llamativo para países tropicales bajos, únicamente se observa
en una sola región, que se encuentra a 13º de latitud al norte de aquella zona
hasta donde extendí mi cuadro de la naturaleza.

Este frío es la consecuencia de los furiosos vientos del norte que llevan los
estratos fríos de la atmósfera desde el demasiado cercano continente a la isla de
Cuba. En Santo Domingo, ubicado un poco más al sur, pero más lejos de la
América del Norte el termómetro oscila en las llanuras durante todo el año entre
los 20º y 31º,5 (16º y 25º R.).

65

Por lo demás, no parece necesario señalar que todas las observaciones del
termómetro indicadas se realizaron en la sombra y lejos del reflejo del calor
radiante.

Las cifras que indica esta tabla para alturas que pasan de los 5000 metros (2565
toesas), son de una exactitud menor, ya que estas grandes alturas fueron
visitadas hasta la fecha, muy pocas veces y por tiempos demasiado cortos, para
poder determinar su temperatura media. El frío, al cual estábamos expuestos
sobre los picos más altos de los Andes, es sin embargo y según el termómetro no
muy considerable; pero la cantidad menor de oxígeno respirado (como
consecuencia de la menor densidad del aire), la astenia del sistema nervioso (13),
y otras causas todavía poco estudiadas hacen que este frío de la montaña sea
casi insoportable para la sensibilidad del hombre. Los académicos franceses y
españoles observaron en su campamento sobre el volcán Pichincha en una altura
de 4.735 metros (2428 toesas) en su termómetro en centígrados al bajar éste
únicamente a 6 grados por debajo del punto de hielo. Sobre el Chimborazo y cerca
de su cumbre, este instrumento todavía marcaba -1º.8. centígrados. Y hasta sobre
el volcán Antisana en la considerable altura de 5403 metros (2773 toesas),
encontramos en la sombra una temperatura de 19º de calor, pero expuesta al sol
la montaña el calor era tan grande que nos desnudábamos, no obstante que
estuvimos 2065 metros por encima (1060 toesas) del Etna, y 627 metros (323
toesas) más alto que el Mont-Blanc.

En lugares que son considerados como los más ardientes de la tierra, como en
Cumaná la Guayra, Cartagena de Indias, Guayaquil (el puerto de Quito), las orillas
del río Magdalena y del río Amazonas, el calor medio del aire es de 27º cuando en
París y Roma es de 11º.9 y 15º. Pero precisamente en estas tan cálidas regiones
del nuevo continente, rara vez el termómetro alcanza, y no obstante de la cercanía
de la línea equinoccial una temperatura tal alta, como aquella que observamos

66

muy frecuentemente en la parte más septentrional de Europa. Yo tuve la
oportunidad de estudiar una tabla con más de 21.000 observaciones hechas con
excelentes instrumentos durante 13 años por Don Bernardo de Orta, un oficial de
la marina real española en Veracruz, lugar conocido por su calor húmedo (como
Senegambia), y además rodeado por arenas movedizas. En este puerto, el
termómetro sólo subió a una temperatura, por tres veces, a más de 32º y ninguna
vez alcanzó los 35º. 6 (28º.5 R) mientras que en Berlín, Petersburgo, Viena y París
el termómetro frecuentemente marcó los 36º. En esta última ciudad subió el 14 de
agosto de 1773 hasta 38º.7 centígrados o sea 30º.9 según la antigua división de
Réaumur; esto determina una grande variedad de la temperatura media. en
Veracruz ésta alcanza durante los meses de mayo, junio, julio, agosto y
septiembre 27º.5, y la terrible fiebre adinámica conocida bajo el nombre de Vómito
prieto, causa estragos cada vez que la temperatura media del mes pasa de los
23º.7. En las regiones ecuatoriales la diferencia entre la temperatura máxima y
mínima es de 20º, mientras que en Europa entre las latitudes de 48º y 50º, están
distanciados hasta casi 62º entre sí (14). Sobre aquello que se llama la
temperatura interna de nuestro planeta, no quiero opinar. Las aguas manantiales
indican esta temperatura con mucha exactitud (así lo comprobó el señor von Buch,
un excelente observador). Según esta escala el interior de la tierra en los trópicos
es más fresco de lo que se suponía. Yo encontré en la provincia de Cumaná a una
altura de 389 metros (200 toesas) sobre el nivel del mar, las fuentes con una
temperatura de 22º.5(18º R) en 779 metros (400 toesas) de altura, el manantial
tenía una temperatura de 21º (16.8 R); cerca de Caracas en 1324 metros de altura
(680 toesas) con 16º.2 (13º R). Todos calores inferiores a la temperatura media de
los lugares nombrados. Sobre la costa del mar o en los llanos infinitos de
Calabozo y Cari (15) se calienta de tal manera el suelo durante los seis meses que
no llueve se observa que el Sesuvium, Gomphrema, Thalinum, Kyllingia, algunas
Mimosas y hierbas bajas, casi medio enterradas por el viento, soportan un calor de
53º, En las tierras negras que cubre el volcán de Jorullo en la Nueva España, mi
termómetro subió hasta los 60º y no obstante esta tierra expulsada por el cráter en
el año de 1759, ya está cubierta en partes por la vegetación. En contraposición a
ésta, Swertia quadricornis Stachelineas, Espeletia Frailejón y otras plantas alpinas
de la alta cadena de los Andes, soportan durante todo el año, excepto unas pocas
horas durante las cuales el sol rompe la niebla perpetua, un frío de + 3º 5 Estas
plantas alpinas y las palmas marcan ciertamente los extremos de la escala térmica
botánica.

Los calores medios del aire que indica el cuadro de la naturaleza de los 1000 en
1000 metros (500 en 500 toesas) de altura, representa la disminución de la
temperatura bajo la línea equinoccial, desde el nivel del mar hasta las cumbres
más altas. Si mis observaciones han sido exactas y suficientes en número,
entonces el resultado ha de ser más exacto de lo que se puede jamás determinar
para Europa. Estas ventajas aseguran en los países tropicales del nuevo
continente, la gran elevación del suelo. Aquí se encuentran poblados con una
altura todavía mayor de 400 metros (200 toesas) a la del Pico Teneriffa y en los
67

cuales los físicos pueden encontrar un lugar de residencia bien interesante y no
muy difícil; mientras que en Europa es difícil lograr obtener determinados
conceptos de estratos atmosféricos de igual altura. Aquellos ubicados entre 3000 y
5000 metros (1500 y2500 toesas) se visitan rara vez y aun los viajes aéreos, uno
de los medios más importantes para la ampliación de la meteorología, no se
pueden realizar, debido a su naturaleza, con la frecuencia deseada, para poder
determinar con exactitud la disminución del calor del aire.

Con base en mis observaciones parece ser que esta disminución del calor en la
cordillera de los Andes por encima de los 3500 metros (1795 toesas), está en una
proporción de 5:3 más rápido que en los estratos atmosféricos entre la costa del
mar y los 2500 metros (1281 toesas) de altura. Aquel estrato en el cual el lento
enfrentamiento, aumenta de golpe rápido, en forma de un salto, es aquello entre
2500 y 3500 metros (1250 y 1750 toesas) entre la altura del Gothard y del Etna
Ciertamente es fácil comprender la influencia variable que debe tener el calor
radiante, modificado por las desigualdades y por la naturaleza y color del suelo, en
relación con la ley de la disminución del calor, lo observado por mi en los Andes.
Ciertamente un aeronauta quien se elevará sobre la línea equinoccial, pero lejos
de las cordilleras, encontraría, por ejemplo, sobre el mar o sobre las infinitas
llanuras del Amazonas esta ley algo distinta y modificada. Pero es de suponerse
que estas diferencias no se extenderán por mucho por encima de los 4000 metros
de altura (2052 toesas), ya que en esta región del aire enrarecido, también el
volumen de las cumbres andinas ha disminuido. La cordillera de los Andes aquí ya
no ofrece tan considerables altiplanos y la influencia del calor radiante por lo
mismo debe ser insignificante.

Durante mi ascenso al Chimborazo en el mes de junio de 1802, encontré la


disminución del calor en un grado por cada 196 metros (101 toesas) sobre el
termómetro centígrado. Con base en la temperatura media entre el nivel del mar y
la altura de 5500 metros (2823 toesas) (valores promedios que fueron obtenidos
de diferente manera), resultan 194 metros por cada grado centígrado (16).

Pero Saussure impone para el verano 156 metros (90 toesas) y para el invierno
233 metros (111 toesas). Una coincidencia aún más sorprendente, ofrece el último
gran viaje aéreo de mi amigo, el señor Gay-Lussac. Este agudo físico encontró
durante el verano sobre París exactamente la misma disminución del calor, la cual
habia determinado yo mucho antes para la línea equinoccial. El observó sobre
París, donde el termómetro marcó 30º, en la altura de 5000 metros (2565 toesas)
sobre la ciudad, el punto de congelación (± 0º). En 6000 metros de altura (3078
toesas), el termómetro marcó 3º por debajo de cero. De esto se deduce una
disminución del calor entre O metros y 5000 metros de altura en un grado del
termómetro centígrado por cada 183 metros de aumento de altura. Se calcula
ahora esta disminución a través de todos los estratos atmosféricos desde las
llanuras bajas hasta los 6977 metros de altura; entonces, se obtiene una
disminución de 1º centígrado por cada 173 metros (87 toesas) Durante una
68

disertación (17) de primera clase, en el Instituto Nacional, desarrollé cómo en el
mar de aire en el cual está metida la masa compacta de nuestro planeta y por
encima de los 4790 metros (2411 toesas) de altura; la latitud geográfica modifica
en poco y nada la temperatura, ya que el señor Gay-Lussac (Sobre 48º latitud
norte) encontró en los altos estratos de la atmósfera exactamente la misma
temperatura, la cual había observado yo, cerca del Ecuador; en las mismas alturas
durante mi ascenso al Chimborazo.

Los fenómenos de la refracción horizontal con cuya teoría se ocupa actualmente


Laplace, parece ser a primera vista opuesta a una igual disminución del calor en
regiones atmosféricas tan distantes del Ecuador por su latitud geográfica. Esta
refracción, que desde los tiempos de Bouguer, se considera para los países
tropicales en cuatro a cinco minutos inferiores a la de las zonas templadas,
permiten suponer una más: rápida disminución del calor. Pero aquí no se debe
olvidar de que, y con base en las nuevas observaciones de Delambré, la
refracción horizontal en Europa es más pequeña, y como asegura Le Gentil, en las
Indias Orientales tropicales, es mayor de lo que se supone por lo general. En
Europa sabemos todavía muy poco de la disminución del calor durante los meses
de invierno, y como la refracción horizontal, depende de todos los estratos
atmosféricos que atraviesa el rayo de luz, podría ser bien probable una
disminución desigual del calar en los estratos en alturas mayores de 7000 metros
(3591 toesas), aquellos que hasta la fecha estén por fuera de nuestras
observaciones y que determinen la desigual refracción. En una materia la cual
carece todavía de experiencias exactas y variables, debe tenerse cuidado y no
perderse en suposiciones y suministrar únicamente los resultados de las
observaciones hechas hasta la fecha.

La presión atmosférica
La presión que ejerce la atmósfera en las distintas alturas sobre el nivel del mar,
es caracterizada por la altura barométrica, que es calculada según la fórmula de
Laplace, para mediciones barométricas de altura. La temperatura es aquí
considerada según la ley sobre la diminución del calor, arriba desarrollada. Así
que X expresa la altura en metros; H, la escala barométrica en la superficie del
mar; T, la temperatura allá mismo; t, la temperatura correspondiente a la altura X;
y h, por fin, la altura barométrica buscada para X: la fórmula es:

Según esta fórmula se encuentran de 500 en 500 metros, los siguientes valores

69

barométricos:

En este cuadro las temperaturas medias por encima de los 6000 metros (3000
toesas) son otra vez poco exactas, ya que no se basan en experiencias directas
sino en la disminución del calor observado en las regiones de alturas inferiores.
Saussure vio bajar al barómetro sobre la cumbre del Mont-Blanc hasta 0,43515
metros (16 pulgadas 0.9 líneas). La Condamine y Bouguer (18) constataron sobre
el pico Corazón (al sur de Quito) 0.42670 metros (15 pulgadas 9.2 líneas).

Yo mismo alcancé sobre el Chimborazo una altura donde el barómetro marcó


únicamente 0,37717 metros (13 pulgadas 11,2 líneas). Pero el señor Gay-Lussac
soportó durante su viaje aéreo estático una atmósfera enrarecida expresada por el
barómetro de 0.3288 metros (12 pulgadas 1,8 líneas).

_______

(12) Hacia aquello, la lucha en la naturaleza que conserva la vida, parece indicarlo
el muy antiguo Trimurtí, la tridimensionalidad de los hindúes. Cuando el inmortal y
perpetuo, el Parabrahma comunicó desde la montaña, el gobierno del mundo se
ordena no obstante de lo antagónico de las dos divinidades a continuar a procrear
y producir.

(13) Especialmente el sistema gástrico y todo aquel que tiene que ver con el
cerebro posterior, el Plexus coeliacus produce en las grandes alturas el vómito,
una enfermedad de la montaña, como la del mar, la marea, mal de mer.

(14) En las regiones ecuatoriales estas oscilaciones son diurnas mientras que
entre las latitudes de 48º y 50º Norte son anuales N. de T.

(15) La estepa entre la cordillera a lo largo de la costa de Caracas y el Apure y del


bajo Orinoco es tan llana, que ofrece en todas partes la visión del horizonte
marítimo.

(16) Si ahora se observa el calor medio de diferentes lugares de la zona templada,


entonces se nota que entre los 40º y 60º de latitud norte, corresponde 1º de
diferencia de temperatura a 2º de latitud. Así que quien asciende en los trópicos
sobre la vertiente de los Andes en 2500 metros (1281 toesas) llega del clima de
Berlín a aquel de Roma.

Nota del traductor: La comparación no es correcta, ya que ascendiendo sobre los


Andes en los trópicos se llega de lo cálido a lo frío; es decir que siguiendo el
pensamiento de Humboldt, se llegaría de Roma a Berlín, pero no Inversa. Además
sabemos hoy que el clima ecuatorial-diurno no permite esta clase de
comparaciones con los tipos de clima ecuatorial y anual, según latitudes.

70

(17) Mémoire sur la limite inferieure des neiges perpetuelles et sur le
decroissement du calorique dans les hautes regions de l`atmosphère, lu le 5
Frimaire au 15.

(18) La Condamine, Voyage à l'equateur, pág. 58. "Personne n'a vule baromètre si
bas dans l`air libre, et vraisemblablement personne n'est monté à une plus grande
hauteur. Nous étions (á la cima du Corazón) a deux mille quatre cent soixante-dix
toises et nous pouvions répondre à quatre ou cinq toises pràs, de la justesse de
cette determination".

El valor del barómetro a nivel del mar lo he determinado en 0.76202 metros (337,
8 líneas) con una temperatura de 25º. Es éste el resultado de numerosas
observaciones que he realizado en las orillas de los océanos Atlántico y Pacifico
tanto en los hemisferios Norte y Sur. Bouguer determinó un valor promedio de 28
pulgadas 1 línea; el geodista español Don Jorge Juan 27 pulgadas 11,5 líneas. La
Condamine dice textualmente: "Aun cuando el valor promedio del barómetro no es
inferior a las 28 pulgadas en los trópicos, su desviación de esta cifra de todos
modos es poca". Dos excelentes barómetros que compré antes de mi salida de
Europa, como todos los demás instrumentos usados por mi fueron comparados
con aquellos del Observatorio Astronómico de París, y que llegaron sin daño
alguno a la América del Sur me enseñaron que la presión atmosférica en la zona

71

tórrida es algo menor que en las latitudes templadas (1).

Shukburg encontró la misma en Europa en 0,76427 metros (28 pulgadas 2,24


líneas; Fleuriay Bellevue 076427 metros (28 pulgadas 2,8 líneas) con una
temperatura del aire de 120. Pero esta diferencia que se produce entre las zonas
tórrida y templada, no se puede explicar únicamente por la influencia del calor, y
esto aun menos sí se considera que en las llanuras occidentales del Perú, el sol
está envuelto durante 4 ó 5 meses en una espesa niebla que hace bajar el
termómetro hasta 15º o 16º, sin que afecte el valor del barómetro en forma
sensible.

En la zona templada la presión atmosférica cambia en un mismo año y a veces en


pocos meses, por 0,045 metros (20 líneas). Pero en la región tropical entre los 10º
latitud norte y sur, allá donde los vientos alisios (el viento oriental perpetuo) traen
continuamente masas de aire con temperaturas y densidad casi sin variación, el
valor del barómetro nunca varía más en la orilla del mar que en 0,0026 (1,4
líneas), e inclusive en los altiplanos de las cordilleras con 3.000 metros de altura
sobre el mar (1539 toesas), la oscilación nunca pasa de los 0,0015 metros (0,7
líneas). Aun cuando las regiones ecuatoriales se caracterizan por muy pequeñas
variaciones barométricas, son sin embargo afectadas por varios cambios de
presión de gran regularidad con variación de hora en hora. Sin duda fue Godin
quien descubrió esta variación horal esta marea en el mar del aire durante su
estadía en Quito. Sin embargo La Condamine, quien nos comunica este
descubrimiento, nos suministra los máximos y mínimos diarios de noche y día, de
esta regular variación barométrica.

Estas épocas observó ciertamente tanto John Farquenar en Calculta (2), como
Moscley y Thibaut de Chanvalon (3) en las Antillas, pero estos no coinciden con
aquellos que hemos observado nosotros, Bonpland y yo, desde los primeros días
de nuestra llegada a la América del Sur durante muchas noches y de hora en
hora. Hemos encontrado que el barómetro llega a su altura máxima a las nueve
horas de la mañana desde esta hora hasta el medio día la columna de mercurio
bajo muy poco; pero esta baja de presión es siempre muy marcada desde las 12
del día hasta las cuatro o cuatro y media de la tarde, cuando el barómetro llega a
su punto más bajo; de este mínimo empieza a subir nuevamente hasta las 11 de la
noche, cuando alcanza una altura casi igual como aquella de las nueve de la
mañana. Nuevamente el barómetro baja durante toda la noche, especialmente
desde la media noche hasta las cuatro y media de la madrugada. Desde este
segundo mínimo empieza nuevamente a elevarse hasta las nueve horas de la
mañana. Así se presentan durante las 24 horas del día dos mareas bajas y dos
altas, siendo las nocturnas mas cortas que las diurnas. Estas pequeñas
variaciones de hora en hora, las encontré idénticas en la orilla del río Amazonas
como en Cumaná, o en Callao (el puerto de Lima sobre la orilla del Mar del sur).
Se suceden además al mismo tiempo en regiones con alturas de 4000 metros
sobre el nivel del mar (2052 toesas), como también en las llanuras bajas de la
72

Guayana española. Al parecer, y esto es lo más llamativo, estas variaciones no
parecen depender ni del cambio de la temperatura, ni de la influencia del tiempo
en general.

Una vez que el barómetro está bajando, desde las 9 de la noche hasta las cuatro
de la madrugada y luego subiendo desde las cuatro hasta las once de la mañana,
entonces ni terremotos, ni vientos fuertes, ni aguaceros con tempestades
interrumpen este ciclo. Solamente la altura del sol parece ser la causa de este
fenómeno (4). En algunos lugares he encontrado estas variaciones horarias con
exactitud asombrosa, y la iniciación de la subida y bajada de la columna de
mercurio era tan determinante, que resultaba imposible equivocarse siquiera en un
cuarto de hora en cuanto al tiempo verdadero. Entre las numerosas observaciones
horarias sobre el cambio barométrico que hemos traído de nuestro viaje, quiero
destacar las que hemos hecho en Callao cerca de Lima como representativo de
este fenómeno. El barómetro usado era de excelente calidad. El nonio fácilmente
dejó reconocer un 0,03 de línea. La altura absoluta observada de los lugares era,
debido a la no corrección del nivel, en un 0,9 de línea más baja: La dirección de
las flechas indica las épocas de subida y bajada del barómetro, semejante a la
marea alta y baja de la atmósfera (el mar del aire).

Aun cuando he comparado varias veces en este capítulo las variaciones del
barómetro con el fenómeno de la marca, he dicho que está relacionada
inequívocamente con la altura del sol, no creo sin embargo que esté ocasionada
directa y exclusivamente por la atracción de este cuerpo celeste. Sí estuvieran
aquí las fuerzas de atracción por medio, entonces, ¿por qué no hubiera tenido la
suerte de observar influencias de la luna sobre los valores barométricos, bajo la
línea equinoccial en tantas noches que dedique estas observaciones? El señor
Mutis a cuya

Variación por horas de la presión atmosférica durante los días 8 y 9 de noviembre


de 1802, en la orilla del Mar del Sur sobre 13º03' latitud Sur y 79º13' al Occidente
de París

sagacidad no se escapa nada y el cual se ocupa hace treinta años de estos


fenómenos en Santa Fe (2635 metros ó 1347 toesas sobre el nivel del mar), me
asegura sin embargo, que ha descubierto claras evidencias de estas influencias
en las conjunciones y en las oposiciones del astro. Pero suponiendo en que
existen realmente, al parecer estas variaciones horarias del barómetro bajo la
línea equinoccial, todavía son demasiado fuertes para adjudicarlas
exclusivamente, y con ellas los movimientos atmosféricos a la atracción del sol y
de la luna. Laplace, en su obra magistral, Mécanique celeste muestra que esta
atracción, aun bajo las condiciones más favorables, escasamente podría alcanzar
un milímetro. De manera que si el cambio periódico de la presión atmosférica
depende casi exclusivamente de la altura cenital del sol, y si hay razones de no
atribuir éstos ni a la atracción masiva del cuerpo celeste central, ni a la influencia

73

del calor radiado por el mismo o por lo menos provocado por éste, entones tal vez
se pueda suponer alguna influencia de la luz solar sobre la atmósfera. Ideas de
carácter filosófico sobre la naturaleza dan a estas especulaciones un mayor peso;
así el señor SheIling indica en su obra (5) muy nítidamente sobre la coincidencia
entre el ciclo del barómetro y la aguja magnética.

Muy pronto voy a referirme nuevamente a este punto (6), (una vez que haya hecho
conocer mis observaciones sobre inclinación declinación horaria y el número de
las oscilaciones medidas de la intensidad de la fuerza magnética).

Cerca del círculo de trópico de Cáncer, en el Golfo de México entre los paralelos
19 y 23 grado s de latitud norte, se observa de vez en cuando una influencia
esporádica del estado del tiempo sobre la presión atmosférica. En La Habana y en
Veracruz el viento tiene del norte compuesto por masas de aire frío hace subir el
barómetro de 5 a 7 líneas; a este ascenso del barómetro antecede una baja del
mercurio d el termómetro, lo cual es ahora un importante pronóstico para la
peligrosa navegación en este golfo. El barómetro se sostiene en posición alta
inmodificable, mientras que reina el fuerte viento; pero apenas que éste se aplaca,
Se inicia inmediata y nuevamente el juego regular de los vientos alisios (la brisa)
con sus variaciones barométricas horarias.

Con base en un pan número de observaciones exactas, estableció Cotte, que en


Europa el mercurio del barómetro alcanza un valor mínimo por lo general, dos
horas después de la culminación del sol, es decir; dos horas antes que bajo la
laica ecuatorial. Seguramente existen también en nuestras latitudes templadas
estas pequeñas y periódicas mareas altas y bajas de la atmósfera.

Tal vez sólo están ocultas por las frecuentes perturbaciones en cuanto a
temperaturas y humedad de la atmósfera, y los valores promedios resultado de
muchos miles de observaciones horarias que comprobarían por medio de la
compensación de estas causas alteradoras, también en Europa, la existencia de
las oscilaciones periódicas del barómetro. Sin los valores promedios, jamás se
hubieran descubierto las más pequeñas modificaciones en las mareas altas y
bajas del océano Atlántico.

No puedo terminar este capitulo sobre la elasticidad del aire, sin agregar unas
anotaciones fisiológicas. La altura del barómetro en la ciudad de Quito es de
0,m5436 o sean 20 pulgadas con una línea; en la ciudad de Micuipampa en la
región nor-oriental del Perú, es de 0,m4962 o sean 18 pulgadas con 4 líneas. Los
habitantes del alto Antisana respiran un aire cuya elasticidad es expresada por
una columna de mercurio de 0,m4692 (17 pulgadas con 4 líneas). El señor Gay-
Lussac ha visto bajar el barómetro hasta los 0,m3288 o sean 12 pulgadas con 1
8/10 líneas.

El hombre quien está acostumbrado en las llanuras bajas a una presión

74

atmosférica de O,m7579 (28 pulgadas), resiste sin embargo a todos estos
cambios. Los habitantes de aquellas ciudades en las altas montañas (indios y
razas blancas) gozan de la mejor y más duradera salud. Los forasteros se quejan
en los primeros días después de haber llegado de la costa, de dificultades
respiratorias, especialmente cuando hablan agitadamente o cuando hacen
ejercicios musculares; pero estas molestias desaparecen después de poco tiempo.
Pero cuando el barómetro baja hasta 0,4060 metros (15 pulgadas), entonces la
influencia del aire enrarecido es mucho mayor. En una altura de 5000 metros
(2565 toesas) sobre el nivel del mar, se experimenta un marcado cansancio y una
debilidad de todo el sistema nervioso. Fácilmente se sufre desmayos aun con los
más pequeños esfuerzos a los cuales se obliga a los músculos deprimidos. Por lo
mismo, las personas débiles sienten fuertes deseos de vomitar y en alturas
mayores de 5800 metros (2975 toesas), el efecto del fuerte movimiento muscular
necesario para escalar las montañas, y en asocio de la deficiencia de presión
atmosférica, ejercen tanta presión sobre los pequeños vasos sanguíneos, que la
sangre sale de los labios, de las encías y de los ojos. Todos estos fenómenos
cambian naturalmente de acuerdo con la constitución de cada individuo.

Saussure observó durante sus viajes por los Alpes de que el hombre resiste más
que la mula, el aire enrarecido de las alturas. Con mucha dificultad hice llegar en
el reino de la Nueva España un caballo sobre el Cofre de Perote hasta los 3839
metros (1970 toesas), de altura, es decir 134 metros (69 toesas) más alto que el
Pico de Teneriffa. El animal tuvo una respiración angustiosa y gemidora, la cual no
era consecuencia del ejercicio muscular, ya que desapareció en alturas inferiores
de la cordillera, pero con iguales pendientes. En general me pareció que la raza
blanca humana sufre menos en las alturas que se acercan a los 5800 metros
(2975 toesas), que los indios nativos de color cobrizo. Tiene que ser la presión
atmosférica la que tiene la influencia mayor sobre las funciones vitales de las
plantas, especialmente en cuanto la respiración y sus integumentos. No obstante
que la mayoría de las Criptógamas y muchas gramíneas entre las Fanerógamas
parecen indiferentes a la influencia de la presión atmosférica; otras plantas son,
por lo mismo,

mucho más sensibles en cuanto a ésta, como Swertia quadricornis, Espetetia


frailexon, la Stachelina en la cadena de los Andes y muchas Gentianas, exigen
una altura del barómetro de 0,460 y 0,487 metros (17 hasta 18 pulgadas). Muchas
de las plantas alpinas del Perú, si fueran trasplantadas a Europa, encontrarían allá
ciertamente la temperatura necesaria, pero no la escasa densidad del aire a la
cual están acostumbrados sus órganos, y que es necesaria para su desarrollo.

La humedad de la atmósfera
En el cuadro de la naturaleza, la lenta disminución de humedad de la atmósfera
bajo la línea ecuatorial, desde la orilla del mar hasta las cumbres de los Andes,

75

constituye una escala específica. Los valores medios que he deducido de las
observaciones que fueron las tomadas en la sombra y con cielo totalmente
despejado, una vez con el higrómetro de Saussure, otra vez con el de Deluc;
según si el instrumento tenía que indicar rápidamente la humedad, o si podía estar
expuesto por más tiempo al aire; todos los resultados fueron reducidos en grados
del higrómetro de Saussure y de Dalton enseñan que la corrección por causa de
las diferencias en la presión atmosférica son totalmente innecesarias.

En el futuro esta tabla va a ser importante para el cálculo de la refracción de la luz


cuando esta teoría abarque puntos de vista más universales. Según mis
experimentos la disminución de la humedad atmosférica merma por cada 90
metros (46.17 toesas) en un grado del higrómetro de Saussure.

No obstante de la sequía tan enorme de los estratos atmosféricos que cubren las
crestas de los Andes (donde baja el higrómetro hasta 460 con una temperatura de
3,7º = higrómetro 31.7º Sauss. con 25.3º de temperatura). Y a pesar de la sequía
del aire de las montañas, el viajero se encuentran sin embargo en estas alturas
entre los 2500 y 3500 metros (1283 y 1796 toesas) sobre el nivel del mar, envuelto
en cada momento en espesa niebla. Esta precipitación (¿o sea esta producción
misteriosa de agua?), que podría ser la consecuencia o también la causa de una
fuerte tensión eléctrica, da a la vegetación de los páramos (o sea de la selva de
las altas montañas) aquel verde fresco que se renueva y luce constantemente.

En las regiones tropicales más bajas del nuevo continente éstas tienen una
atmósfera diáfana y libre de nubes durante muchos meses y una gran cantidad de
agua. Deluc comprobó, a través de ensayos de su hijo, también en Bengala la
existencia de esta agua latente en la atmósfera. Esta rara condición del aire es la
que conserva la vegetación de los trópicos durante la época anual de sequía de

76

cinco hasta seis meses de duración.

Si las plantas no tuvieran en tan alto grado la capacidad de captar el agua de la


atmósfera, ¿cómo entonces sería posible ver árboles y arbustos con una
abundancia tan grande de hojas en países como por ejemplo en Cumaná, donde
frecuentemente durante 8 hasta 10 meses no cae lluvia, ni rocío, y tampoco la
niebla?

_______

(1) No obstante de los ensayos de Shukburg y Fleurian lo sería sin embargo muy
deseable, que los valores barométricos promedios de los mares europeos como
por ejemplo el Mar Báltico, el mar Atlántico, el Mediterráneo, el Negro (y Caspio)
fueran determinados cuidadosamente con instrumentos que antes y después de
las observaciones se compararan entre sí. Las observaciones de muchos años de
Poleni y Joaldo nos enseñan que esta presión atmosférica promedio está sujeta a
determinados cambios (probablemente periódicos). Si en los próximos milenios de
años, los físicos quieren investigar si la presión atmosférica ha aumentado o
disminuido, entonces nos van a acusar con toda razón, de que hemos descuidado
durante los siglos XVlIl y XIX el medir tan exacto como fuera posible con nuestros
instrumentos de entonces a determinar estos valores del peso de la atmósfera.
Presión media de la atmósfera a la orilla del mar, la intensidad de la fuerza
magnética, la cantidad de oxigeno en el aire, temperatura media y cantidad de la
lluvia son fenómenos sobre cuya estabilidad y variabilidad se van a pronunciar los
siglos venideros, si nosotros preparamos cuidadosamente esta decisión con base
en nuestras observaciones actuales. Con cuánto afán también los físicos tienen
que seguir el cuidadoso ejemplo de los astrónomos.

(2) Francis Balfour y John Farquhar en Asiat. researches, vol. 4.

(3) Treatise on tropical diseases 1792, p. 3. Annales excelentes de Gilbert, T, 6.


pág. 188.

(4) El conocimiento del cambio de la presión atmosférica de hora en hora hace


desaparecer bajo la línea equinoccial, aun el error más pequeño en la
determinación barométrica de la altura, sin observaciones correspondientes de la
hora. Si la altura barométrica de cualquier hora es conocida en un lugar dado,
entonces se sabe con mucha precisión, hasta un décimo de línea, cuál va a ser
este valor para cualquier otra hora en este lugar. Suponiendo que Z es la altura
media barométrica de un lugar sobre la orilla del mar en los países tropicales,
entonces la altura barométrica allá mismo es:

a las 21 h = Z + 0, Lin 5

a las 4 h = Z - 0, Lin 4

77

a las 11 h = Z + 0, Lin 1

a las 16 h = Z - O, Lin 2

(5) Weltseele (alma cósmica) pág. 151. Neue Zeitschrift fuer speculative Physik
(revista nueva para física especulativa): tomo 1, pág. 169.

(6) En un escrito que voy a publicar en compañía con el señor Biot en París.

HUMEDAD DE LA ATMÓSFERA
En las llanuras europeas nunca encontré una sequía del aire por debajo de 460
Sauss. y con temperatura 150. En el Valle de México, con altura de 2259 metros
(1177 toesas) sobre el nivel del mar, baja el mismo higrómetro de Saussure hasta
420 y 440 ¿Dónde quedan entonces las evaporaciones que producen diariamente
las cinco lagunas que bordean la ciudad? La gran cantidad de carbonatos y el
carbonato de soda, que cubren la altiplanicie como con copitos de nieve,
seguramente no los absorben Esta enorme sequía del aire mexicano que influye
en forma desfavorable sobre la salud de sus habitantes y sobre el cultivo de
huertas y campos, aumenta diariamente, por causa del desecamiento de los lagos
por medio de canales de drenaje, y además durante los últimos 15 años, la
cantidad de lluvias en la Nueva España (como en las Islas antillanas), ha
disminuido considerablemente. ¿Esta disminución es periódica? ¿O depende de
grandes cambios cósmicos? Lo que transforma la industria del hombre en la
superficie de la tierra es demasiado insignificante en regiones tan extensas, a la
que se podría culpar a estos cambios artificiales, por ejemplo la destrucción de los
bosques de la América del Norte, la disminución de las lluvias, el escaseamiento
de los huracanes; las grandes explosiones eléctricas y hasta la del mismo viento

78

del Norte entre Veracruz y la desembocadura del Mississipi. (Qué tan grande tiene
que ser por ende la sequía del aire en Persia, donde según el informe de Chardin,
se edifica en la provincia de Kerman casas con sal de gema!

¿Pero cuándo será que en estas regiones penetren higrómetros?

El vapor de agua contenido en la atmósfera prontamente, y por causa de la


disminución de la temperatura y otras todavía no exploradas, se concentra en
pequeñas burbujas cuya agrupación denominamos como nubes. La altura inferior
de éstas que he medido frecuentemente parece muy constante en los Trópicos.
Ella se encuentra en todas las épocas del año cerca de los 1200 metros (615
toesas) sobre el nivel del mar, y en esta altura se debe buscar sin duda la causa
por la cual sobre las vertientes cordilleranas en sus regiones de clima suave de la
tierra media de Xalapa y Guaduas (7), uno está casi siempre envuelto en espesa
niebla. La altura mayor de esta espesa nubosidad cerca del Ecuador me parece
que está entre los 3300 hasta 3600 metros (1693 hasta 1846 toesas).

Pero las nubes raras de pequeños copos que llaman los campesinos ovejitas, y
cuya distribución regular en forma de cinturones indica una polaridad general que
con toda seguridad se elevan a 8000 metros (4104 toesas) sobre el nivel del mar.
En la cúspide del volcán Antisana todavía hemos visto estas ovejitas muy por
encima de nosotros. El señor Gay-Lussac también las menciona en la descripción
de su segundo viaje aerostático. ¡Cómo de livianas tienen que ser estas burbujas
de vapor de agua, para que se puedan sostener volando en regiones de tan
escasa densidad del aire! En Europa, según mediciones de Biot y Gay-Lussac
durante el verano la altura del estrato inferior de las nubes se encuentra en 1169
metros (600 toesas), es decir a igual altura como las nubes tropicales más bajas.
En las llanuras occidentales del Perú, el vapor de agua en la atmósfera nunca se
transforma en lluvias. Durante todo un siglo apenas se tiene allá el ejemplo de
unas lluvias de un cuarto de hora. También, y debido a la forma de construir las
casas allá las lluvias son tan temidas como los terremotos. ¿Está la causa de este
fenómeno, en lo que se llama la atracción de la cadena de montañas de los Andes
sobre las nubes; ¿en la corriente vertical ascendente del aire, que provoca la
calentada arena granítica de la llanura?

La sequía mayor, que jamás ha observado el hombre en los altos estratos de la


atmósfera, es aquella que encontró también el señor Gay-Lussac en una altura
de 5267 metros (2700 toesas); con una temperatura de 4º, el higrómetro de
Saussure bajó hasta 27.5º. Sí se reduce este valor sobre la temperatura de 25.3º,
la que reina durante el verano en las llanuras bajas, entonces se obtiene una
sequía del aire de 21.5º en el higrómetro de Saussure.

La cantidad media de lluvia que se precipita durante un año en las regiones


ecuatoriales, es de 1.89 metros (70 pulgadas). En regiones muy húmedas, como
por ejemplo en Huayaquil (Guayaquil) y Cumanacoa, caen hasta 2,43 metros (90

79

pulgadas). En Europa se observa en promedio una precipitación de 0,69 metros
(22 pulgadas). Pero cerca de la cadena de los Alpes, por ejemplo en los
alrededores de Ginebra, se encontró un valor promedio anual (8) (según un
promedio de nueve anos) de 0.87 metros (32 pulgadas, 7 líneas, o sea 31
pulgadas 6 líneas de lluvia y 1 pulgada, 1 línea de agua de nieve). Rara vez se
observa en Europa, durante una hora de lluvia un volumen de 0,009 metros (4
líneas); en Guayaquil he visto caer 0,035 metros (1-3/10 de pulgada).

El estado eléctrico de la atmósfera


A medida que se asciende hacia las cumbres de la Cordillera de los Andes, se
observa cómo la tensión eléctrica en la atmósfera aumenta en proporción, tanto
así como disminuyen el calor y la humedad. Los resultados que contiene la escala
electrométrica en el cuadro de la naturaleza se basan en los ensayos que he
realizado en ambos hemisferios, en diferentes alturas, con un electrómetro, cuyo
conductor de 1,4 metros de largo, fue por recomendación de Volta, equipado con
esponja ardiente. Los estratos bajos de la atmósfera en los trópicos, por lo general
desde el nivel del mar hasta una altura de 2000 metros (1026 toesas), muestran
por lo común sólo una carga eléctrica baja. Después de las 10 de la mañana, sólo
rara vez y con dificultad pude observar algunos movimientos en el sensible
electrómetro de Bennet. Pero parece que toda electricidad está concentrada en las
nubes y es precisamente esta falta de equilibrio entre los estratos altos y bajos de
la atmósfera que provocan violentas explosiones eléctricas, las cuales son
periódicas y se realizan por lo general en la llanura baja dos horas después de la
culminación del sol, es decir durante el máximo del calor del día. Pero en los valles
fluviales, sobre el río Magdalena y río Guainía al cual los europeos lo llaman Río
Negro, y sobre el Casiquiare, las tempestades, acompañadas de violentos
aguaceros, se presentan siempre durante la noche, o a la una de la madrugada,
una situación poco agradable para el viajero que está obligado a dormir bajo cielo
abierto.

En la altura media, entre los 1800 metros y 2000 metros (923 y 1026 toesas) las
explosiones eléctricas son las más ruidosas. Las regiones de altiplanos de Caloto
y Popayán, son especialmente conocidas por la frecuencia y fuerza de los
estruendosos truenos. Más hacia arriba sobre la vertiente de la cordillera de los
Andes, por encima de los 2000 metros (1026 toesas) de altura las tempestades
son más raras y menos periódicas. Pero aquí y especialmente a los 3000 metros
de altura (1539 toesas), se forma frecuentemente granizo; mientras sucede esto y
por mucho tiempo, la atmósfera tiene carga negativa. Esta electricidad negativa es
excepcionalmente rara en regiones bajas que sobrepasan los 1000 metros (513
toesas) de altura sobre el nivel del mar, y escasamente se observa durante
algunos momentos. Por encima de los 3500 metros (1775 toesas), las explosiones
eléctricas son cada vez m‡s raras. Allá arriba el granizo cae sin ser acompañado
por tempestades y en una altura mayor de 3900 metros (2000 toesas), el granizo

80

se precipita mezclado con la nieve y, lo que más llama la atención también durante
la noche. Los estratos atmosféricos cerca de los altos picos de los Andes, siempre
llevan una tensión eléctrica la cual expresa el electrómetro de Saussure con una
variación entre las esferas de 4 ó 5 líneas. La grande sequía del aire, la formación
de nubes, la formación y desaparición de burbujas de vapor de agua, ciertamente
dan vida al juego de la electricidad en estas grandes alturas. Esta, sobre el borde
de los cráteres de los volcanes, pasa frecuentemente y en forma rápida del lado
positivo al negativo. A esto se agrega que más allá del límite inferior de la nieve
perpetua, desde los altiplanos más elevados, muy por encima de uno mismo, se
ven frecuentemente fenómenos luminosos y silenciosos.

La gran cantidad llamativa de estrellas fugaces, las que bajan especialmente en la


parte volcánica de la cordillera y su mayor frecuencia en los países cálidos,
permite pensar que estos meteoros pertenecen a nuestra envoltura atmosférica, si
su enorme altura y otras observaciones no pusieran en duda estas condiciones.

El azul del cielo


Cuando el habitante de la llanura se eleva unos 3 a 4000 metros (1795 toesas)
sobre la vertiente de la cordillera, lo va a sorprender la visión de un cielo de un
color azul más oscuro, de cierto modo más profundo. La intensidad de este color
aumenta a medida que se acentúa la disminución de la densidad del aire, y la
menor cantidad de vapor de agua en la atmósfera a través del cual nos alcanza el
rayo solar. La difusión de la luz que provocan las burbujas de vapor que nadan en
la atmósfera, hacen que el azul del cielo poco a poco desaparezca y lo transforme
en un color lechoso, gris blancuzco. Mientras menos densa y carente de vapor de
agua es la atmósfera a través de la cual recibimos la luz solar, más se acerca el
color de la esfera celeste al negro absoluto, que podríamos observar si
pudiéramos llegar a la superficie del océano del aire (9), o si no se produjera la
dispersión lateral de la luz durante su paso a través de la atmósfera.

El cianómetro, el cual utilicé duramente mi expedición (más un éboulloir y un


magnetómetro, fue construido por Paul en Ginebra y comparado por Pictet muy
cuidadosamente, con aquel que utilizó Saussure sobre el Mont-Blanc; y todas las
observaciones se hicieron en el cenit con cielo totalmente despejado. Me pareció
que en las regiones ecuatoriales, el azul del aire es mas oscuro y enérgico que en
la misma altura en la zona templada. El valor promedio de la intensidad del azul
del cielo es en París (con un calor de verano de 25ºC) es de 16º y 17º en el
cianómetro de Saussure, pero en los trópicos, igualmente en las llanuras bajas, lo
es de 23º. Una diferencia que tiene su origen seguramente en la más equitativa
difusión y distribución de vapor de agua en las regiones ecuatoriales. Tampoco se
pueden comparar las lindas noches de verano de España e Italia con la tranquila
majestad de las noches tropicales. En la cercanía de la línea equinoccial, todos los
astros brillan con su luz planetaria tranquila. El titilar de la luz (scintilla) casi no se

81

nota sobre el horizonte. Los telescopios más débiles que se han llevado de Europa
a las dos Indias, parece que hubieran aumentado en fuerza; así tan grande,
permanente y diáfano es el aire tropical.

En la cumbre de Mont-Blanc de 4775 metros (2450 toesas) lo vio Saussure


marcando su cianómetro 39º. Sobre el Pico de Teneriffa, al borde del cráter,
observé el azul del cielo en 41º. La excepcional sequía del clima africano aumenta
allá la intensidad del color; ya que el Pico de Teneriffa tiene 1070 metros (549
toesas), menos de altura que él Mont-Blanc. En los Andes suramericanos, en casi
5800 metros (2975 toesas) de altura, observé 46º con el cianómetro. Fue este
color oscuro que llamó la atención a Gay-Lussac durante su primer gran viaje
aéreo. "En la altura de 7016 metros (3600 toesas) me llamó la atención" (dice este
físico en su informe al Instituto Nacional) "de ver esta vez nubes por encima de mí
y esto en una considerable altura; muy distinto eran las mismas ubicadas durante
mi primer viaje aéreo. En aquella vez, las mismas alcanzaron con sus estratos
más altos apenas 1169 metros (600 toesas) y por encima de mí, el cielo estaba de
mayor limpieza. En el cenit parecía su color de la mayor intensidad tan oscuro
como el azul berlinés".

Debilitamiento de la luz a su paso por la atmósfera


La luz del sol y de los astros se debilita lentamente a su paso a través de la
atmósfera. Este debilitamiento, aquel morir parcial de la luz, el cual está en intima
relación causal con la producción del calor de la tierra, aumenta con la densidad
de las capas atmosféricas. Es más débil sobre las cumbres de las altas montañas
y más fuerte en las llanuras a nivel del mar. En la tabla que se agrega al cuadro de
la naturaleza se ha calculado la disminución de la luz de tal manera como ocurriría
en una atmósfera totalmente diáfana y libre de vapor de agua (compárese Laplace
en Exposition du système du Monde, vol. 1, pág. 117).

La indescriptible pureza del aire tropical es la causa de que en un lugar de la


misma altura sobre el nivel del mar, la luz sea más viva y fuerte que en Europa.
Cómo brilla tan intensa y cansa a la vez la luz del día en las Indias Occidentales,
aún allá, donde no se produce un reflejo! Y ciertamente los europeos tratan aquí
de guardarse aún más que del calor fuerte, de la luz cegadora debilitante de los
nervios. Ellos reúnen aquí, unificando en cierto modo sus sentimientos, lo que en
sus efectos está dividido y sin embargo sale de la misma fuente que jamás se
agota.

Este menor debilitamiento de la luz del día en los trópicos y sobre lo cual sería
importante aplicar algunos ensayos con el fotómetro de Leslie, se presenta muy
marcadamente durante un fenómeno astronómico:

la luz de color rojizo que recibe la luna opacada durante un eclipse, como
consecuencia de una inflexión de los rayos solares a través de la atmósfera de la
82

tierra, y que luego es irradiada por ésta, es tan débil en la zona templada, que
hace desaparecer del todo el disco lunar. En contraste con esta situación he visto
el disco lunar oscurecido bajo la latitud de 10º norte, donde el aire es tan
excesivamente limpio y diáfano con casi la misma intensidad de luz como la luna
llena cuando sale rojiza por encima del horizonte en nuestros climas.

Llama la atención la influencia de la luz solar sobre las funciones vitales de las
plantas sobre su respiración, su coloración y según Berthollet sobre la fijación del
nitrógeno en la fécula. Estas observaciones comprueban las suposiciones de que
esta luz no debilitada, a la cual están expuestas especialmente las plantas alpinas
en la cordillera de los Andes, contribuyen a su carácter resinoso y aromático.

En el segundo tomo de mi escrito sobre la fibra del muslo y nervio irritado, he


mencionado unos ensayos, que insinúan la influencia de la luz Solar sobre los
órganos animales, la cual no puede adscribirse únicamente al calor (10) del
mismo.

Si aquella debilidad de la cual se quejan los habitantes de Quito o México, cuando


están expuestos a los rayos solares, en una altura de 3000 a 4000 metros (1800
toesas) en la cual queman especialmente fuerte (una debilidad y cansancio, que
no se puede adjudicar únicamente a los movimientos musculares, o de aumento
de la respiración cotidiana, como consecuencia de la menor densidad del aire en
esta región), no indican más bien una irritación de los nervios por causa de la luz
solar no debilitada? ciertamente no conozco nada más debilitante y agotador que
esta luz solar, en la alta y fría cordillera de los Andes; será posible que esta luz
todavía no debilitada, cuando choca contra los cuerpos compactos por primera
vez, provoca, en cierto modo en la alta montaña, más calor que en las bajas
llanuras con aire denso?

_______

(7) Xalapa al occidente de Veracruz; Guaduas en el Reino de la Nueva Granada,


una pequea ciudad de la montaña, en la cual descansaban los virreyes después
de su llegada de España, para no pasar demasiado rápido del calor ardiente del
río Magdalena, al clima helado de Santa Fe.

(8) Pictet, Bibl. Britan. 1805, No. 223, p. 152.

(9) Si fuera posible imaginarse así un constante limite.

(10) Me sirvo de la Fiction inofensiva de hablar del calor y de la luz como de dos
materias diferentes, no obstante que me parece muy probable que calor es luz
fijada, o la luz puede ser calor liberado. Pero no obstante la Identidad de la
materia, uno está siempre considerando dos estados diferentes. Shelling. Ideen zu

83

einer Philosophie der Natur (ideas para una filosofía de la naturaleza), Tomo l,
pág. 111-113.

La refracción sobre el horizonte


Lea refracción depende de la dificultad de las capas de la atmósfera y de la
disminución de su contenido de calor. Por lo mismo es diferente según las alturas
sobre el nivel del mar del lugar del observador. Laplace comprobó que el cálculo
de la refracción resulta muy diferente, según si el ángulo es de menos o de más
de 12 y grados; en el último caso la influencia del estado higroscópico del aire es
muy poca. Pero en el primer caso, en contraste, donde el rayo penetrante de la luz
en cierta forma corre muy cerca de la superficie de la tierra, se toma la
observación de la humedad del aire, y la distribución pareja o dispareja de la
bruma, en algo muy importante. Si es la disminución del calor en las capas
superiores de la atmósfera, la única causa que modifica la refracción sobre el
horizonte; porque ésta tiene que ser diferente bajo la línea ecuatorial que en la
zona templada, puesto que durante el verano desde el nivel del mar, hasta la
considerable altura de seis hasta siete mil metros (como se deduce del
experimento de Gay-Lussac y el mío arriba ya mencionado), la disminución
perpendicular del calor es poco diferente en Europa que en las cordilleras de
Quito.

Los académicos franceses indicaron sobre una placa de mármol, que todavía se
conserva en la actualidad en el Colegio de los Jesuitas, la refracción sobre el
horizonte bajo la línea equinoccial, sobre el nivel del mar en 27'; en la altura de la
ciudad de Quito en 22'5O", y sobre el Chimborazo en el límite inferior de la nieve
perpetua con 19'51". La refracción en la superficie de la luna la encuentra Laplace
apenas con 5", suponiendo que el círculo brumoso de este planeta es todavía más
carente de aire que el vacío máximo que somos capaces de producir con la
bomba de aire.

Sobre el lomo de los Andes se observa de vez en cuando durante largas noches,
muy cerca del horizonte, una luz débil que ilumina a éste en su alrededor. Varias
veces he visto este fenómeno, especialmente en la hacienda (hato) del Antisana,
en el reino de Quito en 2295 metros (1177 toesas) de altura. Saussure observó un
fenómeno parecido sobre el Col, de Géant, en una altura de 3426 metros (1758
toesas). Esta luz parece ser de una rara reflexión de la luz solar de las capas
atmosféricas inferiores (más bajas) y más densas que rodean el horizonte. Debe
compararse aquí la aguda explicación de Biot en su Astronomie physique, vol. I,
pág. 277.

La composición química de la atmósfera


La mezcla de líquidos elásticos que envuelven nuestro planeta se extiende a una

84

altura que hasta la fecha ha sido imposible determinar para nosotros. Unicamente
la teoría de la disminución de la luz o el debilitamiento de ésta, y los ensayos de
Bouguer, comprueban que la altura total del círculo atmosférico, cuando se reduce
su densidad al punto de congelación y con una tensión barométrica de 0,757
metros, sólo puede alcanzarse a 7820 metros (4011 toesas) (Laplace Exposition
du syst. du Monde. pág 155). En cambio opuesto indican observaciones
crepusculares, de que aún en 60.000 metros (30.784 toesas) de altura, la
densidad del aire todavía es lo suficientemente compacta, para retransmitir una luz
observable para nosotros.

Huta hace poco se tenía todavía la creencia que la composición química de la


atmósfera, no solamente es variable en un mismo lugar, sino también que la
participación del oxigeno en ella disminuye mientras más se alejan uno de las
llanuras bajas hacia arriba. Se adjudicó un cambio en el equilibrio de los tipos de
aire, lo cual fue únicamente el resultado del uso incompleto de los medios
eucliométricos. Los ensayos que hice yo hace siete años con el gas nitrógeno,
contribuyeron a extender aun más este error.

Durante los últimos años se informó de que el contenido de oxigeno en la


atmósfera, en vez de los 27 y 28 partes por ciento (como afirma Lavoisier y casi
todos los demás químicos), apenas constituye el 0.20 y 0.23. Estas informaciones
todavía eran demasiado vagas para ser aceptable; y a esto se agrega que entre
los más famosos separatistas, el uno dio la ventaja al eucliómetro, mientras que el
otro lo rechazó rotundamente. Por lo mismo me pareció (apenas que regresé a
Europa) muy importante realizar un nuevo y cuidadoso trabajo sobre la atmósfera,
para poder decidir; ¿cuál de los medios eucliométricos conocidos hasta el
presente ofrecerá la mayor exactitud? E el aire contiene 0,21 o 0,23 partes por
ciento de oxigeno, ¿cuantas partes por mil de oxigeno o hidrógeno se podrían
descubrir con seguridad en una masa de aire? Y luego, ¿si esta atmósfera en su
mezcla proporcional varia en forma perceptible? si la afirmación de esta
invariabilidad sólo se basa en el "echo de que la cantidad (el volumen) de la
variación, fuera inferior a los dos centésimos en discusión, en cuanto al contenido
de oxigeno en la atmósfera. Me siento obligado a realizar este trabajo que he
iniciado en compañía del señor Gay-Lussac en uno de los laboratorios de la
escuela politécnica y esto aún más, cuando pienso reemplazar una obra
incompleta de mi primera juventud, por otra más perfeccionada. Con la química
pasa lo mismo que con la astronomía. El perfeccionamiento de los métodos y de
los instrumentos nos hace posible medir con seguridad y sagacidad muy
pequeñas cantidades, y ya no es permitido en el presente descuidar valores, los
cuales antaño era imposible definir. Nosotros, el señor Gay-Lussac y yo, hemos
hecho público los primeros resultados en una disertación (11), la cual hemos
presentado en la reunión de la primera Publiase del Instituto Nacional.

Con base en nuestros conocimientos actuales, en cuanto a la química, se debe


dar la preferencia al eucliómetro de Volta, o aquel que se basa en la combustión
85

del gas hidrógeno, ante todos los demás instrumentos, porque es el único
instrumento que descubre con seguridad cambios en la proporción de la mezcla
en valores, que no llegan a las dos partes por mil de oxigeno. Azufre alcalino,
fósforo y hasta el gas nitrógeno (cuando se lava en el eucliómetro de Fontana con
hierro de ácido sulfuroso, todo oxigenado de sal común o álcali), indican la
cantidad de oxigeno sólo hasta una o dos centésimas, pero no más exactas.
Cuando se aplica la álcali sulfurosa caliente, esta absorbe el nitrógeno, pero si se
quiere adjudicar toda la absorción al oxigeno, entonces tendríamos que descubrir
en la atmósfera unas 30 a 40 partes por cien en ella. Este proceso de la disolución
ardiente del álcali sulfuroso y de las equivocadas condiciones previas sobre las
cantidades de oxigeno necesarias para saturar de dos a tres partes de gas
nitrógeno se debe atribuir a la afirmación de Scheel y Lavoisier de que existen
0,27 a 0,28 partes de oxigeno atmosférico.

Los verdaderos y permanentes compuestos de la atmósfera parecen ser: 0,210


gas de oxigeno, 0,787 gas de nitrógeno, y 0,003 partes por ciento de dióxido de
carbono. ja cantidad de este último no la hemos calculado todavía con tanta
exactitud, como la del oxigeno y tenemos razones para creer que su cantidad sea
todavía algo inferior a las tres milésimas partes, ya que la exactitud pneumática,
se obtiene difícilmente en todas partes, donde líquidos que gotean tienen que
estar durante algún tiempo en contacto con la mezcla del aire, puesto que el
nitrógeno es absorbido con el oxigeno y el dióxido de carbono; y que los líquidos lo
mismo suministran, ya que inicialmente eran componentes de ellas; un cambio de
absorción y expulsión, que oculta el verdadero proceso, o que por lo menos lo
hace irreconocible.

Parece que la atmósfera en cuanto a su composición y proporción química, por lo


menos en cuanto a las cantidades de oxígeno y nitrógeno, no está sujeta a
cambios. Pero si existen estos cambios, seguramente no pasan de una milésima
parte de oxigeno; ya que el aire que hemos analizado bajo las más diversas
condiciones meteorológicas, como una atmósfera seca y despejada, con niebla,
durante nevadas y aguaceros fuertes y con vientos que soplaban de todas las
direcciones, siempre nos ofreció el oxigeno entre 0,210 y 0,211 milésimas.

El señor Gay-Lussac argumentó el curioso hecho de que en los estratos


atmosféricos a 7016 metros (3600 toesas) de altura, todavía contienen las mismas
veintiuna panes por ciento de oxigeno en las llanuras bajas. Su ensayo es el único
que se efectuó en tan grandes alturas y con tan grande exactitud, sobre la
composición del aire, y cuando otros físicos, (12) y antaño yo mismo, declararon al
aire de las montañas europeas como más pobre en un contenido de oxígeno,
entonces es muy seguro que la causa de esta afirmación estaba en lo deficiente
de los medios empleados. Solamente unas condiciones locales pueden explicar
una tal disminución de la cantidad de oxigeno en el aire; y si esta se encuentra
sobre el Pico de Teneriffa o sobre algunos volcanes ardientes en la cordillera de
los Andes, luego la cama de esta disminución del oxigeno aquí, se debe buscar en
86

el efecto de los cráteres y en el contacto del aire con las masas de azufre ardiente.
Desde hace tiempo surgió la pregunta importante, si el aire atmosférico también
contiene hidrógeno. Mi amigo Gay-Lussac comprobó con un segundo viaje aéreo,
de que si es que existe el hidrógeno en la atmósfera, entonces tampoco en una
cantidad mayor en la altura de 7016 metros (3600 toesas) que en las llanuras
bajas. Los dos hemos continuado con estos ensayos; y a través de numerosos
experimentos comprobamos de que no existe ningún gas de hidrógeno en nuestra
atmósfera, o por lo menos no en cantidad mayor de 0,003 partes, ya que estas
tres milésimas, agregadas a una mezcla artificial de oxigeno y ázoe, se
encontraron exactamente igual aplicando nuestro método de experimento. Como
ahora, por otro lado en mezclas de aire que condenen hidrógeno en cantidad por
debajo de seis centésimas, no se puede encender por medio del golpe eléctrico;
entonces se saca en conclusión que por lo menos no se puede explicar en el
sentido de antiplogísticos empíricos, la lluvia y otros meteoros luminosos en la
atmósfera, por causa de la quema de oxigeno e hidrógeno.

Entre una serie de experimentos que hemos realizado Gay-Lussac y yo en el mes


de marzo de 1805 en el convento de Mont-Cenia en una altura de 2066 metros
(1060 toesas) sobre el nivel del mar, hemos recogido aire del interior de espesa
nube; éste contenía igualmente 0,211 partes de oxigeno y era un aire en nada
diferente de aquel que habíamos traído desde París en botellas bien selladas.

La composición constante en cuanto a la mezcla química del aire y la escasez del


hidrógeno en ella, son dos factores especialmente importantes para la teoría sobre
la refracción y hasta se puede decir que son tranquilizantes. Ellos comprueban
que los matemáticos, real y únicamente, sólo tienen que corregir el termómetro e
higrómetro por medio del barómetro, sin tener que preocuparse de la grande
refrangibilidad del hidrógeno.

Pero además del hidrógeno y del oxigeno, la atmósfera contiene todavía otra
cantidad de vaho en estado gaseoso, que no es registrado por nuestros
instrumentos y que probablemente tenga una poderosa influencia sobre, y para
conservar nuestra salud. Thenard descubrió recientemente (Bibl. Médicale, T. 9,
pág. 10) por medio de ensayos directos, que 0,0012 de gas hidrógeno azufrado y
mezclado con el aire, es suficiente para matar los animales, sí éstos están el
tiempo suficiente expuestos a esta mezcla.

Estas emanaciones desconocidas para nosotros, que probablemente son


destruidas en su mayor parte por ácido clorhídrico oxigenado, constituyen las más
abundantes en las regiones planas y bajas de los trópicos, donde el manto de
vegetación es más exuberante; y el suelo el aire están llenos de insectos
innumerables y por lo mismo la masa de la materia orgánica muerta es la más
abundante. Perpetua quietud de la atmósfera y una humedad indescriptible (en
parte por las lluvias y en otra parte por las inundaciones de los ríos), agrandan
todavía este mal en las espesas selvas entre los ríos Orinoco y Amazonas. Pero lo

87

más peligroso para la salud son aquellos profundos húmedos y ardientes valles de
la cadena de los Andes que forman surcos de 1200 metros (615 toesas) de
profundidad, en las cuales el termómetro por medio de la reflexión de los oscuros
rayos, de calor, registra hasta más de 42º. Una permanencia de pocas horas en
ellas son suficientes para producir en el viajero europeo un tremendo tifo, mientras
que los nativos de estos valles, de color cobrizo y que respiran desde hace
muchos siglos este aire pernicioso, gozan en vanos de ellos una salud de toda
prueba. Así, tan admirable es la flexibilidad de la naturaleza humana que según
sus necesidades se adapta o rechaza las influencias.

Disminución de la fuerza de gravedad


La disminución de la fuerza de gravedad, la cual aumenta con la distancias entre
el epicentro de la tierra, ya se hace sentir a la escasa altura a la cual se elevan
nuestras cordilleras. Pero como el grado de densidad en nuestra cordillera es muy
diferente, entonces me pareció mas útil calcular la tabla agregada al cuadro de la
naturaleza según la teoría, en vez de tomar los datos con base en los ensayos
reales. En los míos propios inclusive no tengo mayor confianza debido a mi viaje
precipitado hacia las Islas Canarias que me impidió adquirir el excelente aparato
con el cual el espíritu investigador universal del señor Zachs, ha enriquecido a la
física. Si N es el número de las oscilaciones que produce un péndulo simple sobre
la línea equinoccial en la superficie de la tierra; y M el número de las oscilaciones
del mismo péndulo en una altura expresada con H; entonces es

Para hacer aun más variable la. comparación, intercalo aquí las siguientes cifras.
Longitud observada del péndulo simple de segundos en París = 1,000.000.
Longitud del péndulo de segundo bajo la línea ecuatorial = 0,99669. Dimensiones
de la tierra: Radio sobre el plano del ecuador = 6375703 metros (3271208 toesas);
sobre aquel de los dos polos = 6356671 metros (3261443 toesas) Achatamiento =
19032 metros (9765 toesas). Longitud de un grado bajo el ecuador = 51077,70
toesas (Bouguer y La Condamine);en Francia sobre la latitud de 51º,332
=51316,58 toesas (Mechain y Delambre);en Suecia sobre la latitud de 730,707 =
51473,01 toesas (informe de melanderhielm). Tal vez es de sorprender que no
mencioné entre tantas relaciones de cifras las fuerzas magnéticas. Pero la altura a
la cual puede llegar el hombre es demasiado poca para que sea afectada la
intensidad de estas fuerzas tal Como lo comprueban los ensayos de Gay-Lussac
en Europa, y los míos en la cordillera de los Andes en la América del Sur (Véase

88

en Mémorie sur les variations du Magnétisme terrestre; 1805, pág. 9, elaborado en
un trabajo mancomún entre el señor Biot y yo).
Visión geognóstica
La naturaleza de las diferentes especies de las cordilleras, parece que en su
conjunto no tiene qué ver con la latitud geográfica, como tampoco con la altura
sobre el nivel del mar, o sea el calor del aire y la presión atmosférica hayan tenido
poca influencia sobre la agregación de las masas inorgánicas, o bien sea que la
formación de la corteza terrestre se realizó en una época en la cual ésta no tenía
todavía una temperatura determinada por la altura cenital del sol. También la
altura de las más altas cordilleras es, en relación con el diámetro de la tierra tan
insignificante, que pequeñas diferencias de nivel no podían tener mayor influencia
sobre los grandes fenómenos geognósticos. Si se mira el todo en conjunto,
entonces se observa que casi todas las especies de cordilleras se encuentran en
todas las latitudes y bajo todas las zonas.
_______
(11) Mémoire sur I`analyse del`air atmosphérique par MM. Humboldt et Gay-
Lussac: París, 1805.

(12) Volta Saussure senior y Gruber. Recientemente Saussure joven y Volta


abandonaron la idea de la falta de esta limpieza constante.

Aun cuando no se descubre ninguna interrelación general entre la naturaleza de la


roca y la ubicación del lugar en cuanto a su latitud y altitud; sin embargo no se
puede desconocer la influencia local de la altura en las diversas partes de la
superficie terrestre. Si se realiza una exacta observación sobre una pequeña parte
de una cordillera, entonces se descubre que no solamente la dirección y el
buzamiento de los diferentes tipos de las cordilleras siguen un determinado tipo y
además de ser caracterizado por un sistema (1) particular de fuerza de atracción
(fuera por polaridad magnética o eléctrica), sino que también actúa una ley
local en la altitud, hacia la cual se elevan las formaciones antiguas o nuevas por
encima del nivel del mar.

Así por ejemplo se observa que en ciertas regiones las cordilleras de rocas
sedimentadas no sobrepasan la altura de 3000 metros (1539 toesas); que una
caliza densa por encima de los 1800 metros (923 toesas), nunca está cubierta por
rocas areniscas; que los esquistos micáceos no suben tanto contra el eje de la
cordillera como el neis; que los conglomerados que corresponden a determinada
altura, sólo contienen material de ciertas capas de cordilleras primarias, pero no
llevan conglutinantes calcáreos. Para una región determinada y no muy extensa
se puede descubrir el límite superior del basalto, estratos de caliza o del yeso, tal
como se observa el límite superior de los pinos y robles. Estas observaciones nos
enseñan que la misma naturaleza no nos permite elaborar una escala de las
especies o tipos cordilleranos, ya que fenómenos pequeños o parciales no se
pueden convertir en leyes generales.

89

Las regiones ecuatoriales del nuevo mundo ofrecen a un mismo tiempo las
cordilleras más altas y las llanuras bajas más extensas en el mundo; un contraste
que parece indicar que la rotación de nuestro planeta no puede ser la causa de
que las masas montañosas a tan grande altura estén concentradas aquí. El
altiplano tan elevado del Himalaya y Tíbet está ubicado fuera de los trópicos; y
sobre 60º latitud norte las cordilleras se elevan a una altura que poco queda atrás
al grupo de las montañas colosales de Quito.

La cadena de los Andes (su verdadero nombre es Antis, de Anta, cobre en la


lengua quichua) se acerca a ambos polos de la tierra a una distancia casi igual,
sus partes extremas se ubican apenas a 29º hasta 30º de éstos. Se les puede
seguir desde los islotes graníticos ubicados al sur de la Tierra de Fuego; o desde
Diego Ramírez y el Cabo de Hornos hasta el monte Elías (al nor-occidente de Port
Mulgrave);esto quiere decir que se extiende desde 56º27' de latitud sur, hasta
60º12' latitud norte. Ella tiene así una longitud de 2500 millas, con una anchura de
escasas 30 a 40 millas.

La altura de esta cadena montañosa es mucho más desigual de lo que se piensa


generalmente. En el hemisferio sur, entre el Chimborazo y Loja, existen ciertos
parajes de Los Andes, donde la cumbre divisoria de aguas, escasamente alcanza
la altura del San-Gotthard. En la zona norte, en el estrecho de Panamá y
especialmente cerca de Cupica, la tierra firme se eleva apenas a unos 200 metros
(102 toesas) sobre el nivel del mar. Pero se abarca la cadena de los Andes en
toda su extensión; entonces se observa que ella se hincha cuatro veces a una
enorme altura y espesor. Bajo la latitud de 16º Sur en el Perú; bajo la misma línea
ecuatorial en el reino de Quito; en la Nueva España sobre 19º latitud norte, y por
ende en frente de la Costa Oriental de Asía, sobre los 60º de latitud, en todas
partes las cumbres de los Andes son más. altas que el Mont-Blanc; esto quiere
decir: ellas alcanzan por lo menos de cinco y hasta seis mil metros (2565 hasta
3078 toesas) de altura.

Pero aún más que por su altura las cordilleras por su volumen y espesor de sus
partes masivas altas (especialmente en Quito y México) pueden asombrar nuestra
fuerza de imaginación. Sobre el volcán de Antisana, en 4105 metros (2106 toesas)
sobre el nivel del mar, es decir más alta que la cumbre cónica del Pico de
Teneriffa, encontré una llanura, que tiene doce millas completas de circunferencia.
Si se prescinde de los picos aislados, que aquí y allá se elevan en forma
semejante a una torre; entonces se puede fijar la altura media del lomo de la
cordillera bajo la línea ecuatorial entre 3900 y 4500 metros (2000 hasta 2308
toesas) de la altura, mientras que la altura media de los Alpes y de los Pirineos
está entre los 2500 y 2700 metros (1283 hasta 1385 toesas) de altura. Según
estos datos la proporción altitudinal es casi igual 7:4. La anchura de los Pirineos y
de otras altas cadenas europeas es en promedio apenas de 10 a 12 millas
mientras que los Andes en el poderoso sector montañoso de Quito alcanza 21
millas y en la Nueva España y

90

partes del Perú llega a medir entre 40 y 60 millas. Estas observaciones dan una
idea más clara sobre la diferencia de la masa existente entre los Andes, los Alpes
y Pirineos, que la comparación de sus cumbres más altas (2) que exactamente
tienen 6544 metros (3357 toesas), 4775 metros (2450 toesas) y 3436 metros
(1763 toesas) respectivamente.

La parte más alta de los Andes se encuentra casi sobre la línea ecuatorial,
propiamente dicha, entre ésta y la latitud 1º45' sur. Sólo aquí, y en ningún otro
punto de la tierra conocida hasta hoy, se encuentran montañas que alcanzan y
sobrepasan una altura de 6000 metros (3078 toesas). Además, sólo existen tres
cumbres tan colosales: el Chimborazo (más alto que puesto el Etna sobre el pico
del Canigou: más alto que el San Gotthard puesto sobre la cumbre del Pico de
Teneriffa); el Cayambe y el Antisana.

Según una tradición de los indios de Lican, la montaña Altar (el Altar de Los
Collanes, o en el idioma Quíchua, Capa Urcu), era antaño más alto que el
Chimborazo, pero durante el gobierno de Ouanía-Abomatha, se cayó dentro de sí
mismo (durante erupciones volcánicas que produjeron una noche de 8 años de
duración). Ciertamente, la cumbre de esta rara montaña no muestra otra cosa que
formas de cuernos inclinados y picachos un cuadro de destrucción, el cual
produce en los atardeceres, cuando el sol poniente quiebra sus rayos sobre los
escombros congelados, una sinfonía de colores.

El Chimborazo, al igual que el Mont-Blanc, está ubicado en la parte sur-occidental


de un colosal macizo montañoso. Desde el primero y en dirección sur sobre una
distancia de 120 millas, no pasa ninguna cumbre andina el límite inferior de la
nieve perpetua. La altura media del lomo de la cordillera oscila aquí entre los 3000
y los 3500 metros (1539 y 1795 toesas) de altura. Pero todavía más al sur, más
allá de los 80 latitud, o sea desde la provincia Guamachuco, las cumbres nevadas
se vuelven otra vez más frecuentes, especialmente en la cercanía de la ciudad de
los Incas. Cuzco, y sobre la altiplanicie de La Paz, donde se elevan las muy
conocidas montañas cónicas del Ilimaní y del Cururana. En Chile (3), donde
desgraciadamente no se ha determinado la altura por medición ni de una sola
montaña y en la periferia sur de este reino se acerca de tal manera la cadena de
los Andes al mar, que los islotes del poco conocido archipiélago de Huaytecas, se
podrían considerar como escollos o escombros discontinuados de la misma. Aquí
alcanza todavía el Cuptana cubierto con nieve perpetua (para la navegación de
esta zona lo es el Pico de Teyde), la altura de 3000 metros (1590 toesas). Pero
aún más en dirección al Polo Sur, en la cercanía del cabo Pilar, las montañas
graníticas bajan, hasta sólo alcanzar 389 metros (200 toesas) de altura, formando
una hilera de lomas las cuales, por su relieve, aparecen vistas desde el mar como
muy altas.

Al norte del Chimborazo la altura de la cadena de los Andes no es menos


desigual. Desde la latitud 1º45' sur hasta 2º latitud norte se sostiene entre 5000 y

91

5400 metros (2565 y 2770 toesas). La aquí ubicada provincia de Pasto, es una de
las estepas de montaña más alta del mundo. Más allá en dirección a Santa Fe la
cordillera se divide en tres cadenas: La Oriental no lleva nieve perpetua entre los
4º y 10º de latitud norte, pero en su parte final septentrional, allá, donde se dirige
hacía el oriente y empieza a formarse la cordillera de la Costa de Caracas, está
ubicado el poderoso macizo montañoso de Santa Marta y de Mérida, el cual se
eleva a 4700 hasta 5000 metros (2411 hasta 2565 toesas) sobre el nivel del mar, y
en el cual brotan manantiales sulfurosos ardientes por debajo de inmensas masas
de nieve. La Cadena Central de la Cordillera de los Andes, la cual está cubierta
con hielo perpetuo se extiende entre el Cauca y el Valle del Magdalena a través
del Tolima y Herveo (4)hasta las montañas de Guamoco, compuestas de neis y
ricas en oro, donde luego bajo 8º10' latitud norte, se disuelve en las lomerías de
San Lucas. Y luego y por fin el tercero y más occidental brazo, que con tiene en
Barbacoas y Tadó (5) en el cascajo de basalto y de piedras verdes (6) los jabones
o arenas platiníferas: corre como una baja cadena montañosa a lo largo de la
costa del mar Pacífico; continúa luego a través del Istmo de Cupica y Panamá,
hacia la parte septentrional del Nuevo Continente, y empieza a elevarse en altura
lentamente en el reino de Guatemala. Desde los 11º hasta los 17º latitud norte, su
altura media está entre los 2700 y 3500 metros (1383 y 1795 toesas) de altura.
Pero cerca de la ciudad capital de México sobre el paralelo 19º norte, forma un
inmenso macizo montañoso, que queda poco atrás a los de Quito y Cuzco. Dos
volcanes todavía ardientes, el Popocatepetl y el Pico de Orizava sobrepasan aquí
los 5300 metros (2718 toesas).

Pero esta grande altura del lomo de la cordillera, sólo se extiende sobre un
trayecto corto. En la parte septentrional de Anahuac, en la provincia Nueva
Biscaya, los Andes (aquí llamados Sierra madre, y divididos en muchos ramales),
no son más altos que los Pirineos. Sobre los 55º de latitud norte, los viajeros
ingleses registraron únicamente una altura de 779 metros (400 toesas) sobre el
nivel del mar. Así se podría suponer que hacia el Polo Norte desaparece la
Cordillera de los Andes, si no se conociera el cuarto grupo montañoso, cuyas
cumbres (el Monte Elías y Montaña del Buen Tiempo) que ya habíamos nombrado
arriba. Aquí, y en la península de Analaska (Alaska) parece que los Andes tienen
comunicación por debajo del mar, con los todavía ardientes volcanes de la
península de Kamchatka. Visto así, las cordilleras de Asia Oriental son apenas
una prolongación de la cadena montañosa del nuevo continente. Como sí es
probable de que la mayor parte de los habitantes cobrizos de América son de
origen mongólico, y existen quizá razones en buscar en el Hindustan septentrional
(en el altiplano de Tíbet y Bután) el origen de mitos religiosos ampliamente
extendidos, así como también los primeros brotes de sentido artístico del hombre.
En fin, hay que buscar aquí el origen de toda cultura humana; entonces sí, es
también interesante ver y arrancar desde este punto central las cordilleras
montañosas más altas de nuestro planeta.

92

He intentado aquí describir a grandes rasgos las características de la cadena de
Los Andes. De su estructura y tipos de cordilleras que encierra solamente los
siguientes párrafos generales caben en un cuadro de la naturaleza.

La región tropical reúne casi todos los tipos de rocas los cuales se han encontrado
sobre el resto de nuestra tierra. Unicamente el raro tipo de cordillera, compuesta
por Smaragdit y Sade y la cual Buch vio concentrada hasta grandes alturas sobre
el Mont Rose, no los encontré en Los Andes; tampoco el oolite cretáceo
(Rogenstein) y la rara mezcla de una piedra caliza de grano grueso y la
serpentina (verde antico), las cuales en Asia Menor (7) y hacia el Eufrates se dicen
bastante comunes. Pero sí existe sobre toda la superficie de la Tierra
una identidad en la naturaleza de los tipos montañosos; no obstante es llamativa
la coincidencia que hemos observado en las regiones más lejanas en cuanto a
su estratificación y ordenamiento y edad de las formaciones. En todas partes, en
cuanto a la estructura de los cuerpos celestes como en la construcción de las
cordilleras, en la estratificación de las formaciones, como en la textura foliar de
algunos fósiles, en todas partes, la naturaleza creadora se ha limitado a leyes
sencillas y generales.

El granito se ha estudiado tanto por los físicos en el mundo tropical, como en las
demás partes de la superficie terrestre; es la forma rocosa más antigua, sobre la
cual, al parecer, descansan todas las demás. Este surge al pie de la cadena de los
Andes a la luz del día, como también en la costa del mar del sur (por ejemplo entre
Lima y Trujillo) y en las llanuras orientales de los ríos Orinoco y Amazonas. El
granito soporta tanto las formaciones de transición de los altos lomos
cordilleranos, como los estratos de los sedimentos en los Llanos. Este granito tan
rico en cuarzo, que contiene poca mica, pero cristales grandes de feldespato de
color rojizo-blanco, parece en los trópicos de una edad mayor que el granito de
grano fino con mucha mica, cristalizada en tablas de seis lados. Pronto (y casi
siempre) no estratificado, o también en yacimientos separados con rumbo regular
y bajo el mismo ángulo, o pronto astillas en columnas irregulares, por la acción de
grietas verticales (8), ofrece el granito de Los Andes los mismos fenómenos
geognósticos como aquel de la cadena de Los Alpes europeos. Contiene también
como éste aquella masa rara y rica en mica (9) que parecen como partes
incrustadas de un granito más antiguo, pero seguramente sólo indican
concentraciones locales de los compuestos adyacentes. La piedra Spechstein
(esteatita) que (como yo lo he visto en la excelente colección de fósiles del señor
Rozier en París, recogidos en Egipto y Arabia) que se encuentra en el granito de
Siena, como en granito de Suiza,

nunca lo he descubierto en las montañas graníticas del Perú, Nueva Granada,


Venezuela, México y sobre el alto Orinoco. De la misma manera tampoco encontré
Lepidolita, la cual es parcialmente una mezcla de un granito europeo. En los
granitos suramericanos es muy raro encontrar el turmalin de titanita y turmalin en
general, pero los primeros, menos que los segundos. En la colección geognóstica

93

que he enviado al gabinete real de minerales en Madrid, se encuentran hasta
dendritas de titanita que encontré cerca de Caracas y los cuales analizó el señor
Proust químicamente, ya que son muy parecidos a los dendritas de la braunita.

Sobrepuesto sobre el granito, al tipo de cordillera más antiguo que conocemos y a


veces alternando con éste, aparece el gneis (neis) en la cordillera de Los Andes.
Lentamente se transforma a los esquistos micáceos y luego como éstos en
esquistos arcillosos primarios. En los trópicos del nuevo continente, los granates
son más típicos del neis que de los esquistos micáceos. También en Africa, cerca
de Elefantina es decir cerca del círculo de cáncer, encontró
Rozier el granate siempre en el neis. En la parte meridional del Perú, que en la
división político-administrativa en la actualidad pertenece al virreinato de Buenos
Aires, aparece el granate hasta en el pórfido. Un pórfido así tan rico en granate
envuelve la cumbre de pizarra arcillosa, tan rica en plata, en Potosí. Piedra caliza
granulada, pizarra clorítica e inicialmente díabas y dioritas, forman frecuentemente
en la América del Sur los yacimientos inferiores. La alta cumbre de los Andes, lo
mismo como muchas cordilleras alemanas está cubierta casi en todas partes por
formaciones de pórfido y de trap (10) (basalto mandelstein piedra de almendra
roca volcánica compacta, pizarra porfírica y masas de fonolita casi pura. Estas
raras segregaciones de enigmáticas formaciones cordilleranas dan a
éstas las formas curiosas de picachos y torres (11), por los cuales son
reconocibles desde lejos. El fuego volcánico irrumpe en estas rocas porfídicas de
trap y se presenta un problema difícil de resolver para el geognasta, o sea, si
ciertos pórfidos vitrificados con feldespato fibroso, los basaltos, las porosas
piedras de almendra, y las rocas verdes de perla y obsidiana fueron formadas por
el fuego, o si son tipos cordilleranos, creados anteriormente y sobre las cuales las
fuerzas volcánicas ejercieron su influencia destructiva y modificadora.

_______

(1) Así la dirección o rumbo en la cadena de los Andes de la América del Sur
como en las montañas de Venezuela y Nueva Andalucía, comúnmente
compuestas por neis y esquistos marcan R 3 4/8 de la brújula de minas de
Friburgo; esto quiere decir: su línea de rumbo o dirección lleva con el meridiano un
ángulo de 52º contado desde el Norte hacia el Oriente. Sobre la cordillera de
Fichtel y, corno lo he observado excelentemente con el Freiesleben en los Alpes
occidentales de Suiza, es esta dirección, como también el buzamiento de las
cordilleras primarias, igualmente muy frecuentes. En el reino de Nueva España
predomina el rumbo o dirección R. 7 hasta 8. Una ley general del rumbo,
dependiendo de la edad de los tipos de cordillera, el cual suponía yo antaño
también, no se puede desarrollar en la parte superior de la corteza terrestre, la
cual podemos observar, por el solo hecho de que los pequeños sistemas de
fuerzas son desigualmente distribuidos y también en forma desigual se limitan
entre sí. Pero de que el rumbo o la dirección y el buzamiento, exceptuando
algunas especies de cordilleras más recientes, dependen de los grandes

94

fenómenos cósmicos y no de las formas de las cordilleras; de esto se puede
convencer fácilmente cualquier persona que haya estudiado la estructura de las
grandes cordilleras en la naturaleza misma.

(2) El Chimborazo, Mont-Blanc y Mont-Perdu.

(3) En la Mámoire sur la limite inférieure de la neige perpétuelle expliqué las


razones según las cuales la grande altura del Descabezado es poco probable.

(4) N. de T.: debe leerse "se extiende entre el río Cauca y valle del río Magdalena
con los nevados del Tolima y Mesa de Herveo."

(5) En la montañosa provincia del Chocó.

(6) N. de T. Diabasas.

(7) También cerca de Susa, al nor-oeste de Turín) sobrepuesta a los esquistos


micáceos, una muy antigua formación) poco estudiada y carente todavía de
nombre propio.

(8) N. De T. Diaclasas.

(9) Observé este fenómeno en los Obeliscos y otras obras de arte egipcio que he
analizado aquí en Roma. El basalto de los antiguos, del cual hablé en otro lugar
(en mis observaciones mineralógicas sobre algunos basaltos del Rhin 1790), en su
mayor parte no es otra cosa sino una masa parecida y rica en hornablenda, la cual
supieron escoger los escultores egipcios de la sienita de Werner. Esto se
reconoce claramente entre los escombros de Feldespato de los leones frente al
Capitolio actual. Las enormes estatuas egipcias en el museo del Capitolio,
especialmente aquella que lleva en la cabeza un adorno parecido a una torre, a
una rama de palma en la mano muestran muy claro la transición del granito y
sienita de Werner hacia el basalto de los antiguos. Por cierto, el basalto negro y
verde de la roca oscura, por lo mismo y conjuntamente con diabasa fue
antiguamente llamado Gruenstein = piedra verde. Trad.) y la sienita, encierran un
pórfido hornabléndico, con cristales hornabléndicos pequeños, casi microscópicos,
más Lydita y pizarra lydita (roca silícea muy dura. Trad.).

(10) Nombre con que se designaban los mineros suecos desde tiempos antiguos a
rocas basálticas y diabas que no son tan cristalinas como el granito. Trad.

(11) Se llaman en el país también Farallones Trad.

Los esquistos micáceos son en la cadena de Los Andes, como en los Alpes
europeos (después del pórfido), la formación más ampliamente extendida.
Frecuentemente contienen grafito y están ubicados por debajo de otras especies

95

montañosas muy jóvenes, como la serpentina con espato de Schiller (12) y
jade (13). La serpentina (lo que es muy llamativo), es alterada a veces como en la
isla de Cuba cerca de Guanavacoa y en la Nueva España cerca de Guanajuato
con la sienita de Werner (14).

La identidad de la estratificación que al parecer predomina sobre toda la superficie


terrestre, es todavía más llamativa si se comparan las formaciones sedimentarias
de la América del Sur con aquellas del viejo continente. La naturaleza creadora,
que limita las fuerzas inherentes de la materia, a ciertos prototipos, repitió los
mismos fenómenos geognósticos sobre el Orinoco, en las costas mexicanas del
mar Pacífico, en Alemania, Francia, Polonia, Palestina y el bajo Egipto. Al pie de la
cadena de los Andes se distinguen dos formaciones de rocas areniscas: una mas
antigua con un conglutinante de sílex incluyendo estrato con rocas ígneas y otra
calcáreas con escombros de cordilleras de rocas sedimentarias; dos yesos, y
hasta tres estratos de densa roca caliza.

Inmensas extensiones de 70 a 80 mil millas cuadradas, están cubiertas con


conglomerado antiguo y en los escombros de piedra pardusca de hierro, como en
Sajonia y en Egipto cerca de Suez, se presentan petrificaciones de madera. Sobre
esta antigua grande extensión de arenisca, descansa la formación calcárea, la
cual llamé antaño caliza de los Alpes y en la cual aparecen las petrificaciones
pelágicas siempre muy concentradas o también aisladas en las grandes alturas.
Un color oscuro de humo gris, pequeños escombros de calcita blanca y una
textura densa hasta granosa y frecuentes estratos de arcilla pizarrosa, los
caracterizan en la cadena de los Andes, en la Nueva Andalucía, como también en
la alta Baviera y en la Piemonte. Esta piedra calcárea de 105 Alpes sirve como
fundamento de un yeso foliáceo, que de vez en cuando contiene azufre y sal de
gema. Por encima de este yeso siguen estratos más nuevos, como una segunda
piedra caliza rojiza-blanca, cuya ruptura limita con el condrifero plano, y que
frecuentemente lleva cuevas; una piedra caliza la cual es análoga a aquella del
Jura, del Monte Baldo y las de Egipto Central. Sobre esta caliza del Jura descansa
una arenisca con un aglutinante calcáreo y sobre éste a su vez, pero no muy
extendido y frecuentemente aplastado, un yeso fibroso con derrubios arcillosos y
más tarde con masas de cal que contiene Feuerstein (15) y Hornstein (16) y hasta
en la provincia de Nueva Barcelona (17); contiene canto de pedernal egipcio (18).

La aquí descrita sucesión de los estratos de las formaciones sedimentarias, es


difícilmente reconocible en las grandes llanuras entre el Orinoco, Río Negro y Río
amazonas, debido a que, todo lo que cubrió antaño al parecer el viejo
conglomerado, fue arrastrado por la acción posterior de las revoluciones naturales.
Pero se presenta claramente en la cadena de sedimentos (orden de
estratificación) en la provincia de Cumaná (en la cadena de sedimentos de
Tumiriquirí), en los elevados altiplanos de la Nueva Granada y en el Reino La
Nueva España, donde mi amigo el señor del Río hizo estas interesantísimas
observaciones mucho antes que yo.

96

Pero no obstante la analogía indicada que se encuentra entre los dos continentes
y en todas las zonas, en la naturaleza de los tipos cordilleranos, su tectónica y
ubicación ofrecen sin embargo en las regiones ecuatoriales varios fenómenos que
les pertenecen en cierto modo exclusivamente. Uno de los más llamativos es su
enorme espesor y altura, en los cuales se encuentran, empezando con el granito,
y en el orden cronológico, todos los estratos sucesivos también en los trópicos. En
la parte occidental de la cordillera central europea, las cumbres más altas están
compuestas por granito. Los esquistos micáceos, parece que no se pueden pasar
de los 2400 metros (1230 toesas), mientras que el granito en el Mont-Blanc,
todavía aparece en los 4775 metros (2450 toesas) de altura. En la cordillera de los
Andes esta última formación rocosa casi siempre está escondida por debajo de
formaciones mas recientes. Se puede viajar durante muchos años en el reino de
Quito y en extensas partes del Perú y México sin conocer jamás el granito. A
mayor altura he visto elevarse éste en el nuevo continente, en los Andes del
Quindio, a sólo 3500 metros (1795 toesas) de altura. Las cumbres cubiertas con
nieve perpetua del Chimborazo Cayambe y Antisana) de 6544, 5905 y 5833
metros (3357,3030 y 2992 toesas) de altura, están compuestas de pórfido. El
contraste de una densa caliza que se observa en el Perú, cerca de Micuipampa en
3700 metros (1879 toesas); esquistos micáceos sobre el Tolima una montaña
nevada en el reino de la Nueva Granada, de 4500 metros (2308 toesas); y basalto
sobre el volcán Pichincha, no lejos de la ciudad de Quito, de 4736 metros (2430
toesas) de altura y la parte más alta donde se encuentra el basalto en Alemania,
es en el hoyo de la nieve (19) , 1286 metros (660 toesas) sobre el nivel del mar.
Los minerologistas que consideran el pórfido del Chimborazo, todos los basaltos y
todas las diabas y dioritas como no cambiados por el fuego subterráneo, sino
creados inicialmente por éste, tienen que reflexionar sobre el límite superior de las
formaciones y tomarlas como no menos importantes, ya que la geognóstica
descriptiva, que es una ciencia fidedigna, trata del estado actual de las cosas y no
de suposiciones sobre el origen de las catástrofes primarias de la naturaleza.

Los estratos carboníferos bituminosos de Santa Fe cerca del gran Salto de


Tequendama, están ubicados en una altura de 2633 metros (1352 toesas) de
altura. Cerca de Huanuco en el Perú en una altura de 4500 metros (2308 toesas),
se dice que se ha encontrado carbón bituminoso dentro de una densa caliza es
decir, muy por encima de toda la vegetación actual. El altiplano de Bogotá, que se
eleva 2700 metros (1383 toesas) sobre el nivel del mar, está colmado con estratos
de sedimentos, con calizas compactas llenas de petrificaciones de conchas
marinas; con areniscas, yeso y sal gema. Yo dudo que en Europa se haya
encontrado en alguna parte sal gema o carbón de lignito en altura mayor de 2000
metros (1128 toesas). ¿Qué es lo que determina esta presencia de los mismos
fósiles en tan diferentes alturas bajo la línea ecuatorial y en la zona templada?

Las conchas marinas petrificadas que se han encontrado a mayor altura en el viejo
continente son aquellas del Mont-Perdu la cumbre más alta de los Pirineos
en 3566 metros (1727 toesas) sobre el nivel del mar. En la cadena de los Andes,

97

por lo general, las huellas de los tiempos geológicos pasados son mas raras
debido a que las piedras calizas y areniscas son aglutinantes calcáreas, menos
características de las regiones ecuatoriales que en nuestros climas. Sin embargo
cerca de Micuipampa, una pequeña ciudad de montaña, cuya latitud geográfica
meridional la determiné en 6º45'38", se encontraron en una altura de 3898 metros
(2000 toesas), es decir 200 metros (102 toesas) más alto que el Pico de Tenerife,
petrificaciones de Equínidos, ostras y conchas de corazón. En las montañas de
Huancavelica, al sureste de Lima, se encuentran los restos de viejos animales
pelágicos de coraza hasta los 4300 metros de altura (2205 toesas). Todos los
huesos fósiles de elefantes que traje yo del elevado altiplano de la montaña
mexicana, de Soacha cerca de Santa Fe de Bogotá; de Quito y Perú; y entre los
cuales Cuvier encontró restos de un nuevo género, muy diferente del mamut,
fueron hallados a grandes alturas, por lo menos entre 2300 y 2900 metros (1179 y
1488 toesas) de altura. Yo no conozco ningún ejemplo, donde se encontraron
huesos de elefantes a menor altura, al píe de los Andes, es decir en la tierra
caliente; ya que los llamados huesos de gigantes, los cuales hice excavar en el
cabo de Santa Helena al norte de Guayaquil, ni son de seres humanos, ni de
elefantes, sino de colosales criaturas manas (Cetáceos).

En la zona templada los estratos de un espesor de 1000 metros (513 toesas) son
muy raros. Pero en la Nueva España y el Perú se reconocen en la inclinada
vertiente de las cordilleras o en los valles profundamente excavados, formaciones
de pórfido con un espesor de 2900 hasta los 3200 metros (1488 hasta 1642
toesas). Los pórfidos de resinita (o retinita o cuarzo, cuarzo resinita), Pechstein del
Chimborazo tienen un espesor mayor de 3700 metros (1897 toesas). La arenisca
en la cordillera de rocas sedimentarias de Cuenca (entre Quito y Loja) tiene 1600
metros (821 toesas); la rara formación de roca de puro cuarzo al oriente de
Cajamarca la cual parece ser característica de la cadena de los Andes peruanos
tiene 2900 metros (1488 toesas) de espesor. ¡Ninguno de estos tipos
cordilleranos, extendidos muy ampliamente y en grandes alturas, está
interrumpido por la presencia de yacimientos o estratos extraños!

Todavía caracterizan a las regiones ecuatoriales los siguientes fenómenos


geognósticos, que en otro lugar van a ser desarrollados detalladamente:
indescriptible frecuencia y variedad de las formaciones de pórfido; continúa la
presencia de hornablendita (20), escasez de cuarzo y rara vez la apariencia de la
mica en este pórfido; espesos yacimientos de azufre; ni siquiera en el yeso o en la
caliza, sino lejos de los volcanes en formaciones ígneas primarias; abundancia de
todos los metales, menos el plomo; la presencia de los estratos de pacos, o sea
una mezcla intensa de arcilla parda con óxido de hierro (limonita), de plata
compacta, mezclada con otra de cloruro en las diferentes alturas entre las cuales
la naturaleza ha distribuido estos tesoros de metales (21), en Perú en 3500 hasta
4100 metros (1795 hasta 2103 toesas) de altura; y en la Nueva España, en
regiones montañosas más templadas a escasos 1700 a 2600 metros (872 o 1332

98

toesas) de altura; la frecuencia del mercurio que está disperso en innumerables
filones de la cordillera andina, es poco trabajado y generalmente sin éxito...

Ninguna parte de nuestra tierra conocida está más expuesta a las revoluciones
volcánicas que la cadena de los Andes. Desde el cabo de Hornos hasta Analaska
(Alaska) se cuentan hoy en día todavía más de 64 volcanes ardientes. Las
montañas vomitadoras de fuego, que están más alejadas de la costa del mar, son
el Popocatepetl, el cual según mis cálculos astronómicos de longitud está a 37
millas náuticas y el Cotopaxi 40 millas náuticas de tierra adentro a partir de la
costa. Los volcanes de Quito en la actualidad no arrojan lava corriente sino escoria
hacia el lado exterior o partes de piedra verde (diabas y diorita) elásticas en sus
bordes blandos, basalto y un perlit-pórfido, obsidiana, piedras pómez; agua
salada, pero cargada de hidrógeno azufrada; inmensas masas pastosas de letten
(arcilla magra) carbonizada (en la cual están encerrados pequeños peces (10 en
cantidades innumerables) y la rarísima moya, que sirve a los indios de
combustible, y de la cual, según en análisis de Vanquelin, 26/100 se comportan
totalmente como substancias animales y vegetales.

En una llanura de México cuidadosamente sembrada de índigo y distanciada 31


millas de la costa del mar del sur, brotó de la tierra, en la noche del 14 de
septiembre de 1759, el volcán Jorullo con unos 2000 a 3000 pequeños y todavía
humeantes conos (los habitantes los llaman hornos). El gran volcán alcanzó en un
poco tiempo la altura de 484 metros (248 toesas) sobre la llanura cultivada, o sea
una altura total de 1203 metros (619 toesas) sobre el nivel del mar. Su cráter
todavía está ardiendo, pero con mucho trabajo logramos, Bonpland y yo, a través
de sus hendeduras llegar hasta el fondo del mismo. El aire concentrado en este
cráter era considerablemente cargado con ácido carbónico. ¿Será que tal vez
varias cúpulas de pórfido blanco eran granito transformado por los vapores
volcánicos y tuvieron tal vez un origen semejante como aquel que comprobó tan
sagazmente el señor von Buch de los levantados pórfidos de Auvergne y
Santorino?

Distancia de la cual las montañas son visibles


desde la superficie del mar
Como mi cuadro de la naturaleza contiene una considerable cantidad de alturas,
pienso que sería también interesante indicar la mayor distancia (22) posible desde
la cual objetos elevados en una llanura son visibles. La distancia depende, como
es sabido, de la curvatura de la tierra, de la altura del objeto, y de la fuerza de la
refracción terrestre. Debido a lo variable del último elemento, se calculé la escala
del mismo sin considerar esta variabilidad. Si se comparan las distancias
indicadas (que al mismo tiempo son el radio del horizonte del observador sobre la
cumbre de las montañas) de las lejanías desde la cual frecuentemente los
navegantes ven el Pico de Tenerife del monte cónico Orizava; los montes cónicos

99

de las Azores, la Sierra Nevada de Santa Marta y la montaña - mesa de la ciudad
de El Cabo, entonces las diferencias no se deben tanto a la anomalía de la
refracción, como más bien al no saber exactamente la posición del barco (la latitud
y longitud geográfica).

Ciertamente se cree uno más lejos del objeto visto de lo que en verdad está. Con
la refracción pasa lo mismo que con las corrientes marinas, cuya influencia
solamente se exagera cuando inesperadamente se topa con escollos e islas, las
cuales se creían lejos, debido a la falta de acertadas determinaciones
astronómicas. En las regiones tropicales, donde la refracción terrestre es mucho
más regular y menos variable son los ángulos de altura para la navegación de una
importancia todavía no lo suficientemente reconocida. El Pico de Teyde, la Silla de
Caracas y el Orizava sobre la costa de Veracruz, son señales guiadoras puestas
por la naturaleza que pueden ser de mayor utilidad para el navegante de paso, si
éste sabe utilizarlas acertadamente. Cuando la altura de una montaña costanera y
su posición geográfica son conocidas con exactitud, se puede determinar el lugar
de la embarcación con muy simples observaciones. Durante los últimos años he
realizado muchas mediciones de este tipo, en parte en el mar del sur y en parte en
el océano Atlántico. Churruca ha elaborado hasta tablas para las distancias bajo
las cuales el Pico de Tenerife se mide bajo determinados ángulos de la altura.

La escala que contiene el cuadro de la naturaleza sobre este objeto, ofrece al


mismo tiempo a la imaginación las grandes extensiones terrestres, que podría
admirar el ojo desde la cumbre más alta de los Andes si la niebla y la nubosidad
no la hicieran tan rara esta escena tan majestuosa al viajero. El diámetro para
estas extensiones hubiera sido para mi en el Chimborazo durante mi ascenso a su
cumbre, noventa y siete millas y para el señor Gay-Lussac durante su último viaje
aéreo, ciento seis millas. Pero las nubes nos ocultaron a los dos la vista sobre las
regiones más bajas.

El límite inferior de la nieve perpetua


En el capitulo anterior en donde hablé de la lenta disminución del calor en los altos
estratos de la atmósfera, he realizado observaciones, las cuales lo hacen
probable, de que por encima de la altura del Mont-Blanc el descenso de la
temperatura obedece en los trópicos a la misma ley que en la zona templada.
Parece que en estas altas regiones el efecto del calor radiante que libera la
superficie de nuestro planeta al manto de aire que lo cubre, es muy poca. Su
temperatura depende en primer lugar de la difusión de los rayos solares, por los
estratos de la atmósfera que absorben la luz y por lo mismo disminuyen su
intensidad (brillo). De modo muy diferente se realiza la disminución del calor en las
regiones inferiores de la atmósfera.

_______

100

(12) Espato es el nombre dado a muchos minerales laminados (le fue imposible al
traductor descubrir a cuál de ellos se refiere el Schillerspath).

(13) Jadeit familia de augita.

(14) Yo digo sienita de Werner, ya que la sienita de los antiguos en su gran


mayoría es granito. Los obeliscos, según Wad, Pfaff, conde Gesler y aun, según el
último estudio de Petrini (véase la obra maestra de Zoega), no contienen nada de
hornablenda. El señor Rozier y otros investigadores, los cuales acompañaron la
expedición de Bonaparte observaron cómo en los alrededores de Siena, el granito
verdadero constituye la roca predominante, pero que de vez en cuando se
encuentran en el granito de Siena pequeñas y aisladas manchas de sienita de
Werner. Mientras que el señor Rozier encontró sobre la montaña Sinaí, el monte
clásico de la mitología judía la sienita (que contiene hornablenda) con tanta
frecuencia, que propuso darle el nombre de Sinait

(15) N. de T. Concreción de una variedad de calcedonia (flint) de color oscuro.

(16) N. de T. Concreción de calcedonia que contiene ópalo, de color gris-amarillo.

(17) Véase por escrito sobre las especies de gases subterráneos y los medios
para evitar sus desventajas (üeber die unterirdischen Gazarten und die Mittel ihren
Nach thell zu vermindern, pag. 47

(18) En Egipto mismo nunca se encuentra este canto en la piedra caliza, sino en
un conglomerado antiguo, del cual están compuestas las estatuas de Memmons.

(19) Viajes de observaciones geognósticas a través de Alemania e


Italia (Geognostische Beobachtungen auf Reisen durch Deutschland und Itailen)
por Leopold von Buch Tomo 1, pág. 122: un escrito que es un testimonio del
espíritu investigativo y del genio admirable de su autor, y merece ser conocido en
otros idiomas.

(20) Todos los pórfidos del nuevo continente contienen hornablendita, casi
siempre dos diferentes; feldespato, vítrico y común, frecuente alivino, augita y algo
de mica. De vez en cuando lo son polarizantes: como aquellos que descubrimos
cerca de Buesaco en la provincia de Pasto (reino de Nueva Granada), físicamente
similar a la pizarra de hornablenda de serpentina de Bayreuth.

(21) La abundancia de estos minerales con contenido de plata es tan grande que
con una población creciente en el nuevo continente de la América Española cuya
explotación de oro y plata en la actualidad alcanza los 38 millones de piaster,
seguramente podía aumentarse en tres veces. En la Nueva España, donde, por
decirlo así, apenas empieza a despertarse esta industria, suministra anualmente
de 22 a 25 millones de piaster; mientras que al principio del siglo XVIII) apenas

101

tenía una explotación que llegaba a los 5 o 6 millones. La única casa de moneda
de la ciudad capital de México envió a Europa, desde el descubrimiento de
América, 1900 millones de piaster, una monstruosa suma que va del occidente al
oriente y en gran parte debe existir en la China y en Indostán. Sobre la minería de
la plata y la amalgamación americana, tenemos por esperar excelentes
informaciones por parte del inspector de minas, señor Sonnenschmidt (quien viajó
durante muchos años por las montañas de México).

(22) Pimelodes Cyclopum véase mis observaciones sobre zoología y anatomía


comparativa (Siehe meine Beobachtungen aus der Zoologie und vergieichenden
Anatomie) , pág. 39.

Desde el nivel del mar hasta los 5000 metros (2565 toesas) de altura, se realiza
esta disminución si se comparan la temperatura media, por las otras leyes que
rigen en las grandes alturas; ya que aquellos estratos atmosféricos, en los cuales
empieza a encontrarse la nieve perpetua, según diferencias de latitud, se
encuentran en diferentes alturas verticales. De manera que se puede concluir, con
seguridad, que estratos atmosféricos con igual temperatura media se encuentran
en los trópicos en otras alturas, que en la zona templada. Es así que la
disminución vertical del calor bajo el Ecuador es conocida (una disminución
encontré yo desde el nivel del mar hasta el límite inferior de la nieve perpetua en
doscientos metros o ciento dos toesas por un grado del termómetro centígrado);
luego, esta observación nos lleva por lógica, a un proceso para determinar la
altura de la nieve perpetua para todas las latitudes por cálculo. Sólo se trata de
encontrar un estrato atmosférico, cuyo calor medio es de = + 00,4 o sea, una
temperatura la cual es más o menos parecida a aquella donde se inicia la región
de la nieve perpetua. Siendo 12º, 5 la temperatura media de la llanura sobre 45º
latitud norte; así se encuentra el límite inferior de la nieve perpetua en 200 (12º,5-
0º,4) = a 2420 metros o 1240 toesas; un resultado que coincida hasta en ochenta
o cien metros con las mediciones directas de Saussure y Trallesi. Un país en
dirección hacia el Polo Norte y cuya temperatura media a nivel del mar fuera + 4º
la nieve perpetua empezaría a la altura de 720 metros (369 toesas). Por lo general
se encuentra, según este método, el límite de la nieve perpetua expresado en
metros, tomando la temperatura media de la llanura (nivel del mar), expresada por
el termómetro en centígrados y multiplicando por doscientos. Una fórmula según la
cual el límite de la nieve seria una función de la latitud, pero no muy exacta debido
a que el clima físico casi siempre es muy independiente de la posición geográfica
del lugar. Sin embargo, el indicado método ofrece la ventaja de encontrar la
temperatura media de un país (región) sin observaciones de varios años del límite
inferior de la nieve, y encontrarlo por encima de todo, por multiplicaciones.

Pero ahora abandono suposiciones especulativas las cuales no sólo se basan en


inducciones incompletas y regreso, fiel a mi plan, hacia aquello que ofrece la
observación empírica. El límite inferior de la nieve perpetua en las cercanías de la
línea equinoccial, es uno de los fenómenos más terminantes e inmodificables que

102

ofrece la naturaleza, Bouguer fija la altura en 4744 metros (2434 toesas). Un
promedio de muchas mediciones me ha dado algo más, o sea cerca de 4800
metros (2462 toesas). Una gran parte de esta diferencia se basa en el descuido de
Bouguer de la corrección del calor en la fórmula barométrica; en la suposición de
la altura de la columna de mercurio a nivel del mar, y de la altura diferente que
damos, Bouguer y yo, de la señal de Caraburú, como lo explico en otro lugar.
Ciertamente afirmaron los académicos franceses que en los países ecuatoriales,
en los cuales la temperatura del aire es la misma durante todo el año, el límite de
la nieve no oscila entre 50 y 60 metros, y que éste forma una línea cortante y
clara, sin que la nieve en un punto, por ejemplo en los cañones y valles, bajará
más que sobre las más inclinadas vertientes.

Hasta el presente, nos hacen falta todavía mediciones del límite de la nieve sobre
el límite septentrional de los trópicos, y era de suponer que la baja de éste desde
el Ecuador hasta los 20º de latitud, pudiera ser considerable. Con base en
mediciones barométricas y geodésicas realizadas en la Nueva España sobre la
Sierra Nevada de Toluca, sobre el Cofre de Perote, sobre el Popocatepetl y sobre
el Itzaccihuatl, encontré que cerca del círculo de Cáncer la nieve perpetua apenas
empieza en 4600 metros (2360 toesas) de altura. De manera que la diferencia
entre esta región y la ecuatorial es apenas de escasos 200 metros (102 toesas).
Mientras que, lo que es muy llamativo, las nevadas en la Nueva España,
igualmente entre las latitudes 19º y 20º, llegan a descender en 2100 metros (1077
toesas) más bajas que en Quito; prueba suficiente de que el parcial
enfrentamiento de ambos países es muy diferente, no obstante que la temperatura
media de los dos casi coincide.

Pero como la Nueva España (el propiamente antiguo Anahuac) ya limita con la
zona templada, entonces el límite de la nieve también está sujeto a considerables
variaciones, y por cierto más de lo que se podría esperar en un país tropical. En el
mes de julio encontré este límite de la nieve a 4619 metros (2372 toesas) y en
febrero en 3820 metros (1962 toesas) sobre el nivel del mar. La Cordillera de los
Andes, hasta donde yo la conozco, no tiene nada lo que se podría llamar
propiamente un glaciar. Este maravilloso fenómeno natural, independiente de toda
altura, hace falta del todo en los países tropicales, probablemente porque en los
mismos nunca cae tanta nieve a la vez, y porque la temperatura en todas las
alturas es constante. Pero sobre el Chimborazo, sin embargo, se encuentran por
debajo de la actual línea de nieve, enterrado por enormes capas de arena, muy
antiguos depósitos de nieve (hielo fósil); qué clase de catástrofes naturales los han
llevado a estos lugares, que son indicios de la edad de nuestro planeta, que tal
vez asciende más que el discutido Zodiacus de Dendyra! Desgraciadamente, no
se conoce a través de mediciones de altura, el límite de la nieve sobre los
paralelos de latitud 250 y 300. Pero entre los paralelos de latitud 420 y 460 en
Europa, ésta llega a los 2533 metros (1300 toesas). Esta ley, la cual al parecer fija
la línea de la nieve la he investigado yo en un disertación especial, que fue
presentada en diciembre de 1804 en la primera clase del Instituto Nacional de
103

Francia.

El punto de ebullición del agua hirviendo en


diferentes alturas sobre el nivel del mar
El grado de calor que toman los líquidos antes de entrar en ebullición, depende de
su naturaleza química específica y al mismo tiempo del peso de la atmósfera que
presiona sobre ella. Tal como cambia este peso con la altura así también cambia
el mismo punto de ebullición. La tabla siguiente expresa la ley de este fenómeno:

Como desde la superficie del mar hasta los 1000 metros de altura un grado del
punto de ebullición en el termómetro equivale a 357 metros de cambio en altura, y
como entre esta misma superficie del mar a los 7000 metros de altura, un grado
todavía indica 304 metros; entonces se puede suponer, por lo general, que hasta
la altura del Mont Blanc un grado del termómetro corresponde más o menos a diez
líneas barométricas, o sean 340 metros (174 toesas) de altura. Durante mi
expedición he realizado un gran número de observaciones sobre el punto de
ebullición del agua en las cumbres de la alta cordillera de los Andes. Ensayos
similares del señor Caldas (un hombre joven de Popayán, quien con un afán sin
descanso se dedica a la astronomía y algunos aspectos de la descripción de la
naturaleza), voy a dar a conocer en mi descripción de viaje. Este trabajo sin
embargo no tiene casi ningún interés para la meteorología; aún la misma teoría de
la presión atmosférica necesita poco de él; pero sin embargo, muestra qué grado
de exactitud es necesario en las mediciones de altura de las montañas, por medio

104

del termómetro, cuando se pueden indicar con exactitud las pequeñas fracciones
de un grado.

Distribución de los animales según la altura de su


hábitat
Para completar el cuadro de la naturaleza de las regiones tropicales, he agregado
una escala, que indica los diferentes géneros de animales que habitan la
empinada vertiente de los Andes. Hasta donde ha avanzado la vegetación sobre el
planeta, se ha extendido también la vida animal. En el interior de las minas y de
las cuevas viven especies de los Dermestes y otros semejantes insectos, que se
alimentan de los hongos subterráneos. Como aquellos, privados de la luz, en lo
profundo del mar, rodean los Coriphaenos, el voraz Chactodon e innumerables
cuadrillas de gusanos las algas del mar (Fucus), cuyos frutos están envueltos con
una mucosidad gelatinosa. Más arriba, entre la superficie del mar y los mil metros
(513 toesas) de altura, en la región de las palmas y bananos, se encuentra la
culebra gigante (boa), el manatí que se alimenta de hierbas los cocodrilos
inmóviles, como estatuas de metal y con las fauces abiertas descansan al pie del
Conocarpus. Este, el hábitat del indefenso marrano del río (Cavia capybara), aquel
que es alternamente perseguido por el tigre como por el cocodrilo y que busca su
salvación tanto en el agua como sobre la tierra firme. Las selvas de esta zona
cálida resuenan con el aullido de los alouatos que anuncian la lluvia, del gorjeo
semejante al de los pájaros del pequeño mico Sapajón y del gemir quejoso del
perezoso, que sube por el tronco de la Cecropia de hojas platinadas.

Estas selvas son la patria de los papagayos, el tanagra de plumas multicolor, el


majestuoso Hocco (Crax pauxi), el grande pero cobarde león americano el terrible
jaguar de piel maravillosamente manchada y el tigre negro del alto Orinoco, que es
aún más sanguinario y feroz que el jaguar, ellos son los dueños de estas selvas.
Persiguen al pequeño venado indio (equivocadamente llamado Cervus
mexicanus), al Sus tajassu y al oso hormiguero, cuya lengua flexible está
conectada con su esternón. El aire en esta zona es ardiente, especialmente hasta
los 500 metros de altura (tanto en las orillas de los grandes ríos como en la tupida
manigua de la selva, o sobre las orillas del mar donde está cubierto por lodo
fangoso); en todas partes abundan moscas venenosas y zancudos, cuya cantidad
indescriptible hace casi invivible para el hombre una parte tan grande y bella de la
tierra. Se asocian todavía con estos mosquitos el Oestrus mutisi quien pone sus
huevos con una rapidez increíble en la carne de los músculos del hombre,
produciéndole así dolorosos tumores; el Acari que raya paralelamente la piel como
un campo arado (aradores);y las arañas venenosas, hormigas y termites (23),
cuya actividad temible destruye casi todo el trabajo del hombre. Todas estas
plagas de las cuales el indígena sufre menos que los foráneos, amargan el goce
de vivir en una maravillosa y bella naturaleza, llena de vida.

105

Más arriba, en altura mayor, en la región de los helechos arbóreos, entre los 1000
y los 2000 metros (513 y 1026 toesas) de altura, ya no se encuentran cocodrilos,
culebras gigantes, manatí y 0505 perezosos. El tigre y los micos se vuelven más
escasos; pero en contraste son más abundantes las manadas de tapires y
marranos (cafuches) y el pequeño jaguar (Felis pardalk). El hombre los micos y los
perros son en esta altura martirizados terriblemente por la pulga (pulex penetrans)
que en la tierra caliente es mucho menos frecuente que en la tierra templada.
Entre los dos mil y tres mil metros (1026 y 1539 toesas), en la región superior de la
Cinchona, ya no hay micos, ningún Cervus mexicanus, pero sí el bonito tigrillo
(Felis tigrina), osos y el ciervo grande de los Andes. En esta altura, que es la
misma del Gotthard, son muy frecuentes, desgraciadamente los chinches
humanos. Entre los tres y cuatro mil metros (1539 y 2052 toesas), en las estepas
frías de los Andes vive una especie pequeña de león, al cual llaman los peruanos
Puma y cuyas huellas hemos encontrado muchas veces todavía más arriba, hasta
en la nieve recién caída; además existen allá mismo pequeños osos de frente
blanca y algunos vivérridos (gato montañés). Con sorpresa he encontrado de vez
en cuando pequeñas especies de colibríes hasta la altura que tiene el pico de
Tenerife. En los pajonales y la región de la Espeletia (frailejón) con sus hojas
lanudas, entre los cuatro y cinco mil metros (2052 y 2565 toesas) de altura,
habitan los llamados oveja camello (24), la vicuña, el guanaco y la alpaca, andan
en manadas separadas entre sí, como animales domésticos, sólo se encuentran
las llamas, ya que aquellas que fueron cazadas sobre la vertiente occidental del
Chimborazo (según el cuento entre los indios) volvieron a su estado salvaje,
después de que el Inca Tupayupangi (Tupac-Yupangui) destruyó la ciudad Lican la
vieja residencia del Cocho-candi de Quito.

La vicuña prefiere las grandes alturas, donde ya cae de vez en cuando la nieve.
No obstante de la persecución a la cual está expuesta desde hace siglos, se ven
todavía sobre el lomo de los Andes manadas de 300 a 400 animales,
especialmente en las provincias de Pasco (en las cabeceras del río Amazonas),
Guailas y Caxatambo, especialmente en la cordillera de Gorgor (25). También en
los alrededores de Huancavelica, Cuzco y en la provincia de Cochabamba, donde
empieza el valle alto de Cotacagues, en fin, en todas partes donde el lomo de la
cordillera se eleva a la altura del Mont-Blanc, allá la vicuña es todavía muy
frecuente. Pero llama la atención, el fenómeno en la geografía de los animales, de
que la vicuña y de los géneros emparentados con ella (alpaca y guanaco) habitan
toda la cordillera de los Andes desde Chile hasta los nueve grados de latitud sur,
pero que más al norte, ni en Quito, ni en las cordilleras nevadas de la Nueva
Granada, ni tampoco en las de la Nueva España, se descubre una huella de su
existencia actual o del pasado. El avestruz de Buenos Aires ofrece un fenómeno
semejante: no se encuentra al norte de la Sierra de Chiquitos, donde los bosques
(selvas) están interrumpidos por llanuras herbáceas (sabanas) y donde esta ave
encontraría clima y alimentación semejantes.

Los animales y plantas raramente pasan más allá del límite de la nieve.
106

Ciertamente, debajo del hielo perpetuo, vegetan todavía algunos líquenes, pero
entre las aves, el cóndor es el único que habita estas infinitas soledades. Nosotros
lo hemos visto volar en una altura de 6500 metros (3334 toesas). Algunos
mosquitos que hemos encontrado todavía en 5652 metros (2900 toesas) de altura
nos pareció que fueron llevados involuntariamente por las corrientes atmosféricas
verticales ascendentes en estas regiones. Saussure los vio igualmente sobre la
cumbre de Mont-Blanc y Ramond a la orilla del lago de la alta montaña sobre el
Mont-Perdu. Es curioso que estos insectos fueron observados tantas veces como
los hombres se elevaron a estas grandes alturas.

_______

(23) N. De T. Comején.

(24) Con la misma razón se podían llamar oveja de antílope, ya que se parecen a
un mismo tiempo al camello, a la oveja y a la gacela.

(25) Hoy en día no existe ese nombre.10

La escala zoológica que aquí sólo aparece en bosquejo, contiene los conceptos
básicos para un cuadro zoológico, el cual puede ser desarrollado análogamente a
aquel que bosquejé para la Geografía de las Plantas. La obra clásica de
Zimmermann presenta los animales según diferencias en la ubicación geográfica
de su hábitat sobre la superficie terrestre. Seria pues interesante determinar en un
perfil, la altura a la cual se elevan éstas en una misma zona pero en regiones
montañosas.

La cultura del suelo


Hasta aquí hemos desarrollado los fenómenos físicos que ofrecen el mundo
tropical, las modificaciones del círculo atmosférico, la naturaleza y estratificación
de las masas montañosas; los productos vegetales del suelo y los animales que
habitan las vertientes de las cordilleras. Nos queda todavía por mirar al hombre y
los objetos del cultivo de las plantas. Desde el nivel del mar hasta cerca de la
nieve perpetua, la cordillera de los Andes está habitada por indios cobrizos como
también por colonos africanos y europeos. La tierra montañosa, llamada Antisuyu
en la división política de los Incas, es en su conjunto mucho más cultivada que la
llanura (Contisuyu).

La diligencia agrícola de los pueblos y de casi todas las civilizaciones primitivas


del género humano está en relación opuesta a la fertilidad del suelo y con la
bondad de la naturaleza que los rodea. Mientras más pobre sea ésta, e
invencibles los obstáculos que ella enfrenta, más fuertemente son estimuladas las
fuerzas del hombre y más tempranamente son desarrolladas éstas a través de su

107

uso. También formaban desde antaño ya los pueblos de las montañas, los
Anahuac, los de Cundinamarca y Antisuyu grandes sociedades, políticamente bien
organizadas; ya tenían una cultura intelectual la cual se acerca a la de la China y
el Japón cuando en las fértiles llanuras bajas al oriente de los Andes, que se
extienden desde allá hasta el mar, los hombres en ellas todavía andaban
dispersos y desnudos, llevando una vida animal.

Pero cuando la cultura moral del género humano se tenía que desarrollar más
tempranamente en la zona templada, más cercana al Polo, que en la rica y
abundante naturaleza tropical; y si cuando se comprende del porqué de la cultura
se inició más temprano en elevados altiplanos de los Andes, que sobre las orillas
de los grandes ríos; entonces se impone con mayor inquietud la pregunta: ¿por
qué el hombre ya culto y agricultor no se retira hacia aquellos climas felices, donde
el suelo ofrece sin cuidado lo que en la zona fría y más pobre sólo logra a través
de penoso trabajo? ¿qué es lo que obliga al indio en una altura de 3313 metros
(1700 toesas), bajo el cielo helado y hostil a trabajar un suelo pedregoso, mientras
que apenas a una jornada de un día de viaje distante de su rancho, se encuentran
al pie de los Andes extensas llanuras fértiles y deshabitadas? ¿qué atractivo tiene
una tierra donde en todas las épocas del año cae nieve?, ¿dónde se congela
todas las noches el agua y donde el suelo rocoso apenas está cubierto con unos
pocos arbustos estropeados? Este aliciente es aquel de la patria; aquella causa
determinante está basada en el poder de las costumbres.

En nuestra Europa los pueblos que están ubicados a mayor altura, están entre
1600 y 1900 metros (821 hasta 974 toesas) sobre el nivel del mar. Así se
encuentran en los Alpes suizos y de Savoy:

Metros Toesas

El pueblo Saint-Jacques de Val d'Ayas en una altura de 1631 837

El pueblo Saint-Remy 1604 823

El pueblo d'Eleva sobre Cramont 1308 672

El pueblo Lans-le-Bourg sobre el Mont-Cenis 1388 712

El pueblo Formaza 1263 648

En los Pirineos están:

El pueblo Heas en una altura de 1465 752

El pueblo Gavarnie 1444 741

108

El pueblo Barége 1290 662

En Europa no existen en alturas mayores viviendas humanas


permanentes (1) sino únicamente vaquería alpina periódica durante el verano
(transhumancia); mientras que en el Perú existen ciudades como Pasco,
Huancavelica y Micuipampa, que tienen casi la misma altura como el

Pico de Tenerife, y dos veces más alto que la cumbre de la Schneekoppe en


Silesia; el tan frecuentemente mencionado hato sobre el volcán Antisana, en el
reino de Quito, está ubicado en una altura de 4112 metros (2111 toesas) sobre el
nivel del mar, y es quizá el lugar más alto que nuestra raza habita
permanentemente sobre la tierra.

En el mundo tropical el cultivo de las plantas está determinando por la diferencia


de los climas, los cuales, a su vez, son una consecuencia de la altura de las
montañas. Desde el nivel del mar hasta los 1000 metros (513 toesas) cultivan los
nativos el plátano, maíz, jatrofa, dioscorea bulbífera, cacao y Theobroma bacao,
emparentada con cacao (2) . Esta es la región de la piña de las naranjas, del
mamey, del níspero (Achras) y de muchas otras frutas de buen sabor. Los
europeos introdujeron aquí la caña de azúcar, índigo y café y nuevas ramas del
cultivo de las plantas económicas, pero las cuales, en vez de volverse benéficas,
extendieron sobre el género humano inmoralidad y miseria sin limites; ya que la
introducción de los esclavos africanos con la cual despoblaron una parte del viejo
continente produjo escenas sangrientas, discordia, venganza y rencor.

En la tierra templada entre los 1000 y 2000 metros (513 y 1026 toesas) la caña de
azúcar, índigo, plátano y jatrofa manihot (yuca) se vuelven cada vez más escasas.
El café en especial prefiere un aire más fresco y vertientes pedregosas. El algodón
todavía se cultiva aquí con grandes ventajas, pero no así el cacao y el índigo, que
sólo prosperan en el calor solar más ardiente. Ciertamente se cultiva la caña de
azúcar en el reino de Quito todavía en 2533 metros (1300 toesas) de altura; pero
en estos altiplanos la caña necesita protección contra los vientos fríos y el reflejo
del calor radiante. Entre los 1000 y los 1500 metros (513 y 769 toesas) reina un
clima que prefiere el colono europeo ante los demás, ya que en él sopla
perpetuamente un aire primaveral ideal y la atmósfera es libre de los insectos que
mortifican. Aquí llegan a tener algunas frutas un desarrollo perfecto,
especialmente Anona chirimoya. Esta es la región amable en la que están
ubicadas Caracas, Loja, Guaduas, Popayán, Ibagué, Huancabamba,
Chilpanzingo, Valladolid y Xalapa, ciudades cuyos campos están adornados de
huertas en permanente floración.

Entre los 1000 y 1200 metros (513 y 615 toesas) de altura, empieza en los países
equinocciales del nuevo continente el cultivo de los cereales importados de
Europa. Estas gramíneas alimenticias, perpetuo acompañante de los pueblos
caucásicos, soportan, como el hombre, los climas más diversos, el calor del

109

trópico y el frío que reina durante todo el ano cerca del límite de la nieve. En la Isla
de Cuba sobre 22º de latitud norte, se cultiva verdaderamente el trigo con mucha
ventaja en escasos 150 metros (77 toesas) sobre el nivel del mar. En la Provincia
de Caracas entre Turmera y La Victoria en una altura de 500 metros (256 toesas),
se observan bonitos campos con cereales y lo que es aún más llamativo, en los
Valles de Aragua, en una llanura se cultivan juntas las siguientes plantas, una al
lado de la otra: la caña de azúcar, índigo, cacao y trigo europeo. Pero sin
embargo, se necesitan condiciones locales especiales, para que nuestras
especies de cereales produzcan en estas regiones tan ardientes y de poca altura,
espigas llenas. Su verdadera altura en los trópicos, es decir aquélla en la que
prometen abundantes cosechas en todas partes, apenas empieza con 1400
metros (717 toesas), más o menos la altura del paso de Brenero. En el reino de la
Nueva España por ejemplo, en los alrededores de Xalapa (según mis
observaciones sobre 19º30'40" de latitud norte, y 1312 metros o sean 674 toesas)
sobre el nivel del mar, el trigo sí desarrolla rápidamente los tallos.

Se utilizan éstos como forraje para los animales, pero las espigas casi no
contienen granos maduros para semilla. Aun la iniciación misma en cuanto a la
altura del cultivo del trigo es muy desigual en México en las vertientes orientales y
occidentales de la cadena de montañas. Sobre aquélla empieza el cultivo apenas
sobre el altiplano frío de Perote en 2332 metros (1197 toesas) de altura mientras
que en la segunda sobre el mar del sur, hasta Chilpanzingo, baja hasta 1290
metros (663 toesas) de altura. Pero esta diferencia tan considerable que hace
notar todo viajero, en parte se debe al hecho de que al oriente de Perote la
cordillera es muy henchida y poco apta para el cultivo. En conjunto: los cereales
europeos se desarrollan mejor en la Nueva España, en el Perú, Quito y Nueva
Granada en 1600 hasta 2000 metros (821 toesas hasta 1026 toesas) de altura
sobre el nivel del mar. El rendimiento promedio de estas tierras fértiles es de 25 a
30 granos por uno.

Por encima de los 1800 metros (923 toesas), el plátano raras veces produce frutos
maduros, pero la planta misma todavía resiste el frío de la montaña que reina en la
altura de los 2500 metros (1281 toesas); sólo que el tronco y las hojas son aquí
más pequeños y con menos savia.

En la zona templada, entre los 1600 y 2000 metros (821 y 1026 toesas) de altura,
domina preponderadamente el cultivo de la coca (Erythroxylum pera
vianum). Pocas hojas de estas plantas activan la producción de la saliva y que al
europeo no parece de buen sabor, pero mezcladas con la cal viva, alimentan al
indio modesto durante largos viajes por la cordillera. Entre los 2000 y 3000 metros
(1026 y 1539 toesas) de altura, se desarrolló la agricultura con el mayor cuidado.
Los grandes altiplanos, los cuales se encuentran precisamente a estas alturas en
la cordillera de los Andes y de los cuales muchos tienen una superficie de 50 a 60
millas cuadradas, favorecen a esta cultura. Sus suelos uniformes y planos, y por lo
mismo fáciles de trabajar, hacen suponer que se trata de antiguos lagos,

110

desaguados, o que por falta de afluentes se evaporaron. Donde los campos
agrícolas tengan una altura mayor de 3300 metros (1693 toesas) sobre el nivel del
mar, casi tan alto como el Etna, allá las heladas nocturnas y las granizadas son
dañinas para los cereales. En los 2400 metros (1230 toesas) de altura, el maíz
prácticamente ha desaparecido. Entre los 3000 y 4000 metros (1539 y 2052
toesas) de altura, está la región principal del cultivo de la papa (Solanum
tuberosum), cuya raíz alcanza frecuentemente un tamaño de 6 pulgadas y a la vez
es más rica y de mejor sabor que en Europa.

A la altura de 3400 metros (1744 toesas), ya no se siembra trigo, sino únicamente


cebada y al parecer también ésta sufre por falta de calor. Aquí hemos llegado casi
al límite superior de todos los cultivos de las plantas para el sustento del hombre;
ya en 3600 metros (1864 toesas) sobre el nivel del mar terminan totalmente todos
los cultivos. Aquí arriba los hombres viven dispersos entre las numerosas
manadas de llamas, ovejas, caballos y vacunos, las cuales se pierden
frecuentemente hasta la región de la nieve perpetua. Así ofrece pues la escala de
la agricultura el cuadro de la industria humana desde el interior de las minas hasta
las cumbres nevadas de los Andes.

Alturas de las más sobresalientes montañas de la


tierra
Como todos los fenómenos físicos, que se han indicado en el cuadro de la
naturaleza de los trópicos, se relacionan con la idea de la medición y de la altura
nos pareció interesante agregar al final de este ensayo una colección de aquellos
puntos que fueron medidos en diferentes regiones de la tierra. Esta serie que
contiene la visión que sigue, sin duda va a dar a aquellos que observan la
naturaleza en lo grande de su totalidad y que tratan de argumentar sus
conclusiones geognósticas con hechos, posibilidades de comparaciones raras.

El dibujo mismo representa las más grandes alturas sobre el nivel del mar hacia
las cuales han llegado los hombres (3) hasta la fecha. La excursión de Saussure al
Mont-Blanc hasta 4775 metros (2450 toesas); la de Bourguer y La Condamine a la
cumbre del Pico Corazón 4814 metros (2470 toesas) de altura y el punto al cual
llegué yo sobre el Chimborazo en 5892 metros (3023 toesas) de altura, se
encuentran en el cuadro de la naturaleza; pero todas estas alturas quedan muy
por debajo de aquella que alcanzó mi amigo el señor Gay-Lussac el 16 de
septiembre de 1804 sólo en un globo sobre París. Él llegó todavía a una altura
mayor en 472 metros (243 toesas) de la que tiene el pico más alto de los Andes; él
ascendió a la altura de 7016 metros (3600 toesas), realizó importantes
observaciones sobre el magnetismo y sobre la composición química de la
atmósfera. Su empresa va a ser para siempre un maravilloso monumento del valor
humano audaz y del amor abnegado para con la ciencia.

111

Cuadro de alturas determinadas con base en
mediciones
El gancho se agregó en el cuadro donde la medición parece muy dudable.
Aquellas alturas indicadas con H. quiere decir que fueron medidas por mí mismo,
sea por método barométrico o trigonométrico. Algunas de éstas van a tener en el
futuro ligeras modificaciones, ya que no se efectuaron las correcciones con
exactitud, como lo permiten las observaciones, para elaborar el presente escrito.
En el tomo sobre observaciones astronómicas y mediciones barométricas, van a
aparecer todas las alturas determinadas por mí en el nuevo continente con sus
cálculos cuidadosamente realizados.

Todos los nombres indígenas y españoles se han escrito de la misma manera


como lo acostumbran los españoles en América.

_______

(1) El monasterio San Bernardo, que ciertamente está a una altura de 2428 metros
(1246 toesas) no puede ser comparado de ninguna manera con el hábitat que los
hombres escogen por propia iniciativa y necesidad de crearse su sustento.

(2) En el Chocó el Bacao tiene un fruto grande, especialmente duro y parecido a la


nuez del coco y del cual los indios elaboran tazas para el chocolate. El dibujo que
hice de éstas en Cartago (en la provincia de Popayán) se encuentra en el primer
tomo de nuestras Plantee aequinoctiales, grabado en cobre (Pl. XXX a et XXXb).

(3) La mayor profundidad que han alcanzado los hombres en las minas bajo los
trópicos (y quizás en cualquier otra parte) es la mina de Valenciana, la cual tiene
una profundidad de 510 metros (263 toesas), pero cuya parte más profunda está
todavía 1695 metros (870 toesas) sobre el nivel del mar del sur. Las obras más
altas del arte constructivo del hombre, las pirámides de Cheops y la catedral de
Estrasburgo tienen 143 y 132 metros o sea de 74 y 68 toesas.

112

CUADRO DE ALTURAS DETERMINADAS (Parte1)

113

CUADRO DE ALTURAS DETERMINADAS (Parte2)

114

CUADRO DE ALTURAS DETERMINADAS (Parte3

115

CUADRO DE ALTURAS DETERMINADAS (Parte4)

116

NOTAS DE CALDAS SOBRE LAS "IDEAS PARA
UNA GEOGRAFIA DE LAS PLANTAS" DE
HUMBOLDT
(1) Las palmas nacen sobre las mayores elevaciones de los Andes: nosotros
tenemos tres en nuestros herbarios, tomadas sobre los Andes de Guanacas a
elevaciones prodigiosas sobre el mar.

(2) Pasifloras arbóreas. Este belio descubrimiento del célebre Mutis, el más
singular, y el que le asegura los elogios de los botánicos, debe llamar la atención
de los naturalistas. En un género en que todas las especies son volubles, en un
género tan numeroso, tan extendido como la passiflora (vulgo granadillas), ver
aparecer dos individuos con todo el hábito y con todos los caracteres de un árbol,
es un ejemplo bien raro, un ejemplo luminoso y que arruina las ideas de aquellos
botánicos que han dividido las plantas en árboles y en yerbas, fundando estas
divisiones en el hábito, y no en los caracteres tomados de la fructificación. Mutis
ha constituido las especies nuevas: a la una llama passiflora arbórea, y a la
otra passiflora arborescens. En nuestras excursiones botánicas hemos visto y
colectado estas pasifloras; pero en países templados por las 1.000 toesas o 2.300
varas y nunca a 1.500 toesas como dice Humboldt. Sus límites, temperatura y
latitud hacen el objeto de un artículo en nuestra Phytographia del ecuador.

(3) Quercus gramatensis. Este árbol majestuoso, colosal, conocido entre nosotros
con el nombre de roble, parece una especie nueva en el género quercus. En
nuestros viajes le hemos hallado desde las 280,0 hasta 240,0 líneas del
barómetro.

(4) Escallonia. La escallonia descubierta por el célebre Mutis, publicada por la


primera vez por Lineo, reconocida por su ilustre padre, por Schreber, por
Willdenow, por Smith, y por todos los botánicos de mejor nota como un género
nuevo, se ha pretendido en la Flora del Perú suprimirlo, y reducirlo a su
género stereoxylon. Escallonias..., dicen sus A. A. ad hoc genus referre, oportet,
liceat bacca eis tribuatur. Si yo, que hallado en mis herborizaciones 18 o 20
individuos en el género cinchona, hiciese de ellas un género nuevo, si le pusiese
un nombre a mi antojo, y concluyese con esta observación; Cinchonas ad hoc
genus referre oportet, ¿no se alarmarían los botánicos; no calificarían este hecho
como un atentado contra la estabilidad de los nombres en la nomenclatura; no
reclamarían sus derechos los fundadores del género Cinchona? Esto es lo que
han ejecutado los A. A. de la Flora del Perú contra el
género escallonia establecido y descubierto por el venerable Mutis. Por una
justicia debida a los inventores debe retenerse en el sistema el género escallonia y
que el stereoxylon sea escallonia, y no la escallonia stereoxylon.

117

Convenimos en que Lineo describió bacca en lugar de cápsula. Este es un error,
como lo hemos reconocido en la provincia de Quito, con las plantas vivas a la
vista, con Lineo y con la Flora del Perú en la mano. Esta nota exigía una
corrección en el carácter genérico de la escallonia, y no una supresión, y mucho
menos sustitución de la voz nueva stereoxylon para indicar un género ya
conocido.

(5) Mirica cerifera. Esta preciosa planta del Nuevo Continente, que nace en
Carolina, Virginia, Pensilvania y en todos los países templados y aun fríos del N.
R. de Granada, produce una cera verdosa y quebradiza. Con el beneficio pierde
mucho de esta última cualidad y adquiere la blancura de la del Norte. En este
estado sustituye muy bien a la que nos viene de fuera y hacemos gran consumo
de ella. En Antioquía, dice D. Manuel José de Restrepo, extraen de esta planta
como 4.000 arrobas por año; en Buga, en Popayán, etc., se saca un número
considerable de quintales. Si el beneficio de esta producción cayese en unas
manos hábiles, si se estableciese un método comprobado por la experiencia, no
dudo que se haría un ramo considerable de comercio para el reino. Parece que,
por un destino funesto a nuestra prosperidad estamos condenados a mirar con
indiferencia nuestras producciones las más bellas. En las selvas ardientes de
Andaquíes, por 2º de latitud boreal, y al este del Timaná se cría una especie de
abeja que forma una cera tan blanca como la de Trinidad. En la Relación del viaje
que en 1783 hizo a estos bosques, D. Sebastián López dice: "Es imponderable
aquella abundancia de abejas finas que, en los palos y árboles huecos que
encuentran, como también en las concavidades de las peñas hacen una cera tan
blanca y hermosa que, sin beneficio alguno, se equivoca con la que viene
beneficiada tanto de España como la de la isla de la Trinidad, o Cuba". La
indiferencia que mostramos con esta preciosa producción la manifestamos
también con la canela (Laurus cinamomoides Mut. Flor de Bog.) con el té de
Bogotá (Alstonia toeiformis), con la cochinilla, con la nuez moscada
(Myristica), que conocemos con el nombre de otoba, y con otros muchos objetos
que pudiéramos nombrar. De la otoba acaba de extraer D. Pedro García de Alono,
en Girón, una materia resinosa de que ha hecho bujías. La luz es viva y rojiza,
arde con bastante rapidez, y exhala humo considerable, dando al aire de la
cámara en que arde un ligero olor aromático análogo al de la otoba. El señor Mutis
intentó los mismos procedimientos en Mariquita. Es muy laudable el celo de D.
Pedro García, y deseamos perfeccione este bello objeto de economía.

(6) Aparece una palma. Ya hemos dicho que en los países altos de la cordillera
nacen muchas palmas, y no una sola como cree Humboldt. Esta de que habla el
A. es la que usan los pueblos elevados de los Andes en la sagrada
ceremonia Dominica palmarum, muy abundante desde 1.500 hasta 3.500 varas
sobre el nivel del mar.

(7) Espeletia. Una de las plantas más elevadas y más bellas de los Andes. Sus
hermosas flores radiadas, su copa, el hábito, el color de oro de la lana de que está

118

revestida, su resma etc., la ponen entre las más apreciables producciones
vegetales. El señor Mutis la describió a poco tiempo de su llegada a este reino, y
formó un género nuevo de su Flora. Le impuso el nombre de espeletia en honor
del excelentísimo señor don José Ezpeleta, virrey que fue de este Reino.

(8) Achupalla. Esta planta abundante sobre las cimas de los Andes equinocciales,
es un recurso ventajoso para los habitantes de estos climas rigurosos. La base de
las hojas y el fuste de la raíz contienen un jugo azucarado que fermenta y produce
un licor agradable llamado chicha de achupalla. Los 0505 comen con ansia las
raíces de esta planta, y con ella engordan también los cerdos en muchas partes
de la provincia de Quito. Yo he reconocido dos especies diferentes. El hábito de
esta planta es sumamente análogo al del cabuyo azulado (agave americana) de
que saca su pulque el mejicano. ¿Tal vez todas las plantas análogas todas las del
orden de las bromelias tales como la yucca, burmannia, bromelia (piña), xerophyta
tillanasia, etc., producirán un jugo azucarado propio para muchos usos? Es de
desear que los curiosos y amigos de la humanidad hagan observaciones sobre
todas las bromelias.

(9) Gencianas amarillas y azules. Muchas veces hemos visto estas gencianas
sobre Pichincha y demás montañas de la provincia de Quito. En la parte alta de
estos volcanes, en los últimos extremos de la vegetación, confundida con
la espeletia y con los musgos, nace una bellísima especie de genciana. Sus flores,
grandes, purpúreas, esmaltan el verdor eterno de las criptógamas, y dan belleza y
alegría a esas regiones solitarias, a esas rocas horrorosas que no excitan otras
ideas en el observador que las del caos, de la grandeza de la inmensidad y de las
convulsiones que ha sufrido nuestro globo. Desde los límites de la vegetación
hasta las 222,0 líneas del barómetro, nace próspera y se perpetúa entre los hielos
del ecuador esta genciana. Los habitantes de Quito hacen un uso frecuente de sus
raíces, de su tallo y de sus flores para dar fuerza y vigor a los miembros
paralíticos, y para entonar el estómago.

Aquellos niños opilados en quienes las lombrices han hecho progresos


considerables y que aumentándoseles el vientre se mantienen descarnados y
pálidos, con unos movimientos perezosos y lánguidos, y que no pueden dar paso
sin apoyo tienen un recurso seguro en esta especie de genciana. Su nombre, en el
idioma de los incas, manifiesta esta virtud preciosa. Se llama calpachina yuyu, que
en nuestro idioma significa yerba que hace caminar. Los peruanos, siempre
exactos y siempre cuidadosos en dar a las cosas nombres tomados de sus
propiedades, de sus virtudes de su figura etc., llamaron a las yerbas por sus
virtudes y sus usos en la medicina, en las artes y en la sociedad. Cuando se
conoce un poco su lengua, esta lengua armoniosa, dulce y flexible, esta lengua
que representa en el nuevo continente a la Toscana del antiguo, entonces se
conoce el juicio y la elección que tuvieron los peruanos en la imposición de los
nombres a todos los objetos que los rodeaban. Un volcán que arroja de su cima
columnas de humo espeso mezclado con llamas, se le nombra Cotopaxi (masa de

119

fuego); otro lanza de su seno nubes de arena, conmueve los fundamentos de la
provincia, y arruina los templos y los edificios, se la llama el Pichincha (el temible,
el amenazador); una cima inmensa cubierta de nieve, y colocada al otro lado de
un río, se nombra Chimborazo (nieve al otro lado); una población establecida en
una garganta estrecha que corta la cordillera se le impone el nombre de Lacta
cunga (garganta estrecha); en fin una planta que fortifica los músculos, que da
vigor, que hace andar a un tullido, se llama, como hemos visto, calpachina
yuyu. Los nombres de esta lengua contienen las virtudes de las plantas y las
cualidades de todos los objetos. Al oír los nombres de las plantas casi se saben
sus virtudes. ¿No es esto más sabio, más importante a la humanidad que esos
nombres que ha creado la adulación, el reconocimiento o el interés? ¿Qué idea
nos pueden dar de una plana las voces dioscorea, plinia, buffonica, boerhavia,
sigesvechia? No nos dicen otra cosa mas sino que ha habido un Dioscórides, un
Plinio, un Buffon, un Lineo un Boerhave, a cuya memoria se han consagrado estas
plantas. Y ¿qué diremos de aquellas dedicaciones a hombres oscuros, ignorantes,
que tanto se han prodigado en nuestra edad? La botánica exige un genio
reformador, un hombre extraordinario, que con el peso de su saber y de su
autoridad destierre de esta ciencia los nombres de tantos botanófilos, y de tantos
que aún no han llegado a merecer siquiera este nombre. Pero volvamos a nuestra
genciana.

La falta de medios no me ha permitido averiguar si existe en el sistema, y me


contento con añadir aquí la descripción que hice en 1803 sobre la planta viva.

Genciana - Colección de Quito, n. 371

Caulis herbaceus, teres, glaber, perpendicularis, 1-2 pedes altus: rami alterni,
erecti, axillares: folia lanceolato-lineares, integerrima, 3 nervia, opposita, sessiles,
semi-amplexicaules. Flores solitarii, terminales. Corola quinquefida,
subcampanulata, coeruleo-purpurea. Stamina 5, filamentis compressis, corolla
minoribus, basi villosis; antheroe incumbentes, polline luteo. Germen oblogum:
stylus 2 partitus: stigmata simplicia, revoluta.

Habitat in summis Andium AE quatori subjacentium cacuminibus.

(10) El ranúnculo de flores grandes encarnadas. Este ranúnculo singular lo


descubrió D. Anastasio Guzmán, que recorrió las montañas de Quito como un
amigo de la botánica, y como un celoso observador de la naturaleza. Yo le vi en
Cayambe en 1802, le esqueleté y describí. Humboldt en la lámina que acompañó
a esta obra le llama ranunculus guzmani, y nosotros conservaremos este trivial en
honor de este infatigable botánico. Esta planta, una alstroemeria y una genciana,
parece que son las que vegetan en las mayores elevaciones del globo. Como aún
no sabemos se haya publicado, insertamos aquí la descripción.

Ranunculus guzmani - Col. de Quito, n. 189

120

Caulis herbaceus, simplex, aut subramosus, 1-2 pedes altus, teres, pilosus. Folia
radicalia, palmata, pilosa: caulina, 3-fida, dentata. Calix 5-phyllus, magnus,
coloratus (coccineus) deciduus, foliolis ovatis extus villosis, intus glaberremis.
corola: petala 5, obovata, unguiculata, unguiculis foveola intus excavatis et
operculo 2 squamoso tectis. Stamina numerosa; filamenta brevia, compressa:
antheroe erecto e didymoe. Germina numerosa, in capitulum collecta: stylus O;
stigmata extus revoluta. Stamina numeosa, oblonga, compressa, rostrata.

Habitat in summis Andium AEquotori subjacentium cacuminibus saxosis.

(11) Jaraba. Este es el segundo género de la Flora del Perú, esta es su monandra
más preciosa, y la gramínea más singular; pero la expedición de Santa Fe le ha
visto constantemente tres estambres. Esta monstruosa diferencia viene de que
aquí se ha observado viva, y los A. A. de la Flora han formado su lámina y su
descripción sobre esqueletos. Tanto más debe asombrar este descuido, cuanto
nos han echado en cara muchas veces que acá no se describe sino sobre
ejemplares secos, en la comodidad y a la sombra del gabinete.

(12) Del cual rara vez excede. Las quinas han sido el objeto favorito de nuestras
expediciones botánicas. Su altura sobre el mar, la presión atmosférica, la
temperatura, la extensión que ocupan sobre los Andes, en una palabra, su
geografía, nos ha llamado la atención. Tal vez más felices en este particular que
Humboldt, hemos señalado el límite a que está reducida cada especie, y nos
atrevemos a fijar la latitud hasta donde nace cada una, o por decirlo así a
establecer sus trópicos. Sí yo entrase en estos pormenores, si manifestase mis
ideas sobre la geografía de las quinas serían precisos muchos números, y se
convertiría esta nota en un volumen. Reservando todo este material para
nuestra Cinchografía, nos contentamos con decir ahora que el término superior del
género cinchona, establecido por muchas observaciones y medidas verificadas
desde 1802 hasta 1805 está a 1.679,97 toesas (3.919,83 varas) sobre el mar, es
decir 180 toesas más alto que el de Humboldt. El inferior lo hemos establecido con
igual cuidado en 183 71 toesas (458,67 varas) más bajo que el de Humboldt. El
ancho de la gran zona a que está reducida la vegetación de todas las especies, es
de 1.496,26 toesas (que son 3.491,16 varas). Añadimos nuestras determinaciones
comparadas con las de Humboldt, para que se juzgue a primera vista de las
diferencias que hay entre ellas.

Término superior del género cinchona. Humboldt: 1.500 toesas, 3.S00 varas;
Caldas: 1.679.97 toesas, 3.919.83 varas.

Término inferior del género cinchona. Humboldt: 300 toesas, 700 varas Caldas:
183.71 toesas, 428.67 varas.

Ancho de la zona. Humboldt: 1.200 toesas, 2.800 varas; Caldas:

121

1.496.26 toesas, 3.491.16 varas.

Diferencias

Término superior ............. 179.97 toesas 419.93 varas de más

Término inferior ................116.29 toesas 271.34 varas de menos

Ancho de la zona ............. 296.26 toesas 691.30 varas de más.

(13) Nosotros hemos hecho largas residencias en Quito en Cuenca, en Loja, en


Popayán y en Santa fe; hemos observado detenidamente el barómetro, como se
ve en nuestros MSS. meteorológicos; hemos tomado la altura máxima, la altura
mínima por muchos días; hemos tomado el medio para cada uno hemos sumado
todas estas alturas medias, y las hemos partido por el número de días. De este
modo se han fijado irrevocablemente las alturas medias del barómetro de otras
ciudades. De ellas hemos deducido sus alturas sobre el nivel del mar, y son las
siguientes:

Loja ........................ 1089.44 toesas....... 2542.02 varas

Cuenca ................... 1294.45 toesas....... 3020.38 varas

Quito ........................1451.59 toesas....... 3387.04 varas

Popayán .....................893.O6 toesas........ 2083.80 varas

Ob. de Santa Fe........1351.S6 toesas....... 3153.64 varas

(14) Tolima en los Andes del Quindío (2.819 toesas). Esta inmensa monta–a de
los Andes, situada casi al occidente de nuestro Observatorio, tiene la figura de un
cono truncado, muy semejante a la del Cotopaxi. Es parte de la gran Sierra
Nevada del Quindío, abraza 110 del horizonte de este Observatorio. La masa
cónica de Tolima la termina por el sur, y la Mesa de Herveo por el norte. Entre
estas dos montañas está el páramo del Ruiz, que no es otra cosa que una sierra
erizada de puntas diferentes y caprichosas, de las cuales unas tocan el término
inferior de la nieve, otras lo pasan y, en fin, otras no llegan a él. Cuando en los
días serenos de diciembre y de agosto amanece la bóveda celeste desnuda
enteramente de nubes, cuando se descubre todo el horizonte, y se deja ver el sol
con todo su esplendor, entonces presenta Tolima toda su majestad. Aquí un cono,
allí agujas caprichosas, más allá llanuras dilatada de plata con una ligera tinta
rosada, todo proyectado sobre un fondo de azul subido, fija la atención del filósofo
y la del pueblo mismo. Los grandes espectáculos que de cuando en cuando
presenta la naturaleza sobre los Andes, no pueden verse sin admiración aún por
los hombres más ignorantes y estúpidos. Nosotros hemos contemplado mil veces

122

esta soberbia cordillera desde nuestro Observatorio: La hemos registrado
menudamente, ayudados del telescopio, y nunca hemos visto la menor señal de
humo ni de que este encendida. No obstante, estamos persuadidos que existe en
algún punto de esta inmensa montaña algún cráter, y creemos que las desgracias
que padeció la villa de Honda en junio de 1805 no tienen otro origen.

En agosto de 1806, acompañado de los doctores D. Manuel José de Restrepo y D.


Manuel José Hurtado, emprendimos una medida de esta montaña célebre. Una
base bien colocada nos dio la distancia directa, desde la extremidad occidental de
la Alameda nueva hasta el centro del Observatorio de 2.910,53 varas (1.247,37
toesas). Tomando esta distancia por base, observamos sobre ella los ángulos a
Tolima con un excelente teodolito de Adams de 9,5 pulgadas inglesas de
diámetro, muchas veces rectificado en todas sus partes. No nos contentamos con
tomar una vez estos ángulos, que debían decidir de la altura de Tolima; más de
ocho veces los medimos en diversas partes de la circunferencia del teodolito.
Cuando ya creímos que no había engaño en un tercio de minuto, tomamos un
medio entre todos, que casi eran iguales. Entonces comenzamos a trabajar sobre
el ángulo de altura, el más importante de todos. Se tomó con el teodolito, se tomó
con un cuarto de círculo de J. Bird, y también con otro teodolito; se examinaron los
errores de estos instrumentos por los métodos ordinarios, y se estableció el ángulo
de altura aparente de Oº 32' 33" 5 Con estos datos se emprendió el cálculo por los
calculadores diferentes, y se revisó muchas veces. Don Benedicto Domínguez,
que hace todos los días progresos en el cálculo y en el estudio de la astronomía
ha sido mi colaborador y este joven inteligente ha dado mucha parte de los
resultados que vamos a presentar.

Se ha tenido mucha atención a la curvatura de la tierra a las refracciones


terrestres, y a cuanto podía contribuir a la perfección de nuestra medida. El ángulo
al centro se ha deducido, no de la división de la distancia hallada, que es una
tangente, sino de la división de la cuerda comprendida entre la vertical del
Observatorio y la de Tolima. En fin, se han hecho nuevas observaciones
barométricas en el discurso de 1807 y 1808 para deducir nuevamente la altura del
pavimento de este Observatorio, que es el centro de todas nuestras
determinaciones. Por la resolución del primer triángulo se halló el valor de la
distancia de Tolima al Observatorio, contada en la tangente, de 181.643,4 varas
de Burgos (77.847,2 toesas) y reducido a la cuerda de 181.611 varas (77.733
toesas). De aquí se ha deducido el valor de la mitad del ángulo al centro de 0º 40'
23",2 .La refracción la hemos supuesto, con Boscovich, Lambert, Mechain y
Lalande, igual a 1/4 del arco comprendido entre el lugar de la observación y la
cima de la montaña. Con estos datos hemos hallado el valor del ángulo de altura,
y el de los otros dos que constituyen el triángulo vertical formado sobre la
tangente. Para que se juzgue de la precisión de nuestros cálculos vamos a
presentar los datos y los resultados:

Angulo de altura aparente 00º 32' 33,5

123

Mitad del ángulo al centro 00º 40' 32.2

Suma 01º13’ 05,7

Refracción 5' 47,4

Angulo verdadero de altura 1º 7' 18,3

El ángulo formado por la vertical de

Tolima con la cuerda será 90º 40' 32,2

Y el ángulo formado en el vértice de

Tolima, por el rayo visual y por la

Vía vertical será 88º 12' 09,5

Con igual cuidado hemos observado y corregido el ángulo de altura del término
inferior de la nieve permanente, el ángulo aparente bajo del cual se ve el diámetro
horizontal de esta montaña a la altura de la nieve, y el de la gran Mesa de
Herveo, y hemos hallado los resultados
siguientes:

Características Varas Toesas


Distancia horizontal de Tolima al
181611 77833
centro del Observatorio
Cima de Tolima sobre la azotea del
3557,1 1524,5
Observatorio
Azotea del Observatorio sobre el mar 3169,2 1358,2
Tolima sobre el mar 6726,3 2882,7
Término inferior de la nieve, sobre la
2583,4 1107,2
azotea del Observatorio
Término de la nieve permanente a la
5752,6 1465,4
latitud de Tolima
Diámetro horizontal de Tolima a la
4041 1732
altura de la nieve permanente
Circunferencia de la parte inferior de
12367 5443
la nieve
Altura de la parte nevada 973,2 417,1
Superficie nevada de Tolima 5161706 2212160
Mesa de Herveo sobre el mar 2871 6699

124

Por una observación astronómica hemos deducido el valor del ángulo que forma la
línea que va del Observatorio a Tolima con el meridiano de 87º 16' 15". Con esto,
y con la distancia, hemos deducido su posición geográfica, tan interesante en la
geografía del Reino.

Latitud de Tolima 4º46' 43"

Longitud de Tolima al Occidente del

Observatorio 1º 22' 00’'

Longitud de Tolima al Occidente del

Observatorio de la isla de León 69º 23' 30"

A pesar del esmero que hemos puesto en estos trabajos, aún deseamos más
exactitud. Con este objeto hemos comenzado nuevas medidas,

hemos formado mayores bases, y esperamos tener en el discurso de este año la


altura y posición de todas las montañas que forman el horizonte de este
Observatorio. Entonces le daremos un grado de precisión más grande a los
resultados que ahora presentamos.

(15) Wintera granatensis. Humboldt toma el sinónimo de Murray por el nombre que
lleva esta planta en el sistema y en Jussieu. En estos A. A. se conoce con el
nombre de Drimys granatensis. La descubrió el célebre Mutis, y el hijo de Lineo la
publicó en el suplemento. En el N. R. de Granada se conoce con el nombre vulgar
de ají; y en Popayán y otras partes de la provincia de Quito, con el de canela de
páramo. La corteza es sumamente picante y acerba.

(16) Sólo experimenta en su país una diferencia de expresión de 1 o 2 y 1/2


líneas. A proporción que se sube en los Andes las variaciones son menores, y las
plantas Alpinas de esta inmensa cordillera no experimentan sino 1/2, o cuando
mucho 1 línea. En Quito en 242,7 líneas del barómetro (3387,04 varas sobre el
mar), en Cuenca (3020v.), en Santa Fe (3153); las mayores variaciones apenas
llegan a 1 línea. Estas se aumentan en Popayán (2083 v.), y en Loja (2542 v.). Al
nivel del Océano Pacífico, en la Tola, en Guayaquil etc., son las mayores, y llegan
a 3 líneas. Nosotros hemos hecho largos trabajos sobre las variaciones del
barómetro a diferentes alturas sobre los Andes, y creemos haber percibido que
están sujetas a dos leyes: la. Disminuyen en razón directa de la altura; 2a. Se
aumentan en razón de la latitud. Bouguer, Juan y La Condamine entrevieron la
primera, y nos parece que la seguridad nos pertenece enteramente. En nuestros
viajes hemos advertido que, en lugares igualmente altos sobre el mar, hay más
fuertes variaciones en la mayor latitud. Fuera de desear que en La Habana,
situada bajo del trópico, que en Caracas por los 11º, en Cartagena por los 10º

125

boreal, en Guayaquil por los 2º, y en Lima por los 12º austral se hiciesen
observaciones barométricas con instrumentos bien montados y con constancia.
Esto decidiría de la ley que comenzamos a percibir y daríamos un paso sobre
las mareas atmosféricas que ha observado Mutis el primero dentro de los trópicos.
Las medidas de las montañas verificadas por una sola observación del barómetro
adquirirían un grado de precisión de que no gozan, a pesar de los trabajos de
Deluc Saussure, Schukburg, etc.

Después de esto bien se ve que nuestras plantas no pueden prosperar en las


zonas templadas sino con grandes trabajos. Las que nacen en alguna elevación,
las que sólo experimentan media línea de variación en el barómetro, ¿cómo
pueden acostumbrarse a unas variaciones repentinas de 10 de 12, y aun de 24
líneas? Es tan quimérico el proyecto de connaturalizar las quinas en la Península
como el de hacer vivir en el Senegal con salud y robustez a una familia de
Lapones.

(17) Nos obliga a reducirla bajo de los trópicos a 337,2 lín. Recordamos lo que
hemos dicho antes.

(18) Mientras que en Europa, en el subterráneo del Observatorio de París está en


cero. Así está en la traducción; pero nosotros sabemos que en este subterráneo
se sostiene el termómetro de Réaumur a 10º, y en la nueva división en 10º entre el
hielo y el agua hirviendo, a 13º Es bien notable que la caverna Guáchara tenga
una temperatura de 14º 8 R cuando las más célebres de Europa tienen una
temperatura mucho menor. He aquí las que yo he podido recoger:

Monte Testáceo Nollet 9,5 Réaum

Saussure 8,0

el mismo 5,6

Ischia, en el Vesubio Saussure 6,0

S. Martín el mismo 6,0

Cesi el mismo 5,7

Chiavena el mismo 6,0

Caprino el mismo 2,0

el mismo 4,5

Hergisweil el mismo 3,3

126

(19) Entre las 950 y 1.050 toesas (2.216 y 2.450 v.) de altura se halla la región
(Popayán, Caloto) en que las explosiones eléctricas son más fuertes y ruidosas. El
Chocó, Barbacoas, las costas de Tumaco, Santiago, Esmeraldas, Guayaquil, etc.,
están mucho más bajos, como también el valle de Buga, el de Neiva, etc., que
Popayán y Caloto; y no obstante aquí está, a juicio de todos los que han visitado
estos lugares bajos o la base de la cordillera el foco de las explosiones eléctricas
más ruidosas y más frecuentes. ¿Qué comparación puede haber entre las
tronadas de las costas del océano Pacífico y las de Popayán? Yo he sufrido
muchas en estos lugares, y las he comparado cuidadosamente. En Popayán
truena con frecuencia en los meses de febrero, marzo y octubre, 2 horas después
de la culminación del sol. La nube tempestuosa lleva siempre un curso acelerado
al oeste se deshace en copiosos torrentes de agua acompañada algunas veces de
granizo, y desaparece en un cuarto, en media, y cuando más, en una hora; el cielo
se serena el sol se deja ver, y lucen las estrellas con todo su esplendor en la
noche que se sigue.

Por el contrario sobre las costas las tardes son serenas, el sol se ve ocultarse en
el horizonte las más veces. Así que ha desaparecido el astro del día, las nubes
cubren todo el horizonte ráfagas de viento, torrentes de lluvia relámpagos
acompañados del trueno pueblan el aire. Cuatro, ocho y aun veinte horas se oye
resonar el trueno sobre las olas y sobre estas selvas solitarias. En Popayán el
relámpago es instantáneo; en las costas parece durar un espacio sensible de
tiempo, que hemos estimado como medio o dos tercios de segundo. La explosión
eléctrica, que aparece como un zig zag, y que desaparece en el mismo instante
sobre la cordillera, en las costas se sostiene por un espacio de tiempo
considerable. El fluido eléctrico es allí una chispa, aquí un torrente. Nosotros
creemos, fundados en muchos años de observaciones, que la región en que las
explosiones eléctricas son más ruidosas, más abundantes y más frecuentes, está
desde el nivel del océano hasta las 1.600 varas de altura. Desde este término
hacia arriba las tronadas son por la tarde, y desde el mismo hacia abajo por la
noche.

El barón de Humboldt visitó a Popayán en una de las épocas más tormentosas;


estuvo en esta ciudad veinte días y desapareció con unas ideas de su atmósfera
bien diferentes de las que tiene el que ha pasado sus días bajo de este cielo unas
veces tempestuoso y las más sereno, bello, y muy favorable a la astronomía.

(20) De 1.000 a 1.500 toesas (2.333 a 3.500v.) ya no hay azúcar ni

café. Yo he visto prosperar y recoger grandes cantidades de café a las

1.168 toesas (2.725.5 v.) sobre el mar. También he visto el azúcar a

1.032 toesas (2.408 v.). En nuestra Phytographia este es el termino superior de la


caña de azúcar (saccharum officinarum).

127

(21) Ulluco. Esta bella planta, que se cultiva en toda la parte alta de la provincia de
Quito, produce una raíz globosa, mucilaginosa y cubierta de una película rojiza.
Los indios, y en general todos esos habitantes recogen grandes cantidades, que
emplean en su alimento. Es de admirar que esta raíz, así como la de
la maxua (que es una especie de tropeolum), y la oca (oxalis tuberosa) no se
hayan trasplantado al Nuevo Reino de Granada.

Esto aumentaría sus placeres y sus recursos en los tiempos calamitosos, en


aquellos en que la abundancia de lluvias o una grande sequedad destruyen
nuestras cosechas. Es de desear que un patriota las haga venir y las propague en
los lugares análogos del Reino. Lo mismo decimos de la pera y de tantas
variedades de duraznos de que goza esa provincia, y que no se conocen entre
nosotros. El ulluco, y más generalmente melloco, es un género nuevo, y no
tenemos noticia le haya descrito ninguno. Creemos hacer un servicio insertando
aquí la descripción de esta planta. Le conservamos su nombre original
llamándolo ullucus y, por sus raíces, tuberosus.

Ullucus tuberosus - Colección de Quito, n. 147

Calix diphyllus, laciniis oppositis, subrotundis, concavis pellucidis, coloratis,


deciduis.

Corolla monopetala, rotata; tubus brevksimus aut nullus: limbus 5-fidus, cauce
longior, lacin jis cordatis, apice attenuatis, subpellucidis.

Stamina: filamenta 5, brevissima, erecta: antherae erectae, 2 loculares, polline


luteo.

Pistilum: germen subglobosum, minimum: stilus filiformIs, longitudIne staminum;


stigma sim plex.

Pericarpium. Capsula unilocularis...

Semen unicum, oblongum.

Radix tuberoso, globosa: caulis herbaceus angulosus, undulafus, glaberrimus:


ramI-axillares, erecti: folia alterna, cordata, integerrima, crassa, glaberrima, petiolis
extus teretibus, intus canaliculatis, folis duplo longioribus. Flores racemosi, racemis
sim plicibus, nutantibus, axillaribus: Bractae, squamulae brevissimae, pedicellis
stipantes.

Habitat in Provinciae Quitensis hortis.

(22) En los altos Andes de Quito no hemos visto al lado de la oveja la cabra.
Creemos que Humboldt se equivoca en esta parte. Las grandes manadas de este

128

animal no están en los países en donde cesa toda agricultura, sino en los países
templados y valles ardientes. Aunque la cabra haya seguido al hombre a la
Groenlandia, y a todos los climas rigurosos del Norte, aunque sufra muy bien los
mayores fríos de las zonas glaciales, en nuestra cordillera no vemos los
numerosos rebaños de cabras que observamos en los climas templados.
Confesamos que puede vivir, propagarse y crecer en la vecindad de nuestras
nieves eternas, como vive y prospera entre los Alpes; pero en el Reino no existen
esas manadas numerosas que cree Humboldt al lado de las grandes que tenemos
de ovejas y de vacas.

(23) El trigo se da en abundancia a los 10º 14' de lat. bor, en los valles de la
Victoria, al lado de la azúcar y del café. El trigo nos ha llamado toda nuestra
atención en lo que hemos recorrido del virreinato. En 1803 habíamos ya recogido
bastantes materiales para formar una Memoria sobre la geografía de este grano
precioso. En aquella época la remití a la aprobación del venerable Mutis. Yo la
merecí, y me animó a llevar esta materia mucho más adelante de lo que me había
propuesto. No podemos entrar ahora en pormenores sobre este objeto interesante
a la agricultura y al comercio: él hace la materia de una Memoria que verá la luz
pública cuanto antes. No extrañamos que en los valles de la Victoria prospere el
trigo a 245 toesas (571 varas) sobre el mar: esto está acorde con nuestros
principios y con nuestras observaciones.

(24) Anacardium caracolí. Especie nueva de la Flora de Bogotá.

El señor Mutis la descubrió, y le dejó el trivial caracolí, que es el nombre bajo el


cual se conoce en el Reino. Tenemos bien determinados los límites de este árbol
enorme y benéfico de los cimas ardientes del Reino.

Hemos terminado nuestras advertencias sobre esta preciosa producción del ilustre
viajero Federico Alejandro barón de Humboldt. Cuando concebimos el designio de
publicarla no tuvimos otro objeto que ilustrar a nuestros compatriotas en este ramo
interesante de la botánica, y presentar a los jóvenes este modelo único en sus
indagaciones. Estos puros deseos de nuestro patriotismo, este celo desinteresado
en materia tan inocente, y tan distante de la moral y de la religión, parece que ha
dado motivo a años para censurar la pureza de nuestras intenciones. Yo apelo al
juicio de los hombres piadosos y al mismo tiempo ilustrados en las ciencias que
hoy hacen nuestra principal ocupación, para que decidan si esta producción, si lo
que le hemos notado puede ofender la piedad muy delicada, con tal que no se
halle unida a la ignorancia. Nuestra mayor gloria la fundamos en haber nacido en
el seno de la iglesia romana, y en ser hijos fieles de Madre tan sabia; y
nuestras primeras obligaciones en ser fieles a las legítimas potestades. Que antes
de censuramos se estudie, y se tomen, no las palabras, sino su espíritu y su
fuerza. Si elogiamos a Humboldt, elogiamos sus talentos y sus producciones,
como el mundo sabio elogia a Newton, a Ptolomeo, a Platón, Arquímedes,
Apolonio... El hombre puede mirarse bajo muchos aspectos. Este es grande por su

129

piedad, aquél por su patriotismo, este otro por sus talentos y por su saber. El
filósofo aprecia en todos las buenas cualidades, y éstas son la materia de sus
elogios. Es preciso ser un estúpido para no admirar y para no tributar los elogios
merecidos a la profundidad de Newton, a la elocuencia encantadora de Buffon, y a
todos los hombres grandes que han honrado al género humano con sus
producciones inmortales. Si tienen defectos estos genios extraordinarios, si alguna
vez el error se ha mezclado con la verdad, debemos acordarnos que en nuestra
miserable naturaleza, el hombre es un compuesto de grande y de pequeño, de
error y de sabiduría, de virtudes y de vicios y que, como dice Bailly, el sol mismo
tiene manchas

130

MEMORIA DE CALDAS SOBRE LA NIVELACION DE
LAS PLANTAS QUE SE CULTIVAN EN LA
VECINDAD DEL ECUADOR(1)
En todos los pequeños viajes que he podido verificar dentro del Virreinato de
Santa fe, mi primer cuidado ha sido observar la elevación, la calidad y los límites a
que está reducido el cultivo de las plantas útiles y de que depende nuestra
subsistencia. Desde 1796, en que comencé a ver estas cosas con reflexión, hasta
hoy (Abril de 1803), he recogido un número considerable de observaciones y de
hechos; los he comparado he ordenado este material, y creo que ya puedo sacar
algunas consecuencias generales. No es una obra acabada la que presento:

conozco que estamos muy distantes de la perfección, que nos faltan hechos y que
no tenemos el número necesario de observaciones para dar la última mano a
la nivelación de las plantas que se cultivan en la vecindad del ecuador. Esta
ciencia, de que apenas existe el nombre, debía ser el primer objeto de nuestros
viajeros y de los hombres observadores que viven en los diferentes pueblos del
Virreinato: la utilidad y las ventajas que sacaría nuestra agricultura de este género
de trabajos son conocidas de todos y por tanto no necesito entrar en un pormenor
circunstanciado.

La lámina adjunta (2) representa un corte de todo el terreno a que se extienden


mis observaciones: comienza desde la 4º 36' de latitud boreal hasta 0º de latitud
austral; es decir, desde Santafé hasta Quito. Las distancias horizontales de los
diferentes puntos que comprende se hallan disminuidas considerablemente,
porque se necesitaría una extensión inmensa para representar doscientas leguas
bajo la misma escala que las elevaciones sobre el mar, de las cuales la mayor no
excede de 2.400 toesas. Se ha dado mayor extensión a los países cultivadores y
se ha estrechado cuanto ha sido posible en aquellos en que se descuidan o no
producen las plantas que hacen el objeto de esta Memoria. Así se ven el valle de
Neiva y el de Patía sumamente reducidos, y las cercanías de Santafé, Popayán,
Pasto Pastos, Ibarra, Quito, ocupando un espacio considerable. De la alteración
de las distancias horizontales nace inevitablemente la de la conformación de las
montañas; y no se debe esperar en esta parte otra cosa que una imagen
imperfecta o una sombra de lo que en realidad existe. Tan libre en disminuir y
ensanchar las distancias como escrupuloso en conservar el nivel, presento los
pueblos, las montañas y los valles en su verdadera elevación. Supongo con
Bouguer y con Humboldt que el mercurio se sostiene en nuestras costas de 28
pulgadas a 28 y 2 líneas; y despreciando las pequeñas fracciones que resultan de
los trabajos de estos sabios viajeros, sostengo la de 28 pulgadas justas al nivel de
nuestros mares. De pulgada en pulgada barométrica se ve una línea horizontal
paralela a la primera, y de este modo represento las diferentes capas de aire o las
zonas de que se compone la atmósfera. Estas van aumentando su anchura a

131

proporción que se elevan, en razón y bajo la ley de las diferentes dilataciones del
aire. Entre línea y línea se ve un número que expresa las toesas que es necesario
subir para que baje una pulgada el mercurio en el barómetro, o lo que es lo
mismo, el número de toesas que tiene de altura cada capa del fluido atmosférico.

Bien pudiera haber calculado directamente la elevación de cada punto sobre el


mar, valiéndome de la reciente determinación de la altura del mercurio en las
costas del Pacífico por Humboldt y de la fórmula perfeccionada por Tralles, de que
usa este sabio, y que debo a su bondad; pero he preferido otro camino, que reúne
la exactitud suficiente en estas materias a la facilidad. La elevación de Quito nos
es bien conocida por los trabajos de los académicos del viaje al ecuador, y sobre
ella nada han alterado las indagaciones posteriores de Humboldt he tirado pues
una línea de puntos a 1.460 toesas sobre el mar, y he calculado relativamente a
ella la altura o depresión de los diferentes puntos que comprende esta nivelación.
Me he servido para esto de la fórmula simplísima de Bouguer (3), que da una
precisión superior a la que se necesita.

En toda la extensión de terreno que abraza esta nivelación no se cultiva


el trigo sino desde las 22 pulgadas del barómetro o desde 1.112 toesas sobre el
mar. Desde este nivel hacía abajo no se vuelve a ver en nuestros campos esta
preciosa planta. He tirado una línea, compuesta de otras pequeñas inclinadas,
para hacerla más notable, y la he llamado línea del término inferior del trigo.

Se cree este término le ha puesto la preocupación de nuestros primeros


agricultores, de quienes la hemos recibido y perpetuado sin reflexión; y bajo este
concepto se nos aconseja que bajemos el cultivo del trigo hasta las costas, y se
nos anuncian grandes ventajas. Pero ¿está fundado este parecer? ¿Tenemos
motivo para esperar los bienes que se nos ofrecen? He aquí unas cuestiones que
merecen examinarse.

Si solo consultamos a nuestra razón, no hay duda que miraremos este límite
inferior del cultivo del trigo como una preocupación generalizada en el Reino.
Sabemos que en Europa, de donde fue transportada esta planta por los
españoles, se cultiva en unas elevaciones cortísimas y casi sobre la costa; que la
vegetación se aumenta y acelera en razón del calor y de la humedad, y que el
trigo, lejos de prosperar en el gran frío, se deteriora hasta el punto de ser
absolutamente inútil para el sustento del hombre. Los conquistadores lo
sembraron, y recogieron cosechas abundantes en los primeros puntos de nuestro
Continente, de que tomaron posesión, y no aguardaron a apoderarse de los
países elevados de Leiva, Bogotá, Pasto y Quito para cultivarlos. Es pues cierto
que Cartagena, Santa Marta, Caracas, como Quito y Bogotá, han producido este
precioso grano que hoy vemos reducido a límites bien estrechos; tal vez, como
de maíz; recogieron nuestros mayores dos cosechas al año en los climas
ardientes, en lugar de la única que conseguimos nosotros en los templados. la
historia y la razón de concierto parece que reprueban la práctica presente, y que

132

autorizan el cultivo del trigo en los palo bajos y calorosos. Pero si en lugar de
meditar y de leer nos acercamos a esos hombres virtuosos y sencillos, que
manejan mejor el arado y la anda que los libros; a esos eternos observadores de
la naturaleza, que viéndola constantemente y de cerca, la conocen mejor que los
filósofos, que solo miran por intervalos y de lejos, hallaremos que la práctica que
observan es la mejor que se puede establecer en nuestros países, que nuestros
raciocinios son errados y nuestras reprensiones injustas, y recibiremos esta
lección importante y humilladora de nuestros discursos, cuando no están
apoyados sobre buenas observaciones: en materia de cultivo más se ha de
atender a los hechos que a la filosofía.

El moho o sarro que nosotros conocemos con el nombre de polvillo, esta terrible
enfermedad de la más bella de las mieses, es la que ha obligado a nuestros
labradores a retirarse de las costas y a elevarse a 1.112 toesas sobre el mar. Los
juiciosos Targioni o Fontanoa han hecho ver al mundo sabio que el polvillo no es
otra cosa que una planta parásita, semejante al musgo, que multiplicándose
prodigiosamente como toda planta microscópica, ataca la caña y la espiga del
trigo, le roba los jugos que iban a alimentar el grano, le debilita y le mata. La
humedad y el calor, al mismo tiempo que favorecen el aumento y lozanía del trigo,
favorecen la vegetación de esta planta invisible y destructora, y una larga
experiencia, verificada en todos los lugares, nos enseña que la calma y una
atmósfera tranquila son muy favorables a su reproducción. Nosotros sabemos que
los lugares bajos de nuestro continente son muy húmedos, ardientes y poco
ventilados, y por consiguiente mis favorables a la vegetación del polvillo. Si
ganamos algo sobre el trigo en estos países, todo lo perdemos aumentando las
fuerzas y el número de sus enemigos. No hace cincuenta años que los campos de
los alrededores de Popayán, al nivel de 22 pulgadas 11 líneas del barómetro, o a
940 toesas sobre el mar, estaban cubiertos de trigo de excelente calidad; pero el
polvillo obligó a sus habitantes a elevar más sus labores, huyendo de esta planta
desoladora de sus cosechas. Lo que ha sucedido en Popayán y lo que precisó a
sus labradores a subir un poco sobre su nivel, fue lo que desterró de Neiva, Patía,
Cali, Antioquia, Cartagena, etc., el cultivo del trigo. La necesidad, pues, los tristes
efectos de un musgo microscópico y no la preocupación, ha establecido y fijado el
término inferior del cultivo de esta mies preciosa: seamos más circunspectos en
nuestras reprensiones, respetemos las prácticas establecidas, y no nos dejemos
arrebatar del furor de filosofar abandonando la experiencia.

A pesar de todo esto, es de desear que en los lugares bajos, en aquellos en que la
humedad no es considerable, en que reinan los vientos la mayor parte del alo, en
que los bosques se halla retirados, se hiciesen algunas tentativas. Yo creo que en
los llanos dilatados de Neiva se hallan reunidas las circunstancias favorables, y
que tal vez se conseguirían conchas abundantes de buen trigo.

Si al sarro o polvillo ha establecido el término inferior del cultivo del trigo, la


naturaleza ha prescrito el superior: todo terreno cuya elevación exceda de 19

133

pulgadas 9 líneas del barómetro, o 1.550 toesas sobre el mar, produce un trigo
cuyas harinas negras y amargas son casi inútiles para nuestro sustento. He tirado
una línea en esta elevación, semejante a la primera, y la llamo término superior del
cultivo del trigo.

La espaciosa y elevada llanura de los Pastos, en que existen muchos pueblos de


la Gobernación de Popayán y de la Presidencia de Quito, toca con este término, y
sus trigos son los peores que se conocen. Los labradores de estos lugares casi
han abandonado su cultivo, ateniéndose al de la cebada, que prospera en ellos
con la mayor felicidad. En la cordillera a cuyo pie está Popayán, se observa que
los trigos de Buenavista, Poblazón, Coconuco, Puracé y Hatofrío, son mejores que
los de las partes más elevadas; y que subiendo más vuelve a hallarse el trigo de la
calidad del de los Pastos, negro, amargo e incapaz de servir al hombre de
alimento. Es verdad que la planta vegeta en alturas más favorables; pero el
labrador ve frustradas todas sus esperanzas, y se halla obligado a respetar este
limite prescrito por la naturaleza.

Está pues el cultivo del trigo en nuestros países confinado a una zona de 438
toesas de altura; que comienza a 1.112 toesas sobre el mar, y acaba a las 1.550.
En esta pequeña zona los vientos son frecuentes, por no decir continuos, la
humedad es infinitamente menor y los bosques se disminuyen, circunstancias
necesarias para conseguir buen trigo; esta es la pequeña región que hallo
favorable en nuestro clima a esta planta, dón el mas precioso que ha hecho el
Antiguo Continente a la América. Si queremos salir de estos limites, si la
queremos salir de los países afortunados que ha elegido con preferencia, la
exponemos a muchas enfermedades y a la muerte; y a nosotros, privados de este
alimento principal, a la miseria.

El trigo no vegeta con utilidad en la vecindad del ecuador sino a 1.112 toesas de
altura; en España por los 40º de latitud boreal, sobre la costa, y casi a la misma
elevación en Chile. ¿Descenderá este término en razón del aumento de la latitud?
¿Formará una curva cuyos extremos estén en la superficie del mar, por 3500400
de latitud, y a 1.112 toesas de altura bajo de la línea? Nuestros conocimientos son
muy limitados en esta parte; las observaciones barométricas con relación a los
frutos de la tierra apenas existen; mis viajes todavía no exceden de doscientas
leguas; jamás he pasado de 4º 36' de latitud; no conozco sino una pequeña parte
del pan cuadro; el velo apenas se levanta por un ángulo, dejando en tinieblas lo
restante. Puede ser que multiplicándose los viajes y las observaciones en nuestro
continente, se llenan los grandes vacíos, estas lagunas inmensas, que al mismo
tiempo que nos humillan, reprendan nuestra ignorancia y nos animen a trabajar.

A proporción que nos separamos del término superior hacia abajo, hallamos que
los trigos se van mejorando por grados insensibles hasta cierto punto, del cual
comienzan a degradarse en calidad hasta que el polvillo arruina absolutamente
nuestras conchas en el término inferior. Yo he haIlado con admiración que el nivel

134

de los trigos mis excelentes está casi en el centro de la zona de su cultivo, tan
distante del término superior como del inferior; y he tirado una tercera línea, que
llamo término de los mejores trigos Los trigos de la explanada de Santafé,
Tunjuelo, los de Cuarchú y Pesillo, son buenos; mejores los de Tupigachí,
Tabacundo y Cayambe, excelentes los de Chapacual y Pasto; comienzan a
deteriorarse por grados insensibles en Otavalo, Buenavista, Poblazón, Coconuco,
etc., hasta que en el vado inferior desaparecen por el sino. Es preciso convenir en
que esta ley que acabamos de establecer admite muchas modificaciones; que
influyen sobre en la humedad, la situación local del terreno, la calidad de este, su
proporción para las corrientes de aire, la abundancia o falta de lluvias y demás
meteoros, con otras muchas que pudiéramos alegar. Pero cualquiera que viaje
con el barómetro en la mano, que observe, que recoja hechos y los compare,
convendrá en que hay principios generales inalterables, que hay un plan, una
escala universal constante en la bondad de las harinas; y que, si alguna vez se
halla alterada la ley, proviene de causas parciales, locales y transitorias.

El trigo me ha merecido el mayor cuidado, aunque no he despreciado los otros


frutos que contribuyen a nuestra subsistencia. He tenido ocasiones multiplicadas
de observar toda la extensión de la zona del cultivo del trigo, y de pasar sus limites
en ambos sentidos; esto me ha puesto en estado de hablar con ml conocimientos
de la nivelación de esta planta, que de las demás que siguen.

En donde comienza a prosperar el trigo con utilidad del labrador, acaba la


vegetación del plátano (musa).

La especie que conocemos con el nombre de guineo (musa paradisiaca) es la que


más se eleva, y toca en el término inferior de la zona del trigo. En los lugares en
que vegeta el guineo con la mayor lozanía, apenas se consiguen muy medianos
los que llamamos dominicos (musa sapientum). Pero la zona de este fruto
delicioso, de este recurso inagotable del hombre dentro de los trópicos, es mucho
más extensa, y no conoce otro límite por la parte inferior que las aguas de los
mares; él se halla esparcido indistintamente en 1.112 toesas de espacio
perpendicular sobre el Atlántico y el Pacífico; su calidad se mejora en razón
inversa de la altura, y se deteriora en la directa.

Si el plátano, o el guineo, no se ve en ninguna parte al lado del trigo, la caña de


azúcar (saccharum officinarum) pasa el termino inferior del cultivo de aquél. Yo he
visto en un mismo terreno estas dos plantas útiles, y bajo de un mismo techo el
molino del trigo y el ingenio o trapiche. En Quitumba y Santiago, cerca de Ibarra,
se cultiva la caña de azúcar asociada con el trigo. El lugar más elevado en que he
hallado esta planta, origen de nuestros placeres inocentes y también de nuestros
vicios, está a 1.144 toesas sobre el mar; este es su término superior; y semejante
al plátano, extiende hasta el océano su domicilio, y se mejora y deteriora en la
misma proporción. La papa o patata. (solanum tuberosum), el dón más precioso,
según la expresión de Bomaré, que ha hecho la América al Antiguo Continente, se

135

cría en las fina grandes elevaciones del globo. A todas partes a donde el hombre
ha subido su industria, le ha seguido esta planta benéfica. Menos delicada que el
trigo, no ha temido los rigores del frió ni los hielos eternos de la Zona Tórrida, y no
conocemos hasta dónde llega su resistencia; quién sabe si, como el musgo
lichenés y demás criptógamas, producirá con utilidad y lozanía en el término
superior de la vegetación de nuestro globo bajo de la línea. Si no conocemos los
limites de la región que ama la papa con preferencia, sabemos que el inferior ni
pisa de los países medianamente templados: de 24 pulgadas barométricas hacia
abajo no se vuelve a ver esta planta preciosa, y está confinada dentro de 747
toesas sobre el mar, y el término de las nieves perpetuas entre los trópicos.

La cebada (ordeum distichu), que en los países elevados representa el papel que
el plátano en los templados y ardientes, socorriendo las necesidades del hombre,
como este tiene por abajo los limites del trigo; pero el término superior se eleva
mucho más, y como la papa, sigue al hombre a las mía grandes elevaciones.

La yuca (jatropha mannioc), fiel compañera del plátano, le sigue a todas partes,
mejorará y se deteriorará con él, y tiene los mismos limites su vegetación.

El cacao (Theobroma), el patrimonio de Guayaquil, Cúcuta y Timaná, la planta que


suministra el fondo de la bebida más deliciosa, y de que parece aún no ha
abusado el hombre, está confinado en los países ardientes y húmedos de nuestro
continente. La mayor elevación en que le he hallado es a las 25 pulgadas del
barómetro, o 475 toesas sobre el mar; este número expresa la altura de la zona a
que está reducido su cultivo, comenzando a contar desde la costa.

El más (zea maíz), el grano mía importante del nuevo mundo, y sin contradicción
más útil que el trigo y la cebada, es también la planta cuya vegetación nene limites
mía extensos. No teme el frío como el plátano y la caña de azúcar, ni el calor
como la papa; se le ve tanto al lado del trigo y la cebada en los pueblos elevados,
como al del cacao y yuca en los ardientes; en todos los lugares donde hay
hombres hay maíz. Desde Riobamba, la población mía elevada que conocemos,
hasta Cartagena y Guayaquil, en todas las temperaturas posibles, en todas las
presiones atmosféricas, nos acompaña esta planta preciosa, este recurso de
nuestras necesidades, esta fuente inagotable de composiciones deliciosas y
variadas. Sobre la costa, en donde el hombre no ha podido connaturalizar el trigo,
o mía bien en donde un enemigo poderoso no le permite habitar, produce dos
veces al año, y se eleva su caña a cinco o seis Varas; en los países templados no
se eleva tanto, y su fruto viene a los ocho meses; en los fríos y elevados apenas
sube a una vara, y aún menos, y no viene sino a los doce o trece meses. Es tan
constante esta ley, que el maíz puede muy bien indicar por aproximación el grado
de temperatura y la elevación del suelo, por el tiempo que dilata en producir y por
la altura de su caña.

136

Este objeto es vasto; un hombre solo no puede poner en él la última mano; se
necesita del auxilio de muchos, y una serie de años dilatada para que nos
podamos lisonjear de tener una nivelación completa de todos los frutos que
cultivamos. ¿Qué diremos de la nivelación de todas las plantas que produce
nuestro suelo? Estoy seguro de que pasaran muchas generaciones antes que la
Botánica pueda señalar los limites a que está confinado cada vegetal. Yo presento
este pequeño ensayo de los principales frutos que sirven para nuestra
subsistencia, como un borrón imperfecto que es preciso perfeccionar. tas alturas
que establezco como limites de la vegetación de las plantas que nombramos, no
son invariables, son solamente los resultados de mis observaciones en la corta
extensión de doscientas leguas. Cuando nuevas observaciones y nuevos viajeros
nos den m’a luces, tal vez nos veremos precisados a alterar los limites que
prescribimos. Entretanto, espero se reciban estos pequeños trabajos con bondad y
como el fruto de la aplicación de un hombre que ama a las ciencias y a su Patria.

Quito, abril de 1803

Tabla

De las alturas del barómetro en los principales puntos de esta nivelación, con el
número de toesas que cada uno de ellos está bajo o sobre el nivel de Quito; el
signo + indica que el lugar excede de elevación a esta ciudad y el - lo contrario.

_______

(1) Esta Memoria se publicó en 1896 en los Anales de Ingeniería, y hasta


entonces parece que estaba inédita; fue luego reproducida en la Revista de la los
Instrucción Pública en 1897. Se halla manuscrita en la Biblioteca Nacional. (E.P.).

(2) La falta de la lámina está suplida en gran parte por la tabla de alturas
barométricas y en toesas de los principales puntos de la nivelación, que se
encuentra al fin de esta Memoria. (Nota de los Anales de Ingeniería).

(3) Sea:

(a) La altura del mercurio en Quito.

(b) La altura del mercurio en un punto cualquiera con (+ ) más, o con (-)
menos, según sea mayor o menor que la de Quito.

(d) La diferencia.

(x) Número de toesas de más o menos, sobre o bajo Quito.

137

Log.a-log.b=d;o bien long.b-long.a=d; d - = x toesas 03.

Ejemplo:

Altura del mercurio en Chinguiltina = 247,31; long. 2.3932

Altura del mercurio en Quito 2431; long. 2.3856

Diferencia, toesas 76 = 2 toesas 3.2 pies 30.

76 t. - 2 t. 3.2 p = 73 toesas 2.8 pies. Chinguiltina bajo el nivel de Quito.

Tabla De las alturas del barómetro en los principales puntos de esta


nivelación.
OBSERVACIONES Y NOTAS DEL CORONEL
ACOSTA A LA GEOGRAFIA DE LAS PLANTAS DE
HUMBOLDT
En 1817 publicó el barón de Humboldt como complemento de su geografía de las
plantas un tomo en latín con este título: De distributione geographica plantarum,

138

secundum coeli temperiem et altitudinem montium, dedicada al célebre Wolfio. Por
invitación del autor, he hecho los extractos que siguen en lo que toca a las
regiones equinocciales, los cuales servirán al lector para modificar y adicionar
muchos hechos relativos a la botánica que se han consignado en las anteriores
páginas. J. Acosta.

(1) De las 5.500 especies de plantas fanerógamas halladas en América por el


barón de Humboldt, las 3.000 eran enteramente nuevas y desconocidas y los
botánicos antes de su viaje, entre ellas algunas de sumo interés para la
humanidad. Tales son, por ejemplo, el árbol de las orillas del Orinoco llamado por
los naturales Cuspare, del cual se saca la verdadera corteza de angostura, que se
atribuía antes a una planta de la familia de las magnoliáceas o de las brucias;
la bignonia chica que produce un hermoso color encarnado; la wintera
granatense, que se confundía con la wintera aromática; la mikania guaco, célebre
por su virtud para curar las mordeduras de serpientes; la psychotria emética que
es la verdadera hipecacuana de la Nueva Granada. Comparada la copia de
plantas producidas en el mismo espacio es decir en cierta unidad de área, en el
ecuador o latitud 0° en 45° lat. y en 68° lat. corresponde a los números siguientes;
12, 4, 1.
Las temperaturas medias anuales respectivas de estas regiones son: 27,5° 13°
0,2°
La temperatura media del estío en las mismas: 28 21 12.
(2) La lista siguiente de plantas sociales, y de plantas que crecen esparcidas,
servirá de complemento a la enumeración hecha en la geografía botánica de 1805.
En la zona templada del Antiguo Continente

Plantas sociales:

Daphne mezereum Vaccinium myrtillus

Lychnis dioica Polytrichum commune

Poligonum avivulare Poa annua

Colchicum autumnale Hypnum scherberi

Erica vulgaris Juncus bufonius

Sphagnum palustre Agaricus fascicularis

Pinus silvestris Clavaria coralloides

Dicranum glaucum

139

Plantas dispersas:

Weissia paludosa Anthericum litiago

Thascum piliferum Licospedon tisselatum

Gentiana ciliata Turtis glabra

Agaricus imperialis Clavario nivea

Al nivel del mar, en la zona tórrida del Nuevo mundo, no se ven otras plantas
sociales sino el rhizophore mangle, el sesuvium portulacastrum, el croton
argenteum, y bambusam guaduam; más, en las alturas de los Andes, sobre los
1.800 metros, se hallan la escallonia myrtilloides, el brathim juniperinam y muchas
especies de molinas. Varias especies de musgos comunes en Europa viven
también en aquellas alturas, tajes son el funarium bygrometricum, bryum
serpyllifolium, el bryum cespititum, el sphagnum palustre, el dicranum glaucum,
neckeran viticulosum.

(3) Desde el ecuador huta los 100 de latitud boreal y austral, se divide siempre el
país en tres regiones:

1a. La tierra caliente, que comprende desde el nivel del mar hasta la altura de
cerca de 600 metros. Clima ardiente, vegetación vigorosa, la tierra revestida de
eterna juventud, las hojas caen y se renuevan sin cesar, y los árboles aparecen
cubiertos del mas lustroso y abundante follaje; pero se echan de menos los prados
floridos entapizados de verdes y tiernas yerbas que forman el principal adorno de
la Europa boreal. La temperatura media del año, desde 230 a 300. Citase como
ejemplo, en el litoral del mar de las Antillas, Cartagena (Sereno coelo, arenoso,
aprico et sitiente solo).

En el litoral del océano Pacífico, entre 80 y 130 de latitud austral, en la misma


región se observan frecuentes, lejanos y silenciosos relámpagos, la tierra tiembla
a menudo. La mitad del año el cielo permanece cubierto de un velo, no llueve
jamás, pero un rocío abundante humedece y alimenta las plantas.

Esta es la región de las palmeras y de las musáceas, la cual se extiende hasta los
1.000 metros de altura.

Lista de las plantas que crecen espontáneamente


en la tierra caliente
Cocos nucifera Heliotropium procumbens

140

Maurita flexuosa Galium pauciflorum

Machaonia acuminata Podaliria carinata

Musa Ypomoea quamocht

Nonatelia grandiflora Bouhania cumanensis

Carica Spathodea orinocensis

Avicennia nitida Tribulus maximus

Heliconia Craniolaria annua.

Peperonia peltoidea Theofrasta plumeria

Alpinia Rhopala curvata

Caladium arboreum Microenemum candidissimum

Morea linearis Schewenkia browallioides

Pennisetum uniflorum Genipa caruto

Cecropia Salvia petiolata

solepis lnata Bertholetia excelsa

Caesalpinia Allionia violacea

Gynerium saccharoides Bonplandia trifoliata

Guayacum Ocotea lineata

Tocoyera macrophylla Inga spuria

Swietenia Micania guaco

Psychotria aturensis Mimosa tomentosa

Cedrela Bromelia karatas

Spermacoce pulchella Schrankia bamata

Lecythis Cipura graminea

141

Desmanthus lacustris Piper catalpoefolium

Cacti cerei Bougainvillia peruviana

Acacia cornígera Pothos canniformis

Jatropha gossypifolia Coccoloba ovifera

Bignonia chica Oplismeus polystachyus

Martinia perennis Cordia dentata

Jaracanda obtusifolia Thracia paspaloides

Scopari dulcis Ehretia exsucca

Matisia cordata Killingia odorata

2a. Región. La templada. De 600 a 1.300 metros; clima sano y afortunado tierra
fértil y abundantísima de aguas vivas, plantas frondosas. La temperatura del aire
es la de una primavera perpetua. Altura del barómetro de 21 a 26 p; temperatura
medía de 17° a 22° (Fioridi campi, montes sylvescentes, rivi perennes, coelum
bilaritate et loetitia plenum). Cítanse como ejemplo:

La ciudad de Caracas, situada en un valle cubierto de arboledas y de cacaotales, y


regado de aguas que llevan su curso al mar de las Antillas. El cielo nebuloso con
frecuencia, sobre todo después de ponerse el sol, en que las nubes se aproximan
a la tierra. Temperatura medía, de 20° 8; en el día de 18° a 23°; en la noche de
16° a 17°. No ve jamás el termómetro ni bajo 12° ni sobre 25° (AEstatis mira
elementia, sed in universum sereni dies rariores).

La ciudad de Cartago en la Nueva Granada, valle del Cauca. Este lugar, el de


Melgar, el de Palmira y los valles de Aragua, están dando testimonio de que una
pequeña diferencia de nivel no influye en la temperatura, cuando las tierras que no
están pobladas de bosques se levantan insensiblemente. Temperatura media de
Cartago 23° 8. Altura sobre el nivel del mar 950 metros.

La villa de Guaduas en Nueva Granada. Como en Caracas, primavera perpetua,


cielo nebuloso. Las alturas que forman este valle están coronadas de cinchonas.
Temperatura media 19°, altura sobre el nivel del mar 1.148 metros.

Ibagué, al pie de los Andes del Quindío, región que abunda en palmas disfruta de
un cielo sereno y del más delicioso clima (Nihil quietius, nihil muscosius, nihil
amoenius). Altura 1.368 metros. Temperatura media 22° 3, que sería mucho más

142

fría sin la proximidad del valle ardiente del Magdalena. En el día la temperatura
varía de 23 a 26°, y en la noche de 17 a 20°.

La ciudad de Popayán, al pie de los volcanes de Puracé y Zotará cubiertos de


nieve perpetua. Tierra templada y fertilísima fría a la sombra temperatura media,
18° 7;en el día 19° a 24°, en la noche de 17 a 18°. Altura 1.775 metros.

La tierra templada es la región de las quinas y de los helechos arbóreos hay sin
embargo algunas especies de quinas (lancifolia, ovalifolia) que trepan en la
cordillera hasta los 3.000 metros, y otras que descienden hasta los 400 metros
hacia la ribera del mar (c. oblongifolia, c. caducifolia). Los helechos arbóreos
crecen desde la altura de 585 hasta la de 1.559 metros.

Lista de las plantas que crecen en tierra templada


Helechos arbóreos: Melastomoe arboreoe:

Cyatea speciosa Turpinia laurifolia

Cyatea villosa Tournefortia caracasare

Meniscurum arborescens Cordia macrocephalae

Aspidium rostratum Anchusa leucantia

Aspidium caducum Palicora caracasare

Macronemum corymbosum Nestiria repens

Alpinia occidentalis Psychotria tetranda

Cypura martinicensis Coccocipsylum repens

Palmae: Galium caripense

Martinezia caryo taefolia Buchnera virgata

Chamoedorea gracilis Besleria quinduensis

Bactryo gachipaes Gesneria birsuta

Oreodoxa montana Algristica otoba

Kunthia montana Passiflora glauca

143

K. tuirina C. condaminea

Freziera chrysophylla C. cordifolia

Mutisia grandiflora Citrosma ambrosica

Tagete pusilla Hypericum cayanense

Killi’ngia elongata Inga caripense

K. umbellata Mimosa debilis

Dendrobium elegans Bocconia frutescens

Epidendrum antenniferum Calceolaria perfoliata

Peperomiae (585 a 1.754 m): Calceolaria carpinifolia

Elytraria fasciculata Angelonia salicaria

Chionanthus pubescens Dorstenia prunella

Justitia caripensis Petraea arborea

Justitia caracasana Petibia tenuiflora

Valeriana tomentosa Ocotea turbacensis

Valeriana veronicefolia Ocotea pichurim

Cinchona grandiflora Persea sericta

C. caduciflora Rhopala obovata

C. oblongifolia

3a. Región. El páramo (de 3.100 a 4.867 metros). Las más elevadas serranías
aparecen cubiertas de perpetua nieve; en la parte inferior algunos bosques, pero
en general terrenos escasos de vegetación, que recorren vientos secos cuya
influencia se deja sentir hasta en las llanuras.

Tierra fría (de 2.100 a 3.000 metros). Cielo con frecuencia alegre y claro, terrenos
fértiles, pero vientos impetuosos y fríos, a los cuales sin embargo resisten algunas
quinas, valles selvosos regados de aguas vivas y perennes; rocas enormes se
levantan en forma de muros, y las montañas desnudas se cubren de nieblas
ligeras. Temperatura media de 12° a 17. Ejemplos:

144

La ciudad de Pasto en la Nueva Granada, situada entre Popayán y Quito en un
valle montuoso y fertilísimo al pie del volcán que lleva su nombre y que algunas
veces se cubre de nieve; temperatura media 14° 3 Altura 2.613 metros.

La ciudad de Santa Fe de Bogotá. Altura 2.650 metros. Temperatura media 16° 2;


en el día de 14° a 19°, en la noche de 10° a 12°. Mínima 2° 5 (1).

La ciudad de Quito. Altura 2.853 metros. Temperatura media 15°; en el día de 15°
6 a 19° 3, en la noche de 9° a 11°. Nunca excede el termómetro de 22° ni baja de
6°. Clima como el mes de mayo en París.

Las plantas de las regiones frías desde los 2.144 metros hasta los 4.794 son los
robles winteras y escallonias. El Ceroxilon andicola o palma del Quindío crece
desde los 1.754 hasta los 2.826 metros.

Lista de las plantas de la tierra fría


Cinchona lancifolia Hieracium avilae

Cinchona o valifolia Castilleja integrifolia

Gunnera C. Polymnia

Duranta triacantha Ilex orbicularis

Barnadesia Erguginum humile

Cordia lanata Gesnera ulmifolia

Guettarda crispifiora Brunellia acutangula

Spermacoce virgata Befaria coarcetata

Galium ascendens Budleje polycephali

Raellia formosa B. rugosa

Tecoma sorbifolia Hemimeris elata

Rubia nitida Lomatia obliqua

Dichondria sericea Oriacallis grandiflora

Convolvulus bogotensis Basella marginata

145

Altenanthera lupulina Escallonia myrtilloides

Persea andicola Escallonia tubar

P. ferruginea Andromeda reticulata

Lysianthus Gualtheria myrtilloides

Alstraemeria torta Weinmannia latifolia

A. glaucescens Vallea stipularis

Loasa argemonoides Brunellia ovalifolia

Stemodia arenaria Lobelia androsacea

Veronica peruviana Gentiana coespitosa

Gardoquia argentea Alchemilla nivalis

Salvia elongata Alchemilla rupestris

Salvia squalens Espeletia grandiflora

Aster mutissi Befaria grandiflora

Swertia quadricornis B. aestuans

Acoena elongata Pourretia pyramidalis

Wintera grenadensis Lobelia androsacea

Ammi cicutarium Lobelia nana

Alchemilla aphanoides Valeriana artioides

Scorsonera sessiliflora Valeriana plantaginea

Quercus bogotensis Pinguinicula calyptrata

Thibaudia Calceloaria chimboracensis

Aralia palmata Calceolaria candicans

Simplocos alstonia C. ericoides

146

Sibtrorpia andicola Lithospermum pygmoeum

Plantago rigida Calceolaria fasciculata

Plantago linearis Chuquiraga insignis

Carex pichinchensis Chuquiraga microphylla

C. stehelina C. lancifolia

Dumerilia paniculata Azorella artioides

Arenaria pauciflora Ceratium densum

Gentiana cenmus Lupinus nanus

Gentiana ranunculoides Ranunculus nubigenus

Stellaria serpilifolia Astragalus geminiflorus

Nierrembergia repens (cerca de la Espeletia corymbosa


nieve)
Culcitium lidifolium
Ribes frigidum
C. reflexum
Ranunculus gussmani
C. nivale
Gentiana quitensis
Deyeuxia rigida

En las inmediaciones de las cumbres nevadas de la zona tórrida, de 0° a 10° de


latitud, abundan principalmente, entre las gramíneas, el egopodon, podosoemu,,
crypsis, deyeuxia, avena, festuca, chondrosum, dinebra; - de las compuestas, el
calcitium, espeletia, chuquiraga aster, eupatirium, baccharis; de las cariofileas,
arenaria, stellaria, cerastium lychnis, a las cuales se les juntan algunas cruciferas
(draba, lepidium, sisymbrium, endemun), algunas ombelíferas (serpitium, ammi,
lebnum, azorrella), y de las rhinandaceas (peliculares, castileja).

Más abajo en donde comienzan a hallarse los primeros áboles y arbustos, se


encuentran, de las ericineas (La escallonia, adromeda, arbutus, clettira, gaultheria,
vaccinium, befaria), de las araliáceas y guayacaneas (symplocos). También
se muestran de las rosáceas (la alchemila, potentilla, acoena); de
las ranunculceas, plantagíneas, saxifragas, valerianeas y
gencianeas, algunas especies pero menos abundantes; de las malváceas hemos
visto una solamente en el declive del Pichincha a una altura de 4.482 metros. Los
helechos son raros, no lo son tanto las lycopodeaceas, pero no se hallan
147

absolutamente, las labiadas, rubiáceas, cucurbitáceas, apocíneas y orquídeas, de
las cuales las últimas especies, así terrestres como pirásitas (epidendrum,
dendrobium, habenaria, ophrydes, neotia), apenas alcanzan más allá de la región
fría de las ericíneas. Saliendo de la zona tórrida, por los 19° 23 hacia el trópico de
cáncer, es el límite extremo dc las coníferas.

4. Temperaturas y alturas a que se cultivan algunas plantas usuales.


El theobroma cacao exige sombra y temperatura media de 23° a 29°.

Indigofera. Se cultiva con provecho cuando la temperatura de 25° a 28° a menos


biende 16 a 14°.

Musa. La variedad denominada plátano artón requiere una temperatura de 23° a


28°, pero no da frutos maduros en donde la temperatura baja a 29°, ni a una altura
superior a 974 metros, en la latitud de 0° a 10°.

La musa camburi (plátano guineo) se cultiva hasta la altura de 1.754 metros entre
los trópicos; y en la zona templada; en dondequiera que la temperatura mediante
19° a 21°.

El saccharum officinarum (caña dulce) se cultiva bien cuando la temperatura es de


23° a 28°. En la zona equinoccial, en los valles de la Nueva Granada, se Cultiva
con ventaja a una altura de 1.150 metros en las inmediaciones de la villa de
Guaduas.

Coffea arabica. A la temperatura de 18° a 27°. En las latitudes O a 10° se cultiva


con ventaja en los lugares cuya altura varía de 390 metros a 9741 y cuya
temperatura oscila de 21 a 24° y, según Caldas, hasta la altura de 2.230 metros.

Citrus. Para cultivar los limoneros al aire libre se requiere una temperatura media
anual que no baje de 17°.

Citrus vulgaris, Citrus aurantium Los naranjos requieren la misma temperatura, y


se han visto resistir a un frío de 7° 5 si dura pocas horas. Se citan en las costas
del Mediterráneo, cerca de los Alpes marítimos, naranjos tan fecundos, que uno
solo ha producido en un año 40 libras de flores, y otro de 4 a 6.000 naranjas. Los
hay de 500 años de edad.

_______

(1) Yo he visto el termómetro en Bogotá a O al aire libre, y el agua se heló algunas


noches en los últimos días de diciembre y primeros de enero de 1833. En la
llanura, el termómetro baja a 10 en las noches serenas de los meses de diciembre
y enero.-A.

148

El Olivo (olea) se cultiva en nuestro continente con utilidad entre las latitudes de
36° a 44° en dondequiera que la temperatura media del año varia de 19° a 14° 5,
con tal que la temperatura del invierno no baje de 5° 5, y la del estío no pase de 22
a 23°. En el Nuevo Continente el calor está distribuido de tal modo que aquellas
regiones que disfrutan de una temperatura media anual de 14°, tienen una
temperatura media de invierno de 30, y el termómetro suele bajar a 0° 5; por tanto
es imposible que los olivos medren.

Las castañas comestibles (castanea vesca) exigen una temperatura media anual
de 9° 3; y, bajo el paralelo de 46° latitud, se producen en Suiza hasta la altura de
780 metros.

Vitis. La viña en Europa, entre las latitudes de 36° a 48°, produce vino potable y de
buena calidad en dondequiera que la temperatura media del año varía de 10° a
17°, y aun a 8° 7, con tal que la temperatura del invierno no baje de 1°, y la del
estío no exceda de 19° a 20°. Tales climas se hallan en la porción occidental de
nuestro continente, en lugares planos hasta el paralelo de 50°, pero en América
sólo hasta los 40°, porque en el Nuevo Continente luego que la temperatura media
del año baja a 9°, la temperatura media del invierno no sube de 1° 5'.

Cerelia. Las cereales (trigo, centeno cebada avena), se cultivan con provecho, aun
cuando el termómetro baja a 2° con tal que la temperatura media del estío sea de
11° a 12°. En el Nuevo Mundo entre las latitudes de 0° a 10° comienzan a
cultivarse las cereales, a la altura en que en la zona templada (latitud 42° a 46°)
dejan de producirse. Sin embargo, por causas que no son bien conocidas, en la
Victoria, cerca de Caracas, se cultiva el trigo con utilidad a una altura de 526
metros; y lo que es todavía más singular en la isla de Cuba, latitud 23°, hay
campos sembrados de trigo en un llano cerca de las Cuatro Villas, casi al nivel del
mar.

(5) Antes que Caldas el barón de Humboldt había hallado la flor de la bambusa
guadua, una vez en la orilla del Casiquiare, y otra cerca del Muerto, en el valle del
Cauca. Ni Mutis, que había recorrido tantos guaduales (nombres que los indígenas
dan a los lugares pantanosos cubiertos de bambusas) en el Nuevo Reino de
Granada, ni Ruiz y Pavón en sus viajes botánicos en el Perú, lograron ver la flor
de la guadua ni su fruto que se presenta rarísimamente en América, En las Indias
orientales, por el contrario, es tanta la abundancia de flores que producen estas
gramíneas gigantescas que, según Buchanan, los indígenas del Reino de Misore,
llamados Malasgros, se alimentan con las semillas de guadua mezcladas con miel.
Aquellos habitantes suponen que las guaduas no dan flor ni fruto hasta los 15
años de nacidas, y que luego mueren. Ellos distinguen dos especies de
bambusas, unas que tienen la caña hueca y que crecen en los lugares húmedos y
a las cuales llaman doela, y otras que se producen en los lugares secos y áridos y
que tienen la caña casi sólida a las cuales llaman chiltro. El barón de Humboldt
reconoció desde la primera inspección de la espiga de la guadua en 1801, que la

149

descripción del género se había hecho mal, y así la delineó en el mismo lugar y la
describió. Su descripción está de acuerdo con la que antes hemos copiado de
Caldas.

No son, dice el autor, tan comunes como generalmente se cree, las guaduas en la
región húmeda del Nuevo Continente. Si se exceptúan los valles que median entre
Cumanacoa y San Fernando, las guaduas son raras en Venezuela, en Guayana, y
no se encuentran absolutamente en las orillas del Apure, que riega la provincia de
Barinas ni en las de Río-Negro. De las observaciones de los dos viajeros
Humboldt y Bonpland, resulta que estas plantas son más abundantes en la parte
occidental de los Andes, particularmente en los lugares planos y calientes de la
Nueva Granada como por ejemplo, entre Turbaco y Mahates y aun en valles más
elevados en el declive occidental de los de Guaduas y de Villeta; en la misma
situación en los Andes del Quindío a la calda a Cartago desde Buenavista y la
Balsa hasta el río de Piedra de Moler en las orillas del Cauca desde Buga; y
últimamente en el declive occidental del Pichincha, por Mindo, hacia Esmeraldas y
las costas del Océano Pacífico.

Hállanse las guaduas desde los lugares más bajos hasta la altura de 1.676
metros; y lo que parecerá singular es que las guaduas que crecen en las alturas
contienen más agua en sus tubos que las que crecen en lugares bajos y húmedos.
En los parajes altos, entre 1.169 y 1.754 metros aparecen estas plantas dispersas
por grupos, mientras que en las regiones llanas ocupan extensos terrenos
exclusivamente, de manera que bien puede decirse que la tribu de las bambusas
pertenece a las plantas sociales.

El agua que se saca de los cañutos de las guaduas tiene un ligero sabor salino
que no es desagradable. Los indígenas aseguran que este líquido es diurético. No
se halla la miel de bambusas en el Nuevo Mundo, pero si se ha hallado en Quito el
verdadero tabaxis, muy poco diferente del de las Indias orientales, que los
naturales llaman manteca de guaduas y que, analizado por Mr. Vauquelin, produjo
0.70 de sílice, 0.30 de potasa, cal y agua. Se conocen las siguientes especies de
barbusas. B. arundinaceastricta de Roxb. B. verticillata de Willdenov. B. latifolia y
guadua bonplandia.

(6) Palmeras. Estos hermosos vegetales viven entre los trópicos en los lugares
planos, y aun se producen en las alturas hasta 974 metros, siempre que la
temperatura media anual sea de 19° a 28°. Ciertas especies aunque pocas se
hallan en los Andes hasta una altura de 2.533 metros: tales son
la oredoxa fringida y el ceroxylon andicola. Fuera de los trópicos hay también
palmeras que crecen en lugares en donde la temperatura media no excede de 16°
a 17° y en donde la tierra suele cubrirse de nieve por muchos días, tales son
el phoenix dactilifera, chamerops humilis, chamerops palmetto y areca Novoe
Zelandioe.

150

En tiempo de Lineo no se conocían sino 15 especies de palmeras, a las cuales
Ruiz y Pavón añadieron ocho, WiIldenow y Bredemeyen seis, y veinte Humboldt.
El catálogo siguiente fue trabajado por Kunth, según los mejores escritos de
botánica.

Palmeras de hojas en forma de plumas


Palmae frondibus Sagus ruffia

Genoma pinnatifrons Mattineziai nterrupta

Genoma simplicifrons Sagus rumphi

Calamus rotang Martinezia ensiformis

Credoxa acuminata Sagus venifera

Calamus verus Martinezia linaeris

Credoxa praemorsa Phoenix dactilifera

Calamus draco Martinezia lanceolata

Credoxa sancona Phoenix reclinata

Calamus Níger Martinezia caryotaefolia

Credoxa frigida Phoenix farinifera

Calamus viminalis Nunnezharia fragans

Credoxa regia Phoenix elata silvestris

Calamus rudentum Areca catechu

Aiphanes aculeata Cocos nucifera

Calamus equestris Areca lutescens

Airphanes praga Cocos chilensis

Calamus secundiflorus Areca humilis

Martinezia ciliata Cocos butyracea

151

Areca spicata Caryota horrida

Cocos aculeata Elais occidentails

Areca glandiformis Scaforthia elegans

Cocos fusiformis Nipa fructificans

Areca oleracea Ceroxylon andicola

Cocos crispa Chamaedorea gracilis

Areca globulifera Ceroxylon deltoideum

Bactris minor Triarton deltoidea de la flora peruana

Areca alba Juboea spectabilis

Bactris major Attela amygdalina

Areca rubra Mancaría saccifera

Bactris gasipaes Alfonsia oleifera

Breca crinita Lodoicea sechellarum

Kunthia montana Areng saccharifera (sagurus)

Caryota urens Cocos maldivica de willdenow

Elais guinensis Plychosperma gracilis

Palmeras de hojas en forma de abanico


Palmae frodibus Hyphana crinita

Latania rubra flabelliformibus Corypha rotundifolia

Latania borbonica Chamaerops palmetto

Borassus flabelliformis Corypha australis

Corypha umbraculifera Chamaerops serrulata

152

Corypha miraguama Mauritia flexuosa

Chamaerops bumilis Corypha pamos

Corypha marítima Mauritia acculeata

Chamaerops cochinchimensis Licuala spinosa

Corypha nana Rhapis flabelliformis

Chamaeropas mocini Levistonia inermis

Corypha tectorum Rhapis acaulis

Thanax parviflora Levistonia humilis

Corypha dulcis Rhapis arundinacea

Además de las palmeras que pudo reconocer y describir el barón de Humboldt por
haber observado sus flores o frutos, recomienda a la atención de los futuros
viajeros las siguientes, cuyas flores no logró ver.

1o. De hojas aplumadas (penniformibus de Decandolle): Seje, llamada en lengua


tamanaque guanamarí la de fruto mayor, y chima la de fruto más pequeño. La que
llaman puperra en Maypures, célebre en el Orinoco por dar ocho mil y más frutos
en un solo racimo. La halló Mr. Humboldt en su viaje al Orinoco, cerca de las
cataratas, alta de 60 a 70 pies, en las orillas del Atabapo y entre Javita y el caño
Pimichín. Mutis la describe como Cocos butyracea, la cree Mr. de Humboldt
diversa, y duda si será una nueva especie de cocos, y si será diferente de la
palma repí, o piperí de Maypures.

Pirijao. Phiguano, de frutos pomeiformes, rojos cuando están maduros. Se comen


cocidos o asados, como los plátanos y las papas, y constituyen un alimento
harinoso y muy sano. Viola nuestro viajero cultivada en las márgenes del Orinoco
y Atabapo. iSerá género nuevo?

Palma Macon en Maypures.

Jagua vinifera. ¿Será alguna especie del cocos? Manaca de los Maravitanos. La
halló en las orillas del Guainía. Los españoles la llaman palmiche de Río-Negro.

Cucurito, chiripe, Guari en las orillas del Tuamini.

Piritu, jorope tirita timití, macanilla de Caripe o cuesco, corozo de Caripe, lrasú.

153

2o. De hojas en forma de palmas (palmiformis de Decandolle). Palma amarga del
río Sinú, tronco sin espinas, hojas anchas en forma de abanico. Es común en el
Sapote y en el Sinu.

En el Chocó tres palmeras de especies probablemente nuevas a saber el


chontaduro, cuyos frutos suculentos se comen, cuyo tronco esta erizado de púas.
¿Será acaso la Martnezia ciliata de Ruiz y Pavón, o de las bactrides, B.
gassipaes? La palma de mil pesos, que produce aceite; oleifera, taparo. El
cocosigniare, o la palma del nol’. Kytel macrocarpo, y el murrapo, que crece en las
inmediaciones de Salazar de las Palmas (véase la elegante descripción de la
provincia de Pamplona por D. Joaquín Camacho (Humboldt).

La Palma de seda celebrada entre los Andaquíes crece en las orillas de los
caudalosos Putumayo y Caquetá: tiene drupa fibrosa; pero la materia semejante a
la seda la extraen los indios de los pecíolos de las hojas.

Como se ve, existen en América conocidas hasta hoy (abril 1816) por lo menos 87
especies de palmeras, y en el Viejo Continente 50 es decir 137 especies por junto.
¡Y si consideramos el aspecto y porte de las palmas, cuántas variedades y
diferencias entre ellas! Las unas de tronco hueco como canas: tales son la kunthia
montana, aiphanes praga y oreodoxa frigida; otras, es decir la mayor parte, de astil
firme y sólido, en ciertas especies de forma de trípode. Hállanse palmeras
asociadas por grupos como la mauritia flexuosa, el chamerops humilis, o
dispersas como la attalea amygdalina; de humilde tallo o de enorme altura, que a
veces llega a 160 y aun 180 pies. Ciertas especies como el corypha tectroum,
alfonsia oleifera, habitan entre los trópicos, en lugares planos o en el declive de las
cerranías, hasta la altura de 574 metros; otras trepan casi a los límites de la nieve
permanente. La kunthia montana es una palmera que debe clasificarse entre las
plantas alpinas o subalpinas, puesto que sube desde los 500 hasta cerca de 2.000
metros de altura, y más allá en la región de la cinchona cordifolia. La he visto en
Hato Viejo, San Pablo y Chiuuanquer, provincia de los pastos. La oreodoxa
frigida, de 1.900 metros hasta cerca de 3.000, en los Andes del Quindío, mezclada
con el juglandi y el podocarpo. El ceroxylon andicola, desde 1.800 a 2.900 metros
en las faldas del Tolima, en el río San Juan, etc., asociada al oreodoxa frigida y a
las encinas granadinas. Estas palmeras sufren el frío casi continuo de 6° a 8°, y
las he hallado en el declive oriental, cerca del pan del Machin y en el Alto de
Sepulturas, en el Gallego, y rara vez en el declive occidental de la cordillera. Las
hay hasta el Inciensal a 2.417 metros de altura, (2) pero no en el Páramo de
Quindío a 2.923 metros (debe decir 3.360 metros). Estas palmeras crecen en
aquellas regiones elevadas asociadas a las escallonias myrtilloides, y a
las Thihaudeas. Los ínclitos botánicos y laboriosos naturalistas (palabras de Mr.
H.) Francisco José de Caldas y Jorge Tadeo Lozano, observaron en los Andes de
Guanacas cerca de la nieve perpetua otras tres palmas. En el curso del viaje
desde la cordillera litoral de Venezuela hasta las vertientes del Amazonas, halló

154

Humboldt las palmeras floreciendo en los meses de enero y febrero, pero también
florecen en otros meses.

Serían largos de enumerar todos los usos a que se aplican las palmeras. Ellas dan
vino, aceite, cera, harina, azúcar, sal, alimento, casa, vestido y reparo al hombre.
Y si las palmeras exceden por la belleza de la forma, la elegancia y altura del
tronco a las demás plantas, también las dejan muy atrás por lo que toca a la
abundancia de sus frutos y flores; y esto, no solamente en las palmeras cultivadas,
sino también en las que viven en el fondo de las más agrestes selvas, lejos de
toda humana habitación. Es tanta la copia de sus frutos, que se amontonan,
cayendo al pie del árbol, hasta tres pies de altura. Esto acontece en la alfonsia,
cocos butyracea, seje pichiguao y mauritia. Según Kemper, en una sola espata del
fénix dactilifera suelen producirse más de 1.200 flores masculinas, y este número
es mayor todavía en la alfonsia amigdalina. Contando escrupulosamente el
número de flores en cada una de las 112 o 120 piezas que tiene cada espata de
la alfonsia, halló Humboldt 1.800 flores masculinas, es decir 207.000 flores en
cada racimo, y en toda la palmera, que da dos o tres racimos, más de 600.000
flores. La palma seje del Orinoco da en cada racimo 8.000 frutos; y aunque es
cierto que muchos no maduran, es dicho común entre los religiosos misioneros de
San Francisco que viven en las orillas del Orinoco y del Guainía, que cuando
fructifican las palmas de Pichiguao, los indios engordan.

7o. Orquídeas. Esta familia, que comprende 700 especies, es muy dilatada en
América, en la cual se conocen 244. De estas, 61 fueron halladas en el viaje de
MMr. de Humboldt y Bonpland. En Europa apenas hay 70 a 80.

Aunque en la zona tórrida de uno y otro continente desde el nivel del mar hasta
una altura de 3.500 a 3.700 metros, abundan las orquídeas; sin embargo, puede
decirse que, así en el número de las especies como en la hermosura, brillo y
fragancia de sus flores, en la lozanía de su follaje y viveza del colorido, no hay
región que pueda competir con los Andes Mejicanos, Granadinos, Quiteños y
Peruanos. Prosperan las orquídeas principalmente a la sombra, en parajes
húmedos y resguardados de los vientos, en donde pueden respirar un aire suave y
tranquilo, a la temperatura media de 17 a 190, y a una altura de 1.559 a 2.143
metros.

En las regiones equinocciales son casi desconocidas las orquídeas cuyo


labio (labellum) lleva en su base espolón (labellis calcaratis); porque esta familia
tiene con pocas excepciones sus formas peculiares en cada región. En el
hemisferio boreal los orquzs habenaria, cipripeda, serapias, ophis, epipactus, etc.

En el ecuador las orquídeas son por lo general de la tribu de los epidendrum, y se


distinguen de las orquídeas de la zona templada, en que aquéllas crecen reunidas
y son parásitas, las otras esparcidas y en la tierra. Pocas especies semejantes a
las de la zona templada boreal se hallan entre los trópicos, tales son el ophris,

155

habenaria, atenstenia, las cuales no solamente se encuentran en la cumbre de las
serranías, sino también en los lugares llanos. Son comunes a la zona templada de
uno y otro continente cuatro especies únicamente de orquídeas: a saber,
el salyrum viride, orchis byperborea, neotia repens, neotia fortilis.

La mayor parte de las orquídeas de la zona tórrida contienen una sustancia


blanca, harinosa, que se acumula las más veces en los bulbos de la raíz, estos
mismos suelen encerrar un líquido viscoso que se usa para pegar (pleuro,
thallidea, sagittifera).

Generalmente hablando, puede asegurarse que las plantas monocotiledones


contienen fécula, o en sus semillas y frutos, como las gramíneas, musas no
maduras, palmera pichiguao; o en sus troncos (palmeras sagus, mauritia); o en
sus raíces (aroideas orquídeas, maranta indica, liliáceas, dioscorídeas). Se halla
además en los vegetales monocotiledones el azúcar que circula en los jugos de
las gramíneas, agaves palmeras y frutos maduros de las musas. Nada de extraño
tiene la coincidencia de estos dos principios el azúcar y la fécula en las mismas
partes de la planta si se atiende a su composición elemental, que es tan
semejante. Todos saben que la cebada se endulza al germinar y es común la
transformación de la fécula en azúcar la cual había sido prevista desde los
tiempos más remotos cuando vivían Próspero Alpino, Abd-Allatif etc.

En las cereales el gluten acompaña a la fécula, y a esta asociación se debe la


fabricación del pan, principal alimento del género humano. El líquido glutinoso que
la naturaleza ha depositado en los bulbos de algunas orquídeas, difiere del
verdadero gluten de las cereales.

El aroma que excita los nervios se encuentra en las flores de muchas plantas
monocotiledones, como los lirios narcisos, etc.; en los frutos de otras, como la
vainilla y el cardamomo; en los estigmas de algunas, como el azafrán; en las
raíces de otras, singularmente en toda la tribu de las peperomias.

Pero los jugos ácidos y amargos, las resinas el alcanfor, los venenos, el caucho y
la leche vegetal no se hallan o son extremadamente raras en los monocotiledones.
Sólo las colchicáceas y algunas especies de amarilídeas son venenosas, y el jugo
de la palma kunthia es antídoto. La cebolla albarrama y las esmiláceas contienen
un principio amargo, y el alces, goma resma.

Existe un principio astringente aunque no bien conocido en la dracona y en el


agave (llamado cocuiza en Caracas), con cuyo jugo se curan las llagas.

El aceite es tan común, que se cultivan las palmeras entre los trópicos para
extraerlo como acá los olivos.

156

Decandolle hizo con mucha perspicacia la observación que los monocotiledones
cuyos pasos de circulación están dispersos en todo el tronco, carecen de todas
aquellas sustancias que la naturaleza depositó en la corteza de los dicotiledones.
Las experiencias posteriores han confirmado esta observación.

Fin de las notas a la Geografía de las Plantas

_______

(2) Aquí parece que hay una equivocación, pues sólo el alto de Sepulturas tiene ya
de elevación 2.627 metros. La altura del Inciensal debe ser de 3.000 metros, o
muy cerca.-A.

157

LA FILOSOFIA DE ALEJANDRO DE HUMBOLDT
POR:

ADOLF MEYER.ABICH

Existen en América ocho ciudades, tres distritos, un golfo y una corriente de mar,
un río, dos cumbres, una montaña y cuatro parques naturales, que llevan el
nombre de Humboldt. Antes y después de él, ha habido muchos excelentes
exploradores e investigadores científicos del Nuevo Mundo, y sin embargo
ninguno de ellos ha sido considerado digno de este singular aprecio. ¿Cuál es la
razón de que únicamente en Alejandro de Humboldt recayese distinción tan
extraordinaria? Considero que han concurrido tres motivos diferentes para
atribuirle su posición sobresaliente en la historia cultural y espiritual de las
Américas. En primer lugar, el encanto que se desprende de su distinguida y noble
personalidad, suma de auténtica aristocracia y universal sabiduría que raras veces
se ha dado en la historia de las ciencias. En segundo lugar, el haberse realizado
en Humboldt una vez más lo que se llama "una hora astral" de la historia, es decir,
la aparición del hombre del momento en su correspondiente coyuntura histórica,
"al cumplirse el tiempo", como dice la Biblia. Humboldt llegó a América en el
preciso instante en que este nuevo mundo se abría para ser investigado
científicamente, y así vino a ser "el segundo descubridor", no sólo de Cuba (1) ,
sino de toda la América equinoccial. Sin embargo, estos dos motivos no son
suficientes para explicar el alto prestigio de Humboldt. Más importante para
justificarlo me parece el hecho, único en nuestro campo de estudios, de que sus
investigaciones científicas estuvieran siempre presididas por una filosofía cósmica
del globo terrestre. Conocer esta filosofía de Humboldt significa, por consiguiente,
un mejor entendimiento de toda su obra científica en la América tropical.

Si podemos resolver problemas científicos bajo la dirección de ideas filosóficas


universales que satisfacen nuestros supremos ideales de conocimiento,
obtendremos resultados bien fundados y sistemáticamente demostrados. Ciencia
sin filosofía no es nada más que emprimo crudo sin supremo valor científico. Un
buen ejemplo de lo dicho nos lo da la geografía misma, que antes de Humboldt no
era más que una colección de datos sobre hechos más o menos curiosos e
interesantes sin ninguna columna vertebral lógica, sin la más mínima calificación
axiomática de sus problemas. La geografía científica moderna empieza con las
famosas monografías de Humboldt sobre México y Cuba. Aquí encontramos por
primera vez una sistematización bien considerada de los problemas geográficos
llevada a cabo por una congenial filosofía geográfica.

Esta idea de una filosofía geográfica acompañó a Humboldt a lo largo de toda su


vida y se realizó en cada una de sus numerosas y tan diversas obras científicas.
Cuando sólo contaba veintisiete años, más de dos antes de emprender su gran

158

viaje americano, definió el fin supremo de su actividad científica en una carta
dirigida a su amigo Pictet, diciendo: "Je concus l'idée d'une physique du monde"; y
también antes de partir hacia América, en una carta de despedida, escrita en 1799
desde Madrid a su amigo, el barón de Mol’, caracterizaba su "física del mundo"
con las siguientes palabras: "Voy a considerar siempre la correlación e interacción
de las fuerzas, la influencia de la creación no viva en el mundo animal y vegetal;
en esta armonía se fijarán para siempre mis ojos." Lo que él entendía por esta
"física del mundo", fue puntualizándolo durante su larga vida, a través de sus
sucesivas obras. Humboldt regresó en 1804 y pocos años después (1808) decía
en "Aspectos de la Naturaleza" ("Ansichten der Natur"), su primer libro basado
totalmente en las maravillosas experiencias del viaje, que alcanzó diferentes
ediciones en vida del autor y fue siempre su obra predilecta: "Síntesis de la
Naturaleza como totalidad, demostración de la acción mutua de sus fuerzas, ... de
eso se trata aquí". Y al final de su vida activa, en "El libro de mi vida", que no
casualmente apareció bajo el título filosófico de "Cosmos" (1845 - 62, en seis
tomos), señaló como su siempre perseguido fin supremo: "El principio básico de
esta obra comprende la tendencia a entender todos los fenómenos del universo
como un entero, una totalidad". En tal sentido nos presenta el "Cosmos" "la
consideración cognoscitiva de los fenómenos empíricos como una totalidad de la
Naturaleza". No cabe duda, pues, que se trata de una filosofía cósmica dedicada
en particular a una geografía universal nueva, que presidió durante toda su vida la
actividad creadora de Humboldt inspirando cada una de sus obras científicas,
desde el gran viaje americano del joven investigador hasta el olímpico Cosmos de
la madura y noble ancianidad del sabio.

***

Consideremos primeramente con más detención las ideas básicas de la filosofía


geográfica de Humboldt. En la búsqueda de ellas habrá que distinguir entre las
ideas filosóficas de carácter general, no originales de nuestro sabio, y las
aplicaciones que de ellas hizo en el campo de la geografía vegetal, que
representan su verdadera propiedad espiritual.

Aun cuando Humboldt demostró siempre la mejor aptitud para el manejo de los
conceptos filosóficos, nunca pretendió ser propiamente un filósofo creador. Los
conceptos subrayados más arriba en nuestras citas revelan los orígenes de su
pensamiento filosófico general. Hablar de "armonía", de "totalidad" o de un
"entero" denota siempre en la historia de la filosofía una filiación platónica y
aristotélica. Humboldt, como todos sus contemporáneos de la gran era
cosmopolita de Goethe, fue un humanista erudito en la literatura clásica de la alta
antigüedad. Muchas citas de los "Aspectos de la Naturaleza" y todos los capítulos
del "Cosmos" particularmente la famosa exposición sobre la historia de las
ciencias naturales y geográficas lo demuestran claramente. Sin embargo, a pesar
de que Humboldt conocía bien los diálogos de Platón y los ensayos de Aristóteles
y de los demás filósofos antiguos, su platonismo y su aristotelismo se nos
159

presentan en la síntesis moderna efectuada por Schelling, maestro en filosofía no
sólo de Goethe y de Humboldt sino de muchos otros naturalistas contemporáneos
como Carus, Oken, von Baer, Juan Mueller, Oerstedt, Ritter etc. Veamos, pues, la
forma en la cual la filosofía de la Naturaleza de Schelling aparece en la filosofía
geográfica de Humboldt.

Escrito precisamente en el mismo año que la antes citada carta a su amigo Pictet,
tenernos un magnífico ensayo filosófico de Humboldt, el único de esta índole que
publicó: "Der Rhodische Genius" ("El Genio de Rodas"). Apareció por primera vez
en el periódico poético "Die Horen" ("Las Horas") editado por Schiller, y por esta
razón tiene más bien la forma de una alegoría poética que de un ensayo
metafísico. Algunos biógrafos han opinado que la filosofía del "Genio de Rodas" es
vitalista y que, por ello, sólo podía ser característica del joven Humboldt, pues
nuestro sabio, en su madurez, profesó el mecanicismo. Pero tal opinión no
corresponde a la verdad. Si Humboldt en su edad madura hubiese sido
mecanicista, no tendría explicación el hecho de que, precisamente a los cincuenta
y siete años, incluyese el "Genio de Rodas" en la segunda edición de su libro
predilecto, los "Aspectos de la Naturaleza", y mantuviese dicho texto en todas las
ediciones posteriores. Esta circunstancia prueba necesariamente que la filosofía
expuesta en el "Genio de Rodas" fue profesada por Humboldt durante toda su
vida; y ello es cierto porque, como veremos seguidamente, Humboldt no fue nunca
ni vitalista ni mecanicista, sino, como sus amigos Schelling y Goethe, lo que hoy,
con Smuts, denominamos holista.

Ahora bien; si queremos comprender mejor la verdadera filosofía de Humboldt y,


con ella, la totalidad de su obra exploradora y científica, tenemos que conocer
primero la idea básica del Holismo. El problema fundamental cuya solución
metafísica buscan el vitalismo, el mecanismo y el holismo, comprende la relación
mutua de la naturaleza viva con la no viva o, como dice Schelling, con la anórgica.
Cada una de estas tres filosofías de la Naturaleza nos da una solución muy
fundada y distinta de muestro problema, aun cuando, como ocurre siempre en
materia filosófica, ninguna de ellas puede proveemos de la verdad absoluta. Cada
uno de nuestros sistemas metafísicos tiene su razón de ser dentro de las
totalidades históricas del conocimiento filosófico. A los profanos no les agrada este
carácter "complementario" del conocimiento metafísico, y exigen de la filosofía
soluciones únicas y definitivas como las que, con razón, esperan de las ciencias
exactas y matemáticas. Pero ésta es una exigencia injusta. Todas las ciencias
especiales tratan de realidades bien distintas y muy particulares, la física - por
ejemplo - de la gravitación o la fisiología de la respiración, y son por eso capaces
de proporcionar soluciones definitivas, al menos para ciertas épocas, de sus
respectivos problemas. Pero la filosofía trata siempre y exclusivamente de
realidades totales o "absolutas" de lo físico, de lo orgánico y de lo psíquico y por
ello sólo puede dar soluciones complementarias para cada uno de sus problemas.
Estas soluciones de problemas metafísicos las denominamos, desde Platón,
"ideas" e ideologías. A partir de Fichte, Schelling y Hegel, la "complementariedad"
160

de las ideologías metafísicas se presenta en una triada de ideas, en la famosa
operación dialéctica que comprende "tesis", "antítesis" y "sintesis". Pues bien,
respecto al problema filosófico de las relaciones mutuas entre lo físico y lo
orgánico, la idea mecanicista representa la tesis, la vitalista la antítesis y la holista
la síntesis. El concepto de la "complementariedad" que aquí se introduce en la
filosofía es idéntico al principio de la complementariedad que Bohr y Heisenberg
han establecido en la física actual de los cuantos para definir la
complementariedad de onda y corpúsculo.

Volviendo a la filosofía de la Naturaleza de Humboldt, subrayemos una vez más


que éste, como su amigo Goethe y muchos otros cientistas contemporáneos, es
un representante sobresaliente del holismo de Schelling. En el mencionado "Genio
de Rodas" resuelve Humboldt el problema metafísico de las relaciones que existen
entre las realidades totales físicas y orgánicas en las siguientes frases:

"En la materia inorgánica hay una calma perezosa; por lo menos mientras existe
afinidad química y ninguna tercera substancia entra para unirse con las anteriores,
no se produce la más mínima perturbación. Y aun en el caso de que tal
perturbación se produzca, renace pronto la calma infértil . . . Pero completamente
distinta es la mezcla de iguales substancias dentro del cuerpo vegetal y animal.
Aquí domina siempre la fuerza vital; ella no hace caso de la democrática amistad y
hostilidad de los átomos; ella reúne constantemente substancias que en la
Naturaleza no viva eternamente se rehuyen y separa lo que en ésta
perpetuamente se busca."

Del uso de la expresión "fuerza vital" en esta cita deriva la tesis del joven
Humboldt como representante del vitalismo. Es verdad que el Humboldt maduro
dijo que tal vez no fuera necesario "atribuir a una fuerza propia algo que acaso se
produce exclusivamente por la interacción y colaboración mutua de fuerzas
materiales, que, en particular, son ya bien conocidas desde hace tiempo".

Ciertos biógrafos de Humboldt han creído que el viejo mecanicista intentó


desautorizar, con esta frase, al joven vitalista. Pero tal opinión no corresponde a la
verdad histórica, porque Humboldt no fue nunca vitalista ni mecanicista sino
siempre un holista consecuente. En vez de usar la expresión "fuerza vital" habla
Humboldt en sus obras posteriores muy a menudo de la "profunda fuerza de la
organización" para caracterizar la misma "interacción y colaboración mutua" que
distingue esencialmente un organismo de cualquier sistema físico-químico. La
doctrina holista de la época Goethe-Humboldt no puede expresarse mejor que con
las propias palabras de Schelling, su fundador:

"¿Qué significa aquel mecanismo del que os asustáis como de un fantasma? ¿Es
algo que existe autónomamente por si mismo o al contrario, algo que representa
sólo la negación? ¿No tendría que existir necesariamente el organismo (como
holismo) antes del mecanismo, lo positivo antes de lo negativo? Si en general lo

161

negativo presupone lo positivo y no al revés, nuestra filosofía no puede partir del
mecanismo (lo negativo) sino que tiene que partir del organismo (lo positivo); y por
eso no es posible explicar el organismo por el mecanismo, sino que sólo lo
absolutamente contrario puede ser correcto. Por consiguiente, no podemos decir:
donde no hay mecanismo hay organismo, sino al revés: donde no existe
organismo sólo queda mecanismo."

Esta es, pues, la correcta doctrina del holismo de Schelling, Goethe y Humboldt,
diferente, por igual, tanto del mecanicismo como del vitalismo. Dentro de la
filosofía holista los principios causales del mecanismo y del holismo ("organismo"
de Schelling) representan sólo polos opuestos del mismo proceso cognoscitivo.
Por eso dice Schelling, con razón, "que un mismo principio rige la naturaleza
anorgánica y la orgánica". Esto sería imposible para las doctrinas mecanicistas y
vitalistas que representan filosofías completamente contrarias y que, por ello, se
excluyen de modo absoluto. Se comprende ahora fácilmente que la filosofía holista
no necesita de ninguna "fuerza vital" o principio semejante, indispensable en
cambio a todo vitalista para diferenciar esencialmente lo orgánico de lo
anorgánico. Dentro de la doctrina holista mecanismo y holismo representan
también principios causales antagónicos, pero a la vez correlativos. Entonces sólo
sería posible, como pide el holismo actual de Meyer-Abich, Haldane y Smuts,
"simplificar holísticamente" un holismo causal en un mecanismo causal, mientras
el recíproco proceso cognoscitivo nunca podría realizarse. O, como ya en 1907 lo
expresó J. S. Haldane:

"No cabe duda que un día se reunirán la física y la biología en una única ciencia
total. Pero cuando suceda esto y una de dichas ciencias deje de existir como
ciencia autónoma, no será ésta, seguramente, la biología"

Ya en los propios tiempos de Humboldt el bien conocido fundador de la


embriología moderna, K. E. von Baer, expresó la misma idea holista con las
siguientes frases:

"Así como actualmente el fisiólogo se inclina a explicar los sumamente


complicados fenómenos de la vida orgánica por los mucho más simples
fenómenos fisicoquímicos, de manera inversa en el futuro se compararán estos
fenómenos fisicoquímicos con sus correspondientes, pero mucho más
complicados, fenómenos en los organismos vivos, con el fin de llegar, por medio
de este método recíproco, a una mejor comprensión de ellos. Pronto desaparecerá
entonces, probablemente, la oscuridad que reina en torno a los fenómenos vitales,
de la que tanto se habla hoy día."

Nos hemos extendido en estas consideraciones para dar una idea clara de la
filosofía de la Naturaleza de Humboldt, en general. En ella radica una
correspondiente filosofía particular, que vincula la filosofía holista general con las
creaciones científicas particulares de nuestro sabio: la geografía total como ciencia

162

exacta y la geografía particular de las plantas. La geografía vegetal representa,
especialmente, la creación científica más importante y original de Humboldt. Se
funda por completo en los principios filosóficos de la morfología de Goethe y en los
de la fisiología de Albrecht von Haller y Juan Mueller. Estos principios son, para la
morfología, el tipo, y, para la fisiología, la energía específica. El tipo se deriva
filosóficamente de la idea platónica, mientras la energía específica encuentra su
origen metafísico en la entelequia aristotélica con sus dos atributos
complementarios de la potencia y la energía. Estas ideas comprenden la filosofía
particular de la cual se originan los principios y teoremas puramente científicos de
la geografía vegetal de Humboldt, en sus dos aspectos de morfología idealista en
el sentido de Goethe, y de fisiología causal-moderna en el sentido de Harvey,
Haller y Juan Mueller. Estos otros principios científicos son, en la morfología, el
tipo dinámico y la compensación, y, en la fisiología, el holismo causal y la
irritabilidad de las energías específicas. Pero antes de tratar de estos fundamentos
teóricos de la geografía vegetal de Humboldt hay que considerar la filosofía
particular del tipo y de la energía específica.

***

El tipo morfológico nació metafísicamente en la doctrina de las ideas de Platón,


que no es necesario considerar aquí en todos sus diferentes aspectos filosóficos.
Para nuestros fines es completamente suficiente estudiar las ideas platónicas en
su aplicación a la geometría euclidiana, que representa la creación científicas más
importante y magnífica de la Academia Platónica y que bajo nuestro punto de vista
actual puede caracterizarse como la morfología de los fenómenos espaciales. En
tal sentido cada figura de la geometría de Euclides representa la idea platónica de
su correspondiente grupo de reales fenómenos espaciales. En la realidad del
espacio físico existen muchos fenómenos circulares, cada uno de ellos más o
menos diferente, en su individualidad, de los otros. Ninguno de ellos alcanza la
perfección ideal del círculo definido por la geometría euclidiana Este corresponde
exactamente a la idea platónica del círculo, que, como tal idea, representa siempre
la forma única e ideal de un grupo de fenómenos semejantes que, por ser reales,
nunca son capaces de obtener la perfección de la idea, a la cual pueden acercarse
sólo aproximadamente. Así todas las figuras geométricas de Euclides son ideas
platónicas de los fenómenos espaciales o, con otras palabras, los tipos estáticos
del espacio real. La geometría euclidiana puede definirse en este sentido como la
tipología del espacio real, es decir, como su morfología. Esta afirmación no es en
modo alguno exagerada. La conocida arquitectura lógica que simboliza la
geometría euclidiana, su jerarquía sistemática y armónica de axiomas. definiciones
y teoremas exactamente demostrados, ha provisto a la morfología del más
equivalente paradigma para su propia estructura lógica. Los tipos morfológicos son
ideas platónicas al igual que las figuras espaciales de la geometría clásica.

Sin embargo existe aquí también una diferencia, pero no esencial sino sólo
funcional. Los tipos de la geometría euclidiana son tipos estáticos, mientras los
163

tipos morfológicos modernos son tipos dinámicos. Esta mutación de tipos estáticos
en dinámicos es un resumen de la evolución histórica del concepto de tipo. La
realidad "verdadera" que buscaban los filósofos e investigadores científicos de la
antigüedad, se caracterizó siempre por ser una realidad estática, al menos desde
la escuela eleática. En la doctrina de las ideas de Platón y de las entelequias de
Aristóteles se fijó definitivamente esta metafísica como el ideal de conocimiento
científico universalmente válido. Para la antigüedad, el movimiento sólo existe en
el mundo de los fenómenos de la "doxa", como dice Parménides; en la "realidad
verdadera" nada hay tan absurdo como el movimiento. Por eso la morfología
comparada de Aristóteles y de su gran alumno, el botánico Teofrasto, es una
morfología absolutamente estática, cuyos tipos son sólo tipos estáticos. Estos
conceptos se mantienen durante toda la Edad Media. El pensamiento dinámico
moderno, que había creado ya la física dinámica de Galileo y Newton, no se
introduce con anterioridad a Lineé en la morfología biológica.

Linné mismo todavía continuaba considerando que los tipos estáticos eran los
verdaderos, haciendo su famosa distinción entre las "especies buenas", que
representan exclusivamente tipos estáticos, y las "especies malas", que
manifestaron por primera vez en la morfología caracteres verdaderamente
dinámicos. Caracterizar las especies estáticas como "buenas" corresponde
exactamente al espíritu de la alta antigüedad; para Platón, e igualmente para
Aristóteles, lo bueno está exclusivamente unido a lo verdadero, porque sólo las
ideas y entelequias representan la única "verdadera realidad".

El tipo dinámico moderno fue establecido definitivamente como teoría general por
Goethe en su morfología idealista, y aplicado especialmente por Cuvier a la
zoología y la anatomía comparada y por Decandolle a la botánica. Para nuestros
fines todo esto es de suma importancia, porque Humboldt fundó su nueva
geografía vegetal en los mismos principios de la morfología idealista de Goethe,
cuya axioma básico es el tipo dinámico. Podemos ilustrar este tipo dinámico en su
correlación con el tipo estático clásico por medio de los siguientes diagramas:

Diagrama tipo dinámico

164

El círculo de la izquierda simboliza el tipo estático. Este mismo tipo, como idea
estática, invariable e ideal de su grupo de formas reales, está representado por el
pequeño círculo central. Las formas reales del grupo, de las cuales cada una es
un poco diferente de las demás y por esta razón nunca puede alcanzar la absoluta
idealidad del tipo central, se representan por la multitud de rayitas existentes entre
el círculo central y la periferia. El carácter estático de este tipo se reconoce
fácilmente por el hecho de que, para cada anomalía positiva en cualquier dirección
morfológica, existe otra negativa equivalente en la dirección opuesta, como lo
demuestra el correspondiente diámetro del círculo. Así, todas las formas reales de
un tipo estático anulan sus divergencias y se concentran en su forma central, que
por eso es estable, invariable y estática. Muy diferente es la reacción de un tipo
dinámico, que representamos en el diagrama de la derecha. En nuestro e tenemos
tres grupos de formas reales (a, b, c), cada uno de ellos bien definido por su forma
central e ideal, del mismo modo que en un tipo estático. Pero los tres grupos se
encuentran conectados, a con b y b con c, por formas transitorias (a/b y b/c) a una
configuración superior. Las formas transitorias a/b pertenecen igualmente al grupo
a y al grupo b, representando en a sus formas superiores y en b sus formas
inferiores; y lo mismo vale para las formas transitorias b/c, significando b las
formas superiores y c las inferiores. Resulta pues que nuestro tipo dinámico posee
también en su configuración total una forma central e ideal, pero ésta no es
invariable como la forma central de un tipo estático, sino por el contrario,
sumamente variable, desarrollándose en una dirección bien definida. O con otras
palabras: el tipo central e ideal de un tipo dinámico está simbolizado por una
flecha en movimiento, no por un punto estable y en reposo. Que nuestra
configuración abc representa un verdadero tipo dinámico resulta de una simple
consideración. Si fuese sólo un tipo estático, la forma central de b tendría que
funcionar también como forma ideal, invariable y estática de dicho tipo. Pero
entonces el círculo cubriría un gran espacio alrededor de ella, es decir, no sólo los
tres círculos pequeños a, b y c, sino un espacio mucho mayor, que, fuera de a, b y
c, no comprendería ninguna de las formas morfológicas propuestas sino que
estaría completamente vacío.

Pero como dentro de un tipo estático no debe existir ningún espacio vacío de
formas correspondientes, resulta que nuestro diagrama B simboliza un tipo
verdaderamente dinámico. En este mismo sentido los "tipos fisionómicos" de la
geografía vegetal de Humboldt son también verdaderos tipos dinámicos, como
pronto veremos. Los tipos dinámicos representan además holismos causales,
porque no podemos derivar lógicamente ningún tipo dinámico partiendo de un tipo
estático como base de nuestra deducción, pero sí podemos simplificar
holísticamente un tipo dinámico dado, en uno o más tipos estáticos. El tipo
dinámico representado en nuestro diagrama puede simplificarse en tres tipos
estáticos eliminando simplemente sus formas transitorias. Con la pérdida sucesiva
de éstas, que naturalmente, son las menos estables, el tipo dinámico va
estabilizándose, y si dichas formas desaparecen por completo, o si, como dice
Linné, "especies malas" se transforman en "especies buenas", se opera entonces
165

la simplificación de un tipo dinámico en un tipo estático. Así sucede siempre en la
relación mutua de algo dinámico con su correspondiente estático. Este algo
dinámico puede simplificarse y estabilizarse siempre en sus correlativos conceptos
estáticos, mientras el procedimiento lógico inverso nunca es posible; nunca puede
derivarse algo dinámico de su correlativo estático.

Antes de concluir este apartado, hay que considerar la segunda idea básica de la
filosofía particular de Humboldt, que también es sumamente importante para
entender bien la creación científica que supone su geografía vegetal. Esta idea,
que constituye para la parte fisiológica de dicha geografía lo que la idea del tipo
para su aspecto morfológico, tiene también su origen en la filosofía de la alta
antigüedad. La energía específica representa la forma moderna, y por eso también
dinámica, del concepto clásico aristotélico de la "energía" que, como ya hemos
constatado más arriba, es, junto con el concepto de la potencia, uno de los
aspectos complementarios de la entelequia aristotélica. Un organismo vivo y cada
uno de sus órganos deben ser investigados bajo dos aspectos complementarios:
en primer lugar como forma pura o idea platónica es decir, como tipo morfológico,
y en segundo lugar como forma funcional o entelequia aristotélica, es decir, como
tipo funcional o fisiológico. El organismo adulto se encuentra en su plena y
definitiva función, y tal estado es el que describe Aristóteles con su concepto de
energía. Naturalmente también el organismo embrionario presenta en todos sus
estados transitorios estos dos mismos aspectos morfológico y fisiológico, que se
consideran como tipos potenciales morfológicos o fisiológicos. Aquí sólo nos
interesa el tipo fisiológico en general, es decir, como energía. Del mismo modo
que la idea en Platón, la energía enteléquica significa en Aristóteles algo
absolutamente estático.

Las energías aristotélicas son puramente cinéticas, pero nunca dinámicas. En un


movimiento cinético lo verdaderamente real son exclusivamente sus estados
transitorios considerados como estáticos e invariables, pero la transición de uno a
otro es irreal, lo mismo que en una película cinematográfica. En el movimiento
dinámico esta relación es diametralmente opuesta. El movimiento transitorio como
tal es lo que significa en él lo real, mientras los estados fijos representan lo irreal.
Por eso debe transformarse en dinámico el concepto de la energía cinética de
Aristóteles para hacerla capaz de servir a las necesidades cognoscitivas de la
fisiología dinámica moderna, a la cual pertenece la parte fisiológica de la geografía
vegetal de Humboldt.

Desde el famoso fisiólogo alemán Juan Mueller, la forma dinámica de la energía


estática aristotélica se llama energía específica". Para dinamizar la energía clásica
necesitamos un concepto dinámico al igual que en el orden morfológico. Tal
concepto lo tenemos en la idea típicamente moderna de la irritabilidad. Fue
Albrecht von Haller, algo más joven que Newton y de la misma edad que Linné,
quien creó el concepto de la irritabilidad y fundo en él la fisiología moderna
dinámica y causal. Según Haller la irritabilidad es lo que distingue
166

fundamentalmente a los seres vivos de los cuerpos inorgánicos. En la relación
mutua entre un sujeto y su ambiente, los organismos vivos manifiestan un
comportamiento absolutamente distinto al de un cuerpo no vivo, un mineral, por
ejemplo, o un cadáver. Si exponemos pongamos por caso, un mineral a la
combustión, se transforma, por el proceso químico que denominamos oxidación,
en una nueva unión química completamente diferente del mineral original.

Muy distinta es la reacción de un organismo vivo. Sometido a una combustión, el


organismo reacciona ante ella como frente a un "estímulo", que le "irrita" y que
inmediatamente causa un proceso curativo. El cutis vivo no se transforma en otra
substancia química, sino que produce tan sólo una inflamación que provoca el
proceso curativo con el fin de restablecer por completo el cutis normal. Tal
reacción existe sólo en los organismos vivos, sólo en ellos hay estímulos,
irritabilidad y autorrestablecimiento. Se comprende bien, por consiguiente, que la
irritación representa una facultad dinámica, pues origina siempre procesos, y la
palabra proceso es un término perteneciente a lo dinámico. Por establecer una
constante y activa interacción mutua entre el organismo vivo y su particular
ambiente, se define la irritabilidad como un proceso de movimiento fisiológico,
como una adaptación ininterrumpida al ambiente en constante mutación, al objeto
de mantener la armonía con él; como un proceso dinámico, en suma. El
pensamiento fisiológico de la antigüedad no conoció el concepto de la irritabilidad,
ni pudo conocerlo por su carácter puramente estático. Fue la creación de dicho
concepto por Haller lo que hizo posible la introducción de la idea del proceso
dinámico en el terreno biológico. Así, de la biología estática antigua de Aristóteles,
nació la biología dinámica moderna de Paracelso, Vesalio y Harvey, continuada en
la morfología por Goethe y Cuvier con la idea del tipo dinámico, en la fisiología por
Haller y Juan Mueller con la idea de la irritabilidad dinámica, y sintetizada por
primera vez en la geografía vegetal de Humboldt, quien aplicó a su estudio ambas
ideas dinámicas modernas. El cambio trascendental que para el pensamiento
biológico supone la transformación de la energía estática en energía específica
dinámica, encontró su expresión más perfecta y definitiva en la teoría universal de
las "energías específicas" de Juan Mueller, bien conocido aún hoy por su ley de la
"energía específica de las sensaciones". Pero según él la energía específica no es
sólo un carácter particular de las sensaciones, sino que todas las células, tejidos
histológicos, órganos, sistemas de órganos y organismos vivos completos ejercen
su siempre particular "energía específica". Es esencial reproducir aquí las propias
palabras de Juan Mueller porque, como veremos seguidamente, Humboldt
contribuyó mucho a esta doctrina. Más joven que Haller y mayor que Mueller,
ocupa Humboldt una posición intermedia en el desarrollo histórico de la doctrina
de la irritabilidad y de la energía específica.

Juan Mueller define su "energía específica" dinámica en las siguientes frases, que
todavía hoy serían válidas para servir de espléndida introducción a cualquier
tratado de fisiología general o especial:

167

"Las actividades de los seres orgánicos se distinguen de los demás procesos
naturales de una manera tan clara y evidente, que nadie que haya comprendido
bien esta diferencia, preferirá en lo futuro, a un verdadero conocimiento de la vida
orgánica, las explicaciones físico químicas aplicadas a la misma. Las causas
externas actúan en los organismos exclusivamente en forma de irritaciones, y
todos aquellos efectos cuya causa actúa tan sólo como irritación pueden
calificarse de orgánicos. Por cualquier motivo que el músculo se irrite, ya sea por
galvanismo, por agentes químicos, por irritación mecánica o por irritación interna
refleja, reacciona moviéndose, significando este movimiento la afección y a la vez
la energía específica del músculo. No importa la causa por la cual se irrita el ojo.
Ante causas tan diferentes como el traumatismo, la galvanización o la irritación
refleja, la retina reacciona exclusivamente con sensaciones visuales. La índole
especial de la irritación representa algo absolutamente indiferente con respecto a
la visión misma, que sólo sabe distinguir el carácter visual de las diferentes
irritaciones. Así la retina distingue como fenómenos visuales (es decir, corno sus
"energías específicas") sólo la luz y el color. Lo mismo puede decirse siempre de
todas las reacciones orgánicas." Siempre hay que "tomar en debida consideración
las únicamente esenciales energías especificas de los órganos."

Pasemos ahora a Humboldt. El único de sus libros importantes no relacionado con


asuntos geográficos, publicado en 1797, antes del gran viaje americano, cuando
Humboldt era un joven investigador, lleva por título: "Versuche über die gereizte
Muskel- und Ner- venfaser nebst Vermuthungen über den chemischen Process
des Lebens in der Thier- und Pflanzenwelt" ("Experimentos sobre la irritación de la
fibra muscular y nerviosa acompañados de consideraciones acerca del proceso
químico de la vida animal y vegetal"). Respecto al fin perseguido en esta obra,
dice su autor:

"He intentado resumir en este libro todo lo que hasta hoy pude observar sobre la
irritación e irritabilidad de las fibras sensibles e irritables." Wilhelm Wundt, el
biógrafo de las investigaciones fisiológicas de Humboldt, comenta sus resultados
con las siguientes frases:

"Empezando con la investigación de las plantas irritables nos da Humboldt en este


libro un resumen amplio y detenido de los fenómenos de irritación en toda la
Naturaleza viva. Gusanos, moluscos, insectos, peces, anfibios, aves y mamíferos
son estudiados con los métodos de la vivisección, con la irritación galvánica y
mecánica. Convencido de que existe una concordancia común a todo el mundo
orgánico, opina que los movimientos de la mimosa y demás plantas, aun cuando
no pueden ser irritadas por el galvanismo, obedecen a la misma causa que las
contracciones de la fibra muscular animal.

Humboldt descubre con perfecta claridad, mediante sus experimentos, lo que


significa la esencia de la energía específica, a saber: la actividad libre y
responsable del organismo vivo y de sus órganos en su reacción frente a las

168

irritaciones externas e internas, en la cual actúa siempre cada uno de ellos con
sus energías específicas, es decir, en la forma más adecuada para mantener su
actividad armónica. Humboldt mismo caracteriza la energía específica con las
siguientes palabras: "Comienzo con el galvanismo, porque mis experimentos
demuestran aquí con absoluta clan dad, que el estímulo en estos maravillosos
fenómenos está fundado principalmente en los mismos órganos vivos y que éstos
no se comportan aquí sólo pasivamente, como por ejemplo las substancias
electroscópicas".

Hemos estudiado hasta ahora la filosofía general de la Naturaleza de Humboldt,


que hemos definido como holismo en el sentido universal de Goethe, Schelling y
los grandes naturalistas de esta época, que culmina sin duda alguna en el
"Cosmos" de nuestro sabio.

Hemos estudiado además las ideas básicas y filosóficas que sirvieron en dicha
época para establecer los ideales de conocimiento que habían de conducir a la
creación de nuevas ciencias. Hemos visto cómo, en el ámbito de las ciencias de la
Naturaleza, especialmente de la Naturaleza viva, los conceptos filosóficos más
importantes a tal respecto son las ideas del tipo dinámico, por lo que se refiere a
las ciencias morfológicas, y de h energía específica, en lo que atañe a las ciencias
fisiológicas. Hemos dicho, por último que la ciencia nueva y más original que
Humboldt ha creado en este sentido es la Geografía Vegetal. No nos queda, pues,
sino hacer un breve resumen de los principios básicos de esta nueva ciencia
humboldtiana para justificar y aplicar lo que hemos esbozado en torno a la filosofía
general y particular de Humboldt. Pues la verdad y la originalidad existe en la
filosofía en tanto en cuanto ésta nos ayuda a crear nuevas y fértiles ciencias.

***

El "Essai sur la Geographie des Plantes; accompagné d’un tableau physique des
régions équinoctiales", publicado en 1805 en París, representa indudablemente la
obra de especialización científica más original e importante de Humboldt. Es
además el primer fruto de su gran viaje americano. La edición alemana traducida
por Humboldt mismo apareció en 1807 en Tuebingen y estaba dedicada a su
amigo Goethe. El gran poeta y naturalista se entusiasmó tanto con el libro, que
dibujé inmediatamente la tabla ilustrativa del mismo, la cual faltaba todavía en el
ejemplar que recibió, dedicándola a Humboldt. Esta simpatía tenía su fundamento,
más que en la amistad personal que unía a los dos grandes hombres, en su
afinidad científica. El libro modelo, al cual corresponde sumamente el ensayo de
Humboldt en su estructura cognoscitiva y literaria, es el "Versuch, die
Metamorphose der Pflanzen zu erklären" ("Ensayo para explicar la metamorfosis
de las plantas") de Goethe, que apareció en 1790. La morfología de las
vegetaciones terrestres de Humboldt se funda en los mismos principios que la
morfología de las metamorfosis de las hojas vegetales de Goethe. Ambos libros
tienen también un origen semejante, pues uno y otro aparecieron después de un
169

largo y decisivo viaje de sus autores. La "Metamorfosis" de Goethe fue el primer
producto literario de su viaje italiano y la "Geografía Vegetal" de Humboldt fue la
primera publicación de este último después del regreso de su gran viaje por
América. La afinidad científica entre Goethe y Humboldt puede además
documentarse históricamente. Ambos se encontraron en Jena y Weimar durante
los últimos a–os anteriores al viaje de Humboldt. El primer encuentro tuvo lugar en
1794. A raíz de esta primera visita de Humboldt escribió Goethe en su diario:
"Alejandro de Humboldt, a quien esperaba desde hace tiempo, me ha sugerido
que le explicase mis ideas más generales acerca de la Naturaleza. He expuesto
entonces los problemas referentes a mi concepto del tipo tan eficazmente, que me
ha pedido que me resuelva por fin a publicar lo que tan vivo tengo en mi mente." Y
Goethe lo hizo. Ya en el año siguiente publicó su "Erster Versuch einer
allgemeinen Einleitung in die vergleichende Anatomie, ausgehend von der
Osteologie" ("Primer ensayo de una introducción general a la Anatomía
comparada, partiendo de la Osteología"), que representa el más importante
ensayo teórico escrito por Goethe sobre asuntos biológicos. En él interpreta los
conceptos fundamentales de toda su morfología, que son el tipo en el sentido más
arriba indicado, la analogía, la compensación y la metamorfosis. Precisamente en
los mismos principios está basada la geografía vegetal de Humboldt, y él mismo lo
reconocía al escribir desde los bosques del Amazonas a sus amigos de Alemania:

"Tanto en los bosques del Amazonas como en las altas cordilleras de los Andes
he comprendido que entre los polos del globo existe una única vida común en las
piedras, las plantas. los animales, y en el hombre mismo. En cada una de las
regiones que he visitado, experimentaba siempre de nuevo el sentimiento de que
Goethe me ha llevado a un conocimiento superior de la Naturaleza y de que me ha
provisto de nuevos órganos para entenderla."

El primer y más impresionante resultado de esta comunidad espiritual entre


Humboldt y Goethe es la geografía vegetal en la forma en que Humboldt la creó.

Consideremos a través de algunas frases esta identidad del pensamiento de


Humboldt y de Goethe en orden a la morfología. En la mencionada introducción a
la anatomía general define Goethe su tipo dinámico con las siguientes palabras:

"Por eso hago aquí la proposición de un tipo anatómico, de una imagen general.
que comprende en sí potencialmente las formas de todos los animales y en que
cada animal se desarrolla en un orden distinto. Este tipo tiene que ser por eso
fisiológico ("lo que aquí significa dinámico"). Ya de la idea general del tipo se
deriva, que ningún animal individual puede servirnos como tal modelo general;
ningún individuo particular puede ser la muestra del todo. Hay, pues, que dominar
este todo y representar la imagen general de una manera genérica."

Lo que aquí se dice del tipo anatómico de los animales es igualmente correcto
para el tipo vegetal que Goethe denomina la "planta originaria", de la cual afirma:

170

"Con tal modelo estamos en condiciones de idear una infinidad de plantas nuevas,
que tienen que ser consecuentes, pues, aunque no existan, podrían existir y nunca
serian meras construcciones ficticias sino que tendrían cierta verdad y necesidad
internas. La misma ley ha de aplicarse a todos los demás seres vivos."

Los tipos dinámicos de Goethe se refieren a los planes constructivos de las formas
animales y vegetales. En su geografía de las vegetaciones de nuestra tierra
Humboldt tenía que tratar de un tipo superior extremadamente dinámico-
fisiológico. Su objeto no era estudiar animales o plantas individuales, sino grupos
o, como decimos hoy, "sociedades" o "comunidades" de plantas. También estos
grupos vegetales representan tipos dinámicos, que reúnen caracteres
morfológicos y fisiológicos en unidades inseparables, que representan verdaderos
holismos y forman juntas el sistema armónico y jerárquico de las comunidades
vegetales. Humboldt habla en este sentido de "tipos fisionómicos" y de las "formas
de la vegetación" La jerarquía de estos tipos fisionómicos obedece a una ley
fundamental que Humboldt ha descubierto y que se refiere a las relaciones mutuas
entre clima y vegetación y establece una relación distinta entre las extensiones
verticales y horizontales de la vegetación terrestre. Dice esta ley: climas medios
equivalentes producen fisionómicamente análogas formas de vegetación; la altura
ascendente de la cordillera, así como el progresivo acercamiento geográfico a los
polos terrestres, produce además una disminución paulatina del tamaño del tronco
de los árboles y del tallo de las demás plantas. A base de esta ley de Humboldt
podemos comprender bien sus tipos fisionómicos definidos en las siguientes citas:

"La profunda fuerza de la organización viva impone a toda formación animal y


vegetal tipos fijos y eternamente repetidos, aun cuando existe cierta libertad en el
desarrollo anormal de determinados órganos." Por esto es tarea de la geografía
vegetal investigar "si hay entre las innumerables plantas ciertas formas primarias -
tipos originarios- o si es posible interpretar la diferencia específica entre ellas
como efecto de una especificación y, por tanto, como la variación de un único
prototipo".

Es claro que Humboldt, al igual que Goethe con su concepto de la planta


originaria, no piensa aquí en una evolución moderna filogenética. En tales frases,
ambos autores tratan solamente de desarrollar ideales tipológicos. Esto se
comprueba inmediatamente leyendo la siguiente cita de Humboldt:

"La forma pequeña y esbelta de nuestra lagartija se extiende en el Sur al cuerpo


colosal y acorazado de terribles cocodrilos. En los gatos gigantes del Africa y de la
América, en el tigre, el león y el jaguar, se repite, a mucho mayor tamaño, la forma
de uno de nuestros más pequeños animales domésticos."

Como el tipo encontramos también los demás principios fundamentales de la


morfología idealista de Goethe en la geografía de las plantas de Humboldt. Estos
conceptos son la "analogía", la "metamorfosis" y la "compensación". Hay que

171

distinguir entre las analogías puramente funcionales y fisiológicas de los tipos
fisionómicos y sus homologías morfológicas en sentido restringido. Tipos
fisionómicos como los grandes desiertos en Africa, Asia y América son análogos
sólo fisiológicamente, es decir, ejercen las mismas "energías especificas". Igual
carácter tienen las analogías entre tipos fisionómicos como las selvas vírgenes del
Amazonas y del Congo. Existen homologías fisionómicas entre vegetaciones que
corresponden las unas a las otras en equivalentes regiones climáticas definidas
como tales según la ley fundamental de la geografía vegetal de Humboldt. Ejemplo
de ello son las tundras de las zonas árticas y los páramos de las altas cordilleras
tropicales. Se advierte, pues, la diferencia: los tipos sólo fisionómicamente
análogos se encuentran exclusivamente en zonas climáticas idénticas, mientras
que los tipos fisionómicamente homólogos existen sólo en climas geográficamente
diferentes. Respecto de las metamorfosis, puede decirse que existen en ambos
grupos de analogías y homologías de los tipos fisionómicos. No es necesario tratar
aquí más de ellas porque la parte más extensa del "Essai" de Humboldt, el
"Tableau Physique des Régions Equinoctiales", trata casi exclusivamente de las
metamorfosis" que existen entre los tipos fisionómicos análogos y homólogos.
Esta parte del libro de Humboldt corresponde por completo, en su aspecto
cognoscitivo, a la metamorfosis de las plantas de Goethe.

Falta decir todavía algo sobre el principio de la "compensación". También aquí


tenemos una correspondencia exacta entre Goethe y Humboldt. Bastará ilustrarla
con dos citas de ambos autores. Goethe habla de la compensación dentro de los
órganos del mismo tipo anatómico, mientras Humboldt se refiere a
compensaciones entre tipos fisionómicos. Dice Goethe:

"Ningún órgano especial es capaz de complicarse y perfeccionarse sin que el


organismo a que pertenece simplifique la estructura de otros órganos.
Considerando bajo este punto de vista la totalidad de órganos que integran un ser
vivo, podemos constatar que la diversidad morfológica existente entre los mismos
se debe al hecho de que éste o aquél predominan sobre los demás. Así por
ejemplo, en la jirafa predominan el cuello y las extremidades a costa del cuerpo,
mientras que en el topo ocurre exactamente lo contrario. La fuerza creadora
gobierna un reino limitado, pero bien ordenado. Los capítulos del presupuesto con
arreglo al cual debe distribuir sus gastos, están perfectamente determinados, pero
dispone de cierta libertad en cuanto a las cantidades a invertir en cada capitulo. Si
quiere gastar más para las atenciones de un órgano, puede hacerlo; pero
entonces viene obligada a realizar las correspondientes economías en otros
órganos. Así la Naturaleza nunca puede empeñarse ni caer en bancarrota."

La misma ley de compensación rige también dentro de los tipos fisionómicos de


Humboldt. Dice Humboldt acerca de estas relaciones compensativas:

"En las formaciones vegetales se manifiesta la unidad de la Naturaleza de manera


tal, que sus formas particulares se excluyen y compensan según leyes invariables

172

y todavía desconocidas. Si se sabe en cualquier punto del globo el número
existente de especies de una gran familia, por ejemplo de las Gramíneas o de las
Compuestas, es posible tasar aproximadamente, con probabilidades de acierto, la
cantidad total de fanerógamas así como también la de cierto número de especies
que componen los demás grupos fanerogámicos.

Las últimas consideraciones sobre la compensación en los tipos fisionómicos


traspasan los límites de la morfología idealista de Goethe y nos llevan al terreno
de la fisiología causal moderna, en el cual Goethe no penetró. Humboldt, en
cambio, aprecio bien el incomparable significado histórico de esta idea moderna
de la ciencia exacta y matematizada, que tiene su símbolo en la física clásica de
Galileo y Newton. La energía específica, de la cual hemos tratado antes,
definiéndola como el tipo dinámico fisiológico, complemento del tipo dinámico
puramente morfológico, ya no es suficiente para cubrir todo el campo de la
fisiología causal-moderna. La energía específica de Haller y Juan Mueller define
los objetos fisiológicos, pero todavía no los explica causalmente. Así también, las
antes mencionadas energías específicas de las analogías y homologías de los
tipos fisionómicos desiertos, tundras, etc. definen estos tipos como objetos de la
parte fisiológica de la geografía vegetal, pero no explican causalmente los
fenómenos fisiológicos correspondientes. Para hacerlo tenemos que medirlos y,
de este modo, matematizarlos. Tal procedimiento causal fue introducido en la
fisiología moderna por Harvey, quien por este camino vino a crearla al estudiar los
procesos de la circulación de la sangre. Humboldt introdujo los mismos métodos
exactos y causales en su geografía vegetal, siguiendo en este aspecto al famoso
botánico inglés Robert Brown, que había empezado a tratar problemas
taxonómicos por medio de cálculos estadísticos, Humboldt escribió un ensayo
particular sobre estos problemas bajo el título de Botánica Aritmética, Los
resultados alcanzados por Brown y Humboldt no fueron muy espectaculares
porque en aquella época no se conocían suficientes especies y demás grupos
taxonómicos para obtener conocimientos decisivos. Por eso no vale la pena que
nos detengamos en el examen de esta materia, respecto a la cual nos limitaremos
a subrayar que, sobre los fundamentos construidos por Brown y Humboldt, se ha
creado hoy día una nueva y muy importante ciencia.

Hemos llegado al final de nuestras consideraciones. Nuestro propósito ha sido


investigar cómo la filosofía holista de Humboldt nos ha provisto de un nuevo ideal
de conocimiento sumamente fértil y capaz de crear nuevas e importantes ciencias
exactas. Los frutos más perfectos y sugestivos de la grandiosa filosofía goethiana
fueron el "Cosmos" y los "Aspectos de la Naturaleza" de Humboldt, que no sólo
pertenecen para siempre a las grandes obras clásicas de la ciencia moderna, sino
que todavía nos suministran una infinidad de nuevas sugerencias para la futura
investigación filosófica y científica de la Naturaleza.

_______

173

(1) Así dice el lema de la Universidad de La Habana en el monumento erigido a
Humboldt frente a la Universidad de Berlín.

174

S-ar putea să vă placă și