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 1.1.

I Unidad didáctica: El arte de la América Precolombina

               1.1.1. Tema 1: El arte mesoamericano

                      1.1.1.1. 1.1. Espacio y tiempo del arte mesoamericano.

                      1.1.1.2. 1.2. El Periodo Clásico. Caracteres políticos y socio-culturales de la etapa.

                      1.1.1.3. 1.3. El Periodo Postclásico. Caracteres socio-políticos y culturales.

               1.1.2. Tema 2: El arte andino

                      1.1.2.1. 2.1.  Cronología y geografía del área centroandina.

                      1.1.2.2. 2.2. El periodo Clásico y la acentuación del regionalismo.

1.1. Espacio y tiempo del arte mesoamericano.

La primera Unidad Didáctica de este programa está dedicada al estudio del arte de la
América Precolombina. La inmensidad del continente americano, repleto de
significativos desarrollos artísticos y culturales, a lo largo de más de tres mil años de
historia, y el carácter general de esta asignatura nos ha llevado a restringir su análisis a
las más relevantes manifestaciones relacionadas con sus dos máximos núcleos de
civilización, los cuales se corresponden con las denominadas "altas culturas"
americanas: Mesoamérica y el centro del Área Andina, con las que se corresponden los
temas 1 y 2 de este programa. Así pues, quedan excluidas de este estudio todas aquellas
manifestaciones artísticas pertenecientes a pueblos que no llegaron a organizarse en
forma de estados, como son los del norte de América, los amazónicos o los del área
intermedia centroamericana.

A su vez, el estudio de las culturas de cada uno de estos núcleos se ha subdividido en


tres grandes períodos: Preclásico, Clásico y Postclásico, con una breve referencia previa
a la etapa paleolítica. Ésto tiene como objeto facilitar el análisis del arte de las culturas
de dichas áreas, homologando períodos de características similares, a sabiendas de que
en algún momento estos grandes horizontes temporales no puedan corresponderse con
exactitud con auténticas etapas cronológicas, sino más bien con otras más o menos
equivalentes que ofrecen oscilaciones temporales en cada área o subárea.
Conforme a la mencionada estructuración, en Mesoamérica, tras una primera etapa
paleolítica, durante el período Formativo o Preclásico, que se extiende
aproximadamente entre el 5.000 y 200 a.C., acontece el nacimiento de la agricultura y el
desarrollo social y político necesario que posibilita la aparición de la civilización
Olmeca. Todo esto  trajo como consecuencia la eclosión de los primeros centros
ceremoniales, a lo largo de una extensa región, en los que se fraguan los caracteres
específicos de las primeras divinidades del panteón mesoamericano, así como la
aparición de un característico estilo artístico de marcado significado simbólico. Ésta
civilización se caracteriza, además de por la existencia de construcciones religiosas y
funerarias, por el desarrollo de una excelente escultura en relieve y en bulto redondo,
donde puede observarse una doble tendencia manifiesta tanto en la factura realista de
sus colosales cabezas antropomorfas como en la notable abstracción de los diseños
iconográficos de sus hachas ceremoniales.

1.2. El Periodo Clásico. Caracteres políticos y socio-culturales de la etapa.

En el periodo Clásico, que abarca desde el 200 a.C. hasta casi finales del primer milenio
d.C., Mesoamérica alcanza su mayor grado de madurez y esplendor sociocultural y,
consecuentemente, artístico. Es en este momento cuando se logran y consolidan grandes
avances en el terreno político y económico gracias al papel integrador que desempeñó la
religión al aunar el modelo organizativo de las anteriores comunidades rurales con los
rasgos característicos de la nueva organización estatal. De esta forma, el espectacular
desarrollo urbanístico, característico de esta etapa, determina la creación de nuevas
ciudades-estado regidas por gobiernos de carácter teocrático, cuyo poder se sustenta en
la existencia de una poderosa clase sacerdotal. Ésta, además de ocuparse del avance
científico-cultural, se dedica a crear y afianzar una nueva cosmovisión y un panteón
religioso destinado a la conservación y legitimación de las peculiaridades esenciales de
las nuevas sociedades creadas. 

En el terreno arquitectónico, esta etapa destaca por la creación de grandes centros


ceremoniales; caracterizados por la existencia de inmensas pirámides escalonadas,
situadas por lo general alrededor de grandes plazas como en el caso de la Pirámide del
Sol en Teotihuacán, cuyas plataformas sirven de base para sostener templos, en
ocasiones cubiertos con bóvedas de aproximación de hiladas como en los numerosos
que caracterizan al área maya, o para sustentar bellos y simbólicos desarrollos
escultóricos, como en el caso de los de la pirámide de Quetzalcóatl en Teotihuacán.
Otros edificios, como son los juegos de pelota, los palacios o los temazcales, completan
el panorama arquitectónico de esta etapaA. El arte pictórico tiene sus más relevantes
ejemplos en la decoración mural que adorna los conjuntos habitacionales de las zonas
residenciales de la ciudad de Teotihuacán o en el Templo de las Pinturas de Bonampak,
en cuyas escenas, de brillante colorido, se alude a ceremonias y motivos de carácter
simbólico religioso. La belleza y perfección escultórica de las máscaras de piedra
teotihuacanas, de las esculturas cerámicas de las urnas zapotecas o de los relieves y
estelas con jeroglíficos mayas, junto a una excelente producción cerámica de originales
y variados patrones decorativos, son algunas de las muestras del alto nivel artístico
alcanzado en las distintas culturas de esta etapa.

1.3. El Periodo Postclásico. Caracteres socio-políticos y culturales.


En el Período Postclásico, que tuvo lugar aproximadamente entre el año 1.000
d.C y la conquista española, acontece un cambio de gran importancia, como es la
transformación de la sociedad desde la antigua concepción teocrática del poder,
fundamento de los antiguos estados clásicos, a la militarista de culturas nuevas, como
son la tolteca, la mixteca o la azteca. En todas éstas el poder se fundamentaba en el
empleo de las armas, llegando incluso a constituirse en auténticos imperios como el
azteca, alcanzando sus ciudades niveles de máximo desarrollo urbanístico. Desde el
punto de vista religioso tiene lugar un hecho importante en este momento al
configurarse entre los toltecas la figura del dios y héroe civilizador Quetzalcóatl, la
Serpiente Emplumada, quien reaparece en la zona maya bajo el nombre de Kukulkán al
extender este pueblo su influencia por estas tierras.

La arquitectura tolteca se significa por la construcción del templo de


Tlahuizcalpantecutli en Tula, el cual se halla precedido por un pórtico de pilastras y
posee una cubierta sustentada por monumentales cariátides que representan guerreros,
sirviendo éste como ejemplo al Templo de los Guerreros de la ciudad maya de Chichén
Itzá. La novedad más relevante de la arquitectura azteca estriba en la aparición de un
modelo de doble e idéntico templo, al que se accede a través de una duplicada
escalinata, cuyo ejemplo más significativo lo constituye el Templo Mayor de la ciudad
de México-Tenochtitlán. Impresionantes esculturas colosales, como las de los atlantes
toltecas del templo de Tula o la de la diosa Coatlicue azteca, y magníficos relieves,
como los que decoran la arquitectura maya tardía o el de la diosa Coyolxauhqui azteca,
completan, junto a la inigualable pintura de códices mixtecos o a las obras de plumería
aztecas, el estudio del extenso y relevante panorama artístico mesoamericano.

2.1.  Cronología y geografía del área centroandina.

El estudio del arte centroandino se estructura, al igual que el mesoamericano, en tres


grandes periodos. Así, durante el Preclásico surge en la región ecuatoriana de Guayas
un arte de carácter aldeano al amparo de tres sucesivas y emparentadas culturas que
tienen lugar entre el 3500 y el 500 a.C.. Son éstas la Valdivia, la Machalilla y la
Chorrera, en las que el elemento definitorio lo constituye su arte cerámico ejemplificado
tanto en las esquemáticas Venus representativas de la primera como en las figuras de
indudables rasgos clasicistas de la última. 

En Perú culturas como la de Kotosh constituyen en el segundo milenio a.C. el ejemplo


más antiguo del empleo escultórico de la arcilla utilizada como elemento decorativo de
la arquitectura templaria, estableciéndose un modelo de gran influencia en desarrollos
arquitectónico-decorativos de etapas posteriores. La civilización Chavín, de relevancia e
influencia similar a la Olmeca mesoamericana, se erige como el primer gran horizonte
cultural del área andina sentando las bases religiosas y artísticas de etapas posteriores.
La arquitectura de su gran centro ceremonial se distingue por la construcción de templos
que albergan bajo su estructura numerosas galerías subterráneas. Chavín destaca por la
maestría del trabajo de la piedra, lo que resulta evidente tanto en las escultóricas
cabezas clavas que adornan los muros de su Templo Nuevo como en la imagen del
Lanzón, divinidad del Templo Antiguo. En todas ellas sobresale la linealidad de sus
diseños incisos de complejo carácter simbólico, los cuales pueden hallarse igualmente
en su arte cerámico.

2.2. El periodo Clásico y la acentuación del regionalismo.

El Periodo Clásico andino se caracteriza por la acentuación del regionalismo, lo que


conduce a la aparición de jefaturas o señoríos al amparo de una creciente economía
fundamentada en el desarrollo económico y en el aumento de la población, derivado
todo ello de la mejora de los cultivos al ampliarse las redes hidraúlicas y emplearse el
guano como fertilizante de las cosechas. En los Andes septentrionales sobresalen la
colombiana cultura Quimbaya, con su espectacular orfebrería en oro, y las ecuatorianas
culturas de Tumaco-Tolita, Bahía o Jama-Coaque, cuyo arte cerámico destaca por su
belleza y variedad temática. En los Andes centrales la multiplicidad cultural nos lleva a
resaltar tan sólo a la Mochica y a la Nazca en la costa y a la de Tiahuanaco en el
altiplano, ofreciendo todas ellas ricas y variadas obras de arte efectuadas sobre los más
diversos materiales. 

La cultura Mochica resalta por la maestría de sus proyectos de ingeniería hidraúlica y


por la maestría con que trabajan el barro, material que utilizan tanto para levantar las
monumentales construcciones piramidales de sus grandes asentamientos urbanos como
para crear una de las más bellas, realistas y escultóricas cerámicas de la América
precolombina en las que plasman tanto escenas de su vida cotidiana como de su
cosmovisión. La cultura Nazca se singulariza, también, por su polícromo y abstracto
arte cerámico así como por sus inigualables textiles, al tiempo que por ofrecer grandes
diseños figurativos, grabados a gran escala en la pampa del desierto costero, de
controvertido significado. El horizonte cultural de Tiahuanaco, cuyos caracteres
artísticos enlazan con los de la civilización Chavín y se expanden al igual que ésta los
de otras regiones, sobresale preferentemente por los magníficos trabajos líticos
realizados tanto en las construcciones religiosas de su gran centro ceremonial como en
sus esculturas y relieves, de marcado hieratismo y carácter abstracto.

2.3. El período Postclásico: de la confederación de señoríos a la instauración del


Imperio.

El Período Postclásico coincide con el advenimiento de una corriente económica y


cultural nueva, impuesta por un centralizado sistema político de base militar, que
partiendo de la ciudad de Wari, conduce a la integración de las antiguas culturas
clásicas bajo el imperio que lleva su nombre, el cual unifica políticamente el área andina
central durante la segunda mitad del primer milenio d.C. La expansión de diseños
cerámicos artísticos, inspirados en Tiahuanaco, caracterizan a los ejemplares de su
cerámica tricolor, cuyos diseños se expanden, a su vez, hasta la costa. 

La súbita desaparición de este imperio posibilitó la independencia y el renacimiento


cultural de los pueblos por él sojuzgados los cuales, durante la primera mitad del
segundo milenio d.C., recuperan y desarrollan sus tradiciones locales. Tal es el caso del
reino de Chimor, que llegó a extenderse mediante conquistas militares por toda la costa
septentrional y central del Perú y cuya capital, Chan Chan, constituye una de las
ciudades más extensas y mejor planificadas de la América precolombina. Además de
por su urbanismo, su arte sobresale por la fabricación de una característica cerámica de
color negro brillante, heredera en parte de la tradición alfarera mochica, y por la
perfección técnica y artística que alcanzan sus trabajos metalúrgicos en oro y plata. 

La caída del reino de Chimor, a manos incas, posibilita el análisis del arte de este gran
imperio que, a su vez, sucumbe con la llegada de los españoles. El imperio inca, gracias
a un sistema de alianzas y conquistas, representa la etapa de mayor extensión territorial
y cultural del área andina, unificándose bajo su dominio desde la actual Colombia hasta
Chile y desde la zona de la costa a la de la selva amazónica. Su capital, el Cuzco,
alcanzó su momento de máximo esplendor urbanístico bajo el reinado de Pachacutec,
albergando una serie de construcciones religiosas y civiles en las que puede apreciarse
el virtuosismo técnico alcanzado en el trabajo de la piedra de sus muros, característica
que se observa igualmente en sus numerosos asentamientos urbanos repartidos por toda
su geografía. Además de por sus ambiciosos proyectos urbanísticos y por sus extensas
obras de ingeniería, el arte inca ofrece, además, una escultura de fina factura y pequeñas
dimensiones, un arte cerámico de variadas formas y homogénea decoración, así como
singulares trabajos en madera, los denominados keros o vasos sagrados, decorados con
simbólicas escenas de carácter figurativo y geométrico

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