La última película de Jim Sheridan, creador de aquella
legendaria, In The Name of the Father, demuestra en él una
transformación tan poderosa como la que viven sus personajes. Si
el protagonista de Brothers ha dejado atrás la visión ilusa del
American Hero, Sheridan ha dejado atrás sus activismos
adolescentes y con un dejo de madurez, critica la guerra no en lo
grande, sino en lo pequeño.
Durante las primeras secuencias de Brothers tuve dudas. Pensé
que había caído en otra película de propaganda, algo parecido a
Dear John de Lasse Haström, un director a quien admiré tanto como
admiro a Sheridan. Pensaba: “ninguno de los dos ha podido superar
la prueba de trabajar en Hollywood. ¡Ah! ¡Qué bien hizo el gran
Fellini, que bien ha hecho Almodóvar al negarse a filmar en
California”.
Pasados quince minutos, Sheridan me había convencido. Porque
Brothers no es una elegía de la guerra, no, es un tratado del
dolor humano.
Y es que en Dear John, Halström quiere vender a un héroe
insufrible. Uno que lleva su American Dream al oriente medio.
Sheridan no. En el choque entre dos realidades el irlandés pone
en tela de juicio la pertinencia de atacar al fuego con fuego:
Tampoco es necesario estar en favor de la guerra para mostrar lo
que son en verdad los talibanes.
Corren créditos. Cámara desciende al centro de un campamento
estadounidense en Afganistán. Podría ser el campamento de
cualquier país de la coalición (de hecho Brothers es el remake de
Brødre, de la danesa Susanne Bier). Un pelotón entrena cantando
rimas con aquél famoso sonsonete. “Si caigo en paracaídas”,
dicen, “tendré junto a mí a un hermano que me defienda”. Hay que
abrir los ojos en esta secuencia: Esto que canta el pelotón:
¿Será cierto?
Brothers tiene la profundidad de otra película que en 1978,
investigaba los estragos de la guerra en las vidas privadas de un
pueblo en los Estados Unidos. La última película de Sheridan goza
de la tensión psicológica de The Deer Hunter de Michael Cimino. Y
no es poca cosa.
No es poca cosa tampoco que el director, con ayuda de ese
portentoso actor que se llama Tobey Maguire, haya conseguido
hacernos mirar la misma escena dos veces con distintos ojos: la
cena familiar, el espejo en el que un hombre se rasura; el mismo
jardín, las mismas hijas: todo cambia a partir de un giro, de un
dilema que, cual genio malévolo en cuento oriental, propone a
nuestro héroe gringo un guerrero talibán.
El hermano del título es otro gran actor: Jake Gyllenhaal
interpreta el reverso del Héroe Americano. En Tommy uno atisba
las antiguas filiaciones de Jim Sheridan. El hermano de “El
Héroe” trae a presencia viejos tiempos transgresores, cuando el
director cantaba canciones de U2 en bares irlandeses, cuando
vehementemente denunciaba los horrores de la guerra y, aunque
Sheridan ha cambiado, sigue siendo el héroe capaz de lanzar a
volar la bandera blanca. Igual que Tomy, el director de Brothers
parece haber conseguido reconciliarse con la existencia.
Entre hermanos (Brothers). Dirección, Jim Sheridan. Guión, David Benioff, Susanne Bier y Anders Thomas Jensen. Música, Thomas Newman. Fotografía: Frederick Elmes. Con Tobey Maguire, Jake Gyllenhaal, Natalie Portman y Sam Shepard. Estados Unidos, 2009.