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El Historiador y los desafíos de su trabajo.

A continuación planteamos reflexiones pertenecientes a tres historiadores:

Es interesante tomar las palabras de Pierre Nora: “… La memoria es la vida. Siempre reside en grupos de personas
que viven y, por tanto, se halla en permanente evolución. Está sometida a la dialéctica del recuerdo y del olvido,
ignorante de sus deformaciones sucesivas, abierta a todo tipo de uso y manipulación. A veces permanece latente durante
largos periodos, para luego revivir súbitamente. La historia es la siempre incompleta y problemática reconstrucción de
lo que ya no está. La memoria pertenece siempre a nuestra época y constituye un lazo vivido con el presente eterno; la
historia es una representación del pasado.”

Al decir de Hobsbawm, “.... Después de todo, la relación del pasado y el presente es esencial en las preocupaciones
tanto de quienes escriben como de los que leen historia. Ambos desean, o deberían desear, comprender de qué forma el
pasado ha devenido en el presente y ambos desean comprender el pasado, siendo el principal obstáculo que no es como
el presente.... En todos nosotros existe una zona de sombra entre la historia y la memoria, entre el pasado como registro
generalizado, susceptible de un examen relativamente desapasionado, y el pasado como una parte recordada o como
trasfondo de la propia vida del individuo... ”.

Hilda Sábato en un artículo titulado “La historia en guerra. ¿Hacia una nueva ortodoxia?, expresó: “…
Recuperar el pasado como objeto de estudio: tal parece ser la intención de todos estos esfuerzos que, sin embargo, pecan
de debilidad frente a los pronunciamientos fuertes de las partes en pugna. Los caminos intermedios nunca resultan
demasiado apasionantes, aunque sea cierto que muchos de los mejores libros de historia escritos en los últimos tiempos
de una u otra manera reconocen esos recorridos. Pero el combate por la hegemonía continúan y los desafíos siguen en
pie. La disolución de la relación del historiador con el pasado que resulta de las nuevas propuestas, lo enfrentan con el
problema no sólo epistemológico y metodológico sino también ético pues, como señala Gabielle Spiegell, “el núcleo
ético de su compromiso profesional ha sido siempre la creencia en que su labor ardua, con frecuencia tediosa, produce
cierto conocimiento auténtico de lo “otro” muerto, un conocimiento que se admite está moldeado por las percepciones
del historiador y sus sesgos, pero que mantiene cierto grado de autonomía. Esta creencia en la irreductible alteridad del
pasado confiere a la historia su función específica, que es la de recuperar esa alteridad …”. Aunque a veces estemos
tentados, creo que no ha llegado el momento de decir como lo hacía Thompson en aquella mesa redonda de 1985,
refiriéndose a las controversias teóricas en el seno del marxismo: “No estoy tanto a favor o en contra, como aburrido
con algunos de los debates que persisten”.

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