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Comentario David Viñas

En las sesiones de discusión que tuvimos sobre la obra de David Viñas, De Sarmiento a
Cortázar, varios asistentes señalamos el tono idealista y utópico en su propuesta por
concebir una “literatura socialista con fronteras”. Además, en su momento pusimos en
duda la concepción de historia que defiende Viñas a lo largo de su trabajo: como una
historia teleológica, lineal y ascendente a la hora de estudiar la producción literaria
argentina entre 1837 y 1970. Sin embargo, me gustaría enfatizar en la importancia que
otorga Viñas a los componentes políticos e históricos en su modelo de crítica a partir de
tres niveles. Primero, con respecto a las teorías políticas, Viñas nos recuerda que el
estudio de la literatura adquiere su sentido “como análisis de combinatorias, de
montajes, de economías internas y de tácticas” (Viñas 134). Su propuesta de esbozar al
mismo tiempo coordenadas y desniveles en la producción intelectual argentina le
permite estudiar a la literatura en consonancia con el mercado y el público sin dejar de
lado sus rasgos formales. El público inexistente de los escritores del Salón Literario, no
es el mismo de los hijos de los inmigrantes al que se dirige la literatura de Roberto Arlt.
Lo anterior se explica también por el carácter histórico y cambiante de la burguesía, una
de las tesis en las que se sustenta su trabajo.
Segundo, Viñas le otorga un papel importante a la historización de los fenómenos
literarios en la Argentina. Por ejemplo, para entender las motivaciones profundas del
viaje estético del escritor-gentleman, de finales del siglo XIX, hay que tener en cuenta el
impacto migratorio y el avance de una clase obrera que vuelve imposible la vida para
escritores como Lucio López en las ciudades del Rio de La Plata. Precisamente esta
dimensión histórica en su modelo de crítica literaria le permite a Viñas reevaluar las
ideas de “originalidad”, “excepcionalidad” “heroísmo creador” y “autoridad” en la
literatura. La figura del escritor burgués como el portavoz del pueblo sigue presente en
nuestra sociedad. El escritor-amo que habla en nombre de la ley, la autoridad y la razón
lejos de hacer visibles sus contradicciones, se constituye como la autoridad santificada
sobre un pueblo homogéneo e ignorante. Precisamente, para que esta glorificación del
escritor burgués se mantenga necesita de un lector acrítico, ahistórico y fuera del
mundo. La propuesta de Viñas, entonces, también encierra otra manera de ser lector: un
lector que comprenda su historia y los procesos cambiantes de los que ha hecho parte.
Finalmente, en su propuesta Viñas señala que sus críticas “han pasado por su cuerpo
y en última instancia son parte de su propia autocrítica” (134). Los componentes
políticos e históricos que propone Viñas están acompañados por un componente
corporal y material. El crítico entonces lejos de buscar un distanciamiento, a través de
su actitud reflexiva “pone el cuerpo” ya que se inscribe en “una forma política
concreta”. “La encarnación” de la que habla Viñas nos permite pensar en un modelo de
crítica latinoamericana que no busque “penetrar en el otro” o “borrar las fronteras
concretas entre hombres y países”, como lo propone la comunicación cristiana, sino por
el contrario plantear un modelo que se integre con la política. Sin embargo, aquí me
surge una pregunta ¿cómo impedir que este movimiento crítico no se convierta en una
politización de la literatura?
1) Comprensión de la literatura dentro de un circuito de mercado.
2) El movimiento crítico de Viñas, al señalar que el ejercicio de crítica que realiza
a cada autor de la literatura argentina entre 1837 y 1970 pasa también por un
ejercicio de autocrítica. Es una crítica que también busca una “encarnación”.
Pasa entonces por una reflexión sobre el crítico y lo corporal.
3) Componente histórico: historizar los fenómenos literarios y políticos de América
Latina. Esto le permite reevaluar las ideas de originalidad, excepcionalidad y
heroísmo creador en la literatura. Al tiempo, este énfasis en el planteamiento
histórico le permite a Viñas analizar el concepto de autoridad—La figura del
escritor búrgues como el portavoz del pueblo sigue estando presente en nuestra
sociedad. El escritor que se asemeja al amo y que enarbola su voz como la figura
del Estado, la voz del pueblo. En esta pulverización de la autoridad Viñas
propone antes de eliminar esa relación de dominación amo-esclavo, entender su
origen, su historia y sus procesos cambiantes a lo largo de la historia argentina.
Ese proceso de santificación que produce un pueblo/lector acrítico, ahistórico y
fuera del mundo. Su propuesta crítica es un intento de adentrase en el mundo, de
encarnar esta literatura socialista.

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