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DESARROLLO DEL CONOCIMIENTO

A TRAVÉS DE LA HISTORIA

No se puede hablar de una teoría de conocimiento, en el sentido de una disciplina


filosófica independiente, ni en la antigüedad, ni en la edad media. En la antigüedad
encontramos múltiples reflexiones epistemológicas, especialmente en platón,
EDAD ANTIGUA entendiendo la epistemología como una teoría, porque trataba de una visión
intelectiva del mundo de las ideas.
Se puede decir que para platón, conocer es contemplar y en esa contemplación
llegamos a la verdad, a la belleza, al bien; y en Aristóteles, que entiende por
“episteme” una “ciencia”, que tiene por objeto conocer las cosas en sus esencias y
en sus causas. Para ambos pensadores debe ser universal y debe mostrar necesidad.

EDAD MEDIA En la edad media, la filosofía sobre el conocimiento se encuentra con el cristianismo;
razón y fe son empleadas para comprender al hombre desde una visión teocéntrica en
la que Dios es el principio de todo, a través del cual es posible comprender al
hombre, que es su creación. En la fe el hombre encuentra sentido a la vida, la
trascendencia se convierte en una cualidad propia del hombre, que lo une a Dios. El
hombre en unidad con Dios tiene sentido.

La teoría del conocimiento, como disciplina autónoma aparece por primera vez en la
edad moderna que desde sus inicios presenta a la epistemología como su mayor
avance, pues lo que concierne al origen, la naturaleza y el fundamento de su
conocimiento fue el centro de su reflexión filosófica fundamentándose en dar validez
al conocimiento mientras que la ciencia avanzaba acumulativamente satisfaciendo
nuestras inquietudes acerca del mundo.
Vemos como primera medida a Descartes, quien va a introducir a una moderna
gnoseología, con su problemática en torno al significado de la percepción sensible, el
origen de nuestros conceptos, la naturaleza de la ciencia y de la verdad y,
principalmente, el problema del método. Desde que Descartes proyecto su duda
EDAD MODERNA sobre el conocer humano, no ha cesado la especulación en torno al fundamento de
ese saber.
Todas las grandes figuras aportan su estudio a este tema y de ahí reciben
comúnmente su caracterización como el filosofo inglés John locke, con su obra
maestra “ensayo sobre el entendimiento humano” siguiendo con Leibniz, George
Berkeley y David Hume con su “tratado de la naturaleza humana”.

Ya Emmanuel Kant, se adentrara en la “teoría del conocimiento”, en su obra


epistemológica, la crítica de la razón pura, que trata de dar una fundamentación
critica del conocimiento científico de la naturaleza. Él mismo llama al método de
que se sirve de ella “método transcendental”. Este método no investiga el origen
psicológico, sino la validez lógica del conocimiento. Kant se atiende a explicar
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exclusivamente el valor del conocer científico, admitiendo, sin más, ese valor. Como
problema critico es el problema de los coeficientes a priori del juicio, dejando el
problema de la razón como independiente de la experiencia. La crítica transcendental
considera la pretensión de objetividad como algo condicionado o razón justificativa,
ella indaga. El fundamento legitimador del conocimiento (según Kant, las formas de
la intuición pura, los conceptos y los principios puros) muestra en primer lugar que
es posible un conocimiento objetivo; y en segundo lugar, en qué consiste éste; Kant
arranca con la idea de que la ciencia o el conocimiento objetivo consiste en un saber
universal y necesario. Luego de acuerdo con los escépticos, se pregunta si puede
darse el conocimiento. Su repuesta ofrece dos aspectos: primero, es posible un
conocimiento universal y necesario sobre la base de intuiciones, conceptos y
principios puros; pero en segundo lugar sólo como la matemática y como física
(ciencia natural universal). En una palabra: la cientificidad de la matemática y la de
la física no es premisa, sino conclusión; no es base argumentativa, sino meta
demostrativa.
Por eso, aunque el pensamiento de Descartes, de Locke y de Kant sea diverso en lo
que se refiere a sus teorías, confluye en que sus filosofías y en especial sus
epistemologías tratan de ser un conjunto metódico puro que permita analizar las
representaciones mentales del sujeto.
La fenomenología del conocimiento en Hursserl, reconoce la necesidad del sujeto y
del objeto, sin precisar en qué consiste cada uno de ellos, sin detenerse en averiguar
la naturaleza de cada uno de ellos. Conocer, fenomenológicamente hablando, es
aprehender, es decir, el acto por el cual un sujeto aprehende un objeto, éste debe ser
por lo menos gnoseológico, trascendente al sujeto, de lo contrario no habría
aprehensión de algo exterior: el sujeto se aprehendería de algún modo a sí mismo.
Actos que ya hemos tratado, como la abstracción, el juicio y la inferencia, aprenden
puras significaciones en cuanto son dadas y tal como son dadas estas también ayudan
a la fenomenología que es una pura descripción de lo que se muestra por sí mismo,
en ella se explora lo dado

Pero con la llegada del siglo XX se cambia esta postura y a partir de Nietzsche y
EDAD Heidegger se inicia una fuerte crítica de la Epistemología. Además, la aparición del
CONTEMPORANIA pragmatismo ha permitido un cambio de esquema, pues se redujo la verdad a la
utilidad, dejando de lado todos los problemas epistemológicos y, por ende, la
metafísica.
El filósofo Newyorkino Richard Rorty, quien critica la pretensión de Descartes de
fundamentar la filosofía en la epistemología, presenta al conocimiento como una
relación entre personas y proposiciones y no como una relación entre sujetos y
objetos; partiendo de aquí, una verdad necesaria sería aquella que hasta ahora nadie
ha logrado poner en duda y no solo el concepto que surge al referir un término a un
ente en el intelecto. Así, la verdad más que ser el fruto de representaciones y su
correspondiente, en términos clásicos “adecuación”, es un resultado del lenguaje.
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Para Habermas el conocimiento que brota de la comunicación “capta teóricamente la
realidad, para que luego sea puesta al servicio del interés” de tal modo, que la
compresión de la verdad es “comprensión de las proposiciones”.

De esta manera, los filósofos del siglo pasado y de nuestros días nos han ayudado a
evitar el representacionalismo, no por medio de la “disolución” de los viejos
problemas ni señalando las “confusiones conceptuales” sino ofreciendo simplemente
un nuevo lenguaje para descubrir el conocimiento. Por eso, en nuestra época, la
filosofía del lenguaje es la disciplina que se ocupa de los “fundamentos del
conocimiento” pues las representaciones son lingüísticas más que mentales.

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