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© Renzo Cavani
© Gaceta Jurídica S.A.
Acepté escribir este libro por encargo de los queridos Manuel Muro y
Manuel Torres, de Gaceta Jurídica, con quienes me vincula una intensa amis-
tad desde mi paso por dicha empresa, entre septiembre de 2008 y agosto de
2011. Siempre lo vi como un desafío, básicamente por cuatro razones: (i) la
impugnación en materia procesal civil es un tema donde no hay práctica-
mente ningún trabajo de largo aliento (la gran excepción es, por supuesto,
Impugnaciones procesales, de Eugenia Ariano, aparecido en 2015); (ii) no existe
un mayor esfuerzo en construir, con la mayor rigurosidad posible, una dog-
mática sobre la teoría impugnatoria, a diferencia de otros países como Brasil1;
(iii) el CPC tiene un tratamiento muy deficiente, asistemático y poco claro
sobre la materia, que requiere una detallada explicación y análisis del derecho
positivo; y (iv), debido a las tres razones anteriores, la práctica judicial sufre
mucho, ofreciendo soluciones que no siempre son las correctas.
En la medida de lo posible, y dentro de mis profundas limitaciones, este
libro busca contribuir para solucionar aquellos cuatro aspectos.
Es así que este libro parte de una preocupación conceptual, debido a mi
convicción –ya de larga data– de que no es posible comprender bien el dere-
cho positivo sin una sólida dogmática. De ahí que la Parte I esté dedicada a
los contornos teóricos sobre la teoría impugnatoria, y que la Parte II se aboque
a diseñar una parte general de la teoría de los recursos en el proceso civil peruano
(para lo cual, por cierto, es imprescindible analizar el derecho positivo). Luego
de la parte general, se pasa a la Parte III, que trata sobre la parte especial de la
teoría de los recursos, en donde se analizan los recursos en especie de nuestra
legislación (reposición, apelación, casación y queja). Se finaliza con la Parte IV,
que versa sobre la teoría impugnatoria mediante pretensión autónoma, que,
en el ámbito del proceso civil, se condensa en la así llamada «nulidad de cosa
juzgada fraudulenta».
Empero, el libro también está pensado para solucionar problemas prácti-
cos a partir de análisis de resoluciones, ejemplos y de reflexiones a partir de lo
que sucede en la práctica forense. Se trata, pues, de un trabajo teórico-prác-
tico, que bien puede adquirir contornos, más que de un Manual, de un Curso.
No tengo dudas que este libro nace siendo muy perfectible. De hecho,
en caso tuviese acogida en el público especializado, podrá mejorar aún más,
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
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Nota del autor a la primera edición
(*) Profesor a tiempo completo en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Profesor en
la Universidad de Piura (UdeP), en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM)
y en la Academia de la Magistratura. Doctorando en el Programa de Doctorado en Dret, Econo-
mia i Empresa de la Universitat de Girona (UdG). Investigador de la Cátedra de Cultura Jurídica
de la UdG. Magíster en derecho por la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS).
Abogado por la Universidad de Lima. Miembro del Instituto Iberoamericano de Derecho Pro-
cesal (IIDP), de la Associação Brasileira de Direito Processual (ABDPro) y del Instituto Brasileiro
de Direito Processual (IBDP). Miembro de la Comisión Revisora del Código Procesal Civil del
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (2016-2017).
prof.renzo.cavani@gmail.com, https://www.facebook.com/prof.renzo.cavani
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
NOTA
1 Solo como referencia de trabajos muy serios, entre muchos otros: Barbosa Moreira, 1985;
Didier Jr. y Carneiro da Cunha, 2016; Rodrigues, 2017.
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Abreviaturas
Art. Artículo
§ Párrafo
CC Código Civil peruano de 1984
CdePP Código de Procedimientos Penales peruano de 1940
CEMC Código de Enjuiciamientos en Materia Civil peruano de 1852
CNA Código de los Niños y Adolescentes peruano de 2000
Const. Constitución Política del Perú de 1993
Const. 1979 Constitución Política del Perú de 1979
CPC Código Procesal Civil peruano de 1993
CPC 1912 Código de Procedimientos Civiles peruano de 1912
CPConst. Código Procesal Constitucional peruano de 2004
CPP Código Procesal Penal peruano de 2004
CRCPC Grupo de trabajo encargado de revisar y proponer mejoras al
Código Procesal Civil
DLA Decreto Legislativo N° 1071 de 2008 que regula el arbitraje
en el Perú
Inc. Inciso
LCE Ley de Conciliación Extrajudicial peruana de 1998 (Ley
N° 26872)
LCJ Ley de la Carrera Judicial peruana de 2008 (Ley N° 29277)
LEC 2000 Ley de Enjuiciamiento Civil española de 2000
LGSF Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y
Orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros peruana
de 1996 (Ley N° 26702)
LJP Ley de Justicia de Paz peruana de 2012 (Ley N° 29824)
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
LOPJ Ley Orgánica del Poder Judicial peruana de 1993 (TUO del
Decreto Legislativo N° 767, aprobado por Decreto Supremo
N° 017-93-JUS)
LOTGC Ley Orgánica del Tribunal de Garantías Constitucionales
peruano de 1992 (Ley N° 23385)
LPCA Ley del Proceso Contencioso Administrativo peruano de 2008
(TUO de la Ley N° 27584, aprobado por Decreto Supremo
N° 013-2008-JUS)
LPAG Ley del Procedimiento Administrativo General peruana
de 2017 (TUO de la Ley N° 27444, aprobado por Decreto
Supremo N° 006-2017-JUS)
LPEC Ley del Procedimiento de Ejecución Coactiva peruana de
2008 (TUO de la Ley N° 26979, aprobado por Decreto
Supremo N° 018-2008-JUS)
NCJF Nulidad de cosa juzgada fraudulenta
NLPT Nueva Ley Procesal del Trabajo peruana de 2010 (Ley
N° 29497)
Res. Adm. Resolución Administrativa
URP Unidad de Referencia Procesal
ss. Siguientes
TC Tribunal Constitucional peruano
TGC Tribunal de Garantías Constitucionales peruano
ZPO Zivilprozessordnung alemana de 1877
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PARTE
I
UNA TEORÍA IMPUGNATORIA
PARA EL PROCESO CIVIL PERUANO
PARTE
I
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Una teoría impugnatoria para el proceso civil peruano
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Una teoría impugnatoria para el proceso civil peruano
Los recursos pueden formularse por quien se considere agraviado con una
resolución o parte de ella, para que luego de un nuevo examen de esta, se sub-
sane el vicio o error alegado.
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¿Qué tenemos aquí? Los artículos 357 y 358 hablan de «vicio o error».
Específicamente, el artículo 357 habla del «órgano jurisdiccional» que come-
tió alguno de ellos y, por tanto, podemos concluir que el artículo 358 también
se encuentra en la misma lógica. Esto permite descartar completamente que
un remedio pueda dirigirse a atacar un acto de parte: el remedio solo ataca
un acto del juez (no contenido en una resolución, según la dicción del artículo
356). Pero no solo ello: el vicio, entendido como defecto en la configuración
estructural del acto9, y el error, comprendido como defecto en el contenido
del acto, se refieren fundamentalmente a una resolución judicial, entendida
esta como decisión (infra, I, 5). Por su parte, los artículos 360 y 361 hacen
explícita referencia a «recurso», por lo que lógicamente excluye al remedio.
El artículo 359 requiere un análisis más fino, que fue bien realizado por
Ariano10. La disposición habla de la «resolución que rechaza el medio impug-
natorio», y que esta puede ser impugnada mediante el recurso de queja. No
obstante, el recurso de queja solo existe para los casos en que ha sido recha-
zado no cualquier medio impugnatorio, sino uno solo en particular: el recurso
de apelación. Esto se desprende con mucha claridad del texto del artículo 401:
«El recurso de queja tiene por objeto el reexamen de la resolución que declara
inadmisible o improcedente un recurso de apelación». Esto quiere decir que el
artículo 359 también estaría pensado fundamentalmente para los recursos y
no para los remedios.
Así, si es que las disposiciones generales del título sobre los medios
impugnatorios no estarían pensadas para los remedios, siendo este, según la
clasificación del CPC, un medio impugnatorio, podríamos sospechar si es que
estos realmente existen.
(iii) La inexistencia de especies de remedios. El artículo 356 CPC nos dice:
«La oposición y otros remedios (…)» (énfasis agregado). Estamos aquí ante una
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5. RESOLUCIONES JUDICIALES17
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5.3.1. Decretos
El artículo 121 § 1 CPC señala:
Mediante los decretos se impulsa el desarrollo del proceso, disponiendo actos
procesales de simple trámite.
Parecería que el texto equipara el impulso del proceso con acto de simple
trámite o, más precisamente, que este último siempre sería un acto de impulso.
Ello no es del todo correcto: hay actos de trámite que no son, rigurosamente,
actos de impulso. La respuesta la da el propio CPC cuando regula el abandono.
Esta figura consiste en una sanción al demandante que, en la tramitación
del proceso en primera instancia, no realiza ningún acto de impulso (ver art.
346 y ss. CPC)33. Pero es el artículo 348 § 3 el que da mayores luces sobre
esta última figura:
No se consideran actos de impulso procesal aquellos que no tienen por propó-
sito activar el proceso, tales como la designación de nuevo domicilio, pedido
de copias, apersonamiento de nuevo apoderado y otros análogos.
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Una teoría impugnatoria para el proceso civil peruano
hasta una senda resolución con contenido decisorio. Para efectos del aban-
dono, lo que interesa no es tanto la respuesta del juez, sino si el pedido de la
parte conduce o no a un impulso o activación del proceso. Así pues, pedidos
de impulso, por ejemplo, pueden ser: solicitar al juez que expida sentencia,
que reprograme una diligencia, etc.
Tenemos, por tanto, el contenido de los decretos puede ser de dos tipos:
a) De impulso del proceso: Son aquellos que disponen la continuación del
proceso. Ejemplos: correr traslado de algún pedido previo a la decisión, decla-
rar que una resolución ha quedado consentida, disponer que el expediente sea
llevado a despacho para resolver, etc.
b) De mero trámite: Es una respuesta del juez que no dispone la con-
tinuación del proceso sino simplemente atender a un pedido simple de una
parte (si lo hubiere), que no involucra una decisión. Ejemplos: expedición de
copias certificadas (artículo 139 CPC), expedición de copias para el Ministerio
Público para que evalúe si ejercita la acción penal (artículos 38, inciso 2; 441,
inciso 1; 538, inciso1; 564, inciso 2; 624, inciso 1) o para el órgano de con-
trol (artículo 140 CPC), tener presente un escrito para mejor resolver, tener
por apersonado a un abogado o apoderado, etc. Véase que ninguna de estas
resoluciones conduce a la conclusión del proceso ni tampoco contribuye con
su prosecución.
5.3.2. Sentencia
El artículo 121 § 3 señala:
Mediante la sentencia el juez pone fin a la instancia o al proceso en definitiva,
pronunciándose en decisión expresa, precisa y motivada sobre la cuestión con-
trovertida declarando el derecho de las partes, o excepcionalmente sobre la
validez de la relación procesal.
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
Una lectura paralela del CPC podría llevar a concluir que en la sentencia el
juez también puede emitir una decisión sobre la validez de relación procesal,
esto es, un pronunciamiento sobre la procedencia de la demanda y, de ser el
caso, anulando total o parcialmente el procedimiento (la así llamada sentencia
inhibitoria)35. No obstante, esta interpretación conduce a una incoherencia sis-
temática, ya que todo pronunciamiento que implique un juicio de proceden-
cia de la demanda, sea liminar (art. 427 CPC), sea respecto de una excepción
(art. 451 y 465 §§ 2 y 3, CPC), importa una decisión que no resuelve el fondo;
o, para ser más precisos, aun cuando analice la pretensión, que por disposi-
ción legal no tenga como consecuencia la cosa juzgada y sí la nulidad de todo
lo actuado, la declaración de improcedencia de la demanda y la conclusión del
proceso36.
En otras palabras, no tendría sentido que una sentencia pueda conte-
ner un juicio de mérito sobre la pretensión y, a la vez, un juicio de proceden-
cia sobre la demanda solamente por el hecho de dictarse al final del procedi-
miento; mientras que todas las demás resoluciones que contengan un juicio
de procedencia respecto de la demanda que sean emitidas en cualquier otro
momento del iter procesal no califiquen como sentencia y sí, más bien, como
autos. En efecto, si es que una resolución que declara la improcedencia de
la demanda tiene las mismas consecuencias, ¿por qué habría alguna diferencia
según la oportunidad en que se adopte?
En mi opinión, lo que el legislador quiso decir, en realidad, es que, al
momento de sentenciar, o, mejor, en lugar de emitir sentencia, el juez puede emi-
tir un auto, decidiendo sobre la validez de la relación procesal. Este entendi-
miento, inclusive, se muestra más armónico con los artículos 321 y 322 CPC:
cuando el juez se pronuncia sobre la validez de la relación procesal, según esta
lógica, no resuelve el fondo o mérito del proceso; sí lo hace, en cambio, cuando sen-
tencia, declarando fundada o infundada la demanda.
Esclarecido este asunto, corresponde destacar que, desde una perspectiva
temporal, no solo existe sentencia cuando se llega al final del procedimiento (de
primera, segunda o tercera instancia): también hay otras sentencias producto
de diversas formas de conclusión del proceso que comparten su naturaleza de
ponerle fin al proceso mediante una declaración sobre el mérito. Veamos:
a) Conciliación judicial. La conciliación es un negocio jurídico material con
efectos procesales37: el hecho que se dé en el contexto de un proceso no resta
su naturaleza de contrato o negocio jurídico bilateral. Si las partes concilian,
el juez examina si es que el derecho es disponible (art. 325 CPC) y acepta
la propuesta conciliatoria y declara la conclusión del proceso (art. 327 CPC).
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jurídico procesal y jamás sobre el acto jurídico material que constituye un ele-
mento del soporte fáctico de aquel. De cualquier manera, según el artículo
322, § 1 inc. 4, la transacción conduce a una conclusión del proceso con
declaración sobre el fondo. Se trata, pues, de una sentencia39.
d) Desistimiento de la pretensión. El desistimiento del proceso implica una
declaración del demandante de no continuar con el proceso, solicitando su
conclusión. Según el artículo 343 CPC, este desistimiento no afecta la preten-
sión. Normalmente se da este pedido cuando la demanda se encuentra mal
formulada o, también, producto de una negociación extrajudicial. Ya el
desistimiento de la pretensión, por el contrario, implica una declaración del
demandante en el sentido de que no tiene razón en su demanda. Por ello, según
el artículo 344 § 1 CPC, «produce los efectos de una demanda infundada con
la autoridad de cosa juzgada». Esto no es otra cosa que una auténtica senten-
cia, concretamente un juicio de mérito negativo. Aquí, sin embargo, se revela
una profunda contradicción que es bueno resaltar: el artículo 321 § 1 incs.
1 y 6 coloca al desistimiento del proceso y de la pretensión como supuestos
de conclusión del proceso sin declaración sobre el fondo. La resolución que
aprueba el desistimiento del proceso, dado que no presupone un juicio sobre
el mérito, es apenas un auto que, sin pronunciarse sobre el derecho discutido,
lo concluye. Pero la resolución que aprueba el desistimiento de la pretensión
sí exige un pronunciamiento sobre el mérito y, por tanto, no puede ser un
auto, sino una sentencia. El desistimiento de la pretensión, por tanto, debe-
ría estar en el listado del artículo 322 § 1. Empero, en este punto surge una
figura misteriosa: la renuncia al derecho (art. 322 § 1 incs. 1 y 5). ¿Se trata de
una figura diferente al desistimiento de la pretensión? Todo parece indicar que
no. ¿Por qué? Veamos el artículo 342 § 1 CPC: «El desistimiento del proceso
o del acto procesal se interpone antes que la situación procesal que se renun-
cia haya producido efecto». De hecho, aquí se refiere al desistimiento del acto
procesal, pero lo cierto es que desistirse del proceso o de la pretensión tam-
bién implica renunciar a una situación jurídica: la de ser demandante. Desistirse,
por tanto, equivale a renunciar. Para mantener una coherencia en el sistema,
por tanto, allí donde el artículo 322, § 1 incs. 1 y 5, dice renuncia, debería
entenderse desistimiento de la pretensión.
5.3.3. Autos
El artículo 121 § 2 señala:
Mediante los autos el juez resuelve la admisibilidad o el rechazo de la
demanda o de la reconvención, el saneamiento, interrupción, conclusión
y las formas de conclusión especial del proceso; el concesorio o denegatorio
de los medios impugnatorios, la admisión, improcedencia o modificación de
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Una teoría impugnatoria para el proceso civil peruano
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Una teoría impugnatoria para el proceso civil peruano
NOTAS
1 Cabe resaltar que en el discurso de la doctrina se suele entender al derecho procesal como cien-
cia y también como objeto de estudio de dicha ciencia.
2 Ariano, 2015: 36 ss.
3 Cfr. Monroy Palacios, 1998: 113.
4 Véanse la ordenanza procesal civil alemana, en donde coloca a la revisión como género de la
demanda de nulidad y de la demanda de restitución (libro 4, §§ 578 y ss.), y el CPC portugués
(art. 696 y ss.), aunque este lo trata como recurso. Sobre el tema, aunque versando sobre la
legislación anterior, cfr. Mendonça y Antunes, 2009: 333 ss.
5 Una resolución firme adoptada en el contexto del Código Procesal Civil también puede ser ata-
cada mediante una demanda de amparo contra resoluciones judiciales. No obstante, este tema
excede los propósitos de este libro. Sobre el tema, cfr. López Flores, 2013. Asimismo, existen
otros medios previstos en las diversas legislaciones procesales, como es el caso de la nulidad de
cosa juzgada fraudulenta laboral, en la NLPT, y la acción de revisión, en el CPP. En su momento
analizaré si, en el ámbito civil, sería posible impugnar una resolución firme mediante un meca-
nismo diferente a la nulidad de cosa juzgada fraudulenta.
6 En este último punto se revela algunos problemas de sistematicidad: la así llamada nulidad de
cosa juzgada fraudulenta está regulada en el artículo 178, dentro del título VI («nulidad de
los actos procesales»), muy lejos de la parte sobre medios impugnatorios. Esto, por supuesto,
ya genera diversos desafíos para la construcción de una teoría impugnatoria mínimamente
rigurosa.
7 Ariano, 2015: 26 nota 2, 27 nota 4.
8 Cae en esta inconsistencia Monroy Gálvez, 2010b: 249-250, cuando sugiere que un tipo de
remedio sería, también, la nulidad de cosa juzgada fraudulenta.
9 Cavani, 2016, 96 ss.
10 Ariano, 2015: 28 nota 6.
11 Además, la oposición cautelar fue creada con la modificación del artículo 637 CPC, producto
de la Ley N° 29384, en tanto que el artículo 356 nunca se modificó. Por tanto, no podría
hacer referencia a dicha figura.
12 Monroy Gálvez, 2010b: 249; Arrarte, 1993: 127-128; Hurtado Reyes, 2009: 804.
13 Cavani, 2014: 197 ss.; Cavani, 2016: 96 ss.
14 Cavani, 2016: 95.
15 Cavani, 2014: 278 ss.
16 Nótese, por ejemplo, que ello es bien claro en el artículo 404.1 CPP (cuyo epígrafe es revela-
dor: «facultad de recurrir»): «1. Las resoluciones judiciales son impugnables solo por los medios y
en los casos expresamente establecidos por la Ley. Los recursos impugnatorios se interponen ante el
juez que emitió la resolución recurrida».
17 La exposición siguiente se basa en Cavani, 2018.
18 Chiassoni, 2007: 17.
19 Las complejidades de definir el concepto acto procesal no son pocas. Además de la doctrina clá-
sica (por ejemplo: Pannain, 1933; Carnelutti, 1938; Conso, 1955; Redenti, 1959), también
es prolífico es recurrir a la doctrina que teoriza sobre el hecho jurídico como una pretensión tran-
sordinamental más amplia (aquí destaca Pontes de Miranda, 1970; Mello: 2014; 163 ss.;
Calmon de Passos, 2009: 15 ss.) y, de allí, a la doctrina contemporánea que viene debatiendo
sobre el asunto. Por ejemplo: Almeida, 2015; Ataíde Jr., 2015; Cabral, 2016; Costa, 2017;
Didier Jr. y Nogueira, 2011; Nogueira, 2016, así como los diversos textos que componen dos
obras colectivas: Cabral y Nogueira, 2017, y Nogueira y Cavani, 2015. Valga la oportunidad
para indicar que mi pensamiento ha cambiado respecto a la exposición que hiciera en alguna
publicación anterior, cfr. Cavani, 2014: 165 ss.
20 Cfr. Didier Jr., 2015: 432. En nuestra doctrina, cfr. Monroy Palacios, 2005: 190 ss. Este
autor señala que «(…) toda situación procesal controvertida, provocada por la parte o de ofi-
cio, que concluye con una decisión se denomina cuestión». Sin embargo, no me parece exacta la
definición de cuestión dado que, con esa definición tan amplia, estaría identificando «cuestión»
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con «procedimiento», pues el definiens (término usado para definir) es «situación procesal», que
estaría identificada con un conjunto de actos que concluyen con un acto final (= decisión). La
imprecisión se evidencia cuando Monroy Palacios trata sobre la «estructura de la cuestión»
cuando, en realidad –como él mismo lo desliza– no puede confundirse un procedimiento (inci-
dental o no) con las cuestiones que allí dentro pueden ser discutidas.
21 Ampliamente, incidiendo en la diferenciación entre acto jurídico en sentido estricto y negocio
jurídico, Cfr. Nogueira, 2016: 111 ss., esp. 121 ss.; Costa, 2017: 38 ss.
22 Ariano, 2015: 162 ss.
23 Como puede intuirse, la extensión del recurso tiene que ver con lo que se suele denominar efecto
devolutivo de la apelación (infra, II, 9.3).
24 Araken de Assis, 2015: 901, siguiendo de cerca la lección de Dinamarco, quien emplea el
término «capítulos de sentencia».
25 Araken de Assis, 2015: 900.
26 Didier Jr, Braga y Olivera, 2015: 352 ss.
27 Didier Jr., Braga y Olivera, 2015: 353.
28 Chiassoni 2007, 17; Guastini 2011, 238
29 Sobre el asunto, de forma resumida, cfr. Cavani, 2015: 362 ss.
30 Cfr. Atienza, 2013: 109 ss.; Zavaleta, 2014: 39 ss.
31 Más adelante hablaré sobre lo que concierne a los «pronunciamiento de mera ordenación»,
como es el caso de los decretos (infra, III, 1.3).
32 En doctrina se le conocen más usualmente bajo el nombre de resoluciones interlocutorias o, más
antiguamente, sentencias interlocutorias.
33 No debe olvidarse que el juez está obligado a impulsar el proceso por sí mismo (art. II, § 2,
CPC), salvo los casos expresamente señalados en el propio CPC. Esto podría generar una con-
tradicción con el propio abandono, porque ahí no se dice en qué circunstancia es la parte que
debe realizar determinada actuación para que no se configure el abandono.
34 Sobre el asunto, ampliamente, cfr. Tucci, 2009: 95 ss.; Domit, 2016.
35 Es lo que defiende, por ejemplo, Ariano, 2015: 194 y 212, nota 1, refiriéndose a ella como
sentencia absolutoria de instancia, en la línea de la doctrina clásica.
36 Sin perjuicio de lo que se argumenta en el texto principal, existen elementos que, indudable-
mente, componen el mérito del proceso y que, por tanto, se requiere analizar la pretensión y
los medios de prueba, pero que nuestro CPC les ha dado como consecuencia la improcedencia
de la demanda, nulidad de todo lo actuado. O sea, nuestro legislador entendió que se trata
realmente de un análisis sobre la validez de la relación procesal, como si fuese, por ejemplo,
competencia, capacidad procesal, representación procesal, etc. Tales elementos son, por ejem-
plo, la legitimidad para obrar, caducidad, prescripción, cosa juzgada, transacción, conciliación,
desistimiento, etc. Todos ellos requieren que el juez entre efectivamente a analizar la relación
material (pretensión) a fin de determinar qué fue lo que sucedió con el derecho que es recla-
mado por el demandante. Cfr. Cavani, 2014: 509.
37 Cfr. Denti, 1965: 469-470; Costa, 2017: 24 ss.
38 Cfr. Cavani, 2016: 181 ss.
39 Cabe resaltar que en la sentencia recaída en el Primer Pleno Casatorio Civil (Exp.
N° 1465-2007-Cajamarca), la Corte Suprema decidió equiparar la transacción judicial a
la extrajudicial. El voto en minoría, sin embargo, adoptó una posición que, a mi juicio, es la
correcta.
40 Ariano, 2015: 76.
41 El cual consistiría en lo siguiente: «la resolución con contenido decisorio es aquella que debe
motivarse, mientras que la resolución que debe motivarse es aquella con contenido decisorio».
42 Esto ya ha sido bien cuestionado por Zavaleta, 2014: 402 ss.
40
PARTE
II
TEORÍA DE LOS RECURSOS:
PARTE GENERAL
PARTE
II
1. RECURSO
Etimológicamente, recurso significa «rehacer el curso» o «retomar el
camino»1. En el lenguaje jurídico, el recurso puede ser entendido como el
medio para defender un derecho (ejemplo: «recurrir al PJ», «recurrir a la jus-
ticia constitucional»). El término «medio», evidentemente, es bastante vago;
de ahí que sea necesario emplear una definición de recurso más precisa, la cual
dependerá del ordenamiento jurídico positivo. Se trata, pues, de un concepto
dogmático y no teórico.
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
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Teoría de los recursos: parte general
2.1. Aclaración
El artículo 406 CPC comienza señalando: «El juez no puede alterar las
resoluciones después de notificadas». La norma que se extrae de esta disposi-
ción tiene su justificación en que, siendo la notificación la forma de dar cono-
cimiento del contenido de la resolución a sus destinatarios (art. 155 § 1 CPC),
a partir de allí es que surte eficacia respecto de ellos. Esta eficacia implica
que surjan diversas situaciones jurídicas, tales como el deber de cumplir con
el mandato, y, también, el derecho (y la carga) de impugnar, de ser el caso.
Por ello, el juez no puede modificar las resoluciones –ni sus fundamentos ni
su sentido– luego que se produjo la notificación, puesto que ello crearía una
situación de incerteza para las partes.
Cabe resaltar que esta norma no es una de tipo preclusivo que pueda
impedir al juez, por ejemplo, de anular –total o parcialmente– alguna reso-
lución, por más que esta ya haya sido notificada. Esto es así porque la decla-
ración de nulidad no representa propiamente una «alteración», sino, en rea-
lidad, una destrucción del acto, con su posterior extinción. En todo caso, la
declaración de nulidad tiene diversos límites y está sujeta a otros criterios3.
Como bien puede comprenderse, esta norma no es aplicable solo para la
aclaración y, desde una perspectiva sistemática, la disposición debería estar en
la parte general del CPC.
La disposición continúa diciendo: «Sin embargo, antes que la resolución
cause ejecutoria, de oficio o a pedido de parte, puede aclarar algún concepto
oscuro o dudoso expresado en la parte decisoria de la resolución o que influya
en ella. La aclaración no puede alterar el contenido sustancial de la decisión».
Ya en su § 2 dice: «El pedido de aclaración será resuelto sin dar trámite. La
resolución que lo rechaza es inimpugnable».
Diseccionemos la disposición para entenderla mejor:
a) Antes que la resolución cause ejecutoria. Cualquier resolución puede ser
aclarada, precisamente porque, siendo un documento, puede tener fragmen-
tos que no se entiendan bien. Cuando la disposición habla de «causar ejecu-
toria», en este caso este argot forense se refiere a que haya precluído la posi-
bilidad de impugnar, según los plazos previstos en la ley. Por cierto, hay
resoluciones que, por el hecho de no proceder ningún recurso contra ella,
«causan ejecutorias» inmediatamente. Piénsese, por ejemplo, en una senten-
cia o auto de la Corte Suprema con el que concluye el proceso. No por ello,
no obstante, estaría vedada la posibilidad de solicitar la aclaración: ella sí es
perfectamente posible. Parecería que esta norma que limita temporalmente la
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
posibilidad de aclarar estaría más pensada para el juez y no tanto para las par-
tes. Se requiere, pues, una interpretación extensiva de la disposición.
b) De oficio o a pedido de parte. La aclaración puede ser solicitada por las
partes, como en la práctica suele suceder, pero también puede hacerlo el juez
de oficio, o sea, por propia iniciativa, sin que las partes lo hayan suscitado.
c) Concepto oscuro o dudoso. Lo que es objeto de aclaración, en realidad, no
es propiamente un «concepto» sino, más bien, un fragmento de la resolución-
documento, que puede ser una oración o una palabra. Cuando hablamos de
«oscuridad» no hay claridad en lo escrito, al punto de no entender cuál es el
significado de dicho fragmento. De otro lado, cuando hablamos de «duda»,
igualmente no se tiene la certeza respecto del significado del fragmento, pero
en este caso estamos ante un problema de ambigüedad, es decir, más de un
significado posible.
En la práctica, no es necesario indicar si se trata de oscuridad o ambigüe-
dad: basta con señalar el fragmento que requiere ser aclarado y explicar al
juez por qué se justifica una aclaración. Esto es relevante porque, lamentable-
mente, es una práctica usual que la respuesta del juez sea rechazar el pedido
de aclaración alegando que «no hay nada que aclarar».
La disposición centra la oscuridad o duda en la «parte decisoria de la reso-
lución o que influya en ella». La norma que se desprende de esta disposición
–mal redactada, por cierto– es que tanto el fallo (parte decisoria) como algún
considerando que exprese un fundamento que influya en ella puede estar afec-
tada de oscuridad o ambigüedad. No obstante, a efectos de la aclaración, no
se requiere demostrar que tal o cual considerando contiene un fundamento
que influye en el fallo. En todo caso, dependerá del litigante saber qué frag-
mento de la parte considerativa de la resolución vale la pena aclarar (por
ejemplo, para una futura ejecución).
d) Prohibición de alterar el contenido sustancial. Aquí existe una norma pro-
hibitiva para el juez: la resolución aclaratoria no puede alterar el «contenido
sustancial» de la resolución aclarada. Nótese que cuando se habla de «con-
tenido sustancial» no se refiere únicamente al fallo, sino, también, a los pro-
pios considerandos. Esto tiene mucho sentido: si lo que se busca es solucionar
algún fragmento oscuro o ambiguo, entonces la resolución no puede verse sus-
tancialmente alterada: bajo ninguna circunstancia se puede cambiar el sentido
del fallo ni los fundamentos que le sirven de sustento.
e) Se resuelve sin correr traslado. El artículo 406 § 2 obliga al juez a que,
una vez recibido el pedido de aclaración (o haciéndolo él mismo de oficio), lo
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Teoría de los recursos: parte general
resuelva inmediatamente, sin permitir que la otra parte participe. Esto se jus-
tifica en tanto, siendo un pedido para aclarar algún fragmento, la decisión
que lo resuelve no revestiría mayor complejidad y, además, el juez lo resuelve
por su propio mérito, por lo que no se hace necesario escuchar a la contra-
parte. Así, si la contraparte tuviese algún interés en que la resolución sea acla-
rada, debería formular su propio pedido de aclaración y lo más probable es
que el juez resuelva ambos conjuntamente.
f) Resolución que lo rechaza es inimpugnable. Aquí se restringe la impugna-
ción solo al auto que rechaza (léase, que declara improcedente o, en todo caso,
«no ha lugar») el pedido de aclaración. Tal inimpugnabilidad sería una res-
tricción de la apelación si la resolución es emitida por un órgano de primera
instancia. Si la resolución fuese emitida por un órgano de segunda instancia
o por la Corte Suprema, en una tercera instancia, siendo un auto, entonces
son inimpugnables de por sí. No obstante, nótese bien que la inimpugnabi-
lidad no impide que se pueda pedir la nulidad de dicha resolución si es que
se hubiese incurrido en algún vicio, como, por ejemplo, la motivación. De
hecho, el pedido de nulidad, de conformidad con el artículo 176 §§ 1 y 2,
será el único mecanismo para atacar autos emitidos por órganos de apelación
y por la Corte Suprema, en funciones de órgano de tercera instancia.
2.2. Corrección
Dice el artículo 407 §1 CPC: «Antes que la resolución cause ejecutoria, el
juez puede, de oficio o a pedido de parte y sin trámite alguno, corregir cual-
quier error material evidente que contenga. Los errores numéricos y ortográ-
ficos pueden corregirse incluso durante la ejecución de la resolución». Por su
parte, el § 3 dispone: «La resolución que desestima la corrección solicitada es
inimpugnable». Como podemos ver, tenemos muchas similitudes con la acla-
ración, concretamente: la posibilidad de que las partes pidan la corrección o
que el juez lo haga de oficio, que se resuelva sin correr traslado (la disposición
dice: «sin trámite alguno») y la inimpugnabilidad de la resolución que rechaza
el pedido de corrección4. Veamos aquellos aspectos que difieren:
a) Error material evidente. Aquí tenemos dos términos: «error material»
y «evidente». Un error material, en el sentido empleado por el texto, es un
sinónimo de errata, es decir, una equivocación cometida en lo impreso. Como
la propia disposición lo dice, un error material puede ser una equivocación
en cuanto a cantidades y a la ortografía, como sería el caso de nombres o
direcciones. Pero, siendo una errata, hablamos de cualquier tipo de equivo-
cación de palabras, datos, frases, etc. Pero la norma exige que, para efectos
de proceder a la corrección, tiene que ser un error evidente. Empero, es difícil
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2.3. Integración
Puede parecer curioso que coloquemos a la integración paralelamente con
la aclaración y la corrección. En realidad, no debería haber ninguna sorpresa
pues, como se ha dicho, estas figuras responden al concepto de «sucedáneos
recursales». El problema es que, en nuestro CPC, la regulación de la integra-
ción está en dos lugares en donde no debería estar: primero, en la regulación
de la nulidad, y segundo, en la apelación. Veamos los textos normativos con
los que vamos a trabajar:
El artículo 172 § 5 dispone lo siguiente:
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Teoría de los recursos: parte general
Por su parte, el artículo 172 § 6 dice: «El juez superior puede integrar
la resolución recurrida cuando concurran los supuestos del párrafo anterior».
Cierra la regulación sobre la integración el artículo 370 § 1, el cual señala:
El juez superior no puede modificar la resolución impugnada en perjuicio del
apelante, salvo que la otra parte también haya apelado o se haya adherido o
sea un menor de edad. Sin embargo, puede integrar la resolución apelada en la parte
decisoria, si la fundamentación aparece en la parte considerativa (énfasis agregado).
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Teoría de los recursos: parte general
es que el juez omite pronunciarse sobre las costas y costos y multas, mencioné
lo siguiente:
Es frecuente afirmar que la omisión del pronunciamiento sobre una cues-
tión principal o accesoria en una decisión es un “vicio”. Sin embargo, como ya
sabemos, se pierde totalmente de vista que este es un defecto que únicamente
puede recaer sobre un acto (o, en este caso, el extremo de un acto) que ha sido
realizado defectuosamente y que, por ello, existe jurídicamente. En ese sentido,
¿puede el vicio recaer sobre una omisión, o sea, un no acto? Imposible.
Ahora bien, ¿qué ocurre con la decisión que se pronuncia sobre el mérito de
la cuestión pero no hace ninguna referencia a la condena en costas o multas
y que, además, no es impugnada por el perjudicado? Es común que un juez
señale que la decisión ha adquirido cosa juzgada o preclusión (dependiendo de
qué resolución se trate), que hubo un vicio por ser una sentencia infra petita
pero se habría “convalidado” el no pago de las costas y costos y, por tanto,
dicha suma no sería exigible. No obstante, en el marco de una impugnación
contra dicha omisión, por ser un no pronunciamiento, el juez revisor perfecta-
mente puede integrar la resolución (art. 172, párrafos cuarto y quinto, CPC)
y determinar si procede o no el cobro de costas y costos. Por tal razón, resulta
un gravísimo error teórico y práctico entender esta omisión como si hubiese
sido un pronunciamiento negativo y, por tanto, anular la decisión. Aquí no
existió decisión judicial alguna sobre las costas, por lo que es un supuesto
claro de inexistencia jurídica. Según este raciocinio, no es difícil concluir lo
siguiente: (i) la cosa juzgada no puede recaer sobre esta no decisión; (ii) no hay
plazo de preclusión para hacer valer la inexistencia jurídica; (iii) será posible
conseguir tanto la declaración de inexistencia como el pago de costas en una
demanda autónoma. Por lo tanto, yerra el legislador al asumir que la omisión
de pronunciarse sobre las costas o sobre la multa es un motivo para anular
dicho acto.
Cuando afirmé esto, estaba con la atención fija en la resolución que omite
pronunciarse sobre un extremo. Pienso que el razonamiento es aplicable, tam-
bién, a cualquier extremo que puede operar en el marco de una sentencia
(piénsese en reivindicación y pago de frutos; nulidad y cancelación de asiento
registral; existencia de contrato e indemnización) o de un auto.
No obstante, reflexionando mejor, ello no ocurre así cuando la omisión no
es sobre un aspecto decisorio, sino sobre el propio razonamiento en la justificación,
principalmente respecto de la valoración de la prueba. Puede darse el caso,
por ejemplo, de omitirse un considerando –o una parte de él– en donde se dé
cuenta de la valoración de la pericia o de algún documento. Sin él, no habría
un encadenamiento lógico ni una justificación mínima de la premisa fáctica
(esto es, sobre los hechos), dando como resultado un vicio en la construcción
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2.4. Consulta
La consulta es un sucedáneo recursal que sí puede generar una invalida-
ción o revocación, pero no es un acto de parte. Con ello, no cumple con la defi-
nición de recurso que se ha dado. La consulta tiene su fundamento en que
ciertas materias –expresamente identificadas por la ley–, debido a su impor-
tancia o naturaleza, requieren de un pronunciamiento en segunda instancia
o, en todo caso, de la intervención de la Corte Suprema. Por ello, si es que
no fuesen apeladas, la resolución «sube en consulta» al juez de apelación; y,
si no fuesen recurridas mediante recurso de casación, «sube en consulta» a
la Corte Suprema. La consulta, pues, cumple exactamente la misma función
que un recurso de apelación total (infra, II, 5): el juez del recurso puede anu-
lar o revocar exactamente como si la parte perdedora hubiese apelado la decisión8. La
diferencia radica en que no se evaluarán diversos requisitos recursales precisa-
mente por no tratarse de un acto de parte9.
Según lo que dispone el artículo 408 § 1, aquellas materias que deben
ser conocidas por el juez de apelación son: (i) la decisión de primera instancia
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Hay algo más por decir sobre el control difuso (o «preferencia de una
norma constitucional sobre una legal ordinaria») como motivo para la con-
sulta. Rigurosamente, que un juez prefiera una norma constitucional significa,
en primer término, que está obligado a realizar una interpretación conforme
a la Constitución, lo cual implica, al momento de interpretar la disposición
normativa infraconstitucional, elegir el sentido que sea más compatible a
una norma constitucional, que bien puede consagrar un derecho fundamen-
tal. Solo si es que no es posible extraer, al menos desde los sentidos míni-
mos del texto o de las convenciones lingüísticas, un sentido compatible con
una norma constitucional, entonces esta incompatibilidad podría justificar la
creación de una excepción implícita o bien la creación de un sentido total-
mente nuevo. Digo «podría» porque un juez debe cuidarse mucho de no sus-
tituir al legislador y tener un papel creativo en el sentido de la propia acti-
vidad legislativa. Por ejemplo, un juez no podría «crear» un nuevo requisito
para un recurso más allá de los que están expresamente establecidos en la ley.
Estamos, pues, hablando de una derrotabilidad (defeasibility) de la norma infra-
constitucional, que ha sido tratada por un sector de la doctrina12.
Si bien no queda claro que una norma constitucional se aplique «direc-
tamente» al caso concreto luego de constatada la incompatibilidad (sobre
todo si se trata de un principio con un contenido normativo bastante difuso),
dejando de lado la norma infraconstitucional, para efectos de la consulta
creo que lo que debe ser constatado es que exista una auténtica derrota de la
norma, más allá de si en la resolución se anuncia o no que se realiza el control
difuso. Esto es fundamental, puesto que es el propio juez que emitió la resolu-
ción el que decidirá si eleva el expediente o si declara consentida la resolución,
y, una vez elevado, el juez de la consulta debe revisar si es que procede pro-
nunciarse sobre el mérito.
Asimismo, tal como indica el artículo 14 § 4, no procede la consulta aun
cuando exista un control difuso de constitucionalidad respecto de una norma
infralegal.
En cualquier caso, la resolución respecto de la cual procede la consulta
nace ineficaz (infra, II, 9.3) y continúa siendo ineficaz hasta que el juez de la
consulta resuelva definitivamente, exactamente como si se tratase de una ape-
lación contra sentencias o autos que ponen fin a la instancia o un recurso de
casación (art. 409 § 4). El juez de primera o segunda instancia, según el caso
que se trate, deberán remitir de oficio el expediente, una vez constatado que
no hubo recurso de apelación (art. 409 § 1), siendo que este trámite corres-
ponde al auxiliar jurisdiccional, sea especialista legal o relator de sala (art. 409
§ 2). El no hacerlo acarrea la nulidad de los actos posteriores, si los hubieren.
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3. PRETENSIÓN RECURSAL
El recurso, como hemos visto, al igual que la demanda, puede ser acto y
documento. El recurso-acto, siendo un acto procesal postulatorio, contiene una
pretensión. Una pretensión es una declaración de voluntad destinada a exigir
algo (con relevancia jurídica) de alguien. La pretensión procesal es una especie
de pretensión, pero, además de tener como particularidad que se suscita en el
contexto de un proceso, se caracteriza por tener como elementos objetivos la
causa de pedir y el pedido. Esto no es diferente en ámbito recursal: aquí tene-
mos la pretensión recursal, en donde se consustancia la impugnación. La preten-
sión recursal se dirige a cuestionar una o más resoluciones judiciales buscando
su revocación o nulidad. También es conocida como pretensión impugnatoria,
que es término bastante usual en nuestra práctica. Y así como la pretensión
está vinculada con el mérito de la demanda, como veremos más adelante, la
pretensión recursal está vinculada con el mérito recursal.
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5. TIPOS DE RECURSOS
La clasificación de los recursos que se realizará a continuación tiene como
utilidad principal tener un panorama general de las características principales
de los recursos regulados en nuestro CPC25. Como todas las clasificaciones, el
criterio clasificatorio depende de si este contribuye o no para esclarecer la rea-
lidad que puede constatarse en la práctica y en el derecho positivo.
Los recursos pueden ser clasificados a partir de diversos criterios:
(a) según el nivel de conocimiento por parte del órgano resolutor y los requi-
sitos de procedencia, (b) según el órgano que conoce el mérito del recurso,
(c) según el órgano ante el cual se interpone el recurso y (d) según la exten-
sión de la materia impugnada. Veamos cada uno de ellos.
(a) Según el nivel de conocimiento por parte del órgano resolutor y requisitos de
procedencia, los recursos pueden ser ordinarios o extraordinarios. Los recursos
ordinarios permiten que el recurrente proponga una discusión amplia respecto
de la controversia. Es decir, puede discutir sobre los hechos, la valoración de
los medios de prueba, las cuestiones de derecho, vicios de la sentencia, etc.
Inclusive puede alegar hechos nuevos y ofrecer nuevos medios probatorios. Ya
en los recursos extraordinarios la discusión que el recurrente puede plantear
es restringida: no está permitido alegar hechos nuevos ni se puede revalorar la
prueba (esto quiere decir que el órgano que resuelve el recurso extraordinario
debe trabajar con el material fáctico tal como fue apreciado por el órgano que
emitió la resolución recurrida).
El típico recurso ordinario es la apelación. En el caso del recurso extraor-
dinario, este suele tener como característica la de promover una uniformidad
en la interpretación del derecho: por eso es que la discusión debe limitarse a la
forma cómo se interpretó o aplicó el derecho. Por esta razón, los requisitos de
procedencia suelen ser más rigurosos e, inclusive, cualificados, en el sentido de
que al recurrente debe alegar cómo es que su caso concreto contribuye con la
finalidad de interpretación del derecho. Son ejemplos de recursos extraordina-
rios la casación (aunque sus requisitos varían según sea la casación civil, penal,
laboral o contencioso-administrativa) y recurso de agravio constitucional.
(b) Según el órgano que conoce el mérito del recurso, los recursos pueden ser
propios o impropios. Los recursos propios son conocidos por una instancia dife-
rente (ejemplo: apelación, casación). Los recursos impropios son conocidos por
el mismo órgano que expidió la resolución impugnada (ejemplo: reposición,
reconsideración administrativa). Ejemplos de recurso propio son la apelación o
casación, mientras que un caso de un recurso impropio es la reposición.
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(c) Según el órgano ante el cual se interpone el recurso, pueden ser directos o
indirectos. Los recursos directos se interponen ante el órgano que conocerá el
mérito, como sería el caso de la reposición, casación y reconsideración admi-
nistrativa. Los recursos indirectos se interponen ante el órgano que emitió la
resolución impugnada, quien, a su vez, lo remitirá al que conocerá el mérito.
El mejor ejemplo de un recurso indirecto es la apelación.
(d) Según la extensión de la materia impugnada, los recursos pueden ser tota-
les o parciales. Los recursos son totales cuando la pretensión recursal recae
sobre todos los extremos de la resolución. Los recursos son parciales cuando la
pretensión recursal recae sobre algunos extremos de la resolución. Esto puede
ser propio de cualquier recurso.
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7.3. Taxatividad
Se trata de una regla mediante la cual dispone que solo la ley (en sentido
amplio) establece los recursos disponibles. Esto es así para garantizar el dere-
cho a la seguridad jurídica de las partes. El artículo 404 CPP lo deja muy
claro: «Las resoluciones judiciales son impugnables solo por los medios y en
los casos expresamente establecidos por la ley». El CPC no tiene la misma cla-
ridad, pero esta regla podría obtenerse del artículo 358, en donde dice «El
impugnante [recurrente] debe adecuar el medio [recurso] que utiliza al acto
procesal [resolución judicial] que impugna». ¿Y cuál medio o recurso? Pues el
que está previsto en el propio CPC.
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7.5. Fungibilidad
La fungibilidad recursal constituye una excepción a la regla de la unici-
dad. Se trata de la posibilidad de adaptación de oficio del recurso correspon-
diente cuando haya equivocación en su interposición. Aquí, sin embargo, se
exige que no haya una grave equivocación por parte del recurrente. Hablamos
de incumplimiento de formalidades inocuas, como por ejemplo presentar un
recurso contra la sentencia de primera instancia, darle un formato de apela-
ción, pero denominarlo, por error, «reposición». Aquí, más allá de la denomi-
nación, el juez podría darle trámite de apelación, que es el recurso adecuado.
No obstante, el juez no podría «subsanar» un recurso en donde no se sus-
tente el agravio o no se fundamente –aunque sea mínimamente– la preten-
sión recursal.
La fungibilidad recursal, como tal, no está expresamente consagrada en
nuestro CPC, pero puede obtenerse de la interpretación del artículo 172 §
2 aplicado a los recursos: si el acto logró su finalidad, entonces no debe ser
declarado nulo («Hay también convalidación cuando el acto procesal, no obs-
tante carecer de algún requisito formal, logra la finalidad para la que estaba
destinado»). Aplicado al ámbito recursal, está norma impide que el recurso no
sea rechazado si, al final, cumplió con su finalidad.
7.6. Consumación
Esta regla consiste en que, una vez interpuesto el recurso, este ya no se
puede modificar ni tampoco puede volver a impugnarse la misma resolución.
Hablamos de «consumación» porque se consume la oportunidad para ejercitar
nuevamente el derecho subjetivo de recurrir. La consumación está estrechamente
vinculada con la preclusión. Veamos.
Etimológicamente, praeclusio significa prae = delante; claudo = cerrado.
Sería algo así como «oportunidad cerrada». La incidencia de la preclusión en
un procedimiento exige ver las cosas desde dos planos: la situación jurídica
procesal y el acto procesal. La primera es lo que permite practicar el segundo;
y es la primera la que es afectada por la preclusión, por lo que se pierde la
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8.1.1. Forma
En cuanto a la forma del recurso, esta puede ser oral o escrita. En el pro-
ceso civil, por regla general, es escrito, pero también puede ser oral cuando la
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8.1.2. Formalidades
En cuanto a las formalidades, el CPC exige precisar el agravio (art. 358) y
precisar el tipo de error en la resolución impugnada (art. 358 CPC). «Precisar»,
nótese bien, significa ofrecer un desarrollo mínimo de la causa de pedir recursal
(supra, II, 3.1) y del agravio (infra, II, 8.3.3). Este requisito, según la sumilla
del artículo 358, sería de procedencia; sin embargo, siempre que sea posible
que la parte lo subsane, debería declararse la inadmisibilidad. ¿Qué ocurre en
nuestra práctica judicial? Los jueces suelen ser muy formalistas y suelen optar
por la improcedencia.
Asimismo, un requisito formal muy importante es acompañar aran-
cel judicial (art. 357), salvo en los casos que se haya concedido auxilio judi-
cial (arts. 179 y ss.). En dicho caso, debe consultarse la tabla de aranceles
judiciales vigente publicada en el diario oficial El Peruano, a fin de determi-
nar el valor del arancel judicial a partir de la cuantía discutida en el proceso
(se calcula por URP). Recuérdese que en los procesos penales y constitucio-
nales no se presenta arancel, y en los laborales siempre que el monto total
de las pretensiones reclamadas no supere las 70 URP (art. III § 3 LPTs no
supere las 70 Unales cu labo audiencia). El arancel judicial es un requisito de
admisibilidad.
Finalmente, todo recurso debe interponerse en un plazo determinado
(art. 357). Dicho plazo está expresamente indicado en la ley. El plazo es un
requisito de procedencia.
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advierte que no hay tiempo para que el juez califique su pedido de interven-
ción. En este caso, nótese bien, ya no estamos hablando de un «tercero legiti-
mado» como interviniente, tal como lo entiende el CPC, sino de un auténtico
tercero que alega legitimidad, pide su intervención y, conjuntamente, busca
impugnar una decisión. Siguiendo a Ariano, la respuesta es la siguiente:
depende de si puede o no intervenir en segunda instancia. Por ejemplo, el
interviniente excluyente principal (que, dado que formula una pretensión
contra demandante y demandado, pasa a ser demandante) solo puede interve-
nir en primera instancia, precisamente porque la sentencia de primera instan-
cia debe resolver su pretensión. Si se sentencia, empero, entonces ya no puede
intervenir y, por tanto, no podría apelar la decisión. En el caso del intervi-
niente coadyuvante y del interviniente litisconsorcial (aquí, pidiendo ser
parte), su intervención puede darse hasta segunda instancia (arts. 97 y 98):
por ello, no habría ningún obstáculo para que apelen y, con ello, se inicie el
procedimiento de apelación.
De otro lado, existe un supuesto muy común en donde auténticos terce-
ros pueden recurrir (y solo ellos podrían hacerlo): es el caso en que un tercero
solicita su intervención, el juez se la rechaza y, por ello, puede apelar55.
Finalmente, ¿la legitimidad para recurrir solo se limita a las partes e
intervinientes coadyuvantes? No. También es posible que otros sujetos pro-
cesales, tales como el perito, el testigo, el curador procesal u otro órgano de
auxilio judicial (art. 55 CPC) puedan recurrir (concretamente, apelar) cuando,
por ejemplo, el juez los sanciona. En todo caso, se trata de un recurso que les
concierne únicamente a ellos, en el marco de su rol en el proceso56.
En conclusión, tiene legitimidad para obrar (ordinaria o extraordinaria)
alguien que participa en un proceso o un tercero que no ha sido incorporado.
Si bien todo legitimado que participa o no en un proceso puede recurrir, no
todo tercero puede hacerlo. Además, hay sujetos que participan en el proceso
que no tienen legitimidad para obrar que también pueden recurrir. No hay
que confundir, pues, una categoría con otra.
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la diferencia de esta norma con el artículo 425.3, b), CPP, en donde sí deja
claro la limitación de la competencia del juez de segunda instancia: «La sen-
tencia de segunda instancia, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 409,
puede: (…); b) Dentro de los límites del recurso, confirmar o revocar la sentencia
apelada».
En la primera parte habíamos dicho que, para saber cómo impugnar
hay que identificar los extremos de la resolución (fundamentos + fallo). La
identificación del extremo a ser impugnado debe hacerse con claridad en el
recurso, mediante una formulación clara del pedido recursal. O sea: «Solicito
se revoque la Resolución N° X, de fecha Y, en el extremo que declara infundada la
demanda de indemnización...».
Pues bien, el artículo 370 CPC, además de presuponer implícitamente
el efecto devolutivo, mediante la consagración de la regla de la prohibición
de reformatio in peius, inmediatamente coloca algunas excepciones. Esto quiere
decir que habría «efecto devolutivo pleno», o sea, la extensión del recurso no
se limita a lo impugnado por la parte recurrente. Nótese, por cierto, que el
artículo 370 habla de apelación, pero la prohibición de la reforma en peor, en
general, vale para cualquier recurso, precisamente porque, como se ha visto, se
trata de una importante esfera de libertad del recurrente.
Las excepciones de las que habla el artículo 370, en donde se permitiría
perjudicar al recurrente, son tres: (i) cuando ambas apelan (entiéndase: recu-
rren), (ii) cuando se produce la adhesión a la apelación, o (iii) cuando la parte
apelada es un «menor de edad». Cabe resaltar que en el caso de (ii) y (iii) se
aplica solo a la apelación.
En el caso de (i), la otra parte recurre también se convierte en recurrente,
extendiendo los límites horizontales del recurso. Ejemplo: el demandante apela
porque la sentencia le reconoció 50 de los 100 que demandó, pero el deman-
dado apela por los 50 que le dieron al demandante. En dicho caso, el juez de
apelación puede dar desde 0 hasta 100.
En el caso de (iii), una lectura literal daría como resultado que en cual-
quier proceso en donde intervenga un menor de edad, el juez tendría plena
competencia para resolver toda la materia decidida en la resolución impug-
nada, y no solo lo que ha sido llevado por el recurrente. El primer ejemplo
en el que podría pensarse es en el caso del proceso de alimentos, debido a
la urgencia del demandante y, también, la falta de defensa cautiva (no se
requiere abogado). Inclusive podría pensarse, también, en procesos de familia,
como el caso de tenencia. Pero la dicción del 370 CPC no hace distingo: esta
excepción de la prohibición de reforma en peor también podría aplicarse, por
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NOTAS
1 Didier Jr. y Carneiro da Cunha, 2016: 87.
2 Didier Jr. y Carneiro da Cunha, 2016: 88.
3 Cavani, 2014: 503 ss.
4 El texto habla de «desestimar» que, en estricto, alude a una declaración de infundabilidad del
pedido y no de improcedencia, como sería el caso de «rechazo». Más adelante veremos que cada
uno tiene consecuencias radicalmente diversas, pero, para los efectos de la inimpugnabilidad
de la que trata este artículo, creo que no hay diferencia entre uno y otro: si el juez declara la
improcedencia del pedido o su infundabilidad, tal decisión será inimpugnable.
5 Sobre el punto, Ariano, 2016a: 553 ss.
6 Cristofolini, 1938: 103; Ariano, 2010.
7 Cavani, 2014: 371 ss.
8 Por ejemplo, en el Exp. N° 23-2014, la Segunda Sala Civil de Trujillo conceptuó la consulta
de la siguiente manera: «La consulta no es un medio impugnatorio en sentido estricto, sino
un mecanismo revisor de determinadas resoluciones judiciales, de uso restrictivo, de carácter
obligatorio ante un mandato imperativo de la Ley, que se promueve únicamente de oficio y
específicamente en aquellos casos en los que esté de por medio el orden público o las buenas
costumbres, así como la propia eficacia del Sistema Jurídico. Por ello, al aprobar o desaprobar
el contenido de las citadas resoluciones, se está previniendo la comisión de irregularidades o
vicios procesales insubsanables, de malas prácticas procesales, o de erróneas interpretaciones o
aplicaciones de normas jurídicas» (considerando 3). Así, la sala advirtió que el demandante no
acompañó a su demanda la copia literal de los asientos respectivos de los últimos cinco años,
por tratarse de inmueble rústico, o, en todo caso, la certificación que el bien no se encuentra
inscrito. Asimismo, constató que no se ofreció las declaraciones testimoniales exigidas en el
artículo 505 § 1 inc. 4. Por ello, anuló la sentencia y ordenó al juez de primera instancia que
recalifique nuevamente la demanda.
9 Ibarra, 2016: 425.
10 Ibarra, 2016: 426.
11 Ibarra, 2016: 426.
12 Por todos, Ávila, 2016: 139 ss.
13 Carneiro da Cunha, 2012: 33 ss.
14 Todo esto siguiendo a Didier Jr. y Carneiro da Cunha, 2016: 134 ss., quienes, a su vez,
siguen de cerca a Barbosa Moreira.
15 Cfr. el estudio clásico de Calamandrei, 1945: 427 ss.
16 Para un estudio sobre la decisión justa, cfr. Cavani, 2015.
17 El tema es amplio y muy complejo. Para mayor profundización, cfr. Ferrer Beltrán, 2007.
18 Cavani, 2014: 506 ss., 537 ss.
19 No debe confundirse los exámenes respecto del pedido del resultado que este pueda tener. En
tanto que un examen en la configuración del pedido genera un juicio de procedencia, mien-
tras que un examen sobre el contenido del pedido genera un juicio de mérito, existen otros
casos en donde se emite un juicio que no es sobre la procedencia ni sobre el mérito, y tampoco
se examina propiamente los requisitos del pedido. Es el caso de las hipótesis de conclusión
del proceso sin declaración sobre el fondo en casos de sustracción de la materia (carencia de
interés-utilidad) y el abandono. En primer caso, el proceso concluye por pérdida de objeto (art.
321 § 1 inc. 1); en el segundo una sanción por inacción del demandante (art. 346 ss.).
20 En el derecho administrativo tenemos una previsión un tanto diferente: el artículo 202.2, §
2, LPAG, que regula la nulidad de oficio en los siguientes términos: «Además de declarar la
nulidad, la autoridad puede resolver sobre el fondo del asunto de contarse con los elemen-
tos suficientes para ello. En este caso, este extremo solo puede ser objeto de reconsideración.
Cuando no sea posible pronunciarse sobre el fondo del asunto, se dispone la reposición del pro-
cedimiento al momento en que el vicio se produjo» (una disposición similar se repite en el art.
217.2, que trata sobre los «recursos administrativos», modificado por D. Leg. N° 1272). Es
saludable, por supuesto, que no exista reenvío, pero el hecho de declarar la nulidad y, además,
pronunciarse sobre el fondo, obedece a la teoría de la nulidad del acto administrativo recogida
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
en el LPAG, en donde no solo un error de procedimiento, sino también un error de juicio (viola-
ción de la Constitución o de la ley, defecto en la motivación, por ejemplo) generaría un vicio.
Esto, de hecho, me parece una teoría de la nulidad bastante inconsistente.
21 La constatación de un vicio no quiere decir que siempre debe haber nulidad: solo cabe anular
cuando se superan los filtros para la declaración de nulidad (Cavani, 2014: 503 ss.) y el juez
del recurso debe argumentar por qué es que no sería posible, más bien, pronunciarse sobre el
mérito.
22 Véase que esta sustitución procederá rigurosamente sobre aquellos extremos que fueron
impugnados (infra, II, 9.4).
23 Cfr. Barbosa Moreira, 1985.
24 Conforme, Monroy Palacios, 2005: 187 ss., aunque él coloca como ejemplo a la legitimidad
para obrar, que, en mi opinión, equivale al mérito (cfr. Didier Jr., 2015: 357-358, aunque
rechaza tal calificación para la legitimación para obrar extraordinaria).
25 Tomo como referencia la propuesta de Alvaro de Oliveira y Mitidiero, 2011: 166 ss.
26 Extensamente, cfr. Mello, 2014.
27 Cfr. Mello, 2014: 155-156.
28 Mello, 2014: 185 ss.
29 Costa, 2017: 20 ss.
30 Díez-Picazo y Gullón, 1980: 553 ss.
31 Díez-Picazo y Gullón, 1980: 556.
32 Nogueira, 2016: 232-234.
33 Espinoza, 2011: 367 ss.
34 Espinoza, 2011: 345, definición por de más curiosa, puesto que sería muy extraño que se fun-
damente la invalidez de un negocio jurídico en la violación de un «principio», digamos, econó-
mico o ético.
35 Espinoza, 2011: 370.
36 Avila, 2016: 87 ss.
37 Por ejemplo, la exposición sobre el derecho fundamental al proceso justo realizada por Miti-
diero, 2016: 121 ss.
38 Sobre el tema, ampliamente, Sarlet, 2018: 265 ss.
39 Avila, 2016: 122 ss.
40 Citado por Ariano, 2015: 63 ss.
41 El artículo 8.2, a) CADH señala lo siguiente: «Toda persona inculpada de delito tiene derecho
a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante
el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:
(…); h) derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior». Creo que sería un error
extender estos alcances a los procesos (judiciales o no) en materia no penal, como sería el caso
de los procesos civiles, laborales, etc. Creo que la CADH es muy clara cuando se refiere al tér-
mino «delito»,
42 Art. X CPC: «El proceso tiene dos instancias, salvo disposición legal distinta». En realidad, la
fórmula no es del todo precisa: no es que el proceso «tenga» dos instancias, sino que es derecho
de la parte perjudicada con la resolución de primera instancia que le pone fin recurrir a una
segunda instancia.
43 Ver la sentencia del TC en el HC (caso Fujimori): STC n. 4235-2010-HC/TC. Allí, el TC dijo
que si el órgano de primera instancia fuese un colegiado podría no haber una segunda. No obs-
tante, esto es totalmente inconstitucional, puesto que la Constitución no distingue entre jueces
unipersonales o colegiados. Para un comentario crítico, cfr. Ariano, 2015: 65 ss.
44 Ariano, 2015: 85 ss.
45 Según Beneduzi (2015: 123), mediante la apelación (Berufung) no hay posibilidad de decidir ex
novo la controversia, sino emplear la Fehlerkontrolle (control de errores de hecho o de derecho).
«Por eso el tribunal se vincula, en principio, a aquello que decidió el juzgado a quo (Amtsgerichte
o Landesgerichte, según el caso) en relación a los hechos. Se dice en principio porque la solución
dada en primera instancia a las cuestiones de hecho sirve apenas como una especie de punto de
partida, de la cual el tribunal puede apartarse, revalorando las pruebas, para decidir de modo
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Teoría de los recursos: parte general
contrario (§ 529 ZPO), aunque de ello siga la necesidad de realizarse, específicamente en rela-
ción al punto dudoso, una nueva instrucción probatoria».
46 Alfaro, 2015.
47 Alfaro, 2015: 399 ss.
48 Alfaro, 2015: 404. Esta postura es, también, la de Ferrer Beltrán, 2007.
49 Alfaro, 2015: 407.
50 Cfr. Sica, 2008: 128 ss., 148 ss.
51 Cabral, 2009: 307 ss.
52 Cfr. Didier Jr., 2015: 343-344; Baptista da Silva, 2003: 107-108 (en crítica directa a la teoría
ecléctica de Liebman – para una exposición crítica sobre esta teoría, cfr. Cavani, 2013) y las
contribuciones de un sector de la doctrina brasileña. Aquí, por tanto, me distancio de buena
parte de la doctrina nacional: Ledesma, 2015: 333 ss.; Monroy Gálvez, 2010a: 240-241 (y
también Monroy Gálvez, 2017: 54 ss.); Casassa, 2014: 56 ss., 103 ss.; Martel Chang, 42 ss.,
96-97.
53 «En un proceso pueden haber más de una pretensión, o más de dos personas. La primera es
una acumulación objetiva y la segunda una acumulación subjetiva». Es incontable la doctrina
nacional que ha incidido en este equívoco. Solo a modo de ejemplo: Monroy Gálvez, 2010c:
335 ss. Críticas a esa idea pueden encontrarse en Apolín, 2011: 174 ss., y, principalmente,
Ariano, 2016: 517.
54 Ariano, 2015: 103-104.
55 Ariano, 2015: 104-105.
56 Nuevamente, de acuerdo a Ariano, 2015: 104.
57 Ariano, 2015: 125.
58 Ariano, 2015: 124-125.
59 Calamandrei, 1961: 101 ss.; Ariano, 2015: 40-41.
60 En la línea de lo que proponen, por ejemplo, Didier Jr. y Carneiro da Cunha, 2016: 142 ss.
61 Ariano, 2015: 157 ss.
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PARTE
III
TEORÍA DE LOS RECURSOS:
PARTE ESPECIAL
PARTE
III
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1. REPOSICIÓN
1.1. Generalidades
Dice el artículo 362 CPC: «El recurso de reposición procede contra los
decretos a fin de que el juez los revoque». Como ya hemos visto, los decretos
pueden consistir en resolución de mero trámite o en resoluciones de impulso
del proceso.
Se trata de un recurso ordinario, impropio y directo: es ordinario, porque
permite una discusión amplia sobre la corrección o incorrección de la resolu-
ción impugnada y porque no tiene requisitos de procedencia especiales dife-
rentes a las disposiciones generales. Es impropio porque el mérito recursal es
resuelto por el mismo juez que expidió la resolución impugnada. Es directo
porque el recurso se interpone directamente ante el juez que expidió la resolu-
ción impugnada.
Nótese que el recurso de reposición procede contra los decretos expedi-
dos por cualquier juez, sea este de primera o segunda instancia e, inclusive,
casación.
Asimismo, teniendo en cuenta lo que se ha dicho sobre el pedido de nuli-
dad (supra, I, 4), el raciocinio vale también para los decretos: es perfectamente
posible, dado que el CPC no lo prohíbe expresamente, formular un pedido de
nulidad contra el decreto. El fundamento de esta posibilidad no es otro que la
autonomía de la voluntad. En ese caso, el juez se verá impedido de analizar el
error de juicio y, por tanto, de revocar: solo podrá limitarse a verificar la exis-
tencia de algún vicio y, de ser el caso, de anular. El detalle aquí consiste en
que en la misma resolución documento que contiene el auto mediante el juez
pronuncia la nulidad, el juez podría renovar el acto procesal.
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1.4. Procedimiento
El artículo 363 CPC es meridianamente claro. Aquí se hará una pequeña
exégesis sobre las normas que estas disposiciones expresan.
El plazo para interponer el recurso de reposición es de tres días, contado
desde la notificación de la resolución. Esto es: el término inicial sería el día
hábil siguiente de la notificación o, tratándose de notificación electrónica, el
segundo día hábil luego de la notificación.
En cuanto a la posibilidad de que se corra traslado del recurso a la con-
traparte, el legislador le otorga amplia discrecionalidad al juez para que no lo
haga en cualquiera de estas hipótesis: (a) cuando considere que el recurso es
notoriamente inadmisible o improcedente y (b) cuando considere que el vicio
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Teoría de los recursos: parte especial
2. APELACIÓN
2.1. Generalidades
Aquí vamos a apuntar algunas cuestiones generales sobre el recurso de
apelación.
El artículo 364 tiene una definición similar a la del artículo 355, que
trata de la definición de recurso. No se reiterará lo que ya fue dicho en la parte
general. Aquí, sin embargo, existen algunas particularidades. La primera
de ellas es que la disposición habla de «órgano jurisdiccional superior». En
efecto, el mérito del recurso de apelación siempre es resuelto por otro órgano,
en tanto que siempre se interpone ante el juez que expidió la resolución impug-
nada (art. 367 § 1). Por ello, se trata de un recurso propio e indirecto.
De otro lado, ¿cuáles son las resoluciones impugnables mediante apela-
ción? Todas las sentencias de primera instancia y los autos en primera ins-
tancia expedidos por tales órganos. A nivel general, un juez de paz, juez de
paz letrado, juez especializado o mixto, sala superior o una sala suprema. Esto
quiere decir que un proceso judicial puede ser iniciado ante cualquiera de
dichos órganos.
En ámbito civil solo existe un caso en donde un proceso se inicia ante
una sala superior: el mal llamado «recurso de anulación» (art. 64 DLA). En
efecto, el artículo 64.1 señala que el recurso (rectius: la demanda) se inter-
pone ante la sala superior competente, en tanto que, «contra lo resuelto por
la corte superior solo procede recurso de casación ante la sala civil de la Corte
Suprema», en los casos en que el laudo haya sido anulado total o parcialmente
(art. 64.5). Con ello, por cierto, se constituye un proceso sin doble instancia,
lo cual, a la luz de la exposición previa sobre pluralidad de instancias, resulta
ser inconstitucional. La Suprema, aquí, debería ser un tribunal de apelación y
no uno de casación.
En materia civil no existen procesos que puedan iniciarse ante una sala
suprema. Por tanto, no habrá sentencias ni autos en primera instancia de este
órgano. Sin perjuicio de ello, una rara excepción en que la Suprema conoce
alguna materia como órgano de apelación es la hipótesis en que una sala
superior, actuando en segunda instancia, sancione a algún abogado en los tér-
minos del artículo 292 § 1 LOPJ (ver art. 32 § 1 d). Fuera de ello, la Corte
Suprema interviene en el proceso civil, fundamentalmente, como tribunal de
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casación, esto es, en el procedimiento de tercera instancia, luego que ya fue deci-
dida la apelación, que inició el procedimiento de segunda instancia (salvo el caso de
contiendas de competencia y la consulta por empleo del control difuso, que ya
se ha visto – supra, II, 2.4).
Por su parte, las sentencias de segunda instancia nunca están sujetas a
apelación: son inimpugnables (por ejemplo, si son expedidas por el juez espe-
cializado) o son recurribles mediante casación. Respecto de las sentencias y
autos que ponen fin a la primera instancia, no hay mayor duda que sí pueden
ser apelables, garantizándose con ello la pluralidad de instancias, salvo que las
partes hayan convenido no apelar (art. 361). Empero, en el caso de los autos
intermedios no es tan claro: existen autos de primera instancia inimpugnables por
expresa disposición legal, y, además, en el caso de los autos en segunda ins-
tancia, estos son por naturaleza inimpugnables (aunque sí se podrían atacar
mediante pedido de nulidad, tal como expresamente lo reconoce el art. 176,
§ 2).
El artículo 365 recoge lo que se ha dicho, aunque con una formulación
un tanto más elíptica, puesto que, para determinar con mayor claridad las
resoluciones apelables, será necesario identificar otras disposiciones del CPC.
En efecto, el artículo 365 § 1 inc. 1 señala que procede apelación contra las
sentencias excepto las impugnables con recurso de casación, lo cual no lleva a
tener que identificar si es que la sentencia apelable sería la de primera instan-
cia o, también, la de segunda. De otro lado, el inc. 2 dispone que procede la
apelación contra los autos, «excepto los que se expidan en la tramitación de
una articulación y los que este Código excluya». Nuevamente, hay que deter-
minar cuáles autos el CPC excluye y, además, identificar qué significa un auto
«expedido en la tramitación de una articulación».
Aunque el CPC solo emplea el término «articulación» en esta disposi-
ción, pienso que esta figura no puede ser entendida como otra cosa diferente
que un procedimiento paralelo al principal (o sea, un procedimiento incidental),
donde se discute, por supuesto, de forma incidental, una cuestión previa o pre-
judicial. Este procedimiento incidental –o, también, incidente–, que no afecta
la tramitación del principal, concluirá con un auto, pero, como procedimiento
que es, se compone de otros actos y, eventualmente, puede existir decisiones
a lo largo de este3. Sería el caso, por ejemplo, de una tacha contra un testigo
(tramitado vía «cuestión probatoria», según el art. 301), en donde se corre
traslado (absolución, art. 301 § 1), pero, por no haberse expuesto con claridad
los fundamentos por parte del demandante (cuyos medios probatorios fueron
cuestionados), su absolución fue declarada improcedente, continuándose con
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cuyo trámite quedó reservado (al menos el efecto de que sea conocido por el
juez de apelación) está condicionada a que se interponga recurso de apelación
contra la sentencia, como es el caso de nuestro ejemplo, o «contra la resolu-
ción que el juez indique» (lo que quiera decir esto lo veremos más adelante).
Algo debe ser precisado: si es que el recurrente de la apelación diferida no
apela la sentencia (sea porque le dan la razón o no, total o parcialmente), su
recurso diferido perderá objeto y, por ello, no surtirá como efecto que sea cono-
cido por el juez de apelación. Nótese bien que esto se da con absoluta prescin-
dencia que la sentencia sea apelada por la contraparte. La razón de esto es que
la falta de apelación de la sentencia implica consentir el perjuicio del resultado
del proceso y ello abarca, también, el perjuicio señalado en la apelación dife-
rida. Volviendo a nuestro ejemplo, si el demandado no apela la sentencia des-
favorable habiendo apelado el auto que desestimada su excepción de prescrip-
ción, entonces está diciendo: «Estoy conforme con el resultado del proceso».
De otro lado, en la apelación diferida, se exteriorizó la afirmación: «Estoy des-
conforme con la decisión de que no hay prescripción». Empero, estar con-
forme con el resultado del proceso (existencia de una obligación y pago de
deuda) implica, también, estar conforme que no exista prescripción. Se trata, pues,
de una ulterior manifestación de voluntad que es completamente contraria a
la manifestación de voluntad exteriorizada en el recurso de apelación diferido.
Prevalece, así, la segunda manifestación, y, por ello, la apelación diferida pierde
objeto.
Por tanto, allí donde el artículo 369 § 2 dice «la falta de apelación de la
sentencia o de la resolución señalada por el juez (…)» debe leerse «la falta de
apelación de la sentencia o de la resolución señala por el juez por parte de quien
interpuso el recurso de apelación cuyo trámite fue diferido».
Esta es, pues, la lógica de esta figura: reservar el trámite de la apelación
contra un auto intermedio, impedir que el juez de apelación conozca inmediata-
mente el recurso y condicionar la eficacia de este a que el recurrente formule
una ulterior apelación11.
Hace poco señalé que la apelación diferida, para que despliegue su efica-
cia como apelación contra un auto intermedio, requería que se apele también
la sentencia, o, alternativamente, «la resolución que el juez señale» (art. 369 §
1). ¿Cómo entender esto? Antes es necesario identificar los supuestos legales
en los que procede la reserva del trámite. Al respecto, dos son los supuestos:
(i) aquellos expresamente previstos por el CPC y (ii) aquellos que el juez dis-
crecionalmente disponga12. Inclusive, puede darse el caso en que la ley dispone
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El artículo 369 § 1 dispone que el auto mediante el cual el juez decide esta
reserva es «inimpugnable» que, en realidad, se traduce como inapelable. No
obstante, es perfectamente posible plantear un pedido de nulidad contra esta
resolución y, de ser declarado improcedente, plantear una nueva apelación, o,
eventualmente, un recurso de queja.
Pues bien, ¿en qué casos puede darse la hipótesis prevista en el artículo
369 a fin de que el juez de apelación conozca el recurso conjuntamente con
una resolución diferente de la sentencia? Nótese que se trata de un poder del
juez que, aunque debe motivar su decisión, es discrecional. Esto estaría pen-
sado para aquellos casos en donde no se justificaría reservar el trámite de la
apelación hasta la apelación de la futura sentencia, sino hasta la apelación de
una resolución anterior. Sería el caso, por ejemplo, de la apelación de un auto
admisorio, alegando que existen causales de improcedencia de la demanda
(nuestro sistema no lo prohíbe) para ser conjuntamente resuelto con el even-
tual auto de saneamiento. En dicho caso, no sería conveniente esperar hasta la
sentencia, dado que la discusión sobre la procedencia de la demanda debería
agotarse en la fase de la postulación del proceso.
Entonces, la así llamada «apelación diferida» no es una especie dife-
rente de la «apelación sin efecto suspensivo», como parece entender el CPC
cuando habla de una «apelación diferida», sino simplemente un trámite espe-
cial de la apelación de autos intermedios en los casos en que se dé la hipótesis
de diferimiento14.
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considero que se debe integrar y aplicar la misma solución del artículo 376
(manifestar la voluntad de apelar y fundamentar el recurso dentro de los tres
días posteriores a la realización de la audiencia). Piénsese, por ejemplo, en la
audiencia especial en caso de medio de prueba nuevo en apelación (art. 374
CPC) o la decisión de emitir juzgamiento anticipado del proceso en caso de
que el juez convoque a audiencia de conciliación a solicitud de las partes, pero
no se llegue a ninguna solución (arts. 473 CPC).
El caso del proceso sumarísimo es especial: si se sentencia en la propia
audiencia, no se requiere manifestar la voluntad de apelar, pues el artículo
556 dice que la apelación puede formularse dentro del tercer día de noti-
ficada. Lo mismo aplica para los autos que ponen fin al proceso, dado que
el artículo 556 es claro cuando dice que «las demás resoluciones» (o sea, los
autos intermedios) son solo apelables durante la audiencia (por ello, en el pro-
ceso sumarísimo no se puede aplicar la norma del art. 376).
El proceso penal y el proceso laboral, en donde prima la oralidad, están
estructurados a partir de audiencias. Ahí siempre debe apelarse oralmente y
fundamentar el recurso dentro del plazo correspondiente. Por ejemplo, véase
el artículo 405, 1, b) y c), y 2 CPP:
1. Para la admisión del recurso se requiere: (…); b) Que sea interpuesto por
escrito y en el plazo previsto por la Ley. También puede ser interpuesto
en forma oral, cuando se trata de resoluciones expedidas en el curso de la
audiencia, en cuyo caso el recurso se interpondrá en el mismo acto en que
se lee la resolución que lo motiva; c) Que se precise las partes o puntos de
la decisión a los que se refiere la impugnación, y se expresen los funda-
mentos, con indicación específica de los fundamentos de hecho y de dere-
cho que lo apoyen. El recurso deberá concluir formulando una pretensión
concreta.
2. Los recursos interpuestos oralmente contra las resoluciones finales expe-
didas en la audiencia se formalizarán por escrito en el plazo de cinco días,
salvo disposición distinta de la Ley.
Así, en el caso del proceso civil, teniendo una lógica distinta en donde
prima la escritura, la interposición de recursos en la audiencia es mucho más
reducida.
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Teoría de los recursos: parte especial
con diferimiento o, también, como hemos visto, con reserva de trámite. Aquí
se juegan un papel importante las lecciones anteriores.
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Luego del informe oral, el juez de apelación expide la sentencia (o, de ser
el caso, el auto).
120
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141 habla de «votos conformes». ¿Qué quiere decir esto? Hay dos alternati-
vas: (i) que el fallo sea el mismo, aunque exista diferente fundamento o (ii)
que los fundamentos y el fallo sean los mismos. En el primer caso, solo bas-
taría que existan tres votos por la improcedencia, fundabilidad o infundabili-
dad de la demanda (y, de ahí, la fundabilidad o infundabilidad del recurso de
apelación). En el segundo caso, además, debe haber coincidencia de los moti-
vos que determinan alguno de estos tres fallos. Creo que esto se resuelve a
partir de lo que se entiende por voto17. Un voto es una manifestación de voluntad
respecto de la aceptación o adhesión a una decisión. O sea, también implica
una manifestación de conformidad con la fundamentación; no obstante,
puede darse el caso de que la conformidad sea con el sentido del fallo, pero
que exista una divergencia total o parcial con los fundamentos de la decisión.
En esos casos se origina la figura del «fundamento de voto». El juez, en esos
casos, podría hasta reescribir todos los fundamentos. Ya cuando hay divergen-
cia respecto del fallo o de la decisión en su conjunto, se da rigurosamente la
figura del «voto singular» (si el magistrado derrotado es el único que defiende
esa posición) o, dependiendo del caso, de un «voto en minoría» (si es más de
un magistrado derrotado que defiende esa posición)18. Por tanto, los «votos
conformes» que exige el artículo 141 solamente es respecto del fallo y no de
los fundamentos.
Si es que un voto divergente genera que no se complete los votos reque-
ridos para la sentencia, se produce una discordia. En ese caso, dado que solo
hay tres jueces en la sala, se requiere, cuando menos, un voto más. Piénsese, por
ejemplo, en el caso en que dos jueces votan por la fundabilidad de la demanda
y uno por la infundabilidad. Allí se requiere un voto para la primera ponen-
cia o dos votos para la segunda ponencia. Pero también podría darse el caso
que un juez vote por la fundabilidad, otro por la infundabilidad y otro por
la improcedencia. En ese caso faltarían dos votos que concurran con alguna
de las ponencias. Según lo que dispone el artículo 144 LOPJ, una vez produ-
cida la discordia, se emite una resolución notificando las ponencias en discor-
dia y se llama a un juez (que es denominado «juez dirimente»), señalando día
y hora para la vista de la causa, en la cual se podrá informar. Este juez perte-
nece a otra sala, y para determinar qué juez es el que debe votar y de qué sala
debe provenir depende de los criterios establecidos en el artículo 145 LOPJ:
se llama jueces de la misma especialidad (o sea, jueces superiores civiles), si
los hubiera, comenzando por el menos antiguo, según el orden de prelación
determinado en una resolución administrativa del Consejo Ejecutivo Distrital
correspondiente. Si no hubiera juez superior al cual llamar, se llama a un juez
especializado o mixto más antiguo del Distrito Judicial (art. 147 § 1). El juez
dirimente puede adherirse a alguna de las ponencias, dejando constancia de su
voto (art. 148).
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informe oral en la vista de la causa (art. 132 § 1 LOPJ; arts. 375 § 3 y 377 §
6 CPC).
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2.5.2. El artículo 382 CPC como limitación del poder nulificante del juez de
apelación
Es el artículo 382 CPC, a mi juicio, el que termina de cerrar la interpreta-
ción, pero, antes, es importante explorar el entendimiento de Ariano respecto
de dicha disposición.
Para nuestra autora, el artículo 382 establece los límites para que el juez
de apelación pueda pronunciar la nulidad de oficio (esto es, aun cuando no
haya sido pedido en el recurso). Pues bien, dado que habla de vicios por la
«formalidad», esto exigiría remitir al artículo 122 CPC. Asimismo, cuando el
artículo 382 habla de «intrínsecamente» quiere decir cuando el apelante no
lo evidencia expresamente. Solo en esos casos se podría declarar la nulidad de
oficio. Entonces, si no hay vicios de formalidad, para que el juez de apelación
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pueda declarar la nulidad ex officio, deben ser alegados por el recurrente; caso
contrario, operaría la convalidación tácita (art. 172 § 3)22. Empero, hay algu-
nas excepciones: según Ariano, existen vicios extraformales que también pue-
den ser apreciados de oficio: la incompetencia y la usurpación de función
pública; el primero porque puede ser apreciado en cualquier estado y grado
del proceso (art. 35) y el segundo porque lo establece el artículo 46 § 3 Const.
Para Ariano, tales vicios son insubsanables y, por tanto, declarables de oficio.
En este punto, comparto parcialmente la posición de Ariano.
Rigurosamente, el artículo 382 no está confiriendo un poder al juez de
apelación de anular la resolución si es que esta contuviese vicios respecto de
su formalidad. Cuando se dice que «el recurso de apelación contiene intrín-
secamente el de nulidad (…)» se refiere a un pedido recursal implícito, con-
juntamente al pedido revocatorio del recurrente. Este pedido implícito sería
anulatorio únicamente respecto de la existencia de un vicio por violación a
alguna formalidad de la resolución impugnada, lo cual amplía la competen-
cia del juez de apelación en cuanto a la profundidad (supra, II, 9.3.2). Cuando
se habla de «formalidades», como bien dice Ariano23, hay que remitirse al
artículo 122 y, específicamente, al § 2, que dispone la nulidad si es que no se
cumpliese con los requisitos del § 1. No obstante, esto revela un problema
adicional: que, a pesar de la conminación expresa de nulidad, no se supere el
filtro de la finalidad contenido en el artículo 172 § 2: «Hay también convali-
dación cuando el acto procesal, no obstante carecer de algún requisito formal,
logra la finalidad para la que estaba destinado»24. En otras palabras, por más
que se trate de un pedido recursal implícito, el juez de apelación debe contro-
lar rigurosamente la aplicación de las reglas de la nulidad procesal para evitar
su declaración y, a priori, no se ve cómo es que se justificaría anular la resolu-
ción apelada por defectos en la formalidad sin poder, más bien, privilegiar la
resolución de fondo (aplicando el art. III § 1 CPC).
Pero el artículo 382, a mi juicio, también revela que existe la posibilidad
de que el pedido autónomo de nulidad pueda ser incorporado en el recurso
de apelación. En efecto, si es que se dice que en algunos específicos casos
habrá un pedido recursal implícito, en los otros en que se busca incorporar
un pedido anulatorio dependerá de que el recurrente lo explicite. Esto, por
supuesto, no obliga al apelante a tener que formular un pedido revocatorio (de allí
la ligación con la autonomía del pedido de nulidad y con el artículo 376 § 3,
según lo que se expuso antes). De ahí que el juez de apelación, en respeto al
principio dispositivo recursal, no puede ir más allá de lo pedido (declarar la nuli-
dad cuando no se la piden).
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En efecto, la interpretación del artículo 382 que defiendo (al igual, por
supuesto, que Ariano) busca fundamentar la existencia de límites para el poder
nulificante del juez de apelación. Esto es decisivo porque, en la práctica, los jue-
ces echan mano del artículo 121 § 3 para poder declarar la nulidad de todo lo
actuado cuando advierten un vicio insubsanable respecto de los presupuestos
procesales o de las «condiciones de la acción», y, a nivel de apelación, interpre-
tar en artículo 382 como si existiese una norma que les confiriese un supuesto
poder nulificante amplio. Y esto es lo que permite proferir una declaración de
la nulidad de la resolución apelada por defectos en la motivación y, específica-
mente, la falta de valoración de medios de prueba (art. 197 CPC), por más que
el apelante no lo pida.
De otro lado, sobre el tema de la competencia, es cierto que el artículo 35
CPC permite que la así llamada incompetencia absoluta pueda ser declarada
de oficio «en cualquier estado y grado del proceso»; empero, eso no quiere
decir, como sostiene Ariano, que sea un vicio insubsanable. Si lo fuese, enton-
ces sería irremediable la declaración de nulidad de los actos que fueron emi-
tidos por el juez incompetente. No obstante, ello no es así: el artículo 36 § 1
es claro al decir que, si se constata la incompetencia, debe remitirse el expe-
diente al órgano jurisdiccional que sea competente. Remitir el expediente es
una solución que, precisamente, impide la declaración de nulidad, tanto del juez
que remite el expediente (que, por cierto, es incompetente), como del juez
competente que lo recibe, pues, en dicho caso, deberá aplicar la norma conte-
nida en los artículos 172 § 4 («No hay nulidad si la subsanación del vicio no
ha de influir en el sentido de la resolución o en las consecuencias del acto pro-
cesal») y 174 (solo hay nulidad cuando existe perjuicio). En efecto, si es que
la incompetencia no generó perjuicio y, además, no alterará las consecuencias
de los actos procesales ya realizados, entonces no hay nulidad, por más que,
inclusive, el artículo 451 § 6 ordene emplazar nuevamente con la demanda si
es que se declara fundada una excepción de incompetencia en casos de incom-
petencia absoluta (o sea, fuera el caso de la incompetencia territorial prorro-
gable). Así, la declaración de incompetencia y la remisión del expediente por
parte del juez de apelación no presupone necesariamente ninguna declaración
de nulidad.
Finalmente, respecto del artículo 46 Const., me parece una hipótesis
un tanto forzada, más aún cuando esta disposición hace alusión a un gobierno
usurpador. Los ejemplos que coloca Ariano (resolución expedida sin título o
nombramiento, juez destituido o suspendido de su cargo o por alguien que no
es juez) son típicamente supuestos de inexistencia25, que pueden ser alegados
en la apelación o, inclusive, en una demanda nueva. En el marco de la apela-
ción, empero, el juez sí puede declarar la inexistencia y resolver la causa.
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2.5.3. Congruencia
Otro tema relevante respecto al vínculo entre apelación y nulidad es
la congruencia. La congruencia procesal no es otra cosa que la exigencia de
correlación entre lo pedido y lo resuelto. Según lo que se suele entender, la
congruencia se entiende mejor a partir de su negativo: la incongruencia. Exis-
ten tres tipos de incongruencia: extra petita, ultra petita e infra petita. El primer
tipo de congruencia alude al caso en que el juez otorga algo no solicitado (por
ejemplo, una indemnización no pedida por el demandante); en el segundo, el
juez otorga algo que excede de lo solicitado (por ejemplo, si se pide indemni-
zación, más dinero del solicitado); el tercero, el juez omite pronunciarse sobre
algo solicitado (por ejemplo, se pide indemnización, pero el juez no resuelve
dicho pedido, sea o no existiendo fundamentación, supra, II, 2.3).
El problema con esta teorización, a diferencia de lo que se suele afirmar,
es que no todos estos fenómenos deben conducir necesariamente a una declara-
ción de nulidad, sea porque (i) no hay propiamente vicio o (ii) el vicio no tiene
por qué afectar toda la resolución. Veamos:
a) En la incongruencia extra petita o ultra petita sí hay un vicio, por-
que viola lo dispuesto en el artículo VII CPC («El juez no puede ir
más allá del petitorio»). No obstante, no tiene por qué anularse toda
la resolución: apenas bastaría que se anule específicamente aquel
extremo en donde se ha incurrido en el perjuicio; o sea, aquello que
ha sido resuelto en exceso. Nótese que el artículo 173 impone que así
sea: exigiendo que se conserven los actos procesales, obliga a que no
se anulen las «partes» de un acto procesal que puedan ser indepen-
dientes frente a las otras.
b) En la incongruencia infra petita o, también, la así llamada «omisión
de pronunciamiento», no se trata estrictamente de un vicio sino de
una «no decisión». Tanto es así que es posible remediarlo con inte-
gración, sea por el propio juez que emitió la resolución impugnada,
sea por el juez de apelación. No obstante, como se ha visto, la legis-
lación no ayuda mucho, generando confusiones, que, al final, inci-
tan a los jueces a declarar la nulidad si es que constatasen alguna
incongruencia26.
No hay que olvidar de la importancia de la «convalidación» y «subsana-
ción» si es que no hay cuestionamiento de algún vicio, lo cual tiene que ver
con los límites del juez de apelación (supra, II, 9.3). Esto obedece a la autono-
mía de la voluntad. De ahí la importancia de la aplicación de las reglas de la
nulidad en materia de apelación.
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evitando la posibilidad que pueda perjudicarse con el fallo del juez de apela-
ción. Si, a pesar de eso, la parte apela y hay adhesión, entonces el apelante
recapacita y se desiste de la apelación, lo cual debe también debe traer con-
sigo la ineficacia de la adhesión. No habría, pues, ningún desincentivo para
apelar.
Pienso que la razón está con Ariano y que el legislador no entendió la
funcionalidad de la figura de la adhesión. No obstante, la solución no es pre-
cisamente que se modifique la disposición colocando que el desistimiento de
la apelación sí traería consigo la ineficacia de la adhesión. ¿Por qué? Por la
propia praxis forense: existiendo una cultura extremadamente litigiosa, aquel
que obtuvo una estimación parcial de su pretensión tiene el sesgo de buscar
siempre mejorar su situación.
Sea como fuere, se ha consagrado una «autonomía» de la adhesión, aun-
que sea subordinado en su origen32. Por ello, ¿qué ocurre si es que se anula
el concesorio de la apelación, pero ya se ha formulado adhesión? Para Villa
García33, en opinión que comparto, la nulidad del concesorio implica la
adquisición de firmeza de la resolución y, por tanto, el vicio alcanza a la adhe-
sión por ser dependiente de este (art. 173). Nuestro autor afirma, pues, que
se trata de un caso diverso al desistimiento que, como se ha visto, no afecta
la adhesión. Yo agregaría que esta también sería la consecuencia de la abso-
lución de agravios. Pero la razón principal, como se verá a continuación, es
que la adhesión no puede permitir la apelación de extremos no apelados en su
debida oportunidad.
Finalmente, un tema muy importante es si la adhesión es inconstitucio-
nal por violar la cosa juzgada y la paridad de armas. En primer lugar, porque
si es que uno o más extremos no son apelados se produce el efecto de la cosa
juzgada, siempre que sea una sentencia, se agoten los recursos o haya consen-
timiento (art. 123 § 1 incisos 1 y 2 CPC) y exista cognición completa. Villa
García defiende esta posición34, concluyendo, por tanto, que esa oportunidad
adicional para apelar la resolución mediante adhesión no puede entenderse en
el sentido de poder apelar extremos no apelados en su momento. Asimismo,
no es posible que la firmeza de los extremos no apelados se mantenga en sus-
penso hasta que el apelado decida adherirse, sobre todo en el caso de adhesión
realizada ante el juez de apelación. De ahí que la adhesión, según el autor,
debe limitarse a los extremos apelados.
No obstante, es posible formularse las siguientes observaciones:
(i) Villa García solo se refiere a la cosa juzgada, pero, ¿qué hay de
los autos? En ese caso no había cosa juzgada, sino, más bien, una
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3. CASACIÓN
3.1. Generalidades
Cuando hablamos sobre «casación» rápidamente pensamos en el recurso de
casación. Pero para poder entender el recurso, es necesario hablar sobre el modelo
del tribunal supremo al cual se dirige el recurso de casación. Por ello, una propuesta
metodológica es entender la «casación» en dos acepciones: (i) casación como
modelo de tribunal supremo y (ii) casación como recurso. Esto lo veremos a
continuación.
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cuya función era la protección de la ley, anulando las decisiones de los jue-
ces que se aparten. El recurso mediante el cual el Tribunal de Casación cono-
cía estas causas se denominaba référé legislatif. Se les prohibió juzgar el fondo
de la causa, porque esa era competencia del Judicial e, inclusive, en un pri-
mer momento no podía señalar cuál era la interpretación correcta (también se
podía anular por errores in procedendo)63. La nulidad de la sentencia conducía
a un reenvío, para que la causa sea juzgada nuevamente. Si es que, luego de
la segunda sentencia se daba un segundo reenvío, antes de expedir la tercera
sentencia el Tribunal de Casación debía consultar al Parlamento (référé legislatif
obligatorio64), a fin de que este ofrezca la interpretación auténtica. Y esto era
así porque se entendía que el único que podía dar la «interpretación verda-
dera» era el propio hacedor de las leyes.
Como puede verse, la casación surgió en un contexto donde no había pro-
piamente una preocupación por garantizar la uniformidad de la interpretación
en casos de silencio, oscuridad o insuficiencia de la ley: se trata, fundamen-
talmente, de controlar las decisiones del Judicial. Y el référé nació como parte
fundamental del modelo, ya que servía para proteger a la legislación.
En 1804, el Tribunal de Casación adoptó la denominación de «Corte de
Casación», pero, en realidad, se trató simplemente de un cambio de nombre.
Más bien es a partir de los códigos napoleónicos que se produce una transfor-
mación importante. En efecto, en el Code de Procédure Civile de 1806 prohi-
bía a los jueces que expidan normas de carácter general y que puedan tener
interpretaciones auténticas (ambas funciones reservadas al legislador), pero
se instauró el deber del todo juez de no dejar de juzgar en casos de duda y,
además, de interpretar la ley65. Esto también valía para la Corte de Casación,
que estaba compuesta por jueces. Por consiguiente, la Corte ya no podía cum-
plir su función de simplemente reenviar sin decir cuál era la interpretación
correcta. Por ello, se dice que se supera la función de controlar la contravención
expresa de la ley pasando a la falsa interpretación o aplicación de la ley66.
El Código de 1806 no reguló la casación, y fue así que, años más tarde,
mediante la importante Ley de 1837, se ratificó lo que en la práctica ya se
venía dando, se abolió el référé legislatif obligatorio, reconociéndose el valor de
la interpretación jurisprudencial (que no era interpretación auténtica)67. La
Corte de Casación francesa, además, dejó de ser un órgano autónomo y pasó a
ser el órgano de cúpula del Poder Judicial68. En esa misma ley se impuso que,
luego de un reenvío, la segunda decisión debía tener efecto sustitutivo, reem-
plazando la decisión impugnada. Esta ley fue determinante para la evolución
de la casación. El nombre de este recurso, con la nueva ley, pasó a llamarse
pourvois en cassation (hasta la actualidad tiene dicha denominación).
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3.3. El recurso de casación civil en el CPC: los fines del recurso y la posterior
modificación operada por la Ley N° 29364
La lección clásica sobre el recurso de casación civil parte de hablar de sus
fines: nomofiláctico y uniformizador (aunque hay quien entienda que también
tiene un fin dikelógico).
El antiguo artículo 384 CPC reflejaba plenamente la influencia de Cala-
mandrei. Decía: «El recurso de casación tiene por fines esenciales la correcta
aplicación e interpretación del derecho objetivo y la unificación de la jurispruden-
cia nacional por la Corte Suprema de Justicia» (énfasis agregado). Aquí está
la nomofilaquia calamandreiana: en cada una de sus decisiones, la Corte
Suprema tenía que a plasmar la correcta interpretación y aplicación del derecho
objetivo. Por ello, necesitaba resolver bastantes causas. Y por eso es que el CPC
no creó un filtro cualificado, esto es, un mecanismo que permita a las salas
supremas a seleccionar sus causas, a la usanza del recurso de revisión alemán.
Hablar de «correcta aplicación e interpretación» no es gratuito. El CPC
planteó una Corte Suprema que sea capaz de ofrecer «la» interpretación. De
ahí se justifican las causales del antiguo artículo 386: aplicación indebida,
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Ya hemos visto que el error de juicio también puede ser sobre normas de
derecho procesal. Esta fue una modificación del artículo 396 § 1: «Si la sala
suprema declara fundado el recurso por infracción de una norma de derecho
material, la resolución impugnada deberá revocarse, íntegra o parcialmente,
según corresponda. También se revocará la decisión si la infracción es de una norma
procesal que, a su vez, es objeto de la decisión impugnada» (énfasis agregado). No
puede haber, pues, ninguna duda, que, estando vinculado un pedido de revo-
cación con el error de juicio, es perfectamente posible solicitar la revocación
–y no la nulidad– de una sentencia si es que existe un error respecto de una
norma de derecho procesal.
Por ejemplo: el juez de primera instancia expide un auto de improceden-
cia de la demanda porque se habría incurrido en falta de interés para obrar, ya
que la fecha del acta de conciliación sería posterior a la demanda. Este auto
fue confirmado por la sala superior. Se recurre en casación cuestionando la
interpretación realizada por los jueces respecto del artículo 6 LCE porque se
interpretó que el requisito de procedencia de la demanda sería el acta y no el
intento conciliatorio. Aquí, es claro que aquella norma que regula los requisi-
tos de procedencia de la demanda, concretamente, cuándo es que existe inte-
rés para obrar, es de naturaleza procesal. Lo que corresponde, por tanto, es que
la Corte Suprema revoque el auto de improcedencia (partiendo de la premisa
que ya ha examinado los otros requisitos).
Similares ejemplos pueden recogerse cuando lo que está en debate en
sede casatoria es la improcedencia de la demanda, producto de una califica-
ción liminar, o por consecuencia de la declaratoria de fundabilidad de alguna
excepción de contenido procesal (no así, por ejemplo, la existencia de pres-
cripción o caducidad). Lo mismo podría decirse respecto de la conclusión del
proceso, como el abandono.
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que el saldo deudor implica una unidad obligacional, lo cual quiere decir que
bastaría un perjuicio de uno de los títulos valores componentes del saldo deu-
dor para que la obligación sea inexigible en la vía ejecutiva. De allí que con-
firmara el auto de primera instancia que declaró la improcedencia (y no la
infundabilidad) de la demanda de ejecución de garantías.
La Sala Civil Transitoria, sin embargo, no estuvo de acuerdo: el saldo
deudor no es una unidad obligacional y, por tanto, no puede declararse la
improcedencia de la demanda cuando ambos saldos deudores contenían títu-
los valores que no habían sido cuestionados. La declaración de improcedencia,
por tanto, era una solución demasiado excesiva. Así lo dice en el considerando
decimotercero:
Décimo Tercero.- La sala superior al expedir la recurrida, ha infringido el
marco jurídico aquí delimitado, al no haber compulsado adecuadamente de
manera conjunta y razonada las pruebas presentadas por la accionante; pues
no ha valorado adecuadamente los títulos valores puestos a cobro, al omitir
considerar que dos de ellos no han sido declarados nulos en el proceso judicial
sobre nulidad de títulos valores 2002-779 y por el contrario incurre en error in
cogitando, al inferir que todos forman parte de una unidad obligacional y que
por tanto la nulidad de los unos influye en los que no han sido nulificados;
error en que se incurre por cuanto, la nulidad declarada en el referido proceso
número 2002-779 no se pronuncia sobre la existencia o no de la deuda, sino
que se pronuncia sobre la validez del título valor.
Este tipo de reacciones de la Corte Suprema suele darse cuando ella cons-
tata que el juez de apelación incurrió en una arbitrariedad manifiesta por omi-
tir considerar diversos medios probatorios relevantes para la controversia. No
cabe duda que se trata de un reenjuiciamiento sobre los hechos, pero la con-
secuencia, dado que se formula un pedido anulatorio por violación del debido
proceso, es la nulidad de la sentencia impugnada.
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(artículo, ley, código) del cual se extrae dicha norma, (ii) desarrollar cuál ha
sido la interpretación realizada por la sala superior y (iii) explicar la interpre-
tación que, a criterio del recurrente, es la que debe prevalecer.
En el caso de error de procedimiento, además de identificar la norma vio-
lada, se debe identificar el vicio y explicar por qué es que se violó el debido
proceso, incidiendo particularmente en el perjuicio que le produjo.
Por más que la literalidad de la sumilla dé a entender que se trataría de
un requisito de procedencia, en realidad se trata de uno de admisibilidad. ¿Por
qué? Porque si no hay claridad o precisión en la descripción de la infracción
normativa, la sala suprema podría solicitar, por ejemplo, que el recurrente
aclare qué norma es la que fue violada a su criterio, o que desarrolle mejor la
interpretación propuesta. Las salas supremas, no obstante, no tienden a tener
este comportamiento, limitándose a decir que la infracción normativa no está
descrita con claridad y, de allí, emite una senda declaración de improcedencia.
Lo que toca a la descripción con claridad y precisión del apartamiento
inmotivado del precedente judicial, esto se verá en su momento (infra III,
3.6.4).
c) Indicación del tipo de pedido casatorio y acumulación de pretensiones: El
artículo 388 § 1 inc. 4 reconoce el derecho del recurrente de formular un
pedido revocatorio, anulatorio o ambos, pero, en primer lugar, le impone
indicar cuál de los dos está pidiendo. Recordemos que, a nivel recursal, el pedido
revocatorio está vinculado con un error de juicio, mientras que el pedido anu-
latorio está vinculado con un error de procedimiento. De ahí que deba existir
una concatenación lógica entre pedido y causa de pedir.
En el caso particular del pedido revocatorio, se exige que el recurrente
precise en qué debe consistir la actuación de la sala. Para ello, el artículo
396 § 1 trae luces al respecto, ya que la consecuencia de declarar fundado el
pedido revocatorio (cuya causa de pedir presupone una infracción normativa
por error de juicio) es revocar, íntegra o parcialmente, la resolución recurrida.
Si bien la sala suprema no puede escapar a dicha consecuencia, es impor-
tante que el recurrente precise qué es lo que pretende con la formulación de
su pedido revocatorio, agregando, inclusive, la ulterior consecuencia de dicha
revocación.
Por su parte, en el caso del pedido anulatorio, el recurrente debe indicar
si es que desea la nulidad total o solo de una parte de la resolución recurrida,
precisando exactamente qué es lo que debe invalidarse y qué debe subsistir.
Inclusive, si bien la dicción no es del todo clara, también debería indicar a la
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sala suprema hasta dónde debe llegar los efectos de la declaración de nulidad,
si es que ella trascenderá a la resolución recurrida, invalidando otros actos del
procedimiento.
El artículo 396 § 3 ordena que la sala suprema case (anule) la resolución
impugnada y, según corresponda: (i) ordenar que la sala superior renueve el
acto procesal, expidiendo nueva resolución (vicios en la motivación), (ii) anule
también la resolución de primera instancia, ordenando al juez que renueve
el acto procesal, expidiendo nueva resolución (por ejemplo, si el juez incurre
en omisión de pronunciamiento que no fue subsanado por la sala superior);
anule parcialmente el procedimiento, hasta el momento de producción del
vicio (por ejemplo, emplazamiento defectuoso) o (iii) anule totalmente el pro-
cedimiento, declarando la improcedencia de la demanda y la conclusión del
proceso (por ejemplo, falta de interés para obrar). Sin embargo, es el recurrente
quien debe precisar exactamente qué es lo que deberá invalidarse y las razones de dicho
pedido.
Si es que el recurrente no esclarece qué es lo que la sala suprema debe
hacer, en el caso del pedido revocatorio, o, en el caso del pedido anulatorio, no
indica los efectos de la declaración de nulidad, corre riesgo de que su recurso
sea declarado improcedente, aunque esto, rigurosamente, sea un requisito de
admisibilidad.
Las normas que se desprenden de esta disposición nos coloca en una hipó-
tesis en donde la sala suprema, constatando que no se cumplió con alguno de
los requisitos del recurso (y no de la resolución impugnada96) previstos en el
artículo 388 (que, como hemos visto, no todos son rigurosamente de proce-
dencia), emite un juicio de procedencia positivo siempre y cuando justifique
que la cuestión jurídica planteada contribuirá con la «adecuación aplicación
del derecho objetivo al caso concreto» o con la «uniformidad de la jurispru-
dencia». El hecho que se emplee el adverbio «excepcionalmente» exige a la
sala suprema una especial justificación de por qué realmente es importante
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(iv) Demostrar la incidencia directa (art. 388 § 1 inc. 3): parecería, pues,
que, por descarte, es el único requisito cuyo incumplimiento podría
suscitar una declaración de «procedencia excepcional». No obstante,
hay algunas atingencias que hacer. En primer lugar, no parecería
coherente que la sala emplee este poder porque habría detectado la
existencia de un error de procedimiento en la resolución que no haya
sido alegado por el recurrente o que haya sido alegado mal. Ello por-
que si de lo que se trata es promover las finalidades previstas en el
artículo 384, entonces la aplicación del derecho objetivo al caso con-
creto ni la uniformización jurisprudencial se logran anulando la reso-
lución impugnada o parte del procedimiento. Quedaría, entonces, el
error de juicio por cuestión de derecho. Como hemos visto más arriba
(supra, III, 3.4.2.4), la incidencia directa se materializa cuando: (a)
existan errores en la justificación externa de la premisa normativa, lo
cual implica decir que algún paso del razonamiento o argumentación
se vio afectado; o (b) cuando el error haya sido relevante, esto es, que
haya sido determinante para el sentido de la decisión (o sea, el fallo),
ya que podría haber diversos errores de interpretación o aplicación
en la resolución, pero que no necesariamente estos son lo suficien-
temente potentes para determinar la fundabilidad, infundabilidad
o improcedencia de la resolución de segunda instancia. Pues bien,
cabría evitar controlar el cumplimiento de este requisito, empleando
la figura de la «procedencia excepcional» cuando: (a) el recurrente no
ha cuestionado adecuadamente la justificación externa de la premisa
normativa de la resolución impugnada, omitiendo explicitar ade-
cuadamente la cuestión de derecho; o (b) el error de juicio denun-
ciado no sea el relevante, existiendo otra interpretación realizada por
el juez de apelación que la sala suprema quiera acoger. De cualquier
manera, se trata de un trabajo deficiente en el planteamiento del
recurso que, en la práctica, la sala suprema termina subsanando.
En mi opinión, esta figura, comprendida en los términos del párrafo ante-
rior, solo tendría sentido si es que la Suprema tuviese el poder de no admitir,
discrecionalmente, los recursos de casación. De ahí que, excepcionalmente, si es
que observase algún defecto en el planteamiento del recurso respecto de la cues-
tión de derecho impugnada, la sala suprema podría dejar constancia que lo que
a ella le interesa es una cuestión de derecho que no fue bien desarrollada en
el recurso o que ni siquiera fue atacada. Empero, existiendo causales más o
menos rígidas en el juicio de procedencia recursal y no habiendo –al menos
en el papel– un auténtico poder de selección de los recursos de casación, esta
«procedencia excepcional» parece ser un intruso.
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Teoría de los recursos: parte especial
3.5. Procedimiento
Como hemos visto, el recurso de casación puede ser presentado ante la
sala superior de origen o directamente ante la Corte Suprema. Si es el primer
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caso, la sala superior, sin más trámite (esto es, sin realizar ningún juicio de
procedencia), remite el expediente a la Corte Suprema para que, luego de
la asignación del expediente a alguna de las dos salas civiles (Permanente o
Transitoria), se califique el recurso. Si es el segundo caso, tras la presentación
en mesa de partes se asigna el expediente y se procede a la calificación del
recurso. Si el juicio de procedencia resulta positivo, tal como dice el artículo
391 § 2 inc. 2, la sala oficia a la sala superior para que, en el plazo de tres
días, le remita el expediente.
Hay un tema interesante sobre el domicilio electrónico, producto de la
incorporación del sistema de notificaciones electrónicas en la Corte Suprema.
Leyendo el artículo 391 § 2, parecería que se establece dos procedimientos
distintos: en el caso que el recurso se haya presentado ante la sala superior,
no hay mención sobre el domicilio, mientras que, si el recurso es presentado
directamente ante la Corte Suprema, entonces la sala superior debe comuni-
car a las partes con el oficio mediante el cual ordena que se remita el expe-
diente, indicando que se apersonen y fijen domicilio procesal en la sede de la
Corte Suprema.
Esta norma es desarrollada por la Res. Adm. N° 242-2016-P-PJ regula
algo muy importante: que, en todo recurso de casación, independientemente
de si se presenta ante la sala superior o ante la Corte Suprema, debe fijarse
domicilio electrónico y postal en la sede de la Corte Suprema. Pero, específi-
camente, este último debe ser o en las casillas en el Palacio de Justicia, de la
Corte Superior de Justicia de Lima o en el Colegio de Abogados de Lima. Si
este requisito no se cumple, se dejará constancia, se impondrá una multa de
diez URP98 y se sigue con el trámite.
¿Y qué ocurre cuando ya existe un domicilio electrónico al cual han
estado llegando las notificaciones del proceso? ¿Debe indicarse nuevamente?
Si bien la resolución no especifica esto, en los casos de que el recurso de casa-
ción se presente directamente ante la Corte Suprema, sí es necesario que se
consigne ambos domicilios, puesto que la Corte Suprema no tiene dicha infor-
mación. En el caso que se presente ante la sala superior, si bien ya existen
domicilios procesales consignados, se hace deseable, para evitar cualquier tipo
de retraso, que se reitere el domicilio electrónico (y, de ser el caso, el físico).
Dijimos que cuando llega el expediente de la sala superior o, alternativa-
mente, cuando el recurso es presentado directamente ante la Corte Suprema,
se asigna el expediente a alguna de las dos salas supremas civiles. Allí, con un
nuevo número de expediente, la sala civil permanente o la Sala Civil Transito-
ria pasa a asumir competencia. No obstante, al interior de las salas el recurso
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puede otorgar réplica y dúplica, luego de lo cual los jueces supremos podrán
preguntar. Normalmente el juez ponente suele preguntar, dado que es el caso
respecto del cual él preparará la resolución.
Luego de la vista de la causa, los jueces supremos vuelven a reunirse en
secreto para votar la resolución ya elaborada por el ponente. Tras la votación,
el secretario debe recoger las firmas. En caso exista discordia, el proceso se
alarga más, puesto que el presidente de sala debe llamar al juez supremo que
corresponda, fijando fecha para vista de la causa únicamente ante él, donde
las partes pueden informar. La discordia se resuelve igual que en la apelación,
tal como se ha expuesto (supra, III, 2.4.2). De acuerdo con la práctica judicial,
una causa en la Corte Suprema puede demorar entre uno y dos años.
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debe autorizársele para salir a la discoteca y volver a las 3.00 h». Evaluando
los argumentos y los elementos fácticos, decido no darle la autorización. En
mi evaluación, advierto que hay algunas particularidades en el contexto fác-
tico: mi hija, a diferencia de mi hijo, no ha mostrado mayor responsabilidad
y, además, por ser mujer, tiene más riesgos de movilizarse en la madrugada.
Por ello, mi argumento es que el precedente fijado tres años antes es: «Si un
hijo varón cumple 15 años de edad y demuestra responsabilidad, entonces debe
autorizársele para salir a una discoteca y volver a las 3.00 h» y, por tal razón,
siendo las circunstancias fácticas diferentes, no estoy vinculado por el precedente
anterior.
Así, a pesar de la gran controversia al respecto, podemos entender un pre-
cedente como una norma que se extrae de la interpretación de un acto deciso-
rio (no necesariamente judicial) adoptado en un caso concreto, a partir de los
hechos constatados y de la justificación, que sirve para resolver casos futu-
ros siempre que el material fáctico de estos posea un grado de identidad sufi-
ciente respecto del material fáctico del caso pasado. Dos cosas podemos con-
cluir aquí: (i) el precedente presupone un ejercicio argumentativo que implica
interpretación de la decisión; (ii) no hay argumentación posible respecto de
los precedentes sin atender a los elementos fácticos. Aunque no corresponde
desarrollarlo en este trabajo, es posible diferenciar entre razones (relevantes)
para decidir (ratio decidendi) y norma-precedente: aquellas sirven para reconstruir
la segunda.
Hablamos aquí de «norma jurídica» como el significado obtenido como
resultado de la interpretación textual o metatextual de un documento norma-
tivo o de elementos no textuales, a partir de procedimientos discursivos racio-
nales desarrollados por el intérprete que presuponen descripción, adscripción
e, inclusive, creación de sentidos102. Por ello, sí es posible hablar del prece-
dente como norma.
Nótese que de un acto decisorio también se obtiene una norma que
resuelve el caso concreto. Se trata de la famosa «norma concreta». Ejemplo:
declarar un derecho, ordenar el pago, etc. La norma concreta y la norma-pre-
cedente no pueden confundirse. Aquella se limita a regular la relación entre
las partes; esta, por el contrario, tiene como propósito servir como premisa
para resolver casos futuros. Esto lo veremos en el siguiente ítem.
Tampoco puede confundirse el precedente con el stare decisis. Esta última
figura alude a la existencia de una norma (explícita o implícita, según el orde-
namiento jurídico) que impone una vinculación u obligatoriedad para que
sea seguido el precedente. El stare decisis se dirige tanto al órgano que emitió
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aunque suelen ser distritos con afinidad y que sean territorialmente cercanos);
y un pleno nacional, por su parte, presupone todos los jueces superiores de la
República. En la práctica, solo asisten al pleno los jueces superiores titulares.
El pleno jurisdiccional, como los plenos casatorios, es una reunión de jue-
ces, pero aquí la particularidad es que no se decide ningún caso concreto: la
convocatoria al pleno es una decisión administrativa que responde a diversos
reclamos de jueces que ven que se vienen aplicando, para una misma situa-
ción, criterios diferentes. Se especifican dos o tres ponencias, que reflejan los
criterios que son aplicados, con sus respectivos fundamentos y conclusiones
y, en la realización del pleno, se suele invitar a algunos expositores (catedrá-
ticos, jueces o abogados) para que den su opinión y, en todo caso, cuestionen
la ponencia contraria. Los asistentes suelen preguntar y, luego de ello, se pro-
cede a votar por alguna de las ponencias, resultado que, luego, es publicado.
El pleno jurisdiccional, por tanto, también fija reglas jurisprudenciales a partir
de acuerdos.
Ahora bien: ¿son vinculantes? Sobre esto existe un debate en la doctrina.
Por ejemplo, Ninamancco defiende la vinculatoriedad a partir del argumento
de que, allí donde la disposición del artículo 116 dice «concordar la jurispru-
dencia», se debe entender una obligatoriedad de aplicar de manera homogé-
nea las reglas producto del acuerdo arribado, porque no tendría sentido que
la jurisprudencia se mantenga «no concordada» luego de un pleno jurisdiccio-
nal106. Esto, sin embargo, no se muestra adecuado por las siguientes razones:
(1) La vinculación de un fallo de un tribunal debe ser determinada
expresamente por ley, como ocurre en el caso del artículo 22 LOPJ,
del artículo 400 CPC y otras disposiciones normativas. Si ello es así,
más aún lo debería ser un documento producido por votación mayo-
ritaria entre jueces, completamente al margen del caso concreto. El
pleno jurisdiccional es mucho más cercano a una ley, tomada en una
especie de proceso deliberativo, que a una genuina sentencia.
(2) «Concordar jurisprudencia» no equivale, necesariamente, a vincula-
ción. No hay una relación lógica entre uno y otro. Es posible que
la jurisprudencia pueda ser concordada sin que sea vinculante: los ple-
nos, en este sentido, bien pueden ser entendidos como un «método
de trabajo» para los órganos jurisdiccionales que la emiten, precisa-
mente para que los tribunales organicen mejor su profusa jurispru-
dencia, para, a su vez, poder lograr la tan deseada uniformidad. La
idea es que los plenos contribuyan para ello. Esto no es muy dife-
rente de la súmula brasileña, antes que, vía reforma constitucional en
2004, sea vinculante.
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Un juez, por tanto, sí puede apartarse del criterio adoptado por los jue-
ces superiores; empero, deberá motivar adecuadamente por qué lo hace. En este
punto, considero que no hay diferencia en cuanto a los parámetros para el
apartamiento motivado respecto de los plenos casatorios.
4. QUEJA
4.1. Generalidades
La finalidad del recurso de queja es que el juez de apelación juzgue
el mérito del recurso de apelación (lo cual le fue vedado al recurrente porque
su recurso no superó el juicio de procedencia recursal) o que corrija algún pro-
blema que hubo en la suspensión de los efectos (por ejemplo, el juez otorga
efecto suspensivo cuando correspondía efecto no suspensivo y viceversa). El
recurso de queja solamente tiene que ver con el recurso de apelación109.
Así lo dice el artículo 401 CPC: «El recurso de queja tiene por objeto el
reexamen de la resolución que declara inadmisible o improcedente un recurso
de apelación. También procede contra la resolución que concede apelación en
efecto distinto al solicitado».
Si es que tenemos en cuenta que la declaración de inadmisibilidad de un
recurso implica el otorgamiento de un plazo para subsanar, pienso que no
tiene mucho sentido interponer recurso de queja contra esta resolución, por
más que lo permita expresamente el CPC. A nivel dogmático, la interposi-
ción de la queja no genera efecto para la subsanación del recurso de apela-
ción: con ello, se tendría que declarar la improcedencia del recurso (rechazo) y
el recurso de queja bien podría perder objeto. A nivel pragmático, cabría pre-
guntarse: ¿para qué plantear un recurso de queja si es posible subsanar y, si el
juez no acepta, rechazando la apelación, recién allí presentar el recurso?
El recurso de queja cobra particular importancia, pues, en los casos de
improcedencia del recurso de apelación. Esta improcedencia puede fundarse en
cualquier incumplimiento del requisito: plazo, arancel, legitimidad para recu-
rrir, etc. No hay ningún distingo. Entonces, si es que el juez de apelación con-
sidera que el recurso sí debió haber superado la barrera del juicio de proceden-
cia recursal, entonces correspondería que siga el procedimiento rumbo a un
juicio de mérito.
No obstante, el segundo supuesto del recurso de queja es mucho menos
claro: hablamos de la resolución que concede la apelación con un «efecto dis-
tinto al solicitado». Si es que recordamos el acápite donde se trató sobre los efec-
tos de los recursos, podemos descartar automáticamente los efectos expansivo,
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julio de 2016 (folio 9), no tiene motivación suficiente que permita establecer
las razones por las que concedió dicha apelación con el efecto indicado, pues,
la sola mención a la norma que regula este tipo de apelación diferida no es
suficiente; esta grave omisión, habilita a este Tribunal a poder emitir pronun-
ciamiento al respecto (énfasis del original).
4.2. Procedimiento
Según lo que señala el artículo 402 § 2 CPC, el escrito del recurso de
queja debe cumplir con varias formalidades: debe fundamentarse por qué se
debe superar el juicio de procedencia recursal y precisar las fechas en que se
notificó la resolución apelada, se interpuso el recurso de apelación y cuándo se
notificó el auto que declaró la improcedencia (o, de ser el caso, el que conce-
dió el recurso, pero con un error en la suspensión).
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NOTAS
1 Atienza 2013, 114-15.
2 Aunque en la práctica judicial existe una muy mala costumbre de emitir una resolución
diciendo simplemente «no ha lugar», lo cual no es otra cosa que un decreto cuando, en reali-
dad, corresponde emitir un auto.
3 Conforme, Ariano, 2016b: 243.
4 Conforme, Ariano, 2015: 125.
5 Ariano, 2015: 125-126.
6 Ariano, 2016d: 282-283, identifica cuáles son las hipótesis específicas de «apelación suspen-
siva»: «Así tenemos los siguientes autos: el que declara el abandono del proceso (art. 353); el
que declara fundada alguna de las excepciones del artículo 446 (art. 450); el de “saneamiento”
cuando declara la conclusión del proceso o concede un plazo para subsanar (art. 465); el que
declara la conclusión del proceso de retracto por haberse acreditado que sabía de la presta-
ción pagada (art. 502); el que declara improcedente in limine la demanda de responsabilidad
civil de los jueces (art. 512); el auto que se pronuncia sobre la solicitud de posesión posesoria
en el proceso de expropiación (art. 530); el que declara la caducidad de la expropiación (art.
531); el que fija la indemnización por medida cautelar innecesaria o maliciosa (art. 621); el que
impone “sanción” indemnizatoria contra el secretario negligente en la ejecución de una medida
cautelar (art. 626); el que dispone la conversión de la intervención en recaudación a secues-
tro (art. 664); el que dispone la conversión de la intervención en administración (art. 670); el
que aprueba la liquidación de las sumas a devolverse cuando la sentencia de alimentos declara
infundada la demanda (art. 676); el que declara inadmisible o improcedente la ejecución de
garantías (art. 720); el que declara fundada la contradicción en un no contencioso (art. 755); el
que rechaza el pedido de venta de bien deteriorable o perecible consignado (art. 808)».
7 Su ejecución solo puede darse vía «medida cautelar» (art. 615 CPC).
8 E, inclusive, en el ámbito civil en general, puesto que el CNA, en su artículo 178 § 1, señala:
«La Resolución que declara inadmisible o improcedente la demanda y la sentencia es apelable
con efecto suspensivo, dentro de los tres días de notificada.».
9 Cfr. Ariano, 2016c: 256 ss.
10 Algo que suele ocurrir mucho en la práctica, sobre todo en los casos en que abundan las «ape-
laciones diferidas», es que el juez de primera instancia no precisa, en el oficio que remite al
juez de apelación, cuántas apelaciones diferidas se han planteado, ni mucho menos en qué
fojas están. Esto hace que el juez de apelación deba hurgar en el expediente para ver si es que
encuentra alguna, porque, si no lo hace y sentencia sin pronunciarse, el afectado recurre en
casación y, casi con seguridad, obtendrá un pronunciamiento anulatorio.
11 Manifiesta diversas críticas contra esta figura Ariano, 2015: 249 ss.
12 Aquí, por discrecionalidad, entiendo la posibilidad de elegir entre dos o más alternativas igual-
mente legítimas. Ello no quiere decir que no se deba motivar adecuadamente dicha elección,
por cierto.
13 Sobre el régimen de la apelación en el proceso de ejecución, cfr. Ariano, 2015: 225 ss.
14 Conforme, Ariano, 2015: 248 ss.
15 Aunque el artículo 153 LOPJ señala que: «Los escritos se proveen dentro de las cuarentiocho
horas de su presentación, bajo responsabilidad». Aquí «proveer» significa pronunciarse res-
pecto a lo solicitado.
16 La disposición dice lo siguiente: «En las salas especializadas de la Corte Suprema y Cortes
Superiores de Justicia, la resolución se vota y dicta previa ponencia escrita del vocal desig-
nado para el efecto, sin perjuicio del estudio que realizan los demás miembros». En ninguna
parte dice cuándo es que debe realizarse el reparto para la designación. La práctica usual es
que se haga antes del informe oral por obvias razones: para que el juez ponente estudie el caso
y pueda hacer preguntas a los abogados. No obstante, existen algunas salas en donde, por
defecto de organización del presidente de sala, el reparto se hace después del informe. Esto
quiere decir que ninguno de los jueces sabe si el caso que está exponiendo el abogado termi-
nará tocándole o no.
17 Cfr., Cavani, 2017b.
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18 Cabe resaltar que, para la LOPJ, un voto singular comprende tanto lo que se ha denominado
«fundamento de voto» y «voto singular» (art. 143 § 1: «Si alguno de los Vocales no considera
suficientes los fundamentos de resolución o discrepa de ellos pero no de su sentido, debe firmar
la resolución y fundamentar por escrito su voto singular»).
19 Ariano, 2015: 197-198.
20 Ariano, 2015: 199.
21 Aunque, valgan verdades, en la praxis es mucho pedir únicamente la nulidad. Cuando esta se
pide, subordinadamente, se suele pedir la revocación.
22 Ariano, 2015: 195-196; Ariano, 2016e: 326-327.
23 Ariano, 2015: 195.
24 Sobre el asunto, ampliamente, cfr. Cavani, 2014: 293 ss., 360 ss.
25 Cfr. Cavani, 2014: 206 ss.
26 Sobre el asunto, cfr. Ariano, 2015: 175, 203 ss.
27 Villa García, 2015: 440.
28 Ariano, 2015: 164.
29 En el mismo sentido, Lama More, 2004: 97. En contra, Villa García, 2015: 444, argumen-
tando que los extremos no impugnados producen cosa juzgada. Sobre este asunto, ver la parte
final del presente ítem.
30 Ariano, 2015: 169.
31 Ariano, 2015: 165-168.
32 Villa García, 2015: 446.
33 Villa García, 2015: 447.
34 Villa García, 2015: 442-445.
35 Sobre su vinculación con la organización del proceso, cfr. Cavani, 2017c.
36 Ariano, 2015: 144.
37 Cfr. Cavani, 2017c: 184 ss.
38 Zavaleta, 2009: 148-149.
39 Conforme, Ariano, 2015: 129-140.
40 Ariano, 2015: 141, afirmando, inclusive, que existe una posición aventajada del apelado res-
pecto del apelante, dado que «podrá alegar (y ofrecer la respectiva prueba) respecto de hechos
verificados hasta ese momento».
41 Ariano, 2015: 142.
42 Ariano, 2015: 143.
43 Sobre el asunto, cfr. Cavani, 2012a; Alfaro, 2014: 92 ss.
44 Conforme, Ariano, 2015: 146.
45 Ariano, 2015: 146.
46 Ariano, 2015: 146.
47 Sobre el asunto, desde una perspectiva histórica, cfr. Picó i Junoy, 2007; desde una perspec-
tiva comparada, cfr. Taruffo, 2008; desde una perspectiva analítica y dogmática, cfr. Ferrer
Beltrán, 2017; Ferreira, 2013: 223 ss. En nuestra doctrina, cfr. Martel Chang, 2015;
Alfaro, 2017.
48 Inclusive, como demuestra Alfaro (2017: 107), era un criterio que había asumido la Corte
Suprema, aunque, luego, lo modificó.
49 De hecho, el artículo 16 LOPJ garantiza la independencia de la actuación jurisdiccional de los
magistrados, pero el artículo 47 inc. 8 LCJ señala: «Son faltas graves: (…) 8. Desacatar las
disposiciones contenidas en reglamentos, acuerdos y resoluciones que dicte la Corte Suprema
de Justicia en materia jurisdiccional» (sobre el asunto, cfr. Cavani, 2015b). No hay ninguna
disposición, pues, que obligue al juez de primera instancia a acatar las disposiciones contenidas
en resoluciones del juez de apelación.
50 Cfr. Cavani, 2017c.
51 Devis Echandía, 1976: 271, siguiendo la lección de Bentham y de Carnelutti, quien, a su
vez, entiende que la fuente de prueba constituye la representación del hecho a probar (2000:
89 ss.).
194
Teoría de los recursos: parte especial
52 Según demuestra Ferrer Beltrán (2017: 96 ss.), existen diversos poderes probatorios, como el
juicio de admisibilidad de los medios de prueba, la incorporación de medios de prueba por el
juez, la así llamada «dinamización de la carga de la prueba», entre otros.
53 Cfr. Taruffo, 2015: 29 ss.
54 Sobre el tema, ampliamente, cfr. Ferrer Beltrán, 2007.
55 Cfr. Ferrer Beltrán, 2005: 80 ss.; Paula Ramos, 2015: 116 ss.
56 Sobre el tema, cfr. Paula Ramos, 2013; Cavani, 2015.
57 Para una crítica sobre el concepto «carga de probar», cfr. Paula Ramos, 2018, y, también,
Paula Ramos, 2015a.
58 Cfr. Ferrer Beltrán, 2017.
59 También hablan de estos modelos Taruffo, 2016: 233 ss.; Mitidiero, 2013a: 33 ss.; Miti-
diero, 2016.
60 Nótese bien que no hay modelos puros: hay tribunales que pueden aproximarse más o menos
a uno u otro modelo. Asimismo, un trabajo de derecho comparado como este apenas puede
restringir a un trabajo fundamentalmente descriptivo, del cual no pueden extraerse consecuen-
cias normativas, esto es, propositivas determinando cómo es que unos tribunales deberían con-
formarse. Este, en mi opinión, es el principal inconveniente de la tesis de Mitidiero (2013a:
79 ss.). Otras críticas pueden encontrarse en Abboud, 2015: 407 ss. y en Abboud, 2018:
856-866.
61 Me baso aquí en la exposición de Calamandrei, 1961: 15 ss. y en la apretada síntesis de Mari-
noni, 2013: 25 ss., respecto de aquel.
62 Montesquieu, 1973: 160 (Libro XI, Capítulo VI).
63 Cfr. ampliamente, Calamandrei, 1961: 60 ss.
64 El référé legislatif facultativo consistía en un remedio preventivo que podían echar mano los
jueces para que, evitando interpretar el derecho vigente, puedan recurrir al legislador (Cala-
mandrei, 1961: 48).
65 Cfr. Calamandrei, 1961: 112.
66 Cfr. Calamandrei, 1961: 115 ss.
67 Cfr. Calamandrei, 1961: 132-133.
68 Cfr. Calamandrei, 1961: 137.
69 Aquí me apoyo en Taruffo, 1991: 28 ss.
70 Cfr. Picardi y Giuliani, 2000; Taruffo, 1980: 55 ss.
71 Taruffo, 1980: 113 ss.
72 Entre otras, según Taruffo (1991a: 54-55), por influencia del trabajo de Calamandrei.
73 Cfr. Taruffo, 1991a.
74 Taruffo, 1991a: 54.
75 Calamandrei, 1961: 48 ss., 93-94, aunque luego admite que hay algunos vicios que sí ameri-
taría analizar. (257 ss.).
76 Calamandrei, 1961: 48 ss., 75-77.
77 Calamandrei, 1961: 88.
78 Marinoni, 2013: 57.
79 Lo cual queda demostrado en Monroy Gálvez, 2010d.
80 Cfr. Ariano, 2015: 257 ss. La exposición que sigue es con base en este texto.
81 Carpio, 2015: 156.
82 La ZPO de 1877 consagró la Revision como recurso dirigido al Reichsgericht (Tribunal impe-
rial, que desempeñaba las funciones de tribunal supremo). Desde siempre la Revision estuvo
limitada a las cuestiones derecho, pero fundamentalmente orientada al ius litigatoris. La ZPO,
en sus orígenes, tenía una gran influencia francesa y, por tanto, el procedimiento estaba con-
trolado por las partes. Existía una summa gravaminis (Revisionssumme), que restringía el acceso
al Reichsgericht. En 1924 se instaura la Zulassungrevision, dando a los tribunales de apelación
(Oberlandesgericht) la competencia para que autoricen la Revision cuando haya una divergencia
de su decisión con la del Reichgericht o la de otro Oberlandesgericht y, además, la cuestión de dere-
cho desarrollada en la Revision revista una importancia fundamental (grundsätzliche Bedeutung).
La autorización del tribunal de apelación no era vinculante para el Reichgericht. La Grundgesetz
195
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
de 1949 trajo consigo la desaparición del Reichgericht y la aparición del Bundesgerichtshof (Corte
Suprema con competencia civil y penal, distinta del Bundesarbeitsgericht, con competencia labo-
ral; del Bundesverwaltungsgericht, con competencia administrativa; del Bundessozialgericht, con
competencia previdenciaria; del Bundesfinanzhof, con competencia en materia financiera; y, por
supuesto, el famoso Bundesverfassungsgericht, el Tribunal Constitucional Federal) y, en 1975, se
produce una importante reforma de la ZPO (Vereinfachungsnovelle). En el caso de la Revision,
cabe resaltar la incorporación del artículo 554 b, otorgando al Bundesgerichtshof el poder de
denegar la Revision si no hubiese relevancia fundamental en la cuestión de derecho, y siem-
pre que el recurso contribuya con la unidad del derecho (Rechtseinheit) y desarrollo del derecho
(Rechtsfortbildung). Este filtro fue constantemente empleado por el Bundesgerichtshof a fin de con-
trolar su carga de trabajo; no obstante, esta interpretación del artículo 554 b fue ulteriormente
declarada inconstitucional por el Tribunal Constitucional Federal en 1980, en tanto el Bundes-
gerichtshof solo debía rechazar la Revision cuando el recurso no tenga esperanza de éxito, ya que
la sobrecarga de trabajo no era un motivo constitucionalmente legítimo. En 2001, una nueva
reforma de la ZPO trajo consigo la derogación del artículo 554 b, quedando el Bundesgerichtshof
obligado a conocer la Revision cuando haya sido autorizada por un tribunal de apelación. En
la actualidad, la ZPO sigue sin definir lo que significa una cuestión de derecho de relevancia
fundamental, pero se entiende que debe obedecer a un interés que trascienda al caso concreto
y que la futura decisión debe servir a la unidad y al desarrollo del derecho. Sin perjuicio de
ello, los artículos 546 y 547 consagran otras reglas para la procedencia de la Revision. Con el
tiempo, como puede verse, hubo un aumento de la prevalencia de la función de uniformización
de la jurisprudencia sobre algún tipo de interés particular. Sobre el asunto, ampliamente, cfr.
Cabral, 2014; Prütting, 1978; Salger y otros, 1978; Silvestri, 2001; Sonelli, 2001.
83 Ariano, 2015: 266 ss.
84 Es verdad que, desde su redacción original, el artículo 400 permitía a la Corte Suprema fijar
«doctrina jurisprudencial vinculante». ¿Esto lo haría un tribunal de precedentes? Lo veremos
luego.
85 A propósito, es sintomática la preocupación de Monroy Gálvez, quien, en un artículo de
2005, sugiere la instauración de un filtro muy riguroso para acceder a la Corte Suprema y,
en general, de una reconfiguración completa de la regulación del recurso de casación y de la
función del nuestro máximo tribunal en materia civil. Monroy Gálvez, Monroy Palacios. De
otro lado, la propuesta de la CRCPC es radical: se consagra el filtro de la «cuestión de derecho
de relevancia fundamental» y un sistema de técnicas de uniformización jurisprudencial, a fin de
que la principal labor de la Corte Suprema sea unificar la interpretación del derecho y hacerlo
más predecible. De aprobarse esta propuesta, de casación ahora solo quedaría el nombre. Cfr.
Monroy Gálvez y Monroy Palacios, 2007.
86 Según Ariano, 2015: 278: «En efecto, si un recurso se llama de casación no es por gusto (o no
debería serlo). Si se llama así es porque su objeto (su petitum) es que se “case” o sea, se anule
la resolución imugnada. No por nada los verdaderos recursos de casación son el prototipo de
impugnación rescindente. Cuando se consagra una impugnación llamada “de casación” que
puede tener por objeto que se “revoque” la resolución impugnada, se está a años luz de un
recurso “de casación”, es decir, se está consagrando una impugnación claramente devolutivo-sus-
titutiva (por motivos limitados, por devolutiva-sustitutiva, al fin), esto es una impugnación que
no le da simplemente al juez de la impugnación el poder de conocer y pronunciarse sobre el
recurso, sino directamente (previo filtraje de la procedencia), de conocer y pronunciarse sobre el
fondo del asunto. De hecho, si antes de la reforma del 2009, podía decirse que nuestro recurso
“de casación” lo era al menos en las “formas” (pues de estimarse siempre se “casaba” la recu-
rrida), ahora podemos tener la certeza que este recurso “de casación” –cuando se funde en un
error in iudicando– no mantiene sino el nombre».
87 Cfr. Monroy Gálvez, 2010d: 654-655.
88 «Si la sentencia declara fundado el recurso, además de declararse la nulidad de la sentencia impug-
nada, la sala debe completar la decisión de la siguiente manera: (…)» (énfasis agregado).
89 Ariano, 2015: 269 (nota 18).
196
Teoría de los recursos: parte especial
90 Por todos, cfr. Guastini, 2008; Guastini, 2011: 27 ss., con importantes desarrollos ulteriores:
Guastini, 2013. El tema, naturalmente, es muy discutido. Solo como ejemplo: Lifante, 2012;
Pino, 2013.
91 En el mismo sentido, Valverde, 2010: 109.
92 En efecto, el artículo 477.1 LEC dice: «El recurso de casación habrá de fundarse, como motivo
único, en la infracción de normas aplicables para resolver las cuestiones objeto del proceso».
93 Por ejemplo, la LEC trajo el interés casacional, que constituye un filtro muy importante. Sobre
el asunto, críticamente, cfr. Delgado Castro, 2009.
94 En efecto, según el TC (Exp. N° 8123-2005-PHC/TC), «mientras que la tutela judicial efec-
tiva supone tanto el derecho de acceso a los órganos de justicia como la eficacia de lo decidido
en la sentencia, es decir, una concepción garantista y tutelar que encierra todo lo concerniente
al derecho de acción frente al poder-deber de la jurisdicción, el derecho al debido proceso, en
cambio, significa la observancia de los derechos fundamentales esenciales del procesado, prin-
cipios y reglas esenciales exigibles dentro del proceso como instrumento de tutela de los dere-
chos subjetivos». A decir verdad, esta construcción dogmática genera muchas dudas de corte
analítico. En efecto, ¿cuál es exactamente la razón para la que un derecho fundamental solo
garantiza el acceso y la ejecución, mientras que el otro derecho fundamental solo garantiza
«lo que está en el medio»? ¿Qué acaso no hay ejecución (o efectividad) a lo largo del procedi-
miento? ¿No sería más consistente hablar de un derecho fundamental procesal macro y, luego,
otro que garantice algo más específico? Cada autor tiene su forma de comprender este derecho
fundamental macro. Por ejemplo, Priori (2003: 280 ss.) opta por hablar de tutela jurisdiccional
efectiva para darle un contenido específico, sosteniendo que el debido proceso, por pertenecer este
a una tradición jurídica diferente, que, inclusive, ha tenido un desarrollo muy particular en
EE.UU., debe también existir, pero no es aplicable en ámbito jurisdiccional. En algún texto
posterior, Priori (2014), luego de realizar una exposición sobre la acción, concluye que el dere-
cho a la tutela jurisdiccional efectiva ha dejado sin piso a un concepto como la acción. Al res-
pecto, yo he dado mi posición en el sentido de que el debido proceso cede el paso al proceso justo
–vinculado con una decisión justa (Cavani, 2015)– y que este contiene el derecho a la tutela
efectiva, adecuada y tempestiva, con contenidos específicos (Cavani, 2014a), pero sí estoy de
acuerdo con Priori que la acción ha agotado su función (Cavani, 2014: 70, nota 71, en contra:
Monroy Gálvez, 2009: 496 ss.; González, 2013: 677 ss., aunque este último por razones
muy diversas).
95 Taruffo, 2015: 29-30.
96 Ariano, 2015: 281.
97 Sobre el asunto, entre muchísima doctrina, cfr. Bickel, 1962: 111 ss.; Barsotti, 1999: 61 ss.
Para un panorama muy sucinto, cfr. Greenhouse, 2012: 48 ss.
98 Lo cual, me parece, es inconstitucional porque una sanción solo puede estar regulada en la ley.
99 Ávila, 2011: 219 ss.
100 En Brasil, Streck y Abboud, 2016, han hablado que, más allá de un sistema de precedentes,
existen, sí, «instrumentos de vinculación decisoria».
101 Entre muchas otras obras que hablan sobre el precedente desde una perspectiva teórica: Ber-
nal Pulido y Bustamante, 2015; Bustamante, 2012; Cross y Harris, 1991; Duxbury, 2008;
Gascón Abellán, 1993; Goodhart, 1934.; Iturralde, 1995; McCormick y Summers, 1997;
Marinoni, 2010; Mitidiero, 2017; Núñez Vaquero, 2016; Schauer, 1987; Taruffo, 1994;
Zaneti, 2015. Ya desde una perspectiva de derecho positivo peruano, específicamente sobre el
precedente constitucional, cfr. Carpio y Grández, 2007; Dyer, 2015.
102 Cfr., Ávila, 2012: 187 ss.; Ávila, 2014: 188 ss.
103 Se trata del conocido «autoprecedente». Cfr. Gascón Abellán, 2015.
104 Por ello es que he defendido, hace un tiempo, que la jurisprudencia no es fuente del derecho
peruano: Cavani, 2016a.
105 Solo por poner un ejemplo, ver el Exp. N° 1618-2016 Lima Norte, que llegó a la Sala de
Derecho Constitucional y Social Permanente, la cual estableció, con calidad de vinculante,
diversos criterios para realizar el control difuso.
106 Cfr. Ninamancco, 2016. Para críticas específicas a esta posición, cfr. Cavani, 2017a.
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
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PARTE
IV
REVISIÓN CIVIL DE LA SENTENCIA
CON AUTORIDAD DE COSA JUZGADA
(NULIDAD DE COSA JUZGADA
FRAUDULENTA)
PARTE
IV
1. LA REVISIÓN CIVIL
En la primera parte se ha identificado las dos dimensiones de la teo-
ría impugnatoria: la teoría impugnatoria recursal y la teoría impugnato-
ria mediante pretensión autónoma. En esta cuarta parte se hablará sobre la
segunda y, específicamente, sobre la única categoría que ha sido reconocida en
el ámbito del proceso civil que responde a aquella dimensión: la así llamada
«nulidad de cosa juzgada fraudulenta».
La NCJF es, pues, un tipo de impugnación mediante pretensión autó-
noma. Como ya se dijo, hablamos de «pretensión autónoma» para aludir al
inicio de un proceso nuevo (en este caso, la vía de conocimiento más lata)
para impugnar una o más resoluciones de un proceso anterior que ya ha ter-
minado. Precisamente en esto se diferencia de los recursos: estos tienen por
característica prolongar la pendencia del proceso, tal como se ha visto (supra,
II, 1).
Otros tipos de impugnación mediante pretensión autónoma, además de
la NCJF, en nuestra legislación, pueden ser la acción de revisión en el CPP,
los procesos de hábeas corpus y amparo contra resoluciones judiciales regu-
lados en el CPConst. y la anulación de laudo arbitral, prevista en el DLA.
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Revisión civil de la sentencia con autoridad de cosa juzgada
2.1. Nulidad
En la primera parte ya se ha desarrollado una parte importante de
la teoría de la nulidad procesal (infra, I, 4). Asimismo, en la segunda parte,
hemos dialogado sobre el error de procedimiento y el pedido anulatorio. No
es la idea aquí repetir tales lecciones, pero sí cabe destacar que, mediante una
demanda de NCJF, se busca la invalidación de la resolución impugnada puesto
que esta contiene un vicio. La declaración de nulidad implicará su destrucción
(o sea, se torna en inexistente) y, con ello, dejará de producir efectos. En tanto
no se declare la nulidad, la resolución impugnada seguirá existiendo y produ-
ciendo sus efectos.
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
204
Revisión civil de la sentencia con autoridad de cosa juzgada
recae sobre ella) y, además, porque no puede equipararse a los auténticos efec-
tos: declarativo, constitutivo y condenatorio13.
Así, por fuerza de una lección de Liebman de hace casi ochenta años, es
algo bastante usual definir a la cosa juzgada como la «inmutabilidad de la
sentencia».
Aquí, sin embargo, cabe realizar algunos cuestionamientos. ¿Es verdad
que la cosa juzgada genera inmutabilidad? Decir que algo es «inmutable»
equivale a decir que «no cambia ni se puede cambiar». Siendo así, ¿la senten-
cia con cosa juzgada, en el ámbito del derecho procesal civil peruano, es real-
mente «inmutable»? Pues, por propia definición, no lo es. Al menos no se
corresponde con la realidad de nuestro derecho positivo y, por tanto, la defini-
ción (y la teoría) es falsa. Decir que es inmutable pero que podría cambiar no
es más que una contradicción en términos: algo que tiene alguna remota posi-
bilidad de que cambie excluye su pretendida característica de inmutable.
Este es el error en que cae, por ejemplo, nuestro CPC: dice que «resolu-
ción que adquiere la autoridad de cosa juzgada es inmutable, sin perjuicio de
lo dispuesto en los artículos 178 y 407» (se refiere a la NCJF y a la correc-
ción). En una palabra, dice: «es inmutable… pero no tanto». Se trata de una
norma que simplemente niega la realidad, dado que lo inmutable no es propio
del derecho (el único que existe, claro: el derecho positivo, que es una crea-
ción humana) y ni siquiera de la naturaleza; más bien es algo que tiene que
ver con una concepción metafísico-religiosa.
La NCJF nos trae, pues, una hipótesis de rescindibilidad de la sentencia
con cosa juzgada. Siendo rescindible la sentencia, entonces no es inmutable.
En realidad, dado que las causales para anular una sentencia de este tipo son
sumamente excepcionales –y vinculando esta idea con la exposición anterior
sobre la seguridad– estamos frente a un alto grado de estabilidad del cual se
reviste la sentencia, pero que no es absoluto14. Nótese bien que es la cosa juz-
gada la que genera ese alto grado.
Así pues, una definición de cosa juzgada con la que podemos trabajar
para el derecho procesal civil peruano es la siguiente: Situación jurídica que
califica a la sentencia con un elevado grado de estabilidad, precluyendo la posibilidad
de nuevas impugnaciones en el mismo proceso, impidiendo la rediscusión de la misma
controversia en otro proceso y debiendo ser tomada como cuestión prejudicial para la
solución de futuros litigios15.
El punto clave aquí es que la cosa juzgada, primero, es una «situa-
ción jurídica» y, segundo, que genera un elevado grado de estabilidad. Esta
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2.2.2. ¿Y los autos que ponen fin al proceso que no adquieren cosa juzgada?
No resta duda que el artículo 178 CPC se refiere a la sentencia y, como
hemos dicho en la primera parte, esta es la única resolución judicial, en el
ordenamiento procesal civil peruano, en la que se resuelve el fondo de la con-
troversia. No cabe hablar, pues, de cosa juzgada respecto de autos.
La doctrina nacional no es pacífica. Por ejemplo, para Ledesma23, procede
la NCJF contra el auto que declara la caducidad del derecho, declarando fun-
dada la excepción que pueda haberse suscitado. Ella, de hecho, afirma que, en
el caso de la caducidad, se trata de una «resolución de fondo». Esto es plena-
mente correcto: la caducidad –así como la prescripción– extingue situaciones
jurídicas sustanciales y, de allí, lo que el juez le está diciendo al demandante
cuando declara la caducidad, es que su derecho ya no existe más. Es, pues, un
pronunciamiento respecto de la pretensión material24.
No obstante, no puede ser pasado por alto que el CPC no le otorga efectos de
cosa juzgada a esta resolución. Más bien, por el contrario, la norma contenida en
el artículo 321 § 1 inc. 5 coloca como supuesto de conclusión del proceso sin
declaración sobre el fondo cuando el juez declara la caducidad del derecho; la
norma contenida en el artículo 427 § 1 inc. 3 CPC ordena al juez a declarar la
improcedencia de la demanda cuando «advierta la caducidad del derecho»; y
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sus términos. Es a partir de este momento en que el juez certifica que ocurrió
uno de estos dos hechos, que comienza a correr el plazo de prescripción para
demandar la NCJF.
Nótese, además, que este término inicial no entraña una prohibición para
que se demande NCJF antes que la sentencia termine de ejecutarse, sino simplemente
una garantía para que las partes sepan cuándo es que se configura el término
inicial para, luego, identificar el término final.
Respecto del término final, no parece haber mayores complicaciones: una
vez establecido el inicio del plazo deben contarse seis meses calendario.
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NOTAS
1 Monroy Palacios, 1998: 112 ss.
2 Así, por ejemplo, el artículo 578 1) de la ZPO alemana dice: «La revisión de una sentencia
definitiva firma de un proceso concluido puede realizarse mediante demanda de nulidad o de
restitución» (Pérez Ragone y Ortiz Pradillo, 2006: 305). Cfr., también, Beneduzi, 2015:
133 ss.
3 Sobre el asunto, con provecho, cfr. Pontes de Miranda, 1957; Barbosa Moreira, 1985. Res-
pecto de la legislación vigente, Marinoni y Mitidiero, 2017; Rodrigues, 2017 (parte III).
4 No parece considerarlo así Ledesma, 2011: 475, para quien, aparentemente, la resolución que
aprueba el desistimiento de la pretensión no sería una sentencia.
5 Todo conforme a Ávila, 2011: 249 ss.
6 Sarlet, Marinoni y Mitidiero, 2012: 671 ss.
7 Como se ha hecho en muchos textos. Por todos, cfr. Marinoni, 2011; Peixoto, 2016.
8 Ávila, 2011: 97 ss., 654 ss.
9 Sobre el asunto, con profundidad, cfr. Ávila, 2011: 339 ss.; Cabral, 2013: 241 ss.
10 Ávila, 2011: 251-252.
11 Una buena exposición se encuentra en Cabral, 2013: 61 ss. y Mendes, 2015: 65 ss.
12 Liebman, 1935.
13 Liebman, 1935: 12 ss. Barbosa Moreira (1970: 12), a modo de crítica, señala que los efectos
no son inmutables, sino el contenido de la sentencia (comando sentencial). Esta también fue la
crítica de Allorio, 1992: 40, tal como bien apunta Mendes, 2015: 71. Liebman, por cierto,
terminó por alinearse a esta idea (1979). Años después, Baptista da Silva (2003: 80 ss.) critica
a Liebman y Barbosa Moreira en el sentido de que la inmutabilidad solo reposa sobre el con-
tenido declaratorio. Por ejemplo, piénsese en el reconocimiento del derecho de invalidar el con-
trato (elemento declaratorio) y decretación de invalidez (elemento constitutivo). Para Baptista
da Silva, la cosa juzgada solo reposa sobre el primero; para Barbosa Moreira, ambos (hubo
respuesta de parte de este último: Barbosa Moreira, 1983).
14 De hecho, como bien menciona Ariano (2015: 308 ss.), haciendo un rápido panorama del
derecho extranjero, la revisión de la sentencia con cosa juzgada es algo bastante natural.
15 Es una definición cercana a la de Mendes, 2015: 78. Sirva este texto, además, para corregir el
concepto de cosa juzgada dado en un texto anterior: Cavani, 2015a: 17-18.
16 Art. 439 § 1 CPP: «La revisión de las sentencias condenatorias firmas procede, sin limitación
temporal y solo a favor del condenado, en los siguientes casos (…)»).
17 Mello, 2015: 43 ss.
18 De hecho, esto está expresamente previsto en el artículo 123 § 1, incs. 1 y 2 CPC: «Una reso-
lución adquiere la autoridad de cosa juzgada cuando: 1. No proceden contra ella otros medios
impugnatorios que los ya resueltos; o 2. Las partes renuncian expresamente a interponer
medios impugnatorios o dejan transcurrir los plazos sin formularlos».
19 Mendes, 2015: 79 ss. La teoría de la cognición es producto de la formulación de Watanabe,
2005: 127 ss. Un resumen puede encontrarse en Mitidiero, 2013: 83 ss.
20 Mello, 2014: 83 ss.
21 Mendes, 2015: 79.
22 Mendes, 2015: 82 ss.
23 Ledesma, 2011: 476-477.
24 Un sector de la doctrina nacional comparte esta percepción: Ariano, 2005: 267 ss.; Merino,
2006; Cavani, 2012; y, recientemente, a partir de los dos primeros textos, Pastrana Espinal,
2017.
25 Es incontable la doctrina que defiende esta postura. Un importante elenco de autores viene
citado por Cabral, 2013: 59-61.
26 Conforme: Cabral, 2013: 256-257. Este autor desarrolla otras críticas muy interesantes, pero,
nótese bien, su propósito es propone una teoría de las estabilidades procesales que, inclusive,
justifique dejar de usar el término «cosa juzgada» (Cabral, 2013: 257 ss.).
27 Monroy Palacios, 1999: 284.
28 Didier Jr., 2015: 432.
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
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Bibliografía
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
236
APÉNDICE
RESOLUCIONES JUDICIALES
PARTE
I
EXPEDIENTE N° 03361-2013-72-1001-JR-CI-04
239
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
las resoluciones son los recursos, y las nulidades (remedio procesal) proceden
contra los actos no contenidos en resoluciones, conforme dispone el primer
párrafo del artículo 356 del Código Procesal Civil.
Tercero.- El artículo 356 del Código Procesal Civil establece en la parte
pertinente que: “Los remedios pueden formularse por quien se considere
agraviado por actos procesales no contenidos en resoluciones” y los recur-
sos pueden formularse por quien se considere agraviado, con una resolución o
parte de ella, para que luego de un nuevo examen de esta, se subsane el vicio
o error alegado”.
Cuarto.- Entonces, la nulidad procesal constituye un remedio que el
artículo 356 del Código Procesal Civil, señala con claridad –los remedios se
formulan contra actos procesales no contenidos en resoluciones–, es decir, es
conducente a atacar actos procesales viciados de nulidad.
Quinto.- En el caso de autos es cierto que la nulidicente pretende cues-
tionar dos resoluciones –por las que se dan por absueltos los traslados de la
demanda– a través de un remedio procesal lo cual no está permitido, esto
porque para impugnar un acto procesal, se debe adecuar el medio impugna-
torio al acto procesal cuestionado, sin que sea posible procesalmente utilizar
indistintamente un remedio o un recurso, sino utilizar el medio impugnatorio
según se trate de una resolución, o de un acto procesal no contenido en una
resolución.
La decisión recaída en el auto apelado ha sido correcta, por ello corres-
ponde confirmarla.
V. PARTE RESOLUTIVA:
Por los considerandos expuestos CONFIRMARON el auto contenido
en la resolución N° 13, de fecha 6 de junio de 2014 (folio 71) que declara
IMPROCEDENTE la nulidad deducida por la actora María Teresa Hilares
Quispe contra las resoluciones N° 11 y 12. Y los devolvieron. H. S.
S.S. CONCHA MORA; BARRA PINEDA; FERNÁNDEZ ECHEA (Voto en discordia)
240
PARTE
II
EXPEDIENTE Nº 00023-2014-0-1601-SP-CI-02
CONSIDERANDO:
Primero.- Es materia de Consulta, la Sentencia contenida en la Resolu-
ción número ONCE, de fecha once de Noviembre del año dos mil trece, que
obra de folios ciento catorce a ciento diecinueve, por la que se FALLA: Decla-
rando FUNDADA la demanda de fojas veintiuno, subsanada a fojas treinta
y seis interpuesta por el ciudadano Segundo Justiniano Fernández Ramírez
contra los ciudadanos Pedro Ramírez Grados y Andrea Sipiran Amaya sobre
PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA DE DOMINIO, en consecuencia,
DECLARA al referido demandante propietario por prescripción del terreno
ubicado en Ramal Saucipe sin número Campiña, signado con U.C. N° 113 -
distrito de Paiján, Ascope, Departamento La Libertad, con un área superficial
de 0.1510 has. Con perímetro de 189.19 ml., cuyos linderos y medidas peri-
métricas son las siguientes: por el norte colinda con las parcelas N° 01155
y 01134 camino carrozable, entre los vértices 4, 5, 6, 7 y 8 con un total de
241
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
80.28 metros lineales; por el sur colinda con la parcela N° 01132, entre vér-
tices 2 y 3 con un total de 66.02 metros lineales; por el este colinda con la
parcela N° 01135, entre los vértices 8, 9, 1 y 2 con un total de 34.13 metros
lineales; por el oeste colinda con la parcela N° 01128, entre los vértices 3 y 4
con un total de 38.13 metros lineales; sin costas ni costos; con lo demás que
se indica expresamente.
Segundo.- Esta sentencia ha sido elevada en Consulta a esta Superior
Sala Civil, al no haber sido objeto de impugnación por alguno de los sujetos
procesales, en su debida oportunidad, y en aplicación directa de lo señalado
en el artículo 508 del Código Procesal Civil.
Tercero.- La Consulta no es un medio impugnatorio en sentido estricto,
sino un mecanismo revisor de determinadas Resoluciones Judiciales, de uso
restrictivo, de carácter obligatorio ante un mandato imperativo de la Ley, que
se promueve únicamente de Oficio y específicamente en aquellos casos en los
que esté de por medio el Orden Público o las Buenas Costumbres, así como la
propia eficacia del Sistema Jurídico. Por ello, al Aprobar o Desaprobar el con-
tenido de las citadas Resoluciones, se está previniendo la comisión de irregu-
laridades o vicios procesales insubsanables, de malas prácticas procesales, o de
erróneas interpretaciones o aplicaciones de normas jurídicas.
Cuarto.- En tal sentido, debe precisarse que son garantías de la admi-
nistración de justicia los principios de la Observancia del Debido Proceso y la
Tutela Jurisdiccional Efectiva, plasmados en el inciso 3) del artículo 139 de la
Constitución Política del Estado, y cuyas reglas y pautas se encuentran reco-
gidas en las normas procesales vigentes; por lo que en este sentido, en todo
proceso judicial su observancia es obligatoria; máxime, si estas garantías con-
sagran el derecho de los justiciables a iniciar o participar en un determinado
proceso judicial con plena protección del derecho de defensa que les asiste,
a efectos de que puedan plantear sus distintas pretensiones y/o hacer uso de
los medios de defensa y elementos de prueba que resulten idóneos a fin de
coadyuvar al esclarecimiento de la verdad; pero siempre y cuando se hubiera
procedido en el modo y forma que establece expresamente la Ley Procesal,
puesto que para la validez de toda Resolución Judicial de trascendencia, debe
requerirse que esta sea el reflejo debido del mérito de lo actuado y del Dere-
cho, según lo exige la norma constitucional antes acotada.
Quinto.- Consiguientemente, la garantía de la motivación adecuada y
razonada de las resoluciones judiciales se encuentra directamente relacionada
con el Estado Social y Democrático de Derecho, siendo una exigencia inelu-
dible consagrada en el artículo 139, inciso 5 de la Constitución Política, por
242
Parte II
243
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
244
Parte II
SE RESUELVE
1) DESAPROBAR, la Sentencia contenida en la Resolución número
ONCE, de fecha once de Noviembre del año dos mil trece, que obra
de folios ciento catorce a ciento diecinueve, por la que se FALLA:
Declarando FUNDADA la demanda de fojas veintiuno, subsanada
a fojas treinta y seis interpuesta por el ciudadano Segundo Justiniano
Fernández Ramírez contra los ciudadanos Pedro Ramírez Grados y
Andrea Sipiran Amaya sobre PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA DE
DOMINIO, en consecuencia, DECLARA al referido demandante
propietario por prescripción del terreno ubicado en Ramal Saucipe
sin número Campiña, signado con U.C. N° 113 - distrito de Pai-
ján, Ascope, Departamento La Libertad, con un área superficial de
0.1510 has. Con perímetro de 189.19 ml., cuyos linderos y medi-
das perimétricas son las siguientes: Por el norte colinda con las par-
celas N° 01155 y 01134 camino carrozable, entre los vértices 4, 5,
6, 7 y 8 con un total de 80.28 metros lineales; por el sur colinda
con la parcela N° 01132, entre vértices 2 y 3 con un total de 66.02
metros lineales; por el este colinda con la parcela N° 01135, entre
los vértices 8, 9, 1 y 2 con un total de 34.13 metros lineales; por el
245
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
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PROCESO N° 00111-2015-0-1018-JM-CI-01
FUNDAMENTOS:
I. MATERIA DE CONSULTA:
La Sentencia contenida en la Resolución número 15, de 09 de noviembre
de 2016 (folio 155 a 158), que declara fundada la demanda de Interdicción y
designación de curador procesal.
II. FUNDAMENTOS:
2.1. Antecedentes
2.1.1. Martha Gutiérrez Umeres de la Cruz, plantea una demanda de
interdicción, con la finalidad de que el señor Tito Gutiérrez Usca-
mayta, sea declarado incapaz absoluto –interdicto civil– y en con-
secuencia, la demandante sea designada como su curadora.
La demandante sostiene ser la hermana del señor Tito Gutié-
rrez Uscamayta y que desde el fallecimiento de su padre –31 de
diciembre de 2006– se ha encargado del cuidado de su hermano,
dado que padece de Esquizofrenia Paranoide y Trastorno Delirante.
247
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
2.3. Análisis
2.3.1. El proceso de interdicción, es una forma de tutela, destinado a pro-
teger al incapaz absoluto, de sus propios actos; contra el mismo o
contra terceros. Inhabilitando del ejercicio de su capacidad de ejer-
cicio de sus derechos. Al mismo tiempo, que es declarado inter-
dicto, se le concede, a otro, la curatela y la representación del inte-
rés económico y jurídico del incapaz. Por tanto, al ser una medida
altamente invasiva de la esfera jurídica del interdicto, se requiere,
en igual medida, concurran al proceso, todos aquellos que tienen
legitimidad activa y pasiva.
2.3.2. Nótese que se trata de un proceso en el que el juez debe determi-
nar si el demandado se encuentra realmente privado de su discer-
nimiento y por tanto, si es una persona absolutamente incapaz, a
fin de preservarlo de su propia inconsciencia y de la explotación de
los terceros, para someterlo –de acuerdo a ley–, a un régimen de
protección. Será por tanto, consecuencia de este proceso, tener que
designarle curador definitivo que tendrá a su cargo el cuidado del
interdicto y la administración de sus bienes.
En el presente caso, es Martha Gutiérrez Umeres de la Cruz, quien
habiendo acreditado su legitimidad para obrar como deman-
dante en el proceso de interdicción, al ser hermana del presunto
248
Parte II
1 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Comentarios al Código Procesal Civil. Tomo II, 5a edición,
Gaceta Jurídica, 2015, p. 787.
249
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
2 http://www.dmedicina.com/enfermedades/psiquiatricas/esquizofrenia.html
250
Parte II
3 Código Civil. Funciones del curador. Artículo 576.- El curador protege al incapaz, provee en lo
posible a su restablecimiento y, en caso necesario, a su colocación en un establecimiento ade-
cuado; y lo representa o lo asiste, según el grado de la incapacidad, en sus negocios.
251
PARTE
III
APELACIÓN
CASACIÓN Nº 4890-2013-LIMA
PETICIÓN DE HERENCIA
SUMILLA.- La motivación de las resoluciones judiciales, constituye
una garantía constitucional, así como un principio y derecho de la
función jurisdiccional; debe ser el resultado del razonamiento jurídico
que efectúa el juzgador sobre la base de los hechos acreditados en el
proceso en mérito a la valoración conjunta y razonada de los medios
de prueba.
Lima, dos de junio de dos mil catorce.
LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA DE LA REPÚBLICA:
Vista la causa número cuatro mil ochocientos noventa - dos mil trece, en
audiencia pública de la fecha y producida la votación de acuerdo a ley, emite
la siguiente sentencia.
253
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
254
Parte III
CONSIDERANDO:
Primero.- El recurso de casación tiene como fines esenciales la correcta
aplicación e interpretación del derecho objetivo y la unificación de la juris-
prudencia nacional de la Corte Suprema de Justicia, conforme se señala en el
artículo 384 del Código Procesal Civil.
Segundo.- Respecto a la causal denunciada por infracción norma-
tiva, según Monroy Cabra, “Se entiende por causal (de casación) el motivo
que establece la ley para la procedencia del recurso:”1. A decir de De Pina:
“El recurso de casación ha de fundarse en motivos previamente señalados en
la ley. Puede interponerse por infracción de ley o por quebrantamiento de
forma. Los motivos de casación por infracción de ley se refieren a la viola-
ción en el fallo de leyes que debieran aplicarse al caso, a la falta de congruen-
cia de la resolución judicial con las pretensiones deducidas por las partes, a la
falta de competencia etc.; los motivos de la casación por quebrantamiento de
forma afectan (....) a infracciones en el procedimiento”2. En ese sentido Esco-
bar Fornos señala: “Es cierto que todas las causales supone una violación de
ley, pero esta violación puede darse en la forma o en el fondo”3.
Tercero.- El debido proceso regulado como garantía constitucional, con-
sagrada en el inciso 3 del artículo 139 de la Constitución Política del Perú,
es un derecho complejo, pues, está conformado por un conjunto de derechos
esenciales que impiden que la libertad y los derechos de los individuos sucum-
ban ante la ausencia o insuficiencia de un proceso o procedimiento, o se vean
afectados por cualquier sujeto de derecho –incluyendo el Estado– que pretenda
hacer uso abusivo de estos. Como señala la doctrina procesal y constitucio-
nal, “por su naturaleza misma, se trata de un derecho muy complejamente
1 MONROY CABRA, Marco Gerardo. Principios de derecho procesal civil. 2ª edición, Editorial
Temis Librería, Bogotá Colombia, 1979, p. 359.
2 DE PINA, Rafael. Principios de Derecho Procesal Civil. Ediciones Jurídicas Hispano Americanas,
México D.F., 1940, p. 222.
3 ESCOBAR FORNOS Iván. Introducción al proceso. Editorial Temis, Bogotá, Colombia, 1990,
p. 241.
255
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
256
Parte III
demandante tiene el cincuenta por ciento como gananciales y más una parte
igual a la de los demandados. b) Por su parte, el emplazado sostiene que los
demandados nunca han usufructuado los bienes gananciales como señala el
demandante, que recién aparece cuando se entera que el terreno que había
comprado la madre de los demandados era ya una construcción, hecho que
despertó la ambición del demandante. Sostienen que es falso que el deman-
dante y la causante hayan adquirido el inmueble ubicado en la Manzana “G”
Lote “doce” de la Urbanización Javier Prado Sexta Etapa del Distrito de Ate;
pues conforme se aprecia del Contrato de Compraventa adjuntado como
anexo uno - H de la demanda, el nombre del demandante en dicho contrato
ha sido burdamente agregado, pues el demandante, en su ambición de apro-
piarse del inmueble ha intentado fraudulentamente añadir sus datos persona-
les e inclusive en forma dolosa ha insertado al final del contrato una cláusula
adicional consignado nuevamente su nombre. En cuanto a la indemnización,
señala que es falso que hayan actuado en forma desleal contra el demandante,
pues no sabían donde vivía, menos aún él se preocupaba por sus hijos los
demandados y que como menores de edad no podían realizar ninguna clase de
trámites.
Sexto.- El Juez del Trigésimo Sexto Juzgado Especializado en lo Civil de
la Corte Superior de Justicia de Lima, expida la sentencia (Resolución número
cincuenta y uno) de folios mil doscientos veintinueve a mil doscientos treinta
y cuatro, declarando fundada en parte la demanda e infundada en lo que res-
pecta a la indemnización solicitada; con costas y costos; al considerar que:
a) El demandante acredita su vocación hereditaria y relación conyugal con la
causante Fidencia Emilia Martínez Michuy, conforme así consta de la copia
certificada del Acta de Matrimonio de fecha once de setiembre de mil nove-
cientos sesenta, donde se desprende que el actor es cónyuge supérstite de
quien en vida fue la mencionada causante; b) Se aprecia que los demandados,
conforme se aprecia de la Partida Electrónica número 23684462 del Registro
de Declaratoria de Herederos, que obra a folios veintitrés, se advierte de esta
forma que el heredero demandante ha sido preterido de sus derechos heredi-
tarios, correspondiéndole concurrir conjuntamente con los demás demanda-
dos en la masa hereditaria en la calidad de heredero forzoso; c) Sobre los bie-
nes materia de litis, el inmueble ubicado en la Manzana “G” Lote “doce” de
la Urbanización Javier Prado Sexta Etapa del Distrito de Ate, efectivamente
fue adquirido por la entonces sociedad conyugal conformado por Fidencia
Emilia Martínez de López y Fred Edwin López De La Cruz. d) En cuanto a
la pretensión indemnizatoria, si bien se a demostrado que el demandante ha
sido preterido en sus derechos hereditarios respecto de la pretensión de peti-
ción de herencia y declaratoria de herederos. Sin embargo, no por ello nece-
sariamente corresponde ordenar el pago de una indemnización, pues se trata
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Parte III
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CASACIÓN
EJECUCIÓN DE GARANTÍAS
SUMILLA.- Se incurre en motivación defectuosa, específicamente
en motivación aparente, cuando no se valora de manera conjunta y
razonada todos los medios de prueba aportados al proceso; lo que
constituye afectación al debido proceso.
Lima, veintiocho de marzo de dos mil catorce
LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA DE LA REPÚBLICA:
Vista la causa número tres mil cuatrocientos ochenta - dos mil doce, pro-
ducida la votación de acuerdo a ley, se emite la siguiente sentencia.
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262
Parte III
CONSIDERANDO:
Primero.- El recurso de casación tiene como fines esenciales la correcta
aplicación e interpretación del derecho objetivo y la unificación de la juris-
prudencia nacional de la Corte Suprema de Justicia, conforme se señala en el
artículo 384 del Código Procesal Civil.
Segundo.- Respecto a la causal denunciada por infracción normativa,
según Monroy Cabra, “Se entiende por causal (de casación) el motivo que
establece la ley para la procedencia del recurso (...)”1. A decir de De Pina:
“El recurso de casación ha de fundarse en motivos previamente señalados en
la ley. Puede interponerse por infracción de ley o por quebrantamiento de
forma. Los motivos de casación por infracción de ley se refieren a la viola-
ción en el fallo de leyes que debieran aplicarse al caso, a la falta de congruen-
cia de la resolución judicial con las pretensiones deducidas por las partes, a la
falta de competencia etc.; los motivos de la casación por quebrantamiento de
forma afectan (...) a infracciones en el procedimiento”2. En ese sentido Esco-
bar Fornos señala: “Es cierto que todas las causales supone una violación de
ley, pero esta violación puede darse en la forma o en el fondo”3.
1 MONROY CABRA, Marco Gerardo. Principios de derecho procesal civil. Segunda edición, Edito-
rial Temis Librería, Bogotá Colombia, 1979, p. 359.
2 DE PINA, Rafael. Principios de derecho procesal civil. Ediciones Jurídicas Hispano Americanas,
México D.F., 1940, p. 222.
3 ESCOBAR FORNOS, Iván. Introducción al proceso. Editorial Temis, Bogotá, Colombia, 1990,
p. 24.
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Parte III
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treinta y ocho centavos (US$ 36,225.38) y a folio dieciocho obra otro saldo
deudor en moneda nacional sustentada en el pagaré número 852832 por la
suma ascendente a veinte mil nuevos soles (S/ 20,000.00); letra a la vista
número 07687A por la suma de trece mil trescientos treinta y nueve nue-
vos soles con ochenta y ocho céntimos (S/ 13,339.88) y letra de cambio por
la suma de siete mil seiscientos cincuenta nuevos soles (S/ 7,650.00) que con
sus intereses hacen un total de ciento ocho mil novecientos ochenta y ocho
nuevos soles con ochenta céntimos (S/ 108,988.80); ii) En la sentencia con-
tenida en la resolución número veintitrés de fecha veintitrés de enero de dos
mil nueve recaída en el proceso de nulidad de cosa juzgada fraudulenta, en su
cuarto considerando, glosando la sentencia recaída en el proceso sobre nuli-
dad de títulos valores número 779-2002 se señala que han sido declarados
nulos y sin efecto legal los títulos valores: pagaré emitido con fecha veinti-
nueve de agosto de mil novecientos setenta y siete por la suma de quince mil
dólares americanos (US$ 15,0000.00); letra de cambio por la suma de mil
ciento noventa dólares americanos (US$ 1,190.00), el pagaré emitido con
fecha veinticuatro de marzo de mil novecientos noventa y nueve por la suma
de veinte mil nuevos soles (S/ 20,000.00) y la letra de cambio por la suma de
siete mil seiscientos cincuenta nuevos soles (S/ 7,650.00) por falsedad de la
firma del representante de la deudora; iii) Si bien en dicho proceso no están
comprendidas las letras a la vista número 076634A por la suma de siete mil
doscientos ochenta y nueve dólares americanos con noventa y cuatro cen-
tavos (US$ 7,289.94) ni la letra a la vista número 07687A por la suma de
trece mil trescientos treinta y nueve nuevos soles con ochenta y ocho céntimos
(S/ 13,339.88); sin embargo, cada uno de los saldos deudores configuran una
unidad obligacional sustentada cada una en dos títulos valores nulos o inváli-
dos, máxime, bajo estos términos se ha formulado la pretensión; iv) También
aparejan a la demanda cuatro Escrituras Públicas de constitución de hipoteca
sobre sendos bienes de los demandados; pero estas escrituras solo contienen la
constitución de tal garantía por las operaciones crediticias que celebre con el
Banco acreedor la empresa deudora, lo que quiere decir que las obligaciones
en sí se concretizaban en los pagarés y letras de cambio y en los saldos deudo-
res de cuenta corriente en moneda nacional y extranjera que finalmente fue-
ron representados en letras a la vista; y v) Finalmente se debe indicar que la
ejecutoria recaída en el proceso sobre Nulidad de Cosa Juzgada Fraudulenta
se ha señalado el derrotero a seguir por el camino de la improcedencia de la
demanda, pues de lo contrario hubiera declarado la nulidad al estado de esti-
mar nuevamente el auto que resuelve la contradicción a la ejecución.
Octavo.- El principio de la motivación de los fallos judiciales constituye
una exigencia que está regulada como garantía constitucional, consagrada
en el inciso 5 del artículo 139 de la Constitución Política del Estado, el cual
266
Parte III
asegura la publicidad de las razones que tuvieron en cuenta los jueces para
pronunciar sus sentencias, ella resguarda a los particulares y a la colectividad
de las decisiones arbitrarias de los jueces, quienes de este modo no pueden
ampararse en imprecisiones subjetivas ni decir las causas a capricho, sino que
están obligados a enunciar las pruebas en que sostienen sus juicios y a valo-
rarlas racionalmente; en tal sentido, la falta de motivación no puede consis-
tir, simplemente, en que el juzgador no exponga la línea de razonamiento que
lo determina a decidir la controversia, sino también en no ponderar los ele-
mentos introducidos en el proceso de acuerdo con el sistema legal, es decir,
no justificar suficientemente la parte resolutiva de la sentencia a fin de legiti-
marla. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional señala que “el derecho a
la debida motivación de las resoluciones judiciales es una garantía del justicia-
ble frente a la arbitrariedad judicial y garantiza que las resoluciones judiciales
no se encuentren justificados en el mero capricho de los magistrados, sino en
datos objetivos que proporciona el ordenamiento jurídico o los que se deriven
del caso”4.
Noveno.- Bajo dicho contexto, la motivación escrita de las resolucio-
nes judiciales constituye un principio y un derecho de la función jurisdic-
cional, y debe ser el resultado del razonamiento jurídico que efectúa el juz-
gador sobre la base de los hechos acreditados en el proceso (los que forman
convicción sobre la verdad de ellos) y la aplicación del derecho objetivo. Sin
embargo, cuando dicho razonamiento jurídico viola las reglas de la lógica en
su estructura se incurre en lo que se denomina como “error in cogitando” o de
incoherencia.
Décimo.- A su vez, el principio precedente de motivación de los fallos
judiciales tiene como vicio procesal dos manifestaciones: 1) La falta de moti-
vación y 2) La defectuosa motivación, la cual a su vez se divide en tres agra-
vios procesales: a) Motivación aparente; b) Motivación insuficiente; y
c) Motivación defectuosa en sentido estricto; en ese sentido y coincidiendo
con la doctrina, la motivación aparente se da cuando la decisión se basa en
pruebas no actuadas o en hechos no ocurridos; la motivación insuficiente se
presenta cuando vulnera el principio de la razón suficiente y la motivación
defectuosa se presenta cuando el razonamiento del juez viola los principios
lógicos y las reglas de la experiencia.
267
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
268
Parte III
269
QUEJA
EXPEDIENTE Nº 0138-2010-75-1001-JM-CI-02
I. OBJETO DE LA QUEJA
El auto contenido en la resolución N° 7, del 7 de julio de 2016 (folio 9),
expedido por el Juez del Segundo Juzgado Mixto de Wanchaq, que resuelve:
“(...) conceder la apelación interpuesta por el abogado de la litisconsorte
Necesario Pasivo Mónica Álvarez Núñez, contra la resolución que declara
infundadas las excepciones formuladas por Mónica Álvarez Núñez de fecha
dos de junio del año dos mil dieciséis (...) SIN EFECTO SUSPENSIVO Y
CON LA CALIDAD DE DIFERIDA conforme a lo dispuesto por el artículo
369 del Código Procesal Civil, a fin de que sea resuelta por el superior con-
juntamente que la sentencia (...)”.
270
Parte III
III. FUNDAMENTOS
3.1. Se ha presentado la queja con la finalidad de reexaminar la decisión
contenida en el auto contenido en la resolución N° 7, del 7 de julio
de 2016 (folio 9), por el que el Juez del Segundo Juzgado Mixto de
Wanchaq, ha concedido recurso de apelación contra la resolución que
declara infundadas las excepciones formuladas por la recurrente; pero
lo ha hecho “sin efecto suspensivo y con la calidad de diferida (...) a
fin de que sea resuelta (...) conjuntamente que la sentencia”.
3.2. Por tanto, la queja interpuesta tiene como principal argumento el
reexamen de la resolución mencionada, a fin de que se evalúe por
esta instancia si la determinación de conceder la apelación con la cali-
dad de diferida como ha sido concedida, se encuentra justificada.
3.3. Como antecedente se tiene lo siguiente:
- El proceso al que subyace este incidente es uno de nulidad de acto
jurídico y acumulativamente de mejor derecho de propiedad, tal
como se aprecia del auto de fijación de puntos controvertidos,
obtenida del SIJ1 cuya copia se adjunta; ergo, se trata de un pro-
ceso de cognición plena, que se tramita por la vía del proceso de
conocimiento regulada por el Código Procesal Civil (CPC).
- La litisconsorte necesaria pasiva Mónica Álvarez Núñez, pro-
pone las excepciones de prescripción extintiva de la acción y cosa
271
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
juzgada2; las que han sido declaradas infundadas por el auto conte-
nido en la resolución N° 4, del 2 de junio de 2016 (folio 2).
- La excepcionante formula apelación por escrito del 17 de junio de
2016 (folio 6), solicitando expresamente: “(...) estando debidamente
fundamentado el agravio, la apelación interpuesta por el recu-
rrente debe ser elevado ante el Superior conforme a ley”.
- La apelación es concedida por auto contenido en la resolución
N° 7, del 7 de julio de 2016 (folio 9); apelación que es concedida
“sin efecto suspensivo y con la calidad de diferida (...) a fin de que
sea resuelta (...) conjuntamente que la sentencia”; con la sola indi-
cación de que el concesorio se efectúa de acuerdo a lo dispuesto por
el artículo 369 del Código Procesal Civil.
3.4. Como premisa, es importante destacar que el artículo 369 del CPC,
establece que: “Además de los casos en que este Código lo disponga,
de oficio o a pedido de parte, el Juez puede ordenar que se reserve
el trámite de una apelación sin efecto suspensivo, a fin de que sea
resuelta por el superior conjuntamente con la sentencia u otra resolu-
ción que el Juez señale. La decisión motivada del Juez es inimpugna-
ble”; lo que equivaldría a tener que declarar improcedente el recurso,
ante la imposibilidad jurídica de impugnar; no obstante, esta pre-
visión está condicionada a que la resolución esté motivada; sin
embargo, una lectura de la resolución N° 7, del 7 de julio de 2016
(folio 9), no tiene motivación suficiente que permita establecer las
razones por las que concedió dicha apelación con el efecto indicado,
pues, la sola mención a la norma que regula este tipo de apelación
diferida no es suficiente; esta grave omisión, habilita a este Tribunal a
poder emitir pronunciamiento al respecto.
3.5. Consecuentemente, como se puede leer de dicha decisión que el Juez
del Segundo Mixto de Wanchaq, luego de tan solo establecer el cum-
plimiento de los presupuestos generales requeridos para la apelación;
sin embargo, se debe tener en cuenta lo siguiente:
- En este tipo de procesos, a diferencia de los procesos abreviados o
sumarísimos, en los que la norma expresamente establece en qué
casos las apelaciones deben ser concedidas sin efecto suspensivo
y con la calidad de diferidas (Cf. artículos 494 y 556 del Código
272
Parte III
3 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Comentarios al Código Procesal Civil. Tomo II, 5a edición,
Gaceta Jurídica, Lima, 2015, p. 158.
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
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PROCESO Nº 00126-2016-50-1001-SP-CI-01
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
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EXPEDIENTE Nº 00138-2017-24-1001-SP-CI-01
I. OBJETO DE LA QUEJA
El auto contenido en la resolución N° 8, del 11 de abril de 2017, expe-
dido por el Juez del Segundo Juzgado Civil del Cusco, que declara: “(...)
IMPROCEDENTE el recurso de apelación, contra la resolución N° 7, de
fecha 30 de marzo del presente año, interpuesta por Julián Choqueccahua
Huamán.
277
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
demandada Empresa Electro Sur Este, para que “(...) energice las
redes eléctricas a la Asociación Pro Vivienda Villa Hermosa Antahua-
lla La Rinconada”, es que se ha apersonado tanto al proceso princi-
pal como al incidente de medida cautelar, en la que ha presentado su
oposición.
• Sin embargo, por resolución N° 3 y resolución N° 4 del proceso prin-
cipal y del incidente, respectivamente; se declara improcedente su
apersonamiento por no ser parte en el proceso, resoluciones que ha
considerado que son un decreto –ya que no contienen las formalida-
des de un auto–, interpuso el recurso de reposición.
• Dicho recurso fue declarado improcedente, formulando apelación,
recurso que ha sido declarado improcedente por resolución N° 8 del
11 de abril de 2017, lo que le causa agravio porque tiene interés jurí-
dicamente relevante en el resultado del proceso, por lo que corres-
ponde que sea incorporado como litisconsorte.
• Enseguida narra aquellos hechos que anteceden a esta pretensión,
que no es objeto de pronunciamiento, que no son materia de pro-
nunciamiento en este proceso.
III. FUNDAMENTOS:
3.1. Se ha presentado la queja con la finalidad de reexaminar la decisión
del Juez del Juzgado Mixto de Quispicanchi, contenida en la reso-
lución N° 4, del 28 de febrero de 2017, por la que se ha declarado
improcedente el apersonamiento de Julián Choqueccahua Huamán,
por no ser parte en el proceso" (Cf. folio 181).
3.2. La queja tiene como principal argumento que con la declaración de
improcedencia de los sucesivos recursos presentados, se le está afec-
tando su derecho a ser incorporado en el proceso, dado que tiene un
interés legítimo.
3.3. Hagamos un recuento de lo sucedido en el proceso:
- Se tiene como antecedente que, según el auto admisorio de la
demanda (folio 70), se admite a trámite la demanda de amparo
interpuesta por la Asociación Pro Vivienda Villa Hermosa Anta-
huaylla La Rinconada, contra la Empresa Electro Sur Este S.A.A.;
proceso que al tomar conocimiento el recurrente, invocando inte-
rés se apersona al proceso y pide se le notifique y adjunta prue-
bas (folio 250); sin embargo, por resolución N° 3 del 1 de marzo
278
Parte III
279
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
280
Parte III
1 Exp. N° 00394-2013-PA/TC.
281
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
282
PARTE
IV
EXPEDIENTE Nº 00343-2013-0-1018-JM-CI-02
283
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
PRETENSIONES IMPUGNATORIAS:
- Marina Meléndez Quiñónez de Abarca, interpone recurso de apela-
ción contra la sentencia en referencia, solicitando su nulidad (fojas
421).
- José Manuel Espinoza Hidalgo, Procurador Público de los Asuntos
Judiciales del Poder Judicial, interpone recurso de apelación contra la
misma sentencia, solicitando su revocatoria (fojas 431).
Cuestión en Debate
El Tribunal pone de relieve determinar si la sentencia dictada en el Pro-
ceso N° 02528-2005 (acompañado a la vista), seguido por Lourdes Marina
Meléndez Quiñonez de Abarca y Aida Meléndez Quiñonez de Heredia, con-
tra Teófilo Nicomedes Meléndez Zapata y Martha Sacsi Huracahua, sobre
nulidad de matrimonio; adolece de vicios insubsanables que acarreen su nuli-
dad por los supuestos de Nulidad de Cosa Juzgada Fraudulenta.
284
Parte IV
2 “El mecanismo de la revisión es residual, pues ‘(...) no puede ser utilizado si existen otros
recursos internos y extraordinarios con los cuales se subsane el vicio, de donde se tiene que
es imprescindible el haber agotado todos los mecanismos previos dentro de su proceso para
su cuestionamiento’”.- LEDESMA NARVÁEZ, Marianella: “Comentarios al Código Procesal
Civil”, 3ª ed., Gaceta Jurídica, Lima, 2011, T. I, p. 400.
3 “Ahora bien, si la sentencia que se atribuye como fraudulenta no ha sido apelada, por quien
estuvo en la posibilidad de hacerlo y hoy (esa misma parte) se pretende (sic) recurrir a su cues-
tionamiento, ya no a través del recurso sino de la pretensión autónoma, no cabe dicho cuestio-
namiento por haber consentido o tolerado los efectos de ella, salvo que la actividad dolosa haya
consistido precisamente en evitar su impugnación (...)”. Ibídem.
4 Cas. Nº 1432-2006-Lima, El Peruano, 3 de setiembre de 2007.
285
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
5 Se percibe del trámite del proceso cuestionado que pese haberse declarado la improcedencia de
la demanda (fojas 52), y haberse concedido el recurso de apelación con efecto suspensivo, dis-
poniéndose elevar el proceso al Superior Jerárquico (fojas 60), se efectuó el emplazamiento, así
como se dispuso la notificación por edictos (fojas 65). Y luego de presentadas las publicaciones
recién se elevaron los autos (fojas 87).
286
Parte IV
7. Por todo lo antes visto, este Tribunal tiene la convicción de que esta-
mos ante un típico caso de fraude procesal, el que es definido tanto
287
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
288
Parte IV
DECISIÓN:
Por estas consideraciones, la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia
de Cusco, con la facultad conferida por la Constitución Política del Estado,
RESUELVE:
CONFIRMAR: la sentencia contenida en la Resolución N° 41, de 10 de
enero de 2017, corregida por Resolución N° 42, de 1 de febrero de 2017,
que resuelve: “Declarando fundada la demanda de nulidad de Cosa juzgada
fraudulenta interpuesta por Martha Sacsi Huracahua contra Lourdes Marina
Maléndez Quiñonez y Aida Meléndez Quiñónez; En consecuencia: 1.- SE
DECLARA NULA la resolución treinta que contiene la sentencia emitida por
el juez del tercer juzgado de familia de Cusco por la cual se declara la nuli-
dad del matrimonio civil celebrado por Teófilo Nicómedes Meléndez Zapata
con Martha Sacsi Huaracahua el 29 de diciembre del 2004 ante el consejo
municipal distrital de San Sebastián de la provincia y departamento de Cusco.
2.- Consentida o ejecutoriada que sea la presente remítase partes al registra-
dor civil de la municipalidad de San Sebastián. 3.- Condénese al pago de cos-
tas y costos. Notifíquese con arreglo a ley [sic]”. (fojas 382 y 397). Con lo
demás que contiene. Y, los devolvieron. T.R y H.S.
SS. VELÁSQUEZ CUENTAS; DELGADO ÁYBAR; HOLGADO NOA
289
EXPEDIENTE Nº 00198-2014-0-1018-JM-CI-01
290
Parte IV
291
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
292
Parte IV
datos aportados por las partes, certeza que en unos casos se deriva
del convencimiento razonado del mismo juez y en otros de las
normas legales que fijarán los hechos; también lo es que el juzga-
dor tiene el deber esencial de hallar la verdad jurídica objetiva con
una sentencia ajustada a la verdad real (...)”.
9. Siendo todo esto así, debe declararse la nulidad de la sentencia ape-
lada, y disponer que la jueza del proceso emita nueva decisión luego
de recabada la información del notificador judicial, y demás diligen-
cias que considere pertinentes a efecto de esclarecer el acto procesal
de la notificación a la parte actora.
DECISIÓN:
Por estas consideraciones, la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia
de Cusco, con la facultad conferida por la Constitución Política del Estado,
RESUELVE:
DECLARAR: la NULIDAD de la sentencia contenida en la Resolución
N° 50, de 22 de marzo de 2017 (fojas 443), que resuelve declarando: “FUN-
DADA la demanda interpuesta por Silvia Juliana Caballero Porcel contra los
herederos del que en vida fue don Jerónimo Macedo Aguilar integrada por
Giovanna Victoria Macedo Osorio y Jersil Brayan Macedo Caballero y el Juez
del Segundo Juzgado Mixto de Santiago Luis Alberto López Trelles, con la
pretensión de NULIDAD DE COSA JUZGADA; en su virtud, DECLARÓ
NULA la sentencia y NULO todo lo actuado excepto el auto admisorio de
demanda, hasta el estado de notificarse a Silvia Juliana Caballero Porce con
la demanda, auto admisorio y sus anexos del Expediente N° 223-2012-0-
1018-JM-CI-02 tramitado en el Segundo Juzgado Mixto de Santiago seguido
por Jerónimo Macedo Aguilar contra Silvia Juliana Caballero Porcel con las
pretensiones de Nulidad de Acto Jurídico de compraventa de bien inmueble
ubicado en el Jirón Calca H-5 de la Urbanización Progreso del Distrito de
Wanchaq, Provincia y Departamento Cusco de fecha 12 de agosto del 2002,
nulidad de la escritura pública celebrada ante el Notario Celso Fernández y
Cancelación de los asientos registrales nueve, diez y once de la partida N°
11000349, con costos y costas”. En consecuencia, DISPONER: que la jueza
del proceso emita nueva sentencia conforme a las consideraciones precedentes.
Y, los devolvieron. T.R y H.S.
SS. VELÁSQUEZ CUENTAS; DELGADO ÁYBAR; HOLGADO NOA
293
EXPEDIENTE Nº 00964-2014-0-1001-JR-CI-02
294
Parte IV
adelante NCJF), contra una decisión que con categoría juzgada puso
fin al proceso1.
2. La residualidad atiende al hecho que el proceso de NCJF no puede
ser utilizado si existen recursos ordinarios o extraordinarios a los que
el afectado puede o pudo haber recurrido2. De ahí, que si consin-
tió o toleró los efectos de la sentencia al no haber utilizado dichos
recursos, la NCJF no puede ser el medio para revisar nuevamente el
asunto de fondo de la controversia resuelta en el anterior proceso3.
3. El presupuesto fundamental para la procedencia de un proceso de la
naturaleza que nos ocupa, es la concurrencia de un vicio que enerve
la eficacia del acto procesal que le haya puesto fin, y que sea conse-
cuencia directa e inmediata de una conducta fraudulenta o de colu-
sión realizada por las “partes”, “juez” o “ambos”; y con ello se haya
afectado al debido proceso.
4. Como anota la Corte Suprema, la NCJF tiene como características
principales: “a) Que es excepcional. Es decir, solo procede su utili-
zación frente a causales específicas tipificadas en el ordenamiento
jurídico, no teniendo lugar interpretaciones extensivas o integración
analógica a materia distintas de las reguladas por el ordenamiento
295
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
296
Parte IV
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
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Parte IV
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
5 ROJAS VARGAS, Fidel, Alberto, INFANTES, Código Penal – Catorce Años de Jurispruden-
cia Sistematizada, 2ª ed., Idemsa, Lima, 2006, p. 423.
6 SPIJ.
7 “Para recurrir a esta figura se requiere de un elemento fundamental la existencia de dolo o
fraude ‘en el proceso’ o ‘con el proceso’. Sin este elemento, el dolo, no es posible recurrir
a este mecanismo impugnatorio. Ahora bien, hay que precisar que el dolo puede ser realizado
por una de las partes o por ambas partes. En el primer caso, estamos ante el dolo unilateral
orientado a generar un perjuicio a la contraparte; por ejemplo, incorporar medios probato-
rios falsos (pericias fraguadas, falsos testimonios, documentación adulterada, etc.) (...). En este
caso, el proceso se convierte en un instrumento de los fines dolosos de las partes, de ahí que se
califique como fraude con el proceso”. LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Ob. cit., p. 398.
8 “El fraude procesal constituye la causa genérica por la cual se puede impugnar una sentencia
definitiva, entendiéndose por ella a toda conducta activa u omisa, unilateral o concentrada,
proveniente de los litigantes, de terceros, del juez o de sus auxiliares, que producen un apar-
tamiento de los fines asignados al proceso, en forma parcial o total, desviación en la cual no
media culpa del afectado y, que no puede ser subsanada mediante los remedios legales”. CAS.
N° 725-99-LAMBAYEQUE, El Peruano, 31/08/99.Extraída de: LEDESMA NARVÁEZ,
Marianella. Ídem, p. 408.
300
Parte IV
sobre la base de un engaño. Como así, han estado delineados los fun-
damentos de la recurrente.
Siendo así, la sentencia venida en grado de apelación debe ser
confirmada.
14. Sin perjuicio de todo lo anterior, no puede pasar por desapercibido
que el Exp. N° 156-2011, que viene acompañado es uno en trámite.
El estado actual del mismo es el de emitir sentencia. Así, se comu-
nicó a las partes al concluir la audiencia de pruebas llevada a cabo
aún el 14 de marzo de 2014 (fojas 1026)9.
El art. 240 del CPC, prevé: “Es improcedente el ofrecimiento de
expedientes administrativos o judiciales en trámite. En este caso la
parte interesada puede presentar copias certificadas de este.
Si se ofrece como medio probatorio un expediente fenecido, debe
acreditarse su existencia con documento” (subrayado nuestro).
La inobservancia de dicho dispositivo normativo, generó que un pro-
ceso en trámite se acompañe como prueba a la presente causa, y que
indebidamente se encuentre en esta instancia.
Con todo, por el principio de economía y celeridad procesal, debe
disponerse que Secretaría de la Sala Civil recabe copias de los actua-
dos principales del Exp. Nº 156-2011; y cumplido ello remita el pro-
ceso en referencia al juzgado de origen para los fines de ley.
DECISIÓN:
Por estas consideraciones, la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia
de Cusco, con la facultad conferida por la Constitución Política del Estado,
RESUELVE:
1. CONFIRMAR: la sentencia contenida en la Resolución N° 33, de
14 de setiembre de 2016, que resuelve declarar: “INFUNDADA la
9 La demandante Felícitas Gloria Choquechambi, ofreció los actuados del Exp. N° 00156-2011
(fojas 77), que fueron admitidos por Resolución N° 18, de 3 de noviembre de 2015 (fojas
326). Luego que la demandante precisara la ubicación del expediente: Primer Juzgado Civil -
Archivo Modular (fojas 363 y 366), a petición del señor juez del Segundo Juzgado Civil (fojas
1122, del acompañado), se remitió el expediente a dicho juzgado, por el plazo de cinco días,
como consta en la Resolución N° 93, de 27 de enero de 2016 (fojas 1123, del acompañado).
En autos, se advierte que el expediente fue recibido el 4 de marzo de 2016 (fojas 380).
301
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
302
CASACIÓN Nº 1634-2014-PIURA
303
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
CONSIDERANDO:
Primero.- Previamente a la absolución de las denuncias formuladas por
la recurrente, conviene hacer las siguientes precisiones respecto del íter pro-
cesal: Mediante escrito de fecha veintisiete de abril de dos mil diez, de folios
diez, Mercedes Marianela Morey Tello interpone demanda de nulidad de cosa
juzgada fraudulenta a fin de que se declare la nulidad de lo actuado al estado
de notificarse con la copia de la demanda del proceso de divorcio por la cau-
sal de imposibilidad de hacer vida en común, seguido por el demandado Aldo
Atilio Manrique Borrero en contra de la demandante, recaída en el Expe-
diente número 364-2008, por cuanto el demandado mediante fraude ha obte-
nido sentencia favorable en el indicado expediente, habiendo hecho incurrir
304
Parte IV
305
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
que pueda ser considerado fraude procesal. Por lo menos, la actora en este
proceso, para que el hecho denunciado sea considerado como fraude proce-
sal, la omisión engañosa debe incidir desfavorablemente en el desarrollo del
proceso de la parte contraria. Por tanto, el ocultamiento de la existencia de
hijos adulterinos de ningún modo va a incidir en el trámite procesal en perjui-
cio de la actora por cuanto no le va a recortar algún derecho o garantía proce-
sal; 2) Ante la demanda de divorcio por causal de imposibilidad de hacer vida
en común, el demandante no estaba obligado legalmente a comunicar de sus
relaciones adulterinas. Ni siquiera la existencia o no de estas relaciones iban
a ser factor determinante para acreditar la imposibilidad de hacer vida con-
yugal. Por tanto, con la finalidad de conservar la congruencia a lo largo del
proceso de divorcio, la sentencia expedida en dicho proceso solamente podía
pronunciarse sobre la acreditación de la causal invocada y por el cual las par-
tes solamente podían ofrecer medios probatorios relacionados con dicha cau-
sal; 3) Por otro lado, siendo que una relación adulterina también es causal
de divorcio, situación a la que la parte demandante en este proceso ha lle-
gado pero por otro motivo, esta no ha acreditado que dicho ocultamiento le
haya causado perjuicio real y objetivo, pues, ya sea que por una u otra cau-
sal ambos iban a llegar a la ruptura del vínculo matrimonial. Es más, con-
forme lo dejó establecido la Sala Civil (en la sentencia de vista que es materia
de cuestionamiento en este proceso), cualquiera de las partes podía deman-
dar el divorcio por la causal de incompatibilidad de hacer vida en común; y
4) Asimismo, la demandante tampoco ha acreditado que el ocultamiento de
su relación adulterina haya desviado o desnaturalizado el proceso de divorcio
en perjuicio de la actora, ni menos que le haya causado indefensión respecto a
la causal allí invocada, razones por las cuales la demanda debe desestimarse al
no haberse acreditado la existencia de los elementos que configuran el fraude
procesal.
Cuarto.- Mediante sentencia de vista de fecha uno de abril de dos mil
catorce, de fojas trescientos setenta y cinco, la Segunda Sala Especializada
en lo Civil de la Corte Superior de Justicia de Piura revocó la sentencia ape-
lada que declaró infundada la demanda; reformándola declararon fundada la
misma, tras concluir que: 1) Los padres están obligados a inscribir los naci-
mientos de sus menores hijos dentro de los sesenta días calendarios poste-
riores al nacimiento, conforme lo establece el artículo 46 de la Ley número
26497; en el caso de autos, conforme se ha expresado, la inscripción se ha
realizado en forma extemporánea, según se aprecia del Acta de Nacimiento,
en el rubro observaciones se constata nitidamente el artículo 47 de la Ley
número 26497; esta inscripción extemporánea y posterior a la fecha en que la
Corte Suprema declarase improcedente el recurso de casación interpuesto por
Mercedes Marianela Morey Tello, nos lleva a la conclusión de que no registró
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Parte IV
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310
Parte IV
311
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
312
ÍNDICE
GENERAL
Abreviaturas................................................................................................... 11
PARTE I
UNA TEORÍA IMPUGNATORIA PARA EL PROCESO CIVIL PERUANO
PARTE II
TEORÍA DE LOS RECURSOS:
PARTE GENERAL
1. Recurso.................................................................................................. 43
2. Sucedáneos recursales: aclaración, corrección, integración y consulta....... 44
2.1. Aclaración..................................................................................... 45
2.2. Corrección..................................................................................... 47
313
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
2.3. Integración.................................................................................... 48
2.4. Consulta........................................................................................ 53
3. Pretensión recursal.................................................................................. 56
3.1. Causa de pedir recursal: error in iudicando (error de juicio) y error
in procedendo (error de procedimiento)............................................. 56
3.2. Pedido recursal: nulidad y revocación............................................. 58
3.3. Acumulación de pretensiones recursales......................................... 59
4. Admisibilidad, procedencia y mérito recursal.......................................... 59
5. Tipos de recursos.................................................................................... 62
6. Convención procesal de no recurrir......................................................... 63
7. Normas fundamentales recursales........................................................... 68
7.1. Sobre normas, reglas y principios................................................... 68
7.2. Pluralidad de instancias, derecho subjetivo de recurrir y ¿derecho
a la impugnación? ........................................................................ 69
7.3. Taxatividad.................................................................................... 75
7.4. Unicidad o adecuación................................................................... 76
7.5. Fungibilidad.................................................................................. 76
7.6. Consumación................................................................................. 76
7.7. Prohibición de la reformatio in peius y el principio dispositivo........... 77
8. Requisitos para la interposición de los recursos........................................ 78
8.1. Requisitos generales formales......................................................... 78
8.1.1. Forma................................................................................. 78
8.1.2. Formalidades...................................................................... 79
8.2. Requisitos generales materiales...................................................... 79
8.2.1. Idoneidad o adecuación....................................................... 80
8.2.2. Legitimidad para recurrir.................................................... 80
8.2.3. Interés recursal................................................................... 83
8.2.4. Inexistencia de hecho extintivo o impeditivo del derecho
subjetivo de recurrir............................................................ 84
8.3. Requisitos específicos..................................................................... 85
9. Efectos de los recursos............................................................................. 85
9.1. Efecto obstativo............................................................................. 85
9.2. Efecto «suspensivo»....................................................................... 86
9.3. Efecto «devolutivo»....................................................................... 88
314
Índice general
PARTE III
TEORÍA DE LOS RECURSOS:
PARTE ESPECIAL
1. Reposición.............................................................................................. 100
1.1. Generalidades................................................................................ 100
1.2. ¿Solo cabe la revocación del decreto?.............................................. 101
1.2.1. Análisis dogmático.............................................................. 101
1.2.2. Análisis pragmático............................................................ 103
1.3. El decreto como pronunciamiento meramente ordenatorio............. 103
1.4. Procedimiento............................................................................... 105
2. Apelación............................................................................................... 107
2.1. Generalidades................................................................................ 107
2.2. Juez de apelación y competencia.................................................... 109
2.3. Particularidades sobre el juicio de procedencia del recurso de ape-
lación............................................................................................ 109
2.3.1. Fundamentación del agravio............................................... 109
2.3.2. Nueva calificación por el juez de apelación.......................... 110
2.3.3. Suspensión de efectos.......................................................... 111
2.3.4. Apelación diferida (reserva del trámite de la apelación
contra autos intermedios).................................................... 114
2.3.5. Apelación «verbal».............................................................. 117
2.4. Procedimiento de apelación........................................................... 118
2.4.1. Apelación de sentencias....................................................... 119
2.4.2. Excursus. Votación al interior de las salas superiores.............. 120
2.4.3. Apelación de autos que ponen fin al proceso........................ 122
2.4.4. Apelación de autos intermedios sin diferimiento.................. 122
2.4.5. Apelación de autos intermedios con diferimiento................. 123
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Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
316
Índice general
PARTE IV
REVISIÓN CIVIL DE LA SENTENCIA
CON AUTORIDAD DE COSA JUZGADA
(NULIDAD DE COSA JUZGADA FRAUDULENTA)
317
Renzo Cavani / Teoría impugnatoria. Recursos y revisión de la cosa juzgada en el proceso civil
Bibliografía..................................................................................................... 225
Apéndice: resoluciones judiciales..................................................................... 239
Índice general................................................................................................. 313
318
Este libro se terminó de imprimir
en junio de 2018, en los talleres gráficos
de Imprenta Editorial El Búho E.I.R.L.
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