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FACULTAD DE DERECHO
DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE

2a. Sala

COLECCION DE
ESTUDIOS ]URIDICOS
y SOCIALES

VOL. XLIX

EDITORIAL jURIDICA DE CHILE


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1f¡ AVELINO L~ON HURTADO
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) Profesor titular de Derecho Civil
......... de la Universidad de Chile

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LA CAUSA

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CHil.E.
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00869
CORTE SUPREMA

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BIBLIOTECA
196 1
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N EDITORIAL ]URIDICA HE CHILE

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VI OBRA 1:5 l'ROPIElMD

DEL AUTOR

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... EDITORJ.U UNIVERSITARIA, s. !l..

SANTIAGO

Tipografia de Mauricio Amster


) i3 (

Capítulo 1
LA CAUSA LICITA
"La teoría de la causa tiene reputación bien ganada de ser abstracta
y Oscura; la responsabilidad de ello incumbe al legislador, que sólo ha
consagrado a esta importante materia tres disposiciones sumamente
lacónicas (art, 1.1 31 a 1.133) , Y a la tradición, que es indecisa y a
veces contradictoria, como tambien a la jurisprudencia, que ha reali.
zado aquí una excelente labor, pero en forma completamente empírica,
mientras los autores se ingenian para edificar, por su parte, una teoria
supuestamente lógica, pero estrecha e insuficiente para encuadrar con
la construcción jurisprudencia] que la desborda por todas partes",
LoUls JOSSERA¡.;n,

1. LEGISLACION POSITIVA.-EI título Segundo del Libro IV del


Código Civil trata "De los actos y declaraciones de voluntad".
El arto J.l445 1, primero de este Titulo, dispone: "Para que una
persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad
es necesario:
19 Que sea legalmente capaz; 039 Que recaiga sobre un ob·
29 Que consienta en dicho jeto lícito;
acto o declaración y su 49 Que tenga una causa lí-
consentimiento no adolez- cita."
ca de vicio;
Y, en seguida, dos artículos de este mismo Título II vienen
a complementar estas escasas disposiciones sobre la doctrina de
la causa dentro del Código. En efecto, el arto 1.467 prescribe;
. "No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no
,es necesaria expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es
causa suficiente.
.. Se entiende por causa el motivo que induce al acto o con-
trate;¡; y por causa ilicita la prohibida por la ley, o contraria a
las buenas costumbres o al orden pu blico.
1 Las 'referencias al Código y las' obra sin otra jndicación, son del Có·
citas de .artículos que contiene esta digo Civil chileno.
14 Avelíno León Hurtado

Así la promesa de dar algo en pago de una deuda que no


existe carece de causa y la promesa de dar algo en recompensa
de un crimen o de un hecho inmoral, tiene una causa ilícita".
y el arto 1.468 agrega: "No podrá repetirse lo que se haya dado
o pagado por un objeto o causa ilícita a sabiendas".
Los dos primeros articulas -1.4t}5, y 1.467- reproducen en
sustancia lo prescrito por los arts. 1.10'8, l.i131, 1.13<2' Y 1.133 del
Código Civil francés, que disponen:
Art. 1.108: Cuatro condiciones son esenciales para la vali·
dez de una convención. El consentimiento de la parte que se
obliga; la ·capacidad de contratar; un objeto cierto que forme
la materia de la obligación (engagement); una causa lícita en
la obligación".
A ,-t. 1.113: "La obligación sin causa, o sea, con causa falsa,
o con causa ilícita, no puede tener ningún efecto";
Art. 1_132: "La convención no es menos válida porque la
causa no se haya expresado"; y, finalmente, el arto 1.133 dice:
"La causa es ilícita, cuando es prohibida por la ley, cuando es
contraria a las buenas costumbres o al orden público".
En cuanto a nuestro arto 1.468, que agrava la sanción de
nulidad impidiendo la repetición de 10 dado o pagado por ob·
jeto o causa ilícita a sabiendas, la jurisprudencia francesa, cuan·
do se trata de causa inmoral, aplica un criterio semejante, si-
guiendo el principio "meno auditor propiam turpitudinem alle-
gans". Puede decirse, pués, que nuestra legislación es casi igual
a la francesa en esta materia.

2. CAUSA DEL CONTRATO Y !CAUSA DE LA OBLIGAClóN.~La lectura


de estas disposiciones de la legislación chilena y de la francesa
nos demuestra que no aparece claro si este requisito de la causa
lícita se exige que concurra en todo acto o declaración de vo-
luntad, en el contrato o convención, o en las obligaciones, pues
ambos códigos después de referirse a la "convención" o al "acto
o declaración· de voluntad" se remiten a "la obligación".
Esta falta dt!' precisión de la ley se advierte también en la
La causa lícita 15

doctrina. Así, algunos autores2 estiman que la causa es requisito


de la declaración de voluntad, del acto o contrato, como se des-
prende de la colocación del arto 1.467 en el título que U'ata ele
los requisitos internos de los actos o declaraciones de voluntad.
La causa de la obligación será la fuente de donde emana, y la
causa del contrato es el interés jurídico que induce a cada una
de las partes a contratar.
Este criterio ha sido impugnado y la doctrina dominante se
refiere a la "causa de la obligación", confirmando lo que expre-
sa el arto 1.4&7: "No puede haber obligación sin umi causa ...;{.
Claro Solar estima que el asunto no tiene importancia prác-
tica, "ya que afectando la causa esencialmente· a la manifesta-
ción de voluntad, al consentimiento, tiene que referirse al con-
trato o al acto juridico, así como a la obligación que en ellos se
genera. H. Capitant4 sostiene que es un error hablar, como lo
hacen ciertos autores, de la causa del contrato, porque la causa
de un contrato nada significa. No nos parece, sin embargo, agre-
ga Claro Solar, que pueda prescinclirse de la necesidad de la
existencia de la causa de todo acto o declaración de voluntad
de que emana una obligación, porque el hombre no se compro·
mete a dar, hacer o no hacer algo, sino en virtud de un motiyo,
es decir, de una causa que lo mueve a contratar y que la obli-
gación deberá realizar"o.
Esta solución intermedia, ecléctica, no resuelve el problema,
\
~ ..
. y mantiene la confusión de la legislación positiva.
.~ Arturo Alessandri R., "Los con· Droit Civil", París, 1956, Tomo 11,
tratos", pág. 50; Arturo Alessandri NQ 255, pág. 205; Jorge E. Mera Mo·
Besa, "La Nulidad y la Rescisión en lina, "Exposición de la doctrina de
el· Derecho Civil Chileno",. NQ 200, la causa", NQ 12, pág. 27, Y N9 1I3,
pág. 189; Leopoldo Urrutia, "Expli. pág. 101, Y los autores que cita; Gior-
caciones de Código Civir', pág. 9; gi, "Teoría de las Obligacíones".
Coviello, "Doctrina General del De- NQ 437, pág. 462, etc.
recho Civil", NQ 130, pág. 445, etc. • "De la causa de las obligaciones",
a Maree! Plan¡ol, "Traité Elemen· N9 5, pág. 26, París, 1924.
taire ,de Droit Civil", París, 1949, • Luis Claro Solar. "Explicaciones
Tomo 'II, NQ 282, pág. 102; Henri, . de Derecho Civil Chileno y Campa.
León y Jean Maleaud, "Lecons de rado", Tomo X, NQ 90G, pág. 305.

J.
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16 Avelino León Hurtado

La doctrina de la causa sólo tiene cabida en materia de


oblig;;¡.ciones que emanan de actos jurídicos, vale decir, en gene-
ral, de obligaciones contractuales, que ~acen por voluntad del
deudor. Por eso se habla de causa del contrato para significar
la causa-de la obliga'ción contractual. Así aparece, además, de la
doctrina originaria de la causa, pues Domat y Pothier si bien
hablan indistintamente de causa del compromiso u obligación
(engagement) y causa del contrato, refieren el concepto a la
obligación contractual. Dice Pothier que cuando la obligación
no tiene causa, o lo que es lo mismo, cuando la causa es falsa
la obligaCión es nula, "y el. contrato que la contiene es nu-
]0"6.
Otros autores expresan con mayor precisión que la causa
del contrato son los motivos que mueven a cada contratante a
celebrar el acto. Estos móviles concretos, personajes de cada
contratante, constituyen la causa ocasional que, como veremos
más adelante, no tienen influencia en la validez del contrato.
En cambio, la causa de la obligación sería la razón jurídi-
ca por la cual el contratante asume su obligación. Esta causa
final es idéntica en contratos de la misma especie y es ajena a
la personalidad del contratante. Es una noción abstracta de téc-
nica jurídica 7 •
• Pothier, "Obligations". Cap. 1, 5a es el fin económico-social perse-
N9 42. Este autor dedica un párrafo guido en el contrato y que "consiste
especial a la "faIta de causa en el en la módificación de una situación
contrato"; pero al mismo tiempo ha- existente que el derecho objetivo
bla de "carencia de causa de la obli- consider¡¡ importante para sus pro-
gación". pias finalidades". La causa de la
7 La legislación y la doctrina ita- obligación, en cambio, es el funda-
liana, distinguen también la causa mentó jurídico del deber de cum-
del contrato de la causa de la obli- plimiento (causa deben di) .
gación en la siguiente forma: el y así puede haber causa del con-
Código Civil italiano de 1942 regla- trato y no J.1aber causa de la obliga-
menta específicamente la causa del ción, como ocurre con .la compraven-
contrato (arts. 1.325, 1.343 a 1.345 ta en que la causa para el vendedor
y 1.418 de ese Código). La doctrina es 1a promesa del pago del precio
dominante ha precisado que la cau- -causa del contrato-, pero una vez.

\
La causa licita 17

Nuestros Tribunales han empleado indistintamente los


conceptos de causa del contrato y causa de la obligación. Un
fallo dice: "Nuestro Código Civil exige para que pueda haber
obligación o contmto válido, fuera de otras condiciones, la
existencia de una causa lícita..."8. Pero, agrega a continua-
ción, siguiendo a Colin y Capitant, que la causa se encuetra en
todas las obligaciones que tienen su fuente en la voluntad del
individuo, "ya sean contractuales, ya provengan de una dispo-
sición testamentaria".
En resumen: la caUSa se refiere a la obligación y no al con-
trato. La causa del contrato, en el sentido de motivo que induce
a contratar, corresponde al concepto de cawa ocasional, según
la clasificación que veremos más adelante, y no tiene influencia
en la validez del acto. La causa de la obligación, en cambio, co-
rresponde a la causa fina1 9, En este sentido la aborda el presente
trabajo.
No obstante, para mayor comodidad de expresión, diremos
en esta obra, indistintamente, causa de la obligación, o del acto
o contrato.

3. LA CAUSA SE APLICA SOLO A LAS OBLIGACIONES DE ORIGEN VO-


LUNTARIO Y ESPECIALMENTE cONTRActuALEs.-Cuando se habla de
causa en relación con la obligación, ésta debe tener su origen en
la ma.nifestación de voluntad del deudor. La ley se refiere a la
causa. en-los "actos y contratos" (arts 1.445, 1A'6'7). Y esta con-

'perfeccionado el contrato, el vende- gularmente, porque trene su cau-


dor no estará obligado a entregar la sa) y cuando la obligación debe
cosa si el comprador se niega a pa- cumplirse (F. Messiueo, "Doctrina
gar el precio, pues la causa de la General del Contrato", Cap. II, NO
obligación del vendedor viene a fal- 92, págs. 1I6 y sigtes_). N o es acep-
tar por ese incumplimiento. La causa table este criterio por las razones
del contrato obra, pues, antes que que damos en el NO ll, pág. 26.
el coñtrato se forme, o a lo sumo e R. D. Y J., Tomo XXX. Secc. 2~.
durante 'Su formación; la causa de la pág. 1. .
. obligación obra después que el con-. "'tréase N9 12, pág. 28 .
trato se ha formado (y formado re- .
18 Avelino León Hurtado

c1mión la corrobora el origen histórico de la causa, pues Domat


creó esta doctrina a propósito de los contratos sinalagmáticos10 •
En las obligaciones de otro origen no cabe referirse a la
causa en el sentido que la estamos estudiando. Por eso, se ha
fallado que "no tratándose de una obligación emanada de un
contrato, sino de una obligación legal ("de un acto de autori-
dad cuya fuente y causa está en la ley misma") no es aplicable
el arto 1.467 del Código Civil. Por tanto, no puede existir la in-
fracción consistente en que la obligación carecería de causa real
y Iícita"n,12. .

4. ORIGEN Y EVOLUCION DE LA DOCI'RINA DE LA CAUSA13.-La causa


no fue creada 'por el Derecho Romano ni tuvo aplicación en él
de acuerdo con el concepto que le fija el derecho actual.
Para los romanos la causa era la formalidad (verba), la
entrega de la cosa o el cumplimiento de la fórmula (factum) que
daba origen al contrato; es decir, la palabra causa se empleaba en
el sentido de causa eficiente, de generadora del contrato. En
igual sentido hablaban de la causa como fuerte de las obliga-
ciones: contrato, cuasicontratos (variae causarum figura e) de-
litos, etc.
10 Véase el número siguiente sobre cio unilateral patrimonial mortis
"Origen y Evolución de la doctrina causa", es decir, al testamento (F.
de la causa". Messineo, "Manual de Derecho Ci-
" R. D. Y J, Tomo XXXV, Seco vil y Comercial", Tomo J, pág. 275,
1\\, pág. 417. Y Tomo n, Párrafo 38, N9 5, pág.
.. El Código CivH italiano de 1942 372) .
menciona la cama como requisito, '" Van Jhering, "El espíritu del
del contrato (art. 1.325). Pero de Derecho Romano", Tomo IIl, pág.
acuerdo con el arto 1.324 del mismo 233; Capitant, "La causa", N.oS' 'iD
Código, "salvo disposiciones contra· y sigtes.; y Planiol, obra. cít., N .ús
rias de la ley. las nonnas que regu- 284 y sigtes. Planiol y Ripert, Tomo
lan los contratos se observarán en VI, N .os 250 y sigtes., págs. 242 y
cuanto fueren compatibles respecto sigtes. Henrí León y J. Mazeaud,
de los actos unilaterales entre vivos "Lecons de Droit Civil", París, 1956,
que tengan un contenido patrimo- Tomo 11, N.os 258 y sigtes, págs. 206
nüil". Igualmente, por analogía pue- Y sigtes.
den aplicarse esas normas al "nego-
La causa lícita 19

Veremos, no obstante, las vinculaciones que tiene esta doc-


trina con el Derecho Romano.
En los primeros tiempo de Roma exlsheron los contratos
verbales, formalitas, en que, por ejemplo, la promesa de pagar
una suma de dinero, hecha solemnemente, obligaba al que ha-
da, aun cuando el prometiente no hubiera tenido motivo algu-
no para contraer ese compromiso. La obligación surgía, expre-
sándonos en la terminología actual, "abstraída de su causa", es
decir, era una obligación abstracta. Esta obligación daba el má-
ximo de seguridades al acreedor y una gran estabilidad a la re-
lación jurídica, pues probado el cumplimiento de la fórmula,
esto es, probada la existencia formal de la obligación, el deudor
no podía excusarse de cumplir a pretexto de error, de falta de
contraprestación por parte del acreedor, etc. En el antiguo De-
recho Romano el formalismo llegó pues al extremo de hacer del
contrato, originariamente solemne, un acto abstracto, pues el
deudor se obligaba por el cumplimiento de la fórmula jurídica
elegida, con prescindencia absoluta de la voluntad real, aunque
ésta fuera evidente. La razón que movía a contratar era ajena
a la formación del contrato. Y, consecuencialmente, los vicios de
la voluntad no influían en la validez del acto. Así se explica
también que las obligaciones del vendedor y del comprador,
fueron independientes durante un largo período del Derecho
Romano_
Pero como esta obligatoriedad rigUrosa conduda a evidentes
injusticias, verbigracia, cuando el deudor no había recibido el
dinero que se obligó a restituir, o si se obligó en consideración
a la prestación u obligación recíproca del acreedor que éste no
cumplía, los pretores crearon acciones dest.iriadas a proteger al
deudor, sea mediante acciones de repetición para impedir el
enriquecimiento injusto, sin causa, sea para excusarse de cumplir.
Nacieron así las conditiones sine causa, la querela·llon numeratoe
pecuaia, la· exceptio doli, la condictio liberationis, etc. Estas
acciones no. tendían a invalidar el acto por defectos de la volun-
5 """"J9,rn:asw"T.~iMiii.BiI
1"

-
20 Avelino León Hurtado

tad que los creó, pues, en esencia, el acto nacía por el cumpli-
miento de la fórmula, sino a privar de eficacia a un acto injusto,
sea impidiendo que se cumpliera -exceptio doli, condictio libe-
rationis- o bien obteniendo la restitución de 10 pagado para
evitar el enriquecimiento sin causa -condictio indebiti, etc. No
era, pues, la validez la que se atacaba sino los efectos contrarios
a la equidad. La técnica contractual se mantuvo, pero, se impi-
dió el enriquecimiento injusto por estos medios indirectos, ajenos
al contrato.
En los contratos nominados se aplicaron con mayor razón
estos principios de elemental justicia conmutativa. Asi, en la
compraventa~ la obligación de una de las partes se sabe que se
ha contraído por la recíproca que contrae la otra. "La causa de
la obligación de uno, es la obligación que el otro contrae a su
favor. No obstante, los romanos no aplicaron en toda su exten-
sión estos principios, y así el riesgo de la cosa vendida pesa sobre
el comprador; éste debe pagar el precio aun cuando no reciba la
cosa por haber perecido. O sea, una obligación debe cumplirse
aunque ]a otra desaparezca. Esta situación que se mantiene has-
ta nuestros días (arts. 1.550 y 1:8120) se debió a qu~ los romanos
no lograron desprenderse totalmente del formulismo de la épo-
ca primitiva; el solo consentimiento no era bastante para crear
la obligación. Aun en el Derecho Romano clásico se necesitaba
cumplir con ciertos elementos formalistas. Más tarde en los con-
tratos sinalagmáticos -excluidos los consensuales: venta, arren-
damiento, sociedad y mandato- se creó una conditio para lograr
la repetición de lo entregado por una parte.
Una razón de equidad fue, pues, exigiendo que la fórmula,
para ser eficaz, tuviera un contenido, correspondiera a una rea-
lidad. En suma: ,había que probar, aparte del cumplimiento de
la fórmula, la catr,sa; esto es, el contrato mismo.
La evolución de la doctrina de "la causa", en el concepto
romano, guarda también estrecha relación con el desarrollo y
validez de los pactos nudos, pues dar valor al solo consentimien·

-
I

\
La causa Uó la 21

to (scilus consensut obligat) importa un progreso en la idea de


finalidad y un alejamiento del valor de la simple fórmula H .
Los romanistas de la Edad Media y especialmente los cano-
nistas de esa época, dieron un mayor valor a los actos celebrados
sin sujeción a fórmulas preestablecidas, esto es, se dio valor al
solo consentimiento. Además, la eficacia de la obligación con-
tratada se subordinaba como norma a la contraprestación en mi-
ras de la cual el deudor se hubiere obligado, salvo que se trata-
ra de una donación. En este punto tuvieron, como decimos, una
participación destacada los canonistas, pues el deudor que no
cumplía pasaba a ser culPable de una falta y para ver si merecía
una sanción había que estudiar su voluntád al obligarse, a fin
de saber si en conciencia el deudor debía respetar la palabra
dada. Así, en general, la justicia conmutativa vino a determinar
el valor moral de esa obligación. En el análisis del consentimien-
to, los canonistas t::oncIuyen que sin una causa, no hay obliga-
ción; y la causa es la obligación correlativa, conexa, que contrae
~ ..
la otra parte. Por eso ya en el siglo XIII surge la fórmula "non
servandi fielero, non est fidem servanda" (no debe mantenerse
la palabra propia respecto del que no mantiene la suya), que
viene a ser la excepción de contrato no cumplido (art. 1.5512) y
el nacimiento de la causa como elemento independiente de vali-
dez del contrato. Y al analizar la moralidad de los motivos que
inducen a contratar, los canonistas llegan inicialmente a la no-
ción de causa lícita.
Los canonistas fueron aún más allá de la apreciación COll-
mutativa de las obligaciones y establecieron, olvidando la esta-
bilidad del contrato, que el juez debía juzgar también la mora-
lidad de la relación jurídica, es decir, la causa del contrato, los
móviles que determinaron a contratar.

5. iDOCTRINA DE DOMAT.-Llegamos, pues, al inicio de la doctrina


de la causa, desarrollada en cierta medida por los postglosadores

l. Capitant, "La cause des obligatións", Cap. 1, NQ 57, págs.< 127 Y sigtes .

...
22 Avelino León Hurtado

(Bar tolo) y sistematizada por primera vez por el jurísta francés


Jean Domat (siglo XVII) al tratar "De la naturaleza de los
contratos y su modo de formación".
Primeramente clasifica Domat los contratos en cuatro cate-
gorías y dice: "las personas pueden estar relacionadas por servi-
cios de ellas o de uso de ciertas cosas y estas relaciones cristalizan
en cuatro especies de convenciones. Hay casos en que dos indi-
viduos se dan recíprocamente cosa por cosa, como sucede en la
venta, y en la permuta, o se prestan mutuamente algún servicio,
como ocurre al encargarse cada uno de los asuntos del otro. Ese
servicio puede prestarse también por una remuneración, como
en el arrendamiento de servicios, o suceder por último, que sólo
una de las partes dé o haga, sin contraprestación alguna, como
sucede en el desempeño gratuito de negocios ajenos," o en las
donaciones por pura liberalidad. En las tres primeras especies se
trata de un comercio en el que nada es gratuito y la "obligación
de uno es el fundamento de la del otro"15. y aun en las conven-
ciones en que uno soja aparece obligado, como en el préstamo,
la obligación del deudor ha nacido en razón de la obligación del
acreedor de entregar la cosa prestada. La obligación de uno tie-
ne su causa en la del otro. Si el acto es gratuito, el solo deseo
de donar, de hacer el bien, "toma el lugar de causa,"16. .."
De lo expuesto aparece que Domat trata de explicar que la
forma no tiene valor en sí, como originariamente aceptaron los
romanos, si no hay un contenido en el contrato, una causa, que
consiste en haber recibido, recibir o esperar recibir una contra-
prestación, o en el "solo propósito de hacer el bien. Esta "causa"
no viene a ser otra cosa, entonces, que el contenido de cada
contrato; éste surge y es válido cuando las obligaciones que crea
tienen una justificación, una causa, lo que aparece muy claro ". "
en los contratos onerosos, por oposición a los gratuitos, en que
la mera liberalidad "toma el lugar de la causa"17.
lli Domat, "Les lois civiles (dans ,. Cita anterior.
leul' ordre natul'el) n, Libro 1, Tít. 17 Pero aunque Domat se refiera
1, Seco l'I", N .os 4 y sigtes. a los con tratos gratuitos (con cierto

-
_ ' _. -, 1"', ..... -:t;, ',~ .... r-' •

r La causa lícita 23

6. DOCTRINA DE POTHIER.-Pothier, siguiendo a Domat, formula


"

"
después la doctrina en estos términos: "Toda obligación (enga-
gement) debe tener una causa honesta. En los contratos intere·
sados, la causa de la obligación que contrae una de las partes,
es lo que la otra le da o se compromete a darle, o el riesgo que
tome de su cargo. En los contratos de beneficencia, la liberalidad
que una de las partes quiere hacer en favor de la otra, es causa
suficiente 18 de la obligación que contrae en favor de ella. Pero
cuando una obligación no tiene causa alguna, o lo que es lo mis-
mo, cuando la causa por la cual ha sido contraída, es falsa, la
/
, obligación es nula; y el contrato que la contiene es nulo". Y
agrega que si se cumple una obligación sin causa, hay acción de
I-
r; repetición; y esta acción se llama conditío sine causa 1D •
Esta es la fuente de donde los redactores del Código francés
tomaron la doctrina de la causa, y de ahí pasó a nuestro Código,
sin perjuicio de que el concepto de causa de Domat ha evolu-
cionado, pues para este autor la causa no era un elemento de
validez del contrato distinto del consentimiento y del objeto.
El p'ropío Capitant que es el mejor defensor de esta doctrina,
así lo reconoce al juzgar la individualidad propia de este nue\'o
requisito del acto jurídico. Surge de este modo la noción de
causa-final que difiere sustancialmente de la causa ocasional y de
la causa eficiente.

7. ACEPCIONES DE LA PALABRA CAUSA.-La causa se puede con-

circullloq uio) , la idea de la doctrina. y agrega que Domat habría confun·


de la causa, surgió a propósito de dido 105 contratos innominados del
los contratos innominados y sobre la Derecho Romano con Jos sinalagznii.
base de la fórmula romana do lit ticos.
des, facio, ut tacias. Por eso dice 18 Pothier, precisando la idea de
Dabin ,("La doctrina de la causa", Domat, establece como causa wfi.
NQ 64, pág. 67) que esta teoría nació dente de los actos gratuitos, la mera
de los contratos sinalagmáticos "y de li berali dad.
su seno se la' quiso hacer irradiar 19 Pothier, "Obligations", Cap. lo

sobr~ campos extra.ños }" hostile¡ .. ,"" N,os 42 r 4~,


24 Avelino León Hurtado

siderar, en tres acepciones distintas: causa eficiente, causa final


y causa ocasional.

8. CAUSA EFICIENTE.-Corresponde al concepto lógico de la pa-


labra: es causa eficiente el elemento generador del efecto. Es el
antecedente u origen de algo. Por consiguiente, en esta acep-
ción la causa de las obligaciones es la fuente de donde emanan:
contrato, cuasicontrato, delito, cuasidelito y ley.
Como adelantábamos en páginas anteriores, en este sentido
entendían la causa los jurisconsultos romanos. Y así, se distin-
guían las oblígaciones que tenían por causa el contrato, o que
nadan ex variae causarum figurae, es decir, quosi ex contractu,
quosi ex maleficio (que 'comprende al cuasicontrato, delito y
cuasidelito) . Esta causa de la obligación -causa civilis- era la
fuente capaz de crear el vinculum furis, pues como hemos dicho
más arriba, el solo consentimiento, el simple pacto, no podía ge-
nerar la.obligación. El cumplimiento de la fórmula era más fuer-
te que el consentimiento.
No es ésta la acepción que nos Íntel'esa para nuestro estudio,
pues si el legislador exige como condición de validez del acto o
contrato que éste tenga una causa lícita (art. I.Q45), no se está
refiriendo evidentemente a las fuentes de las obligaciones, entre'
las que se encuentra el contrato, pues la causa sería requisito
del contrato ya ]a vez el contrato mismo, lo que es un absurdo20. t

9. CAUSA FINAL.-En esta acepción la causa es el fin o propósito


inmediato e invariable de un act0 21 ; "la razón o interés jurídico
que induce a ob]jgarse"22. "La finalidad típica y constante,
cualquiera que sea el sujeto empírico que se valga del negocio

., Un fallo de la Corte de Apela_ contrato entre las partes, carece de


ciones de Santiago toma la palabra causa". R. D. Y J., Tomo XVoII, Seco
causa en esta acepción, pues dice: 2~, pág. 5 (letra F), pág. 7.
"si el decreto que ordena al ejecu- .. Claro Solar, Tomo X, NI,> 910,
tante pagar su hOllorario al tasador pág. 308.
no nació de una resolución dictada "" Jorge E. Mera, obra cit., NQ 32,
con arreglo a la ley ni de acto o pág. 37,
La causa lícita 25

y cualesquiera que sean sus móviles individuales~3. "Es la razón


por la cual el contratante asume su obligación" 24.
En este sentido es el fin que se propone lograr el deudor al
obligarse y que es idéntico siempre en contratos de la misma
especie. Por ejemplo, el mutuario siempre estará obligado a res·
tituir en razón de que el mutuante le hizo entrega de la cosa
prestada. La causa de su obligación será invariablemente ésta,
en todos los contratos de mutuo que se celebren. O sea, asume Su
obligación de restituir, porque se le ha hecho entrega. Pero este
fin inmediato, directo y uniforme en contratos de la misma espe.
cie, no debe confundirse con otros móviles, que también deter-
minan a contratar y que, generalmente, son distintos en cada
contratante y en cada contrato aunque sean de la misma especie.
Estos motivos lejanos y distintos constituyen la causa ocasional
(o impulsiva). En el ejemplo anterior, el mutuario puede ha-
berse obligado porque necesitaba pagar una deuda, hacer una
compra, etc.
Si se trata de contratos sinalagmáticos, Como si dos perso·
nas celebran sucesivamente dos o más contrátos de compraventa
de automóviles, la causa final será también siempre la misma:
para el vendedor, la obligación que contrae el comprador de
pagar el precio; para el comprador, la obligación del vendedor
de entregar el automóvil. La "causa-fin" es, pues, común a am-
, bos contratantes e idéntica en contratos de la misma especie. Esta
noción de causa es' esencialmente técnica y pasa a ser "la pieza
maestra del mecanismo del contrato":!5. La causa impulsiva, en
cambio, los motivos, son individuales y varían en cada contrato
y en cada contratante, sin afectar a la validez de la relación
jurídica.

lO. CAUSA OCASIONAL.-La causa ocasional son lo~ motivos indi-


viduales, personales de cada parte, son los reSortes de su yolun-
"" F. Messineo, "Derecho Civil y ·'Lecons de Droit Civil", París, 1956,
Comercial", Bs. Aires, 1954. Torna Tomo Ir, N9 255, pág. 205,
11, pág. 372. "" Henri, León y Jean Mazeand,
., Henry, 'León y Jeall Mazeaud, cita antedo~,
26 Avelino León Hurtado

tad que la determinan a contratar. Estos motivos o causas ocasio-


nales varían hasta el infinito y, a menos que se expresen, per-
manecer en el fuero interno de cada parte sin que puedan de-
terminarse objetivamente2G • Como dice la doctrina francesa, la
causa queda dentro del campo contractual; los motivos son
ajenos, quedan fuera del acto jurídico, son adventicios. Así, en
cada contrato de compraventa, mientras la causa final es siempre
igual, la causa ocasional será -o puede ser- siempre distinta: el
comprador. habrá adquirido un automóvil para usarlo; otro
para donarlo, ..para arrendarlo, etc., y el vendedor habrá vendido
el primero porque necesitaba pagar una deuda, el segundo por-o
que necesitaba adquirir para sí otro más moderno, etc.
Estos conceptos los ha precisado nuestra jurisprudencia di-
dendo que "la causa de un contrato es el interés jurídico que
induce a las partes a contratar, interés que es distinto e indepen-
diente del móvil utilitario o subjetivo que hayan podido tener
en cuenta al momento de celebrar el contrato 21 •

11. DOCTRINA DEL FIN E;CONOMICo.-Esta doctrina ha sido ex-


puesta por Henri Capitant28 y en esencia puede considerarse
como un derivado de la doctrina de la causa final. En electo;
dice Capitant, que el fin que se persigue al celebrar un acto
jurídico es de caracter económico y no puramente jurídico. La
causa es así un fin económico· que las partes persiguen al con-
tratar y esto, sin duda, está más de acuerdo con la voluntad
real del que se obliga. Así, el fin perseguido aUn en un acto
gratuito, es de carácter económico: el donante desea hacer pasar
una parte de sus bienes a otro sin contraprestación. Se mantiene

O. Si se expresan y son aceptados "De la decIaTation de volonté", N9


por las partes, estos motivos pueden 8, pág. 254.
pasar a ser una condición del con· ZI R. D. Y J.. Tomo XXIII, Seco 1",

trato, tIna estipulación obligatoria pág. 669; Tomo XXIV, Seco 1", pág.
para los contratantes, peTO en ningún 678.
caso, la causa del acto en sentido os "De la cause des obligations",
técnico. Véase Raymopd Salailles, N .os 1 y sigtes., págs. 18 y sigtes.
La causa licita 27

el criterio de causa final; no se cae en los motivos, pero se da


al fin perseguido el carácter constante de fin económico.
CovÍelIo sigue también esta doctrina y dice que "el acto
jurídico es la manifestación de voluntad de una o más personas,
cuyas consecuencias jurídicas van encaminadas a realizar el fin
práctico de aqueIlas"!l9. Y atendido este fin práctico, la causa es
"la razón económico-jurídica del negodo"30.
Conforme con esta doctrina, la causa se identifica con el fin
práctico y. en consecuencia, en un contrato bilateral la causa
que determina a obligar5e, no es la obligación recíproca, sino
el deseo de obtener la ejecución de la prestación que se le ha
prometido en cambio s1. No es la obligación (concepto-jurídico)
sino la prestación, el objeto de la obligación (concepto econó-
mico) .
Sí el contrato es aleatorio, cada parte persigue la prestación
completa de la otra parte, pero por el "álea", que es otro factor
que aquí interviene, puede en definitiva la contraprestación ser
insignificante o no existir. .
Se ha criticado y con razón esta nueva concepción de la cau-
sa, que ~s ajena al Código Civil francés, a Domat y a Pothier,
puesto que si de no cumplirse la prestación prometida en cambio,
la obligación desapareciera por carecer de causa, "estaríamos
abandonando el terreno de los requisitos de validez de las obliga-
ciones (arts. I.108 y sigtes. del Código Civil francés) para pasar-
nos al de la resolución de los contratos (art. 1.184 Código Civil)".
La obligación que tiene una causa al momento de nacer, no
puede convertirse después en obligación sin causaB2 •

112. ACEPCION DE LA PALABRA CAUSA A QUE SE REFIERE EL COOIGO:


a) Causa final.-De lo expuesto más arriba aparece que la ley al

"" Coviello, "Doctrina General del .~ yéase J. Dabin, "L.a teoría de la


Derecho Civil", pág. 344. causa", pág. 13. Henn, León y Jean
"" Cita anterior. pág. 446. Mazeaud; "Lecons de Droit Civir',
01 Capitant, obra citada, NQ 14, . NQ 266. pág. 212.
pág. 42.
28 Avelino León Hurtado

hablar de causa del acto ° contrato, o de causa de la obligación


(arts. 1.445 y 1.'-167) , se está refiriendo a la causa final. En efecto,
como hemos dicho, no se ha referido a la causa eficiente; y tam-
poco ha podido referirse a la causa ocasional, pues si se atiende
a los móviles o motivos psicológicos de cada contratante, a sus.
representaciones psíquicas, que varían' hasta el infinito, se crea-
ría la total inestabilidad jurídica. AsÍ, lo resuelve la generali-
dad de la doctrina33 •
O sea, en cada tipo de contrato, habrá siempre una misma
causa de valor constante y abstracto, precisada de antemano por
el Derecho.
Nuestro Código, a diferencia de 'Su modelo francés, definió
la causa y dijo que es "el motivo que induce al acto contrato".°
Sin duda esta definición no. e~ feliz, pues parece confundir la
causa con los motivos34 • Claro Solar trata de justificar esta defi-
nición diciendo que se ha dado a la palabra motivo una acepo
ción diversa de la que le corresponde generalmente. En efecto,
la expresión legal es exacta, en cuanto la causa es el motivo de- •
terminante de la voluntad contractual, la razón suficiente para
que la voluntad se produzca y obre el fin, el propósito persegui-
do en la convención"s". . :
Lo cierto es que por las razones ya dadas, debemos entender
que este artículo se refiere a la causa de.la obligación, a la causa
final y, en consecuencia, cuando habla ele motivo, quiere decir la
razón jurídica que determina a obligarse. Lo dicho, con la sal-
vedad que veremos en seguida, sobre causa ilícita.
b) Cazlsa ocasiona l.-Pero aún aceptando como válido' el
.. Claro Solar. Tomo X, N.os 912 Tomo Er, N? 437. pág. 460,. Y los
y sigtes. págs.· 309 Y sigies.; Jorge aucores Citados por estos tratadistas.
E. Mera Molina, obra cit. NQ 22. a. Amunátegui Reyes. "Imperfec-
pág. 32; Alessandri R., Arturo, "Con- ciones y erratas manifies tas del Có-
digo Civil Chileno", pág. 98; Ales·
tratos", pág.· 53; Alessandri B., Ar-
sandri R., Arturo, "Los contratos",
turo, obra cit., NQ 198, pág. 187; pág. 53.
Véase también: .. Claro Solar, Tomo X, N9 913,
Giorgi, "Teoría de las Obligaciones", pág. 310.
La causa lícita 29

principio general de que el Código se refiere a la causa final,


es forzoso reconocer que cuando se plentea un problema de cau-
sa ilícita debe atenderse a la intención real de las partes, es decir,
a los motivos individuales, a la causa ocasional, que determinó
a contratar.
Quien pide un préstamo para instalar un prostíbulo, o ha-
ce una donación para iniciar o mantener relaciones sexuales
extramatrimoniales, no podrá invocar la causa final, abstracta,
de todo préstamo o donación y pretender que tales actos se con-
siderenválidos. El juez invalidará el contrato si comprueba los
móviles concretos ilícitos que determinaron a las partes a con-
tratar. O sea, debe juzgar la causa ocasional.
, Durante el siglo XIX,' gran parte de la doctrina francesa
preten¡jió que el juez no podía entrar a juzgar los motivos por
encontrarse éstos en una esfera distinta de la causa, ajena al con-
trato. Pero la jurisprudencia no aceptó este criterio y juzgó los
motivos individuales del contratante, cuando le parecieron ilí-
citos. Henri Capitant pretende demostrar -sin lograrlo a nues-
tro juicio- que la jurisprudencia al resolver estos casos no se ha
apartado de la causa final, pues "las partes que contratan' pue-
den introducir a la convención cualquiera consideración que se
convierte entonces en elemento constitutivo", y en las liberalida-
des" que no son enteramente gratuitas, el animus donandi "es
sólo un medio para lograr' un fin, que es elemento esencial de la
voluntad del disponente"36.
Esta causa adjunta, como la' denomina Dabin, no puede
inducir a error, pues se trata simplemente de la causa ocasional,
/.
de los motivos, pese al esfuerzo dialéctico de Capitant. Porque,
¿cómo pretender que se trata de la causa final, abstracta, inva-
riable en cada contrato si está constituida por motivos indivi-
duales de cada contratante? Podrá ser una condición del con-
trato, pero jamás la causa en sentido técnico.'
La búsqueda de la intención real del contratante, cuando
9~ Henri, Capitant, "De la cause des obliga~ions", NQ n2, pág. 244, Y Nº 196.
pág,43B.
30 Avelino León Hurtado

se trata de causa ilícita, es indispensable y está permitida por la


ley puesto que si define la causa ilícita como la que la ley prohi-
be, o es ·"contraria a las buenas costumbres o al orden público"
. (art. 1.467). hay que establecer los motivos concretos que tuvo el
autor para celebrar el acto o contrato. Esta es la causa impulsi-
va y determinante; el "Móvil-fin".
La jurisprudencia tanto francesa como chilena así lo han
entendido. O sea, cuando se trata de causa licita, el legislador
sólo se 1'efiere a la causa final, a la causa preestablecida, constan-
te, invaTiable y abstracta en contratos de un tipo determinado.
Pero cuando los motivos que determinan a contratar (causa
impulsiva y deteTminante) son ilícitos (contrarios a las buenas
costum bres o al orden público) el juez tiene que considerarlos
en concTeto, es decir, juzgar los motivos individuales" que indu-
cen al acto o contrato": la e a tt s a o c a s ion al.
No hay, pues, en el Código una doctrina unitaria de la
causa, sino dual. Es ésta la única solución posible, atendidos
nuestros confusos textos legales. Así 10 ha resuelto también la
jurisprudencia, como lo veremos más adelante.
Sin duda, el sistema del Código es equivocado, pues la
doctrina de la causa final se desvirtúa totalmente cuando se la
confunde con los motivos. De consiguiente, si debe· invalidarse
un acto por motivos ilícitos, no es necesario hablar de causa
ilicita, sino, específicamente, de motivos ilícitos, y disciplinar
esta materia fuera de la causa, como se hace, por ejemplo, con
los motivos falsos o equivocados que se sancionan en el error 37 •
De esta manera se reglamenta en los Códigos más modernos 3s•

13. LA CAUSA FINAL EN LOS DIV.ERSOSACTOS y CON'I1RATos.-La


CJusa final es idéntica en los contratos de la misma especie. Des-

., Véase N9 61 Y pág. 84. vendones contrarias a las buenas


os Además, Domat, que es el ver· costumbres o al orden público,
dadero creador de esta doctrina, no Pothier fue el primero que habló de
hace referencia alguna a la causa convenciones que tienen una causa
illcita, sino a la nulidad de las con· ilícita e inmoral.
-
La causa lícita 31

de los tiempos de Domat, es decir, conforme con la doctrina


clásica, se han precisado esos móviles que inducen a obligarse,
según la naturaleza de los contratos: gratuitos u onerosos y bila-
tera]es y unilaterales.
]4. LA CAUSA EN LOS ;CONTRATOS BILATERALES.-EI contrato one·
roso bilateral persigue la utilidad de ambos contratantes, gra-
vándose cada uno en beneficio del otro. La causa de la obligación
de una de las partes es la contraprestación recíproca de la otra.
Se consideran separadamente las obligaciones que surgen del
contrato y se ve entonces cual es la causa de que el deudor asu-
ma su obligación. Esta razón abstracta, jurídica, de la obliga.
ción es siempre igual en contratos de una misma especie. Es
aquí donde aparece el fundamento primero de la doctrina de
la causa, "el principio ,de justicia elemental del dando y clando"3ü,
La obligación de una de las partes tiene por fundamento la
obligación correlativa o, según algunos autores, el cumplimiento
o ejecución de la obligación de la otra parte. La causa debendi
se haya pues en la justicia conmutativa40 •
En estos contratos bilaterales,'la causa de la obligación de
cada una de las partes es la considemción de la obligación que
asume el otro contratante. Es la consideración de la prestación
que el obligado debe recibir al mismo tiempo de cumplir su
compromiso (pago del precio de la cosa comprada y entregada
en el acto) o que deberá hacerle después (entrega de la cosa
vendida a crédito) 41.
De acuerdo con estos principios, el art. L814 dice que "la
venta de una cosa que al tiempo de perfeccionarse el contrato
se supone existente y no existe, no-produce efecto alguno". O
sea, la obligación del comprador carece de causa (la del vende-
, dar por su parte, carece de obj~to) . Dicho de otro modo: "en los
•• Planiol y Ripert, Tomo VI, NQ . se NQ 11, pág. 2G.
252, pág. 34'9. 41 Plal1iol y Ripert, Tomo VI, NQ

.0Así lo entendió Domat cuando 253. Giorgi, obra citada, NQ 438,


;¡firma que "la obligación de uno es . pág. 463.
el fundamento de la del otro". Véa-
-
32 Avelino León Hurtado

contratos bilaterales cada parte se obliga teniendo como fin


jurídico, corno causa, el obtener la prestación consentida por la
.otra"4!l.
Por la misma razón, si no existe precio en la compraventa,-'
la obligación del vendedor carece de causa43 •
Se ha fallado que si el precio consiste en: "a) cierta suma
que el vendedor deja en poder del comprador para que cumpla
después de sus días ciertos encargos que se indican en la escri-
tura y, b) una renta vitalicia que no sólo consiste en dinero, ..
sino también en un derecho de habitación, talaje para anima_o
les ... ", el contrato es nulo, pues no hay precio y, consiguiente-
mente, el acto carece de causa para el vendedor. La razón de la
falta de precio está en que "la primera de dichas prestaciones
importa el establecimiento de disposiciones de última voluntad,
para que, ajustándose a ellas, el comprador distribuya parte.
del predio que no paga en vida del vendedor sino que lo conser-
va en su poder, disposiciones que carecen de valor por no haberse
sujetado a las solemnidades del testamento; de lo que resulta
que siendo ineficaz e ilusoria parte del precio, no existe este
elemento esencial de la compraventa y falta entonces la causa
de la obligación del vendedor. La renta viÚtlicia que señala
como parte de precio de la compraventa adolece, asimismo, del
vicio de nulidad que se deriva del precepto prohibitivo del arto
2 . 2;67 del Código Civil que establece que la pensión no podrá
ser sino en dinero"44.
.,. R. D. }' ]., Tomo XXI, Seco 1'1-, se efectuó esa transfel'encia". Misma
p:íg. 973; Tomo XXX, Seco 2~,p¡\g. 1. revista, Tomo VII, Seco 1'1-, pág. 175 .
La causa puede aparecer de dos es. .,. R. D. Y j., Tomo XXXIII, Seco
crituras que se complementan. "No l~, pág. 91.
carece de causa la obligación por la, l~ R. D, }' J., Tomo XXI, Seco l~,
cual .se reconoce un crédito a favor pág. 973. En la misma forma se ba
de una persona si la escritura por la fallado en un caso de arrendamiento
cual se hace el reconocimiento forma sin renta, pues ésta se fijó en parte
un todo COll otra posterior. en que de las utilidades que produjera la
el acreedor transfiere una propie- finca de modo que si estas no se pro-
dad al deudor, ya que ambas dan ducían no había precio y el derecho
testimonio de las condiciones en que del. arrendador "se frustra por falta'
La causa lícita 33

Lo dicho respecto de la compraventa rige para otros contra-


tos bilaterales, como el arrendamiento de cosas, en que "el con-
trato termina por la destrucción total de la cosa arrendada", y
"por la extinción del derecho del arrendador (art. 1.950, N.os 1
y 3) • Para el arrendatario el contrato carecería de causa en el pe-
ríodo correspondiente, ya que es un contrato de tracto sucesivo.
Igualmente en la transacción puede haber falta de causa
real y lícita para una de las partes si versa " ...sobre derechos
ajenos o sobre derechos que no existen" (art. 2.45tZ) o "si al
tiempo de celebrarse la transacción ... estuviera ya terminado
el litigio por sentencia..." (art. 2.455).
Nótese que en estos contratos bilaterales, basta con la exis-
tencia de obligaciones recíprocas, sin que deba considerarse el
valor de ellas para establecer una equivalencia. Es la consecuen-
cia de que la lesión no es causa de rescisión, sino excepcional-
mente. El valor de las cosas es a veces muy relativo y son las
partes las que deben fijarlo resguardando sus intereses 45 • Por
eso se ha fallado que "la desproporción de las prestaciones en un
:.' contrato sinalagmático no implica una falta absoluta de causa
y no afecta, desde este punto de vista, a la validez de la conven-
ción; ninguna disposición legal existe para fundar una aseve-
ración contraría 46 •
Lo dicho anteriormente dge también para los contratos en
que las partes persiguen una utilidad común de la que se repar-
tirán. en seguida, como la sociedad y la asociación o cuentas en
participación. En estos casos la contraprestación para cada socio
de causa". La estipulación anterior no de pimienta puede constit-uir
importaba dejar la fijación del precio una consideration (noción cercana
o renta al arbitrio de uno de los de nuestra causa) suficiente para
contratantes, puesto que al arrenda- una obligación de cien libras. Pla-
tario no se le impuso obligación al. niol y Ripert, Tomo VI, NQ 252,
guna de trabajo. inversión, etc., y . pág. 349; Giorgi, obra cit., N'I 438, Y
tal estipulación está prohibida (arts. 463; H. Capitant, "De la cause deS
..
1.809, ine. 2Q, y 1.918. C. Civil). R. obligations", NQ 8S.
D. Y J., Tomo Ll, Seco 1~, pág. 622 .. .. Gaceta de los Tribunales, año
'" Los ingleses dicen que un gra- 1919, Tomo 1, Sent. 1.180, pág. 551.

t"
34 Avelino León Hurtado

es el dinero o servicios prestados o prometidos por los otros 47 •


En la sociedad, si uno de los socios no pone en común aquéllo
a que se obligó, los otros podrán dar la sociedad por disuelta
(arts. 12.055 y '2.101), pues faltaría la causa de la obligación de
éstos.

15. AUSENCIA PARCIAL DE CAUSA. REDUCCIÓN EN EL MONTO DE LAS


PRESTACIONES Cm,lVE:NIDAS.-Si la cosa ha perecido parcialmente
antes de perfeccionarse el acto y éste puede subsistir por decidir
los jueces del fondo que la pérdida no es de consideración48 ,
debe decidirse igualmente que no hay falta de causa. Por eso
se ha fallado: "en una compraventa de un fundo y unos dere-
chos sobre ciertos regadores de agua, la causa de las obligaciones
contraídas por el vendedor es no sólo la adquisición de los rega-
dores, sino también muy principalmente, el fundo, que era la
cosa de mayor importancia en ·el contrato. En consecuencia,
en la hipótesis que no hubieran existido los derechos a los rega-
dores de agua a la fecha de la venta por haberse extinguido con
anterioridad los derechos del vendedor por el cumplimiento de
la condición a que estaban sujetos, no puede decirse en absoluto
que la venta carecía de objeto y de causa para el comprador ya
que su objeto y causa sólo serían inexistentes en la parte cons-
tituida por los derechos que se suponían existentes y que no lo
eran en realidad 4D •
Hemos dicho en el número anterior que existiendo una
causa no interesa el monto de la contraprestación. La lesión no
es causa de rescisión sino excepcionalmente, y, en consecuen-
cia, el acto será válido y las prestaciones serán exigibles aunque
haya una ev~dente desproporción entre ellas. Y así, deberíamos
.. Cijbe observar que el intuiw des obligations, N~ 20) .
pe!"Sollae de la sociedad no se rela- os Véase nuestro trabajo sobre "EI
ciona con la teoría de la causa. "Es objeto en los actos jmídicos':, NQ 6,
sólo un móvil especial tomado én pág. 2I.
consideración en ciertos contratos". •• R, D. Y J., Tomo XXVII, Seco
Planiol y Ripert, obra cit., NQ 253, l", pág. 163.
pág. 358. (En contra Capitant, Cause
La causa lícita 35

sostener que contratados los servicios de una persona, aunque


éstos sean de valor insignificante, habría que pagar el honorario
prometido, pues aplicaríamos el principio "de la autonomía de
la voluntad: "Todo contrato legalmente celebrado es una ley
para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por su
consentimiento mutuo o por causas legales" (art. 1.5'45). No
obstante, si consideramos que hay ausencia parcial de causa,
podría reducirse el monto del honorario, pues el contrato adole·
cería de este vicio, y no estaría, entonces, "legalmente celebra-
do". La eqtiidad, justifica ampliamente esta interpretación.
Debemos, sí, observar que en este punto la doctrina de la
causa se aproxima mucho a la lesión, que normalmente no es
causa de rescisión, aun cuando en la mayoría de las legislaciones
actuales la lesión se extiende a la generalidad de los conu·atos 50 •
Dabin limita por esta razón los casos de causa insuficiente a los
de lesión sancionados por la ley y concluye que se trata de
consiguiente de una cr~ación artificial 51 •
Los tribunales franceses, sin ha'blar de "falta parcial" o
de "insuficiencia" de la causa, reducen el monto del honorario
estipulado con medicos, mandatarios o agentes de comercio (no
en otros casos), cuando existe una manifiesta desproporción
entre el servicio realmente prestado y la remuneración com'e-
nida5 !l.pe este modo, como dicen algunos autores, esta noción
.. Véase nuestro trabajo "La va· demandados, sino que los servici0S
luntad y la capacidad en los actos prestados no son los considerados ;tI
jurídicos", NQ 179, pág. 257. momento del contrato" (Lecons de
"' "Teoría de la causa", NQ 125, Droit Civil, N9 276, pág. 222.). No
pág. 135. Henri, León y Jean Ma· obstante, la verdad es que en ambos
zeaud piensan que teóricamente casos se juzga el valor de los serví·
puede distinguirse entre causa insu· ci05, sea que se atiend a a la calidad
fidente y lesión. En efecto, los tribu· (ciencia y celebridad del profesio·
nales al rebajar los honorarios no na!) o a la cantidad (extensión) de
juzgan el valor, sino la extensión e los servicios prestados.
importancia de los servicios; no se iIa.Pero algunos fallos antiguos,
dice que "la ciencia y celebridad franceses y belgas, expresan que "la
de tal hombre de arte sean insufi. "retribución carecería de causa juri·
cientes para justificar los honorarios
36 Avelino León Hurlado

de falta parcial de causa mira más que a la conexión jurídica ~le


las obligaciones, a la equivalencia económica de las prestaciones,
como establecía el derecho canónico~3.
Esta interpretación tiene, además, la particularidad de que
la sanción a la falta -parcial- de causa no es la nulidad, sino la
rebaja en el monto de la prestación. Pero en última instancia
viene a ser lo mismo si consideramos que la estipulación de
honorarios queda "anulada" en lo que exceda del monto fijado
por el juez54 •

16. LA CAUSA EN EL CONTRATO DE PERMU'I'A.-Nuestra Corte Su-


prema ha resuelto que "no puede estimarse que la adquisición
de las acciones que se reciben en permuta de un inmueble, sea la
causa única de la celebración del contrato pa"ra los dueños ele
éste, ya que dentro del carácter de doble cOlp.praventa· que jurí-
dicamente se reconoce a la permuta, debe tenerse también como
causa determinante para ellos, el propósito de <;lesprenderse del
inmueble en condiciones que se estimaron convenientes 55 •
Este fallo, creemos, se aparta de la doctrina genendmente
aceptada, pues la causa para el que contrata no está en la pres~
tación a que se obliga, sino en lo que debe recibir en cambio. Y
esta prestación que va a recibir es la que 'determina si "son
convenientes las condiciones en que el contratante va a despren-
derse de su inmueble".

dica si fuese desproporcionada al razonable y proporcionada". Y en-


servicio prestado" (Dabin, La teoría tendieron por "proporcionada" "que
de la causa, NI? 123, pág. 132). exista un racional equilibrio en-
ro Henri, León y Jean Mazeaud, tre lo que se da y lo que' se recibe"
Lecons de Droit Civil, Tomo II, NQ (Portalis. Exposición de motivos del
276, pág. 222. título relativo a la venta. Véase Da-
u Los redactores del Código Ci. bin, La doctrina de la causa, NQ 55.
vil francés entendieron que nin- pág. 57).
guna obligación puede existir sin os R. D. Y l, Tomo XLIV, Seco P"
causa; más aún: "que ninguna obli- pág. 397. .
gación puede existir sin una causa
l La causa licita 37

17_ CONTRATOS UNILAITERALES.-Si el conu-ato es unilateral, la


causa de la obligación está en la prestación que el otro contra-
tante ha hecho ya al prometiente, o que éste espera recibir. Es
la oblígación de restituir la cosa ya recibida en mutuo, depósito,
renta vitalicia, prénda, etc., o la promesa de un préstamo, tra·
tándose de contratos consensuales unilaterales.
Por eso se ha fallado que si en un contrato de mutuo "no
ha existido entrega de dinero, el acto no se perfecciona; el
contrato no queda legalmente celebrado y adolece de nulidad
absoluta por falta de causa"56.
Pero si no se prueba por el mutuario que no se le entregó
el dinero y "constituyendo plena prueba en su contra la decla·
ración de haberlo recibido hecha en escritura pública, la obli·
gación de pagar esa suma tiene causa", y es válida57• También
la causa de una obligación proveniente de un contrato consen-
sual unilateral -no real- puede ser la existencia de una obli·
gación anterior, civil o natural, que '-el deudor desea extinguir.
En esta hipótesis la caus·a está en I<f liberación del deudor de la
obligación anterior -causa solvendi.
Así, el responsable del daño causado a un tercero se obliga
en favor de éste a pagarle una suma de dinero u8; el heredero
suscribe un pagaré en favor del legatario de una suma de dinero;
el obligado naturalmente contrae una obligación civil en favor
de su acreedor. Nótese que no es necesario que haya intención de
novar; pueden subsistir las dos obligaciones, sin perjuicio de .
que la ejecución de. una excluirá la ejecución de la otra 59 •

18. LA CAUSA EN LOS A.!eros A TITULO GRATVITo.-Nuestra ley


dispone que "el contrato es gmtuito o de beneficencia cuando
sólo tiene por objeto la utilidad de una de las partes,sufriendo

'" R. D. Y J., Tomo XXXIX, Sec. H, pág. 693 (cons. 20).


1"-, pág. 505; Tomo XXXVI, Seco 1", •• Véase N .os 29 y 52.
pago 361; Tomo XXXVIII, Seco 13 , .0 Colín y Capítant, "Curso de
pág. 149_ . Derecho Civil", Tomo IU, pág. Gi3.
67 R- D. Y J., Tomo XXVII, Se~,

Tv·
38 Avelino León Hurtado
I
la otra el gravamen (art. 1.440). En estos contratos, como la
donación entre vivos, el mandato gratuito, etc., es el animHs
donan di, la causa de la obligación. "La pura liberalidad o bene-
ficencia es causa suficiente (art. 1.467, inc. IQ) 60. Y agregan Jos
causaIistas queIa causa es la intención liberal, separada de los
motivos que hayan impulsado al donante 6l •
La donación puede ser puramente gratuita o con causa
onerosa. Si es puramente gratuita, rige 10 que acabamos de
expresar_ "La causa de un acto de beneficencia, está en la bene"
ficencia misma"62. Si, por el contrario, la donación es con causa
onerosa, hay un acto complejo en que juntó al anirous donandi
está el deseo de lograr un resultado específico 63 • La doctrina
considera, en general, que hay aquí "simultáneamente un acto
a titulo gratuito y una operación sinalagmática. De ahí la exis-
tencia y simultaneidad de una doble causa64 •
Creemos, por nuestra parte, que en tal caso la donación
sólo conserva el nombre de tal. Y se aproxima más que al con-
trato unilateral y gratuito al bilateral y oneroso. Esto lo confir-
ma el arto 1.426 cuando dispone: "si el donatario estuviere en
mora de cumplir lo que en la donación se le ha impuesto, ten-
drá derecho el donante o para que se obligue al donatario a
cumplirlo, o para que se rescinda (resuelva) la donación". O
sea, se aplica el efecto propio de los contratos bilaterales, esto
es, se concede la acción resolutoria que señala el art. 1.189. y el
inciso final agrega: "Se abonará al donatario lo que haya inver.

'" R. D. Y J., Tomo XXXIII, Seco cuál es la causa en los legados, que
F, pág. 91. "será puramente gratuita o con cau".
"' Véase NQ 60, pág. 82. sa onerosa, COll la diferencia" de qUe
.. Portalis, citado por Josserand, la manifestación de volUntad es uni.·
obra cit., NQ 129, pág. 95. Para los lateral en el legado, mientras que ell
autores anticausalistas esto es una la donación es contractual". Claro
tautología, pues equivale a decir Solar, obra cit., NQ 929, pág. 329.
"que se dona porque se desea do· ... Josserand, obra cit., NQ 130,
nar·'. pág. 96 .
.. Igual solución rige para saber
La causa lícita 39

tido hasta entonces en desempeño de su obligación, )' de que se


aprovechare el donante"G5.

t9. CONTRATOS ALEATORIQs.-Si el contrato oneroso es aleatorio,


es la suerte, el álea,. "la contingencia incierta de ganancia o
pérdida" la causa de las obligaciones recíprocas. La contrapres-
tación puede resultar insignificante (seguros, renta vitalicia,
venta de derechos litigiosos) y aun no existir, como ocurre en el
juego y la apuesta, en que el objeto de una de las obligaciones
es el álea, la suerte exclusivamente y, en consecuencia, es tamo
bién el alea la causa de la obligación del perdedor.
Repugna a la conciencia y atenta al ordenamiento jurídico
dar valor a contratos en que no hay contraprestación o en que
éste puede ser insignificante, y por eso la ley concede validez a
esos contratos con muchas limitaciones y asegurando en todo
caso que el álea -que es la causa- exista realmente (arts. C.259
y sigtes., 1..913,2.1261&,2.,270, '2.'279, Código Civil, y 517, 574, etc.,
Código de Comercio) .

2,0. . CONTRATOS ACCESOR.lOs.-Contrato accesorio es el que tiene


por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación princi-
pal, de manera que no pueda subsistir sin ella (arts. ,1.4412, y 46).
La causa de estas cauciones (fianza, hipoteca, prenda, anticresis)
varía según sea prestada la garantía por un deudor o por un
tercero, con excepción de la fianza, como se verá más adelante.
Si el propio deudor constituye una prenda, hipoteca o anti-
cresis, la causa de la obligación de garantía, es la misrAa de la
obligación principal, si se constituye conjuntamente ·con ella. Si
es poteríor, la causa será alguna ·ventaja concedida por el acree-
dor (plazo, reducción de intereses, mutación del lugar del pago,
etc.~·o bien la mera liberalidad, para favorecer al acreedor.

u;;; Un principio semejante informa causa onerosa que 'pueda estimal·sc


el precepto del arto 1.367 que al re· en dinero, no contribuyen sino con
solver sobre la responsabilidad <le_ deducción del gravamen ... ". Igual
los legatarios por las deudas de la- criterio se aplica también en materia
herencia dispone: "Los legado~ con de d<;maciones remuneratoriílS, etc.
',1

"

40 Avelino León Hurtado

Si es un tercero el que presta la garantía, lo que siempr~


sucede en la fianza, la causa puede ser la mera liberalidad, si el
obligado nada recibe por el servicio que le presta al deudor,
o bien la obligación que el deudor contrae en su favor en como'
pensación. De este modo la causa de la obligación del tercero
debe buscarse en sus relaciones con el deudor y no con el acree-
dor. Frente a éste, la obligación está desligada de su causa, es
una obligación abstracta, a la que nos referiremos en el número
siguiente.
Si el acreedor promete o da al tercero una contraprestación
por la caución que le otorga, ahí está la causa de la obligación
de éste y se tratará generalmente de una 'especie de seguro.

21. OBLIGACIONES NO CAUSALES O ABSTRACTAS DE CAusA6 6.-Dis-


pone nuestro Código que no puede haber obligación 'sin una'
causa real y lícita. No obstante, tratándose de un acto abstracto,
su validez no queda subordinada a la existencia de una causa.
El acto abstracto opera como la stipulation romana, que
nuestro Código no acepta en general 6T •
Pero, como acabamos de ver, la obligación del fiador frente
al acreedor es abstracta de causa y es perfectamente válida. La
causa sólo aparece cuando se consideran las relac::iones del fiador
con el deudor, o sea, la causa queda fuera del contrato de fianza.
Hay, que convenir, pues, en que la obligación del fiador frente
al acreedor carece totalmente de causa y que no por eso es menos
válida68 • Igual cosa ocurre en los ~asos de la delegación, de la
estipulación en favor de un tercero, etc., que veremos en segui-
da. Adviértase que en todos estos supuestos intervienen tres
llIl Véase Somarriva Undurraga, el conocimiento o autorización d'e
Manuel, "Tratado de las cauciones", éste y sin que la causa o motivo
NQ 109. pág. 108. determinante del acto rl'eba ser to-
·¡Véase NQ 4, pág. 18. mado en cuenta por el acreedor e
.. Se ha fallado que "el pago he- influir en la eficacia del pago" (Ga •
cho por el fiador al acreedor es en ceta de los Tribunales, 1898, Tomo
todo caso válido, pues cualquiera III, NQ 1.127, pág. 842 (Cons. 49).
puede pagar por el deudor aun sin
La causa licita 41

personas, en que una se obliga frente a otra por cuenta u orden


de la tercera. En estos casos se permiten las obligaciones abstrac-
tas por la "seguridad jurídica", por la seguridad del tráfico.
Veremos a continuación ciertas figuras jurídicas en que
nuestra legislación acepta obligaciones abstractas de causa.
22. DELEGACIÓN.-Es un caso bien semejante al de la fianza o
caución prestada por un tercero. En. efecto, el delegado se obliga
frente al delegatario .por orden del delegan te. La causa ele esa
obligación 'Se encuentra en las relaciones del delegarlo con el
delegante, pues frente al delegatario la obligación del delegado
carece de causa; es un acto abstracto. La obligación del delegado
tendrá por causa normalmente una deuda u obligación anterior
en favor del delegante; es decir, el deudor (delegado) sustituye
a su acreedor (delegante) por otro (delegatario) con el consen-
timiento de éste (art. 1.1635). La causa de la nueva obligación
del deudor está, pues, en la obligación primitiva. Pero para el
nuevo acreedor se trata de un acto abstracto de causa, sin cmsa.
Si él deudor (delegado) no acepta frente al nuevo acreedor
(delegatario) hay solamente una cesión de crédito del deleg-ante
(cedente) al delegatario (cesionario) (art. 1.636). La aceptación
tiene importancia, por de pronto, para los efectos de la excep-
ción de compensación que pueda oponer el deudor al cesiona-
rio (art. 1.659).
El.,.art. 1.636, que contiene la norma que se acaba de indicar,
dispone: "Si el delegado es sustituido contra su voluntad al
dele~ante, no hay novación sino solamente cesión ele accion~
del delegante a su as¡eedor; y los efectos de este acto se sujetan
a las reglas de la ceSi!\n,. de .acciones"69. En verdad es imp~'opio
hablar en este caso de delegado, pues la delegación 'Supone un
acuerdo entre acreedor (delegante) y deudor (delegado) en or-
den a que éste se obligará frente al nuevo acreedor (delegatario).
le' .
.' ... : Si no hay acuerdo, se tratará solamente de una cesión de 'créditos
en la que el consentimiento del deudor no es necesario (arts .

.. El Cildigo francés no contiene una norma ~el:nejante.


42 Avelino León Hurtado

1:901 ,I.9(2) . Cuando la cesión es aceptada por el deudor (arts.


1.902, 1.904) sin reserva alguna, los efectos son iguales a Jos de
la delegación en cuanto el deudor (delegado) no puede oponer
excepciones (compensación) al cesionario (delegatario).
Pero nótese que en materia de causa, cuando hay delega-
ción, la obligación del delegado frente al delegatario es abstracta
de causa; en cambio, si hay cesión existe un solo crédito que se>
traspasa y, en consecuencia, la obligación del deudor tiene la
misma (única) causa que haya tenido frente al acreedor y ce-
dente íO •

23., ESTIPULACION EN FAVOR DE UN TE&CERo.-Este supuesto es


también, técnicamente, muy parecido al de la delegación an~e­
riormente enunciado. '
El promitente se obliga frente al beneficiario por la contra:
prestación del estipulante en su favor. He ahí, pues, la causa
de su obligación. Y si el promitente se obliga gratuitamente, la
causa de su obligación será la mera liberalidad (art. 1.449) .En
este caso, el promitente puede oponer al beneficiario todas las
excepciones que podría oponer al estipulan te siempre que naz e
can objetivamente del contrato, pero no las excepciones perso-
nales que tenga contra el estipulan te. Así, podrá oponer las
excepciones ele nulidad absoluta, los vicios dd error, fuerza -no
el dolo, puesto que no vicia el consentimiento sino cuando es
obra ele una de las partes (art. 1.4-58), "la exceptio non adipleti
contractus", plazo o condición pendientes, etc. , .. Pero no podrá
oponer la excepción de compensación proveniente de créditos
pendientes con el estipulante, o de convenciones con éste q u e > ,
modifique el derecho ya adquirido por el beneficiario, etc. 71 • ';

.i "
<> Lo cual tiene interés para la 'n Capitant. "La cause des obliga-o
tions", NQ 182, Héctor Salas N. "La' , ,
yalidez de la obligación si la causa ,c
es falsa, simulad a, i1icita, etc. Véase estipulación por otro", N'> 93, pág. " Í',

también Planiol y Ripert, obra cit., ]58. Véase también. Planiol y Ripert,
XQ 271, pág. 37i. obra citada, Tomo VI, NQ- 270, pá¿-.
376.
• \ . . . . . ';~ ~ ~ ., .. ',"' ..... '... ·I~
,

La causa licita 43

24. LETRA DE CAMBIO Y EFECTOS lOE C01\fERCI072.-Presenta igual-


mente analogía con los casos anteriores el de la letra de cambio,
cheques, títulos al portador y otros efectos ele comercio llama-
dos, en genera], títulos negociables.
En la letra de cambio, el librado, desde el momento de su
aceptación, se oblíga a pagar el documento al legítimo tenedor
de ella. La obligación del librado tiene su causa en sus relaciones
con el· librador, el cual le habrá hecho o prometido la corres-
pondiente provisión de fondos 73 • También podrá ser el deseo de
hacer una donación, un préstamo, etc. Pero frente al tenedor
de la letra, la obligación del aceptante, es abstracta, carece de
causa.
. Igual situación se presenta con los cheques, títulos al por-
tador, a la orden y, en general, tratándose de los llamados por
la doctrina "títulos negociables", que se transfieren mediante la
simple entrega manual o el endoso. Son efectos de comercio,
cuya fácil circulación es
indispensable, lo que supone a su vez
dar garantía de pago a los portadores de eIlosi4. Es decir, el
obligado -suscriptor del documento- no puede oponer al por-
tador de buena fe las excepciones que podría hacer valer a los
portadores anteriores.
La "seguridad del t¡'áfico" ha obligado a configurm' estos
actos como abstractos de causa. Y de este modo el acto es válido
aunque la causa no exista o sea ilícita, pues en este supuesto la
seguridad jurídica ocupa el lugm' de la justicia, "espeéto del
portador legítimo y de buena fe.
Nuestra jurisprudencia ha dado correcta aplicación a estos
principios 75 •
.. Véase Julio Olavarría 'Avila 185 Y sigtes. Planiol y Ripert, obra
"Manual de Derecho Comerciar'. cit., N.os 27.3 a 275, págs. 374 y
Santiago, 1956, Tomo 1I1, Capítulo sigtes.; Henri, León y jean Mazeand,
11; Arturo Davis, "La letra de cam·
.bio". Santiago, 1957. "Lecons de Droit Civil", N.os 289
.. R. D. Y J., Tomo XLI, Seco 1':1, y sigtes., págs. 228 y 'sigt~ Claro
pág. 453. Solar, NQ 928, pág. 328.
74 Véase Capitane, obra cit, N.os .. Pueden consultarse, R. D. Y J.,

,
_ ~_-.::_c~~:. _ r ~._ • __
.1 ~'
_
"-

44 Avelino Lean Hurtado

25. PRO~!ESA ABSTRACTA EN QUE SOLO Il\1TERVIENEN DOS PARTES.


PRUEBA DE LA CAUSA76.-El art. 1.467 expresa que: "no puede
haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es necesario
expresarla". Esta disposición puede enfocarse desde el ángulo
de la prueba -que es el propio y que desarrollaremos más ade-
lante- y del de la validez de la promesa abstracta.
En el antiguo Derecho se discutió el valor de los actos que
no expresaban su causa y, en general, se les negaba toda eficacia
porque se su ponía que una promesa de esta especie podía ocul-
tar una causa inmoral o ilícita. Además, se apoyaban en los
textos romanos que concedían acción de repetición, querela
non 1iumeratoe pecunia cuando el
documento en que constaba
la estipulación no indicaba.la causa 77_
Pero este criterio se abandonó en el siglo XVI debido a la
comodidad de las promesas no causadas y especialmente por
el uso cada vez más difundido en todo el mundo de los efectos
de comercio -letra de cambio, vales, etc.- en que se generalizó
una mención genérica de causa, sin mayor valor en sí, como
"valor en mercaderías", "valor en especie", etc. 7S .
Este es el origen del arto 1.1 32 del Código francés que dis-
pone: "la convención no será menos válida aunque su causa
no se exprese", y del cual se tomó nuestro citado arto 1.467.
De lo dicho aparece que toda obligación tiene validez aun-
que no se exprese su causa, aunque aparezca como obligación
a bs tracta'U .
Pero el deudor podría probar la falta de causa y, consi-

Tomo XXV, Seco 1<1, pág. 420; Tomo funda la validez del acto abstracto
XXXVIII, Seco H, pág. 560. en la arto 1.132 del C. Civil francés
<o Véase NQ 27, pág. 48. que establece sólo la presunción de
r7 Capitant, "De la cause des obli- ca usa de nuestro arto 1.467, eDil ]0
gations", N.os 44, 57 Y sigtes. que confunde "el fondo del derecho
.~ .:
<8 Capitant, obra citada, No 169. y su prueba". Véase Dabin, "La teo-' .
.., Capitant ("De la cause des obli· ría de la causa", p¡íg. 20, nota 2.
gations", NI? 165; págs. 368 Y sigtes.)
La causa lícita 45

guientemente, esa obligación aparente desaparecerá, sera nula.


La validez de esta promesa abstracta se mantiene mientras no se
pruebe la falta de causa. Estamos, pues, en presencia solamente
de una presunción legal de causa para facilitar el comercio
jurídico y no ante la validez de una promesa abstracta. Y esta
presunción de causalidad no es sino la aplicación de un princi-
pio mas amplio, según el cual todo acto se presume valido )'
quien alega lo contrario deberá probarlo 80 •
El acto abstracto sólo puede tener valor, por excepción,
cuando la ley lo diga expresamente, pues la causa es requisito
de la existencia del acto. En las legislaciones en que se da valor al
acto abstracto, se exige siempre la observancia de determinadas
formas, como medio de advertir al deudor que quedará privado
de la posibilidad de oponer más tarde algunas excepciones. Por
eso se dice en doctrina que "la forma toma el lugar de la
causa"Sl.
Si se trata de un contrato bilateral que cons~e por escrito,
la causa estará siempre expresada, pues aparecerán las obliga-
ciones de las partes que son a su vez la causa recíproca de ellas.
Si el acto es unilateral, es frecuente también que la causa
aparezca del acto mismo, como sucede con el mutuo, en que el
deudor se obliga a restituir ]a suma de dinero que declara haber
recibido del acreedor.
. Lo dicho no obsta a que se pueda probar que la causa no
existe realmente, que es falsa o que es simulada.
En estos supuestos, cuando la causa aparece expresada en
el documento que deja constancia del acto, no será admisible la

00 Claro Solar, obra cit., Tomo XI, principio, pues probado el contrato
NO 937, pág. 346; A. Alessandri Besa, en general, se da por probada la
obra cit., N<> 233, pág. 221; Planiol causa. F. Messineo, "Doctrina Gene-
y Ripert, Tomo VI, N .os 267 y 268, ral del Contrato", Cap. n, NO 11,
págs. 367 y sigtes. El Código Civil letra B), pág. 111.
italiano de 1942 no mantuvo los arts. 81 F. Messíneo, "Manual de Dere·

1.120 y 1.121 del antiguo Código que


establecían la presunción de causa-·
cho Civil y Comercial", Buenos Ai.
res, 1954, Tomo II, Párrafo 38, N9
,
lidad, pero de hecho rige el mismo 11 bis, pág. 3?7.
46 Avelino León Hurtado

prueba de testigos para acreditar la falta de causa, pues confor-


me con el art. 1.709, inc. ¡2<?: "No será admisible la prueba de
testigos en cuanto adicione o altere de modo alguno lo que
se expresa en el acto o contrato, ni sobre lo que se alegue haber-
se dicho antes, o al tiempo o después de su otorgamiento ...", a
menos que haya un principio de prueba por escrito, es decir,
"un acto escrito del demandado o de ~u representante, que
haga verosímil el hecho litigioso" (art. 1..11). .
En los demás actos o contratos puede no aparecer expresada
la causa, pero por la presunción de causalidad que acabamos de
indicar, será el deudor, el que niega la existencia de causa,
el que deberá probar la falta de causa 82.
Aplicando estos principios, nuestra Excma. Corte ha resuel-
to que si en un juicio ejecutivo el ejecutado pretende que la
obligación cuyo cumplimiento se persigue carece de causa, debe
probarlo; e invalidó el fallo de segunda instancia que había
resuelto 10 contrario. La doctrina es la siguiente: "Es nula por-
que infringe los arts. 1.467 Y 1.698 del Código Civil la sentencia
que declara que corresponde al ejecutante la prueba de la ex·
cepción alegada por el ejecutado, de nulidad de la obligación
por carecer de causa real y lícita, y que, con tal antecedente,
acoge la excepción. Si bien no puede haber obligación. sin causa
real y lícita, no lo es menos que no es necesario expresarla, por
lo cual el hecho de que no se exprese no basta para deducir que
carece de ella, ya que puede establecerse en el juicio en forma
legal.
Opuesta por el ejecutado la excepción de nulidad de la obli-
gación fundada en que carece de causa real y lícita, incumbe
n éste justificarla, y si no cumple con esta obligación, debe des-
hecharse la excepción y acogerse la demanda ejecutiva"sa .
.. Así se ha fallado también reite- público. R_ D. Y J., Tomo XXXIX,
radamente. R. D_ Y J., Tomo XV, . Sec. 1;t, pág_ 505_ .
Seco 1'1, pág. 292. Tomo XXXVIII, "" R. D. Y J., Tomo XV, Sec_ 1'1-,
Seco H, pág. 383. La prueba de la pág. 292. En el mismo sentido de
falta de causa puede producirse aUIl· que no es necesario expresar la cau_
que el acto conste de instrumento sa, pueden consultarse· los siguientes
La causa licita 47

En resumen: cuando intervienen sólo dos partes, debe haber


siempre una causa; la ley no acepta el acto abstracto. Pero como
la ley presume la existencia de una causa real y lícita y, por
otra parte, al deudor de una obligación cuya causa no se expre-
sa, será muy difícil probar la falta de causa, de hecho estas obli-
gaciones pasan a tener plena validez*. O sea, cuando el deudor se
obliga sin indicar el porqué, sin señalar la contraprestación
recibida o prometida, o la intención de donar, surge una obli-
gación abstracta, que teóricamente no tieIle valor por carecer de
causa, pero que de hecho es plenamente dicaz. El art. 1AG7
da una norma de prueba al presumir la GlllS:l, pero lleva a un
resultado semejante al de las legislaciones que dan valor al aero
abstracto.
26. l'ROMESA ABSTRACTA EN QUE INTERVIENEN TRES PERSON.'\S.-
Distinto es el caso de la promesa u oblig~ción abstracta en que
intervienen tres personas y que son válidas ¡lUnque carezcan
absolutamente de causa, como hemos visto en ]05 númerOs pre-
cedentes. .
La razón de la diferencia está en que cuando intervienen
dos personas, si se prueba que la obligación no tiene causa, se
justifica plenamente la sanción de nulidad o inexistencia de esa
aparente obligación.
En cambio, cuando intervienen tres personas, como en la
fianza, la obligación del fiador trente al acreedor carece de cau-
sa, pero en sí misma tiene una causa que aparece de las relacio-
nes del fiador para con el·deudor s4 •
fallos de la misma Revista: Tomo ~lrge una figura jurídica especial en
IlI, Seco 1~, pág. 406; Tomo XVI, que no hay delegación ni cesión de
Seco 111-, pág. 99; Tomo XXI, Seco !\l, crédito. El corresponsal se obliga
pág. 537. frente al tenedor porque entiende
• Véase N9 27, pág. 48. hacer un préstamo o servido al ban·
e. Cnando una persona se obliga quero que emitió la carta, pero fren-
por orden de un tercero de quien te al beneficiario su obligación es
no es representante, como sucede abstracta. Esta operación, que es muy
con la carta de crédito que da nn frecuente hoy en día, se llama en
banqueTo para ante un correspollsal, . derecho suizo asignación (art. 166

...
48 Avelino León Hurtado

Si resultare a la postre que esta causa real tampoco existe,


la obligación frente al acreedor no se altera, pero el obligado
tendrá acción de repetición .contra el deudor, con lo que, aún
en ese supuesto, se mantiene la justicia conmutativa que infor-
ma la doctrina de la causa y se da seguridades a este acreedor,
que debe ser, normalmente, ajeno a las relaciones que determi-
nan la causa de la obligación que el tercero contrae en su favor.
Por eso nuestro Código dispone que si "el que delegado por
alguien de quien creía ser deudor y no lo era, promete al acree-
. dor de éste pagarle para libertarse de la falsa deuda, es oblififdo
al cumplimiento de su promesa; pero le quedará a salvo-'u
derecho contra el clelegante para que pague por él, o le reembol-
se lo pagado (art. 1.06133).
1

Este acto abstracto tiene, pues, plena validez. Si la ley no le


reconociera este valor, que es excepcional, el delegado no estaría
obligado al cumplimiento de su promesa, pues su obligación
carecería de causa. Y si paga, podría repetir por igual razón;
sería un pago de lo no debido.
~
El arto :2.<295 sienta una regla semejante, inspirada en prin- "

cipios de equidad. "Si el que por error ha hecho un pago (causa


falsa), prueba que no lo debía, tiene derecho para repetir lo
pagado.
Sin embargo, cuando una persona a consecuencia de un
error suyo ha pagado una deuda ajena, no tendrá derecho de
repetición contra el que a consecuencia del pago ha suprimido
o cancelado un título necesario para el cobro de su crédito; pero
podrá intentar contra el deudor las acciones del acreedor".

27. MEDIOS DE PRUEBA.-Hemos dicho ya que la causa se presu-


me y, por consiguiente, no es necesario que se indique. El que

de ese Código). Véase PlanioI y materia (arts. 783 a 792 de ese Có-
Ripert, obra cit., N9 272, pág. 373. digo) .
En el Código alemán existe también
una reglamentación especial en esta
La causa lícita 49

pretenda que el acto carece de causa, deberá probarlo. Esta


prueba es de suyo difícil.
En cuanto a los medios de prueba, si en el acto o contrato
no se expresa la causa se podrá acreditar por todos los medios,
incluso por testigos, ya que no se probaría contra el documento,
toda vez que la causa no se menciona y no se viola entonces el
arto 1.709 que rechaza "la prueba de testigos en cuanto adicione
o altere de modo alguno lo que se exprese en el acto o contrato,
ni sobre lo que se alegue haberse dicho antes, o al tiempo o
después de su otorgamiento ... "sr..
Además, lo dicho rige aunque se trate de insu'umento pú-
blico, pues "el hecho de que ciertos instrumentos públicos ten-
gan el valor de escritura pública no impide que se pueda probar
por los medios legales correspondientes, que el acto a que el ins-
trumento se refiere,.es nulo por falta de causaBG.
Si, por el contrario, la causa se expresa en el acto o contrato,
rige la limitación contenida en este art. 1.709. Y ésta será la
única limitación a los medios de prueba que se puedan emplear.
En suma, con la limitación de la prueba testimonial que
acabamos de señalar, la falta de causa se puede acreditar por
todos los medios probatorios.

128. PROMESA ABSTR.....CTA EN EL CODIGO ALEMAN.-EI arto 780 del


Código Civil alemán s7 acepta la promesa abstracta siempre que
conste por escrito. Dice ese artículo: "Para la validez de un
contrato por el que se prometa una prestación de tal modo que
la promesa se convierta en causa de la obligación, deberá C011-
signarse por escrito dicha promesa, a no ser que se haya prescrito
en otra forma".
De este modo, mientras nuestro Código presume que hay
una causa válida en toda obligación y será el deudor quien deba

66 Planiol .y Ripert, obra citada, so R. D. Y J., Tomo XXXIX, Seco


NQ 268, pág. 368. Henri, León y H, pág. 505.
Jean Mazeaud, "Lecons de Droit ., Igual norma establecen el Códi-
Civil", )./<;> 290, pág. 229. go suizo y el polaco.

~.
50 Avelino León Hurtado

demostrar 10 contrario, el Código alemán prescinde del factor.


causa y basta que la obligación conste por escrito para que
tenga valor.
Pero el Código alemán acepta que el deudor pueda excep-
cionarse de cumplir si ha habido error (arts. 119, }121 Y 122) ; si
la causa de su obligación es ilícita (art. 81.7) y, en general, si ha
habido enriquecimiento sin causa (arts. 8],2 a 18212) 8S.
Además, tratándose de causa ilícita, el Derecho alemán hace
excepción a su teoría de la declaración de voluntad, ele la pro-
mesa abstracta, y permite juzgar los motivos ilícitos prescindien-
do del simple contenido formal del acto, al igrial que ocurre en
nuestro Derecho. Y así "será nulo todo acto jurídico contrario·
a las buenas costumbres" (art. 13B, C. Civil alemán) 8G. Y al
reemplazar este Código la noción de causa, por la noción extra·~
contractual de enriquecimiento sin causa, incurre en el mismo·
error de técnica que hemos criticado al Derecho Romano. En
esta forma se vuelve en cierta medida a la doctrina de la causa,
en cuanto se persiguen las ventajas que de ella derivanDO.
29. LA CWSA DEBE SER REAL.-El Código elísponeen el arL 1.467
que la cansa elebe ser "real y lícita, pero no es necesario expre-
,~ \

sarla". Y agrega: "así la promesa de dar algo en pago de una


deuda que no existe, carece de causa ..• ".
En doctrina se discute si un acto jurídico puede carecer de
caus;:¡ y si es lo mismo la falta de causa que la falsa causa o el
error en eIla 91.
ss Es decir, si no hay acto jurídico la antigua .estipulación romana, en
que justifique el enriquecimiento, lo que las palabras y las formas te·"
que equivale a la condictio sine cal/- nían más valor que la voluntad de
S/! del Derecho Romano. Igual nor- las partes (Obra cit., NQ 138). Véa-
ma con tiene el art. 62 del Código se tambiéll Raymond Saleilles, "De
Suizo de las Obligaciones. la declaración de la volante", NQ ,"',l.

s. Véase Salailles "De la declara. 14 pág. 256; Henri, León y Jean


tion de volante', KQ 40, pág. 268. Mazeaud "Le con s de Droit Civil",
00 Josserand critica el sistema ale· NQ 266, pág. 212.
mán y dice que es nn retroceso de la m Jorge E. Mera, obra cit., NI? 121
ciencia jurídica, pues se hace revivir Y sigtes., pág. 110.
La causa lícita 51

En primer término, nuestro Código exige que la causa sea


real y esto significa que objetivamente debe existir una causa.
No interesa saber si subjetivamente para el autor existe una
causa, pues ello importaría caer en la causa ocasional en la que
siempre habrá algún motivo que justifique su existencia, "a
menos que se trate de la obra de un loco". La causa es inmutable
y no se altera por error de derecho en que incurran las partes.
El acto no producirá otro efecto que el correspondiente a su
estructura jurídica, cualquiera que sea la idea que al respecto
tengan las partes. Esta objetividad, esta impersonalidad, es la
,que distingue la causa de los motivos. La falta de causa final
y la causa final errónea o falsa, son una misma cosa, o en todo
caso, produce iguales efectos. Quien celebra un acto sin causa
está en igual situación que si contratara creyendo que la causa
existe. Además, siempre se contratará creyendo que existe una
causa 92 •
El ejemplo del Código confirma lo dicho: "la promesa de
dar algo en pago de m,..,deuda que no existe, carece de causa".
No hay causa porque no hay obligación anterior y, normalmen-
te, habrá falsa causa porque el que hace la promesa sólo se
obligará por su creencia de que existe esa obligación, o sea,
porque para él hay una causa falsa, lo que equivale a decir que
no hay causa.
Por eso, si las partes transigen sobre un pleito ya fenecido,
la transacción carece de causa, "porque no existe motivo real ni
aún aparente que haya inducido a las partes a la celebración
del contrato, esto es, a poner fin extrajudicialmente a un litigio
terminado ya por los tribunales de justicia"9S.
y de igual manera, si una persona se obliga a indemnizar
lo que en realidad no debe, su obligación es nula por falta de

0:1 Beudant, "COUIS de Droit Civil cons de Droic Civil", Tomo H, NQ


FIancais", Pans, 1936, tomo VIII, 279, pág. 223.
NQ 202, pág. 143; Alessandri Be- .. Gaceta de los Tribunales, año
sa A., obra dt., N9 220, pág. 208; . 1909, Tomo 1, Sent. 287, pág. 434.
Henri,· León et J. Mazeaud, "Le_

...
52 Avelino León Hurtado

causa, porque "para que proceda la indemnización de perjuicios


es necesario que el que los toma sobre sí tenga la obligación de
pagarlos, o sea deudor de ellos; si no hay obligación, se reconoce
una deuda que no existe o una responsabilidad que no se tiene,
y en tal caso la obligación carece de causa real, pues el motivo
que ha inducido a contraerla, que ha sido extinguir esa respon-
sabilidad o pagar esa deuda, no tiene existencia legal"94. Nótese
que si la causa desaparece con posterioridad -perece la cosa
comprada- puede haber resolución del contrato, pero no nuli-
dad por falta de causa o de objeto.
Será también el caso de] heredero que basándose en 'un tes- • ~~ I

tamento se obliga a pagar un legado, en circunstancias que el


testamento había sido revocado en esa pa.rte95.
Tampoco habrá causa si se contrata un seguro para ponerse
a cubierto de un riesgo que no existe; si un moribundo enajena
un inmueble a una persona que se obliga en cambio a alimen-
tarIo durante la vida del primero; "'/, en general, cuando se cele-
bre un compromiso con el propósito de remediar una situación
que no existe!JB.

30. LA FALTA DE CAUSA EN ACTOS A TITULO GRATUITO.-Si el acto


es a título gratuito no se concibe la falta de causa, .pues siendo el
fin la mera liberalidad, siempre habrá una causa, siempre se cqn-
seguirá el fin de hacer la liberalidad. Es' casi imposible separar
aquí la causa del consentimiento.
Si se padece de error en cuanto a las personas, la sanción
deberá encontrarse en este vicio, pero no puede hablarse de falta
de causa97 • .

., Gaceta de los Tribunales, año pintoresco: en el siglo pasado era


1889, Tomo r, Sellt. 404, pág. 342, posible y lícito "comprar un reem-
'" ]osserand ~'Les mobiles ... ", plazante" pal'a el cumplimiento del
N9 33. pág, 48 . servicio militar. Si ·el supuesto obIi=
.. Josserand "Derecho Civil", To· gado descubría que estaba exento
mo n. Vol. r, NQ 132, pág,. 97. La de tal obligación militar, se anulaba
Jurisprudencia francesa ha resuelto el contrato por falta de causa,
otros casos que pueden calificarse de o; Nótese la diferencia en cuanto
La causa lícita 53

31. CAUSA FALSA. ERROR DE HECHO Y ER'ROR DE DERECHO.-Se ha-


bla de causa falsa cuando las partes creen equivocadamente que
existe una caUSa. La falsa cau-:.a es sólo un caso de ausencia de
causa. Como la existencia de la causa se determina con criterio
objetivo, si ésta no existe, el error de las partes no altera la situa-
ción y el acto carecerá de causa. Así, si se hace un pago sin que
haya una deuda, ese pago carece de causa y puede repetirse 9S ,
a menos que se pruebe que el pago se ha hecho con conocimien-
to tanto de los hechos como del derecho, en cuyo caso hay que
presumír la donación, el animus donandi, en ese pago aparente.
Es lo que dispone el ,art.1,2. 299: "Del que dá lo que no debe no se
'
presume que lo dona, a menos de probarse que tuvo perfecto
conocimiento' de lo que hada tanto en el hecho como en el dere-
cho". Y por igual razón, "se podrá repetir aún lo que se ha pa-
gado por error de derecho, cuando el pago no tenía por funda-
mento ni aun una obligación puramente natural" (art. 2.-297).
O sea, el error en que incurre el que paga, aunque sea de dere-
cho, no valida el pago si no hay un~ deuda, una causa que lo
justifique. ....
, Enfocando, pues, estos dos artículos desde el ángulo de la
causa- ilparece cIaro que en ellos se acepta invocar el error de de-
recho, no para lucrar sino precisamente para evitar un daño

a sus efectos: el error en la persona patrimonio suyo, carece de causa


se sanciona con la nulidad relativa, real y efectiva, por cuanto se ha
si concurren ]05 requisitos legales; probado que el demandante no te-
la faIta de ca usa, se sanciona con la 'nía ]a calidad de contribuyente para
nulidad absoluta_ Jos efectos del impuesto complemen-
os Así se ha fallado que "precede tario. por tratarse de un extranjero
acoger la acción de repetición de las que no residía en Chile en los arios
sumas pagadas al Fisco por error, tributarios a que se refiere el juicío,
en concepto de impuesto global com- por lo que resulta de toda eviden-
p]ementario, si ha quedado estable- cia que tal gestión oficiosa de pago
cido que la obligación tributaria que se realizó por error, dado qlle la
se satisfizo por quienes no tenian obligación solucionada en estas con-
la representación del demandante diciones especiales, carecía de catl-
y obraron oficiosamente a su nom-- Sil y no era debida por aquél". R,
bre, solucionándola C011 cargo al D. Y J- -Tomo LI, Seco l~, pág. 27_
54 Avelino León Hurtado

("damnovitando, lucro captanelo") , pues en última instancia la


ley desea que el que recibió el pago no pueda retenerlo asílán-
dose en el error de derecho del que pagó, pues eUo equivaldría
a dar una justificación jurídica, una causa, a esa aparente obli-
gación y, consiguientemente, al pa§O.
En conclusión, si no hay causa, el acto es nulo aunque las
partes por error de hecho o de derecho crean que existe una cau-
sa09 • y por la inversa, si hay una causa y las partes por error
creen que es otra o que no existe causa, el acto puede ser vá-
Jido 100 •
De aquí que el arto 2.,295 dispone: "., .cuando una persona
a consecuencia de un error suyo ha pagado una deuda ajena, no
tendrá derecho de repetición contra el que a consecuencia del
pago ha suprimido o cancelado un título necesario para el cobro
de su crédito; pero podrá intentar contra el deudor las acciones
del acreedor". La apreciación subjetiva sobre la existencia de la
causa no tiene, pues, influencia, lo que confirma una vez más que
nuestro Código sigue la doctrina de la causa final, y no la ocasio-
nal, con la salvedad que hemos hecho sobre la causa ilícita101 •
Finalmente, si no hay caUsa y las 'partes por .error creen que
existe, la sanción no debe buscarse en el error -vicio del consen-
timiento- (art. 1l'.453) sino en la falta de causa (arts. 1:4s.i y
1.682) 102,

•• Por eso carece de causa la mani.. cosa arrendada es la causa para el


festación de voluntad de una perso- arrendatario y el precio la causa
na en la que declara reconocer la va- para el arrendador, "no constituyen-
lidez de un testamento y se compro- do la ca·usa del contrato los motivos
mete a no impugnarlo, creyendo que que haya podido tener el arrendata-
era válido si después una sentencia rio para aceptar un aumento de la
j ndicial declara la nulidad de dicho renta". R. D. Y ]., Tomo xxxvn,
testamento (Gaceta de los tribunales, Seco }<I, pág. 383 (consid_ 13) .
año 1899, Tomo II, Sent, 1.125, pág. lOO Véase nuestro trabaJo sobre '"La

921) . voluntad y la capacidad en los actos


100 A. Alessandri Besa, obra cit., jurídicos", NQ 135 (El error obstácll-- 'j
N<;>222, pág. 210 lo y la falta de causa) , pág. 194.
lDi Se ha fallado que el gOC(! de la
La causa licita 55

32. CAUSA SIMULADA ..-Existe causa simulada cuando las partes


de común acuerdo, para inducir a error a los terceros, sefíalan
a la convención o contrato una causa que es falsa. Es decir, las
partes deliberadamente crean un¡¡. causa aparente para inducir
a error a los terceros.
Si la simulación es absoluta, si no llay causa, el acto será
nulo. Es el caso del deudor insolvente que reconoce una deuda
que no existe, coludido con un tercero, a fin de perjudicar a
sus acreedores en el futuro juicio de quiebra.
Si por el contrario, la simulación es relativa, esto es, si hay
una causa falsa señalada por las partes para inducir a error a los
terceros, pero existe también una causa real y lícita no expre-
sada, el acto es perfectamente válido l03 •
Por eso se ha fallado que "no obsta a la validez de la obli-
gación la simulación de la causa, si la causa yerdadera u oculta
es perfectamente lícita"104.
Igualmente si el comprador reconoce deber a título de mutuo
el saldo de precio que queda adeudando, hay una causa reaL y lí-
cita. Lo que no obsta a que el contrato verdadero prevalezca y,
ppr consiguiente, ese mutuo 110 podr~ devengar más ínterese~
que los permitidos por la ley (Ley Nq 4.691 de 27-XI-I929 y
Ley N9 IllM4 de 9-IX-195l3) 105.
Si por el contrario se reconoce deber a título de mutuo lo
que se debe por juego de azar, habrá causa ilícita.
Igualmente si se hace una donación a la concubina para
iniciar o mantener el concubinato, y se simula una comp¡'aventa
(u otro acto a título oneroso) en que el vendedor declai"a recibir
el precío,Ja causa es inmoral y, consiguientemente, Ilay nulidad
absoluta~
Cuando la simulación la acuerdan las partes con el propósi·

lO> Véase nuestro trabajo "La vo· ,''' R. D. Y J., Tomo LlI, Scc.
luntad )' la capacidad ... ", X~ 106, 2'.1, pág. 60. . '
pago 151 y sigtes. , •• Humberto Pinto" "El cOIlcubi·
lO' Gaceta 'de los Tribunales, afio nato y sus efec(os jurídicos" Ed. Nas-
1890, Tomo n, Sent, 3.966, pág, 887. ¡;im~nEo, 1942, NI' 57, pág. 103,
56 Avelino León Hurtado

to de perjudicar a terceros, hay también causa ilícita. Se ha fa-


llado que si el marido celebra contratos con el propósito de
defraudar los derechos de su mujer en la liquidación de la
sociedad conyugal (si este hecho llegaba a producirse a raíz de
la acción de divorcio perpetuo deducida por la mujer), "en
dichos contratos no hubo de parte de los contratantes la volun-
tad real de celebrarlos y faltó en ellos, además, una causa real
y lícita. Por consiguiente, son nulos de nulidad absoluta"lor.

33. SANGraN A LA FALTA DE CAusA.-En doctrina la falta de causa


acarrea la inexistencia jurídica. Dentro de nuestra legislación
positiva la sanción es la nulidad absoluta 10S • Esta materia se ha
discutido, pero creemos que la opinión sustentada por José
Clemente Fabres lOlI y seguida por Arturo Alessandri R., Arturo
Alessandri BesallO y otros, es la que más se ajusta a nuestros
textos legales y por eso sostenemos que la sanción es la nulidad
absoluta. En efecto, el arto 1.682 dispone que hay nulidad abso·
luta si se omite "algún requisito o formalidad que las leyes
prescriben para el valor de ciertos actos y contratos en conside·
ración a la naturaleza de ellos y no a la calidad o estado de las
personas que los ejecutan o acuerdan ... " y entre estos requisi-
tos exigidos en consideración al acto o contrato está indiscutible-
mente la causa.
Además, en numerosos casos el legislador sanciona específi-
camente la falta de causa con la nulidad absoluta (arts. 1.630,
1.814, :2.452, ·i2.455, etc.).
Finalmente, el arto 1.682 sanciona la causa ilícita con la nu-
lidad absoluta y el arto 1.416,7 dice que no puede haber obliga-
101 R. D. Y 1., Tomo LV, Seco I¡l, Jorge E. Mera ]\,folina, obra cit., NQ
pág. 188. Además, en este caso cabe 179, Y sigtes., pág. 167 Y sigtes.).
aplicar la sanción del arto 1.768, C. IDO J. Clemente Fabres, Obras com-

Civil. pletas, Tomo nI (Stgo., 1908); pág.


108 También se ha sostenido que !O3.
la falta de causa acarrearía nulidad 11O Arturo Alessandri B., Obra ...
relativa, pero esta tesis ha sido de- cit., Nt;> 237, pág. 227 Y sigtes.
finitivamente abandona. (Véase
La causa lícita 57

ción sin una causa real)' lícita, es decir, equipara la causa real
a la causa lícita y, en consecuencia, la falta de caUsa real debe
tener igual sanción que la causa ilícita 111 •
Estas razones de doctrina han determinado una jurispru-
dencia constante en este mismo sentido. Así, se ha {:¡llado que
es nulo un mutuo otorgado por escritura pública; por no ha-
berse probado cuál fue ·la causa de la obligación 112, una com-
praventa por falta de precio, porque siendo ésta la causa de la
obligación del vendedor, su falta hace que el contrato carezca ele
causa respecto de uno de los contratantes, y el precio falta cuan-
do las prestaciones a que se obliga el comprador no constituyen
jurídicamente, precio 113 • Una subrogación hecha por un here-
dero que pagó ciertas deudas con dineros de la sucesión, por lo
cual la subrogación se dictó en favor de ésta, no pudiencl(l, en
consecuencia, el heredero ceder ningún derecho; al faltar esos
derechos, la subrogación carece de· causa I14 ; y carece de causa la
compraveilta si los derechos vendidos sobre un inmueble perte-
necían al comprador o no existían llo .
La opinión que propugna la inexistencia jurídica en caso
de falta de causa, se basa principalmente en que "si todo acto o
declaración de voluntad requiere esencialmente una causa, la
falta de causa, se opone al perfeccionamiento jurídico del acto
y el acto, por lo mismo, no existe; no es un ~cto nulo sino un
acto que no ha podido nacer a la vida jurídiLa. Sucede a este
respecto con la falta de causa, lo mismo que con la falta de ob-
jeto; el acto en que falta la causa no puede existir, como no pue-

iU A. AIessandri Besa, Obra cit., 1<L, pág. 60G. O tro fallo semejan-
N<> 239, págs 228 Y sigtes. te puede consultarse en Tomo XLII,
,.,. R. D. Y l, Tomo 8, Sec. 2<', Seco 1¡l, pág. 20.
pág. 7. .. llII Gaceta ele los Tribunales, ¡tIlO

lJ.3 R. D. Y J., TOmo XXI, Seco 1'1-, 1933, 2<:> semestre, NQ 131, p;íg. 43i
pág. 973. • (Cons. 24).
". R. D. Y J., Tomo XXVIII, Seco
58 Avelino León. Hurlado

de existir el acto o declaración de voluntad a que la voluntad


debe referirse"116.
Pero tanto este argumento como los demás que se dan para
sostener la inexistencia dentro de nuestro Código, desaparecen
cuando se llega al título XX del Código en el que se consagran
las sanciones a la omisión de requisitos o formalidades de los
actos, pues sólo se contempla la nulidad y la rescisión y no ·se
menciona siquiera la inexistencia.
El profesor Julio Philippi en su trabajo "Notas sobre Nuli-
dad e inexistencia en nuestro Código Civil"117 se muestra. parti-
dario de la inexistencia porque el arto U3'&2 no señala como causal
de nulidad absoluta la falta de causa, y como esas causales son
taxativas, se trata de una materia de derecho estrIcto, Pero olvi-
da, como bien expresa Alessandri Besa1l8, que la causa puede
quedar incluida entre los requisitos que se exigen en considera-
ción a la naturaleza del acto o contrato.
Finalmente sobre la sanción a la ausencia parcial de causa,
nos remitimos a lo dicho en el Nc;> 15, pág. ·314 de este trabajo.

llO Claro Solar. Tomo XI, NQ 933, ci tada NQ ] 84, pág. 173 Y sigtes.
pag. 339. "" Obra citada, N9 242, pág. 231.
m Citado por Jorge Mera, obra

:".1
::=

) 59 (

Capítulo 11

CAUSA ILICITA

34. CAUSA lUCITA.-La causa además de ser real, debe ser licita
de acuerdo con lo dispuesto en el arto 1.467. Esta exigencia per-
mite a los tribunales mantener el control de la moralidad de
los contratos, La autonomía de la voluntad, que permite a los
particulares la absoluta libertad contractual, está limitada nece-
sariamente por el irtterés general que exige la represión de la
inmoralidad. El análisis de los motivos que determinan a contra-
tar acarrea sin duda cierta inestabilidad en los contratos llO pero
en la escala de valores, antes que la estabilidad jurídica, está el
mantenimiento de las normas morales esenciales,
Según nuestl'o Código, es causa i~ícita "la prohibida por ley
o contraria a las buenas costumbres o al orden público (art.
1. 4167) " 1 !!O •
"Así la promesa de dar algo en recompensa de un crimen o
de un hecho inmoral, tiene una causa ilícita (art. 1."167) ".
Hay, -en consecuencia, causa ilícita cuando el acto está pro-
hibido, cuando es contrario a las buenas costumbres (inmoral),
y, finalmente, cuando sea contrario al orden público.
Hemos analizado en otl'a oportunidad los conceptos de ley
prohibitiva, buenas costumbres y orden publico, al tratar el obje-
to moralmente imposible y las limitaciones a la autonomía de la
voluntad 121 , Nos remitimos a lo dicho en esos u'abajos, sin
no Cuando los motivos son equi- doctrina -y jurispntdencia francesas
vocados rigen las reglas del error y tienen en esta materia gran valor
pueden ser vicios del consentimienlo para nosotros.
en ciertos casos. Véase nuestro traba_ = "El objeto en los actos jurídi-
jo "La voluntad y la capacidad en cos", }l"Q 22 Y sigtes., págs. 46 y sigtes.
los actos jurídicos", NQ 123 Y sigtes., "La voluntad y la capacidad en los
pág. 173 Y sigtes. actos jurídicos", NO;> _41, pág. 72 }'
,"" Como este inciso es copia del . sigtes.
art, 1.133 de] e, Civil francés, la
60 Avelino León Httt·tado

perjuicio de dar aquí algunas nociones generales indispensables


para la unidad de este estudio.
Los conceptos antedichos se aplican tanto al objeto como
a la causa del acto jurídico (arts. 1.461 y 1.467). Pero si bien
coinciden generalmente el objeto ilícito con la causa ilícita, no
. es necesario que así ocurra siempre. Además, cuando en los con·
tratos bilaterales hay objeto ilícito, la obligación que tiene
ese objeto, es causa para el otro y será ilícita, pero no debido a
esta circunstancia, no como reflejo de esta ilicitud, sino porque
esa causa es ilícita aplicando el arto 1.467, propio de la causa 122 •
Por otra parte, en los contratos bilaterales el objeto puede
ser lícito y, en cambio, ser ilícita la causa. Así, el arrendamiento
de un inmueble destinado a instalar una casa de tolerancia, tiene
un objeto lícitol~3; pero adolece de causa ilícita, como veremos
más adeIan te 124 •
Si el contrato es unilateral, la causa será ilícita si el fin
perseguido al contratar es prohibido por la ley, o es contrario a
las buenas costumbres o al orden público. Será el caso, por ejem.
plo, de un préstamo de dinero destinado específicamente a con·
tinuar un juego de azar.
Si el contrato unilateral es gratuito (donación, mandato sin
remuneración) la causa ilícita estará también en el fin persegui~
do al contratar, como se verá en varios supuestos que analizare·
mas en los números siguientes.

(35. LEYES PROHlBITlvAs.-Se entiende por leyes prohibitivas las


que impiden ejecutar un acto, sin que sea posible realizarlo en
modo alguno. Así, el guardador no puede comprar o arrendar
para sí bienes raíces de su pupilo -arto 412-; no puede condo·

= Arturo Alessandri B., obra cit., objeto, ni tampoco a la formación


Nº 211, pág. 200. del contrato, sino a su terminación

*' '"" Nuestro arto 1.937, cuando ha-


bla del inquilino que emplee la ca-
sa o edificio en un oh/eto ilícito no
por el uso inmoral que se dé a la
casa arrendada.
"" Véase NQ 41, pág. 68.
se refiere a la acepción técnica de
La causa ilícita (51

narse el dolo futuro -arto l.405-; no puede estipularse pro-indi-


visión por más de cinco años -arto 1.1317-, etc.
También se incluyen entre estas leyes, las imperativas cuan-
do sus requisitos se han establecido por razones superiores de
conveniencia general, porque estos preceptos, en esencia, impo-
nen la pt'Ohibición de celebrar el acto en forma distinta de la
señalada por la ley (la venta de bienes raíces debe hacerse por
escritura pública -arto 1.801- lo que equivale a decir que estú
prohibido celebrarla en otra forma; el padre que se obliga a no
inscribir a su hijo recién nacido, contraviene a una ley imperati-
va y tal pacto debe considerarse pt'Ohibido (arts. 28' y 129 Ley
sobre Registro Civil) m.

36. ActOS CON'I'RARIOS AL ORDEN PUBLIco.-Sin pretender definir


el orden público -concepto tan difícil de l:irecisar, no obstante
que a toelos nos parece entenderlo claramente- diremos que se
trata de principios, normas o reglas que miran a los intereses
generales de mayor importancia para la sociedad. Por eso "inte-
rés general o interés de orden público son nociones muy seme-
jantes"126.'
Nuestra jurisprudencia ha declarado que "el orden público
es .la organización considerada como necesaria para el buen
funcionamiento general ele la sociedad"127.
El concepto de orden público varía de una época a otra, de
un país a otro, considerando principalmente el régimen político
de cada Estado. Se atenta al orden público, por ejemplo, en
toda convención que cambie o modifique el estado o capacidad
de las personas 1.2S ; o !a organización de la familia (matrimonio,
,.r; En cuanto a los actos celebra- . se el interesan te trabajo de Ra ymon,¡
dos en fraude de la ley, véase nues- SaleilIes "De la declara tion de VD·
tro trabajo sobre '"El objeto .en los Ion té", Ni) 41 Y sigtes., pñg. 269 Y
actos jurídicos", NQ 24, pág. 49 Y sigtes.
sigtes. ",.. Gaceta, año 1946, 29 semestre,
>!!. Planiol 'y Ripert, obra citada, NQ 70, pág. 391.
NQ 226, pág. 305. Sobre la extensión. >!,A Salvo el pacto ~e separación
del concepto de orden público, véa· total de bienes (art. 1.723) ya que
62 Avelino León Hurtado

patria potestad, autoridad paterna, etc.) o que atente a la li··


bertad de conciencia; o que imponga una prohibición absoluta
y perpetua de enajenar; yen los contratos que se celebren duo
rante épocas de restricción en el "mercado negro" o "para]e-
10"129.130.

Las leyes de Derecho Público que organizan el Estado y se·


flalan los derechos y atribuciones de los ·distintos Poderes en
relación con los particulares, y las que fijan las garantías funda-
mentantes deé'Stos, son leyes de m'den público y, en consecuen-
cia, el acto jurídico que las contraríe adolece de cauca ilícita l3l .
Será el caso de cualquier pacto que tienda a derrocar al
Gobierno legalmente constituido, que atente·a la libertad de
sufragio, comercio, trabajo o cualquiera garantía constitucional.
Por eso en un .antiguo fallo de la Corte de Apelaciones de
Santiago se declaró que "adolecen de causa ilícita las erogacio-
nes hechas para sostener una situación revolucionaria: contra·
rían al orden público"132.
Igualmente habría causa ilícita en toda transacción sobre
una acción criminaJI33.

37. CONVENCIONES RELATIVAS A LA MONEDA EN QUE DEBAN CUM- ..


PLIRSE LAS OBLIGACIONES.-El estudio de las estipulaciones sobre
cUcho pacto es permitido y hace ce- contraria al carácter laico del Estado
sar la incapacidad de la mujer, ca- y de las personas de derecho público.
sada bajo el regÍluen de so~iedad Esto confirma la mutabilidad del
conyllgal. concepto de orden público, Seg{1fi
''''' Puede consultarse en mayor ex· sea el país, la época y su organiza.
tensión, nuestro trabajo sobre "El ción política (Colin y Capitant;
ohjeto en los actos jurídicos", N9 obra cit., pág. 679; Roger Dorat des
26 págs. 58 y sigtes. Monts, "La cause inmorale". París,
lIJO En Francia se ha fallado que 1956, NQ 5, pág. 3).
hay una causa ilícita porcontraven- . J.:Il A. Alessandri Besa, obra dt.,

ción al orden público si en una dona_ m 208, pág. 198.


ción, el donante impone como con· ia:l Gaceta de los tribunales, año

,
dici6n que el Municipio donatario 1866, Sent. 114,pág. 56.
funde o mantenga una escuela ser- , .. Véase NQ 52. pág. 73,
vida por congregacionistas, por ser
La causa ilicita 63

cláusula oro o moneda extranjera, necesitaría ser desarrollado


en un trabajo independiente, dada la amplitud y complejidad
de las cuestiones que suscita. Bástenos, entonces, decir que esas
convenciones tienen estrecha relación con el concepto de orden
público y que en los períodos de nuestra historia en que no
hubo una reglamentación clara sobre el particular, los tribuna-
les, considerando los intereses generales del país -el orden pú-
blico- fueron, en general, contrarios a dar validez a estas con-
venciones.
Nuestras leyes vigentes sobre esta materia disponen que la
cláusula oro no tiene valor, pues tales obligaciones pueden
pagarse peso a peso (art. 16, Ley N~ 8.4'03 de 29 de diciembre
de ]9415)_
En cuanto a la estipulación de pago en moneda extranjera,
a partir de la Ley N9 9.839 de 21 de noviembre de 1950, creemos
que nuestro legislador le ha reconocido valor, sitUación que ha
sido confirmada expresamente por la Ley ~Q 13.305 de {¡ de
abril de ] 959 (arts. '200 y '201) .

38. ACTOS CONTlRARIOS A LAS BUENAS COSTl.JMBRES.-Como en el


~caso del orden público, considerado más arriba, es muy difícil
precisar el concepto de buenas costumbres. Diremos que se en-
tiende por buenas costumbres todos los hábitos que se confor-
man con las reglas morales de un estado social determinado. Es,
un concepto esencialmente relativo si se consideran distintos
lugares dentro de un país, o distintas épocas o países.
El derecho, la religión, la moral y las buenas costumbres
nacieron confundidas en un solo conjunto de normas, usos y
preceptos. El derecho formó en seguida una disciplina inJepen.
diente, íntimamente vinculada con la moral y las buenas costum-
bres, todas las cuales a su vez conservaron estrechos vínculos con
la religión. Es decir, el derecho, la religión, la lIloral y las bue-
naS costumbres han alcanzado una individualidad propia, pero
mantienen siempre entre sí una unión esencial:
Las buenas costumbres son los hábitos que se conforman con
64 Avelino León Hurtado

la moral y por eso el derecho se remite a ellas para regular la


moralidad de los actos jurídicos.
Escapa a los límites de este trabajo precisar cómo debe juz-
garse cuales son las normas morales imperantes en cada colecti-
vidad: si aquellas que se conforman con una religión, o con un
sistema filosófico determinado o con la práctica reiterada, etc. 134 •
Lo que sí debemos dejar establecido es que el problema para
nuestros jueces es más teórico que real, porque como dicen
PlanioI y Ripert, hay un cuerpo común de doctrinas morales
que la. civilización occidental ha tomado de la filosofía antigua
y ele la tradiciones cristianas, en las cuales las divergencias son
mínimas y se van .atenuando con el tiempo. Estas reglas mora-
les esenciales concuerdan en todas las naciones civilizadas. Para
conocer esas normas los jueces no deben sujetarse siempre a la
opinión de la mayoría ya que muchas veces existen prácticas in-
morales toleradas e incluso favorecidas por la mayoría 125 •
Además, el concepto de buenas costumbres es lo suficiente-
mente flexible como para que los jueces con sano criterio sepan
determinarlo en cada caso.
Para confirmar lo dicho anter~ormente sobre la precisión
y eyolución de estos conceptos, analizaremos en seguida los prin-
cipales casos de jurisprudencia extranjera y nacional en que los
Tribunales han invalidado actos y contratos contrarios a las
buenas costumbres, vale decir, inmorales y, que, en consecuen-
cia, adolecen de causa ilícita126 • Y otros en que, por el contrario,
han declarado su moralidad.
'" En el derecho alemán (art. 138 "'" (Obra citada N~ 229, págs. 309
Código Civil alemán) se juzga la Y sigtes.). Incluso hay delitos que
moralidad del acto {:on un {:riterio no son tales en la conciencia de mu-
puramente experimental, práctico, chos. Tal sucede con el contraban-
ajeno a deducciones o principios teó- do practicado en pequeña escala.
ricos. El juez debe resolver siguien- , .. En el derecho alemán, que no
do "el ideal común de la colectivi- contempla la doctrina de la causa,
dad", "el sistema admitido por la se sanciona la inmoralidad en el ac·
conciencia pública", Saleilles, "De to jurfdico disponiendo expresamen-
la declaration de la volonté",N.os 64 te que ··será nulo todo acto jurídico
y sigtes., pág. 281. contrario a las buenas costumbres"
La causa ilícita 65

Pero estos móviles ilícitos deben ser siempre determinantes,


es decir, que sin ellos el contrato no se habría celebrado. La
represión de la inmoralidad no puede ir más allá, pues de otro
rilOdo se llegaría a la inestabilidad jurídica, toda vez que son
raros los contratos en que impera una moralidad absoluta.

$9. DONACIONES ENTRE ¡PERSONAS QUE VIvEN EN CONCUBINATO.-El


Derecho francés anterior al Código Civi11S7 prohibía toda dona-
ción a la concubina. Pero el Código Civil de 1804 no mantuvo
esta prohibición debido a que se consideró que daba origen a
juicios escandolosos. Y así, el arto 902 dispuso que todas las per-
sonas pueden disponer y recibir por donación entre vivos o por
testamento, excepto aquéllas que la ley declara incapaces. Esta
disposición es el antecedente de nuestro arto 1.389 que dice: "Es
capaz de recibir entre vivos toda persona que la ley no ha decla-
rado incapaz".
Pero esto no significa que las donaciones a la concubina sean
válidas siempre, pites se anularán cuando tengan una causa in-
moral, es, decir, contraria a las buenas costumbres .
. . y aunque según la doctrina clásica, las liberalidades tienen
por cansa la sola intención de donar, la jurisprudencia juzga en
concreto, en cada caso, si en ese animus donandi va envuelto un
motivo inmoral. Con este criterio, la jurisprudencia del siglo
XIX, dio valor por excepción a las donaciones entre concubinos
cuando tenían por objeto facilitar la ruptura de relaciones in-
morales o cuando tenían un carácter indemniza torio, es decir,
cuando el concubinario deseaba reparar el daño que había
causado a su ex amante. Su monto era susceptible de reducción
por el juez. Sólo se invalidaban, pues, las que tuvieran por
obje-

(art. l!IS C. Civil alemán). Véase enero de 1629 (Código ~ichaud).


Raymond Saleilles "De la declaration Roger Dorat. obra citada, N9 19,
de vo]onté", París, 1929, págs. 251 Y pág. 13. Dabin, obra citada. NQ 248,
sigtes. págs. 266 y sigtes.
... Art, 132 de la Ordenanza de,

,
/.

66 Avelino León Hudado

to iniCiar o continuar las relaciones inmorales ·(Salario del vicio,


"pretium estupri") 138.
Además, siempre se invalidaban tales donaciones cuando
el concubinario era casado e igualmente si la concubina era
adúltera 1B9.
Después de la primera guerra mundial, y debido a la sub-
siguiente relajación de las costumbres, la jurisprudenda dio
valor a las donaciones aunque fueren hechas por el concubinario
adúltero. La Doctrina atacó estos fallos, pues aparte de la causa
inmoral, había además causa ilícita por ser el acto contrario al
orden público, en cuanto se atacaba a la familia (a la cónyuge
y a los herederos legítimos del donante). Además, algunos fallos
-no' muchos- aceptaron demandas de concubinas abandonadas
y fijaron sumas más o menos elevadas de dinero por el· daño
que se les había causado Ho.
Pero aun cuando uno de estos fallos es de la Corte de P.rrís
y muy reciente -4 de enero de 195'2- se puede afirmar que la
jurisprudencia actual de los tribunales franceses es casi uniforme
en cuanto considera como causa inmoml toda convenCión' que
tenga por objeto favorecer la unión libre.
Los tribunales hoy día dan validei a las promesas del con-
cubinario a su ex amante'-:-no a la simple demanda de indem-
nización de perjuicios- cuando tienen por objeto repararlos
daños que reconoce haberle causado 141 • Esta promesa no es' ya

l38 Roger Dorat, obra citada, págs. ción de' liberalidades entre cOncubi-.
]4 a 22, en que se transcriben los nos, Puede consultarse Hto_ Pinto.
fallos más importantes a este res- "El concubinato y sus efectos jurídi·
pecto.
co~", Editorial Nasdmento" 1942,
lO' Hubo también otros sistemas
Stgo_, Nº 50, págs.' 84 y sigtes. ,
ideados para anular todas las dona_
uo Roger Dorat, obra citada, 'NQ
dones entre concubinos, pero tuvie-
30, pág. 24.
ron limitada. aplicación. As!, .por
ejemplo, se presumía que la concubi- l41 La j lIrisprudencia francesa ~on­

na se apropiaba de la herencia o do- sidera que en, este Caso' hay. pago
nación, por captación, ]0 que impor- de" una obligación natural, pues se
taba hacer revivir la amigua prohibi- repara el, perjuicio que causa la rup-
La causa ilícita

inmoral y es exigible, sujeta, sí, a ser regulada por el juez en su


monto.'
Finalmente, los Tribunales rechazan las demandas en que
las concubinas solicitan reparación del daño que les causa la
muerte de su amante. No invocan un interés legítimo, jurídica·
mente protegido 142•
Todas estas conclusiones actuales de la jurisprudencia fran-
cesa son perfectamente aplicables entre nosotr05 143 .

40. :CO"R:R:ETAJE o PROXENETISMO MATRIMONIAL.-Como su nom-


bre lo indica; en este contrato un individuo -corredor- se
encarga, mediante un pago u honorario, de buscar a otra una
persona con quien pueda casarse.
Durante el siglo XIX, la jurisprudencia francesa consideró
que este contrato tenía una causa inmoral y. por consiguiente,
.:~ ;.
no podía nacer obligación alguna para las partes. Pero a partir
de 1900144 los tribunales, advirtieron que la simple declaración de
nulidad de e~te contrato traiamás inconvenientes que benefi·
cios. ·Ep. efectó, este contrato era cada vez más frecuente pese a
su nulidad, y 'cuando~corredor actuaba correctamente facili-
taba· la- celebraciÓn de matrimonios y, consiguientemente, lejos
de ser inmoral era un contrato lícito y útil a la buena organiza-
cióh de la familia. Por otra parte, si no mediara el pago del
tura del concubinato.' El sistema ju· no", N<> 138, pág, 211, NI' 383, pág.
rídico fr:¡.ncés eS distinto del nuestro 462, N<> 384, pág. 465; Mazeaud, Sao
en esta materia. Véase Hugo Tapia vatier y los demás autores que se ci-
A. "De las obligaciones natu,rales". tan en este trabajo.
Concepción, 1941, 'N.os 79 y siguien: 1<3 Puede consultarse Claro Solar,

tes, págs. 57 Y sigtes. Henri León y Tomo XI, N.os 941 y si~es" págs,
Jean Mazeaud, "Le~n de Droit Ci- 335 Y sigtes. Humberto Pinto, obra
vil", NI> 280, -pág. 224.. dt., N\> 80, pág. 109.
. ';'lt Humberto Pinto Rogers, "El con- ". Los últimos falIos de las Cortes
cubinato y sus efectC!s jurídicos", 1942. de Apelaciones que han sido con-
Ed. Nascimento, N.os 79 y sigtes., firmados por la Corte de Casación
págs. 159. Y sigtes. Arturo Alessandri son de 1944 (Roger Dorat, obra rit.,
R., "De la responsabilidad extracon- NI' 43, pág. 43).
tractual en el Derecho Civil Chile-'
68 Avelino León Hurtado

corredor, se trataría sólo de una costumbre inmemorial social-


mente aceptada, especialmente en las grandes ciudades, en cuan-
to siempre hay personas de buena voluntad que se encargan de
poner en relación a los futuros contrayentes 1415 •
Además, la actitud de la jurísprudencia hacía que los corre-
dores inescrupulosos tomaran todos los resguardos en su favor,
haciéndose pagar de antemano sumas excesivas, sin que el acto
se pudiera revisar posteriormente, pues los tribunales se concre-
taban a declarar que era ilícito y "nemo auditur propiam turpi-
tudinem allegans", nadie puede invocar su propia culpa, con
]0 que una de las partes quedaba en ]a indefensión.
La reacción de la jurísprudencia fue, entonces, declarar
válido el contrato en general, sí se cumplía con los requisitos
de moralidad que los mismos tribunales fueron fijando . .
Estas condiciones son las siguientes:
a) El corredor deberá limitarse a presentar a las partes. Se
evita así que la opinión del corredor sobre las cualidades y mé-
ritos de las partes degenere en maniobras dolosas que induzcan
a consentir, y
b) El honoraría debe fijarse con prescindencia del resultado
de ]a gestión o del monto de la dote o aportes de las partes al
matrimonio. Además, los tribunales se reservan el. derecho de
revisar y fijar el monto de los honorarios cuando, atendidas las
circunstancias, pareciere excesivo H6 •
Las condiciones anteriores son aplicables entre nosotros,
incluso la última, pues si bien la ley del contrato impide a los
jueces alterar lo convenido por las partes (art. 1.545), en este
1

caso habría ausencia parcial de causa que autorizaría a los jue-


ces para rever el contrato 147 •
41. ACTOS Y CONTRATOS RELATIVOS A CASAS DE TOLERANCIA.-Se
señala en primer término como inmoral la convención que tenga
por objeto la cesión, el arrendamiento o transferencia de la casa
H" Véase Dabin, obra cit., N.os 184 rale", N.os 35 y sigtes., págs. 84 y
y sigtes., págs. 197 Y sigtes. sigtes.
,.0 Roger Dorar, "'La cause ¡nmo· ", Véase NI' 12, pág. 27.
La causa iUcita 69

misma con sus instalaciones (negocio) o del sólo inmueble desti-


nado a este efecto y que el adquirente recibe con esa finali-
dad 14s•
Debe observarse que la destinación/de la casa arrendada a
prostíbulo u otro objeto inmoral, debe ser convenida por las
partes, para que opere la causa ilícita. Si, por el 'contrario, no
hay tal convención y posteriormente el arrendatario destina la
casa a prostíbulo, el arrendador podrá pedir la terminación del
contrato -no la nulidad- conforme con el arto 1.973, por el
incumplimiento de sus obligaciones por parte del arrendatario.
Así, se ha fallado que en "todo contrato de arriendo va implí-
cito que el arrendatario no puede destinar la cosa a un objeto
inmoral, como lupanares o mancebías". En consecuencia, reco-
nocido por el demandado el hecho de que en la casa que arrien-
da tiene establecido un lupanar, procede la acción de ~ermina­
cíón inmediata del arrendamiento ejercida por el arrendador y
: . fundada en el derecho que le concede el arto 1.973 para expeler
al inquilino que empleare la casa o edificio en un objeto ilí-
cito" 1.49. _,
'Tienen causa inmoral los contratos de prestación de servi-
cios en dichos establecimientos y los préstamos que se hagan
para adquirir una casa de tolerancia e incluso los contratos que
tengan por objeto abastecer o proporcionar suministros a tales
establecimientos. en conocimiento de los vendedores l ;}!).
En cambio, no se anula un contrato de seguro de la casa de
t01erancia, pues con él no se facilita este comercio inmoral.
En suma, todo contrato que tenga por finalidad Crear o
mantener una casa de tolerancia o proveer a las necesidades de

U. No se opone a esta conclusión, "La teoría de la causa"; NQ' 202, pág.


la autorización administrativa que 214.·~
se dé para el funcionamiento de ca- uO R. D. Y J.. TWño XW, Seco
sas de tolerancia, pues tal interven- 2~, pág. 33.
ción "no es tanto para legitimar su l.lIil Véase nuestro trabajo sobre "El

eJ:tistencia como pata asegurar su vi~ objeto en los actos juridicos", ~Q


gilancia en interés general". Dabin, 25, pál?' 55,
70 Avelino León Hurtado

ésta, es contrario a las buenas costumbres, tiene causa ilícita


y es nulo absolutamente 151 •

42. CONTRATO DE 'CLAQUE.-El contrato de claque celebrado entre


un director de teatro y un empresario de éxitos dramáticos
encargado de suscitar la admiración del público, se consideró
primeramente que era ilícito e inmoral, en cuanto se perturbaba
el criterio del público. Pero desde hace ya 'Varios años· estos
contratos se aceptan como válidos y eficaces, pues "tolerados
por el público de los espectáculos, la claque no puede rechazarse
en una época en que la propaganda ha .tomado tal desarrollo
y en qué los contratos encaminados a organizarla son indiscuti~
blemente lícitos"152.

43. CONTRATOS DE GESTORES ADMINISTRATIVOS.-Tiene causa in-


moral el contrato en que una persona mediante una remunera-
ción se compromete a obtener para otra un beneficio del Fisco
b de una Corporación de Derecho Público, si para lograr este
beneficio se hace valer la autoridad o influencia del gestor. Se
atenta aquí a las buenas costumbres y al orden público. La ley
no puede permitir el tráfico de infIuencias 103 •
Se ha fallado que siendo de presumir· que la causa de un
mutuo "fue una transacción celebrada por un Inspector de
alcoholes con particulares, denunciados como infractores ·de la
ley de alcoholes, ~obre la resp'onsabilidad que pudiera afectatles,
dicho mutuo es nulo y de ningún valor"154.

ro En Francia. la ley de 13 de "Le~ons de Droit Civil". NI? 280,


abril de 1946 ha prohibido expresa- pág. 224).
mente las casas dé tolerancia, consa- = Planiol y Ripert, obra cit., N9
grando de este modo, las conclusio· 234, pág. 314; Dabin, obra cit., N9
nes a que había llegado la jurispru- 173, págs. 183 y sigtes.
dencia. (Véase Roger Dorat, obra l53 Dabin, "Teoría de la ca~",

cit., N9 50, pág. 48. Dabin "La teoría NQ 168, pág. 177.
de la causa". N9 202, págs. 214 y ,., R. D. Y ].. Tomo VIII, Seco
sigtes. Henri, León y Jean Mazeaud, 2<', pág. 7.
La causa iUcita 71

44. CONTRATOS SOllRE DICOTO},uA.-Se entiende por dicotomía el


pago que hace un médico especialista al colega que le ha reco-
mendado su cliente. Un contrato sobre esta materia es inmoral,
tiene causa ilícita 1JJ • Igual sanción tiene la cesión ele la cliente-
la; es cIaro que el médico puede presentar su sucesor a sus
clientes y, entonces, como expresa ]osserand, se obtiene el pro-
pósito procediendo en detalle y no globalmente.

45. '·CONTRA:TOS RELACIONADOS CON EL COHECHo.-Sin considerar


el cohecho mismo, que importa un delito, tiene también causa
irimoral e ilícita el contrato que tienda a facilitar su ejecución.
Así, el contrato que celebra un candidato con un proveedor
para que éste suministre gratuitamente comidas y bebidas a los
electores, tiene una causa inmoral y es, en consecuencia nulo 1a6 .

4:6. CONTRATOS PARA IMPEDIR LA LIBERTAD DE LAS SUBASTAS PU·


BLICAS157.-Toda convención que tenga por objeto impedir la
liberta(~,de las subastas (se paga la abstención de algunos pos-
tMes}' tiene una causa inmoral e ilídta 15S •
Igualmente, es inmoral, contrario a las buenas costumbres
: y hay, en consecuencia, causa ilícita en el contrato "celebrado
entre el deudor ejecutado y un tercero para alterar el verda-
dero precio de la subasta del bien embargado, por medio de
maniobras extrañas y perjudiciales para el acreedor ejecutante
convenidas y llevadas a cabosubrepticiamente"159.

lL5 ]osserand, obra cit., N~, 122. o cualquiera otro medio fraudulen-
pág. 91. to para alejar a los postores en una
",. Roger Dorat, obra cit., NQ 55, subasta pública, con el fin de alte-
pág. 52. Dabiri, "La teoría de la rar el precio del remate, seran' cas-
'causa", N9 216, págs. 226 Y sigtes_ tigados con una multa del 10 al 50%
"" Roger Dorat, obra cit., NQ 56, del valor de la cosa subastada; a no
pág. 52. Dabin, "La teoría de la cau- merecer mayor pena ,por la amena-
sa'·, N9 172, pág. 182- za u otro medio ilícilO que emplea.
,1>8 Además constituye un delito ren".
penaJ. El arto 287 del C. Penal éh~_ ,.. R. D. Y 1-,. Tomo XVI, SeCo H,
pone: "Los que emplearen amenaza pág. 257.
~'

72 Avelino León Hurtado

47. CONVENCIONES 'OON OCASIONES 'DE SEPARACION iDE HECHO ENTRE


MARIDO Y MUJER.-La jurisprudencia francesa anula igualmente
J¿is co'nvenciones que reglan relaciones pecuniarias entre cónyu-
,ges con motivo de una separación de hecho, especialmente las
donaciones para obtener esa separación amistosamente1 60 .

48. PRESTAMOS CON ·CAUSA INMORAL.-No sólo en los contratos


bilaterales puede existir la causa inmoral. Asi, todo préstamo de
dinero destinado a favorecer relaciones ilícitas, a permitir a un
jugador que continúe la partida, etc., tiene una causa inmoral
y es, consiguientemente,' nulo l61 . Igualmente, el préstamo con-
cedido a una mujer para que huya con su amante, es nulo por
causa inmora}162, '

4'9. EL JUEGO Y LA AlPUESTA: REFERF.NCIA.-Respecto del juego


de azar y la apuesta relativa a este juego, nuestro Código dispone
que hay objeto ilícito (arts. 1.4616 y 2J2'5.9). Técnicamente, lo
ilícito en el juego y la apuesta es la cau'Sa y no el objeto163 • Así
también 10 ha declarado nuestra Excma. Corte para invalidar
apuestas sobre juegos de azar164 • Nos remitimos a lo que hemos
manifestado sobre el particular al tratar del objeto en los actos
jurídicos165 •

50. MANDATARIOS QUE OBRAN EN PROVECHO PRoPIO.-Se ha decla-


rado igualmente que los contratos de compraventa que celebra
un mandatario en el ejercicio de su encargo a fin de adquirir
para sí la diferencia de precio de una compra de acciones que se

100 ]osserand, derecho Civil, Tomo das contraidas en juegos de azar".


11, Vol. 1, NQ 146, pág. 109. La Comisión Revisora fue la que in-
101 ]osserand, obra citada, NQ 147. trodujo la modificación y con ello
'" Henri, León et Jean M.ueaud, el error que comentamos.
"Le~ons de Droit Civil", Tomo 11, 101 R. D. Y ]., Tomo XXXIII, Seco

NQ 280, pág. 224. 1~, pág. 136 (considerandos 5 y 6) .


"" En el Proyecto de Código de ",. "El objeto en los actos j,uridi-
1853 el arto 1.467 disponía: "Hay tOS", N.os 48 a 55, págs. 88 a 99.
l\sim~mQ C¡¡Usa ilici~a ~n las d~l,I-
La causa ilícita 73

le había recomendado, adolecen de causa ilícita por ser inmo-


rales 166•

51. PROMESAS PARA OBTENER EL CUMPLIMIENTO DE UNA OBLIGA-


ClON YA EXISTENT.E.-"Prometo una determinada cantidad para
que me sea devuelta la cosa que entregué en depósito, o para
que se deje de calumniar a una persona; o para que no se pro-
voque un escándalo o no se cometa un chantage". "Un padre
promete a la querida de su hijo una remuneración si deja de
mantener relaciones con éste; un acreedor del fisco promete a
algunos de sus empleados una recompensa, si despacha pronta-
men.te la liquidación de su crédito"167. En todos estos casos que
han sido resueltos por tribunales extranjeros, se promete una
recompensa por el cumplimiento de una obligación ya existente,
juridica y moralmente inobjetable. Si se consideran asiladamen-
te ambas obligaciones, nada tienen de inmoral, pero la relación
de ambas hace resaltar la inmoralidad: que una parte se haga
·.°1°
'·'l . '
pagar pax:a cumplir aquello a que está obligado legal y moral-
.; . mente,· Por eso en todos estos supuestos hay causa ilícita y el
acto es nulo absolutamente. Es éste un caso en que la doctrina
de la causa tiene especial significación, pues un acto semejante
seria inatacable por objeto ilícito, toda vez que el objeto de
ambas obligaciones es lícito y moral.

52. TRANSAOCIONES SOBRE LA ACCION CIVIL QUE NACE DE UN DEUTO.


-Hemos dicho ya que adolece de causa ilícita toda transacción
sobre una acción criminal1 68 • En cambio, el contrato en que se
transige sobre la acción civil emanada de un delito tiene causa
lícita, aunque la persona inculpada no sea tomada en cuenta
en la sentencia del juicio criminal, o su cónyuge procesado por el
supuesto delito, sea absuelto de la acusaciÓn l69 •
";
;'
,.. ,.. R~. Y J" Tomo XIV, Seco H, , .. Véase NQ 36, pág. 62.
.. '
pago 261. lB R. D. Y j., Tomo 111. Seco 1<',

. '~. '07 Dabin, obra citada, NQ 191, pág . pág. 330.


~; 208. .
I

.\
I

l
74 Avelino León Hurtado

Por igual razón se ha fallado que "si con motivo ele una
transacción en que una de las partes se comprometió a no perse-
guir judicialmente al hijo de la otra por sustracción de especies,
la 'última firma un reconocimiento de deuda, la obligación no
carece de causa ni puede decirse que es ilícita"lTo.

53. ¿QUE PARTE DEBE OBRAR POR MOTIVOS IUCITOS PARA QUE SUR-
JA LA CAUSA IUClrrA? ACTOS A TITULO GRATUITO Y CONTRATOS
ONEROsos.-La jurisprudencia francesa dominante distingue entre
contratos a título gratuito y a titulo oneroso.
Si el acto es gratuito, basta que el disponente obre por mo-
tivos ilícitos para que surja la causa ilícita. Si, en cambio, el
acto es oneroso, es necesario que ese motivo ilícito sea compar-
tido.
Así, quien presta dinero a interés al que lo solicita para un
fin ilícito, contrata partid pando del motivo ilícito y, en conse-
cuencia, el contrato será nulo por ilicitud de su causa. Pero si ha-
ce el préstamo ignorancIo el destino que se dará a ese dinero, el
acto será válido.
Pero el conocimiento real de los motivos ilícitos no será
necesario probarlo por otros medios cuando según Iascirc:unsc
tancias deba normalmente presumirse. Tal sucederá con el que
presta dinero a otro dentro de una casa de tolerancia o de 'una
sala de juego. El prestamista no podrá pretender que ignoraba
el fin ilícito perseguido por el. prestatario.
El criterio- ele la jurisprudencia francesa parece bastante
justo, pues si el acto es oneroso, la ilicitud debe ser compartida
para que ambas partes sufran la sanción. En cambio, si es gra,~
mito, el beneficiado en ningún caso reporta perjuicio ya que

l70 Gaceta de los tribunales, año también sobre la acción penal que
1890, Tomo Ir, Sent. 3.966, pág. 887. nace del hurto o robo, la cual no es
1\'0 obstante, en este caso el asunto susceptible de transacción, por lo
es discutible, pues debe entenderse que habría causa ilícita. Véase vo-
que la transacción no recayó sola· to disidente Ministro seííor Boizard.
mente sobre la acción civil, sino
." l/ti!?- ~~~...,s.
---
'1$,
-~_ ..
.' ~'. ,~ ~ .. "-'-.. ..

1! La causa ilicita 75

nada da en cambio. Es decir, se aplica el mismo criterio que


sigue la ley en caso de acción pauliana o revocatoria (art. ~2. 468).
En nuestro derecho, la acción de nulidad absoluta sólo
conesponde al contratanle que no ha participado en la ilicitud
de la causa, pues no puede intentar dicha acción "el que ha
ejecutado el acto o celebrado el contrato sabiendo o debiendo
saber el vicio que 10 invalidaba" -arL 1 JóS3 1'l,
Además, cabe recordar que de acuerdo con el arto 1.468 "no
podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o
causa ilícita a sabiendas",
La jurisprudencia francesa aplica también esta norma por
el principio "nema audi tur propiam turpitudinem allegans", y,
en consecuencia, esta sanción, aparte de la nulidad, es aplicable
al contratante que obra conociendo la ilicitud de la causa o de
los móviles17~.

54. CONCLUSIQN GENERAL.-De los diyersos casos analizados pre-


cedentemerite, aparece en forma clara que los tribunales invali-
dan por causa ilícita, todo contrato que atente al orden público
o que pueda tacharse de inmoral, Y. para juzgar, aprecian sola-
mente los motivos que determinaron a contratar, apartándooe
así de la doctrina de la causa en su sentido técnico.

1:1 La nulidad podrá declararse 1<, Véase nuestro trabajo sobre


de oficio, excepcionalmente, cuan- "La voluntad y la capacidad en los
do aparezca de manifiesto en el ac· actos jurídicos", ;\1'1 130 (Repetición
to o contrato o cuando ministerio de lo pagado por o ojeto o ca usa ilí-
público solicite su declaración en cita) , págs. 186 y sigtes.
interés de la moral o de la' ley·an.
1.683.

,
f.
,o'
f'"

) 77"(

Capítulo 111

CRITICA A LA DOCTRINA DE LA
CAUSA

55. NOCIONES GENERALES.-La primera crítica que se hizo a la


doctrina de la causa data de 1&26 en que el profesor Ernst, de la
Universidad de Lieja, publicó su hoy célebre artículo: "¿La causa
es una condición esencial para la validez de las convenciones?".
Su crítica terminaba proponiendo que en la revisión del Código
que se proyectaba, se suprimiera la causa por inútil y por dar
origen a errores y confusiones.
Más tarde, Laurent" (1&78) declaraba que la teoría del CÓ·

! digo sobre la causa no es. jurídica, y que es un error distinguir


la causa del objeto y crear una cuarta condición esencial para la
validez de los contratos.
1 De entonces acá la disputa entre causalistas y anticausa1istas
¡ no ha cesado. Los anticausalistas han negado a afirmar que el
legislador al exigir la causa lícita, como requisito de validez del
r. acto jurídico, ha creado la quinta rueda del coche, o el cuarto
lado del triángulo .•.
..
I En Francia, Baudry-Lacantinerie173 , Huc lH y Planiol han
sido ,los principales anticausalistas. En Bélgica el Profesor J.
Dabin, de la Universidad de Lovaina (La teoría de la causa),
es también ardiente partidario de que la ciencia del Derecho
prescinda de la doctrina de la causa, la que "por razón de su
envoltura filosófica, sólo puede aportar perturbación y desor-
den". Pero, sin duda, Marcel Planiol es quien mejor ha preci-
sado la tesis anticausalista 175 •
Dice Planiol que la causa es falsa e inútil.
"" Obligations, Tomo 1, N.os 321 y [ique du Code Civil, Tomo VII. N.os
sigtes. , 77 Y sig[es.
,.4 Commentaire Theorique el Frac- no Obra citada, N.os 291 y sígtes.
78 Avelino L~ón Hurtado

56. LA CAUSA SERIA FALSA.-La causa sería falsa por las siguien-
tes razones: .
a) Si se trata de contratos bilaterales, se dice que la causa
de una obligación es la obligación correlativa. Pero si en estos
contratos' las obligaciones nacen al mismo tiempo, hay imposi-
bilidad lógica que una sea' causa de la otra, pues el efecto y la
causa no pueden ser exactamente contemporáneos. Si cada una
es el efecto de la existencia de la otra, ninguna de ellas puede
nacer;
b) Si el contrato es real, lá causa es la prestación ya recibi-
da por el deudor; pero esto no es otra cosa que el' hecho gene-
rador de la obligación. sé confunde.así la causa final con la causa
eficiente, la causa civilis del Derecho Romano. Sí no hay entre-
ga, el contrato no n~ce, y es innecesario, entonces; recurrir a la
doctrina de la causa para juzgar la validez del .contrato, y
c) Si se trata de actos gratuitos, de donaciones, el animus
donan di, el· deseo de donar, considerado de modo abstracto,
independientemente de los motivos que lo han hecho nacer, es
una Iloción~in sentido (se dona porque se desea donar) , es una
tautología. Además, todas las liberalidades· serían válidas, aun-
que los motivos del donante fueren ilicitos, pues sólo se consi-
deraría el animus donandi en abstracto.

57. LA CAUSA SERIA INUTIL.-La causa sería inútil por las siguien-
tes circunstancias: ;
. a) Porque si se trata de contratos bilaterales y no hay causa
o ésta es ilícita, el acto es ya inexistente o nulo por no tener
objeto o por tener un (Ibjeto ilícito.
En efecto, si en una compraventa la cosa no existe, la obli-
gación del .vendedor 'es nula por falta de objeto y dada la natu-
raleza sinalagmática del contrato que .suporte prestaéiones recí-
procas, el comprador. no 'estará obligado a cumplir con la suya,
pues hay una relación entre ambas obligaciones que e~ de de-
pend~mcia mutua. 'No es, pues, necesario para anular el acto,
apelar a la causalidad y decir que la obligación del comprador
CTíiica a la doétl"i'na.·de ·la causa 79

carece de causa puesto que es la obligación del vendedor la que


no ha nacido; y basta entonces con la·noción de contrato bila-
teral;
b) Si el contrat,o es real ,(depósito, préstamo, por ejemplo)
no habrá depositario ni prestatario mientras no se haga entrega
de la cosa depositada o prestada, y de este modo la ausencia ele
Causa se confunde con la ausencia de contrato;.
c) Si se trata de una donación, no se concibe la ausencia
de causa -el deseo de donar-, a menos que se trate del acto de
un lpco;. y . .
el) Si la causa es ilícita, se confunde con el objeto ilícito y
carece, en consecuencia, de todo interés, Si dos individuos con-
vienen en que uno cometer{un acto ilícito mediante una remu-
neración prometida por el otro, la obligación de cometer un
acto ilícito es nula por objeto ilícito y, en consecuencia, es inútil
decir que la causa de la obligación de pagar por ese acto sea
ilícita, pues la convención ya estaba anulada en razón de su
objeto ilícito.
.. Si cada ¡:u-estación es a la vez objeto y causa, según el ángulo
en que se la enfoque, basta con atacarla en una de sus funciones.

58~ DEFENSA DE LA DOCT'RINA ·DE LA CAUSA.-:En el año 1922 Capi-


tant publiéó su libro ya célebre en defensa de la causa. Esta
obra tuvo el efecto de hacer que la mayoría de los autores fran-
ceses acepten hoy la doctrina de la causa, dánd.ole algunos un
matiz propio para justificarla. Veamos cómo se la justifica.

59.. LA CAUSA NO ES FALSA.-a) En los contratos bilaterales las


obJigaciQnes recíprocas pueden servir· de causa entre sí aunque
nazcan simultáneamente,· pues la relación de causalidad no im-
plica t!scalonamie,nto. en el tiempo. Por lo demás, la voluntad
de las partes sitúa en el tiempo estas dos obligaciones sobre un
rnjsmo phmo.. ..
Si se exige que una o~ligación .anteceda ,a la otra para que
puedáservirle de causa, se está pensando en la causaefidente,·

I
~..
i
80 Avelino León Hurtado \
en la causa civilis de los romanos, y no se trata aquÍ de esa causá
fuente dé obligaciones, sino de la causa final, como ya hemos
dicho repetidamente.
Además, también se justifica este nacimiento coetáneo si se
observa que la causa de la obligación de una parte es la consi-
demción de la obligación que la otra contraerá en su favor y
viceversa. Así, para cada contratante la obligación recíproca
antecede a la propia;
b) En cuanto a los contratos reales, es cierto que la causa
de la obligación es al mismo tiempo el hecho que la genera, su
causa eficiente; pero no hay por ello contradicción, pues la .,
j

i
misma prestación puede desempeñar los dos roles. Además, si el 1
contrato real lo transformara el legislador en consensual -como ,j
¡
propugna una gran parte de la doctrina- el contrato se formará j
con el sólo consentimiento; pero la causa de la obligación de i~

~
restituir, tratándose de un mutuo, por ejemplo, seguirá siendo
la entrega que se haya hecho al prestatario. O sea, el contrato se
transformaría en consensual y bilateral, pero la causa de la obli-
gación de restituir seria la misma, como ocurre,verbigracia, con
el arrendatario: siempre la causa de la obligación de restituir es
]a entrega que se le ha hecho de la cosa; y
c) Decir que las liberalidades tienen por causa el ánimo de
donar, no es una comprobación vana, pues sirve para distinguir
los actos gratuitos de los onerosos, lo que es de sumo interés
como se demostrará, en seguida, al probar la utilidad de la causa.

60. LA CAUSA NO ES INUTIL.-a) No es efectivo que, tratándose


de contratos bilaterales, si el acto carece de causa el contrato
sea nulo por no tener objeto. En efecto, es 'cierto que si una
obligación no tiene causa es porque la obligación de la otra
parte carece de objeto. Pero sólo hasta aquí llegan los ·anticau- ,..
;,
salistas en su reciocinio y dan por terminad~ la discusión, en .~1

circunstancias que con esto no se ha explicado por qué cuando


una obligación carece de objeto, la otra es nula. La razón de la
nulidad está precisamente en la noción dé. causa, en la interde-
Crítica a la doctrina de la causa 81

;pendencia que existe entre ambas· obligaciones por la causali-


dad. Y no vale decir que basta con la noción de contrato bila-
teral que supone prestaciones recíprocas, porque eso es "una
constatación y no una explicación".
N o es efectivo tampoco que siempre pueda atacarse un acto
sinalagmático por objeto ilícito. En efecto, si una parte se obliga
a no ejecutar un acto delictuoso mediante el pago de una suma
de dinero, o a cumplir una obligación ya existente, considerando
el objeto de ambas obligaciones -entrega de dinero y no come-
ter un delito, o cumplir una obligación-, habrá que concluir
que se trata de una operación lícita 176 • En cambio, si se consi-
de'ra la relación de causalidad, aparece la inmoralidad, pues se
paga para que se respete la ley. El objeto juzga las prestaciones
en sí. La causa, por el contrario, las considera vinculadas, rela-
cionadas unas con otras.
Si se trata de un coritrato consensual unilateral, como suce-
de con el que se obliga a pagar una suma porque cree ser
deudor de una obligación anterior, no es posible invalidar el
acto considerando sólo el consentimiento o el objeto. En cambio,
aplicando la doctrina de la causa, esa obligación sera nula si la
anterior no existía, pues faltaría la causa;
b) De la causa en los contratos bilaterales se desprende una
serie de consecuencias muy importantes. Así, la acción resoIll-
tOl'ia (art. 1.489), la teoría de los riesgos (art. 1.550), la excep-
ción de contrato no cumplido (art. 1.55:2), derivan de la circuns-
tancia de que una obligación sea la causa de la otra. De aquí
también que algunos autores pretendan incluso anular las obli-

:z:;a Giorgi dice que en este caso así la teoría del objeto en sentido la-
hay objeto ilícito, pues' el objeto to, queda absorbida en eIJa la teo·
no es 5610 la cosa sinO todo el con- ria de la causa (obra cit., N" 444,
tenido del contrato, es decir no es pág. 46i. Véase, además, Dabin,
sólo la prestación considerada ma- obra cit., N(\ 191, págs. 203 y sigtes.) .
terialmente, sino los límites y el ob· Este criterio es inaceptable por las
. jeto que la acompaña. TomandO razones que damos en, el texto,

I
82 Avelino León Hurtado
, I

gaciones por faltP. de causa, si no se cumple la obligación corre-


lativa 177, y
e) La causa es el fin perseguido y la parte se sirve para
lograrlo de 1a capacidad, el consentimiento y el objeto; estos
tres elementos del acto son distintos y están al servicio de la
causa; producen la relación jurídica, pero su eficacia queda sub-
ordinada a ese elemento primero y básico que es el fin perse-
guido, la caUsa. Luego la causa sería el elemento primario y
principal del acto.
Pero, no obstante estas defensas, a las criticas anteriores, se
suman otras no menos serias. Se dice que esta creación artificial
es ilógica, pues la causa está en la voluntad y "no es racional
separar la voluntad de sus propios móviles, porque no se conci-
be un acto volitivo que no tenga su propio motivo". Basta con
la teoría del consentimiento y sus vicios y la del objeto líS •
El acto de voluntad y el motivo determinante forman un
todo que no se puede separar. Si se trata de liberalidades, ésto
es más claro todavía: el animus donan di es el consentimiento
mismo y no su causa.
Se replica que esta crítica no es valedera, que basta analizar
el acto de voluntad del donante para demostrarlo. "En efecto,
en él se encuentran los dos factores de toda 'obligación volun-
taria, el hecho de obligarse por una parte y el fin en vista del
cua~ contr~ la obligación. La intención liberal se analiza al
fin de cuentas en la conciencia que tienen el disponente de no
recibir equivalente en cambio de lo que da"179.
Esta causa es distinta del consentimiento. El consentimiento
consiste en la pura voluntad de obligarse o de transferir la pro-
piedad. Por lo tanto, esta pura voluntad puede muy bien

';'1 Véase N~ Il, pág. 26. con acierto estas {;onclusion es soste-
»s Giorgi, obra citada, NQ 446, nidas por Capitant: Baudry-Lacanti-
pago 469. nerie, Colin, etc. Véase su obra "La
1;0 Claro Solar, obra citada, Tomo teoría de la causa", Madrid 1929,
XI, Nq 926, pág. 325. Dabin critica págs. 14 y sigtes .. , ~

,.,
~.
d."
'fiMitsBrZ'alftl1C.,.,"l'--~·'-.,..'nnr _es '("1 )
I

I
Crítica a la doctrina de la causa 83 ~
abstraerse de su causa, es decir, de la razón inmediata que la
explica.
Se agrega que psicológicamente la causa a-sÍ entendida y el
consentimiento forman un todo indivisible, pero que en los
actos a título oneroso la causa se distingue del consentimiento
descomponiendo también la voluntad que es indivisible. Apli-
cando igual criterio, se distinguiría la voluntad de asumir la
obligación -consentimiento- y la voluntad de no obtener nada
en cambio -causa.
Agrega Claro SoIar18 (), que no desconoce la sutileza de la
distinción, "pero, ¿cómo vacilar en operar en el acto a título
gratuito esta secesión de una voluntad indivisible, cuando en el
acto a título oneroso es una secesión idéntica la que sólo permi-
te distinguir el consentimiento de la causa? Colocar la causa
del acto a título gratuito en último término en la intención
liberal no es, pues, como se ha podido decir, confundir el consen-
timiento y la causa".
El esfuerzo gastado para lograr la argumentación anterior es
digno de encomio, pero como lo reconoce el autor, hay una
sutileza evidente distinguiendo el consentimiento -voluntad de
donar- del animus donandi.
La verdad es que la doctrina clásica creó este animus
donan di como único medio de aplicar a los actos gratuitos los
mismos principios de la doctrina de la causa final de los actos
onerosos, la cual es claramente distinta del consentimiento. Es
decir, para los actos onerosos hay siempre una causa final que
es idéntica en COntratos de una misma especie, y siguiendo este
criterio se ideó una causa final constante e invariable para las
liberalidades, que se la denominó animus donandi 1S1 • ~.

-Cita anterior; Claro Solar si- 239) ~ee que Domat "se obstinó en t
t
gue en este punto a Baudry-Lacan- hablar de causa a propósito de las t
linerie y a Colín (Tomo r, NQ 50- donaciones" por una equivocada in- t:
52) . terpretación del Digesto, especial- t
1lI1 Dabin' ("La teoría de la cau- mente del útulo de las donaciones :r\
sa", NQ 40, pág. 41 Y NO 226, pág. ,que habla~ de causa donandi, olvi-

"
84 Avelino León Hurtado

Este animus donandi, que aparece como una creación arti-


ficiosa, pues se confunde con el consentimiento, tiene sin embar-
go, importancia cuando se le juzga confrontándolo con los
motivos. En efecto, la causa jurídica del acto gratuito es el ani-
mus donandi, la mera liberalidad, cpn lo que se excluyen del
acto los motivos individuales que han movido a las partes a su
celebración. Esos motivos -deseo de hacer el bien, de retribuir
una atención, simpatía, vanidad, etc.- no los considera el dere-
cho para juzgar la validez del acto de liberalidad. La causa final
de ese acto es siempre una misma: la mera liberalidad.
Pero del mismo modo que en los actos a título oneroso, si
esos motivos son ilícitos, se traen al campo contractual .para
reprimir la inmoralidad.

{JI. cONcLusION.-Estimamos que la doctrina de la causa final;


abstracta e invariable en un mismo acto jurídico es necesarb
y útil. .
Esa necesidad y utilidad de técnica jurídica, son manifiestas
en Jos contratos bilaterales. La causa representa el fundamento
moral de la relación contractual; es la justicia conmutativa; es
decir, se justifica la interdependencia de las obligaciones que
surgen del contrato sinalagmático. En los actos gratuitos, en
cambio, esas circunstancias no existen y el valor de la doctrina
de la causa desaparece.
Dentro de nuestra legislación positiva, la causa final está
tratarla en. forma deficiente, pues la confunde con los motivos
cuanift' éstos son ilícitos. De iquÍ y de la poco afortunada defi-
nición de causa que da el Código, han surgido las discusiones
de nuestros juristas (de si nuestro Código confunde la causa con
los motivos), discusiones estériles puesto que, como ]0 hemos
demostrado, el Código sigue la doctrina de la causa final, pero
al mismo tiempo confunde la causa con los motivos individuales
cuando éstos son ilícitos. La solución técnico-jurídica sería tratar

dando que esta ex.presión causa no mo elemento de validez de la d o - o .


está tomada en sentido técnico, co- nación.
eTílica a la doctrina de la causa 85

la causa final en la forma que hemos visto en páginas anterio-


res, y considerar en seguida los motivos ilícitos con prescin-
dencia de la causa, como sucede por ejemplo, con las condiciones
ilícitas que tienen un tratamiento independiente.
Así, la represión de la inmoralidad no implica confundir
la causa final con los motivos.
Este planteamiento que acepta la causa ocasional en el acto
para sancionar la ilicitud, debilita y resta importancia a la doc-
trina de la causa final pues ésta queda circunscrita a los casos
j

de fines licitas, y para el Derecho todos los actos jurídicos vo-


luntarios deben presumirse causados, encaminados a un fin lícito
(a menos que sea el acto de un loco).
De este modo, la doctrina de la causa final, como dice T.
Inoasco, queda reducida a la creación de categorías legales de
convenciones1S2•
Pero la causa final mantiene su importancia en el Derecho
en cuanto excluye los motivos psicológicos lícitos -causa ocasio-
nal- como· elementos de validez del contrato. La validez se
regula por la causa final del acto exclusivamente.
Disentimos por eso de Capitant y de la mayoría de los auto-
res franceses que creen ver la importancia de la causa en que sea
"la guardiana del orden público y de la moralidad del contrato",
pues cuando se sancionan los motivos ilícitos, salimos de la causa
final y juzgamos la causa ocasional.

62. ·PROYECTOS y LEGISLA'CION MODERNA QUE DISTINGUEN ENTRE


~AUSA y MOTIvo.-EI tratamiento independiente de la causa y de
los motivos lo ha propuesto la Comisión de Reforma del Código
Civil francés en los siguientes términos:
DE LA CAUSA
i
I
Art. 37. "El acto jurídico sin causa no puede tener efecto j
alguno. El acto no es menos válido porque la causa no se expre-
)
,.. "'L'evolution de la notion de onereux", París, ]923. pág_ 65_
cause dans les conventions a titre ·1
..:.:,I
-1
86 Avelíno León Hurtado

se. La carga de establecer la ausencia o la falsedad de la causa


pesa sobre aquel qúe quiere prevalerse de ello".
ATt. 38. "El error sobre la causa importa la nulidad del
acto".

DE LOS MOTIVOS

Art. 39. "El error sobre los motivos no produce efectos sobre
la validez del acto".
Art. 40. "El acto no es válido cuando la voluntad de su
autor o de uno de sus autores ha sido determinada por un moti-
vo contrario a una disposicion legal imperativa o al orden pú-
blico. .
El carácter impulsivo o determinante del motivo debe
resultar de la naturaleza' y del contenido del acto, o de las cir-
cunstancias en las cuales éste se ha formado. En los actos pluri-
laterales a título oneroso este carácter no puede deducirse sino
cuando las partes lo conocían o debían normalmente conocerlo".

Por su parte el Código 'Italiano de 194:2 dispone en el arto


1.325 que: "Son requisitos del contrato:
. 19 El acuerdo de las partes;
""'29 La causa;
39 El objeto, y
4Q La forma, cuando resultara prescrita por la ley bajo pena
de nulidad".
En seguida, este Código trata "La causa del contrato" en la
Sección Segunda, del Capítulo JI, del Libro IV, )' dispone: ,1
. ;1
A,'t. 1.343. "Causa ilicita: La causa es ilícita cuando es con-
traria a normas imperativas, al orden público o a las buenas
costumbres", '
Art. 1.341. "Contrato en fraude a la ley, Se refuta a sí mis-

\
Crítica a la doctrina de la causa 87

mo ilícita la causa cuando el contrato constituye el medio para


eludir la aplicación de una norma imperativa".
Art. 1345. "Motivo ilícito. El contrato es ilícito cuando las
partes se hubiesen decidido a concluirlo exclusivamente por un
motivo ilícito común a ambas".
Además, el arto 1.'418 de ese Código dispone en su inciso :20
que "producen la nulidad del contrato la falta de uno de los
requisitos indicados por el arto 1:325, la ilicitud de la causa, la
ilicitud de los motivos en el caso indicado en· el arto 1.345 y
la falta en el objeto... ".
Creemos que la legislación civil del futuro adoptará un cri-
terio semejante al que acabamos de 'Señalar, pues la única mane-
ra de mantener la doctrina de la causa final con una estructura
jurídica que le dé autonomía, es separándola de los motivos, de
la causa ocasional.
Así, la causa justificará en el contrato bilateral las obliga-
ciones recíprocas de las partes; y se sancionarán los motivos
ilícitos cuando -éstos hayan sido determinantes de la conven-
ción.
...
"\

) 89 (
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) 91. (
INDICE

Capitulo I
LA CAUSA LICITA

1. Legislación positiva. . 13 16. La causa en el contrato de


2. Causa del contrato y causa permuta. . . . . . 36
de la obligación . 14 17. Contratos unilaterales . 3r
3. La causa se aplica sólo a las 18. La causa en los actos a título
obligaciones de origen volun- gratuito . . . . . 37
tario y especialmente contrac- 19. Contratos aleatorios 39
tuales 17 20. Contratos accesorios. 39
4. Origen y evolución de la 21. Obligaciones no causales o
doctrina de la causa 18 abstractas de causa . 40
5. Doctrina de Domat 21 22. Delegación . . . . . . 41
G. Doctrina de Pothier 23 23. Estipulación en el favor de
7. Acepciones de la palabra un tercero 42
causa 23 24. Letra de cambio y efectos de
8. Causa eficiente 24 comercio . 43
9. Causa final 24 25. Promesa abstracta en que só·
10. Causa ocasional 25 lo intervienen dos partes.
11. Doctrina del fjn económico 26 Prueba de la causa 44
12. Acepción de la palabra causa 26. Promesa abstracta en que in-
a que se refiere el Código: tervienen treS personas . . 47
27. Medios de prueba. . . . 48
a) Causa final 27 28. Promesa abstracta en el CÓ·
b) Causa. ocasional 28 digo alemán 49
13. La ca usa final en los di ver- 29. La causa debe ser real 50
sos actos y contratos 30 30. La falta de causa en actos a
14. La callsa en los contratos bi- título gratuito 52
laterales 31 31. Causa falsa. Error de hecho y
15. Ausencia parcial de causa. error de Derecho 53
Reducción en el monto de 32. Causa simulada 55
las prestaciones convenidas 34 33. Sanción a la falta de causa 56

Capítulo II
CAUSA lLICITA

34. Causa ilícita .. . . 59 matrimonial . . . .. 67


35. Leyes prohibitivas . . . . 60 41. Actos y contratos relativos a
36. Actos contrarios al orden pú- casas de tolerancia . 68
blico . . • . . . . . . 61 42. Contrato de claque. . . 70
~7. Convenciones relativas a la 43. Contratos de gestores admi·
moneda en que deban cum· nistrativos . . . • . . . 70
plirse las obfigaciones. . . 62 44. Contratos ·sobre dicotomía . 71
38. Actos contrarios a las buenas {5. Contratos relacionados con el
costumbres . . . . . . . 63 cohecho . . . . . . . . íl
39. Donaciones entre personas 46. Contratos para impedir la
qué viven en concubinato . 65 líbertad de las subastas pú-
40. Corretaje o proxenetismo blícas : . . . . 7I

.1
92 Avelino León Hurtado

47. Convenciones con ocasiones ción ya existente, . 73


de separación de hecho entre 52. Transacciones sobre 1a ac-
marido y mujer . . . , . 72 Ción civil que nace de un
48. Préstamos con causa inmoral 72 delito . , . . . . 73
49-. El juego y la apuesta: Refe, 53. ¿Qué parte debe obrar por
rencia, , , . , , . , . '72 motivos ilicitos para que sur·
50. Mandatarios que obran en ja la causa illcita? Actos a tí-
provecho' propio, , . , .'72 tulo gratuito y contratos one-
51. Promesas para obtener el rosos . . . . . . 74
cumplimiento de una obliga- 54. Conclllsión general 75

Capitulo Jll
CRITICA A LA DOCTRINA. DE LA. CAUSA

55. Nociones generales , . , . 77 60. La causa no es imítil 80


56. La causa sería falsa , , . . 78 61. Conclusión . . . . 84
57. La causa sería inútil . . . 7S' 62. Proyectos y legislación moder-
58. Defensa de la doctrina de la
causa . . . . . . . . 79 na que distinguen entre callsa
59. La causa no es falsa . . 79 y motivo. , . . ' . . . , 85

..... SUPRe:~A
DE
.JUSTIC,A
CHILE
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