Sunteți pe pagina 1din 3

ORACIÓN GUIADA- MIÉRCOLES SANTO 8 DE ABRIL

Casi sin darnos cuenta, llegó la Semana Santa, tiempos donde las cosas tomaron otro
ritmo, otra forma.

Creo que nadie se imaginó vivirla de esta manera, quizá estábamos acostumbrados a
vivir estos días de otro modo o al contrario, despertó en nosotros este año el deseo de
cambiar y de vivir realmente como se merece, acompañando cada paso de Jesús, desde
su entrada a Jerusalén hasta su muerte en la Cruz.

Es por eso y siguiendo los consejos de San Ignacio, que te invitamos a buscar un lugar
cómodo cerca de tu altar para iniciar este momento de oración.

Te pedimos que por este rato, puedas apagar esos sonidos externos, que quites toda
distracción y dispongas todos tus sentidos y sobre todo el corazón para encontrarte con
Jesús.

Nos ponemos en su presencia, haciendo la señal de la Cruz “En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo”. Amén.

Como fuimos escuchando en el transcurso de esta semana, hay personajes que se


hicieron presentes en el paso de Jesús hasta su muerte en la Cruz: Caifás, El
escandalizado, Juan, "El amigo", Judas, "El triste", Pedro, "El bocazas", Pilatos, "El
ciego", María, "La esperanzada", María Magdalena, "La fiel".

Hoy nos toca hablar de dos de ellos, podría decirse dos caras de una misma moneda, la
cara del amor, lo que seguro muchas veces vemos reflejados en nuestra propia historia.

En primer lugar, encontramos a Pedro “el bocazas”, quien dijo a Jesús “Señor, estoy
dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y hasta la muerte” y Jesús sabiendo lo que iba a
pasar y también con dolor al pronunciar estas palabras le decía “Te aseguro que antes de
que cante el gallo me habrás negado tres veces”.

Un Pedro que había prometido que lo acompañaría hasta el final, que pronunció
palabras que luego no pudo sostener con acciones, lo que nos lleva a preguntarnos
¿Cuántas veces hacemos promesas al aire y no nos damos cuenta del peso que pueden
tener nuestras palabras? Porque es fácil prometer cuando las cosas son fáciles o van de
maravillas, pero en los momentos difíciles, de pruebas, ¿estamos realmente presentes?
¿Somos conscientes que más de una vez con nuestras acciones se pone en juego la vida
de alguien más?

Todo esto nos hace entender los frágiles que somos, un Pedro que no se dio cuenta de
sus propios límites y quiso ir más allá, un miedo que le llevó a negar a su mejor amigo,
a quien dijo que jamás abandonaría.

También a nosotros más de una vez Pedro nos representa perfectamente, cuando no
supimos acompañar a alguien porque estábamos metidos en nuestros propios problemas.
Negando a Jesús cuando vemos injusticias, cuando hay personas frágiles que nos
necesitan y no hacemos nada para ayudarlas…

Y no es buena voluntad lo que le faltó a Pedro, sino por impulsivo como muchas veces
lo somos nosotros, por no pensar antes de hacer las cosas y es que necesitamos ser
humildes para poder ver lo que realmente necesita el otro, de eso se trata el amor.

Pedro en medio del dolor y quizá un poco tarde, se dio cuenta de lo que había hecho y
con eso entendió que no era el mejor ni el más fiel, sino que era frágil y su temor pudo
más que el amor. Pero nunca es tarde para empezar de nuevo, porque Jesús siempre nos
recibe con los brazos abiertos para que podamos enmendar nuestros errores. También
tendrá Pedro unos días después la oportunidad de reconciliarse con su Amigo y sobre
todo con Él mismo con un “Señor, tú sabes que te quiero”.

¿En qué momentos te sentiste como Pedro? ¿Sentiste que tus promesas fueron más que
tus acciones? ¿Tuviste miedo de seguir a Jesús? Tomate este momento para poder
reflexionar estas preguntas…

(Música de fondo)

En esta segunda parte de nuestra oración, vamos a hablar de María “La


esperanzada”…”Perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en compañía de
algunas mujeres, y de María, la madre de Jesús”.

María, la otra cara de la moneda, quien viendo sus propias limitaciones, quien
padeciendo el dolor más grande, supo acompañar hasta el final. Ella nos muestra con su
vida lo que es amar sin condiciones, acompañar cuando por dentro se estaba muriendo
por ver sufrir a su hijo más querido.

¿Será que María imaginó que todo esto le tocaría cuando dijo “Hágase tu voluntad”?
Seguramente no pensaba ni la primera parte de todo lo que estaba viviendo pero aun así
hubiera aceptado sin dudar porque su amor es más grande que todo.

Una mujer que supo acompañar en silencio, una madre rota por ver a su hijo destrozado,
siguió al pie de la cruz, aun cuando muchos ya se rindieron y dejaron su amor solamente
en el Hosanna, cuando todo era alegría pero cuando las cosas se pusieron difíciles se
disolvieron como el polvo.

María nos enseña la esperanza, la que a pesar de que todo se esté cayendo en pedazos
sigue esperando que venga lo mejor, que se puede sacar aprendizaje hasta de las
lecciones más duras.

Un amor que acompaña, que se hace carne. Un amor que no duda sino que se entrega
hasta el final, una vida que no se mezquina, que se comparte, el mayor ejemplo de lo
que significa amar hasta que duela, aun cuando somos frágiles podemos acompañar en
silencio, con el solo hecho de hacer saber al otro que estamos ahí…
Ahora para reflexionar, te proponemos que puedas meditar estas preguntas: ¿Somos
capaces de acompañar aun cuando estamos atravesando nuestro propio dolor? ¿Le
damos el control a Dios diciendo “hágase tu voluntad”? En estos tiempos tan difíciles
¿Tenemos esperanza en que las cosas van a mejorar y entregamos a nuestros miedos a
Dios?

Seguramente muchas emociones pasaron por vos en estos momentos, muchas preguntas
quedaron dando vueltas por tu cabeza, resonando, todo eso no olvides de anotar en tu
cuaderno, de decirle a Dios todo lo que viviste y lo que querés aprender de ello.

Para ir cerrando agradecemos a Dios este momento y rezamos la oración que Jesús nos
enseñó.

Padre Nuestro…

Virgen de Itatí, ruega por nosotros.

San Ignacio de Loyola, ruega por nosotros.

S-ar putea să vă placă și