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Antología
de
poesía
búlgara






Hristo
Botev



(Hristo,
 Jristo
 o
 Cristo
 Botev;
 Kalofer,
 1848‐región
 de
 Vraca,
 1876)
 Escritor

búlgaro.
 Es
 la
 figura
 más
 popular
 de
 la
 historia
 política
 y
 literaria
 de
 Bulgaria.

Estudió
en
Odessa
y
entró
en
contacto
con
el
socialismo
utópico.
En
1867
tuvo
que

refugiarse
 en
 Rumania,
 donde
 jugó
 un
 importante
 papel
 político
 entre
 los

emigrados
de
su
país.
Murió
cuando
intentaba
un
levantamiento
contra
los
turcos.

Es
autor
de
varios
Cantos
de
temática
patriótica
y
revolucionaria.

Hijo
 de
 un
 activo
 patriota,
 maestro
 de
 escuela,
 a
 los
 quince
 años
 fue
 enviado
 a

Odessa
a
completar
los
estudios
secundarios,
y
allí,
en
el
curso
de
éstos,
recibió
las

ideas
 revolucionarias
 del
 socialismo
 utopista
 ruso.
 Vuelto
 a
 la
 patria,
 siguió
 la

carrera
 y
 el
 ejemplo
 de
 su
 padre,
 desarrollando
 una
 intensa
 actividad
 subversiva

entre
 la
 juventud
 y
 llegando
 a
 comprometerse
 hasta
 el
 punto
 de
 tener
 que

emprender
 el
 duro
 camino
 del
 destierro.
 Se
 refugió
 en
 Rumania,
 donde
 continuó

trabajando
 sin
 descanso
 como
 conspirador
 y
 animador
 entre
 sus
 compatriotas

desterrados.

Pretendió
luego
provocar
una
insurrección:
para
ello
reunió
un
grupo
de
audaces

búlgaros,
pasó
el
Danubio
en
una
embarcación
austríaca
e
intentó
una
acción
que

había
 de
 conducir
 a
 un
 levantamiento
 general.
 Sin
 embargo,
 enfrentado
 muy

pronto
 con
 grandes
 fuerzas
 de
 la
 gendarmería
 turca,
 en
 un
 desigual
 encuentro

librado
 en
 el
 monte
 Vol,
 cerca
 de
 Vraca,
 murió
 heroicamente,
 como
 el
 voivoda

Hadzi
 Dimitar,
 que
 él
 glorificó
 y
 perpetuó
 en
 uno
 de
 sus
 más
 bellos,
 patéticos
 y

populares
Cantos.
Tenía
tan
sólo
veintiocho
años.

Publicista
y
dirigente
patriótico,
llegó
a
publicar
un
libro
de
poemas
con
otro
poeta

revolucionario
 búlgaro,
 Stefan
 Stambolov,
 titulado
Cantos
 y
 poemas
 de
 Botev
 y

Stambolov
(1875),
y
a
continuación
la
elegía
El
ahorcamiento
de
Vasil
Levski.
Pese
a

su
brevedad,
su
obra
ejerció
un
poderoso
influjo
en
las
generaciones
posteriores,

no
 sólo
 en
 el
 aspecto
 literario
 sino
 también
 por
 su
 sentido
 del
 deber
 cívico,

antepuesto
 a
 cualquier
 otra
 consideración.
 Encarnación
 del
 ideal
 romántico,
 su

poesía
vigorosa
y
apasionada
constituye
el
clímax
de
una
tradición
que
vinculaba

el
 empeño
 literario
 con
 los
 deberes
 patriótico‐sociales.
 Su
 más
 célebre

poema,
Hadzi
Dimitar
(1873),
es
un
canto
a
la
muerte
heroica
en
aras
de
la
libertad

colectiva.

Los
Cantos
de
 Hristo
 Botev,
 aun
 cuando
 escasos
 (no
 más
 de
 veinte),
 reflejan

vivamente
 la
 personalidad
 humana
 y
 artística
 del
 poeta,
 inexorable
 con
 los

enemigos
 de
 su
 patria
 y
 con
 toda
 forma
 de
 dominio
 político
 y
 social.
 Naturaleza

impulsiva,
 romántica
 y
 soñadora,
 los
Cantosde
 Botev
 recuerdan,
 en
 la
 entonación

lírica
de
sus
poesías,
a
los
románticos
rusos
Pushkin
y
Lermontov,
que
había
leído,

y
sobre
todo
a
Lord
Byron,
que
vivió
y
murió,
como
Botev,
por
un
ideal
de
libertad.

Suave
 y
 delicado
 en
 la
 intimidad
 familiar,
 su
 tono
 puede
 ser
 también
 elegíaco,

satírico
o
ditirámbico,
y
su
estilo
espontáneo
y
a
la
vez
refinado
dota
a
sus
versos

tanto
de
dureza
como
de
fluidez
según
la
ocasión.

Uno
de
los
mejores
críticos
búlgaros,
Bòjan
Penev,
afirmó
que
Botev
es
"el
poeta
de

la
 libertad",
 libertad
 que
 hay
 que
 entender
 en
 todas
 las
 acepciones
 del
 término:

libertad
de
la
persona,
libertad
de
la
nación,
libertad
del
pueblo,
libertad
de
todo
el

género
humano.
Ardoroso
defensor
de
la
libertad
búlgara
frente
al
yugo
turco,
las

empresas
 atrevidas
 de
 sus
 compañeros
 inspiraron
 algunos
 de
 sus
 cantos,

como
Hayduk,
que
quedó
incompleto.
Su
más
célebre
composición,
Hadzi
Dimitar,

se
 inspira
 en
 la
 empresa
 temeraria
 en
 la
 que
 murió
 este
 voivoda
 (comandante)

búlgaro,
 y
 ensalza
 el
 sacrificio
 de
 la
 vida
 por
 la
 libertad
 como
 el
 más
 alto
 ideal

humano
y
civil.
Sin
duda
uno
de
los
más
populares
de
toda
la
literatura
búlgara,
el

poema
 es
 también
 una
 de
 las
 más
 poderosas
 creaciones
 patrióticas
 de
 Botev.
 La

perfecta
analogía
entre
las
aventuras
y
la
muerte
de
Hadzi
Dimitar
y
las
del
mismo

Botev,
 pocos
 años
 después,
 hacen
 de
 esta
 composición
 una
 especie
 de
 canto

profético
del
destino
reservado
al
poeta.







































A
mi
amor
primero


Deja
esa
canción
amorosa,
 

no
fluyas
en
mi
corazón
veneno,
‐
 

soy
yo
joven,
pero
juventud
no
recuerdo,
 

y
si
recordara,
no
remuevo
 

esto,
que
yo
llegué
a
odiar
 

y
ante
ti
con
mis
pies
he
pisoteado.



Olvida
el
tiempo
cuando
lloraba
 

para
mirada
querida
y
un
suspiro:


esclavo
fui
entonces
‐
cadenas
arrastraba,
 

para
una
tuya
sonrisa
 

demente
yo
al
mundo
despreciaba


mis
sentimientos
en
la
cal
envolvía!
 


¡Olvida
tú
aquellas
locuras,
 

en
ese
pecho
ya
amor
no
ilumina
 

y
tú
no
puedes
despertarlo
 

allá,
donde
tristeza
profunda
reina,
 

donde
todo
en
heridas
cubierto
 

y
corazón
maligno
en
maldad
se
desenvuelve!
 


Tú
tienes
voz
hermosa
‐
joven
eres,
 

¿pero
oyes
cómo
el
bosque
canta?
 

¿Oyes
cómo
los
pobres
lloran?
 

¡Para
esa
voz
anhela
mi
alma,
 

y
allí
se
arrastra
el
corazón
herido,


allí,
donde
es
en
sangre
hundido!
 


¡Oh,
quita
esas
palabras
veneno!
 

¡Oye
cómo
gime
bosque
y
hojarasca,
 

oye
cómo
bullen
tormentas
ancestrales,
 

cómo
ordenan
letra
tras
letra
‐


cuentos
de
viejos
tiempos
 

y
canciones
de
nuevos
pesares!
 


Emprende
y
tu
canción
de
esas,
 

canta
me,
moza,
a
pena,
 

canta
cómo
el
hermano
al
hermano
vende,
 

cómo
perecen
juventud
y
fuerza,
 

cómo
llora
pobre
viuda
 

y
cómo
sin
casa
sufren
niños
péquenos!
 


¡Canta,
o
calla,
vete!
 

¡Que
mi
corazón
ya
palpita
‐
volará,


volará,
en
bosques,
‐
vuelve
en
sí!
 

Allá,
donde
tierra
gruñe
y
resuena


de
gritos
temerosos
malignos
 

y
canciones
de
tumba
antes
de
la
muerte.


Allá.
allá
tormenta
rompe
ramas,
 

y
espada
en
laurel
las
recoge;
 

boquiabiertos
temerosos
barrancos,
 

y
chilla
en
ellos
grano
de
plomo,
 

y
de
la
muerte
la
dulce
sonrisa
esta
allá
 

la
fría
tumba
es
dulce
descanso.
 


Eh,
esas
canciones
y
esa
sonrisa
 

¿qué
voz
va
a
gritármelas,
las
cante?
‐
 

¡Qué
sangrienta
borrachera
yo
levante,
 

de
la
que
el
amor
enmudece,
 

y
entonces
solo
yo
a
cantar
emprenderé
 

a
cuanto
amo
y
a
cuanto
añoro!.





































Compartiendo
el
botín


Somos
hermanos
de
espíritu,
tú
y
yo

Abrigando
los
mismos
ideales,

Y
creo
que
no
existe
nada
en
este
mundo

De
lo
que
nos
debamos
arrepentir,
tú
y
yo.


La
posteridad
nos
juzgará

Hicimos
el
bien
o
el
mal,

Pero
por
ahora
‐
mano
a
mano

¡Caminemos
hacia
adelante,
con
pasos
más
seguros!


El
sufrimiento
y
la
pobreza
en
una
tierra
extranjera

Fueron
nuestros
compañeros
de
vida,

Pero
los
compartimos
como
hermanos

Y
las
compartiremos
de
nuevo,
los
dos...


Compartiremos
coros
de
reprimenda,
tú
y
yo

Y
sufriremos
la
burla
de
los
tontos

Sufriremos
‐
pero
no
lloraremos

Bajo
tormento
humano
de
ningún
tipo.


Y
no
inclinaremos
nuestras
cabezas

Ante
pasiones
e
ídolos
profanos:

Nuestras
dos
tristes
liras

Nos
han
contado
lo
que
hay
en
nuestros
corazones.


Así
que
adelante
ahora,
con
espíritu
e
ideales

A
compartir
por
última
vez
el
botín:

A
cumplir
con
nuestro
juramento
sagrado

¡Hacia
la
muerte
hermano,
vayamos
hacia
la
muerte!




















El
ahorcamiento
de
Vasil
Levski


¿Oh,
madre
mía,
patria
mía,


por
qué
tan
triste,
tan
tierno
lloras?
 

¿Y
tú
cuervo,
ave
maldita,
 

encima
qué
tumba
así
feo
graznas?
 


Oh,
yo
se,
yo
se,
tu
lloras,
madre,
 

por
eso,
que
tú
eres
negra
esclava,


por
eso,
que
tu
sagrada
voz,
madre,
 

es
voz
sin
ayuda,
voz
en
desierta
morada.



Llora!
Allá
cerca
de
la
ciudad
de
Sofia


emerge,
yo
vi,
negra
horca,
 

y
tuyo
único
hijo,
Bulgaria,
 

cuelga
en
ella
con
la
fuerza
magna.



El
cuervo
grazna
feo,
maligno,
 

perros
y
lobos
aúllan
por
los
campos,
 

ancianos
al
dios
rezan
ardientes,


lloran
mujeres,
los
niños
chillando.
 


El
invierno
canta
su
canción
del
mal,
 

vientos
persiguen
espinas
por
el
prado,
 

y
frió,
y
heladas,
y
lloro
sin
esperanzas
 

te
soplan
a
ti
pena
en
el
alma.

























Jadgi
Dimitar


Vivo
es
él,
vivo
es!
Allá
en
el
Balkán,
 

hundido
en
sangre,
tumbado
suspira
 

hombre
bravo
de
profunda
en
pecho
herida,
 

hombre
en
su
juventud,
su
fuerza
varonil.



¡A
un
lado
su
fusil
tirado,
 

a
otro
espada
en
dos
partida;
 

ojos
obscurecidos,
su
cabeza
se
balancea,


entre
labios
maldice
al
universo
entero!
 


¡Tumbado
el
bravo,
pero
en
los
cielos
 

el
sol
parado
enfadado
arde;
 

campesina
canta
por
los
prados
perdidos,


y
la
sangre
aun
más
abundante
derrama!
 


Es
la
cosecha.
¡Cantad,
esclavas,
 

éstas
canciones
tristes!
¡Brilla,
tú
sol,
 

en
ésta
esclava
tierra!
Ha
de
morir


y
ese
bravo
hombre.
¡Pero
calla,
tú
corazón!
 


Aquel,
quien
cae
en
lucha
por
la
libertad,
 

él
no
muere:
éste
lastiman
 

tierra
y
cielo,
naturaleza
y
fiera,
 

y
cantores
canciones
para
él
riman.
 


De
día
le
guarda
el
águila
sombra
 

y
lobo
paciente
las
heridas
le
lame;
 

encima
suyo,
halcón,
ave
gallarda,
 

y
él
al
hermano,
al
hombre
bravo
cuida.
 


¡Cae
la
noche
‐
sale
la
luna,
 

estrellas
cubren
el
arco
del
cielo;
 

el
bosque
bulla,
el
viento
susurra,
‐
 

el
Balcán
canta
canción
del
haiduto!
 


Y
náyades
de
blancos
vestidos,
 

hermosas,
bellas,
canción
emprenden
‐
 

silenciosas
adentran
las
verdes
hierbas
 

al
lado
del
hombre
bravo
vienen,
se
sientan.
 


¡Una
con
hierbas
la
herida
le
venda,
 

otra
le
rocía
con
agua
fresca,
 

tercera
veloz
en
la
boca
le
besa,
‐
 

y
él
la
mira
‐
querida,
sonrienta!
 


"¿Dime,
hermana,
dónde
‐
el
Karadga?


¿Dónde
están
mis
camaradas
fieles?


¡Dímelo,
y
llévate
al
alma
mía,
‐


yo
quiero,
hermana,
aquí
que
muera!"
 


Y
palmean
con
manos,
y
se
abrazan,
 

con
canciones
ascienden
por
los
cielos,
‐
 

vuelan
y
cantan,
hasta
que
amanecen,
 

y
buscan
el
alma
del
Karadga.
 


¡Pero
amanece
ya!
Y
en
el
Balcán
 

el
hombre
tumbado,
su
sangre
derrama,
‐


el
lobo
le
lame
la
herida
profunda,


y
el
sol
aun
más
enfadado
arde
‐
en
llama.






































NIKOLA
VAPTSAROV
(Bansko,
Bulgaria,
1909­1942)


En
prisión,
el
aguerrido
poeta
de
Cantos
de
motor,
traducido
a
más
de
40
idiomas,

que
había
dedicado
un
ciclo
al
heroísmo
de
la
República
española,
antes
de
ser

ejecutado
por
sus
ideas
revolucionarias
y
antifascistas,
escribió
estos
dos
poemas

finales:

***


POEMA
DE
ADIÓS

a
mi
esposa


Quizás
sin
avisar,
invitado
lejano

al
que
ya
nadie
espera,
te
visite
en
un
sueño.

No
me
dejes
afuera
a
la
intemperie.

No
asegures
del
todo
nuestra
puerta.


Entraré
con
sigilo.
Me
sentaré
despacio,

tratando
de
observarte
en
la
penumbra.

Sólo
cuando
los
ojos
se
sacien
de
mirar,

te
besaré,
y
partiré
para
siempre.



***

La
lucha
es
implacable
y
cruel.

La
lucha
es,
como
suele
decirse,
épica.

Yo
moriré.
Otro
ocupará
mi
lugar…
y
así
siempre.

¿Acaso
importa
aquí
la
suerte
de
uno
mismo?


Un
disparo,
y
después‐
sólo
gusanos.

Esto
es
algo
tan
simple
como
lógico.

¡Pero
en
la
tempestad
de
nuevo
estaremos
juntos,

oh
pueblo
mío,
porque
nos
hemos
amado!


















BLAGA
DIMITROVA
(Biala
Slátina,
Bulgaria,
1922­2003)


DIMENSIONES
O
CRUZ


De
ala
a
ala

abierta,

la
medida
del
ave

para
el
horizonte.


De
mano
a
mano,

en
la
cruz
clavada,

la
medida
del
hombre

para
el
Universo.


*

¿El
cielo
trae
un
ave

o
el
ave
trae
el
cielo?


*

Cada
vez
hay
más
humanos
en
la
tierra,

menos
pájaros
en
el
cielo.

¡Dios,
ten
piedad!


Poemas
del
libro
Espacios,
Blaga
Dimitrova.
Traducción
de
Zhivka
Baltadzhieva.

Barcelona.
La
Poesía,
señor
hidalgo,
2006.

























IVÁN
TEÓFILOV
(1931,­)



SILLA



Ocasionalmente
colocada
en
el
centro
del
patio

de
cara
a
la
montaña,
la
silla
resplandece

en
la
vibración
de
la
sombra
reticular.




Y
yo,
después
de
tanto
tiempo,

percibí
en
ella
la
silueta
de
un
hombre
sentado.




Y
yo,
después
de
tanto
tiempo,

pensé
en
el
hombre
que
había
inventado

la
franqueza
de
la
forma
de
sentarse.




(Ahora,
cuando
mejor
aprecio
la
vida,

los
valores
omitidos

me
dejan
cada
vez
más
estupefacto…).






































HRISTO
FÓTEV
(1934­2002)


SIN
TÍTULO


En
la
cúspide
misma
de
mi
juventud
me
hallaba.

Era
salvaje,
desmesurado
y
atractivo.

Sin
piedad
–
con
furia
–
te
amaba

y
me
sorprende
que
quedara
vivo.

Era
joven,
inverosímil
y
ostentoso.

¡Cómo
caía
sobre
tu
voz
tibia!

Soy
culpable,
de
tu
recuerdo
angustioso

exijo
piedad,
no
justicia.

No
dejo
de
soñar
con
ese
caos
que
brillaba…

Sin
darme
cuenta
feliz
había
sido.

Sin
piedad
–
con
furia
–
te
amaba.

Y
siento
haber
sobrevivido.




































LUBOMIR
LEVCHEV
(Troyan,
Bulgaria,
1935)



DESENLACE


Te
desvistes
como
en
el
médico.

Este
pensamiento
colisiona
en
mi
alma,

y,
de
repente,
todo
se
vuelve
frágil.

El
jarrón
se
convierte
en
la
prueba.

Y
la
flor,
en
un
bacilo
extranjero.

Y
tú,
tú
te
ríes
de
mí.

"¡Venga,
vamos!,

pregúntame
lo
que
siento,

qué
me
hace
sufrir,

dónde
me
duele.

O
si
no,
pregúntame
lo
que
quieras.

Pero
no
finjas…
"

Entonces
me
inclino
y
mecánicamente
,

"¡Respire!",

le
digo.



(1967)



























EKATERINA
YOSIFOVA
(Kiustendil,
Bulgaria,
1941)



UN
HOGAR,
CASI



Cuando
me
pregunte:
¿qué
has
hecho
hoy?,

le
contestaré:
todo
el
día

he
estado
pensando
en
un
poema.
No
he
hecho
nada
más,

no
he
preparado
la
comida,
no
he
planchado,
sólo
he
cosido
tu
botón,

he
pensado
en
un
poema
sobre
un
botón
y
he
reído.

Ha
sido
un
día
bonito.

Preguntará:
¿y
qué
has
pensado?

E
incluso:
¿y
qué
has
escrito?

Por
supuesto
que
lo
va
a
preguntar:
es

parte
de
la
intimidad.

Entrará,
se
quitará
los
zapatos
y
la
chaqueta.

Se
lavará
las
manos.
Preguntará:
¿qué
has
hecho
hoy?

Nada,
contestaré.

Nada.































LA
NUBE


Oscurece
y
hace
frío,

la
gran
nube
se
interpone
entre
el
sol
y
yo.

Viaja
rápido,
en
breve
te
tocará

el
otro
extremo
de
su
sombra.

¿Qué
haces
ahora?
¿Qué
harás
mañana?

Los
días
se
deshacen
como
nubes.

Pensaba
que
envejecería

con
la
frente
sobre
tu
hombro.

Podría
soñarte,
dormir
un
rato

despreocupada
junto
a
tu
vasto
cuerpo,

despreocupada
junto
a
tu
alma
sonriente

(lo
digo
con
una
sonrisa).

Aquí
todo
es
amplio
y
sereno,
nadie
altera
su
vida.

La
nube

pasará.

Nada
hay
en
el
horizonte,
salvo
la
noche
que
se
cierne.
































IVAN
TZANEV
(Ostritza,
Bulgaria,
1941)


EPITAFIO
DE
LA
ABEJA


Tu
zumbido
llena
el
oído,
pelirrojo
peón
negritrabajador.

¿Acaso
tu
nombre
frágil
no
es
el
polen
pegado
a
la
boca?

Unes
las
partículas
e
infundes
dulzura
a
las
cosas,

y
te
veo
entre
las
ramas,
revoloteas
como
un
rayo
ensimismado.

Anudada
con
un
hilo
tierno
a
mi
mirada
cautiva,

subes
cada
vez
más
alto
y
cada
flor
se
hace
tu
peldaño.

Cima
de
la
caricia
sin
provecho,
te
despides
del
árbol
blanco,

y
por
un
pequeño
sendero
sonoro
recorres
el
día
apaciguado.

Qué
riquezas
ocultas
tan
avizoramente
en
tu
colmena
sencilla,

pero
este
ávido
ensañamiento
de
atesorar
no
se
puede
saciar
jamás.

Yo
llamo
un
festín
amargo
tu
día
laborioso
en
los
parrales,

parda
gota
de
sudor,
que
te
has
colado
por
el
racimo
ambarino.

Fragancia
de
miel
y
de
dolor
chorrea
de
los
aguijones
que
me
pican,

hermana
de
mi
celo,
te
alcanzo
cada
vez
más
difícilmente.

Si
tiendo
la
mano
para
acariciarte,
clavas
tu
aguijón
en
un
instante.

Y
es
la
pequeña
raíz
de
una
canción
por
ti,
abeja
que
pereces.


(traducción
de
Rada
Panchovska
y
Raúl
Herrero)




























RUJA
VELCHEVA
(1946)


CELOS


Tengo
celos
del
agua
‐

acaricia
tu
piel.


Tengo
celos
del
viento
‐

oye
tu
voz.


Tengo
celos
de
la
luna
‐

en
tus
ojos
se
refleja.


Y
estoy
tan
lejos

y
soy
tan
lejana
para
ti.


!Dios
mío!

!Que
dolor!
































ESTE
PEREGRINO
­
EL
VIENTO


Este
peregrino
‐
el
viento

que
de
noche


baja
de
los
Andes...


Por
las
plazas
desiertas

taconea

con
zapatos
de
herraduras...


Acaricia

a
las
muchachas
dormidas

en
sus
camas
solas...


Tira

sueños
extraños

en
el
vino
de
maridos...


Este
gaucho
‐
el
viento

a
mis
cabellos
ardientes

atare...





























HUMOR


Esta
noche
la
luna

tan
sola

derrama

lagrimas
‐

perlas

en
la
copa
de
cristal

del
lago.


El
viento,

bailando
por
la
agua,

bebió
casualmente
un
trago

y
ahora

llora
silencioso

entre
las
totoras...


































EL
CANTO
DEL
CONDOR


Llevo
el
sol

sobre
mi
alas
‐

una
cruz
de
oro

en
el
cielo

sobre
Andes.


La
tierra
‐

vanidad
y
reposo,

mi
sombra

roe

envidiosa...


Mi
amigo
es
el
viento.

El
azul
del
cielo
‐
mi
amada.

Estoy
vivo.


Solo
muerto

la
tierra

me
tendrá.





























BALADA
BOLIVIANA
A
CHE
GUEVARA


Entonces

los
asesinos
llevaron
su
cabeza
a
Washington.

Sus
manos
‐
los
camaradas
salvaron
en
Cuba.

Los
traidores
‐

el
cuerpo
mutilado
escondieron

en
la
tierra
negra

de
Bolivia.


Solo
su
alma

se
libero

de
las
cadenas
perecederas

de
la
carne,

con
los
cóndores


vuela

y
ahora

en
el
cielo
eterno

encima
de
Andes...































KIRIL
KADIISKI
(1947,­)



SILENTIUM


Quizás
sea
el
silencio
el
alma
de
todas
las
cosas,
como
sostiene
un
célebre
poema,

pero
el
alma
de
la
lengua
no
está
hecha
de
silencio.
El
alma
de
la
lengua
es
el

silencio
que
grita.















































MIRIANA
BASHEVA
(Sofía,
Bulgaria,
1947)


POR
LA
MAÑANA


¿Dónde
estuve
anoche?
¿En
brazos
de
quién?

Recuerdo
sólo
unos
labios
junto
a
mi
corazón.

Recuerdo
palmas
furtivas,
crueles
y
tiernas.

Recuerdo
"¡Más!
¡Que
todo
te
duela!"

Recuerdo
la
lluvia
cayendo
por
mi
espalda.

(No
era
más
que
eso.
No
eran
lágrimas
de
hombre.)

Recuerdo
el
largo
adiós,
el
breve
camino
a
casa.

Y
me
dormí
como
un
gato
abandonado
a
su
muerte.






































KIRIL
KADIISKI
(Yabalkovo,
Bulgaria,
1947)


LA
CLEPSIDRA
DEL
CORAZÓN


La
luna,
completamente
llena
y
de
una
frialdad
nacarada,
surgió
en
el
horizonte.
La

liebre
en
la
alfalfa
levantó
con
temor
la
cabeza.
Sus
orejas
marcaban
las
doce

menos
cinco
en
la
esfera
siniestra.
Era
absurdo.
Pero
sólo
en
apariencia.
Su

corazón
batía
tan
rápido
que
en
un
solo
segundo
medía
varios
a
la
vez.
Está
claro

que
todas
las
cosas,
vivas
o
muertas,
viven
en
un
tiempo
diferente.


Del
libro
La
calavera
de
Yorick.
45
poemas
cotidianos
(2004)









































Zhivka
Baltadzhieva
(1947)


Zhivka
Baltadzhieva.
Nace
en
Sofia,
Bulgaria,
1947.
Ha
publicado
varios
libros
de

poesía
y
sus
obras
han
sido
galardonada
con
importantes
premios
nacionales,

traducidas
a
varios
idiomas
e
incluidas
en
numerosas
antologías
de
poesía
búlgara.

Escribe
en
búlgaro
y
español.
Desde
hace
25
años
vive
y
trabaja
en
España.



DIVINA
COMEDIA



Cada
vez
más
conectados,
pululando

entre
nuestras
heridas

y
las
que
asestamos
nosotros.


Cada
vez
más
conectados
y
más
ocupados

en
que
nos
toque
nadie,

y
menos
con
la
mirada.


Cada
vez
más
conectados,
más

hacia
las
hormigas.
¿Hacia
dónde
excavamos

en
el
universo
plano?


Invisibles


y
[¿acaso?]
inexistentes

multimillones
de
perdidos.


¿En
la
ciudad?

¿En
el
campo?

¿En
el
cielo?


¿Infierno?

No
me
encuentro
en
mí
misma.



















ULISES



A
la
playa
de
Ítaca


me
trajeron
dormido,

un
cuerpo
inerte
sólo.


Primero

no
me
reconocieron

y
después
nadie
me
preguntó

nada.


He
matado
a
los
pretendientes.

Y
más



no
tengo
que
navegar.


No
tengo
que
inventarme.

No
tengo
que
inventar
nada.

No
tengo
que
ser


otro.


No
tengo
que
ser.


Ni
siquiera
yo

sueño
con
Odisseo.


Mi
fuga


a
lo
real


se
ha
cumplido.



*
*
*
 


Los
pormenores
son
lo
más
importante.


Una
carta
olvidada
en
el
bolsillo
e
ilegible


después
de
pasar
por
la
lavadora,


la
mirada
en
la
que
no
me
he
fijado,

la
voz
de
lo
no
dicho,
el
aliento
del
campo
temblando


en
resonancias
momentáneas,

el
cotidiano
y
único
rostro
de
mi
madre
que
se
ha
ido.


Los
pormenores
son
lo
amado.


Cada
vez
quedan
menos
en
este
mundo
civilizado.

Industria,
grandes
cantidades
de
lo
mismo.


Y
ni
gota
de
lo
otro.
Pensaba
el
retrato


del
exánime
dedo
meñique
de
tu
mano
izquierda

en
el
museo
de
mis
más
íntimos
recuerdos,

pero
reproducirán
mi
mente
y
mi
corazón
huidizo


y
no
sé
dónde
protegerte.














































GEORGI
BORISOV
(Sofía,
Bulgaria,
1950)


LO
QUE
ME
DIJO
LA
LIBERTAD


El
pájaro
que
lleva
en
sus
alas
al
viento

y
el
viento
que
se
lleva
al
pájaro
muy
lejos,

el
árbol
que
la
dura
tierra
roe

y
la
tierra
con
el
árbol
domesticado
en
sus
mandíbulas


son
libres
por
igual:
el
árbol
será
pájaro;
el
pájaro,
polvo,

y
yo
tan
sólo
soy
el
hombre
que
entre
ellos
está
hoy.







































VIOLETA
BONCHEVA





Violeta
Boncheva,
nacida
el
01
de
abril
de
1951
en
la
ciudad
de
Stara
Zagora.

Profesora
de
español
en
un
colegio
preparatorio.
Tiene
siete
libros,
cinco
de
poesía
y

dos
en
prosa.
Dos
de
los
libros
son
bilingües,
traducidos
por
el
traductor
mexicano

Reynol
Pérez
Vázquez.
Ganadora
de
premios
nacionales
y
internacionales:
de
EEUU
y

del
Reino
de
España.
El
mes
de
noviembre
de
2008,los
lectores
del
blog
literario

argentino
de
Silvia
Loustau
votaron
por
ella
y
la
proclamaron
de
Poetisa
de
la

semana.
Ha
vivido
casi
tres
anos
en
Monterrey,
México
donde
trabajaba
y
estudiaba

español.
Sus
obras
traducidos
al
ingles,
español
y
portugués
son
publicados
en

México,
Argentina,
Chile,
España,
Grecia,
EEUU.
etc.




AGUAS
A
DENTRO


Habremos
de
callar
junto
a
los
peces

o
buscar
el
recuerdo
en
la
arena
lavada,

habremos
de
atravesar
el
bosque
receloso

las
veredas
invadidas
de
hierba:

el
tronco
seco
del
pesar

podrás
acaso
arrancar
de
raíz

para
tallar
la
barca
de
la
salvación.

Para
la
vela
arrancaremos
el
satén
de
una
nube

y
arribara
el
viento

que
solo
tu
conoces,

con
el
cual
te
mecías
en
las
ramas
de
la
infancia

hasta
la
Otra
vida

y
aun
mas
allá.

Ahora
atrapo
el
viento
solo
en
mis
pensamientos,

tus
cabellos
son
el
bosque
espeso

que
se
aleja

y
tu
camisa,

el
Azul
lago

que
a
nado
jamás
he
de
cruzar.















EL


El
me
vuelve
verdadera,

El
me
ama,

El
se
desliza
sobre
mi

con
melancolía,

El,
también
aquí,

en
Monterrey,
me
ha
encontrado

y
yo
escurro

bajo
el
derretida.


El
es
fuerte,

El
es
ardiente
y
sacia

El
es
ese

que
cada
noche
aguardo

para
abrazarnos,

para
confesarle
que
lo
amo
todavía

y
partir
hacia
algún
lado..


El
aguacero.






























NOCHE
MEXICANA


La
diosa
de
rodillas
prestas

la
sirena
de
pechos
de
mica

y
un
Apolo
de
delicado
falo

el
paraguas
acribillado
en
manos
de
Neptuno

en
torno
mezclados
un
olor
a
tacos

y
a
cebolla
suculenta:

envueltos
en
capas
de
mármol

angelillos

silban
a
los
transeúntes

en
el
puente
hacia
la
luna,

la
noche
de
muslos
de
par
en
par

devora
desterrados


en
las
bancas
de
la
Alameda

los
solitarios
anhelan
salir

a
través
de
la
cremalleras
de
sus
pantalones

pero
otros

con
los
mechones
sumergidos
en
el
café

se
trepan
sobre
los
faros
del
coche

de
matricula
cifrada


sobre
de
medianoche
los
adoquines
parecen
limpios

y
la
cruz
azul
encima
de
la
catedral

es
tangible.



Los
poemas
son
traducidos
al
español
por
Reynol
Pérez
Vázquez





















ANTON

BAEV




TODO
EL
MUNDO



 
 A
Vesi


El
marido
regresa
del
mercado
y

¿qué
trae
en
su
bolsa?

Naranjas
de
Pirea,

uva
seca
y
dátiles
de
Chipre,

limones
de
Egipto

y
polvo
negro
de
Eritrea.


A
lo
mejor
ha
puesto

más
de
dos
platos
de
arroz
de
Vietnam

nuez
de
India,

caja
de
habanos

y
un
puñal
de
Andalucía.


En
el
fondo
de
la
copa,

botella
de
tequila
de
México,
veladora,

una
conserva
de
maíz
de
América,

Paquete
de
azúcar
de
Brasil…


Pero
hay
café
de
Ecuador,

Té
de
China

y
un
manojo
de
plátanos
de
Colombia,

un
elefante
tan
pequeño

de
la
Costa
de
marfil,


tan
sόlo
sushi
de
Japón

aún
media
langosta,

pescada
por
los
pescadores

de
Puerto
rico…


Anda
el
marido,

doblado
del
peso
de
la
bolsa.

Sobre
su
hombro
esta
un
papagayo
encaramado

de
Indonesia

y
él
apretaba
un
libro
de
Irlanda.


Una
bolsa
del
mercado
es
bastante

poner
en
su
fondo
todo
el
mundo.

¿
qué
necesitas?

A
lo
mejor
de
un
beso
en
la
entrada

antes
de
tomar
la
bolsa

y
abrir
el
libro.



LAS
TEMPORADAS
BÚLGARAS


Este
año
el
invierno
tardό

y
la
primavera
no
vino,

no
hablemos
del
verano.


Tan
sόlo
el
otoño
se
ha
retenido

como
un
enfermo
mortal

sobre
la
cama


sin
fuerzas
ni
siquiera
de
morir








































NEFERTITI



 
 A
Antonia


Así,
como
estas,
durmiendo

entre
mis
brazos

¿dónde
estás
viajando
en
tus
sueños?

Te
sientes
tranquila,

hayas
atravesado
a
nado
los
Dardanelos

y
entre
los
restos
de
Troya
te
paseas.


Es
tan
caluroso

y
tú
no
necesitas
las
sandalias
tuyas.





































PLOVDIV



 Metamorfosis
para
Dobromir


Estoy
andando
por
la
ciudad

como
si
no
fuera
mía,

con
la
que
nada
me
une.


Se
fueron
mis
amigos,

incluso
mis
enemigos
se
fueron.

Sobre
el
empedrado
cae
la
lluvia.

Las
acacias
se
llenan
de
jugo.

Toma
y
come
del
tiempo
ya
terminado,

ponte
la
vestidura
blanca,

de
nuevo
en
el
nombre
del
amor,

aunque
esté
acabado.


Siéntate
debajo
del
alero,

acaricia
tiernamente
los
gorriones
mojados.

Dormir
bajo
del
sol
del
otoño

es
maravilloso…


Y
me
pregunto:

¿Por
qué
es
necesario
despertarme

si
no
espero
a
nadie?


Lo
trazado
con
anterioridad
se
ha
cumplido.

Es
simplemente
recoger
con
huecos
de
las
palmas

cosas
terminadas…


¡Ay,
aquella
luz
se
queda!


Estoy
en
un
sitio

como
séptima
colina.
















LA
BIBLIOTECA
DE
ASURBANIPAL



 
 Esta
es
la
crόnica
del
mundo
pequeño


 
 Baudelaire



Arreglar
las
bibliotecas

es
como
si
ejercitaras
de
un
modo

callado
y
modesto

el
arte
de
la
critica
‐
dice
Borges,

pienso
en
¨Junio
68¨.

Estoy
a
lo
mejor
de
acuerdo
con
él.


¿Qué
le
obligό
al
último
emperador
de
Asiria

[en
un
destino
parecido
hay
más
historia
que
en
otros].

a
escribir
salmos,
canciones
del
corazόn

Y
entregar
las
crόnicas
a
otros

aunque
sean
más
hábiles
escribientes?


Entre
las
toneladas
de
polvo
y
ceniza


sobre
las
estanterías,

entre
los
cascos
rotos
y
azulejos,

entre
las
espadas
oxidadas
y
lanzas,

en
el
fondo
de
Ninevia
destrozada

¿Qué
nos
dicen
los
pergaminos?


Los
autores
de
encargo
describen

las
marchas,
las
batallas
y
sitios
de
fortalezas,

a
veces
rebeliones
en
guarniciones.

[Aunque
no
haya
nada
de
malo
en
lo
que
se
trata

de
las
cargas
.
allí
no
descubrimos
mucho.]


Acá
y
allá
son
dibujados
los
leones
perseguidos

[las
gacelas
son
demasiado
interesantes]

siempre
coloridos
y
heridos

[pero
no
nos
dirán
nada
la
última
caza].


Totalmente
diferente
es
con
los
salmos

[a
pesar
de
que
sόlo
arreglarlos
es
crítica
de
sentimiento].

el
enigma
está
en
el
tiempo
mismo
de
la
inscripciόn.


No
se
si
el
emperador
hubiera
tendido
la
mano

hacia
la
hoja

antes
de
marcharse
a
lo
lejos

o
regresar
de
cualquier
triunfo.


La
historia
pasa
por
alto

los
problemas
más
importantes¡

Salmansar,
Sinaherib,
Asarhadon
–

¿Qué
ha
quedado
salvo
unas
crόnicas
ingenuas?

¿si
hubiera
comprendido

el
último
imperador?


[La
riqueza
amarga
mucho

Cuando
no
es
compartida].


Traducción
de
Violeta
BONCHEVA











































Valia
Ilieva




Valia
Ilieva
(Валя
Илиева)
nació
en
el
año
1974.
Vive
i
trabaja
en
Madrid.

Escribe
poemas
y
relatos
en
búlgaro
y
en
español.
Por
el
momento
tiene
solo
dos

libros
publicados.


ALEGRIA



En
el
campo
sembrado

había
un
fuego
de
maíz,

había
sed
por
la
tierra,

había
dolor
en
el
alma

del
hombre
que
apretaba

los
establos


hacia
la
noche
triste
y
seca.

Como
un
pastor
en
el
cielo

llegaba
la
Luna
retrasada

y
las
estrellas
brillaban

como
mariposas
nocturnas.

Un
sonido
extraño


golpeo
el
vació
,

y
llego
la
lluvia
‐

rompió
el
silencio.

Y
oí
la
canción
de
la

tormenta
profunda,

y
seré
a
los
ojos

para
pedir
un
deseo.

La
planta
empezó
a
crecer


como
crece
el
día
nuevo.

La
alegría
volvió
en
su
rostro

y
en
el
mío
también.


¡También!

















YO,
EL
AGUA



 Intento
para
autorretrato.


Antes
era
un
rió,

ahora
soy
un
simple
charco.

Me
pisan,
me
escupen,
hablan
sobre
mí,

que
les
molesto.

Estorbo
a
sus
caminos,
a
sus
desarrollos,

incluso
el
ecosistema,
y
el
universo.

A
yo
de
día
a
día
me
seco,

me
fundo,
me
evaporo.

¡Desaparezco!

Perdí
la
última
esperanza.

¡Ya,
no
tengo
en
que
creer!

¡Ya,
no
soy
NADA!

Abecés
se
reflejan
en
mi
‐

encuentro
caras
con
las
sonrisas
torcidas.

Y
me
siento
de
una
a
otra
manera
extraña
y
asquerosa,


sucia
por
dentro.

Quisiera
ser
EL
PRINCIPIO
y
EL
FUENTE.

Ser
provechosa..!

A
ser
mi
misma.

Pero...?!

No
tengo
gana
de
hablar
para
el
pasado.

Detrás
de
mi,
como
al
de
otro
cualquier
charco


se
quedarían
manchas

Luego
empezare
a
llover

y
todo
va
a
empezar
a
repetir
se

de
nuevo.

Tal
vez
aquí
es
la
hora

a
parar
me,

a
dar
se
la
cuenta.

No
es
importante
lo
que
era
de
mi,

lo
que
soy
o
lo
que
quiero
ser.

Es
importante
que
exista,

yo‐
el
agua.













MIROSLAV
HRISTOV
(Sofía,
Bulgaria,
1982)


CAMA


Ella
tomó
las
decisiones

por
mí

mantas
azules

sábanas
blancas

y
una
almohada
amarilla


¿sigue
pensando

que
dormiremos
en
el
cielo?


del
libro
Cheresha
s
gravitatsia
(2010)


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