Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
PUNTOS CLAVE
• La salud mental es definida como el bienestar absoluto a nivel psíquico y
social, mientras que un trastorno mental implica la pérdida de dicho bienestar
por motivos de distinta índole.
• El término trastorno mental, al igual que otros muchos términos en la medicina
y en la ciencia, carece de una definición operacional consistente que englobe
todas las posibilidades.
• Se conoce como trastorno mental al síndrome o a un patrón de carácter
psicológico sujeto a interpretación clínica que, por lo general, se asocia a un
malestar o a una discapacidad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental se define como “un estado
de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar
las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz
de hacer una contribución a su comunidad”.
Resulta importante mencionar que los trastornos mentales pueden ser consecuencia
de factores biológicos (ya sean de orden genético, neurológico u otros), ambientales o
psicológicos. Por eso requieren de un abordaje multidisciplinario enfocado a mejorar la
calidad de vida del sujeto. Muchos son los signos o síntomas que dan muestra de que alguien
está sufriendo un trastorno mental (tabla 1). Así, por ejemplo, entre los mismos se encuentran
trastornos del sueño, tristeza, ansiedad, alteraciones en lo que es la memoria, dificultad
palpable para pensar con absoluta claridad, conducta de tipo agresivo o incluso cambios y
problemas en lo que es tanto la percepción visual como la auditiva.
0.1 | ASPECTOS generales | área Introducción general
2. CONCEPTO DE ENFERMEDAD MENTAL
El diccionario de la Real Academia de la Lengua define la norma como “la regla que se
debe seguir o a la que se deben ajustar las conductas”. Lo anormal sería “lo que se desvía
de la norma”. El problema, en principio, consiste en especificar la norma de referencia para
calificar una conducta como desviada o anormal. Así se proponen distintas perspectivas para
abordar la normalidad: como salud, como utopía, como media/promedio, como proceso,
subjetiva, operativa o psicométrica.
Este enfoque de normalidad está asociado al criterio sociológico en el que la idea de salud
se relaciona con la adaptación social y con la reacción positiva que el individuo provoca
en el grupo social, lo que equivale a plantear la normalidad en función del contexto social
(normalidad adaptativa).
Este criterio amenaza con tildar de anormal (y por fácil derivación a enfermos) a todos
aquellos que por motivos personales, religiosos o políticos se apartan de la media social. Por
lo que no es posible interpretar signos clínicos sin conocer la sociedad donde estos aparecen.
Lo enfermo, por tanto, solo supone un caso especial de lo anormal, donde lo significativo es
ser referido a la relación sujeto-objeto y no a la situación estadística o sociológica.
Cada uno de estos modelos tiene una utilidad limitada sobre el concepto de enfermedad
mental. Ninguno es suficiente per se para dar cuenta de su complejidad.
0.1 | ASPECTOS generales | área Introducción general
2. CONCEPTO DE ENFERMEDAD MENTAL
El problema planteado por el término trastornos mentales ha resultado ser más patente que
su solución, y, lamentablemente, el término persiste en el título del DSM-IV, ya que no se ha
encontrado una palabra adecuada que pueda sustituirlo. Es más, a pesar de que este manual
proporciona una clasificación de los trastornos mentales, debe admitirse que no existe una
definición que especifique adecuadamente los límites del concepto trastorno mental.
El término trastorno mental, al igual que otros muchos términos en la medicina y en la ciencia,
carece de una definición operacional consistente que englobe todas las posibilidades.
Todas las enfermedades médicas se definen a partir de diferentes niveles de abstracción,
como patología estructural, forma de presentación de los síntomas, desviación de la norma
fisiológica y etiología. Los trastornos mentales han sido definidos también mediante una gran
variedad de conceptos (p. ej., malestar, descontrol, limitación, incapacidad, inflexibilidad,
irracionalidad, patrón sindrómico, etiología y desviación estadística). Cada uno es un indicador
útil para un tipo de trastorno mental, pero ninguno equivale al concepto y cada caso requiere
una definición distinta.
A pesar de estas consideraciones, la definición de trastorno mental del DSM-IV es la misma que
la del DSM-III y la del DSM-III-R, ya que es tan útil como cualquier otra definición y, además, ha
permitido tomar decisiones sobre alteraciones ubicadas entre la normalidad y la patología, que
deberían ser incluidas en el DSM-IV. En este manual cada trastorno mental es conceptualizado
como un síndrome o un patrón comportamental o psicológico de significación clínica, que
aparece asociado a un malestar (p. ej., dolor), a una discapacidad (p. ej., deterioro en una o más
áreas de funcionamiento) o a un riesgo significativamente aumentado de morir o de sufrir dolor,
discapacidad o pérdida de libertad. Además, este síndrome o patrón no debe ser meramente
una respuesta culturalmente aceptada a un acontecimiento particular (p. ej., la muerte de un
ser querido). Cualquiera que sea su causa, debe considerarse como la manifestación individual
de una disfunción comportamental, psicológica o biológica. Ni el comportamiento desviado (p.
ej., político, religioso o sexual) ni los conflictos entre el individuo y la sociedad son trastornos
mentales, a no ser que la desviación o el conflicto sean síntomas de una disfunción.
Esta definición de trastorno mental se redactó con fines clínicos, de salud pública y de
investigación. Habitualmente se necesita más información que la que contienen los criterios
diagnósticos del DSM-5 para hacer juicios legales sobre temas tales como responsabilidad
criminal, elegibilidad para recibir una compensación por discapacidad y competencia.
El grupo de trabajo del DSM-5 y la OMS han hecho importantes esfuerzos para separar los
conceptos de trastorno mental y discapacidad (desequilibrios en áreas sociales, laborales
u otras áreas importantes). Sin embargo, en ausencia de marcadores biológicos claros o
de medidas clínicas útiles para medir la gravedad de muchos trastornos mentales, ha sido
imposible separar por completo las expresiones de síntomas normales y patológicos que
se incluyen en los criterios de diagnóstico. Esta carencia es especialmente problemática
en situaciones clínicas en las que el síntoma que presenta el paciente por sí mismo
(especialmente en niveles leves) no es inherentemente patológico y puede encontrarse en
individuos para quienes el diagnóstico de trastorno mental sería inadecuado. Por eso se ha
utilizado el criterio general de exigir que haya malestar significativo o discapacidad para
establecer los umbrales del trastorno; habitualmente se dice que “el trastorno provoca un
malestar clínicamente significativo o un deterioro social, laboral o de otras áreas importantes
de la actividad del individuo”.
6. conclusión
La psiquiatría ha sido la última de las especialidades médicas en ser aceptada como tal.
A lo largo de la historia, las enfermedades mentales, al igual que el resto de las enfermedades,
pero en mayor medida que estas, han sido terreno de la magia y la religión, cuestionándose
continuamente su condición misma de enfermedades, ya sea atribuyéndoles un origen diabólico,
en los tiempos antiguos, o un origen netamente social en la mucho más reciente antipsiquiatría.
De esta forma, el trastorno mental no debe ser meramente una respuesta culturalmente
aceptada a un acontecimiento particular (p. ej., la muerte de un ser querido). Cualquiera
que sea su causa, debe considerarse como la manifestación individual de una disfunción
comportamental, psicológica o biológica. Ni el comportamiento desviado (p. ej., político,
religioso o sexual) ni los conflictos entre el individuo y la sociedad son trastornos mentales,
a no ser que la desviación o el conflicto sean síntomas de una disfunción.
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
• American Psychiatric Association; DSM- IV-TR: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales.
• American Psychiatric Association. DSM-5: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.
5ª ed. Madrid: Editorial Panamericana; 2014.
• Eguíluz I, Segarra R. Introducción a la psicopatología. Madrid: Ars Médica; 2004.
• Organización Mundial de la Salud. CIE 10: Trastornos mentales y del comportamiento. Madrid: Meditor;
1992.
• Organización Mundial de la Salud. CIE 10: Clasificación de trastornos mentales y del comportamiento:
criterios diagnósticos para la investigación. Madrid: Editorial Panamericana; 2000.
• Vallejo Ruiloba J, Leal Cercós C. Tratado de psiquiatría. Madrid: Marban; 2012.
• Vallejo Ruiloba. Introducción a la psicopatología y la psiquiatría. 8ª ed. Barcelona: Elsevier; 2015.