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EVOLUCION HISTORICA DE LA PARTICIPACION CIUDADANA

Integrantes:
YARA KARINA ARRIETA
LILIANA LOANGO CHAMORRO
YULEIDYS TATIANA ALARCON MEDINA
SADAY GISELLE LAROTTA VELANDIA
CRISTIAN FERNANDO MOSQUERA CASANOVA

UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA


PARTICIPACIÓN CIUDADANA
GRUPO: 109108_9
UNAD
2019
2

INTRODUCCIÓN

En la actualidad, la participación ciudadana viene a ser una consecuencia directa


de la democracia, esto por la simple razón que en los sistemas totalitarios o autoritarios
se extingue la posibilidad que los ciudadanos participen en las decisiones del gobierno.
Democracia es el gobierno del pueblo para el pueblo y por el pueblo, es decir los
ciudadanos eligen a sus representantes para que implementen políticas públicas que
satisfagan sus necesidades básicas, sus derechos en cada una de las generaciones,
iniciando lógicamente en los derechos fundamentales.

La participación implica mucho más que el acto sufragista, que, -si bien es una
manifestación del concepto, no es la única-; otras características del concepto son el
seguimiento, el control y la denuncia pública son mecanismos por medio de los cuales
la sociedad muestra su interés en las actuaciones del gobierno y exige el cumplimiento
de los fines superiores del Estado. La participación en la vida civil o pública es tan
antigua como la civilización misma, sin embargo, la participación directa en el devenir
del Estado puede ser ubicada en los albores de la Revolución Francesa, época en la
cual comenzó la decadencia de los regímenes monárquicos y autoritarios en la Europa
medieval y que se transmitió al resto del mundo por medio de las ideas de La
Ilustración.

Ello reviste un carácter político fundamental a saber: el contrato social definido


por Rousseau (2010) hace parte del acuerdo explícito entre ciudadanos y Estado para
garantizar el monopolio de la violencia como característica insigne de la agencia
reguladora; en dicho planteamiento coinciden pensadores como Hobbes, (2008),
Tocqueville (1998), Montesquieu (2002) y Weber (2000). Difiriendo en sus tesis, un
acuerdo común sustenta las obras icónicas de los autores referidos: el control de la
fuerza, el monopolio de la violencia por parte del Estado para garantizar ello que se
suscribe como derechos a los ciudadanos.

Dicho control y monopolio se ha evidenciado en ocasiones abusivo y autoritario,


aún por parte de regímenes que se adjetivan democráticos; es necesario precisar
algunas condiciones básicas para que la participación ciudadana exista en un régimen 3
democrático, a saber: el respeto de las garantías individuales, los canales
institucionales y marcos jurídicos, la información y la confianza por parte de los
ciudadanos hacia las instituciones democráticas.

Los temas referidos se abordarán a lo largo de este texto en el orden que se


presenta a continuación: primero se elabora un esbozo histórico de la participación
ciudadana como carácter definitorio del concepto; posteriormente como parte de la
necesaria contextualización del concepto, se discriminan la democracia y sus tipos, así
como las consideraciones normativas sobre la participación ciudadana en Colombia.
Finalmente, el discurrir argumentativo culmina con el reconocimiento de la relevancia de
la participación ciudadana en el contexto de la formación como especialistas en Gestión
Pública.

EVOLUCION HISTORICA DE LA PARTICIPACION CIUDADANA

Como ya se refirió en la introducción de este documento, el surgimiento del Estado


moderno se sustenta en la necesidad de organización y centralización del poder, la
relación entre la agencia reguladora de las relaciones sociales, a partir de tres
condiciones indispensables: territorio, población y legislación; así, el rol del Estado está
en función de la organización de una sociedad, procurando siempre el bienestar común
para la población a través de sus diferentes instituciones, como lo evidencian
sistemáticamente las constituciones nacionales derivadas del espíritu heredado de la
Revolución Francesa, su carta de derechos, y de la Independencia Estadounidense.

Históricamente, la participación ciudadana ha sido enfocada al ejercicio de control


hacia el poder público, en este orden de ideas, tenemos que según PNUD (2018)
La participación ciudadana como fenómeno sociopolítico y su conceptualización ha
evolucionado a la par de otros conceptos como democracia, ciudadanía, sociedad
civil y gobernanza. En los movimientos sociales democratizadores en regímenes
autoritarios, en las luchas por la reivindicación de derechos de grupos minoritarios en
democracias consolidadas, así como en la definición de estructuras 4
gubernamentales, arreglos institucionales y políticas públicas, se manifiesta la
intervención de actores sociales en el espacio público con fines de incidencia en los
asuntos públicos. (p.3)

Considerando que la democracia supone aquel acceso al poder público que ejerce el
Estado, y que resulta ser el mecanismo que protege las libertades y derechos civiles a
toda la población, se puede afirmar que la participación ciudadana posee una estrecha
relación con la democracia, que resulta ser esa idea de formar parte de las decisiones
públicas, implicando participar a través de actividades voluntarias en el seguimiento y
control social al discurrir de los gobernantes en el ejercicio de su función pública.
Guillen et al. (2009:180) lo expresan en estos términos: “la participación está en el
centro de la sociedad. Participar significa que la gente sea capaz de estar activamente
presente en los procesos de toma de decisiones que atañen a lo colectivo que definen
el rumbo de nuestro Estado”.

Desde las premisas esbozadas anteriormente, la participación ciudadana es un


proceso mediante el cual la sociedad incide –o lo intenta-, en los derroteros del Estado,
conceptualmente definido por filósofos como Rousseau (2010), Hobbes, (2008),
Tocqueville (1998), Montesquieu (2002) y Weber (2000). La construcción de dicho
Leviatan también ha evolucionado hasta la generación de instituciones y derroteros que
pretenden garantizar el disenso como forma insigne de la democracia.

Las cuatro condiciones básicas para que la participación ciudadana exista en un


régimen democrático, (el respeto de las garantías individuales, los canales
institucionales y marcos jurídicos, la información y la confianza por parte de los
ciudadanos hacia las instituciones democráticas) remiten a la conceptualización de la
democracia y algunas de sus características, en función de identificar las
manifestaciones que connota idealmente la vinculación activa de la ciudadanía en los
derroteros del Estado. De tal aspecto se ocupa la siguiente sección.
5

LA DEMOCRACIA, LA PARTICIPACIÓN Y SUS TIPOS

La democracia es una forma de organización social que atribuye la titularidad del


poder al conjunto de la sociedad. No obstante, para que la sociedad civil ejerza su
derecho democrático es necesario que los ciudadanos tomen parte en los asuntos
públicos o que son del interés de todos, ya que la participación permite que las
opiniones de cada uno de los integrantes de una nación sean escuchadas, en la
pretensión de que los gobernantes diriman las diferencias propias de la interlocución y
legislen de acuerdo a aquello que beneficie a las mayorías.

Como ya se ha mencionado, una efectiva participación ciudadana se basa en


una serie de requisitos que, si bien hacen parte de las decisiones de la agencia
reguladora de las relaciones (Estado), no emergen de forma fortuita; entre dichos
requisitos, pueden mencionarse medidas político-administrativas (la descentralización
del Estado, la desburocratización estatal), acciones individuales y colectivas de los
funcionarios públicos, que afirmen el Estado como entidad legítima (entidades públicas
transparentes, óptimo direccionamiento de los recursos) y la actitud activa del
ciudadano para activar mecanismos de participación permanente (referéndum,
plebiscitos, revocatorias de mandato, acción popular, entre otras).

Tener en cuenta lo descrito en el párrafo anterior fomenta el fortalecimiento


democrático de un sistema político, en el cual se hagan verdades efectivas las
promulgaciones constitucionales; de lo anterior se sigue el análisis etimológico de la
palabra “participación”:

Desde el punto de vista estrictamente lingüístico, se trata de “tomar parte” del


latín pars y capio. Participar, tomar parte, se puede hacer, respecto de cualquier
hecho colectivo. Es necesario que haya más de un individuo para que se pueda
hablar de participación. La participación implica que “se siente uno parte de”, “se es
parte de” un colectivo o comunidad que está formando por diferentes partes
(Pindado, 2009: 125).
El tomar parte definido anteriormente se torna así en un acto reflexivo y crítico 6
que permea el accionar de las instituciones y los sistemas políticos; es fundamental
entonces, trascender lo netamente especulativo para aproximar una serie de
referencias contextuales desde las cuales tome forma el concepto de participación
ciudadana en lo propio de un escenario social definido; en el caso que convoca este
informe, se describe algunas de las orientaciones normativas que posibilitan la
participación ciudadana en Colombia, lo cual se sigue a continuación.

DESARROLLO NORMATIVO PARA LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN


COLOMBIA

La Constitución Política de Colombia de 1991 en su preámbulo establece la


participación de toda la ciudadanía al indicar que

El pueblo de Colombia, en ejercicio de su poder soberano, representado por sus


Delegatarios a la Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios,
y con el fin de fortalecer la unidad de la nación y asegurar a sus integrantes la vida,
convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz,
dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden
político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la
comunidad latinoamericana, decreta, sanciona y promulga la siguiente
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA" [ CITATION Con91 \l 9226 ].

Cabe destacar el rol que connotan los conceptos de poder soberano, fortalecer la
unidad de la nación y la garantía de los derechos ciudadanos; tales elementos orientan
el discurso establecido a lo largo del documento guía de las prácticas del Estado y los
individuos en Colombia; así, en su título 4 en el capítulo 1, establece cuales son los
mecanismos de participación con que cuentan los colombianos,

Son mecanismos de participación del pueblo en ejercicio de su soberanía: el


voto, el plebiscito, el referendo, la consulta popular, el cabildo abierto, la iniciativa
legislativa y la revocatoria del mandato. La ley los reglamentará. El Estado contribuirá
a la organización, promoción y capacitación de las asociaciones profesionales, 7
cívicas, sindicales, comunitarias, juveniles, benéficas o de utilidad común no
gubernamentales, sin detrimento de su autonomía con el objeto de que constituyan
mecanismos democráticos de representación en las diferentes instancias de
participación, concertación, control y vigilancia de la gestión pública que se
establezcan” [ CITATION Con91 \l 9226 ].

Los mecanismos de participación ciudadana ya referido presentan una serie de


ventajas descritas por autores como Arratibel (2005:25) quien las enuncia de la
siguiente manera:

a) expresar una opinión sobre los problemas que aquejan a los ciudadanos;
b) buscar el ejercicio de una acción del gobierno; c) ratificar o censurar una decisión
tomada por los órganos del gobierno; o d) la adopción de una nueva Constitución, ley
o reforma a las normas vigentes.

Cada una de dichas acciones deviene en el facultamiento a la ciudadanía, que se


evidencia en el artículo 270, para que intervenga activamente en el control de la gestión
pública al establecer: "La ley organizará las formas y los sistemas de participación
ciudadana que permitan vigilar la gestión pública que se cumpla en los diversos niveles
administrativos y sus resultados" [ CITATION Con91 \l 9226 ].

En ese mismo espíritu de fomento de la participación ciudadana y considerando


los límites que la sociedad civil debe emprender a la maquinaria estatal, emerge la Ley
134 de 1994 que dicta normas sobre mecanismos de participación ciudadana,

Esta Ley Estatutaria regula la iniciativa popular legislativa y normativa; el


referendo; la consulta Popular, del orden nacional, departamental, distrital,
municipal y local; la revocatoria del mandato; el plebiscito y el cabildo abierto.
Además de establecer las normas fundamentales por las que se regirá la
participación democrática de las organizaciones civiles [ CITATION Con943 \l 9226 ].

Lo alusivo a las veedurías ciudadanas lo legisla la Ley 850 de 2003 que


reglamenta las veedurías ciudadanas,
como mecanismo democrático de representación que le permite a los 8
ciudadanos o a las diferentes organizaciones comunitarias, ejercer vigilancia sobre la
gestión pública, respecto a las autoridades, administrativas, políticas, judiciales,
electorales, legislativas y órganos de control, así como de las entidades públicas o
privadas, organizaciones no gubernamentales de carácter nacional o internacional
que operen en el país, encargadas de la ejecución de un programa, proyecto,
contrato o de la prestación de un servicio público [ CITATION Con033 \l 9226 ].

Es prolífica la literatura jurídica y normatividad desarrollada por el Estado


Colombiano para garantizar y fomentar la incidencia de los ciudadanos en sus
designios; así, existe también la Ley 472 de 1998, sobre las Acciones Populares y de
Grupos, como la Ley 393 de 1997, Acción de Cumplimiento. El recorrido elaborado
respecto a la normatividad colombiana permite evidenciar un interés desde el Estado
para fortalecer el sistema democrático y avalar un concepto de democracia que se
sustenta en los derechos humanos y el consenso como forma de desarrollar tanto las
regulaciones y normas, como los acuerdos mínimos básicos para una sana convivencia
social.

Las anteriores son las normas generales que consolidan la participación


ciudadana en la democracia colombiana y les brinda el sustento jurídico a los
nacionales para ejercer su derecho a coadyuvar y acompañar el desarrollo del país. La
misma descentralización administrativa que introdujo la Carta de 1991 ha permitido la
expedición a nivel territorial y de entidades descentralizadas normas accesorias que
instrumentalizan el mandado de la Constitución para reglamentar y permitir la
participación ciudadana en el devenir político, económico y social de la nación.

Además de lo anterior, se encuentran los Decretos del Distrito Capital, 1421 de


1993 [ CITATION Alc93 \l 9226 ]; 371 de 2010 [ CITATION Alc10 \l 9226 ] y 503 de 2011 [ CITATION
Alc11 \l 9226 ] que propenden por garantizar el rol ciudadano en lo que tiene que ver con
la incidencia en el ejercicio de la función pública, gubernamental, en todas sus esferas.
Es imposible dejar de referir la Acción de Cumplimiento y la Acción de Tutela, recursos
que favorecen al ciudadano cuando sienta vulnerados sus derechos. La Acción de
Cumplimiento está reglamentada en la Ley 393 de 1997 [CITATION Con1 \l 9226 ]y la 9
Acción de Tutela en el Decreto 2591 de 1991 [ CITATION Pre91 \l 9226 ].

Es notable entonces como la participación ciudadana en Colombia se ha venido


desarrollando de forma paralela a nuestro sistema democrático por medio de las
legislaciones ya referidas; sin embargo, de la promulgación al real ejercicio del “hacer
parte” hay una brecha que no se puede desconocer.

En tal sentido, hay dos aspectos que no pueden descuidarse: el primero es la


apatía de los ciudadanos que no ejercen o desconocen su derecho a participar en la
toma de decisiones en asuntos públicos, indiferencia que atenta contra el bienestar
general y el desarrollo social del país. En segundo lugar, la falta de garantías de
seguridad para aquellos que toman las banderas para luchar y defender el bien común
desde los colectivos sociales y las organizaciones ciudadanas hace parte de la
cotidianidad del Estado Colombiano.

La participación ciudadana sirve para tomar parte de forma activa en la


sociedad, entendida desde cada escala territorial (barrio, localidad, ciudad,
departamento, país); el asumirla como parte de los referentes que guíen la acción
consciente y reflexiva de una ciudadanía formada en democracia puede aportar en
subsanar las falencias o vacíos mencionados en el párrafo anterior. Otra de las
condiciones que deben tenerse en cuenta para valuar el “hacer parte de” tiene que ver
con el considerarla un potente mecanismo de integración social, de educación cívica,
de canalización de relaciones interpersonales, de ocupación de tiempo libre y de
ejercicio de solidaridad.

En el mundo actual, las tecnologías de la información y de la comunicación se


han convertido en instrumentos que apoyan la construcción de una democracia
participativa e inclusiva, al permitir a los ciudadanos reflexionar en base a información
pública de organizaciones políticas y candidatos, mediante espacios para generar
participación, diálogos y reflexión social. Dichas herramientas tecnológicas han hecho
posible derechos como el de la libre expresión, cuyo ejercicio afirman algunos, se ve
censurado en los medios; la información múltiple ante un mismo fenómeno o la
denuncia respecto a situaciones que se escapan del alcance territorial.
En ello hay quienes reconocen los caracteres y la impronta de la participación 10
cuando consideran que

(…) es una forma de intervención social que le permite a los individuos


reconocerse como actores que, al compartir una situación determinada, tienen la
oportunidad de identificarse a partir de intereses, expectativas y demandas comunes,
y que están en capacidad de traducirlas en formas de actuación colectiva con cierta
autonomía frente a otros actores y políticas." (González y Duque 1990).

En otras palabras, desde el hecho participativo existen posibilidades de


reconstruir un tejido social fragmentado y disperso como el que caracteriza la sociedad
colombiana; es necesario retornar a las formas que asume el discurso cuando se habla
de participación ciudadana, esta es

(…) un derecho constitucional que le permite al ciudadano ser agente activo


de la toma de decisiones que afecten su entorno no sólo político, sino también el
económico, cultural y administrativo, buscando con ello estrechar esos lazos entre la
comunidad y las instituciones. Entendiendo que el Estado Colombiano es
democrático, participativo y pluralista, donde prevalece el interés general sobre el
particular. (Mercado, 2009).

En una democracia la participación se constituye en un contrapeso efectivo del


abuso del poder, junto con la transparencia y el acceso a la información pública sirven
como elementos para vigilar la acción gubernamental y combinado con el combate a la
corrupción, son factores esenciales para construir una sociedad civil cuya expresión se
consolide en función del fortalecimiento de la democracia y darles una dirección a los
asuntos públicos con fundamentos de interés público.

Sin importar la clase de democracia que sea, directa, representativa, deliberativa


o participativa; cualquiera de éstas necesita de la participación de los ciudadanos. En la
primera, para tomar decisiones y llegar a acuerdos; en la segunda, para elegir a sus
representantes; en la democracia deliberativa, los ciudadanos se hacen escuchar en la
toma de decisiones públicas; y finalmente, para concurrir con el gobierno en la
elaboración y evaluación de políticas públicas.
11

CONCLUSIONES

La historia ha evidenciado que democracia y participación ciudadana son dos


conceptos que están estrechamente ligados; el ser humano se ha ido haciendo
consciente de forma paulatina de involucrarse cada vez más en la toma de decisiones
de los gobiernos, pues estas inciden en su vida y progreso, afectando su bien-estar
individual y colectivo; ejemplo de dicha concienciación, han sido las diferentes
constituciones colombianas como la primera de ella de 1.832 -Constitución política del
estado de Nueva Granada-, que favoreció la primera elección de presidente de la
Republica por voto popular (Mariano Ospina en 1853), de aquí en adelante se
establecieron una serie de características del sistema democrático que favorecen el rol
de la ciudadanía como ente activo.

Hoy por hoy, el Gobierno ha implementado una serie de mecanismos de


participación ciudadana para gobernar en permanente sinergia con la comunidad, dado
que el tiempo ha demostrado que pueblo y gobierno trabajan mejor cuando las
comunicaciones son fluidas. Estos mecanismos han demostrado focos de corrupción
en diferentes áreas, permitiéndole al gobierno mejorar la gestión pública haciéndola
más ágil, transparente, activa, e innovadora pues a través del uso de la tecnología se
ha logrado enlazar e incluir a la ciudadanía con los planes de gobierno nacional y
departamental.

Otra de los hallazgos encontrados a partir de la revisión bibliográfica y de la


contextualización en el caso colombiano, es la forma en que la decisión autónoma y
reflexiva del ciudadano en torno a los procederes del Estado permiten corregir y evitar
el desgaste del erario público, haciéndolos más ágil, dinámicos, participativos, a través
de las mesas de participación ciudadana. Los gobiernos saben cuáles son las
necesidades de la comunidad y pueden programar sus planes de acción y mejora,
logrando cada día llegar a toda la comunidad.
Los ciudadanos, cada vez más capacitados e informados, exigen que sus 12
opiniones y conocimientos se reflejen en la toma de decisiones, exigencia que los
gobiernos deberán responder imperativamente. Informar, consultar y hacer participar a
los ciudadanos constituyen los pilares de todo buen gobierno, los medios adecuados de
fomentar la apertura, y una buena inversión para mejorar la elaboración de políticas
públicas.

Considerando lo anterior, la participación ciudadana debe ser incorporada como


parte esencial de la estrategia de gobierno colaborativo, que incluye a las
organizaciones de la sociedad civil como interlocutores válidos en el diseño de las
políticas públicas y en la construcción del espacio público. La administración pública
debe incorporar canales de comunicación que hagan coparticipes a los ciudadanos en
los asuntos públicos para garantizar aquello que los filósofos contractualistas tanto
pregonaron como cariz propio de los Estados democráticos.

En ello, la administración pública debe realizar los ajustes necesarios para que
en sus organizaciones existan áreas de participación ciudadana que promuevan y
fomenten el ejercicio de la ciudadanía en los asuntos público. Así se desliga la
concepción generalizada de la función pública como ejercicio exclusivo de una selecta
élite que se desempeña de espaldas a la ciudadanía, a sus voces e intereses.

Considerar lo anterior hace imperativo tener presente tanto el devenir histórico


del concepto, como las manifestaciones del hecho en un contexto puntual como el de
Colombia; la asunción respecto a las normas que establecen la participación ciudadana
como un derecho revisten la particularidad de ser enunciaciones y como tal, producto
de inconformidades y luchas, a veces silenciosas, de la ciudadanía por empoderarse.
No obstante, y como ya se manifestó en el texto que culmina en estas páginas, el
recorrido a emprender es el de la concreción de dichos derechos, la garantía eficaz de
la expresión ciudadana en lo que concierne al Estado como agencia que regule y
representa sus intereses. En ello, el camino aún es largo.
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BIBLIOGRAFÍA 14

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