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Universidad de Chile

Facultad de Ciencias Sociales,


Escuela de Antropología,
Teoría Antropológica I y III: Teoría de la Cultura
1er semestre 2019
Profesor Juan Le-Bert M.
Estudiante Vicente Barriga

Deriva y desidentificación en tiempos de Neoliberalismo

“Me acerqué al espejo y me miré con detenimiento. Allí estaba, un diminuto reflejo oscuro
en el fondo de la pupila derecha. Alguien dijo una vez que las pupilas eran un espacio vacío,
agujeros negros, grutas gemelas de infinita vacuidad. “Cuando desaparece algo suele
desaparecer ahí, en el abismo de los ojos”. No me acordaba de quién lo había dicho. Vi
como desaparecía mi reflejo en el vapor”​ (Ottessa Moshfegh, 2019, en ​Mi año de descanso
y relajación​)

1. Introducción

El Siglo XXI se yergue bajo pilares diametralmente distintos a los que la humanidad había
estado acostumbrada. Si los sujetos en tiempos pasados debían sortear y ser parte de los
embates producto de los debates ideológicos clásicos de la modernidad, hoy la realidad se
nos presenta algo diferente: aquellos embates se han amenguado paulatinamente, dejando
a los sujetos (tanto a los viejos como a los nuevos) en una especie de abandono. Este
ensayo busca justamente comprender ese sorteamiento que los sujetos en el presente
hacen en sus vidas, o bien, cómo se constituyen sujetos. ¿Qué ha ocurrido con la
identidad? ¿Desde dónde y con quienes se hablan estos sujetos? ¿Cuál es su relación con
las coordenadas o matrices que constituyen las subjetividades? La piedra angular que
guiará el argumento se presenta a modo de hipótesis: actualmente existe un proceso de
desidentificación ante las formas tradicionales de identidad en las nuevas generaciones, por
lo que, la identidad, como la entendemos, ya no sirve como categoría útil para comprender
los procesos culturales y sociales que rodean a los sujetos. El texto presentará dos
bastiones de análisis los cuales a modo de ejemplo resultan claves cuando éste fenómeno
intenta ser comprendido: por un lado, la toxicomanía en los sujetos producto de la
autorreferenciación y el ensimismamiento, y por otro lado la desidentificación sexual y de
género, que se expresa incipientemente en las plataformas ciberespaciales de las
conocidas redes sociales que utilizan las nuevas generaciones, principalmente Instagram y
Facebook. A modo de advertencia estos ejemplos podrían ser leídos como antagónicos, por
un lado sería una rendición total a lo social y negación de esta, por el otro, existe una crítica
a la norma, es decir, un movimiento hacia la transformación. Sin embargo, son las dos caras
de la misma moneda, los esfuerzos se centran en una autorreferenciación, en donde se
viviría en una sensación de libertad al no estar sujeto a un mandato hegemónico, lo cual
podría corresponder a una simple ficción producida por los nuevos alcances de la
individuación.

2. Posmodernismo y neoliberalismo

Antes de iniciar con los ejemplos, es decir, los síntomas y producciones de la crisis de la
identidad contemporánea, realizaré, a partir del análisis sobre la mutación histórica de la
condición humana, un recorrido por los principales puntos de inflexión que Dany-Robert
Dufour (2007) plantea como decisivos a la hora de abordar las transformaciones históricas
que han acontecido. En primer lugar Dufour afirma que estos problemas atañen a las
poblaciones de los países desarrollados, en donde el escenario tiene como protagonista la
instauración de la mercancía como hegemonía total, asimismo reconoce que esto ha
producido conflictos en torno a la subjetivación, aumento de la toxicomanía, aparición de
nuevos síntomas, que él describe como enfermedades del Siglo XX (la depresión, el estrés,
el pánico y el cansancio), así también como la explosión de la delincuencia, nueva violencia
y nuevas formas sacrificiales (2007). En ese sentido, para el autor éste escenario se vincula
estrechamente con una transformación de la condición subjetiva, en donde la constitución
de los sujetos de hoy es radicalmente diferente a la de las generaciones precedentes. Esta
discontinuidad radica principalmente en el rechazo a las coordenadas que funcionan como
matrices subjetivantes, desembocando en una pérdida de referencias para los sujetos,
problema que, dilucidado por diferentes autores críticos de la posmodernidad será trenzado
a lo largo del ensayo.

En ese sentido ocurre una fractura de la Modernidad, para Dufour, siguiendo la


nomenclatura realizada por Lyotard, actualmente se vive un paradigma Posmoderno, el cual
difiere del pasado. La siguiente cita sintetiza el panorama actual del actual paradigma:

“Caracterizada por el agotamiento y la desaparición de los grandes relatos de


legitimación, particularmente el relato religioso y relato político…la desaparición de
las vanguardias…los progresos de la democracia y con esta, el desarrollo del
individualismo, la disminución del rol del Estado, la preeminencia progresiva de la
mercancía sobre cualquier otra consideración, el reino del dinero, la transformación
de la cultura en modas sucesivas, la masificación de los modos de vida que va de la
mano con la individuación y la exhibición de los pareceres, el achatamiento de la
historia en inmediatez de los acontecimientos y en instantaneidad informativa, el
importante lugar que vienen ocupando las tecnologías muy poderosas y a menudo
incontroladas, la desinstitucionalización de la familia los múltiples interrogantes sobre
la identidad sexual, interrogantes de la identidad humana, la evitación del conflicto y
el desinterés progresivo por lo político, la transformación del derecho en juridismo
procedimental, la publicidad del espacio privado, etc.” (Dufour, 2007)

La cita anterior muestra los principales hitos que hoy en día parecen ser los pilares de
nuestra sociedad. Sin embargo, sin un ánimo moralizante (como, a ratos, muestra tener el
autor), nos centraremos principalmente en los mecanismos que conciernen la
desidentificación. El cual está provocado principalmente por los procesos de extrema
individuación, el cual actualmente se erige a partir de la pérdida de las referencias, en
donde ya no existen enunciadores colectivos que logran englobar grupos y categorizarlos.
Entonces estaríamos frente a sujetos que están obligados a hacerse a sí mismos. Es decir,
estaríamos frente a un nuevo momento en el que el sujeto estaría en una libertad total. Eso
nos gustaría decir, pero ocurre diametralmente lo contrario.

3. El sujeto, el Otro y el gran Sujeto

Siguiendo con Dany-Robert Dufour, es importante hacer un rastreo de la conceptualización


que compone la terminología que rodea a la palabra sujeto, para lograr evidenciar las
transformaciones que están sucediendo. Estos conceptos son: el ser, lo Uno y lo Otro y el
gran Sujeto.

Respecto al ser, el autor afirma que la ontología del ser moderno es eminentemente política,
ya que a lo largo de la historia ha ido modificándose, por lo mismo, este nunca es puro o
universal, sino que proviene de una traducción que los sujetos realizan a partir de un
diálogo entre otros sujetos en un contexto sociohistórico determinado (Dufour, 2007). A
partir de esa traducción aparece un tercero (o el Uno), en el cual se construye la idea de un
gran Sujeto que aglutina la idea de lo común, este corresponde a un garante metasocial que
permite la idea de que los sujetos puedan establecer un diálogo en cierta medida pacífico.
El gran Sujeto estaría fuera del sujeto, instaurándose una distancia abismal entre ambos.
Esta idea de lo Uno, es una ficción que busca unificar lo heterogéneo y las desigualdades
que existen entre la realidad de los interlocutores, sin embargo, como fue dicho, permite una
regulación y un orden, ejemplo de esto es la Ley que actúa como garante entre los
individuos.

Para Dany Robert, esta ontología política del ser es extrapolable a la idea del Otro. El Otro,
que tal como fue formulado por Lacan, corresponde al lugar tercero de la palabra, es decir,
al registro u orden simbólico. Por lo tanto, esta fuente de significantes toma el lugar de ley
en cuanto barra al sujeto, que puede traducirse en la puesta en fin de su condición ilimitada
y genera en él una falta constituyente esencial del deseo, de ésta manera articula el
inconsciente y posiciona a tal sujeto en lugar del gran Otro: “Cuando nos servimos del
lenguaje, nuestra relación con el otro juega todo el tiempo esa ambigüedad. Dicho de otros
modos, el lenguaje sirve tanto para fundarnos en el Otro como para impedirnos
radicalmente comprenderlo” (Lacan, 1955). Siguiendo lo que, a partir de la lectura
Lacaniana, Dufour postula que es éste gran Otro una matriz que circunscribe al deseo y
hace que tal subjetividad se pueda posicionar desde la falta, generando así una cohesión
entre significantes -y, en consecuencia, entre subjetividades- que permite el goce, o sea, la
satisfacción paradójica y parcial de la pulsión: “La propiedad indispensable que le permite al
Otro constituirse como tal es su incompletitud” (Dufour, 2007). Se concluye que el sujeto
es el sujeto por el Otro al ser éste la coordenada normativa subjetivante, aunque así mismo
se resiste a descifrar este Otro, al incorporar sus significantes de manera incompleta y
dejando restos de ellos.

De esa forma, si en las sociedades tradicionales religiosas monoteístas, su Otro es único y


total, en la Modernidad el Otro, el Gran Sujeto, va diversificándose, en donde hay una
coexistencia (no necesariamente pacífica), de varios grandes sujetos. Por lo mismo, es
reconocible en este momento, que existe una multirreferencialidad, en el que la razón
aparece como un lugar abierto. Asimismo, el sujeto moderno es crítico, en el sentido de que
puede ser un sujeto que funciona en varias referencias (lugar de enfrentamiento de
diferentes ideologías). Asimismo el autor reconoce que el sujeto moderno es neurótico ya
que nace de la imposibilidad de cumplir con todas las normas establecidas por las máximas
morales y se culpa constantemente por este incomplimiento. Se constituye en la
insatisfacción , es decir hay una falta primordial.

Dicho lo anterior, para el autor observamos cómo el sujeto moderno ya no existe como tal.
Principalmente porque no existe ninguna figura del Otro y ya no hay un gran Sujeto que se
imponga en nuestra contemporaneidad. Es decir, ningún gran Sujeto dispone del prestigio
suficiente para imponerse como tal, lo que demuestra ser, en lenguaje psicoanalítico, la
desinstitucionalización del Padre, en donde la figura del Padre (la palabra inquisidora, la ley,
norma o la institución) ha sufrido una merma. Esto provoca que la institución deje de tener
un rol identificatorio.

Sirviéndose nuevamente del lenguaje psicoanalítico, establece que la psicosis, es decir la


negación total del Otro en donde se pierde una matriz socio-moral, sería constituyente de
nuestra sociedad actual. Para Dufour no existe un espacio autonómico ni crítico, ni siquiera
neurótico, sino un espacio anómico sin coordenadas y sin límites en donde todo se invierte
es decir, un espacio donde todos los individuos no necesariamente llegan a ser psicóticos,
pero donde los pedidos por llegar a serlo abundan” (Dufour, 2007). Sin embargo, de los
grandes relatos premodernos y modernos que son: el religioso, de los Estado-Nación, de la
emancipación del pueblo trabajador, la Naturaleza, si queda algo, y es simplemente un
rastro, o un aura. Se delata una presencia Otra, pero que sería incapaz de lograr una
movilización real, es decir, que logre modificar la experiencia corporal y mental de los
sujetos.

Entonces, en los tiempos actuales esta distancia que existía entre el sujeto y el Otro o gran
Sujeto, se ha visto eliminada o abolida. Si antes se aspiraba a un ideal de mundo, hoy ese
ideal se encuentra en el mismo límite del individuo, el proyecto de vida queda relegado a su
propia imagen y semejanza, no pudiendo ir más lejos que de su propia piel. Sin embargo,
como se mostrará más adelante, esta autorreferencialidad no es tan radical, sino que ha
disminuido gradualmente hasta llegar a un punto imperceptible.

Esta forma de abordar al sujeto posmoderno como sujetos en constante desidentificación de


los grandes relatos, tiene consecuencias importantes. Una de las más evidentes es el rol
que toma la economía neoliberal en la constitución de formación de los sujetos. De hecho
un punto relevante que el autor muestra es la posibilidad de comprender al Mercado como
el nuevo gran Sujeto, ya que, actualmente emerge como una realidad total y tangible,
otorgando a los sujetos la posibilidad de adquirir y suplir necesidades que pueden ser
satisfechas a partir de la compra y venta de productos. Sin embargo, este no puede sino
fracasar ya que el mercado “no se hace cargo del asunto del origen, del fundamento, del
elemento primero , solo confronta al individuo con las ansias de su autofundación” (Dufour,
2007).
Encontramos en la extrema autorreferencialidad, técnicas de acción sobre sí en los sujetos.
Principalmente procedimientos y recursos que son autoinflingidos con múltiples fines.
Ejemplo de aquello es la excesiva transparencia de las vidas privadas en plataformas
ciberespaciales, en donde se realza la figura individual, siendo transmitida de manera
directa, es decir, sin sutilezas ni filtros. Las redes sociales (Instagram principalmente)
permiten al sujeto mostrarse, y, así proyectar su propia imagen, podríamos afirmar que
incluso, el perfil virtual individual funciona como el Otro para el sujeto. Se ve a sí mismo, se
proyecta y se sostiene en él.

Para comprender lo propuesto me detendré en dos fenómenos sociales y culturales del


presente, el primero se relaciona con la adicción a las drogas y el segundo con disidencia
sexual.

4. Toxicomanía y autorreferencia

Un personaje sin nombre, una sexualidad dudosa, padres muertos, mucho dinero en
una gran ciudad, un gran piso en el barrio más lujoso de Nueva York y muchos pero
muchos psicofármacos. Características y excesos del personaje principal ​de Mi año de
descanso y relajación (2019) una novela publicada a principios de este año por la autora
Ottessa Moshfegh, que relata la sensación de vacío constante y el extremo aislamiento de
una estadounidense burguesa de veintisiete años quien, a causa de su fuerte desinterés por
vincularse con el mundo decide drogarse durante un año para mantenerse dormida. Junto
con la pérdida de los ídolos y héroes, aparece ilustrada en ésta historia una salida de la
institucionalización, en la que ésta personaje principal se enmienda a rechazar cualquier
otro que pueda implantar en ella algún deseo, generando en ella una regresión tormentosa
hacia sí misma, que exige consumo, anestesia y adormecimiento. Aparecen entonces,
expresiones de una cultura contemporánea que cada vez se hace más compleja y
sofisticada. Si antes el personaje de una novela debía sortear los embates de la guerra, las
relaciones amorosas, la policía o la mafia, hoy es simplemente ella misma, su mente y sus
acciones el motivo de su empresa, de su divagación.

El fenómeno de la toxicomanía corresponde al hábito de consumir drogas, del que no se


puede prescindir o resulta muy difícil hacerlo por razones de dependencia psicológica.
Dany-Robert (2007), plantea que en el presente la juventud está en una pendiente hacia la
adicción de la mercancía y cuya más cara expresión es la droga. La falta de referencia, este
acortamiento de la distancia entre el sujeto y el Otro es suplido por un sucedáneo que
produciría sensaciones similares. La relación con el Otro, por lo tanto, se convierte en una
necesidad corporal: lamentablemente produce una esclavización del sujeto a una sustancia
química. Tal como muestra el personaje principal de la novela, la droga aparece como una
herramienta para voltearse a sí misma, dejar de hablar con otros, lo que genera un dejar de
mirarse y sentirse. Es decir, una total negación del exterior para volcarse a su propio
cuerpo.

Esta forma de extremo aislamiento producto de la dependencia de los psicofármacos, es en


términos de Paul Preciado (2008) una expresión más de la era fármacopornográfica en la
que habitamos. Para él, los dispositivos semioticotécnicos han llegado a tal nivel de
sofisticación que logran controlar y administrar nuevas escalas y dimensiones de la
sociedad y el cuerpo que nunca antes se habían visto. De esta manera, el capitalismo
produce a los sujetos a partir de las nuevas sustancias y representaciones que
comercializa. El control ya no se realiza desde un exterior, no hay un gran Sujeto que
obligue a los sujetos a tomar su píldora antidepresiva, sino que es el propio individuo quien
se autoreceta y suministra la medicación. Para Preciado existe un desplazamiento del
ejercicio del poder, desde fuera hacia dentro del sujeto: “La torre de vigilancia ha sido
sustituida ahora por los ojos de la consumidora dócil de la píldora, que sin necesidad de la
mirada exterior, regula su propia administración…la píldora es un laboratorio estatal
miniaturizado instalado en el cuerpo de cada consumidora” (Preciado, 2008).

Sin dudas estamos frente a una nueva etapa cultural del capitalismo, en el que la sensación
de libertad (los sujetos supuestamente deciden ingerir sustancias de manera desmesurada)
resulta ser un elemento configurativo de los sujetos que viven en el presente. Pero, lo
anterior resulta ser todo lo contrario, siguiendo a Byung Chul Han (2014) la actual sociedad
ya no sólo se organiza bajo un control biopolítico, en donde se administran factores
exteriores al individuo sino que se organiza bajo un control psicopolítico, en el que se
interviene la dimensión psíquica de los sujetos. Este análisis entra en diálogo con lo
propuesto por Paul Preciado; el capitalismo ha cada vez, levanta nuevas tecnologías tanto
semióticas como materiales (biológicas y químicas) para administrar nuevas áreas de la
vida social, en este caso el cuerpo y la psiquis. Se producen estados emocionales tales
como la depresión masiva y para ello se suministran medicamentos. Los sujetos pierden
toda referencia de un Otro (ideología, religión, etc. ) para abocarse al manejo de su propia
individualidad ergo la gestión de su propia opresión.
4. Cuerpos queer y la forclusión de mandatos sexuales

La familia heterosexual se cimenta como pilar base de la cultura occidental moderna, en


donde se establecen como coordenadas sexuales dos puntos opuestos; un hombre y a una
mujer los cuales deben ser claramente definibles y extrapolables a dos roles performativos
(masculino y femenino). El principal fin de esta relación: la reproducción biológica, cultural y
social de la misma. Entonces, la sexualidad heterosexual, corresponde por lo tanto, a otro
gran Otro. Éste se ha visto cuestionado por la aparición de diversas teorías (desde los
feminismos, los movimientos por la diversidad sexual y la teoría queer) que han buscado
reformular y refundar los pilares de una sociedad acusada de ser heterosexista, en la que
se discrimina y destruye toda aquella amenaza que desestabiliza esta matriz cultural.

Para ello abordaremos la Teoría Queer y sus encarnaciones en sujetos a través de su


desidentificación sexual. La primera puede ser definida como una teoría crítico-cultural que
“considera la categoría de sexualidad como una construcción social y ponga de relieve los
diversos grados y diferentes espacios de poder que se distribuyen en todas las categorías
sexuales, incluyendo la heterosexualidad. Los teóricos queer niegan la existencia de una
normalidad sexual” (Lopez Penedo, 2008, p.8). Queer significa desviado, raro, loco, y
actualmente se utiliza para designar todo tipo de expresión sexual no normativa. Entonces,
presenciamos una forclusión del Otro como mandato sexual, negándose la norma sexual
que instala el ajustamiento de un cuerpo (macho-pene-hombre-masculinidad /
hembra-vagina-mujer-feminidad), nuevamente produciéndose un borramiento de la
distancia entre el sujeto y el Otro, sino que se ve reemplazada por la propia sexualidad
individual como ideal de sí misma.

En el presente está ocurriendo un fenómeno no menos relevante en los países


democráticos occidentales, y es la permisividad con la que las redes sociales permiten el
intercambio libre (no del todo) de información. Si hace cuarenta años atrás se perseguía a
homosexuales, travestis y lesbianas hoy, no es difícil construir un perfil de una red social y
hablar abiertamente de la propia sexualidad, o las transformaciones de género. Los sujetos
ven como las plataformas sirven como soporte para nuevas formas de vida. Y es, por lo
mismo, interesante observar cómo las nuevas generaciones están experimentando con la
propia desidentificación del cuerpo sexuado.
Una plataforma que permite realizar esta observación es Instagram, red social que
actualmente tiene 1.000 millones de usuarios activos en un mes, siendo la red social de
mayor crecimiento. En ese sentido, resulta ser un espacio abierto en el que los sujetos han
encontrado nuevos espacios de libertad a la hora de demostrar sus estilos de vida. Esta
plataforma funciona primeramente en dispositivos celulares y opera con un perfil personal,
en el que se suben fotografías a un portafolio público. Asimismo las últimas actualizaciones
permiten subir contenido instantáneo, es decir, videos y fotografías de la vida cotidiana las
cuales duran en la red veinticuatro horas. Es decir, es una red sorprendentemente
transparente.

Si en la calle observamos que en nuestra sociedad aún se mantienen los principales


mandatos culturales, esto es, mujeres y hombres en su mayoría. No es difícil encontrar
perfiles de Instagram en la que no sea reconocible el sexo del sujeto, desdibujando así sus
referencias simbólicas de representación. Sin embargo, la crítica cultural francesa radicada
en Chile, Nelly Richard advierte sobre la realidad queer virtual “las combinatorias de
cuerpos y deseos parecen no toparse con ninguna barrera de género, clase o raza, ya que
lo queer ofrece el señuelo de una existencia sin límites en un mundo donde sería posible
traspasar cualquier frontera de identidad sin que ninguna desgracia material nos recuerde
las zonas de catástrofe que obstruyen los transcursos de vida de los sujetos vulnerables”
(2018). Es decir, nos plantea una dimensión de la experiencia que no ha sido del todo
cuestionada, sino que se reafirma la dimensión virtual de la desidentificación sexual, en
donde existiría una volatilidad de la imagen apelando a un simulacro corporal, el cual está
desprovisto de toda experiencia. Aquello se relaciona fundamentalmente con lo propuesto
por Guy Debord (2007) quien plantea que en la sociedad del espectáculo, las relaciones
sociales comienzan a estar mediadas por imágenes, es decir, representaciones que los
propios sujetos producen de sí mismos. En ese sentido, las relaciones producidas en esta
virtualidad, no exentas de conflicto, entran en desajuste con la performatividad del propio
cuerpo y de la experiencia. La cual produce, como fue dicho anteriormente, una falsa
sensación de libertad y autonomía, en la que la esta forma de desidentificación del mandato
sexual normativo, resulta ser nuevamente una tecnología más sofisticada de control social.
La llamada teoría Queer, puede ser un brazo más del capitalismo, en el sentido de otorgar
espacios como redes sociales y mercancías (principalmente productos de consumo para
parecer diferente o desidentificado), sino se realiza bajo una mirada crítica que logre no
reproducir la individuación y autorreferenciación que el neoliberalismo impone como
modelo.

5. Deriva

La desidentificación y por lo mismo, la pérdida de una identidad fija y estable produce


diversas respuestas tales como las que fueron expuestas (toxicomanía, autorreferencia
como crisis de la identidad sexual ), bajo esos términos, es necesario utilizar otros términos
que logren encapsular los sentires y experiencias de los sujetos referenciados.

Néstor Perlongher (1999) al realizar un estudio etnográfico sobre la prostitución masculina


en el San Pablo de los años ochenta, reconoce una reconfiguración de los códigos
territoriales, espaciales y simbólicos que los sujetos experimentan con la ciudad. Estos
sujetos al estar permanentemente sometidos a la represión policial y al no poder expresar
públicamente en sociedad su deseo homosexual, debían salir a las calles en busca de una
instancia sexual fortuita. El conocido ​cruising,​ corresponde a la práctica sexual de encuentro
con desconocidos, a partir de salidas esporádicas que no tienen un acuerdo o plan definido.
De esa forma, el autor plantea que estos sujetos se encuentran a la ​deriva​, en una especie
de vagabundeo homosexual que los convierte en errantes permanentes producto de la
exclusión y la negación a esa sociedad heterosexual.

Así, retomando a Guattari y Deleuze (2015) la desterritorialización, es decir, la pérdida de


coordenadas (significantes, el Otro) de los sujetos se extrapola a la desidentificación,
sujetos que se encuentran totalmente individualizados y solitarios, teniendo encuentros
esporádicos, ya sea por las redes sociales con otros sujetos, o con mercancías entregadas
por el régimen farmacopornográfico. Toda experiencia se vuelve hacia la experiencia
individual por la satisfacción personal y virtual. La deriva puede ser, como es el caso, una
instancia de no crítica en el que el consumo y la permanente fluidez de las transacciones
puede producir incluso la muerte (Enfermedades de transmisión sexual, sobredosis,
ataques en público por la diferencia).

La desterritorialización puede ser un arma fundamental para lograr la autonomía, sin


embargo, ésta no debe operar solamente bajo las velocidades que el capitalismo impone.
Es decir, las velocidades del consumo y el deshecho. Es importante, permitir el silencio
dentro de tantos ruidos, permitir la contemplación ante tantas imágenes, medicamentos, etc.
Para construir espacios críticos y de libertad, se debe escuchar al propio cuerpo (nunca
descontextualizar), tomar distancias y acercamientos de las coordenadas y/o matrices
culturales, para no salir herido o muerto.

Bibliografía

Han, Byung-Chul (2014). ​En el enjambre.​ Herder Editorial. Barcelona.

Debord, Guy (2007).​ La Sociedad del espectáculo.​ Kolectivo editorial “Último recurso”.

Dufour, Dany Robert (2007). ​El arte de reducir cabezas. Sobre la nueva servidumbre del
hombre liberado en la época del capitalismo total. ​Editorial Paidós. Buenos Aires.

Guattari, F. & Rolnik, S. (2005). ​Micropolítica. Cartografías del deseo. ​ inta


T
Limón/Traficantes de Sueños. Buenos Aires.

López Penedo, Susana (2008). ​El laberinto Queer. La identidad en tiempos de


Neoliberalismo.​ Editorial Egales.

Moshfegh, Ottessa (2019). Mi año de descanso y relajación. Alfaguara. Madrid.

Perlongher, Néstor. (2015). ​El negocio del deseo: La prostitución masculina en San Pablo.
Editorial Paidós.

Richard, Nelly (2018). ​Abismos temporales.Feminismos, estéticas travestis y teoría queer.


Metales Pesados.

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