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A pesar de que se han realizado inmensos esfuerzos por mejorar las condiciones
de vida de las personas en estos países, no se visualiza una ruta de acción que
pueda transformar y homogenizar la sociedad en términos de equidad. Ha sido un
objetivo de los dirigentes políticos y de organizaciones internacionales, aumentar el
ingreso económico de las personas y mejorar su acceso a la educación entre otras
metas, pero estas no se cumplen. En el caso particular colombiano, mediante la
constitución de 1991; se proclamaron derechos fundamentales en salud, educación,
vivienda digna y empleo, intentando mitigar las malas condiciones de una gran parte
de la población, sin embargo, el no disponer de suficientes recursos para invertir en
estos programas, establece un reto para la utilización eficiente de los mismos, lo
que en muchas ocasiones no se logra por carecer de adecuadas estrategias, que
permitan que en realidad se transformen las condiciones de las personas de estas
regiones, lo que ha impedido obtener los resultados esperados.
Entonces surge la pregunta ¿qué se debe hacer para producir un cambio que sea
real, sostenible en el tiempo, y que asegure el desarrollo humano en las regiones
que hoy se encuentran en condiciones desfavorables?
La respuesta la puede tener el premio nobel de economía del año 2000 James
Heckman, que en uno de sus trabajos logra demostrar, que la inversión a más
temprana edad, tiene tasas de retorno económico mucho mayor que cualquier otra
inversión social.
Por otro lado, las conclusiones científicas, establecen como el principal patrimonio
humano en el desarrollo social a la salud y la inteligencia, superando a la riqueza
o incluso el grado educativo, sin los cuales, no es posible romper con el círculo
vicioso de la pobreza y el atraso. Una publicación que presenta una revisión
sistemática de los antecedentes que vinculan la pobreza con el desarrollo cerebral,
muestra el papel decisivo del entorno social en el desarrollo cognitivo y estructural
cerebral de los niños (Johnson et al 2016).
Los estudios de David Barker en los años 80s(3) en los cuales identificó una zona
geográfica específica en el Reino Unido (Hertfordshire Engl. 1911 a 1930) en los
que se presentaba un número importante de defunciones por enfermedad coronaria,
y al revisar los datos de los nacimientos de esas generaciones afectadas en los
libros de registro de las atenciones de los partos, pudo establecer una correlación
directa entre el bajo peso al nacer y la aparición de enfermedad coronaria en
personas en etapa adulta temprana.
Estos hallazgos le permitieron plantear una teoría en la que los fetos podían
programarse en el útero para presentar un mayor riesgo cardiovascular en la edad
adulta temprana, y posteriormente estableció el mecanismo por el que aparecen
estas condiciones, basado en los cambios histológicos vasculares que ocasionaban
la presentación de la enfermedad coronaria en las personas que en su nacimiento
se les detectó bajo peso. Concepto novedoso si se tiene en cuenta que siempre se
había pensado que el feto estaba protegido en un espacio herméticamente sellado
y no podía ser afectado por las condiciones medioambientales y culturales a los que
se exponía la madre.
El estrés materno de acuerdo al artículo publicado por el Dr. Rodrigo Aguirre y col
(estrés prenatal y sus efectos, fundamentos de la intervención temprana en
neuroprotección infantil) y sustentado en diversos estudios establecen una relación
directa estos factores y la dificultad de aprendizaje de los niños.
Este enunciado “la gestación define lo que somos” tiene un sólido respaldo científico
a la luz de la evidencia actual, el entendimiento reciente de que la expresión
genética se puede modificar en el útero, como consecuencia de la influencia de las
condiciones que rodean al embrión o al feto en su ambiente inmediato dentro de la
madre, o como resultado de la exposición de ella a situaciones estresantes, malos
hábitos alimenticios entre otros, de tal manera, que lo que ocurra a la madre en esta
etapa de la vida embrionaria y fetal, va a definir la expresión de los genes en el
futuro, determinando si hay o no predisposición a enfermedades cardiovasculares y
/o mentales o por el contrario será una persona sana e inteligente.
En resumen, podemos establecer que, protegiendo al bebé dentro del útero, con
acciones dirigidas a la madre y mejorando las condiciones de su entorno, tendremos
una opción de que los niños, manifiesten un potencial de desarrollo cognitivo y de
salud adecuados, con mayores posibilidades de éxito escolar y al crecer una
superior adaptación laboral, lo que contribuirá a mejorar las condiciones de su
núcleo familiar y social. Esta secuencia garantizaría la ruptura del circulo vicioso de
pobreza y retraso que sume a gran parte de nuestra población boyacense.