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Desde finales del siglo XIX, momento en el que aparecen las primeras aportaciones en materia de
Orientación Educativa, se ha seguido un lento proceso de incorporación institucional de las
actividades de Orientación en el Sistema Educativo (Bisquerra y Álvarez, 1999). La formalización del
Sistema Educativo, con la Ley de Moyano, hasta el establecimiento de la LOMCE, la figura del tutor
ligada a la función docente no ha existido como tal.
Las actividades de Orientación se han consolidado en los Sistemas Educativos especialmente desde
los años setenta, así como las funciones tutoriales.
Nos enfrentamos a una época llena de cambios sociales, culturales, económicos y tecnológicos. Estos
cambios modifican las condiciones en las que se produce el desarrollo de los niños y los jóvenes,
incrementando el riesgo de violencia y, por tanto, la necesidad de trabajar activamente en su
prevención. Para lo cual es preciso llevar a cabo importantes innovaciones educativas. Estas
innovaciones educativas deben ser explícitas y manifiestas; deben, por tanto, aparecer en la
normativa del centro y dar sentido al Proyecto Educativo de Centro, y dentro de este al Plan de Acción
Tutorial, el Plan de Atención a la Diversidad y el Plan de Convivencia.
En este sentido, la figura del tutor será un elemento clave en el diagnóstico, elaboración,
coordinación y seguimiento de las líneas fundamentales de actuación que se lleven a cabo en el aula,
en la relación con las familias y en el seguimiento individual de los alumnos.
Uno de los principales escollos que deberemos superar, a este respecto, es lo que hemos venido a
llamar “currículum oculto” y que ha venido transmitiendo roles del alumno y de las familias distintas
a las que de forma explícita se ha hecho mención (sumisión, obediencia, homogeneización, falta de
protagonismo…).
Estas cuestiones han sido señaladas ya desde finales de los años sesenta del pasado siglo por autores
como Jackson, los cuales indican que, entre otras cuestiones, tradicionalmente se ha tendido a un
tipo de educación formal en el que han predominado:
En este punto, analizaremos los fundamentos teóricos sobre la acción tutorial y las funciones del
tutor en relación con la convivencia para, posteriormente, tomar en cuenta las principales
innovaciones que podemos incluir tanto en las actuaciones diarias como en los planes educativos.
Desde este enfoque, la tutoría tiene como objeto central acompañar a los estudiantes en el tránsito por
su experiencia escolar y en la construcción de sus propios proyectos de vida. De ahí que la tutoría se
configura en una estrategia clave de sostén de la escolaridad de los que transitan la escuela secundarla,
una estrategia de apoyo de las trayectorias escolares de los estudiantes. Y como lo señalan Acosta, F. y
Pinkasz, D., pensar la escolaridad en términos de trayectorias supone un cambio de mirada.
Si la forma escuela originalmente fue pensada para los colectivos de alumnos, la noción de "trayectoria"
supone singularizar la mirada. Pone de manifiesto que cada alumno proviene de un pasado escolar o
familiar, que seguirá un recorrido escolar o profesional y que la escuela tiene una responsabilidad en la
continuidad y fluidez de ese tránsito. La idea de "trayectoria" pone el acento en una "biografía escolar" y
en el Impacto del presente escolar en el recorrido futuro.
Este recorrido no se da por predeterminado de forma cerrada, sino que, se ha tomado conciencia de
que la "experiencia escolar" es fundamental y, sobre todo, singular para el futuro de dicho recorrido. La
preocupación por la trayectoria del alumno Implica un desplazamiento de la mirada pedagógica desde la
estructura de la disciplina y su articulación con el currículo hacia el recorrido que cada alumno hace por
ella" (2003, p.205)
Ahora bien, desde estas primeras ideas son varios los interrogantes que se plantean a la hora de acordar
con mayor precisión las áreas de responsabilidad de la función tutorial, los alcances de su intervención,
las formas organizativas que puede asumir, entre otras cuestiones. Se trata, en parte, de Interrogantes
que dejan entrever la densidad de las situaciones que son objeto de la intervención tutorial y que por lo
tanto reclaman de una acción que demanda pensamiento, voluntad e invención desde una posición de
alta implicación con la escuela de hoy.
La realidad cotidiana de muchos tutores parece indicar que la función tutorial se halla motorizada por
una serie de tensiones que, en tanto se configuran como pares antinómicos, colocan al tutor frente a
dilemas difíciles de resolver. Cuando, por el contrario, las escuelas crean condiciones para pensar
colectivamente estas tensiones por fuera de una lógica binaria o antinómica, las tensiones se convierten
en motor de desarrollo de acciones tutoriales cada vez más fértiles y productivas. Una de las tensiones
que más a menudo se presenta en las escuelas suele derivarse del hecho de pensar la función tutorial
como una responsabilidad institucional y al mismo tiempo localizarla en un rol o figura específica sobre
Es posible pensar que la orientación y la tutoría constituyen funciones inherentes a la enseñanza, dado
que en efecto acompañar a los estudiantes en el tránsito por su experiencia escolar involucra a todos
aquellos actores comprometidos con la docencia: directivos, profesores, preceptores, u otros
profesionales.
Desde este punto de vista, la orientación y tutoría va más allá de la responsabilidad específica que se
atribuya a quienes asuman el rol de tutor en la escuela. Sin embargo, el hecho de contar con tutores que
toman a su cargo este rol en forma específica muchas veces hace que sobre ellos recaiga una serie de
responsabilidades que en realidad debieran ser asumidas por toda la escuela. El tutor se encuentra así
en una situación que siempre plantea aristas difíciles de resolver dado que ellos son quienes deben
gestionar acciones para acompañar y enriquecer la escolaridad de los estudiantes, a partir de la creación
o articulación de instancias de trabajo ya existentes, no en forma individual y aislada, sino junto a otros.
Según este planteamiento, resulta claro que, si bien el destinatario central de la orientación y tutoría
son los estudiantes, los Interlocutores a los que debe apelar el tutor para acompañar y enriquecer la
escolaridad de los estudiantes son muy variados: equipo de conducción, colegas de las escuelas, familias
y/o referentes adultos con responsabilidad sobre los estudiantes, organizaciones de apoyo, etc.
Otra de las tensiones que suele presentarse en las escuelas tiene que ver con pensar la tutoría desde un
enfoque ligado a la búsqueda de soluciones para enfrentar "problemas" o "urgencias" que no
encuentran en la escuela otras vías de abordaje y, al mismo tiempo, concebirla como una estrategia
pedagógica orientada a hacer del vínculo con la escuela una experiencia rica en posibilidades de
aprendizajes que contribuyan a la construcción de la ciudadanía, la vinculación con el mundo del
trabajo, la continuidad de los estudios, la diversidad de proyectos de vida.
Por otro lado, la organización institucional y académica de la escuela secundaria genera condiciones que
tienden a la fragmentación de la experiencia escolar. Numerosos factores contribuyen a ello: la gran
cantidad de materias que los estudiantes deben abordar en forma simultánea, la gran cantidad de
profesores sin uno que funcione como referente, las prácticas de evaluación con múltiples pruebas o
exámenes, el horario escolar mosaico, docentes que sólo cuentan con tiempo para dar sus clases,
docentes que atienden a una alta cantidad de cursos y por lo tanto también de alumnos, la estructura
curricular disciplinar como compartimentos estancos, el régimen de evaluación y promoción, entre
otros.
En una estructura académica y organizacional como la anteriormente descrita resulta fácil imaginar lo
difícil que resulta para los estudiantes generar un vínculo integral con la escuela y, en sentido
concurrente, la misma dificultad de la escuela para construir una mirada más amplia sobre cada alumno
y cada curso. En virtud de esta situación, las tutorías emergen como una estrategia necesaria para
construir una mirada Integral sobre las problemáticas que atraviesan los alumnos y los cursos y, al
mismo tiempo, representan la oportunidad para que los alumnos construyan sentido sobre la vida en la
escuela más allá de la lógica impuesta por las materias.
En la confluencia de ambas aristas, las tutorías constituyen una alternativa de intervención pedagógica
clave para enriquecer la experiencia escolar de los estudiantes ya sea en aspectos que hacen a las
cuestiones de orden académico como en aquellas ligadas a la convivencia, articulando los esfuerzos del
conjunto de la institución. De este modo, el apoyo académico y lo vincular constituyen las dos
dimensiones de la tarea tutorial. Desde este punto de vista, se promueve un enfoque proactivo de la
tutoría sin que ello suponga abandonar las intervenciones que resulte necesario hacer ante el
surgimiento de situaciones puntuales.
Tomar la iniciativa y planificar acciones de tutoría desde esta mirada, permitiría alejarnos de un enfoque
exclusivamente reactivo, consistente en ver a la tutoría sólo como una estrategia de resolución de
problemas una vez consumados, y donde el tutor queda posicionado en el lugar de un "bombero" que
actúa ante la emergencia. Si bien la intervención ante situaciones problemáticas de los estudiantes es
inherente a la función tutorial, la posibilidad de fortalecer los proyectos de orientación y tutoría desde la
intencionalidad que supone "hacer para que las cosas sucedan", contribuye a prever o minimizar las
situaciones en las que se actúa una vez que apareció el problema.
Por último, otra de las tensiones que interesa señalar es aquella que refiere a pensar la tutoría como un
tipo do intervención dirigida a acompañar a los estudiantes en cuestiones referidas a los aprendizajes
escolares y, al mismo tiempo, orientarla al abordaje de otras preocupaciones y asuntos que aun cuando
escapan a la lógica curricular son igualmente vitales en términos formativos. Es preciso tener en cuenta
que la organización de la escuela secundaria por departamentos de materias afines o áreas atiende a
una lógica centrada en los contenidos para dar respuesta a la problemática curricular, pero deja por
fuera otros aspectos igualmente vitales de la experiencia escolar de los estudiantes que no encuentran
por ende "espacios-tiempos" para ser trabajados. En este orden de cuestiones cabe mencionar la
integración de los estudiantes a un nuevo régimen académico, la participación en la vida institucional, el
abordaje de temáticas de interés de los alumnos y alumnas, entre otras.
En esta perspectiva, la intervención tutorial contempla, entre otras, las siguientes áreas de
incumbencia:
Las incumbencias recién mencionadas involucran, a primera vista, diferentes niveles de Intervención:
Individual, grupal e Institucional. Como se mencionó anteriormente, no cabe duda que los
destinatarios por excelencia del accionar tutorial son los alumnos, ya sea que la situación amerite la
atención individual de algún asunto y/o involucre el desarrollo de abordajes grupales.
La experiencia de muchos tutores indica que en ocasiones la atención a una gran cantidad de
situaciones individuales, y a su vez complejas, de los estudiantes (sociales, familiares o escolares)
implica una gran cantidad del tiempo que el tutor tiene asignado, dejando poco espacio para el
desarrollo de otras actividades que, justamente, son aquellas que requerirían tiempo de trabajo
grupal.
Resolver esta tensión no es fácil, ya que una vez advertidas las problemáticas de los estudiantes
resulta imposible desentenderse de ellas. De ahí la importancia de tener siempre presentes los
múltiples apoyos que las acciones tutoriales requieren al interior de la escuela (equipo de tutores,
jefes de departamento, preceptores, departamentos de orientación, etc.,) como así también las
articulaciones extra-institucionales que resulta necesario gestionar para lograr una adecuada
atención de las situaciones particulares de los alumnos (instituciones del campo de la salud, aquellas
que atienden a problemáticas sociales, instituciones de esparcimiento o recreación, otras instancias y
organizaciones que apoyen la tarea escolar, entre otras). De este modo, la atención de situaciones
individuales no necesariamente va en detrimento del abordaje de situaciones que requieren una
intervención grupal.
Problemáticas tales como un curso con subdivisiones muy marcadas, un curso donde se producen
exclusiones de algunos de sus miembros, situaciones de discriminación, de falta de representantes en
los órganos de participación democrática existentes en la escuela, o un curso con altos índices de
ausentismo en ciertos días, son temáticas que requieren ser atendidas desde acciones que
comprometan al grupo de alumnos en su conjunto. Ahora bien, en algunas ocasiones los efectos de la
acción tutorial resultan ser poco potentes si no se acompañan con Intervenciones que Impliquen al
conjunto de los docentes.
Uno de los aspectos que habitualmente resulta difícil resolver es la relación del tutor con el resto de
los docentes del curso dado que, si bien el tutor es un par respecto de los otros docentes, la relación
que mantiene con los estudiantes lo ubica en una posición institucional diferente. En parte porque la
atención de situaciones ligadas a la escolaridad de los estudiantes puede llevar al tutor a advertir
prácticas docentes o Institucionales que resulta necesario revisar y cuando esto ocurre el tutor se
convierte en una figura que "incomoda" o "interpela" lo habitual.
Y, tal como sucede con las situaciones de orden personal de los alumnos, resulta igualmente difícil
desentenderse de aquellas situaciones institucionales que obstaculizan la escolaridad de los
estudiantes si en verdad se asume la responsabilidad de acompañar sus trayectorias escolares.
Se abren aquí una serie de interrogantes que muchos tutores conocen respecto de las posibilidades y
límites de la intervención tutorial en función de algunas condiciones institucionales que ofician como
punto de apoyo y sostén del trabajo tutorial en cada escuela.
Sin duda el rol que asume el tutor en esta tarea resulta fundamental, en tanto articula e integra
esfuerzos, pero esto significa en modo alguno que el tutor sea la única figura institucional a cargo de
esta función. Por el contrario, se trata de que cada uno aporte desde la especificidad propia de su rol ya
sea el de tutor, profesor, preceptor, equipo de conducción u otro, dado que desde cada uno de estos
lugares se construye una mirada y una relación particular con los estudiantes.
Cuando estas miradas confluyen en pos de un trabajo de colaboración mutua la función de la tutoría se
ve potenciada y enriquecida en tanto las problemáticas pueden ser analizadas en forma conjunta a fin
de intercambiar puntos de vista y elaborar estrategias comunes basadas en acuerdos de trabajo.
Por otra parte, la tutoría es una función institucional porque constituye una línea de acción que forma
parte del proyecto Institucional de la escuela. No es un proyecto "extra" que se suma a otros que se
vienen desarrollando o se intentan impulsar, sino que es parte integrante del proyecto escolar y como
tal fortalece y enriquece la propuesta educativa en su conjunto.
No alcanza entonces con contar con la presencia de tutores en la escuela para garantizar que la función
tutorial sea, efectivamente, desplegada, sino que se trata, fundamentalmente, de avanzar
progresivamente hacia la elaboración y desarrollo de un proyecto institucional de orientación y tutorías,
que desde las distintas posiciones Institucionales, comprometa activamente a todos.
En este marco, es importante que los equipos de conducción de las escuelas promuevan la elaboración
colectiva del proyecto trazando sus principales líneas de acción, que sostengan espacios para reflexionar
sobre los alcances y límites que está teniendo la tutoría en cada escuela, que gestionen los recursos
necesarios, que asuman como propia la responsabilidad de comunicar el proyecto a los estudiantes y a
la comunidad, que generen espacios de Intercambio y acciones conjuntas entre los tutores y el resto de
los docentes.
Un aspecto que merece particular atención para pensar el lugar de los equipos de conducción en el
desarrollo de las tutorías es la Intervención que le cabe cuando desde las tutorías se advierten
situaciones que comprometen prácticas institucionales o docentes que merecen ser revisadas.
Queda claro que, en estas ocasiones, el corrimiento del equipo de conducción deja a los tutores solos,
en situación de alta exposición frente a los estudiantes y de profunda conflictividad respecto a sus
mismos pares.
Algunas estrategias que por el contrario permiten a los equipos de conducción adoptar una posición de
presencia y acompañamiento en el proyecto de tutoría son:
• Realizar una reunión de trabajo en la que el equipo de tutores y el resto del equipo docente
reflexionen acerca de cuáles serán los objetivos del proyecto de tutoría, su tarea y rol en el
marco del proyecto Institucional.
• Presentar el proyecto de tutoría, así como también a los tutores a los alumnos, a las familias y a
la comunidad en general.
• Favorecer mecanismos para que el tutor conozca los diferentes recursos con que cuenta no
sólo la escuela, sino también otras instituciones educativas cercanas y la comunidad y sus
organizaciones (biblioteca, servicios de orientación, gabinete psicopedagógico, clubes,
asociaciones barriales, centros culturales, etc.) ya que éstos pueden facilitar su tarea.
• Dedicar tiempo y destinar espacios para reflexionar, revisar la tarea y evaluarla, prestando
especial atención a analizar aquellos componentes y características de la escuela que se supone
podrían facilitar y potenciar la tarea de los tutores, así como aquellos que podrían dificultarla u
obstaculizarla. (Díaz, A., Fasce, J. y Guervitz, M., 2000).
Este trabajo supone el establecimiento de instancias de reflexión e Intercambio entre los diferentes
actores de la escuela y el seguimiento y apoyo constante de la tarea.
A continuación, vamos a repasar cómo las ideas teóricas tales como la necesidad de entender la
educación más allá de la simple transmisión de saberes, la identificación entre tutoría y la orientación, el
desarrollo de la acción tutorial como labor cooperativa, etc. quedan reflejadas en la normativa.
Si bien nos referiremos a la ley de educación más reciente, la LOMCE, hay que recordar que esta ley no
es una nueva ley como tal, sino una reforma de la normativa anterior, la LOE, a la que modifica en varios
aspectos; sin embargo, en lo que toca a la acción tutorial la LOMCE apenas ejerce modificaciones
respecto al enfoque de la ley previa, que a su vez desarrollaba el articulado que dedicaba a la función
tutorial y orientadora sobre la base de la LOGSE, la normativa que en 1990 sí introdujo cambios
significativos y profundos en el ámbito que estamos estudiando.
h bis) El reconocimiento del papel que corresponde a los padres, madres y tutores legales como
primeros responsables de la educación de sus hijos.
f) La orientación educativa y profesional de los estudiantes, como medio necesario para el logro de una
formación personalizada, que propicie una educación integral en conocimientos, destrezas y valores.
En el artículo 2, se dispone 1) que el sistema educativo español estará orientado a la consecución de los
siguientes fines:
En este mismo artículo se destaca que los poderes públicos prestarán una atención prioritaria al
conjunto de factores que favorecen la calidad de la enseñanza y, en especial, la cualificación y formación
del profesorado, su trabajo en equipo, la dotación de recursos educativos, la investigación, la
experimentación y la renovación educativa, el fomento de la lectura y el uso de bibliotecas, la
autonomía pedagógica, organizativa y de gestión, la función directiva, la orientación educativa y
profesional, la inspección educativa y la evaluación.
La Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) de 1990 también enfrentó estas
inquietudes dando un gran peso a la orientación. Esta ley concedía a la orientación un papel central en
consonancia con una oferta curricular más diversificada, así como la atención a la diversidad, entendida
como atención a la variedad de necesidades e intereses de los alumnos. Frente a un panorama
educativo complejo se trató de dar una respuesta legislativa e institucional integral. La tutoría y la
orientación se configuran a partir de esta ley como articuladas a través de la totalidad de niveles que
forman el sistema educativo y desde una perspectiva sectorial, con el fin de englobar en un único
sistema organizativo unas u otras acciones orientadoras.
En consecuencia, la figura del profesor-tutor se entiende como una figura de coordinación con otros
actores de la vida escolar y con otros niveles, de forma que ello asegure que la orientación se integre y
se articule plenamente en el proceso educativo para dejar de ser una actividad complementaria o
marginal.
También la LOMCE, al determinar el contenido del Proyecto Educativo identifica la acción tutorial
(art.121) como uno de los instrumentos de concreción de este principio. Es decir, la forma en que se
enfoque y se desarrolle la acción tutorial en un centro- a través, como veremos del Plan de Acción
Tutorial que debe definir y configurar los criterios referentes a la orientación, tutoría y recuperación de
los alumnos.
Además, estos criterios, en la medida en que se incluyen dentro del Proyecto Educativo, deben estar en
consonancia con los principios, valores, y objetivos que cada centro establezca en este documento, no
pudiendo entrar en contradicción con ellos.
1. El proyecto educativo del centro recogerá los valores, los objetivos y las prioridades de actuación que
establezca el Consejo Escolar en los centros públicos. Asimismo, incorporará la concreción de los
currículos establecidos por la Administración educativa que corresponde fijar y aprobar al Claustro, así
como el tratamiento transversal en las áreas, materias o módulos de la educación en valores y otras
enseñanzas.
2. Dicho proyecto, que deberá tener en cuenta las características del entorno social y cultural del centro,
recogerá la forma de atención a la diversidad del alumnado y la acción tutorial, así como el plan de
convivencia y deberá respetar el principio de no discriminación y de inclusión educativa como valores
fundamentales, así como los principios y objetivos recogidos en esta Ley y en la Ley Orgánica 8/1985, de
3 de julio, Reguladora del Derecho a la Educación.
Por último, debe ser subrayado que, dado que el desarrollo de la acción tutorial lleva consigo la
canalización de las relaciones entre centro y familia la ley especifica en el Título V (Participación,
autonomía y gobierno de los centros), en el Capítulo I (Participación en el funcionamiento y el gobierno
de los centros), art. 118, que:
4. A fin de hacer efectiva la corresponsabilidad entre el profesorado y las familias en la educación de sus
hijos, las Administraciones educativas adoptarán medidas que promuevan e incentiven la colaboración
efectiva entre la familia y la escuela.
También es importante señalar en lo referente a la convivencia escolar, que en su artículo 121, señala
que el Proyecto Educativo de Centro recogerá, entre otros apartados, el Plan de Convivencia de Centro.
Hasta ahora hemos visto cómo la normativa define la acción tutorial a lo largo de su articulado. Si bien
hemos visto cómo entre las funciones del profesorado se encuentra la tutoría y la orientación es
necesario conocer cuáles son las funciones específicas del tutor, para poder caracterizar
convenientemente su figura. Pero ni la LOGSE ni la LOMCE ofrecen un articulado específico. Para
referirse a ellos la normativa se refiere a la Disposición Transitoria Undécima: “En las materias cuya
regulación remite la presente Ley a ulteriores disposiciones reglamentarias, y en tanto éstas no sean
dictadas, serán de aplicación, en cada caso, las normas de este rango que lo venían siendo a la fecha de
entrada en vigor de esta Ley, siempre que no se opongan a lo dispuesto en ella “.
Y así, el Reglamento Orgánico de las escuelas de educación infantil y colegios de educación primaria (RD
82/96 de 26 de enero) identifica al tutor como órgano de coordinación docente.
Establece, también, en todos los centros, independientemente del número de unidades, un maestro
tutor por cada grupo de alumnos. Así pues, el citado Reglamento, respecto a la organización de la acción
tutorial, especifica que (art. 45):
R.D. 82/1996 de 26 de enero por el que se aprueba el Reglamento Orgánico de las Escuelas de
Educación Infantil y de los Colegios de Educación Primaria. Publicación: BOE 20-02-1996.
Funciones del tutor:
a) Participar en el desarrollo del Plan de Acción Tutorial y en las actividades de orientación, bajo la
coordinación del jefe de estudios. Para ello podrá contar con la colaboración del departamento
de orientación.
b) Coordinar el proceso de evaluación de los alumnos de su grupo y adoptar la decisión que
proceda acerca de la promoción de los alumnos de un ciclo a otro, previa audiencia de sus
padres o tutores legales.
c) Atender a las dificultades de aprendizaje de los alumnos, para proceder a la adecuación
personal del currículo.
d) Facilitar la integración de los alumnos en el grupo y fomentar su participación en las actividades
del centro.
e) Orientar y asesorar a los alumnos sobre sus posibilidades educativas.
f) Colaborar con el equipo de orientación en los términos que establezca la jefatura de estudios.
g) Encauzar los problemas e inquietudes de los alumnos.
h) Informar a las familias, maestros y alumnos del grupo de todo aquello que les concierna, en
relación con las actividades docentes y el rendimiento académico.
i) Facilitar la cooperación educativa entre los maestros y los padres de los alumnos.
j) Atender y cuidar, junto con el resto de los profesores del centro, a los alumnos en los periodos
de recreo y en otras actividades no lectivas.
R.D. 83/1996 de 26 de enero por el que se aprueba el Reglamento Orgánico de los Institutos de
Educación Secundaria. Publicación: BOE 21-02-1996.
a) Participar en el desarrollo del PAT y en las actividades de orientación, bajo la coordinación del
jefe de estudios y en colaboración con el D.O. del instituto.
b) Coordinar el proceso de evaluación de los alumnos de su grupo.
c) Organizar y presidir la junta de profesores y las sesiones de evaluación de su grupo.
d) Facilitar la integración de los alumnos en el grupo y fomentar su participación en las actividades
del instituto.
A) Función diagnóstica:
B) Función programadora:
C) Función de información:
D) Función de asesoramiento:
E) Función de intervención:
1.4.2. Principios.
Queremos señalar algunos de los principios que autores como Martín E. (2004), Tirado, V (2001) o
Quintanal C. (1998), recogen en distintas publicaciones al respecto:
B) Principio de intervención.
D) Principio de adecuación.
➢ Favorecer la adaptación del alumno al Sistema Educativo, y del Sistema Educativo al alumno.
➢ Contemplar las circunstancias:
❖ Personales del sujeto (momento evolutivo, posibilidades, necesidades, limitaciones
de todo tipo).
❖ Del contexto (familiar, social, institucional).
❖ Procedimientos y modos de intervención, servicios, programas, adaptaciones.
La perspectiva del docente tiene un carácter global, ideológico y ético que supera lo puramente
didáctico; por ello, el maestro ha de sentirse comprometido con la construcción de una sociedad más
justa, equitativa y solidaria y ser consecuente con este compromiso dentro y fuera de la escuela
(López Melero, 1999).
Algunas consideraciones respecto a la acción tutorial que debemos tener en cuenta son:
Ambas funciones, orientación y tutoría, están presentes en todas las etapas educativas, aunque
adquieren diferentes matices:
El Plan de acción tutorial debe estar en consonancia con el Proyecto Educativo del Centro, no
pudiendo entrar en contradicción con los objetivos, valores, etc. de ese Proyecto. El Plan de acción
tutorial es aprobado por el Equipo directivo.
• Planificación de las actividades que corresponden a los tutores, quienes, una vez hayan sido
designados, podrán realizar las propuestas que consideren oportunas para su discusión y si
es el caso inclusión dentro de ese Plan.
• Atención a los alumnos y a sus padres por parte de cada uno de los tutores.
• Actuaciones para la adquisición de habilidades que promuevan la integración positiva y la
participación grupal.
• Integración y fomento de la participación del alumnado con necesidades específicas de
apoyo educativo.
• Planificación general de las sesiones de evaluación y calificación de los alumnos.
• Mejora de la convivencia escolar con el fin de:
o Promover la coordinación de todo el equipo docente.
o Favorecer actuaciones dirigidas a la convivencia y el conocimiento, respeto y
valoración.
o Promover la mediación como cultura y estrategia para la prevención y la gestión de
conflictos entre los alumnos.
o Establecer medidas para consensuar con el alumnado las normas de aula y centro,
garantizar su conocimiento y cumplimiento.
Por lo tanto, podemos decir que el Plan de Acción Tutorial está orientado a un mejor conocimiento
del alumnado por sí mismo y de sí mismo, su integración en el centro y una mayor relación familia-
escuela. Procurando orientarle y ayudarle en su inserción en una sociedad cambiante con libertad y
responsabilidad; que se desarrolle de forma integral y equilibrada consiguiendo que adquiera valores
tan importantes como la solidaridad, el respeto y la cooperación. Todo ello se consigue estrechando
los vínculos de unión entre todos los agentes de una misma comunidad educativa.
• Introducción
• Estructura del centro
• Funciones de los Equipos de Orientación Educativa o del Departamento de Orientación.
• Ámbitos de actuación.
Nos centraremos a continuación en este último aspecto que como veremos está íntimamente
relacionado con el desarrollo de la convivencia escolar.
La concepción de una acción tutorial en la que se impliquen todos los profesores que atienden al
grupo de alumnos exige el acuerdo, el establecimiento de unas líneas de trabajo cooperativo que
apunten en la misma dirección. Sólo así se consolidará un trabajo sistemático que tenga un reflejo
claro en los comportamientos de los alumnos. A estos efectos, puede resultar de enorme interés el
análisis conjunto de los principios de intervención educativa, la búsqueda de procedimientos y
actitudes que, debido a su carácter transversal, sean comunes a las distintas áreas y permitan
establecer fórmulas de conexión globalizadora y el estudio y la búsqueda de acuerdos en evaluación.
El informe de la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI presidida
por Jacques Delors (1994), señala que la educación del futuro se asentará sobre cuatro pilares
básicos: “Para cumplir el conjunto de las misiones que les son propias, la educación debe
estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales que en el transcurso de la vida serán para
cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento: aprender a conocer, es decir, adquirir
los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno;
aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas;
por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores. Por
supuesto, estas cuatro vías del saber convergen en una sola, ya que hay entre ellas múltiples puntos
de contacto, coincidencia e intercambio”. De este modo:
• Aprender a conocer.
• Aprender a hacer.
• Aprender a vivir juntos, a convivir.
• Aprender a ser.
son los pilares a partir de los que se identifican las líneas de acción tutorial.
Considerado, hoy, como un principio de intervención educativa, el enseñar a pensar para que los
alumnos aprendan por sí mismos es un objetivo integrado en el currículo de todas las áreas por lo que
cada profesor debe cooperar desde la suya propia.
Enseñar a pensar no significa enseñar sobre el pensar. Enseñar a pensar sirve para que los niños y las
niñas se inicien en el proceso de consecución de la autonomía, que sean capaces de pensar por sí
mismos, que expresen sus puntos de vista, sean reflexivos con sus propios prejuicios y justifiquen sus
posturas.
El acto de pensar, como señala Matthew Lipman (2002), está entrelazado con el lenguaje, de forma
que aprender a hablar, a pensar, y razonar son actividades unidas entre sí. En este sentido conviene
recordar que a la hora de mejorar el funcionamiento cognitivo es necesario dirigirse, como objeto
principal del cambio, al pensamiento y no a la inteligencia (Mora, 1999).
Tanto en Educación Infantil como en Primaria el papel del tutor es el de posibilitador del aprendizaje
bajo una actitud reflexiva y abierta. El tutor es observador, experto, organizador, modelo, mediador y
guía en los procesos de aprendizaje.
La planificación con el grupo de profesores que atiende a los alumnos de un trabajo coordinado, para
que los profesores contextualicen en sus áreas específicas, en la medida de lo posible, las técnicas y
actividades tratadas.
Debemos resaltar también la conveniencia de que este tipo de acciones sean promovidas desde un
estrategia-marco: el plan de acción tutorial, pues de otra forma no serán asimiladas por el alumno.
La construcción de la identidad personal se efectúa desde los primeros años de la vida e implicará la
conformación de una imagen corporal, la elaboración del concepto de sí mismo y el desarrollo de su
autoestima. El medio escolar, tras la familia, ejerce una influencia muy significativa sobre la imagen
que los niños forjan de sí mismos y puede ofrecerles grandes oportunidades para que muestren sus
habilidades, descubran algunas que desconocen y se ganen el respeto y el cariño de los que les
rodean.
Esto significa que son la actitud del tutor, su conducta, sus modos de hacer, su forma de organizar el
aula y de estar en ella, los aspectos que primero influyen en la formación de la autoestima en los
niños y niñas.
• APRENDER A ACONVIVIR.
A pesar de que este ámbito de trabajo es que más coincide con el epígrafe de nuestro ámbito de
estudio, no debemos olvidar que en la medida que atendamos a los puntos anteriores estaremos
garantizando plenamente esta convivencia en libertad e igualdad de condiciones, por lo tanto ha de
entenderse estos tres ámbitos de trabajo como una unidad integral en el que ninguno de ellos debe
descuidarse.
El aumento de la violencia escolar en los centros escolares junto con el cambio en la perspectiva
social ante la tolerancia cero frente a la violencia ha llevado a nuestros centros educativos a priorizar
como objetivo general en todas las etapas del desarrollo el desarrollo de capacidades como el
diálogo, el respeto, la empatía y la asertividad como único camino en la resolución pacífica de
conflictos que nos lleve a una convivencia plena e inclusiva.
Así se recoge en el documento de Orientación y Tutoría (MEC 1992): “la escuela es un lugar para la
educación en la convivencia y, un lugar donde se convive. El aprendizaje de la convivencia en la
escuela se produce no tanto a través de la instrucción explícita cuanto a través del modo en que en
ella se convive. Comunicarse, cooperar, ser solidario…”
Un claro ejemplo es la importancia otorgada al Plan de Convivencia de cada centro escolar, del que
hablaremos más adelante.
En este ámbito de trabajo vemos la relación entre ser persona y todo lo que tiene que ver con la
aceptación de los otros en su especificidad vinculado al ámbito de enseñar a ser persona se encuentra
el de enseñar a convivir. Los elementos de la identidad personal tienen componentes de relación
social. En la infancia, los espacios sociales se amplían de forma gradual. Recuérdese que la escuela es
el ámbito de socialización secundario y la familia el primario. Entre ambos ámbitos debe fomentarse
una continuidad de modo que los modelos de convivencia y socialización vengan a complementarse
mutuamente (en este punto resulta indispensable que las familias tengan conocimiento de las
normas de convivencia que proponemos en la clase y en la escuela). Desde esta perspectiva, el
trabajo del tutor puede enfocarse al desarrollo de sesiones encaminadas a mejorar la convivencia:
juegos de roles y torbellinos de ideas son técnicas que permitirán el desarrollo equilibrado de la
vertiente social de la personalidad.
De nuevo es conveniente que este ámbito se empiece a trabajar desde la Educación Infantil con el
objeto de poner las bases de una buena convivencia en la etapa posterior. Tanto en Infantil como en
Primaria la convivencia organizada y tranquila en el aula es una condición clave para un normal
desarrollo de la vida escolar desde los primeros años de escolarización, incluida la no obligatoria. Ello
presupone una responsabilidad que no solamente asumen los maestros sino también los niños, que
deben atender a lo que se hace o decide, teniendo en cuenta que las normas son aplicables a todos.
Las normas de convivencia deben ser apropiadas a las particularidades de la edad, la comprensión y
el comportamiento de los niños.
Por ello los niños asumen el cumplimiento de las normas como un compromiso reflexivo, propio e
interiorizado, y no como algo que se les impone desde fuera como símbolo de autoridad (el tutor
debe explicar razonadamente el por qué y el para qué de esas normas). A lo largo de este proceso se
espera que esas normas se vayan convirtiendo en patrones de comportamiento y pasen a ser parte de
la personalidad.
Desde el punto de vista normativo tenemos que señalar previamente que la Ley Orgánica de
Educación (LOE), en su artículo 121, señala que el Proyecto Educativo de Centro recogerá, entre otros
apartados, el Plan de Convivencia de Centro. Por ello, una de las tareas fundamentales que han de
abordar todo centro educativo a partir de la promulgación de dicha ley, es la de elaborar un Plan de
Convivencia, que formará parte a su vez del Proyecto Educativo del Centro.
Los Centros Educativos son al mismo tiempo comunidades de convivencia y centros de aprendizaje
de la convivencia. Como comunidades de convivencia, se han de ocupar de fomentar una cultura de
paz, en la que participen todos sus miembros y puedan desarrollarse en un clima positivo de
confianza.
Para conseguir este objetivo deben fomentar los valores democráticos, la solidaridad, la tolerancia, el
respeto mutuo, el compromiso, la interculturalidad, los derechos humanos y como centros de
aprendizaje, su fin es desarrollar la formación integral del ser humano, fomentando unos aprendizajes
socialmente valiosos que permitan al alumnado progresar e integrarse con eficacia en el futuro, en la
vida adulta y activa. Hoy, la convivencia supone atender a dos elementos esenciales de la labor
educativa: considerar lo intelectual y formativo del currículo y crear un ambiente psicológico, social y
moral propicios para el desarrollo de esa labor educativa; esa doble perspectiva supone hablar de
emociones, derechos humanos, gestión de conflictos, cumplimiento de normas (derechos y deberes),
relación familia y escuela, gestión de aula y de centro, participación y adecuación de las respuestas
educativas al alumnado.
Ese marco nos sitúa ante la necesidad de desarrollar un modelo de convivencia y clima escolar
integrado, en el cual los centros educativos estén implicados en el reto de crear espacios de convivencia
democráticos y pacíficos En el marco de ese modelo, el Plan de Convivencia de Centro es el documento
que recoge las medidas necesarias que articula el propio centro para el fortalecimiento de la convivencia
en el mismo, de forma que se mejore el clima que debe presidir las relaciones entre los diferentes
miembros de la comunidad educativa y se fomente la prevención y resolución pacífica de conflictos en
todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social.
El Plan de Convivencia de centro debe propiciar, si así se considera necesario, cambios en los modelos
de organización escolar, en los procesos de enseñanza-aprendizaje, en las pautas de actuación del
profesorado, en la formación del mismo y del alumnado, en las relaciones con las familias y con la
comunidad, es decir, en el contexto general de los centros escolares, orientados a la adquisición y
ejercicio de los valores propios de una sociedad democrática.
La elaboración del Plan de Convivencia no debe entenderse como una tarea burocrática a realizar en los
centros docentes, sino que debe de aprovecharse esta oportunidad para propiciar la reflexión conjunta
sobre uno de los objetivos más importantes que tiene el sistema educativo, enseñar a convivir y ser
persona, desarrollando una competencia tan básica del individuo como es la social y ciudadana. Se trata
de crear un documento verdaderamente útil, realista, dinámico y adaptado a las peculiaridades y
necesidades del centro, que ayude a mejorar el entramado de relaciones que en toda comunidad
educativa se establecen y a mejorar, en definitiva, la vida social del centro.
Para facilitar el tratamiento de la convivencia a través de las diversas iniciativas recogidas en el Plan es
conveniente crear unas estructuras estables insertas en la organización del centro que tengan como
función estudiar, analizar, proponer actuaciones de mejora de la convivencia y el clima escolar y la
participación en el desarrollo de aquéllas acciones que el Consejo Escolar determine. Este concepto de
organización de la convivencia tiene como fundamento la participación de todos los integrantes de la
comunidad educativa profesorado, familias, alumnado, personal del centro, etc.
El fin de todo ello es impulsar la convivencia a través de un marco donde las normas reguladoras, el
currículo inclusivo y la propia estructura creada formen parte de la prevención e intervención en
convivencia dentro del centro. Los Planes de Convivencia tienen por lo tanto un carácter tanto
preventivo como formativo, en la medida que estamos educando en valores democráticos a los futuros
ciudadanos. El Plan pretende crear en el centro una convivencia basada en el respeto, el diálogo y la
colaboración, haciéndolo compatible con el cumplimiento de las normas y la aplicación de medidas
correctoras (derechos y deberes).
Es imprescindible que los objetivos y actuaciones del Plan estén en consonancia con el contenido del
Proyecto Educativo de Centro, del que forma parte, así como que las medidas o acciones que se vayan a
desarrollar modifiquen y/o se incluyan en los respectivos documentos programáticos de planificación
educativa que cada centro posee.
Así, las diferentes medidas o actuaciones que se adopten en cada centro deberán quedar reflejadas
tanto en los distintos niveles de concreción curricular (Proyecto Curricular de Centro y programaciones
didácticas), como en el Plan de Atención a la Diversidad (PAD) y Plan de Acción Tutorial (PAT) y, desde
luego, ser la fuente básica para la concreción de los futuros Reglamentos de Régimen Interior. La
Programación General Anual, será año a año el documento que canalice las iniciativas del Plan de
Convivencia determinando su imbricación con el resto de documentos curriculares y de planificación. El
Plan de convivencia debe afectar, por lo tanto, al proceso de enseñanza-aprendizaje así como a las
propias estructuras organizativas que lo hacen factible.
Queda manifiesto que a lo largo de las dos últimas décadas hemos asistido a un aumento del interés y
la preocupación social por lo que sucede en el interior de los centros educativos. La progresiva
concienciación sobre la importancia de los derechos humanos y la relevancia que tienen las
agresiones escolares en los medios de comunicación, sobre todo a raíz de hechos graves ocurridos
recientemente, han generado como consecuencia un incremento de las investigaciones sobre todos
los aspectos relacionados con la convivencia primero desde el punto de vista paliativo y
posteriormente poniendo el acento en las medidas de prevención.
La prevalencia del maltrato entre iguales es un fenómeno general que se produce en todos los países
en los que se ha estudiado y afecta a todas las clases sociales.
Un amplio número de dichas investigaciones han citado algunas de las consecuencias de la violencia
y el acoso entre iguales en los centros escolares que resumimos en el siguiente cuadro.
TEORÍA DE LA Desde esta teoría se postula que la agresión es una reacción conductual
FRUSTRACIÓN- motivada por la frustración incontrolada por deseos o necesidades no
AGRESIÓN básicas, lleva a desarrollar conductas agresivas y violentas.
TEORÍAS La causa que determina un hecho social debe buscarse entre los hechos
SOCIOLÓGICAS sociales que la preceden y no entre los estados de conciencia
individuales. De este modo, las teorías sociológicas atribuyen la conducta
violenta y agresiva especialmente a variables ambientales, variables del
contexto social en el que el ser humano vive.
También queremos señalar otro grupo de numerosas investigaciones que se han centrado en la
identificación de los contextos que influyen principalmente en la conducta violenta en la infancia y la
adolescencia que pasamos a resumir en la tabla 3.
Estas actuaciones deben estar englobadas en el Plan de Convivencia del Centro donde adquirirán su
sentido y eficacia ya que se contextualizarán en la realidad de cada uno de los contextos y
necesidades específicas.
Las intervenciones preventivas poseen por tanto beneficios que se extienden a todos los factores:
economía de recursos técnicos y humanos; facilidad técnica de la intervención; refuerzo de las
finalidades educativas y generalización de los logros a otras áreas de la educación.
Vídeo 1: https://www.youtube.com/watch?v=6Ervpwnsgm4&t=1s
Vídeo 2: https://www.youtube.com/watch?v=jPt8Y8Dr5RU
ORIENTARED http://www.orientared.com/
ORIENTAPAS http://orientapas.blogspot.com.es/search/label/Convivencia
MEC CONVIVENCIA http://www.mecd.gob.es/educacion-mecd/mc/convivencia-
escolar/inicio.html
Bibliografía