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Dar una respuesta no es fácil porque llegar a ese punto obedeció a un largo trasegar
espiritual que me llevó a experimentar crisis, períodos de desierto, etapas de auto
evaluación, búsqueda de Dios hasta finalmente, redireccionar mi desenvolvimiento
ministerial.
Hay varios pasajes de las Escrituras a través de los cuales Dios habla. Citaremos
algunos de ellos que marcan pautas para hacer un alto en el camino, revisarnos y
experimentar cambios:
Gobernar la familia no es otra cosa que ejerce un adecuado liderazgo, influir hacia un
proceso de cambio y transformación que contagie a todos.
Escribiendo a un joven líder del primer siglo, el apóstol Pablo escribió que si alguien
aspiraba dirigir un grupo de creyentes, debía mostrar un distintivo particular: “Debe
dirigir bien a su propia familia, y que sus hijos lo respeten y lo obedezcan. Pues, si un
hombre no puede dirigir a los de su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de
Dios?” (1 Timoteo 3:4, 5. Cf. 3:12)
¿Qué espera Dios de nosotros? Que enfoquemos nuestros valiosos esfuerzos en nuestro
cónyuge y en nuestros hijos. Darles el ligar de privilegio que les corresponde en nuestra
existencia.
3.- Enseñar a partir del ejemplo
El apóstol Pablo enfatizó este principio cuando escribió: “La siguiente declaración es
digna de confianza: «Si alguno aspira a ocupar el cargo de anciano en la iglesia,* desea
una posición honorable». Por esta razón un anciano debe ser un hombre que lleve una
vida intachable. Debe serle fiel a su esposa.* Debe tener control propio, vivir
sabiamente y tener una buena reputación. Con agrado debe recibir visitas y huéspedes
en su casa y también debe tener la capacidad de enseñar.”(1 Timoteo 3:1, 2. NTV)
Estos dos versículos sencillos arrojan luces sobre un lema que debe animarnos cada día:
¡Tu familia es tu primer ministerio!
Recuerdo a un joven que fue tentado por su jefe inmediato para hacer fraude en una
empresa. Ante la oferta dijo: No. ¿La razón? “Mi padre nos enseñó que debíamos ser
honrados. Él mismo siempre fue un hombre muy honesto.”, relató.
Puedo asegurarle que cuando nos disponemos a cambiar con ayuda de Dios, logramos
avances significativos. Es lo que ocurre cuando le permitimos a Dios que tome el
control de nuestra existencia, del cónyuge y de nuestros hijos, los que Él nos dio el
privilegio de liderar.
¡Hoy es el día de comenzar a cambiar, en la certeza de que ese paso—el más importante
con ayuda de Jesucristo—traerá transformación a la manera de vivir y afianzará nuestra
relación familiar!