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EL MUNDO DE LOS PEQUEÑOS GRANDES

ABUSO INVISIBLE

Podemos decir que abuso en los términos de las interrelaciones humanas, es la extralimitación o
exageración de alguien que tiene cierta autoridad o poder frente a otro, de las facultades que le
están concedidas para el desempeño de su función. Dicho de otro modo, es el mal uso que alguien
hace de la confianza que le ha sido concedida.

En el caso del término invisible, es un adjetivo que califica a un objeto, conducta o actitud que por
su calidad o característica no puede o evita ser visto. Es decir que la existencia del sustantivo es
indiscutible desde el momento que hablamos de algo que se hace imperceptible, inapreciable a
simple vista. Invisible, no es entonces sinónimo de inexistente, aunque pretenda serlo desde la
apariencia.

Mucho se habla hoy día de la violencia invisible, concepto que encierra todo tipo de actitud,
conducta, normativa, etc., que aparenta ser inofensiva pero silenciosamente erosiona la autoestima y
el psiquismo de quienes la padecen, invisibilizando la violencia que encierra. Un sin número de
prácticas, enmascaradas en formas de amor, buenas intenciones, disciplina, fines nobles, terminan
naturalizándose y constituyen finalmente diferentes formas de violencia invisible, que intentan
someter o someten a otra persona.

La violencia invisible es la más peligrosa porque está aceptada socialmente. Es bastante difícil
identificarla justamente porque se enmascara en atributos positivos. Esto confunde a la víctima
quien muchas veces se convence que el problema está en él o en ella y de este modo termina
revictimizada.

Queremos hablar en este caso de lo que convenimos en llamar abuso invisible sobre niños, niñas y
adolescentes, fundando esta premisa en los emergentes que aparecen en nuestra práctica
profesional cotidiana.

Llevamos diez años realizando talleres en escuelas primarias y medias, con docentes, familias ,
alumnos y alumnas, sobre diferentes temáticas, siendo ESI, Educación sexual integral uno de
nuestros ejes. A través de diferentes dispositivos, artísticos, lúdicos y de movimiento abrimos
espacios para que la palabra circule libremente acerca de las inquietudes sobre sexualidad propias
de la edad.

Las producciones que de esos espacios se desprenden, en forma de expresiones corporales, temores
y relatos ligados a la sexualidad, nos hacen saber que muchos de nuestros niños, niñas y
adolescentes , viven, escuchan, ven y son víctimas de prácticas que han sido naturalizadas y por
tanto consideradas inofensivas, pero que por el contrario perturban y/o dañan su normal desarrollo
psico-físico.

Muchos son los ejemplos que podemos mencionar, e aquí los que hemos seleccionado en esta
ocasión:

Una niña de quinto grado pregunta a las coordinadoras "¿qué es un consolador?" “¿qué son las
posiciones?” indagando acerca del origen de esta inquietud pudimos enterarnos que en el
contexto de un pijama party, un grupo de compañeras, habían tenido acceso a un programa
televisivo relacionado con la sexualidad. Es decir que faltó la mirada y el cuidado de un adulto que
seleccionara un programa adecuado a la edad. El impacto de este hecho se pone de relieve en la
expresión de una compañera que también participó del evento "ese día se me terminó la infancia".
En otro caso un varón de once años, comenta que con su papá ve películas porno, según su
versión el progenitor pensaría que “así se hacen los hombres”

En uno de los dispositivos que utilizamos en escuelas primarias “ventajas y desventajas de ser
mujer” “ventajas y desventajas de ser varón” cuyos dos tópicos son trabajados desde la mirada
de ambos sexos, es llamativo como los varones ven como desventajas en las mujeres aquellos
aspectos que hacen a su singularidad biológica (menstruación, parto) y ponen relevancia en “que
les miran la cola y las tetas” dando cuenta esto del lugar de objeto que ocupan las mujeres en su
imaginario. En concordancia las nenas no ven ninguna ventaja en ser mujer y las ventajas que
ven en ser varón, están centradas justamente en “no sufren un parto, no se embarazan, pueden
entrenar futbol a cualquier edad, no menstrúan cada mes”.

Todo esto da cuenta de la mirada desvalorizada que atraviesa el imaginario de algunos grupos,
fundamentalmente sobre las nenas que son vistas como objetos sexuales y por consiguiente sobre
los varones que ocupan el lugar de consumidor de sexo.

Podríamos agregar el lenguaje cuasi prostibular que sobre todos los varones, utilizan para referirse
al cuerpo de las mujeres y a sus funciones. No resulta desubicado arriesgar que seguramente este
tipo de trato y la misma mirada, es la reciben niños y niñas en lo intrafamiliar y en el ambito social
más cercano.

En los talleres que realizamos con familias sobre este tema aparecen comentarios teñidos de cierta
ingenuidad con respecto a conductas de este tenor. Surgen relatos acerca de bailes organizados por
las escuelas o de animaciones de cumpleaños donde es común ver a las adolescentes o niñas,
bailando de manera erótica, “perreando” o “haciendo el baile del caño” y a los varones
expectantes, mirando esos movimientos que los inundan de estímulos. Si bien algunos/as
participantes se alarman frente a estas nuevas formas de diversión, otros lo justifican “ahora es
así” “no se puede ir contra la corriente” “lo hacen con inocencia”.

Lo mismo sucede frente a lo que reciben de los medios de comunicación “es chiquito” “no se da
cuenta” “que mal le puede hacer” “no entiende”, “repite lo que ve en la tele pero no entiende de que
se trata”, “todos los niños….” etc .
Podemos ver como, desde diferentes aristas se construyen prácticas que se van tornando habituales,
naturales y hasta normales e inofensivas, enmascarando lo que convenimos en llamar “abuso
invisible”.
Todo esto conforma una tendencia a construir la imagen de los niños y las niñas como si fueran
adultos en pequeño. Una especie de miniatura de hombres y mujeres con vestimentas, expresiones,
posturas, maquillajes, actividades, que no son concordantes con la etapa del desarrollo psicofísico.

En internet hay muchísimos recursos para que las niñas aprendan a maquillarse y a vestirse como
grandes. También animaciones de cumpleaños reemplazan el pelotero por los llamados spa party,
para que las niñas sean tratadas como adultas en un spa. Para coronar tenemos los concursos de
belleza con la mirada exigente de los progenitores que esperan que sus hijas no los defrauden y sean
las ganadoras.

No debemos confundirnos, ya que estas situaciones no se encuentran dentro de un contexto lúdico


como seria jugar a vestirse como mamá y/o maquillarse como ella, fumar como papá, como parte
de la identificación natural entre madre/padre e hija / hijo, sino que constituyen una
hipersexualización, que lesiona la salud psicofísica de nuestros niños y niñas.
Hoy en día hay gran cantidad de imágenes, escenas, verbalizaciones sexuales que rodean
constantemente a los niños, niñas y adolescentes correspondiendo esto a la figura del “abuso
invisible” que como todo abuso resulta dañino para el normal y saludable desarrollo psicofísico de
cualquier ser humano.

El abuso invisible es una forma mas de violencia de género cada vez más normalizada y aprobada
socialmente.

Se expone a niños, niñas y adolescentes como “mercancía sexual” y eso en una realidad donde los
abusos a menores es moneda corriente , constituye un hecho extremadamente grave y peligroso.
Así, se desarrollan personas frágiles, extremadamente vulnerables, con baja autoestima, inmersas en
una batalla constante consigo mismas, de la cual es imposible que salgan victoriosas.

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