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SALA CONSTITUCIONAL

Magistrada Ponente: LUISA ESTELLA MORALES LAMUÑO

Expediente N° 07-0312

El 8 de marzo de 2007 fue recibido en esta Sala Constitucional, Oficio N°


088/2007 del 6 de marzo de 2007, mediante el cual el Juzgado Superior Tercero Agrario
de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, remitió el expediente contentivo de
la acción de amparo constitucional ejercida por las abogadas Norma Graciela Delgado
Aceituno, Antonia Izaguirre Aguilar y Carmen Yubirí Ramírez García, inscritas en el
Instituto de Previsión Social del Abogado bajo los Nros. 30.935, 40.284 y 9.643,
respectivamente, actuando con el carácter de apoderadas judiciales de las sociedades
mercantiles AGROPECUARIA EL GUAMAL, C.A., inscrita en el Registro Mercantil
de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, bajo el N° 340, Tomo XLIV, el 28
de octubre de 1992; AGRÍCOLA SAN JUAN, C.A., inscrita en el Registro de
Comercio llevado ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del
Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, bajo el N° 28, Folios 91-99,
el 10 de febrero de 1971, luego inscrita ante el Registro Mercantil de la Circunscripción
Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda, bajo el N° 6, Tomo 2-A, del 11 de enero
de 1977; INVERSIONES M.T. 84, C.A., inscrita en el Registro Mercantil Primero de
la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda, bajo el N° 32, Tomo
29-A Pro., del 5 de noviembre de 1984, modificada según acta inscrita por ante el
mismo Registro, bajo el N° 44, Tomo 5-A Sgdo.; DESARROLLOS RÍO AROA,
C.A., inscrita en el Registro Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del
Distrito Federal  y Estado Miranda, bajo el N° 38, Tomo 81-A Pro., el 21 de abril de
1980; GANADERÍA PALMA SOLA, C.A., inscrita en el Registro Mercantil Primero
de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda, bajo el N° 6,
Tomo 90-A Pro., el 22 de julio de 1982; AGROPECUARIA VITULANO, C.A.,
inscrita en el Registro Mercantil de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, bajo
el N° 27, Tomo 207-A, del 31 de marzo de 2003; AGROPECUARIA MIZACHI,
C.A., inscrita en el Registro Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del
Distrito Federal y Estado Miranda, el 28 de marzo de 1989, bajo el N° 41, Tomo 67-A
Pro., y en representación de los ciudadanos FILIBERTO MALDERA, GIUSSEPPE
MALDERA, ÁLVARO RAMOS AFONSO, titulares de las cédulas de identidad
Nros. 8.813.774, 8.725.826 y 7.909.925, respectivamente, así como en representación
de la comunidad sucesoral integrada por los ciudadanos MARÍA ALONSO DE
ALONSO, MARÍA ALONSO ALONSO, GLADYS ALONSO ALONSO, ÁNGEL
ALONSO ALONSO y MARÍA CRISTINA ALONSO, titulares de las cédulas de
identidad Nros. 985.461, 10.368.543, 10.861.494, 12.728.322 y 12.936.374,
respectivamente, contra el mandamiento de ejecución dictado por el Juzgado de Primero
de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción
Judicial del Estado Yaracuy, el 27 de marzo de 2006, causa a la cual se acumularon las
acciones de amparo constitucional ejercidas por los abogados Felicia Escobar Vásquez,
Ingrid Fajardo Pinto, Magditere Chirinos Peña y Ximena Alegría, inscritos en el
Instituto de Previsión Social del Abogado bajo los Nros. 39.874, 85.478, 90.021 y
90.094, respectivamente, en su carácter de apoderadas judiciales de la sociedad
mercantil GANADERÍA LA PRADEÑA, C.A., inscrita en el Registro Mercantil
Primero de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal, hoy Distrito Capital y
Estado Miranda, el 7 de febrero de 1973, bajo el N° 32, Tomo 16-A; por el abogado
Héctor León Escalona González, inscrito en el Instituto de Previsión Social del
Abogado bajo el N° 94.815, en su carácter de apoderado judicial de la sociedad
mercantil AGROPECUARIA LORIFER, C.A., inscrita en el Registro Mercantil de la
Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, el 3 de marzo de 2004, bajo el N° 51,
Tomo 224-A; por el abogado Neskens Enrique Maita La Grave, inscrito en el Instituto
de Previsión Social del Abogado bajo el N° 71.061, en su carácter de apoderado judicial
de la sociedad mercantil SOCIEDAD DE EXPLOTACIONES PECUARIAS Y
AGRÍCOLAS (SEPECA), C.A., inscrita en el Registro Mercantil Primero de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, el 26 de marzo de 1976, bajo el N° 88,
Tomo 14-B y la ejercida por el abogado Pedro José Boissiere Perruelo, inscrito en el
Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el N° 76.686, en su carácter de
apoderado judicial de la ciudadana SUAD JIHA, titular del pasaporte norteamericano
N° 402898480, por la presunta violación de sus derechos constitucionales a la defensa,
al debido proceso y a la propiedad, consagrados en los artículos 49, 51 y 115 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, respectivamente.

Dicha remisión se efectuó en virtud de las apelaciones ejercidas por el abogado


Humberto José Brito, en su carácter de Juez del Juzgado Primero de Primera Instancia
en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado
Yaracuy y por la representación judicial del Comité de Tierras de Aguas Negras y de los
Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier, contra el fallo del 29 de enero de 2007,
dictado por el referido Juzgado Superior mediante el cual declaró con lugar la acción de
amparo constitucional ejercida.

El 13 de marzo de 2007, se dio cuenta en Sala y se designó ponente a la


Magistrada Luisa Estella Morales Lamuño, quien con tal carácter suscribe el presente
fallo.

El 27 de marzo de 2007, la representación judicial de la parte accionante


presentó escrito de contestación a la apelación ejercida.

El 29 de marzo de 2007, la representación judicial de la sociedad mercantil


Ganadería La Pradeña, C.A., presentó escrito solicitando que se confirme la decisión
apelada.

El 10 de abril de 2007, la representación judicial del Comité de Tierras de Aguas


Negras y de los Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier, presentó escrito de
fundamentación a la apelación ejercida.

 
El 23 de abril de 2007, la representación judicial del Comité de Tierras de Aguas
Negras y de los Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier, solicitó la continuación
de la causa.

El 18 de septiembre de 2007, la representación judicial del Comité de Tierras de


Aguas Negras y de los Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier, presentó escrito
por medio del cual solicitó que “(…) se tome una decisión a la mayor brevedad posible
ya que está claro que por vía administrativa ante el INTI solo se ha conseguido diferir
el problema y estos (sic) se han mostrado incompetentes para decidir, bien sea por
presiones económicas o políticas ejercidas por empresarios y por nuevos dirigentes
(…)”.

El 8 de febrero de 2008, la representación judicial del Comité de Tierras de


Aguas Negras y de los Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier, presentó escrito
por medio del cual manifestó que “(…) pareciera que esa dilación impropia o retardo
injustificado, del trámite administrativo obligado por parte del INTI se ve trasladada a
este Tribunal de Justicia ante el retardo judicial en el pronunciamiento de la decisión
de la causa conformándose un ‘evidente vicio por defecto de actividad y evasión de la
responsabilidad judicial ante la deuda social que involucra el logro de los objetivos del
Comité de Tierras y de sus Asociados’ (…)”.

El 19 de febrero de 2008, el ciudadano Jorge Alberto Shloeter Soto, en su


condición de Director de la empresa Desarrollos Río Aroa, C.A., solicitó a esta Sala que
dictara decisión en el presente caso, pues a su decir “(…) existen situaciones, en
algunos casos hasta delictiva, de la cual ha sido víctima mi representada por las
invasiones a sus propiedades y que, lamentablemente, pretenden justificar los invasores
en la falta de pronunciamiento de la Sala Constitucional respecto del amparo (…). Ha
insistido el ciudadano Andrés Rodríguez en desconocer y violar la Ley. Así, en fecha 30
de octubre de 2007, personas que manifestaron ser integrantes del Comité de Tierras
de Agua Negra, liderados por Andrés Rodríguez invaden la Finca Las Lomas,
propiedad de mi representada Desarrollos Río Aroa, C.A., productora de carne y
alimento. Los invasores se instalaron en los potreros y allí permanecen hasta la fecha,
sin que ningún organismo se haya pronunciado ante la flagrante comisión del delito de
invasión (…).

El 3 de marzo de 2008, el ciudadano Andrés Ramón Rodríguez Figueroa, en su


condición de Presidente del Comité de Tierras de Agua Negra y de los Sectores
Macagua, La Coromoto y San Javier, debidamente asistido por la abogada Doris
González, inscrita en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el N° 21.946,
presentó “(…) documentación complementaria (…) con el fin de que sea tomada en
cuenta en el análisis jurídico que sustentará la decisión de este Tribunal (…)”.

El 28 de abril de 2008, el ciudadano Andrés Ramón Rodríguez Figueroa, en su


carácter de autos, debidamente asistido por el abogado Juan Carlos Ramírez Aguaje,
inscrito en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el N° 104.944, presentó
escrito en el cual manifestó que “(…) no habiendo razón procedimental o legal para la
paralización de la causa, es de suponer que existen razones personales que la induzcan
a Usted, Magistrado (sic) Luisa Estella Morales Lamuño, como sustanciadora y
Presidente de la Sala Constitucional, a no querer decidir sobre la apelación presentada
a ese Tribunal. Y puesto que ha sido público y notorio que entre Usted (…) y quien
suscribe, Andrés Ramón Rodríguez Figueroa, existió manifiesta enemistad personal
en el pasado, que transcendió por demás en acusaciones ante un Tribunal del Estado
Yaracuy, es de suponer que por esas circunstancias y hechos del pasado usted pueda
mantener una parcialización en el proceso. Por estas causales, previstas en el artículo
82 numeral 18 del Código de Procedimiento Civil y los artículos 83 y 92 del mismo
Código, en concordancia con el artículo 11 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo
de Justicia (…), y por considerar que usted pueda no ser imparcial en el ejercicio de
sus funciones por la ya mencionada enemistad que pueda existir con mi persona,
litigante en representación del Comité de Tierras, solicito formalmente se exima de
ejercer sus funciones como Magistrado y Presidente de la Sala Constitucional de la
presente causa (…)”.
 

Por auto N° 860 del 29 de mayo de 2008, fue declarada improponible en derecho
la recusación presentada por el ciudadano Andrés Ramón Rodríguez Figueroa.

Por escrito presentado el 30 de octubre de 2008, el ciudadano Andrés Ramón


Rodríguez Figueroa, en representación del Comité de Tierras de Agua Negra y de los
Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier, solicitó medida cautelar, en los
siguientes términos: “(…) es innegable que todo ese retardo y esa espera de justicia
social por más de diez años, conspira severamente contra los derechos de todos los
asociados en esta lucha, por lo tanto rogamos, acuerde como medida precautelativa, en
protección temporal de esos derechos, oficiando al Instituto Nacional de Tierras
Región u organismos crediticios de carácter agrario Nacionales y del Estado Yaracuy,
para que se abstengan de realizar actividades de disposición sobre los lotes de
terrenos que abarca la decisión del Tribunal Supremo de Justicia, así mismo no
otorgar créditos a quienes ocupen ilegalmente esas tierras, y no promover ni avalar
invasiones ilegales y presuntas adjudicaciones a personas ajenas al Comité, hasta
tanto se decida la APELACIÓN interpuesta contra el amparo acordado por el Juzgado
Superior Agrario de la Región Centro Occidental, actualmente Juzgado Superior
agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy (…)” (Negrillas y
mayúsculas de la parte actora).

Por diligencia del 5 de febrero de 2009, el ciudadano Andrés Ramón Rodríguez


Figueroa, ratificó el escrito presentado el 30 de octubre de 2008 y solicitó
pronunciamiento en la presente causa.

Constituida esta Sala Constitucional el 9 de diciembre de 2010, en virtud de la


incorporación de los Magistrados designados por la Asamblea Nacional en sesión especial
celebrada el 7 del mismo mes y año, publicada en la Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela Nº 39.569 del 8 de diciembre de 2010.
 

Constituida esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia el 8 de


mayo de 2013, quedó integrada de la siguiente manera: Magistrada Gladys María
Gutiérrez Alvarado, Presidenta; Magistrado Francisco Antonio Carrasquero López,
Vicepresidente y los Magistrados y Magistradas Luisa Estella Morales Lamuño, Marcos
Tulio Dugarte Padrón, Carmen Zuleta de Merchán, Arcadio de Jesús Delgado Rosales y
Juan José Mendoza Jover.

Realizado el estudio individual de las actas que conforman el presente


expediente, esta Sala Constitucional pasa a decidir previas las siguientes
consideraciones.

ANTECEDENTES

El 1 de junio de 2006, la representación judicial de la parte accionante interpuso


la presente acción de amparo constitucional.

El 8 de junio de 2006, el Juzgado Superior Tercero Agrario de la


Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, admitió la referida acción de amparo
constitucional, ordenando las respectivas notificaciones y acordando “(…) la
suspensión de los efectos del auto de fecha 27 de marzo de 2006, emitido por el
Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de
la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, hasta por el tiempo que dure el
procedimiento de amparo (…)”.
 

El 14 de junio de 2006, la representación judicial de la parte accionante,


presentó escrito por medio del cual solicitó la notificación personal de todas y cada una
de las personas que fueron parte en el juicio por dotación de tierras.

El 20 de junio de 2006, el Juzgado Superior Tercero Agrario, ordenó notificar al


Instituto Nacional de Tierras y, como terceros interesados, al grupo de ciudadanos que
habían intervenido en el juicio por dotación de tierras.

El 20 de julio de 2006, la representación judicial de la parte accionante consignó


copia certificada de “(…) la demanda por acción de dotación (…) que cursa por ante el
Tribunal Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Agrario de la
Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy (…), la sentencia de este Despacho
superior que resolvió la apelación contra la decisión de primera instancia, la solicitud
de ejecución forzosa de esa decisión por los demandantes y el mandamiento de
ejecución dictado por el Tribunal de primera instancia señalado y cuya nulidad
estamos solicitando (…)”.

El 23 de octubre de 2006, tuvo lugar la celebración de la audiencia


constitucional y se dejó constancia de la asistencia de la representación judicial de la
parte accionante, los apoderados judiciales del Instituto Nacional de Tierras, así como
de la representación fiscal y del abogado José Sánchez Landinez, inscrito en el Instituto
de Previsión Social del Abogado bajo el N° 88.000, en su carácter de apoderado judicial
del Comité de Tierras de Agua Negra y de los Sectores Macagua, La Coromoto y San
Javier, actuando como tercero interesado.

En la oportunidad de la audiencia constitucional, se dejó constancia de lo


siguiente: “(…) de acuerdo a la solicitud realizada por la querellante
AGROPECUARIA EL GUAMAL, C.A. de acumular la presente causa una vez admitida
a las siguientes: asunto N° KP02-O-2006-116, accionante Abg. Pedro Boissiere
apoderado judicial de Suad Jiha, accionado Juzgado Primero de Primera Instancia en
lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario del Estado Yaracuy; Asunto N° KP02-O-
2006-119, accionante, Agrícola San Juan, C.A., Inversiones MT 84, C.A., accionado
Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario
del Estado Yaracuy; Asunto N° KP02-O-2006-134, accionante AGROPECUARIA
LORIFER, C.A., accionado Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito y Agrario del Estado Yaracuy; Asunto N° KP02-0-2006-153
accionante entidad mercantil AGROPECUARIA MIZACHI, C.A., accionado Juzgado
Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario del Estado
Yaracuy; Asunto N° KP02-0-2006-200, accionante Sociedad de Explotaciones
Pecuarias Agrícolas, C.A. (SEPECA), y con la finalidad de que no se den sentencias
contradictorias este Tribunal de conformidad con lo establecido en el artículo 10 de la
Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, acuerda la
acumulación de las causas arriba indicadas, por considerar que las mismas llenan los
requisitos establecidos tanto en la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, así como en el
Código de Procedimiento Civil. En consecuencia, una vez que se haya notificado a las
personas intervinientes en dicho proceso, después de la última de dichas notificaciones
se fijará la oportunidad para celebrar la audiencia constitucional. Las partes aquí
presentes quedan notificadas de dicha fijación (…)” (Negrillas del original).

En virtud de lo anterior se libró comisión al Juzgado Distribuidor de los


Municipios San Felipe, Independencia, Cocorote y Veroes de la Circunscripción
Judicial del Estado Yaracuy, a objeto de practicar la notificación del Juez Titular del
Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de
la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy.

El 15 de diciembre de 2006, la representación judicial de la parte accionante


presentó escrito mediante el cual manifestó lo siguiente: “(…) a pesar de haber
solicitado la emisión de CARTEL para efectuar la notificación de los
DEMANDANTES DE DOTACIÓN DE TIERRAS en el juicio principal donde se
dictó la decisión objeto del presente amparo, aún no ha sido acordada, insistimos en
ese pedimento, o sea, que se LIBRE CARTEL DE NOTIFICACIÓN COMO
TERCEROS INTERESADOS (…)” (Mayúsculas y negrillas del original).

El 12 de enero de 2007, la representación judicial de la parte accionante


consignó ejemplares de los periódicos en los cuales publicó el cartel de notificación.

El 16 de enero de 2007, la representación judicial del Comité de Tierras de Agua


Negra y de los Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier, presentó escrito de
“defensa”, por manifestar tener interés en la ejecución forzosa de la decisión dictada el
27 de marzo de 2006, por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito y Agrario del Estado Yaracuy, contra el Instituto Nacional de
Tierras (INTI).

            El 18 de enero de 2007, tuvo lugar la audiencia constitucional y se dejó


constancia de la asistencia de la representación judicial del Instituto Nacional de Tierras
y del Comité de Tierras de Agua Negra y de los Sectores Macagua, La Coromoto y San
Javier, así como las representaciones judiciales de las sociedades mercantiles
Agropecuaria El Guamal, Ganadería La Pradeña, C.A., Agropecuaria Lorifer, C.A.,
Agrícola San Juan, C.A., Inversiones MT84, C.A., Desarrollos Río Aroa, C.A.,
Agropecuaria Palma Sola, C.A., Agropecuaria Vitulano C.A., Agropecuaria Mizachi,
C.A., Sociedad de Explotaciones Pecuarias y Agrícolas, C.C. (SEPECA), de sucesores
de Ángel Alonso Suero, del ciudadano Alvaro Ramos Afonso. Igualmente, se dejó
constancia de la asistencia del abogado Humberto José Brito, en su carácter de Juez del
Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de
la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy y de la representación fiscal.

 
            Celebrada la audiencia constitucional, el Juzgado estimó necesario el uso del
lapso de cuarenta y ocho (48) horas para el análisis de los elementos y pruebas aportado
por las partes.

            El 29 de enero de 2007, el Juzgado Superior Tercero Agrario de la


Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, declaró con lugar la presente acción de
amparo constitucional.

            El 1 de febrero de 2007, el abogado Humberto José Brito, en su carácter de Juez


del Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario
del Estado Yaracuy, apeló de la referida decisión.

            El 1 de febrero de 2007, la representación judicial del Comité de Tierras de


Agua Negra y de los Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier, apeló de la referida
decisión.

            En esa misma fecha, la representación judicial de la parte accionante solicitó se


librara oficio al Registrador Inmobiliario de los Municipios San Felipe, Independencia,
Cocorote y Veroes del Estado Yaracuy, a fin de dejar sin efecto las notas marginales
inscritas en los documentos de propiedad de sus representados.

            El 2 de febrero de 2007, el Juzgado Superior Tercero Agrario de la


Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, oyó en ambos efectos las apelaciones
interpuestas, ordenando remitir a esta Sala Constitucional el expediente contentivo de la
acción de amparo constitucional.

 
El 6 de marzo de 2007, fue remitido nuevamente el expediente y anexos, toda
vez que los anteriores presentaban un error en la foliatura, siendo recibidos por esta Sala
el 8 de marzo de 2007.

El 13 de marzo de 2007, se dio cuenta en Sala del presente expediente y se


designó ponente a la Magistrada Luisa Estella Morales Lamuño, quien con tal carácter
suscribe el presente fallo.

El 27 de marzo de 2007, la representación judicial de las sociedades mercantiles


Agrícola San Juan, C.A., Inversiones M.T. 84, C.A., Desarrollos Río Aroa, C.A.,
Ganadería Palma Sola, C.A., Agropecuaria Vitulano, C.A., Agropecuaria El Guamal,
C.A., Agropecuaria Mizhachi y de los ciudadanos Filiberto Maldera, Giusseppe
Maldera, Alvaro Ramos Afonso, así como de la comunidad sucesoral de Ángel Alonso
Suero, presentó escrito de contestación a la apelación ejercida por el abogado Humberto
José Brito y por la representación judicial del Comité de Tierras de Agua Negra y de los
Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier.

El 29 de marzo de 2007, la representación judicial de la sociedad mercantil


Ganadería La Pradeña, C.A., presentó escrito solicitando que se confirme la decisión
apelada.

El 10 de abril de 2007, el apoderado judicial del Comité de Tierras de Agua


Negra y de los Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier, presentó escrito de
fundamentación a la apelación ejercida.

El 23 de abril de 2007, el apoderado judicial del Comité de Tierras de Agua


Negra y de los Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier, presentó escrito mediante
el cual manifestó que “(…) habiéndose vencido el término para la contestación de la
apelación y no habiendo ninguna otra actuación de las partes o de este tribunal
respetuosamente solicito la continuación de la causa (…)”.

II

DE LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL

El 1 de junio de 2006, la representación judicial de la parte accionante presentó


escrito contentivo de la pretensión de amparo constitucional, en los siguientes términos:

Que “(…) presentamos ante (…) los Tribunales Civiles (…) acción de amparo
(…) en nombre y representación de Agrícola San Juan, C.A., Inversiones MT84, C.A.,
Alvaro Ramos Alfonso, sucesores de Ángel Alonso Suero, Desarrollos Río Aroa, C.A.,
Ganadería Palma Sola, C.A. y Agropecuaria Vitulano, contra la decisión judicial
constituida por mandamiento de ejecución forzosa dictado por el Juzgado Primero de
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción
Judicial del Estado Yaracuy, actuando como Tribunal con competencia agraria (…)”.

Que “(…) para evitar que se puedan dictar sentencias contradictorias, siendo el
mismo acto el que afecta a unos y otros de nuestros representados, emanado del mismo
tribunal agraviante y siendo las mismas infracciones (…) solicitamos (…) se ordene,
una vez admitida la presente acción de amparo, su acumulación al expediente que
conformaba la precitada acción de amparo (…)”.

 
Que “(…) en el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil,
del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy (…)
conociendo como tribunal agrario, se tramitó un juicio con motivo de la interposición
de una acción que por ‘Dotación de Tierras’ incoaron los ciudadanos venezolanos
(…)”, los cuales enumera acompañado con sus números de cédulas de identidad
(Negrillas de la parte accionante).

Que “(…) la referida acción la fundamentaron los demandantes en lo dispuesto


en el artículo 2 literal N de la Ley Orgánica de Tribunales y Procedimientos Agrarios,
en concordancia con los artículos 1 y 2 literal b de la Ley de Reforma Agraria,
pretendiendo, por vía judicial, la dotación mediante títulos individuales y permanentes
de terrenos que se identifican en el expediente (…) en el que figuran como
representados por la abogado Dulce Arduo González (…)” (Negrillas de la parte
accionante).

Que “(…) en el escrito presentado el 8 de octubre de 1996, su apoderada


afirmó que los demandantes (…) eran: ‘(…) habitantes y agricultores en el sitio
denominado ‘AGUA NEGRA’ Del Municipio Veroes del Estado Yaracuy, por más de
diez años, dedicándose a la explotación agrícola de la tierra como su único medio de
subsistencia’ y que al tener conocimiento que dichas tierras eran del IAN, hicieron los
trámites para ser dotados de las tierras ubicadas en ese sitio y conocidas como Fundo
Macagua, sectores Malaguita, San Javier y La Coromoto (…)” (Mayúsculas de la parte
accionante).

Que “(…) la apoderada actora advirtió que el ‘Central Matilde’ en ‘una


oportunidad’ ocupó y cultivó esos lotes de tierras sembrando caña, pero que, según su
afirmación, hacía dos años la Central las había abandonado y quedaron ociosas y sin
prestar función social, por lo que al conocer que la propiedad de las mismas
correspondía al Instituto Agrario Nacional (…), sus mandantes solicitaron por la vía
administrativa que se les adjudicara en dotación, sin obtener respuesta favorable a su
petición”.

Que “(…) en virtud de que no les fue conferida la dotación solicitada, fue la
razón por la que procedieron a demandar al Instituto Agrario Nacional, para que se
las dotara o si éste se negare, fuese condenado a dotárselas (…)”.

Que “(…) el Decreto referido por el demandante como título de propiedad de


las tierras cuyas hectáreas reclamaban en dotación (…) transfirió gratuitamente al
Instituto Agrario Nacional a fines de reforma agraria, una superficie de veintiocho mil
seiscientas veinticinco hectáreas (28.625 Has). Tales hectáreas, señala el Decreto, se
encuentran comprendidas dentro de un lote denominado ‘Alambique-Boca de Aroa-
Boca de Yaracuy-La Hoya’ ubicado en parte en el Municipio Boca de Aroa Distrito
Silva del Estado Falcón y en parte en el Municipio Veroes del Distrito San Felipe del
Estado Yaracuy (…)”.

Que “(…) en fecha 17 de junio de 1998, el Juzgado Primero de Primera


Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial
del Estado Yaracuy, declara con lugar la acción de dotación de tierras intentada por
los demandantes en contra del Instituto Agrario Nacional, que quedó obligado en
virtud de la sentencia, a dotar en un plazo perentorio de sesenta días, a los querellantes
de las tierras identificadas en el sitio Agua Negra (…), que resulta ser las tres mil
trescientas dieciocho hectáreas con ciento treinta y siete metros cuadrados (3.318 Has
137 mt2)”.

Que “(…) luego de un largo proceso entre apelaciones y casación, en fecha 9


de septiembre de 2004 el Juzgado Superior Tercero Agrario de la Circunscripción
Judicial del Estado Lara, conociendo en segunda instancia y por mandato de la Sala de
Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia, dictó sentencia en el juicio,
procediendo a declarar sin lugar la apelación interpuesta por el Instituto Agrario
Nacional contra la dictada por el de primera instancia, y con lugar la acción,
ordenando a dicho Instituto demandado o al que al efecto designara el Ejecutivo
Nacional,  se acometiera ‘al procedimiento de adjudicación conforme lo previsto en
(…) la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario’, modificando la sentencia apelada,
ordenando también la notificación sólo a los accionantes (…)” (Negrillas y subrayado
de la parte accionante).

Que “(…) dicha decisión judicial quedó definitivamente firme y las actuaciones
(…) fueron remitidas al Tribunal de la Primera Instancia en el Estado Yaracuy, para su
ejecución. Por auto de dicho Juzgado (…) se fijó plazo para que la parte demandada,
Instituto Agrario Nacional, hoy INTI, diera cumplimiento voluntario a la sentencia, sin
que tampoco, se ordenara la notificación de la Procuraduría General de la República
ni del Procurador Agrario Nacional o Regional, en violación de lo dispuesto en el
artículo 97 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, en el
primero de los casos, y en el segundo, por cuanto a pesar de haber sido suprimida la
Procuraduría Agraria Nacional, no ha sido creada aún la Defensoría Especial Agraria
a la que se refiere (…) la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario”.

Que “(…) transcurrido el lapso (…) para el cumplimiento voluntario (…) el


ciudadano Andrés Rodríguez, ratificó el pedimento de ejecución forzosa que había
hecho el 6 de diciembre de 2005 y el 19 de enero de 2006, actuando en nombre del
Comité de Tierras de Agua Negra (…). En dicho escrito, el solicitante consideró
erróneamente que el juez podía autorizarlo para ejecutar él mismo la obligación de
hacer a la que había sido condenado el INTI, y también alegó equivocadamente que el
instituto demandado había sido condenado a entregar una cosa inmueble, para que se
llevara a efecto la entrega, procediendo a solicitar a ese Tribunal que la ejecución
recayera ‘(…) sobre los siguientes bienes inmuebles, toda vez que su ubicación y
linderos se encuentran enmarcados dentro de las tierras que pertenecen al Estado’,
pretendiendo no las tres mil trescientas dieciocho hectáreas (3.318 Has), sino las de
veintiocho mil seiscientas veinticinco hectáreas (28.625 Has) de la trasferencia de la
República al Instituto Agrario Nacional y, en consecuencia, pidió la adjudicación de
ley sobre las mismas, procediendo a identificar a cuarenta y tres (43) fundos, con
señalamiento de quiénes eran sus ocupantes actuales (…)”.

Que “(…) para sorpresa, tales nombres de adjudicatarios no coinciden con los
de los demandantes, a favor de quienes se declaró con lugar la acción en la sentencia,
con excepción de veintiséis de ellos, pero el solicitante de ejecución forzosa advirtió
que las adjudicaciones se harían a los que, para ese momento eran miembros del
Comité de Tierras Agua Negra, en nombre de quien dice actuar, sin que en algún
momento tal Comité hubiese sustituido procesal y legalmente, a los demandantes,
accionantes a título personal” (Negrillas de la parte accionante).

Que “(…) el peticionario Andrés Rodríguez, se reservó el derecho de seguir


señalando Fundos a adjudicar pues el Decreto de las Tierras donadas al Instituto
Agrario Nacional comprendía 28.625 Has. Por lo que iría indicando otros, una vez
que localizara la documentación sin tomar en cuenta que en ese mismo acto de
transferencia materializado en el Decreto, consta que se dejaron a salvo los derechos
a terceros” (Negrillas de la parte accionante).

Que “(…) a pesar de que la sentencia dictada (…) no ordenó la entrega de bien
inmueble alguno (…) el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil,
del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, dictó en
fecha 27 de marzo de 2006, el mandamiento de ejecución forzosa tal como lo solicitó
el ciudadano Andrés Rodríguez, en los siguientes términos: a.- Ordenó hacer las
adjudicaciones en los señalados cuarenta y tres (43) fundos (…), sin verificar si los
ocupantes y dueños de esos fundos eran los terceros cuyos derechos quedaron a salvo
en el Decreto; b.- Indicó el Tribunal que dichas tierras pertenecen al INTI, según
documento protocolizado (…), ordenando insertar el contenido del acta (mandamiento
de ejecución) y estamparle la nota marginal correspondiente; c.- (…) La Oficina
Subalterna de Registro Inmobiliario de los Municipios San Felipe, Independencia,
Cocorote y Veroes estampó la nota marginal a TODOS los documentos de propiedad
de los 43 fundos (…); d.- El 9 de mayo de 2006, el Tribunal de Primera Instancia
ordenó trasladarse y constituirse el día 11 de mayo de 2006, en el primer fundo que
aparece en el mandamiento de ejecución: Fundo Guaremal, a los fines de materializar
la adjudicación de lotes de terreno (…), haciendo uso de una cizalla para cortar la
cadena que cerraba la reja de acceso al fundo y procedió a poner en posesión a los
ciudadanos a quienes les fue adjudicado el mencionado fundo donde se encontraban
trabajadores del mismo y maquinaria (…); e) Que acordaba oficiar a la Guardia
Nacional a los fines que se mantuviera la medida de protección y resguardo del
Tribunal otorgada por ese Cuerpo para continuar con la efectividad de la ejecución
realizada (…)” (Mayúsculas y negrillas de la parte accionante).

Que “(…) al tener conocimiento nuestros mandantes que el día 11 de mayo de


2006 ese Juzgado procedió a iniciar el cumplimiento forzoso de la sentencia, según el
referido mandamiento de ejecución (…), nuestros representados nos solicitaron que
verificáramos si algún fundo propiedad de ellos o de sus representadas, estaba incluido
dentro de aquellos terrenos indicados por el solicitante en la ejecución forzosa (…)”.

Que “(…) de la investigación realizada se evidenció la inclusión de los


inmuebles que son propiedad y posesión de nuestros mandantes dentro de las tierras a
repartir como adjudicaciones en este juicio, donde ellos no fueron parte, ni llamados
por medio alguno para intervenir (…)”.

Que “(…) se está pretendiendo ejecutar la sentencia sobre bienes que no son
propiedad del Instituto demandado, lo que constituye una violación al derecho
constitucional a la defensa y al debido proceso (…). No pudieron nuestros mandantes
alegar ni probar que esas tierras no eran las trabajadas por los demandantes, ni que
esas no eran las tierras del Instituto Agrario Nacional (…)” (Negrillas de la parte
accionante).
 

Que “(…) de los documentos de propiedad (…) puede advertirse las notas
marginales (…) como consecuencia del mandamiento de ejecución dictado por el
Juzgado de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la
Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy. Nuestros mandantes se encuentran
afectados en su derecho de propiedad (…), no pudiendo ejercer ningún acto de
disposición sobre ellos (…) lo cual viola el derecho de propiedad (…)”.

Que “(…) la actividad agropecuaria desarrollada en esos Fundos lo ha sido


(…) produciendo bienes que satisfacen necesidades alimentarias de la población, como
productores agrícolas y pecuarios (…), generando fuentes de empleo a habitantes de la
zona, sin que hubiesen sido dichas propiedades objeto de alguno de los
procedimientos de afectación de uso y redistribución de tierras o de la expropiación
agraria ni del rescate de tierras (…), planteándose la situación insólita de pretender
ejecutar la sentencia dictada en ese juicio de dotación de tierras asimilada dicha figura
por el juez a la actual figura de adjudicación en contra de personas extrañas a la litis,
a unos terceros que constituyen nuestros representados (…), además, sin prever la
indemnización correspondiente al valor de los Fundos” (Negrillas de la parte
accionante).

Que “(…) las tierras de los Fundos propiedad de nuestros mandantes (…)
conforman con todas sus instalaciones, cultivos y animales, fincas en plena producción,
en inminente riesgo de ser privadas de la posesión, en ejecución de la decisión del juez,
por parte de los adjudicatarios a los que se refiere el mandamiento de ejecución (…).
Al cumplirse la ejecución ordenada sobre los Fundos Agropecuaria El Guamal, C.A. y
La Maldereña (…) también se estaría incumpliendo con el deber del Estado de
promover el desarrollo armónico de la economía nacional, con el fin de generar
fuentes de trabajo (…), y de garantizar la seguridad jurídica, así como la
sustentabilidad, permanencia y equidad del crecimiento de la economía (…), la
seguridad alimentaria de la población (…)” (Negrillas de la parte accionante).
 

Que intentaron la tercería a objeto de impedir la ejecución “(…) sin embargo el


23 de mayo de 2006, al revisar en el Registro Inmobiliario correspondiente (…) nos
encontramos con que a los documentos propiedad de los fundos se les había estampado
una nota marginal en la que se registraba el mandamiento de ejecución y la
adjudicación a las personas allí indicadas como adjudicatarios (…). Por tanto,
resultaría inoficiosa la tercería y no sería la vía idónea, breve y eficaz para restablecer
la situación jurídica infringida (…)”.

Que “(…) en ninguna parte de la sentencia que quedó firme en dicho juicio
ordenó las adjudicaciones, ni las superficies de las mismas, ni que lo fueran a personas
distintas que las que figuran como demandantes, ni que se ejecutara sobre bienes
propiedad de terceros, mucho menos que se obviara el procedimiento previsto en la Ley
de Tierras y Desarrollo Agrario, pues lo que decidió fue que el Instituto demandado
acometiera (…) las adjudicaciones según el procedimiento previsto en la Ley de
Tierras y Desarrollo Agrario (…)” (Negrillas de la parte accionante).

Que “(…) el Tribunal (…) no ha materializado la desposesión de los fundos


descritos (…) sin embargo al estampar la nota marginal de adjudicación de terrenos
(…) violó el derecho a la propiedad que la contiene como atributo (…)”.

Que “(…) si bien nuestros representados no fueron parte en el proceso


principal, el de dotación de tierras, y en ningún pronunciamiento judicial, sea la
sentencia de primera instancia sea la de segunda instancia, no fueron llamados, pero sí
afectados en la oportunidad de dictar mandamiento de ejecución forzosa al ordenarse
adjudicar los fundos de su propiedad sin que se les haya permitido conocer la razón de
tal decisión y oponerse a ello, donde efectivamente debían ser parte. Tan debían ser
parte que los bienes adjudicados son de su propiedad, afirmado y confesado así por el
solicitante de la ejecución”.
 

Que en relación al derecho de propiedad, alegó que el mismo había resultado


vulnerado toda vez que “(…) no se trató el juicio principal de una discusión sobre
titularidad de los fundos, ello no estuvo en discusión en ningún momento, lo que
sucedió es que por una decisión judicial a espaldas de nuestros representados, se les
arrebató su derecho de propiedad y existe real amenaza de desposeerlos de sus bienes,
sin poder defender los mismos (…)”.

Que en relación al derecho a la libertad de empresa, señaló que “(…) con la


violación del derecho a la propiedad y la real amenaza de desposesión de los fundos,
sin tomar en cuenta que nuestros representados están inscritos en el Registro Agrario,
se dedican al comercio agrícola y pecuario en las condiciones establecidas por las
autoridades venezolanas y las leyes, se amenaza efectivamente con vulnerar el ejercicio
de la libertad de empresa pues a pesar que ellos han actuado ajustado al ordenamiento
jurídico venezolano, un representante del poder judicial (sic) ha dictado una decisión
que los afecta enormemente en el ejercicio de su libertad de empresa, atendiendo a la
circunstancia que si hace entrega material de los fundos pondrá en posesión a los
adjudicatarios de ellos. Qué pasará con las maquinarias, con los bienes muebles e
inmuebles, con el ganado, con la caña, con los sembradíos? (…)”.

Que igualmente alega la presunta violación “(…) de los principios de


productividad y solidaridad (…) según lo establecido en el artículo 299 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que resulta lesionado por el
mandamiento de ejecución (…), impidiendo el desarrollo armónico de la economía
nacional con el concurso del Estado y la iniciativa privada de la cual nuestros
poderdantes son baluarte al ser entes productores (…)”.

 
Que “(…) el confiscar los fundos, pues en forma alguna se prevé indemnización
por los bienes que la conforman, impediría a nuestras mandantes cubrir la cuota de la
seguridad alimentaria que está satisfaciendo (…)”.

Que “(…) la adjudicación (…) es un acto administrativo que debe emanar del
Instituto Nacional de Tierras, previo el cumplimiento del procedimiento
administrativo pautado y constituye la materialización de la adjudicación
permanente, que transfiere la posesión legítima de las tierras con el uso y goce de las
mismas, constituyéndose en una forma de tenencia especial, sin configurar
propiamente el derecho de propiedad de las mismas (…)” (Negrillas de la parte
accionante).

Que “(…) la misma acción de dotación de tierras ni siquiera debió ser


tramitada, por no ser esa la vía en el caso de la negativa que alegan los demandantes,
de haber sido dotados por el Instituto Agrario Nacional, ya que ‘la vía idónea para
atacar una omisión  de un organismo público es el recurso contencioso administrativo
o por abstención’. Por lo tanto, no era la vía judicial ante el tribunal agrario la que
debían ejercer quienes solicitaron la dotación y no les fue conferida”.

Que “(…) si bien los demandantes a título individual fueron los mismos a
quienes la sentencia definitivamente firme benefició con la acción declarada con lugar,
al momento de solicitarse la ejecución forzosa de la sentencia, el peticionario dice
actuar en nombre de un Comité de Tierras de Agua Negra, que aparece sustituyendo a
los demandantes a título personal en nombre de quien su mandatario actuó. Pero, en
forma por demás insólita, este Tribunal acordó tales adjudicaciones, como el
representante de dicho Comité según Acta de Asamblea Extraordinaria donde se
‘actualizaron’ los miembros para ese momento. Tal sustitución no era ni es legal
procesalmente posible”.

 
Que “(…) no puede tener valor la cosa juzgada de la sentencia dictada a esos
nuevos ‘miembros’ pues sólo coinciden en número de 26 de los demandantes (…) que
constituyen la parte actora en juicio, demandando a título personal e individual y no
puede resultar válida la solicitud de ejecución forzosa a nombre de una persona
jurídica que no es la misma que demandó”.

Que “(…) solicitamos la nulidad del referido mandamiento de ejecución y como


medida cautelar, la suspensión de la ejecución del mismo, hasta tanto se resuelva este
procedimiento, por considerar que están llenos los extremos exigidos por la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales (…) por la
violación al derecho a la defensa y al debido proceso (…) a la propiedad (…) así como
a la libertad de empresa (…)”.

Que “(…) respecto al fumus boni iuris, se materializa en el argumento de la


propiedad de nuestros mandantes de los fundos que fueron adjudicados y cuya
propiedad se ha violado con las notas marginales, pero además con la amenaza de la
entrega material de los mismos y, el periculum in mora, se materializa en la real e
inminente desposesión con la entrega material de los fundos donde los daños
materiales por pérdidas de animales, maquinarias y cosechas, así como bienes
muebles, pueden ser incalculables (…)”.

III

DEL FALLO APELADO

 
            El 29 de enero de 2007, el Juzgado Superior Tercero Agrario de la
Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, declaró con lugar la acción de amparo
constitucional ejercida, en los siguientes términos:

“(…) el 23 de octubre de 2006 (…) se celebró la audiencia constitucional


en el expediente N° KP02-O-2006-000133, en la misma y a solicitud de la
parte accionante, este Tribunal acordó la acumulación de los expedientes
signados con los números KP02-O-2006-000116, KP02-O-2006-000119,
KP02-O-2006-000120, KP02-O-2006-000134, KP02-O-2006-000153 y
KP02-O-2006-000200, a la presente acción de amparo, con la finalidad de
que no se dieran sentencias contradictorias (…).
 
Asunto KP02-O-2006-0001116:
El día 30 de mayo de 2006, el abogado PEDRO JOSÉ BOISSIERE
PERRUOLO (…) actuando en su carácter de apoderado judicial de la
ciudadana SUAD JIHA (…) interpuso libelo de demanda arguyendo que el
Juez titular del Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado
Yaracuy, en fecha 27 de marzo de 2006, dictó auto de ejecución de
sentencia, relativo a una dotación de tierras seguido por el ciudadano
Andrés Ramón Rodríguez Figueroa, en representación del Comité de
Tierras de Agua Negra contra el Instituto Agrario Nacional, hoy Instituto
Nacional de Tierras y que dicho juez ejecutó una sentencia en términos
distintos a los decididos por la sentencia dictada por el Tribunal Tercero
Agrario el 9 de septiembre de 2004. Igualmente alegó que el Juez (…)
ejecuta materialmente la sentencia definitiva dictada por este Tribunal
Superior a pesar que de ello había sido encargado el Instituto Nacional de
Tierras o el Instituto que al efecto designe el Ejecutivo Nacional y que
como lo había ordenado el Superior, no puede ser de otra manera porque
esa es materia de competencia exclusiva del Instituto Nacional de Tierras
(…). Señala que su mandante resultó perjudicada de la acción cumplida
por el ciudadano Juez (…) cuando éste ordenó la ocupación del FUNDO
GUAREMAL (…).
  Que la violación cometida por el Juez (…) es de gravedad extrema porque
no se trata sólo de incompetencia sino además de falta de jurisdicción
porque según los dispositivos antes indicados y como bien lo indica el
Tribunal Superior (…), la ejecución de la sentencia (…) corresponde a una
autoridad administrativa (…) y no al poder judicial. Que el auto de fecha
27 de marzo de 2006, lesiona expresos derechos constitucionales (…) a la
defensa como parte del debido proceso (…), que en el caso concreto (…) se
constata fácilmente, el hecho de haber ejecutado a mi representada,
adjudicando la finca El Guaremal de su propiedad, y la cual está en
constante producción agroproductiva (…). Igualmente, solicitaron como
medida preventiva, la desocupación de los adjudicados y la entrega
material a su representada mientras se tramita el amparo, que se protejan y
restituyan inmediatamente los derechos constitucionales conculcados, y por
último, se ordene la suspensión de los efectos del auto del 27 de marzo de
2006 (…).
 
Se recibió la causa el 8 de junio de 2006 (…) y admitida el 5 de junio de
2006 (…) se decretó la suspensión de los efectos del auto del 27 de marzo
de 2006 (…). En fecha 25 de octubre de 2006, se dictó auto acordando la
acumulación de la presente acción a la causa N° KP02-O-2006-000133
(…).
 
Asunto N° KP02-O-2006-000119:
En fecha 1 de junio de 2006, las abogadas Norma Graciela Delgado
Aceituno, Antonia Izaguirre Aguilar y Carmen Ramírez García (…),
apoderadas judiciales de la sociedad mercantil Agrícola San Juan, C.A., de
Inversiones M.T. 84, C.A., del ciudadano Alvaro Ramos Alfonso (…) quien
a su vez es representado por los ciudadanos Constantino Samuel Ortega
Calderilla (…) y José Felipe Ramos Martín (…), de los sucesores de Ángel
Alfonso Suero, entidad mercantil Desarrollos Río Aroa, C.A., entidad
mercantil Ganadería Palma Sola, C.A. y de la entidad mercantil
Agropecuaria Vitulano, C.A., interponen acción de amparo constitucional y
solicitud de medida cautelar, alegando (…) que en el asunto (…) llevado
por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Agrario del Estado Yaracuy, se gestionó un juicio de dotación de
tierras (…) contra el Instituto Nacional de Tierras, y luego del proceso de
apelaciones en fecha 09-09-2004 este Tribunal dictó sentencia declarando
sin lugar la apelación (…) y ordenó a dicho Instituto que se acometiera al
procedimiento de adjudicación (…), y vencido el lapso para el
cumplimiento voluntario de la sentencia, el ciudadano Andrés Rodríguez,
actuando en representación del Comité de Tierras de Agua Negra ratificó
el pedimento de ejecución forzosa (…) y el 27 de marzo de 2006, el Juzgado
de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario del
Estado Yaracuy, dictó un mandamiento de ejecución forzosa (…), y según
lo investigado se evidenció la inclusión de los inmuebles que son propiedad
y posesión de sus mandantes dentro de las tierras a repartir como
adjudicaciones donde ellos no fueron parte, ni llamados por medio alguno
para intervenir (…).
 
Que al no ser llamados a intervenir (…) se les impidió ejercer el derecho a
la defensa de las tierras ocupadas por ellas y que son de su propiedad, no
pudiendo probar así que esas tierras no eran las trabajadas por los
demandantes, ni que esas tierras no eran propiedad del Instituto Agrario
Nacional (…).
 
Se recibió la presente causa en fecha 6 de junio de 2006 (…) y fue admitida
el 8 de junio de 2006 (…). El 25 de octubre de 2006 se dictó auto
acordando la acumulación del presente asunto a la causa N° KP02-O-
2006-000133 (…).
 
Asunto KP02-O-2006-000120:
El 2 de junio de 2006, las abogadas Felicia Escobar Vásquez, Ingrid
Fajardo Pinto, Magditere Chirinos Peña y Ximena Alegría (…),
apoderadas judiciales de la sociedad mercantil La Pradeña, C.A.,
interponen acción de amparo constitucional con medida cautelar (…)
contra el auto y mandamiento de ejecución dictados por el Juzgado
Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario
del Estado Yaracuy, dictados en fecha 27 de marzo de 2006, el cual ordenó
la ejecución forzosa de la sentencia dictada el 09-09-2004 por este
Tribunal. Que es el caso que en fecha 11 de mayo de 2006, el Juzgado
accionado se encontraba ejecutando un mandato de ejecución forzosa en el
Fundo Guaremal, que es fundo vecino a los fundos propiedad de su
representada; que al concurrir al Tribunal se entera que el mandamiento
de ejecución contempla hechos que afectan el derecho de propiedad de las
fincas El Palmar y El Rocío, que son propiedad de la empresa Ganadería
La Pradeña
 
(…). Que se procedió a la adjudicaciones directas en tierras de propiedad
privada que nunca fueron objeto de litigios y a personas que no fueron
parte del proceso. Que con esta acción el Juez le ha violado a su
representada su derecho a la defensa, al debido proceso y a la propiedad
(…).
Se recibió la presente causa el 5 de junio de 2006 (…) y fue admitida el 8
de junio de 2006 (…). El 25 de octubre de 2006 se dictó auto acordando la
acumulación del presente asunto a la causa N° KP02-O-2006-000133 (…).
 
Asunto N° KP02-O-2006-000133:
El 22 de junio de 2006, las abogadas Norma Graciela Delgado Aceituno,
Antonia Izaguirre Aguilar y Carmen Ramírez García (…), apoderadas
judiciales de la sociedad mercantil Agropecuaria El Guamal, C.A. y de los
ciudadanos Filiberto Maldera y Giusseppe Marrero. En dicho escrito
solicitan la acumulación de la presente causa al asunto N° KP02-O-2006-
000119 (…).
Se recibió la causa el 22 de junio de 2006 (…) y fue admitida el 29 de junio
de 2006 (…) decretando la suspensión de los efectos del auto del 27 de
marzo de 2006. (…) esta alzada fijó para el día  23 de octubre de 2006, la
audiencia constitucional (…), Y EN DICHO ACTO el Tribunal de acuerdo
a lo solicitado acordó la acumulación de las causas Nros. KP02-O-2006-
000116, KP02-O-2006-000120, KP02-O-2006-000119, KP02-O-2006-
000134, KP02-O-2006-000153 y KP02-O-2006-000200 a la presente causa
(…).
 
Asunto KP02-O-2006-000134:
Se recibió la presente acción el día 26 de junio de 2006 (…), por cuanto el
Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y de Protección del
Niño y del Adolescente del Estado Yaracuy, se declaró incompetente por la
materia para conocer de la presente acción (…). Se desprende del libelo
que el ciudadano Armando Fernández Maia, en su carácter de presidente
de Agropecuaria Lorifer y asistido por el abogado Héctor Escalona,
interpone acción de amparo en contra de la decisión del 27 de marzo de
2006, dictada por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado
Yaracuy, alegando que en esa misma fecha estampan nota marginal en el
Registro Inmobiliario de los Municipios San Felipe, Independencia,
Cocorote y Veroes del Estado Yaracuy, mediante orden del Juez del
Juzgado arriba mencionado. Alega que su representada nunca fue
notificada de procedimiento o juicio alguno; que este Juzgado Superior en
sentencia 09-09-2004 no comisiona al Juzgado accionado para que
adjudique lotes de terreno, que más bien ordena que sea el IAN para que
sea este organismo quien ejecute la adjudicación (…). Aducen de igual
forma que el Juzgado Primero de Primera Instancia adjudica unos lotes de
terrenos que no están dentro de los linderos correspondientes a la solicitud
hecha  por los agricultores, que los adjudicó a personas que en ningún
momento lo solicitaron y que ejecutan una decisión reservada a otro
órgano competente. Solicitan se declare la nulidad absoluta de la decisión 
del 27 de marzo de 2006 y se ordene al Juzgado de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario del Estado Yaracuy abstenerse de
dictar medidas de embargo ejecutivas de adjudicación en contra de los
lotes de terreno de su representada (…).
 
El día 1 de junio de 2006, la parte actora confirió poder apud acta al
abogado Héctor León Escalona (…); la causa fue admitida por esta Alzada
el día 30 de junio de 2006 (…). En auto (…) se acumuló la presente acción
al expediente signado con la nomenclatura N° KP02-O-2006-000133 (…);
el 17 de noviembre de 2006 el apoderado de la parte actora solicitó la
notificación por carteles de los terceros interesados (…), lo cual fue
acordado por el Tribunal el 20 de noviembre de 2006 (…).
 
Asunto N° KP02-O-2006-000153:
El 20 de julio de 2006, las abogadas Norma Graciela Delgado Aceituno,
Antonia Izaguirre Aguilar y Carmen Ramírez García (…), apoderadas
judiciales de la entidad mercantil Agropecuaria Mizachi, C.A., interponen
libelo de acción de amparo constitucional conjuntamente con solicitud de
medida cautelar, en el cual solicitan que una vez admitida la acción se
ordenara su acumulación al expediente N° KP02-O-2006-000119 (…). Que
luego del proceso de apelaciones en fecha 09-09-2004 este Tribunal
Superior dictó sentencia declarando sin lugar la apelación (…) y ordenó al
mismo que se acometiera al procedimiento de adjudicación (…). Que su
mandante se encuentra afectada en su derecho de propiedad y posesión que
durante muchos años ha ejercido y ejerce en la actualidad como uno de los
atributos de la propiedad, que las tierras del fundo propiedad de su
mandante no son ociosas ni están incultas, que conforman con todos sus
cultivos y animales, fincas en plena producción, que por todo lo que aducen
es que presentan la presente acción de amparo constitucional para solicitar
la nulidad del referido mandamiento de ejecución, que la decisión que
contiene el mandamiento de ejecución fue dictada fuera de su competencia,
que con su proceder se ha ocasionado a su representada la violación de los
derechos de propiedad, de libertad de empresa y los principios de
productividad y solidaridad (…).
 
La causa se recibió en esta Superioridad el 25 de julio de 2006 (…) y se
admitió a sustanciación el 27 del mismo mes y año (…). Mediante auto
dictado en fecha 25 de octubre de 2006, se acordó la acumulación del
presente expediente al asunto N° KP02-O-2006-000133 (…). En fecha 19
de diciembre de 2006, este Tribunal en virtud de lo solicitado por la parte
actora acordó librar carteles de notificación a los terceros interesados (…).
 
Asunto N° KP02-O-2006-000200:
En fecha 27 de septiembre de 2006, el abogado Neskens Enrique Maita La
Grave (…), con el carácter de apoderado judicial de la compañía Sociedad
de Explotaciones Pecuarias y Agrícolas (SEPECA), C.A., presentó libelo
alegando que en el año 1996, un grupo de ciudadanos actuando en nombre
propio, iniciaron un proceso por ante el Juzgado Primero de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la
Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy (…) a los efectos de obtener
por mandato del Tribunal la declaratoria de procedencia de dotación de
unas tierras, fundamentando tal derecho en la circunstancia de ser
presuntamente poseedores y agricultores de los lotes de tierras por ellos
descritos y que a su juicio los mismos terrenos se encontraban ociosos,
además según su declaración formaban parte del patrimonio del Instituto
Agrario Nacional y que de forma pragmática los accionantes actuando
siempre a título personal (no a nombre del Comité de Tierras de Agua
Negra) alegan el derecho a ser dotados de las tierras objeto de la
pretensión principal del juicio de partición de tierras, que el Juez Humberto
Brito atribuyó una jurisdicción que no le corresponde. (…) en fecha 27 de
marzo de 2006, dictó un auto de ejecución donde decreta la adjudicación, y
que según sus dichos vulnera y lesiona en forma directa y flagrante los
derechos constitucionales de su representada. Igualmente aduce que la
Unidad de Producción está constituida por una porción de terreno  (…) la
cual se encuentra explotada en su totalidad, sembrada con pastos naturales
e introducidos (…), y en la que se realiza la actividad de ceba de ganado
tipo rama (…), con una tradición de más de 30 años (…), lo que evidencia
la productividad de SEPECA, quien es la legítima propietaria de la unidad
de producción que se ampara a través del presente recurso (…).
Se recibió la acción en fecha 27 de septiembre de 2006 (…) y se admitió el
29 de septiembre de 2006 (…), y se decretó la medida preventiva solicitada
(…). Por auto del 25 de octubre de 2006, se ordenó la acumulación del
presente expediente a la causa N° KP02-O-2006-000133 (…).
 
(…) Referente a la demostración del derecho que asiste a cada una de las
partes querellantes, el Tribunal minuciosamente revisó la documentación y
considera que la misma está ajustada a derecho porque además no hubo
ninguna impugnación sobre dicha documentación ya que la misma en su
mayoría corresponde a documentos públicos o copias simples de dichos
documentos y al no ser impugnados tiene pleno efecto probatorio.
 
(…) en el caso bajo análisis, el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito y Agrario del Estado Yaracuy, dictó en fecha 27 de
marzo de 2006, auto, el cual es del tenor siguiente: ‘Visto el escrito
presentado por el ciudadano ANDRÉS RAMÓN RODRÍGUEZ (…) donde
solicita el cumplimiento de la ejecución forzosa, y donde ratifica la
solicitud de las medidas cautelares, se acuerda de conformidad lo
solicitado; y revisadas las actas, se observa que se encuentra vencido el
lapso concedido en el auto dictado en fecha 25/11/2005, en el cual se
ordenó a la parte perdidosa el cumplimiento voluntario del fallo. En
consecuencia, este Tribunal de conformidad con lo establecido en el
primer aparte del artículo 242 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario,
procede a decretar la ejecución forzosa dictada por el Tribunal de Alzada
en fecha 09/09/2004, sobre un lote de terreno cuya medida, linderos y
medidas (sic) consta en el escrito de solicitud, y que se hará efectiva
mediante el reparto adjudicación (sic) por documento individual de los
lotes de terrenos en proporción al número de accionantes y respecto al
área total de dicho terreno. Asimismo, se ordena notificar a los
organismos respectivos nombrados en el escrito, como medida cautelar
tendientes a garantizar el cumplimiento del fallo. Se ordena librar el
respectivo mandamiento de ejecución a que se contrae el artículo 529 del
Código de Procedimiento Civil y líbrese los oficios correspondientes (…)’.
 
A continuación dicta un mandamiento de ejecución en donde adjudica a
títulos permanentes a diferentes ciudadanos cuya identificación consta en
autos, diferentes parcelas cuya descripción o linderos y medidas consta en
dicho mandamiento de ejecución.
 
El dispositivo del fallo cuya ejecución ordenó el Juez del Juzgado Primero
de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario del
Estado Yaracuy, es del tenor siguiente: ‘(…) SE ORDENA AL
INSTITUTO AGRARIO NACIONAL o al INSTITUTO que al efecto
designe el Ejecutivo Nacional, se acometa al procedimiento de
adjudicación, conforme lo previsto en el Capítulo V contenido en los
artículos 62 y siguientes de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario (…)’.
 
Como puede observarse de manera clara y precisa, la sentencia cuya
ejecución realizó el Juzgado denunciado no ordenó adjudicación alguna a
nadie simplemente instó a acometer que se realizara el procedimiento de
adjudicación a aquellas personas que mediante el juicio correspondiente se
les adjudicara las tierras por ellos señalados en el procedimiento seguido
en primera instancia.
Por otro lado, el artículo 119 de la Ley de Tierras vigente, establece en su
numeral cuarto que ‘corresponde al Instituto Nacional de Tierras: 4.
Conocer, decidir y revocar la procedencia de la adjudicación de tierras, así
como otorgar los títulos de adjudicación permanentes’.
Es a este Instituto y no a otro, a quien corresponde de manera exclusiva la
adjudicación de tierras en Venezuela. Además no puede hacerse una
adjudicación de tierras por un simple decreto, debe seguirse el
procedimiento establecido en el artículo 59 de la Ley de Tierras, sin cuyo
requisito no puede haber adjudicación.
(…) De tal manera que el legislador agrario quiso que la adjudicación de
tierras a campesinos fuera regulada por el Instituto Nacional de Tierras
(INTI).
 
Si analizamos cuidadosamente las actuaciones del Juzgado Primero de
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario del Estado
Yaracuy, incurrió en usurpación de funciones, toda vez que la Ley no le
permitía realizar adjudicaciones de tierras y como consecuencia de ello
violó el artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, es decir, el debido proceso y el derecho a la defensa ya que las
partes agraviadas no fueron parte en el juicio en donde se determina el
derecho de adjudicación a los ciudadanos allí señalados y que la ejecución
de la sentencia proferida por el Juzgado Primero de Primera Instancia en
lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario del Estado Yaracuy, recayó
sobre parcelas que estaban ocupadas con antelación por los querellantes.
Por tal razón este Tribunal considera que dichas acciones de amparo deben
prosperar (…).
 
Por todas las consideraciones precedentes, este Tribunal Superior Tercero
Agrario (…) declara: CON LUGAR las acciones de amparo interpuestas
(…). SE ANULA EL AUTO DE FECHA 27 de marzo de 2006, dictado por
el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy. En
consecuencia, se revoca las adjudicaciones de tierras que hiciera el
prenombrado juzgado en fecha 27 de marzo de 2006. Oficiese al Registro
Subalterno a fin de que se sirva estampar la nota marginal correspondiente
en los casos en los cuales el Tribunal de Primera Instancia ofició
ordenando colocar una nota marginal de la adjudicación (…)”
(Mayúsculas, negrillas y subrayado del original).
 

IV

DE LA COMPETENCIA

En primer lugar, debe esta Alzada pronunciarse sobre la competencia para


conocer de las presentes apelaciones, y al respecto observa que en virtud de lo dispuesto
en la sentencia de esta Sala Nº 1 del 20 de enero de 2000, caso: “Emery Mata Millán”,
la cual resulta aplicable conforme a lo dispuesto en la Disposición Derogatoria,
Transitoria y Final, letra b) de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de la
República Bolivariana de Venezuela (aplicable rationae temporis), y a tenor de lo
establecido en el artículo 35 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, resulta necesario reiterar que le corresponde a esta Sala Constitucional
conocer las apelaciones de las sentencias provenientes de los Juzgados o Tribunales
Superiores de la República -salvo los Contencioso Administrativos-, las Cortes de lo
Contencioso Administrativo y las Cortes de Apelaciones en lo Penal, en tanto su
conocimiento no estuviere atribuido a otro Tribunal, cuando ellos conozcan la acción de
amparo en primera instancia.

En este orden de ideas, debe advertirse que para la época en que se interpuso el
recurso de apelación de autos se encontraba vigente Ley Orgánica del Tribunal Supremo
de Justicia de 2004, aplicable rationae temporis al presente caso, la cual en el cardinal
19 del artículo 25 establece como una de las competencias de la Sala Constitucional
“(…) conocer las apelaciones contra las sentencias que recaigan en los procesos de
amparo constitucional autónomo que sean dictadas por los juzgados superiores de la
República, salvo contra las de los Juzgados Superiores en lo Contencioso
Administrativo (…)”.

En el presente caso, se somete al conocimiento de la Sala las apelaciones de una


sentencia emanada del Juzgado Superior Tercero Agrario de la Circunscripción Judicial
del Estado Yaracuy, motivo por el cual esta Sala, congruente con el fallo mencionado ut
supra, se declara competente para resolver las presentes apelaciones, y así se decide.

DEL ESCRITO DE APELACIÓN

La representación judicial del Comité de Tierras de Agua Negra y de los


Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier, presentó tempestivamente escrito de
fundamentación a la apelación ejercida, en los siguientes términos:

Que “(…) se declara con lugar los amparos accionados por los terceros
intervinientes, como acción sobrevenida de un proceso anterior de solicitud de
dotación de tierras y reconocimiento de los derechos de dotación de tierras pretendido
por integrantes del Comité de Tierras de Agua Negra (…) cerrando con su declaratoria
el ciclo procesal cuyo fin inicial es y ha sido la adjudicación de tierras del Estado
Venezolano a favor de ciudadanos que legalmente la reclaman. No se indicó reposición
de la causa y en consecuencia el juicio de origen del Tribunal de Primera Instancia
queda sin definición procesal, alterando el fondo de la litis y sacrificando la justicia
pretendida de los demandantes”.

Que “(…) los amparistas quienes intervienen en causas sobrevenidas, como


terceros, alegan ser propietarios de los predios intervenidos y encontrarse en posesión
de los mismos. En el juicio inicial de dotación de tierras el objeto principal no era la
determinación en modo alguno de la propiedad de la tierra solicitada en dotación, ni la
posesión de la misma; ambas circunstancias eran de carácter incidental y secundario
dentro del proceso. El centro de la pretensión en el proceso inicial está constituido por
la ‘aspiración de los accionantes a que se les reconozcan su pretendido derecho a ser
dotados, y que en caso de ser declarada con lugar la acción se le ordene al órgano de
la Administración a quien la ley le ha atribuido competencia para ello que proceda en
consecuencia a hacer uso de facultades de la que está investido’ (…)”.

Que “(…) el Tribunal de Primera Instancia del Estado Yaracuy (…) conoce
desde 1996 las acciones legales que el Comité de Tierras de Agua Negra y sus
asociados han gestionado para demandar al IAN y ahora al INTI, en su pretensión de
lograr la dotación o adjudicación de tierras por parte del Estado”.

Que “(…) a instancia de Andrés Rodríguez como Presidente del Comité de


Tierras de Agua Negra se solicita la ejecución de la sentencia dictada el 9  de
septiembre de 2004 (…) por el Tribunal Superior Tercero del Estado Lara (…), no sin
antes realizar y exigir las debidas citaciones y notificaciones al INTI. Paralelamente el
Comité de Tierras gestionaba por vía administrativa el reconocimiento del INTI de esta
decisión, con el fin de no proceder vía judicial a la ejecución de la defensa; habiéndose
cumplido con todas las actuaciones procesales preliminares se solicita la ejecución
voluntaria y luego la ejecución forzosa (…)”.

Que “(…) el tribunal de primera instancia, en vía de ejecución de sentencia del


tribunal superior, actuando dentro de su competencia asume la potestad que por vía
administrativa u ordinaria le correspondía al INTI conforme al artículo 119 numeral 4
de la Ley de Tierras (sic) (…). Con fundamento en la misma ley (…) se solicita el
cumplimiento voluntario del fallo y posteriormente por haberse cumplido
voluntariamente la sentencia del superior, se exige la ejecución forzosa (…).
Consecuentemente, por haber actuado el Tribunal dentro de su competencia no
procede la acción de amparo (…)”.
 

Que “(…) el juez Humberto Brito actuó conforme a derecho, tuvo una actuación
legal para el bien de la justicia social hacer cumplir un derecho, conforme a las
facultades legales y la potestad normativa que como autoridad judicial le compete. No
usurpó funciones de otra autoridad pública porque actuó por su propia facultad
jurisdiccional para decidir. (…) la adjudicación de tierras por vía de decreto judicial
es ciertamente inédita y excepcional, más sin embargo no podía el Tribunal sustraerse
del cumplimiento de su obligación que era hacer efectivo el derecho”.

Que “(…) los amparistas se consideran agraviados en sus supuestos derechos


de propiedad sobre tierras afectadas por el decreto de adjudicación. En el mismo
fueron afectados 43 lotes de tierras adjudicadas parcialmente a 302 asociados al
Comité según se describe en el texto de la misma. Uno de los presuntos agraviados (…)
hizo oposición ante el Tribunal de Yaracuy; 12 de los presuntos agraviados
presentaron acciones de amparo ante el Tribunal Superior. Del resto, quedan 30 lotes
de tierras de aproximadamente 9.000 hectáreas sobre los cuales no ha habido acciones
de resistencia a la medida legal del juez, ni de parte de particulares  ni del Instituto
Nacional de Tierras”.

Que “(…) aún así, el juez titular del Tribunal Superior generaliza y se excede
en su decisión al declarar con lugar las acciones de amparo y anular totalmente el auto
dictado (…), sin dictaminar recomposición de la sentencia por vía de revisión o por
reposición de la causa si se hubiere demostrado la titularidad plena de la propiedad de
la tierra, dejando firme la sentencia sobre el resto de lotes adjudicados, sacrificando la
justicia pretendida por el colectivo del Comité de Tierras (…)”.

Que “(…) hago formal impugnación de los documentos de titularidad de tierras


presentados por los amparistas en este proceso extensibles a otros documentos de otras
personas en el marco de este proceso, impugnación que se fundamenta en la nulidad
total y completa de los documentos que le dan origen a la tradición sucesiva de las
tierras afectadas en este juicio (…)”.

Que “(…) en fecha 23 de octubre de 1925 fue presentado por ante el Registro
Subalterno de San Felipe (…) el documento de adjudicación de 20.400 hectáreas de
tierras baldías hechas por el Ejecutivo Nacional a favor de 102 campesinos del
Municipio (…). En el mismo acto de presentación se incorporaron el Registro de las
operaciones de ventas hechas por los adjudicatarios a favor de José Rosario Moreno
(12.000 hectáreas) y Pedro Manuel Pérez (6.000 hectáreas), en fechas 23 y 24 de julio
de 1925 (…). Es en estos documentos donde se aprecia claramente la nulidad de los
actos en ellos contenidos. En primer lugar es clara la presunción de que los
compradores (…) procedieron con simulación o fraude al utilizar interpuestas personas
para adquirir dichas tierras ya que directamente no podían adquirirlas o comprarlas
porque la ley de tierras baldías y ejidos de esa fecha no lo permitía (…). Este vicio en
el consentimiento ab initio invalida el acto, lo hace nulo totalmente (…)”.

Que “(…) considerando que la sentencia del Tribunal Superior Tercero Agrario
de fecha 29 de enero de 2007, es jurídicamente ineficaz, sostengo el recurso de
apelación y solicito se declare nula y se suspenda los efectos de la misma  y que (…) se
dictamine lo conducente para la definitiva solución al conflicto planteado entre el
Instituto Nacional de Tierras y este Comité de Tierras y sus integrantes (…) que se
declaren nulos el acto contenido en el Decreto del 10 de julio de 1925 registrado bajo
el N° 15 en el Registro Subalterno de San Felipe y los actos contenidos en los
documentos (…) de fechas 23 y 24 de julio de 1925, y consecuentemente se declare que
todos los actos que de ellos se deriven sean también nulos, sin efecto legal y por tanto
no demostrativos de la propiedad de la tierra que alegan los amparistas, propiedad
estas que se ha demostrado que fueron tierras de origen baldío y pertenecen a la
República bajo la administración, prerrogativas y privilegios que le otorga la Ley al
Instituto Nacional de Tierras (…)”.

VI

DE LOS ESCRITOS DE CONTESTACIÓN A LA APELACIÓN

I.- La representación judicial de las empresas accionantes presentó tempestivamente


escrito de contestación a la apelación ejercida, en los siguientes términos:

Que “(…) la sentencia recurrida debe ser confirmada (…) por la improcedencia
de la vía jurisdiccional para obtener los demandantes originales en el juicio principal
la dotación mediante títulos individuales y permanentes de terrenos, en razón de que
por vía administrativa los solicitantes no obtuvieron respuesta del Instituto
demandado (…)” (Negrillas de la parte).

Que “(…) la sentencia dictada en fecha 9 de septiembre de 2004 por el Juzgado


Superior Tercero Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Lara (sic),
conociendo en segunda instancia y por mandato de la Sala de Casación Social del
Tribunal Supremo de Justicia, de cuya ejecución trataba el mandato de ejecución
objeto de amparo, lo que hizo fue declarar sin lugar la apelación interpuesta por el
Instituto Agrario Nacional contra la dictada por primera instancia, y con lugar la
acción, ordenando a dicho Instituto demandado o que al efecto designara el
Ejecutivo Nacional, se acometiera ‘al procedimiento de adjudicación (…)’, por lo que
al adjudicar el tribunal agraviante, modificó la sentencia de cuya ejecución se trataba”
(Negrillas y subrayado de la parte).

Que “(…) el ciudadano Andrés Rodríguez, demandante de dotación, cuando


ratificó el pedimento de ejecución forzosa que había hecho el 6 de diciembre de 2005 y
el 19 de enero de 2006, lo hizo no a título personal, como correspondía, sino actuando
en nombre y representación de un Comité de Tierras de Agua Negra, a quien califica
de parte accionante sin serlo, mediante el escrito presentado el 13 de marzo de 2006
(…) y solicitó la ejecución forzosa de la sentencia, invocando el contenido de los
artículos 528 y 529 del Código de Procedimiento Civil, actuó y el Tribunal así lo
aceptó, en nombre de una persona jurídica que no era parte en el juicio y además pidió
y el tribunal agraviante ordenó, ejecutar él mismo la obligación de hacer a la que
había sido condenado el INTI, y también alegó equivocadamente, que el Instituto
demandado había sido condenado a entregar una cosa inmueble para que se llevara a
efecto la entrega, procediendo a solicitar a ese Tribunal que la ejecución forzosa
recayera ‘(…) sobre los siguientes bienes inmuebles, toda vez que su ubicación y
linderos se encuentran enmarcados dentro de las tierras que pertenecen al Estado
(…)’, pretendiendo no las tres mil trescientas dieciocho hectáreas (…) sino las
veintiocho mil seiscientas veinticinco hectáreas (…) de la transferencia de la República
al Instituto Agrario Nacional y, en consecuencia, pidió la adjudicación de ley sobre las
mismas (…)” (Negrillas de la parte).

Que “(…) el solicitante de la ejecución forzosa al indicar los nombres de los


adjudicatarios, éstos no coincidían con los de los demandantes, a favor de quienes se
declaró con lugar la acción en la sentencia, con excepción de veintiséis de ellos, pero
el solicitante de ejecución forzosa advirtió que las adjudicaciones se harían a los que,
para ese momento, eran miembros del Comité de Tierras de Agua Negra, en nombre de
quien dice actuar (…)”.

Que “(…) la sentencia dictada, de cuya ejecución se trataba, no ordenó la


entrega de bien inmueble alguno y se limitó a ordenar al Instituto Agrario Nacional o
al Instituto que al efecto designara el Ejecutivo Nacional, ‘se acometiera al
procedimiento de adjudicación (…)’. Porque además, el tribunal agraviante al empezar
a ejecutar el mandamiento y pretender desposeer a nuestros representados de sus
respectivos fundos, tal conducta se convirtió en una amenaza al derecho de posesión
que forma parte del derecho de propiedad de nuestros mandantes, el cual se denunció
como violado en la solicitud de amparo, pero sobre el cual no se pronunció el juez”.

 
Que “(…) la inclusión en el mandamiento de ejecución de los inmuebles
propiedad y posesión confesadas por el solicitante de la ejecución forzosa, de
nuestros mandantes dentro de las tierras a repartir como adjudicaciones en este juicio,
procedimiento judicial donde ellos no fueron parte, ni llamados por medio alguno para
intervenir (…), por lo que alegamos se estaba pretendiendo ejecutar la sentencia sobre
bienes que no son propiedad del Instituto demandado, lo que constituía una violación
al derecho constitucional a la defensa y al debido proceso, pues al no ser parte o
haber sido llamada nuestra representada a intervenir, se le impidió ejercer el derecho
a la defensa de las tierras ocupadas por ellas y que son de su propiedad, constituidas
por los fundos indicados (…), ni probar que esas tierras no eran las trabajadas por los
demandantes, ni que esas tierras propiedad del Instituto Agrario Nacional que se
encuentran dentro de las poligonales establecidas en el Decreto de 1963 que señala las
28.625 hectáreas” (Negrillas de la parte).

Que “(…) fue dictada fuera de su competencia, no sólo de la funcional, por


haber incurrido el Tribunal en usurpación de funciones, sino por haber sido dictada
la ejecución abarcando terrenos que están fuera de su competencia territorial (…),
además de acordar lo que no había acordado el juez en la sentencia, y confirió
derechos como adjudicatarios a personas diferentes a la parte actora, contra quienes
no producía efectos la cosa juzgada derivada de la sentencia, y además ordenó su
ejecución sin el cumplimiento del procedimiento previo de la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario para las adjudicaciones; acogió el número de hectáreas por
adjudicatario sin fundamento alguno y no verificó (…) si los fundos indicados por el
solicitante de ejecución forzosa se encontraban dentro de las poligonales del terreno
donado según el aludido Decreto del año 1963, ni mucho menos respetó los derechos
de terceros que dejó a salvo el documento de donación (…)” (Negrillas de la parte).

Que “(…) la vía ordinaria que sería la tercería (…) además de no estar
contemplada en (…) la de Tierras y Desarrollo Agrario (…), no resultaría el medio
idóneo, eficaz y breve para resolver la situación, ante la gravedad de las violaciones de
derechos constitucionales alegada, pues al proponerse sería contra las partes en el
juicio y los ‘adjudicatarios’ entre quienes el mandamiento de ejecución ordena repartir
los fundos no figuran como demandantes, por lo que estarían fuera del alcance de la
decisión en que dicha intervención se dictase (…)”.

Que “(…) la actividad agropecuaria desarrollada por nuestros mandantes, lo


ha sido en ejercicio de la libertad de empresa prevista en el artículo 112
Constitucional, dentro de la iniciativa privada promovida por el Estado (…),
generando fuentes de empleo a habitantes de la zona, sin que hubiesen sido dichas
propiedades, objeto de alguno de los procedimientos de afectación de uso y
redistribución de tierras o de la expropiación agraria ni del rescate de tierras (…),
planteándose la situación insólita de pretender ejecutar la sentencia dictada en este
juicio de ‘dotación’ de tierras asimilada dicha figura por el juez a la actual figura de
‘adjudicación’ en contra de personas extrañas a la litis (…)” (Negrillas de la parte).
 

Que “(…) pedimos que se confirme la sentencia que declaró con lugar las
acciones autónomas de amparo que (…) ejercimos para impugnar la validez y eficacia
de la decisión judicial constituida por el mandamiento de ejecución forzosa, que es el
que lesiona los derechos de nuestra representada, pretendiendo, como pretendemos,
evitar que se les afecte por el mandamiento de ejecución forzosa de una sentencia
dictada en juicio del cual no formó parte (…)” (Negrillas de la parte).

II.- La abogada Felicia Escobar Vásquez, en su carácter de apoderada judicial de la


sociedad mercantil Ganadería La Pradeña, C.A., presentó tempestivamente escrito de
contestación a la apelación ejercida, en el cual manifestó lo siguiente:

Que “(…) el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del


Tránsito y Agrario del Estado Yaracuy, incurrió en usurpación de funciones, toda vez
que la ley no le permitía realizar adjudicaciones de tierras y, como consecuencia de
ello, violó (…) el debido proceso y el derecho a la defensa, ya que las partes
agraviadas no fueron parte en el juicio donde se determina el derecho de adjudicación
a los ciudadanos señalados y que la ejecución de la sentencia proferida por el Juzgado 
(…) recayó sobre parcelas que estaban ocupadas con antelación por los querellantes
(…)”.

Que “(…) mi representada NUNCA fue parte del proceso, no siendo sino hasta
el momento en que el Juez encargado de ejecutar la sentencia definitivamente firme de
fecha 9 de septiembre de 2004, dicta su mandamiento de ejecución forzosa,
SORPRESIVAMENTE incluyendo en el mismo los fundos ‘LA PALMA’ y ‘EL
ROCÍO’, propiedades de mi representada, ADJUDICÁNDOLES las mismas a personas
que no han sido poseedoras de dichas tierras y que no fueron siquiera parte del
proceso (…)” (Negrillas y mayúsculas de la parte).

Que “(…) el Juez a espaldas de mi representada, había adjudicado las tierras a


un grupo de personas distintas a las intervinientes en el juicio principal e igualmente
ordenó a la oficina de Registro Inmobiliario de los Municipios San Felipe, Cocorote y
Veroes del Estado Yaracuy, la ‘inserción de la presente acta y colocar las respectivas
nota marginal en el Documento anteriormente nombrado’; dicha nota hacía constar la
dotación de esas tierras a personas que ni siquiera habían intervenido en la causa
principal. Por lo cual, no resulta expedita la figura de la oposición de terceros (…)”.

Que “(…) nuestra representada es propietaria de los fundos La Palma y El


Rocío, según se demuestra de la cadena titulativa (…), propiedad que se remonta a la
venta que hace la Nación Venezolana a los ciudadanos Esteban González Faneyte,
Domingo García, Romualdo García, Félix Guzmán y otros en el Municipio Veroes,
Distrito San Felipe del Estado Yaracuy; posteriormente, el Instituto Agrario Nacional
mediante documento debidamente  protocolizado (…), suscrito con el ciudadano
JULIO GARCÍA, reconoce que el referido ciudadano es propietario del fundo ‘San
Antonio’, igualmente se acuerda que si bien es cierto los terrenos propiedad del IAN,
transferidos estos (sic) por la Nación Venezolana, según Decreto N° 1.124 de fecha 18
de octubre de 1963 (…), son colindantes con los terrenos del Fundo San Antonio (…),
convienen en reconocer para efectos futuros como lindero oeste del Fundo San
Antonio, la antigua línea férrea del canal que conduce de Palma Sola a San Felipe
(…)” (Mayúsculas de la parte).

Que “(…) mal puede el Juez ahora en su mandamiento de ejecución tratar de


incluirlas dentro del mismo, alegando que las mismas están afectadas por dicho
Decreto, cuando el IAN después de la transferencia expresamente reconoce que son
propiedad privada por cuanto las mismas están fuera de las tierras afectadas por el
Decreto (…)”.

Que “(…) el juez encargado de ejecutar la sentencia dictada por el Juzgado


Superior Tercero Agrario, en fecha 9 de septiembre de 2004, la cual quedó
definitivamente firme, en vez de cumplir con lo expresamente establecido en dicha
sentencia, lo cual no era otra cosa que ORDENAR al Instituto Agrario Nacional o al
Instituto que al efecto designe el Ejecutivo Nacional, para que se cometiera el
proceso de adjudicación (…), se INVISTIÓ de facultades que no tenía y que son solo
(sic) atribuidas hoy al Instituto Nacional de Tierras (INTI), ordenando en su
mandamiento de ejecución NO SOLO DOTAR de tierras a personas que nunca fueron
partes en la acción de dotación, sino ADJUDICA terrenos de propiedad privada que
no fueron ni objeto de litigio, ni mucho menos afectados por la sentencia
definitivamente firme, dictada al efecto (…)” (Mayúsculas y negrillas de la parte).

Que “(…) siendo expresa la atribución de competencia al Instituto Nacional de


Tierras (INTI) para la adjudicación de tierras con fines agrícolas, se nos presenta
evidente la incompetencia del Juez Humberto Brito Brito, titular del Juzgado Primero
de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la
Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, para subrogarse las atribuciones
expresamente atribuidas por ley al Instituto Nacional de Tierras, pues no es poca ni
irrelevante como pretendió señalar el Juez agraviante en su defensa en la presente
acción de amparo, ya que en la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario establece que para
la adjudicación es necesario verificar (…) parámetros, los cuales son de difícil
cumplimiento por el órgano jurisdiccional (…)”.

 
Que “(…) en el presente caso (…) el Juez actuó fuera de su competencia al
dictar un auto y mandamiento de ejecución sobre bienes que nunca fueron objeto del
litigio y atribuirse la competencia para adjudicar tierras a personas ajenas al juicio
principal y a personas que ni siquiera son residentes de la zona”.

VII

MOTIVACIONES PARA DECIDIR

Visto lo anterior, pasa esta Sala a decidir las presentes apelaciones, y al respecto
observa lo siguiente:

A juicio de la representación judicial de las distintas sociedades mercantiles y de


los ciudadanos accionantes, la presente acción de amparo constitucional es ejercida
contra el mandamiento de ejecución dictado por el Juzgado Primero de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial
del Estado Yaracuy, el 27 de marzo de 2006, por la presunta violación de sus derechos
constitucionales a la defensa, al debido proceso y a la propiedad, consagrados en los
artículos 49, 51 y 115 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
respectivamente.

Ello así, el Juzgado Superior Tercero Agrario de la Circunscripción Judicial del


Estado Yaracuy, declaró con lugar la acción de amparo constitucional ejercida, por
considerar, luego del análisis de la documentación cursante a los autos que “(…) la
sentencia cuya ejecución realizó el Juzgado denunciado no ordenó adjudicación alguna
a nadie simplemente instó a acometer que se realizara el procedimiento de
adjudicación a aquellas personas que mediante el juicio correspondiente se les
adjudicara las tierras por ellos señalados en el procedimiento seguido en primera
instancia (…)”, aunado a lo cual señaló que es al Instituto Nacional de Tierras, al cual
corresponde de manera exclusiva la adjudicación de tierras en Venezuela, siguiendo el
procedimiento establecido en el artículo 59 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario.

Asimismo, señaló que se desprende del análisis de las actuaciones del Juzgado
Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la
Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, que el mismo “(…) incurrió en
usurpación de funciones, toda vez que la Ley no le permitía realizar adjudicaciones de
tierras y como consecuencia de ello violó el artículo 49 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, es decir, el debido proceso y el derecho a la
defensa ya que las partes agraviadas no fueron parte en el juicio en donde se determina
el derecho de adjudicación a los ciudadanos allí señalados y que la ejecución de la
sentencia proferida por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito y Agrario del Estado Yaracuy, recayó sobre parcelas que
estaban ocupadas con antelación por los querellantes (…)”.

Ahora bien, contra dicha decisión el abogado Humberto José Brito, en su


carácter de Juez del Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy y la
representación judicial del Comité de Tierras de Agua Negra y de los Sectores
Macagua, La Coromoto y San Javier, ejercieron recurso de apelación, presentando esta
última, tempestivamente, escrito de fundamentación.

En primer lugar, advierte esta Sala que ante el Juzgado Primero de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial
del Estado Yaracuy, se tramitó -conociendo como Tribunal agrario- un juicio por
dotación de tierras, incoado el 8 de octubre de 1996, por la abogada Dulce Arduo
González, en representación de un gran número de ciudadanos que se desempeñaban
como agricultores. Ello así, del escrito contentivo de esta acción por dotación de tierras
se desprende lo siguiente:
 

“(…) mis representados (…) son habitantes y agricultores en el sitio


denominado ‘Agua Negra’ del Municipio Veroes del Estado Yaracuy, por
más diez años, dedicándose a la explotación agrícola de la tierra como su
único medio de subsistencia (…). Ahora bien (…) es el caso que durante
todo este tiempo al tener conocimiento que dichas tierras son propiedad del
Instituto Agrario Nacional (IAN), lo cual llevó a mis representados a
realizar los trámites necesarios para que los mismos fuesen dotados de las
tierras ubicadas en el sitio denominado ‘Agua Negra’ (…). (…) En virtud
de ello agotada la vía administrativa a que e (sic) hecho alusión (…) tengo
expresas instrucciones de mis representados para demandar (…) al
Instituto Agrario Nacional (IAN) (…), en su condición de propietario de
dichas tierras solicitadas en dotación para que los dote de las mismas
(…)”.

Ahora bien, se advierte que el 21 de mayo de 1997, los abogados Luisa


González Mollet y Arvis Segundo Canelón, inscritos en el Instituto de Previsión Social
del Abogado bajo los Nros. 13.969 y 34.817, respectivamente, actuando en su carácter
de apoderados judiciales de las sociedades mercantiles Agrícola La Coromoto, S.A. y
Agrícola San Javier, S.A., presentaron escrito por medio del cual interpusieron demanda
de tercería, solicitando la declaratoria de improcedencia de la solicitud de dotación de
tierra intentada por un grupo de ciudadanos.

Ello así, el 17 de junio de 1998, el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo


Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado
Yaracuy, acordó lo siguiente:

“(…) el INSTITUTO AGRARIO NACIONAL, quien deberá y a ello queda


obligado a DOTAR DE TIERRA en un plazo perentorio de 60 días a los
querellantes (…) en el sitio denominado ‘AGUA NEGRA’ del Municipio
Veroes del Estado Yaracuy (…), advirtiéndosele a los demandantes que esta
decisión va dirigida a que se cumpla con una FUNCIÓN SOCIAL a los
fines de desarrollar una verdadera reforma agraria integral en esos lotes
de terreno; se declara SIN LUGAR la tercería incoada por Agrícola San
Javier y Agrícola La Coromoto, S.A. por IMPROCEDENTE y así se decide
en relación a las bienhechurías y posesión que tengan las referidas
empresas Agrícola San Javier y Agrícola La Coromoto, S.A.; el Instituto
Agrario Nacional queda obligado a pagarlas previo avalúo que el Tribunal
determinará previa experticia (…). Asimismo, el tribunal procede a dictar
una MEDIDA DE SECUESTRO como medida cautelar a objeto de que no
quede ILUSORIA, ni que exista riesgo manifiesto del no cumplimiento del
fallo, protegiéndose los sembradíos y actividades agrarias que vengan
desarrollando los demandantes y terceros intervinientes (…)” (Mayúsculas
del original).

En este sentido, el 4 de agosto de 1998, el Juzgado Superior Tercero Agrario de


la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, conociendo como alzada, declaró sin
lugar las apelaciones interpuestas por las representaciones judiciales de las empresas
Agrícola San Javier, S.A. y Agrícola La Coromoto, S.A., así como la representación
judicial del Instituto Agrario Nacional, actualmente Instituto Nacional de Tierras,
confirmando la declaratoria con lugar de la dotación de tierras solicitada, señalando lo
siguiente:

“(…) les deben ser adjudicadas por el Instituto Agrario Nacional las tierras
que se indican en la dispositiva; (…) en caso de no ser el Instituto Agrario
Nacional, propietario de dichas tierras, debe proceder a su adquisición por
vía amistosa o expropiatoria; (…) el régimen de dotación correspondiente
(gratuito u oneroso, individual o colectivo) debe ser determinado por el
propio Instituto Agrario Nacional (…); (…) la Delegación Agraria del
Estado Yaracuy a través del Departamento Local de Dotaciones tiene
noventa (90) días desde que esta sentencia quede firme para remitir el
expediente administrativo a la sede central del Instituto Agrario Nacional;
(…) el Departamento de Dotaciones del Instituto Agrario Nacional en un
término de treinta (30) días desde la recepción del expediente, debe poner
en posesión de las tierras a los beneficiarios mediante la entrega de los
títulos correspondientes. Los lapsos indicados (…) se corresponden con los
establecidos en los artículos 96 y 97 de la Ley de Reforma Agraria, por lo
que no tiene aplicación el término general de sesenta (60) días señalados
por el ciudadano Juez de la causa; (…) no puede el Instituto Agrario
Nacional ni sus oficinas Regionales desechar a alguno de los dotarios
nombrados o aducir (…) técnicas relacionadas con el inmueble sub litis,
porque con el proceso judicial precluyó toda oportunidad de hacerlo; (…)
debe el Instituto Agrario Nacional proceder a ocupar previamente dichas
tierras, dando cumplimiento a las disposiciones legales aplicables, entre
ellas el pago por las bienhechurías y derechos que pertenezcan a terceros
(…)”.
 

Dicho lo anterior, contra dicho fallo las representaciones judiciales de las


sociedades mercantiles Agrícola La Coromoto, S.A, Agrícola San Javier, S.A., y del
Instituto Agrario Nacional, anunciaron recurso de casación, en virtud de lo cual, la Sala
de Casación Civil de la entonces Corte Suprema de Justicia, el 24 de febrero de 1999,
casó el fallo por defecto de actividad y repuso la causa al estado que el tribunal superior
que resultare competente dictare nuevo fallo.

En virtud de ello, el 28 de marzo de 2000, el Juzgado Accidental Superior


Tercero del Estado Lara, dictó fallo por medio del cual revocó la decisión dictada el 17
de junio de 1998, por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil,
del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, declarando
sin lugar la acción por dotación de tierras.

Sin embargo, contra dicha decisión las representaciones judiciales de las


sociedades mercantiles Agrícola La Coromoto, S.A, Agrícola San Javier, S.A., y del
Instituto Agrario Nacional, anunciaron recurso de casación, en virtud de lo cual, la Sala
de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia, el 12 de junio de 2001, casó el
fallo por considerar que “(…) no manifiesta cuáles fueron los motivos de hecho y de
derecho que le permitieron llegar a la conclusión establecida en el dispositivo (…)” y
repuso la causa al estado que el tribunal superior que resultare competente dictare nuevo
fallo.

Ello así, el 9 de septiembre de 2004, el Juzgado Superior Tercero Agrario de la


Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, dictó decisión en los siguientes términos:

 
“(…) se infiere que el artículo 307 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela establece que los campesinos o campesinas  y
demás productores o productoras agropecuarios tienen derecho a la
propiedad de la tierra, en los casos y formas especificados por la Ley
respectiva. Esto implica el reconocimiento material por parte del Estado
de ese derecho subjetivo tutelado, que esencialmente no es otra cosa sino
el derecho a ser ‘dotado’ de tierras económicamente aptas para la
producción, está vinculado al previo cumplimiento por los beneficiarios de
ese derecho, de una serie de requisitos establecidos en la Ley y que da
inicio a un procedimiento administrativo, que como tal, concluye con un
acto administrativo que lo niega o lo acuerda y se materializa mediante el
otorgamiento del Título de Dotación.
Sin embargo, resulta evidente que no puede el Tribunal ordenarle al hoy
suprimido Instituto Agrario Nacional, que cumpla una prestación ‘de
hacer’ violando las normas y preceptos contenidos en la nueva Ley de
Tierras y Desarrollo Agrario, y con prescindencia de los requisitos legales
y reglamentarios establecidos para ello (…), pues caso contrario, ello
implicaría una violación directa de lo preceptuado en el artículo 307 in
fine de la Constitución vigente (…).
Aprecia este Juzgador que las tierras peticionadas en dotación bajo el
esquema de la Ley de Reforma Agraria, deben formar parte integral del
patrimonio del Instituto Agrario Nacional (…).
(…) se observa que el escrito presentado por la apoderada de la
demandada [Instituto Agrario Nacional]  de fecha 07 de enero de 1997,
relacionado con la falta de culminación del proceso administrativo no tiene
validez en cuanto a la cuestión previa, lo que viene a constituir una
confesión judicial en relación a la omisión de tramitación del proceso
administrativo, por lo que surge que efectivamente el procedimiento
administrativo no fue tramitado a pesar del tiempo transcurrido (…).
… omissis …
(…) este Tribunal considera que la acción resulta procedente, que al
Instituto Agrario Nacional en su oportunidad le correspondía la
tramitación debida del procedimiento administrativo y en consecuencia
proceder a la dotación conforme a los principios rectores establecidos en la
Ley de Reforma Agraria, actualmente derogada. Más, sin embargo (…)
resulta procedente que la JUNTA LIQUIDADORA DEL INSTITUTO
AGRARIO NACIONAL o el INSTITUTO que al efecto haya designado el
Ejecutivo Nacional, se acometa al procedimiento de adjudicación,
conforme lo previsto en (…) la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario (…).
(…) En relación a la medida de secuestro sobre el bien sub litis, dictada en
la sentencia por el ciudadano Juez de Primera Instancia Agrario del Estado
Yaracuy, se observa que siendo un principio elemental de defensa implica
que sea dictada oportunamente y en el fuero agrario debe evitarse tales
medidas, porque ello supone la entrega del bien a un secuestratario
diferente a las partes a quien nadie provee de fondos suficientes para
explotar la tierra, lo que obra contra el interés colectivo. En tal sentido, se
SUSPENDE la medida dictada por el a quo (…).
(…) no hace pronunciamiento alguno respecto a la tercería propuesta, por
considerarlo inoficioso (…).
En base a las consideraciones precedentes (…) DECLARA SIN LUGAR la
apelación interpuesta por la apoderada del Instituto Agrario Nacional (…)
contra la sentencia dictada por el Juzgado de Primera Instancia con
competencia Agraria de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, de
fecha 17 de junio de 1998 (…).
SE DECLARA CON LUGAR LA ACCIÓN DE LOS DEMANDANTES
(…). SE ORDENA AL INSTITUTO AGRARIO NACIONAL o al INSTITUTO
que al efecto designe el Ejecutivo Nacional, se acometa al procedimiento de
adjudicación, conforme lo previsto en el Capítulo V contenido en los
artículos 62 y siguientes de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario. SE
SUSPENDE LA MEDIDA DE SECUESTRO dictada por el Juzgado a
quo. SE MODIFICA la sentencia dictada por el a quo.
(…) Por cuanto la presente sentencia se publica fuera del lapso establecido,
notifíquese a los accionantes y a la JUNTA LIQUIDADORA DEL
INSTITUTO AGRARIO NACIONAL o al INSTITUTO que haya designado
el Ejecutivo Nacional (…)” (Mayúsculas y negrillas del original).
 

Posteriormente, el 16 de septiembre de 2004, el Juzgado Superior Tercero


Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, dictó aclaratoria sobre el
anterior fallo, en los siguientes términos:

“(…) este Tribunal (…) procede a corregir dicho error de transcripción de


datos en la sentencia dictada en fecha 09 de septiembre de 2004 (…), el
cual dice ‘Presentaron los actores como recaudos de su demanda copia
fotostática de la Gaceta Oficial del 18 de Octubre de 1963 (…) que
contiene la transferencia en forma gratuita al Instituto Agrario Nacional de
los Terrenos San Rafael o La Florida (…), siendo lo correcto Terrenos
Alambique-Boca de Aroa-Boca de Yaracuy-La Hoya (…). Queda así
resuelta la solicitud de la presente aclaratoria y en consecuencia, téngase
como parte integrante de la sentencia dictada en fecha 09 de septiembre de
2004 (…), debiéndose expedir siempre conjuntamente con la misma,
cuando fuere solicitada copia certificada (…)” (Negrillas del original).
 

Ahora bien, el 26 de julio de 2005, vista la Resolución emanada de la Sala Plena


del Tribunal Supremo de Justicia, donde le fue asignada a los Tribunales de Primera
Instancia en lo Civil de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, la competencia
en materia agraria, el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Agrario de dicha Circunscripción Judicial, se abocó al conocimiento del caso,
ordenando notificar a las partes para proceder a la reanudación de la causa.
 

Ello así, el 29 de octubre de 2005 y el 17 de noviembre de 2005, el ciudadano


Andrés Ramón Rodríguez Figueroa, en su carácter de Presidente del Comité de Tierras
de Agua Negra y de los Sectores Acagua, La Coromoto y San Javier del Municipio
Veroes del Estado Yaracuy, presentó escritos solicitando la ejecución voluntaria del
fallo.

De manera que, luego de vencido el lapso para el cumplimiento voluntario del


fallo, el 13 de marzo de 2006, el prenombrado ciudadano presentó escrito mediante el
cual solicitó, la adjudicación de tierras a los miembros asociados a dicho Comité, como
consecuencia de la ejecución forzosa del fallo que acordó la dotación de tierras.

En virtud de tal solicitud, el 27 de marzo de 2006, el Juzgado Primero de


Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción
Judicial del Estado Yaracuy, dictó el mandamiento de ejecución para que se adjudicaran
las tierras, a través de títulos permanentes, con la indicación de los ciudadanos a los
cuales debía otorgárseles, especificando el lote de terreno que les correspondía dentro
de la extensión a repartir; asimismo, ordenó al Instituto Nacional de Tierras, determinar
el proyecto de producción de cada parcela adjudicada y a la Oficina de Registro
Inmobiliario de los Municipios San Felipe, Independencia, Cocorote y Veroes del
Estado Yaracuy, la colocación de la respectiva nota marginal.

Ello así, dicho Juzgado ordenó notificar al Director del Instituto Nacional de
Tierras del Estado Yaracuy, a la Dirección Regional del Fondo de Desarrollo
Agropecuario, Pesquero, Forestal y Afines (FONDAFA) del Estado Yaracuy, a la
Dirección Regional del Ministerio del Popular para la Economía Comunal (MINEP) del
Estado Yaracuy, a los fines de exhortar sobre la existencia de un litigio en la zona
mencionada y, en consecuencia, se abstuvieran de otorgar documentación y créditos que
recaigan sobre las tierras involucradas en el juicio.
 

Posteriormente, el 3 de mayo de 2006, el ciudadano Andrés Ramón Rodríguez


Figueroa, en su carácter de Presidente del Comité de Tierras de Agua Negra y de los
Sectores Acagua, La Coromoto y San Javier en el Municipio Veroes del Estado
Yaracuy, presentó escrito por medio del cual solicitó “(…) se [diera] INICIO A LA
MATERIALIZACIÓN DE LA ADJUDICACIÓN (…)”, para lo cual requirió “(…) este
digno Tribunal se traslad[ara] y constituya hasta los sitios de adjudicación de los
fundos mencionados en mandato de ejecución (…)” (Mayúsculas del original).

En tal sentido, el 9 de mayo de 2006, el Juzgado Primero de Primera Instancia en


lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado
Yaracuy, acordó trasladarse y constituirse el 11 de mayo de 2006, en el Fundo
Guaremal “(…) a los fines de materializar la adjudicación de lotes de terrenos a los
ciudadanos que se indican en el mandato de ejecución forzosa (…)”.

Luego, el 11 de mayo de 2006, se trasladó el Tribunal y dejó constancia que


“(…) procede a poner en posesión material del referido Fundo a las personas que
constan en el numeral 1 del mandamiento de ejecución (…). Deja constancia el
Tribunal del inmueble (…) donde se encuentra constituido el Tribunal, sólo existen
bienes particulares de algunos trabajadores del fundo (…). En este estado el Tribunal
hace entrega del Fundo adjudicado a la representación del Comité de Tierras Agua
Negra, parte actora en el presente juicio (…)”.

En virtud de ello, el 1 de junio de 2006, la representación judicial de los


accionantes interpuso la presente acción de amparo constitucional, contra el
mandamiento de ejecución dictado por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado
Yaracuy, dictado el 27 de marzo de 2006.
 

El 8 de junio de 2006, el Juzgado Superior Tercero Agrario de la


Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, admitió dicha acción de amparo
constitucional, ordenando realizar las notificaciones respectivas y suspendiendo
cautelarmente el auto de mandamiento de ejecución dictado por el prenombrado
Juzgado de Primera Instancia el 27 de marzo de 2006, hasta tanto fuera resuelto el
amparo.

Ahora bien, el 29 de enero de 2007, el citado Juzgado Superior Tercero Agrario,


declaró con lugar la acción de amparo constitucional ejercida; de dicha decisión apeló el
abogado Humberto José Brito, en su carácter de Juez del Juzgado Primero de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial
del Estado Yaracuy y la representación judicial del Comité de Tierras de Agua Negra y
de los Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier del Municipio Veroes del Estado
Yaracuy, por lo que subió a esta Sala para el conocimiento de dicha apelación.

Dicho esto, en primer lugar, resulta oportuno acotar, en relación a la apelación


ejercida por el Juez del Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, que esta Sala en
sentencia N° 1.139, del 5 de octubre de 2000 (caso: “Héctor Luis Quintero Toledo”),
señaló, en relación al carácter personal para intentar la acción de amparo, lo siguiente:

“Todo accionante de amparo debe encontrarse en una situación jurídica


que le es personal, y que ante la amenaza o la infracción constitucional se
hace necesario que se impida ésta o se le restablezca, de ser posible, la
situación lesionada.
Se trata de una acción personal, que atiende a un interés propio, que a
veces puede coincidir con un interés general o colectivo.
Un juez, como tal, no puede ejercer un amparo contra decisiones judiciales
que afecten su función juzgadora, ya que él no sería nunca el lesionado,
sino el tribunal que preside, el cual representa a la República de Venezuela,
en nombre de quien administra justicia, y no puede el juez, si con motivo de
su función jurisdiccional se ve su fallo menoscabado por otras decisiones,
impugnar por la vía de amparo, ya que dada la estructura jurisdiccional
que corresponde a la República, ella no puede infringir sus propios
derechos constitucionales. Por ello, un juez no puede incoar un amparo
contra otro juez, con motivo de una sentencia dictada por él, que el otro
juez desconoce, reforma, inaplica o revoca. La función de defensa de los
fallos corresponde a las partes y no a quien los dicta.
Desde este ángulo, un juez carece de interés legítimo para accionar en
amparo en defensa de sus fallos.Diferente es que las decisiones judiciales
sean atacadas por personas distintas a los jueces, por considerarse que las
sentencias los agravian al infringir derechos o garantías constitucionales.
Partiendo de esa posibilidad, surgió el artículo 4 de la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, el cual prevé el
amparo contra sentencias y actos judiciales, pero que debe ser entendido
que el amparo lo incoa aquella persona cuya situación jurídica quede
amenazada de violación o infringida por razón del fallo, no
correspondiendo a los tribunales de la República, situación jurídica alguna
qué defender.
Dada la organización judicial, los actos y fallos de los tribunales inferiores,
son conocidos en apelación o consulta por los superiores, hasta culminar
en el Máximo Tribunal, el Tribunal Supremo de Justicia.
Los fallos se atacan mediante apelación, y en casos específicos, por medio
de la acción de amparo, la cual, repite la Sala, no corresponde a los
tribunales para cuestionar los fallos dictados por otros tribunales, ya que
se trata de la República Bolivariana de Venezuela por medio de los
tribunales, y no de unas unidades autónomas comprendidas por cada
juzgado. Esta es también una razón que demuestra que los tribunales, en
cuanto a sus sentencias, no se encuentran en situación jurídica personal
alguna.
Fuera de los conflictos de competencia o de jurisdicción que pueden
plantear los jueces, no existe en las leyes ningún enfrentamiento posible
entre tribunales, producto de la estructura piramidal que tienen los órganos
jurisdiccionales, unos inferiores y otros superiores, formando una
jerarquía, o de la igualdad que entre ellos existe cuando se encuentran en
una misma instancia.
Dentro del sistema de justicia que regula la vigente Constitución, se
encuentra la justicia de paz (artículo 258 eiusdem), lo que significa que es
la República quien imparte justicia mediante dichos jueces, tal como lo
contempla el artículo 253 de la vigente Constitución, al señalar a la justicia
alternativa dentro del sistema. Justicia alternativa que el aludido artículo
258 refiere entre otros a los jueces de paz. En consecuencia, los jueces de
paz forman parte del sistema de justicia, y a pesar de no formar parte del
poder judicial formal, ellos son jueces, con todas las prerrogativas de tales
y dentro de los marcos legales, en los ámbitos que el ordenamiento jurídico
les asigna.
Ahora bien, la jurisdicción consiste en la potestad o función del Estado de
administrar justicia, ejercida en el proceso por medio de sus órganos
judiciales (Conf. Piero Calamandrei. Derecho Procesal Civil. Tomo I, p.
114. EJEA. Buenos Aires. 1973). Son los órganos judiciales con los que la
autoridad mantiene el orden, cuando se produzcan ciertas situaciones entre
los justiciables, y estos órganos pueden ejercer, conforme a la ley, una
jurisdicción de equidad o una de derecho, por lo que los jueces de equidad,
creados por el Estado, forman parte del orden jurisdiccional.  A ese fin, la
jurisdicción administra justicia, resolviendo conflictos, mediante un
proceso contradictorio que es resuelto por una persona imparcial,
autónoma e independiente. Cuando el artículo 26 de la vigente Constitución
garantiza una justicia equitativa, tiene que estar refiriéndose a la
jurisdicción de equidad.
…omissis…
Dentro de las posibilidades legales de que la actividad de un órgano
jurisdiccional sea juzgado por otro, sin mediar la apelación o la consulta,
se encuentra la del artículo 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales, el cual permite que un juez
superior al que emite un pronunciamiento u ordene un acto, conozca de un
amparo contra dicho fallo o acto, si con él se lesiona un derecho o garantía
constitucional. En este caso excepcional, es cierto que se rompe el principio
de la unidad de la jurisdicción, sin embargo funciona la pirámide
organizativa de la jurisdicción, y es el  superior quien juzga al inferior, y
ello ocurre porque las partes y no el órgano incoan el amparo. Los
tribunales fueron concebidos para dirimir conflictos, no estando entre sus
poderes o facultades el pedir justicia mediante litigios. Se requiere que el
orden que impone la Ley Orgánica del Poder Judicial a los órganos de
administración de justicia, se cumpla”.

De acuerdo con el contenido de la sentencia parcialmente transcrita, se observa


que un Juez, al dictar una sentencia, no puede ser considerado como lesionado
personalmente, dado que al administrar justicia lo hace en nombre de la República
Bolivariana de Venezuela y no en nombre propio.

Por tanto, al no existir esa afectación personal, debe concluirse que tampoco se
le causa un gravamen al Juez que dictó la sentencia anulada con el amparo, toda vez que
dicho funcionario al dictar su decisión no lo hace con un interés propio, sino, se insiste,
en nombre de la República Bolivariana de Venezuela.

De manera que, reitera esta Sala, que en principio los Jueces carecen de
legitimación para impugnar una decisión de amparo que consideren adversa, por el
hecho que se haya declarado con lugar la pretensión de la parte actora al finalizar el
procedimiento de amparo, en primera instancia, salvo que se vea comprometida su
responsabilidad disciplinaria.

Siendo así, se observa que el abogado Humberto José Brito, en su carácter de


Juez del Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y
Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, carecía de legitimación para
intentar la apelación, contra la decisión dictada el 29 de enero de 2007, por el referido
Juzgado Superior Tercero Agrario, mediante la cual declaró con lugar la acción de
amparo constitucional ejercida, por lo que la misma resulta inadmisible, de conformidad
con lo dispuesto en el artículo 133.3 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia. Así se decide.

En segundo lugar, en relación a la apelación ejercida por la representación


judicial del Comité de Tierras de Agua Negra y de los Sectores Macagua, La Coromoto
y San Javier del Municipio Veroes del Estado Yaracuy, esta Sala considera oportuno
acotar que el Decreto con Fuerza de Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, publicado en
Gaceta Oficial Nº 37.323 el 13 de Noviembre de 2001, vigente para el momento en que
fue dictado el fallo definitivo en el juicio de dotación de tierras, así como su
mandamiento de ejecución, señala sobre el proceso de adjudicación de tierras, lo
siguiente:

Artículo 62: “A los fines de la adjudicación de tierras, los interesados


formularán una solicitud, la cual deberá estar acompañada de los
siguientes recaudos:
1. Manifestación de voluntad contentiva del compromiso de trabajo de la
tierra a adjudicar.
2. Identificación completa del solicitante, indicando nombre y apellido,
número de cédula de identidad, lugar y fecha de nacimiento.
3. Ocupación y número de personas que constituyan el grupo familiar.
4. Declaración jurada de no poseer otra parcela.
5. Cualquier otro dato que estimare conveniente para ilustrar el criterio del
Instituto.
6. En caso de ser poseedor de una parcela insuficiente, expresará las
condiciones y características de las mismas”.
Artículo 63: “Recibida la solicitud y sus recaudos, el Instituto Nacional de
Tierras procederá a instruir un expediente que contenga:
1. Los datos del solicitante señalados en el artículo anterior.
2. La identificación del terreno cuya adjudicación solicita con su respectivo
protocolo.
3. La delimitación de la parcela solicitada.
4. El estudio socioeconómico del solicitante.
5. La documentación de la cual se evidencie la condición de ciudadana
cabeza de familia o ciudadano o ciudadana mayor de 18 años y menor de
25, a los efectos de la aplicación de los regímenes preferenciales aludidos
en los artículos 14 y 17, numeral 7 del presente Decreto Ley”.
 
Artículo 64: “Dentro de los treinta (30) días hábiles siguientes a la
recepción de la solicitud, el Instituto decidirá si procede o no la
adjudicación”.
 
Artículo 65: “En el acto en que se decida otorgar la adjudicación, el
Instituto deberá determinar, con base en los planes de desarrollo del
Ejecutivo Nacional, cuál es el proyecto de producción de la parcela
adjudicada” (Subrayado de la Sala).
 
Artículo 66: “La decisión que acuerde si se concede o no la adjudicación,
deberá ser publicada en la Gaceta Oficial Agraria. Este acto agotará la vía
administrativa”.
 
Artículo 67: “Los usufructuarios de un fundo estructurado, que hayan
mantenido su eficiencia productiva por un término no menor de tres (3)
años consecutivos, tendrán derecho a recibir título de adjudicación
permanente, sólo transferible por herencia a sus descendientes o en su
defecto a sus colaterales. Dichos fundos no podrán ser objeto de
enajenación”.
 
Artículo 68: “Sobre la parcela y la estructura productiva queda excluida
cualquier negociación a terceros no autorizada por el Instituto Nacional de
Tierras, a través de acta de transferencia.
En el acta respectiva, el sujeto beneficiario de la transferencia deberá
comprometerse a mantener la eficiencia productiva del fundo estructurado
por un término no menor de tres (3) años, al cabo de los cuales le podrá ser
adjudicado título de adjudicación permanente”.
 
Artículo 69: “Se considera título de adjudicación permanente, el
documento emanado del Instituto Nacional de Tierras, mediante acto
administrativo, a través del cual se transfiere la posesión legítima de las
tierras productivas ocupadas y trabajadas por el adjudicatario, que le
confiere el derecho a transferir por herencia el goce y disfrute de las
mismas. Los derechos emanados del título de adjudicación no podrán ser
enajenados”.
 
Artículo 70: “El Instituto Nacional de Tierras podrá revocar la
adjudicación otorgada, cuando el adjudicatario no haya cumplido con el
compromiso de trabajo de la tierra”.
 
Artículo 123: “Corresponde al Instituto Nacional de Tierras:
 
… omissis …
 
4.- Conocer, decidir y revocar la procedencia de la adjudicación de tierras,
así como otorgar los títulos de adjudicación permanente (…)” (Subrayado
de la Sala).
 

En este sentido, de conformidad con las normas parcialmente transcritas, esta


Sala advierte que el Instituto Nacional de Tierras es el ente administrativo encargado de
conocer, decidir y revocar la procedencia de la adjudicación de tierras, así como otorgar
los títulos de adjudicación permanente. (Artículo 62 y siguientes de la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario)

Ello así, conviene destacar que en el caso de autos, el 9 de septiembre de 2004,


el nombrado Juzgado Superior Tercero Agrario, conociendo como alzada en el juicio
que por dotación de tierras intentó un grupo de ciudadanos contra el Instituto Agrario
Nacional, actualmente Instituto Nacional de Tierras, dictó decisión en la cual estableció
que “(…) este Tribunal considera que la acción resulta procedente, que al Instituto
Agrario Nacional en su oportunidad le correspondía la tramitación debida del
procedimiento administrativo y en consecuencia proceder a la dotación conforme a los
principios rectores establecidos en la Ley de Reforma Agraria, actualmente derogada.
Más, sin embargo (…) resulta procedente que la JUNTA LIQUIDADORA DEL
INSTITUTO AGRARIO NACIONAL o el INSTITUTO que al efecto haya designado el
Ejecutivo Nacional, se acometa al procedimiento de adjudicación, conforme lo previsto
en el Capítulo V contenido en los artículos 62 y siguientes de la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario (…)” (Mayúsculas del texto).

Ahora bien, de dicho fallo se desprende que fue acordada la dotación de tierras
solicitada por un grupo de ciudadanos y, tanto en su motiva como en el dispositivo, el
citado Juez Superior Agrario precisó que resultaba procedente que la Junta Liquidadora
del Instituto Agrario Nacional o el Instituto que al efecto designare el Ejecutivo
Nacional “(…) se acometa al procedimiento de adjudicación, conforme lo previsto en
el Capítulo V contenido en los artículos 62 y siguientes de la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario (…)”.

No obstante, vista la solicitud formulada por el ciudadano Andrés Ramón


Rodríguez Figueroa, en su carácter de Presidente del Comité de Tierras de Agua Negra
y de los Sectores Acagua, La Coromoto y San Javier en el Municipio Veroes del Estado
Yaracuy, en virtud de la cual requiere la materialización de la adjudicación de tierras, el
27 de marzo de 2006, el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil,
del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, dictó el
mandamiento de ejecución para que se adjudicaran las tierras, a través de títulos
permanentes, con la indicación de los ciudadanos a los cuales debía otorgárseles,
especificando el lote de terreno que les correspondía dentro de la extensión a repartir.

Ello así, se advierte que el auto que acuerda dicho mandamiento de ejecución, es
del tenor siguiente:

“(…) revisadas las actas, se observa que se encuentra vencido el lapso


concedido en el auto (…) en el cual se ordenó a la parte perdidosa el
cumplimiento voluntario del fallo. En consecuencia, este Tribunal de
conformidad con lo establecido en el primer aparte del artículo 242 de la
Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, procede a decretar la ejecución
forzosa de la sentencia dictada por el Tribunal de alzada en fecha
09/09/2004, sobre un lote de terreno cuya medidas, linderos y medidas (sic)
consta en el escrito de solicitud, y que se hará efectiva mediante el reparto
y adjudicación por documento individual de los lotes de terrenos en
proporción al número de accionantes y respecto al área total de dicho
terreno. Así mismo ordena oficiar a los organismos respectivos nombrados
en el escrito, como medida cautelar tendientes a garantizar el cumplimiento
del fallo (…)”.
 
 
Igualmente, se observa que el mandamiento de ejecución señala lo
siguiente:
 
“(…) se efectuarán las adjudicaciones mediante lotes de terrenos y grupos
de personas beneficiadas con un área promedio de cincuenta (50)
Hectáreas para cada uno, los cuales se encuentran comprendidos dentro
del lote descrito en el plano topográfico, presentado por dicho Instituto, el
cual es denominado ‘Alambique-Boca de Aroa-Boca de Yaracuy-La Hoya’,
con una superficie aproximada de veintiocho Mil Seiscientas Veinticinco
Hectáreas (28.625 Has.), ubicado en parte del Municipio Boca de Aroa,
Distrito Silva del Estado Falcón y en parte en el Municipio Veroes, Distrito
San Felipe del Estado Yaracuy y determinado por los siguientes linderos
(…).
… omissis …
Estos terrenos pertenecen al INSTITUTO NACIONAL DE TIERRAS (INTI)
según documento protocolizado por ante la Oficina Subalterna de Registro
de esta Jurisdicción, bajo el N° 20, Folios 41 al 43, Tomo Primero,
Protocolo Primero, Primer trimestre del año 1967, y en el cual fue
transferido al Estado a fines de Reforma Agraria, y a fines de que sea
adjudicado o dotado al campesino necesitado este lote de tierras.
Para materializar este Mandamiento de Ejecución se adjudicarán mediante
TÍTULOS PERMANENTES cada lote de terreno a los ciudadanos que se
mencionan a continuación y sobre los lotes de tierras siguientes (…).
… omissis …
Que se consideren los siguientes términos para la ejecución forzosa de la
sentencia:
PRIMERO: Reconocer el derecho a los ciudadanos antes mencionados
para la adjudicación de tierras en el presente juicio y en la ubicación antes
mencionada.
SEGUNDO: Que una vez cumplido el otorgamiento de la adjudicación, se
ordena al Instituto Nacional de Tierras, que determine con base a los
planes de desarrollo, cuál es el proyecto de producción de la parcela
adjudicada, de conformidad con el artículo 62 de la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario, así mismo, se ordene al Instituto, la publicación en
Gaceta Oficial Agraria, a fines de dar cumplimiento al artículo 63 eiusdem.
TERCERO: Se ordena a la Oficina de Registro Inmobiliario de los
Municipios San Felipe, Independencia, Cocorote y Veroes del Estado
Yaracuy, la inserción de la presente Acta y colocar la respectiva nota
marginal en el documento anteriormente nombrado (…)” (Mayúsculas y
negrillas del original).

Ahora bien, destaca esta Sala que mediante el anterior mandamiento de


ejecución el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y
Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, acordó la adjudicación de
tierras comprendidas en los lotes de terreno objeto del juicio intentado por un grupo de
ciudadanos, contra el otrora Instituto Agrario Nacional; aunado a ello, dicho Juzgado
acordó la entrega de Títulos Permanentes a objeto de materializar la adjudicación de las
tierras.

En tal sentido, debe esta Sala advertir que el Juzgado Primero de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial
del Estado Yaracuy, al pronunciar el referido mandamiento de ejecución, lejos de
adecuarse a lo acordado en el fallo dictado por el citado Juzgado Superior Agrario el 9
de septiembre de 2004, se extralimitó, pues asumió como propias, competencias
directamente atribuidas al Instituto Nacional de Tierras, por el Decreto con Fuerza de
Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, toda vez que no sólo acordó la adjudicación de
tierras sino que acordó la entrega de Títulos Permanentes.

En este contexto, resulta oportuno precisar que en el escrito de fundamentación a


la apelación presentado por la representación judicial del Comité de Tierras de Aguas
Negras y de los Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier del Municipio Veroes del
Estado Yaracuy, el apelante aduce que acepta que la adjudicación de tierras por vía
judicial es inédita, lo cual se desprende de la siguiente afirmación: “(…) el Juez
Humberto Brito actuó conforme a derecho (…). No usurpó funciones de otra autoridad
pública porque actuó por su propia facultad jurisdiccional para decidir. (…) la
adjudicación de tierras por vía de decreto judicial es ciertamente inédita y excepcional,
más sin embargo no podía el Tribunal sustraerse del cumplimiento de su obligación
que era hacer efectivo el derecho (…)”.

Ahora bien, esta Sala considera advertir que en la presente acción de amparo
constitucional, no se encuentra en discusión la titularidad de las tierras objeto de
adjudicación, toda vez que el eje central de la pretensión se refiere a la vulneración de
los derechos constitucionales a la defensa y al debido proceso, por la extralimitación en
la que incurrió el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, al acordar a
través del mandamiento de ejecución dictado el 27 de marzo de 2006, la adjudicación y
la entrega de Títulos Permanentes, actuando de esta manera fuera del ámbito de sus
competencias, según lo dispuesto en el artículo 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales.

En tal sentido, esta Sala comparte el criterio señalado por el mencionado


Juzgado Superior Tercero Agrario, en base al cual, en virtud de las actuaciones
adelantadas por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, estimó que el
mismo incurrió en usurpación de funciones, toda vez que el Decreto con Fuerza de Ley
de Tierras y Desarrollo Agrario, no le permitía realizar adjudicaciones de tierras y,
siendo que la sentencia de cuya ejecución se trataba no ordenó adjudicación alguna sino
que simplemente instó a acometer que se realizara el procedimiento de adjudicación a
aquellas personas que mediante el juicio correspondiente se les adjudicara las tierras por
ellos señalados, de conformidad con el citado Decreto Ley, por lo que resultaron
vulnerados los derechos constitucionales a la defensa y al debido proceso de los
accionantes, motivo por el cual resulta forzoso para la Sala declarar sin lugar la
apelación ejercida y, confirmar en los términos expuestos el fallo dictado el 29 de enero
de 2007, por el prenombrado Juzgado Superior, que declaró con lugar la acción de
amparo constitucional ejercida. Así se decide.

Visto los hechos narrados en la presente acción de amparo constitucional, esta


Sala considera necesario hacer mención que mediante decisión del 8 de julio de 2010, el
Juzgado Primero de Primera Instancia Agraria de los Municipios Independencia,
Cocorote, San Felipe, Veroes, La Trinidad, Manuel Monge, Sucre y Bolívar de la
Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, actuando como tribunal ejecutor en
relación al fallo dictado el 9 de septiembre de 2004, por el Juzgado Superior Tercero
Agrario con sede en la ciudad de Barquisimeto, y acatando lo establecido en la
sentencia de la Sala Social de fecha 18 de mayo de 2010, que entre otros particulares
ordenó la continuación de la ejecución de la sentencia, estableció lo siguiente:
 

“(…) Del estudio de las actas que conforman el expediente se constata, que
la decisión de última instancia proferida por el Juzgado Superior Tercero
del Estado Lara, se verificó el 9 de septiembre del año 2004, bajo el rigor
del entonces Decreto con Fuerza de Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, a
pesar que su fundamentación se correspondió con las instituciones y
principios de la Ley de Reforma Agraria y la Ley Orgánica de Tribunales y
Procedimientos Agrarios. En ese sentido y los fines de la solicitud de
ejecución peticionada, debe esta sentenciadora en atención al marco
jurídico aplicable RATIONE TEMPORIS, de conformidad con lo
establecido en el artículo 9 del Código de Procedimiento Civil, establecer
algunas consideraciones de interés.
… omissis …
Así las cosas, la sentencia definitivamente firme recaída en el presente
juicio ordenó a la Junta Liquidadora del Instituto Agrario Nacional o al
ente encargado de la dotación de tierras cumplir con la dotación de tierras
a favor de los demandantes y especificó los lotes de dicha dotación las
cuales son: sitio denominado Aguas Negras, fundo Macagua, Sectores
Macaguita, San Javier y la Coromoto, con una extensión aproximada de
TRESCIENTAS OCHENTA Y CINCO HECTÁREAS CON
CUATROCIENTOS DOS METROS CUADRADOS ( 385 ha con 402mts2),
en el sector San Javier; Macaguita con TRESCIENTAS CINCO
HECTÁREAS CON NOVECIENTOS QUINCE METROS CUADRADOS
( 305 ha con 915 mts2); Macagua con MIL DOSCIENTOS TREINTA Y
SEIS HECTÁREAS CON DOSCIENTOS CUARENTA METROS
CUADRADOS (1236 Has con 240 mts2) y La Coromoto con MIL
TRESCIENTOS NOVENTA HECTÁREAS CON QUINIENTOS OCHENTA
METROS CUADRADOS (1390 Has con 580 mts2); dentro de los siguientes
linderos NORTE: Línea del antiguo Ferrocarril Bolívar; SUR: Río
Yaracuy; ESTE: Línea del antiguo ferrocarril Bolívar; OESTE: Con la
finca del sr Fermín Bello, asi como también los terrenos de Alambique
Boca de Aroa, Yaracuy la Hoya, todo esto según aclaratoria de sentencia
del fallo del Juzgado Superior Tercero Agrario del Estado Lara, fecha 16
de septiembre del año 2004.
… omissis …
 
Por todos los argumentos anteriormente expuestos, este Juzgado Primero
de Primera Instancia Agraria del estado Yaracuy continuando con la
ejecución del fallo dictaminado por el Juzgado Superior Tercero Agrario
del Estado Lara en fecha 9 de septiembre del año 2004, instruye
suficientemente al ciudadano JUAN CARLOS LOYO, Presidente del
INSTITUTO NACIONAL DE TIERRAS y la OFICINA REGIONAL DE
TIERRAS DEL ESTADO YARACUY, a realizar lo siguiente: PRIMERO:
Iniciar en un lapso no mayor de veinte días (20) hábiles los procedimientos
de adjudicación de las tierras en los lotes de terreno: ubicadas en el sitio
denominado Aguas Negras, fundo Macagua, Sectores Macaguita, San
Javier y la Coromoto, con una extensión aproximada de TRESCIENTAS
OCHENTA Y CINCO HECTÁREAS CON CUATROCIENTOS DOS
METROS CUADRADOS ( 385 ha con 402mts2), en el sector San Javier;
Macaguita con TRESCIENTAS CINCO HECTÁREAS CON
NOVECIENTOS QUINCE METROS CUADRADOS ( 305 ha con 915
mts2); Macagua con MIL DOSCIENTOS TREINTA Y SEIS HECTÁREAS
CON DOSCIENTOS CUARENTA METROS CUADRADOS (1236 Has con
240 mts2) y La Coromoto con MIL TRESCIENTOS NOVENTA
HECTÁREAS CON QUINIENTOS OCHENTA METROS CUADRADOS
(1390 Has con 580 mts2); dentro de los siguientes linderos NORTE: Línea
del antiguo Ferrocarril Bolívar; SUR: Río Yaracuy; ESTE: Línea del
antiguo ferrocarril Bolívar; OESTE: Con la finca del sr Fermín Bello, asi
como también los terrenos de Alambique Boca de Aroa, Yaracuy la Hoya,
todo esto según aclaratoria de sentencia del fallo del Juzgado Superior
Tercero Agrario del Estado Lara, fecha 16 de septiembre del año 2004; A
favor de los ciudadanos y ciudadanas IGNACIO BARBOZA, ANDRÉS
RODRÍGUEZ, RICARDO BARBOZA, BAUCILIO GUTIÉRREZ, MINERVA
GUTIÉRREZ LÓPEZ, SEILA MARIBEL PEROZA CASTILLO, JOSÉ
LOURDES ORTEGA, DANILO ORTEGA ILARRAZA, ESTALIN
GUTIÉRREZ, TARCIDA MARÍA VARGAS RAMONES, DELIO BOLÍVAR,
MÉLIDA GUTIÉRREZ, JOSÉ PÍO BARBOZA, CONCEPCIÓN
GUTIÉRREZ, BELYS BARBOZA LANDINEZ, YEISON JOSÉ GRATEROL
BARBOZA, BURELYS BARBOZA LANDINEZ, RAÚL LÓPEZ CAMPO,
JOSÉ VIRGILIO LANDINEZ BOLÍVAR, ELEAZAR NAVAS ORTEGA,
FRANCISCO BOLÍVAR, RICARDO LÓPEZ, MARÍA DE JESÚS TORRES,
BAUCILIO GUTIÉRREZ LÓPEZ, JOSÉ WILFREDO LÓPEZ LANDINEZ,
ONORIO LANDINEZ, ANDRÉS SATURNO SILVA LÓPEZ, WUISMAN
LANDINEZ, ELADIO RENGIFO LANDINEZ, CIRILO BOLÍVAR, JESÚS
MARÍA LANDINEZ BOLÍVAR, ROGELIO JOSÉ BOLÍVAR BARBOZA,
EUSEBIO BAUTISTA LARA MAÍZ, GUERMIN VIRGILIO BARBOZA
ORTEGA, NELSON GARCÍA GUTIÉRREZ, ALLINSON GARCÍA
RENGIFO, AGRICEL NADALY MANOTA BARBOZA, VALENTÍN DEL
CARMEN VENTURA SÁNCHEZ, SEBASTIÁN GARCÍA GUTIÉRREZ,
JOSÉ ADIMIL LÓPEZ BARBOZA, FRANZ ILARRAZA RENGIFO,
ELIZABETH LANDINEZ, EUDES BARBOZA LANDINEZ, ANA LÓPEZ,
JOSÉ ÁNGEL BARBOZA ORTEGA, INOVEVA RENGIFO, DEGLAMADA
BARBOZA, THOMAS ALEXANDER ARSENIJEVIC LENZ, MÁXIMO
BOLÍVAR, JOSÉ DE LA CRUZ GRATEROL, RÓMULO ILARRAZA,
SEGUNDO RENGIFO, KLAY ANACLETO MONTERO SUÁREZ, JESÚS
LANDINEZ BOLÍVAR, ELENA MARÍA QUIÑONES, TOMASA GIUOMAR
DÍAZ LÓPEZ, ALIRIO RUPERTO GARCÍA SÁNCHEZ, CHERRY
GRATEROL, ADOLFO REYES PACHECO, CASTOR SUÁREZ, MARÍA
SEGUNDA LÓPEZ BARBOZA, ALICIA MONTERO SUÁREZ,
GERÓNIMO RENGIFO, DELIO JOSÉ BOLÍVAR LÓPEZ, EMMY
LANDINEZ, JULIO CÉSAR RENGIFO GUTIÉRREZ, ADELMIRA
ESCALONA ROJAS, YANETZY GARCÍA LANDINEZ, YUDITH DARIA
LANDINEZ, MILTON LANDINEZ, JOSÉ RAMÓN ESPINOZA ILARRAZA,
BENERDINO MONTERO, JOSÉ REINO LÓPEZ, EUCLIDES FERNANDO
ILARRAZA BARBOZA, JOSÉ RAFAEL MEJÍAS, RICARDO LANDINEZ
BARBOZA, FÉLIX LEONES INFANTE, JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ
DURÁN, JOSÉ GONZALO RODRÍGUEZ PARRA, FELÍCITA
GUTIÉRREZ, JUANA RAMONA CHIRINOS, LIBERT OSWALDO
ZAMBRANO ORTEGA, RITA QUINTINA RAMOS, JONNY WILFREDO
LEAL, JUAQUÍN PERALTA, TORIBIO CARDOZO LEÓN, TOMAS
ELIESER EREU, FRANCISCO JAVIER PERALTA, GLORIA MARINA
GUTIÉRREZ PACHECO, CARLOS LUIS TORREALBA, LEYLA
QUERALES MARTÍNEZ, YRMA ZULAY MARTÍNEZ MATERÁN,
GERARDO ANTONIO RAMÍREZ LÓPEZ, JULIETA GRATEROL, LUIS
FRANCISCO RODRÍGUEZ, RICHARD JOSÉ VERASTEGUI BANDEZ,
CARLOS AUGUSTO VELASQUEZ IBRAHIN, PEDRO LUIS CHOPIN
GRATEROL, CARLOS RUFINO ALFONZO FREITES, JOSÉ RAFAEL
CASTILLO RENGIFO, JUANA TERESA GONZÁLEZ, ENRIQUE JOSÉ
RIVERO HERNÁNDEZ, FREDY BARBOZA SUÁREZ, ANA RAFAELA
OBISPO, MARÍA ESTELA VÁSQUEZ LUCENA, JOSÉ FROILÁN
VÁSQUEZ, ALFREDO ANTONIO OCHOA RAMÍREZ, AURELIANO
VÁSQUEZ, FÉLIX ANTONIO SALAZAR, JASMÍN JOSEFINA PEROZA
YEPEZ, DILIA ISABEL CARRERA PARRA, EMILIA GUEVARA
CAPDEVILLA, CARMEN YOLANDA CARO, EDGAR ELPIDIO PÉREZ
GIMÉNEZ, OLGA EFERINA GALLO TRAVIESO, ELIZABETH GUEVARA
CAPDEVILLE, JAIME ENRIQUE PACHECO BARROSO, HUGO RAMÓN
RODRÍGUEZ PARRA, CARLOS EDUARDO CASTILLO GUEVARA,
ALEXIS LANDINEZ GARCÍA, BENIGNO ARMANDO PÁEZ ÁLVAREZ,
ALBERTO JOSÉ CASTILLO GUEVARA, JOSÉ PÉREZ CASTILLO,
ANDRY ADELYS MENDOZA PARADAS, JACINTO RAMÓN ZAVALA,
PEDRO MANUEL GIMÉNEZ, TIRSO DAVID ROJAS, HIPÓLITO
ANTONIO ZABALA, SIMÓN BARBOZA, TERESA LANDINEZ, ABELARDI
BOLÍVAR BARBOZA, JOSÉ ALEX LANDINEZ, LUIS MUJICA
ORDÓÑEZ, ANDRÉS RICARDO LUGO COLMENAREZ, ALCIDES
ANTONIO SIVIRA ADJUNTA, JUAN FRANCISCO PERALTA JIMÉNEZ,
JOSÉ LEONARDO CARRERA PARRA, YRVIN GUSTAVO YLARRAZA
GRATEROL, JOSÉ EUSTOQUIO OCHOA, LERVYS JOSÉ ZAMBRANO
ORTEGA, RUDY GARCÍA LANDINEZ, IVES IYERLIN GARCÍA GAFARO,
ALEJANDRO TIMAURE, JERÓNIMO GAUNA PEROZO, FRANYERMI
ANTONIO FREITES VÁSQUEZ, JOSÉ ELMIN ILARRAZA, ALIRIO
NABOR CHIRINOS PERAZA, ELISA MARÍA CHIRINOS, ANA
ALVARENGA, LUIS ALBERTO SARABIA SÁNCHEZ, EMILIO JOSÉ
GONZÁLEZ, WILLIANS ALBERTO RODRÍGUEZ CAMACARO,
RICARDO RENGIFO, MARÍA ELAIDA RENGIFO, REINALDO JOSÉ
RZEMIEN FREYTEZ, AURA ROSA SÁNCHEZ VARGAS, JOSÉ
CONTRERAS, WUILLIANS LANDINEZ GRATEROL, MARIO RAFAEL
SEQUERA MUJICA, REIMUNDO MORA VILLEGAS, JORGE ERNESTO
COLINA MARTÍNEZ, ALEXIS ESCALONA, JOSEFINA ORTEGA, ELIO
RAMÓN SUÁREZ, MARÍA BALDONIA ESCALONA, RUTILIA SÁNCHEZ
GARCÍA, NAUDY GERÓNIMO GARCÍA MONTERO, RAFAEL ANTONIO
FREYTEZ VÁSQUEZ, NERIO ALÍ MÉNDEZ BLANCO, PEDRO LUIS
RODRÍGUEZ NAVARRO, CRUZ MARIO PEROZO QUINTERO, RAFAEL
ROMARI MAGO, EDGAR SEQUERA, JULIO ENRIQUE DÍAZ ZERPA,
LUISA MERITA PARRA DE DÍAZ, OLINDO PLÁCIDO GALLO
TRAVIEZO, JOSÉ CLEMENTE MORALES, RAFAELA DEL CARMEN
LUCENA DE VÁSQUEZ, MERVIN YANINO GARCÍA RENGIFO, ÁNGEL
ALBERTO TORREALBA, JOSÉ NATIVIDAD SÁNCHEZ, TOMAS
ESTILITO EREU, JOSÉ DE LA TRINIDAD BOBADILLA CAMACHO,
ORLANDO JOSÉ RUMBOS FIGUEROA, ELADIO ISMAEL SAVEDRA
CASTILLO, ALEXAS LANDINEZ DE LARA, CÉSAR AUGUSTO RAMOS
BRITO, JUAN FRANCISCO GARCÍA, MARÍA CELESTINA GONZÁLEZ
DE FREITEZ, MIRIAM ROSA CHOPIN DE ALFONZO, BÁRBARA MARÍA
BARRETO DE MORALES, RAMÓN JOSÉ HERRERA BARRAGÁN, JOSÉ
MANUEL PORTELA BUSTAMANTE, OSWALDO APOSTOL BRITO,
MANUEL MORALES MÉNDEZ, TEÓFILA RAMONA RODRÍGUEZ DE
CHIRINOS, HIPÓLITA LÓPEZ DE GARCÍA, NELIS OSUNA DE LÓPEZ,
ISOLINA CARIDAD FRASQUILLO DE ORTÍZ, IRIS RAFAELA PEROZO
DE PÉREZ y ALBERTO RODRÍGUEZ, titulares de las cedulas de
identidad Nros. 822.054, 2.835.039, 3.455.439, 574.279, 7.993.685,
8.519.726, 2.106.755, 10.372.449, 5.459.854, 15.109.212, 3.455.619,
6.546.975, 2.574.923, 2.572.026, 10.856.969, 14.919.061, 7.554.192,
7.504.248, 7.590.454, 7.908.672, 5.457.005, 14.209.007, 7.509.865,
6.869.424, 8.517.545, 11.649.700, 3.457.045, 4.966.873, 7.587.087,
4.127.124, 2.106.930, 11.649.830, 10.855.189, 4.309.160 11.650.116,
4.479.965, 7.101.836, 10.374.217, 4.971.229, 4.481.708, 7.558.668,
10.373.921, 4.479.974, 5.457.271, 6.656.054, 13.179.386, 3.455.382,
3.706.297, 7.145.144, 2.566.905, 3261.439, 7.908.673, 3.709.219,
7.593.501, 10.366.334, 6.652.739, 3.307.613, 7.590.682, 11.277.905,
7.578.278, 3.708.966, 7.917.690, 7.915.818, 4.480.015, 11.277.411,
4.123.808, 14.709.259, 8.597.017, 10.373.451, 4.477.321, 4.968.221,
6.093.347, 2.570.291, 3.258.880, 7.917.859, 3.305.919, 3.457.828,
7.578.423, 8.515.242, 7.906.148, 7.575.475, 10.853.327, 8.515.328,
3.257.035, 7.303.650, 3.261.859, 887.464, 9.610.242, 7.913.964, 3.318.017,
9.311.113, 4.123.851, 7.582.764, 7.559.109, 10.858.782, 1.378.050,
7.587.326, 4.382.598. 7.585.433, 3.891.854, 7.513.116, 5.458.275,
6.881.284, 6.138.437, 7.905.911, 13.196.392, 3.458.791, 7.554.976,
3.706.971, 2.208.565, 9.550.580, 4.964.965, 4.476.810, 7.518.537,
4.380.021, 4.123.681, 5.465.458, 4.420.916, 7.016.827, 14.209.516,
11.654.990, 10.856.717, 12.936.132.1.770.692, 8.516.160, 3.676.704,
12.728.922, 12.725.319, 4.970.522, 4.479.971, 3.472.578, 11.227.297,
4.968.220, 2.710.333, 10.856.990, 11.647.308, 12.281.316, 824.767,
13.184.015, 7.914.097 820.573, 12.277.447, 10.368.954, 12.726.299,
5.317.414, 1.402.200, 4.968.881, 5.462.246, 12.278.275, 6.652.727,
6.388.351, 6.659.331, 4.461.180, 9.608.951, 5.618.307, 6.180.166,
4.964.045, 10.773.627, 7.783.292, 10.856.681, 11.275.247, 3.257.527,
4.966.475, 10.373.725, 6.102.503, 2.565.408, 7.579.823, 4.965.197,
3.261.776, 12.277.025, 4.968.882, 7.914.049, 11.809.826, 7.391.208,
1.130.148, 1.856.513, 3.186.121, 1.459.731, 6.572.918, 5.438.489,
7.554.093, 5.495.502, 3.709.015, 1.436.426, 4.967.573, 4.860.267,
5.193.731, 4.477.320, 7.007.023, 2.574.102, 3.457.405, 5.457.536,
7.513.421, 1.368.671, 1.553.404, 588.865, 11.550.760, 2.566.851,
5.456.646, 7.519.100, 8.616.397, 4.067.155 y 706.705, quienes deberán
concurrir a la Oficina Regional de Tierras del Estado Yaracuy a los fines
de iniciar dicho procedimiento, cumpliendo asi con todos los requisitos de
ley, todo ello conforme a los artículos 59 y siguientes de Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario, ello sin menoscabo del otorgamiento de otros
instrumentos de participación campesina establecido en la ley así como
decretos del Ejecutivo Nacional; SEGUNDO: Como consecuencia del
particular anterior se ordena la Notificación del Presidente del Instituto
Nacional de Tierras, ciudadano JUAN CARLOS LOYO, en la sede central
de dicho instituto, entendiéndose que el lapso anteriormente indicado se
computará una vez se halla consignado dicha notificación al expediente.
TERCERO: En consideración a que ha trascurrido entre la interposición
de la demanda y el presente auto, dicho procedimiento deberá contener un
estudio socio económico de cada uno de los ciudadanos indicados en el
particular primero que muestren interés en trabajar la tierra de acuerdo a
los principios rectores contenidos en la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario; CUARTO: Realizar todas las gestiones necesarias a los fines de
la obtención de créditos y demás incentivos a las personas que resulten
adjudicadas dándoles preeminencia a las mujeres cabeza de familia que
tenga el trabajo de la tierra como su oficio y ocupación principal.
QUINTO: Realizar un levantamiento topográfico de las áreas a ser
adjudicadas, vale decir el área establecida y determinada en la sentencia
definitivamente firme de fecha 9 de septiembre del año 2004, proferido por
el Juzgado Superior Tercero Agrario del Estado Lara, las cuales son:
TRESCIENTAS OCHENTA Y CINCO HECTÁREAS CON
CUATROCIENTOS DOS METROS CUADRADOS ( 385 ha con 402mts2),
en el sector San Javier; Macaguita con TRESCIENTAS CINCO
HECTÁREAS CON NOVECIENTOS QUINCE METROS CUADRADOS
( 305 ha con 915 mts2); Macagua con MIL DOSCIENTOS TREINTA Y
SEIS HECTÁREAS CON DOSCIENTOS CUARENTA METROS
CUADRADOS (1236 Has con 240 mts2) y La Coromoto con MIL
TRESCIENTOS NOVENTA HECTÁREAS CON QUINIENTOS OCHENTA
METROS CUADRADOS (1390 Has con 580 mts2); dentro de los siguientes
linderos NORTE: Línea del antiguo Ferrocarril Bolívar; SUR: Río
Yaracuy; ESTE: Línea del antiguo ferrocarril Bolívar; OESTE: Con la
finca del sr Fermín Bello, asi como también los terrenos de Alambique
Boca de Aroa, Yaracuy la Hoya, todo esto según aclaratoria de sentencia
del fallo del Juzgado Superior Tercero Agrario del Estado Lara, fecha 16
de septiembre del año 2004. SEXTO: Se deberá respetar la ocupación
legítima de personas que ocupen actualmente las tierras que hayan sido
objeto del presente juicio; SEPTIMO: El incumplimiento de lo aquí
ordenado se entenderá como DESACATO A LA AUTORIDAD JUDICIAL Y
LA MAJESTAD DEL PODER JUDICIAL y a la sentencia de la sala de
Casación Social con Ponencia del Magistrado Omar Mora Díaz, de fecha
18 de mayo de 2010, que entre otros particulares ordenó la continuación de
la ejecución de la sentencia y la resolución de lo peticionado en autos por
los demandantes (Ejecución) a este tribunal (…)” (Mayúsculas y negritas
del original).

            Del contenido de la sentencia parcialmente transcrita, se observa como el


Juzgado Primero de Primera Instancia Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado
Yaracuy, actuando como tribunal ejecutor de los municipios Independencia, Cocorote,
San Felipe, Veroes, La Trinidad, Manuel Monge, Sucre y Bolívar, instruyó
suficientemente al Presidente del Instituto Nacional Tierras, a que iniciara en un lapso
no menor de 20 de días, el procedimiento administrativo de Adjudicación de Tierras,
previo cumplimiento de todas las especificidades y características propias del
procedimiento establecido en la referida ley, ya que de lo contrario se estaría
violentando los procedimientos administrativos establecidos en la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario, ley adjetiva especial que rige la materia.

            Es importante resaltar, que el Instituto Nacional de Tierras tiene por objeto la
administración, redistribución de las tierras y la regularización de la posesión de las
mismas. En este sentido, dicho cuerpo normativo contempla una serie de
procedimientos  de regularización de la tenencia de la tierra, entre los cuales se
encuentra el Titulo de Adjudicación de Tierras.

En este sentido, esta Sala realizando un análisis sobre la ejecución planteada, en


cuanto al marco jurídico aplicable  “ratione temporis”, establece las siguientes
consideraciones en cuanto a la Dotación de Tierras establecida en la Ley de Reforma
Agraria y la Adjudicación de Tierras establecida en la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario:

La dotación de tierras a los fines de la Reforma Agraria como competencia expresa


del suprimido Instituto Agrario Nacional (IAN), se encontraba contenida en el Titulo
Segundo de la Ley de Reforma Agraria del año 1961, específicamente en sus artículos
57 al 108, los cuales consagraban tres capítulos desarrollando dicha institución.

El Capítulo Primero se refería a las características y condiciones de las dotaciones,


las cuales podrían ser individuales o colectivas y comprendían las tierras necesarias al
solicitante, con previsión de la asistencia técnica y crediticia adecuadas, de las
necesidades de vivienda, su expansión ulterior, las instalaciones comunes para el
beneficio de los parceleros, pasturajes, montes y aguas y obras complementarias y otros
servicios. Asimismo, dicho capitulo consagraba la adjudicación a título gratuito u
oneroso, en razón de la capacidad económica del solicitante. La extensión de las
parcelas de adjudicación gratuita dependería de su capacidad para cubrir las necesidades
del beneficiario y su familia, sin ayuda permanente de trabajadores asalariados.
Pudiendo los adjudicatarios gratuitos obtener parcelas adicionales por compra al
Instituto Agrario Nacional, a juicio de éste.

En las dotaciones a título oneroso, el precio de las tierras dependía de su costo de


adquisición y de las obras y mejoras, con exclusión de aquellas de beneficio común y de
los servicios públicos. De igual manera, establecía los requisitos para calificar el
derecho de los solicitantes y para guardar prelación en las solicitudes de adjudicación,
así como las causas de extinción y revocabilidad de tales adjudicaciones. Estableció
estímulos para la mayor eficiencia en la explotación agrícola, como la rebaja de los
saldos deudores de los adquirientes a título oneroso y premios para los adquirientes por
compra pura y simple. Finalmente previó formas de administración colectiva y
representativa de los centros o grupos agrarios y para el trabajo en las granjas mixtas.

El Capítulo Segundo relativo a la dotación de tierras determinó y estableció los


trámites de las peticiones de tierras, las cuales se pueden formular individual o
colectivamente por ante el Departamento de Dotaciones de la Delegación Agraria de la
localidad, siendo que cuando la solicitud fuere colectiva, el grupo de solicitantes elegirá
un comité de por lo menos cinco (5) miembros para que los representara y apersonara
ante el Instituto Agrario Nacional.

La solicitud de dotación originaba una investigación que se recogía en el expediente


que debía complementarse y elevarse al Instituto dentro de un plazo máximo de noventa
días, en otros treinta días el Instituto resolvería y, en caso favorable, entregaría la tierra
a los solicitantes, siendo que el grupo de población rural beneficiado con la dotación
constituía un comité administrador, el cual sería el órgano de enlace con el Instituto.
 

Posteriormente, el Capítulo Tercero facultaba al Instituto Agrario Nacional para


constituir en patrimonio que sería inalienable, indivisible, inembargable e ingravable,
salvo circunstancias de utilidad colectiva, beneficio social o interés público o, de
extinción o revocación, la adjudicación respectiva.

De lo anteriormente expuesto, se determina que el acto de dotación de tierras, se


correspondía en primer lugar con las necesidades reales de tierras del solicitante. En
segundo lugar, dicha dotación gratuita dependería de la capacidad para cubrir las
necesidades del beneficiario y su familia, que no tuviesen ayuda permanente como
trabajadores asalariados, y finalmente, la necesaria formulación a título individual y
colectivo de una solicitud administrativa ante las denominadas Delegaciones Agrarias
como dependencias del Instituto Agrario Nacional en las regiones, el cual era elevado al
Directorio Nacional en un lapso no mayor de noventa días a los fines de la decisión
administrativa de rigor.

Con posterioridad a la promulgación de la Constitución de la República Bolivariana


de Venezuela y con la entrada en vigencia de Ley de Tierras y Desarrollo, tanto la
competencia administrativa de dotación de tierras, como la jurisdiccional en cuanto a la
competencia de los tribunales agrarios, fueron adecuadas a los nuevos tiempos,
instituciones y enfoque social y humanista.

 En este sentido, el Estado por órgano del Ministerio del Poder Popular para la
Agricultura y Tierras a través del INSTITUTO NACIONAL DE TIERRAS,
estableciéndose en su artículo 117, la competencia de dicho Instituto para la
administración, redistribución de las tierras y la regularización de la posesión de las
mismas, de conformidad con la presente Ley, su Reglamento y demás leyes aplicable;
en su artículo 59 y siguientes, lo relativo al procedimiento de adjudicación; y en su
artículo 197, se suprimió lo referido a la dotación de tierras como una competencia
exclusiva de los Tribunales de Primera Instancia Agraria.

Por todo lo anteriormente expuesto, se concluye en la ineludible participación del


INSTITUTO NACIONAL DE TIERRAS, como el ente que vino a suceder al extinto
Instituto Agrario Nacional, en la competencia para la regularización de la tenencia de la
tierra, específicamente la dotación ahora ADJUDICACIÓN DE TIERRAS, claro está,
con el procedimiento propio de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, ya que de lo
contrario se estaría violentando los procedimientos establecidos en dicha norma.

Finalmente, no puede pasar inadvertido esta Sala, situaciones como la de autos,


referida a que los Jueces al dictar una sentencia, se consideren como lesionados
personalmente, tal como lo alegó el entonces Juez del Juzgado Primero de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial
del Estado Yaracuy (Humberto Brito), dado que al administrar justicia los Jueces lo
hacen en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y no en nombre propio, por
lo que mal puede un Juez apelar de una sentencia porque éste se sienta lesionado.

Por ello, esta Sala insta a todos los jueces a evitar situaciones como la de autos,
ya que la función de defensa de los fallos corresponde a las partes y no a quien los dicta.
 

En conclusión, esta Sala Constitucional, en aras de salvaguardar el Principio de la


Tutela Judicial Efectiva y del Debido Proceso, exhorta al Instituto Nacional de Tierras a
realizar todas las diligencias tendientes a cumplir con el mandato de ejecución dictado
por el Juzgado Primero de Primera Instancia Agraria de los Municipios Independencia,
Cocorote, San Felipe, Veroes, La Trinidad, Manuel Monge, Sucre y Bolívar del Estado
Yaracuy de fecha 8 de julio de 2010, dando así cumplimiento a la sentencia del Juzgado
Superior Tercero Agrario con sede en la ciudad de Barquisimeto Estado Lara de fecha 9
de septiembre de 2004, respetando la posesión legítima de los actuales ocupantes dado
el tiempo transcurrido desde la solicitud de dotación de tierras realizada por el Comité
de Aguas Negras en fecha 8 de octubre de 1996 y debidamente sentenciada el 17 de
junio de 1998 por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy.

VIII

DECISIÓN

Por las razones anteriormente expuestas, esta Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de
Venezuela por autoridad de la ley, declara:

1.- INADMISIBLE la apelación ejercida por el ciudadano Humberto José Brito, en su


carácter de Juez del Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy.

2.- SIN LUGAR la apelación ejercida por la representación judicial del Comité de
Tierras de Aguas Negras y de los Sectores Macagua, La Coromoto y San Javier del
Municipio Veroes del Estado Yaracuy, contra el fallo del 29 de enero de 2007, dictado
por el Juzgado Superior Tercero Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado
Yaracuy, mediante el cual declaró con lugar la acción de amparo constitucional ejercida
por las abogadas Norma Graciela Delgado Aceituno, Antonia Izaguirre Aguilar y
Carmen Yubirí Ramírez García, inscritas en el Instituto de Previsión Social del
Abogado bajo los Nros. 30.935, 40.284 y 9.643, respectivamente, actuando con el
carácter de apoderadas judiciales de las sociedades mercantiles AGROPECUARIA EL
GUAMAL, C.A., AGRÍCOLA SAN JUAN, C.A., INVERSIONES M.T. 84, C.A.,
DESARROLLOS RÍO AROA, C.A, GANADERÍA PALMA SOLA, C.A.,
AGROPECUARIA VITULANO, C.A., AGROPECUARIA MIZACHI, C.A., ya
identificadas, y de los ciudadanos FILIBERTO MALDERA, GIUSSEPPE
MALDERA, ÁLVARO RAMOS AFONSO, titulares de las cédulas de identidad
Nros. 8.813.774, 8.725.826 y 7.909.925, respectivamente, así como en representación
de la comunidad sucesoral integrada por MARÍA ALONSO DE ALONSO, MARÍA
ALONSO ALONSO, GLADYS ALONSO ALONSO, ÁNGEL ALONSO ALONSO
y MARÍA CRISTINA ALONSO, titulares de las cédulas de identidad Nros. 985.461,
10.368.543, 10.861.494, 12.728.322 y 12.936.374, respectivamente, contra el
mandamiento de ejecución dictado por el Juzgado de Primero de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado
Yaracuy, el 27 de marzo de 2006, causa a la cual se acumularon las acciones de amparo
constitucional ejercidas por los abogados Felicia Escobar Vásquez, Ingrid Fajardo Pinto,
Magditere Chirinos Peña y Ximena Alegría, inscritos en el Instituto de Previsión Social
del Abogado bajo los Nros. 39.874, 85.478, 90.021 y 90.094, respectivamente, en su
carácter de apoderados judiciales de la sociedad mercantil GANADERÍA LA
PRADEÑA, C.A.; por el abogado Héctor León Escalona González, inscrito en el
Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el N° 94.815, en su carácter de
apoderado judicial de la sociedad mercantil AGROPECUARIA LORIFER, C.A.; por
el abogado Neskens Enrique Maita La Grave, inscrito en el Instituto de Previsión Social
del Abogado bajo el N° 71.061, en su carácter de apoderado judicial de la sociedad
mercantil SOCIEDAD DE EXPLOTACIONES PECUARIAS Y AGRÍCOLAS
(SEPECA), C.A. y la ejercida por el abogado Pedro José Boissiere Perruelo, inscrito en
el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el N° 76.686, en su carácter de
apoderado judicial de la ciudadana SUAD JIHA, titular del pasaporte norteamericano
N° 402898480.

3.- CONFIRMA en los términos expuestos el fallo del a quo.

4.- EXHORTA al INSTITUTO NACIONAL DE TIERRAS, ente que sustituyó al


extinto Instituto Agrario Nacional, a que en un tiempo perentorio de cabal cumplimiento
al mandato de ejecución forzosa dictado por el Tribunal de Primera Instancia Agrario de
los Municipios Independencia, Cocorote, San Felipe, Veroes, La Trinidad, Manuel
Monge, Sucre y Bolívar de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy, en fecha 8
de julio del año 2010, en los términos establecidos en el referido auto de ejecución.

Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Tribunal de origen. Déjese


copia de la presente decisión.
 

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Constitucional del


Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 13 días del mes de junio de dos mil
trece (2013). Años: 203º de la Independencia y 154º de la Federación.

 La Presidenta de la Sala,

 GLADYS MARÍA GUTIÉRREZ ALVARADO

                                                                                     

 El Vicepresidente,

  

  FRANCISCO ANTONIO CARRASQUERO LÓPEZ

 Los Magistrados,

  

LUISA ESTELLA MORALES LAMUÑO

               Ponente 

MARCOS TULIO DUGARTE PADRÓN

 CARMEN ZULETA DE MERCHÁN

 
 

ARCADIO DE JESÚS DELGADO ROSALES

  

JUAN JOSÉ MENDOZA JOVER

  

El Secretario,

JOSÉ LEONARDO REQUENA CABELLO

Exp.07-0312

LEML/

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