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OVNIs, ciudades intraterrenas y apariciones fantasmagóricas en Capilla

del Monte

MISTERIOS DEL URITORCO

Escribe GUSTAVO FERNÁNDEZ

Especial para UNO

ATENCION CON LAS ILUSTRACIONES: se trata e un tríptico tomando


desde un cerro frente a la localidad, la foto numerada como uno debe ir a la
izquierda, la 2 al centro y la 3 a la derecha, superponiendose para
conformar una panorámica.

Pie de fotos 1,2,3: Una panorámica de la Localidad de Capilla del Monte,


donde se aprecia a la izquierda el cerro Uritorco, inmediatamente al frente
el cerro Overo y a la derecha Las Gemelas.

4: un aspecto de la peatonal, donde se observa la profusión de comercios


esotéricos.

Es el cerro más alto de las llamadas Sierras Chicas. Se eleva a casi


dos mil metros sobre el nivel del mar y su nombre significa, en el dialecto
comechingón, “barranco de los loros”. En realidad, no es cerro ni barranco,
sino un antiquísimo volcán semiderruido –que aún genera termas cercanas-
a cuyo pie crece, próspera, la localidad cordobesa de Capilla del Monte.
Históricamente meta turistica, desde mediados de los 80 cobró un insólito
protagonismo, al sucederse en sus cercanías una creciente ola de
apariciones de objetos voladores no identificados, observación de extraños
seres traslúcidos, mientras muchos turistas y residentes informaban la
producción de más y más fenómenos paranormales. La saga ha crecido de
tal manera que productoras televisivas de todo el mundo han desplazado
sus recursos para grabar documentales en la región, y prácticamente no
existe página en Internet dedicada a estas temáticas que no le tenga
reservado un sitial especial.
Pero después de todo, ¿ocurre realmente todo de lo que se habla en el
pueblo serrano?. Indudablemente sí. Es más; el desprevenido turista que
pone pie por primera vez frente al bucólico paisaje no puede sustraerse a la
irresistible sensación de ser protagonista, en alguna forma, de un episodio

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estelasr. Sólo el caminar por sus calles, desde la céntrica –techada desde
1965- hasta los polvorientos caminos que llevan al Calabalumba, el río que
corre al pie del cerro, sorprende por la profusión de negocios esotéricos de
toda laya: pirámides, consultorios de tarot, música new age, elementos
indígenas chamánicos, libros espiritualistas, sahumerios, piedras
energéticas, todo se sucede en babilónica confusión, detentando la casi
ciudad –con sus 9.000 habitantes- seguramente la concentración más alta
del mundo en cultores de las Disciplinas Alternativas. No es lo único que
llama la atención; este año una verdadera avalancha de extranjeros ha
paseado por sus calles, siempre en busca del misterio: japoneses, alemanes,
un número incalculable de brasileros, yanquis de tez rubicunda y alegres
caribeños.
Sin duda la génesis de todo este misterio se ubica el 9 de enero de
1986, cuando en las laderas del cerro El Pajarillo apareció una gigantesca
mancha ovalada chamuscada, a la que muchos estudiosos le asignana una
relación directa con apariciones de ovnis, habida cuenta que la noche
anterior, no muy lejos de ahí, una familia que vivía en las estribaciones
serranas fue asolada por un objeto de color rojo brillante, luminoso, que
con un sonido estrepitoso se ubicó en las proximidades de la vivienda
generando, entre otros efectos, extrañas mujtaciones en un sauce cercano.
Yo mismo he tenido oportunidad, en ocasión de ascender con uno de mis
habituales grupos de estudiantes y aficionados al Uritorco en Abril de
1989, de observar un extraño “corro” de luces violeta, rojas, amarillas,
verdes y azules que desde el cercano cerro Overo parecían acompañar parte
de la recorrida. Nada de ello es tan imposible después de todo: en la zona
existen gigantescas vetas de cuarzo –la llamada “Posta del Silencio”, a
catorce kilómetros, en un área de increíbles efectos en los practicantes de
meditación, estando ubicada sobre un “domo” de cuarzo blanco de
impresionantes proporciones- con propiedades ya conocidas de inducir
estados superiores de conciencia. Todas estas apreciaciones no son
producto de la fértil imaginación popular: numerosos investigadores y
científicos han ratificado, con una mezcla de asombro y extrañeza, los
insólitos efectos del lugar, que tienen la propiedad de producir estados de
entusiasmo y elevación espiritual aún cuando el paseante no tenga la
oportunidad de observar ninguna presunta nave extraterrestre (encuentro
que por ser común no puede, obviamente, programarse). Aún más: las
mismas autoridades de Capilla del Monte, arriesgando su credibilidad en un
medio habitualmente escéptico, han investigado y refrendado la naturaleza
de esos hechos, en sucesivos y sendos decretos oficiales. Más allá de
discusiones bizantinas, casi todo habitante de Capilla convive con el
misterio, casi todos han sido protagonistas de hechos misteriosos.
Esta inusitada naturaleza del lugar se refleja también en localidades
cercanas: San Marcos Sierras, Charbonier, Huertas Malas y Quebrada de

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Luna son algunos de los ejemplos. Todo ello confiere otro matiz; uno
puede dedicar un par de días a recorrer la región, asombrarse con las
increíbles formaciones pétreas de Los Terrones, sentir un escalofrío de
oriogen desconocido en Los Gigantes, visitar templos zen erigidos en la
zona, contemplar pictografías indígenas en Ongamira, disfrutar las termas
volcánicas o quedarse atónito al comprobar que la única iglesia del lugar
(lo que le dio el nombre de Capilla del Monte, precisamente) tiene un
riquísimo simbolismo...¡templario!.

Cuando habitualmente recorro los ya, para mí, más que hollados
parajes con mis grupos, solemos centrar nuestra atención en cuatro o cinco
actividades fascinantes: la propia ascensión del cerro, algo totalmente
optativo para nuestra gente –pero es una experiencia inolvidable- haciendo
noche en el llamado “Valle de los Espíritus”, mientras nos turnamos a la
espera de la aparición de un OVNI y siempre abiertos a la posibilidad de
observar o protagonizar algún que otro episodio inexplicable –muchos han
visto a la distancia seres altos, delgados, semitransparentes, que parecen
obsewrvar curiosos a los visitantes pero jamás se acercan, lo que le ha
valido al lugar precisamente el mote de “Valle de los Espíritus”- visitar las
estribaciones cercanas donde tenemos ocasión e extraer de la Madre Tierra
nuestras propias piedras semipreciosas –ágatas, rodocrositas, etc.- mientras
aprendemos a emplear sus efectos energéticamente benéficos en nuestra
vida cotidiana, el macizo rocoso donde se encuentra el famoso “Zapato”,
un lugar que recibe visitas de todo el mundo (en mi último viaje me
encontré precisamente con un grupo de franceses) pues es considerado el
lugar ideal para abrir los “chakras”, los centros energéticos y “limpiar el
aura” en prácticas de meditación. Nada de esto es gratuito: el Valle de
Punilla –donde se encuentra el Uritorco, a fin de cuentas- está en las
antípodas geográficas del Tibet. Y ya sabemos que existe una disciplina,
llamada Geobiología, que estudia la existencia de “energías telúricas”, ora
positivas, ora negativas, con sus efectos sobre la naturaleza humana. Para
ponerlo de otra forma, así como existen zonas de “energía negativa” –
parajes o viviendas donde las propiedades vibratorias del lugar enferman,
desarmonizan y perturban a las personas- existen otros (casi todos los
lugares sagrados milenarios, por caso) donde el efecto es totalmente
contrario.

Cuando el 1 de mayo estemos viajando nuevamente al Uritorco con


todos los interesados que deseen acompañarnos –razón por la cual los
invitamos a través de esta nota- estarán germinando nuevamente las
expectativas: tal vez nos aguarde la aparición de un OVNI, tal vez ustedes
puedan narrar apasionantes sucesos protagonizados ese fin de semana. Pero
lo cierto, lo absolutamente seguro es que serán defitivamente atrapados por

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la magia del lugar, la cordialidad de sus habitantes y la sensación
inenarrable de haberse acercado a un portal a lo desconocido.

Los interesados en contactar a Gustavo Fernández para


acompañarlo en este nuevo viaje de cuatro días de duración puede
comunicarse al teléfono (0343) 434-3297 en horario comercial o
escribirle a: gusfernandez@gamma.com.ar

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