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Introducción aclaratoria
Los términos laicado, laicidad y laicismo.
Después de haber expuesto la presente ponencia, me he dado cuenta de que quienes
participamos en la Mesa de Trabajo llegamos a ella con expectativas muy diversas respecto
al tema. La explicación de ello hay que buscarla, me parece, no sólo en la diversidad de
contextos de los participantes, sino también en la diversidad de significados que tienen los
tres términos de “laicado”, “laicidad” y “laicismo”.
“Laicado” es un término utilizado en las iglesias para señalar a aquellos de sus miembros
que no ejercen las funciones propias de los “clérigos”. “Laicismo” o “secularismo” indica
la tendencia histórica, iniciada en la Ilustración europea, por la cual varias esferas de la
vida privada y pública dejan de depender de las jerarquías religiosas. Por “laicidad” se
entiende en general la separación de iglesia y estado que es característica de la mayoría de
los Estados modernos. Está claro que esta “laicidad” es un derivado o una aplicación del
“laicismo” al campo de la vida pública o política.
1.- EL ISEAT colocó en el programa del primer día de actividad de la mesa de trabajo
“Religión y Política” el tema: “Laicidad como oportunidad para el campo religioso”. De
acuerdo a las definiciones recién expuestas, el ISEAT estaba pensando en la laicidad que
había adoptado el Estado Boliviano al aprobar la nueva Constitución. En este contexto,
laicidad como declaración de principios y de práctica política se deriva de una concepción
laicista o secularista de la política, y su campo de aplicación se restringe a los ámbitos de la
vida que caen bajo la administración estatal: la escuela pública es “laica”, en el sentido de
que no se imparten clases de religión ni hay crucifijos o imágenes religiosas; la salud
pública y el sistema carcelario son “laicos”, si los capellanes entran en hospitales o cárceles
sólo al llamado de personas individuales. La esfera de las Fuerzas Armadas es menos
clara, porque éstas creen todavía necesitar de algún tipo de legitimación religiosa en su
actuar, y porque el hermetismo de la seguridad nacional impediría el acceso a ellas de
personas civiles. En los Estados laicos no hay ceremonias religiosas que se celebren con
ocasión de actos, inauguraciones o festividades civiles, ni se invita a las autoridades
públicas a ceremonias religiosas importantes para las iglesias.
Desarrollar el tema sugerido por ISEAT acerca de las oportunidades que la laicidad podía
ofrecer a la religión una vez proclamada por la nueva constitución habría implicado, pues,
el examen de cada una de las situaciones nombradas, y de otras, para evaluar los ajustes
culturales que esta laicidad iba a exigir en esos ámbitos.
Algunos de los participantes en la mesa “Política y Religión” vinieron a ella con esa
expectativa. Entre ellos, principalmente tal vez los participantes bolivianos.
2. - Sin embargo, hubo otros participantes extranjeros, particularmente norteamericanos,
que buscaban otra cosa, pues en los Estados Unidos el tema de una laicidad entendida
como una separación amigable de iglesia y estado, coloreada con simbología religiosa
oficial, era práctica común desde hace ya tiempo. Ellos buscaban más bien una reflexión
1 La primera parte de esta ponencia es una redacción modificada de un artículo del autor que aparecerá próximamente
en la revista Si somos americanos, del Instituto de Estudios Americanos de la Universidad Arturo Prat, Iquique.
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sobre el papel o la función del laicado y su relación con la jerarquía. Así me lo dio a
entender uno de ellos.
3.- Por mi parte, traía preparada la presente ponencia en la que expongo más bien el sesgo
que, dentro de la teología protestante latinoamericana de los últimos 60 años, ha tomado el
laicismo o secularismo, es decir, la tesis bien asentada desde la Ilustración de que hay
esferas de la vida, como la política, que son propiamente mundanas o seculares, en el
sentido de que su racionalidad y práctica privada o pública, no dependen de explicaciones
o dictámenes religiosos, sino que se desarrollan con autonomía con respecto a las
instituciones eclesiásticas. Esta tesis se complementa, sin embargo, con otra de cierta
tradición luterana, según la cual los cristianos están llamados a participar plenamente en
estas tareas propiamente mundanas, laicas o seculares en las que se construye el mundo de
la vida o de las relaciones sociales. Este llamado es fundamentalmente un llamado de Dios
y responder a él es ponerse en el camino de una auténtica santidad secular.
El tema que desarrollo en la ponencia no podía responder, pues, a las expectativas de
quienes querían reflexionar sobre la relación interna de las iglesias entre clero y laicado.
Tampoco se encuentran en ella reflexiones directamente enfocadas a las oportunidades
concretas que ofrece a la religión un Estado “laico” o consecuentemente separado de toda
institución religiosa, como el descrito en la nueva Constitución Boliviana. La ponencia
toma las aguas más arriba, en la fuente del laicismo o secularismo, y procura mostrar que
éste no sólo no se opone a una vida de fe, sino que la favorece, profundizando y
ampliando a la vez su compromiso con el mundo. Me parece que entre los cristianos, son
más bien los protestantes quienes, desde el tiempo de la Ilustración, miraron al laicismo,
que también puede llamarse secularismo, como desafío y oportunidad para la fe cristiana.
Este aporte protestante que tuvo lugar en Europa en los siglos XVII y XVIII, se reiteró de
alguna manera también a mediados del siglo XX en América Latina.
En esta ponencia, apunto, pues, primero 1) a algunas de las formas cómo el secularismo o
laicismo fueron adoptados por círculos protestantes, haciendo así un aporte a la teología
latinoamericana desde mediados del siglo pasado hasta la fecha; en segundo lugar, 2)
quisiera reflexionar sobre la relación que estos aportes tienen con la construcción social en
América Latina y plantear algunas preguntas sobre la postura práctica de las comunidades
cristianas frente a lo sociopolítico, que es concretamente la traducción del laicismo o de la
laicidad en nuestros días.
mundo secularizado y aceptar su desafío que era, en palabras de Bonhoeffer, “vivir una
‘santidad mundana’ a través de un cristianismo no religioso”2 .
2) Desde la experiencia compartida de los “oprimidos” se critica la conciencia
eclesiástica de ser “pueblo elegido”
A fines de los años 70, Elsa Támez publica La Biblia de los Oprimidos 3, en la que se interpreta
la Escritura partiendo de la experiencia de los empobrecidos y de los oprimidos. Ella
destaca que la categoría de “opresión” designa el centro o “meollo del contexto histórico
donde se desenvuelve” el mensaje bíblico y que “sólo a partir de este centro podemos
comprender los significados de fe, gracia, amor, paz, pecado y salvación”. Es decir, los
temas básicos del cristianismo. Es una segunda forma de darle un referente laico y secular
– la opresión – a categorías religiosas , y de hacer de este referente el objeto de una práctica
motivada por la fe y orientada a liberar los sujetos y grupos sociales de dicha opresión.
El enjuiciamiento ético que realizan los autores bíblicos en nombre de su Dios Yahvé va
hasta destruir o poner radicalmente en tela de juicio afirmaciones o creencias tan
establecidas, como la de que Israel sea pueblo de Dios o su heredad. En vez de ello, Israel
es pueblo de Dios sólo porque y cuando está oprimido; pero deja de ser pueblo de Dios
apenas se convierte en un opresor, pues entonces Dios llama a otro pueblo para que le
impida seguir siéndolo. Hay más: si Dios quiere liberar a Israel de la opresión no es para
darle un estatuto superior o dominador con respecto a otros pueblos, sino para hacer que
todos los pueblos vivan comunicándose como iguales: “Aquel día habrá una calzada de
Egipto a Asiria … y los egipcios con los asirios servirán a Yahvé. … Bendito mi pueblo
Egipto, y Asiria, obra de mis manos, e Israel, mi heredad (Is. 19,23-25)
3) Desde el sufrimiento de los “excluidos”, se reconoce a la “justificación” como
un llamado a construir una sociedad “inclusiva”
La misma teóloga Elsa Támez hace dar un tercer paso importante a la teología protestante
latinoamericana, en el sentido de darle un nombre secular a una categoría religiosa o
teológica, al adoptar y adaptar a nuestras latitudes una reflexión que se venía haciendo en
la teología europea sobre la tesis central luterana de la “justificación por al fe”. Lo hace en
una obra publicada a comienzos de los años 904. En esta obra, el punto de vista se amplía:
la clave bíblica no es ya la categoría de “oprimidos”, sino la más amplia de “excluidos”, la
cual, a su juicio, trasciende la opresión económica, aunque la implica5.
En la reinterpretación que Támez hace de las epístolas de Pablo a los Romanos y a los
Gálatas, la obra de Dios realizada en Jesucristo – es decir, la “justificación” - ha consistido
en incluir a los excluidos, terminando así con un mundo en que domina el “pecado”, al
cual se lo define como la “injusticia” de la exclusión. En sus palabras, la justificación
consiste en que, “para Pablo, Dios ha de intervenir en la historia anunciando la buena
2 Santa Ana, 1970: 29. Con esta descripción, Julio de Santa Ana concuerda con la postura que el teólogo protestante
alemán Dietrich Bonhoeffer pedía del cristiano en un mundo secularizado. Santa Ana dedica el cap. III de la obra citada
a analizar el aporte de Bonhoeffer, de quien dice que “da la pauta del ejercicio de la piedad protestante en nuestro
tiempo … “ (o.c., p. 15).
3 Támez, 1979:12
4 Támez, 1990 y 1993
5 Támez, 1990, cap. III, 137 y 142
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6 Ernst Käsemann había desarrollado ya las dimensiones sociales y políticas de una “justificación” que Lutero había
percibido casi exclusivamente en términos individuales. Ver Käsemann, 1978, publicado por primera vez en 1961 en la
revista Zeitschrift für Theologie und Kirche. Cf. p. 277. Ver también Beltrán Villegas, (1987).
7 Ver Martin Noth (1986), Parte I, cap. I y III.
8 Ver la obra auspiciada por el Consejo Latinoamericano de Iglesias, (1992), Martirio y Esperanza – Reflexiones
bíblicas sobre los quinientas años, Quito, Ecuador.- Esta forma de relectura bíblica a partir de las intuiciones
presentadas por situaciones latinoamericanas se ha proseguido y profundizado en los estudios y prácticas de centros
como el Centro de Estudos Bíblicos (CEBI) en Brasil, el CEDEBI de Colombia, el ISEAT boliviano, el CEDM de
Chile, la Revista de interpretación bíblica latinoamericana (RIBLA), que cuenta entre sus colaboradores a los
protestantes Milton Schwantes, Jorge Pixley, Elsa Támez, Hans de Wit, Dagoberto Ramírez, Néstor Míguez, y a los
católicos Gustavo Gutiérrez, Pablo Richard, Franz Hinkelammert, Severino Croatto, José Comblin, Carlos Mesters.
9 Alves (1970)
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Bibliografía citada
Alves, Rubem, (1982), Dogmatismo e Tolerancia, Saô Paulo, Ed. Paulinas, cap. 9, “Há algum futuro para o
protestantismo en América Latina?”
Consejo Latinoamericano de Iglesias (1992), Martirio y Esperanza – Reflexiones bíblicas sobre los 500 años, Quito,
Ecuador.
De Wit, Hans, (1988), He visto la humillación de mi pueblo – Relectura del Génesis desde América Latina, Santiago de
Chile, Ed. Amerinda.
De Wit, Hans, (1990), El libro de Daniel – Una relectura desde América Latina, Santiago de Chile, Ed. Rehue.
De Wit, Hans, (2002), En la dispersión el texto es patria – Introducción a la hermenéutica clásica moderna y
posmoderna, San José de Costa Rica, Universidad Bíblica Latinoamericana.
Habermas, Jürgen / Joseph Ratzinger, (2005), “La polémica Habermas Ratzinger - El diálogo entre la razón y la fe”,
Publicado en la web por La Vanguardia; cit. aquí según la edición alemana (2005, 20077) Dialektik der
Säkularisierung . Über Vernunft und Religion, Herder.
Käsemann, Ernst, (1978), “La justicia de Dios en San Pablo”, en Ensayos Exegéticos, Salamanca, Ed. Sígueme.
Noth, Martin, (198610, 19501ª ed)., Geschichte Israels, Göttingen, Vandenhoek & Ruprecht.
Santa Ana, Julio de, (1970), Protestantismo, Cultura y Sociedad – Problemas y perspectivas de la fe evangélica en
América Latina, Buenos Aires, Ed. La Aurora.
Támez, Elsa, (1979), La Biblia de los Oprimidos – la opresión en la teología bíblica, San José de Costa Rica, Ed. Dei.
Támez, Elsa, (1990), Contra toda condena. La justificación por la fe desde los excluidos, San José de Costa Rica,
Editorial Dei.
Támez, Elsa, (1993), artículo “Justificación”, en Conceptos Fundamentales del Cristianismo, p. 665-675, Ed. Trotta.
Villegas, Beltrán, (1987), “Una visión de la gracia: la justificación en Romanos”, Santiago de Chile, Teología y Vida,
28, p. 277-305.
11 Francisco Bélec, “Cristianismo versus Pensamiento Mapuche”, en revista Pastoral Popular, nº 313 y 314, marzo-
abril y mayo-junio, 2009.