Sunteți pe pagina 1din 4

Centro

de Natura Contemporáneo (deltaico)


Lluís Torrens

Tenemos que redefinir cultura, no podemos en el siglo XXI seguir creyendo sólo en la
cultura humanista. Tenemos que abordar nuevas prácticas, no hegemónicas, que nos
inviten a pensar en la posibilidad de generar un conocimiento transversal, a partir de
resistencias y estrategias de interrupción de las narrativas dominantes, sobre todo las
relacionadas con política, cultura, ciencia- tecnología y natura. Apostar por una relación
no jerárquica entre las diferentes áreas de conocimiento.
Tenemos que hacer una toma de conciencia de cuáles son los imaginarios a los cuales
nos enfrentamos y dejar de ser colonizadores de ellos. Cultura y ciencia son dos sistemas
que existen en común, por lo tanto, no hay ninguna diferencia entre el que puede llegar
a ser la curiosidad especulativa, la intuición en el campo del conocimiento humanístico
sin llegar a comprender del todo, y la traducción del pensamiento humanístico por
aquellas metáforas y errores que la ciencia busca comprender en la realidad. La
introducción de natura en la ecuación, supone cambios de paradigma que afectan en
otras áreas de conocimiento, obligando a una busqueda en la transformación de la
ciudad. Natura entendida como algo inmanente en el espacio urbanizado, inmanente
en las ciudades existentes y a la forma en que gestionamos nuestras relaciones en ella.
La cultura del siglo XXI no se puede entender, si los políticos, humanistas, científicos y
ecologistas-ambientalistas no hacen un esfuerzo de traducción, de esquematización,
para que la contaminación, la impregnación de las experiencias interdisciplinarias
generen fenómenos disidentes que puedan producirse tanto desde los márgenes o las
periferias como dentro de las instituciones educativas (universidades, escuelas, museos,
bibliotecas, centros cívicos, asociaciones socio-culturales, huertos, campos, ríos, etc.).
Para lo cual es necesario entender la ciudad, los espacios públicos, como espacios de
aprendizaje mutuo. Hemos de luchar contra el des-aprendizaje de la ciudad. La realidad
de nuestra ciudad, como la de otras ciudades deltaicas del Baix Llobregat y otras
geografías, se basa en dos singularidades tangibles creadas por la vinculación
atmosférica entre el espacio urbano, el espacio natura e incluso el espacio rural, y
paralelamente por un pasado industrial que desde hace años está en proceso de
redefinición.

1

La transición de mecanismos de producción, la transformación de los espacios de
trabajo, la construcción de un nuevo imaginario, la definición de nuevas funciones o
usos, son algunos de los puntos de partida que en cada lugar adquieren una
configuración diferenciada. Es en estos nuevos imaginarios donde el carácter
multidimensional, polisémico, heterogéneo de las acepciones de cultura tienen que ser
redefinidos, acotados y aprendidos.
También es el lugar donde las personas que viven en estos contextos y los colectivos
de procedencias diversas, organizados o no en torno a entidades, grupos o
comunidades, socialicen las nuevas narrativas de interpretaciones múltiples. Estas
prácticas de conjunciones disyuntivas son un mecanismo que recoge y da respuesta a la
emergencia de nuevas formas de hacer y de redefinir las instituciones. Son los
instrumentos esenciales con los cuales activar estrategias transformadoras que incidan
tanto en el ecosistema cultural como en el contexto social y medio ambiental en el cual
se insertan. Es en esta realidad poliédrica, con múltiples derivas semánticas, donde esta
nueva redistribución de lugares de aprendizaje a la ciudad, enfatiza los intercambios,
negociaciones, intersecciones y flujos que se producen en un espacio cultural
determinado. Este poliedrismo nos obliga a repensar las maneras de entender la cultura,
en su forma de crearla, compartirla y distribuirla, desde una dimensión relacional.
Por lo tanto, es la ciudad, entendida o definida como espacio de conflicto, un
conglomerado de otras instancias (zonas de contacto, fronterizas, barriales, etc.), con
una realidad flexible en términos espaciales y simbólicos capaz de expandirse o
contraerse según los momentos, circunstancias e intereses concretos; la que tiene que
abrir espacios de pensamiento crítico o no. La que tiene que pensar cuestiones relativas
a la naturaleza contemporánea y situar la cultura con su nueva proposición relacional
ciencia-natura como eje estratégico, activando la innovación desde la perspectiva de la
dimensión social de la reparación. Todo esto desde una lógica sistémica, para así poder
articular la complejidad más procesual y construir nuevas metodologías que generen
nuevas formas de construcción ciudadana y de innovación social. Será a través del
diálogo que podemos hablar de formas híbridas, y de la creación de espacios públicos
de intercambio entre educación, ciudadanía y todo tipo de prácticas inter-sub-
culturales. Un trabajo cooperativo por el cual las nuevas prácticas ofrecen un marco

2
flexible en el cual realizar este tipo de intercambios. Espacios donde pueda explotarse
el potencial dialógico, lugares de intercambio colectivo. Estas nuevas instituciones, son
puntos estratégicos de innovación y creatividad social, y tienen que contribuir a la
transición hacia una nueva cultura. Una nueva cultura que tiene que estar en constante
redefinición, basada no tanto en atributos definitorios como en relaciones y procesos
que muchas veces sobrepasan y trascienden la estrictamente local, rechazando
cualquier carácter absoluto o antagónico de los binomios centro-periferia, global-local
o urbano-rural. Nos encontramos en un momento de cambio profundo en los
paradigmas sociales, culturales, políticos, medio ambientales. Conceptos inexorables
como las categorías de natura, ciencia, tecnología se encuentran en un proceso de
transformación, mutación constante. Es imprescindible que las políticas culturales sean
capaces de desarrollar herramientas abiertas para explorar e investigar, de manera
colaborativa, las nuevas prácticas relacionales derivadas de la nueva acepción de
cultura, que rompa la clásica oposición entre cultura y natura. Políticas culturales que
deben de involucrar a la ciudadanía a la hora de crear y distribuir el conocimiento.
La noción de natura en el pensamiento occidental es resultado de un desarrollo socio-
histórico particular. Este concepto de natura es inseparable de los de ser humano y
sociedad, a los cuales se opone y de los cuales se sostiene. Es precisamente una cultura
activa, creativa e innovadora la que permitirá sensibilizar, movilizar y remover
conciencias del futuro de manera ecológica y situar la responsabilidad ambiental como
uno de los temas claves que habilite mecanismos para la política cultural en nuestra
ciudad a largo plazo. Hay muchas más escaleras temporales (y espaciales) que nuestra
ciudad tendrá que tener en cuenta y reflexionar, por lo que necesitamos un nuevo
modelo de ciudad, un modelo de ciudad sostenible que fomente el uso explícito de la
cultura, que nos ayude a generar el cambio hacia un nuevo paradigma de sostenibilidad.
Una ciudad contemporánea, híbrida y en flujo constante hacia una nueva racionalidad y
relacionalidad.
La ciudad que viene necesita de nuevas infraestructuras que acojan nuevas voces, y
que tengan la capacidad de construir puentes entre las diferentes prácticas desde un
punto de vista descolonizado y que trabajen para y por el empoderamiento. En un
circuito de retroalimentación es importante reflexionar en torno la cohesión del mundo
humano y la natura. El trayecto de transición cultural hacia un nuevo paradigma hace

3
necesaria la creación de Centros de Natura Contemporánea que aborden la relación
entre cultura, ciencia-tecnología, política y natura contemporánea como nuevos
escenarios que provoquen y requieran de reacciones catalizadoras entre muchos
actores, y donde modelar nuestra subjetividad crítica. Con ideología pública para la
formulación de preguntas colectivamente, que nos ayuden a configurar una posición,
un paisaje social, público, estético, sostenible y ecológico. Sin olvidarnos del sustantivo
y del adjetivo público, la función del centro es el desacuerdo, colocar en el centro de sus
atribuciones tareas, responsabilidades e investigaciones artísticas, científicas,
tecnológicas, ecológicas que rebasen la institución, que instituyan a partir de políticas
de investigación colectiva y de participación pública, propias de la ciencia ciudadana.
Propuesta que parte de nuevas formas de entender el territorio, con sus diferentes
dinámicas, que tienen como objetivo las necesidades complejas y cambiantes de una
naturaleza que se transforma e inventa a la misma velocidad que la historia humana.
Necesitamos un nuevo abecedario para una nueva ciudad contemporánea. La eficacia
de un sistema es básicamente la supervivencia. Por lo tanto todos los sistemas cerrados
más tarde o más temprano se mueren, porque hay otro de más fuerte, ley darwinista.
Lo que pedimos es un sistema abierto que introduzca una capacidad utópica superior a
la del estricto consumo vehicular, poroso, esponjoso y con capacidad de mutación.

S-ar putea să vă placă și