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habiendo quedado en todo tiempo sin resultado. Una historia de la evolución del
pensamiento humano no puede darnos, en general, una Psicología de la conciencia
individual, ya que ésta se halla bajo la influencia de una prehistoria, sobre la cuál esta
misma psicología individual ninguna luz puede arrojar. Por eso también es erróneo pensar
que la Psicología del niño podría resolver estos últimos problemas de la Psicogénesis. El
niño de un pueblo civilizado está rodeado de influencias que nunca pueden ser separadas
de aquello que nace espontáneamente en su conciencia. Por el contrario, la Psicología de
los pueblos nos conduce a la consideración de los diferentes grados de evolución psíquica,
que la Humanidad, aun hoy, ofrece al camino de una verdadera Psicogénesis. Por el
conocimiento de los estados primitivos en sí cerrados, se llega mediante una continua serie
de grados intermedios, a tender puentes sobre culturas más complicadas y superiores. Así
es la Psicología de los pueblos, en el sentido principal de la palabra, Psicología de la
evolución.
(…)
[P]uede la Psicología de los pueblos seguir diferentes caminos; el más próximo es
estudiar los importantes fenómenos de la vida conjunta sucesivamente y seguirlos en su
evolución, como acostumbraba a hacerlo la Psicología general en su análisis de la
conciencia individual. Desde luego ha de preocuparse de exponer la evolución psicológica
del lenguaje valiéndose de los hechos de la historia de aquel. A esta Psicología del
lenguaje puede seguir la evolución del arte desde sus comienzos entre los primitivos hasta
el arte inicial de los pueblos cultos, cuya más alta consideración corresponde a la historia
del Arte. Igualmente han de ser investigados los mitos y la religión en la formación de sus
motivos, en su dependencia recíproca, etc. Es éste un método en el que el estudio, a
través de toda la corriente de la evolución psicológica de los pueblos, se dispone, por
decirlo así, en secciones longitudinales. Para un análisis que aspire a ahondar más, no es
este camino el de elección. Tiene el inconveniente de despedazar la evolución espiritual en
un número de evoluciones especiales, cuyos miembros, no obstante, aparecen por todas
partes, los unos después de los otros. Sobre todo en los primeros grados son, de hecho,
tan estrechas las relaciones de los particulares dominios de la vida espiritual, que apenas
pueden separarse unos de otro. El lenguaje está influido por el mito; el arte es una parte
integrante de la evolución de los mitos; las costumbres y los usos están por todas partes
influidos por el pensamiento mitológico.
Es posible un segundo camino, que será el escogido en la exposición de esta obra.
Consiste en disponer los hechos, no en secciones, usando la metáfora anterior,
“longitudinales”, sino en sentido “transversal”, o sea considerando los grados principales de
la evolución psicológica de los pueblos a la par y en cada grado de la conexión general de
sus fenómenos.
Wundt, W., Elementos de Psicología de los Pueblos. Madrid; Daniel Jorro, Editor, 1926 (pp.
1-6). Trad. Santos Rubiano
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Dewey, J., “El concepto de arco reflejo en psicología”. En J.M. Gondra, La psicología
moderna. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1982 (pp. 198-207). Trad., J.M. Gondra.
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Y como culminación de todo esto aparecería finalmente una obra que consistiría
fundamentalmente en matemática y en lógica matemática. Esta comenzaría estableciendo
una lista de signos o términos indefinidos cuyos referentes pudieran ser sometidos a la
pública observación de todas las personas normales; puesto que estos términos pueden
estar directamente condicionados a los referentes mediante un reforzamiento diferencial,
tendrían que tener un mínimo de ambigüedad. A partir de estas nociones indefinidas
sintetizaríamos, mediante la incomparable técnica de la lógica simbólica, todos los
conceptos centrales requeridos por el sistema, puesto que contar con unos conceptos
primarios correctos es tan importante para una válida sistematización de la ciencia como
contar con unos principios primarios correctos; este procedimiento nos proporcionaría todo
un conjunto de términos totalmente no ambiguos. A partir de estos signos o términos
formularíamos enunciados matemáticos precisos de los diversos postulados o principios
molares primarios que sobrevivieran al proceso intermedio de depuración, junto con
aquellos otros principios que podamos creer que es necesario introducir; a partir de éstos,
y mediante un proceso matemático riguroso, derivaríamos teoremas que corresponderían a
todas las ramificaciones empíricas de las llamadas ciencias sociales. Asimismo, sería
derivable un gran número de teoremas relativo a situaciones todavía no investigadas; este
último grupo de teoremas posibilitaría las aplicaciones prácticas y las innovaciones
sociales.
Hull, C.L., Principios de conducta. Madrid: Debate, 1986 (pp. 425-427). Trad. R. Fernández
González.
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Una razón que explica el atractivo de los modelos PDP es su incuestionable “aroma
fisiológico”. Parece que están mucho más ligados a la fisiología del cerebro que otros
modelos de procesamiento de la información. El cerebro consta de un gran número de
elementos con un elevado nivel de interconexión [...], que aparentemente se envían entre
sí mensajes excitatorios e inhibitorios muy sencillos mediante los cuales ajustan sus
excitaciones. Las propiedades de las unidades de muchos de los modelos PDP que vamos
a examinar más adelante están inspiradas en propiedades básicas de las estructuras
neurales. [...]
Además, estos modelos han alterado radicalmente nuestra manera de pensar sobre la
organización temporal del procesamiento, la naturaleza de la representación y los
mecanismos del aprendizaje.
¿Pero cuál es la estructura interna de cada uno de los estados que aparece en la
secuencia y cómo se producen estos estados? Cualquier intento serio de construir un
modelo incluso de los macropasos más sencillos del conocimiento humano [...] requerirían
un gran número de micropasos si se efectuasen secuencialmente. [...] el soporte material
(hardware) biológico resulta demasiado lento para que los modelos secuenciales de su
microestructura puedan proporcionarnos una explicación plausible, por lo menos de la
microestructura del pensamiento humano. Y las limitaciones temporales, en lugar de
mejorar, empeoran todavía más cuando los mecanismos secuenciales intentan tomar en
cuenta un gran número de limitaciones o restricciones. En una máquina secuencial, cada
nueva restricción exige más tiempo, y, cuando son imprecisas, las restricciones pueden
acarrear un incremento explosivo del número de cómputos necesarios. En cambio, las
personas ganan en rapidez, no en lentitud, cuando son capaces de aprovecahar
restricciones adicionales.
[...] En general, desde la perspectiva del PDP, los objetos a que se refieren los
modelos macroestructurales del procesamiento cognitivo se consideran como
descripciones aproximadas de propiedades emergentes de la microestructura. A veces,
estas descripciones aproximadas pueden ser lo suficientemente precisas como para captar
adecuadamente un proceso o mecanismo. Pero [...] muchas veces no consiguen
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[...] Cómo coger un objeto sin caerse. [...] Hinton trabajó con una versión simplificada
de esta tarea en la que utilizaba una “persona” bidimensional provista de un pie, una pierna
con un segmento inferior y otro superior, un tronco, un brazo y un antebrazo. Cada uno de
estos miembros se encuentra conectado con el siguiente mediante una articulación que
posee un solo grado de libertad de rotación. La tarea a la que tiene que enfrentarse esta
persona es alcanzar un objetivo que se encuentra situado en algún punto enfrente de ella,
sin dar ningún paso y sin caerse. [...] el problema consiste en encontrar un conjunto de
ángulos de las articulaciones capaz de resolver simultáneamente las dos restricciones que
hay en la tarea. La primera es que el extremo del antebrazo toque el objeto. La segunda es
que, para evitar caerse, la persona debe mantener su centro de gravedad en la vertical del
pie.
Aunque esta simulación fue capaz de realizar la tarea [...], adolecía también de una
serie de inconvenientes que derivaban del hecho de que los procesadores de las
articulaciones intentaban dar con una solución cada uno por su cuenta, sin saber lo que las
otras articulaciones intentaban hacer. Este problema se superó incorporando nuevos
procesadores que se ocupaban de elaborar combinaciones de ángulos articulatorios. [...]
Con la incorporación de este tipo de procesadores, se redujo en gran medida el número de
iteraciones necesario para alcanzar la solución, y la forma que adoptaba ésta presentaba
un aspecto muy natural.
McClelland, J.L., Rumelhart, D.E. y Hinton, G.E., “El atractivo del procesamiento distribuido
en paralelo”. En: D.E. Rumelhart, J.L. McClelland y el Grupo PDP, Introducción al
Procesamiento Distribuido en Paralelo. Madrid: Alianza, 1992 (pp. 46-53). Trad., J.C.
Gómez Crespo.
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[1970]
Piaget, J., La epistemología genética. Madrid: Debate, 1986 (pp. 35-39). Trad., J. Delval.
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palabras y, mediante sus preguntas, intenta aprender activamente los signos conectados
con los objetos. Parece haber descubierto la función simbólica de las palabras. […]
Brevemente, hemos de concluir que:
1. En su desarrollo ontogenético, el pensamiento y el habla tienen raíces diferentes.
2. En el desarrollo del habla del niño podemos constatar un estadio preintelectual
y, en su desarrollo del pensamiento, un estadio prelingüístico.
3. Hasta un determinado momento, los dos siguen líneas diferentes, independientes
entre sí.
4. En ese determinado momento dichas líneas se encuentran, por lo que el
pensamiento se hace verbal, y el habla, racional.
No importa cómo nos acerquemos al controvertido problema de la relación entre el
pensamiento y el habla: tendremos que ocuparnos ampliamente del habla interna. […]
[…][D]ebemos buscar el eslabón intermedio entre el habla externa y la interna.
Nos inclinamos a ver ese eslabón en el habla egocéntrica del niño, descrita por Piaget.
Apoyan nuestro punto de vista las observaciones hechas por Lemaître y otros autores que
han estudiado el habla interna de niños en edad escolar. Dichas observaciones
demostraban que el habla interna de los escolares es frágil e inmadura; es decir, que se
trata de una función genéticamente “nueva”. Además de su papel de acompañamiento de
la actividad y sus funciones expresiva y de descarga, el habla egocéntrica asume pronto
una función planificadora, es decir, se convierte, de forma bastante natural y fácil, en
pensamiento propiamente dicho.
Si se demuestra que nuestra hipótesis es correcta, tendremos que concluir que el
habla se interioriza antes psicológica que físicamente. Por sus funciones, el habla
egocéntrica es habla interna; es habla en camino hacia dentro, conectada íntimamente
con la ordenación del comportamiento del niño, ya parcialmente incomprensible para los
otros, pero aún externa en su forma y sin ninguna tendencia visible a transformarse en
murmullo ni en ninguna otra clase de habla medio insonora.
Entonces tendríamos también la respuesta a la pregunta de por qué el habla se vuelve
hacia dentro. Se vuelve hacia dentro porque su función cambia. Su desarrollo [tendría]
tres estadios [….]: habla externa, habla egocéntrica, habla interna. Tendríamos también a
nuestra disposición un excelente método para estudiar el habla interna “en vivo”, por
decirlo así, mientras van tomando forma sus peculiaridades estructurales y funcionales;
sería un método objetivo, puesto que dichas peculiaridades aparecen cuando el habla es
todavía audible, es decir, accesible a la observación y la medida.